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El documento discute el principio de legalidad en relación con los delitos de omisión impropia no escritos. Existen diferentes posiciones sobre si estos delitos deben ser completados por el juez o si requieren una definición legal explícita. Algunos países como Alemania han incorporado cláusulas de equivalencia y correspondencia, pero estas soluciones también han generado controversia. En general, el documento analiza el debate entre quienes sostienen que la intervención penal debe estar estrictamente limitada por la ley, y quienes consideran que también debe responder a
El documento discute el principio de legalidad en relación con los delitos de omisión impropia no escritos. Existen diferentes posiciones sobre si estos delitos deben ser completados por el juez o si requieren una definición legal explícita. Algunos países como Alemania han incorporado cláusulas de equivalencia y correspondencia, pero estas soluciones también han generado controversia. En general, el documento analiza el debate entre quienes sostienen que la intervención penal debe estar estrictamente limitada por la ley, y quienes consideran que también debe responder a
El documento discute el principio de legalidad en relación con los delitos de omisión impropia no escritos. Existen diferentes posiciones sobre si estos delitos deben ser completados por el juez o si requieren una definición legal explícita. Algunos países como Alemania han incorporado cláusulas de equivalencia y correspondencia, pero estas soluciones también han generado controversia. En general, el documento analiza el debate entre quienes sostienen que la intervención penal debe estar estrictamente limitada por la ley, y quienes consideran que también debe responder a
Perímetro, razones y omisión impropia - Bisio, María Claudina;
Perímetro, razones y omisión
impropia
Por Bisio, María Claudina
SUMARIO:
I. Introducción. Planteo de la problemática: poder, sociedad,
persona, libertad. Márgenes de discusión en la intervención penal.— II. Fundamento: protección de un bien jurídico o adelantamiento de tutela por expectativa social. Tesis enfrentadas.— III. ¿Qué se discute con el principio de legalidad y porque es todavía relevante hacerlo? La cláusula de equivalencia como respuesta con especial atención a la solución comparativista. Objeciones y algunas respuestas.— IV. Revista sobre la posición de garante. Un viaje de Feuerbach a Silva Sánchez.— V. Conveniencia e inconveniencia del debate y del traslado del problema en conjunto a sus posibles respuestas. I. Introducción. Planteo de la problemática: Poder, sociedad, persona, libertad. Márgenes de discusión en la intervención penal
Para iniciar, resulta imperioso transcribir que hay un principio
central que marca la filosofía del derecho desde Kant hasta Hegel, el de la libertad del sujeto individual. Para el ejercicio de esta libertad (1), es el sujeto causa de sus acciones y tiene el poder externo de fines, y el de reflexión. Y así el Derecho adopta un criterio valorativo de la concepción de hombre como ser responsable. Luego nos encontramos que este sujeto, no está aislado en el mundo, que hay otros, quienes para lograr una vida ordenada, surge el contrato social, donde el hombre aparece como persona autónoma, con derechos y deberes. Es allí donde el legislador debe reglar las conductas que alteran la paz en la sociedad. Enfrentándonos con el conflicto latente, cuando el legislador no contemplo, determinadas acciones, o bien la sociedad fue mutando, y emergen diferentes hechos. Comienzan los interrogantes, ¿cuándo y hasta dónde puede el derecho penal intervenir? ¿Basta con la afectación de un bien jurídico? ¿Qué demanda la sociedad? ¿Qué habría que implementar para la convivencia social?
II. Fundamento: protección de un bien jurídico o
adelantamiento de tutela por expectativa social. Tesis enfrentadas
Podemos decir que el concepto de "bien jurídico", el cual no
es posible delimitarlo a los bienes individuales, ya que no solo se protegen estos, sino muchos bienes de la comunidad. Ahora cabe preguntarnos si toda afectación individual y social, debe dar lugar a la intervención estatal.
