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REPÚBLICA DE COLOMBIA

RAMA JUDICIAL DEL PODER PÚBLICO

TRIBUNAL SUPERIOR DE BOGOTÁ


SALA PENAL

MAGISTRADO PONENTE: CARLOS ANDRÉS GUZMÁN DÍAZ

Radicación : 11001-60-00013-2020-02654-01 (7098)


Procesado : ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO
Delitos : Homicidio agravado tentado
Procedencia : Juzgado Segundo Penal del Circuito Transitorio de Bogotá
Asunto : Sistema acusatorio, Ley 906 de 2004, 2ª. Instancia
Motivo : Apelación de auto que imprueba preacuerdo.
Decisión : Revoca
Aprobado Acta No. : 024

Bogotá D. C., veintisiete (27) de febrero de dos mil veintitrés (2023)

I. VISTOS

Decide la Sala el recurso de apelación interpuesto por el defensor


de ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO contra el auto del 8 de abril de
2022, proferido por el Juzgado Segundo Penal del Circuito Transitorio
de Bogotá, mediante el cual reprobó el acuerdo suscrito entre los
sujetos procesales.

II. HECHOS ATRIBUIDOS

Para la Fiscalía1, el 10 de junio de 2020, sobre las 3:18 pm, en


la calle 32 No. 3 de Bogotá, ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO, en medio
de una discusión, hirió al señor Hernando Bastilla, ocasionando
“lesión de órgano vital, pulmón izquierdo por lesión directa a nivel de la

1 Folio 2. Escrito de acusación. Expediente digital.


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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

pleura con hallazgo de hemoneumotorax, que pone en riesgo la vida del


paciente”.

III. ACTUACIÓN PROCESAL RELEVANTE

1. La Fiscalía formuló imputación a ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA


FAJARDO ante el Juzgado Tercero Penal Municipal con Función de
Control de Garantías de Bogotá, el 11 de junio de 20202, como
presunto autor del punible de Homicidio agravado en grado de
tentativa, de acuerdo con los artículos 103, 104 (numerales 4 y 7) y 27
de la Ley 599 de 2000. El implicado no aceptó los cargos formulados.

2. Adelantada la investigación, el 18 de agosto de 2020, la


Fiscalía 34 Seccional radicó, ante el juez penal del circuito de Bogotá
(reparto), escrito de acusación contra ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO,
en el que se reiteran las conductas objeto de imputación.

En dicho documento, se anunciaron pluralidad de evidencias,


elementos materiales probatorios y testimonios que la Fiscalía
pretendía hacer valer en el juicio oral para respaldar su teoría del
caso3.

3. El asunto correspondió al Juzgado Veintiocho Penal del


Circuito de Bogotá, autoridad que convocó a audiencia de formulación
de acusación, realizada el 16 de marzo de 2021, en los términos del
artículo 339 del Código de Procedimiento Penal 4. En consecuencia, la
Fiscalía formalizó la acusación con la calificación jurídica de las
conductas antes expuestas, e inició el proceso de descubrimiento
probatorio.

2 Audio de audiencias concentradas de 11 de junio de 2020. Expediente digital.


3 Escrito de acusación. Expediente digital.
4 Audio de audiencia de formulación de acusación de 16 de marzo de 2021. Expediente digital.

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4. La audiencia preparatoria se instaló el 4 de mayo de 20215;


sin embargo, su objeto original no se cumplió. La Fiscalía y GARCÍA
FAJARDO anunciaron que deseaban terminar de forma anticipada el
proceso penal, por razón de un preacuerdo.

En lo sustancial del asunto, el preacuerdo, como único beneficio,


consistió en degradar la participación de GARCÍA FAJARDO de autor a
cómplice -únicamente para efectos de la determinación de la pena-,
por lo que se le impondría una sanción de 100 meses de prisión.

5. El 10 de febrero de 20226, el Juzgado Veintiocho Penal del


Circuito de Bogotá reprobó el convenio, al considerar que el
otorgamiento de la rebaja punitiva era desproporcionada, teniendo en
cuenta la etapa avanzada de la actuación procesal.

Durante esa última vista pública, la fiscalía y la defensa


solicitaron un receso con el fin de estudiar la posibilidad de celebrar
un nuevo preacuerdo que se ajustara a los parámetros trazados en la
anterior decisión. En consecuencia, anunciaron que, a través de un
segundo consenso, ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO aceptaría el cargo
endilgado, a cambio de que, como único beneficio, reciba un
descuento equivalente a la tercera parte de la pena física imponible.
El convenio en referencia fue detallado de la siguiente forma:

“El señor Ángelo Álvaro García Fajardo acepta la responsabilidad


que tiene en los hechos de homicidio agravado tentado, tal como se le
acusó, los cuales tienen fundamento para el preacuerdo que hoy se realiza,
de acuerdo a las provisiones de los artículos 27, 29, 103 y 104 del numeral
4 -y el numeral 7- del Código Penal (…), y en virtud de ello, el señor Ángelo
Álvaro García Fajardo acepta la responsabilidad, concediéndole la fiscalía
como único beneficio al procesado una rebaja de la tercera parte de la pena
que tiene el delito en cuestión. Quiere decir ello que la pena que está

5 Audio de audiencia de lectura de preacuerdo de 4 de mayo de 2021. Expediente digital.


6 Audio de audiencia de legalidad de preacuerdo de 10 de febrero de 2022. Expediente digital.

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establecida entre 200 y 450 meses de prisión, por vía de la tentativa, y


tratándose de este delito un homicidio agravado, que, definirse entonces
en una tercera parte de la rebaja, lo que indica que la rebaja de pena para
el señor Ángelo Álvaro García Fajardo de 66,67 meses de prisión, esa es
la rebaja. Lo que indica que la pena le quedaría en 133 meses y diez días
(…). Esto, en lo que tiene que ver con el único beneficio que se concede por
la rebaja, pues, en este nuevo preacuerdo.”7

También, el despacho examinó las condiciones de la aceptación


de responsabilidad, aspecto que no encontró ajustado a derecho, en
la medida en que el acusado manifestó sentirse presionado, a pesar
de su voluntad de aceptar los cargos8. Por lo tanto, suspendió la
diligencia.

7. Sin embargo, en virtud a lo previsto por el acuerdo PCSJA22-


11918 proferido por el Consejo Superior de la Judicatura 9, el 1º de
marzo de 2022 —por reparto—, se le asignó competencia al Juzgado
Segundo Penal del Circuito Transitorio de Bogotá para conocer del
asunto.

8. El 4 de abril de 202210, se llevó a cabo la audiencia de


verbalización de preacuerdo ante el Juzgado Segundo Penal del
Circuito Transitorio de Bogotá, mismo que fue dado a conocer el 10 de
febrero de 2022 ante el Juzgado Veintiocho Penal del Circuito de
Bogotá.

9. Para mayor claridad, el 8 de abril de 202211, el juzgado


transitorio le solicitó a la Fiscalía verbalizar, nuevamente, el convenio
constituido con ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO. Los términos del
preacuerdo fueron detallados así:

7 Registro 3:35 – 15:06. audio de audiencia de legalidad de preacuerdo de 10 de febrero de 2022,


sesión 2. Expediente digital.
8 Registro 45:48 – 53:47. audio de audiencia de legalidad de preacuerdo de 10 de febrero de 2022,

sesión 2. Expediente digital.


9 En virtud del artículo 5, se dispuso la creación de juzgados del circuito de carácter transitorio.
10 Audio de audiencia de verbalización de preacuerdo de 4 de abril de 2022. Expediente digital.
11 Audio de audiencia de verificación de preacuerdo de 8 de abril de 2022. Expediente digital.

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“Atendiendo, entonces, con las conversaciones con el señor defensor


(…), y el acusado, para hacer ese preacuerdo, efectivamente, la Fiscalía
llevó el preacuerdo en los siguientes términos:

Teniendo en cuenta que la conducta que se acusó fue homicidio


agravado tentado, cuya pena es de 200 a 400 meses de prisión, se le
concedió una rebaja de una tercera parte respecto de la pena al señor
Ángelo Álvaro García Fajardo y se determinó, entonces, como pena a
imponer por vía de preacuerdo, 133 meses, 10 días de prisión. (…)”12.

Por otro lado, la titular de dicho despacho examinó las


condiciones de la aceptación de responsabilidad, que encontró
ajustada a la legalidad por haberse efectuado de manera consciente,
libre, voluntaria y previa asesoría profesional por el implicado.

10. En esa misma audiencia, el Juzgado Segundo Penal del


Circuito Transitorio de Bogotá reprobó el preacuerdo suscrito entre las
partes. El defensor interpuso recurso de reposición y, en subsidio, de
apelación. Así, el despacho de primer grado no repuso la decisión y
concedió el recurso de alzada que hoy conoce esta Sala.

IV. PROVIDENCIA IMPUGNADA

Mediante auto del 8 de abril de 2022 emitido por el Juzgado


Segundo Penal del Circuito Transitorio de Bogotá reprobó el acuerdo
suscrito entre los sujetos procesales, el cual fue verbalizado el 10 de
febrero de 2022, ante el Juzgado Veintiocho Penal del Circuito, y
ratificado el 4 de abril de 2022 ante el despacho de primera instancia.
Para ello, expuso los siguientes argumentos:

En primer lugar, el juzgado estableció que, para el control


judicial en los preacuerdos, además de los principios de legalidad y
tipicidad estricta, era pertinente tener en cuenta aquellos elementos

12Registro 5:08 – 8:20. Audio de audiencia de verificación de preacuerdo de 8 de abril de 2022.


Expediente digital.

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que configuren los hechos jurídicamente relevantes y su adecuación


típica, resaltando, para efectos del caso concreto, la situación de
flagrancia. En particular, el despacho de primer grado estableció que:

“En todo caso, en cada una de estas modalidades, la legalidad de


los acuerdos celebrados por las partes para terminar de forma anticipada
la actuación dependerá del respeto de las prerrogativas que materializan
los principios de legalidad, tipicidad estricta (teniendo en cuenta todos los
elementos que nutren la plataforma fáctica y su calificación jurídica, como
por ejemplo la situación de captura en flagrancia) y del cumplimiento de
los fines constitucionales que orientan la justicia premial y de los derechos
fundamentales del procesado y las víctimas y, por tal razón, la
ponderación de estos aspectos requerirá que, la exposición del preacuerdo
suscrito por las partes esté nutrida de la referida claridad y coherencia,
con el fin de dotar a los jueces de las herramientas de análisis de su
validez.”13

De tal suerte que, sostuvo que, para garantizar la


proporcionalidad de la disminución de la pena, el principio de
discrecionalidad reglada que rige las actuaciones del titular de la
acción penal en la celebración de acuerdos y negociaciones, es
relevante.

