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13/8/2021 La responsabilidad de garajes y playas de estacionamiento en el Código Civil y Comercial(*)

Título: La responsabilidad de garajes y playas de estacionamiento en el Código Civil y


Comercial(*)
Autor: Krieger, Walter F.
País: Argentina
Publicación: El Derecho - Diario, Tomo 275
Fecha: 28-11-2017 Cita Digital: ED-DCCLXXVII-22

Sumarios

I. Introducción. – II. El contrato de garaje. – III. Los supuestos de responsabilidad. – IV. La responsabilidad por
los bienes dejados en el vehículo. La extensión de la responsabilidad desde la mirada de la “previsibilidad
contractual”. – V. Eximentes de responsabilidad. – VI. Cláusulas de eximición de responsabilidad. Deber de
información. – VII. Conclusiones.

La responsabilidad de garajes y playas de estacionamiento en el Código Civil y Comercial(*)

Introducción

Durante muchos años, el contrato de garaje fue regulado por la doctrina y la jurisprudencia, siendo calificado
como de “tipicidad social” en función de lo corriente de dicho contrato; aunque nunca fue objeto de una
regulación específica, más allá de la influencia que la Ley de Defensa del Consumidor tenía sobre este.

Ha sido esta “tipicidad social”, justamente, la que permitió la construcción de pautas doctrinarias y
jurisprudenciales que fueron delineando las obligaciones emergentes del contrato.

Sin embargo, a partir de la sanción del Código Civil y Comercial (CCyCN), se ha generado una serie de normas
en el marco del “depósito necesario” que se ocupan del tema, de modo que resulta interesante ahondar en su
regulación.

II

El contrato de garaje

El contrato de garaje es aquel por el cual un sujeto deja en custodia un vehículo por un período de tiempo
determinado, pudiendo ser oneroso o gratuito. Si es gratuito, por lo general, será accesorio de otro contrato
oneroso como lo es el de shopping center, expendio de comidas rápidas, hotelería, etc.

No debe confundirse el contrato de garaje con el de la locación de un espacio “guardacoches” –el que se
regirá por las normas de la locación– ni con el estacionamiento medido en la vía pública, que se regirá por las
normas del derecho público.

La nota distintiva con la locación de un “espacio guardacoches” se encuentra dada por la periodicidad del ‐­
pago –suele ser mensual, en la locación–, por la posibilidad del dueño del vehículo de ingresar y salir cuando
quiera.

Cabe aclarar que en materia de locaciones el art. 1199 del CCyCN ha excluido, en el inc. c), a los espacios
para guarda de cosas muebles del plazo mínimo legal que impone el art. 1198.

En efecto, el legislador ha dejado librada a la autonomía de la voluntad de las partes la determinación de la


duración del contrato para la guarda de cosas muebles(1).

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Sin embargo, debemos señalar que la principal diferencia radica en que, en el contrato de garaje, prima la
existencia de una actividad comercial, con la posibilidad de pagos por hora, por estadía o por mes; pudiendo,
además, el contrato de garaje funcionar como un contrato accesorio al de hotelería, del expendio de comidas
rápidas, etc.

Señala en este sentido Lorenzetti(2) que el contrato de garaje es más complejo que los casos de locación de
espacio guardacoches, ya que el primero contempla el uso y goce del espacio para el vehículo, su custodia y
los servicios adicionales que pudiere haber (por ej., el lavado del automóvil).

A su vez, la distinción entre contratos de garaje onerosos y gratuitos tendrá, desde el punto de vista
normativo –como veremos más adelante–, una particular influencia a la hora de medir la extensión de la
responsabilidad del prestador del servicio de garaje.

Es que, en efecto, el contrato de garaje ha sido regulado a partir de considerarlo un supuesto de “depósito
necesario”, partiendo del caso en que el vehículo se introduce en un hotel y expandiendo dicha figura a los
demás supuestos del contrato de garaje (arts. 1370, inc. b], y 1375, CCyCN).

De este modo, veremos cómo juegan las normas de los arts. 1370 a 1375 del CCyCN a los fines de sistematizar
la responsabilidad de los garajistas, sin olvidar que, en los supuestos en los que el prestador del servicio lo
haga en forma profesional con destino final para el usuario, deberá complementarse, además, con la
responsabilidad regulada en las normas de la Ley de Defensa del Consumidor(3).

III

Los supuestos de responsabilidad

Señala el art. 1370, inc. b), del CCyCN que el hotelero responde por “el vehículo guardado en el
establecimiento, en garajes u otros lugares adecuados puestos a disposición del viajero por el hotelero”.

