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PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR

Magistrada Ponente

Radicación 56299
Aprobado mediante Acta n.° 91

Bogotá, D.C., seis (6) de mayo de dos mil veinte (2020)

ASUNTO

Corresponde a la Sala pronunciarse sobre la


impugnación interpuesta por la defensa de JAIRO
HUMBERTO GAVIRIA FERRO, contra la sentencia de
segunda instancia proferida por la Sala Penal del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Bogotá el 17 de junio de
2019, leída en audiencia el 4 de julio del mismo año,
mediante la cual lo condenó por primera vez como autor del
delito de lesiones personales culposas.

HECHOS

Da cuenta la actuación que en horas de la tarde del 8


de diciembre de 2015, María Josefina Vera de García
abordó un bus del Sistema Integrado de Servicio Público de
Impugnación especial 56299
Jairo Humberto Gaviria Ferro

Transporte (SITP), conducido por JAIRO HUMBERTO


GAVIRIA FERRO, y estando dentro del vehículo el
conductor emprendió la marcha, momento en el cual
aquélla perdió el equilibrio, cayendo sobre la pierna
izquierda, causándose lesiones que le produjeron
incapacidad médico legal definitiva de 80 días, con secuelas
de deformidad física que afectan el cuerpo de manera
permanente y perturbación funcional de miembro inferior
izquierdo y órgano de locomoción, también de carácter
permanente.

ANTECEDENTES PROCESALES RELEVANTES

De conformidad con lo dispuesto en el artículo 536 de


la Ley 906 de 2004, el 19 de octubre de 2017 la fiscalía
corrió traslado del escrito de acusación a JAIRO
HUMBERTO GAVIRIA FERRO, comunicándole su
vinculación al proceso penal como autor del delito de
lesiones personales culposas, (arts. 111, 112 inc. 2°, 113
inc. 2° y 114 inc. 2° del Código Penal).

Radicado el escrito de acusación, el conocimiento


correspondió al Juzgado 1° Penal Municipal de Bogotá,
quien llevó a cabo la audiencia concentrada el 5 de marzo
de 2018, dejando constancia de que se agotó la audiencia
conciliatoria sin resultado positivo y que el vinculado no
aceptó los cargos.

El juicio oral se adelantó en sesiones realizadas el 25


de junio de 2018; 18 de febrero y 11 de marzo de 2019,

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Impugnación especial 56299
Jairo Humberto Gaviria Ferro

fecha ésta en la que se anunció el sentido de fallo de


carácter absolutorio, profiriéndose la sentencia en la misma
fecha, contra la cual la delegada de la fiscalía interpuso el
recurso de apelación.

En fallo de segunda instancia, aprobado el 17 de junio


de 2019, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá revocó el proveído impugnado y en su lugar condenó
a JAIRO HUMBERTO GAVIRIA FERRO como autor del
delito de lesiones personales culposas, imponiéndole las
penas principales de nueve punto seis (9.6) meses de
prisión, multa de seis punto noventa y tres (6.93) salarios
mínimos legales mensuales vigentes y dieciséis (16) meses
de privación del derecho a conducir vehículos automotores
y motocicletas, así como la accesoria de inhabilitación para
el ejercicio de derechos y funciones públicas por el mismo
lapso de la de prisión. Al procesado se le concedió el
subrogado de la suspensión condicional de la ejecución de
la pena.

Interpuesta por parte de la defensa la impugnación a


la primera condena, el tribunal corrió el término para que
las demás partes e intervinientes interpusieran el recurso
de casación, sin que ninguno de ellos lo hiciera, por lo que
se remitió la actuación a esta Sala.

DECISIÓN IMPUGNADA

El tribunal revocó la decisión absolutoria de primer


grado por estimar que JAIRO HUMBERTO GAVIRIA FERRO,

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Jairo Humberto Gaviria Ferro

en ejercicio de la actividad riesgosa de conducir un vehículo


de servicio público, «sin las precauciones respectivas»,
propició que la pasajera María Josefina Vera de García se
cayera dentro del vehículo y lesionara.

