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19/12/23, 22:41 Partes, Polaridades, Dicotomías y Dimensiones del Yo. | up up and away.

up up and away.

Este sueño es todo lo que necesito, porque es lo único que he tenido.

Partes, Polaridades, Dicotomías y Dimensiones del Yo.

El Yo es el elemento constitutivo de la personalidad, es una estructura compleja, es reguladora, es


dinámica, ajusta las necesidades que siente desde afuera y desde adentro, cualifica las vivencias, les
da un valor, nos permite reflexionar sobre ellas, tiene un sentido de unidad, una continuidad,
temporalidad, es mediador, y dentro de este existen partes, dimensiones o polaridades que se
consideran elementos constitutivos del individuo que determinan su comportamiento y le permiten
establecer una congruencia o incongruencia interna, que afectará a su salud psicológica o psíquica,
dependiendo de la integración o la separación de estas polaridades. Una de las complejidades de la
estructura del Yo, es que es contradictoria, ya que dentro de este existen dimensiones, partes,
polaridades, que se contraponenen y que funcionan de manera armónica o disarmónica, compiten o
cooperan, dominan o son sometidas, dialogan o se separan y generan conflicto.

Las polaridades nacen y se desarrollan en el proceso de socialización, que es el proceso que parte
desde que somos niños, en el cual vamos internalizando (haciendo propias) distintas reglas, leyes que
impone la sociedad, en donde adquirimos roles. También se relaciona con lo que aprendemos de
nuestros padres o figuras parentales más importantes en la niñez (abuelos, padres, familiares), de lo
que aprendemos de nuestro entorno (amigos, televisión, colegio, compañeros, etc.), lo que se suma
también a nuestras propias características internas y cómo vamos integrando todo esto en una propia
identidad, distinta y única. Por lo tanto, los distintos aspectos de cada uno, y la interacción de estos
aspectos dependen de la historia personal, de la realidad propia, del entorno en el que nos
relacionamos, y de la capacidad de la persona para percibirse como un ser único, compuesto y
diferente a los demás.

La aceptación de estas partes o polaridades también está dada por los factores anteriores. Un ejemplo
de esto podría ser que aceptemos que somos a veces independientes o dependientes, lo cual va a estar
mediado por la significación que tiene el ser dependiente o independiente, para nosotros mismos,
para la cultura y el medio en el cual nos desarrollemos, para nuestras familias, y de qué manera
desde pequeños nos fuimos relacionando con estas partes. Por ejemplo en el caso de los niños
sobreprotegidos, puede darse que se polaricen fácilmente en la dependencia, ya que desde pequeños
los cuidadores no han permitido que él experimente y se desenvuelva en el mundo de manera más
independiente, por lo que valerse por sí mismo puede ser un tema que le complique.

Debido a lo anterior estas partes o polaridades pueden ser Yo Sintónicas (aceptables para sí mismo) o
Yo Distónicas (inaceptables pasa sí mismo). El Yo muchas veces de manera inconsciente (la persona
no se da cuenta), excluye del autoconcepto estas partes que no acepta, porque le producen conflicto,
dolor, ansiedad, etc. La mala estructuración del autoconcepto, de la identidad y de la personalidad se
puede dar de dos formas. La primera puede ser que el Yo no reconozca ciertos aspectos de si mismo
porque son considerados inaceptables, o dolorosos, etc. O por otro lado, en la interacción con otras
personas, el individuo ha percibido de manera inconsciente o consciente que ciertos aspectos de sí
mismo no son bien vistos por la sociedad, y más bien provocan que los otros se aíslen de él o se

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burlen, por lo tanto excluye estos aspectos de la consciencia, e inconscientemente utiliza toda su
energía en tapar esta polaridad para que no se manifieste. Es por esto que muchas personas a veces
dicen: “¡Yo no soy así!”, “¡Era como si otro se apoderara de mí!”, “no era yo”, “¡estaba fuera de mí!”.

