Está en la página 1de 207

L';y1NnV.

,g§

Relatos
oeludos para
lectores aludos
,at.', t'¡\4.

Antología

ISBN 178-358 - 7!,'l ll¡r{ - l,

9 lllI[llilllllll][illl
a

{J
7-(
?)

d
H
oFl
d
ts
H
F-(
-)

-l

Iu,ni',,
urr¿tNeurr.v-
t,q§
v
a o

d
{J
bo
G
a
o
¡r
F( (J
?) o

d (!
¡r
(!

)-{
o l-.{
d
ts
H
tt)

(n

t-( o

-l
-)

t/
Eolronr,tl UNrvr,tsto¡¡ ot, Cll.».^s
Univcrsidad de Cald¿s, 201 |

Comité Editorial-

Títukr: Relatos peludos para lec'tores agudos


Compiladoras: Norma C<¡nstanza ldárraga Hcrnández
Mónica [.ópez Echer,erry

Colaboraclor: Jhrn Alexander lsaza Echeverrv Autores

Jules Renarcl, O. Hcnr¡ Baldomero Lillo, OscarWilde, Émile


Primera Flrlición
Julio dc 2011
Zola, Blanca Isaza,Voltaire, Sócrates, John Keats, George Byron,
[)erechr¡s resrrvados por la Universirlad de Caklas para la primcra edición
Francisco José de Caldas, Simón Bolívar, Napoleón Bonaparte ,
ISIIN: 978'958-759-02+-l Gustave Flaubert.
[:tlitor: Carlos Augusto JararnilIo
Clorrccción gramati( al (l¿nrilo Antl ri's Stpúl veda
I)iagramaci&r: Clarlos A I bcrto Val enci¿
l)iseño de porta<1a e
iIustrar:ionrs: ()scar l)arío Villr¡ta
l'aola López
Traductr>res Pablo Rolantlo Arango Compiladoras
lrc¡nc Callc Norma C<¡nstanza Idárraga Hernández
Marco'[ülio Giraltkr
(lhristian (l¿nrilo Londoño Mónica Lbpez Echeverrv
'lirmás [)avid Rubio

lrclitorial Universidad dc Cal<las


lr rnai I : produccion. t'tlitorial(n]ucaldas. cdu. co
Apartado aérco: 275
Manizales Cololnt¡ia
Traductores
Micmbro dt: la Asociación dt'Editoriales Universit¿rias cle Cc¡lombia, ASEUC P¿blr¡ Rolalltlo Arango

Catalogación en la fuente, Biblic¡teca Llniversidad de Caldas Ircne Calle


MarcoTirlio Giraldo
372.4t1
l l8 l{clatos pclu<los para lcctorcs agudos; compilatlr por Norma (lonst¿nza Christian Camilo Londoño
ldárraga l'lernánilez, Mónica Llpez Echeverry. Manizalcs :

Universirlad dc' Calclas, 201 1


Tomás f)avid Rubio
410 p. (Luminautas).

ISBN 978-9 58-7 59 -O24- I

I
I-iteratura Cr¡krmbiana / I-iteratura Fr¿ncesa / Litcratura Inglesa /
Aprcciacilxr dc la lcc:tura / L6pcz Echeverrv, Mónica, cr¡autora ,/ Tit.
Contenido

Prólogo 9

Novela
Pelo de Zanahoria 15

Jules Renard

Cuentos
El pohcía y el himno 251

O. Flenry

El rapto del sol .. 271

Balclomero Lillo

El ruiseñor )v la rosa 289

OscarWilde

Víctima de la publictdad 303

Émile Zola
Ensayos
La amorosa confidencia 313

Blanca Isaza

Pequeña digresión 321

Voltaire

Critón o el deber 327


Prólogo
Platón

Cartas de amor Siempre he tenido la impresión de que no hay


365
John Keats ...... nada peor que una lectura obligada. En el colegio
solía leer cualquier cosa, excepto lo que mis
George Gorclon Byron )t)
profesores de español mc ponían dc tarca. Así que

Francisco José de Caldas 381


cuando emprendimos la colección Luminautas,
con la que esperábamos que los jóvencs lograran
Simón Bolívar 389 desprenderse por un rato de los videojuegos o el
encuentro de amor a escondidas, sabíamos que
Napoleón Bonaparte 39s
inevitablemente fracasaríamos. Aun así, toclo el
equipo se sentó a pensar, a buscar jóvencs que dicran
Gustave Flaubert 403
ideas y a conversar con prof'esores de literatura para
que nos contaran sus secretos en los labcrintos de
las historias escritas.
¿Mejord; nuestro panorama? ¿Ahora sabem«rs Los invito a leer porque quieren, Porque su

qué es lo que lecrán sin duda los jóvenes? No. hermano mayor está usando el Xbox, porqucr mamá

Por supuesto quc no. Pero proseguimos. La vida les ha mandado a hacer una fila en el banco que

no tenclría gracia si nos dctuviéramos sólo porque tarclará tres días, porque Ia fiesta en la casa del lado

vamos a fracasar. no cleja dormir.


Támbién los invito a no le er, a saltarse las páginas,
Lo primcro quc hicimos en cierta fbrma,
crs,
trampa. Realizamos una antología que conticnc a cncontrar lo quc les gusta y a dejarlo un rato por
cuatro géneros litcrarios. "Algo de acá tendrá que un buen partido cle micro, o Por una escaPada con
las amigas, a volver después y reencontrarse con
gustarles", p"rxr.r-,os. Y es posible , pero si no, un
libro tiene lnuchos usos, clescle los más simples los personajes.

como taparnos la cara para que no sepan que nos Toclos I os que trabaj amos en este libro terminamos
estamos burlando, o encontrar Llna buena carta de: por pensar que estos cuentos, cartas, ensayos...
amor para Iclárraga, que nos trae locos; hasta hacer son corno un comentario de un amigo cómplice,
avioncs de papcl, ¡y quó mcjor si el avión de papel que Ie dice a uno en el clescanso: "ya viste csto, está
lleva Ia carta para Iclárraga! buenísimo".