Infringió el conductor el deber objetivo de cuidado que


le correspondía, cuando arrancó sin percatarse que quienes
iban dentro del bus por él conducido, estuvieran
debidamente acomodados de tal forma que no se pusiera en
riesgo la integridad personal de los pasajeros, frente a los
cuales tenía la posición de garante.

Adicionalmente, señaló el tribunal, que de acuerdo con


el artículo 982 del Código de Comercio, JAIRO HUMBERTO
GAVIRIA FERRO, en cumplimiento del contrato de
transporte asumido cuando recogió a la señora María
Josefina Vera, estaba en la obligación de «conducirla sana y
salva al lugar de destino.».

Como consecuencia de lo anterior, condenó a GAVIRIA


FERRO a las penas arriba especificadas.

IMPUGNACIÓN ESPECIAL

La defensa solicita la revocatoria de la sentencia


proferida por el ad quem, aduciendo que ninguna prueba
practicada en el juicio demuestra la responsabilidad del
procesado, pues si bien quedó acreditado probatoriamente
que la señora María Josefina sufrió una lesión al doblarse el
tobillo y caer dentro del bus conducido por JAIRO

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Jairo Humberto Gaviria Ferro

HUMBERTO GAVIRIA FERRO, nada indica que la causa


generadora del resultado hubiera sido la infracción al deber
objetivo de cuidado o el actuar imprudente del conductor.

La manifestación realizada en el juicio por María


Josefina Vera, en cuanto a que el conductor arrancó
‘brusca’ y ‘rápidamente’, obedece a una apreciación
subjetiva del juzgador, puesto que ninguna prueba
demuestra el grado de aceleración con el que GAVIRIA
FERRO puso en marcha el automotor. De haber sido una
maniobra brusca y rápida, los demás pasajeros del bus
también habrían sufrido caídas, incluso la hija de la señora
Vera de García, quien se subió detrás de esta.

Aduce que el tribunal presume la responsabilidad del


acusado, por el solo hecho de estar ejerciendo la actividad
riesgosa de conducir y ostentar una posición de garante. En
ese sentido, censura que se cite el artículo 982 del Código
de Comercio, pues en este proceso penal no se está
discutiendo el incumplimiento del contrato de transporte,
aspecto cuya competencia radica en la jurisdicción civil.

Solicita, en consecuencia, que se revoque el fallo


condenatorio proferido por el tribunal.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1. De la competencia

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La Sala es competente para conocer de la impugnación


especial promovida por la defensa en contra de la sentencia
proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá, de conformidad con lo previsto en el numeral 7° del
artículo 235, de la Constitución Política, modificado por el
Acto Legislativo 01 de 2018.

2. De la impugnación especial.

A partir del Acto Legislativo 01 de 2018, se adoptó en


Colombia el derecho a impugnar la primera sentencia
condenatoria, para garantizar con ello la doble conformidad,
de suerte que en el artículo 3° ibídem que modificó el
artículo 235-7 de la Constitución Política se estableció:

Artículo 235. Son atribuciones de la Corte Suprema de


Justicia:
(…)
7. Resolver, a través de una Sala integrada por tres
Magistrados de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema
de Justicia y que no hayan participado en la decisión, conforme
lo determine la ley, la solicitud de doble conformidad judicial de
la primera condena de la sentencia proferida por los restantes
Magistrados de dicha Sala en los asuntos a que se refieren los
numerales 1, 3, 4, 5 y 6 del presente artículo, o de los fallos que
en esas condiciones profieran los Tribunales Superiores o
Militares.

Con miras a desarrollar los fines integradores de la


jurisprudencia y con el propósito de cumplir con el
mandato constitucional, esta Sala mediante decisión CSJ
AP1263-2019 de 3 de abril de 2019 adoptó medidas

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Jairo Humberto Gaviria Ferro

provisionales para garantizar el derecho a impugnar la


primera condena emitida en segunda instancia por los
Tribunales Superiores de Distrito Judicial.