Cada parte de nosotros mismos es necesaria para nuestra vida, cada polaridad nos permiten
interactuar con el medio interno, externo, proveen la energía necesaria y suficiente para que el
individuo pueda alcanzar sus metas y lograr sus objetivos, permiten que el individuo logre aquello
que desea. Las polaridades además permiten que la persona se flexibilice en el contacto diario con la
realidad externa. Por lo tanto, cada parte del individuo tiene su contraparte, o su parte polar. Por
ejemplo: actividad- pasividad, realidad-irrealidad, dependencia-independencia, adhesividad-
evitación, felicidad-tristeza, ira-calma, bondad-maldad, etc. Cada parte emerge cuando necesitamos
de ella, es entonces cuando cobra fuerza y nos permite actuar de cierta manera.

Dentro de todas las infinitas dimensiones y polaridades del Yo, expondré las más generales:

– Realidad-Irrealidad: todos tenemos un lado de nuestra vida irreal, en donde funciona la


fantasía, donde todo puede pasar, donde funciona el pensamiento mágico, ilógico, abstracto, en
donde nada es una contradicción, lo irreal existe porque está en nosotros mismos. Por otro lado lo
real se refiere a los aspectos más lógicos, analíticos, concretos de nuestra personalidad.

– Adhesividad-Evitación: Desde bebés necesitamos el contacto físico, primero con los padres y
los objetos transicionales (tuto, chupete, etc.), y luego cuando somos adultos necesitamos de otro (una
pareja por ejemplo), por lo tanto la adhesividad, el estar junto a otros de manera física es muy
importante. Tan importante como también lo es la evitación, el reconocer cuando es tiempo de
alejarnos y tomar distancia, de volver a la individualidad cuando ya satisfacemos la necesidad de
sentir al otro junto a nosotros.

– Activo-Pasivo: la dimensión activa del Yo nos permite estar alertas al medio, sortear los
obstáculos, distinguir amenazas y oportunidades, nos permite actuar, ser prácticos, confiar en
nosotros, tomar responsabilidad. La dimensión pasiva nos permite dejarnos llevar, estar menos
atento a lo que pasa en el exterior, dejar que otro nos guie, etc.

– Dependencia-Independencia: la polaridad dependencia e independencia no se vive de la


misma manera que en la adhesividad-evitación, ya que esta última se refiere a lo físico, en cambio en
la dependencia-independencia nos referimos a dar o recibir. En la dependencia necesitamos obtener
gratificación en el encuentro, depender de otro para que satisfaga nuestras necesidades, que nos
ayude. En la independencia podemos valernos de nosotros mismos.

Las polaridades, partes o dimensiones son integraciones dialécticas del rasgo de personalidad. A
medida que vamos madurando estas polaridades se van integrando, lo que nos permite alcanzar un
nivel de madurez en el cual no seamos rígidos y extremistas, sino que siempre busquemos los
intermedios que nos permiten relacionarnos de una manera más sana con el entorno y con nosotros
mismos.

Como dentro del Yo existen estas dimensiones y polaridades, el debe mediar, debe ser el que permita
que estas partes dialoguen entre ellas y con él mismo para lograr un equilibrio.

Estas partes o polaridades existen en todos nosotros, podemos observarlas diariamente como cuando
decimos: “conversé conmigo mismo”, cuando nos proponemos algo sintiendo las ganas de hacerlo y
a la vez el temor a fracasar. Corresponden a diálogos internos que muchas veces se transforman en
verdaderas luchas por el poder de uno de los dos polos, y la integración de estos es lo que nos
permite establecer un dialogo saludable. También podemos verlo cuando en terapia, o en una
conversación diaria cambiamos la postura, la entonación con la cual nos referimos a algo, las

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emociones que surgen y que parecen contradictorias, o cuando decimos frases como: “me siento tan
débil, no puedo más, pero tengo que ser fuerte y seguir”. En general es cuando vivenciamos distintos
aspectos de nosotros mismos simultáneamente.