Asimismo, el art. 1375 en su primer párrafo (del segundo nos ocuparemos luego) señala: “Las disposiciones de
esta sección se aplican a los hospitales, sanatorios, casas de salud y deporte, restaurantes, garajes, lugares y
playas de estacionamiento y otros establecimientos similares que prestan sus servicios a título oneroso”.

Una interpretación literal de la norma citada con el texto de los arts. 1371 a 1374 del CCyCN nos lleva a
concluir que la remisión a la que hace referencia el art. 1375 del CCyCN no lo es solo a los fines de la
regulación de la custodia de los vehículos, sino que lo es de todos los bienes introducidos por los usuarios a los
establecimientos enumerados; considerándose en dichos casos un “depósito necesario”(4).

Ahora bien, esta conclusión implica, aunque sea redundante, señalar que, en la cuestión atinente a la custodia
de vehículos, se aplican también las normas de los arts. 1372 a 1375 del CCyCN, y se incorporan, en
consecuencia, nuevos deberes de conductas de las partes, particularmente en los supuestos en los casos en los
que los contratos de garaje se celebran a título gratuito.

Así, no caben dudas de que la responsabilidad del prestador del servicio de garaje es, en primer término, una
“obligación de resultado”, debiendo responder por la integridad de los bienes dejados en custodia (sean
automóviles, motocicletas o bicicletas), siendo además esta responsabilidad agravada, puesto que no podrá
eximirse por el accionar de terceros(5).

Por otro lado, y tal como venimos anticipando, el legislador ha generado una clara división entre el contrato
de garaje “gratuito” o como derivado de un “depósito necesario” para un contrato principal, como puede ser
el de hotelería o el de los demás supuestos enunciados en el art. 1375, párr. 1º; y los casos en que los
contratos de garaje se constituyen a título oneroso.

Esta distinción que venimos señalando surge en forma expresa del párr. 2º del art. 1375 que señala: “La
eximente prevista en la última frase del art. 1371 del CCyCN, no rige para los garajes, lugares y playas de
estacionamiento que prestan sus servicios a título oneroso”.

Parecería ser, entonces, que la diferencia principal entre la gratuidad y la onerosidad en el contrato de
garaje, estaría dada por la extensión en el deber de reparar; de modo que, si el contrato es oneroso, el titular
del garaje responde por los bienes que se encontraban dentro del vehículo, mientras que, si es gratuito, está
eximido de dicha responsabilidad.

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Esta primera aproximación al texto legal parece ser clara, aunque veremos que estas determinaciones
categóricas no siempre podrán ser concluyentes al analizar los alcances del deber de reparar.

IV

La responsabilidad por los bienes dejados

en el vehículo. La extensión de la responsabilidad d


­ esde la mirada de la “previsibilidad contractual”

El texto del párr. 2º del art. 1375 del CCyCN es claro: si el contrato de garaje es accesorio y gratuito, el
prestador del servicio está excluido de la responsabilidad por las cosas dejadas en los vehículos (art. 1371,
párr. 2º); en tanto, si el contrato es oneroso, dice la norma, no se aplica la mencionada eximente y, por lo
tanto, la responsabilidad incluye los bienes dejados en el automotor.

Frente a esta conclusión categórica, corresponde realizarse dos preguntas: ¿es válida esta limitación a la
responsabilidad en los contratos de garaje gratuito, sobre todo cuando se tratan de contratos accesorios a
contratos de consumo?; en los supuestos de contratos onerosos, ¿esta responsabilidad es ilimitada?

La respuesta a ambas preguntas puede encontrarse en la teoría de la “previsibilidad contractual” que el


legislador introdujo en el art. 1728 del CCyCN.

Para entender la cuestión, debemos señalar en primer término que entendemos que las respuestas a ambas
preguntas, analizadas desde las visiones de extremo, nos llevarían a soluciones injustas: si sostenemos la
irresponsabilidad absoluta por los bienes dejados en los vehículos a título gratuito, chocaríamos contra el
derecho a la reparación integral, y si se trata de un contrato de consumo, contra la función tuitiva del
derecho del consumidor.

A su vez, si entendemos que la responsabilidad del prestador del servicio de garaje es absoluta, estamos
excediendo la previsión del riesgo que tiene para su negocio.

De este modo, podemos ir delineando ya algunas respuestas; por un lado, la limitación normativa del último
párrafo del art. 1731(6) debería ser inaplicable en los contratos gratuitos, puesto que vulnera sendos derechos
constitucionales de los consumidores, como ser el derecho a la seguridad en las relaciones de consumo (art.
42, CN); mientras que, por otro lado, la responsabilidad del garajista en modo alguno puede ser “infinita” por
los bienes dejados en el vehículo.

