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Una perspectiva interaccionista y pragmática para el desarrollo de la

comunicación humana: los aportes de Ángel Rivière.

Empirismo/conductismo: el lenguaje se adquiere gracias a la capacidad humana de emular los


sonidos y de asociar la palabra con la cosa.
Chomsky: critica al empirismo. Plantea que existe una predisposición innata  “lad” “gramática
universal”
Bruner: aporta el “lass”, un sistema de apoyo para la adquisición del lenguaje.
Piaget: Introduce el concepto de “adquisición”. Las raíces del lenguaje están en la acción.
Vigotsky: aplica su teoría de una perspectiva histórico-cultural. Primero esta la parte externa>
luego la interna.
Ángel Riviere: plantea los esquemas mas sociales como la base genética interactiva y
pragmática. Menciona la “teoría de la mente”.

Bruner:
Se trata de un modelo de suma importancia, no sólo porque trata de superar los problemas que
presentaban las teorías del desarrollo del habla previas, sino también por presentar de modo
sistemático y organizado en qué consisten los aportes tanto del sujeto como de la cultura para tal
logro. Varios de estos elementos son retomados por Rivière en su nuevo modelo, así como la
aspiración general de no reducir tal desarrollo a la existencia de principios explicativos innatos ni
culturales de manera exclusiva.
Para explicar el desarrollo del lenguaje se pueden destacar tres aspectos que permiten el pasaje
de la comunicación prelingüística al primer habla léxico-gramatical. La primera refiere a la
corrección de la forma y la adquisición de estructuras gramaticales que sean lógicas y respeten
los enunciados convencionalmente aceptados. No cualquier tipo de habla puede considerarse
gramaticalmente correcta. Para pensar en que un niño está desarrollando el lenguaje es que
debemos tomar en cuenta su función para comunicar, es decir cómo lograr transmitir intenciones
y motivos de manera efectiva y eficiente en una situación compartida. Esto es lo que se
denomina aspecto pragmático del lenguaje.
En cuanto a las interacciones entre un mecanismo biológico para el desarrollo del lenguaje y un
sistema humano regulado para las interacciones, Bruner plantea que el hecho de usar la cultura es
aquello que posibilita al ser humano dominar el lenguaje y entrar en la escena humana.
Sin embargo, el autor sugiere que existen ciertas facultades originales cognitivas que serían
condición para la apropiación del mundo simbólico por parte del niño. Estas son cuatro:
 Disponibilidad de medios: el niño trata de buscar regularidades en el medio que le rodea
para transformar la experiencia en estructuras con determinado fin. Causas y
consecuencias.
 Transaccionalidad: Esta facultad cognitiva original plantea que la actividad del niño
durante el primer año de vida es social y comunicativa.
 Sistematicidad: En este sentido, Bruner plantea que la mayoría de las actividades del niño
ocurren en situaciones restringidas dónde existe un alto grado de orden y sistematicidad.
El autor plantea que el niño se encuentra preparado para desarrollar formas regulares de
interacción y relación con los otros y con las estructuras del lenguaje. Esto supone que
adulto y niño extraen significados de estos marcos compartidos, asignan interpretaciones
a las conductas de su compañero/a de infieren intenciones en el otro.
 Esta última facultad cognitiva originaria está configurada a través de reglas, las cuales
funcionan como pautas ritualizadas de comunicación prelingüística entre adulto y bebé,
que determinarán el modo de vinculación entre ambos miembros.
Las tres facetas mencionadas son inseparables en el proceso de adquisición del lenguaje. El
lenguaje no podría adquirirse sin una competencia natural para el aprendizaje de estructuras
gramaticalmente convencionales como es el LAD –Mecanismo de Adquisición del Lenguaje-.
Sin embargo, el desarrollo del lenguaje también requiere de otro componente al que Bruner
denomino como LASS -Sistema de Apoyo para la Adquisición del Lenguaje- que opera como
marco de interacción humana regulada entre adulto y bebe. Por lo tanto, el desarrollo del
lenguaje comienza antes del primer habla léxico gramatical cuando el adulto y el niño crean una
estructura predecible de acción recíproca en la que comparten una realidad común. Es la
interacción entre LAD y LASS lo que posibilitara la entrada del niño al mundo simbólico de las
palabras y el lenguaje.
Un elemento crucial que destaca Bruner es que el encuentro entre las pautas originales y los
mecanismos innatos (LAD) del niño respecto del habla adulta culturalmente establecida es
mediante pautas de acción reguladas y estables, con apertura posible a variaciones, a las que
denomina formatos:
 Ritmo alternante: después traspola al dialogo, uno y después el otro.
 Relación interdependiente: la respuesta de uno depende de la del otro.
 Contexto compartido: todas las interacciones están situadas en la rutina cotidiana de la
“mama” y el bebe.
Critica a este modelo:
Lo que consideramos discutible es el modelo general que presenta, que podría resumirse en
naturaleza más cultura. Aquí, un neonato equipado con atributos cognitivos hijos de la herencia
biológica se encuentra con un mundo cultural establecido que facilita las vías de acceso para que
el pequeño se desarrolle. Pero, la propuesta de la existencia de un mecanismo como el LAD
(biológicamente establecido) y el LASS (culturalmente organizado) es presentado como el
encuentro entre dos principios que no se articulan, modulan ni transforman en su encuentro. En
definitiva, se trataría de una perspectiva antidialéctica del desarrollo.
Lo que destacamos es que, el modelo de Bruner, aparentemente, al presentar ambas
pautas por separado se hace blanco, doblemente, de las críticas que cabría realizar a cada una de
ellas. Es probable que la indiscutible existencia de elementos estructurales-orgánicos a nivel
cerebral en la producción del lenguaje no sean una condición a priori del desarrollo del habla en
el niño sino el producto de una compleja interacción entre principios filogenéticos y
ontogenéticos en el interior mismo de una matriz simbólica que los va modulando.