Explica Roxin (2) que desde una perspectiva del denominado
concepto metodológico de "bien jurídico", que lo entiende como una forma sintética de pensamiento respecto del sentido y fin de las concretas normas del Derecho Penal, una abreviatura de la idea del fin, y con ello ratislegis de los diversos tipos. De ese se estaría renunciando totalmente al significado del bien jurídico para el concepto material del delito, dado que el legislador persigue con cada precepto un fin cualquiera. Continua de esta manera teniendo una función como medio de interpretación teleológica "según el bien jurídico protegido" y para la estructuración sistemática de la parte especial, pero políticamente carece de importancia. Actualmente, pese a que ya es doctrina dominante la que afirma una estrecha relación entre el Derecho penal y el Derecho constitucional, todavía falta desarrollar reglas vinculantes para la tarea penal del legislador y para el Tribunal Constitucional. Pese a que se suele afirmar que el Tribunal Constitucional podría guiarse en una falta de "lesividad" de una ley penal para declarar su inconstitucionalidad, esto no es vinculante. Ciertamente tiene razón Roxin cuando afirma que sería arrogante exigir esto si en el Derecho penal ni siquiera existe consenso sobre el concepto del bien jurídico, aparte de que tampoco podría negar al legislador una cierta discrecionalidad para regular la libre vida en común y las consecuencias de su afección. La concepción de Amelung (3), quien se opone contra los defensores de la solución de tipo y les reprocha dos cuestiones; la primera a la que llama "lagunas de protección" y también una extensión inadecuada de la posibilidad de castigo penal. La intervención penal debe estar limitado, y en este sentido Hassemer (4) afirma: "hay que limitar el poder estatal del modo más enérgico allí donde más claramente se manifiesta, es decir en el Derecho Penal, que debe ser configurado desde el punto de vista de los derechos individuales, como una forma de protección, la más enérgica y contundente, de los mismo". Éste debe proteger las garantías de la libertad. Íntimamente relacionado está, el concepto de anticipación penal, vale decir, como un modo de actuación penal ilegítima porque no respeta los límites impuestos por el principio ofensividad, se prevé una intervención penal contra conductas que no representan un ataque con suficiente entidad objetiva al bien jurídico tutelado. No obstante, estas restricciones, no son universalmente compartidas; no todos consideran que el fin de esta rama del derecho sea la protección de los bienes jurídicos ni, consecuentemente, que el referente material de la actividad penal legítima sea la afectación material de un bien jurídico. El debate sobre la anticipación no desaparece, empero, sino que cambia de perspectiva; se limitará a determinar, por ejemplo, si la creación de una norma (con independencia del grado de afectación de un bien jurídico que represente) es funcional para el mantenimiento del equilibrio del sistema y, en un momento posterior, a verificar si hay una infracción de una norma vigente que no esté amparada por otra expectativa normativa.
III. ¿Qué se discute con el principio de legalidad y por qué
es todavía relevante hacerlo? La cláusula de equivalencia como respuesta con especial atención a la solución comparativista. Objeciones y algunas respuestas
En la actualidad, la opinión dominante en la doctrina, es la
afirmación de que los tipos impropios de omisión no están todos escritos, sosteniéndose que el juez los debe completar, individualizando las características de los autores conforme a los modelos legales de los que se hallan escritos. Por ende, los tipos impropios serían abiertos, al igual que los tipos culposos. Partiendo de estas premisas y, observando que en los tipos escritos la posición de garante está definido en la ley, pues todos son delicta propia, se hace necesario delimitarla en los que se consideran tipos omisivos impropios no escritos. Esta corriente legislativa además de criterios generales para sustituir las faltantes definiciones de posición de garante, suele establecer una equivalencia de la omisión con la acción, creando así la cláusula de equivalencia (5), y como contrapartida introduce la cláusula de correspondencia (6), que implica un correlativo a la posición de garante, para los casos que pese a ella no alcance un contenido de injusto —desvalor— correspondiente al de la tipicidad activa.
En el Derecho alemán algunos autores (7), consideran que en
este tipo de delitos, el problema de la falta de taxatividad del tipo de omisión impropia no cabe superarlo con ninguna construcción doctrinal, y la problemática, desde la perspectiva del principio de legalidad, sólo se resuelve allí donde resulta posible plasmar en la propia ley —o al menos en un derecho consuetudinario más detallado, la parte especial de los delitos de omisión impropia.
Las objeciones que se presentaron en derecho alemán,
según Roxin (8), los reparos en relación a la constitucionalidad de los delitos de omisión impropia, antes de la introducción del art. 13, consistía en que los presupuestos de su igualdad a la comisión no se describían en detalle en la parte especial, sino que únicamente, con la ayuda de la posición de garante —creados por la jurisprudencia y la doctrina. Como primera cuestión, se podría ver una contravención de la prohibición de analogía en la punición no regulada legalmente de omisiones a partir del tipo comisivo. Y en segundo lugar, la falta de designación del legislador de los presupuestos de la equiparación podía contemplarse una vulneración del mandato de precisión o taxatividad. Con la modificación del art. 13 el que dispone expresamente, bajo los presupuestos mencionados, la punibilidad de la omisión a partir de disposiciones de cada uno de los tipos comisivos. Concluyendo que, la punición puede invocar o acogerse ahora a la ley.
