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DE LOS ARTÍCULOS INCLUIDOS EN ESTE PDF.

EL CARAMBOLO, SUS ETAPAS, Y LA SAGRADA "PIEL DE TORO"


(altares, pectorales y recintos tauromorfos) -Parte cuarta de: "El
problema fenicio en las joyas de El Carambolo"-
-Capítulo 17º de "El frigianismo en la Cultura Ibérica" (Parte LXXXVI: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo")-.
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé en TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE (27/08/2013)

ÍNDICE GENERAL: Pulsando la siguiente linea azul se llega a un índice general del blog. En el que se contiene las
más de cien entradas que hasta ahora hemos subido. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/03/indice-de-
entradas-con-algunas.html

DEBIDO A LA EXTENSIÓN DE ESTE ARTÍCULO, SE HA DIVIDIDO EN DOS PARTES Y AL LLEGAR A SU


FINAL HABREMOS DE CONTINUAR LEYENDO EN LA SIGUENTE ENTRADA. Ver:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/08/el-carambolo-sus-etapas-y-la-sagrada_27.html
A SU VEZ, VIENE PRECEDIDO POR TRES DE LA MISMA SERIE "El problema fenicio en las joyas de El
Carambolo" Y QUE SE ENCUENTRAN EN LAS ENTRADAS ANTERIORES. PARA QUIENES DESEEN
CONSULTARLOS LES RECOMENDAMOS VERLOS CORRELATIVAMENTE PULSADO EN "ENTRADAS MÁS
ANTIGUAS":

COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Sobre estas líneas; famoso mapa de Antonio García y Bellido, en que
recoge las tierras Ibéricas según la Geografía de Estrabón (agradecemos a la editorial Espasa Calpe
-Colección Austral-, tanto como a los herederos del mencionado profesor, nos permitan divulgar
nuevamente esta lámina) (1) . Si nos fijamos en el entorno de la Península, veremos que García y
Bellido la interpreta tal como Estrabón la concebía, cual una piel de buey. Para comprenderlo
mejor hemos trazado unas líneas amarillas sobre los límites de Iberia, con las que vemos claramente
cómo aquel territorio tiene forma de cuero de toro (curtido, cuyo significado era sagrado en la
Antigüedad).
De tal manera, el geógrafo griego habla de que Iberia lucía ese diseño; a modo de pellejo de bóvido, y al
comienzo de su libro III (en que trata sobre nuestra Península) dice textualmente: "SE PARECE IBERIA A
UNA PIEL TENDIDA EN EL SENTIDO DE SU LONGITUD, DE OCCIDENTE A ORIENTE, DE MODO QUE LA PARTE
DELANTERA MIRE A ORIENTEY EN SENTIDO DE SU ANCHURA DEL SEPTENTRIÓN, AL MEDIODÍA" (2) .

Como expone Antonio García y Bellido -en la obra antes referida (3)-, Estrabón alude dos veces más a
este hecho de que la Península sea "tauriforme"; escribiendo también en su Libro II: "IBERIA, COMO
UNA PIEL DE BUEY". Para expresar poco depués que: "ESTUDIANDO -LA OIKUMENE-, POR PARTES, LA
PRIMERA DE TODAS POR EL OCCIDENTE ES IBERIA, SEMEJANTE A UNA PIEL DE BUEY. DE LA CUAL LA
PARTE QUE PUDIERA CONSIDERARSE COMO CORRESPONDIENTE A LA CERVIZ SE HALLA VUELTA HACIA LA
VECINA KELTIKÉ (Galia) (...) POR EL RESTO ESTÁ RODEADIO DE MAR (4) .

En un primer análisis de los referidos textos, obtendremos dos conclusiones muy claras; la más inmediata
se refiere al diseño de nuestras tierras como una península tauriforme; cuyo "cuello del buey" sitúa el
griego en los Pirineos. Pero asimismo observamos en Estrabón otro hecho que parece indiscutible,
como lo es que "el Occidente" se identifique con Iberia. Todo lo que se ratifica en las lineas iniciales
del libro III de "La Geografía", que se encabeza con las frases: "COMENZAR DE NUEVO POR EUROPE.
LA PRIMERA PARTE DE ELLA ES, COMO DECÍAMOS, EL OCCIDENTE, ES DECIR IBERIA. ESTA, EN SU MAYOR
EXTENSIÓN ES POCO HABITABLE PUES SE HALLA CUBIERTA DE MONTES, BOSQUES Y LLANURAS DE SUELO
POBRE, DESIGUALMENTE REGADO" (5) .

En referencia a este segundo hecho, y la analogía de conceptos expresada por Estrabon entre IBERIA y
OCCIDENTE; todo ello ratificaría nuestra etimología del nombre de la Península. Pudiendo
demostrarse que "Iberia" se originó desde el griego Hesperia (o del proto-indoariano "SeBaris"); siendo
comunmente conocido por los helenos ese hecho de que "ocaso" y "atardecer" eran palabras
sinónimas al nombre de nuestras tierras -tal como se lee en La Geografía-. Una Iberia muy cercana
fonéticamente a Hesperia (<= atardecer), de cuya voz también pudo originarse la de "Hispalis" e
"Hispania". Pese a ello, los radicales semíticos del témino que significan "occidente", son muy
parecidos; tanto que "Oeste" u "Ocaso" se expresa como "SEFAR" o "SEFARAD", todo lo que también
pudo hacer nacer los términos "SPAL" o "HISPAL" e HIPANIA. De ello hemos tratado en la entrada
anterior, tanto como hablamos a continuación; al igual que en este artículo escribiremos sobre la imagen
de piel bovina de la Península.

ABAJO: De nuevo la arena de La Maestranza; "La catedral" del toro, dista apenas unos miles de
metros del montículo donde hace dosmil quinientos años estuvo el Templo de El Carambolo. Un cerro
que puede divisarse sin problemas desde la parte alta de esta Plaza, donde fueron encontrados unos
altares y un ajuar de orfebrería, conteniendo figuras tauriformes o de pellejo de buey (agradecemos
a la institución nos permita divulgar la imagen). En la fotografía vemos uno de los momentos la lidia de
novillos de El Serrano -con Conchi Rios, Emilio Huertas y Alvaro Sanlúcar-; donde sobre su albero se
sacrifica el toro "sagrado"; en una arena y lugar que tanto se acerca y asemeja en color y
localización a ese otro altar con forma de cuero de becerro, de El Carambolo. De un modo muy
parecido (aunque con un rito muy distinto) se debieron también inmolar bóvidos en el templo del
cerro, sobre cuyo significado y orígenes trataremos en el presente artículo.

A) INTRODUCCIÓN Y RESUMEN DE CONCLUSIONES A LOS ARTÍCULOS ANTERIORES:


. Tal como hemos visto en las entradas que preceden a esta, trás las últimas prospecciones en El
Carambolo, algunos de los arqueólogos participantes en esas campañas más recientes han formulado
nuevas conclusiones. Unas últimas teorías acerca del templo y del llamado "Poblado Bajo", en las que
afirman se trataría de un yacimiento fenicio y no tartessio. Todo lo que confirmaron numerosos
investigadores después de las referidas excavaciones llevadas a cabo con motivo del cincuenta aniversario
del descubrimiento (cumplido en el 2008). Entorno a ello, ya hemos expresado en nuestro primer
artículo la idea de que en una colonización nunca puede considerarse que el pueblo aculturado por
otro, pierda totalmente la identidad propia. Tanto, que incluso los que han sido totalmente fagocitados
por una civilización ajena, conservan rasgos muy peculiares (como fue el caso de la Hispania romana, o de
la América hispana). Pues esos pueblos y gentes que reciben una nueva cultura -que sustituye por
completo a la suya y autóctona-, siempre consiguen dar un carácter muy distinto a la impuesta por la
Metrópoli. De lo que no puede afirmarse nunca que las Sociedades aculturadas totalmente, sean
idénticas a aquellas que las conquistan -Hechos probados, que vemos en la Historia; pues el arte ni la
civilización colonial ibero americana son propiamente españolas (o portuguesas); de un mismo modo que
se distingue perfectamente lo romano de Italia, de lo "romano provincial" hispano-.

Desde estos conceptos partíamos en el primer artículo, mientras en el segundo ya expusimos que pese a
que la colonización fenicia fue de gran impacto e importancia en el Sur Peninsular; ello no significa
que eliminara los residuos de las anteriores culturas existentes en Iberia. Nos referimos a las del Final
del Bronce, cuya característica más importante fue el desarrollo de una orfebrería finísima y sin
paralelos en el Mediterráneo. Siendo algunos de sus más destacados ejemplos, los famosos tesoros de
magnífica traza en riquísimo oro puro, como el de Caldas de Rei o el de Villena -tanto como los centenares
de torques, pulseras y zarcillos que se han hallado (especialmente) en el litoral atlántico
peninsular-. Joyas incomparables por su valor y hechura, fechadas entre los siglos XV al IX a.C.; que
conforman una orfebrería de una calidad y con un peso en metales preciosos, que tienen tan solo
parangón entre las coetáneas egipcias, o en las de Mesopotamia. Puesto que ni las piezas minóicas, ni
las micénias y ni siquiera la orfebrería de Oriente Medio -del mismo tiempo-, pueden igualarse a las del
Bajo Bronce peninsular; por su calidad de trabajo, su diseño o belleza, y menos en su cantidad de materia
prima.

Siendo así, es teoría admitida acerca del desarrollo y el tránsito del bronce al Hierro en el Sur
Penínsular; una idea formulada desde mediados del siglo pasado por los mejores expertos en arqueología
de entonces. Quienes proponen que tras la llegada de los colonizadores aparecidos durante la Primera
Edad del Hierro en las costas meridionales -hacia los siglos X y IX a.C.-, se producen unas nuevas
culturas en las áreas en contacto con esos visitantes. Naciendo por entonces unas "sociedades
preibéricas", originadas con el choque -o la "colaboración"- entre los habitantes indígenas de la Península
y los llegados por mar (principalmente desde el Oriente mediderráneo). Todo lo que generaría la
civilización metalúrgica de Tartessos, como heredera de la atlántica del Bronce y unida a la
aculturación procedente del Levante -que aflora y se extiende desde el Bajo Guadalquivir, entre los
siglos VIII al VI a.C.-. Pasándose tras ello y hacia el siglo V a.C., a conformarse la cultura propiamente
Ibérica; originada con la expansión del celtiberismo y la desaparición del mundo
orientalizante (cuando se produce el fin de áreas como las de Tartessos o Gadir, cuya decadencia está
plenamente unida a la de Fenicia).

Así pues, la civilización genuinamente "ibérica" se forjaría durante los siglos de dominio de los
Cartagineses, quienes se hacen con gran parte de nuestras tierras, logrando la desaparición de muchos de
los visitantes orientales que desde el siglo IX a.C. "merodeaban las costas de Occidente". Todo lo que
seguramente provoca una unión entre la tribus que habitaban en la Península; al ser gentes que de
algún modo se reconocen con grandes rasgos comunes y herederos de unas culturas parecidas o
predecesoras (la tartessia, celtibérica, grecoibérica, o las del Bronce). Hecho este que les
haría configurar ligas y aglutinarse bajo el "epígrafe" común de iberos, seguramente con el fin de evitar
al invasor o para sobrevivir a estos "visitantes" llegados de tierras lejanas -refierifiriéndonos
fundamentalmente a Cartago y a quienes aparecen desde el siglo V a.C. en Iberia; con el fin principal de
explotar sus ricas tierras cargadas de minas-. Cuanto hemos resumido es el origen que comunmente la
"teoría arqueológica" expresa sobre el mundo ibero y acerca del tartessio. Pese a lo cual existen nuevas
hipótesis, que de algún modo niegan que la cultura del Bajo Guadalquivir fuera heredera de las del
Bronce peninsular. Considerando a Tartessos como una realidad tan solo debida al reflejo de Fenicia y
de los colonizadores llegados de Oriente Medio (una simple colonia).
COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba; torques de oro puro con cierre y bellísimos adornos en formas de
zigzag, o de "tímpanos campana". Hallado en Sintra, es propiedad del Museo Arqueológico y etnográfico
de Lisboa -Portugal, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Se fecha entre el final del
Bronce y el primer Hierro (del 900 al 700 a.C.), siglos que preceden al mundo tartessio y en los que
igualmente están datadas multitud de joyas similares por todo el área atlántica. Nos referimos a los
centenares de torques (de collar o pulsera) y a los zarcillos semejantes, que se han encontrado en el
litoral oceánico y tierras cercanas a Portugal, Extremadura, León, Galicia o Islas Británicas. Siendo estas
el ejemplo de la existencia de una civilización Atlántica que produce aquella orfebrería
principalmente desde los siglos XV al VIII a.C.. Una cultura común y minera que se origina en este área
tan rica en metales preciosos, y que va desde el Algarve y Alentejo, a Orense y el Sil; pasando luego por
Asturias a Irlanda y Gran Bretaña. Civilización del Bajo Bronce, que sería la predecesora de Tartessos
y que como tal, "enseñaría" o mantendría el trabajo del oro entre aquellos iberos. Por lo
demás, entre los adornos que vemos comúnmente en la joyería del Bronce peninsular, -a mi juicio- se
encuentran muchos paralelos con los modelos de la cerámica tartessia y pretartessia.

ABAJO: Vaso reconstruido desde fragmentos hallados en El Carambolo y fechados hacia los siglos VIII
y VII a.C. -tal como lo presenta el Museo Arqueológico de Sevilla, al que agradecemos nos permita
divulgar su imagen-. Esta cerámica de tipo Carambolo o tartessia, es bruñida y está comunmente
decorada con triángulos, rallas en zigzag, cuadrados y líneas; todo lo que en mi opinión puede
relacionarse con los dibujos que presenta la joyería atlántica de la Edad del Bronce (ver anterior
imagen).
La idea antes expuesta, por la que algunos arqueólogos afirman que Tartessos fue tan solo el reflejo
del Levante Mediterráneo -es decir, una colonia fenicia-; a mi entender sería admisible si se cumplieran
algunos requisitos: El primero sería que los yacimientos y los hallazgos de Tartessos, tendrían que
verse absolutamente iguales a los púnicos u orientales (como los de Malaka, Gadir o Cartago). En
segundo lugar, para considerar que Tartessos era un simple satélite de Oriente Medio (sin aportes
indígenas) habríamos de observar que sus objetos no contuvieran paralelos y rasgos afines con los
enseres y estilos del Bronce Peninsular. Unas joyas y cerámicas que sabemos creadas entre el siglo XV y
el VIII a.C. y que en gran parte son ajenas al mundo mediterráneo. Además, para que aquel reino del Bajo
Guadalquivir fuera un mundo igual al de otros puertos y enclaves púnicos; no solo los hallazgos de Spal (El
Carambolo), de Carmo (Carmona), o de Caura (Coria del Rio), habrían de ser indistinguibles con los de
Malaka o Gadir. Sino que la cronología también tendría que coincidir con lo fenicio, debiendo ser
coetáneo y escalonado; es decir que primero aparecerían las fundaciones de las ciudades púnicas de
la costa y luego, las posteriores urbes en el interior (ascendiendo principalmente por el Guadalquivir).

Cuanto hemos explicado en el párrafo anterior son requisitos que no se cumplen, tal como vimos en
anteriores entradas. Así pues, y en referencia a los paralelismos entre el mundo fenicio y el turdetano;
llegaríamos primeramente a observar que ni la cerámica -ni menos la orfebrería tartessia-, tienen una
semejanza suficiente como para otorgarle una identidad plena con las del mediterráneo oriental. En lo
que se refiere a las piezas de barro -bruñido y con lineas excisas- del Bajo Guadalquivir, ciertamente se
parece mucho a la alfarería chipriota coetánea. Aunque fragmentos y vasos del mismo tipo se han
encontrado en los yacimientos del Bronce, repartidos por toda Andalucía y por el Sur peninsular.
Además, las llamativas decoraciones de esta cerámica, a la que denominaron "tipo El Carambolo"
(pintadas a base de triángulos, cuadrados y lineas); en mi opinión se asemeja en gran medida a las
ornamentaciones y dibujos que lucen las joyas de la Edad del Bronce peninsular. Todo lo que
identificaría de nuevo las piezas de barro tartessias, con el Mundo anterior al Hierro en nuestras tierras.
Por lo demás y para finalizar acerca de los problemas que surgen al pretender ver en Tartessos solo un
mundo fenicio; nos encontramos que tampoco coinciden las cronologías y a la obligada identidad
entre los hallazgos turdetanos y los de Oriente Medio -algo imprescindible para poder considerar púnico
a este reino del Bajo Guadalquivir-.

Por último, ya vimos que las joyas de El Carambolo contienen signos e inscripciones luwitas en su
collar, de lo que en mi opinión hemos de unir este tesoro al mundo frigio -cultura anatólica presente en
la Penísnula desde el siglo VII a.C., y con ejemplos de estatuaria como Pozo Moro (en Albacete)-. Por su
parte, los pectorales son tauromorfos; un diseño que a juicio de las últimas investigaciones
arqueológicas es puramente peninsular. Esta teoría del origen ibérico de la figura "piel de buey", la
defienden algunos de los investigadores, de los que muchos, a su vez afirman la identidad plenamente
fenicia del ajuar y del templo de El Carambolo (como J. L. Escacena, R. Izquierdo y A.Gómez Peña
-entre otros-). Un planteamiento que así expuesto tiene un grave problema de fondo, ya que si
admitimos que la "figura sagrada" con forma de piel de toro es autóctona, hemos de preguntarnos:
¿Por qué el santuario que contiene un altar con ese diseño, o una joya tauromorfa; no son también
autóctonos?. Es decir, que si el diseño sagrado a modo de un cuero bovino es puramente indigena: ¿Por
qué el templo de El Carambolo y su tesoro (que guardan estas mismas lineas) no lo son...? .

COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba sílabas o ideogramas neo-hititas, que se relacionan con las
figuras que aparecen en el tesoro de El Carambolo. En primer lugar vemos el ideograma en forma de
piel de buey, que es la "planta de edificio" (en idioma frigio) y que se lee "vivienda" o "casa" -
correspondiéndose con el diseño de los altares y joyas de El Carambolo, pero también con el del suelo
de tumbas como la de Pozo Moro (monumento claramente neohitita o frigio)-. Tras ello, los triángulos
cuyo significado es "ciudad", "reino"; aunque tumbados han de leerse "KU-KU" siendo el ideograma
de la diosa "KUbaba" (Cibeles frigia). Además, en la imagen vemos otros signos luwios o neohititas,
que también pueden observarse en el tesoro de El Carambolo, entre los que destacan las dos "C"
contrapuestas, cuyo significado es "dios" (o príncipe). Traduciéndose las formas de dobles "C" junto a
los dos triángulos como diosa Kubaba, la Cybeles neohitita a la que pudo estar consagrado el templo de
El Carambolo. Observemos por último, como entre esos símbolos luwios existe uno que se parece al
"Ank" (cruz de Isis -o ansada- egipcia) con el mismo valor de traducción y que significa "vida". Pese lo a
que este Ank luwio tiene como representación "un nudo" o colgante, en cuyo centro porta el
lingote (o la "casa" en ideograma hitita).
ABAJO: Signos minoicos del alfasilabario Lineal A y B, que se relacionan con los que contiene el
ajuar de El Carambolo.Destaca entre ellos el lingote, letra o ideograma que aparece en todos los
alfasilabarios cretochipriotas (desde su origen -a comienzos del II milenio a.C.-, hasta su erradicación
en Chipre hacia el siglo V a.C.).

Durante el presente artículo intentaremos cuestionarnos estas y otras preguntas, recurriendo a los
escritos de los autores que defienden como propiamente indígena aquel símbolo sacro de la
antigüedad ibérica (que significa el pellejo del buey -para unos-; mientras otros ven en él principalmente
el lingote -cretochipriota-). Pese a todo y antes de comenzar, desearíamos volver sobre el tema que
hemos destacado en la primera imagen, donde recogimos que la Península era vista por Estrabón cual
una piel de toro. Un hecho que pudo tener un sentido relacionado con la magia o el misterio para
nuestras tierras; ya que como sabemos, el buey y el astado significaban en la Antigüedad la riqueza y la
prosperidad, asociadas siempre con el metal. De ello (y como siempre repetimos) el dinero se
denominaba pecunia -de "pecus", animal- y las propiedades se medían en cabezas (o cueros) de ganado.
Siendo así, es muy curioso que Estrabón repita por tres veces en su Geografía, esa coincidencia entre la
forma de la Península y la piel del bovino. Ello porque las tierras de Iberia eran famosas por sus minas
y por sus yacimientos cúpreos; un cobre que (como ya sabemos) durante el II milenio a.C. se fundía y
comercializaba en lingotes con aquella forma (pie de buey), entre los minóicos, por los micénicos, los
cretochipriotas y los sardos.

Coincidencia o casualidad, pensamos que el hecho destacado por Estrabón refiere algo que pudo llamar
su atención quizás al relacionarlo con los conceptos de magia y religión en la Antigüedad. Ideas que
concebían una unión "simpática" entre los objetos, los seres vivos y los pensamientos; por los
que consecuentemente, una tierra tan rica en metales y ganados, podía tener ese contorno en forma de
lingote o de piel de toro (símbolo de la pecunia). Hechos estos que quizás fueron los que hicieron
destacar a Estrabón la apariencia de cuero de la Península. Unas características de nuestras tierras, que
por otro lado seguramente fueron conformando un ciclo de mitos que relacionaban el metal y la
riqueza, con el Occidente extremo y los bueyes. Todo lo que finalmente generará las leyendas de los
"toros del Oeste", fábulas que culminan en el ciclo famoso de los Trabajos últimos de Hércules. El
héroe que roba el "ganado" al rey de Tartessos, para llevarlo hasta Grecia. Unos rebaños de "reses
rojizas", hurtados por el tebano a Gerión; narraciones que en mi forma de analizar el mito -y como
venimos exponiendo desde hace treinta años ya-, simbolizarían el comercio del bronce en la zona
atlántica peninsular. Metal y lingotes turdetanos que los helenos comprarían a precios muy bajos en
nuestras tierras, para exportarlos a la Hélade. Todo o que -como hemos descrito numerosas veces-, se
debió hacer por la Via Herakleia, y desde las colonias greco-ibéricas. Sitas en puertos como Alonis.
Hemeroskopeion o Lucentum; en los que se sabe, los griegos accedían y compraban los metales de Iberia,
para llevarlos hasta Grecia.