Así quc estos tcxtos están aquí con la iclea clc quc ¿Ya lcyeron esto?, está buenísimo.
nadie será obliga<lo a lccrlos, pero también con la
esperanza <ie quc lo hagan, pues fueron escogidos
El editor
para ustecles, sabiendo, eso sí, que no son tontos,
que pueclen le-er, si les da la gana, un buen cuento y
entencler sus ironías, slls chistes ocultos o su sabor
macabro. Que son capaces cle conversar con un
cnsayo y hasta decir: "bah, pura basura".

11
,w
&&,,
:
?elo de Zanahoria"

Jules Renard

Prólogo

Jules Renard quiso escribir un prólogo para su


Pelo de Zanahoria. Pcnsó haccrlo tal vt,z Para sus
hijos, a quienes está clcclicacla csta novcla. Al final
no lo escribió, pero sí hizo despui:s una adaptación
al teatro de su libro. La obra cuernta lo que pasa
después de la confesión de Pelo de Zanahoria que
no quiere vivir con su madre, de afirmar que ya no
la quiere. Su padre, que fue el que escuchó cstas
duras palabras, le pregunta al joven rcbelde: "¿Y tú
crees que ella no sufre, que ella no es tan desgraciada

- Traclucción del francés porlbmás David Rubio.


Y-'lr J¿ /,ltLtlt')t ¡J

como tú?" Pelo de Zanahoria sc da cucnta de quc "aquí está lo que es un niño", dijo Renard de Pelo de
nunca había pensado en esto; se da cucnta de que, Zanahoria. Un niño que saca la lengua y que tiene
quizá, clla no es la única culpable.Y la idea de que los pies sucios, pero que también se Pasea y observa
precisamcntc su madre es desgraciada porque él el mundo.
no la quierc, hace que su "plan" cle abandonar los
estudios e irsc dc Ia casa cambie por el propósito cle
recuperar cn algo lo pcr«lido, al laclo de su familia.
En ese prólogo también quiso explicar que no
fue así de inf'eliz como su Personaie; y que una de
las razones para escribir Pelo de Zanahotia a sus hijos
cra mostrar quc no toclas las familias son perfectas
y que el único deber de un padre es educar a sus
hijos para que scan Personas honestas.
Rcnard confiaba en la opinión de sus hiios;
cuando estrenaba alguna de sus obras el juicio de
ellos era muy importante.Y es quc para él el niño
no t:s aquel que describen los poetas y románticos;
al contrario, es un ser real con clefectos, silencios y
crueldades, capaz incluso de ser más honesto que
un adulto y son los adultos, Ios padres, los que
muchas veces, como es el caso de Pelo de Zanahoria,
nos dcjan estas oscuras cualidades. Esta mezcla cle
pieclad y malda<l forma un Pcrsonaje entrañable,
l'¿!c ic 1,¿n¡¡h¡tia

A Fantec y Ba1'el -¡Pero por Dios, qué tonta soy! -dice la señora
Lepic. Cómo no lo había pensado. ¡Pelo de
Las gallinas Zanahoria, ve a encerrar a las gallinasl
-Apuesto -dice la señora Lepic- que Honorine Ella da ese nombre lleno de amor al menor de
ha olvidado otra vez enccrrar a las gallinas. sus hijos por tener el pelo rojo y la piel Pecosa.
Es vcrdacl. Sc pucde comprobar Por la ventana. Pelo de Zanahoria, QUe
juega a nada por debajo de
la mesa, se levanta y, con timidez, dice:
Allá, al fondo del gran patio, la puerta abierta
del corral de las gallinas recorta, en la noche, un -Pero mamá, yo también tengo miedo.
cuadraclo ncgro. -¿Cómo? -responde la señora Lepic. ¡Todo un
-Félix, ¿y si fueras a encerrarlas? - le pregunta la muchacho como tú! ¡Esto sí que es Para reírse!
señora Lepic al mayor de sus tres hijos. ¡Apúrate, por favor!
-Yo no estoy aquí para ocuParme cle las gallinas -Nosotros lo conocemos, es tan valiente como
-responde Félix, un muchacho pálido, indif.crente un león -dice Ernestine, la hcrmana.
y cobarde. -No le teme a nada ni a nadie dicc Félix, el
-¿Y tú, Ernestine? hermano mayor.

-¿Yo? ¡Oh, mamá! ¡Yo tendría mucho miedo! Estos elogios llenan de orgullo a Pelo de
Zanahoria que, avergonzado de resultar indigno
El hermano mayor, Félix, y 1a hermana, Ernestine,
apenas si levantan la cabezaPara resPonder. Los dos
de ellos, pelea contra su cobardía. Y' Para
animarlo definitivamente, la madre le promete
leen con los codos sobre la mesa, muy interesados,
una bofetada.
casi frente contra frentc.
-Al menos alúmbrenme el camino -dice.
' Cuanclo Renarrl publicó Pclo dc Zanahoria Fantec, su hijo mayor, tenia cinco
años, l3aie, la menor, tres. (N. dcl'['.)
l'. io J,: /,tntt!¡,¡tit¡
fr;1,: ll.:rrrr,1

