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Fraude y Violencia en Las Elecciones Del Frente Popular-18
Fraude y Violencia en Las Elecciones Del Frente Popular-18
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provincias, con que republicanos y socialistas habían cerrado la candidatura sin
contar con ellos. El Partido Sindicalista, que no funcionó como reclamo para sacar de
la abstención al anarcosindicalismo, quedó relegado a un puesto por Cádiz y otro por
Zaragoza. Influyó, desde luego, que la CNT anunciara no sentirse representada por
los sindicalistas y que, incluso, una parte de sus militantes invitara a quemar las
papeletas donde apareciese Ángel Pestaña o de alguno de los suyos. Las gestiones del
dirigente sindicalista para que se revisara la atribución de puestos fueron
infructuosas. Incluso, perdió el de Zaragoza cuando el 31 de enero las organizaciones
locales del PSOE e IR promovieron la candidatura de un independiente, el abogado
sindicalista Benito Pabón, que contaba con las simpatías de buena parte de la CNT de
la capital por haber defendido a muchos de sus militantes tras acciones huelguísticas
o insurreccionales. Pestaña solo pudo salvar, in extremis, su puesto por Cádiz y
porque, a cuatro días de las votaciones, acudió a esa provincia portando una carta de
Azaña donde se pedía su inclusión en la candidatura[167].
Las fuerzas republicanas menores salieron también malparadas. La Izquierda
Federal solo mantuvo el puesto de Las Palmas, donde su fuerza no se podía ignorar si
se pretendía la unidad efectiva de las izquierdas. Peor suerte corrió la Izquierda
Radical-Socialista de Botella Asensi, que quedó excluida. Azaña contó a su cuñado
que había sido él quien había procurado «barrer», «con miras de higiene política», a
los federales y a Botella. Dada la poca consistencia de estas fuerzas, sus protestas no
tuvieron otra significación que la de una tormenta en un vaso de agua. Ortega y
Barriobero retiraron su candidatura por Asturias tres días antes de las elecciones, y
Botella también confirmó la víspera su apoyo al Frente Popular[168].
Todas estas disputas tuvieron una importancia menor, puesto que la coalición de
izquierdas logró su propósito de presentar candidaturas cohesionadas en casi todas las
circunscripciones. Fueron problemas en buena medida derivados de la dificultad de
conciliar los intereses de todos los integrantes de la coalición. A esto cabría añadir las
dificultades suscitadas por la querella interna de los socialistas o por las resistencias a
otorgar puestos a formaciones aún no probadas electoralmente, como UR. Esta hubo
de superar un veto inicial de los socialistas en varias provincias, sobre todo hacia los
candidatos de procedencia lerrouxista. Del veto no se libró tampoco algún candidato
de IR. La presencia de Augusto Barcia en Almería fue impugnada por la dirección
provincial del PSOE hasta la última semana de las elecciones. En otros casos, los
vetados fueron candidatos de la extrema izquierda, especialmente del PCE. En
Sevilla, UR presionó hasta tres días antes de las elecciones, sin éxito, para expulsar al
aspirante comunista de la candidatura, cuya presencia había suscitado una fuerte
controversia dentro del partido de Martínez Barrio. Lo mismo ocurrió en Guipúzcoa y
Vizcaya, donde en este caso se opuso IR. De hecho, sus dos candidatos guipuzcoanos
renunciaron para no tener que concurrir con los comunistas, y la dirección nacional
hubo de suplirlos con cuneros. Mejor suerte tuvo Gordón Ordás en su feudo leonés,
que logró sortear la presencia del PCE. En Oviedo, las discusiones se centraron en
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torno a la proclamación como candidatos de encarcelados por su implicación en
«Octubre». De hecho, otros dos aspirantes de IR se retiraron para no concurrir con
ellos[169].
El número final de puestos revela que el centro-izquierda salió ganando, pero por
poco. Si incluimos las circunscripciones catalanas, de las 347 candidaturas que
presentó el Frente Popular, 192 fueron para las diferentes formaciones republicanas y
155 para las obreras. El porcentaje final fue de un 55,3% frente a un 44,7%. Pero si se
restringe el recuento estrictamente a las circunscripciones donde decidió la comisión
arbitral, el cupo republicano se redujo a 161 puestos —el 52,6%— por 145 de la
representación obrera.
Tabla II
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