Cuanto narramos, no solo explica el interés de Estrabón por esta forma de piel de toro que guarda la
Península, sino también los diferentes ciclos míticos. Fábulas en las que héroes y dioses han de venir
hasta el extremo occidente en busca del tesoro: De un precioso metal, de los bueyes, las manzanas de
oro, o la cabeza de Medusa (entre otros bienes preciadísimos). Unos relatos que generarían cosmogonías
reflejadas en los astros y que confirmaría a la Constelación de El Tauro como el símbolo de nuestras
tierras. Ello, porque este grupo de estrellas emergen en el cielo en las épocas de navegación -desde
primeros de Mayo hasta Noviembre-, cuando los helenos y otros pueblos navegantes podían embarcarse
hacia nuestras costas. Aunque también, porque esta constelación denominada Tauro, marcaba en el
firmamento el Oeste puro; pudiéndose ver aquella en el extremo occidente de la cúpula celeste y
durante los meses aptos para embarcarse. Consecuentemente, no es nada extraño que el rey -dios o
titán- del ocaso, sea llamado Atlas -el que soporta el peso del cielo-; y que se relacione con esta
constelación del toro. Grupo formado por unas estrellas encabezadas por las Híades y las Pléyades,
identificadas con Las Hespérides y cuyo padre era este Atlas (o Atlante). Coincidiendo cuanto recoge el
ciclo mitológico occidental referido, con las proezas de héroes que vendrán hasta nuestras tierras, por los
tesoros. Relacionando así a Atlas y su reino, con Perseo, Hércules o Geriones; todo cuanto se reflejó
en cosmogonías idealizadas en este conjunto de astros que llamaron Costelación del Toro y que de
seguro simbolizó nuestra Península (que tenía a su vez este forma de piel).

COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Durante estas fechas


estivales se celebran por todo el territorio de la antigua Iberia numerosas fiestas patronales cuyo
protagonista es el toro (principalmente en zonas de la posterior Hispania). Ejemplos entre las más
famosas de ellas, son Los Sanfermines y las Del Angel (comunmente conocidas como "las del torico" de
Teruel) de las que recogemos carteles. Pese a lo que son una infinidad los lugares y localidades donde se
rinde homenaje al astado, de una forma tan "venerada", que si no hay reses bravas no habría
festejos. Con todo ello, verdaderamente podemos estudiar el sentido y simbología que esos "bueyes
sagrados" tuvieron en nuestra cultura, desde tiempos inmemoriales. Habiendo sido el morlaco un
totem sacro y el principal entre los iberos; algo que conservamos aún hasta nuestros días, pero que de
seguro se relaciona con los ciclos míticos Occidentales más antiguos, tanto como con el propio Tauro
como constelación (grupo de estrellas que fueron el símbolo de la Península y de las zonas del Oeste).

Por cuanto venimos narrando y como recuerdo de nuestra más antigua Historia, los habitantes de la
Península colman de honores al toro bravo, con el que comparten su divertimento, besando sus
estatuas (como sucede en Teruel) o encomendándose a los santos para correr y arriesgar junto a este
animal, que simbolizaba un modo de "Ares" ibero (dios de la fuerza y la guerra entre los pobladores
prerromanos). Consecuentemente, su significado relacionado con la fertilidad, la defensa y el valor;
obligaba -hasta no hace tanto- a los mozos y jóvenes, a enfrentarse o a retar la suerte de correrlos
(esquivarlos y quebrarlos) para así probar su "hombría" ante los suyos. Un toro bravo, compañero de
los más terribles y drámaticos instantes en los festejos de Iberia, que provoca aún hoy el éxtasis
general de la adrenalina y de la iniciación a la valentía; sin cuya presencia y riesgo parece que las
fiestas no existirían en España -como una extraña ceremonia de vida y muerte que incluye de común la
pasión por sortearlo-.

Como hemos expuesto en muchas de nuestras entradas anteriores, es reconocido el origen milenario de
estas festividades hispanas que se celebran comúnmente con encierros y corridas (ceremonias
patronales que por lo común obligan a correr y "jugar" con toros -enmaromados, embolados, de fuego, "al
carrer" o "la mar"-). Pese a lo "lúdicos" que parecen estos arriesgados "divertimentos" con el astado; en mi
teoría propia son celebraciones que encierran unas prácticas muy antiguas de carácter militar o de
defensa. Porque creo firmemente que el origen de aquellas festividades se halla en el uso que los
antiguos daban al astado bravo, para la defensa de las ciudades, de sus campos y sus tierras.
Sirviéndose de toros fieros pata ahuyentar y evitar al enemigo; de un modo similar y como se hizo
en otros lugares con animales igualmente feroces -entre los que destacaban los leones y más
comúnmente los perros asilvestrados (usados en la guerra o para la protección de fortines y urbes)-.
Animales a los que de común se criaba potenciando su agresividad y que se mantenían en cercados,
jaulas o batanes; cuidados por especialistas que los sabían dominar y manejar, en su uso defensivo.
Siendo muy útiles los toros y leones como guardianes de los fosos y murallas, o bien en campos
abiertos; principalmente ante el enemigo y las gentes no deseadas (que comunmente accedían a un
dominio privado, con la intención de robar o invadir).

De tal manera, ya hemos relatado como muy fácil debió ser mantener entre el ganado de carne,
algunos bravos -teniendo cuidado que no se mezclaran-, consiguiendo de así y de manera tan simple,
que nadie hurtase las reses. De forma semejante, se podrían utilizar aquellos toros de embiste en la
guardia de los campos, bastando para ello que los mayorales supieran controlar las manadas de encaste,
criándolas en los montes y lugares donde no se deseaba la visita de ajenos. Aunque sobre todo, debieron
de servir para guarecerse de enemigos y extraños en las urbes y poblados; siendo para ello tan solo
necesario elevar las ciudades en lugares altos y cercarlas con una pequeña muralla y foso,
manteniendo toros bravos en las inmediaciones (morlacos que se avalanzarían hacia los invasores, o
bien se soltarían en las calles de la población, en caso de que el enemigo hubiera accedido a ellas). Este
método de defensa debió ser absolutamente eficaz durante la Edad del Bronce y especialmente en
las islas y costas -como hemos explicado repetidamente-. Puesto que por aquel entonces, los ejércitos
se componían de pocos soldados, el armamento y las corazas nos eran muy resistentes. Así, frente a
una manada de toros bravos, nada podía hacer un batallón de unos centenares de hombres, armados con
espadas y lanzas broncíneas y con petos muy débiles (menos si deseaban desembarcar en una isla o costa
poblada de toros bravos).

De cuanto narramos hay testimonios históricos, tanto como existen datos de esta forma de defensa y
ataque usada hasta 1578. Habiendo sido a finales del siglo XVI muy nombrado, que las gentes
portuguesas aún se protegieran valiéndose de ganado bravo; un sistema con el que hicieron frente a
los ejércitos de Felipe II en las Islas Terceras (provocando terribles bajas entre los españoles, quienes
fueron incapaces de tomar aquel territorio). Todo ello, junto a historias como las mediterráneas que
nos hablan de hombres toros que protegían islas (entre las que destaca la Creta del Minotauro), en mi
teoría se explica el origen del Toreo y de la idealización de las reses en nuestras tierras. Una
"ciencia de cuchares" que comienza de un modo regulado en "las maestranzas"; plazas de
adiestramiento militar en las que se jugaría con el toro como una forma de doma para el caballo,
utilizando a los morlacos. Artes sobre el equino de las procederían las formas más sofisticadas de
preparar la montura para la guerra; algo que facilmente se puede comprender observando como los
rejoneadores se hacen uno con el caballo, durante las lidias (quienes se "fusionan" con el animal que
les lleva a lomos, de tal modo que no solo evitan toda cornada; sinó que engañan al morlaco de tal
manera, como antaño pudieron hacer los maestrantes con los lanceros y con la infantería enemiga). Por
su parte, las gentes del pueblo aprenderían a manejar el astado sin otros medios que el recorte (o el
trapo) y sin cabalgadura; lo que daría origen al segundo modo de toreo (llamado "de a pié").

Consecuentemente, desde este carácter y del uso del bos fiero como protección y defensa;
consideramos nació su culto y su veneración entre los iberos (por herencia de otros pueblos
mediterráneos). Todo lo que se sublimó aún más al ser el toro y la vaca los más útiles de los
animales (desde el punto de vista económico o ganadero). Unas reses que proporcionaban carne en
abundancia, litros de leche, e incluso su estiércol; con el que en ocasiones se abonaban las tierras
-aunque en la Antigüedad comúnmente se utilizaba en seco, para encender y mantener las hogueras-. Por
todo cuanto se comprende fácilmente esta veneración al astado en la Antigüedad, una adoración que en
nuestras tierras se incrementaría al haber sido usado para la defensa y para la guerra. Todo lo que
concedería a su lidia (o a sus encierros y corridas), un carácter militar y hasta místico, como
símbolo del totem protector del grupo. Algo que en mi opinión ha quedado inmerso en la civilización
ibérica de un modo tal, que aún en nuestros días podemos verlo reflejado en las múltiples fiestas
populares. Celebraciones que suceden a los ritos llevados a cabo hace miles de años, en las "plazas
de toros" ibéricas (como la de Termantia) y en templos turdetanos, como el de El Carambolo. Lo que
daría lugar una religión y unas costumbres, donde se venera al morlaco; "jugando" con él, o bien
sacrificándolo en inmolaciones muy cruentas, cuyos orígenes unían a este animal con el dios de la guerra
(la figura de Ares-Marte ibérico). Sobre estas lineas, cartel de las Fiestas del Angel de Teruel del año
1965 y bajo ellas uno de Los Sanfermines de 1915 (obra de Juan Alcaraz y expuesto en el Archivo
Municipal de Pamplona, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen).

ESTE ARTÍCULO CONTINÚA EN LA ENTRADA SIGUIENTE, VER:


http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/08/el-carambolo-sus-etapas-y-la-sagrada_27.html

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CITAS:
(1): Mapa de la Iberia de Estrabón publicado por el profesor García y Bellido entre otras publicaciones en "ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES
HACE DOS MIL AÑOS, Según la Geografía de Estrabón" (Pag. 75 de -Colección Austral 515-, Madrid 1983).

(2): Tradución que presenta Antonio García y Bellido en pag 52 de la publicación referida (1) . "Iberia de Strábon"; III, 1, 3.

(3): García y Bellido en "ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES HACE DOS MIL AÑOS, Según la Geografía de Estrabón", cita 4, pag. 53, explica que
el geógrafo griego habla de esa forma de piel de buey de la Península Ibérica dos veces más y en su libro II, tal como a continuación
recogemos.

(4): "Iberia de Strábon": II, 1, 30 y II, 5, 27 respectivamente, traducción op. cit. (1)

(5): "Iberia de Strábon": III, 1, 1 y 2.


EL CARAMBOLO, SUS ETAPAS, Y LA SAGRADA "PIEL DE TORO"
(altares, pectorales y recintos tauromorfos) -CONTINUACIÓN-
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé en TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE (27/08/2013)

-Parte cuarta de: "El problema fenicio en las joyas de El Carambolo"-


-Capítulo 17º de "El frigianismo en la Cultura Ibérica" (Parte LXXXVI: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El
Carambolo")-.
ÍNDICE GENERAL: Pulsando la siguiente linea azul se llega a un índice general del blog, que contiene las más de cien
entradas que hasta ahora hemos subido. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/03/indice-de-entradas-
con-algunas.html

ES LA CONTINUACIÓN DE UNA PARTE PRIMERA QUE SE HALLA EN ENTRADA ANTERIOR


ver: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/08/el-carambolo-sus-etapas-y-la-sagrada.html
A SU VEZ, VIENE PRECEDIDO POR TRES DE LA MISMA SERIE LLAMADA "El problema fenicio en las joyas
de El Carambolo" Y QUE SE ENCUENTRAN EN LAS ENTRADAS ANTERIORES. PARA QUIENES DESEEN
CONSULTARLOS LES RECOMENDAMOS VERLOS CORRELATIVAMENTE, PULSADO bajo el artículo en:
"MÁS ANTIGUAS":

BAJO ESTAS LÍNEAS: Pieza ornamental en oro, prerromana y procedente de Asturias, que conserva el Instituto
Valencia de Don Juan (cuya imagen agradecemos nos permitan divulgar). Contiene claramente este adorno el
símbolo de la piel del toro, un diseño de origen mediterráneo ancestral y que se convirtió en sagrado entre los iberos
del Sur, desde el siglo VII a.C. -al menos-. En el presente artículo hablaremos del significado de este signo, y de los
altares que con esta forma se hallaron en El Carambolo (tanto como de la pervivencia en tierras hispanas de esta
figura "piel de buey", siglos después de haberse sacralizado por los turdetanos).
B) EL CARAMBOLO: SUS TEMPLOS, SUS ALTARES Y SUS JOYAS TAUROMÓRFICAS, TAURODÉRMICAS O
"CORIFORMES".

Antes de comenzar este epígrafe diremos que en la intitulación hemos denominado la figura "piel de
bovino" indistintamente como "taurofórmicas", "taurodérmicas", e incluso "coriformes". Ello porque
pese a que la clasificación como "taurodérmicos" se corresponda con las corrientes que solo admiten
aquel diseño -imitando el pellejo de buey- como un reflejo y símbolo del cuero animal (de adoración a
un totem o a sus dones). Reconocemos que todas las teorías arqueológicas vigentes entorno al "piel de
buey" son ciertas -cada una a su modo-. Es decir, que es absolutamente admisible que los altares y
ornamentos que guardaban esa linea de un curtido, venerasen o recordaran el cuero del animal sagrado.
Pero asimismo, no hay que olvidar que los símbolos y las señas de identidad contienen un componente
que es la "plasticidad social". De tal manera, van evolucionando y adaptándose a cada momento, hasta
que incluso se llega a perder el recuerdo de lo que inicialmente fueron y significaban, para
transformarse en objetos de muy diferente simbología.

Por todo ello, hemos querido incluir el término "coriforme" (en forma de cuero), para exponer que las
figuras relacionadas con el pellejo del bovino, antiguamente estaban unidas a los metales, al
comercio -que en parte se hacía con curtidos- y al dinero. Incluso referido a todo ello, nos gustaría
incluir la hipótesis que el nombre de Cora del Rio (la antigua Caura, y donde se hallaron dos altares de
este tipo), pueda proceder de esta raiz: Del latín "corium". Quizás por haber permanecido en esta
población -y hasta época romana-, el recuerdo de la veneración al cuero y de los altares
"taurodérmicos". O bien, porque la adoración y el templo con las aras "coriformes" tuviera como origen
un gran negocio de curtidos y de ganadería; existente quizás hace milenios en Coria del Rio y que
promovería este culto a la piel del toro. Todo ello, seguramente unido al mundo de la metalurgia; tan
"encalostrado" en el Bajo Guadalquivir, que su rio hermano (el Tinto) quedó rojo y con menos flora que el
planeta Marte, habida cuenta la explotación de sus minas, ya antes del 2500 a.C.. Siendo así y trás
exponer estas primeras ideas, continuamos con nuestra referencia a las épocas, templos y altares de El
Carambolo.

En nuestros anteriores artículos ya dijimos que fueron los profesores Carriazo y Blanco Freijeiro, los
primeros en afirmar que en el alto Carambolo existió un templo (tartessio) (6) . Aunque acerca de la
investigación sobre el carácter y adoraciones de este recinto sagrado, algunos autores consideran que
hasta hace apenas unos años, no se reparó suficientemente en el exvoto de la diosa Astarté -hallado
también en esta colina-. Una estatua dedicada a la diva fenicia, que muy poco se tuvo en cuenta por los
primeros descubridores y para la clasificación, estudio o análisis del yacimiento (hechos que -como
dijimos-, partían de las dudas que Carriazo y los arqueólogos de su tiempo, tenían acerca de la aparición
de la referida figura de Ishtar). Algo que, en opinión de los nuevos y más recientes excavadores del
cerro, debería revisarse, con el fin de unir este hallazgo a los estudios más modernos de El
Carambolo. Nuevos análisis de "templo" y del "poblado bajo" en los que nos han explicado definitivamente
cómo fue el santuario, desde sus comienzos. Siendo así y siguiendo los referidos trabajos de campo,
vamos a continuar resumiendo y estudiando lo que sobre ello nos dicen los más destacados
investigadores.

1-. El Carambolo V y IV: Los dos recintos sagrados más antiguos y primeros, que habíamos fechado
entre el 850 y el 750 a.C. (a los que considerábamos "autóctonos" o indígenas):
Durante la primera época se erige un templo en el alto de la colina, de pequeño tamaño, que es el más
antiguo. Sus inicios debemos fecharlos hacia el 850 a.C. y este se clasifica como Carambolo V -al ser el
último que excavaron-. Las características de aquel santuario original son descritas del siguiente modo
por JOSÉ LUIS ESCACENA CARRASCO; ÁLVARO FERNÁNDEZ FLORES Y ARACELI RODRÍGUEZ AZOGUE: "Se
trata de un pequeño edificio con orientación astronómica solar. La entrada se abre al este,
dispuesta en concreto al orto del solsticio de verano, mientras la trasera da al oeste, hacia el ocaso
del solsticio de invierno. Se trata de un templo sencillo compuesto de tres estancias: una de
entrada, que parece patio, y dos al fondo cubiertas y más pequeñas, la meridional con un altar
circular en su centro" (7) . Este que decimos sería en mi opinión -modesta y ajena al mundo
universitario- un santuario local (o indígena) nacido del contacto entre los habitantes de nuestras
tierras, con los que venían de las más lejanas y orientales mediterráneas. Pese a ello, no podemos
considerarlo un templo púnico, ni menos una fundación de los tirios o sidonios, pues por entonces no
habían llegado los fenicios a establecerse, ni hay indicios de otras colonizaciones orientales (al menos,
en territorio del Bajo Guadalquivir).

Por su parte, los mismos autores siguen narrando que hubo una posterior reforma del recinto; cambios
estructurales que ya lo convierten en el segundo templo. Esta segunda fase se denomina Carambolo
IV; sobre la que expresan Escacena, Fdez.Flores y Rgz. Azogue lo siguiente: "La primera ampliación de
esta estructura más antigua corresponde al -Santuario IV-. La modificación consistió en levantar un
edificio simétrico que tenía como centro y fondo el templo prístino, convertido ahora
en patio. Así, surgieron al sur y al norte respectivamente de este nuevo patio dos habitaciones
alargadas que contaron en su día con hogares y otras estructuras relacionadas con el funcionamiento
cotidiano de un santuario: un horno, vasijas entibadas, hogares, molinos, etc. . Abundan en este
contexto los restos de fauna y las cenizas, señal de que se trataba de una zona tal vez destinada a
la preparación de los sacrificios. A su vez, a ambos lados de estos compartimentos se
construyeron sendas capillas: una en el flanco norte para Astarté y en el lado sur para Baal . El
centro de la capilla o tabernáculo meridional lo ocupó un gran altar en forma de piel de toro
extendida sobre el suelo, fabricado mediante un suave rebaje del pavimento de tierra
apisonada, luego pintado de rojo. La combustión de las ofrendas sobre este altar originó un gran
círculo rubefactado" (8) .

Tras la lectura de las palabras anteriores, resulta muy interesante observar cómo este segundo templo ya
es de grandes dimensiones y contiene no solo los patios, sino también dos capillas y el altar
tauroformo (situado en su centro). Una de las llamadas "capillas", a juicio de los pofesores Escacena,
Fdez.Flores y Rgz. Azogue (entre otros), sería la reservada a Astarté; deidad femenina y de la fertilidad
adorada en el templo. Mientras la otra, tendría como objeto de culto a Baal -el dios masculino de El
Carambolo-. Evidentemente, aquellas conclusiones se obtienen desde la hipótesis de que ambas
"capillas" -sitas a los lados del altar central con forma de toro-, fueran utilizadas para el culto a estas
dos divinidades fenicias. Pese a lo que -en mi opinión- las referidas zonas reedificadas en el
Carambolo IV, habríamos de fecharlas antes de la llegada de los fenicios a tierras de Spal. Algo que nos
atrevemos a aseverar con modestia, pero viendo las propias dataciones que presentan Escacena,
F.Flores y R. Azogue; quienes hablan de que este área cuarta del templo, se levantó antes de finalizar
el siglo VIII a.C..
Lo arriba expuesto, cuadra y encaja con las fechas igualmente manifestadas por el prof. Juan de Mata
Carriazo (hace casi medio siglo), quien también expresa que en el nivel IV se halló un estilo de
cerámica típicamente autóctona y más rica que las encontradas el los estratos superiores
-posteriores-. Una alfarería que Carriazo define como tartessia (pura) y que clasificó como "tipo El
Carambolo", ya que encontró numerosos ejemplares allí y en las zonas más antiguas del cerro. Unos
fragmentos de barro comunes a los yacimientos del Bajo Guadalquivir anteriores al siglo VII
a.C. (Carmona, Marchena, Coria del Rio etc); y de los que el primer excavador del montículo sevillano nos
dice son artesanía autóctona, sin paralelos en Fenicia (tan solo similares a los de Chipre y a algunos
modelos egeos). Piezas de barro que se hallaron junto a diversos huesos de animales y objetos como
molinillos; lo que a Juicio de Carriazo, demostraría una actividad "culinaria en el fondo de
cabaña" (9) . Aunque, como posteriormente se ha investigado, aquella "cocina de El Carambolo", hemos
de cosiderarla la cremación sagrada llevada a cabo por los sacerdotes en el altar del templo -donde se
inmolarían y asarían las visceras o los animales ofrendados al dios- .

COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba, altar tauromorfo de El Carambolo. El templete central, sito
entre dos patios y con un ara en forma de piel de buey, se elevaría en la fase Carambolo IV -tal como
recogen los profesores Escacena, Belén, Rodríguez Azogue, Fernández Flores y Amores (entre otros)-. Se
correspondería con el "Nivel IV" en la clasificación de J.M.Carriazo; quien no distingue el Carambolo V
de su periodo posterior, unificando estas dos primeras etapas en unas sola (denominada por él Nivel
IV). Dicha fase inicial para Carriazo (y segunda según las prospecciones últimas) es la que hace
cincuenta años se consideraba más propiamente tartessia. Ello porque en esta aparecen las
cerámicas bruñidas, cercanas otras halladas en yacimientos del siglo VIII a.C. -de la Baja Andalucía- y
similares al tipo Edad del Bronce. Por todo ello y por la datación del radiocarbono, nos hemos atrevido
a fechar este altar y el edificio levantado en el Carambolo IV, como anterior al 750-730 a.C..
Considerando las fases del templo de Carambolo V y Carambolo IV, comprendidas entre el 850 y el
730 a.C... Tras lo que se habría iniciado otra etapa en el santuario, erigiéndose nuevas zonas durante
el llamado Carambolo III; cuyo comienzo fechamos hacia el 700 a.C.. Un cambio que en mi opinión se
produce, posiblemente tras la llegada en masa de frigios a nuestras tierras.
ABAJO: Uno de los altares tauromorfos de Coria del Rio. Fechado en época posterior al de El
Carambolo (hacia el siglo V a.C.) y de una hechura mucho más perfecta; este ara es otro de los típicos
ejemplos de mesas sagradas y de construcciones que guardan la forma de la piel de toro (o del lingote
cretochipriota). Perteneciente al templo tartessio de Coria del Rio, que algunos autores (como Escacena
y Belén) identifican con el famoso Mosn Cassius citado por Avieno -ver anterior entrada-. Este ara sacra
es un ejemplo más de las figuras tauriformes que muestran y demuestran la adoración a las reses en
nuestras tierras. Más adelante hablamos de su significado y de las diferentes teorías acerca de los
orígenes de aquel diseño a modo de "pellejo de buey" o de "lingote keftiu".

Como hemos dicho, el profesor Carriazo en la primera excavación del cerro tan solo distinguió cuatro
niveles; de los cuales el último (Nivel IV) comprende lo que en las recientes prospecciones se ha
diferenciado en dos periodos llamados: Carambolo V y Carambolo IV. Gracias a las excavaciones más
recientes se conoce que estos dos estratos más antiguos, corresponden con dos templos inicialmente
allí levantados. Edificios de los que hoy sabemos hubo uno primero (pequeño) que se amplía
posteriormente para convertirlo en un recinto con dos patios (o capillas) y el famoso altar central, en
forma de piel de toro. Pese a ello, todo lo que Carriazo describe como Nivel IV para él resultaría un
pequeño "Fondo de Cabaña", donde se habría escondido el tesoro. "Suelo" de cabaña del que hoy
sabemos, en verdad era el basurero sagrado del templo; un lugar donde se arrojarían las cenizas, las
libaciones o bebidas y los restos de inmolaciones que nos se consumían. Un "terreno" que Carriazo
confundió con el de una "casita", y del que por fortuna conocemos era el vertedero ritual, donde
hemos de suponer que durante un momento de crisis -o de guerras-, ocultaron las joyas que nos legaron
los siglos.

También venimos repitiendo que sobre esa zona más antigua de la excavación, Carriazo expresa haber
hallado no solo diversos elementos que demuestran la cocción y puesta al fuego de los animales (cuyos
huesos también encontró allí). Sino fundamentalmente la aparición de la cerámica más autóctona y
especial; de un tipo semejante a la hallada en otros recintos de fines de la Edad del Bronce en la Baja
Andalucía. Siendo este un hecho más por el que nos hemos atrevido a afirmar que este Nivel IV de
Carriazo (correspondiente con el Carambolo IV y V), fue de origen autóctono y se construye en un
momento previo a la llegada de los colonizadores. Fechándolo antes del 750-730 a.C.; suponiendo que
pudo estar en activo como lugar de culto, al menos hasta el final del siglo VIII a.C.. Pues tal como
relatamos a continuación -y ya dijimos- hacia el 700 a.C. la Península debió de recibir la afluencia y
llegada en masa de los frigios huidos de Anatolia. Habitantes de este reino nehohitita que fueron
atacados repetidamente desde el 730 a.C. y que en el 696 a.C son expulsados, erradicados y aniquilados
en sus tierras (un reino que comprendía la zona central de la actual Turquía).

Todo cuanto hemos ido explicado nos llevó a deducir que estos templos primeros del cerro son
anteriores a la colonización fenicia (aunque no canaanea) de la Península. Pero ello es algo que
igualmente expresan sucintamente muchos de los referidos autores; incluso quienes a su vez
defienden que El Carambolo era un santuario de Astarté (Escacena, Belén, Amores, R.Azogue. F.
Flores etc). Profesores que describen claramente en sus trabajos, como la datación de ese Carambolo
original (fases V y IV) es previa al siglo VIII a.C.; o lo que es lo mismo: Anterior a los asentamientos
fenicios -tal como muestra el estudio por radiocarbono de los huesos allí encontrados-.
Unas fechas tomadas del C-14, y que cincuenta años atrás hicieron determinar se trataba un templo
indígena y ajeno al mundo oriental. Todo que aseveraba J.M.Carriazo en base a estos análisis de
radiocarbono, de los que tristemente no tenemos la diferencia existente entre los Niveles III y el Nivel
IV. Es decir, que carecemos del contraste de dataciones por C-14 en los restos del Carambolo V y IV,
frente al Carambolo III y de las otras dos etapas. Unos estratos de muy distintas épocas y en los que
aparecieron infinidad de huesecillos de animales, que han de suponerse sacrificados en los altares de este
santuario -restos que hoy en día servirían para poder fechar con exactitud cada periodo o estrato-.

Por cuanto hemos explicado y referido anteriormente, creemos que puede afirmarse que esas primeras
construcciones y reformas del santuario (Carambolo IV), en el que se abren las dos capillas y un
altar, debieron ser anteriores al año 730 a.C.. Un tiempo en que quizás siquiera estaría fundada la
primera ciudad púnica de nuestras costas (Gadir); hecho este que demostraría que el templo inicial del
cerro no estaba todavía consagrado a deidades fenicias (como Baal o Astarté). Por lo que es más
seguro pensar que en el Carambolo V y IV se adorase a dioses autóctonos (o indígenas sincretizados con
religiones venidas de Oriente Medio). Cuanto decimos -y aunque nos parezca extraño- es algo que
también sucintamente reconocen Escacena y Gómez Peña (entre otros); al afirmar esos autores que los
altares tauromorfos, tanto como las figuras con el diseño de la piel de toro, se deben considerar
modelos exclusivos de la Península (ajenos al mundo oriental y tan solo nacidos de influencias lejanas,
llegadas -pero no legadas- desde Ugarit, Asiria o del mundo canaaneo). Por lo que en un lugar cuyo altar es
tan autóctono y exclusivo como el los turdetanos de El Carambolo, la religión que allí segurían había de
tener unos rasgos muy indígenas.

Lo referido en párrafos anteriores, explicaría por qué se eleva aquel ara tauromorfa durante el
Carambolo IV y en un momento previo a la colonización fenicia (antes del siglo VII a.C.),
desapareciendo posteriormente. Por lo que a su vez sería extraño considerar que por aquel entonces -
antes de que los fenicios llegaran a la zona de la actual Sevilla-, ya hubiera un templo de Baal y otro de
Astarté en El Carambolo. Todo lo que se demostraría precisamente porque en esos momentos del
Carambolo IV se celebraba sobre un recinto de una religión con tantos rasgos autóctonos, donde su ara
era absolutamente distinta a las de Fenicia u Oriente Medio. Todo ello se corresponde a lo que
consideran "sucintamente" Escacena y Gómez Peña, al creer que estas aras y formas de piel de bovino
no son importadas. Ya que aquellos dos investigadores hablan de que el diseño en pellejo de buey es
exclusivamente ibérico, imitando formas de Asiria o de Ugarit; pero no un modelo religioso llegado desde
Oriente Medio, descendiente de sus ritos; ni menos del lingote o del recuerdo de culturas del Egeo (10).

COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba, de nuevo cerámicas de tipo Carambolo, fechadas en el siglo VII
a.C; halladas en el yacimiento de Montemolín -Marchena, Sevilla- (tal como las exhibe el Museo
Arqueológico de Sevilla, al cual agradecemos nos permita divulgar su imagen). Como podemos
observar su tipología geométrica y bruñida es muy particular; tanto que solo aparece en las piezas
de barro de los yacimientos peninsulares meridionales, de fines del Bronce. Por lo demás, su falta de
similitudes con la alfarería canaanita -o fenicia- coetáneas, y sus paralelos con la cerámica
chipriota de misma época. Obliga a plantearnos que la colonización de la nuestras costas durante
comienzos del primer milenio a.C., debió ser muy compleja y seguramente liderada por quienes
escapaban de las diversas convulsiones que por entonces sufría Oriente Medio, Anatolia y sus islas más
cercanas.

ABAJO: Las formas en piel de toro o "keftiu" son comunes a las plantas de edificios y tumbas de esta
misma época en que se crean los altares y los pectorales de el tesoro de El Carambolo. En la
imagen observamos la planta que tiene el pavimento del edificio III-J, del yacimiento de El Oral de San
Flugencio; bajo este también he dibujado la delineación de la tumba de Los Castillejos de los Blancos,
en Fortuna (Murcia). Todos ellos, al igual que el suelo de Pozo Moro y los altares de Coria y Cancho
Roano, guardan este mismo diseño (a modo de cuero curtido o de lingote chipriota).

Pese lo antes escrito, posiblemente los dioses adorados en El Carambolo V y IV, fueron deidades con
una gran influencia canaanea; pero todavía con veneración indígena y muy sincretizados -lo que quizás
hizo nacer este tipo de altar, con una forma tan autóctona como sincrética-. Debiéndose suponer
que cuando llegan al Bajo Guadalquivir las primeras oleadas de gentes procedentes de Anatolia y de
Oriente Medio e islas, hubieron de crear cultos unificando las religiones del Levante mediterráneo, a
las que había en esta zona peninsular. Generando ello a mi parecer esas aras tan particulares y
taurofórmicas (como piel de buey) a tenor de los influjos venidos desde Oriente, pero bajo una
interpretación indígena de los cultos. Aunque existe la posibilidad de que también pudieran surgir como
recuerdo de otras ideas y religiones muy antiguas, importadas desde Cerdeña -o del mundo creto
chipriota-, en épocas anteriores a la colonización del Hierro. Nos referimos a que seguramente
mantuvieran en estos altares y modelos (que asemejan al cuero bovino), la memoria un pasado
antiquísimo y legado desde la rica Edad del Bronce peninsular. Recordando en ellos no solo al dios
toro, sino también a los lingotes cretochipriotas y sardos; que tanto hubieron de "venerar" o de
mantener en la memoria histórica. Como una figura semisagrada, que reflejaba la
prosperidad, relacionada con las hachas dobles y el mercado metalúrgico en la Edad del Bronce.

De tal manera, ese diseño a modo de cuero, de lingote, de hacha bipenna o de buey pecunia (símbolo
del dinero o el medio de cambio); perteneció a una cultura y a un momento que pudo ser una
"cumbre" en nuestra Península. Refiriéndonos al comienzo y mediados del II milenio, en que aparecieron
los buscadores de metal llegados por mar desde las más lejanas tierras (al "olor " del cobre, la plata, el
estaño y el oro de Iberia). Por todo cuanto los altares y el pectoral de El Carambolo hemos de
identificarlos no solo con un "dios buey" canaaneo, sino hay que relacionarlos claramente con el divo
del metal. Aquel que era tenido por el dios del dinero y del progreso en tierras del Egeo, en las
de Micenas o en todo el mundo oriental y minoico. Deidades a las que modernamente llaman Smith
god (dios herrero) y que comúnmente eran representadas bajo la efigie del toro (o del hombre
cornudo). Ya que aquel totem astado simbolizaba la fertilidad y a fuerza, por la bravura de las reses y
las riquezas en carne leche que aportaba a la Sociedad el ganado bovino. Así este dios cornudo forjador
del progreso, también era el Vulcano que ayudaba y preparar las armas para la guerra y para el
comercio; por lo que hubo de ser el dios principal de aquellos grupos basados en el mercado y la
extracción del cobre o el estaño. Unas gentes que pronto llegarían hasta la Península, y que desde
mediados del II milenio a.C. hubieron de frecuentarla de continuo -habida cuenta que por entonces se
agotaron los yacimientos de esos metales en el Mediterráneo-.

Finalmente, en lo que se refiere al templo central en el que se eleva este altar tauromorfo, escriben
Escacena y Amores en otro de sus estudios, lo siguiente: "En momentos posteriores, ya del siglo VIII
a.C., se desmonta esta sencilla construcción (...), (se hace un gran templo con el altar de forma piel
de buey) (...) Parecido al de Caura y a otros muchos altares protohistóricos hispanos que siguen este
modelo de piel de toro extendida, este altar del Carambolo es, en cambio, de silueta más
esquemática, y sobre todo de mayor tamaño que todos los hallados hasta la fecha en el área
tartésica; además, en casi todas sus características similar al diseño de las dos piezas, conocidas
comúnmente con el nombre de ´pectorales`" (11) . Cuanto hemos recogido, vemos que cuadra con
nuestra datación de aquel Carambolo IV como previo al establecimiento de los fenicios a nuestra
tierra y en una época anterior a que Frigia fuera invadida. Por lo que el es perfectamente lógico que
aquel fuera un santuario autóctono, sin grandes influencias orientales y que muy posiblemente ha de
fercharse a mediados el siglo VIII a.C.. Un recinto sagrado que seguramete fue transformado poco
después, con la venida en masa de gentes que escapan de los ataques que sufre Anatolia a fines de este
siglo. Cuando los frigios se ven asediados repetidamente; primero por los asirios, luego por los cimmerios y
finalmente, arrasada por los griegos lidios (quienes obligan en el 696 a.C a huir a todos frigios de su reino
-esclavizando a quienes allí permanecen-).

COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba, estatuilla del Museo Nacional de Chipre (al que agradecemos
nos permita divulgar la foto) que representa a un "dios herrero" hallado en Enkomi, en santuario de
este divo "cornudo" fechado en el XII a.C.. Representa quizás a Apollo Keraiates y pese a que su
iconografía aún contiene dudas, se cree que se trata de un culto aqueo a un tipo de "smith god"
inventor de las artes y de los objetos de uso (herramientas, armas e instrumentos musicales). Un divo
que unificaría las funciones del Hefaistos con las de Apolo -griegos-; dios del arte pero también de
la forja y del metal. Una divinidad más unida a la guerra que al civismo o a la adivinación (hehos que lo
apartan de Apolo), aunque su culto se supone estaba muy relacionado con los viajes, el comercio y la
extracción o trabajos del metal (principalmente del cobre, dado que pertenece a la Edad del Bronce).
Su iconografía de cornudo (keraiates) le acerca al dios Kernunos indoeuropeo; una divinidad que entre
los celtas era la representación del poder real unida al creador supremo y dominador de la
naturaleza. Por su parte en Chipre, estos divos que se asocian al toro y llegan a representarse sobre
el lingote piel de buey; son a su vez venerados como dadores de las riquezas y unidos con el
metal. Siendo aquel bóvido dios, el totem de la guerra y del prestigio, tanto como el animal que más
bienes otorga a la Sociedad.

ABAJO: Pectoral tauromorfo de El Carambolo. Observemos en la forma de la joya -que


personalmente considero se trata de un "ephod" (colgante protector del pecho)-, como su diseño es
igual a los altares y a otras figuras coetáneas, semejantes a una piel de buey o al lingote cretochipriota
(y sardo).
2-. El Carambolo III: El recinto sagrado posterior a la llegada de los primeros colonizadores. Templo
que a mi juicio es de influencia frigia, al que pertenecerían las joyas (que fechamos entre el 730 y el
650 a.C.).

Tras estudiar a fondo lo que fueron los templos iniciales de El Carambolo V y IV, pasaremos a resumir
aquellas siguientes fases en las que el santuario se transforma, aunque ya a penas sin grandes
ampliaciones ni cambios. De tal manera, la etapa contígua es la llamada III, a la que Carriazo
consideraba pertenecía el tesoro (12) . Ello, porque el lugar donde fueron halladas las joyas estaba
rodeado de cerámica del "tipo III", y porque los albañiles que lo encuentran decían que se sacó del
interior de un "tarro" de barro con ese estilo (donde su descubridor creyó que estaban protegidas o
depositadas). Todo lo que le hacía deducir que había sido escondido durante este periodo III, ya que
como Carriazo afirmó, el ajuar se hallaba "dentro de un estuche" cerámico a modo de recubrimiento.
Por todo lo que las piezas de alfar que rodeaban a las de orfebrería -una vez analizadas- se vió que eran
semejantes a las que aparecen en el estrato de Carambolo III.

Evidentemente, existe la probabilidad clara de que aquel ajuar fuera puesto bajo tierra en esta
época, que -a mi modesto juicio- antecede a la propiamente fenicia del templo. Una etapa tercera (que
me atrevo a datar del 730 al 650 a.C. aprox) que consideramos "de influjo frigio" y durante la que se
mantuvo el altar en forma de cuero, creado en la fase anterior (Carambolo IV). Ara "tauriforme" que
debió desaparecer tras ese Carambolo III; desmontándose el lugar de ofrendas que venereaban como
cuero curtido con la llegada masiva de púnicos; todo lo que se correspondería a mi criterio al nivel
siguiente. La penúltima fase del santuario, elevada por los venidos de Tiro y Sidón, quienes quitarían
el altar piel de toro y adorarían a sus dioses en aras parecidas; momento que fechamos como
coincidente con el periodo de "los Arganthonios" (desde el 650 al 531 a.C. aprox).

Por todo ello, la hipótesis de que el tesoro fuera de este estrato tercero, nos obligaría a suponer en
una etapa de transición belicosa -o sometida a convulsiones-, entre el Carambolo III y el santuario
II. Todo lo que quizás se explicaría por el establecimiento y dominio pleno del Bajo Guadalquivir en
manos púnicas trás la fase II (desde mediados del siglo VII a.C.). Marinos fenicios que llevaban un siglo
ya asentados en sus bases de la costa Atlántica, pero que probablemente y ante los ataques sufridos en
esos decenios en su lugar de origen, deciden hacerse totalmente con el comercio y el poder en la Baja
Andalucía. Siendo esta quizás la época en la que fundarían posiblemente Spal (la futura Híspalis) y en
un momento en el que quizas hubieron de guerrear con las gentes autóctonas para someterlas o
aculturarlas. Todo llo explicaría el enterramiento del ajuar en este nivel III, ante la llegada de los fenicios
del Carambolo II y la desaparición del altar tauriforme -ocurrido a mi juicio, hacia el 650 a.C. y a causa de
la "invasión" púnica-.

Pese a lo antes descrito, aún no está claro que aquellas joyas se hallaran dentro de ningún vaso y tan
solo se puede afirmar sobre su aparición, que estaban rodeadas de fragmentos de barro (de trozos y
piezas arrojadas a lo que hoy sabemos era el cenicero ritual del templo). Por lo que es muy difícil
definir en qué época se introduce bajo tierra el ajuar, dado que la finalidad de su enterramiento sería
ocultarlo (ya que no podemos admitir las teorías que hablan de que el tesoro fuera arrojado a un
basurero, tras ser amortizado, o al dejar de utilizarse en el templo). De tal manera podrá entenderse
que al inhumar un objeto bajo varios centímetros de cenizas -o de restos- para esconderlo; lo que
estamos realizando es ponerlo a una profundidad que se corresponde con una fase histórica muy
anterior. Más claro: Si enterramos profundamente una joya en el suelo de una iglesia, lo más probable es
que la introduzcamos en una capa arqueológica perteneciente al templo -y al tiempo- previo a ese edificio
(muy anterior). De lo que resulta más que difícil saber a qué época pertenece la ocultación y ajuar que
estudiamos, tan solo relacionándolo con cuantos restos le rodeaban en el momento de su hallazgo.

Por lo demás y en mi opinión (ajena a "conocimientos universitarios"), estoy plenamente de acuerdo en


considerar que las joyas de El Carambolo pertenecen a la fase III, habida cuenta que en ellas aparecen
caracteres luwios. Siendo así, su trabajo de orfebrería correspondería al periodo en el que yo
considero llegaron en masa gentes de Frigia hasta nuestras tierras; un tiempo que ha de fecharse
entre el 730 y el 696 a.C.. Años en los que el reino de Midas fue destruido y su población obligada a huir
de la Anatolia central. Por lo que no sería extraño suponer que aquellos súbditos y nobles del reino
neohitita arrasado (por los asirios, cimmerios y finalmente por los griegos), al refugiarse en nuestra
península, entablaran muy pronto contacto con el litoral más rico en minas (el que actualmente es
Huelva y Sevilla). Ello porque Frigia era un reino conocido por sus riquezas y cuya base económica se
hallaba en el oro y en el comercio de los metales. Tanto era así, que ya dijimos había citas históricas
que referían como Midas de Frigia había comerciado el estaño (cassiteros) del Atlántico en el Levante
mediterráneo. Un primer mercado del llamado "plomo negro", que delataría el contacto entre el monarca
neohitita y el Bajo Guadalquivir (con el Atlántico peninsular) al menos ya en el siglo VIII a.C.. -PARA LOS
INTERESADOS EN EL TEMA VER http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/07/1.html Y ENTRADAS DE
CITA (13) -.