La señora Lepic se encoge dc hombros, Félix orgulloso, al calor y a Ia luz, le Parece quc cambia
sonríe con desPrecio. La única que se apiada es unos harapos pesados por el barro y la lluvia, por
Ernestinc, c1ue agarra una vela y acomPaña a su una vestimenta nueva y ligera. Sonríe, se endercza

hermano menor justo hasta el final del corredor. con orgullo, espera las felicitaciones y, ya fuera de
peligro, busca en el rostro de sus familiares la huella
-Te espero aquí -le dice.
de Ia preocupación que seguro tuvieron.
Sin embargo, sale corriendo enseguida, Pues un
Pero Félix, el hermano mayor, y Ernestine, la
fuerte vicnto hace oscilar y aPagarlaluz.
hermana, continúan tranquilamente sus lecturas, y
Pelo cle Zanahoria, con las nalgas apretadas y los la señora Lepic le dice con esa voztannatural:
talones clavados al suclo, sc Pone a tcmblar cntre
- Pclo de Zanahoria, se guirás encerrándolas todas
Ias tinieblas. Son tan densas que se crce ciego. A
las noches.
veces una ráfaga de viento 1o envuelve como un
trapo helado que quisiera llevárselo. ¿No son los
zorros, incluso los lobos, los que le soplan en los Las perdices
declos y cn la mejilla? Lo mejor es lanzarse hacia las
Como dc costumbrc, cl scñor Lcpic Ponc
gallinas sin pensarlo mucho ,la cabeza por delante
sobre la mesa su morral cle caza. Adcntro vienen
para enfrentarse a la sombra. A tientas, agarra el dos perdices. Félix, el hermano mayor, las anota
pestillo de la puerta. Al ruido de sus pasos, las en el tablero de la pared; es su función. Cada hijr>
gallinas se espantan, se agitan cacareando sobre las
tiene la suya. Ernestine, la hermana, despelleja y
vigas. Pelo de Zanahoria les grita:
despluma la caza. En cuanto a Pelo de Zanahoria,
-¡Cállense, soy yo! está encargado de rematar las piezas heridas. Debe

Cierra la puerta y sale corriendo como si sus este privilegio a la dureza bien conocida cle su
piernas y sus brazos fueran alas. A1 volver, jadcante, corazbn seco.
l\'lc lr ¡t,it¡ i¡,:t i::

Las dos perdices se agitan, remueven el ¡Carajo! ¡Cómo que dos a la vez!
Pescuezo. Pelo de Zanahoria
Señora Lepic Es para hacerlo más rápido.

¿Qué esperas para matarlas? Señora Lepic


Pelo de Zanahoría No te hagas cl sufrido. En el fonclo lo disfrutas.
Mamá, me gustaría tanto apuntarlas en el Convulsivas,las perdices se deficnden y, baticndo
tablero. Ias alas, riegan sus plumas Por todos lados. No
Señora Lepic quieren morir. El niño cstrangularía más fácilmentc,
y con una mano, a un compañcro. Las Pone entre
El tablero es demasiado alto para ti.
las rodillas para que sc queclen quietas ¡ primero
Pelo de Zanahoria rojo, luego blanco, lleno cle sudor, con la cabeza en
Entonces me gustaria tanto desplumarlas. alto para no ver nada, aprieta más fuerte.
Señora Lcpic Las perdices insisten.

Eso no corresponde a los hombres. Lleno de rabia por terminar de una buena vez,)
las coge por las patas y las golpea en la cabeza con
Pelo de Zanahoria agarra las dos perdices.
Ia punta del zapato.
Amables, le dan las instruccioncs de uso:

-Apriétalas aquí, tú sabes bien dónde, en el -¡Oh, el verdugo, el verdugo! gritan Fólix, el
hermano mayor, y Ernestinc, la hermana.
pescuezo, separanclo las plumas.
-El hecho es que cacla vez se refina más -dice Ia
Con las manos en la espalda y una pieza en cada
señora Lepic. ¡Pobres animales! No quisicra estar
una, comienza.
en su lugar, entrc sus garras.
Señor Lepic
lll,¡,!L 1¡n¡hotia
/u/r: &,:ncr,l

El señor Lepic, aun siendo un viejo cazador, sale -¡Chh! -exclama el señor Lepic.
asqueado de ahí. Pyrame gruñe más fuerte.
-¡Listo! -dice Pelo de Zanahoria, poniendo las -¡lmbécil! -dice la señora Lepic.
perdices muertas sobre la mesa.
Pero Pyrame ladra con tal violencia que todos
La Señora Lcpic las voltea varias veces. De los se sobresaltan. La señora Lepic se lleva Ia mano al
pequeños cráneos quebrados corre sangre con un corazbn. El señor Lepic mira de reojo al perro, con
poco de sesos. Ios dientes apretados. Félix, el hermano mayor,
-Ya era hora dc quitárselas. ¿No les parece que empieza a maldecir. Luego, ya nadie se entiende
ha ensuciado suficiente? con nadie.

Félix, el hermano mayor, dice: -¿Quieres callarte de una vez, Perro mugriento?

-Lo cierto es que no lo ha hecho como las otras Que te calles, pedazo de...
veces. Pyrame duplica sus ladriclos. La señora Lepic le
manda unas cuantas palmadas. El scñor Lcpic le
Es el perro pega con su periódico, luego con cl pie. Pyrame
aúlla contra el suelo, con la nari't. agachacla por
El señor Lepic y Ernestine, la hermana, leen
miedo a los golpes. ! diríase que rabioso, con el
acodados bajo la lámpara; uno, el periódico, la
hocico raspando el tapete, su voz se romPc cn un
otra, el libro que ganó en la escuela Por sus buenas
solo escándalo.
calificaciones. La señora Lepic teje. Félix, el hermano
mayor, se calienta las piernas junto al fuego, y Pelo La cólera sofoca a los Lepic. Se ensañan, ya todos
de Zanahoria, en el suelo, recuerda cosas. de pie, contra el pcrro que, ahí echado, les hace
De repente Pyrame, eue duerme sobre el tapete,
frente.

suelta un gruñido sordo.


