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EL CONTRATO DE GARAJE

I. INTRODUCCIÓN.

La evolución de este instituto a lo largo de la historia ha operado no sólo


en relación a su normatividad general, sino también en lo que respecta
a la creación de tipos específicos de contratos o contratos en particular,
a causa del constante e incesante desarrollo de las actividades
económicas del hombre.

Esto es lo que sucede con el contrato de garaje, cuyo estudio y


discusión pasaron casi inadvertidos en épocas en las que el desarrollo
de la industria del transporte no alcanzaba aún su máximo esplendor.
Pero hoy en día el transporte, particularmente el que se realiza por
medio de vehículos motorizados, ha impulsado el surgimiento de una
nueva actividad económica, cual es la de destinar lugares exclusivos
para el estacionamiento de vehículos a cambio de una retribución.

II. CONCEPTO DE LA VOZ GARAJE.

No existe uniformidad en la conceptualización de la voz «garaje». Así


por ejemplo, en el Diccionario Espasa Calpe se define al garaje como
una cochera de automóviles donde éstos se guardan y recomponen; y
en el Diccionario Salvat se señala que es el lugar o cochera donde se
custodian automóviles.

Inclusive la definición del Diccionario de la Lengua Española, que


castellanizó el galicismo «garage» como local destinado a guardar
automóviles, aún dista del concepto jurídico del contrato de garaje,
acercándose más a él la propuesta de E. Pascansky: «garaje es el
establecimiento habilitado destinado al estacionamiento de todo tipo
de vehículo».

Esta última definición tiene la virtud de descartar los conceptos de


guarda, custodia y recomposición de vehículos a que aluden las
definiciones anteriores, y además hace extensivo el término a otro tipo
de vehículos distintos al automóvil.

III. MODALIDADES DEL ESTACIONAMIENTO.

Estudiar el contrato de garaje es tarea compleja, no sólo atendiendo a


la naturaleza jurídica de aquél -cuando se le ha querido asemejar al
arrendamiento o al depósito-, sino que abunda a favor de tal
complejidad el hecho de presentarse en la realidad social una serie de
modalidades del estacionamiento de vehículos.

Por eso es necesario hacer una clasificación de las referidas


modalidades, a fin de establecer la normatividad aplicable a cada
caso. La doctrina ha establecido la siguiente:
 Estacionamiento en vivienda privada: Puede funcionar como parte
de la vivienda para uso exclusivo de sus moradores, sean o no
propietarios; o también puede suceder que el propietario o poseedor
de la vivienda ceda el uso del garaje de aquella, para uso exclusivo
de otra persona que desea guardar allí su vehículo.
 Estacionamiento en vivienda de propiedad colectiva: Se trata de los
copropietarios o coposeedores, quienes ostentan igual derecho para
emplear los espacios del inmueble destinados a vehículos.
 Estacionamiento en propiedad horizontal: Los propietarios o
poseedores de departamentos adquieren comúnmente el derecho a
un espacio proporcional del garaje, con o sin determinación física de
dicho espacio.
 Estacionamiento en centros de servicio comercial o industrial: Es el
caso de los espacios del local de una empresa reservados
exclusivamente para estacionamiento de vehículos de los clientes o
consumidores.
 Estacionamiento en hoteles o locales similares: Se regula por las
normas del Código Civil sobre el contrato de hospedaje (Ver. art. 1726
del C.C.).
 Estacionamiento en locales de servicio en general, con espacios
destinados para vehículos.
 Estacionamiento en locales privados abiertos al público: salas de
espectáculos, cines, campos deportivos, restaurantes y similares.
 Estacionamiento en locales públicos: ministerios, aeropuertos y
entidades públicas en general, hospitales y otros.
 Estacionamiento en la vía pública.
 Estacionamiento en playas destinadas a tal fin.
 Estacionamiento en locales detentados por personas naturales o
jurídicas, propietarias o no, que explotan el establecimiento como
negocio de garaje: En este caso existen diversas características que
dependen del dueño del negocio, tal es el caso de la determinación
de espacios fijos, abonados, intermitentes, con o sin limitación de
responsabilidad.

IV. RELACIONES JURÍDICAS DERIVADAS DEL ESTACIONAMIENTO.

En principio se debe dejar constancia de que no todas las modalidades


del estacionamiento de vehículos dan lugar a auténticos contratos de
garaje.

La doctrina se ha encargado de señalar los criterios diferenciales.

Así, se sostiene que en el caso de estacionamiento en garaje de


vivienda privada cedido a un particular, se trata de un simple
arrendamiento. En los casos de propiedad colectiva y propiedad
horizontal, se trata de un elemento accesorio de la propiedad del
inmueble. Si se cediera a un tercero el espacio del garaje con o sin la
cesión del inmueble, sería también un arrendamiento.
Los estacionamientos en centros de servicio comercial o industrial, en
locales de servicio en general, en locales privados abiertos al público y
en locales públicos, constituyen formas accesorias de la relación
principal constituida por el servicio.

Lo propio ocurre con el estacionamiento en hoteles o locales similares,


que forma parte del contrato de hospedaje.

El estacionamiento en la vía pública da lugar a otro contrato distinto al


de garaje: el parquímetro. Y, por otro lado, el estacionamiento en
playas destinadas a tal fin, es también una figura distinta al contrato de
garaje, como veremos después.

De lo expuesto se infiere que el auténtico contrato de garaje es el


constituido por el estacionamiento en locales detentados por personas
naturales o jurídicas, propietarias o no, que explotan el establecimiento
como negocio de garaje.

Aunque parezca ocioso, cabe aclarar que una cosa es la relación


jurídica que eventualmente podría existir entre el propietario del local
destinado a garaje, con otra persona (el garajista) que es quien va a
explotar el inmueble como negocio de garaje; en este supuesto se trata
de un simple arrendamiento de bien inmueble.