Por todo cuanto expreso -a mi modesto juicio- creo que el tesoro de El Carambolo, pertenecería a esta
fase III -tal como dijo Carriazo-; un periodo que también me atrevo a fechar entre el 730 y el 650
a.C (todo lo que expongo bajo mi intuición personal, ajena al mundo universitario). Ello, porque creo que
tras los asedios y destrucción de los reinos neohititas de Anatolia, una parte de aquellos frigios en
éxodo vienen a Iberia, lugar donde pudieron comenzar una nueva etapa orientalizante, en la que
crean piezas como estas del tesoro tartessio -o la tumba de Pozo Moro-. Finalmente, esta fase III (de
influencia hitita) comenzaría a terminarse desde el momento en que los asirios pasan también a
atacar Fenicia. Potencia marítima cuyas murallas se vieron de continuo asaltadas y sitiadas por los reyes
de Asiria (desde el 672 a.C.), para ser invadida por aquellos babilonios que la "destruyen" cien años
después -tras infinidad de asedios en Tiro y Sidón-. Un siglo -del 672 al 752 a.C- en el que muchos
fenicios decidirían huir a sus colonias (de Chipre, Italia o Cartago; y a tierras más lejanas, en el
Occidente extremo). Momento en el que el influjo y la llegada de los púnicos debió ser ya masiva a
nuestras costas y años en los que podemos considerar que se convierte el templo de El Carambolo, en
un santuario de Astarté. Finalizando así el periodo de influencia o dominio frigio. Siendo la nueva
etapa que se produce, la denominada Carambolo II; una fase que correspondería a su época fenicia y a su
penúltimo estrato -justo el anterior a la destrucción y desaparición del santuario-.
COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Sobre estas líneas, "vaso de los toros", de Montemolín -Marchena,
Sevilla- tal como lo exhibe el Museo Arqueológico sevillano (al que agradecemos nos permita divulgar la
imagen). Fechado en los siglos VII al VI, se caracteriza por la aparición de esfinges y figuras de
bóvidos pintadas. Un tipo de alfarería que como ya hemos dicho no existe en costas de Siria ni en
las del Líbano (donde se asentaba la antigua Fenicia); y aún siendo orientalizante, tan solo se parece a
las cerámicas Chipriotas (al igual que creto-chipriota es el diseño tauromorfo o de "lingote toro", que
contienen los pectorales y altares de El Carambolo).
.

ABAJO: Urna cerámica del tipo Santuario de la Cruz del Negro, de Carmona (Sevilla) -pieza expuesta
en el Museo Arqueológico de Sevilla, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen-. Fechada en el
siglo VII a.C. y de tipo tartessio, igualmente solo imita modelos egeos o cretochipriotas.
3-. El Carambolo II: La fase fenicia o templo de Astarté; fechable -a mi juicio- entre el 672-650 y el
531 a.C..

Sobre la transición entre las fases III y el nivel II, Escacena y Amores describen del siguiente modo el
lugar dónde fue encontrado el ajuar: "En esta etapa, la fosa-basurero donde se enterraron las joyas
estaba prácticamente saturada de residuos, porque se había excavado y usado como vertedero
sagrado en momentos anteriores del santuario (Carambolo III). En esta etapa del Carambolo II
existían aún diversas capillas en el recinto" (14) . Cuanto leemos en la frase anterior, expresa
claramente que las joyas fueron "enterradas" y no arrojadas al basurero, tras haber sido amortizadas
(dejadas de utilizar) por el templo. Siendo -en mi opinión- muy lógico que el lugar para ocultarlas fuera
precisamente aquel en el que tan solo había restos de animales y de ofrendas sacrificales. Un
basurero sagrado que creyeron muy seguro como escondite, ya que allí -entre las inmolaciones-,
probablemente no buscarían quienes llegaban con ánimos de llevarse o arrasarlo con todo. Una basura que
además de sucia para remover, hacerlo sería un acto casi sacrílego; puesto que en los vertederos de
templos de este tipo tan solo se depositaban los residuos de inmolaciones (principalmente la sangre y
vísceras de los animales ofrecidos, tanto como los restos de vegetales, de ceras, perfumes y de los aceites
que se usaban en las liturgias).

Como dijimos, a esta fase II creemos que pertenecería la estatua votiva de la Astarté que
precisamente se fecha en esa época (hacia el 650 a.C.). Lo que obliga a pensar en que las
modificaciones que se observan en el recinto, pertenecerían a cambios en los cultos, convirtiendo en
esa fase El Carambolo en un templo plenamente fenicio. De hecho, parece ser que es entonces cuando
pierde su altar en forma de cuero. Además durante el Carambolo II y a su comienzo, supone Carriazo
se habría enterrado el tesoro (al finalizar la etapa tercera). Es decir, que bajo esta hipótesis, las joyas
se habían ocultado ante la llegada masiva de púnicos y la caida del mundo autóctono (una cultura que
creemos de amplia influencia frigia). Fenicios quienes posiblemente atacaron o subyugaron a las gentes
indígenas, para hacerse con el comercio del metal a mediados del siglo VII a.C... Ello correspondería con
el periodo legendario llamado de los Arganthonios; monarca (o dinastía) que se dice reinó en Tartessos
durante 120 años: Desde el 650 al 531 a.C.. Lo que históricamente concuerda desde la crisis de Tiro y
Sidón en Oriente Medio (que termina con la destrucción de Fenicia en el 572 a.C.), hasta la recuperación
de Cartago; quienes vencen en Alalia a los griegos -en el 531 a.C- y se hacen de nuevo con el dominio de
los mares y del acceso por barco a la Península.

Siendo así, hemos de considerar que en este segundo nivel ya encontraríamos el templo totalmente
fenicio, que probablemente se mantuvo el culto a Astarté durante esos ciento veinte años y hasta la
llegada al Guadalquivir de los de Cartago. Un santuario que cambió el altar autóctono del
toro ("taurodérmico" y de los Carambolos IV y III), por la veneración a una Astarte de la colina. La diosa
púnica que guiaba a los navegantes y cuya escultura votiva se halló entre los restos de El Carambolo, en
lugar próximo a las joyas -pero no en el mismo nivel ni empalzamiento que el ajuar, ya que los obreros
manifiestan haberla encontrado un día antes-. Siendo así, la localización en diferente jornada (una
previa a la del tesoro) y en una zona un tanto retirada, obliga a concluir que esta estatuilla de Astarté
perteneció a otra época y que quizás no fue enterrada al tiempo que las joyas. Sinó que es más posible
que su ocultamiento se hiciera en el momento de aparecer los que acaban con el santuario, situando
allí una fundición de reciclado. Gentes que en mi opinión eran cartagineses quienes ya adoraban a
Tanit; una diosa sincretizada desde las Ishtar púnicas y las ctónicas griegas -pero que no era exactamente
esta Astarté-. Todo cuanto puede explicar por qué la estatua es tirada al suelo, o bien ocultada entre
los restos del templo, en lugar distinto al ajuar y -a mi juicio- en el momento en que se sabe iban a
acabar con el recinto sagrado de El Carambolo (en una "fase primera", que fechamos hacia el 531 a.C.).

4-. El Carambolo I: La destrucción -por los cartagineses- del santuario (llevada a cabo hacia el 531
a.C.):

Vimos en nuestra anterior entrada, que la desaparición del recinto sagrado, personalmente la
dataríamos entorno al 531 a.C.; tras la batalla de Alalia y con el auge de Cartago. Una destrucción del
santuario que creemos fue obra de los "nuevos dueños" del Bajo Guadalquivir (los cartagineses); quienes
arrasarían los antiguos dominios de los tartessios y de los fenicios -tanto como sus templos-. Momento
en el que parece lógico que los sacerdotes (o los reyezuelos) de El Carambolo enterrasen en el
basurero del santuario aquel tesoro y ocultaran la imagen de Astarté; antes huir o de que les dieran
muerte las gentes de Cartago. Siendo este el final de aquel recinto sagrado, que sería arrasado y
olvidado, como muestra el hecho de que reciclaran todos sus materiales; destruyéndo el lugar de culto
y situando en estos días últimos una fundición de reciclado de metal, en el Alto Carambolo.

"Forja de recuperación de restos" y etapa del yacimiento que Escacena y Amores describen con las
palabras: "corresponde en realidad a un momento en que el templo ha sido asaltado y sus ajuares de
bronce están siendo fundidos en hornos para su reutilización como simple materia prima. Prueba de
ello son los "goterones" metálicos de este episodio, bien identificados con los análisis oportunos"
(15) -provocados por el horno al que echarían cuantos enseres en uso y de culto que encontraron, para
"reciclar" su metal-. Todo ello nos habla de una razzia que arrasó el lugar sagrado y que lo dejaría en el
olvido para siempre; aunque su tesoro no fue encontrado hasta nuestros días (al igual que la imagen
de su diosa principal en época fenicia -fase III-). Seguramente al haber ocultado los enseres más
valiosos en un lugar en que nadie lo buscaría, como lo fue el basurero ritual (cubierto por toneladas de
cenizas procedentes de sacrificios y por infinidad de restos de las ceremonias).
COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba, caballito ritual de Cancho Roaño (yacimiento tartessio de
Zalamea de la Serena, Badajoz), tal como lo exhibe el Museo Arqueológico de Badajoz -al que
agradecemos nos permita divulgar su imagen-. Como veremos más adelante, Gómez Peña y Escacena,
hablan de las figuras en forma de piel de toro, refiriéndose también a los pellejos y curtidos que
usaban en la antigüedad como montura. Pues si observamos bien el precioso caballo de la
fotografía, es fácil advertir que en sus lomos lleva a modo de "silla ecuestre" un simple pellejo. De
lo que hemos de suponer que estas monturas se hacían con una piel doblada (quizás de oveja), cosida
y rellenada de algún tipo de acolchamiento (seguramente introduciendo lana). Sea como fuere, la forma
de estas monturas es idéntica a las de los templos y altares (tauromorfos) todo lo que quizás nos
hace pensar que muy posiblemente la "silla de montar" se relacionara con un trono o con un rango
(el ·equestre· o noble). Algo que concedería a este símbolo nacido del simple cuero -o del curtido-, un
carácter muy ligado a la aristrocracia y a lo sagrado.

ABAJO: Fachada de una tienda de curtidos en Salamanca. Observemos que el logotipo del cuero hoy en
día es exactamente igual al que hace milenios se usaba para marcar un símbolo sagrado similar. Un
diseño que se relacionaba claramente con el dinero y con un modo de cambio (ya que desde lo más
antiguo se comerciaba con esas piezas de cuero curtidas, como una forma de moneda). De todo ello
derivaría claramente el lingote, como marca de un valor medido en cabezas de ganado, por lo que nunca
puede distinguirse bien en esta figura con forma de piel, el símbolo pecuario del pecuniario. Es decir,
que es francamente difícil saber en qué momento este diseño del pellejo de buey se entiende como
una marca del animal, o como un ponderal numismático y metalúrgico (un lingote, as, talento etc).
Por ello considero personalmente que es muy complejo hablar de que el diseño tauromorfo
simplemente simbolizó una piel de toro, sin un sentido ligado a los metales; ya que desde la Creta
minóica, el Chipre micénico y la Anatolia hitita (en los comienzos del II milenio a.C.) este signo
significaba "lingote", "tierra" o "casa". Al igual que fue el ponderal en el que comerciaron el metal cúpreo
por el Egeo, los micenios y los sardos -al menos hasta el fin de la Edad del Bronce-.

C) LOS ALTARES TAURODÉRMICOS:


Pasamos al estudio de los altares en forma de piel de toro, ("tauromorfos", "taurodérmicos" o
"coriformes"...), centrándonos primeramente en el hallado en El Carambolo; sobre cuyo hallazgo
nos dice Pérez Guerra que: "Una singularidad del altar es su connotación astronómica, estudiada por
José Luis Escacena. Su eje longitudinal está orientado de forma, que hacia el Este, apunta justo a la
salida del Sol del solsticio de verano, mientras que hacia el Oeste mira al ocaso del Sol en el
solsticio de invierno. Lo mismo se ha constatado en otro templo fenicio hallado en el Cerro de San
Juan de Coria" (...) La orientación del altar y del templo, sobre todo de la capilla de
Baal, garantizaban mediciones precisas de los movimientos solares para establecer el calendario.
Fue la parada solsticial del Sol, que durante dos días permanece quieto -sale por el mismo punto del
horizonte- para ponerse en movimiento al tercer día, lo que inspiró en las poblaciones semitas
antiguas de Siria y Palestina el mito del dios que muere y resucita. La identificación del dios
masculino con el disco solar y con el toro eran en realidad símbolos de su omnipotencia. La imagen
de bronce de la diosa que guarda el Museo Arqueológico de Sevilla no es una estatua de culto, es un
exvoto, una ofrenda a la divinidad por parte de dos fieles que habían recibido un favor especial de ella El
tesoro del Carambolo, descubierto hace hoy cincuenta años" (16) .

El dato aportado por el profesor Escacena -y que recogemos en este caso desde las palabras de Ángel
Peréz Guerra- es de enorme valía; ya que tal como Escacena ha logrado descubrir, estos altares tienen
una orientación astronómica (fijada desde los equinoccios y solsticios). Sabemos que se ha realizado un
estudio astrofísico de sus coordenadas, llegando a la conclusión de que el acimut en todos ellos tiene una
curiosa variación de 55º. Pero si pudiéramos realizar una observación exacta y una medición minuciosa
de la orientación de aquellas aras, se lograría fechar el momento de su construcción. Habida cuenta
que existe un error en "cabeceo terrestre" que modifica el eje de la Tierra. Tránsito denominado
"precesión de equinoccios", por el cual cada primavera -u otoño- se modifica en parte el eje de nuestro
planeta. Algo que sucede porque la posición que indica el Norte y nuestro eje -sobre la Esfera Celeste-,
se desplaza alrededor del polo. Ya que la rotación no es perfecta y va realizando una elipse, algo que
traza un "cono"; recorriendo una circunferencia completa -o perfecta- cada veinticinco mil setecientos
setenta y seis años (periodo conocido como Año Platónico, en el que el eje terrestre regresa al mismo
punto). De cuanto decimos y conociendo que hacia el 1000 a.C., el Norte puro se situaba en el centro
de las estrellas denominadas Draganis; y que ese mismo punto cardinal, ya en el 400 a.C., estaba en
nuestra Estrella Polar. Resultará que si medimos con exactitud el Norte que marcan estos altares (de El
Carambolo, de Coria, Malaka y etc); conociendo la distancia entre el verdadero Norte puro hoy y el que
señalan aquellos como el del momento en que se erigieron. Podrían fecharse con bastante exactitud los
referidos altares y edificios taurodérmicos; simplemente observando la diferencia entre Draganis y la
Polar, que aquellas aras señalarán como "su" Norte.

Siguiendo con las teorías sobre los altares que estudiamos -su significado y sus usos- Alvaro Gómez
Peña recoge y resume las últimas ideas y tendencias en una de sus obras (17) . Exponiendo que podemos
definir dos principales corrientes, muy marcadas y diferenciadas: "De una parte, la de aquellos
que ven los taurodermos en general, y los altares de esta forma en particular, como propios de
la población residente que habitaba en el suroeste a la venida de gentes orientales, habiéndose
asumido dicho perfil como símbolo identitario de la élite fruto de su introducción en los circuitos
mediterráneos del comercio del metal (Celestino Pérez, 1994, 306-309; Murillo et alii, 2005, 16-
17; Gómez Toscano, 2009; Fernández y Buero, 2010). Quienes así opinan, basan su argumento en la
existencia de lingotes de cobre de la misma forma fechados en la segunda mitad del II milenio a.
C., por lo que son estos lingotes los que servirían de inspiración a los altares, negando que en
oriente existan ya tales aras con idéntica forma". Mientras de un modo casi opuesto piensan otro grupo
de investigadores que suponen: "la segunda de las interpretaciones aquí defendidas,
(que) ve en estos altares la continuidad en suelo ibérico de tradiciones litúrgicas orientales traídas
a occidente por poblaciones de aquel lado del Mediterráneo, idea basada en la comparación de
smiting-gods y representaciones en cilindros-
sellos chipriotas y ugaríticos con los contextos hispanos (Escacena, 2007; Escacena y Coto,
2010; Gómez Peña, 2010)" (18) .

El resumen de ambas teorías podría sintetizarse en que existen dos interpretaciones acerca de aquellos
modelos "piel de toro": Primero, quienes creen que este diseño en "pellejo" es autóctono y fruto de
una tradición milenaria, unida al lingote y al mundo del Bronce. Mientras un segundo grupo de
expertos, afirma que estos son una importación llegada desde Oriente, en épocas del inicio del
Hierro y cuyo significado está simplemente unido al toro (dios), no al mundo del lingote ni del metal. De
ellas, la primera hipótesis se denomina PANLINGOTISTA, y se cuestiona si los altares (junto a aquellas
figuras "piel de buey") son una creación autóctona y nacida de la cultura tartésica, o si por el
contrario ya existían sus precedentes en el Mediterráneo Oriental. Una teoría "panlilongista" que se
plantearon varios investigadores en los años ochenta y al descubrir diversos objetos "taurodérmicos"
en numerosos yacimientos; como son por ejemplo: La fuente hallada en la tumba 16 de la necrópolis
tartessia de la Joya (en Huelva, 1978), donde observan formas similares al pectoral de El Carambolo;
diseño que más tarde verían se repetía en la planta y suelo del cenotafio de Pozo Moro (Almagro
Gorbea 1983), tanto como en diversas tumbas (ver imágenes arriba). Esta hipótesis panlilongista es
rebatida por Gómez Peña preguntándonos que: "cabría plantearse la siguiente cuestión: Si los altares
son una creación controlada por la población autóctona dado que no existen ejemplares en oriente, ¿por
qué pensar que la élite tartésica usó los lingotes como símbolo para sus aras, si no han aparecido
tales lingotes en toda su área de influencia?" (19) .

COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Arriba, un molde y hachas de la Edad del Bronce (hacia el siglo X a.C. y
propiedad del Museo Arqueológico de Sevilla, al que agradecemos nos permita divulgar la
imagen). Procede de un depósito de Huelva cercano al lugar donde se produjo el famoso hallazgo en
la Ria en 1923, que al parecer pudo corresponder a un culto funerario. Ceremonias mortuorias cuyos
ajuares pudieron ser las armas halladas en la Ria, al haber "inhumado" bajo las aguas los
cadáveres (que una vez cremados, serían arrojados a la desembocadura o al mar). Como podemos
observar en la imagen, la línea de las afiladas formas de su bronce, mucho se asemeja a los lingotes
"piel de buey"; principalmente a los cretenses cuyo diseño era muy parecido al "hacha
doble" (bipenna adorada en esta isla y denominada Labrys). Aquel arma de doble filo era uno de los
símbolos más venerados en toda la cultura minóica; civilización comerciante, que transportaba por
mar del cobre -desde las más lejanas tierras- y que dio una forma casi igual a sus "ponderales" de
bronce. Por su parte, los minóicos adoraban al toro (o al hombre astado) en la forma del "totem del
mal". Un Minotauro, hijo de la reina y un "bos", que cuidaba del palacio de Cnossos y cuyos rituales se
realizaban en el lugar que tomaba nombre del hacha doble: El Laberynthos (coronado por la
bipenna). Símbolos, religión y tradiciones del mundo del Bronce mediterráneo, que se mantuvieron
hasta muy entrada la Edad del Hierro; y que fueron seguramente importados hasta nuestras
tierras al heredarlos Chipre (la "sucesora" de Creta que colonizó, en parte, el litoral ibérico).

ABAJO: A juicio de algunos autores, hasta el siglo VIII a.C. no habría aparecido esta forma de
"lingote" o de "piel de buey" en la Península. En la imagen podemos observarla en un torques hallado
en el Viso de Córdoba y fechado hacia el siglo X a.C. -propiedad del Museo Arqueológico Nacional, al
que agradecemos nos permita divulgar su foto-). Donde en sus remates vemos dos piezas decorativas
con la forma de hacha doble, que mucho se asemeja al lingote de Creta y a las posteriores formas
"taurodérmicas" que contienen los objetos tartessios (tan solo uno o dos siglos posteriores a este collar
aparecido junto al Bajo Guadalquivir).

Continuando con las teorías sobre los altares "tauromorfos", su segunda hipótesis comúnmente se
considera de J.L. Escacena (seguida por Izquierdo y Gomez Peña, entre otros). Idea que se
denomina TAURODÉRMICA y que ve en esos altares el reflejo directo de la piel de un bóvido -sin otro
significado, ajeno al del cuero-. Existiendo a su vez dos vertientes, entre aquellos que la siguen:
Primero, los que consideran la figura y forma en pellejo tan solo ibérica (o autóctona); mientras un
segundo grupo, cree que aquel modelo sería el producto de formas mediterráneas o asirias
importadas (20) . Por cuanto en lo que concierne a su origen, para Gómez Peña, estas procederían de
Oriente Medio; más concretamente de Asiria, donde habría permanecido como modelo heredado del II
milenio, siendo usado hasta el siglo IV a.C. (señalando este autor varios palacios de los siglos IX al IV
a.C., en los que pueden observarse frescos y esculturas semejantes a los referidos altares). Habiendo
llegado hacia el 700 a.C. aquel símbolo tauromórfico a la Península a través de Ugarit y Chipre;
culturas en las que existen estas figuras, junto a dioses y varias formas sagradas relacionadas con
ellos (21).

Pese a todo, y acerca de la teoría que presenta Gómez Peña, hay que preguntarse por qué son
anteriores los objetos "taurodérmicos", en las culturas minóicas y micénicas, que en la zona de Asiria.
Habida cuenta que en Creta y en Chipre -tanto como en Anatolia-, aparece ya a comienzos del II milenio
ese símbolo; siendo este hasta un ideograma -o un alfasilábico- en sus lenguas. Un signo de escritura en
forma de piel de buey con el significado de "lingote" -en cretochipriota- y de "casa" en idioma
hitita. Además, los "talentos tauriformes" también existían en Cerdeña, debido a que su cobre se
exportaba así fundido -entre los siglos XIV al XI a.C.-. De lo que muy extraño resulta que la venida hasta
Iberia de aquella forma precisamente se deba a la influencia asiria; ya que ese signo constituía una de
las señas de identidad más importantes del mundo marinero cretochipriota y de los que comerciaban
el cobre (un metal cuyas minas principales estaban por entonces, en el Suroeste de España). Por todo
cuanto creemos personalmente, que la importación de esta figura taurodérmica -o del lingote- se
debería a gentes venidas desde Chipre (e incluso de Cerdeña), entorno al siglo VIII a.C.; cuando en
esta isla del cobre aún pervivían los restos de la civilización minóico-micénica. Una cultura nacida en
Creta, refugiada en Chipre y que se mantuvo en su forma de escritura y lengua, hasta el siglo V a.C.;
perdiéndose tan solo con la llegada de los griegos a ese piélago (sito frente a la antigua Fenicia).