Entonces según este articulado incorporado, la punibilidad de
una omisión equivale a una comisión, además del deber especial de responsabilizarse, y presupone que en el segundo lugar que la omisión se corresponda a la realización del tipo legal mediante un hacer. Lo que se vislumbraba como una solución, también ha generado controversias, planteándose problemas de compresión, ya que si alguien tiene que responder o responsabilizarse jurídicamente de la no producción del resultado, pero se niega que se dé la relación de correspondencia requerida legalmente, entonces el omitente precisamente no tiene que responder jurídico penalmente de la no producción del resultado, o del resultado ya producido, debido a la ausencia de equiparación. Por lo que no ha sido de mucha aplicación. La doctrina dominante, en la actualidad acude a la aplicación de la teoría de la "equivalencia de las modalidades" la que enuncia los conceptos enunciado por Gallas, sobre el especial significado de las "modalidades de acción" para la equiparación entre omisión y actuación. Consistiendo en que la falta de causación por el omitente, puede ser sustituida por la obligación de su evitación, pero que como ilícito o injusto de las especificas modalidades de acción no encuentra ninguna correspondencia en el simple no actuar.
En nuestra legislación, no existe ninguna de las
cláusulas (9) mencionadas, pero se ha venido sosteniendo en la doctrina una construcción análoga, fundada en la supuesta necesidad derivada de considerar inadmisible o escandalosa la imaginada impunidad de los impropios delitos de omisión no escritos. En la práctica, ocurre que se realiza dicha construcción en estos delitos, donde suele reconocerse como fuente de la obligación de actuar la posición de garante, emergente de la ley, del contrato y de la conducta anterior o precedente al sujeto. Se trata de una posición especial de garantía, pues si bien todo garante tiene el deber de actuar, no todo el que tiene deber de actuar es garante.
No comparto la construcción analógica, pienso que no resulta
necesaria, no se explica la razón por la cual deba existir una fórmula general para elaborar analógicamente los que no han sido escritos. No es válido, afirmar que el legislador no podría prever todos los casos de omisión que merezcan ser punible. Reflexiono, ¿en qué clase de sociedad nos convertiríamos? en una correcta y limitada sociedad ética, que retrocede en varios siglos, a la confusión entre moral y derecho; sí, es verdad, quien pudiendo impedir no impide, peca, pero en un derecho liberal no delinque, salvo que un tipo penal debidamente escrito lo establezca.
IV. Revista sobre la posición de garante. Un viaje de
Feuerbach a Silva Sánchez
La teoría del garante, vino a situar este elemento crucial de la
problemática de la equiparación entre acción y omisión, en la tipicidad y no en la antijuricidad. No toda omisión de una conducta activa que hubiese impedido el resultado da lugar a comisión por omisión. Para que la omisión, de una acción esperada jurídicamente que no ha evitado el resultado lesivo al bien jurídico protegido sea típica, es necesario que el omitente se halle situado en una "especial posición", de la que se derive inmediatamente un obligación, por su parte, de garantizar la indemnidad de determinados bienes jurídicos, alejados así el peligro que sobre los mismos se ciernen. Se considera que, la posición de garante, cumple una doble función:
1) por un lado debía ofrecerse como sustitución de la relación
de causalidad de los delitos de comisión; 2) debía limitar el ámbito de la criminalidad de los comportamientos omisivos.
Podemos decir que quien se encuentra en posición de
garante, tiene el deber de evitar que se produzca el resultado que lesiona un bien jurídico, y consecuentemente esta figura es la que sustenta la idea de equiparar la comisión con la no evitación del resultado. ¿De qué manera determinamos al garante? La posición de garante se relaciona con los deberes, que adquiere una persona sobre uno o varios bienes jurídicos, el omitir sus responsabilidades como garante de un bien jurídico y con esto provocando un resultado típico se configura un delito de comisión por omisión. Entonces, quien se halle en posición de garante sobre un bien jurídico determinado, tiene una función de vigilancia y de protección por medio de la cual está obligado a defender el bien jurídico de cualquier ataque o peligro que pudiese surgir a su cuidado y custodia, como lesión o amenaza.
Se ha fundamentado los delitos de comisión por omisión
sobre el principio de la posición de garante, considerándose como la mejor manera de resolver este tipo de delitos, y generar un nexo causal entre el omitente y el resultado. Pero nos enfrentamos ante la dificultad de determinar quién es garante, y consecuentemente encontrando que resulta necesario contar con una determinación clara sobre quién es el sujeto sobre el cual recae el rol de garante, para que pueda darse una correcta imputación.
En este orden de ideas, se entiende que "un sujeto se
encuentra en posición de garante cuando siendo jurídicamente capaz y estando en presencia de determinadas circunstancias o presupuestos especiales se hace responsable de la indemnidad de un buen jurídico" (10). Ahí surge la obligación del individuo que se encuentre en posición de garante evitar el resultado típico mediante la protección de bien jurídico. La evitación del resultado lesivo seria equiparable a la conducta activa de producir el daño.
