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constituir el único camino viable para asegurar el crédito laboral incobrado, máxime si la acción revocatoria o
pauliana se hallaba interdicta, por ser anteriores los actos de enajenación al nacimiento de crédito laboral y
tampoco verificarse el resto de los recaudos que el art. 962 del Cód. Civil impone al ejercicio de la acción
revocatoria.
Desde esa óptica, aunque la resolución en revisión no lo exprese en términos claros y precisos, cuadra aquí
resaltar que para garantizar el cobro de sus créditos, los acreedores quirografarios no solo están investidos por el
mentado remedio de linaje romanista, sino también por la acción de simulación, aunque revistan el carácter de
terceros. (4)
Empero, esta facultad se encuentra condicionada por un requisito inexorable: que se encuentren investidos
de interés suficiente digno de tutela legal. (5)
El tercero que demanda la simulación del acto celebrado por su deudor debe acreditar la existencia de un
interés, el que normalmente se demuestra con la prueba del daño sufrido como consecuencia de la incerteza que
deriva del acto simulado. (6)
El acreedor del enajenante simulado tiene interés cuando a causa del contrato puesto en entredicho, sufre
objetivamente una disminución de su garantía patrimonial, provocada por la disminución del elenco de bienes
ejecutables. (7)
Esta circunstancia llevó a Llambías a señalar que "la acción de simulación ejercida por terceros, reviste el
carácter de una acción patrimonial desde que quien demanda la simulación busca la verificación de que tales o
cuales bienes subsistan en el patrimonio de su deudor, pese a la apariencia contraria. Con ello se procura la
reconstrucción de la prenda de los acreedores constituida por el patrimonio del deudor, a fin de hacer factible el
cobro del crédito de que se trata". (8)
Consecuentemente con lo dicho, carece de acción el tercero, si el acto simulado no lo perjudica al no
detentar interés alguno que justifique el ejercicio de la acción. (9)
Además, la petición de simulación no requiere de la existencia de un crédito exigible, le basta con que el
crédito haya nacido. A diferencia de la acción revocatoria no requiere que el crédito sea anterior al acto, pues la
pretensión puede ser deducida tanto por acreedores anteriores como posteriores. Desde esa óptica nada puede
endilgarse al accionante en la causa que comentamos, pues resulta evidente que estaba habilitado a deducir la
simulación. (10)
La sentencia recaída en el proceso laboral invocada por el actor para sustentar su pretensión, no tiene
naturaleza constitutiva sino meramente declarativa, pero es suficiente, pues tanto la doctrina como la
jurisprudencia coinciden en que basta con que el daño sea actual, aunque los derechos invocados sean litigiosos.
(11) En el caso analizado ni siquiera este reparo puede formulársele al actor, que blandía una sentencia firme y
pasada a autoridad de cosa juzgada en sede laboral como fundamento de su reclamo.
Es que como bien señalaba Acuña Anzorena (12) hay un interés justificado en deducir una acción de
simulación toda vez que con la conservación del acto simulado se infiera o pueda inferirse un perjuicio a otro en
la integridad de sus derechos. Se dice conservación y no celebración pues desde que el acto deja de ser
indiferente a los terceros por inferirles un perjuicio o una amenaza de tal, la ley deja de proteger tales actos.
3. El plazo prescriptivo
Compartimos con el tribunal, que el plazo de prescripción de la acción simulatoria no se hallaba fenecido al
tiempo de su deducción por el actor. (13) Para sostener tal aserto, es correcto el cómputo del dies a quo que
formula la sentencia que comenzó a correr desde que el reclamante se anotició de las transferencias
inmobiliarias consumadas por los codemandados, solicitando las constancias respectivas en el Registro
Inmobiliario. (14) Desde tal data hasta la interposición de la acción no había transcurrido el término bienal fijado
en el art. 4030 del Cód. Civil aplicable al caso.
Desde ese ángulo, los argumentos que exponen los recurrentes en abono de su queja relativa a este punto,
lucen como lo destaca la resolución comentada, absolutamente inapropiados y ajenos a la determinación y
cómputo del término prescriptivo.
4. La prueba en la acción de simulación interpuesta por terceros
Consideración especial merecen los reproches formulados a la sentencia de la sede anterior en orden a la
veracidad de las transmisiones realizadas, a la inexistencia de causa simulandi, a la omisión de valorar pruebas
determinantes de los desplazamientos patrimoniales cuestionados, etc. Tales argumentos están directamente
relacionados con la carga probatoria de los hechos alegados durante el decurso del proceso, que en las causas de
simulación iniciadas por terceros, adquieren esencial trascendencia.