Ahora bien, consideró que la naturaleza del convenio, a saber,


un acuerdo en términos punitivos exclusivamente respetó los
principios de legalidad y estricta tipicidad. Al respecto, el juzgado de
primera instancia se refirió en los siguientes términos:

“…[D]ado que llevarían a condenar a declarar la responsabilidad del


enrostrado como autor del delito de Homicidio Agravado por tener una
motivación abyecta y poner en situación de indefensión o inferioridad a la
víctima, en grado de tentativa y, únicamente haría referencia a la manera
de tasar la sanción física correspondiente a ese hecho, garantizando así el
derecho a la verdad y los intereses que la sociedad pone sobre esta
actuación penal.”14

Sin embargo, examinado el asunto, concluyó que los beneficios


del preacuerdo suscrito entre la Fiscalía y el defensor de ÁNGELO

13 Auto de 8 de abril de 2022. Expediente digital.


14 Auto de 8 de abril de 2022. Expediente digital.

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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

ÁLVARO GARCÍA FAJARDO no garantizaron el principio de


proporcionalidad -y los derechos de justicia y reparación de las
víctimas-. Para ello, expuso los siguientes argumentos:

“De llegarse a emitir una condena teniendo en cuenta el agravante


del referido homicidio y, siguiendo las pautas de dosificación propuestas
por la fiscalía (es decir, partir de los cuartos y montos mínimos de
punibilidad), conforme a lo dispuesto por los cánones 103 y 104 del C.P.
la pena corporal por este comportamiento sería de 408 meses de prisión -
y no 400 como señala la fiscalía-, dividida en la mitad debido a la
tentativa, lo que arroja 204 meses de correctivo corporal. (…) La Fiscalía
no indicó el motivo por el cual se entiende proporcional y, por ende,
procedente, otorgarle la rebaja máxima prevista en esta última norma
[Artículo 27 CP], sin considerar el nivel de intensidad o aptitud de los actos
ejecutivos que llevaron a la configuración de la modalidad tentada del
homicidio, determinados no solo por el tipo de arma usada y la herida
causada sino la avanzada edad del afectado. Tampoco arguyó las
consideraciones que lo llevaron a pactar que la pena a imponer se ubicaría
en el primer cuarto de movilidad punitiva

Ahora bien, al margen de dichas falencias, en gracia de discusión,


de llegar a entender procedente la imposición de la pena en dichos montos
mínimos atribuibles por la tentativa, se encuentra que si este procesado
hubiese aceptado cargos en la audiencia preparatoria, momento procesal
en el que se produjo el acuerdo, recibiría una rebaja de la tercera parte de
esa pena, disminuida en un cuarto debido a la captura en flagrancia
contemplada en los hechos (…). [T]ales disposiciones, aplicadas al caso
concreto impiden pasar por alto, al momento de tasar la pena, la situación
de flagrancia que rodeó la conducta y que la misma fiscalía incluyó en los
cargos que atribuye a García Fajardo.

(…)

Particularmente, el ente acusador no planteó argumento alguno que


llevaran a determinar aspectos, tales como, cuál sería el tiempo, el
esfuerzo o los actos procesales precisos que se evitarían mediante el
preacuerdo o, si la actuación reviste cierta complejidad las
particularidades de los hechos jurídicamente relevantes que sustentan la
acusación (entre ellas, la captura en flagrancia), el número o el tipo de
pruebas decretadas a las partes, la existencia de estipulaciones
probatorias, circunstancias que en verdad hubiesen permitido cuantificar
el tiempo ahorrado con el preacuerdo.”15

15 Auto de 8 de abril de 2022. Expediente digital.

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Finalmente, el Juzgado Segundo Penal del Circuito Transitorio


de Bogotá cuestionó que no se haya realizado algún tipo de acuerdo
preparatorio entre el acusado y la víctima, con ocasión al derecho de
reparación y justicia que le asiste al sujeto pasivo.

En consecuencia, concluyó que el preacuerdo suscrito entre la


Fiscalía y ÁLVARO GARCÍA FAJARDO no tuvo en cuenta los criterios
jurisprudenciales para la procedencia del convenio. A saber, el
momento de la actuación en el que se materializó el pacto entre los
sujetos procesales, el daño infligido a las víctimas a las víctimas y la
reparación del mismo, entre otros.

V. LA IMPUGNACIÓN

De conformidad con el artículo 178 del Código de Procedimiento


Penal (Ley 906 de 2004), modificado por el artículo 90 de la Ley 1395
de 2010, el impugnante sustentó el recurso de apelación en la
audiencia del 28 de julio de 2022.

Argumentos del apelante16.

El profesional del derecho que aboga por los intereses de ÁNGELO


ÁLVARO GARCÍA FAJARDO pretende que se revoque la decisión del
Juzgado Segundo Penal del Circuito Transitorio de Bogotá y, en su
lugar, se apruebe el preacuerdo. Para ello, expuso los siguientes
argumentos:

1. En primer lugar, señaló que, a pesar de que la Fiscalía no fue


extensa en la argumentación de la procedencia del convenio suscrito
por los sujetos procesales, la percepción del juzgado respecto del
quantum punitivo es equivocado, porque la materialización del

16Registro 1:00:59 – 1:08:05. Audio de audiencia de verificación de preacuerdo de 8 de abril de 2022.


Expediente digital.

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preacuerdo tuvo lugar antes de la instalación de la audiencia


preparatoria.

En este sentido, puntualizó que el artículo 351 prevé que el


descuento de la pena privativa de la libertad, para ese momento
procesal, es de una tercera parte.

2. Por otro lado, cuestionó los requisitos que pormenorizó el


juzgado de primera instancia para la aprobación del convenio, a saber,
lo relacionado al arrepentimiento y, además, el ofrecer caución o
reparar a la víctima, lo que corresponde en sede procesal del incidente
de reparación integral.

Argumentos de no recurrentes17.

Como único interviniente, el representante del ministerio público


señaló que la titular del despacho de primer grado fue lo
suficientemente explícita y clara al determinar la improbación del
convenio. En particular, hizo alusión al carácter constitucional de los
jueces de conocimiento para verificar la legalidad de un preacuerdo.
Igualmente, consideró determinante la circunstancia de captura en
flagrancia del acusado, modificando, en el caso bajo examen, el
quantum punitivo atribuible al preacuerdo, amén del principio de
tipicidad estricta.

Concesión del recurso.

Por estimar que la impugnación fue debidamente sustentada, la


juez de conocimiento concedió la apelación ante el Tribunal Superior
de Bogotá.

17Registro 1:08:37 – 1:16:14. Audio de audiencia de verificación de preacuerdo de 8 de abril de 2022.


Expediente digital.

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VI. CONSIDERACIONES DE LA SALA

1. De conformidad con lo previsto en el numeral 1 del artículo


34 del Código de Procedimiento Penal (Ley 906 de 2004), el Tribunal
Superior de Bogotá es competente para resolver el recurso de
apelación interpuesto contra la sentencia de primera instancia emitida
el 31 de enero de 2022, por el Juzgado Veinte Penal del Circuito de la
misma ciudad.

2. La Sala asume el análisis de los puntos de inconformidad


expuestos por la defensa de ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO, ejercicio
que debe cumplirse teniendo en cuenta el principio de limitación que
rige la segunda instancia y, conforme al cual, debe centrar el estudio
en la resolución de los argumentos fácticos y jurídicos expuestos por
el recurrente y en aquellos que estén inescindiblemente vinculados.

Analizados los argumentos del impugnante, a la luz de la


normatividad que regula el asunto y la jurisprudencia relacionada con
la temática propuesta se anticipa que la mencionada providencia será
revocada. Veamos:

Como quedó visto en acápite antecedente, el apelante centra su


reproche en la aprobación del preacuerdo suscrito entre la Fiscalía y
ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO, en particular, (i) por considerar que
el quantum punitivo es oportuno y adecuado en el caso concreto y, (ii)
por considerar que las exigencias aducidas por el juzgado de primer
grado, como el arrepentimiento y la reparación a la víctima, no son
procedentes a la hora de reprobar el convenio.

3. A fin de abordar la temática propuesta la Sala estudiará en


primera medida, lo concerniente a las fronteras legales y
jurisprudenciales que regulan los descuentos punitivos por

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preacuerdos y los requisitos de procedencia de los actos negociales,


para posteriormente adentrarnos en el análisis del caso concreto.

1. Las negociaciones en el Sistema Penal Acusatorio.

En primer lugar, las negociaciones entre las partes del proceso


penal, que derivan en un preacuerdo y consecutivamente a un
acuerdo, en el momento en el que el juez dota de legalidad el mismo,
son una vía judicial encaminada “a la simplificación de los procesos
mediante la supresión parcial o total del debate probatorio y
argumentativo como producto del consenso entre las partes del
proceso”18.

Como ha sido desarrollado por la jurisprudencia la Sala de


Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, subyace como
prohibición imperativa, manifiesto limitante objetivo al desarrollo de
las negociaciones, optar por una calificación jurídica que no
corresponda a los hechos jurídicamente relevantes con miras
incluirlos en la declaración de responsabilidad penal; o también
llamados cambio de clasificación jurídica sin base fáctica con fines
diferentes a la rebaja de la pena.

Igualmente, la teleología de la negociación, que deriva en un


preacuerdo entre la Fiscalía y el acusado 19 y, enseguida, en un
acuerdo, cuando el juez de conocimiento aprueba lo convenido, debe
cumplir unas finalidades por expresa remisión legal. En efecto, el
artículo 348 del Código de Procedimiento Penal establece:

“Con el fin de humanizar la actuación procesal y la pena; obtener


pronta y cumplida justicia; activar la solución de los conflictos sociales que
genera el delito; propiciar la reparación integral de los perjuicios

18Corte Constitucional. Sentencia SU-479 de 2019.


19 Crf. Corte Constitucional, sentencia C-516 de 2007. “Si bien la víctima no cuenta con un poder de
veto de los preacuerdos celebrados entre la Fiscalía y el imputado, debe ser oída por el Fiscal y por el
juez que controla la legalidad del preacuerdo”.

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ocasionados con el injusto y lograr la participación del imputado en la


definición de su caso, la fiscalía y el imputado o acusado podrán llegar a
preacuerdos que impliquen la terminación del proceso”

Conforme a esta disposición, es notorio que los preacuerdos no


tienen una finalidad unívoca; como de manera tal vez imprecisa, en
ocasiones, se ha materializado en la práctica, delimitando, de forma
superficial, aspectos tocantes de la descongestión de la administración
de justicia. Precisamente, si el preacuerdo es una institución procesal,
pero consensuada, se espera —y se obliga— que las actuaciones de
las partes concurran hacía una sola dirección: la observancia de los
principios rectores del proceso penal.

En efecto, los artículos 26 y 27 del Código de Procedimiento


Penal, sirven para llenar de sentido, en este concreto campo, el criterio
de necesidad; el cual, de cualquier modo, debe entenderse en clave de
las funciones preventivo general y preventivo especial de la pena.

En particular, la Corte Constitucional, mediante sentencia SU-


479 de 2019, definió los preacuerdos como los “mecanismos judiciales
para la terminación anticipada del proceso penal que constituyen
verdaderas formas de negociación entre el Fiscal y el procesado,
respecto de los cargos y consecuencias punitivas” 20. Allí mismo se
identificó que el propósito de los actos de negociación entre los sujetos
procesales es, principalmente (pero no únicamente), resolver de
manera más expedita el conflicto penal mediante la aceptación, por
parte del procesado, de hechos con relevancia penal, a cambio de un
tratamiento jurídico y punitivo menos severo.

Como es apenas obvio, los fines conexos a la negociación


enunciados en el artículo 348 de la Ley 906 de 2004 deben orientar la

20Véase también. Corte Constitucional, sentencias T-091 de 2006; C-372 de 2016 y, Corte Suprema
de Justicia, decisiones CSJ AP 23 feb. de 2022, rad. 9706; CSJ SP 24 jun. de 2020, rad. 52227.

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acción de todos los intervinientes del proceso penal, pues no se trata,


reitera la Sala, de un ejercicio restrictivo e ilimitado del titular de la
acción penal y el sujeto pasivo procesal. Por el contrario, a la víctima,
Ministerio Público y al juez, le es otorgado, por vía legal y
constitucional, su participación activa. Veamos:

La Corte Constitucional, mediante sentencia SU-479 de 2019,


definió los fines conexos anteriormente referenciados de la siguiente
forma:

“[L]a humanización de la actuación procesal y de la pena se ha


traducido en la disminución del rigor de la pena que se impone a través
del preacuerdo como resultado de la renuncia al juicio oral por parte del
imputado o acusado y de su colaboración con la justicia. Igualmente,
significa que el preacuerdo tiene el fin de otorgar un tratamiento más
benévolo a las partes, el cual se materializa en que se obtiene justicia y se
resuelven los conflictos sociales generados por el delito de forma más
rápida, sin que el procesado y la víctima deban afrontar las cargas de un
proceso penal.

