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14.

- CANASTA ALIMENTARIA DE MÉXICO: CAMBIOS DIETARIOS Y PROBLEMAS DE


REPRESENTATIVIDAD REGIONAL

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) presenta el Documento Metodológico del


Índice de Precios al Consumidor de la Canasta de Consumo Mínimo, el cual sustenta su diseño
conceptual y metodológico. Este nuevo Índice sustituye al Índice de Precios al Consumidor de la
Canasta Básica que venía publicando el INEGI desde 2011. El propósito del Índice de Precios al
Consumidor de la Canasta de Consumo Mínimo es dar seguimiento a las variaciones de los precios
de una Canasta de Consumo Mínimo, la cual está integrada por un subconjunto de 176 productos
y servicios genéricos de la canasta del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC). Los
productos que conforman la Canasta de Consumo Mínimo fueron definidos de manera coordinada
con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) a partir del
contenido de las canastas alimentarias y no alimentarias de los ámbitos rural y urbano, empleadas
por el Consejo para la medición de la pobreza en México. El seguimiento a las variaciones de los
precios de los productos y servicios que componen la canasta del Índice de Precios al Consumidor
de la Canasta de Consumo Mínimo es de interés para la sociedad mexicana pues permite
vislumbrar el impacto de dichas variaciones en el poder adquisitivo de requerimientos esenciales.
Este nuevo Índice reafirma el compromiso del INEGI con la sociedad, a fin de generar información
estadística de calidad, pertinente y oportuna, que coadyuve a la toma de decisiones y al desarrollo
de la nación.

La Canasta Básica Alimentaria en México ha sido modificada en cuanto a su contenido como


resultado de las políticas de ajuste estructural desde inicios de la década de los 80. Condicionando
en buena medida la alimentación de miles de mexicanos, tomando en cuenta el nivel de
accesibilidad y cobertura que se tiene precisamente de esa canasta, pero sobre todo existe un
gran cuestionamiento de su contenido, puesto que los productos considerados no gozan de la
representatividad y diversidad de la cultura alimenticia de la población a lo largo del país. El
objetivo central del presente trabajo consiste en analizar la canasta básica alimentaria oficial, los
principales elementos que influyen sobre ella y evaluar a su vez los efectos que esto ocasiona
sobre la población. Por esta razón el presente trabajo establece un diagnóstico integral que
permite responder a los planteamientos antes señalados, pero principalmente presenta la
importancia que tiene la canasta básica alimentaria con el sistema producción, el consumo y el
propio ámbito alimentario. Durante el proceso de investigación se acudió en su mayor parte a
fuentes directas que realizan estudios sobre el tema y de la alimentación en general, como el
Instituto de Investigaciones económicas (IIEC) y la Facultad de Economía de la UNAM, la
Universidad Obrera de México (UOM), la Secretaria de Agricultura y Ganadería (SAGAR), la
Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CNSM) y el La Canasta Básica Alimentaria en México:
Contenido y Determinantes, 1980-1998 3 Banco de México (BANXICO). Donde la información
bibliografíca, estadística, e inclusive entrevistas fueron de valiosa ayuda. Posteriormente se
elaboró una base estadística que apoyara la investigación, para lo que se recurrió a organizar
series históricas en términos reales, que se presentan en cuadros y gráficas principalmente. Es
necesario resaltar que no fue tarea fácil estudiar un tema como este, porque la información oficial
en veces fue restringida o insuficiente. Por ejemplo para la elaboración del capítulo I fue necesario
acudir a la CNSM y al BANXICO, pues son dos instituciones que han tenido un papel activo en el
estudio y el diseño de la canasta básica en México, aseguraban que no era posible conocer
estudios elaborados al respecto. La CNSM, según el Centro de Estudios del Trabajo A.C en los 70
tenía la labor de establecer una canasta básica que cumpliera con los requerimientos
indispensables, con un mayor énfasis en aquella población que percibe el salario mínimo (al
menos en teoría), una vez determinada se le daba seguimiento para observar la variación de su
precio total con lo que se procedía a proponer la magnitud en que los salarios debían de ser
aumentados.}

La Canasta Básica Alimentaria (CBA) es un instrumento de política social, consensuada


internacionalmente como indicador de una dieta estándar, que deriva del patrón de consumo de
un país. Se considera una herramienta de utilidad práctica que mide, de manera directa, los
requerimientos mínimos de alimentos y nutrimentos necesarios para la subsistencia,
determinados por el nivel de ingreso de los hogares; y de manera indirecta, los niveles de pobreza
y desigualdad social.

En México dicho instrumento se aplica de manera oficial desde 1982, aunque a partir del 2009 su
elaboración y eficacia han sido responsabilidad del Consejo Nacional de Evaluación de la Política
de Desarrollo Social (CONEVAL), institución descentralizada y autónoma que se encarga de medir
la pobreza.