El sistema cerrado de las cargas probatorias está en crisis, las reglas han dejado de ser absolutas, dependen
de diversas circunstancias fácticas que no pueden soslayarse, pues los modernos principios que informan al
derecho procesal imponen que las partes colaboren con el tribunal en la comprobación de los hechos cuando
tienen fácil acceso a los medios probatorios, o cuando están en mejores condiciones de probar y despejar los
puntos que permanecen litigiosos.
La teoría de las cargas probatorias dinámicas tiene hoy casi unánime aceptación en doctrina y
jurisprudencia, y en especial en la acción de simulación iniciada por terceros, pues es de toda razonabilidad
pensar que es mucho más fácil para quien participó en el acto acreditar su veracidad que para el ajeno acreditar
su simulación. (15)
En la sentencia analizada, el voto único de la Dra. Ubiedo al que adhieren el resto de sus colegas, destaca la
orfandad probatoria de los argumentos defensivos utilizados por los demandados para sostener la veracidad de
las transferencias realizadas (el gesto solidario de familiares que adquirieron los inmuebles por la difícil
situación económica que padecían los enajenantes, la imposibilidad de afrontar el pago del canon hipotecario
que afectada la cosa vendida, etc.) y en especial la falta de elementos probatorios que demostraren la capacidad
económica de los adquirentes para incorporar a su patrimonio inmuebles de valuación tan significativa.
Aquí radica, a nuestro juicio, la razón fundamental del rechazo del recurso planteado, y la confirmación de
la sentencia de primera instancia que declaró simuladas las transferencias realizadas.
Por una parte debe destacarse que los terceros que inician la acción por simulación no están constreñidos a
una prueba rigurosa, por la sencilla y elemental razón de que no participaron del acto engañoso y porque
siempre les será más difícil colectar prueba que sostenga su postura.
Empero pueden, sin cortapisa alguna, acudir a todos los medios de prueba, dada su ajenidad al acto que los
terminó perjudicando por engaño. Hasta se ha llegado a sostener que no es indispensable que acrediten la causa
simulandi cuando su comprobación resulte difícil. (16)
Desde la otra acera, los demandados por simulación por terceros, no pueden para acreditar la veracidad del
negocio, basarse solo en la negativa de los hechos y la afirmación de la realidad de los actos que defienden, sino
que deben aportar pruebas orientadas a convencer acerca de la honestidad y sinceridad del acto en el cual
intervinieron. (17)
Como los terceros carecen generalmente de posibilidad para acceder a prueba directa de la simulación,
corresponde a los demandados involucrados en el negocio, acompañar la que resulte suficiente y pertinente a los
fines de despejar el manto de sospecha que se cierne sobre el acto jurídico sospechado. De lo contrario, los
jueces terminan declarando —como ocurrió en autos— la simulación sobre la base de presunciones e indicios
que llevan a su ánimo a la convicción de que la simulación ha ocurrido efectivamente. (18)
La esgrimida solvencia del adquirente de los bienes transferidos o de su progenitora que facilitaba el dinero
para su compra, exigían la producción de prueba concluyente que corrobore que poseían la disponibilidad
necesaria para afrontar la cancelación del precio de compra. (19)
Desde otro ángulo también reviste trascendental importancia la circunstancia de que las transferencias se
hubieren realizado entre parientes por consanguinidad en grado próximo. La jurisprudencia y la doctrina
dominante coinciden desde antiguo en que el hecho de que el inmueble permanezca en poder del vendedor sin
efectiva entrega de la posición al comprador, o que la transferencia se hiciere entre parientes cercanos, crean una
grave presunción en contra de la validez del acto atacado como simulado. (20)
En este caso específico a las razones apuntadas por la sentencia comentada cabe agregar una más, que torna
aun más brumosas las operaciones de compraventa estigmatizadas. Ella radica en la circunstancia de que los
enajenantes tampoco acreditaron con prueba independiente y suficiente cual fue el destino dado al dinero
recibido, hecho absolutamente omitido a lo largo del juicio. En tal sentido se ha dicho que si el vendedor no ha
ingresado suma alguna a su patrimonio ni realizado inversiones que justifiquen el dinero percibido, cabe
presumir que nada ha recibido. (21)
5. Conclusión
De lo antedicho resulta palmariamente evidente que no puede sino compartirse el colofón final de la
sentencia que anotamos y adherir al rechazo del recurso deducido que confirma la resolución de la sede anterior,
desde que la orfandad probatoria de la que adolece la postura de los demandados recurrentes, dejó al descubierto
la maniobra ilícita de los codemandados en perjuicio del actor acreedor del crédito laboral.