Íi i,' ,it /,1n,¡h,¡t),;
/¡:1,rr,1,:¡ra¡.i

Los vidrios rechinan, el tubo de la estuf'a tiembla Sólo teme estornudar <¡ toser. Aguanta la
y Lrasta la misma Ernestine ladra. respiración y, si mira hacia arriba, alcanza a ver
desde Lrna pequeña ventana que hay encima de Ia
Pelo de Zanahoria, sin que se lo ordenen, se
puerta tres o cuatro estrellas cuya reluciente Pureza
va de ahí a ver qué Pasa. Quizá un vago Pasa
lo estremece.
por Ia calle y vuelve tranquilamente a su casa;
Pero llega cl momento cle regresar. El juego n<r
a rnenos que esté escalando el muro del jar<lín
puede demorar demasiado. Dcspertaría sospcch¿rs.
para robar.

Pelo de Zanahoria por el corredor largo


avaÍrz,a
l)e nuevo sacude con sus dóbiles manos el
pesado cerrojo, los gozncs oxiclados que rechinan.
y negro con los brazos extendidos hacia la pucrta'
Pelo clc Zanahorialo empuja ruidosamente hasta el
Errcuentra el cerrojo y 1o retira ruidosamente; Pero
fondo. ¡Ante este alboroto que juzguen si no viene
no abre la puerta.
de lejos y si no cumplió su debcr! Y, mientras un
En otro tiempo sc cxponía, salía afuera f', cosquilleo le recorre la espalda, corre rápidamcnte
silbando, cantando y golpeando el suelo con el pie, a tranquilizar a su familia.
se esforzaba por asustar al enemigo.
Sin embargo, I como la última vez, durante
Ahora engaña. su ausencia Pyrame finalmcntc se calló, y los
Mientras que sus padres imaginan que él vigila Lcpic, calmados, volvieron a ocuPar sus lugares,
valientemente las esquinas y da vueltas alrededor
inmóviles, y aunque no le prcguntan nada, Pelo dc:
Zanahoria dice de todas maneras, como ortlcna la
de la casa haciendo de fiel guardián, la cosa no Pasa
costumbre:
de ser un engaño y se queda pegado detrás de la
puerta. Algún día lo descubrirán,
seguro, Pero -Era el perro, que soñaba.
desde hace tiemPo sus artimañas resultan exitosas'
i'.' l,',!t 1 ;¡ ¡,thtr i,¡

La pesadilla El grito de Pelo <lc'Zanahoria hace que el señor


Lepic se despicrte bruscamente y pregunte:
A Pelo de Zanahoria no le gustan sus hermanos.
Lo molestan, le quitan su cama y lo obligan a -¿Y ahora qué pasa?

acostarse al lado de su madre. Y así, si dc día el -Sólo tiene una pesadilla -dice la señora Lcpic.
niño tiene todos los defectos, Por la noche tiene, Luego la madre canta suavcmente, como las
principalmcnte, el de roncar.Y lo hace a propósito, nodrizas, una canción que Parecc india.
sin duda.
Y es así como, con la frente y las rodillas
La gran habitación, helada incluso en agosto, empujando la pared como si quisiera clerribarla, y
contiene dos camas. [Ina es la del señor Lepic, con las manos pegaclas contra las nalgas para cvitar
la otra, que queda al fondo, es donde Pelo de el pellizco que llegará a Ia primera llamada de las
Zanahoria va descansar al lado de su madre. vibraciones sonoras, Pelo cleZanahoria se vuelve a
dormir en la gran cama que quccla al flondo, donde
Antes de dormirse tose bajo las sábanas para
descansa al lado cle su ma<lrc.
aclarar la garganta. Pero, ¿y si le da por roncar Por
lanariz? Con dulzura se limpia las fosas nasales para

asegurarse de que no están tapadas. Se cntrena Para Sin ánimo de ofender


no respirar demasiado fuerte. puede, se clebc decir? Pelo de Zanahoria, a la
¿Se
Pero apenas cae dormido el ronquido empieza; edad donde otros ya comulgan, Puros de corazl>n y
es como una pasión. de cuerpo, se sigue haciendo en la cama. Una nochc
esperó demasiado sin atreverse a pe<lir cl [¡año.
En seguida la señora Lepic le entierra dos uñas
En meclio de los constantes retorcijoncs cspcraba
en 1o más gordo de una nalga, hasta hacerle sangrar.
calmar el malestar.
Ha escogido esta manera para avisarle.
tj¿!,¡ Ll,: 1¿¡:,¡h¡ri¡t

del ojo parece dccirle a Félix, el hermano mayor, y


iQué lindo deseo!
a Ernestine, la hermana:
Otra noche soñaba que se encontraba
cómodamente instalado contra un lindero, aislado -
¡
Atención, prepárense !

de todo; y luego, inocente, ido en el sueño, cnsució -Sí, mamá.


las sábanas. Pelo de Zanahoria se despierta. ¡S" Desde ya se nota que goza:n con las futuras
da cuenta que lo único con 1o que linda es con su muecas. Debieron habcr invitado a unos cuantos
asombro! vecinos. Lucgo la señora Lepic les echa una última
La señora Lepic se aguanta y no se enfacla' Limpia mirada a los dos como preguntando: "¿Listos?",
todo tranquila, indulgente, maternal. Incluso a y finalmente levanta lenta, muy lentamente la
la mañana siguiente, como a un niño mimado, a última cucharada. La mete en la boca abierta de
Pelo de Zanahoria Ie traen el desayuno antes de Pelo de Zanahoría, la hunde hasta la garganta, 1o
levantarse. ceba, 1o atiborra y le dice, a la vez socarrona y
asqueada:
Sí, le llevan la sopa hasta la cama, una soPa hecha
con todo el cuidado. La señora Lepic, con una -¡Ah! mi pequeño pucrco, tc la comistc, te la

cuchara de palo, ha diluido Poco, ¡oh!, muy Poco comiste, y toda cle la tuya, de la de ayer.
de eso. -Ya me 1o temía -responde Pelo de Zanahotia

Desde la cabecera de la cama, Félix, el hermano


simplemente, sin representar cl papcl que el
público espcra.
mayor, y Ernestine, la hermana, miran a Pelo de

Zanahoría con picardía, listos Para morirse de risa Estaba acostumbrado, y cuando uno se
a la primera señal. La señora Lepic, cucharadita tras acostumbra a algo, el asunto pierde toda la gracia.
cucharadita, Ie da de comer a su hijo. Por el rabillo
l',, !,,,!': / ¿¡¿lt,:r !o

La bacinilla ya sea porque la luna lo anima con su resplandor.