Para el caso en estudio se advierte que se cumplieron


dichos lineamientos, pues proferida la decisión de condena
por parte del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá, la Secretaría de dicha Corporación corrió los
traslados de «apelación» y casación respectivamente, acorde
con los parámetros fijados por esta Sala, razón por la cual,
entra la Sala a pronunciarse sobre los motivos de la
impugnación, atendiendo el principio de limitación.

3. del delito de lesiones personales culposas

La Ley 599 de 2000, en su artículo 23 definió la


conducta culposa como aquella que produce un resultado
típico producto de la infracción a un deber objetivo de
cuidado en la que el sujeto debió haberlo previsto o,
habiéndolo previsto, confió en poder evitarlo.

Sobre su realización, la Corte ha considerado que si


bien la culpa ha sido definida como:

la infracción al deber objetivo de cuidado necesario para la vida


de relación social, […] en la teoría de la imputación objetiva se ha
propuesto la sustitución del elemento infracción del deber
objetivo de cuidado por el concepto de creación de un riesgo
jurídicamente desaprobado, para con ello desligar la atribución
de responsabilidad a la simple relación causal con la acción (u
omisión), de allí que el juicio de valor se concreta tanto en la

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creación de un riesgo jurídicamente desaprobado por el


ordenamiento jurídico como con la realización de dicho riesgo en

el resultado. (CSJ SP3360-2019, 21 ag. Radicado


54896).

Lo anterior significa que frente a una conducta


culposa, además de la verificación del resultado lesivo, ha
de valorarse si la persona creó un riesgo jurídicamente
desaprobado desde una perspectiva ex ante, es decir,
teniendo que retrotraerse al momento de realización de la
acción y examinando si conforme a las condiciones de un
observador inteligente situado en la posición del autor, a lo
que habrá de sumársele los conocimientos especiales de
este último, el hecho sería o no adecuado para producir el
resultado típico.

Así mismo, habrá de valorarse si ese peligro se realizó


en el resultado, teniendo en cuenta las circunstancias
conocidas ex post.

Ahora bien, dada la naturaleza imprevisible de las


innumerables interrelaciones que a diario se presentan en el
intercambio social de las personas, las acciones imprudentes
susceptibles de reproche penal no están definidas en la ley,
razón por la cual, en cada caso concreto le corresponde al
juzgador determinar si el comportamiento investigado se
ejecutó de manera imprudente, esto es, superando el riesgo
permitido con infracción del deber objetivo de cuidado. Al
respecto tiene dicho la Corte que:

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El juicio de reproche no recae, por tanto, sobre la acción —conducir


un vehículo, realizar un procedimiento médico, cerrar una ventana,
etc— sino sobre la forma en que la misma se ejecuta, esto es,
infringiendo las reglas de cuidado propias de la actividad
realizada, valga decir, los reglamentos de tránsito, las reglas de la
experiencia propias de cada profesión u oficio —lex artis— y, si no
las hay, las pautas de comportamiento social del hombre
promedio. O creando un riesgo jurídicamente desaprobado a partir
de la ejecución imprudente de una acción normalmente trivial.

(CSJ SP2771-2018. 11 jul. Radicado 46612).

De manera que no basta con que se produzca un


resultado lesivo para pregonar la configuración de un delito
imprudente, pues la mera causalidad no es suficiente para
imputar penalmente el resultado al autor del
comportamiento lesivo, como lo señala el artículo 9º del
Código Penal al indicar que «la causalidad por sí sola no
basta para la imputación jurídica del resultado», lo cual
significa que en el sistema penal colombiano está proscrita la
responsabilidad objetiva.

En el delito imprudente, por ende, se requiere


demostrar tanto la relación causal entre el comportamiento
examinado y el resultado lesivo como la concurrencia del tipo
subjetivo, entendido como el conocimiento que el sujeto tenía
del riesgo creado con su conducta.