(1) Los expresa de modo categórico el art. 265 del Cód. Procesal Civ. y Com. de la Nación.
(2) La doctrina y jurisprudencia lo han señalado en muchas ocasiones: "...el escrito impugnativo debe tener una
crítica razonada y concreta de las partes del acto cuestionado que el apelante considere equivocadas, ello no
involucra el cumplimiento de un ritualismo ocioso, sino que persigue preservar en toda su pureza el sistema
apelatorio que sintetiza el aforismo 'tantum devolutum quantum appellatum'", PEYRANO, J. - CHIAPPINI, J.,
"Del sentido común y de la suficiencia del escrito de expresión de agravios", en "Tácticas en el proceso civil", t.
III, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, p. 108; "...el agravio debe ser específico y concreto demostrando el recurrente
la real incidencia que el vicio alegado le causa a su derecho, pues no existe violación de la ley por la ley
misma... Es preciso que esté presente un agravio al litigante que justifique la vía recursiva intentada. Ello hace a
la esencia de la impugnación...", Superior Tribunal de Justicia de Córdoba, sala Civil, auto n. 27, 15/02/1991.
(3) FERNÁNDEZ, Raúl., "Impugnaciones ordinarias y extraordinarias en el CPCC de Córdoba", Alveroni, ps.
179 y ss.
(4) Véase el erudito voto de la Dra. Aída KEMELMAJER DE CARLUCCI, in re Sup. Corte Mendoza, sala 1ª,
10/09/1998, "C. de B., M. c. P. J.", Doctrina Judicial, 1991-1, La Ley, p. 675.
(5) Con acertado criterio ha sostenido CIFUENTES, Santos, "Negocio jurídico", 2ª edición actualizada, Astrea,
Buenos Aires, 2004, p. 659, "...la acción de los terceros invocando la simulación sólo es admisible cuando se
trata de la simulación ilícita, siendo licita carecen de acción por falta de interés. Debe además quedar
comprometido dicho interés por causa del negocio simulado; tiene que existir daño y estar probado ese daño
concreto que produce la apariencia".
(6) DISTASO, Nicola, "La simulazione dei negozi giuridici", Utet, Torino, 1960, n. 84 y las citas que allí se
resaltan de la Corte de Casación de Roma.
(7) PELLICANO, Aldo, "Il problema della simulazione nei contratti", Cedam, Padova, 1988, p. 121.
(8) LLAMBÍAS, Jorge, "Tratado de derecho civil. Parte general", t. II, 4ª edición, Abeledo Perrot, Buenos
Aires, n. 1822.
(9) CORONEL JONES, César, "La simulación de los actos jurídicos", Bogotá, 1989, p. 197; SALVAT,
Raymundo, "Tratado de derecho civil argentino. Parte general", anotado por ROMERO DEL PRADO, t. II, Tea,
Buenos Aires, 1951, p. 2528; LLAMBÍAS, Jorge, "Tratado...", cit. p. 1819, entre muchos otros.
(10) Véanse entre otros, MOSSET ITURRASPE, Jorge, "Negocios simulados, fraudulentos y fiduciarios",
Ediar, Buenos Aires, 1974, p. 218; SALVAT, Raymundo, "Tratado...", cit., n. 2529.
(11) ZANNONI, Eduardo, "Código Civil y leyes complementarias", Astrea, Buenos Aires, 1982, t. IV,
comentario al art. 958, p. 409, nota 40; CÁMARA, Héctor, "Simulación en los actos jurídicos", 2ª edición,
Depalma, Buenos Aires, 1958, n. 248, p. 333
(12) ACUÑA ANZORENA, Arturo, "La simulación de los acto jurídicos", Jesús Menéndez, Buenos Aires,
1936, p. 152.
