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Por Eduardo Stordeur (h), documento elaborado sobre la base del capitulo correspondiente de Eduardo
Stordeur (h), Análisis Económico del Derecho. Una Introducción. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2011.
1. Introducción
Desde el punto de vista del enfoque económico del derecho, la idea central es que los
diversos sistemas de derechos de propiedad pueden ser examinados apelando a su
estructura de incentivos. Los derechos de propiedad, en cuanto establecen quiénes y
de qué modos pueden emplear los recursos y las condiciones de transferencia de
éstos, contienen incentivos para que las personas tomen decisiones que pueden ser
examinadas apelando a la teoría de los precios. La economía, examinando los
incentivos que subyacen a diversos sistemas de derechos de propiedad, puede proveer
explicaciones acerca del modo en el cual se desarrollan diversos sistemas de derechos
de propiedad, explicar la forma y las características centrales que adoptan los derechos
de propiedad dadas determinadas condiciones muy generales y predecir las
consecuencias de cambios en los derechos de propiedad.
En este capítulo voy a mostrar algunos de los aportes centrales de la economía del
derecho de propiedad; centralmente, el modo en el cual la teoría de precios permite
descripciones y explicaciones adecuadas acerca del modo en el cual las sociedades
organizan sus sistemas de derechos de propiedad, las condiciones de eficiencia de
diversos tipos paradigmáticos de derechos de propiedad y algunas recomendaciones
normativas usualmente contenidas en la literatura.
Desde el punto de vista económico, sin embargo, los derechos son considerados
relaciones entre personas y no relaciones entre personas y cosas; una mirada, en algún
sentido, más afín al tipo de derecho subjetivo del derecho de las obligaciones en la
tradición europea continental.
Es por ese motivo que los derechos de propiedad constituyen a los mercados en tanto
establecen el tipo de intercambios que tienen lugar en las transacciones sobre bienes y
servicios. Los precios de mercado son producto de intercambios de derechos de
propiedad. Una severa restricción legal al uso de los derechos, por ejemplo una que
estableciera prohibiciones para el uso de autos, implicaría una caída en el precio y una
disminución en la demanda de estos bienes. De igual modo, restricciones en la
construcción de inmuebles afectan el precio de tierras propicias para esta actividad,
aun cuando desde el punto de vista físico los bienes siguen siendo exactamente iguales
que antes. El derecho y, en particular, el derecho de propiedad son el elemento central
que estructura y hace posible los mercados. Derechos de propiedad mal definidos e
inciertos tienen incidencia negativa en la eficiencia (sobre esto refiere, entre otras
cosas, el conocido Teorema de Coase, base del enfoque económico del derecho a un
nivel mas analítico).
Puesto que definir derechos es una actividad costosa, estos enfrentan necesariamente
límites en su definición. Un individuo puede detentar un derecho de dominio sobre un
campo, en sentido tradicional; sin embargo, es claro que solamente puede ejercer
determinadas y limitadas facultades de actuación sobre éste, como sembrar trigo o
construir pero –por ejemplo- no puede sembrar marihuana y además debe soportar
efectos externos, como el ruido de aviones, debe pagar impuestos y no puede emitir
humos o ruidos en cantidades y condiciones prohibidas por el sistema legal.
Con independencia de esta última distinción, sin embargo, en los hechos con el tiempo
surgió un derecho de propiedad de facto sobre las licencias: éstas se han otorgado por
procedimientos competitivos basados en la disposición a pagar aun cuando de un
modo ineficiente, basados en la capacidad de cabildeo político. Pero la autorización
para transferir las empresas propietarias de la licencias permite que usualmente estos
permisos terminen en manos de aquellos que más las valoran y es probable que éstos,
a fines prácticos, sean derechos perpetuos para excluir a los demás del uso de las
frecuencias. Aun cuando los abogados no llamen (por buenas razones) derechos de
propiedad a las licencias, en los hechos el sistema de adjudicación se ajusta a la idea de
derechos de propiedad de facto que emplean los economistas. Las licencias permiten,
La propiedad comunal designa el derecho susceptible de ser ejercitado por todos los
miembros de la comunidad en condiciones donde no hay exclusión, es decir, donde
hay acceso libre a los recursos entre los miembros de la comunidad. Bajo esta clase de
propiedad, ni el Estado ni agencia similar en capacidad de emplear la fuerza, ni los
particulares individualmente considerados pueden excluir a una persona del empleo
de los recursos. En los hechos, hay pocos casos de propiedad comunal en sentido
estricto, en tanto normalmente los comuneros buscan instituciones que limiten el libre
acceso a la propiedad. Pero el modelo permite examinar por aproximación los
incentivos contenidos en esta clase o tipo de arreglos institucionales.