Los preacuerdos también deben garantizar la activación de la


solución de los conflictos sociales que genera el delito, lo que significa que
les corresponde asegurar la imposición de una pena como consecuencia de
la condena al delincuente; de esta manera la sociedad recobra la
confianza en el Derecho, el Estado economiza costos humanos y
patrimoniales, al ofendido se le colma su interés de justicia y reparación
y, por su parte, el condenado asegura una rebaja en el monto de la pena.

Esta vía judicial también debe propiciar la reparación integral de los


perjuicios ocasionados con el injusto, lo cual no solo está en armonía con
el artículo 250 constitucional que consagra el deber del Fiscal General de
la Nación de tomar las medidas necesarias para hacer efectivos el
restablecimiento del derecho y la indemnización de los perjuicios
ocasionados por el delito, sino también con el artículo 349 del C.P.P. que
condiciona la celebración de los preacuerdos a la restitución del incremento
patrimonial obtenido con el delito, como se indicó con anterioridad.

Por último, el preacuerdo tiene el fin de lograr la participación del


imputado en la definición de su caso, es decir, de que el procesado haga
parte de la construcción de la verdad procesal y que, como resultado de su
colaboración, obtenga un tratamiento más favorable.”

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Ahora, el cumplimiento de las finalidades inherentes a las


negociaciones depende directamente, también, de la estricta
observancia, entre otros principios, a la verdad21 y a la justicia22, en
parte sustancial desarrollado por el artículo 10 de la Ley 906 de
200423. Lo anterior, en el entendido de no reconocer situaciones
jurídicas alejadas de la realidad con un objetivo diferente al monto de
la pena, aspecto que ha sido amplia y pacíficamente desarrollado por
la jurisprudencia.

De hecho, en desarrollo del inciso 2º del artículo 348, mediante


los preacuerdos y las negociaciones se cumplen las finalidades de
prevención general y prevención especial de la sanción penal, que la
política criminal ha diseñado para la realización del Derecho Penal en
el Estado Social y Democrático de Derecho, sin perjuicio de los últimos
incisos del artículo del artículo 351.

En suma, esta institución jurídica de terminación anticipada del


proceso penal se rige, inevitablemente, por criterios objetivos de índole
legal y, por supuesto, principios rectores constitucionales, en
observancia del Estado Social y Democrático de Derecho.

Así, para analizar si el preacuerdo realizado por la Fiscalía y el


acusado, en el caso concreto, cumple los requisitos constitucionales y
legales referenciados, instituidos en el artículo 348 de la Ley 906 de
2004, desarrollaremos la discrecionalidad reglada que rige los actos
negociales.

21 Crf. CSJ SP 15 oct. de 2014, rad. 42184.


22 Crf. Corte Constitucional SU- 479 de 2019; C-1195 de 2005. En esta última, el órgano de cierre
constitucional estableció que “el juez sólo puede imponer condena al imputado cuando establezca con
certeza estos elementos estructurales del delito. En caso contrario, quebrantaría el principio
constitucional de legalidad de la función pública y las normas legales pertinentes (…)”.
23 Artículo 10, CPP. “La actuación procesal se desarrollará teniendo en cuenta el respeto a los derechos

fundamentales de las personas que intervienen en ella y la necesidad de lograr la eficacia del ejercicio
de justicia. En ella los funcionarios judiciales harán prevalecer el derecho sustancial”

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1.2. Discrecionalidad reglada.

En efecto, la Corte Constitucional ha sostenido que la Fiscalía


cuenta con una facultad discrecional que la ley y la constitución le
confiere, sin que ello implique que se trate de poderes arbitrarios e
ilimitados para negociar. En particular, el órgano de cierre
constitucional señaló que:

“Las autoridades judiciales, como todas en un Estado democrático,


se hallan regidas por el principio de legalidad y, si bien la justicia
consensual rodea al Fiscal de una serie de competencias discrecionales,
con el fin de terminar anticipadamente los procesos, en pro de una justicia
célere y eficiente, ello no puede llegar al extremo de entender que un
acuerdo para una sentencia anticipada puede lograrse “a cualquier costo”
o de “cualquier manera”, esto es, de manera arbitraria (no discrecional-
reglada) y con el solo fin de llegar a cualquier resultado que finiquite la
actuación, sobrepasando los claros fines del instituto procesal de los
preacuerdos –entre ellos aprestigiar la justicia. De suerte que “aprestigiar
la justicia” no es apenas un desiderátum del Fiscal en el caso concreto sino
una auténtica regla jurídica imperativa aplicable en todos los eventos. De
este modo, si las autoridades no atienden los límites previstos para el uso
de este mecanismo, no sólo sus actos pueden perder sus efectos sino que,
además, pueden comprometer su responsabilidad penal y disciplinaria.”24
(subrayado del Tribunal)

Conforme con esa disposición, el titular de la acción penal tiene


una potestad discrecional sometida a control judicial. Ciertamente, el
artículo 351 establece que “los preacuerdos celebrados entre fiscalía y
acusado obligan al juez de conocimiento, salvo que ellos desconozcan o
quebranten garantías fundamentales”. La función del juez, entonces,
no es ejercer como un simple “notario” que da fe de la voluntad de los
intervinientes: no está en la obligación, en todos los casos, de impartir
legalidad al acto negocial de las partes como si fuese un “simple
observador”25. Por el contrario, el funcionario judicial es el principal
llamado a custodiar los fines legales y constitucionales del acto
dispositivo. Esta regla no es, como se suele afirmar irreflexivamente,

24 Corte Constitucional, sentencia SU- 479 de 2019.


25 Crf. CSJ SP 19 oct. de 2006, rad. 25724.

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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

un invento del modelo patrio. Por el contrario, los controles son


frecuentes en otros sistemas de enjuiciamiento e, incluso, en ciertos
casos los acuerdos entre Fiscalía y defensa sobre la pena a imponer
no pasan de ser recomendaciones escasamente vinculantes para los
jueces26.

En el caso colombiano, la discrecionalidad reglada, amplia y


pacíficamente desarrollada por la Corte Suprema de Justicia,
determina, entre otras cosas, que la calificación jurídica que hace la
Fiscalía esté condicionada por el respeto del principio de legalidad y a
las circunstancias fácticas y jurídicas en el que acaecieron los hechos.
Tema en particular que fue tratado, por ejemplo, en decisión CSJ SP
24 jun. de 2020, rad. 52227:

“En suma, aunque es claro que los fiscales deben tener un margen
de maniobrabilidad para la concesión de beneficios en el contexto de los
acuerdos, también lo es que el ordenamiento jurídico establece una serie
de parámetros para la definición de los mismos, orientados a que estas
formas de terminación de la acción penal no afecten el prestigio de la
administración de justicia y, en general, se ajusten al marco constitucional
y legal. Entre ellos cabe destacar: (i) el momento de la actuación en el que
se realiza el acuerdo; (ii) el daño infligido a las víctimas y la reparación del
mismo, (iii) el arrepentimiento del procesado, lo que incluye su actitud
frente a los beneficios económicos y de todo orden derivados del delito; (iv)
su colaboración para el esclarecimiento de los hechos, y (iv) el suministro
de información para lograr el procesamiento de otros autores o partícipes”.

Por lo tanto, considera la Sala, el ejercicio del funcionario judicial


debe utilizar moduladamente el principio de legalidad; moderado, a la
vez, por los principios de necesidad, ponderación y corrección, como
de manera expresa lo señala el artículo 27 del Código de Procedimiento

26Sobre el tema, en el sistema federal de Estados Unidos, puede verse Bergman Paul y Berman Sara,
The Criminal law handbook, Nolo, 11ª edición, Berkeley, 2009, p. 441. En el Distrito de Columbia,
District of Columbia, Criminal law and procedure annotated, Lexis Nexis, Charlottesville, 2010, p.
1309. En Puerto Rico: Chiesa Aponte Ernesto, Derecho procesal penal de Puerto Rico y Estados Unidos,
Forum, volumen III, Bogotá, 1995, p. 213; así como Batista Ortiz Elpidio, El abogado defensor
puertorriqueño. Situm Ediciones, San Juan, 2015, p. 231. En Alemania, Roxin Claus y Schünemann
Bernd, Strafverfahrens-recht, CH Beck, edición 29, Múnich, 2017, p. 370.

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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

Penal. Sin que ello signifique, por supuesto, el abandono al principio


de legalidad y análisis de la discrecionalidad reglada que rige la
actuación de parte.

En general, los actos de negociación tienen límites puntuales y


objetivos en el ordenamiento jurídico, ya sea por la prohibición en
relación a la negociación de los hechos o la materialidad de la
conducta, o por los límites punitivos de la rebaja convenida,
incluyendo aquellos referidos a la etapa procesal. Además, los
preacuerdos deben ajustarse, como ya fue expuesto, a los fines
señalados en el artículo 348 del Código de Procedimiento Penal, que,
sin desconocimiento de las garantías fundamentales de las partes e
intervinientes, se fundamente en una prueba mínima que sustente la
ilicitud, autoría y responsabilidad del procesado27.

Caso concreto.

Sea lo primero señalar que la naturaleza del preacuerdo


realizado entre la Fiscalía y ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO es
ajustado a las directrices jurisprudenciales, en relación al objeto de
negociación: aceptar la responsabilidad por el ilícito de homicidio
agravado tentado a cambio de la concesión de una rebaja cuantificada
en un tercio de la pena imponible. En este caso, lo único que fue objeto
de transacción jurídica fue el beneficio, ya que la calificación de la
conducta permaneció incólume.

Ahora bien, el artículo 348 del mismo código prevé, como


finalidad del acto negocial, propiciar la reparación integral de los
perjuicios ocasionados con el injusto. Al respecto, la Sala reconoce
que, en el derecho procesal contemporáneo, la consideración de la

27 CSJ SP 24 jun. de 2020, rad. 52227

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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

víctima y su protección ha empezado a tomar un rol protagónico, no


solo en Colombia, sino a nivel global28. Así, es al proceso penal que le
compete satisfacer los propósitos del perjudicado, al punto de
devolverle, cuando sea factible, a la situación previa a la agresión,
diseñándose para ello diferentes institutos, entre ellos, el de la
reparación integral, tal como lo prevé el literal C, del artículo 11 de la
Ley 906 de 2004.

Conforme a lo expuesto, la ley procesal condiciona la


procedencia de rebaja por aceptación de cargos en aquellos eventos en
que el autor del delito hubiese obtenido incremento patrimonial
producto del mismo, a que se reintegre, por lo menos, el cincuenta por
ciento del valor equivalente al incremento obtenido y se garantice el
recaudo del remanente.

La idea subyacente, al condicionar la procedencia del


preacuerdo, radica en evitar que el delito sea fuente de riqueza. Ya
algo había señalado la Corte Constitucional, precisamente, al revisar
la coherencia del artículo 349 mencionado con la Carta Política, tal
como se ve en sentencia C-059/10.

Sobre el particular, la Corte Constitucional señaló que, en los


casos en los cuales el sujeto activo no hubiese obtenido un incremento
patrimonial fruto del mismo, “el margen de discrecionalidad con que
cuentan fiscal y defensa para celebrar acuerdos será mucho mayor, que
no limitado tampoco”. En este sentido, la finalidad del artículo 349 del
Código de Procedimiento Penal es palpable: evitar que, mediante la
justicia premial, en específico los preacuerdos —y el allanamiento a
cargos, como ha sido desarrollado por la jurisprudencia—, los sujetos
activos que hayan obtenido incrementos patrimoniales derivados del

28 Al respecto, puede verse la Resolución 4034 de 1985 de la Naciones Unidas, mandato que solo vino
a tenerse en cuenta en nuestro país por la Corte Constitucional a partir de las sentencias SU-1184/01
y C-228/02.

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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

delito logren obtener beneficios punitivos sin haber reintegrado,


previamente, al menos la mitad del incremento percibido. En esa
oportunidad, la Corte Constitucional concluyó que:

“En este orden de ideas, la norma acusada, antes que buscar como
fin principal la reparación de las víctimas de los delitos económicos, lo que
realmente pretende es evitar que quienes han obtenido provecho económico
mediante la comisión de delitos, puedan recurrir a los instrumentos
procesales de la justicia negociada para obtener generosos beneficios
punitivos, sin comprometer sus fortunas ilegales.”

