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Albaladejo García (2004) afirma que la “renuncia a la prescripción es la manifestación de no

querer aprovecharse de ella” (p. 303). El prescribiente se despoja del derecho de invocar la
prescripción (Rodrigues, 2002, p. 332), es decir que la obligación, a pesar de estar prescrita,
puede ser reclamada. Por la renuncia, el derecho prescrito renace nuevamente (Díez-
Picazo, 2003, p. 144). Es un no aceptar los efectos de la prescripción. Es un derecho
potestativo del deudor, del prescribiente, que, con la misma razón que puede aducirla,
también puede hacer caso omiso o prescindir de ella (Hinestrosa, 2006, p. 179). Representa
una conducta o comportamiento abdicativo del beneficio que la ley le concede al sujeto
pasivo de la relación jurídica (Ariano Deho, 2007f, p. 200).
La prescripción es una institución que favorece al deudor (prescribiente) en razón del
transcurso del tiempo y de la seguridad jurídica, pero, así como puedo usar el transcurso del
tiempo para liberarme de obligaciones, de igual manera puedo renunciar a la prescripción
para cumplir con mis obligaciones. Está basada en la autonomía de la voluntad, una
característica que coloca a la prescripción como una institución del derecho privado, al
menos en esta etapa. Junior (2018) aclara que la renuncia ha de ser libre y consciente del
deudor; si es conducida a ella con astucia (dolo) o amenazas (coacción) del acreedor,
estará viciada y podrá ser anulada, de acuerdo con el artículo 171, II (p. 65); para nuestro
ordenamiento sería aplicable el inciso 2 del artículo 221 del Código Civil.

La prescripción opera como un derecho que, una vez ganado, puede o no ejercerse como
medio de defensa. Antes, en tanto no se había configurado su calidad de prescripción, no
puede renunciarse, además de que en dicho instante está premunido del interés público. La
doctrina considera que, una vez transcurrido el plazo y consumada la prescripción, se da
por cumplido el interés social y deviene en interés privado el hacer valer o no la prescripción
(Vidal Ramírez, 2011, p. 86). Queda sin efecto el orden público y pasa a imperar el interés
privado de valerse de ella; es en esta oportunidad cuando podría renunciarse a la
prescripción.
18.1 Denominación

Llamada también remisión, acto por el que se perdona o libera de una prestación.

Borda (2008, p. 109) no coincide con la denominación y nos dice que se trata de una
decisión de no hacer valer la defensa; no hay un derecho que se renuncie, solo una facultad
que caduca como consecuencia de actos que revelan una voluntad de no ejercerla.

18.2 Naturaleza jurídica

Es un acto de disposición.

Es una abdicación al derecho (Escriche, 1884, p. 516).

Es un acto jurídico unilateral y no recepticio; como tal, no es revocable.

18.3 Capacidad

Como acto de disposición, requiere de capacidad de ejercicio plena (artículo 42).

En el caso de la persona jurídica, podrá renunciar


el representante que tenga facultades expresas para ello (artículos 155, 156 y 167).

18.4 Fundamento

La renuncia se basa en la libertad, en la autonomía de la voluntad y en la diligencia debida


del deudor (prescribiente). Como tal, le da el toque de naturaleza privada a la prescripción.
Así como tengo el derecho de valerme de la prescripción para no cumplir, puedo renunciar a
ella para cumplir con la prestación. Dice bien Albaladejo García (2004) que el deudor que,
en razón de moral, considera que no sería justo liberarse de tener que hacer lo que debe
hacer, puede rechazar la liberación que, aunque siendo legal, estime poco honrada. Lo ve,
de esta forma, como un tema de compromiso personal más que patrimonial (p. 305).
Así, el deudor tiene dos derechos respecto a la obligación asumida:

—Cumplir , renunciando a la prescripción

—No cumplir , valiéndose de la prescripción

Desde la praxis, podemos decir que la renuncia es poco usada; “es insólita en la práctica”
(Albaladejo García, 2004, p. 305).

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