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Intervención en crisis en las conductas suicidas

Juan Carlos Avila Luján

Teoría general del suicidio

Maestría en Tanatología generación 47 IMPO

Dra. Beatriz Elena Trujillo Cervantes

31 de octubre del 2023


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Abordando específicamente el tema de la prevención del suicidio hay que recalcar que es en

muchas ocasiones aquellos servicios de emergencia quienes tienen la prevalencia para poder

ejecutar los primeros acercamientos, hoy ya que desafortunadamente en muchas ocasiones esto

no se vive hasta que la situación se lleva a cabo, como por ejemplo el arribo al servicio médico,

las ambulancias o los policías en dado caso de que se les solicite su apoyo ante una situación

como el suicidio.

Los capítulos que se desarrollan en este trabajo hablan de la posvención del suicidio término

que hasta la fecha me era ajeno, sí como otros términos añadidos como la antevención o más

fácil prevención primaria, Bonilla (2013). Empezaremos hablando sobre la prevención primaria

dónde se manifiesta que es cuestión de tratar aquellas personas en las que se detecta

oportunamente la ideación suicida, donde se puede llevar un seguimiento adecuado para poder

intervenir y trabajar esas emociones o esos pensamientos intrusivos que generan esta

fenomenología. Me es interesante observar cómo cuando les realizamos una investigación en la

red de internet, al colocar las palabras clave de suicidio, ideación suicida o cómo morir, los

primeros resultados arrojan varios números telefónicos y puntos de acceso para que nosotros

pudiéramos recibir ayuda en dado momento.

Aquellas personas que van a hacer la intervención primaria aparecen por vía telefónica con

números de emergencia, así como centros de salud mental o centros de atención psicológica o

psiquiátrica y posteriormente esto se tendría que desplazar a un tratamiento psicológico clínico o

un tratamiento psiquiátrico.

Y luego se desarrolla la posvención o prevención terciaria qué es cuando se brinda la atención

a los supervivientes de suicidio es decir a los familiares o a las personas que no lograron

concretar el acto suicida. Esto con la finalidad de que nosotros logremos detectar en los
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familiares amigos o personas cercanas al suicida cualquier otra conducta que podría detonar una

problemática similar o dónde se buscará emular la conducta suicida. Entonces es de importancia

identificar cuando pudiera existir ideación suicida posterior a el evento en la pérdida de un

familiar o de una persona a la cual se le tenía un vínculo afectivo, puesto que quedará una huella

en él sentir y diferentes cuestionamientos sin respuesta, como ¿por qué lo hizo? ¿para que lo

hizo? ¿que estaría pasando? ¿qué situaciones no puedo resolver? Para esto es necesario realizar

una valoración adecuada de los familiares y generar las estrategias adecuadas para poder abordar

el tratamiento.

Me llama la atención que dentro del ejemplo que viene en el capítulo 2 de este apartado hoy

en la parte del terapeuta honde trata a los sobrevivientes del suicidio de un chico llamado

Antonio hace referencia a que entiende el sentir de los padres porque la experiencia que vive en

va en contra de la ley natural, es decir que la ley natural es la muerte de los padres y después de

los hijos, me llama la atención porque no comparto esta idea, la causa que detona un duelo

complicado, es porque esto va en contra de nuestro código de creencias y el código de creencias

educado muy general, es que los mayores se van primero después los más jóvenes y al último se

tendrían que ir en dado caso los infantes pero cuando estos crezcan y eso es lo que nuestro

pensamiento en base al código de creencias nos dice. Sin embargo este pensamiento no coincide

con la realidad puesto que la naturaleza no respeta las ideas de la sociedad.

Así que creo desde mi punto de vista, de natural no tiene nada, me parece importante que

nosotros como terapeutas busquemos hablar lo más claramente y acercarnos a la naturaleza y no

el código de creencias mintiendo o aseverando situaciones que no coinciden con la realidad.

Recordando algunas clases de la materia de suicidio, algo que valoro y valoraré siempre de esta

clase es que se nos hizo la indicación de que es momento de hablar con la verdad y las cosas por
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su nombre, aunque pueda parecer crudo frío cruel es lo que más nos va a funcionar para poder

aceptar estos procesos, si bien considero importante que la empatía y el tacto no pueden faltar en

el proceso terapéutico también es de suma importancia no sumar a ideas fantasiosas ni a

cuestionamientos que podrían conflictuar el proceso de entendimiento del paciente o de las

personas que estemos acompañando.

Mas adelante se habla sobre los supervivientes de un suicidio, a todos aquellos que son

relacionados de forma directa o indirecta con el difunto, puesto que evidentemente existen

niveles de implicación distintos y profundos entre familiares y allegados o amistades o vecinos o

personas con las cuales compartía el finado alguna relación, como por ejemplo de trabajo,

Bonilla (2013). Mencionando en este proceso sentimientos de culpa que se podrían manifestar en

aquellas personas que sobreviven en esta situación, aunado a que muchas veces tenemos la idea

de que nosotros podíamos haber hecho algo que detuviera al suicida y que no concretara el acto

de quitarse la vida, como el por qué no nos dimos cuenta de las señales que éste transmitía, del

cuando estaba aislado, de que si lo vimos deprimido o no y vuelven otra vez cuestiones como

preguntas sin respuesta y cuya respuesta jamás llegará, puesto que la persona no nos puede

volver a contactar.