La propiedad privada, por su parte, supone que el titular del derecho puede excluir a
los demás del ejercicio o empleo de los recursos y, además, puede transferir por
medios contractuales las facultades que tiene sobre el recurso. La propiedad privada
no debería verse como un absoluto, sino en términos de un continuo donde la
propiedad está tanto más definida cuanto mayor es la capacidad de titular privado del
derecho de excluir a los demás respecto de las facultades que tiene sobre el bien y su
relativa capacidad de transferir esos derechos. La propiedad no es una relación con un
objeto, sino con los demás respecto de determinadas acciones que pueden realizar
respecto de diversos activos, la que nunca es completa: siempre hay algún atributo
ajeno al uso del titular que se deriva en alguna limitación, sea legal o empírica
Conviene, por último, tener bien presente que en tanto la existencia de costos para
proteger los derechos, de cualquier clase, es imposible una definición perfecta de
derechos de propiedad. Sólo si estos costos fuesen igual a cero seria posible derechos
perfectos de propiedad. Por ese motivo las categorías que hemos mencionado lo son
sólo a fines analíticos en la idea de que constituye una simplificación (un modelo) útil
para el análisis de los incentivos contenidos en los diversos sistemas de derechos de
propiedad.
Una idea muy intuitiva respecto de los incentivos que subyacen a la propiedad
comunal es que ésta ofrece menos incentivos para el cuidado de los recursos que la
propiedad privada. El mismo Aristóteles observó, hace más de dos mil años, que las
personas eran propensas a cuidar más aquello que era propio que aquello que
tenemos en común con los demás. Las personas, en este sentido, en general son más
cuidadosas con su propio auto que con uno alquilado y con su jardín que con el baldío
o terreno abandonado del barrio.
Algunos comuneros advierten que simplemente les conviene hacer el mayor uso
posible del bien comunalmente poseído, en tanto hacen privados los beneficios de sus
acciones (engordan su ganado) mientras que el costo es distribuido al resto de los
comuneros (agotando las pasturas). En el ejemplo propuesto por Hardin, entonces,
cada pastor enfrenta incentivos para incrementar su hacienda sin límites respecto de
recursos que son limitados, en un marco de incentivos que lleva a la “tragedia”. Cada
propietario comunal tiene incentivos para tomar la totalidad de los beneficios que
pueda, obteniendo para sí la totalidad de los ingresos derivados de tal decisión,
mientras que traslada los costos a los demás propietarios del recurso sujeto a
propiedad comunal.
En general, hay una variedad de herramientas para eliminar los costos asociados al mal
empleo de la propiedad comunal, como por ejemplo, aplicar impuestos para
desalentar su empleo, otorgar licencias o permisos limitando el ingreso o empleo del
bien comunal, entre otras medidas posibles, entre las que destaca la propiedad
privada que elimina, al menos en gran medida, este tipo de ineficiencias.
La tragedia de los comunes supone que la clase de bienes sujetos a propiedad comunal
son escasos con relación a las necesidades. En un campo de pastoreo donde los
propietarios y los animales son relativamente pocos con relación a los recursos un
sistema de propiedad colectivo puede ser racional y eficiente, puesto que los costos de
establecer derechos de propiedad pueden superar a los beneficios. Transformar el
sistema de apropiación, uso y transferencia de derechos a otro sistema, sea privado,
estatal o mixto, podría implicar costos de transacción elevados en relación con los
beneficios esperados de los titulares de la propiedad comunal.
Cada uno intentará cobrarles a los demás un boleto de ingreso, sin considerar que los
demás comuneros también estarán haciendo lo mismo, lo que incrementa el costo de
uso del campo de pastoreo. El recurso común, la pastura, resulta así sobreprotegido y,
por consiguiente, poco explotado: introducir un animal requerirá pagar un precio a
cada uno de todos los demás comuneros.