Cosa distinta es la relación del garajista (propietario o no del garaje),


con los terceros o usuarios, propietarios o no de los vehículos que van a
ser estacionados en el local; estamos en este caso ante un contrato de
garaje.

V. DEFINICIÓN DEL CONTRATO DE GARAJE.

Como en toda figura que aún se encuentra en evolución, la tarea de


definir el contrato de garaje se torna difícil y con el riesgo inherente a
toda definición, incapaz de comprender en sí todos los aspectos de la
relación jurídica.

Son pocos los autores que se han ocupado de definir este contrato. Uno
de los más destacados es A. Jack, quien sostiene que el contrato de
garaje es aquel por el que el propietario de un automóvil conviene en
dejarlo, pagando remuneración, en los locales de un garajista
profesional destinados a tal fin, con la condición de poder utilizarlo en
los momentos que él quiera, durante el tiempo que dure el contrato.

La definición de A. Jack ha sido criticada con razón, porque se limita al


automóvil y exige la intervención del propietario de aquél; siendo que el
contrato de garaje debe entenderse comprensivo de toda clase de
vehículo y no sólo del automóvil, permitiéndose, además, la intervención
del usuario del vehículo y no necesariamente del propietario.
A partir de esta crítica es posible formular una definición más lograda: el
contrato de garaje es aquel por el cual una persona denominada
usuario o comitente, detentador o poseedor de un vehículo -propietario
o no de él, y de cualquier especie- conviene con el garajista en
estacionarlo y sacarlo cuando lo desee, del local que este último
explota como garaje, a cambio de una retribución.

La definición propuesta reúne los elementos esenciales, pero como es


obvio no puede recoger todas las modalidades o pactos que el
contrato, en cada caso concreto, pudiera incluir. Así por ejemplo, se
puede pactar la reserva de un espacio fijo, la limitación del
estacionamiento a determinadas horas del día o de la noche, etc.

VI. NATURALEZA JURÍDICA.

Un sector de la doctrina ha cuestionado la existencia del contrato de


garaje como figura autónoma, opinando que se trata de una especie
del arrendamiento. Otro sector, que también niega la autonomía de
este contrato, sostiene que se trata de un depósito. Es desde estos dos
puntos de vista que se ha querido discutir el tema de los efectos del
contrato, particularmente la responsabilidad en caso de pérdida, robo,
destrucción o daño del vehículo.

Sin embargo, somos de la opinión de que el contrato de garaje es un


contrato atípico que participa de ciertos caracteres de otros contratos
(arrendamiento, depósito y hasta locación de servicios), pero que aún
así, actualmente existen los suficientes elementos para otorgarle
verdadera independencia.

Es claro que no se podría concebir el garaje si no se contara con un


espacio físico -propio del arrendamiento-, donde estacionar el vehículo;
pero no por eso es arrendamiento, debido a que en el garaje se van
sumando otros elementos adicionales que no tiene el arrendamiento y
que están orientados a brindar mayores comodidades al usuario del
garaje, tal es el caso de mantener limpio el local e inclusive el vehículo,
labores que sí puede realizar el garajista pero que resultaría absurdo
pensar que las asuma el arrendador. Es pues, el garaje, un contrato más
amplio.

Y en cuanto al depósito, aun cuando aceptáramos que el contrato de


garaje tiene por objeto la custodia del vehículo, Vélez Sarsfield ha
aclarado que no toda entrega de bienes en guarda o custodia es
necesariamente un depósito. Si esto fuera así, parecería absurdo afirmar
que el usuario de un mismo garaje ha celebrado tantos contratos de
depósito como veces ha estacionado y sacado su vehículo de dicho
garaje durante un día o una sola hora; en este caso el deber de
custodia se diluye entre tantos desplazamientos del vehículo hacia
adentro y hacia afuera del local de garaje.
La naturaleza atípica del contrato de garaje, así como su existencia
autónoma, reside además de lo dicho, en el carácter mismo del
negocio del garajista, esto es en la función o papel económico que
desempeña este personaje por el solo hecho de explotar o ejercer una
actividad específica, que lo obliga a soportar determinadas
responsabilidades que deben normarse a través de un instituto
particular, evitando recurrir a las limitaciones de responsabilidad que
brindan el arrendamiento o el depósito.

VII. CARACTERES DEL CONTRATO.

Son las siguientes:

 Se trata de un contrato atípico; no goza de regulación especial en el


sistema legislativo nacional.
 Es un contrato consensual; queda perfeccionado con el
consentimiento de las partes.
 Es con prestaciones recíprocas; nacen obligaciones y prestaciones a
cargo de ambas partes.
 Es principal; para su existencia jurídica no depende de otro contrato.
 Es oneroso; ambas partes deben soportar un sacrificio económico
para obtener una ventaja.
 Es conmutativo; se puede establecer desde su celebración las
ventajas y desventajas del contrato.

VIII. GARAJE Y ESTACIONAMIENTO EN PLAYA.

Aun cuando se les ha querido asemejar, existe un rasgo fundamental


distintivo de ambos contratos. En el garaje el contrato existe durante el
tiempo pactado por las partes aun cuando el vehículo no se encuentre
en local del garajista, puesto que el usuario o comitente tiene derecho
a contar en forma permanente con un espacio, fijo o no, para
estacionar su vehículo.

En cambio, el estacionamiento en playas destinadas a esos fines,


supone el acuerdo para estacionar el vehículo en cualquier espacio
libre del local, pero la relación se extingue cuando el usuario retira el
vehículo, no existiendo por consiguiente obligación del garajista de
reservar un espacio para dicho usuario después de su retiro.

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