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108 Acción e interacción en el origen del símbolo

En el desarrollo posterior del niño, los símbolos van a jugar un papel

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capital. En realidad, están entre los materiales de construcción del niño
humano de nuestra cultura a partir de las crías de nuestra especie animal.
Definen el mundo humano, tanto en sus aspectos culturales, que se trans­
miten de generación en generación (el "tercer mundo" de que habla Pop­
per), como en un aspecto más subjetivo, al constituir la estructura de códi­
gos sobre los que se aplican las funciones superiores y con los que "se
expresa" la conciencia (el "segundo mundo" de Popper). Estos códigos
permitirán al hombre concebir realidades abstractas, comunicar sus emo­
ciones, convertir en explícito lo que era implícito. Su dominio va a ser una
Interacción precoz.
de las metas principales de la vida escolar. Pero ese dominio empieza en
un contexto más informal, a través de conductas más simples y directas, Una perspectiva vygotskiana a partir
como la de Pablo soplando �on el mechero en la mano. de los esquemas de Piaget1
Angel Riviere

El actual predominio de enfoques pragmáticos en la explicación gené­


tica del origen del lenguaje y la intervención sobre sus perturbaciones no
suele acompañarSe de una definición precisa de los supuestos mecanis­
mos de relación que constituyen, para muchos psicólogos, el fundamen­
to del mundo simbólico y, al menos en parte, del propio lenguaje. Muchos
estamos de acuerdo, por ejemplo, en que la "intención comunicativa" es
un requisito pragmático del desarrollo lingüístico, e incluso del desarro­
llo más general de símbolos de cualquier clase por parte del niño. De ahí
se sigue la prescripción de que procuremos regular nuestros programas
de intervención lingüística en función de las intenciones comunicativas
de los niños con los que trabajamos. Esta prescripción se basa en un
supuesto ampliamente compartido por los defensores de esas posiciones
pragmáticas; a saber: que los símbolos no son, en definitiva, más que for-

1
Trabajo publicado originalmente en 1986, en el libro editado por Marcos Monfort, Inves­
tigación y Logopedia (Madrid: Ed. Cepe, págs. 43-79) que compila las Actas del 111 Sim­
posio de Logopedia celebrado en Madrid los días 1-3 de mano de 1985.
Una versión preliminar y en francés de este trabajo fue presentada por Ángel Riviete y
César Coll en las XXhne Journées d' Etudes de l'Assodation de Psychologie Scienti(ique de
Langue Frtmfa,ise (APSLF) celebradas en Lisboa los días 18-20 de septiembre de 1985 con d
título "lndividuarion et interacrion avec le sensorimoteur: Notes sur la construction généti­
que du sujet et de l'objet social". Esta versión fue publicada en el libro compilado por Miguel
Siguán, Comportem.ent, cognition, consdence. La P�'Yc@.,ologie 4 la reche:rche de son ob;et
(París: Presses Universitaires de Franc� 1987, págs. 201-240). Reprbdu.cido con autorización.
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mas especiales de relación (al menos en su origen), y, por tanto, la cons­ sus requisitos cognitivos, como hacen Bowe.r y Wíshart al proponer pre­
trucción del mundo simbólico no es sólo un resultado inevitable del desa­ cisamente "una teoría unitaria'" del desarrollo.
rroHo endógeno del niño como míembro de nuestra especie, sino tam­ Nosotros también creemos en la utilidad y el valor heurístico de pos­
bién un producto -por así decirlo---- de la propia cultura, a través de un tular Wlll teoría unitaria d el desarrollo. Sin embargo, a diferencia de Bower
proceso de relación entre personas. Pero no está tan clara la naturaleza y Wishart (op. cit. ) tratamos de formular una concepción esencialmente
concreta de los mecanismos constructivos que [e permiten al niño acce� constructiva de la génesis de los· mecanismos cognitivos y de relación,
der al mundo humano de los símbolos, la cultura y el lengu¡¡je. La amplia mucho más cercana a las propuestas clásicas de Piaget en La naissance
aceptación de la posición constructiva de Piaget sobre el origen de las de l'inteI/igence chez l'enfant. Nuestra posición fundamental es que hay
pautas de acción sobre los objetos físicos no es generalizable a las pau­ un mismo conjunto de principios constructivos que permiten explicar la
tas de interacción con personas y la construcción de los objetos sociales. génesis de los esquemas de acción e interacción, y del niño como habi­
La propia noción de "'construcción de los objetos sociales" sería difícil tante de un mundo físico y social. Del mismo modo que el mundo físico
de aceptar para muchos investigadores: ¿Acaso no están "preconstrui� es una construcción resultante de la coordinación y estructuración de los
dos" los objetos sociales desde un principio? ¿En qué sentido puede com­ esquemas de acción del niño, el mundo social y la noción de los otros y
pararse la construcción d�l mundo físico de objetos permanentes y esta­ de la propia identidad son construcciones que se originan en la coordi-- ,
bles, sometidos a relaciones causales objetiVas en un espacio objetivo, nación y asimilación recíproca de los esquemas de relación e interacción.
con la elaboración de un mundo social habitado por agentes intenciona­ Nos apresuraremos a señalar que esto no significa que los ritmos evolu�
les de conducta? tivos de construcción de los esquemas de acc.ión y relación sean idénti­
En gran parte de la literatura sobre interacción y desarrollo en el perío­ cos, ni equiparable su significación funcional para la evolución de las
do sensoriomotor se observa la relativa paradoja de que, al mismo tiem� estructuras simbólicas o cognitivas en general. Se dan J en efecto, desfases
po que se insiste en ese carácter constructivo de las relaciones del bebé con horizontales entre las nociones sociales y las nociones físicas compara�
las -personas, tiende a negarse, de facto, la génesis constructiva de los proM bles con ellas. Recordemos, por ejemplo, la relativa precocidad de la per­
pios mecanismos de relación. Así, por ejemplo ) al mismo tiempo que se manencia objetal referida a personas, y señalada,. entre otros, por Gouin­
insisté en la importancia que tienen las intencionés comunicativas de los Decaire (1966). Además, la significación evolutiva de las relaciones con
niños para la construcción del lenguaje, se dejan sin explicar los meca­ objetos y personas es muy diferenti:. En este sentido, debemos situar nues­
nismos que llevan a la construcción de las propias intenciones comunica­ tra posición en el marco de la idea fundamental de las posiciones ince­
tivas, a las que algunos investigadores tienden a dar un carácter muy pre­ raccionistas, tal como se expresa, por ejemplo, en la llamada ley de doble
coz o innato (vid., por ejemplo, Trevarthen, 1982, y Bruner, 1975, 1977, formación, expresada por Vygotski, hace más de cincuenta años, del
1978). Entre los psicólogos que más han contribuid o a nuestro conoci­ siguienti, modo:
miento de las pauta,; de relación del bebé en el período sensOiiomotor está
muy extendida la creencia de que el neonato es ya un ser notablemente «En el desarroHo cultural del niño, toda función aparece dos veces: primero, a
competente desde el punto de vista social, situado en un mundo de per­ nivel social, y más tarde individual; primero, entre personas (interpsico)ógical
sonas y motivado primariamente a la relación con ellas (vid. también,
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y, después, dentro del propio niño (iutrapsicológica) ... todas las funciones supe­
Bower y Wishart, 1979). Estas tendencias innatistas son explicables como riores se originan como relaciones entce seres humanos. "
reacción al enfoque clásico del neonato corno un ser extremadamente
incompetente en los planos cognitivo y social, como una tabula rasa, o un Algo así afirma también Kenneth Kaye cuando .dice que "la comuni­
perceptor del mundo como una "grande, floreciente y zumbante confu­ cación es el origen de la mente". La significación genética de los meca­
sión", como decía William James (1890). n¡smos de relación y comunicación con personas es, desde esta lectura
El problema de estas descripciones, que dejan para la biología y la filo­ interaccionista del desarrollo, mucho más decisiva que la que se atribuye
génesis lo que la psicología y la ontogénesis no son capaces de explicar, es a los esquemas de acción sobre los objetos, puesto que aquéllos (y no éstos)
que reqWeren dos conjuntos de principios explicativos diferentes para dar se constituyen en la matriz fundamental del mundo simbólico y del suje­
cuenta respectivamente de las acciones de los bebés sobre los objetos y sus to, entendido como identidad configurada por la aplicación a uno mismo,
interacciones con las persbnas. A no ser que se reclame una perspectiva com o objeto, de las pautas de interacción originales en la relación con los
muy innatista para el propio desarrollo de los esquemas sobre objetos y otros.
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Las consideraciones anteriores nos permiten perfilar mejor el paisaje cantidad de fij adories visuales de los niños ante patrones estimulantes
teórico en que vamos a situar nuestras reflexiones sobre el desarrollo: se alternativos. Tanto sus experimentos como los de otros investigadores
trata, en realidad, de una interpretación interaccionista de Piaget, o (Berlyne, 1958; Spears, 1 964; Hesherson, 1 964; Brennan y cols., 1 966
-para verlo desde otra perspectiva- de dar a la filosofía interacciorusta -vid., por ejemplo, la revisión de Schaffer, 1979) han demostrado que
de Vygotski una sustancia conceptual más concreta que la que el propio, los neona tos tienen preferencias visuales que priman a los patrones per�
psicólogo soviético pudo desarrollar, amasada a partir de un conjunto de ceptivos bastante estructurados, tridimensionales, móviles (vs fijos) y
observaciones recientes so bre las pautas de relación en bebés y de nocio­ relativamente complejos, dependiendo de la edad. Además, prefieren estí­
nes estructurales y funcionales de la Escuela de Ginebra. Para el análisis mulos visuales de contornos curvilíneos, medianamente brillantes, colo­
de los mecanismos constructivos que van a llevar -en palabras de Key­ reados y con elementos abultados (Gouin-Decaire y Ricard, 1983), que
"de la comunicación a la mente"' contamos con un rico arsenal de con­ son características que definen todas ellas a la cara humana. Por otra
ceptos referidos al desarrollo sensoriomotor del niño. Y,, aunque parezca parte, en lo que se refiere a la percepción auditiva, Eísenberg (1 976),
sorprendente, estos conceptos se encuentran en La naissance de l'intelli­ entre otros, ha demostrado que los neonatos prefieren sonidos que poseen
gence chez l'enfant, libro que, como es bien sabido, apenas recoge obser­ las características físicas (por ejemplo, de frecuencia e intensidad) que
vaciones de relaciones del niño con personas y ha sido tradicionalmente definen normalmente a la voz.humana. Merece la pena"'qúe citemos el
criticado por presentar una visión un tanto solipsista del desarrollo. Una comentario de Gouin-Decaire y Ricard (op. cit.) sóbre esros hallazgos:
hipótesis heurísticamente útil es que los recursos funcionales de asimila� "Aunque sepamos que no es el rostro en sí (algunos artificios se revelan
ción reproductiva y recíproca, de acomodación y organización, y ciertas a los efectos más eficaces) o la voz humana. como ral (puede utilizarse
construcciones estructurales (por ejemploJ las llamadas reacciones circu-· perfectamenre un sintonizador de sonido) los que atraen al bebé, no cabe
lares) a que da lugar la coordinación de los esquemas del niño tienen una duda de que el conjunto de datos indica que el niño está programado
especial significación en la construcción solidaria del sujeto y los objetos biológicamente y en un sentido preciso para orientarse hacia el congé­
sociales, que a su vez implica la instalación del niño en un mundo perso­ nere" (pág. 120) .
nal de intenciones y símbolos. A nuestro entender, estos datos de orientación primaria hacia los pará­
El compromiso constructivista de esta posición teórica ·no implica negar metros estímuladores que definen a las personas no deberían interpretar­
la evidencia de que los bebés humanos cuentan con un considerable equi­ se como favorables a la hipótesis de un impulso primario hacia las perso­
po innato de preparación para la relación. Resurruendo el contenido de nas como tales. En efecto.1 desde la posición constructivista que estamos
gran parte de la literatura reciente sobre neonatos podríamos ha blar de reclamando, las propias personas como agentes sociales y objetos del cono­
la presencia de ciertos programas de sintonización y de armonización de cimiento social del niño son construcciones genéticas muy posteriores. Así,
la propia conducta con respecto a la de los t(otros "' • ya en el recién naci� no tendría sentido hablar de un impulso primario hacia las personas en
do (vid. Riviere, 1 9 83). Al hablar de "programas de sintonización" hace­ un momento en que, en sentido estricto, no hay personas.