Así, no debe equipararse la reparación de las víctimas con el


requisito de que trata el artículo 349 del Código de Procedimiento
Penal. Aparece claro que el incidente de reparación integral tiene por
objeto primordial “lograr el acuerdo del declarado penalmente
responsable y de la víctima sobre los daños de todo orden causados
con la conducta punible”29. En consecuencia, el reintegro de que trata
el artículo 349 y la reparación integral de la víctima no pueden
confundirse.

Conforme con lo expuesto, no quiere decir que la terminación


anticipada del proceso por negociación entre las partes eche de menos
los intereses de la víctima. Precisamente, es imprescindible que el
sujeto pasivo sea informado del preacuerdo, con el objeto de que
pueda estructurar una intervención activa ante el juez de
conocimiento cuando el preacuerdo sea sometido a su aprobación, lo
cual viene impuesto por el principio rector establecido en los literales
a, d, e y g del artículo 11 del Código de Procedimiento Penal. Frente a
la finalidad particular de propiciar la reparación integral de los
perjuicios ocasionados con el injusto, la Corte Constitucional manifestó
lo siguiente:

“En toda negociación, los derechos de las víctimas deben ser


garantizados. Como se ha indicado, la jurisprudencia constitucional ha

29 CSJ SP 10 may. de 2010, rad. 25248.

19
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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

indicado que los procesos de justicia negociada no pueden ser ajenos a la


satisfacción de los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la
reparación, lo cual significa que el juez que los apruebe deberá escucharlas
y tomar en consideración sus derechos. De tal suerte que la norma
acusada no puede ser entendida como un mecanismo encaminado a
privilegiar a unas víctimas sobre otras, por cuanto, en cualquier
negociación que se realice entre la Fiscalía y la defensa, aquéllas deberán
ser escuchadas.”

Así mismo, preservada la intervención de la víctima en los términos


de esta sentencia, aún retiene la potestad de aceptar las reparaciones
efectivas que puedan resultar de los preacuerdos entre fiscal e imputado
o acusado, o rehusarlas y acudir a otras vías judiciales (Art.351. inciso 6°);
así mismo conserva la potestad de impugnar la sentencia proferida de
manera anticipada (Arts. 20 y 176), y promover, en su oportunidad, el
incidente de reparación integral (Art. 102).”30

De tal suerte que “la intención de reparación (…) y garantías de


indemnización” a la víctima, aspecto que tomó en cuenta el juez de
primer grado, no puede equipararse con la obligación contenida en el
artículo 349 del Código de Procedimiento Penal para la procedencia
del acto dispositivo.

En el presente evento, la Fiscalía acusó a ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA


FAJARDO como autor del delito de homicidio agravado (numerales 4 y
7, artículo 104 CPP) tentado (artículo 27 CPP). En particular, las
circunstancias de agravación acusadas fueron motivo abyecto y
aprovechándose de la situación de indefensión.

En opinión de la Sala, la forma en que aparece redactada la


cláusula restrictiva del artículo 349, permite concluir que hay delitos
que, a pesar de no estar comprendidos como eminentemente
patrimoniales, son fuente de riqueza. Así, peculado, narcotráfico,
lavado de activos, entre otros, generan incrementos patrimoniales
derivados de actividades ilícitas.

30 Corte Constitucional, sentencia SU- 479 de 2019.

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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

Se trata, entonces, del sentido lógico de la norma referida. Así,


el artículo 349 del Código de Procedimiento Penal se refiere a los casos
en los que el “el sujeto activo de la conducta punible” haya obtenido
algún incremento patrimonial “fruto del mismo”. Al margen de la
imprecisión sintáctica de la oración, lo cierto es que, por mandato
legal, hay que evaluar cuál “conducta punible”, en particular, es la que
produce —la que genera— frutos, de naturaleza patrimonial.

En ese sentido, hay delitos cuya estructura típica no implica


necesariamente la obtención de un incremento patrimonial para el
agente, pero generan, en realidad, un aquel aumento. Pero hay otros
que no necesariamente conducen a este fin.

Por lo cual, el delito de homicidio en las circunstancias descritas


conforme el agravante imputado, ni en su estructura, ni en su
finalidad, necesariamente, resulta relevante el componente
económico. De tal suerte que, el hecho de matar a otro configura la
tipicidad de la conducta y, en este caso, jamás se ha hablado, por
ejemplo, de precio o promesa remuneratoria.

Un argumento adicional, en ese sentido, es que, si el legislador


hubiese querido extender la restricción a delitos diferentes a los que
producen frutos patrimoniales, lo habría dicho con claridad. Así lo
hizo, por ejemplo, al regular las prohibiciones de rebaja de pena
“cuando se trate de delitos de terrorismo, financiación de terrorismo,
secuestro extorsivo, extorsión y conexos”. Pero acá no lo hizo, por lo
tanto, no es aplicable la restricción de que trata el artículo 349 en el
caso concreto.

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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

En consecuencia, observa la Sala, el preacuerdo suscrito entre


la Fiscalía y ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO no vulneró los principios
y fines del acto negocial, en lo atinente a la víctima.

Por otro lado, el Juzgado Segundo Penal del Circuito Transitorio


de Bogotá, en el auto objeto de apelación tuvo en cuenta como
requisitos para no impartir legalidad al acto negocial, entre otras
cosas, el arrepentimiento del procesado y su actitud frente a “los
beneficios de todo orden derivados del delito”31, y su colaboración para
el esclarecimiento de los hechos.

La Sala considera que el arrepentimiento del procesado y las


actitudes frente a los beneficios derivados del injusto —aspectos que
tomó en cuenta el despacho de primer grado—, más allá de las
problemáticas que en la práctica pueda generar, ni la colaboración
para el esclarecimiento de los hechos, son, en sentido estricto,
requisitos que la ley exija para la procedencia de los preacuerdos.
Precisamente, las finalidades que la ley señala a los preacuerdos y
negociaciones entre Fiscalía y el procesado tienen como misión
esencial justificar y legitimar el acto de negociación, que, entre otras
cosas, debe ajustarse, además de a lo previsto en el artículo 348 de la
norma procesal penal, a los principios político-criminales y
constitucionales que le son inherentes.

Es cierto que la colaboración con la justicia puede (y debería) ser


incluida como parte de los preacuerdos. De hecho, la Directiva 01 de
2006 establece que el criterio para la definición de las concesiones a
otorgar debe tener en cuenta, entre otros, su actitud para el
esclarecimiento de hechos conexos. Sin embargo, este es un mandato
de optimización para la Fiscalía. Por lo que su inobservancia en
manera alguna puede condicionar la aprobación de un acuerdo. Eso,

31Auto de 8 de abril de 2022, Juzgado Segundo Penal del Circuito Transitorio de Bogotá. Expediente
digital.

22
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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

claro está, no debería eximir al fiscal de brindar a la sociedad una


argumentación soportada de cómo llegó a la rebaja a conceder, la pena
que ha individualizado o los incrementos punitivos, pues así lo
establecen los artículos 59 y 31 del Código Penal. Pero esta
argumentación no es controlable por el juez: hace parte de la
discrecionalidad que tiene, dentro de los ámbitos de movilidad
legalmente establecidos, la Fiscalía.

Tampoco resulta proporcional exigir, para aprobar el preacuerdo


objeto de debate, la concurrencia de “otras medidas que pudieran ser
reparadoras, tales como, declaraciones públicas de arrepentimiento,
participación en procesos psicosociales y de trabajo social” 32. De tal
suerte que, si bien se trata de elementos relevantes para la
determinación del arrepentimiento del procesado, no resultan
plenamente exigibles, de acuerdo con el artículo 348 de la Ley 906 de
2004.

En suma, el juez de primer grado tomó en consideración


requisitos que no están establecidos expresamente por el legislador
para los preacuerdos.

Ahora bien, procede la Sala a pronunciarse en relación al


cantidad de la pena otorgado en el acto negocial, que, para el juez de
primera instancia, resulta desproporcional, entre otras cosas, por la
captura en flagrancia. Veamos:

1.3. La determinación de la rebaja de la pena en preacuerdos


entre Fiscalía y procesado, en casos de flagrancia

En primer lugar, el artículo 352 de la Ley 906 de 2004 prevé que,


en los preacuerdos celebrados entre las partes, desde la presentación

32Auto de 8 de abril de 2022, Juzgado Segundo Penal del Circuito Transitorio de Bogotá. Expediente
digital.

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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

de la acusación y hasta cuando sea interrogado el acusado sobre la


aceptación de su responsabilidad en audiencia de juicio oral, la pena
imponible se reducirá hasta una tercera parte; en efecto, la disposición
normativa señala:

“Presentada la acusación y hasta el momento en que sea


interrogado el acusado al inicio del juicio oral sobre la aceptación de su
responsabilidad, el fiscal y el acusado podrán realizar preacuerdos en los
términos previstos en el artículo anterior.

Cuando los preacuerdos se realizaren en este ámbito procesal, la


pena imponible se reducirá en una tercera parte”

Esta asimilación, en relación a la oportunidad en que los sujetos


procesales están legitimados para realizar el preacuerdo, ha sido de
reciente revisión. Sobre el particular, ya la Corte Constitucional, en la
sentencia SU-479/19, hizo importantes reflexiones.

En esa ocasión, con fundamento en el artículo 350 y 352 de la


norma procesal penal, la Corte Constitucional concluyó que eran tres
los momentos procesales en que puede surtirse este tipo de
negociación. A saber, (i) desde antes de la audiencia de formulación
de imputación y hasta antes de ser presentado el escrito de acusación;
(ii) una vez presentada la acusación, hasta el momento en que sea
interrogado el acusado al inicio del juicio oral y; (iii) instalado el juicio
oral, una vez el acusado es interrogado sobre la aceptación de su
responsabilidad.

Con estos límites, es apenas obvio que el preacuerdo no pueda


ser utilizado para conceder beneficios desproporcionados. Por el
contrario, en el ordenamiento jurídico: “subyace un parámetro objetivo
para establecer el monto de la rebaja punitiva, según el cual la misma debe ser
mayor cuando la decisión del procesado de optar por la terminación anticipada
de la actuación entraña menos desgaste para el Estado”33,

33 CSJ SP jun. 24 de 2020. rad. 52227.

24
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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

En efecto, la temporalidad procesal en que la Fiscalía y el


implicado —imputado o acusado— lleguen a un acuerdo, determinará
el monto máximo de la reducción de la pena, siempre en respeto del
principio de proporcionalidad y legalidad. Para efectos del caso bajo
estudio, el preacuerdo fue verbalizado el 10 de febrero de 2022, fecha
en la que, originalmente, se iba a llevar a cabo la audiencia
preparatoria. De allí, que la reducción máxima de la pena, en
principio, sea un tercio de la sanción imponible por expresa remisión
legal.

No obstante, el Juzgado Segundo Penal del Circuito Transitorio


de Bogotá, además del argumento relativo a propiciar la reparación
integral de los perjuicios ocasionados con el injusto, presentó otro
silogismo trascendente: si el procesado hubiese aceptado cargos en la
audiencia preparatoria, momento procesal en el que se produjo el
preacuerdo, recibiría una rebaja de la tercera parte, disminuida en un
cuarto debido a la captura en flagrancia. De tal suerte que, para el
juzgado, se haría acreedor de “una sanción física de 187 meses de
prisión. No obstante, en virtud del preacuerdo recibiría 133 meses y 10
días de prisión, lo que constituye un 28.7% más de los beneficios que
recibiría con una aceptación voluntaria de cargos (cerca de un tercio
más).”

