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CARLOS ROBERTO SOLÓRZANO GARAVITO

Magistrado Ponente

AP3300-2023
Radicación 58717
Aprobado Acta n. 203

Riohacha (La Guajira), veintisiete (27) de octubre de dos


mil veintitrés (2023).

I. VISTOS

La Corte se pronuncia sobre la admisibilidad de la


demanda de casación presentada por el defensor de
ALBEIRO RAMOS PALLARES contra la sentencia del 11 de
diciembre de 2019, proferida por la Sala Penal del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá, que confirmó la
condena impuesta el 13 de agosto de ese año por el Juzgado
51 Penal del Circuito de esta ciudad, tras hallarlo
responsable del delito de actos sexuales con menor de catorce
años agravado (art. 209 y 211-2, Ley 599 de 2000).
CUI: 11001600072120170131801
Número Interno: 58717
Casación – Ley 906 de 2004

II. HECHOS

De acuerdo con la sentencia de segunda instancia, el 7


de octubre de 2017, en el inmueble ubicado en la carrera 89
A 81-35 en Bogotá, ALBEIRO RAMOS PALLARES le tapó la
boca a su hijastra L.A.T.D., con quien convivía y que tenía 12
años cumplidos para esa fecha1, la acostó boca arriba y se
“posó encima de ella para friccionar repetidamente su pene contra su
vagina por un intervalo de diez minutos”.

Seguido a ello, cuando la menor se dirigía a su


habitación, le advirtió que debía guardar silencio. No
obstante, la menor informó en el colegio lo sucedido y éstos
le dieron aviso a su abuela, quien denunció los hechos.

III. ANTECEDENTES PROCESALES

1. Con fundamento en los anteriores hechos, el 10 de


febrero de 2018, se le impartió legalidad a la captura2 y la
Fiscalía le formuló imputación a ALBEIRO RAMOS
PALLARES como presunto autor del delito de actos sexuales
con menor de catorce años agravado (art. 209 y 211-5, Ley 599 de
2000), ante el Juzgado 40 Penal Municipal con funciones de
control de garantías de Bogotá.

1 Nacida el 1 de enero de 2005.


2 Había sido ordenada el 12 de enero de 2018 por el Juzgado 52 Penal Municipal con
funciones de control de garantías de Bogotá.
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Número Interno: 58717
Casación – Ley 906 de 2004

El imputado no se allanó a los cargos y se le impuso


medida de aseguramiento privativa de la libertad en
establecimiento carcelario.

2. Presentado el respectivo escrito de acusación, el 5 de


septiembre de 2018, la Fiscalía acusó a ALBEIRO RAMOS
PALLARES ante el Juzgado 51 Penal del Circuito de Bogotá.

Aclaró que la circunstancia de agravación punitiva ya


no sería la consagrada en el artículo 211-5, sino la que está
prevista en el numeral 2 del mismo texto normativo.

El acusado optó por ejercer su derecho a ser juzgado


públicamente.

3. El 18 de octubre de 2018, se realizó la audiencia


preparatoria, mientras que la audiencia de juicio oral fue
celebrada en las sesiones del 17 de febrero, el 3 de mayo y el
13 de agosto de 2019.

4. En la última fecha se emitió sentido del fallo de


carácter condenatorio, se corrió el traslado correspondiente
al artículo 447 de la Ley 906 de 2004 y, finalmente, el
despacho leyó la sentencia.

En ella, le impuso 144 meses de prisión e inhabilitación


para el ejercicio de derechos y funciones públicas por el
mismo término, tras hallarlo responsable del delito de actos
sexuales con menor de catorce años agravado (art. 209 y 211-2).

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Por otra parte, le negó la suspensión condicional de la


ejecución de la pena y la sustitución de la misma.

El defensor interpuso el recurso de apelación contra el


fallo de primer grado.

5. El 11 de diciembre de 2019, la Sala Penal del


Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, en
resolución de la alzada, confirmó la sentencia condenatoria
integralmente.