Todo lo escrito, nos hace hipotetizar que aquel gran islote llamado "del cobre" (cupré o Chipre) fue la
tierra desde la que seguramente nos llega el denominado "keftiu". Un emblema que fue el más
significativo entre las culturas orientales marineras y comerciantes del metal, durante el Bajo
Bronce (quienes hubieron de llegar hasta el Atlántico en busca de minas). Siendo aquella forma de buey
un ponderal monetario que relacionaba el bronce con el cuero (o el valor del ganado). Como modo de
comerciar en base al valor "buey" y "oro-plata-cobre"; tanto, que convertiría al arma bipenna en un
signo de escritura. Un carácter igual al "hacha doble" que -por ejemplo- en idioma ibero corresponde a
la sílaba "ko". Y por cuanto explicamos, será fácil entender por qué existe un vínculo inseparable entre
los "taurodérmico" y el metal -más concretamete el bronce-. Habida cuenta que el bóvido era el dios de
la guerra y sus astas simbolizaban las armas, cual dos bipennas; a la vez que su cuero y su carne (la
cabeza de ganado) eran la base de la economía, por lo que se constituyen en una forma de contabilizar
-o de tasar- las mercancías: El patrón "keftiu".

COMENTARIO A LAS
IMÁGENES: Arriba, cuadro de signos comparativos dibujado por mí. En ellos podemos ver los
caracteres similares en los alfasilabarios y silábicos: Iberos, hititas-luwio; de Creta y de
Chipre. Observemos el signo "KO" (go) y el "BO" (po), que corresponde a un hacha doble y se asemeja
al "labrys". Por su parte, ya vimos que esa forma de piel en Creta y Chipre -durante el II milenio-, era
un ideograma cuya traducción es "lingote"; mientras en la Anatolia hitita y neohitita, se leía como
"casa" . Por lo demás, añadiremos que el luwio es casa (cuyo alfasilabico conservaba ese carácter) y era
el idioma en que escribían aún los frigios en el siglo VIII a.C.. Unas gentes que se sabe arriban a
nuestras tierras; de lo que las plantas de los edificios (como Pozo Moro), o las tumbas así diseñadas
y los altares taurodérmicos, quizás tienen sus orígenes más cercanos en el signo neohitita -o frigio-:
"casa", "hogar" "terreno, territorio".

ABAJO: Fresco egipcio perteneciente a una tumba de Tébas, Valle de los Reyes (hacia el siglo XIV
a.C.). En el grabado se escenifica "la pesada" de oro por parte de un funcionario; una profesión de
"ponderador oficial" que pudo ser equivalente a la nuestra de notario o agente de bolsa -oficio en el que
una persona de plena confianza, autorizada por el templo (o por el faraón), ejercía la profesión de testar
la autenticidad de los valores comerciales-. En la imagen se observa en la parte alta la tasación de la
mercancía en oro, marcándose un número y su equivalente en signos (mientras sobre la balanza se
sitúan los famosos anillos áureos, unas piezas circulares de oro puro que en el Egipto Antiguo eran
usados como dinero). A nuestra derecha se pondera su equivalente en cabezas de ganado, cuya
conversión al valor en metal, se expresa en jeroglíficos sobre la balanza. Poniedo en los signos de
lado izquierdo -según leo, y sin poder confirmarlo- "50" y "42" "tres veces escuchado" (quizás testado);
mientras a la derecha se suceden numerales de mil y de diez mil, en la forma 36.000.

Por su parte, en anteriores artículos ya vimos como en Roma, el sueldo de un soldado equivalía a un
buey mensual, que a su vez eran 30,5 denarios (uno al día). Siendo así y dado que el denario pesaba
unos 2,3 gramos; ello supone que en 70 gramos de plata se estimaba en la tasación de un gran
becerro (y como el cambio oro-plata estaba entorno a 1x30; se puede calcular que en época romana un
buey se valorase aproximadamente en 2,3 gramos oro). Por cuanto hemos expresado en todos nuestros
estudios, la ponderación en "bueyes", "pieles" o cabezas de ganado, era necesaria para dar a
conocer el precio real de los metales; siendo un hecho que desde los tiempos más remotos se relacina
la "res" con "el peso" (llámese As, talento, óbolo, dracma etc). Tanto que debido al hecho de que la
escritura comienza con las cuentas de mercados, la primera letra "A" se corresponde con una cabeza
de res dada la vuelta. Un signo similar a la testa de un toro volteada, que servía como modo de
contabilidad en los sistemas de escritura protosináicos. Por lo que ese otro símbolo a modo de piel (que
también existía en los jeroglíficos egipcios) podía tener un carácter muy similar y haberse iniciado
durante el Bronce, como un simple ponderal (similar a la A) y por lo tanto con el significando
"lingote" = "valor buey" (todo lo que se sigue produciendo en el As o en las medidas antiguas; unos
pesos, monedas y "talentos" que solían llevar un toro como efigie esculpida en su metal).

Continuando con el estudio estos altares "corimorfos", sabemos que hay solo tres ejemplares conocidos
hasta hoy; todos fechados en la primera mitad del I milenio a. C. (uno en El Carambolo, dos en Coria del
Rio y uno en Malaka). Sobre ellos, Gómez Peña también escribe:"guardan estrechas similitudes con
los elementos representados en los cilindros sellos (deUgarit).
No ya sólo por la forma de los propios altares, sino por su orientación astronómica, las
marcas circulares ennegrecidas en su interior, la existencia de huecos para las asherah al lado de
los ejemplares de El Carambolo y de Caura, y lo que se ha sabido más recientemente, la
constatación de sebo
deintestino de oveja o de cabra entre las huellas de combustión aparecidas en la superficie del altar de C
aura (Escacena y Coto, 2010, 163)" (22) .

Aunque para Escacena el significado del cuero y su símbolo de piel está en ellos tanto más claro,
considerando que realmente eran esos lingotes los que copiaban el diseño de un pellejo.
Expresando este profesor con gran acierto que: "en todo caso, los lingotes también imitaban a las
pieles. No hay por tanto una deuda directa en esta ocasión con el lingote de cobre chipriota. Como
mucho, entre estas joyas, los altares y los lingotes existe una relación de parentesco evolutivo basada
en una `plesiomorfía´, es decir, en el hecho de compartir caracteres primitivos sustentados en una
inspiración ancestral común" (23) . Siendo innegable la existencia de la llamada "plesimorfía" en todo el
Mediterráneo antiguo, como copia y repetición de los símbolos a lo largo de sucesivas épocas y sin una
relación cultural demostrable. Muy interesante es la idea que aporta este autor, considerando que
quizás aquellos extremos de las "pieles" se correspondan a lo que son los cuernos de altar en otras
civilizaciones orientales (24) .

Finalmente el prof. Escacena nos dirá que el altar del Carambolo, usado durante las etapas IV-
III "representa una modalidad extremadamente esquemática del mismo símbolo", con "un pellejo de
grandes proporciones que sirve de montura de caballería" . Aunque por "la forma y los colores del
altar de Caura, señalan cómo se curaban las pieles entonces" siendo "un prototipo mental impuesto
por el dogma y/o por el objeto copiado. En este caso se trataría del prototipo más realista por su
extremado parecido formal y cromático con las pieles auténticas" (25) .

A todo lo que me atrevo a añadir (rogando disculpas por mi intromisión) que quizás en estos estudios que
hemos recogido, falte un análisis que explique y exponga más claramente la relación entre los
pectorales (frontiles o efod) del tesoro, y los altares de El Carambolo. Puesto que siendo la teoría de
Escacena que aquellos adornos eran enjaezamientos para que los lucieran los toros sobre la
frente (antes de inmolarlos en el ara con igual diseño). No se entiende bien las razones del por qué
habían de guardar esta forma de pellejo, los ornamentos litúrgicos; ya que en Roma, en Egipto y en
gran parte del Mediterraneo, se adornaba el frontil del bóvido sagrado (Apis, Epafo, Hathor etc) con
formas más esquemáticas, tales como una mitra, un triángulo o bien con un disco lunisolar. Siendo una
carácterística absolutamente peninsular, que los toros lucieran en su testud objetos metálicos
similares al lingote o al cuero (tal como vemos sobre la frente de los astados esculpidos de Villajoyosa o
de Monforte del Cid). Todo lo que sin duda une el sacrifico ritual llevado a cabo el altar luciendo ese
diseño (decorado de aquellos frontiles o pectorales), con una industria y un comercio (del curtido, de
las pieles, de monturas y quizás -más seguramente- del metal cúpreo).

Por último y al margen de todo lo expuesto, añadiremos que el prof. Gómez Peña, menciona que hay
unos cincuenta ejemplos taurodérmicos de la Edad del Hierro, en nuestra Península. Objetos, enseres
y decoraciones, que se hallan en plantas de edificios, altares, tumbas y joyas; y en las que se aprecia
claramente esa linea del pellejo de buey (como una forma sacralizada o de ornamentación con un
sentido simbólico). Por nuestra parte añadiremos que con toda seguridad habrán de contabilizarse -
antes o después- muchas más de las cincuenta referidas. Debido a que no se ha contemplado
recientemente la inclusión de aquellas que pertenecen el mundo propiamente ibero (entre los siglos V
al I a.C.). De tal manera, M. ROSARIO LUCAS PELLICER y ENCARNACIÓN RUANO RUIZ, en 1988 ya
referían gran cantidad de diseños "taurodérmicos" o de "lingote chipriota" entre el armamento y los
motivos ornamentales celtibéricos. Pese a ello, parece que últimamente no se ha tratado mucho sobre
la permanencia de ese símbolo en nuestras tierras (al menos, durante épocas muy posteriores a
Tartessos). Todo lo cual creemos debiera estudiarse en profundidad, habida cuenta que puede aportar
nuevos resultados sobre ese diseño tauromorfo y sus significados en la Península Ibérica.

COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Sobre y bajo estas líneas, dos capiteles del yacimiento llamado Cortijo
del Ahorcado, de Baeza (Jaén) -agradecemos al Museo Arqueológico Nacional, propietario de las piezas,
nos permita divulgar las fotografías-. En los siguientes párrafos veremos como en estos ejemplos de
arquitectura ibera -tanto como en otras muchas piezas coetáneas y posteriores-, pervivió el diseño
sagrado ibérico de la piel de toro.

D) PERMANENCIA EN EL MUNDO IBÉRICO Y CELTÍBERO, DEL SÍMBOLO SAGRADO TARTESSIO "PIEL DE


TORO" (O "LINGOTE").

Quizás uno de los temas que menos se han tocado actualmente es la "supervivencia" y significado
posterior de esa forma "de cuero curtido"; que igualmente fue usada por los iberos hasta época romana.
En lo que se refiere a ello, Gómez Peña afirma que el "pellejo de buey" permanecerá
fundamentalmente en el mundo escita y tras el siglo IV a.C, dando como referencia algunos objetos
del Cáucaso que lo contienen (26). Siendo este un dato que nos parece de suma importancia, puesto
que siempre hemos mantenido que Midas, y el reinado frigio de la dinastía de Gordion, nos parecen a
todas luces de origen y costumbres escitas. Una procedencia y cultura escita de Midas, que explicaría
no solo su "amor al oro", sino también la aparición de ese mismo símbolo "lingote" entre las tribus
caucásicas y posteriormente en las peninsulares -ya que Iberia, de seguro, fue visitada (y aculturada)
por los frigios-. Aunque también resulta evidente que el diseño o dibujo "piel curtida" gozaba de una
enorme importancia en las tribus de nuestra tierra, tanto que permaneció entre los iberos durante
siglos (tras la caída de Tartessos y -al menos- hasta la llegada de Roma).

Este último es un hecho que ya estudié "en profundidad" desde comienzos de los ochenta y que pude
confirmar al leer el trabajo de M. ROSARIO LUCAS PELLICER y de ENCARNACIÓN RUANO RUIZ. Obra
publicada hace unos veinticinco años, e intitulada: "El Cortijo del Ahorcado (Baeza, Jaén) estudio de los
restos arquitectónicos de época ibérica"; donde se analizaban los pormenores de muchos restos y
piezas iberas que contenían este símbolo. Refiriéndose a los capiteles del mencionado Cortijo Del
Ahorcado (cuya imagen podemos ver sobre estas líneas), no solo como ejemplos de arquitectura en que
claramente se observa esculpida la "piel de buey". Sino que además, Lucas Pellicer y Ruano Ruiz, los
relacionaban con el mundo minóico. Afirmando que el tipo de "cabeza" y su columna, eran iguales -o
casi idénticas- a muchas de las cretenses -representadas en objetos y pinturas como las de Hagia
Triada o de Micenas- (26) .

Todo lo cual contiene un gran misterio, habida cuenta que entre Hagia Triada (yacimiento
perteneciente a la etapa de Los Palacios en Creta -anterior al siglo XIII a.C.-) y el Cortijo del Ahorcado,
hay un milenio de distancia histórica. Pese a lo cual su "nudo" o su nexo podrìa hallarse siempre en
Chipre, donde hacia el siglo X a.C. huyen los cretenses (micenios ya) al invadirlos los dorios (unos
nuevos dueños de Creta, que serían más tarde "convertidos en griegos"). Siendo así, sabemos que gran
parte de los que escapan del área de Micenas, se refugian en tierras chipriotas o de Canaan;
conformando algunos hasta tribus judías (al admitir los hebreos a esos micenios entre los suyos,
principalmente a los de Golán). Mientras otros conviven con los fenicios, tomando principalmente el
nombre de "filisteos". Por último, una gran mayoría de los escapados de Creta tras la invasión doria, se
establecen en la cercana isla de Chipre; donde continuaron con sus costumbres, su forma de escritura
alfasilábica y su economía basada en el comercio marítimo. Gentes que sin duda colonizaron el Sur
peninsular, tal como muestra la afluencia de cerámicas turdetanas anteriores al siglo V a.C. similares a
las chipriotas arcaicas; o el mismo alfasilabario ibero, que goza de una gran parte de caracteres de
ascendencia creto-chipriota.

Por todo lo que explicamos, existe la posibilidad de que los modelos, las formas y hasta los cultos de
la Creta minóica -tanto como los símbolos y ornamentos-; llegasen a tierras iberas, aún muchos siglos
después de su desaparición en el lugar de origen. Todo lo que es perfectamente razonable habida
cuenta de que en Chipre y en Canaan pervivieron los herederos de Micenas, huidos a estas islas y
costas trás ser invadidos por los "griegos" -donde se refugian desde el siglo XII al X a.C.-. Cuyo idioma y
escritura minóico-micénia, perduró al menos por seis siglos en la isla chipriota. Habiendo sido
precisamente ese signario cretochipriota principalmente los símbolos del que descienden gran parte
de los caracteres del "alfabeto" ibero (que nace antes del siglo VI a.C. en Turdetania y está en uso en la
Península, hasta nuestra era). Por todo cuanto es perfectamente posible pensar que también
permanecieron hasta épocas muy posteriores, otros símbolos llegados desde esa isla -o desde las
costas de Oriente Medio- e igualmente pertenecientes al mundo minóico o micénico (desaparecidos
casi quinientos años antes en su lugar de origen). Un hecho que para entenderlo mejor diremos que puede
compararse a la divulgación del latín y los libros impresos en este idioma. Que aparecieron por primera
vez en América, casi mil años después de que esta lengua hubiera quedado prácticamente en desuso en
Europa. Todo lo que se debería simplemente a que nuestra cultura asienta las bases en la romana, del
mismo modo que la chipriota y parte de la canaanea, tenían como cimientos en la micenia y en la
minoica.
COMENTARIO A LAS IMÁGENES: Sobre estas líneas empuñadura de la falcata de Almedinilla, según
Cabré (en archivo del MAN -agracedemos al Museo Arqueológico Nacional nos permita divulgar la
imagen). En ella podemos ver tres detalles que se relacionan con el mundo tartessio y el de los
altares estudiados -las hemos resaltado junto a letras-. Primero y en rojo, la típica marca del lingote,
el hacha doble que lucen muchísimas falcatas. En segundo lugar y en letras azules, una hoja de
curtidor o bien un filo de hacha, igualmente común a los damasquinados de estas espadas iberas y
que ratifica que la anterior marca es la del lingote-hacha-piel de toro. Finalmente y con letras
verdes, hemos destacado la figura clara de la cabeza del caballo; por lo que se puede relacionar la
marca referida antes como una bipenna (en rojo) con la montura de el equino -al estar en su parte
trasera-.

ABAJO: Uno de los más famosos ajuares hallados en Pintia, al que se denomina comunmente como el de
la tumba del puñal tipo "Monte Bernorio". Encontrado por los profesores Sánz Mínguez y Romero
Carnicero (cuya labor en Pintia es inigualable); se trata de un arma vaccea, perteneciente a un
ecuestre o reyezuelo de la antigua "capital" pinciana -al que suponen fue enterrado bajo algunas de las
losas decoradas con figuras zoomorfas-. Observando estas armas celtíberas, resulta muy curioso que una
gran parte de sus conteras lleven de esa figura a modo de cuero (o lingote tauriforme) al final de su
vaina. Ello posiblemente porque se relaciona con el curtido (que protege el arma) o bien por ser el
símbolo del metal y de la guerra -de la bipenna, que desde tiempos inmemoriales significaba el dios de
la batalla-.
.
Siguiendo con el estudio de Lucas y Ruano, estas autoras mencionan numerosos casos de objetos
ibéricos con iguales formas, semejantes al "labrys" cretense. Entre los que destacan por ejemplo:
Una fíbula del Instituto Valencia de Don Juan y varios colgantes del mismo centro (de los que la
imagen de uno áureo, publicamos al inicio del presente artículo). Una Vasija de Numancia, o el detalle
de la falcata de Almedinilla (que hemos visto, según Cabré), tanto como el del broche de La Osera.
Siendo numerosas las conteras de puñales de tipo Miraveche -y otros como Cogotas-, que llevan en su
punta esa figura que bien parece un hacha doble (28) . Todo lo que relacionan las referidas Ruano y
Lucas, con altares hititas, que en palabras propias de las autoras son: aras sacrifícales o `mesas de
ofrenda´, como las representadas en los relieves hititas de Alaca Hüyuk (K. Bittel, 1976, fig. 214) es
posible intuir un remedo de los fustes verticales coronados con cajas prismáticas" (29). Hablando
posteriormente de los pectorales del tesoro de El Carambolo, de la planta del edificio de Pozo Moro e
incluso con algunas joyas iberas, que guardan el mismo signo (30) .

Pasando a comentar al final de su estudio, que este esquema semejante al hacha doble es adoptado por
gran parte de las conteras de la meseta que copian el tipo Miraveche-Monte Bernorio y que se repite
incluso en las pinturas de Numancia. Concluyendo que esas vainas y decoraciones celtibéricas, junto a
las columnas del Cortijo del Ahorcado, oscilan en una datación que varía entre los siglos IV al II a.C..
Periodo en el que podemos estar seguro pervivió esa forma de "pellejo" como adorno o bien como
símbolo sacro (31) . Por lo demás y para terminar el presente artículo, diremos que he podido ver una
figura muy semejante en un colgante de oro que conserva la Fundación Fontaneda (en el castillo de
Ampudia), que tiene un gran parecido con el que el Instituto Valencia de don Juan conserva.
Tratándose el segundo de un aplique en oro procedente de Asturias que contiene la misma forma que
el de Fontaneda. Adornos ambos que se fechan en época anterior a la romanización, considerándose el
de la colección de Ampudia como procedente de un yacimiento ibérico palentino (a mi juicio,
seguramente cercano al Monte Bernorio). Además, y como podemos observar en la última imagen; hemos
podido hallar muestras de que el diseño pervivió hasta el final de la etapa visigoda. Desconociendo
personalmente si esta decoración en forma de piel, es un ornamento que existe en las piezas godas de
toda Europa o tan solo en las hispanas (pues de ser tan solo un diseño que lucían los visigodos, podríamos
estar claramente ante la pervivencia de un modelo ibero o tartessio, desde el siglo VI a.C. y hasta el VI
d.C.).

COMENTARIO A LAS
IMÁGENES: Arriba, conteras vettonas tal como las expone el Museo de Valladolid Fabio Nelli (al que
agradecemos nos permita divulgar su imagen). Resulta muy curioso ver en ellas que las formas son
discoidales (izquierda) o del "labrys" a la derecha; todo lo que hace deducir que su significado es solar o
lunar. Ello cuadra con lo que exponen Ruano Ruiz y Lucas Pellicer al observar en uno de los capiteles del
Cortijo del Ahorcado dos medias lunas contrapuestas que forman el "hacho doble" o pellejo. Cuanto
advertimos haría ver en aquel símbolo un significado lunar y por lo tanto de nuevo la identificación de la
res y el astado con la luna-sol (tal como se observa en los tocados de Isis y Hathor, visión del toro unido a
la Luna que incluso ha quedado en nuestras tierras a modo de leyendas o en la sabiduría popular).
Abajo, hebillas visigodas de los siglos V y VI del tipo llamado Simancas; observemos que la primera
claramente conserva el mismo diseño en forma "piel de buey".

CITAS:

(6): JOSÉ LUIS ESCACENA CARRASCO; ÁLVARO FERNÁNDEZ FLORES Y ARACELI RODRÍGUEZ AZOGUE; en "SOBRE EL CARAMBOLO:
UN HÍPPOS SAGRADO DEL
SANTUARIO IV Y SU CONTEXTO ARQUEOLÓGICO", del Archivo Español de Arqueología 2007, vol. 80, págs. 5-28. Escriben
textualmente: Tuvo "Carriazo, la idea de que allí existió un templo (que) fue adelantada en realidad de forma explícita por A.
Blanco Freijeiro (1979: 95-96), quien imaginó un santuario tartésico ubicado en un asentamiento también tartésico. Pese a
reconocer las fuertes influencias orientales, especialmente en el tesoro que dio fama al yacimiento, no reparó en que el exvoto de
Astarté del Museo Arqueológico Hispalense, cuya procedencia del Carambolo él mismo aclaró (Blanco 1968: nota 5), sugería vínculos
fenicios. Contaba con tanta fuerza el axioma «fenicios en la costa/tartesios en el interior" (pag 1)

Acerca de la idea de que fuera un templo de Astarté, que se propone sobre los años setenta; afirman Escacena y Amores en
-REVESTIDOS COMO DIOS MANDA. EL TESORO DEL CARAMBOLO COMO AJUAR DE CONSAGRACIÓN, por JOSÉ LUIS ESCACENA
CARRASCO y FERNANDO AMORES CARREDANO en SPAL 20 (2011 -, que: "Blázquez acogió favorablemente la idea de A. Blanco acerca
de la posible existencia en el Carambolo Alto de un lugar de culto, por lo que aceptó que en aquel cabezo se habría adorado a
Astarté, y que el tesoro formaría parte del ajuar litúrgico de los ritos dedicados a esa diosa" (pag 5).