En igual sentido lo sostiene Jescheck (11), al exponer que "en
el delito de omisión, el resultado típico se imputa al garante que no ha evitado su producción igual que lo hubiese ocasionado mediante un hacer positivo". Por lo tanto, viene a ser el sujeto activo del delito de omisión impropia, ya que tiene la responsabilidad de hacer lo posible para evitar el resultado típico. Ahora bien, el problema surge cuando nace la obligación de indemnidad de determinado bien. No resulta suficiente solo el hecho de infringir el deber de actuar para sancionar al omitente, como si se tratase de una acción prohibida. Así lo considera Jakobs, que expone que "el autor de un delito omisivo solo puede serlo el titular de un deber de responder de que se evite el resultado (deber de garantía) (12).
La teoría de la posición de garante constituye el esfuerzo más
significativo por superar la objeción constitucional. Es cierto que al clasificar los casos de omisión impropia como delitos especiales se reduce en forma sensible el ámbito de inconstitucionalidad. Pero la objeción subsiste respecto del círculo de autores involucrados, es decir, los sujetos a quienes sin previsión legal, un juez identificará como garante con posterioridad al momento de su omisión.
La objeción constitucional no queda superada por la doctrina
que funda la autoría en la imputación objetiva, pues las fuentes del deber en que se basa la posición de garante no surgen de la ley penal. Según las tesis más corrientes en cuanto a la posición de garante como base limitadora de la construcción analógica, se sostiene que el deber de actuar derivado de la ley misma se erige en deber de garantía cuando: a) imponga el cuidado de una persona, como es el del padre para los hijos; pero no cuando se trate de un deber legal general como el de ayuda; el sujeto es legalmente responsable de un determinado ámbito o sector de la realidad: tal sería el caso del médico de guardia respecto de la asistencia de un paciente, porque tiene a su cargo un ámbito concreto; c) el sujeto activo tuviese un especial poder respecto de la protección o vigilancia para los bienes jurídicos de terceros: algunos incluyen aquí el deber de vigilancia de los padres respecto de los hijos menores; d) el deber legal que emerge de la relación del sujeto con una fuente de peligro: como puede ser el que tiene un automóvil en cuanto a la seguridad del tránsito.
IV.I. Teoría formal
Plantea Anselm Feuerbach que si toda omisión fuera causal,
todo omitente seria causante del resultado, no solo la madre que no alimenta a su niño, sino también vecinos que no lo hicieron serian causantes de la muerte de aquél al igual que, en general, toda persona que no le proporciono alimento. La exigencia de un apena justa, sin embargo no llega hasta esos extremos. Solo las omisiones que implicaran la infracción de un determinado deber de actuar deberían ser típicas. De ahí que se pretendió reemplazar la causalidad por la antijuridicidad de la omisión como elemento decisivo de la equivalencia dentro causación y no evitación del resultado. Al ver el problema desde esta óptica, es que surge la "teoría formal de las fuentes del deber" para la cual una omisión de impedir el resultado se debía a considerar equivalente a causarlo cuando impedir el resultado provenía de una ley o contrato o lo que posteriormente se llamaron caos de injerencia.
Se ubica el problema de la responsabilidad penal por omisión,
no en el plano causal, sino en el plano normativo, representando la primera formulación de una dirección que más adelante tendría amplio eco en la doctrina alemana: la teoría del deber jurídico formal. Donde el fundamento de la punición de la comisión por omisión en un elemento añadido al "no hacer" lo encuentra este autor en la existencia de "un deber jurídico" de actuar basado en la ley o en el contrato. Ello desde una óptica de un Estado liberal, en el que rige el principio de no injerencia en los derechos subjetivos ajenos, que suponía que "el ciudadano no está originariamente obligado a omitir, razón por la cual un delito de omisión presupone siempre un fundamento jurídico (ley o contrato) el deber jurídico de actuar opera en "casos excepcionales" procediendo el ilícito penal, generalmente, por medio de una conducta de hacer: la cuestión de la equiparación entre el hacer y el omitir, se sitúa, en el terreno de la antijuridicidad formal.
Concluyendo para esta teoría, que una omisión de impedir el
resultado se debía considerar equivalente a causarlo cuando impedir el resultado provenía de una ley, un contrato, o peligro de producción del resultado fuera consecuencia de un hecho anterior del omitente (llamados casos de injerencia). Estos casos de injerencia, sólo pudo encontrar un fundamento que permitiera afirmar su equivalencia con la acción mediante la "teoría de la causalidad de la acción ejecutada en lugar de la omitida" de Lauden, quien afirmaba que la acción positiva realizada en lugar de la impuesta por el orden jurídico era la causa del resultado.
IV.2. Teoría de las funciones
Encuentra su fundamento, en la necesidad de evitar la lesión
de determinados bienes jurídicos. Cuyo origen debe situarse en la obra de Armin Kaufmann (13), incide en el aspecto material de la relación de garantía. Donde distingue entre garantes que tienen la función de control de una fuente de peligro. Todo ello significa una contraposición frente a la óptica esencialmente formalista de la "teoría de las fuentes o del deber jurídico". Explica Silva Sánchez (14), que en la actualidad, buena parte de la doctrina adopta una perspectiva sintética entre ambas. Buscando una nueva fundamentación con independencia al principio solidarístico, esa se encuentra en una sociedad de complejidad creciente, en la que son cada vez mayores las relaciones de dependencia recíproca entre los sujetos; en la que la distribución funcional, incorporación de nuevas máquinas y tecnología, han modificado la visión estrictamente individualista de las relaciones humanas.
