Está en la página 1de 2

CASO MUERTE DE MANIFESTANTES QUE TRANSGREDIÓ EL DERECHO A

LA VIDA Y DE REUNIÓN PACÍFICA (PERÚ – AYACUCHO, 2008)

Según el Comité de Derechos Humanos de la ONU, el estado peruano no defendió ni


protegió los derechos a la vida y reunión pacifica de dos manifestantes que, facultados y
amparados por sus derechos, realizaban una protesta pacífica, mientras se dispersaban y
encontrándose de espaldas, recibieron balazos por parte de la policía quienes abrieron
fuego contra todo el tumulto de personas que manifestaban pacíficamente.

El estado peruano ante tal acto de violencia, decidió no intervenir, ya que no investigó
ni enjuició a los responsables de ambos asesinatos.

El comité de Derechos Humanos en una decisión, estableció que, en el contexto de


manifestaciones pacíficas, el uso de la fuerza potencialmente letal para el
mantenimiento del orden público es una medida muy extrema, ya que es un medio a la
que solo se debe recurrir cuando sea estrictamente necesario, esencialmente para
proteger la vida o evitar lesiones de gravedad derivadas de una amenaza inminente.
Dicho comité también hizo hincapié en que los Estados partes son responsables de
tomar todas las medidas necesarias para evitar la privación arbitraria de la vida por parte
de sus agentes encargados de hacer cumplir la ley, quienes, de ser el caso, deben ser los
encargados de proteger y preservar los derechos humanos.

Señalan explícitamente: “Cualquier uso de la fuerza debe estar en línea con los
principios fundamentales de legalidad, necesidad y proporcionalidad”, dijo el miembro
del Comité Carlos Gómez Martínez. “Nunca se deberían utilizar armas de fuego con el
único propósito de dispersar una asamblea”.

Luego, el comité emitió su decisión luego de examinar el caso presentado por los
familiares de Emiliano García Mendoza y Rubén Pariona Camposano, víctimas del
atentado.

Los señores García Mendoza y Pariona Camposano, participaban en una manifestación


pacífica junto a 700, quienes participaban pacíficamente en una manifestación agraria
en la ciudad de Huamanga, región de Ayacucho, en el centro-sur de Perú, en febrero de
2008. Cuando los manifestantes llegaron a una calle donde se encontraban 12 policías
para resguardar el orden, para dispersar a los manifestantes el oficial a cargo arrojó de
repente una bomba lacrimógena entre la multitud. Cuando los manifestantes se
dispersaban, se escucharon dos disparos, quienes ocasionaron un daño en la cabeza a los
señores García Mendoza y Pariona Camposano, quienes cayeron al suelo debido al
impacto y fallecieron en el acto.

El fiscal de la nación ante tal acto formuló una denuncia por homicidio calificado en
contra de un policía que admitió haber hecho uso de su arma, que acabó con la vida de
uno de los manifestantes, quien solicitó una pena privativa de libertad de 30 años.

Debido a la denuncia el Congreso de la República creó una comisión investigadora, que


en el año 2009 emitió un informe en la concluyeron que ambas muertes constituyen
ejecuciones extrajudiciales” y que los oficiales al mando incumplieron su obligación de
garantes de la vida de los ciudadanos en un operativo policial, y de control de sus
subordinados. Pese a la denuncia y la resolución de la comisión investigadora, las
investigaciones judiciales sobre los dos homicidios no se llevaron a cabo de manera
adecuada. En el incidente más significativo, el oficial de policía imputado entregó su
arma a la armería de la policía y no a la Oficina de Criminalística, incumpliendo con el
protocolo correspondiente ante este tipo de situaciones, por lo que posteriormente el
resultado del análisis del arma indicó que no presentaba características de haber sido
utilizada para disparar. Con base en lo anterior, la Corte Superior de Justicia de
Ayacucho absolvió al acusado en 2013 y la Corte Suprema de Justicia confirmó la
absolución en 2016.

También podría gustarte