En casos como el que ahora es objeto de análisis, ha


entendido la Corte que las fuentes de determinación del
carácter prohibido del riesgo en el tráfico terrestre, devienen
de las normas establecidas por la autoridad de tránsito y su

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acatamiento debe seguirse bajo unos parámetros


socialmente establecidos y que pueden condensarse así:

1. El autor debe realizar la conducta como lo haría una


persona razonable y prudente puesta en el lugar del agente,
de manera que si no obra con arreglo a esas exigencias infringirá
el deber objetivo de cuidado. Elemento con el que se aspira a que
con la observancia de las exigencias de cuidado disminuya al
máximo los riesgos para los bienes jurídicos con el ejercicio de las
actividades peligrosas, que es conocido como el riesgo permitido.

2. [Acatar] las normas de orden legal o reglamentaria atinentes al


tráfico terrestre, marítimo, aéreo y fluvial, y a los reglamentos del
trabajo, dirigidas a disciplinar la buena marcha de las fuentes de
riesgos.

3. El principio de confianza, que surge como consecuencia de la


anterior normatividad, y consiste en que quien se comporta en el
tráfico de acuerdo con las normas puede y debe confiar en que
todos los participantes en el mismo tráfico también lo hagan, a no
ser que de manera fundada se pueda suponer lo contrario.

Apotegma que se extiende a los ámbitos del trabajo en donde


opera la división de funciones, y a las esferas de la vida
cotidiana, en las que el actuar de los sujetos depende del
comportamiento asumido por los demás.

4. El criterio del hombre medio, en razón del cual el funcionario


judicial puede valorar la conducta comparándola con la que
hubiese observado un hombre prudente y diligente situado en la
posición del autor. Si el proceder del sujeto agente
permanece dentro de esos parámetros no habrá violación
al deber de cuidado, pero si los rebasa procederá la
imprudencia siempre que converjan los demás

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presupuestos típicos1. (CSJ SP.24 oct. 2007. Radicado


27325).

4. Caso concreto.

El impugnante solicita la revocatoria del fallo de


condena proferido por el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá, por considerar que JAIRO HUMBERTO
GAVIRIA FERRO no creó un riesgo jurídicamente
desaprobado, en ejercicio de la actividad de conducción del
vehículo automotor, tipo bus de servicio público de placas
WLU 680, dentro del cual se cayó la pasajera María
Josefina Vera de García.

Antes de entrar a estudiar el problema jurídico


planteado, es importante recordar que los hechos se
presentaron el 8 de diciembre de 2015 en la calle 83 A con
carrera 116 de Bogotá, cuando en horas de la tarde María
Josefina Vera de García, de 60 años de edad y su hija (41
años), abordaron, junto con otras personas, el bus de
servicio público –SITP- conducido por JAIRO HUMBERTO
GAVIRIA FERRO. Una vez se subieron los pasajeros, el
conductor reanudó la marcha para continuar el recorrido,
pero casi simultáneamente la señora Vera de García se
dobló el pie izquierdo y cayó ‘en la mitad del bus’.

No se controvierte que JAIRO HUMBERTO GAVIRIA


FERRO conducía el bus de servicio público en el que se
transportaba María Josefina Vera de García el 8 de

1
Las negrillas no se encuentran en el texto original.

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diciembre de 2015. Tampoco las lesiones físicas sufridas


por la señora Vera de García como consecuencia de su
caída dentro del bus.

Lo que sí constituye objeto del debate es la evaluación


acerca de si JAIRO HUMBERTO GAVIRIA FERRO
incrementó el riesgo jurídicamente permitido en su labor de
conducción del bus de servicio público –SITP-, dentro del
cual sufrió la caída la señora María Josefina Vera,
causándose lesiones físicas.