Con esta teoría se trata de delimitar, y ordenar los deberes de
garante de acuerdo a su contenido, es decir con arreglo a criterios materiales, distinguiendo de esta manera entre deberes que consisten en la protección de un determinado bien jurídico (garante de protección), y aquellos otros en los que el garante está obligado al control de una fuente de peligros a favor de todos los bienes que potencialmente pueden venir afectados garante vigilante.
Explica que, las que derivan de especiales deberes que
incumben al autor respecto a la función protectora de un bien determinado puede resultar de: garante de protección.
1) situaciones jurídicamente fundadas en la solidaridad
natural, como puede ser el matrimonio o ámbito familiar. Originándose un deber de protección en sentido amplio, que incluye la defensa sobre peligros contra la integridad corporal y la vida.
2) un subgrupo de posición de garante dentro de los garantes
de cuidado, se sitúan aquí las estrechas relaciones de vida y de peligro, que garantizan ayuda y asistencia mutuas en tanto motiven dependencias de uno de los partícipes en tales relaciones respecto a otros (como por ejemplo familia de hecho, sin matrimonio formal, peligrosas excursiones a montaña, la admisión de una persona necesitadas de cuidado).
3) este proviene de la aceptación voluntaria de especificas
funciones protectoras y de asistencia, como por ejemplo los casos de socorristas, urgencias.
En relación al garante de peligro, se limita a un grupo más
reducido, ay que en estos casos el garante sólo tiene que mantener bajo control ciertas fuentes de peligro. El deber de garantía puede ser de: a) La llamada injerencia, donde el deber de garante procede del comportamiento previo peligroso y descansa en la idea básica de que cada uno ha de responder de que un riesgo producido por él mismo no desemboque en un resultado típico. Esta delimitación material del deber jurídico establece una doble escisión del garante en guardián y protector, en esta división, por un lado un garante de protección con deber de vigilancia para determinados bienes jurídicos, y por otro, un garante de vigilancia con deber de seguridad para determinadas fuentes de peligro. Su valor reside en que ante el peligro de un bien jurídico protegido, marca la diferencia entre la víctima y autor: el garante puede situarse en una relación inmediata con la víctima, es decir, como protector directo y por ello se obliga. Y, también puede permanecer junto al autor como medida de su conciencia, estando encargado de su vigilancia. Así este garante mira por la seguridad de la fuente de peligro, sin consideración especial de la víctima que se ve amenazada. Está obligado a evitar, por todos los medios posibles, que una fuente de peligro se convierta en una fuente de peligro o incluso en una lesión; mientras que el garante protector vela por una determinada victima sin prestar una especial atención al autor que la amenaza.
IV.3. Teoría de la atribución de responsabilidad
Para Jakobs, los delito de comisión por omisión, van a ser siempre especiales, sólo podrán ser sus autores, personas con determinadas características, el fundamento de ello, está en que el código penal alemán no recoge positivamente las fuentes de la posición de garante, sólo los obligados jurídicamente a evitar el resultado.
Al concebir los deberes de garante como cualidades de la
autoría, ya que sólo los obligados a responder jurídicamente tiene que evitar resultados lesivos mediante acciones salvadoras, clasifica los deberes de garante en deberes en virtud de responsabilidad por organización y deberes en virtud de responsabilidad institucional. Esta teoría no presupone la fuente jurídica formal de la que proviene el deber. Solo con un principio material cabe determinar si un deber jurídico constituye un deber de garante o bien un deber de menor importancia, puesto que la falta de positivización no menoscabaría la posición de garante, en el sentido de que tal deber decayese en el ámbito de organización o en la institución correspondiente
Estos deberes en virtud de responsabilidad por organización,
lo que protege en definitiva es la libertad de organización y la responsabilidad por las consecuencias. Entre ellos incluye: a) deberes de aseguramiento en los deberes de relación y en la injerencia; b) deberes de salvación en los deberes de relación y en la injerencia; c) la asunción de deberes, obligaciones y disposiciones a actuar, así como la liberación del primariamente obligado mediante asunción; d) deberes en virtud de responsabilidad de por organización para impedir autolesiones —casos en que la cooperación de la víctima puede dar lugar a la lesión de otro, ejemplo cuando el cooperador que omite es garante ante la víctima de la evitación del daño—. En el caso de deberes en virtud de la institución, estos se caracterizan por la conexión de ámbitos vitales, en parte, desinteresados y configurados de manera altruista. Aquí solo encontramos las relaciones paterno-filiares (15), es la relación de garantía por excelencia
También están incluidos los sustitutos, de las relaciones
paterno filiales, como sería la adopción y la tutela como lo es el matrimonio (16), la confianza especial (17), así como las relaciones estatales de poder la función policial básica de velar por la seguridad, y el velar por la sujeción a la ley y el sometimiento la Administración de Justicia, como principios básicos del Estado de Derecho. Son formas de organización social, en donde no existe ninguna alternativa de organización. Los deberes derivados de estas instituciones serán equivalentes a la comisión, por la importancia básica que tienen en una sociedad, al igual que la libertad de organizaciones y la responsabilidad por las consecuencias.