En 2012 este ente publicó la última actualización metodológica de la CBA con base en el llamado
«enfoque multidimensional», que establece que cuando los hogares o individuos tengan un
ingreso menor al valor de la línea de bienestar mínimo, además de por lo menos tres de las seis
dimensiones sociales (educación, servicios de salud, seguridad social, vivienda, servicios de
vivienda y acceso a alimentación) no cubiertas, se encontrarán en condiciones de pobreza extrema
(CONEVAL, 2012). De igual manera, los hogares que no puedan acceder al total de la CBA, estarán
en pobreza alimentaria por ingreso y, los que además de estar en pobreza extrema, tengan
carencia por acceso a alimentación, se considerará que están en pobreza extrema de alimentación
(CONEVAL, 2015b). Así, con base en este enfoque, la CBA actual propuesta por CONEVAL se
convierte en el instrumento para establecer –mediante su costo en el mercado a partir del patrón
de consumo nacional3– el valor de la línea de bienestar mínimo para medir la pobreza extrema.

Conviene mencionar que, en México, la pobreza extrema es considerada el factor principal de la


inseguridad alimentaria y nutricional (Ruehl, 2015). Algunas cifras indican que, entre 2012 y 2014,
esta disminuyó 0,3%; al pasar de 11,5 (9,8%) a 11,4 millones (9,5%). No obstante, la carencia
alimentaria, es decir, los hogares situados en el nivel moderado o severo de la inseguridad
alimentaria, aumentó de 27,4 (23,3%) a 28,0 (23,4%) millones de personas (CONEVAL, 2015a).
Asimismo, en el lapso señalado, se observó un aumento en la pobreza extrema de alimentación,
de 7,0 a 7,1 millones, alrededor de 130 mil personas más (Enciso, 2015). Lo anterior ha dado lugar
a serios cuestionamientos respecto a la efectividad del Sistema Nacional para la Cruzada contra el
Hambre (SNCH o Sin hambre), pues el concepto de pobreza extrema de alimentación fue creado
por la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), a partir de las estimaciones de pobreza del
CONEVAL, para justificar el propósito del SNCH4. Algunas de las críticas que abonan en contra de
la efectividad de la CBA están basadas en el hecho de que no incorpora la percepción de los
hogares respecto al patrón de consumo, que se explica no solo por el ingreso, sino también por la
disponibilidad y preferencias alimentarias territoriales (Ruehl, 2015).

Las evaluaciones sobre la efectividad y limitaciones de los programas orientados al combate de la


pobreza, aunado al aumento de la obesidad, las enfermedades crónico degenerativas y otros
problemas asociados al riesgo alimentario durante los últimos años, sugieren que la CBA no ha
pasado de ser un referente general de la pobreza que, si bien se enfoca en el problema de acceso,
deja fuera otras dimensiones del bienestar social que impiden observar el fenómeno de la
alimentación de los mexicanos como un problema de seguridad y de calidad alimentaria. Por eso,
parte de las inquietudes se han centrado en saber si es el acceso por ingreso, la disponibilidad de
alimentos en la región, las preferencias alimentarias o una combinación de variables lo que
determina el patrón de consumo alimentario con el que se construye la CBA de México.

Este trabajo se propone contribuir al análisis acerca de las bases conceptuales y metodológicas
con las que se construye la CBA de México, a fin de aportar elementos adicionales a la discusión
sobre sus alcances y limitaciones, que ha estado presente durante los últimos años en el medio
oficial y académico. La intención detrás de estas ideas es mostrar que las distintas propuestas
constituyen una guía analítica que confluye tanto en el enfoque de las líneas de bienestar como el
de las representaciones sociales y la diversidad alimentaria, como una manera de poner acento en
la dimensión territorial y generar mediciones de mayor objetividad que contemplen el consumo
local y la calidad y seguridad alimentaria de los mexicanos.

Con base en información documental generada en el medio oficial, reportes del CONEVAL, avances
de investigación propios y diversas fuentes bibliográficas, se plantea que mientras que los
patrones alimentarios son procesos sociales dinámicos y cambiantes, la CBA se ha convertido en
un instrumento relativamente estático, que refleja una medición poco objetiva y precisa del
bienestar social. Lo anterior implica analizar la CBA como un sistema complejo y dinámico, desde
una perspectiva multidisciplinaria que sugiere que detrás de los problemas de acceso y
disponibilidad de alimentos, no solo están consumidores supeditados a una racionalidad
económica determinada por el ingreso disponible; sino que además, se halla un entramado de
relaciones y actores sociales que actúan dentro de un contexto de creencias, prácticas y saberes
alimentarios, con diferentes capacidades de elección y consumo cuyo fin es satisfacer necesidades
no solo fisiológicas, sino también sociales.