Como se ha visto, con los ejemplos expuestos, la idea de los anticomunes no sólo se
aplica a la propiedad sobre la tierra, sino que puede ser aplicada también a otros
muchos casos donde demasiada propiedad genera demasiada “exclusión” que afecta
la transferencia y el valor de los recursos.
Estas funciones económicas (no las únicas por cierto) de los derechos de propiedad
permiten una extendida conjetura respecto de su nacimiento y evolución. En un
clásico trabajo Demsetz ha mostrado que los derechos de propiedad se desarrollan
para internalizar efectos externos cuando las ganancias derivadas de la internalización
son mayores que el costo de internalización. A medida que nuevas tecnologías
1
Harold Demsetz, “Toward a Theory of Property Rights,” The American Economic. Review vol. 57, 2,
1967, pp. 347 – 359. Versiones disponibles en castellano en Internet tanto en Libertas y en Estudios
Públicos de Chile.
Otra función básica de los derechos de propiedad es que genera incentivos para la
reducción de costos de transacción. Si los costos de transacción son bajos, en general,
las partes pueden contratar y fiscalizar un empleo racional de los recursos. No sucede
lo mismo cuando los costos de transacción son elevados y una característica central de
la propiedad comunal son los elevados costos de las transacciones.
En general, los costos de transacción tienden a ser más elevados cuando se incrementa
el número de participantes en un arreglo. La propiedad privada permite contratar
exclusivamente con los propietarios pertinentes a externalidades determinadas y, por
lo tanto, permite la internalización de nuevos costos y beneficios externos. Si deseo
construir un dique con mi vecino, no es lo mismo contratar con éste y fiscalizar su
cumplimiento que efectuar un arreglo con toda la comunidad. En general, “la
reducción de coste de negociación que acompaña al derecho privado a excluir a otros
permite que la mayor parte de las externalidades sean internalizadas con un coste
bastante bajo. Las que no llegan a internalizarse son las asociadas a actividades que
engendran efectos externos que inciden en numerosas personas”, afirma este autor en
su celebre articulo.
De hecho, los derechos de propiedad no son sólo menos exclusivos, sino también
menos universales de lo que serían si su aplicación no fuese costosa. De hecho, en
general, los derechos de propiedad tienden a ser más extensos y definidos en
sociedades modernas que en las primitivas, en tanto en las primeras hay un
incremento de los beneficios de la propiedad respecto de sus costos. La propiedad
comunal es, de hecho, más frecuente en sociedades primitivas donde los costos de la
propiedad privada pueden ser claramente mayores que sus beneficios.
Pero aun en sociedades modernas no tiene sentido internalizar todo efecto externo.
Cuando, por ejemplo, había poco empleo de las frecuencias de radio y televisión, no
tenía sentido económico establecer derechos de propiedad sobre éstos, del mismo
modo que la propiedad del mar siempre fue enteramente comunal en los sistemas
legales comparados, cuando los recursos pesqueros eran abundantes. En estos casos,
no tenía sentido establecer derechos de propiedad en tanto su establecimiento y
protección supone más costos sociales que beneficios.
Los bienes públicos son aquellos que tienen dos características por las cuales en
muchos casos no pueden ser provistos de modo eficiente por la iniciativa privada: la
“no rivalidad” y “no exclusión”. Hay una variedad importante de ellos, como por
ejemplo, el alumbrado de las calles y la defensa nacional, casos donde toda la
población consume tales bienes sin que el consumo de alguien vaya en detrimento del
consumo del mismo bien por parte de los demás y donde tampoco es posible que cada
uno elija la cantidad a consumir y pague por ella.
Quien transita por una vereda no puede, de hecho, elegir comprar más iluminación
para sí, independientemente de la que reciben todos los demás transeúntes. Los
bienes públicos se definen por la presencia de estas dos características y no deben ser
confundidos con bienes de titularidad estatal, ya que muchos de ellos son bienes
privados en sentido económico hay muchos bienes de propiedad privada que
presentan características de bienes públicos.