La censura gira en torno al monto de la pena atribuido en el


preacuerdo suscrito por la Fiscalía y ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO.
En particular, en el convenio se pactó que, a cambio de que el acusado
aceptase los cargos, le sería aplicable una rebaja punitiva de una
tercera parte de la pena. La titular del despacho de primer grado adujo
desproporcional lo convenido, especialmente, por razón de la captura
en flagrancia en el caso concreto; la interpretación del artículo 27 del

25
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Código Penal realizada por la Fiscalía y la ubicación de la pena


imponible en el primer cuarto del ámbito punitivo de movilidad.

Pues bien, le asiste razón al despacho de primer grado en determinar


que, de acuerdo al artículo 57 de la Ley 1453 de 2011, las personas
capturadas en situación de flagrancia solo podrán tener una cuarta
parte de la rebaja de pena por aceptación de cargos, de la que
correspondería según la etapa procesal. Sobre el particular, la Corte
Constitucional, mediante sentencia SU-479 de 2010, hizo una
mención tangencial sobre la relación entre el quantum punitivo y la
situación de flagrancia. Lo propio puede verse en algunas decisiones
de la Corte Suprema de Justicia34.

En otras ocasiones, el órgano de cierre de la jurisdicción penal


ha examinado la aplicación del parágrafo del artículo 539 del Código
de Procedimiento Penal, en lugar del parágrafo del artículo 301 de la
misma codificación35. El análisis desarrollado ha involucrado el
principio de favorabilidad. Veamos:

Desde la decisión CSJ AP 5 dic. de 2018, rad. 52535 (reiterado


en CSJ AP 27 ago. de 2019, rad. 55476), la Sala de Casación Penal de
la Corte Suprema de Justicia ha explicado que:

“Conforme al parágrafo del artículo 539 de la Ley 906 de 2004,


adicionado por la Ley 1826 de 2017, las rebajas conferidas por el
allanamiento a los cargos, no aplican para delitos distintos de los enlistado
en la misma, que fija como excepción en el parágrafo del artículo 16, las
prohibiciones previstas en la ley, referidas a la naturaleza del delito.

Así mismo, la Corte encuentra necesario precisar que remitidos a los


antecedentes de la Ley 1826, los criterios teleológicos que la informaron,
así como a las razones de política criminal que le dieron origen, según ya

34 Sobre flagrancia y preacuerdos, véase: CSJ SP 13 feb. de 2019, rad. 47675; CSJ SP 24 feb. de
2016, rad. 45736; CSJ AP 5 dic. de 2018, rad. 52303.
35 Crf. CSJ AP 9 jun. de 2021, rad. 56793; CSJ SP 14 ago. de 2019, rad. 51776; CSJ AP 30 sep. de

2020, rad. 56935.

26
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se dejó visto, lo abreviado del procedimiento y los beneficios sustanciales


derivados de su aplicación, especialmente en materia de justicia premial,
se explican por la naturaleza de las conductas punibles que, en opinión
razonable del legislador, dentro de la libertad de configuración que se le
confiere, representan una gravedad menguada, criterio diferenciador, que
justifica el trato más benigno, así como la no inclusión en su ámbito de
cobertura de otros delitos, haciendo selección de las primeras para someter
su investigación y juzgamiento al procedimiento especial.

Esa realidad mencionada desautoriza cobijar por virtud del principio


de favorabilidad los delitos que no hacen parte del plexo limitado por la
Ley 1826, amén de que al relacionar el contenido de los artículos 539 y
534, en cuanto se refieren a los hechos regidos por la norma, en el ámbito
procesal y sustancial, es inequívoco que convergen exclusivamente al
listado de las conductas punibles ya enunciadas, por los motivos a los
cuales se viene haciendo referencia.”

Ahora bien, la Sala observa que, en ocasiones, aplicar las


normas del allanamiento a cargos del procedimiento ordinario de la
Ley 906 de 2004, que configura el límite de la tasación punitiva de las
rebajas por preacuerdo como ya fue referenciado, se materializa en un
trato desigual, a diferencia de lo reglado para el procedimiento
abreviado, que, con fundamento en los artículos 538, 539, 542 y 544
de la ley procesal penal, al parecer, la situación de flagrancia no resulta
un aspecto relevante para acceder a los beneficios establecidos por la
ley para el allanamiento —y para los preacuerdos—.

De tal suerte que, es necesario hacer dos reflexiones. Por un


lado, buena parte de las decisiones que se han ocupado del tema son
autos (AP), por lo que aún se puede avanzar en el análisis del tema,
en los términos de la sentencia C-836/01 de la Corte Constitucional.
De otra parte, es importante señalar que en ellas se han ocupado de
forma relevante del principio de favorabilidad, criterio que
evidentemente no puede servir para dejar de aplicar lo establecido en
el artículo 57 de la Ley 1453 de 2011, pues no es una cuestión de
aplicación de la ley en el tiempo.

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Por el contrario, se trata de una situación de trato


discriminatorio entre dos personas acusadas, cuyo único criterio es el
tipo de proceso adjudicado por el legislador. En consecuencia, esta
Sala procederá a realizar un test de igualdad entre lo reglado en el
parágrafo del artículo 301 de la Ley 906 de 2004, modificado por el
artículo 57 de la Ley 1453 de 2011, y el parágrafo del artículo 539 del
mismo código, adicionado por el artículo 16 de la Ley 1826 de 2017.
Lo anterior, con el único objetivo de verificar si lo reglado en el
procedimiento especial abreviado, en relación a la aprehensión y la
justicia premial es extensivo al procedimiento ordinario. Analicémoslo:

Sobre el juicio integrado de igualdad.

En primer lugar, de conformidad con la Corte Constitucional, el


test de igualdad o juicio integrado de igualdad se compone de dos
etapas de análisis. Sobre el particular, en la sentencia C-104 de 2016
se individualizó lo siguiente:

“(i) se establece el criterio de comparación, patrón de igualdad o


tertium comparationis, es decir, se precisa si los supuestos de hecho son
susceptibles de compararse y si se confrontan sujetos o situaciones de la
misma naturaleza. En esta parte, asimismo, (ii) se define si en el plano
fáctico y en el plano jurídico existe un trato desigual entre iguales o igual
entre desiguales. Una vez establecida (iii) la diferencia de trato entre
situaciones o personas que resulten comparables, se procede, como
segunda parte de este juicio, a determinar si dicha diferencia está
constitucionalmente justificada, esto es, si los supuestos objeto de análisis
ameritan un trato diferente a partir de los mandatos consagrados en la
Constitución Política. Este examen consiste en valorar los motivos y
razones que fueron expresados para sustentar la medida estudiada y para
obtener la finalidad pretendida. Para tal efecto y como metodología se
analizan tres aspectos: (a) el fin buscado por la medida, (b) el medio
empleado y (c) la relación entre el medio y el fin.”

De esta forma, el órgano de cierre de la jurisdicción


constitucional ha diferenciado diferentes grados, según el nivel de
intensidad aplicable al juicio integrado de igualdad. Entre ellos, se

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resalta el test estricto de igualdad, aplicable al caso bajo estudio. Para


tal efecto, en la misma decisión se refirió que:

“La aplicación de un test estricto, como la más significativa


excepción a la regla, tiene aplicación cuando está de por medio el uso de
un criterio sospechoso, a los cuales alude el artículo 13 de la Constitución,
o cuando la medida recae en personas que están en condiciones de
debilidad manifiesta, o que pertenecen a grupos marginados o
discriminados. También se ha utilizado cuando la diferenciación afecta de
manera grave, prima facie, el goce de un derecho fundamental. Este test
ha sido categorizado como el más exigente, ya que busca establecer “si el
fin es legítimo, importante e imperioso y si el medio es legítimo, adecuado
y necesario, es decir, si no puede ser remplazado por otro menos lesivo.
Este test incluye un cuarto aspecto de análisis, referente a “si los
beneficios de adoptar la medida exceden claramente las restricciones
impuestas sobre otros principios y valores constitucionales”.

Teniendo en cuenta lo anterior, el primer elemento ha de


orientarse a establecer si los supuestos de hecho son susceptibles de
compararse y si se confrontan sujetos o situaciones de la misma
naturaleza. En el asunto bajo examen, la Sala observa que el mismo
se encuentra en que tanto el sujeto activo en un procedimiento
ordinario y aquel en un procedimiento especial abreviado fueron
capturados en flagrancia. En efecto, el artículo 301 del Código de
Procedimiento Penal definió la situación de flagrancia de la siguiente
forma:

“Se entiende que hay flagrancia cuando: 1. La persona es


sorprendida y aprehendida durante la comisión del delito. 2. La persona
es sorprendida o individualizada durante la comisión del delito y
aprehendida inmediatamente después por persecución o cuando fuere
señalado por la víctima u otra persona como autor o cómplice del delito
inmediatamente después de su perpetración. 3. La persona es sorprendida
y capturada con objetos, instrumentos o huellas, de los cuales aparezca
fundadamente que acaba de cometer un delito o de haber participado en
él. 4. La persona es sorprendida o individualizada en la comisión de un
delito en un sitio abierto al público a través de la grabación de un
dispositivo de video y aprehendida inmediatamente después. La misma
regla operará si la grabación del dispositivo de video se realiza en un lugar
privado con consentimiento de la persona o personas que residan en el
mismo. 5. La persona se encuentre en un vehículo utilizado momentos

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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

antes para huir del lugar de la comisión de un delito, salvo que aparezca
fundadamente que el sujeto no tenga conocimiento de la conducta
punible.”

Sin asomo de duda, la circunstancia que define la similitud de


los sujetos y las circunstancias es la flagrancia, sin perder de vista
que la naturaleza del ilícito pueda alternar entre un caso y otro. Sin
embargo, la Sala considera que este aspecto no es lo suficientemente
relevante para segregar este juicio integrado de igualdad, como quiera
que, si bien la norma procesal penal define una lista taxativa de
conductas punibles admisibles al procedimiento especial abreviado, la
circunstancia definitoria es la situación en la que los sujetos fueron
aprehendidos, tal como se desprende del texto del parágrafo del
artículo 301 del Código de Procedimiento Penal y, por otro lado, del
parágrafo del artículo 539 del mismo código.

En efecto, indistintamente del injusto endilgado, y sin perjuicio


de las prohibiciones legales aplicables, la consecuencia jurídica es
unívoca: la inalterabilidad del beneficio punitivo, en el caso de la Ley
1826 de 2017, y la disminución del mismo, en el procedimiento
ordinario.

Por lo tanto, no se evidencia una distinción en el procedimiento


de captura —situación— o los victimarios —sujetos—; en ambos
supuestos de hecho, a saber, la comisión de delitos querellables o
investigables de oficio, la persona es aprehendida y puesta a
disposición del juez para que evalúe la legalidad de la captura y la
procedencia de una medida de aseguramiento, sin perder de vista la
actuación que debe ejecutar el titular de la acción penal para esos
efectos.

Ahora bien, en desarrollo de lo expuesto, la Sala observa que el


análisis propuesto sitúa a dos sujetos, que, si bien se les atribuye un

30
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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

delito por el cual fueron capturados en situación de flagrancia,


circunstancia por la cual podría presentarse una relación de similitud
que daría lugar a exigir un trato semejante, también tienen diferencias
originadas en el proceso penal mismo que conduce a su distinción, a
saber, la naturaleza del procedimiento, cuyo origen se enmarca en el
delito cometido. No obstante, conforme con lo expuesto hasta ahora,
la Sala observa que son sujetos comparables.

De esta manera, es preciso determinar si deben recibir un trato


paritario o semejante, en caso de que sus similitudes sean más
relevantes que sus diferencias o si, por el contrario, cabe otorgar un
trato diferente, en el caso de que las segundas resulten más relevantes
que las primeras. En otras palabras, le compete a esta Corporación
examinar si la diferencia de trato está constitucionalmente justificada,
esto es, si la situación objeto de análisis (captura en flagrancia)
permite o no un trato diferente a partir de los mandatos consagrados
en la Constitución Política.