mos referencia al conjunto de fenómenos que demuestran que el bebé de Sí puede tener sentido, en la interpretación de estas conductas, el con­
menos de un mes (por ejemplo, en el primer estadio del desarrollo sen· cepto de un primer estadio de " vinculación inespecífica• hacia los congé­
soriomotor) está primariamente dotado para preferir selectivamente aque­ neres, determinado quizá por preferencias perceptivas innatas, que pro­
llos parámetros de estimulación del medio que se sitúan precisamente en bablemente ban sido seleccionadas filogenéticamente por su gran valor
torno a las características físicas que definen perceptivamente a las per� adaptativo. No cabe duda de que esta orientación fundamental hacia la
sonas. Es algo semejante a la selección de ciertos parámetros físicos que ''persona como cuadro perceptivo" i que se observa ya en el bebé de menos
se realiza al mover un dial de radio con el fin de u sintonizar" una deter­ de un mes, va a ser un determinante decisivo de la evocación de respues­
minada emisora. tas de relación, cuidado y crianza en los adultos responsables del neona­
Las investigaciones que demuestran estas preferencias perceptivas en to. Por otra parte, desde muy pronto, es posible observar ya en el primer
neonatos son demasiado numerosas y conocidas como para extendemos mes indicios de acomodación de los esquemas de selección perceptiva, en
mucho en ellas . Sin dar a esta expresión ningún sentido peyorativo, casi el sentido de una sintetización cada vez más precisa y específica de los estí­
podemos decir que han pasado a formar parte de la "mitología" domi­ mulos proporcionados precisamente por la madre o figura de crianza más
nante sobre el bebé. Entre los primeros trabajos están los de Fantz (1961, cercana. Sin embargo, conviene retener el conc;epto d� una "vinculación
1966); que analizó las respuestas de preferencia visual determinando la • inespecífica '" , en los dos primeros estadios del desarrollo sensoriomotor,
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frente a la vinculación específica, el apego propiamente dicho caracterís- ]a construcción posterior del mundo simbólico y proporcionarían el for­
tico del tercer estadio. '
mare estructural de representación de las significados en la memoria. Spitz
Este concepto de "vinculación inespecífica" (una vinculación peculi comenta que "percepciones separadas, estimuladas por los cuidados de la
puesto que se sitúa en un contexto adualísta, en que el objeto de vincula
ar,
madre, se asocian entre sí y finalmente forman un objeto coherente, con
ción no tiene sentido como tal) tiene aún más significado si tenemo ­ el cual el niño establece una interacción continua y al cual quiere tener
cuenta un amplio conjunto de fenómenos que indican la existencia de s en
una cerca de sí más que .a cualquier otra persona• (1982, págA6). Además, el
armorúa fundamental entre los parámetros estimuladores proporcionad recurso a una supuesta competencia de representación suprarnodal, para
por las personas y las respuestas del bebé. En el concepto de progra as
mas explicar los requisitos de asociación y transferencia intersensorial que
de ar,nonización podemos incluir fenómenos como los de sincronía inteM .
en mayor o menor grado- están implicados en fenómenos como la sm�
ractiva (Condon y Sander, 1974), protoimitación en neonatos (Meltz
off cronía interactiva o la protoimitaci6n del neonato, presupone un modo
Y Moore, 19';7), armonización de ritmos mutuos (Kaye, 1977; Fogel, de argumentación (i.e. que para traducir de un código A a otro Bes nece­
1977) Y enusmn de pautas de conducta de estructura peculiar ante los
estí­ sario un código interlingua C) que, llevado hasta sus últimas consecuen­
mulos proporcionados po r perscnas, frente a los proporcionados por
tos no-personales (Trevarrhen, 1977). obje- cias, conduce a una regresión infinita (haría falta también un código ínter·
)ingua D que permitiera trad.ucir de A a C, y así sucesivamente), tal como
En �uma, el bebé humano no sólo está sintonizado preferentemente
.
los esomulos a ha señalado Anderson (1978).
que pueden proporcionarle sus congéneres, sino que parece La tendencia a atribuir al bebé competencias cognitivas muy comple­
estar "programado" para dar sus respuestas a tales estímulos con
arreglo jas se hace aún más evidente en el comentario de Bower y Wishart (1979),
a c1ertos esquemas de armonía. Tales esquemas pueden consistir
pu=s de grupos musculares "sincr6nlcas• a los estímulos auditiv en res� según eJ cual las respuestas de sincronía intéractiva y de proto-imitación
os pro­ implican la elaboración por parte del neonato de un juicio categorial implí·
�uados por Ja voz humana, o en la evocación de respuestas propias seme� cito "muy abstracto", del tipo siguiente: '•yo soy humano", "ellos son
Jantes a las presentadas por los estímulos sociales (y situadas en ámbito
el humanos" ... "yo soy como ellos". En otras palabras, el bebé poseería de
de la competencia de conducta espontánea del bebé) o en la acomo
ción del ritmo propio (por ejemplo, en la mamada o l,.; secúen da­ una forma 11 seguramente innata" una especie de c ategoría general.�e dife­
cias de con­ renciación eiltre lo "humano" y lo "no hwnano". En esta perspectiva, el
tactos oculares) al ritmo del compañero social, o finalmente en la
emisión desarrollo social consistiría esencialmente en un proceso de especificación
de conductas peculiares • semejantes a gestos" ante las person
as. progresiva a partir de este esquema general, tanto de las pautas de comu­
La e spec�lación sobre los requisitos cognitivos de estas respue
_
armonu;ac1o stas de nicación, como de los objetos sociales preferentes.
n ha estado muy influida por la fuerte tendencia innatista y Naturalmente, si atribuimos al neonato la competencia cognitiva sufi­
no-constructivis�, a la que ya nos hemos referido. Por ejempl
o, f
menos de mutac10n precoz y de sincronía interactiva sugieren los enó­ ciente como para formular esa especie de juicio categorial implícito de que
a Meltzoff hablan Bower y WIShart, no es mucho lo que queda por construir en el
Y. Moore {�977) y Bo�r y Wi ?arr (1979) que el neonato tiene una capa
c1dad � · desarrollo. Estcs puntos de vista son tan difíciles de acomodar a una con­
conS1derable de mtegracron y transferencia intermodal o inclus ·la
capaddad d� formar representaciones abstractas y supramodal o cepción constructivista
. como a un enfoque �nteraccíonista del desarrollo.
es desde' el Se sitúan de lleno en el pla no de las teoríaydel desarrollo que Kaye (1982)
.pnnc1p1of �m embargo, la relación entre las "competencias de relación ha definido como "Inside-Out•. Y les es aplicable, por completo, el comen·
mtersensor1al" y las "competencias de relación interpersonal')
es
blemen�� mucho más compleja que lo que suponen estos investig proba­ tario que hace el propio Kaye sobre está clase de teorías: "La exageración
adores, o supervaloración de las capacidades infantiles en la última década ha
Y debena plantear�e en términos dialécticos más que de determin
!mea!, en la direcaon que lleva de los aspectos cognitivos a los ación deteriorado nuestra comprensión de problemas básicos sobre el desarro­
interacti­ llo humano. Ha implicado una posición que equivale a la negación de las
vos. La propia interacción parece contribuir a desarrollar las capac
idades cuestiones fundamentales a las que tenemos que responder. En vez de tra·
d_e �saciar Y asimilar informaciones de diferente origen sensor
ial, transfe• tarde formular una teoría de cómo aprenden los bebés a comunicarse, a
:,ir mform;ao�es. de unas modalidades sensoriales a otras, integrar en compartir las representaciones adultas de obj�tos y sucesos, a tener un a
gestalten umtanas los fragmentos estimulares de diversas moda , .
(en la construcción de la imagen perceptiva de la "madre lidades mente hwnana más que un simple sistema nervioso, y a ser personas md1-
pfo) Y formar representaciones supramodales, q consti total", por ejem­ viduales en interacción con otros, varios investigadores han concluido que
ue tuirían la base de todo esto se da ya desde el principio, en el nacimiento, o se desarrolla muy
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precozmente como resultado de la maduración por sí sola. Han preferido rrollarse a través de la relación. Es sugerente, en efecto, la hipótesis de que
acentuar las funciones intrínsecas. Al exagerar los niveles de estas fun­ a los mecanismos de sintonización y armonización del neonato corres­
ciones en el nacimiento tratan de dar por resueltos algunos de los miste­ ponden otros mecanismos de sintonización y armonía en la madre o figu­
rios con los que la psicología evolutiva tiene que enfrentarse, los mismos ra de crianza. Estos aseguran, sobre todo� el empleo de estrategias que
misterios que han llevado a tantos psicólogos evolutivos a mirar al pro- optimizan la relación en los primeros momentos del desarrollo. Progresi­
pio niño en primer lugar• (1982, pág. 31). vamente {en los sucesivos estadios de desarrollo sensoriomotO½, y más aún
Sí, el problema fundamental de estas teorías es que dan por desconta­ en los períodos posteriores), la relación madre-hijo va a adquirir más gra­
do aquello que tratan de explicar. A algunos psicólogos no nos propor­ dos de libertad, pero sus comienzos están condicionados; en airo grado,
ciona ninguna satisfacción heurística el recurso de alejai: del plano pro­ por la preparación mutua para una ,:elación optimizadora de los dos miem­
piamente psicológico la explicación de los fenómenos fundamentales de bros de la pareja en interacción.
los que tenemos que dar cuenta. Y esta cuestión de la satisfacción heurís­ Los fundamentos de esta hipótesis se e ncuentran, por una parre, en el
tica constituye un móvil poderoso, y muy justificable; para buscar otra carácter de estímulos desencadenantes de conductas de apego que tienen
clase de teorías. las características físicas y comportamenta!es del bebé (Ibl-Ibesfeld, 1970);
Sin negar el considerable equipamiento innato que presuponen los pro­ por otra, en el análisis de las estrategias d.e crianza que, de modo natural,
gramas de sintonización y armonización, creemos que no es necesario recu­ emplean los adultos humanos. Estas estrategias son especialmente claras
rrir a representaciones supramodales o juicios caregoriales muy abstrae­ en el estadio 2 de desarrollo sensoriomotor {en relación con la interpre­
»
.tos para explicarlos. Ciertamente, el neonato no es un simple puñado de tación de los "'protogestos» y el empleo de "'juegos de c ontingencias en
reflejos, ni un ser absolutamente insensible a las estimulacíones que pro­ las situaciones de relación, a los que luego·nos referiremos), pero ya se
vienen de las personas,. sino que se muestra, desde el principio,. y tanto en manifiestan en el primer mes de vida con relación a las conductas más
su conducta como- en sus características biológicas, como un con-génere, organizadas del neonato, que son indudablemente las de coordinación de
como una cría preparada para adquirir conductas del mismo género que 1a succión.
las que tienen los miembros de. su especie. De forma relarivamerite asiste­ La situación de relación más compleja entre el neonato y la madre es
mátíca,
. .
ajusta (acomoda) algunas de sus conductas a modelos externos ' la mamada (o la alimentación en general). A diferencia de lo que sucede
smcroruza respuestas musculares a características prosódicas de la voz: de en otras especies de mamíferos (Wolff, 1966; Brown, 1973 ), el neonato
la rna dre, orienta su sistema perceptivo hacia los miembros de su propia
_ humano tiene una pauta característica de mamada, en ciclos de succión­
especie, que pueden darle protección y cuidado afectivo, y muestra (sobre pausa, en que las succiones se dan a una rasa de 4-1 O por segundo, y las
todo ante personas) expresiones emocionales que son inequívocamente pausas tienen duraciones que suelen oscilar entre 4 y 15 segundos. Las
humanas. Si queremos hacer metáforas podemos decir que todo ello, sí, madres tratan de intervenir activamente en estos ciclos, sacudiendo el
se basa en un ''juicio categorial muy abstracto" del tipo "yo soy huma­ pezón o recipiente alimentario, o meciendo al bebé. En varias investiga­
no, ellos son humanos ..., yo soy como ellos•. Sólo que ese juicio (si se ciones se ha demostrado que estos movimientos, que se dan sólo en las
quiere llamar así) ha sido realizado por la filogénesis y no por el propio fases de pausa, no aumentan por sí solos la probabilidad de un nuevo ciclo
bebé. Probablemente, si examinamos el equipamiento innato de las hor­ de succiones) aunque la secuencia "'mecida-parada" sí lo hace. Por otra
migas o las vacas, llegaremos a la conclusión de que la evolución filoge­ parte, son las intem:nciones breves (1·2 segundos) las que tíend.en a eli­
nérica ha conducido a otros juicios categoriales muy abstractos, tales como citar nueva succión Kaye y Wells {1980) han demostrado que en las dos
«yo soy hormiga, ellas son hormigas... , yo soy como ellas,,, o "yo soy primeras semanas de vida la duración media de las mecidas tienden a dis­
vaca, etc.". Lo que no vemos con claridad es la utilidad de reconvertir el minuir de 3,1 a 1,8 segundos, acomodándose a las condiciones óptimas
equipo conductual innato de las diferentes especies a los términos cogni­ para la reahudación de la succión. Es importante destacar que éste es el
tivos de juicios categoriales muy abstractos y representaciones supramo­ fenómeno de ''mutualidad" más precoz que se conoce. Pero más intere­
dales subyacentes. sante aún resulta el análisis detallado de la significación de este peculiar
A poco Uevarían todos esos complejos y delicados mecanismos innatos • intercambio entre el neonato y la figura de crianza.