Las personas pueden ser conscientes, inconscientes o al menos intuir las polaridades internas. Por
ejemplo, cuando decimos: “es como si hubiesen dos personas dentro de mí, una que se siente capaz y
otra que prefiere no hacer nada porque sabe que fracasará”. Las personas muchas veces no resuelven
de buena manera un conflicto porque no integran estas polaridades internas, sino que se identifican
con una sola parte de sus sentimientos, pensamientos y conductas, aislando a la otra, separándose y
no siendo una totalidad. Esta separación provoca una lucha interna, en la cual una persona de
manera consciente o inconsciente pone toda su energía en tratar de tapar a una de las partes para que
no salga a la luz. Esta separación y negación de una de las dimensiones o polaridades, a largo plazo
puede generar distintas enfermedades psicosomáticas, tanto como en el cuerpo, en el organismo, e
incluso en la psiquis (en los casos más extremos cuando la división es tan grande que puede
generarse una alteración severa de doble personalidad, en la cual el yo se encuentra dividido y
alineado).

Muchas veces las personas se defienden de estas partes que no reconocen de sí mismas a través de
mecanismos psicológicos (mecanismos de defensa), como por ejemplo la proyección. Cuando no
reconocemos partes de nosotros mismos, la proyectamos en las demás personas. Por ejemplo
podemos decir que una persona nos cae mal o nos causa cierta rabia porque es demasiado buena o
demasiado inocente y débil, siendo que en realidad todo aquello es un aspecto de nosotros mismos
que no queremos reconocer, por lo tanto lo proyectamos sobre otros. En estos casos la proyección es
considerada como un mecanismo de evitación de contacto, al no permitirnos conectar con esa parte
de nosotros que también es ingenua, inocente, débil, que nos da rabia y la tapamos por ejemplo con la
polaridad de la superioridad.

Cuando sucede esto, y la polaridad se vuelve patológica, porque está altamente separada de su
polaridad contraria, se produce lo que se conoce como dicotomía.

Las dicotomías son producto de un proceso de desadaptativo en el cual una dimensión o polaridad
pretende ser absoluta. En la dicotomía se produce una relación circular de dependencia patológica
entre los polos. Por ejemplo, entre más pretendo mostrarme superior, más postergo mi inferioridad y
entre más temo a esta inferioridad, me siento aún más obligado a mostrarme superior. Además las
dicotomías implican un gasto excesivo e inútil de energía, ya que la persona se desgasta consciente o
inconscientemente, al hacer un constante sobreesfuerzo para mantener una polaridad sobre otra. Las
dicotomías además tienen un efecto contrario al retroalimentar la negación de uno de los polos. Es
decir entre más intento tapar mi imperfección pareciendo perfecto, más imperfecto me siento. La
dicotomía rigidiza y limita a la persona, son partes auto confirmatorias, es decir que la persona tiende
a desarrollar formas de pensar o actuar que alimentan la dicotomía y no permiten el cambio
saludable. Las dicotomías son también muy frágiles al contacto con la tensión de la vida diaria, es por
esto que una persona polarizada en la dicotomía de la omnipotencia puede sentir que puede hacerlo
todo, que nada le va a ganar, sin embargo es una actitud bastante frágil al estrés diario, y esta persona
fácilmente se sentirá sobrepasada por todo lo que le acontece. En la dicotomía se dificulta el
autoconocimiento, el crecimiento y la aceptación del individuo.

Es por esto que es tan relevante que una persona integre las polaridades, que se dé cuenta por
ejemplo que puede ser débil y fuerte a la vez, dependiendo de cada situación. La persona puede no
aprobar todas sus partes internas, pero sí asumirlas y tener conciencia de que cada una de ellas es un
aspecto importante de su vida interior y de sus opciones. El darse cuenta y vivenciar las polaridades
internas es el camino para lograr la resolución de los conflictos polares. La persona debe llevar su
atención a los aspectos conocidos y desconocidos de ella misma que vayan surgiendo y de esta

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manera aunque sienta pena por conocer estos nuevos aspectos, integrarlos, aceptarse como una
persona que tiene cualidades positivas y negativas, que puede equivocarse, que tiene libertad para
hacerlo, y hacerlas parte de una misma identidad.

Lo más importante en el trabajo con polaridades es reconocer o darse cuenta de sus partes
desconocidas o dicotomizadas, admitirlas y aceptarlas, reclamarlas y asumirlas, integrarlas y
convertirse en un todo.

This entry was posted on enero 21, 2010 at 1:47 am and is filed under Uncategorized. You can follow
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