Para ello, como ya había sido anunciado, un examen inicial


conduciría a señalar que existe, al menos, un criterio de análisis que
permitiría inferir la necesidad de adelantar un test estricto, ya que la
diferenciación, en principio, afecta de manera grave el goce del derecho
fundamental a la libertad personal.

De esta forma, de conformidad con la Sentencia C-108 de 2017


de la Corte Constitucional, en virtud de los artículos 114 y 150 de la
Constitución Política, el Congreso de la República “dispone de la
potestad genérica de desarrollar los mandatos superiores a través de
la expedición de disposiciones legales, lo que incluye la facultad de
desarrollar las políticas públicas, entre ellas el diseño de la política
criminal del Estado”. Lo anterior, incluyendo la determinación de los
bienes jurídicos que merecen tutela penal, la naturaleza y el monto de

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las sanciones. En este orden de ideas, aquella potestad configurativa


se fundamenta en la necesidad de que la respuesta penal esté
precedida de una amplia discusión colectiva y democrática36.

Sin embargo, la libertad configurativa del legislador en materia


penal no es ilimitada, toda vez que, en un Estado Social y Democrático
de Derecho, se encuentran excluidos los poderes absolutos37 en virtud
de la supremacía de los derechos y principios constitucionales. En este
sentido, el legislador penal debe propender por la realización de los
fines esenciales del Estado como son los de garantizar la efectividad
de los principios, derechos y deberes constitucionales, y asegurar la
convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo38.

De igual manera, las limitaciones de la libertad configurativa


radican en los imperativos relacionados a los derechos fundamentales
consignados en la Carta Magna, el principio de legalidad, los tratados
internacionales contentivos de derechos humanos que hagan parte del
Bloque de Constitucionalidad y el respeto por los principios de
razonabilidad y proporcionalidad39.

De tal suerte que, teniendo en cuenta este contexto normativo


relacionado con los límites del legislador en la creación de normas de
carácter penal, es notorio que “los límites a la libertad personal sólo
pueden operar conforme la estricta legalidad que semejante limitación
implica”40.

Como argumento adicional, además de la vulneración, en


principio, del derecho fundamental a la libertad personal, el test
estricto es procedente por la calidad de los individuos en comparación,

36 Corte Constitucional, Sentencia C-108 de 2017.


37 Ibidem.
38 Ibidem.
39 Ibidem.
40 Corte Constitucional, sentencia C-303 de 2019.

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que, en el momento en que son privadas del derecho de su posibilidad


de locomoción (entre otros derechos, como el de comunicarse o de
tener una familia), adquieren la calidad de sujetos en situación de
indefensión o debilidad manifiesta41.

En efecto, si las consecuencias negativas del aprisionamiento


son directamente proporcionales al tiempo en prisión 42, aspecto que
legítima, además, la reinserción social o resocialización como fin de la
pena, el trato distintivo entre una u otra situación, en el caso concreto,
es preciso acoger, reiteramos, el test estricto de igualdad.

Entonces, en desarrollo del segundo elemento que debe ser


objeto de análisis, a saber, si en el plano fáctico y en el plano jurídico
existe un trato desigual entre iguales o igual entre desiguales.

En el asunto que conoce la Sala, como ya ha sido desarrollado,


se trata de personas iguales que en el plano jurídico existe un trato
desigual. En otras palabras, dos sujetos a los que se les endilga un
ilícito y que fueron aprehendidos en situación de flagrancia, tienen
disímiles consecuencias en el quantum punitivo en caso de
allanamiento y negociación. En efecto, las dos normas analizadas
establecen lo siguiente:

“Artículo 301. PARÁGRAFO. La persona que incurra en las causales


anteriores (flagrancia) sólo tendrá ¼ del beneficio de que trata el artículo
351 de la Ley 906 de 2004.”

“Artículo 539. PARÁGRAFO. Las rebajas contempladas en este


artículo también se aplicarán en los casos de flagrancia, salvo las
prohibiciones previstas en la ley, referidas a la naturaleza del delito.”

41 Crf. Corte Constitucional, sentencias T-311 de 2019, T-259 de 2020, T-260 de 2019, T-034 de
2022, entre otras tantas.
42 Crf. Corte Constitucional, sentencias T-153 de 1998, T-338 de 2013, T-762 de 2015, entre otras.

33
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De esta manera, la Ley 1826 de 2017 establece un beneficio


mayor al disponer un descuento de la mitad, la tercera o la sexta
parte, dependiendo de la etapa procesal en que se encuentre, sin
tener en cuenta la situación de flagrancia, sino, más bien, la
naturaleza del delito.

Ahora bien, procede esta Corporación, en desarrollo del tercer


elemento, a averiguar si la diferencia de trato (materializada
fundamentalmente en la naturaleza del injusto) está
constitucionalmente justificada, es decir, si las situaciones objeto de
comparación ameritan un trato diferente desde la Constitución. Para
esos efectos, se delimitará (i) el fin buscado por la medida, (ii) el medio
empleado, y (iii) la relación entre el medio y el fin. Además, se tendrán
en cuenta las reglas jurisprudenciales en relación al test estricto, el
cual incluye, además, (i) si el fin es legítimo, importante e imperioso,
y además, (ii) si el medio es legítimo, adecuado y necesario.

Como se ha visto hasta ahora, la Corte Constitucional, mediante


sentencia SU-479 de 2019, insinuó que “esta disposición (par. 301
CPP) evidencia que el legislador consideró que la flagrancia no puede
ser premiada”. Así, en decisión T-091 de 2006, se concluyó que los
rangos de rebajas o beneficios establecidos por el legislador son
producto de un “criterio de política criminal”, que otorga un
tratamiento más benigno, que resulta ser directamente proporcional
al mayor ahorro para los recursos investigativos del Estado. Sobre el
particular, el órgano de cierre constitucional señaló que:

“Sin embargo, para determinar la favorabilidad en abstracto, es


preciso abordar el tema con una visión sistemática, y de conjunto de los
diferentes rangos de descuento punitivo que la nueva normatividad
establece, vinculando su magnitud a los estadios en que se produce el
allanamiento a los cargos: (i) una rebaja de hasta la mitad de la pena
imponible cuando el evento se produce en la audiencia de formulación de
la imputación (arts. 288.3 en c.c. con el 351); (ii) una rebaja de hasta una
tercera parte de la pena a imponer, cuando el mismo evento se produce en

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desarrollo de la audiencia preparatoria (art. 356); (iii) un descuento de una


sexta parte, cuando ocurre en el juicio oral (art. 367 inc. 2º). Cuanto más
distante se encuentre el proceso del juicio, el allanamiento genera un
mayor reconocimiento punitivo.”

En efecto, no sería razonable, atendiendo a los fines de la justicia


premial, prever el mismo descuento para quien acepte los cargos (o
medie un preacuerdo con la misma consecuencia) en la audiencia de
formulación de imputación, que para quien lo haga cuando el proceso
se encuentra más avanzado, como, por ejemplo, al inicio del juicio
oral.

Igualmente, la Corte Suprema de Justicia, mediante decisión


CSJ SP 29 jul. de 2008, rad. 27263 (reiterado en CSJ SP 9 dic. de
2010, rad. 30273; CSJ SP 9 dic. de 2010, rad. 29902; CSJ SP 16 jun.
de 2011, rad. 33754, entre otras), ha propuesto que la modificación
en el quantum punitivo del beneficio se fundamenta, además de los
argumentos relativos a la economía procesal en sentido estricto, “en
la medida en que –por regla general- de una situación de flagrancia
normalmente se derivan sin mayor dificultad los elementos de
convicción que permiten –así sea con agotamiento del trámite normal- el
proferimiento de un fallo condenatorio”.

El sentido adjudicado al artículo 301, modificado por el artículo


57 de la Ley 1453 de 2011, no es otro que la persona en flagrancia “no
aporta —per se— mayor colaboración a la sentencia condenatoria” 43.
Luego, “regularmente en estas condiciones, con aceptación de cargos o
sin ella, surge el mérito para condenar” 44. El órgano de cierre de la
jurisdicción penal, lo detalló así:

“Con el nuevo mecanismo se varió en la ley el esquema de las


rebajas o los parámetros para hacerlas efectivas frente a la captura en
flagrancia, porque antes -frente a la aceptación de cargos- entre más

43 CSJ SP 6 sep. de 2011, rad. 36502.


44 Ibidem.

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cercana o lejana a la imputación, la reducción era gradualmente mayor o


menor, para cambiarlo ahora, ya no por la gradualidad o avance en la
investigación o juzgamiento sino en virtud de una condición personal como
la flagrancia. Lo que impera ahora es esa consideración personal y no ya
una calificación cronológica procesal, que es lo que a la postre permite
diferenciar las rebajas ordinarias (hasta la ½, hasta la 1/3, 1/6). Un
panorama procesal como el establecido en la ley 1453/11, no hay duda,
encuentra cabida en el poder de configuración legislativo.”

Posteriormente, y aunque se alude a un análisis de igualdad,


parece que no se ofreció mayor desarrollo al respecto, en decisión CSJ
SP 11 jul. de 2012, rad. 38285, sentencia aclaratoria del fallo CSJ SP
6 sep. de 2011, rad. 36502, la Corte Suprema de Justicia desarrolló
otra finalidad del parágrafo del artículo 301 de la Ley 906 de 2004, a
saber:

“En lo atinente a la configuración normativa consagrada en la Ley


1453 de 2011, igualmente es claro que la iniciativa se soportó en eliminar
la impunidad, luchar contra la criminalidad organizada y el terrorismo, con
el fin de aumentar la efectividad del procedimiento, la extinción del dominio
y la responsabilidad juvenil, todo ello en procura de fortalecer la seguridad
ciudadana, uno de los objetivos centrales del Gobierno Nacional.”

“Mírese como la norma consulta específicamente los fines


consagrados en esa unidad normativa, esto es, la de luchar contra el
terrorismo, la criminalidad organizada y lo más importante, lograr la
efectividad del procedimiento, en cuanto al derecho material, sopesando
los bienes en conflicto y partiendo de la situación de flagrancia.”
(Subrayado por el Tribunal).

(…)

“Por tanto, contrario a lo expuesto por el defensor, el parágrafo


del artículo 301 de la Ley 906 de 2004, introducido con el artículo 57 de
la Ley 1453 de 2011, no vulnera el principio de igualdad, en lo atinente a
los beneficios punitivos consignados en la Ley 906 de 2004 frente a los
institutos en precedencia enunciados y para aquellos sujetos que no fueron
aprehendidos en flagrancia, pues en torno a ese tema no se puede predicar
que en ambas circunstancias las personas se encuentran en igualdad de
condiciones, pues no es lo mismo haber sido capturado en flagrancia que
ser ajeno a tal situación, por cuanto en el primero de los supuestos, surge
con mayor nitidez el compromiso penal por esa particularidad,
concluyéndose que el desgate del Estado, en orden a investigar la
infracción a la ley, es mucho menor cuando media flagrancia que cuando

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está ausente esa evidencia probatoria; de ahí que no resultaría equilibrado


otorgar el mismo beneficio punitivo si el allanamiento a cargos o el acuerdo
lo realiza un imputado descubierto en flagrante delito que cuando la
aceptación de culpabilidad tiene lugar sin que exista una situación de
tanto compromiso probatorio.”

Por otra parte, con un entendimiento parecido al de la Corte


Suprema de Justicia, la Corte Constitucional, mediante sentencia C-
645 de 2012, concluyó que, según el legislador, “los beneficios
punitivos no pueden ser equiparables entre el individuo sorprendido en
flagrancia y aquel que no lo es, cuando hay allanamiento o aceptación
de cargo y preacuerdos o negociaciones, toda vez que en el primer
evento el eventual desgaste de la administración de justicia en principio
resultaría siendo menor.”. Hay que precisar que esta sentencia es
anterior a la Ley 1826 de 2017, por lo que no se ocupó,
específicamente, del trato discriminatorio entre dos personas
capturadas en flagrancia, solo por el tipo de proceso que le
correspondió.