Esta afirmación comienza a tomar sustancia al analizar el texto del art. 1728 del CCyCN que dice: “En los
contratos se responde por las consecuencias que las partes previeron o debieron haber previsto al momento de
su celebración”.

Explica Alferillo(7) que “cuando se celebra un contrato las partes adoptan las previsiones que plasman en las
cláusulas…”, y sobre aquellas previsiones han de responder en caso de incumplimiento; aunque a esta
definición también se le ha de agregar que la norma extiende la responsabilidad a las consecuencias que
debieron haberse previsto en razón de la naturaleza del contrato, aun cuando no se hayan escrito en este.

La previsibilidad contractual, podemos decir, es un derivado del principio general de la buena fe; dado que, al
abarcar “aquello que las partes debieron haber previsto”, reconoce la existencia de una creencia, de una
expectativa, en el contrato, cuya defraudación genera responsabilidad.

Dicho esto, entendemos que en ambos supuestos de contrato de garaje, tanto oneroso como gratuito, quien
presta el servicio puede, o mejor dicho, debe prever que hay determinados bienes que serán introducidos al
estacionamiento y que, por lo tanto, su exclusión en el deber de reparar no encuentra justificación alguna; ¿o
acaso no puede prever, por ejemplo, que quien deja su auto en un hotel o en una playa de estacionamiento de
una casa de comidas rápidas, tiene dentro del vehículo, cuya custodia se asume, ciertos bienes personales
razonables como una computadora personal, un teléfono celular o algunas sumas menores de dinero?

Y otra pregunta, ¿cuál es la razón que justifique que, si al pasajero le sustraen su computadora o su teléfono
celular, por caso, de la habitación, exista una responsabilidad clara del hotelero, pero, si la sustracción se
produce del vehículo estacionado en el lugar provisto por el mismo hotelero, ahí ya no existe responsabilidad?

Claramente, la norma del art. 1375 del CCyCN realiza una distinción de supuestos que no encuentra
justificativo alguno, y más aún, si se aplica al caso la noción de “igualdad ante la Ley” que la Corte Suprema
empleó en el fallo “Aquino”(8), dicha diferenciación hasta resulta contraria a dicho principio, ya que, sobre
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todo en los casos de contratos de consumo, se cercena el derecho a la obtención de una reparación plena,
cuando existen sendos plexos constitucionales y normativos que tienden a la obtención de esta.

Ahora bien, si la aplicación de la teoría de la “previsibilidad contractual” nos permite concluir que existe
responsabilidad por los bienes dejados en los vehículos aun cuando el contrato de garaje sea gratuito, la
misma teoría nos permite limitar la extensión de la responsabilidad en los contratos onerosos.

En efecto, el garajista, aun cuando se encuentre realizando una actividad profesional prestando el servicio de
garaje, se encuentra con cuestiones que no puede prever, y por las cuales, en consecuencia, no deberá
responder.

Una explicación bien clara de los alcances de la noción de “previsibilidad contractual”, aplicada al contrato
de garaje, la podemos encontrar en el fallo “F. de A., S. del C. c. Playa Zapata 172 y otros”(9), de la Cámara
1ª de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributario de Mendoza.

La Cámara arrojó en esta oportunidad dos definiciones interesantes. Primeramente dijo: “El garajista
demandado debe ser eximido de responder por la desaparición de un maletín con dinero que supuestamente
se encontraba en el interior del vehículo que el actor había dejado estacionado en la playa de
estacionamiento pues, tratándose de una cosa que regularmente no es dejada dentro de un automóvil, la
mínima prudencia exigía al propietario comunicar al custodio que, en el vehículo que dejaba abierto y con las
llaves puestas, había una suma de dinero”; para luego afirmar: “El deber de seguridad implícito en la relación
de consumo, no alcanza para extender los límites de la responsabilidad al garajista por el maletín con dinero
que habría desaparecido del interior del automóvil que el actor estacionó en el garaje del demandado, en
tanto lo previsible en este tipo de casos, es eventualmente el robo o hurto del automotor pero no de una suma
de dinero guardada en su interior”.

Así, aun cuando la sentencia es de fecha anterior a la entrada en vigencia del CCyCN, puede observarse como,
valiéndose de la teoría de la “previsibilidad contractual”, se construye una solución razonable y un límite a la
extensión de la responsabilidad, ya que no resulta equitativo imponer un deber de reparar las consecuencias
de un contrato que no pudieron ser previstas por las partes (art. 1728, CCyCN).