Algunas veces el señor Lepic y Félix, el hermano
I
mayor, le dan ejemplo. Por otra parte, la necesidad
Como ya le ha ocurriclo más de una desgracia en no lo obliga sicmpre a alejarse de la casa c ir hasta
la cama, Pelo de Zanahoria tiene mucho cuidado la cuneta de la carretera, que que<la casi cn pleno
en tomar sus precauciones cada noche. Durante el campo. Lo más común es que se haga debajo de la
verano es fácil. A las nueve, cuando la señora Lepic escalera. Todo depende.
lo manda a acostar, Pelo de Zanahotia se ofrece a
Pero esta noche la lluvia acribilla los vidrios,
dar una vuelta por afuera; así es que Pasa una noche
el viento ha apagado las cstrellas y los nogales se
tranquila.
exasperan en los prados.
En invierno, el paseo se vuelve una carga. Por
-Todo está bien -concluye Pelo de Zanahoria,
más que tome una primera Prccaución cuando cae
después de haber deliberado sin afán. No tengo
la noche y encierre las gallinas, no puede esPerar
ganas.
que esto sea suficiente hasta la mañana siguiente.
Llega la cena, luego Ia guarclia; suenan las nueve. Da las buenas nochcs a t<t<los, prcnclc una vcla y
Hace rato que es de noche y se sabe que todavía llega, por el fondo dcl corrcdor, a la <lcrccha, a su
va a durar una eternidad. Es necesario que Pelo de habitación vacía y solitaria. Sc dcsvistc, sc acuesta
Zanahoria tome una segunda precaución. y espera la visita de la señora Lcpic. Ella lo arroPa,
tal vez demasiado fuerte, y aPaga la vcla. [.a <lcja
Y esta noche, como todas las noches, se
ahí pero no le deja ni un fósforo.Y lo encicrra con
pregunta:
llave por ser tan miedoso. Al comicnzo, Pclo de
-¿Tengo ganas? ¿No tengo ganas? Zanahoriadisfruta el placer de estar solo. Fantascar
Normalmente la respuesta es "Sí, sí tcngo", ya entre las tinieblas es una dicha. Repasa su clía, se
sea porque sinceramente no puede aguantar más, f'elicita por haber salido sano y salvo, y cuenta con
l\'!o,j,: ;" ¡¡¡¡,¡h,¡r t,'

tener la misma suerte para rnañana. Se anima para Pelo de Zanahoria se calma, cierra sus ojos con
que, durante dos días seguidos, la señora Lepic no total seguridad y, feliz, se queda dormido.2
le preste ningún cuidado; y (ron este sueño trata de II
dormirse.
Se despierta bruscamcnte y escucha su
Pero apenas cierra los ojos, siente un malestar estómago.
conocido. -¡Oh! ¡Oh! -dicc. ¡Esto pinta muy mal!
-Era inevitable -se dice Pclo de Zanahoria. Hacía un rato se consideraba libre pero la cosa no
Otro se levantaría. Pero l)elo de Zanahoria sabe podía ser tan afortunada. Ha pecado Por Perezoso
muy bien que no hay ninguna bacinilla debajo de ayer por la noche; ahora el vcrdadcro suplicio se

la cama. Aunquc la señora Lepic jure lo contrario, acerca.

ella se olvida siempre de porrer una. Por otra parte, Sc sienta en la cama y trata cle reflexionar. La

¿para qué la bacinilla si Pelo de Zanahoria toma sus puerta está cerrada con llave. La vcntana tiene
precauciones? barrotes. Es imposible salir.

En yez de levantarse, Pelo de Zanahoria Sin embargo se levanta y sc Ponc a tantear la


reflexiona: puerta y los barrotes tlc la vcntana. Se arrastra Por
cl suelo y agita las manos bajo la cama en busca de
-Tárde o temprano tendré que ceder -se dice. Así
una vasija que sabe ausente.
que, entre más aguante, más voy a acumular. Por
eso, si hago pipí ya, haré muy poco, y las sábanas
tendrán tiempo de secarse con el calor de mi
cuerpo. Estoy seguro, por experiencia que mamá Estas son las últimas palabras gue escribió Rcnard en su Dia¡io: "Lista n<¡che
quiero levantarmc. }'esadez. Una pierna cuelga luera. l-ucgo un hilillo «rrrt:
no verá ni una gota. a lo largo de la pierna.Ticne quc llcgar al talón para que mc decida. Sc se
cará en las sábanas, como <:uandc, yt> cra Pelo cle Zanah<¡ria". (N. delT.l
Ptlo Je 1,¡Lah,¡r¡a