La infracción al deber objetivo de cuidado reprochada


al acusado desde la comunicación de los cargos, consistió
en haber puesto el vehículo en movimiento «SIN OBSERVAR
LAS DEBIDAS PRECAUCIONES», pese a que era su
«OBLIGACIÓN INICIAR LA MARCHA DE UNA MANERA
PRUDENTE Y MÁS AL OBSERVAR QUE ERA UNA PERSONA
MAYOR.»2

Culminada la etapa probatoria del juicio, la fiscal en el


alegato de cierre solicitó la condena del procesado, por
considerar que este elevó el riesgo permitido, pues «tenía
que esperar a que la señora víctima se sentara y no lo hizo»;
contrariamente, emprendió la marcha, generándose la caída
de la misma, lo cual evidencia que «que iba a alta velocidad
o emprendió la marcha rápida.»

Las pruebas practicadas en el juicio fueron:

2
Las mayúsculas hacen parte del texto trascrito que corresponde al escrito de
acusación con el cual se inició el proceso. (art. 536 de la Ley 906 de 2004).

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1-. El testimonio del médico Carlos Enrique Lozano


Reyes, con quien ingresaron los informes periciales de
clínica forense del Instituto Nacional de Medicina Legal, en
los que se dictamina que el mecanismo traumático de la
lesión de la examinada María Josefina Vera de García, es
contundente, con secuelas médico legales: «Deformidad
física que afecta el cuerpo de carácter permanente,
perturbación funcional de miembro inferior izquierdo y
órgano de la locomoción de carácter permanente», e
incapacidad definitiva de 80 días3.

2.- El testimonio de María Josefina Vera de García,


quien narró que esa tarde su hija y ella se subieron al bus
alimentador:

…pero no alcancé ni a subir la segunda grada cuando arrancó


duramente entonces yo me fui de para atrás y el pie me quedó
doblado sobre mi cuerpo, entonces las personas que iban ahí
empezaron a gritar pare, pare…
Fiscal: ¿usted ha dicho que arrancó?
MJV: Si arrancó rapidito y no alcancé a sostenerme, le gané el
impulso a mi hija, porque mi hija no alcanzó a cogerme porque la
velocidad que llevaba es duro…
Fiscal: ¿esto lo hizo de manera intempestiva?
MJV: sí, de manera brusca porque él no esperó.

Sobre el sitio del bus en el que cayó, respondió: «en la


mitad del bus, caí de para atrás…»

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Sesión del juicio realizada el 25 de junio de 2018.

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Relató, igualmente, que ella ingresó detrás de otras


personas que abordaron el bus en el mismo paradero y que
su hija fue la última en subirse, es decir, detrás de ella.

Cuando el defensor le preguntó si ella le había pedido


al conductor que esperara, respondió negativamente,
agregando que debe entenderse que «el conductor tiene
que esperar a que uno se suba».

3. A través de estipulaciones, las partes acordaron


tener como hechos ciertos que el vinculado JAIRO
HUMBERTO GAVIRIA FERRO fue individualizado e
identificado, y que la prueba de embriaguez practicada al
conductor arrojó resultado negativo.

Encuentra la Sala que de la incipiente prueba


practicada en el juicio no se desprende que JAIRO
HUMBERTO GAVIRIA FERRO, en desarrollo de la actividad
peligrosa de conducir un vehículo público de tránsito
terrestre, hubiera creado un riesgo jurídicamente
desaprobado, bien sea por infracción a las normas
establecidas por la autoridad de tránsito, o por haber
actuado en forma imprudente sin acatar los parámetros
socialmente establecidos.

Para efectos de atribuir responsabilidad penal a


GAVIRIA FERRO, a título de culpa, no bastaba ligar la caída
de la pasajera dentro del bus, con la acción permitida que
aquél desarrollaba, es decir, con la conducción del vehículo.

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Jairo Humberto Gaviria Ferro

Si en la acusación se le comunicó al conductor que su


actuar fue imprudente al no «observar las debidas
precauciones», cuando puso en marcha el vehículo, después
de recoger al grupo de pasajeros, entre los que se hallaba la
señora María Josefina Vera, debió probar el ente acusador
las cautelas prescindidas por GAVIRIA FERRO y que
generaron la caída dentro del bus de la última mencionada.