A contrario sensu, y volviendo así sobre la limitación de la responsabilidad, podemos entender que es
irrazonable; sin embargo, mientras la extensión del deber de reparar pesa sobre las consecuencias previsibles
del contrato, no se observan razones para formular otro tipo de distinciones.

Más aún, el plexo legal aplicable permite pasar de lo “imprevisible” a lo “previsible”, dejando sobre el
prestador del servicio la facultad de querer contratar o de rehusar la guarda de los bienes de valor, y en
consecuencia, asumir –o no– el riesgo por la guarda de estos.

Es que, al señalar el art. 1375 del CCyCN que “las normas de esta sección se aplican a los hospitales,
sanatorios, casas de salud y deporte, restaurantes, garajes, lugares y playas de estacionamiento y otros
establecimientos similares que prestan sus servicios a título oneroso”, no solo refiere al texto de los arts. 1370
y 1371, sino que lo hace también en relación con los deberes de conducta a cargo del usuario que establece el
art. 1372 y la negativa a asumir la guarda que refiere el art. 1373 del mismo plexo.

En efecto, si el dueño del vehículo deja dentro de este bienes de valor que exceden lo que normalmente
puede tener un vehículo (por ejemplo, una valija con dinero como en el caso citado), el garajista asumirá la
responsabilidad sobre dichos bienes si es informado adecuadamente sobre su existencia y si no rehúsa la
contratación (art. 1373, CCyCN).

Así, al tomar conocimiento de la existencia de los bienes dejados en el vehículo y aceptar su guarda, ya sea a
título gratuito u oneroso, torna en “previsible” lo que hasta ese momento no lo era y, por lo tanto, queda
alcanzado por el deber de reparar que impone el art. 1728 del CCyCN.

Eximentes de responsabilidad

Hemos señalado que la responsabilidad del garajista es consecuencia de un deber de resultado y que solo
debería encontrar limitaciones respecto de los bienes dejados en el vehículo en la medida en que la existencia
de estos no haya podido ser prevista por el prestador del servicio.

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Asimismo, compartiendo la postura de Pandiella(10), hemos referido a que la responsabilidad es agravada,


puesto que no permite el hecho de un tercero como eximente de responsabilidad.

Esta afirmación se sustenta en el texto del art. 1371 del CCyCN, que establece las eximentes de
responsabilidad en los supuestos de “depósito necesario” aplicables al garajista; sosteniendo la norma que la
única eximente de responsabilidad es la “causa ajena” a la actividad hotelera.

Este concepto de “causa ajena” comprende, entonces, además del “caso fortuito o fuerza mayor”, los daños
sufridos por culpa del depositante o de sus dependientes(11).

Así, queda excluido el hecho del tercero como causal de eximente de responsabilidad, modificándose lo que
establecía el anterior art. 2236 del cód. civil, que permitía la exclusión de la responsabilidad por robo cuando
este se hubiere producido con escalamiento o con el uso de armas.

Esta modificación, entendemos, se encuentra debidamente sustentada en los acontecimientos diarios y en las
expectativas del usuario que deja su auto en un garaje; la principal finalidad del contrato es justamente el
resguardo del vehículo.

Asimismo, la posibilidad de un robo, aun con armas, es una posibilidad que debe ser previsible por el garajista
en los términos del art. 1728 del CCyCN y, por lo tanto, integra la parte medular de los riesgos que este
asume.

Por otro lado, un argumento en contrario que permita al garajista eximirse de la responsabilidad por robo –aun
con armas o con escalamiento como establecía el Código Civil– vacía de sentido el contrato de garaje, pues
¿cuál sería la diferencia para el usuario entre dejar su auto en un garaje o en la calle?

Cabe señalar, además, que la carga de la “causa ajena” siempre estará a cargo del garajista, puesto que, por
imperio del art. 1734 del CCyCN, la carga de la prueba de las eximentes de responsabilidad recae sobre quien
las alega.

VI

Cláusulas de eximición de responsabilidad. D


­ eber de información

Tal como hemos señalado al principio, el régimen de las obligaciones emergentes del contrato de garaje se
encuentra atravesado, además, por la Ley de Defensa del Consumidor 24.240.

Así, las cláusulas que pretendan limitar la responsabilidad, más allá de lo establecido en el art. 1371 y de la
discusión propuesta respecto de los bienes de valor existentes en el interior del vehículo, serán nulas por
imperio de los arts. 37 de la LDC y 1374 del CCyCN.