si el bebé no estuviera rodeado, desde un principio, de personas que otor­ Son varias las reflexiones significativas que se suscitan en este análísis.
gan una significación humana a sus conductas, y que están, a su vez, pre­ En primer lugar, está el hecho de que los ciclos de succión-pausa no se
paradas para la crianza, del mismo modo.que lo está el neonato para desa- encuentren en ninguna otra especie de mamíferos. Luego se pfa�rean otras
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cuestiones: los movimientos de mecer y sacudir no están "programados" Naranjo, 1985), y sus expresiones responden, de una forma cada vez más
desde el principio para ser máximamente eficaces, sino que las madres sistemática, a las de las personas que le rodean. El desarrollo sistemático
"aprenden n a regular óptimamente su intervención en las pausas. Ade­ de la sonrisa social, desde esta edad, es manifestación de esta evolución.
más, no está demostrado que esta intervención tenga ninguna utilidad bio­ Colwyn Trevarthen (1982) piensa que los intercambios expresivos
lógica objetiva, como podría ser aumentar la cantidad total de leche inge- catacterísticos de este segundo estadio del desarrollo sensoriomotor son
• rida por el bebé o facilitar la succión. Finalmente, las propias pausas que expresión de un sistema de motivación interpersonal, que constituiría,
hace el bebé carecen de significación biológica: no facilitan su descanso, para él, un "regulador primario" del desarrollo menta{. El concepto que
ni su respiración, ni la ingesta. acuña para referirse a ese sistema motivacional es el de ªintersubjetivi�
Por lo que sabemos hasta ahora, la única e importantísima función obje­ dad primaria". Si bien la motivación primaria a la relación se expresa
tiva de este ciclo es de natnraleza psicológica. Su utilidad parece ser, esen­ inmediatamente después del nacimiento (y en general antes de la toma
cialmente, la de ofrecer un molde prototípico de situación de intercambio del primer alimento), en una activa conducta referida tanto a objetos
por turnos, con el siguiente formato: succión bebé-pausa bebé-mecida {orientación y movimientos de pre�alcance), como a personas (rápidas
madre-pausa madre-succión bebé. Se trata, en definitiva, de una peculiar ��accíones ante la voz human,;, y elaborad_os moyimientos expresivos
y nutritiva "proto-conversadón" entre la madre y el.hijo. Una. ''conver­ como respuesta ..-a ésta o a'la visión del rostro), en !as dos o tres semanas
sación", por otra parte1 en que uno de los (•interlocutores" {el bebé) se posteriores la actitud del bebé puede describirse como mucho más pasi­
limita a presentar un molde neurobiológicamente prefijadoi y no tiene una va, evitadora y "'retraída". Por el contrario, el segundo estadio de desa­
conducta de verdadera mutualidad, como ha demostrado Kaye (1982). rrollo sensoriomotor se caracteriza -según esta descripdón- por una
La función de las pausas del bebé parece ser, precisamente, la de implicar orientación muy activa y compleja hacia las personas: hacia la sexta sema­
a la madre en el intercambio, ofreciendo una pauta rítmica a la que ella na, la sonrisa "social "" es fácil de elicitar, y comienzan a reconocerse dife­
debe adaptarse. "El hecho de que las madres se ajusten a los ciclos de suc­ rencias entre Jas personas familiares y extrañas (lo que indica, en nues�
ción-pausa puede tener valor adaptativo para nuestra especie por la sim­ tra terminología, un progreso definido en la acomodación de la sintonía).
ple razón de que proporciona a la madre la ocasión de aprender que debe Entre las seis y ocho sem.inas pueden observarse "intercambios compie�
intervenir, tomando su turno, en los ciclos naturales del bebé. Hoy por jos de expresiones" éntre el bebé y la madre (vid., por ejemplo,. Murr3.y,
hoy, no tenemos pruebas de que la pauta de succión-pausa pueda tener 1980, y Silvester Bradley, 1980), que son interpretados por Trevarthen
ninguna otra función• (Kaye, 1982, pág. 90). como muestras de que el bebé "reconoce la significación humana de la
Este "aprendizaje de la reciprocidad", que realiza la madre desde el expre sión de la madre y tiene una fuerte motivación a obtener una inte­
principio insertando sus intervenciones en ciclos neurobiológicamente pre· racción positiva entre estados complementarios de iniciativa comunica�
fijados del bebé, va a adquirir una especial significación a partir del momen­ tiva" (1982, pág. 95). Por ejemplo, cuando la madre se retrae emocio­
to en que éste se muestra capaz de realizar adaptaciones adquiridas y de nalmente o se muestra indiferente y sin respuestas sociales (en una situación
modificar sus esquemas en función de la experiencia, lo cual define al esta­ experimental artificial), el bebé da muestras de evitación y disgusto
dio 2 de desarrollo sensoriomotor. En el plano del desarrollo social, la (Murray, 1980). Para Trevarthen, ésta es una prueba de que "los elabo­
diferenciación entre asimilación y acomodación, que se muestra tími da­ rados intercambios «protoconversacionales•, de réplica y contrarrépli�
mente en las primeras adaptaciones adquiridas1 toma un valor peculiar ca, entre la sextll y décima semanas, son algo que el bebé quiere obtener"
desde el momento en que implica la génesis de las primeras conductas de (1982, pág. 96. El subrayado es nuestro).
relación que expresan una mutualidad o reciprocidad objetiva, ya no sos­ Sin duda, en las elaboraciones de Trevarthen hay aportaciones de gran
tenida sólo por la inserción ""externa" de las intervenciones de la madre interés: en primer lugar, destacan una vez más la implicación afectiva y
en ciclos prefijados del bebé, sino por la intervención activa y plástica de emocional que tienen, desde muy precozmente, los intercambios sociales.
éste en cíclos de verdadera relación# El temprano reconocimiento de la significación de las expresiones emo­
Los ciclos de relación del segundo estadio tienen, sin embargo, un carác­ cionales de las personas, por parte del bebé, es solidario con la asignación,
ter esencialmente expresivo, y no implican una comunicación intencional por el propio bebé, de sus recursos expresivos a las situaciones de inte­
entre el bebé y tas figuras de crianza. Desde los 2-3 meses, el bebé mues­ trelación. Por otra parte, la contribución quizá más significativa de Tre­
tra ·una notable capacidad para reconocer la "significación expresiva" de varthen ha sido la de demostrar la precoz diferenciación de ciertos "esque­
los gestos de las perSoiias (coi;no ha dem?strado, entre nosotros, J.M. mas de persona" (a los que él llama "protogestos") de los esquemas
120 Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... Interacción precoz. Una perspectiva vygotskíana a partir... 121

dirigidos a objetos (tales como los esquemas de " pre-reaching"). Los pri­ de aceptar la idea de Trevarthen de que los bebés tienen, desde un princi­
meros consisten en coordinaciones complejas de movimientos de cabeza pio, "intención de comunic arse». Porque, en un sentido preciso, la inten­
y brazos, orientaciones cefálicas y oculares, movimientos de boca y voca­ ción implica componentes de tensión de meta, representación anticípato­
lizaciones. Estas actividades están muy integradas y tienen un ritmo espe­ ria de la meta, construcción de un programa de acción para obtenerta,
cífico (con un "clímax" y un declive claro). Además se producen caracte� diferenciación entre medios y fines, persistencia de conducta hacia 1a meta
rísticamente ante objetos que producen pautas t:ontingentes de sonido y y, finalmente, construcción de programas alternativos ("conductas de
movimiento (por ejemplo, normafmente t ante personas). rodeo") para el logro del fin intentado. En estas conductas de interrela­
En la interpretación de Trevarthen /vid., por ejemplo, Trevarth en y ción expresiva, de las que hablan Trevarthen y Hubley (1978), en los «pro­
Hubley, 1978), estos hechos vuelven a situarse en un contexro teórico com­ togestos" hacia las personas de los bebés de dos meses, sólo encontramos
pl�tamente innatis� y maduracionista, del tipo Inside-Out, y que apenas el primero de estos componentes: por ejemplo, una especie de 'tensión
1

de¡a lugar al prop10 papel constructivo de la interacción como tal: "La afectiva" hacia los estímu1os sociales. Atribuír intención comunicativa a
interpretación innatista del desarrollo infantil -dicen Trevarthen y los protogestos del niño de dos meses constituye otro caso de "fuga hacia
Hubley- encaja perfectamente con los datos que poseemos sobre los niños adelante" tan poco cautelosa como las que h an llevado a atribuir repre­
más pequeños. los cambios comunicativos que se dan en el primer año sentaciones supramodales y categoñas abstractas a los neonatos. Los cien­
de vida parecen deberse principalmente a la difeienciación·de una inter­ tíficos reflexivos deberíamos ser más cautelosos, y seguir las buenas cos­
subietividad general y muy compleja, que se manifiesta muy precozmen­ tumbres proclamadas por Ockam, que aconsejan no multiplicar los entes
te de forma muy rudimentaria. Esta función identifica a las personas, regu­ sin necesidad.
la la. motivación e intención hacia ellas, y simultáneamente forma actos Sin embargo, los padres y demás figuras vinculares no actúan, afortu­
rudimentarios de gestos y habla en combinaciones y secuencias ordena­ nadamente) como científicos reflexivos, y atribuyen un carácter intencio­
das. Además, proporciona imágenes internas de los movimientos de la cara nal a las conductas del bebé. Desde las primeras interacciones con el niño,
Y de las manos, que sírven para la identificación e imitación de las expre­ la :madre actúa como si éste fuera semejante a cualquier persona que se
. comunica intendonadamente. Y, más significativamente aún1 no respon­
siones de otros. Los actos de adultos que provocan interés y comprensión
en otros adultos son percibidos selectivamente por bebés de dos meses de indiferenciadamente a las acciones del niño, sino que tiende a ínter�
también, y tomados como análogos de sus propios actos similares en cuan­ p retar como conductas de relación intencionada precisamente los "pro­
to a la forma. Cuando la madre expresa excitación o placer estimula una togestos"; por ejemplo, los que podrían denominarse "esquemas de
funci"': en el niño que es ca paz de generar un acto especular o comple­ persona" del repertorio conductual del niño. Esta atribución de intención
mentario. La prueba de estas proposiciones se encuentra en Jas comuni� a determinadas conductas, que carecen objetivamente de carácter inten­
caciones de intersubietívidad primaria, que se desarrollan de forma ela­ cional, es otro bello ejemplo de la preparación para la crianza de las figu­
borada en el segundo y tercer mes después del nacimiento" (Trevarthen y ras vinculares, y va a tener una importancia decisiva para el desarrollo: la
Hubley, 1978, pág. 213). de servir de molde y "marco humano" para el desenvolvimiento posterior
La idea que aquí se maneja es la de que existe, por asi decirlo una iden­ de "verdaderas" intenciones, objetivamente atribuibles a la conducta del
tidad primaria e innata entre el bebé y sus congéneres, y que v� a consti­ niño a partir de los estadios 4 ó 5 de desarrol!o sensoriomotor. Este punto
tuir el d_eterminante esencial del desarrollo mental. ¿Hasta qué punto son ha sido destacado por John Newson en un comentario que refleja con suti­
compatibles los hechos (ya que no las interpretaciones) mencionados por leza la función fundamental de esta nueva "estrategia de optimización del
Trevarthen con el interaccionismo constructivo que estamos proponiendo? desarrollo" que utilizan las madres: ""Cuando está en presencia de otro
Para responder a esta cuestión, conviene, en primer lugar, que situe­ ser humano --dice Newson-, las acciones del bebé no son simplemente
mos rales hechos en el propio contexto de relación en que normalmente reflejadas automáticamente en términos de sus consecuencias físicas, sino
se producen, y en segundo lugar, que los cualifiquemos genéticamente, que son procesadas a través de un filtro subjetivo de interpretación huma­
s1ntándolos en su dímensíón evolutiva y en el contexto de otros fenóme- na, de acuerdo con el cual a lgunas, pero sólo algunas, de estas conductas
nos que también se producen en este segundo estadio de desarrollo sen­ son juzgadas como relevantes y coherentes en términos humanos: como
soriornotor. movimientos nacidos de intenciones, o comunicaciones (o comunicacio­
A partir de una consideracíón cori1pletá del concepto de "intención "' nes potenciales) dirigidas a otro individuo socialmente Implicado... Preci­
(al �ue nos referiremos más �ensamellte.en otro momento}, no es fácil samente porque las madres atribuyen signifiCado a las conductas elícita-
122 Interacción preco;,;. Una perspectiva vygotskiana a partir. .. Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... 123

das por sus bebés, éstas llegan a constituirse en acciones significativas, que ya no tiene sentido la distinción entre desarrolJo actual y potencial
desde el punto de vista de los propios bebés" (1978, pág. 37). /vid. Vygotski, 1979).