El trabajo se divide en dos apartados (aparte de esta introducción) y una sección de conclusiones.
En el primero de ellos se presentan algunas de las experiencias internacionales por países, que han
utilizado el modelo de CBA como herramienta de política pública para identificar la pobreza.
Asimismo, se identifican algunas de las controversias más comunes en torno a sus alcances y
limitaciones. En el segundo apartado se intenta explicar la reconfiguración actual que sufre el
patrón alimentario de México, a partir del proceso de transición nutricional y epidemiológica que
relaciona la influencia de las transformaciones tecnológicas y socioproductivas de los sistemas
agroalimentarios con los cambios en la dieta y en la salud nutricional. Esto sirve como punto
referencia para identificar la discusión académica en torno a las distintas propuestas orientadas a
construir canastas alternativas o distintas a la que actualmente se utiliza en el medio oficial para
medir la pobreza en México.

2. EXPERIENCIAS INTERNACIONALES EN TORNO A LA MEDICIÓN DE LA CANASTA ALIMENTARIA

El concepto de CBA es parte de una metodología consensuada internacionalmente durante el siglo


XX, para establecer el valor de la línea de pobreza extrema; es decir, el costo del mínimo
alimentario determinado por los nutrimentos necesarios para la realización humana. Es un
instrumento con el que se puede medir, de manera indirecta, niveles de pobreza y desigualdad
social mediante el número de hogares o individuos con ingreso insuficiente para adquirirla en su
totalidad (Ravallion, 2000; World Bank, 2015).

La preocupación inicial por diseñar una CBA estuvo ligada a la estimación de una dieta estándar
para medir el rendimiento promedio de la fuerza de trabajo, ante los problemas de fatiga y baja
productividad que empezó a experimentar el capitalismo durante la etapa más álgida de
explotación laboral y ascenso de la revolución industrial a inicios del siglo pasado. Los primeros
antecedentes de la CBA se remiten a los trabajos de Charles Booth y Seebohm Rowntree en 1902,
quienes se propusieron diseñar este instrumento bajo el supuesto de que el ingreso que recibían
por su trabajo las familias pobres de York (Inglaterra), era insuficiente para satisfacer el mínimo de
requerimientos nutrimentales y un rendimiento físico promedio aceptable. Para avanzar en este
propósito, Rowntree necesitó del trabajo de nutriólogos, como el estadounidense Wilbur Olin
Atwater, quien se abocó a estandarizar las necesidades de energía (kilocalorías, Kcal) y proteínas
requeridas por un adulto promedio para después calcular su costo