(13) Se ha sostenido que cuando la acción de simulación la ejercen terceros el término de prescripción opera a
los dos años, CNCiv., en pleno, 10/09/1982, "Glusberg, Santiago c. Jorio Carlos, Sucesorio", JA, 1983-IV-443,
con nota de BARBERO, "Prescripción de la acción de simulación ejercida por terceros"; en igual sentido, C. 8ª
Civ. y Com. Córdoba, JA del 15/02/1993; C. Nac. Civ., sala E, LA LEY, 1981-C-493, entre muchos otros. En
contra, VIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil, La Plata, 1981, que sostuvo en despacho por mayoría que
debía computarse el término decenal del art. 4023 del Cód. Civil.
(14) Se ha sostenido que el término de prescripción cuando la acción de simulación la ejercen terceros comienza
a correr desde que ellos tuvieron conocimiento del carácter insincero del acto, confr. LLC, C. 5ª Civ. y Com.
Córdoba, 1989-152; C. Nac. Com., sala B, ED 43-680; CNCiv., sala F, 25/11/1965, JA, 1966-II-227, entre
muchos otros. En igual sentido se ha expedido la doctrina, CIFUENTES, Santos, "Negocio jurídico...," cit., p.
671, ha dicho con encomiable acierto que el plazo de dos años se cuenta a partir del conocimiento que tuvieran
que el negocio era simulado, no desde que se celebró, sino desde que supieron o pudieron saber que había un
acto ficticio, para burlas sus derechos, resultando insuficiente, por efectos de la publicidad, el conocimiento de
la inscripción en el Registro de la Propiedad; ROITMAN, Horacio - PICASSO, Sebastián, "Prescripción de la
acción de simulación", en Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2006-1, Simulación, Rubinzal-Culzoni, p.
245; LLAMBÍAS, J. — MÉNDEZ COSTA, Josefa ,"Código Civil anotado", t. V-C, Abeledo-Perrot, 2001, p.
890. BUERES, Alberto — HIGHTON, Helena, "Código Civil y normas complementarias. Análisis doctrinario y
jurisprudencial", t. 6B, p. 835. Un trabajo muy meritorio por su profundidad y enjundia formula
POSTOLORKA, "Prescripción de la acción de simulación", en RIVERA, Juan Carlos (dir.), "Derecho civil.
Parte general", Buenos Aires, 1987, p. 236.
(15) Confr. CNCiv. sala E, 18/11/1988, "Banco Shaw c. Gendelman", LA LEY, 1990-B-89, con nota de BROK,
Sergio - KUFERT, Horacio, "La prueba de oos terceros en la simulación absoluta".
(16) CIFUENTES, Santos, "Negocio jurídico...", cit., p. 660. En la jurisprudencia esta opinión es mayoritaria:
CNCiv, sala A, 28/03/1994, ED 158-595; C. Nac. Civ, sala C, 14/05/1981, ED 94-139, entre muchos otros.
(17) CNCiv., sala G, 03/04/1995, "Cernello c. Piñeiro", DJ, 1996-I-347, con erudito comentario de RIVERA,
Julio C., en "Revista de Derecho Privado y Comunitario", n. 11, 1996, p. 280.
(18) Confr. entre muchos otros, ODORQUI CASTILLA, Gustavo, "La acción simulatoria", El Foro,
Montevideo, 1998, p. 172, LLAMBÍAS, Jorge, "Tratado...", cit., n. 1826; BREBBIA, Roberto, "Hechos y actos
jurídicos", Astrea, Buenos Aires, 1995, p. 331; NUTTI, Giuseppe, "La simulazione del contratto nel sistema del
diritto civile", Giuffré, Milano, 1986, p. 341; CARCABA FERNÁNDEZ, María, "La simulación en los
negocios jurídicos", Bosch, Barcelona, 1986, p. 132.
(19) Sobre la prueba la solvencia, véanse los autores y obras que se citan en las notas 6, 7 y 8 de este
comentario.
(20) BORDA, Guillermo, "Tratado de derecho civil. Parte general", 9ª edición, Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1988, t. II, n. 1189; BREBBIA, Roberto, "Hechos...", cit., p. 333, CIFUENTES, Santos, "Negocio jurídico",
Astrea, Buenos Aires, 1986, n. 276; en el derecho italiano, BUTERA, Antonio, "Della simulazione nei negozi
giuridici", Utet, Torino, 1936, p. 348.
(21) Confr. las obras de los autores señalados en notas anteriores, y en la jurisprudencia C. Nac. Com., sala B,
22/12/1995, "Perfumería Las Rosas S.A. s/ Quiebra", LA LEY, 1996-C-288, entre muchos otros.