Desde esta perspectiva, la significación intencional no es un requisito Por otra parte, la génesis de las conductas de "intersubjetividad pri­
previo de los "esquemas de persona" del bebé, sino más bien una cons­ maría• parece ser más gradual y menos innatista y súbita de lo que supo­
trucción resultante del propio hecho de la relación, de la inserción de tales nen estas interpretaciones maduracionístas. Por ejemplo ¡ en un estudio de
esquemas en un contexto de relación e interpretación humana. Y esta cons-­ Kaye y Fogel (1980), se.filmaron condiciones de relación cara a cara entre
trucción sólo es posible en virtud del empleo de estrategias naturales de madres y bebés, cuando éstos tenían 6, 13 y 26 semanas. Las observacio­
crianza, que maximizan las posibilidades de desarrollo del bebé. nes indicaban que la "organización" cíclica, que Brazelt on y cols. (1974)
Estas estrategias adultas, que implican atribuir intenciones a ciertas yTrevarthen (1977) atribuyen a estas relaciones expresivas desde un prin­
conductas del bebé antes de que éstas puedan definirse objetivamente cipio, tienen una génesis evolutiva relativamente lenta. A las 6 semanas,
como intencionales, recuerdan mucho e l concepto de "andamiaje", las conductas expresivas del bebé se distribuían aleatoriamente en las sesio­
empleado por primera vez por Bruner para referirse a ciertos aspectos nes de observación. A las 13 (y más aún a las 26) tendían a agruparse en
de la interacción madre-hijo .. Cuando los albañiles están construyendo racimos. Además, a las 6 semanas,, las expresiones tendían a ser sólo de
un edificio, levantan en cada ·momentO andamios de una altura mayor "respuesta", y despu�s eran cada vez n:iás frecuentes las de "iniciación"
que la que tiene, en ese momento, la propia construcción. Precisamente, espontánea de la relación.
es en ese espacio del andamio en el que tienen que situarse para realizar En suma, la construcción de un ciclo realmente recíproco es relat iva­
las construcciones nuevas que van elevando el nivel de altura del edifi­ mente lenta, y se realiza a lo largo de todo el estadio 2 para alcanzar un
cio. Cada vez que llegan a una nueva altura, vuelven a realizar esta labor primer nivel de equilibrio ya en el tercer estadio, en el que se observan
de andamiaje. La forma de los andamios se asemeja mucho a la forma ;¡racimos expresivos" capaces de iniciar y sostener la interrelación de forma
final del edificio, pero, al final del trabajo, los andamios se desmantelan más poderosa y sistemática que las expresiones relativamente asistemáti­
completamente sin dejar rastro, y toda la construcción se sostiene por sí cas y con mero valor de respuestas del principio del estadio 2.
sola. Empleando una metáfora piagetiana, podríamos decir que la organi­
Siguiendo la ajustada metáfora de Bruner podríamos decir que las ínten· zación de una estructura de relación realmente poderosa y móvil, con un
ciones atribuidas son como los andamios que permiten la construcción de carácter de sistema organizado de esquemas recíprocos (y que presupo­
las intenciones objetivas. Y, del mismo modo que los albañiles levantan nen un cierto tipo de "reversibilidad en la relación", y no el simple dis­
los andamios un paso más arriba de la elevación del edificio, lo cual resul­ paro de pautas expresivas aisladas de respuesta) es un resultado gradual
ta evidentemente indispensable para la construcción, las madres y otras de la coordinación de los esquemas de persona del niño con los de la madre,
figuras de crianza realizan su labor de andamiaje situando sus supuestos Y de la propia diferenciación de los componentes funcionales de asimila­
de relación un paso más arriba de Jo que permiten, en cada momento, las ción y acomodación en los esquemas del niño. Kaye (1982) ha insistido,
competencias actuales del bebé. Se sitúan así en lo que Vygotski ha deno· con toda razón, en el papel de la imitación en la construcción de estos
minado "zona ·de desarrollo potencial", que define el espacio de desarro� ciclos objetivos de relación: 11 las expresiones faciales se van organizando
llo próximo del niño a partir de su desarrollo actual, por una parte, y de en el marco del modelado, en un proceso que tiene su comienzo hacia la
sus relaciones con adultos, por otra. Esto significa que la "estrategia de sexta semana. Hacia las 26 semanas, cuando las expresiones faciales lle­
atribución excesiva", tan frecuente en las relaciones educativas y de crian� gan a organizarse en "'tumos" con estructura semejante a la del diálogo 1
za, es una herramienta fundamental para favorecer el desarrollo. Consti­ el niño ha estado observando e imitando durante meses. El marco de mode­
tuye el reflejo de lo que podríamos denominar una "distorsión favorece­ lado, como el del discurso, crea ciclos alternantes de expresiones del bebé
dora" en la percepción del bebé. y la madre" (1982, pág. 91).
lo que resulta peligroso es que los psicólogos evolutivos caigan en ese Es evidente el papel de la acomodación en la configuración de las pri­
mismo tipo de distorsión perceptiva implicada en la estrategia de atribu­ meras estructuras de relación del período sens oriomotoi; del mismo modo
ción excesiva. Una de las consecuencias de esta distorsión (en los científi• que lo es su importancia posterior para la construcción de significantes
cos y no en los padres) será la de dificultar el análisis de las funciones obje­ genuinos en el período preoperatorio. Por otra parte, hay ciertos fenó�
tivas de las distorsiones de los padres, y dé la importancia de sus estrategias menos que, al mismo tiempo que cuestionan la interpretación innatista de
de ·r�laciónt abocándose a posiciones puramente "'maduracionistas", en la "intersubjetividad primaria"" como ori gen de la. comunicación� resaltan
124 Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir.. , Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... 125

la importancia funcional de la asimilación reproductiva y de los mecanis­ contingentes, que provienen de la relación con las personas, tienen, en
mos de reacción circular en ese mismo origen. efecto, un carácter imperfecto. Las personas no son como "máquinas de
En efecto, la idea de una motivación primaria a la relación debe cues­ proporcionar contingencias" del tipo del móvil experimental utilizado
tionarse a la luz de los importantes resultados experimentales de Watson por Watson y Rammey, sino agentes autónomos que brindan al niño una
y Raní.mey (1972) sobre el fenómeno de "percepción de contingencias». esrimulaci6n que es, al mismo tiempo, contingente con respecto a su con­
Estos investigadoi:cs encontraron que lactantes de ocho semanas (por ejem­ ducta y variable en su naturaleza.
plo, de una edad que suele hacerse corresponder a este segundo estadio En este fenómeno volvemos a descubrir el empleo de estrategias opti­
de desarrollo sensoriomotor) daban respuestas sociales inequívocas a mizadoras del desarrollo por parte de las figuras de crianza. En efecto, las
objetos inanimados, cuando podían controlar el movimiento de un móvil madres emplean, desde muy pronto y de forma natural, procedimientos
mediante la presión de la cabeza en una almohada experimental. En estas que facilitan la percepción de contingencias por parte de sus hijos. Mucho
condiciones, las reacciones circull.res de movimiento de cabeza se acom� antes de la aparición de las reacciones circulares secundarias referidas a
pañan de sonrisas y expresiones sociales del tipo de las definidas por Tre­ objetos (Piaget, 1936), las personas encargadas del cuidado del niño hacen
varthen como "protogestos". -Estos resultados, corroborados en nume­ con él juegos c.ir,ulares, es decir: juegos de re petición, en que partiendo
rosas investigaciones, le hacen concluir a Watson (1979) que el de sus "interpretaciones en términos. de intención" de las conductas expre-
determinante principal que permite la diferenciación de los objetos socia­ -· sivas del 'niño suscitan repetidamente esas respuestas expresivas median­
les por el niño humano es la percepción de una relación contingente entre te d juego de repetir una y otra vez una gama de gestos semejantes. Cuan�
las propias respuestas y la estimulación subsiguiente que proviene de do analizamos detenidamente 1a forma de los estímulos expresivos
dichos objetos. En efecto, los objetos sociales se caracterizan, desde el proporcionados por los padres en estas situaciones de juego circular, no
principio, por el hecho de que proporcionan contingencias estimulares a podemos por menos que admirar de nuevo la delicada y poderosa estra­
las respuestas del bebé, mucho antes de que éste pueda obtenerlas a tra- tegia de relación que suelen utilizar: brindan al bebé una estimulación lo
suficientemente repetitiva, estable y relacionada temporalmente con su
, vés del manejo de objetos no-sociales (por ejemplo, mucho antes del desa­ propia conducta, como para que éste pueda percibir con claridad la rela­
rrollo de la conducta instrumental y las reacciones circulares sobre obje­
tos). El significado adaptativo que tiene, desde la pérspectiva de la génesis ción de contingencia que evoca sus prOpias respuesta$ sociales, pero tam­
de la conducta social> el fenómeno de evocación de *conductas socialesº bién lo suficientemente variable e "imprevisible" como para mantener la
a estímulos asociados contingentemente con las propias respuestas, puede atención del bebé hacia la relación durante períodos cada vez más largos.
relacionarse con el hecho de que, en las primeras semanas, los niños care­ De nuevo hay un concepto de Bruner (1982) que proporciona un esque­
cen de la habilidad instrumental necesaria para el control de los objetos ma muy adecuado para describir la naturaleza de estos juegos circulares
físicos. Metafóricamente, podemos decir que el niño de dos o tres meses, precoces: se trata del concepto de formato. Bruner señala que "el forma­
en el estadio 2 del período sensoriomotor., se encuentra, por una parte, to es un microcosmos, definido por reglas, en que el adulto y el ruño hacen
ante un mundo físico Qíndiferente a su acci6n" y, por otra, ante un mundo cosas el uno para el otro y entre sí. En su sentido más general es el ins·
social que responde a ella con el movimiento, el sonido y el cambio de trumento de una interacción humana regulada (1982, pág. 179), y añade
ff

los parámetros de estimulación. que "a nivel formal, un formato supone una interacción contingente entre
En estas condiciones> el mecanismo de las reacciones circulares y el al menos dos partes actuantes, contingente en el sentido de que puede mos­
placer funcional proporcionado por el puro ejercicio de las funciones de trarse que las respuestas de cada miembro dependen de una anterior res­
asímilación, sin exigencias de acomodación, van a adquirir una especial puesta del otro"' . En los juegos circulares de relación expresiva del esta­
relevancia para el desarrollo social e interactivo del bebé. Resulta espe­ dio 2 de desarrollo sensoriomotor encontramos el ejemplo más precoz y
cialmente significativo el hecho de que la.s contingencias imperfectas resul­ elemental de estos formatos, que constituyen el marco genérico en que se
ten experimentalmente más eficaces en la evocación de respuestas socia­ va a fundamentar toda la comunicación posterior.