(7): Siendo así, los mismos autores en la obra referida en cita anterior, expresan: "La primera construcción protohistórica sobre
el Carambolo corresponde al Santuario V. Se trata de un pequeño edificio con orientación astronómica solar. La entrada se abre al
este, dispuesta en concreto al orto del solsticio de verano, mientras la trasera da al oeste, hacia el ocaso del solsticio de invierno.
Se trata de un templo sencillo compuesto de tres estancias: una de entrada, que parece patio, y dos al fondo cubiertas y más
pequeñas, la meridional con un altar circular en su centro" -pag 11, op. cit en (6)-

(8): "La primera ampliación de esta estructura más antigua corresponde al Santuario IV. La modificación consistió en levantar un
edificio simétrico que tenía como centro y fondo el templo prístino, convertido ahora en patio. Así, surgieron al sur y al norte
respectivamente de este nuevo patio dos habitaciones alargadas que contaron en su día con hogares y otras
estructuras relacionadas con el funcionamiento cotidiano de un santuario: un horno, vasijas entibadas, hogares, molinos, etc.
Abundan en este contexto los restos de fauna y las cenizas, señal de que se trataba de una zona tal vez destinada a la preparación
de los sacrificios. A su vez, a ambos lados de estos compartimentos se construyeron sendas capillas: una en el flanco norte para
Astarté y en el lado sur para Baal . El centro de la capilla o abernáculo meridional lo ocupó un gran altar en forma de piel de toro
extendida sobre el suelo, fabricado mediante un suave rebaje del pavimento de tierra apisonada, luego pintado de rojo. La
combustión de las ofrendas sobre este altar originó un gran círculo rubefactado" -pag 11, op. cit en (6)
. (9): TARTESSOS Y EL CARAMBOLO, Juan de Mata Carriazo; Madrid 1973 Pag. 234
. (10): CONSULTAR EL ESTUDIO PUBLICADO EN LVCENTVM XXX, 2011, PAGS 9-24; "NUEVOS DATOS SOBRE LOS ALTARES
TAURODÉRMICOS ASIRIOS Y ESCITAS Y SU SIMBOLOGÍA" NEW DATA ON ASSYRIAN AND SCYTHIAN BULL-SKIN-SHAPED SHRINES AND THEIR
SYMBOLISM // por : ÁLVARO GÓMEZ PEÑA de la Universidad de Sevilla

(11): REVESTIDOS COMO DIOS MANDA. EL TESORO DEL CARAMBOLO COMO AJUAR DE CONSAGRACIÓN JOSÉ LUIS ESCACENA
CARRASCO y FERNANDO AMORES CARREDANO // Pag. 6, 7 y 8 // SPAL 20 (2011): 107-14

(12): Juan de Mata Carriazo, en TARTESSOS Y EL CARAMBOLO (Madrid 1973, pag 202) expone que la cerámica que acompañaba al
ajuar era la del tipo Carambolo III.

(13): Para consultar algunos de nuestros artículos en los que exponemos la relación entre el mundo frigio y el tesoro de El
Carambolo, VER: .- LA INSCRIPCIÓN DE LA DIOSA FRIGIA KU-BABA EN EL COLLAR DE EL CARAMBOLO; PARTE PRIMERA: Posibles cultos
a Cibeles en Tartessos. (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXVIII). ANÁLISIS
DE LOS SELLOS DEL COLLAR DE EL CARAMBOLO, LLEGANDO A LA CONCLUSIÓN DE QUE EN ESTE SE HALLA ESCRITA LAS PALABRAS
NEOHITITAS DIOSA KU(baba) -Cibeles- http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_26.html
- LA INSCRIPCIÓN DE LA DIOSA FRIGIA KU-BABA, EN EL COLLAR DE EL CARAMBOLO; PARTE SEGUNDA: Cultos y ritos heredados desde
Frigia. (De "Lo invisible en la mitología": Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXIX). LOS MISTERIOS DE ATTIS Y
CIBELES Y SU RELACIÓN CON RELIGIONES EXPORTADAS AL OCCIDENTE, EL COLLAR DE EL CARAMBOLO Y SUS
SELLOS http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_28.html
- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los Bueyes de Gerión en el Tesoro del Carambolo (Parte V: Análisis de las formas y del trabajo en la
orfebrería -comienzo en la interpretación de sus símbolos ornamentales-).
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-y-y-1.html
- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los Bueyes de Gerión en el Tesoro del Carambolo (Parte VI: Análisis de los símbolos. Conclusiones:
¿Relación entre El Carambolo y el rey Midas?) .-COMENZAMOS A ESTUDIAR LA POSIBILIDAD DE QUE EL ORIGEN DEL DISEÑO EN EL
TESORO DE EL CARAMBOLO SEA ANATOLIO- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-2.html
- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los Bueyes de Gerión en el Tesoro del Carambolo (Parte VII: Algunas ideas y conclusiones ya
apuntadas; orientaciones sobre el carácter ibérico y la herencía del Bajo Bronce; en las joyas de El Carambolo ).
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1_19.html
- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGIA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte VIII: Simbología neohitita en las joyas; un
tesoro de rasgos frigios que bien pudo ser hecho, o regalado a Arganthonio, por el rey Midas).-DESDE ESTA ENTRADA EXPONEMOS QUE
EL DISEÑO DE EL TESORO DE EL CARAMBOLO PUEDE SER FRIGIO O NEOHITITA-
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-9-8.html
- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÏA: Los bueyes del rey Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte IX: Interpretación y traducción de los
símbolos en las joyas). -DESCUBRIMOS QUE LOS SÍMBOLOS QUE CONTIENE EL COLLAR DE EL CARAMBOLO, SON LETRAS DEL SILABARIO
NEOHITITA (LUWIO), PUDIENDO TRADUCIRSE COMO "dios y rey"-VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-7-9.html
- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte X: Los descendientes del rey Midas y su
posible tumba en Chinchilla del Monte Aragón -el monumento neohitita de Pozo Moro-). -RELACIONES ENTRE EL MUNDO NEOHITITA
(FRIGIO) Y TARTESSOS- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-8-9-y.html
- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte X : Los descendientes del rey Midas y su
posible tumba en Chinchilla del Monte Aragón. El monumento neohitita de Pozo Moro -Continuación-).
VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1-8-8.html
- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de EL Carambolo (Parte XI: Arganthonios y Midas. ¿Era de origen
escita el monarca del oro?.). -DE NUEVO, LA RELACIÓN ENTRE EL MUNDO ANATOLIO DEL SIGLO VIII AL VI A.C. Y EL SUDOESTE
PENINSULAR- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/06/1_28.html
- LO INVISIBLE EN LA MITOLOGÍA: Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo (Parte XII: Midas. El rey de origen escita y los
adoradores del oro que comerciaron con Tartessos.). - DESCUBRIMOS CITAS HISTÓRICAS QUE MENCIONAN EL COMERCIO ENTRE MIDAS
(REY DEL ORO NEOHITITA QUE GOBERNABA GORDION) Y TARTESSOS- VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2011/07/1.html

(14): Idem (11) pag. 10.

(15): Esta última etapa a la que se denomina Carambolo I, es descrita por los investigadores Escacena y Amores -Op. Cit.

(11) pag. 8 -del siguiente modo: "Carambolo I (se refiere al último) corresponde en realidad a un momento en que el templo ha
sido asaltado y sus ajuares de bronce están siendo fundidos en hornos para su reutilización como simple materia prima.
Prueba de ello son los "goterones" metálicos de este episodio, bien identificados con los análisis oportunos (Hunt y otros 2010:
287)" (...) "Esos residuos denotan una metalurgia de reciclaje, no una industria primaria. Por eso podemos vincular el último uso
ritual del lote de joyas a la fase Carambolo II con bastante seguridad" .

(16): ÁNGEL PÉREZ GUERRA; artículo publicado en la prensa de Sevilla en el cincuenta aniversario del descubrimiento (24 de sept.
2008)

(17): liberada en la red por : LVCENTVM XXX, 2011, 9-24.


NUEVOS DATOS SOBRE LOS ALTARES TAURODÉRMICOS ASIRIOS Y ESCITAS Y SU SIMBOLOGÍA // NEW DATA ON ASSYRIAN AND SCYTHIAN
BULL-SKIN-SHAPED SHRINES AND THEIR SYMBOLISM / de ÁLVARO GÓMEZ PEÑA

(18): Op. Cit (17) pag. 9

(19): Op. cit. (17), pag. 10 y 11


(20): Op. cit.
(17), Literal: "esta interpretación taurodérmica se ve dividida entre quienes piensan que a pesar de ser pieles de bóvido, la
originalidad de los altares es autóctona y no propiamente oriental. Desde esta segunda óptica somos varios los autores que hemos
defendido que los taurodermos de la Península Ibérica no son los únicos testimonios arqueológicos con los que contar para poder
relacionar ambas formas a uno y otro lado del Mediterráneo, (... ) hasta la fecha son en torno a cincuenta los elementos
protohistóricos aparecidos en la Península Ibérica que pueden ser relacionados con una piel de toro trabajada, la mayoría de ellos
asociados a santuarios y a tumbas". Op cit. (17) PAG 12.

Previamente, Gómez Peña en el mismo trabajo, escribe sobre este diseño en forma de piel bovina: "Como motivo ornamental se
encuentra en vasos micénicos, en los tableros de marfil, para juego, de Megiddo, en las pinturas de los palacios asirios y sirios de
Khorsabad, Arslan-Tash, Tel-Barsib, etc., e incluso en lingotes de cobre de la época premonetal que aspiran a reproducir la piel
extendida de un buey" (Kukahn y Blanco, 1959, 42) (...) "no pretendemos en estas líneas defender que los altares
taurodérmicos peninsulares sean una continuidad directa de las representaciones asirias, sino poner de manifiesto que dichas aras
son el reflejo de una idea extendida por el Mediterráneo Oriental, especialmente en Chipre y
Siria, que tiene su reflejo arqueológico en la Asiria de los siglos IX-VI a. C., así como en la cultura escita desde el siglo IV a. C. en
adelante". Pag 9.

(21): Op,. Cit. (17) Al igual que estos dos cilindros-sellos hallados en Ugarit, de Chipre procede una buena muestra de cilindros-
sellos en los que se aprecia la misma forma taurodérmica , de los que la mayor parte son de Enkomi. Las escenas representan la
misma temática que las procedentes de Ugarit pero no muestran escenas con animales, sino otras más simbólicas en todos los casos
que conocemos. (PAG 13) (...) "los huesos hallados en la estancia principal del templo del "dios del lingote": se trata de una serie de
cráneos de bóvidos que no conservan parte del esqueleto en la zona posterior y que dada esta característica ha servido a los
investigadores para otorgarles un uso como máscaras rituales que serían utilizadas por los sacerdotes durante las liturgias" (PAG 15).
(22): Op,. Cit. (17) Pag. 15

(23): OP. Cit. en (6). Pag 11. Literal: "Sin embargo, el análisis cladístico de ese símbolo y de sus réplicas en diversos tipos de
elementos ha demostrado que se trata de un calco fiel de las pieles de toros, que se recortaban con esta forma en el proceso de
curado (Escacena 2006: 131-132); y que, en todo caso, los lingotes también imitaban a las pieles. No hay por tanto una deuda
directa en esta ocasión con el lingote de cobre chipriota. Como mucho, entre estas joyas, los altares y los lingotes existe una
relación de parentesco evolutivo basada en una plesiomorfía, es decir, en el hecho de compartir caracteres primitivos sustentados
en una inspiración ancestral común".

(24): Op. Cit (6) PAG. 12 Literal: "en el Cerro de San Juan, cabezo identificado con la antigua Caura (Coria del Río), han
desenterrado un templo contemporáneo del que hubo en el Carambolo. (...) Se documentó bien un altar del Santuario III, datado en
el siglo VII a.C. en primera instancia (Escacena e Izquierdo 2001). (...) El conjunto, compuesto por las fases A (antigua) y B
(reciente), permite reconstruir con pulcritud cómo se trabajaban los cueros en la época, y demuestra por tanto que ese altar y
otros elementos parecidos, entre ellos los `pectorales´ del Carambolo, imitan precisamente ese elemento animal, la piel de un
bóvido". (...) "(cita 5: 5. Los "cuernos del altar" podrían ser sus esquinas, es decir, los extremos de la piel alusivos a las patas del
animal en el caso de las aras taurodérmicas)".

(25): Op. Cit. (6) Pags. 13 y 14: "De hecho, el altar del Carambolo IV-III representa una modalidad extremadamente
esquemática del mismo símbolo. (...) En ella se representa un pellejo de grandes proporciones que sirve de montura de caballería
(Parrot 1970: fig. 65) (...) Básicamente, la forma y los colores del altar de Caura señalan cómo se curaban las pieles entonces:
regularizados los contornos y reservada un área central que conservaba el pelo de la bestia, se procedía luego a rasurar la periferia,
que mostraba así tono pajizo (Chapa y Mayoral 2007: 76-78) (....) "El de Coria del Río no obedece a un capricho estético de quien lo
levantó sino a un prototipo mental impuesto por el dogma y/o por el objeto copiado. En este caso se trataría del prototipo más
realista por su extremado parecido formal y cromático con las pieles auténticas".
(26): Menciona como ejemplo
en la pag. 12 de Op. cit. (17) "un candelabro de seis mechas con orificio central, de 25 cm de diámetro (nº de inv. 07:1-07/323),
hallado en un depósito en el santuario de Vani (Georgia) en 2007 y fechable en el siglo II a.C." .

(27): El Cortijo del Ahorcado (Baeza, Jaén) estudio de los restos arquitectónicos de época ibérica M. ROSARIO LUCAS PELLICER
ENCARNACIÓN RUANO RUIZ "El Cortijo del Ahorcado (Baeza, Jaén) estudio de los restos arquitectónicos de época ibérica" en Espacio,
Tiempo y Forma, Serie II, H.Antigua; t. I 1988 págs. 79 a103 . Nos dicen:"García y Bellido en su monografía La Arquitectura entre los
Iberos (1945, págs. 93-96), repite sucintamente los datos proporcionados por Mélida y denomina ´cúbico` al capitel encajado en la
columna (el exhi bido en la sala)" pag 80. Sobre los capiteles: "la Cara (a), Limitan los flancos dos líneas paralelas, a modo de
columnillas abultadas, prolongadas en los extremos por sendos apén dices cuadrangulares con dos lados cóncavos (el diseño se
asemeja al denominado de `piel de buey´ o `doble hacha´). pag 84 . Acerca de las columnas que los sujetan y el recinto del
Cortijo del Ahorcado, que: "Columnas rematadas en un tipo de ´capitel de zapata` muy próximo al que estudiamos debieron
utilizarse con cierta frecuencia desde el Minóico Medio. No se conocen ejemplares auténticos sino versiones que atestiguan esta
función de sostén empleando, quizá, elementos de madera: en el llamado `Vaso de los Boxeadores´ de Hagia Triada, Creta
(Handbuch der Architektur, Band I cit. en D. S. Robertson, 1981, pág. 43, fig. 7) se reproduce este modelo de columna muy
semejante a la del Cortijo del Ahorcado pag 88. Relacionándolo con el mundo minoico añaden que: "Otro documento a recordar es
una terracota de Cnossos que muestra una columna con un ´capitel` semejante sobre el que se representaron las cabezas de los
troncos de madera (A. Beltrán, 1949, fig. 162, 11, III)". pag 88

(28): Op. Cit. (27), pag. 89

(29): Op.Cit. (27) Pag. 90

(30): "El esquema concreto de «piel de buey» se paraleliza también con la forma de los lingotes creto-chipriotas, difundidos por el
Mediterráneo. El famoso pectoral del tesoro del Carambolo repite esta silueta, que encontramos a su vez en el pavimento de
guijarros que circundaba el monumento de Pozo Moro (Albacete) (M. Almagro Gorbea, 1978, pág. 232). La forma se documenta
asimismo en joyas ibéricas como la ostentada por una de las esculturas femeninas del Cerro de los Santos (AB-336 según estudio de
E. Ruano, 1987, t. I., pág. 154 notas 25 y 26)" Op.Cit. (27) pag 92

(31): Párrafos de Op. Cit. (27): "El esquema adoptado por las conteras abiertas o cerradas (fig. 2: 10) y la reiteración del motivo en
los nielados de los puñales de tipo Miraveche-Monte Bernorio (B. Griñó, 1983) constatan suficientemente la predilección de la
Meseta por este motivo, repetido en numerosas varian tes en la pintura vascular de Numancia (fig. 2: 7), (J. Romero, 1974 y 1976)
al igual que en las del círculo ibérico de Azaila (J. Cabré, 1944)". pag 93 (...) "Para concluir basta recordar, dentro del área ibérica,
la decoración de la falcata de Almedinilla (fig. 2: 8), (M. E. Cabré, 1934, lám. II y II; G. Nieto y J. Escalera, 1970, fig. 3) y, lo que es
más elocuente, la presencia del mismo motivo en otros fragmentos arquitectónicos: el capitel núm. 2 del Cortijo del Ahorcado (fig.
1: 2) y las piezas inventariadas con los núms. 181 y 183 en el Museo de Cástulo (R. Lucas y E. Ruano, 1989)" pag 93 (...) "Cronología:
Influjos ciprofenicios se rastrean en el capitel núm. 2, posiblemente más contaminados por la corriente púnica que por la jonia, al
menos éso se desprende del análisis del capitel núm. 3 y del gusto por el tema de las columnillas. Ello hace suponer, no sin
reservas, que las columnas coronadas por estos singulares capiteles fueron erigidas con anterioridad al siglo IV antes de nuestra era
o, al menos, en la etapa que precede al dominio bárcida". pag 100
EL CARAMBOLO, LOS SANTUARIOS Y LOS EDIFICIOS TARTÉSSICOS:
Conclusiones a sus mediciones y coordenadas astrales (Parte
LXXXVII: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-.
Publicado por Angel Gómez-Morán Santafé
en TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE (08/10/2013)

ÍNDICE GENERAL: Pulsando la siguiente linea azul se llega a un índice general del blog. En el que se contiene las
más de cien entradas que hasta ahora hemos subido. VER: http://loinvisibleenelarte.blogspot.com.es/2013/03/indice-de-
entradas-con-algunas.html

CON EL PRESENTE ARTÍCULO DAMOS POR FINALIZADA LA SERIE QUE HEMOS SUBTITULADO "EL
FRIGIANISMO EN LA CULTURA IBÉRICA". TRABAJOS QUE SE COMPRENDEN EN DIECIOCHO
ESTUDIOS -DIVULGADOS PREVIAMENTE A ESTE- Y QUE CONCLUíAN CON CINCO ENTRADAS
DEDICADAS AL PROBLEMA FENICIO EN EL TESORO DE EL CARAMBOLO (ver artículos anteriores).

TRAS ELLO, HOY ANALIZAMOS LAS APORTACIONES DE UNA RECIENTE PUBLICACIÓN DE LOS
PROFESORES JOSE LUIS ESCACENA Y DEL ASTROFÍSICO CÉSAR ESTEBAN. INVESTIGADORES QUE
HAN PRESENTADO NUEVAS TEORÍAS ACERCA DE LOS SANTUARIOS Y EDIFICIOS TARTÉSSICOS,
BASÁDOSE EN MEDICIONES Y COORDENADAS SIDERALES.

IMAGEN SUPERIOR: Dibujo imaginario sobre la Precesión de Equinoccios, que hemos trazado sobre uno
de los pectorales originales del Tesoro de El Carambolo (con el fín de explicar -o mostrar- en qué
consiste esa "irregularidad" en la rotación terrestre). En este podemos ver los grados entre los que
gira y cabecea la Tierra, provocando ello que el eje transite formando con su movimento un
"trompo". Dicho giro arrítmico -similar al que una peonza tiene cuando pierde fuerza-, genera la
llamada "precesión de equinoccios". Su razón se halla en que como la vertical de nuestro planeta
toma una inclinación aproximada hacia los 23º, 30´ (23,5º grados, +/- un 5%); resulta que el "trompo"
-o rotación en "bamboleo"- provoca que la inclinación y avance del eje contenga una variación entre
aquellos puntos de cabeceo. De tal manera, sumando o restando este número de grados de
inclinación (23,5º en sentido Norte-Sur, y viceversa), podemos saber cuándo la Tierra enfoca su
Norte hacia un lugar del Cosmos. Puesto que la situación antes descrita obliga a que la vertical del
Mundo varíe; cambiando la orientación de los puntos cardinales (lo que finalmente determina la
situación del Norte en puntos estelares muy distintos). Es decir, que al realizar elipses nuestro planeta
girando, cambia la inclinación y avanza sobre aquella de forma desigual y en vaivén; por lo que
varía la dirección celeste hacia la que el eje de la Tierra "apunta".

Todo lo explicado provoca no solo que la estrella o constelación que marca el Norte sea diferente
cada determinado número de años, sino que también varíe parcialmente lo que vemos en la bóveda
del Universo (observada desde un mismo lugar). Por su parte, el tiempo que la Tierra tarda en
completar ese periodo de nódulos o elipses hasta llegar al mismo punto, es lo que se denomina Año
Platónico. Un ciclo aproximado de 25767 años que marcará la Precesión de Equinoccios, o el lugar del
Cosmos hacia el cual "enfoca y mira" el eje de nuestro planeta.

En la imagen observamos -dibujado por mí sobre el pectoral de El Carambolo-: Primeramente, el Globo


Terráqueo (como un ovoide color rojo). En azul claro, hay dos líneas que lo dividen en su ejes (de
Norte a Sur y de Este a Oeste); siendo estas las que marcan los grados terrestres del 0º (360º) al 180º y
del 90º al 270º. Asimismo, en la parte superior de la imagen, nos encontraremos con un semicírculo
verde, que describe la diferencia de 47º (grados) existente en el cabeceo (entre el +23º, 30´ y el
-23º,30´ -o bien el 66,5º y 336,5º ; en otros valores-). Como hemos visto, durante este tránsito de 25767
años, el Norte del Mundo va "apuntando" hacia diferentes lugares del cielo. De ello hemos deducido que
el fenómeno puede representarse en la forma que hemos dibujado; pintando este Año Platónico y los
puntos en los que en cada periodo se encuentra el eje de la Tierra.