Como bien lo señaló el juzgado de conocimiento, la


fiscalía esbozó como hipótesis del actuar imprudente del
conductor del bus, emprender la marcha en forma
‘intempestiva’. Sin embargo, ninguna actividad probatoria
se desplegó para acreditar esa circunstancia, al punto que
ni siquiera se trajo a declarar en juicio a los funcionarios de
tránsito que atendieron el accidente en orden a documentar
si desde el comienzo se conoció alguna causa probable del
resultado lesivo.

Tampoco acreditó la fiscalía las características del


vehículo en el que se presentó el accidente, aspecto
relevante para verificar el dicho de la lesionada, quien
sostiene que cuando estaba “terminando de subir la grada”,
el conductor arrancó en forma ‘brusca’, lo que le generó la
pérdida del equilibrio, cayendo ‘en la mitad del bus’.

Como el testimonio de la lesionada se constituye en la


única fuente para esclarecer si JAIRO HUMBERTO GAVIRIA
FERRO generó el resultado lesivo, por imprudencia o por
infracción a las normas de tránsito, para la Sala su relato

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Jairo Humberto Gaviria Ferro

no tiene la claridad suficiente en orden a establecer la


forma en que se dieron los hechos.

En primer lugar, debe considerarse que a pesar de que


la señora María Josefina Vera subió al bus con un grupo de
personas, entre las cuales se hallaba su hija -quien abordó
después de ella-, fue la única que perdió el equilibrio,
cayendo cuando JAIRO HUMBERTO GAVIRIA FERRO
retomó la marcha.

Además, si como lo afirma la declarante, fue el


arranque ‘brusco’ lo que provocó que se doblara el pie y
cayera hacia atrás sin que su hija alcanzara a sostenerla,
no es claro que quien estaba detrás, apenas subiéndose al
bus, no hubiera caído de la misma forma.

Aduce el tribunal que JAIRO HUMBERTO GAVIRIA


FERRO faltó al deber objetivo de cuidado cuando puso en
marcha el automotor sin percatarse de que los pasajeros
‘estuvieran debidamente acomodados’, aseveración que
corresponde a una supuesta omisión que, además de no
haber sido deducida por la fiscalía en la acusación, no
señala si deviene de las leyes de tránsito o corresponde al
criterio del hombre medio situado en la posición del autor, o
de la realización de la conducta como lo haría una persona
razonable y prudente.

Lo anterior sin contar con la dificultad que entraña la


apreciación del concepto de esperar a que los pasajeros se
encuentren ‘acomodados’, pues el tribunal no sustenta la

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Jairo Humberto Gaviria Ferro

conclusión, ni da a conocer que tal actuar es el asumido


por el hombre medio que se dedica a la actividad de la
conducción de buses del Sistema Integrado de Transporte
Público en Bogotá.

Es más, si la fiscalía no estableció las características


del bus conducido por JAIRO HUMBERTO GAVIRIA
FERRO; la naturaleza del servicio público que prestaba; la
capacidad de pasajeros que se pueden transportar en el
vehículo; si se admiten usuarios de pie, y las condiciones
técnicas del automotor, no hay manera de determinar a qué
clase de acomodación se refirió el ad quem.

En la misma línea, el tribunal concluyó que JAIRO


HUMBERTO GAVIRIA FERRO «originó “una situación
antijurídica de riesgo próximo para el bien jurídico
correspondiente” al llevar a cabo una actividad riesgosa con
incremento ostensible del peligro al acelerar el automotor
olvidando que los reglamentos de tránsito le exigían cuidado
al conducirlo con pasajeros.», citando el artículo 55 del
Código Nacional de Tránsito que establece:

ARTÍCULO 55. COMPORTAMIENTO DEL CONDUCTOR,


PASAJERO O PEATÓN. Toda persona que tome parte en el
tránsito como conductor, pasajero o peatón, debe comportarse en
forma que no obstaculice, perjudique o ponga en riesgo a las
demás y debe conocer y cumplir las normas y señales de tránsito
que le sean aplicables, así como obedecer las indicaciones que
les den las autoridades de tránsito.