Dentro del término legal, el defensor interpuso el


recurso extraordinario de casación y allegó la respectiva
demanda, lo que motiva el conocimiento del proceso por la
Corte.

IV. SÍNTESIS DE LA DEMANDA

El demandante postula un cargo único al amparo de la


causal tercera del artículo 181 de la Ley 906 de 2004 y acusa
al Tribunal ad quem de haber incurrido en un “error de derecho
constitutivo de falso juicio de legalidad por aducción, en relación con el
testimonio de la menor L.A.T.D.”3.

Para fundamentarlo, parte de la premisa de que no hubo


prueba directa de los hechos, puesto que la menor víctima no

3 Folio 84 del expediente de segunda instancia.


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compareció al juicio oral y, en este sentido, sostiene, en lo


sustancial, dos puntos, así:

i) Dice que la unidad decisoria se fundamentó en “lo


afirmado por los funcionarios que atendieron a la menor, desconociendo
que, respecto de las declaraciones de [sic] ésta hizo uso de su prerrogativa
constitucional y no podían ser consideradas ni siquiera como prueba
indiciaria”4.

Lo anterior, pues, en su criterio, la menor no estaba


obligada a declarar en contra de sus “parientes y allegados”, lo
cual “se extiende […] a todas las etapas de la actuación procesal, incluso
a aquellas declaraciones rendidas en la fase de la investigación”5.

Con esto, afirma, en términos generales, que la


entrevista forense rendida por la menor, con anterioridad al
juicio, debe desecharse por ser ilícita.

ii) Adicionalmente, refiere que, en el caso concreto, “no


se agotaron los trámites legalmente previstos en el artículo 438 de la Ley
906 de 2004”6 para que las declaraciones de Ingrid Marcela

Díaz Jaramillo –madre de la menor-, Ingrid Mayerly Cañón


Rojas –médica forense-, Lucía Carolina Hernández –pediatra-,
Yors Brayan Peña Sánchez –funcionario del CTI- y María
Angélica Sastoque Rodríguez –psicóloga adscrita al CTI- “fueran
introducidas como pruebas de referencia”7.

4 Ibídem.
5 Ibídem.
6 Folio 85 del expediente de segunda instancia.
7 Folio 85 del expediente de segunda instancia.
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Por ende, concluye que “el Tribunal al haber confirmado la


condena en esas condiciones, ha sustentado la condena solo en prueba
de referencia, por lo que deviene en una violación de la norma referida
[art. 381 de la Ley 906 de 2004]”8.

Por todo lo anterior, solicita que se case la sentencia


recurrida, para que se absuelva a su poderdante.

V. CONSIDERACIONES

1. De acuerdo con el artículo 183 de la Ley 906 de 2004,


la admisión de la demanda de casación supone su debida
presentación. Por ende, el censor está obligado a consignar
de manera precisa y concisa tanto las causales invocadas
como sus fundamentos.

Ello implica acreditar la afectación de derechos


fundamentales y justificar la necesidad del fallo de casación,
de cara al cumplimiento de alguno de sus fines, los cuales
son: i) la efectividad del derecho material; ii) el respeto de las
garantías de los intervinientes; iii) la reparación de los
agravios inferidos a éstos; y iv) la unificación de la
jurisprudencia.

Ese propósito, sin embargo, no se consigue de cualquier


manera, pues, a voces del inciso 2 del artículo 184 ídem, el
libelo no será admitido cuando el demandante carezca de

8 Ibídem.
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interés, prescinda de señalar la causal o no desarrolle


adecuadamente los cargos de sustentación. Tampoco resulta
admisible si se advierte la irrelevancia del fallo para cumplir
los propósitos del recurso.

Tales exigencias derivan de la naturaleza extraordinaria


del recurso de casación, enraizada en la presunción de
acierto y legalidad inherente a los fallos de instancia. A partir
de esta presunción, se asigna al censor la carga de acreditar
que, con la sentencia, se causó un agravio, apoyándose, para
ello, en las causales taxativamente consagradas en la ley.