Dentro de los deberes en virtud de responsabilidad por
organización. Los deberes de aseguramiento en los deberes de relación y en los de injerencia: Se refieren a deberes de control de una fuente de peligro en el ámbito de organización del obligado. El fundamento de estos deberes estaría en la responsabilidad del organizador por la organización interna. Este deber de aseguramiento seria independiente, de si fue planificado o no; como también del comportamiento del que está amenazado por el peligro.
Los deberes de aseguramiento (18) con respecto a peligros
que se derivan de cosas no tiene por qué ser cosas típicamente peligrosas o peligros típicos de cosas aunque en la práctica se centralizan en estos.
"Responsable de un ámbito de organización lo es el
legitimado para configurarlo. El comportamiento precedente es un acto de organización a controlar esa organización que se ha convertido en peligrosa".
A) Los deberes de aseguramiento, son aquellos en virtud de
un comportamiento peligroso de otras personas. El ámbito de organización propio puede estar vinculado con el comportamiento de otra persona de cuatro maneras diferentes:
1) Mediante acciones peligrosas propias;
2) Mediante cosas o situaciones peligrosas fuera del riesgo
permitido;
3) Mediante el poder sobre otra persona, que comporta el
poder de asegurar a quien está determinado por otros ante los peligros derivados de su falta de determinación;
4) Mediante la repercusión del comportamiento de otro en el
ámbito de repercusión propio que, sobre todo, es trascendente para el titular de la actividad. La responsabilidad del titular por el comportamiento peligroso de sus subordinados puede llevarse a cabo a través de cosas peligrosas de la empresa o de la actividad que se desarrolla.
B) Los deberes de salvación en los deberes de relación y en
la injerencia
Estos consisten en inhibir cursos causales peligrosos, que ya
salen del ámbito de organización. Por ejemplo, el alimento perjudicial esta ya vendido y almacenado en casa del consumidor, o ya ha consumido y el consumidor necesita asistencia médica urgente. Explica que en estas situaciones hace falta un motivo más para poder prolongar el deber del obligado al aseguramiento, más allá de su ámbito de organización, como el deber de salvación hasta el ámbito ajeno. Explica Jakobs que aunque ese deber se prolongue, sigue consistiendo en un ámbito de organización propio por las consecuencias del comportamiento y de la relación con cosas. Sigue siendo un ámbito de organización propio por las consecuencias potenciales. De este modo el ámbito de organización propio del fabricante se define a través de consecuencias potenciales y se superpone al ámbito de organización de los trabajadores.
Siempre entre el curso causal peligroso y la persona puesta
en peligro medie otro interviniente, para que responda el que actuó previamente hace falta una conexión especial con el comportamiento del interviniente ulterior. Los fundamentos de esta conexión, son los mismos que en los deberes de aseguramiento, aquí limitados a casos de riesgos especiales, sobre todo de descuido de deberes de aseguramiento:
1) Participación en el comportamiento del ulterior interviniente
y ambos serían garantes;
2) El que actuó previamente es responsable por situaciones o
cosas peligrosas siempre que no decaiga la responsabilidad por la transmisión de la cosa al interviniente;
3) El que actuó previamente es responsable por el poder
sobre las personas que intervienen ulteriormente, siempre que el poder se ejerciese descuidadamente, por mala vigilancia por ejemplo
4) Y, también es responsable por la repercusión del
comportamiento ajeno, siempre que se descuidaran los deberes de aseguramiento respecto de este. En este último aparatado se incluiría la posición de garante de productores y fabricantes por distribuir productos poco seguros o perjudiciales para la salud. Si no se retiran los productos del mercado existiría responsabilidad en comisión pro omisión. C) La asunción de deberes, obligaciones y disposiciones a actuar, así como la liberación del primariamente obligado mediante asunción.
El que asume un rol determinado, se espera que actúe
conforme a su rol o función, surgiendo para este sujeto un deber jurídico de realizar el comportamiento. Es una confianza especial en determinados esquemas de comportamiento y el autor debe responder por las consecuencias de cómo configura su ámbito de organización por el comportamiento de asunción. El deber de garante comienza con la asunción y concluye cuando se ha realizado lo asumido. Esta asunción no solo está en el autor cuando promete una prestación expresa, sino cuando se da muestran fehacientes de haber asumido ese comportamiento.