les que las contingencias perfectas que emplearon Watson y Rammey (op. El carácter simple de los juegos circulares más te¡¡¡pranos no puede
cit.) en un principio. A diferencia de los estímulos propioceptivos (rela­ ocultamos la decisiva contribución de estos juegos de repetición al origen
c1onados con ias reacciones circulares primarias que entran en la com­ de la interacción (y de la acción) intencional: En efecto, mediante la pre­
petencia del bebé de es,te estadio, y que se asocian de una forma contin­ sentación de estímulos repetidos y contingentes a las respuestas del niño
gente Y perfecta con las propias acciones del bebé), las esrimulaciones (que aún no son intencionales en un sentido Cstricfo), e1 adulto está esta�
126 Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... 127
bleciendo las bases de predictibilidad y las posibilidades de anticipación el propio cuerpo) en la construcción de un "yo" diferenciado, al tiempo
imprescindibles para el desarrollo de la comunicación intencional poste­ que realza el papel que tienen, desde un principio, los intercambios "comu­
rior. Debemos tener muy presente esta cadena genética que lleva de la per­ nicativos" {o, si se quiere, "expresivos") en esa misma construcción. En
cepción de contingencias (y las respuestas sociales a ella) a la anticipación caso de aceptar esta posición, debemos entender que las formaciones más
de contingencias (más característica ya del tercer estadio del desarrollo primitivas de la identidad son ya un resultado de intercambios comuni­
sensoriomotor), y de ésta a la comunicación intenciOnal propiamente dicha cativos, o al menos "protocomunicativos". La experiencia de orden y regu­
del estadio 4. La percepción de contingencias es un requisito necesario de laridad que proviene de los juegos circulares (sean éstos primarios o de
su anticipación, como ésta lo es de la intención comunicativa. Por otra intercambio} es tan necesaria para la construcción del yo como para fun­
parte, y desde un análisis más estructural, las contingencias imperfectas, damentar la comunicación con los otros, que a su vez se están diferen­
que proporcionan los adultos en estos juegos circulares de relación (y que ciando en el propio juego de esas mismas estructuras "protocomunicati­
tienen un "formato" muy semejante al de juegos de repetición posterio­ vas" de intercambio.
res, como el "cucú tras-tras", o juegos circulares simples y de relación Este tipo de explicación asigna a la experiencia una importancia deci­
cuerpo-a-cuerpo, muy caracterí�ticos de la relación bebé-padre) son un siva en la construcción de la propia identidad y de los objetos sociales, y
prototipo de los estímulos comunicativos de cualquier clase, que se carac­ se sitúa en las antípodas de las interpretaciones innatistas y maduracio­
terizan, entre otras cosas, por ser anticipables, pero no totalmente predic­ nistas, tan frecuentes en el aná1isis del desarrollo social precoz. Los jue­
tibles o, como deáan los teóricos de la "información", por ser capaces de gos circulares, que proporcionan la experiencia de una relación de con­
deshacer un estado de incertidumbre, proporcionando una información tingencia entre la propia conducta y los estímulos internos o externos,
que se define por situarse en valores intermedios entre una incertidumbre serían determinantes para el desarrollo del "yo" y del a pego a las perso­
cero (en cuyo caso no hay comunicación ni información) y una incerti­ nas. La propia noción de "persona" sería, por lo menos en parte, un resul­
dumbre infinita (por ejemplo, una falta total de anticipación, que hace tado del tipo específico de experiencia que las "personas reales" propor­
imposible toda comunicación). cionan. En una f_ormulación un tanto extrema y provocativa de esta
Los juegos circulare s constituyen, por tanto, un modelo prototípico de posición, Watson llega a decir que "llo es que estos juegos (de contingen­
situación comunicativa, en que se acentúan algunas de laS características cias} gusten a los niños porque los juegan las personas, sino que les gus­
más fundamentales de los intercambios comunicativos humanos: el carác­ tan las personas porque juegan a estos juegos". Esta interpretación pro­
ter alternante de la relación, la interdependencia (por ejemplo, la contin­ vocativa del fenómeno de percepción de contingencias plantea, por debajo
gencia) mutua de las respuestas de uno y otro participante, la existencia de su crudeza, una cuestión de gran importancia para la explicación teó­
de un escenario compartido, y la relativa predictibilidad y posibilidad de rica de la génesis del mundo social: ¿las personas son atractivas para el
anticipación, por parte de cada '"interlocutor", de las conductas y esque­ bebé porque son como son (por ejemplo, estímulos con los que sintoniza
mas comunicativos del otro. Además, estos juegos de repetición se acom­ preferentemente y de forma innata}, o porque se comportan como se com­
pañan del placer funcional que produce la comunicación como tal en portan?, ¿es la preferencia por ellas el resultado de la maduración de meca­
. . '
tanto que mtercamb10 mutuo de esquemas que se completan en el ciclo nismos de sintonía innatos, o la consecuencia de la experiencia que pro­
de relación, Y sin otra función que la asimilación redproca de los esque­ porcionan en la relación?
mas de dos o más personas. A nuestro entender, cualquier intento de plantear este dilema en térmi­
Para Watson la mitigación y filtraje de las contingencias perfectas pro­ nos de disyunción excluyente conduce a posiciones que no terminan de
_
porcionadas por los estímulos propioceptivos, frente al valor "social" ajustarse a los datos que poseemos sobre los primeros estadios de desa­
adq�irido por las contingencias imperfectas que provienen de la relación rrollo sensoriomotor. No es posible negar los fenómenos de sintonía neo­
con personas, podría constituir un primer sistema (aún muy primitivo) de natal, ni el hecho de que objetos inanimados que proporcionan el tipo de
diferenciación del yo. Un yo definido por el conjunto de estímulos, evo­ experiencias que brindan las personas, evocan respuestas sociales en el
cados por las respuestas ''propias", y que proporcionan contingencias per­ bebé. En suma, las personas atraen al lactante porque son como son y por­
fectas, en contradistinción con "lo otro" (o el otro}, que se define por brin­ que se portan como se portan. Porque proporcionan estimulaciones agra­
dar contingencias imperfectas a las propias respuestas. Esta propuesta de dables y que además son contingentes a la propia conducta. Cualquier
Watson, que tiene por ahora un carácter muy espe_culativo, permite asig­ otra interpretación se ve abocada a amputar fenómenos comprobados y
nar u!1 papel i;fecisivo a las reacciones circulares primarias (centradas en de indudable relevancia genética.
128 Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... Interacción precoz. Una perspectiva vygatskiana a partir... 129

Merece destacarse el hecho de que, en lo que se refiere al papel de la como medios, encaminados a obtener una estimulación social interesan­
experiencia en el origen del mundo social> ésta se elabora con la misma te y contingente, y la estimulación que completa la relación expresiva y es
clase de mecanismo (por ejemplo, el de las reacciones circulares) que cons­ el fin de ella. Comienza a darse, por tanto, un comienzo de diferenciación
tituyen el prototipo de asimilación de la experiencia física en este segun­ entie los términos transitivos y finales de los propios ciclos de relación
do estadio de desarrollo sensoriomotor. Sin embargo, en el caso de la expe­ expresiva. Este comienzo de diferenciación se muestra, de un modo muy
riencia social, carece de sentido la diferenciación entre las reacciones evidenteJ en las pausas anticipatorias de la aferenda de estímulos socia�
circulares "primarias" y "secundarias", que Piaget emplea como uno de les, que muestran característicamente los bebés de cuatro-ocho meses en
sus argumentos fundamentales para distinguir a este estadio del siguien­ las situaciones de juego circular. Ahora es claro que el propio bebé con­
te. las reacciones circulares relacionadas con la percepción de contin� tribuye a la organización de estructuras pautadas de relación, con una
gencias imperfectas, originadas en las situaciones de relación social, tie­ estructura pre-dialogal, en que después de consumir su tumo de emisión
nen siem pre un carácter secundario. Es decir, nos encontramos aquí con de conductas expresivas,. cada participante de la relación anticipa 1a emi­
un primer ejemplo de "desfase horizontal" entre la estructuración de los sión de conductas expresivas por el orro, y deja una pausa "en bl anco",
esquemas sociales y no-sociales. Pero se trata de un desfase horizontal ine­ en la que el otro inscribe su propia contribución expresiva a la relación.
vitablemente originado en la naturaleza misma de las personas como agen­ Recordemos que en el estudio de Kaye y Fogel era entre las 13 y 26 sema­
tes autónomos, capaces de proporcíonar una estimulación contingente con nas cuando los bebés organizaban su.J expresiones faciales en "racimo�", -
independencia de las habilidades de coordinación sensomotora del bebé. en tumos contingentes a las expresiones de la madre, eh situacio lles ele
En relación con la reflexión anterior, resulta curioso comprobar que los relación cara a cara. Podemos decir, por tanto, que en el tercer estadio de
ejemplos más precoces de reacciones circulares secundarias que presenta desarrollo sensoriomotor se construyen las primeras estructuras sistemá­
Piaget en La naissance de l'intelligence che,. /'enfant sean réplicas casi exac­ ticas de relación, aun cuando esta relación no haya desbordado aún el
tas de la situación en que Watson y Rammey (1972) descubrieron el fenó­ marco puramente expresivo, ni presuponga una relación intencional o ins­
meno de percepción de contingeÍlcias: trumental por parte del bebé.
Sin duda, la construcción de estas primeras estructuras objetivas dNela­
'"'Obs. 94. A los 0;3(5), Lucienne sacude su cochecillo imprintlendo a sus pier­ dón está posibilitada no sólo por la influencia de la relación en sí misma,
nas movimientos violentos (las dobla y las estira, etc.), lo cual hace mecerse los sino también por el desarrollo -mucho más endógeno- de competen­
muñecos de trapo suspendidos de la capota. Luáenne los mira sonriente y vuel­ cias de antici pación y memoria, tal como se expresa, por ejemplo, en la
ve a empezar inmediatamente.,� A los 0;3{16), en cuanto cuelgo los muñecos, "asimilación de reconocimiento" de que habla Piaget cuando caracteriza
los agita, sin sonreír, mediante movimientos daros y rítmicos, con un buen este tercer estadio de desarrollo sensoriomotor. La evolución de la capa­
intervalo entre cada sacudida, como si estudiase el fenómeno. El éxito !e indu� cidad de anticipar, de presentar esquemas que se dirigen a una estimula­
ce poco .a poco a sonreír. Esr:a vez, la reacción circular es incontestable"' (Pia� ción no estrictamente presente, sino pre visible en fondón de los estímu­
get, 1936, págs. 118-119 de la edición castellana). los actuales (que toman así el valor de señales anticipatorias), es
estrechamente solidaria con el desarrollo de la competencia de reconocer;
En definitiva, se trata, en general, de situaciones (muñecos de trapo sus­ es decir, de asimilar una estimulación presente a esquemas que han posi­
pendidos de la capota del cochecito de Ludenne, sonajeros colga dos sobre bilitado su asimilación anterior. La ampliación conjunta de ambas capa�
la cuna de Laurent, muñeco atado a un cordón entre el asa y la capota de ddades puede interpretarse e n términos de un incremento del "espacio
la cuna de Jacqueline) en que objetos físicos proporcionan una experien­ mental" (y del tiempo psicológico) al que puede ser incorporada una expe­
cia de contingencia imperfecta, semejante a la que brindan las personas riencia actual.
en sus juegos circulares. La apadción de los primeros esquemas de reconocimiento, que impli­
Si bien no existen diferencias de cualidad (como, por ejemplo, la de can la u interpretació n sensoriomotora" en términos de señales de aque­
"primarias vs secundarias") entre las reacciones circulares anre estímu1os llos estímulos que han sido previamente asimilados a las reacciones cir­
sociales del segundo y tercer estadio sen.soriomoto½- sí se dan diferencia­ culares secundarias del bebé, va a adquirir una especial significación en el
ciones s ustanciales de grado. En el tercer estadio, el bebé asume un papel campo del desarrollo social, Después de revisar las pruebas sobre la dis­
_
progresivamente más activo en estos íntercambios; su conducta nos mues­ criminaáón entre la madre y otras personas, O!son (1981) concluye que
tra.• q�e-diferencia rudimentar.iamente Sus propias conductas expresivas· hacia los ánco. meses, como máximo, ya no hay duda de que el bebé es
130 Interacción prewz. Una perspectiva vygotskiana a partir... Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir. .. 13 1
capaz de reconocer visualmente a la madre. Como ha señalado Piaget, en de las de la madre en los ciclos de relación (Mahler, 1972). Además, la
el plano intelectual esto no significa que la madre sea concebida como un aplicacic\n de esquemas de reconocimiento a las figuras vinculares se acom­
Objeto permanente, estrictamente "sólido "' y estable, y situado en un espa­ paña de un rudimento de diferenciación de ucategorías » en el mundo
cio objetivo, sino que (en ese plano) sigue siendo más bien un cuadro sen• social: una que se asimila a los "esquemas de persona" dirigidos a man­
soriomotor, con la limitada solidez y permanencia que le permiten las com• tener la proximidad y expresar una vinculación afectiva positiva, y otra
petencias de integración, asociación y asociación sensoriomotora del bebé que progresivamente se diferencia, en el sentido de evocar esquemas expre­
de esta edad y sus exiguas capacidades de incorporación a un espacio men• sivos menos sistemáticos o (al final de este desarrollo y en detemúnadas
tal, que ·permite ir poco más allá del "aquí-a hora ". Ciertamente, en el condiciones) de evitación y huida. Recordemos las conductas de "crisís
plano intelectual aún queda mucho camino por recorrer en la elaboración del extraño", entre el tercer y cuarto estadio de desarrollo sensoríomotor,
del "objeto" . Sin embargo, la diferenciación y reconocimiento de la madre como manifestación más evidente de esta evolución. Resulta muy signifi�
tiene una importancia decisiva para el desarrollo social, desde el momen­ cativa la estrecha relación temporal entre este fenómeno y la aparición de
to en que permite la primera elaboración de un "objeto afectivo" 1 al que las primeras pautas de comunicación intencional.