De ahí que la debida sustentación implique desarrollar


el ataque con arreglo a los requerimientos formales que
impone la causal planteada y la lógica del cargo propuesto.
Así mismo, hacerlo con sujeción a los principios de
autonomía, no contradicción, coherencia y razón suficiente, para
que el alcance de la impugnación se evidencie nítido y la
Corte pueda dar a los reproches planteados una respuesta
adecuada.

Además, en conexión con la exigencia de acreditación


de la afectación de derechos fundamentales, la idoneidad
sustancial de la demanda significa que sus cargos no sólo
han de estar debidamente sustentados desde la perspectiva
formal, sino que deben ser fundados, esto es, tener aptitud
para:

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i) Propiciar la invalidación total o parcial de la sentencia,


en el entendido que, de no haberse materializado el yerro,
otra habría sido la decisión; o

ii) Mostrarse idóneos para convocar a la Corte a asumir


una postura jurisprudencial unificada alrededor del tema
debatido, en cuanto logren evidenciar la violación de una
norma sustancial o una garantía procesal.

2. Teniendo en cuenta lo anterior, se expondrá por qué


el libelo bajo estudio no reúne los requisitos necesarios para
su admisión.

En el cargo único, el recurrente acudió a la violación


indirecta de la ley sustancial por error de derecho por falso
juicio de legalidad, el cual, conforme a la jurisprudencia de la
Sala, se configura cuando el juzgador le otorga validez
jurídica a una determinada prueba porque considera que:

i) Cumple las exigencias de aducción, formación o


producción establecidas en la ley, sin que así sea; o

ii) Cuando la excluye del debate probatorio porque


considera que no las reúne, cumpliéndolas.

En tal senda, se tiene que el yerro en mención, atañe al


proceso de formación de la prueba determinado por las
normas que regulan la manera legítima de producir e
incorporar los medios de conocimiento al proceso, es decir, al

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principio de legalidad en materia probatoria y a la


observancia de las formalidades exigidas para cada medio
probatorio en particular (CSJ AP820-2021, Rad. 53533).

Se trata, entonces, de un yerro cuya sustentación


requiere: i) identificar la prueba irregular; ii) indicar el
requisito de validez incumplido y determinar la norma
jurídica que lo consagra; iii) explicar la forma como ocurrió
la manifiesta violación de la ley en la aducción o práctica de la
prueba; iv) acreditar la trascendencia de la irregularidad en la
legalidad de la prueba y de ésta en el fundamento de la
sentencia; y, por último, v) precisar la norma sustancial
finalmente infringida.

Al sustentar el cargo, el libelista refiere, en lo sustancial,


que, en su criterio:

i) No se podía incorporar la entrevista rendida por la


menor víctima con anterioridad al juicio oral, pues ella no
estaba obligada a declarar en contra de sus parientes ni de
sus allegados en ninguna etapa del proceso; y

ii) Las declaraciones practicadas en el juicio oral no


fueron debidamente solicitadas como pruebas de referencia
durante la audiencia preparatoria, por lo que no se les podía
dar esa clasificación.

Adicionalmente, para demostrar la trascendencia del


error, aduce, en términos generales, que la condena se

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fundamentó exclusivamente en “prueba de referencia, por lo que


deviene en una violación de la norma referida [art. 381 de la Ley 906 de
2004]”9.

Pues bien, se advierte que el defensor se equivoca en la


forma de construcción del cargo. Ello, pues, si bien el
recurrente inició por destacar los que, en su criterio,
constituyen una serie de errores en el proceso de aducción
probatoria al amparo de la causal tercera de casación, con lo
que identificó las pruebas irregulares e indicó el requisito de
validez presuntamente incumplido, alegó lo que, en realidad,
se trataría de un vicio en la actuación originado en la
trasgresión de la garantía de la presunción de inocencia.