15.- LOS CONCEPTOS DE SEGURIDAD ALIMENTARIA, SOBERANÍA ALIMENTARIA Y DERECHO A LA


ALIMENTACIÓN Seguridad alimentaria “Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas
tienen, en todo momento, acceso físico y económico a suficientes alimentos, inocuos y nutritivos
para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos, a fin de
llevar una vida activa y sana”. Esta definición le otorga una mayor fuerza a la índole
multidimensional de la seguridad alimentaria e incluye “la disponibilidad de alimentos, el acceso a
los alimentos, la utilización biológica de los alimentos y la estabilidad [de los otros tres elementos
a lo largo del tiempo]” (FAO, 2006). La FAO había reafirmado también que “un entorno político,
social y económico pacífico, estable y propicio, constituye la base fundamental que permitirá a los
Estados atribuir la debida prioridad a la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza. La
democracia, la promoción y protección de todos los derechos humanos y libertades
fundamentales, inclusive el derecho al desarrollo, y la participación plena y equitativa de hombres
y mujeres son indispensables, a fin de alcanzar la seguridad alimentaria sostenible para todos”
(FAO, 1996). Soberanía alimentaria Otros actores, como ONG y organizaciones de la sociedad civil,
ampliaron el concepto y acuñaron el término de soberanía alimentaria. v De acuerdo con The Six
Pillars of Food Sovereignty, developed at Nyéléni, 2007 (Food Secure Canada, 2012), la soberanía
alimentaria descansa sobre seis pilares: 1. Se centra en alimentos para los pueblos: a) Pone la
necesidad de alimentación de las personas en el centro de las políticas. b) Insiste en que la comida
es algo más que una mercancía. 2. Pone en valor a los proveedores de alimentos: a) Apoya modos
de vida sostenibles. b) Respeta el trabajo de todos los proveedores de alimentos. 3. Localiza los
sistemas alimentarios: a) Reduce la distancia entre proveedores y consumidores de alimentos. b)
Rechaza el dumping y la asistencia alimentaria inapropiada. c) Resiste la dependencia de
corporaciones remotas e irresponsables. 4. Sitúa el control a nivel local: a) Lugares de control
están en manos de proveedores locales de alimentos. b) Reconoce la necesidad de habitar y
compartir territorios. c) Rechaza la privatización de los recursos naturales. 5. Promueve el
conocimiento y las habilidades: a) Se basa en los conocimientos tradicionales. b) Utiliza la
investigación para apoyar y transmitir este conocimiento a generaciones futuras. c) Rechaza las
tecnologías que atentan contra los sistemas alimentarios locales. 6. Es compatible con la
naturaleza: a) Maximiza las contribuciones de los ecosistemas. b) mejora la capacidad de
recuperación. c) Rechaza el uso intensivo de energías de monocultivo industrializado y demás
métodos destructivos. Derecho a la alimentación Sin el derecho a la alimentación no puede
asegurarse ni la vida, ni la dignidad humana, ni el disfrute de otros derechos humanos. Alcanzar
una mejor definición del derecho a la alimentación permitirá crear instrumentos concretos para
mejorar su aplicación; por ello, el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC)
adoptó en 1999 la Observación General número 12. Este documento señala que el derecho a la
alimentación adecuada debe interpretarse como un derecho dispuesto a atender tanto la
disponibilidad de alimentos en cantidad y calidad suficientes para satisfacer las necesidades
alimentarias de los individuos, sin sustancias nocivas y aceptables para una cultura determinada;
como el acceso a éstos de una forma sostenible. El comité estableció también que se viola el Pacto
DESC cuando un estado no garantiza la satisfacción del nivel mínimo necesario para que sus
ciudadanos estén protegidos contra el hambre; en este sentido, definió la naturaleza de sus
obligaciones en tres niveles: respetar, proteger y satisfacer: “Si bien solamente los Estados son
parte en el Pacto y son, por tanto, los responsables últimos del cumplimiento de este, todos los
miembros de la sociedad son responsables de la realización del derecho a una alimentación
adecuada”. LA SEGURIDAD ALIMENTARIA Y NUTRICIONAL, Y LA SOBERANÍA ALIMENTARIA:
¿CONCEPTOS ANTAGÓNICOS O COMPLEMENTARIOS? Como resultado de la crisis alimentaria de
2008, los gobiernos han puesto su atención en las políticas alimentarias y en el apoyo al sector
rural. vi Tanto la seguridad como la soberanía alimentaria enfatizan la necesidad de aumentar la
producción y la productividad de alimentos para enfrentar la demanda futura. Ambos conceptos
subrayan que el problema central el día de hoy reside en el acceso a los alimentos y, en
consecuencia, suponen políticas públicas redistributivas desde el ámbito del ingreso así como del
empleo, y asumen también la necesaria articulación entre alimentos y nutrición. Además, de
ambos conceptos se pueden derivar propuestas de protección social para enfrentar crisis
temporales o programas de transferencias condicionadas que formen parte de programas de
combate a la pobreza. Las diferencias centrales entre ambos son dos: 1) El concepto de seguridad
alimentaria, adoptado por los Estados Miembros de la FAO, es, si se quiere, un concepto neutro en
términos de correlación de fuerzas. No prejuzga sobre la concentración de poder económico en los
distintos eslabones de la cadena alimentaria ni en el comercio internacional de alimentos ni en la
propiedad de medios de producción clave, como la tierra o, más contemporáneamente, el acceso
a la información. En tanto, el concepto de soberanía alimentaria parte justamente de constatar la
asimetría del poder en los distintos mercados y espacios de poder involucrados, así como en los
ámbitos de las negociaciones comerciales multilaterales. Apela, entonces, al papel equilibrador
que puede jugar un Estado democrático, y concibe que los alimentos son más que mercancías. 2)
La segunda diferencia sustancial tiene que ver con cómo producir alimentos. Aunque la FAO ha
sido pionera en temas relacionados con mejores prácticas agrícolas (BPA), manejo sustentable de
recursos naturales, el principio precautorio en relación con los OGM, agricultura verde, etc., por su
naturaleza como organismo intergubernamental y multilateral no podría adoptar una posición
enfática o única respecto a las distintas formas de producir alimentos. En la literatura
especializada se reconocen tres grandes patrones tecnológicos: la llamada agricultura industrial,
basada en el uso intensivo de combustibles fósiles; la agricultura biológica, que utiliza biomasa y
biotecnologías, de las cuales los OGM son apenas una parte, y, más específicamente, la agricultura
orgánica, que supone procesos que requieren de diversas formas de certificación. La UE ha
planteado desde hace varios años la idea de la coexistencia de los tres sistemas. Sin embargo,
recientemente en el diseño de las políticas agrícolas comunitarias se está insistiendo en un sistema
de subsidios desacoplados de productos en concreto, que premie el uso sustentable de recursos
naturales en la producción de alimentos.

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