Riviere:
Probablemente uno de los aspectos más importantes del intento de Rivière fue vencer la
tentación ingenua de “ir tomando” conceptos de uno y otro autor en una narrativa de consistencia
endeble y ecléctica, sino que, por el contrario, realizó lo que consideramos un verdadero análisis
metateórico1 de las propuestas de Piaget, Vygotski y la Psicología Cognitiva contemporánea.
El hecho de comunicarse mediante palabras tiene una génesis propia -aunque no del todo
independiente de otro tipo de construcciones referidas al conocimiento del mundo- orientada por
interacciones comunicativas entre adultos y niños en un marco cultural de significación
específicamente humana.
Así, este planteo implica que les bebés “hacen cosas” que inicialmente no tienen una intención
comunicativa pero que al ser interpretadas- e incluso sobreinterpretadas- por los adultos que sí
tienen esas intenciones, son leídas en clave comunicativa e incluso semiótica. Tal mecanismo de
sobreatribución, destacado entre otros autores por Bruner y Vygotski, genera las condiciones de
posibilidad para la emergencia posterior de la comunicación lingüística.
A continuación, destacaremos brevemente los aspectos rescatados por el autor respecto de las
teorías incluidas en su análisis.

Teoría piagetiana:
Para el autor, el lenguaje es producto de un proceso constructivo pero, a diferencia de Piaget,
considera que su desarrollo no deviene de la interiorización de esquemas de acción jugados en el
mundo físico sino que surge de procesos interactivos organizados en lo que el autor
conceptualiza como esquemas sociales, de interacción o de persona y que estarían en la base de
los procesos de comunicación. Estos esquemas sociales, originariamente propuestos por Rivière,
serían la base genética, interactiva y pragmática, de la que emergen los procesos de
simbolización, hijos de un proceso constructivo de base cultural. El desarrollo del lenguaje en la
ontogénesis será el producto de la coordinación entre los esquemas de acción y los esquemas de
interacción o sociales.
En este sentido la propuesta de Rivière puede ser considerada un intento de ampliar la teoría
original de Piaget a fin de incluir la explicación del desarrollo de las intenciones comunicativas y
la formación de símbolos sobre una base interactiva y constructivista.

Teoría vygotskiana:
Este enfoque parte de una serie de principios para explicar el desarrollo de las funciones
psíquicas superiores. Uno de ellos es la Ley Genética General del Desarrollo Cultural que
conceptualiza cómo las funciones psicológicas superiores se desarrollan en un sujeto a partir de
las relaciones sociales y humanas.
El lenguaje primero posee una etapa externa, social, donde cumple la función de servir a
los fines de comunicar intenciones, deseos y motivos, y una etapa posterior en la que opera en el
plano psicológico como organizador del pensamiento verbal, la memoria voluntaria y la atención
dirigida y consciente.
En definitiva, la perspectiva de Vygotski sirve como una orientación general para todo el
postulado de Rivière, que preside el acceso de los sujetos a la mediación semiótica presente en
una cultura. Estos postulados interactivistas y sociales implican la tracción que la cultura ejerce
sobre el desarrollo individual.
Una critica que se le puede hacer a estos postulados es su carácter universal y que no contempla
mucho el microcosmos madre-bebe.