Se acuesta y sevuelve a levantar. Prefiere moverse, señora Lepic empuja la puerta haciendo muecas y
andar y patalear que dormir. Con sus puños aprieta respirando de lado.
el vientre que poco a poco se dilata. -¿Qué es ese olor tan raro? -dice.
-¡Mamá! ¡Mamál! exclama con voz suave, con -Buenos días, mamá -dice Pelo de Zanahoria.
miedo de que lo oigan, porque si la señora Lepic
La señora Lepic arranca las sátranas, cllfatea las
asomara y él apareciera todavía limpio, parecería
esquinas de la pieza y no clemora cn cncontrarla.
que estuviera burlándose de ella. El niño no quiere
sino poder decir rrnañana, sin mentir, que intentó -Estaba enfermo y no había bacinilla -se aPresura
avisar. a decir Pelo de Zanahoria, llüe luzga esta respuesta
Pero, ¿cómo podría gritar? Todas sus fuerzas como su mejor defensa.
se concentran en retrasar el desastre. Pronto, un -¡Mentiroso! ¡Mentiroso! -dice la señora Lepic.
dolor supremo pone a Pelo de Zanahoria a bailar. La madre busca salvarse, sale y vuelve con una
Se tira contra la pared y rebota. Se da un golpe
bacinilla que esconde y que desliza rápidamente
contra el hierro de la cama, contra la silla, contra
bajo la cama, sacude a Pelo de Zanahoria, alborota
la chimenea. Allí lcvanta con violencia la tapa y
a la familia y exclama:
se sienta entre la silla que forman los morillos,
retorcido, vencido, dichoso en medio de una -¿Qué le hice al cielo para merecer un hijo así?

felicidad absoluta. Pronto trae trapos, un cubo de agua, inunda la


La oscuridad de la habitación se vuelve más chimenea como si estuviera apagando un incendio.
densa. Sacude las sábanas y, atareada y afligida, ruega por

ilI ¡aire! ¡Aire!


Al rato levanta los brazos en las narices de Pelo
Pelo de Zanahoria no logra dormirse sino
de Zanahoria:
llegada el alba, por eso todavía duerme cuando Ia
1'¿ I o,! e /-¡tr¡ ¡th at i o
/uirr ll.rlerJ

-¡Miserable, has perdido laraz6n! ¡Te volviste un De todas formas, tú eres cotrto y«>, tampoco te

salvaje! ¡Vives como los animales! Si le dieran una gusta.


bacinilla a un animal, seguro que sabría utilizarla' -Está bien -se dice Pelo de Zanahoria.
Pero tú, tú sólo te imaginas revolcándote en las Así es que le imponen Io que lc gusta y l«r
chimeneas. Dios es testigo que me estás volviendo
que no le gusta. Al comienzo le debía gustar
boba, y que moriré loca ¡loca!
solamente lo que le gustaba a su mamá. Cuan«l<r
Pelo de Zanahoria, en camisón y con los pies llega el queso:
descalzos, mira la bacinilla. Anoche no había
-Estoy segura -dice la señora Lepic- que Pelo dc
ninguna, y ahora hay una bacinilla al pie de la cama'
Zanahoria no comerá.
Esa vasija blanca y vacía 1o ciega. Si se hubiera
Y Pelo deZanahoria piensa: "Pues ya que mamá
obstinado todavía en ver nada, no sería más que un
está tan segura, no vale la pena ni probarlo".
sinvergüenza.
Además, sabe que si lo hace, sería peligroso. Por
Y, como su familia desconsolada, los vecinos
eso, ¿no podría sacar un rato para satisfacer sus
burlones que empiezan a desfilar y el cartero
más extraños caprichos, en algún lugar que sólo él
que acaba de llegar, lo molestan y lo asedian con
conozca? A la hora del postre, la señora Lepic le
preguntas, Pelo de Zanahoria, Ios ojos sobre la
dice:
vasija, finalmente explica:

-¡Palabra de honor que yo no sé nacla!Ya ustedes


-Ve a llevarles estas tajadas de melón a los
conejos.
veran.
Pelo de Zanahoría cumple el mandado con
cuidado, llevando el plato bien derecho para no
Los conejos regar nada.
-Ya no queda melón para ti -dice el señor Lepic'
l\'1,¡ l¡: /¿n¿haria
frr/.rr.&..¡d.¡.1

Al llegar al corral,los conejos, todos despeinados, El pico


oreja contra oreja, el hocico hacia arriba y las patas Félix, el hermano mayor, y Pelo cle Zanahoria
delanteras tiesas y listas como para tocar un tambor, trabajan uno junto al otro. Cada uno tiene su pico.
se lanzan hacia él y lo rodean. El de Félix, el hermano mayor, ha sido hecho a la
medidapor el herrero, conhicr«r. I)r:lo <lc Zanahoria
-¡Oh, esperen un momento! -dice Pelo de
ha fabricado el suyo é1 solo, con ma«lt'ra.Trabajan en
Zanahoria. Por favor, ¡ compartamos !
eljardín, esforzados y rivalizan<lo t,l un() (t()n cl otro
LIna vez sentado sobre un montón de bolitas con ardor. De repente, en el motnt,trto clutt menos
de excremento, de hierbas roídas hasta la raí2, de se espera -siempre es en esc m()tn('nto ¡rrcciso que

pedazos de col y de hojas de malva, les empieza a las desgracias aparecen-, Pclo <lt' Z¿nahoria recibe
dar las pepas del melón mientras él se toma el jugo: un golpe con el pico en la frcnte .

y es dulce, como un vino dulce. Llnos instantes despuós cs ttccrt'sario Iletvar y


acostar con todo cuidado Fólix, cl ht'rtnan() tnayor,
a
Después roe con los dientes Io que su familia ha
que apenas ha visto la sangrc dc su ht:rmanito
dejado en las tajadas dulces y amarillas, todo lo que
se ha mareado. Toda Ia familia está ahí, paracla,
aún se pueda llevar, y pasa las cáscaras verdes a los
empinándose, y suspira angustiada.
conejos que, alrededor suyo, están sentados en sus
-¿Dónde están las sales?
rabos.
-Un poco de agua fría, por favor, para mojarle
La puerta del corral está cerrada.
las sienes.
El sol de la siesta atraviesa los rotos del tejado
Pelo de Zanahoria sc sube a una silla para poder
y estira la punta cle sus rayos hasta la sombra
ver por encima de los hombros y entrc las cabezas.
fresca.
Tiene la frente vendada con un trapo ya rojo, por
clonde gotea y chorrea la sangre.
l\,la le /¿nah,¡ria
lulLs Rcnor,l