Con esto, no se entiende el alcance de sus pretensiones,


pues, si argumenta, desde el inicio, que no hubo prueba
directa de los hechos y, en este sentido, no se podía dictar
sentencia condenatoria por prohibición expresa del artículo
381 de la Ley 906 de 2004, en tanto que la entrevista forense
y las declaraciones rendidas en el juicio son pruebas de
referencia, es irrelevante que se elimine una u otra por
irregularidades en su aducción, porque, siguiendo su lógica,
ninguna tiene la entidad por sí sola para fundamentar la
declaratoria de responsabilidad penal.

Así, no sería trascendente de ninguna forma que la


entrevista de la menor fuera incorporada pese a la
prohibición de declarar en contra de familiares o que los

9 Folio 85 del cuaderno de segunda instancia.


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demás comparecientes no hubieran sido solicitados como


prueba de referencia durante el trámite de la audiencia
preparatoria, pues, de acuerdo con lo planteado en el cargo,
ninguna de estas pruebas tendría la capacidad demostrativa
requerida y, en este sentido, no tendrían incidencia en el
fundamento de la sentencia.

Esta falta de claridad y precisión es suficiente, de


entrada, para inadmitir el cargo propuesto.

3. Ahora, aunque se superara hipotéticamente dicha


falencia lógica y, en gracia de discusión, se analizaran los
reproches, éstos tampoco tendrían aptitud sustancial, pues:

3.1 Aunque se censura que no se podía incorporar la


entrevista rendida por la menor víctima con anterioridad al
juicio oral, pues ella no estaba obligada a declarar en contra
de sus parientes ni de sus allegados en ninguna etapa del
proceso, el demandante omite informar que dicho asunto fue
analizado –y resuelto- por el ad quem, así:

“[N]o [puede] predicarse un carácter absoluto en relación con el


alcance del derecho previsto en el artículo 33 de la Constitución
Política cuando se discute la vigencia del bien jurídico a la libertad,
integridad y formación sexuales de niños, niñas y adolescentes,
encuentra asidero y respaldo explícito en la tesis expuesta por la
Corte Constitucional, entre otras, en la providencia en la cual se
efectuó el examen de exequibilidad del artículo 68 de la Ley 906
de 2004.

[…]

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[L]o anterior para significar entonces que en tales contextos, en los


cuales se discute la presunta comisión de acciones dirigidas en
contra [de] los bienes jurídicos de libertad, integridad y formación
sexuales en contra de menores, las declaraciones efectuadas por
la víctima en contra de menores, las declaraciones efectuadas por
la víctima en contra de un pariente, al tamiz del efecto modulador
del derecho previsto en el artículo 33 de la Constitución, no
implican el advenimiento de una prueba ilícita y las consecuencias
que de tal presupuesto podrían derivarse, esto es, su exclusión”10.

Con esto, al abstraerse de hacer referencia puntual a lo


resuelto por el Tribunal, el libelista dejó de acreditar, en
debida forma, cómo se supone que ocurrió la presunta
violación de la ley en la aducción de la prueba.

En cambio, el reproche planteado, más allá de señalar


un requisito de validez presuntamente incumplido, anclado
al artículo 33 de la Constitución Política de Colombia, se
queda solamente en apreciaciones subjetivas carentes de
sustento.

Incluso, se denota que el actor pretende, a toda costa,


anteponer su estudio de la prueba, en el que analiza el medio
de convicción controvertido de manera parcelada, para
concluir que el Tribunal incurrió en errores inexistentes,
simplemente, porque llegó a unas conclusiones diferentes a
las que él plantea.

Así, solo busca imponer su teoría del caso particular,


como si la sede extraordinaria se tratara de una tercera
instancia en la que es posible exponer libremente las razones

10 Folio 21 del cuaderno de segunda instancia. 12 de la sentencia recurrida.


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que motivan su desacuerdo con la decisión de los jueces,


como si fuera un alegato de libre confección.

