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CONCLUSIONES

Con esta investigación se buscó hacer un análisis del artículo 10 N° 11 del


Código Penal en todos sus aspectos, con el fin de responder a dos preguntas
fundamentales: ¿regula este artículo un estado de necesidad sólo exculpante, o
también justificante? ¿Cuáles son sus efectos y límites?

Una parte de los autores interpretaba el artículo 10 N° 11 como un estado


de necesidad amplio, que comprendía una eximente justificante a la vez que una
exculpante. Estos autores fundamentaban su posición en el principio de
preponderancia, al cual otorgaban el rol de principio general del derecho penal, y
que sería el punto de origen de la justificación supra-(o para)legal de las acciones
cometidas para prevenir un mal mayor que el causado. La otra parte de los
autores negaba esa interpretación, ciñéndose a una interpretación literal del
artículo.

Respecto del numeral 11° del artículo 10 del Código Penal, introducido
por la ley 20.480, en el cual Santibáñez y Vargas sostienen que la ley “El estado
de necesidad que aquí se incorpora no se refiere al mal que causa al ilegítimo
agresor, sino que exime de responsabilidad incluso por causar males “no
sustancialmente superiores si se dan los requisitos que distinguen esa causa como
un estado de necesidad general y exculpante”.

Esta teoría utiliza la conceptualización de las normas de justificación y


reglas de exculpación como instancias de normas de comportamiento y reglas de
imputación, para develar el sentido del artículo 10 N° 11. Profundizando en esta
distinción, se examinaron los principios de la justificación, buscando responder si
el principio de preponderancia tenía la capacidad o densidad teórica como para
servir de fundamento material de una norma no escrita de justificación. Un
análisis de la doctrina sobre el tema lleva a una respuesta negativa: el principio de
preponderancia no puede cumplir ese rol, debido a que el estado de necesidad
escapa de una gradación simple según una escala de males, y hay otros
principios, como el de solidaridad, que tienen un rol más importante. Por ello,
finalmente se desechó la interpretación del artículo 10 N° 11 como una eximente
amplia, y se abrazó su conceptualización únicamente como una exculpante.

A partir de allí, se expusieron las distintas concepciones de la


culpabilidad, desde la teoría normativa en adelante. Cada teoría tenía bases
teóricas considerablemente distintas respecto a preguntas filosóficas
fundamentales, tales como la existencia del libre albedrío, la función del
Estado, o la función de la pena. Por lo anterior es imposible llegar a una
“respuesta correcta” sobre la naturaleza de la culpabilidad, y sobre la
exculpación, pero a pesar de ello se pudo obtener una visión panorámica de la
culpabilidad, con el cual desarrollar una interpretación útil de la eximente de
estado de necesidad exculpante.

Finalmente, se resumieron los requisitos para que opere el estado de


necesidad del artículo 10 N° 11, interpretando las partes obscuras de la ley, y
elaborando sobre sus consecuencias a partir de la doctrina.

Para concluir, puede decirse que, independiente de la posición que se


defienda, esta eximente es definida porque el sujeto comete un delito en una
situación excepcional, y a pesar de que no se llega a permitir su acción, se le
perdona. Esto nos dice bastante sobre las intuiciones morales en las que descansa
el estado de necesidad exculpante, y que son compartidas por todos los países
cuya literatura jurídica es conocida en Chile. Y es que, como sociedad,
necesitamos reconocer que hay situaciones excepcionales, en las que incluso una
persona controlada y de sangre fría, ha de cometer un delito para protegerse a sí
misma o a sus seres queridos. No podemos concebir un derecho tan inflexible que
no permita esa concesión a la fragilidad humana, y sobre todo a la
incertidumbre de las circunstancias.

Pues, en esos casos, a diferencia de todas las otras exculpantes, no hay


dementes, o momentos de locura, o errores inexcusables, sino que hay una
persona exactamente como uno, que actuaría como uno lo haría si se encontrara
en esas circunstancias. Allí, el derecho le habla a quienes deben aplicarlo, y les
dirige un sencillo mensaje: tengan piedad con aquellos que juzgas, pues son como
tú. El derecho debe dar espacio a esta común humanidad y comprenderla, pues
sin ese nivel de empatía, nuestra sociedad estaría condenada a la injusticia.

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