Para su cálculo exacto, bastara con dividir los 25767 años entre dos; y luego, todo ello por los 47 grados
de variación que contiene el "trompo" terrestre. Siendo fácil saber así cuánto se modifica el eje, ya
que lo antes expresado supone calcular: (25767:2) = 12883, 5 años; lo que dividido por 47º, nos dará los
274,113... . Hallando de ese modo el "avance" del "polo", cuyo resultado sería que cada 274 años y unos
42 días, el Norte cambia un grado más. Siendo así, y sabiendo que el eje de la tierra varía en un
grado cada 274 años y 42 días (274,113...), nos será fácil marcar sobre un mapa como el que hemos
dibujado en qué punto está a cada fecha.

Consecuentemente, he trazado lineas en blanco, donde se marca el inicio y final de un Año Platónico
de 25767 anualidades; tanto como la situación de aquel ciclo en determinadas fechas (fijando los
grados +23,5º; +13´5º; 0º; -13,5º; -23,5º). Lo que supone que durante los años 1 y 25767 esté en el
primer punto (+23º); en los años 2741,17 y 23025,83 en el segundo (+13º, 30´); en los años 5482,34
y 20284,66 en el tercero (+3º,30´); llegando a la vertical en los años 6441,75 y 19325,25 (0º). El
resto de anualidades y posiciones son un periodo igual en sentido inverso, entrando el ciclo de Año
Platónico en su segunda fase, que comprende ir y regresar desde la vertical pura, hasta el punto -23º,30´
(todo lo que hemos dibujado de manera inversa, incluyendo las situaciones y años que marcarían el -23,5,
el -13,5º y el -3,5º).

SOBRE ESTAS LÍNEAS: Bronce tartéssico del Periodo Orientalizante, denominado Carriazo -en
memoria de aquel profesor que lo donó y descubrió (agradecemos al Museo Arqueológico de Sevilla nos
permita divulgar la imagen de la pieza, tal como la expone actualmente en sus salas dedicadas a El
Carambolo)- . Representa una Astarté con rasgos muy egipciantes, entre los que destaca no solo la
cara y el peinado a modo de la diosa Hathor ("athórida" o imitando a la vaca sagrada); sino también los
lotos que contiene grabados en el vestido sobre su pecho. Flor acuática del Nilo, que era símbolo de la
fecundidad, de la reencarnación y del éxtasis -por cuanto el loto azul se consumía en infusión como
enteógeno-. Por su parte, las alas de las aves que hay situadas tras la deidad, recuerdan claramente a las
velas de navegación, pero también a los rayos y haces de luz del cosmos.

Finalmente, vemos como la diosa sostiene en sus manos dos triángulos que bien pudieran parecernos
algún artilugio para atrapar los ánades que la rodean; pero que seguramente guardan más bien un
sentido matemático o religioso (unido a la mística del número). Relacionándose estas "asas"
probablemente con el concepto del triángulo en Egipto, que como sabemos era concebido como el
origen del mundo dimensional (al ser la primera figura geométrica, que nace de tres "puntos", iniciando
"el plano"). Un concepto filosófico y científico que generó un dogma matemático en el Nilo y que
relacionaría las deidades con este número sagrado; todo lo que se representaría como: Padre-
madre-hijo (o bien como faraón-reina-príncipe). Algo que llevaría a concebir matemática y religión
unida al mundo real y de la manera que observamos en las pirámides; donde se nos muestra la
importancia de esta figura de tres lados. Forma imprescindible para la agrimensura y la geodesia;
que utilizaban los sacerdotes y los funcionarios de aquel imperio (principalmente para medir las
tierras del Nilo). Quienes anualmente eran mesuradas divididas en parcelas de cultivo por triangulación.
Unos campos que evidentemente estaban poblados de ánades (como los que la diosa en imagen sujeta),
pero que se marcaban por medio de un sistema de triángulos; método que igualmente se utilizaría
para guiarse y calcular altitud y latitud, sirviéndose de las estrellas en el desierto.

Lo antes expresado, igualmente nos recuerda el posible origen de otras figuras tan enigmáticas y
antiguas como la Estrella de David (o Sello de Salomón). Un símbolo pleno de conceptos matemáticos
y religiosos, compuesto por dos triángulos "contrapuestos"; señal que igualmente nacería del misterio
de esta figura de tres lados: El triángulo, con el que se resuelve la circunferencia y que por lo tanto
es el origen de la trigonometría (sistema que sirve para guiarse y conocer la cúpula celeste -lo que es
fundamental en el desierto-). Por todo lo que creemos que seguramente el Sello de Salomón
probablemente se relacionaría con los emblemas que porta la deidad tartéssica en imagen, que
sostiene los dos "equiláteros" sagrados entre sus manos.

Lo que decimos también indicaría que los ánades eran en Tartessos el símbolo de la guia; al igual que
las estrellas lo fueron entre los navegantes y para quienes cruzaban el desierto. Ya que la
orientación ha de buscarse por triangulación en el Espacio; algo que uniría las aves a los astros,
puesto que en la Antigüedad los pescadores y las gentes del mar también se servían de los patos y
de pájaros para trabajar y navegar mejor. Bien usándolos como medio de atrapar peces, o más
comúnmente siguiendo y estudiando el camino que llevaban sus bandadas en las migraciones (con el fin
de averiguar nuevas rutas). Aunque lo más común era llevar aves en el barco, para soltarlas en caso
de perdida del rumbo; averiguando dónde estaba el horizonte simplemente siguiéndolas tras haberlas
liberado -habida cuenta que el pájaro, en alta mar, se eleva y dirige hacia tierra-. De todo expuesto, se
comprende la identificación de las estrellas como guía, junto a los ánades (tal como aparece en el
bronce que observamos, como una Venus-Astarté). Al igual que se entendería el emblema de
triángulos que porta la diva en imagen y que aludiría al método de miras o de estudio de las estrellas
para guiarse.

BAJO ESTAS LÍNEAS: El astrónomo griego Hiparco de Nicea, a mediados del siglo II a.C. descubrió que
el "tránsito" del Norte terrestre y su "enfoque" hacia lugares distintos en el Cosmos (siguiendo un
ciclo de 25767 años). Explicando lo que posteriormente se conocería como Precesión de Equinoccios.
Gracias a ese hecho irregular de la rotación, podemos fechar con cierta exactitud algunos
monumentos antiguos, ya que fueron construidos y orientados señalando a determinados puntos
cardinales -o mirando hacia algún astro-. Por lo que la variación del Norte que marcan esos edificios,
nos facilitaría conocer la fecha en la que fueron levantados y medidos (habida cuenta la modificación de
los Puntos Cardinales desde entonces hasta nuestros días).

Acerca del "Tránsito Equinoccial" y su descubrimiento en épocas antiguas, José Mendoza se manifiesta
del siguiente modo: "La teoría de la Precesión de los Equinoccios encierra unos de los más grandes
misterios de la humanidad. No se puede explicar cómo los antiguos poseían este conocimiento, sin
disponer de los medios astronómicos ni los instrumentos necesarios para descubrirlo. Algunos dicen que
sería un conocimiento constitutivo de la mítica Tradición Esotérica, por lo que los antiguos lo único que
hacían era interpretarlo para comprenderlo y aplicarlo convenientemente a su tiempo. Existen buenas
razones para pensar que Hiparco (que existió en Grecia en el año 128 antes de Jesucristo), a quien se
le atribuye este descubrimiento astronómico, no hace sino redescubrir la Precesión de los
Equinoccios, y que ésta era conocida desde hacía millares de años y servía de base, en los tiempos
arcaicos, para la determinación de largos períodos de la historia" (1).

A) EL ESTUDIO DE LOS PROFESORES ESCACENA Y ESTEBAN (2):

En el epígrafe que comenzamos vamos a analizar un reciente trabajo que vió la luz hace apenas unos
meses, llevado a cabo por los profesores: Jose Luis Escacena Carrasco (arqueólogo descubridor del
templo y altares de Coria del Rio -entre otros-), y el astrofísico César Esteban. El planteamiento de la
obra consiste en tomar medidas y orientaciones de ciertos edificios tartéssicos, aplicando un
sofisticado método de deducción de aquellas, en base a observar las paredes y plantas de los yacimientos.
Trás ello, llegan a unas conclusiones acerca del enfoque sideral de estos restos, calculando los astros a
los que "miran" los templos, aras, o construcciones analizadas. Como decimos, el trabajo en cuestión,
no solo tiene un gran ingenio en su planteamiento, sino que además goza de una enorme complejidad.
Dado que para hallar el lugar hacia el que se orientan las edificaciones tartessias, han de resolver una
gran cantidad de prolegómenos y dudas. Planteándo con diversas formas deductivas las hipótesis más
probables; llegando finalmente a descubrir su posición y orientación más lógica hacia los puntos cardinales
siguiendo -por ejemplo- la linea en la que se dirigen los muretes (o las probabilidades sobre situación de
los vanos, ventanas y puertas).

De tal manera, habiendo tomado -Escacena y Esteban- medidas y coordenadas en algunos de los
yacimientos más relevantes de Tartessos (El Carambolo, Coria del Rio, Saltillo de Carmona, El Oral y
Malaka); obtienen una primera conclusión que les llevará a afirmar que las orientaciones de aquellos
restos tienen una "deriva" hacia el grado 55º; lo que les hace creer que se orientaron hacia
Venus. Expresando esta idea los citados profesores -en la obra que comentamos-, con las siguientes
frases textuales:
"La repetición en varios sitios de elementos con un acimut de alrededor de 55°, medida que no
coincidía con puntos singulares de la órbita de los dos astros principales como solsticios y
lunasticios, nos hizo contar con Venus en el análisis.
En atención al nombre usado para algunos otros grupos de orientaciones astronómicas aludiremos a nuest
ro conjunto con el término de ´familia de 55º´" (3) .

Sobre la cita antes recogida, hemos de añadir que por "familia de 55º" entienden los autores las
situaciones que miran al planeta Venus, habida cuenta que en otros yacimientos (como los
precolombinos) los edificios con un acimut entre los grados 17º al 20º, se consideran observatorios de
este planeta. De tal manera y por los hechos antes descritos, explican Escacena y Esteban que siendo el
punto cardinal 55º una orientación completamente ajena a las coordenadas lunisolares (que han de
mirar al Norte-Sur o Este-Oeste). Se puede concluir que los edificios que estén "enfocados" hacia ese
grado 55º, no solo habrán sido "apuntados" hacia otros astros diferentes a la Luna y el Sol; sino que
además miran a Venus (al que consideran en línea con el acimut 55º). Por cuanto creen los referidos
autores, que esos los yacimientos tartéssicos estudiados estaban consagrados y orientados hacia la
estrella matutina y vespertina. Un Lucero del alba que se identificaría con la Astarté (Ishtar) fenicia;
todo lo que les hace concluir que eran santuarios dedicados a esa deidad.

Por su parte diremos, que el planeta Venus en la Antigüedad era de suma importancia, al ser el astro
guía de los marinos debido a que señala el Este puro al amanecer y el Oeste al anochecer -avisando
con su resplandor de la llegada de la noche, al igual que muestra la aparición inminente del Sol, naciendo
poco antes del alba-. Además, Venus era tenida como el astro de la luz y del amor (o Luxiferus), al ser
considerada por algunos la "amante" del padre Sol. Ya que desparece en el ocaso y "duerme o se
acuesta" con aquel que nos da la luz; mientras que la esposa del "gran progenitor luminoso" (la Luna)
queda sola en el firmamento como guardiana e iluminadora de la noche. Finalmente y tras haberse
internado Venus en el mar durante el anochecer por el Oeste -junto al Sol y para dormir con él-; esta
estrella hace su aparición por el lado opuesto como Lucero del Alba. Un astro que emerge antes que el
mismo rey del firmamento; considerando por ello muchos que la estrella de la mañana era superior en
importancia al propio Sol. Todo lo que hizo creer a algunos que Venus era el propio Luxiferus (Lucifer), una
deidad del mal que pretendía brillar más que el gran dios central del Universo. Aunque para otros
simplemente ese planeta representase la guía, la diosa del amor y de la belleza; una deidad que por su
destacado brillo en el firmamento, llamaba la atención de cuantos la observaban. Siendo el Lucero de la
belleza, que "dormía y despertaba" junto al gran padre y que además guiaba a los marineros -durante
el alba y en el atardecer-.

BAJO ESTAS LÍNEAS: Un gráfico de coordenadas marcando el "azimut" a 55º que corresponde a la
alineación del Templo de "Caura", tal como expresan los autores del estudio que analizamos. Lo
he dibujado sobre uno de los altares tartéssicos ("taurodérmicos"), hallado y analizado por el Prof.
Escacena, en el Cerro de San Juan -Coria del Río, Sevilla-. El ara que vemos en imagen y que hoy se
encuentra en el Museo de Sevilla (tras haber sido restaurada), no solo contiene forma de piel de buey -o
de lingote cretochipriota-; sino que además se supone se elevaba mirando hacia el cielo en una posición
muy específica. Según los investigadores Escacena y Esteban, los santuarios de El Carambolo y Coria
del Rio, debían tener una deriva hacia el grado 55º; por lo que mirarían a Venus (en su lado opuesto
- a180º-). Aunque en la imagen he representado de manera distinta el altar, dibujándolo orientado hacia
el Ocaso y Orto solar (Este-Oeste puros). También hemos marcado aproximadamente y en verde el
grado 55; del que afirma el astrofísico Esteban, es el punto común para observación de Venus en su
situación más meridional.

Como hemos dicho, los citados investigadores concluyeron que el santuario I y el altar del templo III
de Coria del Río, estaban posicionados hacia el ocaso-sur de esta estrella vespertina; aunque la fase
III y IV de ese lugar sagrado miraría hacia el Este-Oeste en solsticios (a juicio de Esteban) . En los
siguientes párrafos, estudiaremos qué problemas nacen al medir coordenadas de edificios o
yacimientos pertenecientes a milenios atrás, habida cuenta el cambio del Norte-Este, del Orto solar
y de las orientaciones en la Cúpula celeste.

Continuado con el análisis del trabajo que tratamos, Escacena y Esteban aclaran que las declinaciones
de Venus no han cambiado desde milenios atrás, y por lo que respecta a este planeta hoy estamos en
la misma posición que hace más de veinticinco siglos. Explicando lo referido del siguiente
modo: "Aclarados, pues, estos extremos referentes a los movimientos, ciclos y posiciones de
Venus, podemos penetrar mejor en la hipótesis que relaciona con este planeta algunas de las
orientaciones registradas en los santuarios hispanos de tiempos protohistóricos. Conviene tener
presente también que la relación estacional de las máximas declinaciones de Venus no ha cambiado
en los últimos milenios, por lo que hoy estamos en la misma situación que en la época estudiada. En el
edificio de Caura, y si atendemos al horizonte oeste, el Santuario I y el altar del Santuario III
parecen estar orientados hacia la puesta de Venus cuando alcanza su posición más meridional sobre la
esfera celeste. Esto suele acontecer, como hemos comentado anteriormente, entre finales de octubre y
principios de noviembre, cuando el planeta se sitúa apenas unos grados al sur de donde se pondrá el Sol
en dicho solsticio. Por el contrario, la fase IV de este templo, y supuestamente también la III,
apuntarían hacia el ocaso solar del solsticio de invierno" (4) .

Siendo así parece que dan como evidente que este azimut 55º que se observa en muchos de los
edificios tartéssicos se debe a que fueran observatorios venusinos que "señalan" hacia la "última
puesta" de ese planeta (lo que se produce sobre el grado 55 en latitudes como las andaluzas).
Consecuentemente, los autores nos dicen que: "Considerando solo la dirección de los ocasos, los
resultados de Caura podrían sugerir una posible evolución de la orientación astral (y quizás del
ritual) en el santuario: centrado en Venus al inicio y en el Sol después. A día de hoy, esta hipótesis
podría confirmarse si se obtuvieran resultados análogos en otros yacimientos similares" (5) .

En lo que se refiere a El Carambolo, Escacena y Esteban creen que por sus coordenadas, más bien se
trataría de un templo de adoración y observación lunisolar; lo que manifiestan con las frases
siguientes (que recogemos de manera literal): "la capilla sur del Carambolo V, que indica la
orientación del santuario original, apunta en dirección este hacia el orto del Sol en el solsticio de
verano" (...) "la estancia A-40, que albergaba el altar taurodérmico y que funciona como capilla sur de
las fases Carambolo IV y III, muestra una orientación consistente con la salida de la Luna en el
lunasticio mayor norte" (6) . Aunque siguen explicando que esta orientación a su vez sirve para medir
ciclos y fases de Venus, tal como afirman al escribir que: "Sin embargo, cuando giramos 180° y
enfilamos el horizonte occidental (...) pasa a ser marginal (ligeramente fuera de los errores),
precisándose mucho más los vínculos con la puesta de Venus ". Aunque en lo que se refiere a la última
fase del santuario del cerro, opinan que contienen un carácter mucho más solar, expresando: "la
disposición del templo Carambolo V demuestra que la búsqueda efectiva y precisa del eje solsticial
era posible y dominada por los constructores" (7).

Acerca de los otros yacimientos turdetanos de épocas cercanas -cuyas coordenadas y orientaciones
también midieron y estudiaron-, Escacena y Esteban, exponen como conclusiones que: "La estructura
carmonense de Saltillo (...) se producen aquí unas condiciones similares a las observadas en algunas
fases de los santuarios de Caura y del Carambolo. Tales situaciones presentarían una relación lunar
hacia el este y venusina hacia el oeste, aunque en Saltillo la precisión es menor y la relación hacia
poniente podría ser también con la Luna" (...) "Por último, la estancia IIIJ1 del poblado del Oral,
relativamente alejado del área nuclear tartéssica en sus aspectos geográficos y cronológicos, tiene la
orientación característica de la ‘familia de 55°" (...) "De certificarse que en otros lugares hay más
edificios religiosos de la `familia de 55°´, grupo relacionable posiblemente más con Venus que con
el Sol, tendríamos el indicador de su dedicación a Astarté" (8) .

De cuanto hemos recogido en los párrafos anteriores, podemos concluir que en estos edificios y
templos tartessios existen claramente unas orientaciones astronómicas y comunes a todos ellos.
Fijación hacia puntos del Universo relacionados con la Luna, el Sol y -sobre todo- con Venus. Una
opinión de los profesores Escacena y Esteban, quienes como hemos visto, describen los templos, restos y
altares de época y área tartéssica, muy relacionados astronómicamente con "El Lucero del
Alba"-. Diciendo de Coria del Rio (Cerro de San Juan, de Caura) que "el Santuario I y el altar del
Santuario III parecen estar orientados hacia la puesta de Venus cuando alcanza su posición más
meridional sobre la esfera celeste (...) Por el contrario, la fase IV de este templo, y supuestamente
también la III, apuntarían hacia el ocaso solar del solsticio de invierno" (...). Sobre El Carambolo
expresan que muy distintamente, "la capilla sur del Carambolo V (...) apunta en dirección este
hacia el orto del Sol en el solsticio de verano" (...) "la estancia A-40, que albergaba el altar
taurodérmico (...) fases Carambolo IV y III, muestra una orientación consistente con la salida de la
Luna en el lunasticio mayor norte (...) la disposición del templo Carambolo V demuestra que la
búsqueda efectiva y precisa del eje solsticial era posible y dominada por los
constructores". Explicando finalmente que el en "Saltillo (...) se producen aquí unas condiciones
similares a las observadas en algunas fases de los santuarios de Caura y del Carambolo (...)
presentarían una relación lunar hacia el este y venusina hacia el oeste (...). Por su parte "el Oral
(...) tiene la orientación característica de la ‘familia de 55°" (...) . Siendo muy de detacar la frase ya
antes recogida, donde dicen que "De certificarse que en otros lugares hay más edificios religiosos de la
`familia de 55°´, grupo relacionable posiblemente más con Venus que con el Sol, tendríamos el indicador
de su dedicación a Astarté".

ARRIBA: De nuevo y esta vez sobre otro pectoral de El Carambolo, hemos trazado un mapa de la
Precesión de equinoccios en los que más claramente vemos los años y el "vaivén" que la Tierra sufre
debido a su deformidad ovoide (lo que la obliga a cabecear, rotando de manera desigual y "en
trompos"). Tal como hemos visto al explicar un dibujo similar al inicio del presente artículo; este
tránsito de giros arrítmicos dura aproximadamente 25767 años. Por lo que hasta completar el ciclo
completo, el "Norte del Mundo" va "apuntando" hacia diferentes lugares del cielo -llegando
finalmente hasta una misma posición-. De ello, si dividimos entre dos los 25767 años que tarda en
realizar este "viaje" y su resultado lo volvemos a dividir por por los 47 grados que recorre (en su ida
y venida); nos será fácil saber que cada 274 años (y unos 42 días) el Norte cambia en su posición un
grado. Así ya vimos en la imagen primera, que durante los años 1 y 25767 estará en el primer punto que
hemos dibujado (+23º); mientras en el 2741,17 y el 23025,83 se situa en el segundo (+13º, 30´). Pasando
a estar en los años 5482,34 y 20284,66, en el punto +3º,30´ (3,5º); llegando a la vertical 0º, en los años
6441,75 y 19325,25.

Por su parte, esta Precesión de Equinoccios igualmente marca las Eras, habida cuenta que mientras la
Tierra recorre ese "tortuoso camino, en el que va trompando", entra en las fases de las doce
Constelaciones que dominan su firmamento (lo que comúnmente se conoce como los Signos del
Zodiaco). Siendo así y como en la antigüedad pensaron cada una de ellas tenía un tamaño
aproximado a 30 grados, se ha de dividir este periodo llamado Año Platónico de 25767 años entre
12; lo que determinará el tiempo que corresponde a cada Era -o "ciclo de constelación"-. Doce
periodos (de Aries a Tauro) que por lo tanto duran unos 2160 años cada uno; ya que este número de
anualidades multiplicadas por 12 nos dará más o menos lo que necesita nuestro planeta en completar el
giro nodular de los equinoccios (que hemos dicho, aproximadamente suman unos 25767 años).