D) Deberes en virtud de responsabilidad por organización
para impedir autolesiones
Son aquellos casos en los cuales la cooperación con la
victima puede dar lugar a la lesión de otro, ya sea cuando el cooperador que omite es garante ante la víctima de la evitación de un daño, cuando se da autoría mediata por omisión, es decir, cuando la organización del que omite coloca al que se lesiona en una situación de instrumento cuasi-justificado y, también, habría responsabilidad por organización para impedir autolesiones cuando la víctima, sin ser instrumento no puede sentí con eficacia en el comportamiento lesivo del autor.
Deberes en virtud de la responsabilidad institucional: deberes
genuinamente estatales: dentro de estos, se encuentran las personas físicas que trabajan para las distintas administraciones públicas, ejemplo municipio, administración penitenciaria, quienes a través de la confianza especial que se tiene en esas instituciones, y de la cual surge la relación de garantía, y también menciona que están los deberes de la propia persona jurídica, donde la acción que se espera del garante se determina en función de que es lo que esa persona jurídica puede organizar en general, y no que son capaces las personas físicas de hacer en el caso concreto.
Podemos decir que Jakobs, al igual que Kaufmann, realiza
una división bipartita de los deberes de garante.
IV.4. Teoría del dominio
El fundador de esta teoría es Schunemann, quien plantea
como solución al problema de la comisión por omisión, y llega a la conclusión de que el rol social, la relación de proximidad eran métodos demasiados indeterminados para conducir a una equivalencia con los delitos comisivos, establece como fuente de la posición de garante el dominio sobre la causa del resultado. En tal sentido explica que la omitida evitación del resultado equivale a su causación comisiva, si la causa del resultado se encuentra en el ámbito del dominio del autor.
Explica que cuando la persona es capaz de dominar su
movimientos corporales, y dirigirlo a en un determinado sentido, esta capacidad de dominio sobre la causa del resultado, es el fundamento de la imputación del resultado en el delito comisivo. Pero que sucede en los delitos de omisión, donde justamente no hay movimiento corporal, sino un no hacer. Entiendo que este fundamento puede aplicarse, si se entiende que no hablamos de un dominio sobre el "movimiento corporal" sino sobre el mismo cuerpo, lo que incluye la inactividad.
Este autor entiende que se puede aplicar la equivalencia
entre un delito comisivo y un delito por omisión, siempre que frente a un delito de resultado típico por comisión, valdría esta equivalencia si la posición de del autor en relación a la lesión al bien jurídico protegido es comparable con la imputación del resultado comisivo. Ya que el autor con su comportamiento activo, mediante un movimiento corporal y el dominio sobre su cuerpo posee un dominio sobre el resultado lesivo, una omisión equivalente a la comisión presupone un control actual sobre el suceso. El dominio se encuentra preestablecido en la fuente u objeto del suceso que se encuentran controlados con anterioridad, y consecuentemente el transcurso del hecho dentro del dominio del autor por omisión, como todo lo que tiene lugar en ese ámbito es "voluntad" del autor. Y el deber de garante surge del dominio del garante sobre el fundamento del resultado, lo que justifica la equivalencia.
Este dominio del que nos habla, se divide en: 1) el dominio
sobre las causas esenciales del resultado; 2) dominio sobre el desamparo de la víctima.
1) Dentro de este punto incluye los deberes propios del tráfico
jurídico, que a su vez incluye los originados por la propia aceptación del individuo, y los deberes de vigilancia; los deberes de vigilancia, que se dividen en deberes de vigilancia por un dominio de hecho sobre menores de edad penal, o por una potestad de mando sobre mayores de edad.
2) Dentro de este punto se distinguen, si el desamparo es
consecuencia de una incapacidad para proteger de cualquier peligro; o si es un desamparo parcial ante ciertos peligros, ya sea libremente asumido, o de un acto de confianza del titular de un bien jurídico o de un tercero.
De esta manera distingue los deberes que dan lugar a una
posición de garante, y propone una clausula general que solucione problemas de la equiparación y también la creación de un tipo agravado de omisión del deberes de socorro para los supuestos de injerencia, ya que según él la injerencia quedaría fuera de la comisión por omisión ver. IV.5. Tesis de Silva Sánchez
Para explicar el fundamento de la posición de garante
específica de la comisión por omisión es necesaria una ulterior concreción. Lo decisivo es que el sujeto haya asumido de un modo efectivo el compromiso de actuar a modo de barrera de contención de riesgos determinados para bines jurídicos, también determinados. La aceptación de este compromiso y su posterior incumplimiento hace surgir un dominio del riesgo típico, idéntico al que se obtiene por la vía del movimiento corporal que pone en marcha el curso casual. Produciéndose una efectiva injerencia en la esfera de organización ajena que justifica la imputación del resultado lesivo. Opina Silva Sánchez que, este garante no estará obligado, de forma general, a proteger cualquier ataque al bien jurídico protegido.