Visto todo lo anterior, en particular las múltiples


interpretaciones que se desprenden del texto en análisis realizado por
la Corte Constitucional y la Corte Suprema de Justicia, desde una
interpretación teleológica del precitado cuerpo normativo, en la
exposición de motivos del Congreso de la República, relativa a la Ley
1453 de 2011, se puntualizó que:

“Este proyecto de ley, se encarga de dictar medidas preventivas que


aseguren y mejoren la seguridad ciudadana y fortalezcan a los
organismos del estado en la lucha contra el terrorismo, mediante el
establecimiento de ciertas reformas al código penal, al código de
procedimiento penal, al régimen de extinción de dominio y al código de la
infancia y la adolescencia. dichas medidas tienen principalmente cuatro
objetivos primordiales, que son: eliminar la impunidad; luchar contra la
criminalidad organizada y el terrorismo; aumentar la efectividad del
procedimiento penal, la extinción del dominio y la responsabilidad juvenil;
y vincular a la comunidad en la prevención del delito, sin poner en peligro
la integridad de sus miembros, ni afectar sus derechos fundamentales.

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ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO

Así mismo, en la exposición de motivos de la Ley 1826 de 2017


(proyecto de ley 48 de 2015), se estableció la necesidad de consolidar
un modelo procesal penal que permita un “tratamiento ágil y eficaz
para la investigación y juzgamiento de estas conductas (conductas
punibles de menor lesividad) (…) que suponen un grado reducido de
afectación al bien jurídico”.

Teniendo en cuenta lo anterior, es notorio que la finalidad que


buscan estas normas (par. 301 y par. 539 CPP) es, principalmente,
evitar, o mejor, minimizar el desgaste a la administración de justicia.
Sin embargo, la Sala observa que el tratamiento jurídico, referido a la
situación de flagrancia, parece ser más relevante en el proceso
ordinario que en el procedimiento especial abreviado, a pesar de que,
según la interpretación de las altas cortes, en la medida que se
presente la situación de flagrancia, será menor el desgaste de la
investigación a cargo del Estado para materializar la condena.

Es así que los limitados recursos de la administración de justicia


y la necesidad de resolver con prontitud el conflicto generado por un
comportamiento posiblemente delictivo hacen relevante que las partes
del proceso utilicen de forma eficiente las herramientas disponibles,
como el allanamiento y los preacuerdos, teniendo en cuenta las
normas y subreglas aplicables para cada uno de estos institutos
jurídicos.

Para la Corte Constitucional, la idea de eficiencia busca


“conseguir el mayor resultado con el mínimo de actividad de la
administración de justicia”45. Por eso, con su aplicación, “se busca la
celeridad en la solución de los litigios, es decir, que se imparta pronta y
cumplida justicia”46.

45 Corte Constitucional, sentencia C-037 de 1998.


46 Ibidem.

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Aunque no existe en el Código de Procedimiento Penal una regla


expresa que invite a hablar de eficiencia y economía procesal, es
también cierto que varias normas conducen a dicha conclusión. Así,
el artículo 27 señala que, en el proceso penal, los servidores públicos
deben evitar excesos contrarios a la función pública, especialmente a
la justicia. Para la Corte Constitucional, existe un mandato contenido
en la Carta, según el cual se debe garantizar “un acceso a la justicia
pronta y cumplida”47.

Aún sin dichas normas, el artículo 25 de la Ley 906 de 2004,


establece que, en lo no previsto, se aplicarán otros ordenamientos
procesales. Así, tanto en el artículo 37 del Código de Procedimiento
Civil, como en el artículo 42 del Código General del Proceso, se
establece el imperativo hacia los jueces de procurar la mayor economía
procesal. Tales normas, sigue de lo dicho, se han de aplicar por vía de
integración.

Por eso, la Corte Constitucional ha señalado que se debería


“conseguir los resultados del proceso (el establecimiento de la verdad
como medio para lograr la realización del derecho sustancial), con el
empleo del mínimo de actividad procesal, naturalmente sin violar el
derecho fundamental al debido proceso, consagrado expresamente en
el artículo 29 de la Constitución”48.

Teniendo en cuenta lo anterior, lograr una efectiva y eficaz


administración de justicia es un fin legítimo, además de importante e
imperioso, máxime si se tiene en cuenta su carácter fundamental.

Al respecto, la Corte Constitucional, mediante decisión T-799


de 2011, desarrolló el derecho al acceso a la administración de

47 Corte Constitucional, sentencia SU-394 de 2016.


48 Corte Constitucional, sentencia C-404 de 1997.

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justicia, cuya naturaleza y sentido, naturalmente, no se reduce al


“acceso” en sentido estricto; por el contrario:

“Este derecho ha sido entendido como la posibilidad reconocida a


todas las personas de poder acudir, en condiciones de igualdad, ante las
instancias que ejerzan funciones de naturaleza jurisdiccional que tengan
la potestad de incidir de una y otra manera, en la determinación de los
derechos que el ordenamiento jurídico les reconoce, para propugnar por la
integridad del orden jurídico y por la debida protección o restablecimiento
de sus derechos e intereses legítimos, con estricta sujeción a los
procedimientos previamente establecidos y con plena observancia de las
garantías sustanciales y procedimentales previstas en la Constitución y la
ley.”

Ahora bien, le corresponde a la Sala determinar si (ii) el medio


empleado (par. 301 y par. 539 CPP) (iii) es legítimo, adecuado y
necesario (relación entre el medio y el fin).

En primer lugar, la regla que gobierna la subsunción de hechos


en normas que caracteriza la forma tradicional de administrar justicia
pierde su valor como instrumento único y excluyente, para dar paso,
cada vez más, a nuevas estrategias o alternativas fundamentadas en
la negociación y composición del conflicto penal.

Las soluciones consensuadas de los conflictos sociales, al


introducir el factor eficacia, representado en la celeridad y
descongestión judicial, han influido, sin duda, en nuestro
ordenamiento jurídico. De esta forma, en el Derecho procesal
colombiano aparecen novedosas formas de llevar a cabo acuerdos para
la declaración de responsabilidad entre Fiscalía y defensa, que se
traducen, naturalmente, en preacuerdos que implican la terminación
anticipada del proceso, permitiéndole al procesado participar en la
definición de su propia situación jurídica, de acuerdo al inciso 1º del
artículo 348 y el literal d. del artículo 8 del Código de Procedimiento
Penal.

40
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Por esto, la tarea del legislador radica en lograr, con la ley, una
“solución justa que disipe la tensión entre la libertad del individuo y
los presupuestos del Estado Social”49.

Sin embargo, a pesar de que la Sala encuentra que el fin es


legítimo y que el medio utilizado es igualmente legítimo y adecuado
para su consecución, el tratamiento que se le da al sujeto activo
flagrante en el proceso especial abreviado y el procedimiento ordinario
es diáfanamente disímil y no está plenamente justificado en el texto
superior. Para ello, esta Corporación ofrece los siguientes argumentos:

Primero, si bien es cierto que en algunos casos la situación


probatoria es algo menos compleja para la Fiscalía cuando se presenta
la circunstancia de flagrancia; esto no significa que ya el asunto esté
totalmente resuelto: prueba de ellos son los casos relacionados con la
ausencia de dolo, situaciones de error de prohibición o, incluso,
demostrar circunstancias de agravación punitiva que subyacen en
aspectos subjetivos, como el motivo abyecto descrito en el numeral 4
del artículo 104 del Código Penal, o en aspectos relativamente
objetivos, como la agravante del numeral 7 del artículo 104 del mismo
código.

Según doctrina autorizada50, el homicidio aprovechándose de


una situación de indefensión (artículo 104, 7 CP), agravante objeto de
acusación en el caso concreto, requiere que esta circunstancia
preexista “en el sujeto pasivo, pues este carece de los medios o
elementos que le sirven para repeler el ataque con suficiencia”.
Paralelamente, el homicidio por otro motivo abyecto, también objeto de

49 Ernesto, B. Dignidad humana y derechos de la personalidad, En Pons, M. Manual de Derecho


Constirucional. Madrid. 1996. p. 120.
50 Posada, R. Delitos contra la vida y la integridad personal Tomo I. Bogotá. Universidad de Los Andes.

2º ed. p. 267.

41
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acusación en el caso bajo examen, se trata de “motivaciones (que)


deben afincarse en las condiciones, orientaciones o identidades
sexuales, religiosas, políticas o de género, reales o aparentes
(percibidas) del sujeto pasivo”51. Conforme con lo expuesto, sin que la
Sala transgreda la competencia del juez de primera instancia en la
valoración probatoria, se observa una dificultad imperante en la
demostración de aspectos subjetivos u objetivos, pero preexistentes a
la captura en flagrancia, máxime si no se trata de la flagrancia en
stricto sensu (núm. 1, artículo 301 CPP).

En todo caso, todo parte de un prejuicio extendido según el cual


los flagrantes son casi culpables. Este sesgo parece que desatiende lo
que la realidad procesal y judicial enseña. Como ya se dijo, aún en
esos casos, tipo subjetivo y culpabilidad no necesariamente se han de
tener por acreditados. Por el contrario, son los que usualmente
mayores dificultades ofrecen.

Uno de los aspectos más interesantes y complejos en la teoría


y la práctica de los modelos de justicia penal es la manera en que se
podría determinar el conocimiento y la intención del sujeto activo. La
tarea no ha sido fácil, pues reconstruir lo que había en la cabeza de
quien ejecutó un comportamiento penalmente reprochable, en ese
preciso instante, se hace complejo. Tal como ha sostenido la más
autorizada doctrina “los elementos subjetivos son inaccesibles de
modo directo a una plena constatación empírica”52.

Por tanto, es absolutamente importante la determinación de lo


que pensaba, sabía y quería el acusado para ese momento 53. Los

51 Op. cit., p. 220.


52 Díez Ripollés José Luis. Los elementos subjetivos del delito. Bases metodológicas. Editorial B. de F.,
colección Maestros del derecho penal, Buenos Aires, 2007, p. 285.
53 Tal vez esa dificultad es la que ha llevado a que ciertas particulares tendencias sustituyan el

conocimiento de los hechos, por un conocimiento puramente normativo, basado en expectativas


cognitivas y asunción de roles. Sin embargo, la redacción de nuestro Código Penal, en cuanto a
definición del dolo, hace aún exigible una constatación de tal elemento del delito. Al respecto, puede

42
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diferentes sistemas jurídicos54 han asumido el reto de enfrentar esta


tarea y, por diferentes caminos, han llegado a similares conclusiones.
Dos de los más relevantes, anglosajón – anglo americano55 y el
continental europeo56, coinciden en señalar que la intención del sujeto
activo se puede probar i) por la propia confesión del investigado o ii)
por inferencias construidas a partir de enunciados probatoriamente
constatables (o, como se le conoce tradicionalmente, indicios).

Por lo tanto, la acreditación de los hechos indicadores es una


tarea importante a desarrollar durante el proceso penal. Incluso, la
construcción de las inferencias ha sido tarea bastante compleja, que
ha dado lugar profundas discusiones, como da cuenta los análisis
recientes en materia del ánimo de distribución57 y que ha conducido
a emitir fallos absolutorios por tal circunstancia.