3.2 Por otro lado, si bien reniega que las declaraciones


de Ingrid Marcela Díaz Jaramillo –madre de la menor-, Ingrid
Mayerly Cañón Rojas –médica forense-, Lucía Carolina
Hernández –pediatra-, Yors Brayan Peña Sánchez –
funcionario del CTI- y María Angélica Sastoque Rodríguez –
psicóloga adscrita al CTI- “fueran introducidas como pruebas de
referencia”11, sin que así fueran solicitadas en la audiencia

preparatoria, el recurrente tampoco demuestra cómo ni cuál


pudo ser el error.

Solamente se queja de que, frente las declaraciones en


cuestión, “no se agotaron los trámites legalmente previstos en el
artículo 438 de la Ley 906 de 2004, para que dichas declaraciones
fueran introducidas como pruebas de referencia”, pero no acredita

por qué eso resultó ser lesivo de los derechos del procesado.

De hecho, no demostró en ningún sentido por qué


erraron los jueces de instancia al establecer que dichos
medios de conocimiento sí tenían tal connotación y al definir
que materialmente sí cumplieron con todos los requisitos
legales y jurisprudenciales para ser incorporados y valorados
dentro del proceso, en los términos exigidos por los artículos
375 y 377 del Código de Procedimiento Penal.

11 Folio 85 del expediente de segunda instancia.


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Así, como sucedía en el acápite anterior, el recurrente


lanza apreciaciones subjetivas de manera indiscriminada
frente a las evidencias citadas, pero no cumple con los
requerimientos formales para que el alcance de la
impugnación se evidencie nítido y la Corte pueda dar una
respuesta adecuada a los reproches planteados.

3.3 Finalmente, es notorio que el demandante se


equivocó en la elección de la ruta de ataque, pues lo
discutido, como se analizó en el numeral 2, se remite, no al
proceso de aducción de la prueba, sino a la emisión de la
condena exclusivamente con medios suasorios de referencia.

Así, ha debido acusarlo al amparo del error de derecho


por falso juicio de convicción, referido a los casos en los cuales
la normatividad, por excepción en un sistema de libertad
probatoria, tarifa la prueba (CSJ AP613, 23 feb. 2022, Rad.:
56265).

Dicho error tiene ocurrencia cuando el fallador no le


concede a un determinado medio de prueba el valor asignado
por el legislador o cuando desconoce las normas que tarifan
su eficacia probatoria, asunto que, en la Ley 906 de 2004, se
registra respecto a la tarifa legal negativa expresamente
consagrada en el inciso segundo del artículo 381, que
prohíbe condenar con base exclusiva en prueba de
referencia.

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Adicionalmente, para su acreditación se requiere: i)


identificar el elemento sobre el cual recayó el error; ii) indicar
la norma que tasa su valor o restringe su eficacia probatoria;
iii) exponer la razón de su desconocimiento; y iv) enseñar qué
implicaciones tuvo ese error en el fallo que se discute (CSJ
AP616, 23 feb. 2022, Rad.: 59958).

Ahora, en el caso concreto, es cierto que la menor


víctima no acudió al juicio oral, lo que obligó a introducir la
entrevista forense como prueba de referencia admisible.

No obstante, la Sala verifica que, incluso si se hubiera


planteado el ataque por la vía citada, ello también habría
estado destinado al fracaso, comoquiera que no es cierto que
el único elemento de juicio en el cual se soportó la
responsabilidad penal atribuida al acusado fuera esa
entrevista rendida por fuera del escenario natural de
confrontación.

Por el contrario, sí existieron elementos diferentes para


soportar lo entregado por el medio referencial, puntualmente
de carácter indiciario.