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Impugnación especial 56299
Jairo Humberto Gaviria Ferro

Pese a la cita normativa, no precisa el ad quem de qué


manera el conductor desobedeció las indicaciones de las
autoridades de tránsito, perjudicó o puso en riesgo a los
pasajeros al acelerar el vehículo para emprender la marcha,
pues esta –acelerar- es una acción imperiosa cuando se
trata de poner en movimiento un vehículo automotor.

Si lo que censura el tribunal es que JAIRO


HUMBERTO GAVIRIA FERRO hubiera reanudado la
marcha del vehículo a ‘alta velocidad’, como lo indicó la
fiscal en el alegato de conclusión, ninguna prueba sustenta
dicha deducción, pues la simple apreciación de la lesionada
acerca de que el conductor lo hizo ‘rapidito’ y en forma
‘brusca’ no alcanza a determinar que su actuar fue
imprudente.

Finalmente, el fallador de segundo grado encontró


probado que JAIRO HUMBERTO GAVIRIA FERRO, como
conductor del bus en el que se transportaba María Josefina
Vera de García, estaba en la obligación de transportarla
‘sana y salva’ al lugar de destino, como lo establece el
artículo 982 del Código de Comercio, conclusión que no se
discute, solo que el incumplimiento de las obligaciones del
transportador conlleva consecuencias diversas a las de la
responsabilidad penal que se discute en esta jurisdicción.

Se equivoca el ad quem cuando atribuye culpa penal al


conductor por el supuesto incumplimiento surgido de las
obligaciones de las partes en un contrato mercantil, pues
tal controversia se dirime en la jurisdicción civil, mientras

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Jairo Humberto Gaviria Ferro

que en esta jurisdicción, además del resultado, se requiere


establecer si éste fue producto (por acción u omisión) del
incremento del riesgo permitido, circunstancia que habilita
la responsabilidad penal.

Conforme con estos derroteros, advierte la Sala que la


fiscalía no probó que el acusado, en el desarrollo de una
actividad peligrosa, como lo es la conducción de vehículos,
realizó alguna maniobra imprudente al poner en marcha el
bus, luego de que los pasajeros se subieron, entre ellos,
María Josefina Vera de García.

Como consecuencia de lo expuesto, la Corte revocará la


decisión de segundo grado y, en su lugar, otorgará plena
vigencia al fallo de absolución impartido por el juez a quo en
favor del procesado JAIRO HUMBERTO GAVIRIA FERRO.

En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Penal


de la Corte Suprema de Justicia, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley,

RESUELVE:

PRIMERO. Casar la sentencia proferida el 17 de junio


de 2019 por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá4. En su lugar, confirmar la dictada por el Juzgado 1º
Penal Municipal de Bogotá el 11 de marzo de 2019, que
absolvió a JAIRO HUMBERTO GAVIRIA FERRO del delito de
lesiones personales culposas, por el cual se le acusó en este
proceso.
4
Leída en audiencia el 4 de julio del mismo año.

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Impugnación especial 56299
Jairo Humberto Gaviria Ferro

SEGUNDO. Contra esa decisión no procede recurso


alguno.

TERCERO. Devuélvase al Tribunal de origen para que se


le imparta el trámite pertinente.

Notifíquese y cúmplase.

PATRICIA SALAZAR CUELLAR

JOSE FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA

GERSON CHAVERRA CASTRO

EUGENIO FERNANDEZ CARLIER

LUIS ANTONIO HERNANDEZ BARBOSA

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Impugnación especial 56299
Jairo Humberto Gaviria Ferro

JAIME HUMBERTO MORENO ACERO

FABIO OSPITIA GARZON

EYDER PATIÑO CABRERA

HUGO QUINTERO BERNATE

NUBIA YOLANDA NOVA GARCIA


Secretaria

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