Estos bienes están sujetos a “tragedia de los comunes” pero la propiedad privada no
puede eliminar la ineficiencia que se sigue de su sobre empleo simplemente porque no
es posible asignar propiedad sobre bienes de esta naturaleza. La regulación, sea por
medio de prohibiciones, licencias, impuestos, tasas o subsidios o permisos
transferibles, entre otras herramientas, son usualmente empleadas para proteger
estos bienes.
Pero del mismo modo que la propiedad comunal y privada tiene sus limitaciones, la
propiedad pública contiene incentivos que pueden llevar a cierto tipo de ineficiencias.
El enfoque económico estudia los incentivos que cada regla institucional implica para
la toma de decisiones. Para examinar las diferencias de incentivos entre titularidad
privada y estatal resulta ilustrativo detenernos en las diferencias existentes entre
empresas de titularidad estatal y privada, y de ese modo explorar las diferencias de
comportamiento en torno al uso de los recursos.
Se obtendrían al menos tres ventajas. En primer lugar, aumentarían los incentivos para
desarrollar actividades productivas, porque los beneficios y los costos estarían
vinculados de modo más directo a las decisiones y las actividades propias de los
agentes económicos y menos a las actividades de otros. Por otra parte, en tanto la
gente difiere en talentos, capacidades y conocimientos, la posibilidad de transferir la
propiedad permitiría una mejor división del trabajo y el riesgo. Simplemente las
personas pueden concentrar su propiedad en aquellos sectores en los cuales cuentan
con ventajas comparativas, incrementando la productividad.
Una persona muy versada en maderas y en carpintería, por ejemplo, disfrutará de una
ventaja como dueña de una sociedad que fabrica muebles. En su papel de accionista
no dejará necesariamente en mejor situación a la empresa, pero en cambio elegirá la
mejor sociedad –a juzgar por su conocimiento, para colocar en ella su dinero. El alza
Por último, si las personas difieren entre ellas, además, en las actitudes ante el riesgo,
la transferibilidad de las cuotas de participación permitirá una reasignación de riesgos
entre las personas, conduciendo ello a una mayor utilidad, en el mismo sentido en que
lo hace el intercambio de bienes; es decir, aparece la posibilidad de separar el control
(la administración u operación efectiva de una compañía, actividad que remunera la
superioridad comparativa de capacidad y conocimiento en un terreno) de la asunción
de riesgos que implica la propiedad. El derecho a vender, en suma, tiende a concentrar
eficientemente el control o la gestión en quienes son los más capaces, y la propiedad
en quienes están más dispuestos a asumir los correspondientes riesgos.
Son frecuentes también, por los mismos motivos, en esencia para evitar indeseables
efectos externos cuando los costos de transacción tienden a ser elevados, como
regulaciones y reglamentos sobre edificación en ciudades y establecimiento de zonas
donde determinadas actividades están permitidos o bien restringidos. También las
disposiciones que prohíben la emisión de efectos externos negativos, como humos,
ruidos, etc., son frecuentes en las diversas legislaciones. La lógica de los altos costos
de transacción permite una explicación unitaria de las similitudes en los sistemas
legales y las regulaciones, como casos especiales donde los derechos de propiedad no
funcionan por el problema de los bienes públicos.
Por ejemplo, si tirar basura es gratis, las personas tienden a despacharlas en una
cantidad muy grande lo que genera muchos costos ambientales, en particular en
ciudades populosas. Pero cuando hay buena evidencia de que cuando el gobierno
impone un costo por hacerlo, por ejemplo vendiendo la bolsa de basura después de
una determinada cantidad, se logran estructurar los incentivos de modo tal que las
Un análisis mas detallado, puede explicar una variedad de diversos tipos derechos y su
regulación más usual. Solo como ejemplo, para finalizar, se introducen algunos
comentarios respecto del fundamento económico de los derechos intelectuales.
Hay diversos medios para eliminar estos problemas, siendo el más empleado la
creación y la protección de derechos de propiedad sobre la información. Estos
derechos permiten que los creadores de información excluyan a terceros del empleo
de ésta y, por lo tanto, les permite apropiarse del valor social de sus creaciones,
generando buenos incentivos para su producción. Esta idea es frecuente también en el
campo del derecho y ha sido destacada por los tribunales.