Psicología Cognitiva contemporánea:


Si bien Ángel Rivière fue un psicólogo cognitivo de pleno derecho, muchos de sus trabajos se
distancian críticamente del sesgo consistentemente innatista, individualista e impersonal propio
de la corriente de habla inglesa de dicha tradición. Para Rivière la asunción de una mirada
extremadamente innatista equivaldría a dejar para la biología y la evolución un problema que los
psicólogos del desarrollo deberían encarar. Al poner en la biología y la genética la condición de
posibilidad de la emergencia de las funciones psíquicas el psicólogo del desarrollo estaría
abdicando de su labor explicativa específica.
En consecuencia, el reconocimiento de la existencia de elementos innatos en el desarrollo inicial
infantil no implica que actúen como causa del desarrollo sino de un modo más relativo, como
una tendencia inespecífica a la vinculación organizada por la filogénesis que, desde hace ya
milenios, se desarrolla en un ambiente cultural. A tal fin, Rivière organiza la mirada de
observaciones dispersas en dos tipos de programa que darían cuenta de esta vinculación
inespecífica:
 Programas de armonización: Aquí se incluyen todos los comportamientos del bebé que
hablarían de una cierta preferencia por los parámetros proporcionados por el sujeto
humano.
 Programas de sintonización: Reúnen, para Rivière, todas las investigaciones que sugieren
que les bebés responden a las estimulaciones humanas en clave también humana. Estas
expresiones iniciales tendrían la función de facilitar el ingreso del neonato a una relación
diádica e intersubjetiva propiamente cultural.
Desarrollo de los gestos comunicativos y de la intencionalidad comunicativa:
En resumen, los esquemas de persona o sociales no parten de la intencionalidad del bebé,
sino que esta se construye a partir de la interacción con figuras de crianza que interpretan las
conductas del pequeño como si fuesen portadoras de intención. Así, los adultos se encuentran
“andamiando” el desarrollo simbólico y cultural del niño, y conforman el marco a partir del
cual tales intenciones se actualizarán.
Rivière sostendrá que son los juegos circulares los que se encuentran en la base del desarrollo
de los esquemas sociales o de persona. Estos juegos circulares son estimulaciones repetitivas,
estables y contingentes respecto de las propias respuestas sociales del bebé. Ejemplo de esto
son los juegos en los que un adulto y un bebé pequeño establecen una “protoconversación”
con estallidos expresivos por parte de ambos integrantes de la interacción, en donde se
inscribe una pausa para que el partenaire realice su contribución. Estas interacciones
inscriben un formato (Bruner) de reglas de interacción que funciona como el marco genético
de la comunicación futura.
Los esquemas sociales requieren de la interpretación y el completamiento por parte del
adulto. Por ejemplo, el niño está lanzando una pelota una y otra vez de pronto impone una
pausa a su acción, busca la mirada del adulto y le alcanza la pelota para que este se la
devuelva. A diferencia de los esquemas de acción, se trata de un verdadero esquema abierto
que requiere de la acción del otro para su completamiento. Estos esquemas no están
destinados a la construcción de conocimiento sobre los objetos del mundo sino a modificar
algo del mundo a partir de la acción del otro.
En definitiva, las primeras comunicaciones genuinas del bebé se realizan mediante gestos en
situaciones interactivas y sociales. Y estas acciones están destinadas a modificar la realidad
objetiva (por ejemplo, que un adulto le alcance un objeto que no está al alcance) o a
modificar la realidad mental del adulto (por ejemplo, señalar un objeto que resulta llamativo
con el fin de compartir la experiencia mental). A estos gestos ostensivos Rivière los
denominará deícticos y conforman funciones propias del lenguaje. En los ejemplos citados,
los primeros cobran un carácter protoimperativo (ya que pueden ser asimilados a la función
imperativa del lenguaje) y los segundos serían protodeclarativos, ya que ocupan una función
análoga en el habla. Ambos tipos de gesto provienen de la asimilación mutua, en el curso del
desarrollo culturalmente orientado, de los esquemas de acción con los esquemas de
interacción o sociales. O sea, de la unión de los esquemas referidos a objetos con los
esquemas referidos a personas.

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