Dentro de estas personas que están sobreviviendo al suicidio, la familia siendo la más cercana,

en muchas ocasiones será donde nosotros podremos intervenir para aclarar como terapeutas o

consejeros o acompañantes tanatólogos, uno de los principales puntos a tocar será el que se

entienda que el acto suicida fue personal, el difunto decidió cómo cuándo y por qué quitarse la

vida y no está en manos de otra persona el determinar esa situación, sería en dado caso deslindar

responsabilidades.
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El autor manifiesta, que se pueden presentar preguntas cómo el por qué me has hecho esto

podría haberse evitado, ¿qué pensarán de mí los vecinos amigos y familiares? mi familia estará

maldita, ¿qué imagen tendré yo ahora en la vida?

Ante todas estas cuestionamientos poder buscar respuestas que aclaren el sentir y los

pensamientos del familiar será el propósito del acompañamiento o del proceso terapéutico, como

objetivo en esta situación tendríamos que trabajar sentimientos de culpa, algunas conductas

autodestructivas, sentimientos de vergüenza y aquí es donde haré nuevamente una pausa para

mostrar mi postura ante la idea de vergüenza que manifiesta el autor, si bien está fundamentada

con algunos conceptos como de Bradshaw 1996, en mi opinión la vergüenza es vergüenza, como

proceso egocentrista, donde toda la situación vivida se centra en la imagen que está siendo

vulnerada como sobreviviente al suicidio.

Dicha imagen que da un padre o una madre con un hijo suicida, o viceversa de un hijo ante

una madre o padre suicida, una pareja un hermano o un amigo, porque se cargará en muchas

ocasiones con un estigma social, es decir aquella marca donde seremos señalados por qué

alguien que estaba con nosotros se suicidó y dentro de eso podremos tener cercanos a nosotros

muchos juicios, que algunos de ellos llegarán a nuestros oídos, otros tal vez nunca se hagan

manifiestos, sin embargo estén o no presentes dentro del pensamiento de cada individuo

llegamos a tener la convicción de que las personas sí están hablando así de nosotros.

Así que hablar de vergüenza sana o vergüenza tóxica a final de cuentas desde mi parecer no es

para nada favorable, dentro de la búsqueda de responsabilidad tanto del suicida como de aquel

que sobrevive. Ante esta vergüenza se pueden desenvolver situaciones que van a trascender

incluso por generaciones puesto que hasta en la misma familia se llegan a esconder sucesos

como esto, ante este hecho no quiere decir que por no hablar de la situación esto va a quedar en
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el olvido, ya que como bien sabemos desde la psicoterapia transpersonal, contamos con

información que se va heredando de generación en generación, aunque ésta no sea consciente. Es

decir, ante estas manifestaciones inconscientes lo que vamos a ver cómo resultados son

conductas en dónde se podría presentar de nueva cuenta la conducta suicida.

Entonces esto manifiesta una razón de suma importancia para poder trabajar el duelo que se

presenta ante un suicidio, si bien el duelo es inevitable y es un proceso en el cual nosotros nos

vamos adaptando ante una situación de cambio y muchas veces no requerimos el

acompañamiento, prácticamente es un sí o sí el requerir de un acompañamiento tanatológico o

proceso tantoterapéutico ante este fenómeno de suicidio, puesto que estamos hablando de una

situación que está fuera del contexto que nosotros imaginamos o creemos que debería de ser, es

decir que esto sale de nuestro código de creencias de los deberías o tendrías que estamos

esperando que se cumplan.

Negar el problema esconderlo y esperar que solamente con el olvido se resuelva no es otra

cosa más que sembrar una semilla abonarla para que en un momento brote el fruto y se vuelve a

repetir el evento, si bien estos capítulos leídos nos dan información de cómo abordar a los

sobrevivientes del suicidio con técnicas como cartas ella vacía procesos de darse cuenta, lo que

más nos haría efectivo sería poder abordarlo desde antes y poder trabajar honestamente y

directamente la ideación suicida poder compartir estas ideas con aquellas personas que nos

rodean y que se vuelvan una red de apoyo. Y si esas personas no pueden ser de apoyo que

nosotros nos dispongamos como personas que tenemos ideación suicida a buscar una red de

apoyo adecuada, la cual me pueda servir para solucionar mi inhabilidad emocional, cognitiva y

social o espiritual que me está llevando a no tener tolerancia ante las emociones y no soportar el

sufrimiento.
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Quise dejar esta otra parte para concluir con este ensayo algo que me pareció sumamente

importante, es el hecho de que nosotros como terapeutas también necesitamos el proceso

terapéutico cuando una situación así se llega a presentar en nuestra labor, puesto que también en

alguna manera formamos una relación con el suicida y cuando éste lleva a cabo el acto y muere

nos generará de igual manera varios de los sentimientos parecidos a los que se desarrollan en la

familia. Nos llenaríamos de culpa, pensaríamos que no fuimos lo suficientemente buenos en

nuestro trabajo, que omitimos alguna información o que no estuvimos ahí de la manera adecuada

para detener esta situación.

Como terapeutas no somos superhéroes, no podemos determinar las decisiones de ningún otro

ser humano, si bien tenemos la responsabilidad de hacer nuestro trabajo lo mejor que nuestras

capacidades y nuestras facultades lo permitan e incluso más allá esforzarnos por hacerlo cada vez

mejor, no somos nadie como para poder creernos dioses y direccionar el rumbo de las vidas.

Entender esta situación no solamente se desarrolla con el grado de conciencia que

individualmente podamos generar, tendríamos que ser coherentes y acudir a terapia para poder

trabajar de manera efectiva con nuestros pacientes.

Referencias

Bonilla, A. R. (2013). Intervención en crisis en las conductas suicidas (pp. 142-176). Editorial Desclée de

Brouwer.

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