Considerando, entonces, el contenido de estas normas, las indicaciones que normalmente se observan en las
playas de estacionamiento y garajes que rezan que “el establecimiento no se hace responsable por los daños a
los vehículos” no solo resultan inoponibles al usuario en caso de daño, sino que además exponen al
establecimiento a la imposición de sanciones administrativas por infracción al deber de información (art. 4º,
LDC).

VII

Conclusiones

Luego de lo que hemos desarrollado hasta aquí, podemos afirmar que el contrato de garaje ha dejado de ser
un contrato “innominado” y “atípico”; el art. 1375 del CCyCN, al declarar que le son aplicables las normas del
depósito necesario, ha generado un marco regulador del contrato.

Asimismo, queda en claro que la responsabilidad del garajista es objetiva, quedando en cabeza de este la
demostración de la existencia de las eximentes que constituyan una “causa ajena” a la actividad para romper
la relación de causalidad, si se entiende que la única limitación respecto de los bienes dejados dentro de los
vehículos, ya sea en los estacionamientos pagos como en los gratuitos, es la de la previsibilidad de la
existencia de estos con sujeción al texto del art. 1728 del CCyCN.

VOCES: DERECHO CIVIL - CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL - RESPONSABILIDAD CIVIL - CONTRATOS - DAÑO - DAÑOS
Y PERJUICIOS - AUTOMOTORES
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(*) Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes trabajos publicados en El Derecho: El robo de
un vehículo de la playa de estacionamiento de un supermercado, la figura del depósito necesario, y el análisis
de otras situaciones parecidas, por Jorge A. Mazzinghi, ED, 188-492; Responsabilidad empresaria: shopping
centers y supermercados. Estacionamiento gratuito. Cláusulas exonerativas de la responsabilidad: ineficacia,
por Mauricio Boretto, ED, 190-915; La regla de la previsibilidad contractual en el nuevo Código Civil y
Comercial, por Eduardo C. Méndez Sierra, ED, 264-849; La nueva dimensión de la responsabilidad
precontractual. Aparición, apogeo y crepúsculo de la teoría de von Ihering, por Miguel Eduardo Rubín, ED, 266-
919; La Prevención en el derecho de daños, por Valeria Moreno, ED, 272-447; Prevención de daños y
solidaridad, por Silvia Marrama, ED, 272-228; Apuntes en torno a las medidas mitigadoras en el Código Civil y
Comercial argentino, con especial atención a la responsabilidad civil por incumplimiento contractual, por
Daniel M. Ugarte Mostajo, ED, diario nº 14.295 del 26-10-17. Todos los artículos citados pueden consultarse en
www.elderecho.com.ar.
(1) Krieger, Walter F., en Código Civil y Comercial de la Nación, Comentado, anotado y concordado, Lidia M.
R. Garrido Cordobera, Alejandro Borda y Pascual Alferillo (dirs.), Walter F. Krieger (coord.), Buenos Aires,
Astrea, 2017, t. 2, pág. 479.
(2) Lorenzetti, Ricardo L., Tratado de los contratos, Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2006, t. III, pág. 690.
(3) Ídem.
(4) Lombardi, Graciela, en Código Civil y Comercial de la Nación, Comentado, anotado y concordado, Marisa
Herrera, Gustavo Caramelo, Sebastián Picasso (dirs.), Federico Carestía (coord.), Buenos Aires, Infojus, 2015,
t. IV, pág. 94.
(5) Pandiella, Juan C., en Código Civil y Comercial de la Nación, Comentado…, cit., t. 2, pág. 650.
(6) El art. 1731 del CCyCN establece: "El hotelero no responde si los daños o pérdidas son causados por caso
fortuito o fuerza mayor ajena a la actividad hotelera. Tampoco responde por las cosas dejadas en los
vehículos de los viajeros".
(7) Alferillo, Pascual, en Código Civil y Comercial de la Nación, Comentado…, cit., t. 2, pág. 1050.
(8) CS, 21-9-04, "Aquino Isacio c. Cargos y Servicios Industriales s/accidente", Id SAIJ: FA04000197.
(9) C1ª Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributario Mendoza, 23-12-14, publicado en RCCyC, julio 2015, pág.
195; LLGran Cuyo, julio 2015, pág. 662; RCyS, 2015-VIII-69; RCCyC, septiembre 2015, 17-9-15, pág. 191; cita
online: AR/JUR/73959/2014.
(10) Pandiella, Juan C., en Código Civil y Comercial de la Nación, Comentado…, cit.
(11) Krieger Walter F., en Borda, Alejandro - Muguillo, Roberto - Krieger, Walter - Llobera, Hugo - Barbier,
Eduardo, Derecho civil. Contratos, Buenos Aires, La Ley, 2016, pág. 679.

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