EI señor Lepic le dice: -Sípapá responde Félix, el hermano mayor' Los


dos compartiremos la carabina. Con quc Pelo de
-¡Te han dado de lo lindo!
Zanahoria me la preste por raticos será suficiente.
Y
Ernestine, la hermana, que ha vendado la
herida:
Pelo de Zanahoria no dice ni sí ni no.
Desconfía.
-La punta ha entrado como si fueras
EI señor Lepic desempaca la carabina de la funda
mantequilla.
verde y pregunta:
El niño no ha llorado; le han hecho entender que
-¿Cuál de los dos la llevará primero? Me parece
no serviría de nada.
que debe ser el mayor.
Y ahora es Félix, el hermano mayor, el que abre
Félix, el hermano mayor
un ojo y después el otro. Todo no fue sino un susto
), como poco a poco el color le vuelve al rostro, -Cedo el honor a Pelo de Zanahoria. ¡Que é1

la preocupación y el miedo desaparecen de los comience!


corazones. Señor Lepic
-¡Siempre lo mismo! -le dice la señora Lepic a Has estado muy amable durante la mañana, Félix.
Pelo de Zanahoria. No podías poner un poco de Lo tendré en cuenta.
atención, ¡pequeño imbécil!
El señor Lepic pone la carabina sobre los hombros
de Pelo de Zanahoria.
La carabina Señor Lepic
El señor Lepic dice a sus hijos: Adelante, hijos míos. Diviértansc Pero sin
-Con una carabina para los dos es suficiente. Los pelear.
hermanos que se quieren comparten todo.
I'Ll,¡
'lt
/¿¡¡¡ha¡jt
/rri,r &rrrcr,l

Pelo de Zanahoria Pero empieza a sentir un h«rrtnigttt'o olt cl


hombro, 1o que lo obliga a no aPoyar trr¿is t'rr i'l la
¿Llcvamos al perro? culata del arma de fuego.
Señor Lepic
-¡Heyl -exclarna Félix, el hermano may()r.'l'ír la
No, sería inútil. Ustedes harán de perro por cargas hasta que yo diga.
turnos.Además, cazadores como ustedes no hieren;
-Pero si tú eres mi hermano -dice Pelo tlc
cazadorcs como ustcdes matan de un solo tiro.
Zanahoria.
Pelo clc Zanahoría y Félix, cl hermano mayor, se
Cuando una bandada de gorriones levanta el
alejan. Sus ropas sc¡n las mismas dc todos los días.
vuelo, Pelo de Zanahoriase detiene y le hacc señas a
Se lamentan por no llevar botas, pero el señor Lepic
Félix, el hermano mayor, Para que se qucde quieto.
les dice constantemente que el verdadero cazador
Las aves vuelan de un arbusto al otro. Encorvados,
las desprecia. Los pantalones del verdadero cazador
los dos cazadores se acercan sin hacer ruido, como si
se arrastran por el suelo. Nunca debe recogerlos.
los gorriones durmieran. Éstos, incómodos y entre
Así, se muevc entre el barro y las tierras cultivaclas,
cantos, se van a posar a otro lugar. Los cazadores
y así, las botas se van formando, sólidas y naturales,
enderezan sus pasos. Félix, el hermano mayor,
llegando hasta las rodillas dcl caza<lor. La empleada
suelta uno que otro insulto. Pelo de Zanahoria, a
tienc la ordcn cle respetar esta transformación de
pesar de los latidos de su coraz6rt,, Parece menos
la prenda.
impaciente.Teme, eso sí, el momento en que tenga
-Para mí, que no vas a volver con las manos vacías que probar su puntería. Ay si fallara. Cada demora
dice Félix, el hcrmano mayor. resulta un alivio. Otras veces,los gorriones Parecen
-Tengo un buen presentimiento dice Pelo de esperarlo.
Zanahoria.
/ fi,r ¡c /.lt?¡ln )r¡J

Félix, el hermano mayor Félix, el hermano mayor, cncara cl arma, apunta,


dispara, el gorrión cae.
No dispares, estás demasiado lejos.
Pelo de Zanahoria
Es como uno de esos trucos hr,chos por un
ilusionista: Pelo de Zanahoria hacía s1>lo un
¿Tú crees? momento sostenía la carabina contra su corazón;
Félix, el hermano mayor la perdía luego repentinamente y, ahora, vuclvc a
Uno é1, pues Félix, el hermano mayor, se la acaba rlc
¡Pues claro! Estar así, agachados, engaña.
entregar. Luego, haciendo de perro, corre a recoger
cree que está encima de ellos; pero la verdad es que
su presa y dice:
está demasiado lejos.
-Te faltó hacer bien las cosas. Tienes que estar
Entonces Félix, el hermano mayor, Para
más atento.
clemostrar cuánta raz6n tiene, se levanta, y los
gorriones, asustados, se van. Pelo de Zanahoria

Sin embargo, queda uno en la punta de una rama Mucho más.


que se dobla y parece columpiarlo. Menea la cola, Félix, el hermano mayor
mueve \a cabeza, ofrece el vientre.
¡Ah! ¡Ahora te da por ponerte bravo!
Pelo <le Zanahoria
Pelo de Zanahoria
En serio que puedo disparar, estoy seguro.
¿Qué quieres, que cante?
Fólix, el hermano mayor
Félix, el hermano mayor
Quítate yo veo. Sí, en efecto, lo tienes perfecto. Pero si ya tenemos al gorrión, ¿dc qu(: tc qucjas?
¡Rápido!, pásame la carabina. Imagínate que le hubiéramos fallaclo.
Pelo de Zanahoria, con las manos vacías,
dcsarmado, bosteza; delante de é1, en su lugar,
l\lo lc 11¿rnl¡or¡¿
lrlrr l{,rnor./

Pelo dc Zanahoria Guárdalo en tu bolsillo y deja el pico afucra.