el bebé va a acorriodar sus esquemas de sintonia, y con el que va a esta­ En los términos que estamos. utilizando, el reconocimiento de la madre
blecer una relación preferente de apego. y su 'Progresiva co�stituciórf como objeto de apego se corresponden con
El desarrollo de un "'vínculo específico" en el tercer estadio de desa• las organizaciones sensoriomotoras más generales de este tercer estadio.
rroUo sensoriomotor otorga a éste, en d plano del desarrollo social, una Aunque hablemos de una identidad "simbiótica", hay un comienzo de dife­
significación mucho más decisiva y menos ttansicional que la que suele renciación del objeto social como agente independiente de conducta, entre
reconocérsele en el plano de la "cognición fría " {Piaget, 1936). Hay que otras razones, porque puede desconfirmar las expectativas de relación del
destacar que esta "construcción del objeto afectivo » se corresponde con bebé en ciertas ocasiones. "Como en esta fase hay conciencia y anticipa­
la organización de las primeras estructuras de relación relativamente esta• ción, expectativas motoras y reacciones circulares secundarias, también
bles, a la que ya nos hemos refe<ido, y depende no sólo.de la preparación pueden darse frustraciones y fallos de asimilación .. Consecuentemente,­
genética, sino también de la experiencia (y muy esencialmente, de la "expe­ puede experimentarse la frusuación y emociones negativas como la rabia
riencia social" ) del bebé. Ainsworth, Bell ·y Stayton (1984), entre otros y el rechazo• (Sroufe, 1979 ). Podernos entender este desatrollo como dife­
autores, han insistido en ello: "Si bien puede considerarse que el bebé tiene renciación de esquemas expresivos secundarias� en función de la crecien­
una tendencia genética a tratar de obtener proximidad y/o contacto con te capacidad de anticipación e interpretación sensorímorora de indicios y
las figuras adultas, resulta claro que en el desarrollo del vínculo está implí­ señales por parte del bebé. Pero no afecta sólo al componente putamente
cito el aprendizaje. El bebé no tiene vínculos con nadie al principio, pero expresivo de sus relaciones, sino también a la propia cualidad afectiva de
si se le cría en un medio social que se asemeje al de la adaptación evolu­ la experiencia que ahora puede ser sentida en los ciclos de relación.
cionista -un medio en el que, por lo menos, uno o más adultos están per­ El desarrollo de "esquemas secundarios de persona" ya propiamente
manentemente a su alcance- se vincula con una o varias fi guras especí· afectivos {y no simplemente emocionales) está, por tanto, muy relaciona­
ficas akededor de los seis meses de edad. Existen pruebas de que lo hace do con la capacidad de anticipación y previsión que desarrolla el bebé del
con la figura o figuras con que ha tenido mayor interacción. El compo­ tercer estadio. Corno ha señalado Piaget, frente a las "signíficadones" esen­
nente de aprendizaje del vínculo resalta por primera vez en el momento cialmente funcionales y relativas a la propia actividad del segundo estadio,
en que el bebé logra discriminar la figur a de su madre de las otras. En la los "indicios" del tercero comienzan a liberar la previsión de los ciclos de
medida en que dicha discriminación es aprendida, su conducta vincular acción emprendida, si bien este desarrollo sólo se completará en el estadio
se toma cada vez más difetenciada" (pág. 64). siguiente. El reconocimiento de "indicios" y los progresos de la anticipa­
Esta diferenciación progresiva de los objetos de apego, int«dependiente ción toman una especial significación en el campo del desarrollo social.
de la construcción de unas primeras estructuras de relación estable, sig­ En efecto: la anticipación de contingencias en cursos de acción com­
nifica también un paso decisivo en la diferenciación del "yo" y la elabo­ partida constituye uno de los fundamentos esenciales en el desarrollo de
ración de los objetos sociales. Ya no se trata sólo de la discriminación entre la comunicación. Un ejemplo claro de este desarrollo es el de la postura
contingencias perfectas e imperfectas, sino que se va constituyendo, a tra­ de levantar los brazos al ir a ser cogido, que presenta característicamente
vés de la relación misma, una identidad simbiótica, tal como se expresa el bebé hacia los seis meses. Como ha señalado Lock ( 1978), el niño no
en el apego y en los racimos de expresiones que son espejo o complemento nace con la capacidad de levantar los brazos para ayudar a que le cojan.
1 32 Interacción preco<. Una perspectiva vygotskiana a partir... Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... 133
En un principio, sus brazos son levantados mecánicamente por la acción que suelen asociarse con el hecho de ¡¡ser cogido ...; por ejemplo, señales
física de la madre que le sujera por las axilas cuando le va a tomar en bra­ de que el bebé va a ser cambiado de pañales, lavado, vestido o alimenta­
zos. En la medida en que este "escenario" de ir a ser cogido se hace fami­ do. La presentación de esquemas anticipatoríos en estos contextos demues­
Har y el niño reconoce Ias señales que le permiten anticiparlo, presenta el tra que el niño está construyendo escenarios o marcos ({rames) de rela�
esquema anticipatorio de "echar los brazos" ,. que constituye ya un ejem­ ción, que configuran contextos ordenados y habituales para la relación,
plo de conducta interactiva3 en sentido estricto� es decir: un «esquema de una extraordinaria importancia tanto para el desarrollo cognitivo como
abierto" que requiere de la acción de otro para ser completado. Ahora para la evolución afectiva. Podr!amos decir que, d el mismo modo que la
bien: junto a la aparición de los primeros esquemas propiamente interac­ coordinación de los esquemas sobre los objetos va a permitir Ia construc­
tivos en este tercer estadio de desarrollo sensoriomotor, hay que destacar ción de un espacio objetivo en el periodo sensoriomotor, la coordinación
las limitaciones que todavía tienen. En efecto: el niño del tercer estadio de esquemas de relación está permitiendo la configuración de ciertos "espa­
sólo es capaz de presentar sus esquemas anticipatorios sobre cursos de cios de relación", cargados afectivamente, y en que se interpretan guío�
acción previamente iniciados por la madre, y en presencia de dacas seña­ nes, cuya asimilación por el bebé se basa en las capacidades de anticipa­
les (por ejemplo, en este caso, la presentación de los brazos por parte de ción y reconocimiento de éste y constituye un requisito esencial para el
la madre, acompañada de la inclinación hacia el bebé) que indican de desarrollo del vínculo, la comunicación y el mundo social.
forma muy evidente y acostumbrada el 'desarrollo previsible' de tales cur­ El carácter esencialmente "conservador" que, como ha- destacado Pia­
sos de acción. La conducta del bebé es) en este caso, anticipatoria, pero no get (1969), tiene la asimilación en el segundo y tercer período del desarro­
intencio·nal en sentido estricto. Y, por ello mismo, el niño no es aún capaz llo sensoriomotor, es aún más marcado en el caso del desarrollo social que
de provocar, mediante conductas comunicativas, el nacimiento en el com­ en el de la cognición "fría", y ello es así por la peculiar y diferenciada impli·
pañero de relación de intenciones que éste no poseyera previamente {aun• caci6n afectiva que, desde un principio, tienen los "esquemas de personav
que sí pueda hacerlo mediante conductas expresivas y que no implican y los estímulos personales frente a los estímulos y esquemas relacionados
intención comunicativa), sino que inserta sús primeros esquemas interac� con los objetos. En este aspecto (y no en el de los mecanismos de estruc­
rivos en escenarios definidos por la intención previa del adulto# turación de lo real) es donde encontramos una distinción más clara entre
El desarrollo de esta competencia de anticipación se expresa en la capa­ los recursos que se invierten en el desarrollo de la cognición de los objeros
cidad progresiva de anticipar "desde antes" y a partir de un conjunto de físicos y los asignados al desarrollo social e interactivo. Los términos "cog­
señales cada vez más limitado. Así, llegará un momento en que baste con nición fría vs cálida" tienen así una muy definida significación evolutiva.
la presencia de la madre para que el bebé "eche los brazos", sin necesi­ Pues bien: un requisito fundamental para el desarrollo de la "cogni­
dad de que la propia madre lo haya hecho antes. Este desarrollo es extre­ ción cálida" de que estamos hablando es la percepción no ya sólo de con­
madamente importante porque, con él, el niño se hace capaz de suscitar tingencias inmediatas en " micro-marcos" de relación, sino de !os guio­
en "el otro• intenciones nuevas. Probablemente, como ha especulado Lock nes que se siguen en los diferentes marcos que configuran el espacio
(1 978), la suscitación de intenciones "nuevas" en la madre tenga un ori­ relacional, al que nos hemos referído. En este sentido, el tercer estadio
gen fortuito. Puede ocurrir que la anticipación equivocada de fa acción de desarrollo sensoríomotor tiene, para el desarrollo del niño como suje­
futura de la madre (por ejemplo, el niño levanta los brazos ante la visión to social, una destacada significación: la ampliación de la competencia
de la madre, cuando ésta no tenía realmente la intención de cogerle} se de representación y la experíencia misma de la relación Je permiten la
siga frecuentemente de la c.onducta que cierra este ciclo interactivo -es construcción de un espacio y unos tiempos subjetivos de relación privi­
decir: la de coger al niño-, basada en la interpretación que hace la madre legiada (son las primeras expresiones de la vinculación), por ejemplo, de
de la conducta del bebé en términos de esquema intencional. De este modo, un mundo social "propio "' 1 y cuya invasión, desarticulación o transfor­
el contexto de la interpretación humana en que se sitúan las conductas mación repentina provoca intensas reacciones afectivas (especialmente al
anticipatorias del bebé (incluyendo las interpretaciones "objetivamente final de este estadio, tal como se expresa en lo�� con9<=i�os fenómenos de
equivocadas" a las que da lugar la estrategia de atribución excesiva) es un crisis del extraño). Debemos destacar, sin embargo, que aquí la palabra
factor importante, en la fo rmación de esquemas verdaderamente inten­ "propio" no implica la posesión de una identidad social diferenciada,
cionales a partir de tales conductas antidpatorias. sino la organización de lo que podemos llamar "contextos de apego ",
La anticipación progresiva por parte del niño se expresa después en la como marcos en que el niño ejerce sus compe�encias más avanzadas de
conducta de echar los brazos Clll!.ndo se presentan señales de actMdades acción y relación.