De tal manera, esta última medida llamada Era nace desde las irregularidades y bamboleos que
genera la Tierra en sus giros ovoides (fundamentalmente por atracción de otros astros -por mecánica
celeste lunisolar-); y se compone de 30 ciclos de unos 72 años (aproximadamente), que es lo que
tarda el Sol en llegar a posición similar, pasando cada vez a iluminar una constelación
diferente. Unas fases en las que al rotar la Tierra de forma desigual, se va posicionando el Este (el
Orto del Sol) cada vez más bajo o más alto, hasta derivar en 30º -para de nuevo regresar a su estado
anterior, trascurridos esos 2160 años-. La mencionada irregularidad giratoria, hace que el Sol nazca
cada unos 72 años (aunque son más bien 75,6) un grado más al Sur (o al Norte); lo que conlleva el
hecho de que completado el ciclo de los 30 grados, todo ello resulte una "Era". Periodo que hemos
dicho supone 30 x 72 anualidades, o lo que e lo mismo 2160 años (aproximados) en los que el Sol
habrá completado su "viaje" de ida y vuelta de 30º. Por lo que variando la iluminación del Sol en 30º
grados; resulta que cada 2160 años, el día 21 de marzo (más o menos), la luz solar iluminará una
constelación diferente (ya que aproximadamente miden 30º cada constelación). Siendo así, en el ciclo
anual el Sol habrá iluminado por un mes cada una de ellas, y en este periodo de 2160 años, comenzará el
equinoccio (el 21 de marzo aprx.) dando luz sobre otra constelación (la siguiente), dando de ese modo
paso a los periodos de Aries, Piscis, Acuario etc.. De tal manera a cada Era se la ha asignado un "signo
zodiacal", dado que ese es el tiempo en el que el Sol "enfoca" gradualmente una por una a las
Constelaciones (desde Aries a Tauro).
BAJO ESTAS LÍNEAS: En base a lo anteriormente explicado, vemos que el eje de la Tierra y el lugar que
nos marca el Norte en el cielo, varían también cada 274,2 años en un grado (hasta llegar de nuevo a
un punto igual). Ello supone que entre el punto dónde enfocaba el Norte hace 2742 y dónde hoy lo
hace, hay 10º grados de diferencia. Evidentemente, este es un hecho que en nada modifica las
orientaciones de los edificios de ayer y de hoy; ya que si miran al Norte puro, en nuestros días estarán
dirigidas hacia la Polaris (de la Osa), al igual que 2742 años atrás lo hacían hacia El Draganis (o "cabeza
central" de la Constelación Dragón -que entonces marcaba este cardinal-). Pero además existe una
irregularidad más que es la llamada "oblicuidad de la elíptica" (que también explicamos). Ya los antiguos
se percataron de aquella, tanto que Eudemo de Rhodas en el siglo IV a.C. la calculó en 1/15 de la
circunferencia; cálculo que precisó con mucho más acierto Hiparco de Nicea dos siglos después como
11/18 del semicírculo.

Esta variación de 10º en la visión del Cosmos y del Norte polar, modificados por los 2700 años que
nos separan de los edificios de Tartessos, es un dato a tener en cuenta solo a título de las estrellas
que entonces veían. Por lo demás y en lo que se refiere a las Eras y al Orto del Sol, ya dijimos que varía
en un viaje que "mueve" el alba solar a razón de un grado cada setenta y dos años. Considerándose que a
mediados del siglo XXII dará comienzo una nueva Era, por lo que estaríamos en una "deriva" entre
los grados 0º y el 1º (ya que en el 2160 terminaría la Era de Piscis). Siendo así, sabemos igualmente
que la de Piscis dió comienzo en los mismos tiempos en los que se inicia la Era cristiana (hacia el año
primero); por lo que nos es muy fácil calcular los grados de desigualdad con la época de Tartessos.
Considerando que hacia el año 750 a.C. se producía el Orto Solar en el equinoccio con diez grados de
diferencia (con respecto a la situación de salida de este astro en la Primavera a día de hoy).

Todo lo antes expuesto nos lleva a concluir determinadas ideas acerca de las coordenadas medidas en los
edificios tartessios; habida cuenta que los profesores Escacena y Esteban hablan de un "azimut" a 55
grados. Cadencia o desigualdad con la orientación normal hacia el Orto y el Ocaso solar, que
creemos procede de la anteriormente referida irregularidad que provocan los equinoccios. Un hecho
por el cual ya vimos que cada 72 años el Sol sale un grado más al Norte (o al Sur), hasta completar los 30º
que son el ciclo de una Era. Periodo que al haber comenzado hacia el año 1, nos deja claro que sobre el
720 a.C. tendría una deriva de 10º (+/-) sobre el punto en el que hoy sale el Sol en los solsticios o
equinoccios. Siendo así, creemos que esta familia de 55º de acimut realmente lo que expresa es que
los edificios están orientados perfectamente hacia puntos solares, y más concretamente hacia el
grado 45º. Ya que 45º+10º son los 55º que repetidamente ven los profesores Escacena y Esteban en
las directrices de los yacimientos. Todo lo que indicaría que realmente estarían mirando hacia un
azimut a 45º; o lo que es lo mismo: Orientados perfectamente en coordenadas de entonces.

En la imagen bajo estas líneas, he dibujado en lineas negras y sobre el altar de El Carambolo, las
situación del Este puro hace 2742 años, con 10º de diferencia al nuestro. También en rojo, he
señalado el mismo punto cardinal a día de hoy. En el plano que he hecho sobre el ara tauriforme
se puede observar claramente como lo que actualmente es el azimut 55º, hace 2700 años era el
punto 45º. De ello que cuadre esta orientación con la parte del altar que corresponde a la pata de la
mesa sacrifical que imita la piel de bovino y el resto con las partes principales del animal (cabeza
al Este, rabo al Oeste; laterales al Norte y Sur -o viceversa-). A continuación explicamos y exponemos
qué conclusiones pueden obtenerse al ver que los templos y edificios tartessios contienen esta "deriva" de
55º, que cuadra con la desigualdad habida entre el lugar que marcaba el Sol en siglo VIII a.C. y en la que
hoy se encuentra (a diez grados menos).

B) CONCLUSIONES A LOS ESTUDIOS DE ESCACENA Y ESTEBAN: El acimut 55º hace 2700 años, se
correspondería a uno actual de 45º (orientación N-E puro).

Con la explicación anterior, creemos hemos podido entender bien qué es la precesión, tanto como los
grados de variación en orientación y salida del Sol que este fenónemo modifica. Pese a ello, una
redacción más científica de ese "suceso" astronómico lo podemos leer en palabras de José Mendoza;
experto en el tema y que redacta valiosísimos escritos sobre astronomía en la antigüedad y arqueo-
astronomía religiosa (textos que recomendamos a los interesados y que pueden encontrar liberados en la
red en los links que en la cita (9) ofrecemos. Por su parte, sobre la llamada "oblicuidad de la elíptica" (que
ya Hiparco describe como 11/83 de 1/2 circunferencia), sabemos que a día de hoy disminuye a razón de
0,47´´ por año (de ello que hace dos estuviera el eje terrestre inclinado en 23º.26¨16´´ y un siglo antes
tuviera un valor de 23º,27´´).

Siendo así, el referido José Mendoza nos dice que en el Sol hay un desfase (de 0.0139 grados de arco, o
50.2" de arco); que aun siendo pequeñísimo, resulta acumulativo anualmente. Por lo que cada 72 años
cambia 1 grado, al resultar un total de 30x72= 2160 anualidades; todo lo que genera la Era, que es el
periodo en que este astro vuelve a salir por el mismo lugar. La duración del desfase que se va
acumulando, es de 20 minutos y 20 segundos al año, por la precesión (nutación o bucles que
"bambolean el planeta"). Por todo lo que siempre "el Punto Vernal no cae en el mismo sitio, sino que
hay una variación de 50" de arco, en un desplazamiento en sentido contrario al movimiento zodiacal
acostumbrado, y por lo que se le bautizó: Precesión de los Equinoccios. De este modo, el Punto
Vernal retrogrado un grado de arco en 72 años (50"x72=3,600"=1º); y, considerando que cada
constelación tiene una porción de un círculo de 30º, el Punto Vernal se demorará en recorrerlo 2,160
años (72añosx30º= 2160 años), que es lo que dura una Era Precesional, como promedio".

Por lo tanto -y como podemos ver en las imágenes bajo estas líneas-, el orto del Sol "avanza" treinta
grados cada unos setenta y dos años (75,6 exactamente), algo que supone que cada siglo y medio se
encuentre en una posición con dos grados de diferencia (aproximadamente). Este es un hecho que en
la Antigüedad debió ser un verdadero quebradero de cabeza, puesto que toda civilización que crease
un observatorio orientado perfectamente hacia la luz solar, vió como tres siglos después tal posición
ya había variado cuatro grados (todo lo que haría imposible estudiar las sombras y luces desde el mismo,
a menos que se conociera esa irregularidad). Además, la cúpula del Cosmos tiene un "viaje" semejante;
por lo que de un mismo modo el Norte polar se desplaza lentamente, dejando a cada Era una estrella
muy distinta en el lugar que señala este punto cardinal terrestre. Tanto, que es sobradamente conocido
como en la remota Antigüedad (hasta el siglo V a.C.), se orientaban por la constelación del Dragón, que
se situaba en el polo terrestre; pero al comienzo de nuestra Era comenzó a entrar la Osa en esta posición
Norte -sustituyendo finalmente la llamada Estrella Polar al antiguo Dracanis ("el hipopótamo" entre los del
Nilo-. Estos hechos, como hemos visto, ya fueron observados por los egipcios y posteriormente por
Hiparco; quién claramente describe el movimiento de precesión y el modo en que ello afecta a las
constelaciones y a la observación del Sol. Algo lógico, porque sin considerar esta irregularidad sería
imposible el estudio perfecto del cielo; de lo que las Antiguas civilizaciones si no hubieran tenido en
cuenta la Precesión, siquiera podrían haber heredado los conocimientos astronómicos desde los abuelos a
los nietos (dada la variación que en siglo y medio tiene el firmamento).

La mayor evidencia del conocimiento de la importancia de la Precesión durante la antigüedad nos la


da la Astrología; método antiquísimo de adivinación (fundamentalmente de origen mesopotámico) que
basa todo su sistema en los doce signos del Zodiaco (o Eras). Con ello queda evidente que el hombre
ya conocía el movimiento de precesión y de cambio cada 2160 años (aproximadamente); al menos desde
el tiempo en que crea esa mancia. Puesto que la astrología divide el cielo en doce constelaciones que
lo "dominan"; de lo que se deduce que hace casi cinco mil años -en Mesopotamia (y seguramente también
en Egipto)- ya eran conscientes de un movimiento irregular en el giro del Universo -o de la Tierra-.
"Arritmia cósmica" que provocaba cada setenta y dos años que el Sol modificase en un grado su Orto; tanto
como todo ello era el motivo por el que se desplazaba el enfoque del Norte y que cambiasen los astros en
el cielo estrellado (apareciendo en escena incluso nuevos). Siendo así y por cuanto explicamos, al medir
las orientaciones de los edificios construidos hace miles de años, hemos de fijar las coordenadas de
Solsticio y Equinoccio de la época, algo que he intentado hacer en los dibujos que bajo este párrafo
tenemos.
IMAGEN, ARRIBA: Gráfico sobre uno de los altares tartessios con forma de piel de buey, hallado por el
profesor Escacena en Coria del Rio. Hemos dibujado sobre este ara, las líneas que marcan un Este
puro, dejando ver que ese punto cardinal a día de hoy se encuentra 10º más al Sur. De tal manera, si
el altar que vemos estaba orientado a 55º grados; su acimut pudo ser realmente el de 45º en su
tiempo. Finalmente y en color verde hemos destacado la idea de que como el Sol varía un grado cada
setenta y dos años; en 2736 años, se habría modificado ya su punto de referencia en 38º.
.
ABAJO: Para comprender la importancia y la variación que suponen los movimientos de precesión
equinoccial, hemos representado de forma muy gráfica cómo cambiaría el orto del Sol, si su
modificación fuera lineal. Así vemos que partiendo del año 1 a 0º (Ecuador), si el Sol no resgresara
al Ecuador, en tan solo 2160 años el astro saldría ya por el paralelo 30º (es decir, a la Altura del
Norte de África). Otros 2160 años le llevarían a un Orto a la altura del grado 60º; y finalmente, tras una
Era más se situaría en el Polo Norte (90º).
D) FINAL:

Bajo estas líneas tenemos unas imágenes que nos pueden hacer comprender no solo el movimiento de
precesión, sinó igualmente los grados en que se modifica el Orto del Sol en cada momento
histórico. Siendo así y partiendo de fechar la Era al comienzo de la cristiana (sobre nuestro año 1),
veremos en el dibujo bajo este párrafo el avance y situación en grados de la salida del Sol durante este
periodo de tiempo de 2160 años (aproximados). Siendo su situación la siguiente:

AÑOS 1 y 2160, en 7,5º (Norte) // AÑOS 108 y 2052, en 6º (Norte) //

AÑOS 216 y 1944, en 4,45º (Norte) // AÑOS 324 y 1836, en 3º (Norte) //

AÑOS 432 y 1728, en 1,5º (Norte) // AÑOS 540 y 1620, en 0º (Ecuador) //

AÑOS 648 y 1512, en 1,5º (Sur) // AÑOS 756 y 1404, en 3º (Sur) //

AÑOS 864 y 1296, en 4,5º (Sur) // AÑOS 972 y 1188, en 6º (Sur) //

AÑOS 1080 7,5º (Sur) y regreso //


Una vez vista la imagen anterior, nos sera fácil situar la diferencia entre el lugar del Orto en épocas de
Tartessos y en las nuestras. Para ese fin, hemos realizado un gráfico que abajo podemos ver y en el
que se observa claramente como existe un desfase de diez grados entre la salida del Sol a día de hoy y
la de veintiocho siglos antes. De ello y como la aproximación a los acimuts que los profesores Escacena
y Esteban daban en su estudio era de +/- 1º (un grado Norte o Sur, de error posible). Hemos de
considerar que las fechas de esos santuarios y edificios de Tartessos oscilarían entre el 850 y el 750
a.C. (momento en el que su actual acimut 55º, estaría orientado a 45º; es decir al N-E puro) .

Todo cuanto decimos encaja perfectamente con las cronologías que expresan los profesores Escacena
y Esteban en el mencionado estudio, al decirnos sobre el templo de el Carambolo que: : "Un dato
polémico para cerrar este apartado descriptivo es el concerniente a las cronologías otorgadas a esta fase
del edificio, pues mientras que la cronología relativa fecha este nivel habitacional entre finales del
siglo VIII y principios del VII a. C., la cronología absoluta lo hace entre el 830/810 a. C. (fecha ante
quem de la fase V) y el 791 a. C. (fecha post quem de la fase III (Fernández y rodríguez 2007: 125);
por su parte, el altar de la fase III, también encontrado en la estancia a-40 y superpuesto a aquel,
fue nuevamente construido en el pavimento" (...) "Para esta fase, los autores le asignan una
cronología relativa aproximada en torno a la primera mitad del siglo VII a. C., mientras que
mediante datación absoluta el arco cronológico calibrado es de 791-506 a. C" (10) .

Por cuanto concluimos que creemos personalmente la orientación 55º grados que se observa en muchos
de los edificios tartéssicos, ha de corregirse o entenderse como 45º; un acimut que sin duda nos habla
de cultos solares y estelares que señalan a Noroeste puro. Cardinal que durante el día serviría para
estudiar y venerar al astro rey; pero que era de gran importancia durante la noche. Debido a que esos
45 grados "apuntan" hacia el firmamento en el lugar donde se hallan las estrellas circumpolares.
Siendo aquellas las constelaciones y astros que se ven durante todo el año y que no desaparecen
nunca (al menos hasta llegar el alba, en que dejan de lucir); porque al estar situadas en el eje terrestre,
nada las oculta en el cielo. Por este motivo entre los antiguos fueron dichas estrellas (hoy denominadas
circumpolares) veneradísimas; tanto que en Egipto eran el símbolo de la resurección. Ya que al no
desaparecer del firmamento, se llamaban y consideraban los astros eternos o
inmortales (encontrándose entre ellas el Dragón, que entonces fijaba el Norte, tanto como otras a la que
hoy también damos gran relevancia -tales como las Osas-).

Siendo así, creo que la orientación de los edificios y templos de tartessos estaría relacionada con este
grupo estelar, que se consideraba el símbolo de la vida eterna en Egipto (y en muchas otras
civilizaciones influidas por el Nilo). Un acimut 45º de suma importancia para las gentes del mar (tanto
como para las del desierto), puesto que "enfoca" hacia el centro de aquellas estrellas que giran en el
eje de la tierra y donde se halla el Norte puro. Por lo que todo aquel que comprendíera y estudiara
antiguamente ese grupo de astros que no se esconden (y rotan durante toda la noche), se podría guiar;
habida cuenta que en el medio de las circumpolares se encuentra siempre el lugar que marca el
polo (sea cual sea la estrella que allí esté en cada Era o tiempo).
SOBRE ESTAS LÍNEAS: Ultimo gráfico en el que podemos ver ya claramente la diferencia del Orto solar
en el siglo VIII y a.C., frente al de hoy. Hemos marcado los grados de variación por la precesión,
viéndose que entre nuestros días y el siglo IX y VIII a.C. existiría un "desarreglo" de unos diez grados.
Ello nos "obligaría a traducir" un acimut 55º por su equivalente actual = 45º; es decir, una
orientación mirando al eje circumpolar.

BAJO ESTAS LÍNEAS: Grabado del siglo XIX del llamado Zodiaco de Dendera ("calendario mágico" en
piedra egipcio, fechado hacia el siglo 50 a.C. y propiedad del Luovre). En esta escena zodiacal
egipcia vemos los días del año girando y rotando sobre el firmamento y en su centro las doce
constelaciones (o signos). En mitad de este se situarían las estrellas llamadas inmortales entre los
egipcios, entre las que destacan en el grabado las constelaciones de las Osas (representadas por la
pata del Buey, denominada Mesejtyu -Osa Mayor-) y del Dragón (que creo corresponde con Isis Dyamut y
se representaba con un monstruo en forma de hipopótamo o cocodrilo -ver-). Tanta era la importancia
que daban los egipcios a las estrellas circumpolares, que en Los Textos de las Pirámides se repite el
deseo de que los faraones han de convertirse en uno de estos astros inmortales. Unas estrellas
"imperecederas" hacia las que están orientadas las pirámides más importantes -según han
demostrado las últimas investigaciones de arqueoastronomía-.

CITAS:
(1): Astrología Religiosa (página 2) ;José Mendoza: http://www.monografias.com/trabajos73/astrologia-religiosa/astrologia-
religiosa2.shtml#ixzz2h5pgSDIj y http://www.monografias.com/trabajos73/astrologia-religiosa/astrologia-religiosa2.shtml#ixzz2h5pINeiM

(2): César Esteban y José Luis Escacena Carrasco : Arqueología del cielo. Orientaciones astronómicas en
edificios protohistóricos del sur de la Península Ibérica -TRABAJOS DE PREHISTORIA 70, N.º 1, enero-junio 2013, pp 114-139 (/ISSN:
0082-5638 doi: 10.3989/tp.2013.12105)-

(3): Op. Cit (2) pag. 130.


(4): Op. Cit (2) pag. 132.
(5): Op. Cit (2) pag. 132.
(6): Op. Cit (2) pag. 132.
(7): Op. Cit (2) pags. 132 y 133.
(8): Op. Cit (2) pags. 133 y 135.

(9): http://www.monografias.com/trabajos73/astrologia-religiosa/astrologia-religiosa2.shtml#ixzz2h5pgSDIj y http://www.monografias.


com/trabajos73/astrologia-religiosa/astrologia-religiosa2.shtml#ixzz2h5pINeiM y en http://www.monografias.com/trabajos73/astrologia-
religiosa/astrologia-religiosa2.shtml#ixzz2h5pINeiMINDICE EXPLICATIVO DE CAPÍTULOS
EN ESTE PDF
TARTESSOS Y LO INVISIBLE EN EL ARTE
(10): Op. Cit (2) pag. 142. (artículos número: 117º, 118º, 119º)
Pag. 1 ......... EL CARAMBOLO, SUS ETAPAS, Y LA SAGRADA "PIEL DE TORO" (altares, pectorales y recintos tauromorfos) -Parte cuarta de: "E problema fenicio en las joyas de El
Carambolo"- -Capítulo 17º de "El frigianismo en la Cultura Ibérica" (Parte LXXXVI: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-. ) Parte cuarta de: "El problema
fenicio en las joyas de El Carambolo". -Capítulo 17º de "El frigianismo en la Cultura Ibérica" (Parte LXXXVI: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-. Presentamos en
esta entrada la teoría de que el toro era totem sagrado desde la más remota antigüedad por ser utilizado para la defensa, así como símbolo de riqueza por su valor económico (en
carne y cuero). Ello identificaría el bovino con la pecunia y con los metales; pasando del ponderal de mercado "cabeza de ganado" al de lingote; pieza de metal al que se dió esta
formavacuna. Se manera increible, un igual diseño tenía Iberia (en forma piel de toro) lo que haría creer a los antiguos que mágicamente la Península guardaba esa línea por ser
tierra rica en metales.
Pag. 13 ......... EL CARAMBOLO, SUS ETAPAS, Y LA SAGRADA "PIEL DE TORO" (altares, pectorales y recintos tauromorfos) -CONTINUACIÓN-. Parte cuarta de: "El problema fenicio
en las joyas de El Carambolo".-Capítulo 17º de "El frigianismo en la Cultura Ibérica" (Parte LXXXVI: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo"). Estudiamos ya aquí el
significado y origen de esta forma en pellejo de buey, tanto como su permanencia a lo largo de la Historia (analizamos en profundidad los estudios de profesores como Jose Luis
Escacena).
Pag. 45 ....... EL CARAMBOLO, LOS SANTUARIOS Y LOS EDIFICIOS TARTÉSSICOS: Conclusiones a sus mediciones y coordenadas astrales (Parte LXXXVII: "Los bueyes de Gerión en
el tesoro de El Carambolo")-. Conclusiones a sus mediciones y coordenadas astrales (Parte LXXXVII: "Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo")-. En esta entrada
analizamos el trabajo de Escacena y de Esteban en los que tomando las coordenadas de los edificios y templos de Tartessos, encontraron una orientación hacia el grado 55º
(considerando ellos que miraban hacia Venus en su orto final, sito al lado opuesto -a 180º grados del 55º-). Pero concuimos nosotros que la posición del cielo hace unos 2700 años

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