V. Conveniencia e inconveniencia del debate y del
traslado del problema en conjunto a sus posibles respuestas
Considero que no podemos dejar de pensar soluciones y
respuestas para lograr una mejor convivencia social, y en esta línea de pensamiento, me lleva a reflexionar sobre un artículo del profesor Joachim Hruschka, que se titula "¡Repensar el derecho penal! Reflexiones a propósito del libro 'Rethinking criminal Law' de George P. Fletcher" (19) entre muchas otras cuestiones explica que la actividad intelectual organizada en Alemania suele denominarse "dogmática jurídico penal" y menciona que tiene tres misiones, la primera indagar ante todo acerca de las estructuras del sistema jurídico-penal de las normas; hacer reflexiones ético- normativas, que intentan responder a la pregunta acerca de que conductas humanas son merecedoras de pena y cuáles no, como así también sobre la respuesta a la pregunta acerca del fundamento normativo de la pena; y por último ha de trabajar y comentar el llamado derecho penal vigente.
Y si realmente la sociedad, no puede tolerar la no condena de
determinado hechos, y bajo esta premisa se posiciona a las personas en roles a fin de ser perseguidos por el derecho penal, me parece que, no solo repensar el derecho penal sería suficiente, sino también reflexionar como personas responsables integrantes de una sociedad. Evaluar hasta donde debe intervenir el derecho penal. Claramente, el legislador cuando quiso que las omisiones fueran punibles, expresamente lo configuro en tipos omisivos paralelos a los de acción que cuando el legislador considero que debían ser pasibles de punción los delitos de omisión.
Resulta fundamental en la aplicación del Derecho Penal,
recorrer el camino sin apartarnos de los principios rectores, siendo uno de ellos el de legalidad, del cual la Corte Interamericana de Derechos Humanos (20), ha puesto de manifiesto su posición al señalar que en la elaboración de los tipos penales es preciso utilizar términos estrictos y unívocos, que acoten claramente las conductas punibles, dando pleno sentido al principio de legalidad penal. En otras palabras, la definición de tipos penales debe contener una clara precisión de la conducta incriminada, que fije sus elementos y permita deslindarla de comportamientos no punibles o conductas ilícitas sancionables con medidas no penales. La ambigüedad en la formulación de los tipos penales genera dudas y abre el campo al arbitrio de la autoridad, particularmente indeseable cuando se trata de establecer la responsabilidad penal de los individuos y sancionarla con penas que afectan severamente bienes fundamentales, como la vida o la libertad. Los tipos penales deben estar formulados con tal precisión desde sus elementos que permitan su distinción de otros comportamientos que no son sancionables o lo son bajo otras figuras penales. Realiza una especial atención en el efecto negativo que produce la falta de precisión de los tipos penales crea el riesgo de arbitrio de la autoridad, restricciones a las garantías del debido proceso según si se trata de un delito u otro, y una variación de la pena a imponer.
Entiendo que la sociedad, integrada por personas quienes
deben actuar de manera responsables, buscan justicia en las decisiones de los jueces, quienes se deben limitar a lo escrito por el legislador. Si bien es cierto que, todos deseamos vivir en una sociedad justa, vale preguntarnos a qué costo se toman estas decisiones, qué principios y derechos dejamos en el camino. La respuesta es debemos pensarla cada uno desde el rol que ocupa en la sociedad, ejerciendo de esta manera su individualidad, y expresando sus libertades, sin afectar la del otro, y el derecho penal debe ser la ultima ratio.
La intención de este trabajo es reflejar la problemática que
nos presenta el delito de omisión impropia, la afectación al principio de legalidad que surge con la equiparación analógica que se pretende y la imputación mediante la figura de garante. Cuál es el camino correcto, la solución, no lo sé. Lo que considero, es que no pueden violarse principios rectores para atribuirle responsabilidad penal a un sujeto. Considero que hoy, no existe una solución determina para esta temática, pero sí, que mediante la dogmática se puede reflexionar, y evaluar alternativas, con futuras modificaciones en nuestra legislación. Cita: AR/DOC/716/2018 Tomo Derecho Penal y Criminología - 2018 Autor:SIN ESPECIFICAR Editorial:La Ley DERECHO PENAL Doctrina Perímetro, razones y omisión impropia - Bisio, María Claudina; https://proview.thomsonreuters.com/launchapp/title/LALEY/REVPENLL/A 2018/v1/document/36C14F39-3FDF-B4F8-694C- DB311ACF32A5/anchor/36C14F39-3FDF-B4F8-694C-DB311ACF32A5