134 Interacción precoz. U11a perspectiva vygotskiana a partir... Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... 135

El desarrollo de las competencias de acción sobre los objetos físicos "espacios de atención" y dedicarlos a la asimilación recíproca de los esque­
hacia la mitad del primer año, que está parcialmente mediado por la inter­ mas orientados a cosas y personas.
vención de los adultos, va a estar estrechamente relacionado co:n la evo­ Ello significa que uno de los factores fundamentales de esa importan­
lución de la competencia de relación social del bebé. Schaffer (1984) seña­ te reorganización relacional, constituida por el proceso de triangulación
la que "hacia los cinco meses se produce un cambío notable en la naturaleza o constitución de referentes objetivos, es el propio desarrollo de las habi­
de las interacciones sociales. A partir de él, las relaciones del niño con las lidades de manipulación y, más esencialmente, de la función instrumental
personas se dan, cada vez más, a través' de los objetos". Mientras que en y la diferenciación entre términos transitivos y finales (por ejemplo, entre
los primeros de vida i el "tema"' de las relaciones está constítuido "den� medios y fines) en los propios esquemas que se aplican separadamente a
tro•) de la propia relación diádica, progresivamente van a configurarse personas y objetos. Por tanto, la coordinación y asimilación recíproca de
temas externos, más objetivos si se q uíere, de la refación. Sin embargo, ta esquemas de acción y relación establece ciertas condiciones de posibilidad
construcción de estos .,.triángulos relacionalesn , cuyos vértices están defi­ necesarias para la posterior coordinación de esquemas interactivos en fun�
nidos por los compañeros de interacción y los estímulos del medio exter­ clones propiamente comunicativas.
no a los que ésta se refiere. es un prOceso lento y que de ningún modo se Bates (1976), Bates y cols. (1979 a, b) y Harding y Golinkoff (1979 )
completa antes del estadio 5 de desarrollo sensoriomotor. Los precurso­ coinciden en señalar que los eomienzos· de una auténtica cómunícación
res de este proceso de �topic .sbaring" (en los términos de Sch.affer) en el intencional pueden observarse hacia los nueve meses.
estadio 3 están dados por la creciente competencia de coordinación viso­ Lo que ocurre a esta edad es que las intenciones comunicativas del niño,
manual y manipulación instrumental de objetos por parte del bebé, de un expresadas principalmente por la asimilació1J recfproca de esquemas de
lado, y por la presentación de «andamiajes" adultos, de otro. Aunque el interacción o de acción e interacción, ya no son una simple atribución de
bebé no es capaz;, todavía, de coordinar los "'actos orientados a personas" las personas que le rodean (como ocurre con las conductas precomunica­
con los «actos orientados a objetos" (Sugarman, 1985), el adulto inter­ tivas de la fase anterior -vid. Ryan, 1 974, y Sbotter, 1978), sino que
viene en sus manipulaciones y, a partir de la "estrategia de atribución exce- comienzan a defin�r objerivamente su repertorio conductual. Así, cuando
.. siva", trata de intervenir- en las manipulaciones del bebé, constituir a los un niño de la fase perlocucionaria (Bates, Camaioni y Volterra, 1979)
objetos en temas de relación, crear referentes objetivos de sus interaccio­ -es decir, la fase anterior a los nueve meses, en que aún no es posible·
nes. En principio, en el estadio 3 y hasta muy avanzado el 4, es el adulto hablar de auténtica comunicación intencional- trata de lograr un obje­
el que lleva consigo toda la responsabilidad de este proceso fundamental to poseído por un adulto, dirigirá todos sus esfuerzos y esquemas de acción
de "triangulación• (por ejemplo, de constitución de referenres externos y al objeto, mientras que en esta nueva fase, "ilocucionaria" en la termino�
objetivos de la relación). Es conocido el fenómeno de que hacía los seis o logía de Bates y cols. (op. cit.), tenderá a coordinar esquemas de interac­
siete meses, el bebé parece reconvertir su fascinación por las personas en ción, formulando un " protoimperativo" (por ejemplo, mirar, tocar al adul­
un interés más activo por los objetos, a los que dedica en gran parte sus to, dirigir la mano hada el objeto sin llegar a tocarlo), asimilándolos o no
recursos limitados de arención. En este período es el adulto el que inter­ a esquemas de acción (por ejemplo, "coger" el objeto) (Sugarman-Bell,
viene para tratar de convertir en situación social el j uego manipularivo del 1978). Los dos niños tratan de alcanzar el objeto, pero el niño de la fase
niño. Sin embargo, los repertorios de acción de éste permanecen, funda­ ilocudonaria dirige también conductas al adulto, como con intención de
mentalmente, separados: por una parte, están los acros que se orientan a comunicarse con él, de utilizar al adulto como medio para lograr el obje­
las personas, y, por otra, los orientados a los objetos. Como dice Schaf­ to, sirviéndose de esquemas de interacción y no sólo de esquemas de acción.
fer: Mes como si el bebé sólo pudiera atender a una cosa en un determi­ Para Sugarman (1973), es esta competencia para coordinar esquemas
nado momento; bien a la persona o al objeto, y así, después de haberse de acción y de interacción (o, como prefiere denominarlos� "actos orien­
familiarizado con su compañero de relación en los primeros meses, se vuel� tados a los objetos" y "actos orientados a las personas"), la que de.fine a
ve al mundo de las cosas e. incluso durante una sesión conjunta de íuego, este nuevo período en el desarrollo de la comunicación intencional, que
dedica su at.ención sobre todo a los juguetes más que a su progenitor » corresponde al estadio quinto de la evolución de la inteligencia sensorio­
( 1984, pág. 79). La coordinación de los esquemas de acción y pautas de motora. Ciertamente, desde el estadio de aparición de Jas reacciones cir­
atención a personas y cosas se verá posibilitada posteriormente por el culares secundarias (el estadio 3), el niño se muestra capaz de iniciar y
dominio de las habilidades manipulativas e instrumentales so bre los obje­ continuar interacciones simples _ con lo� objetos sociales (y no sociales),
tos _Y de· los ciclos de relación activa con la� personas. que permite liberar empleando esquemas como sonreír y agitar los brazos, para manteller
136 Interacción precoz. Una perspectiva vygotskíana a partir... Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... 137
intercambios sociales interesantes, o chupar, sacudir, golpear objetos, en hablaba de una intención comunicativa desde las primeras semanas del
el caso de los esquemas de acción. Sin embargo, aún no es capaz de coor­ niño, mientras que Bates (1976) señalaba que en el período "perlocucio­
dinar esquemas de acción y/o interacdón en unidades integradas* Por otra nario", anterior a los nueve-diez meses, aún no puede hablarse de autén­
parte, aunque en el estadio 4 de desarrollo sensoriomotor (definido por tica intención comunicativa. Esta discrepancia podría explicarse por el
las coordinaciones complejas de reacciones circula.res secundarias}, i;;l suje-, hecho de que Trevarthen se refiere, probablemente, al componente 1 del
,to es capaz de mantener sus intercambios con personas y objetos, coordi­ concepto de intención {el de tensión de "meta\ algo así como una "exci­
nando diversos esquemas) nunca interrumpe sus uactos complejos orien­ tación precomunicativa hacia el objeto social", que se expresaría en los
tados a las personas" con esquemas de objeto, ni asimila '"esquemas de "prorogestos" de que habla Trevarthen, y que son interpretados como ges•
personas" a los "actos complejos dirigidos a los objetos". Es decir: en el tos por la madre), mientras que Bates parece tener una concepció n más
período 4 de desarrollo sensoriomotor, el niño tiene dos repertorios sepa­ restrictiva y completa que incluye los cuatro componenres de la inrención.
rados de esquemas dirigidos a objetos y esquemas dirigidos a personas. Los requisitos necesarios para que se den los cuatro componentes de la
En este aspecto no podríamos hablar aún de referencia ni de comienzo de intención, en el caso de la interacción comunicativa, se dan sólo en el esta­
un "significado objetivo" en la conducta del niño. dio 5 de desarrollo sensoriomotor. Harding (1982) ha establecido estos
Sin embargo, en el período 5 de desarrollo sensoriomotor, el desarro· requisitos desde el punto de vista cognitivo: "Parece -dice- que la natu•
llo de la conducta instrumental y de diferenciación medios-fines se acom• raleza compleja de la comunicación requiere la coordinación de tres aspec­
paña de un cambio significativo en la evolución de las pautas de interac­ tos, por lo menos, de la causalidad: i.e. el conocinúento de las relaciones
ción: ahora el sujeto es capaz de interrumpir actos complejos de objeto o medios-fines, la causalidad objetiva y el cqnocimiento de que los otros
de persona para insertar en ellos esquemas del otro repertorio ( "esque­ pueden ser agentes causales" (pág. 146). Aunque podemos hablar de una
mas de objeto" en los "actos complejos de persona "' y "esquemas de per· cierta diferenciación medios-fines desde el estadio 3, de las reacciones cir­
sona» en los nactos complejos de objeto"). Esta asimilación recíproca de culares secundarias, en este momento los "medios no están aún organi­
esquemas de acción e interacción permite el desarrollo de las dos clases zados en planes coordinados: los planes del' niño parecen ser medios sin
de performativos gestuales que han descrito Bates, Camaloni y Volrerra organizar para hacer ciue las éosas Ocurran, y apenas hay diferencias en
(1979): los protoimperativos, en que el niño emplea al adulto para obre­ sus procedimientos entre las situaciones sociales y las no sociales" (ibf•
ner determinados objetos, y los protodedarativos, en que utiliza los obje­ dem). En la medida en que se coordinan los esquemas sensoriomotores,
tos para obtener la atención del adulto {como en el esquema de señalar al servicio de fines, el níño da muestras de tener un plan (componente 2
con intención comunicativa). en el modelo de intención), cosa que ocurre en el estadio 4. Sin embargo,
El empleo de protoímperativos y protodeclarativos sirve de índice de aún no es un "plan de comunicarse". Para poder hablar de plan de comu•
una auténtica "comunicación intencionalº, por parte del niño. En un pene­ nicarse, es necesario que el niño desarrolle una cierta noción de causali­
trante artículo sobre "El desarrollo de la intención de comunicarse", Carol dad objetiva y reconozca que su madre (o el adulto que sea) puede jugar
G. Harding (1982) parte del concepto de "intención" de Ryan (1970) para un papel importanre en el logro de sus metas y la posibilidad de utilizar­
describir el orígen y los requisitos de esta nueva intención específica que la como agente causal. Es en el estadio 5 cuando el niño comien:za a darse
tiene el niño, desde los nueve meses, más o menos: la de comunicarse con cuenta de que ciertas conductas suyas, como las de establecer contacto
otras personas. Ryan incluye cuatro fases o componentes en, su concep­ ocular; vocalizar, sonreír, tratar de alcanzar, ere., hacen que su madre actúe
to de intención: 1) un componente inicial de excitación o "tensión de como agente y comienza a servirse, intencionalmente, de estos esquemas
meta", por el que el sujeto percibe una situación y se hace "consciente" interactivos, integrándolos en sus planes de conducta ,, .
Gl

de una meta; 2) la formación de un plan para lograr la meta; 3) una acti· Es importante destacar que los protodeclarativos constituyen un esta•
tud de necesidad, que lleva a la formación de planes alternativos, en caso dio superior (en comparación con los protoimperativos) en la construc­
de requerirlo, y 4) la persistencia en el intento de lograr la meta. Para Har• ción de un mundo de referencias objetivas y compartidas, de significados
ding {op. cit.), estos cuatro componentes pueden tener desarrollos relati� negociados, por parte del niño. Los recursos para compartir la atención,
vamente independientes, y las discrepancias anteriores sobre el desa.rroUo el hecho de compartir la atención, constituyen premísas básicas en el orí·
de la intención comunicativa en el niño Se deberían a que los distintos gen interactivo de los símbolos (por ejemplo, de los símbolos convencio­
investigadores han centrado su atención en distintos aspectos del concep­ nales y "que tienen que ser negociados" del lenguaje humano). Además,
to total de intención. Recordemos, por ejemplo, que Trevarthen (1974) la presencia de protodeclarativos constituye un índice de desarrollo de una
138 Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... 139
conducta, el esquema
auténtica intención de comunicarse, ya que, mientras emplea "protoim� -:�---- un "ciclo completo" y, en cierto modo, cerrado de
perativos", la intención primaria del niño es lograr el objeto que sea, con­ interactivo, tal como es realiza do por un sujeto, es sólo una fracción o
una acción total, que es comple tada por otro sujeto. Recorde­
seguir aquello que pide, mientras que, cuando "declara" (o "proto-decla­ parte de en la
ra''J, lo que quiere es, p,i;ecisamente1 comunicarse, mantener la experi encia mos la definición de comunicación: "Aquello que está implicado
o más individ uos en una
soc, al fondame�tal de compartir con otro la atención y el interés y/o trans-. - coordinación de actividades separadas de dos
_ 233). El origen de los esquem as
m1t1r 1nformac16n predicativa (o, si se quiere, "pre-predicativa") acerca sola actividad social" (Clark, 1978, pág.
esquem as de acción instrum ental. Así>
de los objetos, acontecímientos y relaciones. interactivos resídirá en los propios
Empleando el término de Trevarthen y Hubl ey (1978) podríamos decir la conducta de tender la mano o los brazos hacia un objeto que está fuera
que e1 niño autista, generalmente, no parece alcanzar e� su momento la del alcance propio, con el fin de que el adulto proporcione el objeto desea­
"intersubjetividad secundaria", que implica la motivación deliberada de do, es como una "contracción• de la conducta instrumental total de alcan­
compartir los intereses y experiencias con otras personas: Qcuando un zar y coger el objeto. La conducta del niño de once meses que levanta los
niño de diez meses --dicen estos autores- ofrece un objeto a la palma brazos para que su madre lo coja es una fracción de la conducta total de
extendida de otra persona, hace una emisión vocal y g<;stual cnn la forma •' • abrazar.
de una ?�:ición '? declaración, responde con una cooperación precisa a Llamamos "índices" a estas fracciones de la conducta instrumental total,
una petic10n formulada por signos faciales o mediante gestos y palabras, que se realizan, en principio, CU situaciones comunicativas. En la reladón
comparte un Juego de "toma y daca'' y obedece a instrucciones aprendí� instrumental eon objetos, el empleo de índices no tiene sentido. Si uno
das -:-formuladas verbal o gestualmente- de coger objetos o realizar emplea. un martillo, por ejemplo, como instrumento para clavar, no puede
ma�:pulaciones específicas con eUos, la forma expresiva de lo que hace .M:realizar el índice de ir a clavar" esperando" que el martillo ªtermine la
el nmo otorga a estos actos un aspecto cooperativo que no se observa en Conducta", sino que tendrá que realizar, por cada golpe, la acción com­
la conducta de ninguna otra especie" (1978, pág. 214), Para Trevarthen pleta, consistente en describir un ángulo con el brazo y marrillo, que va
Y Hubley, el niño está expresando, en estos actos una nueva "confianza .desde la distancia calculada para dar nn golpe efectivo hasta el choque del
. en sí mismo Y en los otros". la palabra "confianz;" -hace ref('!rencia tanto martillo con el clavo. No cabe, desde luego, "dejar el ángulo por la mitad", .
a la habilidad para realizar los actos como "self" y agente independien­ porque el instrumento inerte no va a terminar, por sí solo, el recorrido del
te, como el sentido de "estar en una relación fiableº con el otro. A pesar ángulo efectivo.