Lo anterior, ya que la declaratoria de responsabilidad


penal está fundamentada en:

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i) La entrevista forense de L.A.T.D., la cual se introdujo


al juicio oral12 conforme a las pautas del artículo 206 A del
Código de Procedimiento Penal, esto es, como prueba de
referencia, justamente “para evitar su re-victimización, en vigencia
del principio pro infans”13, siguiendo, adicionalmente, los
postulados del literal “d” del artículo 438 de la Ley 906 de
2004 -introducido por el numeral 3º de la Ley 1652 de 2013-14;

ii) Los demás testimonios de cargo, que acreditaron,


entre otras, “la oportunidad que éste tuvo para estar a solas con
L.A.T.D. para efectuar los tocamientos constitutivos de una afrenta a los
bienes de libertad, formación e integridad sexuales”15; y

iii) La prueba de corroboración periférica allegada al


expediente, donde se acudió a la comprobación de datos
marginales o secundarios para hacer más creíble la versión
de la víctima de la agresión sexual, como que “a mediados de
2018 se hizo necesario cambiar de colegio a la pequeña, precisamente
por problemas de comportamiento, esto es, tan solo 3 meses después de
la ocurrencia del abuso sexual, sin que […] reportara que con antelación
a estos hechos la niña presentara dificultades en su conducta”16 y que
“la niña fue explícita en referir que sentía temor de que ALBEIRO se fuera
a vivir con ellos”17.

12 El registro audiovisual de dicha entrevista se reprodujo en la sesión de audiencia


de juicio oral del 3 de marzo de 2019 y, en ella, la menor afirmó que ALBEIRO RAMOS
PALLARES le puso el pene en la vagina y “la intentó cuadrar para que a ella le doliera”,
moviéndose “como si le estuviera pegando a alguien”. Record 42:47.
13 Folio 22 del cuaderno de segunda instancia. 13 de la sentencia recurrida.
14 Así se admitió recientemente en la sentencia CSJ SP317, 2 ago. 2023, Rad.: 59828,

entre otras.
15 Folio 35 del cuaderno de segunda instancia. 26 de la sentencia recurrida.
16 Folio 103 del cuaderno de primera instancia. 9 de la sentencia emitida por el a quo.
17 Ibídem.

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Con esto, sí se erigieron otros medios de prueba ajenos


al fenómeno referencial, lo cual elimina la posibilidad directa
de asumir el vicio postulado.

Fue por ello, aparentemente, que el recurrente buscó


despojar de legalidad los medios suasorios, desvirtuando su
aducción, sin que cumpliera la carga de demostrar por qué
ello es así.

Por todo lo anterior, refulgen las imprecisiones en que


incurrió el libelista en el intento de soportar un reproche por
las vías de ataque seleccionadas, considerando, de forma
equivocada, que resultaba suficiente hacer mención de los
medios de convicción presuntamente afectados por estos
yerros, así como la enunciación insular de la supuesta
transgresión en la aducción de la prueba -que no desarrolló- y
de la incidencia en el fundamento de la sentencia -que ni
siquiera enunció-, con lo que convirtió su exposición en un
alegato personalizado que apenas muestra su insatisfacción
con la manera en que el Tribunal abordó el análisis del haz
probatorio.

4. Por consiguiente, no habiéndose presentado los


reclamos en casación con respeto de los estándares mínimos
para su estudio de fondo, la demanda debe ser inadmitida.

Además, la Sala no advierte la presencia de supuestos


justificantes para superar los defectos del libelo, con el

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propósito de decidirlo de fondo o emitir un pronunciamiento


oficioso en casación.

5. De conformidad con el artículo 184 de la Ley 906 de


2004, en contra del presente auto procede el mecanismo
especial de insistencia, dentro de los términos y parámetros
desarrollados por la jurisprudencia de esta Corporación
(CSJAP, 5 sep 2012, Rad. 36578, entre otras).

En mérito de lo expuesto, la SALA DE CASACIÓN


PENAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

VI. RESUELVE

1. INADMITIR la demanda de casación presentada


por el defensor de ALBEIRO RAMOS PALLARES, por las
razones expuestas en la parte motiva de este proveído.

2. ADVERTIR que, de conformidad con lo dispuesto


en el art. 184 inc. 2º de la Ley 906 de 2004, contra la presente
decisión procede el mecanismo de insistencia, con atención
de las reglas definidas jurisprudencialmente por la Sala.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

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Presidente

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NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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