Por lo pronto, hay que reconocer que los fines de la justicia


premial que fundamentaron el proferimiento de las normas en análisis
se resquebrajan cuando se reduce el monto de la rebaja por aceptación
del sujeto activo capturado en flagrancia por un ilícito que se
circunscribe en el proceso penal ordinario, supuestamente creyendo

verse a Quintero Olivares Gonzalo, “La prueba del dolo y de los elementos subjetivos de las
infracciones penales”, en Problemas actuales de la justicia penal. Editorial Colex, Madrid, 2013, p.
301, quien califica a la “opinión social” como una herramienta peligrosa para definir el conocimiento
del acusado.
54 Un completo estudio de las diferencias de los cinco modelos más importantes a nivel global,

incluyendo el de la Corte Penal Internacional, puede verse en Vargas Mendoza Ligia María, El elemento
subjetivo del delito en el Estatuto de Roma: un análisis de derecho penal comparado. Universidad de
Los Andes – Ibáñez editores, Bogotá, 2020, passim.
55 Por ejemplo, en esos sistemas se ha admitido que se pueda valorar i) las declaraciones del

imputado, incluso aquellas vertidas fuera del juicio; ii) la presencia o ausencia de motivos en el
imputado, iii) la situación y conducta del imputado, y iv) las consecuencias naturales y probables de
los actos del imputado. Cfr. Sánchez Málaga Armando, Concepto y prueba de los aspectos subjetivos
del delito en el derecho penal angloamericano. Marcial Pons, Madrid, 2020, p. 88. Por lo tanto, dice,
las cortes inglesas han tenido la “necesidad de recurrir a la inferencia como herramienta para
establecer los estados mentales del imputado” (p. 153). Algunos estados en Estados Unidos, advierte,
parten de presunciones. (p. 214).
56 Un autor con fuerte influencia en ese contexto normativo es Michelle Taruffo, quien sostiene que

“salvo en el caso de las declaraciones provenientes del propio ‘autor’ del hecho psíquico, la única
forma de determinar hechos de este tipo consiste en utilizar técnicas de reconstrucción indirecta”.
Por eso dice que es “más realista pensar que ese hecho psíquico no es en realidad determinado; es
más bien ‘sustituido’ por una constelación de indicios”. Cfr. Taruffo Michele, La prueba de los hechos,
editorial Trotta, Madrid, 2011, p. 164.
57 CSJ SP, 21 jul 2022, rad. 55944; CSJ SP, 9 mar 2022, rad. 58850; y CSJ SP, 11 jul 2021, rad.

57266, entre otras.

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que vendrá una sentencia de condena, cuando esta sigue siendo


eventual e hipotética.

Segundo, que el proceso especial abreviado “sustituya” unas


diligencias procesales, por ejemplo, la formulación de imputación con
la presentación de la acusación (artículo 540 CPP), y la audiencia de
formulación de acusación y preparatoria con la audiencia concentrada
(artículo 542 CPP), en nada altera la carga de la prueba acerca de la
responsabilidad penal del procesado, de conformidad con el artículo 7
de la Ley 906 de 2004.

Tercero, que la aplicación de las reglas procesales del


procedimiento especial abreviado dependa de la naturaleza del ilícito,
no resulta relevante para la consecución de los fines de la justicia
premial impresos a las normas en estudio.

Prueba de ello es que el artículo 534 del Código de Procedimiento


Penal establece que, por ejemplo, si el hurto se cometiere “en lugar
despoblado o solitario” (núm. 9, artículo 241) se tramitará por el
proceso especial abreviado, pero el hurto que se cometiere “en
establecimiento público o abierto al público, o en medio de transporte
público” (núm. 11, artículo 241 CP) se tramitará por el proceso
ordinario. La Sala observa que, a pesar de que, analizando el tipo
objetivo, tienen el mismo objeto jurídico (patrimonio económico) y
objeto material (cosa mueble ajena), las consecuencias en caso de
flagrancia son completamente distintas, sin que objetivamente se
deduzca una “mayor lesividad” en un caso u otro.

Por el contrario, algunos de los procesos que se llevan por el


trámite abreviado ofrecen mayor desvalor de acción, como aquellos
hurtos que se cometen aprovechando la calamidad o el peligro común
(241.1) o aprovechándose de la confianza del dueño (241.2), frente a

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un delito cometido en establecimiento público (241.11), que se lleva


por el proceso ordinario.

Otro ejemplo se deduce del numeral 4 del artículo 241 del Código
Penal, valiéndose de la actividad de un inimputable, cuyo objeto
jurídico, según algún sector de la doctrina nacional, no solo es el
patrimonio económico, sino la recta y eficaz impartición de justicia, en
la medida que el inimputable “realmente se trat(e) de un instrumento
subordinado”58.

Conforme con lo anterior, que esta causal de agravación punitiva


esté circunscrita al procedimiento especial abreviado no tiene lógica si
lo comparamos, también, con la definida en el numeral 11 del artículo
241 de la Ley 599 de 2000: si la conducta comporta un mayor desvalor
de resultado, en el caso de la primera, su trámite jurídico contraría
directamente el fin propuesto por el legislador a la Ley 1826 de 2017
relacionado con el trámite de conductas “que suponen un grado
reducido de afectación al bien jurídico”59.

Cuarto, es desacertado pensar, teniendo en cuenta la finalidad


de las normas bajo examen, darle mayores beneficios a quien
hábilmente escapa de la acción de la justicia, respecto de aquel que
torpemente es aprehendido al momento de realizar la conducta. Es
más, difícilmente se verán circunstancias de captura en flagrancia por
algunos delitos contra la administración pública (peculado por
apropiación, interés indebido en la celebración de contratos, por
ejemplo); pero sí, en cambio, serán muy comunes en casos, por
ejemplo, como hurto callejero.

58 Crf. Velásquez, F. Fundamentos de Derecho Penal, Parte General. 2021. Bogotá: Tirant Lo Blanch.
4º ed. p. 578 – 579.
59 Exposición de motivos de la Ley 1826 de 2017 (proyecto de ley 48 de 2015).

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Por cierto, en un caso de analogía fáctica al que ahora es


sometido a conocimiento de la Sala, salvo por la forma de aprehensión,
un sujeto fue acusado de homicidio agravado (núm. 7, artículo 104
CP) tentado. En esa ocasión, al aceptar cargos en la audiencia de
formulación de imputación, se le otorgó:

“una rebaja del cincuenta por ciento por allanamiento a cargos en la


imputación (el máximo descuento punitivo permitido por el legislador), y así
asignaron, en definitiva, la pena de 100 meses de prisión. Como se
corrobora, ninguna incorrección se cometió por los jueces unipersonal y
plural.”60

Conforme con lo expuesto, ya se había sido anunciado que las


limitaciones de la libertad configurativa del legislador subyacen en los
derechos fundamentales consignados en la Carta Magna, el principio
de legalidad, los tratados internacionales contentivos de derechos
humanos que hagan parte del Bloque de Constitucionalidad y el
respeto por los principios de razonabilidad y proporcionalidad 61. Al
respecto, la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha establecido
que:

“El único supuesto en el que el criterio político-criminal del legislador


sería susceptible de controvertirse ante el juez constitucional se
presentaría cuando ha conducido a la emisión de normas que controvierten
el Texto Fundamental. No obstante, en este caso es claro que lo que se
cuestionaría no sería un modelo de política criminal en sí sino la
legitimidad de reglas de derecho por su contrariedad con la Carta y de allí
que, en esos supuestos, la decisión de retirarlas del ordenamiento jurídico
tenga como referente esa contrariedad y no el criterio de política criminal
que involucran”62.

Por esto, la legitimación de la sanción penal (y su cuantía) debe


obedecer al ejercicio de justificación y ponderación, relacionado con
los principios de necesidad, proporcionalidad y razonabilidad (artículo
3 CPP). Así, los límites a la libertad personal deben estar justificados

60 CSJ AP 28 abr. de 2021, rad. 57934.


61 Ibid.
62 Ibid.

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y ponderados, en este caso a través de un juicio integrado de igualdad,


pero no sustentados en razones en abstracto. Sobre el particular,
Ferrajoli et al, sobre la igualdad en la ley, señalaron que:

“En cuanto a la igualdad en la aplicación de la ley, aún integrando


la noción de igualdad formal, este aspecto sirve de límite a los operadores
del Derecho para que su actuación sea lo más justa posible, evitando la
arbitrariedad. Conforme a este sentido de la igualdad, el mandato de que
una norma debe aplicarse de modo igual para todos significa en primer
instancia, que debe observarse un criterio de generalidad sin excepciones,
y con abstracción de sus destinatarios.

Pero con ese criterio, se perceptúa la ausencia de efectivo


cumplimiento de la igualdad, porque se mantiene al margen de un
contenido jurídico material que implica reconocer la imposibilidad de dar
tratamiento igual a todos, lo que exige que la normativa -con suficiente
amplitud- haga distinciones adecuándose a la diversidad de la realidad
(…). Este es el alcance de la expresión igualdad en la ley, que impone un
tratamiento diferenciador de lo diferenciable, que además, va a exigir la
justificación de los criterios que se hayan aplicado para alcanzar la idea
de justicia por el legislador.”63

En efecto, la consideración del principio de igualdad como


normativa ius cogens64, según se ha afirmado65, “aceptada y
reconocida por la comunidad internacional como un todo en tanto
normas perentorias o imperativas, respecto de las que no se permiten
derogaciones”, por su misma fuerza imperativa, se convierte en parte
de los principios que rigen las relaciones entre el Estado y el
particular.

En consecuencia, son evidentemente más relevantes las


similitudes del sujeto capturado en flagrancia por un delito sometido
entre un trámite abreviado y uno ordinario, que sus diferencias. En
consecuencia, ameritan recibir un trato paritario o semejante. De tal
suerte que, con fundamento en la prohibición de la analogía in malam

63 Ferrajoli, L. et al. El principio de igualdad en la teoría del Derecho y la dogmática jurídica. 2008.
Montevideo: Fundación Cultura Universitaria. p. 160 – 161.
64 Crf. Corte Constitucional, sentencias C-027 de 1993; T-629 de 2010, entre otras.
65 Quinche, M. & Armenta, A. El derecho a la igualdad y test de razonabilidad. 2015. Bogotá:

Fundación Universitaria Los Libertadores. p. 69 – 70.

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partem, se extenderán las consecuencias jurídicas del artículo 16 de


la Ley 1826 de 2017 a ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA FAJARDO, quien fuera
aprehendido en flagrancia, para aplicar los límites punitivos al
descuento por allanamiento allí descritos —aplicables a los actos de
negociación entre las partes—, según la etapa procesal en que tal
aceptación se produjo.

Dos conclusiones se extraen de lo hasta aquí anotado. Primera,


que la discrecionalidad del juez para rechazar un preacuerdo debe
estar centrada en aspectos con trascendencia sobre los derechos
fundamentales, incluido, el principio de legalidad. Valoraciones
distintas, aunque deseables, no pueden servir de sustento para
reprobar tal pacto consensuado. En segundo lugar, no hay razón que
justifique el trato discriminatorio, en términos de reducción punitiva,
entre una aceptación de cargos realizado por un flagrante de un
proceso abreviado, frente a uno ordinario, por lo cual, el descuento de
la sanción debe ser igual en ambas hipótesis, salvo las restricciones
derivadas de la naturaleza del específico delito investigado. Por las
anteriores razones, la decisión será revocada.

En mérito de lo expuesto, la Sala de Decisión Penal del Tribunal


Superior de Bogotá,

VII. RESUELVE

Primero: Revocar el auto del 8 de abril de 2022, proferido por el


Juzgado Segundo Penal del Circuito Transitorio de Bogotá, mediante el
cual reprobó el preacuerdo suscrito entre las partes. Para en su lugar,
aprobar convenio suscrito entre la Fiscalía y ÁNGELO ÁLVARO GARCÍA
FAJARDO orientado a la terminación anticipada del proceso.

Segundo: Esta decisión se notifica en estrados y contra ella no


procede recurso alguno.

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Tercero: Remitir al despacho de origen las diligencias para lo de


su cargo.

Cópiese, notifíquese y cúmplase,

CON SALVAMENTO PARCIAL DE VOTO

Primero: Revocar el auto del 8 de abril de 2022, proferido por el Juzgado Segundo Penal del Circuito
Transitorio de Bogotá, mediante el cual improbó el acuerdo suscrito entre los sujetos procesales. Para
en su lugar, aprobar el preacuerdo suscrito entre la Fiscalía y Ángelo Álvaro García Fajardo. Segundo:
Esta decisión se notifica en estrados y contra ella no procede recurso alguno. Tercero: Remitir al
despacho de origen las diligencias para lo de su cargo.

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