. En el caso de la relación con personas, la situación es completamente
de que n � compartimos el fuerte innatismo y "preformismo º que tiñe las
con�epc1ones de Trevarthen y Hubley, esta descripción tiene la impor­ diferente. Ahora el niño puede empezar una conducta que va a ser termi­
tancia de relacionar el desarrollo de la comunicación intencional con la nada por el compañero de interacció� o bien terminar una conducta que
géne �is �e la identidad y con el concepto de "confianza » , que a su vez ha sido comenzada por éste. De hecho, la terminación por el adulto de las
podna_ vrncularse al desarrollo de las nociones de causalidad (ya que sólo conductas comenzadas por el niño es el origen de las interacciones inten­
es pos,b[e la confianza en la acción del otro cuando se le CO!l(:Íbe como cionales de éste, desde el momento en que toma conciencia de que sus "frac­
agente causal). ciones de conducta" (por ejemplo, el comienzo de realizaci6n de un esque­
rrollo de la intención comunicativa implica no sólo la asimila­ ma como el de alcanzar un objeto) tienen valor de señal capaz de evocar
. _El d� la conducta del adulto con la que se completa la acción interactiva total.
c::on rectproca de esquemas de acción e interacción y la aparición, a par­
tir del desarrollo de nociones medios-fines y de causalidad de una nueva Al niño entonces le bastará, por ejemploi con elevar los brazos en direc-
clase de motivaciones a ◄'compartir referencias" sino también un cambio ción del objeto, para qu e éste le sea entregado por el adulto, y su acción
proK".esivo en l� propia_ topografía de los esque:na. interactivos. Dada la será tanto más efectiva cuanto más "específica" sea la demanda. Esta espe­
gran 1mportanc1a que o�ne, probablemente, este cambio en el ori gen del cificidad puede lograrse mediante la coordinación de esquemas de acción
_ e interacción. Por ejemplo: si el niño no se limita a levantar los brazos hacia
mundo sunbohco, conviene que nos detengamos en su comentario,
Desde el punt� de vista de la forma, de la topografía de la conducta, el objetoi sino que también mira al adulto y vocaliza, aumentará la pr o­
hay una d,fere�aa cl�ra entre los esquemas de acción y los esquemas de babilidad de evocar la conducta de "dar el objeto" en el adulto.
_ Desde el punto de vista de la "topografía" de la conducta, el desarro­
1mer�cc1ón ( d1ferenc1a cuyas implicaciones para la génesis del mundo
_ llo de estos esquemas interactivos se caracteriza por una condensación y
s1;llbohco n<? habían sido, hasta ahora, s\1ficientemente analizadas). La
dif.er em:ia es la sig�ente; mientras que u� esq�ema de aCCión constituye ritualiza ción progresiva. En la· medida en que el niño es más capaz de "anti-
_
140 Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... Interacción precoz. Una perspectiva vygotskiana a partir... 141
cipar" con confianza (para retomar el término de Trevarthen y Hubley) Conclusiones
los resultados de sus índices interactivos, será menor la fracción de la con­
ducta total que presente como señal interactiva; por ejemplo, le bastará Para analizar la génesis c::onstructiva de la comunicación intencional y
con señalar con una mano el objeto (en vez de levantar los dos brazos •e1 mundo simbólicO' puede ser heurísticamente eficaz la hipótesis de que
hacia él) y coordinar este esquema con los de mirar, vocalizar, etc., para los mecanismos de construcción d� lo re_al Y �os recursos func1ona " l �s d e
lograr la mera deseada (que el adulto le entregue el objeto). Los vectores _ -
asi"milación y acomodación con los que el nmo elabora el mundo f1s1co
de coordinación {o asimilación) progresiva y de "condensación" y ritua­
Üzación que definen el desarrollo de los esquemas interactivos son, en gran son también los que posibilitan la conformación de un mundo social pobla-
parte, solidarios y establecen una diferenciación progresiva de los esque­ do por agentes intencionales de cond�cta, � ntre los cua1� s e1 SUJeto · �s un
agente más, individualizado, y cuya 1dent1dad se c� nst1tuy ; a traves de
mas de interacción con respecto a los esquemas de acción instrumental.
F.stas conductas se han interpretado como un "uso de las personas como relación. Naturalmente, esta hipótesis no es suscepnble de solo un ma�co
objetos" y como muy características del estadio 5 de desarrollo sensorio­ heurístico que a nosotros nos ha permitido organizar Y compr�nder me¡or
motor. Hacia los ocho meses.es frecuente que los niños normales tengan la génesis de los objetos y al sujeto social, al menos en el penodo senso-
conductas semejantes a éstas, de "empleo de la mano de otro como ins­ riomotor.
truménto". Lo que indican realmente estas conductas es una indiferen­ Desde esta perspectiva, el mup.do social no está p�ef�rmado y el n�o­
ciación entre la acción con instrumentos y la interacción, desde el momen­ nato· no eS un agente intencional de comunicación y rel:rción. Posee cier­
to en que el niño realiza, en su relación con las personas, un ciclo tos mecanismos innatos de preparación para la relación, que implican la
conductual completo y cerrado, no condensado ni fraccionado, no anti­ -préferencia por los cuadros perceptivos ofr�ci?os por las personas y la ten­
,. ..
cipa torio, como el que realizamos cuando empleamos un martillo (recor­ ·dencia a dar respuestas relativamente armomcas a los estimulos que estas
demos el ejemplo de "tener que describir todo el ángulo" en cada golpe). presentan. Pero el mundo social es esencialmente una c?;1strucción resul-
En definitiva, el niño aplica a la mano del adulto un esquema de acción . t:lnte de la propia experiencia social, y de la con�tru�10� de ��tructuras
• instrumental, estables de relación expresiva primero y comumcac1on mtenc1onal des­
Es eVidente que, en la medida en que se fraccioniln y condensan, dife­ pués. Las figu:ras de crianza, por su parte, están prepa�adas p�ra �ante­
renciándose como tales, en la medida en que se coordinan obedeciendo a ner con el bebé una relación optimizadora del desarrollo, que implica, en
un plan intencional, y que se emplean en situaciones de interacción en que primer lugar, la inserción de pautas relaci��ales :n los ritmos bio_ló�ic_os
se da un proceso continuado de "negociación de significados" y anticipa­ del bebé, y, en segundo lugar, la considerac1on de_ este, desde un prm�1p1�,
ción de la conducta del otro, los esquemas de interacción adquieren pro­ como un ser social sobre la base de una estrategia favorecedora de atn­
gresivamente valor de signos. Si recordamos la identificación de Osgood bución excesiva ... En.esta estrategia se basa la labor de "andamiaje", que
(1952), por ejemplo, de los signos con "respuestas fraccionales anticipa­ permite convertir el desarrollo potencial en desarrollo actual en los esta­
todas de meta••, podremos entender, a partir de las consideraciones ante­ dios sucesivos del período sensoriomotor. . . . .
riores, la íntima relación que existe entre el desarrollo de los esquemas inte­ La experiencia social se elabora con los mecamsmos func1onal�s de as�­
ractivos (que son, por definición, conductas fraccionales, respuestas milación que posee el bebé en cada estadio. Recursos q�e permiten, pri­
anticipatorias de meta) y el origen de la competencia simbólica del niño. mero, la percepción de contingencias simples e� juegos circulares de re�a­
_
En la concepción de Piaget (1971), esta relación queda oscurecida por la ción, y, posteriormente, la anticipación y creaaon de tale� connngen�1as
insistencia en vincular el origen del mundo simbólico a la coordinación y mediante la coordinación de esquemas. Este desarrollo exige la constttu­
diferenciación progresiva de los esquemas de acción. Sin embargo, desde ción de un medio social propio, de un espacio y unos guiones de relación
nuestro punto de vista, el desarrollo de la acción, por sí solo, difícilmente preferente y de estructuras relativamente estables de relación expresiva
podría ser responsable de la interiorización, en forma de símbolos, de res­ con figur;s vinculares. Por otra parte, el desarrollo d_e coor di��ciones
puestas fraccionales, al definirse la acción instrumental como "necesaria­ _
comunicativas propiamente intencionales presupone la diferenaaaon en�e
mente completa y cerrada en sí misma". Por el contrario, desde el propio los términos transitivos y finales de la propia relación (i.e., entre medios
origen de la acción inreracriva, encontramos los vectores de desarrollo (vec­ y fines) y la construcción de un "triángulo de relación", uno de cuyos vér­
tores de condensación, "convencionalización" y ritualización, fracciona­ tices está definido por la referencia compartida a objetos externos a 1�
miento-, anticipación) q'ue van_a definir"!i1 evolución del mundo simbólico. relación como tal. Para ello, es necesario que el niño desarrolle la capac1-
142 Interacción precoz. Una perspectiva rygotskiana a partir. ..
dad de asimilar recíprocamente las acciones orientadas a los objetos con
Jas orientadas a las personas.
En la medida en que estas coordínacíones son más poderosas y com�
plejas, permiten una mayor precisión comunicativa en la conducta del
bebé. Tal precisión, que constituye un índice del ,desarrollo sensoriomo�
tor de la comunicación, puede tener la función de obtener objetos exter­
nos a través de la asimilación de esquemas, o más bien de compartir la
experiencia sobre los objetos. Esta última función, de naturaleza declara·
tiva, presupone la noción de una identidad esencial entre el bebé y las per•
sonas que Je rodean, que ahora son concebidas no sólo como ins�en�
tos peculiares, capaces de terminar conductas, y efectores de acciones que
pueden proporcionar objetos externos al bebé, sino también como seres
capaces de tener una experiencia esencialmente "identificada'" con la pro­
pia, de interesarse por los -�smos o�jetos o sucesos que interesan al bebé.
El concepto de "intersubjetividad secundaria" hace referencía a esta expe­
riencia de identidad, que CS altamente específica de nuestra especíe.
Cuando las funciones ilocudonarias de pedir y/o declarar se refieren a
objetos no presentes, sino representados, es precisa la construcción de sig�
nificantes diferenciados que posibiliten la comunicación. Los símbolos son,
así, construcciones requeridas por la equilibración de la comunicación
como tal,-y nunca serían necesarios en un contexto no comunicativo. La
idea del orígen comunicatívo del mundo simbólico requiere, por tanto, la
diferenciación neta entré: simbolización y representación� que actualmen­
te admite la mayoría de los psicólogos evolutivos. Las concepciones más
solipsistas que identifican estos con ceptos parecen estar originadas en una
confusión entre los requisitos lógicos necesarios para que el niño tenga la
noción de la necesidad de que un objeto subsista, a pesar de sus desapa·
riciones perceptivas, y la competencia de evocación requerida para refe�
rirse a un objeto ausente en las funcíones comunicativas.
Los símbolos son, por tanto, formas evolucionadas de interacción. En
la medida en que se coordinan, condensan e interiorizan van a constituir
el tejido de la propia identidad del sujeto. En este sentido, la construcción
de la identidad humana implica un proceso de "desdoblamiento" entre el
agente intencíonal de conductas y un "sí mismo" que se define como obje­
to de la propia interacción. En la medida en que el niño se aplica a sí mismo
las pautas de interacción y comunicación adquiridas en su relación con
los demás, se constituye como identidad. Este proceso de construcción de
una umeta�identidad", ya propiamente humana, corresponde1 en gran parte,
a momentos posteriores del desarrollo. Es el que perrrúte entender la con­
ciencia humana tal como la entendía Vygotski, en el que se han inspirado
tantas de nuestras reflexiones: la conciencia humana como .. contacto social
con uno mismo".

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