Los cazadores regresan a casa. De \¡cz cn cuando


¡No!Yo...
se encuentran con algún campesino que los saluda
FéIix, el hermano maYor
y les dice:
Tú o yo, es la misma cosa.Yo lo maté hoy, tú lo
-Muchachos, al menos no han matado al paclrc.
matarás mañana.
iJa!
Pelo de Zanahoría
Pelo de Zanahoría, satisfecho, olvida su rencor.
¡Ah, mañana! Llegan reconciliados y victoriosos. El señor Lepic,
Félix, el hermano mayor clesde que los ve llegar, exclama muy sorprendido:

Te Io prometo. -¿Cómo? Pelo de Zanahoria, ¿tú todavía cargando


la carabina? ¿Lahas llevado todo el tiempo?
Pelo de Zanahoria
-Casi responde Pelo de Zanahoria.
Sí, cómo no...
Félix, el hermano maYor
El topo
Está bien, te 1o juro, ¿estás contento?

Pelo cle Zanahoria


En el camino Pelo de Zanahoria cncucntra
un topo negro como el hollín. Cuanclo ya no
Lo que sea... Qué tal si mejor buscamos otro quiere jugar más con é1, decide matarlo. Lo lanza
gorrión. Así podría disparar la carabina. hábilmente por los aires varias veces; lo quc busca
Félix, el hermano maYor es que el topo caiga contra una piedra.

No, ya es muy tarde. Volvamos Para que mamá Al principio todo es eficaz, todo salc bien.
¡rucda preparar éste.Te lo regalo, grandísimo tonto'
l\,la,it 1¿n¡hati¡¡
/ull ll,:rrar,1

Ya el topo tiene las patas y la cabeza quebradas, la Y entre más lo golpea, furios«r, I"tlcttos lc parece
espalda vuelta pedazos; no Parece quc vaya a durar que muere.
mucho.

Luego, estupefacto, Pelo de Zanahoria se da La alfalfa


cuenta de que el animal se resiste a morir. Lo
Pelo de Zanahoría y Félix, el hcrman() may()r,
ha tirado Io suficientemente arriba como Para
vuelven de misa y se apresuran en llegar a [a casa,
sobrepasar el techo de una casa, hasta el cielo. Sin
pues es la hora de la merienda de las cuatro.
embargo el proyecto no avanza.
Félix, el hermano mayor, comerá una rebanada
-¡Bellaco! ¡Por qué no muere! -exclama Pelo de
cle pan con mantequilla o con mermelacla. Pelo de
Zanahoria.
Zanahoria, una rebanada de nada, pues ha quericlo
En efecto, sobre Ia piedra manchada de sangre hacerse hombre demasiado pronto, y declaró,
el topo parece una masa; su vientre lleno de grasa clelante de testigos, que no era un glotón. Le
se sacucle como una gelatina. Pareciera que estas gustan las cosas naturales, come normalmente su
sacudidas entregaran cierta ilusión cle vida. pan seco con mucho gusto /, aún esta tarde, camina
más rápido que Félix, el hermano mayor, Para ver
Bellaco ! grita Pelo d eZanahoria, descontrolado -
¡
si le sirven de primero. A veces el pan seco se Pone
¡Por qué vive todavía! cluro.Y por eso Pelo de Zanahoría se abalanza sobre
Lo coge, Io insulta, cambia de táctica. ól como si atacara a un enemigo,lo coge a golpes, lc:
clavarios mordiscos, cabezazos, lo vuelve pcclazos,
Totalmente colorado, las lágrimas en los ojos, lo
lo hace volar por los aires. Organizados alrcrlctlor
escupc y lo tira con todas sus fuerzas, a quemarroPa,
de é1, sus padres lo miran con curiosida«l.
contra la piedra.
Su estómago de avestruz podría «ligcrir hasta
Pero el vientre informe siempre se mueve.
piedras, hasta una moncda vicja y oxiclada. En
ItLl¿ J¿ /.o¡ttlurp

¡Si piensan que los voy


resumen: Pelo de Zanahoria no es alguien para a esperar!

nada difícil de alimentar. Pelo de Zanahoria


Baja el picaporte de la puerta' Está cerrada. Me parece que es 1o mejor que podemos hacer.
-Creo que nuestros paclres no están. Pégale con Félix, el hermano mayor
cl pie dicc.
No, no los espcraré. No quiero morirme de
Félix, el hermano mayor, entre blasfemias, se
hambre. Voy a comcrme Io que sca, ya. Así sea
lanzacontra la pesada puerta cubierta de puntillas y pasto.
la hace retumbar por un buen rato. Después los dos,
Pc[o dc Zanahoria
uniendo fuerzas, se magullan los hombros en vano.
Pelo de Zanahoria ¡Pasto! Es una excclente idea, será una buena
lccción para nuestros padres.
Definitivamente no están.
Félix, el hermano mayor
Félix, el hermano mayor
¡Claro! Si hasta comemos ensalada. Entrc tú y
Pero ¿dónde estarán? yo, la alfalfa, por cjemplo, es tan tierna como la
Pclo de Zanahoria lechuga. Es como la cnsalada PCro sin accite ni
vinagre.
No podemos saber todo. Sentémonos mejor.
Pelo de Zanahoria
Con los escalones fríos bajo las nalgas, ambos
sienten un hambre extraordinaria. Intentan Entonces no hay necesidad de revolverla.
reprimirla con bostezos y dándose puños en el Félix, el hermano mayor
pecho, violentamente.
Apuesto a que yo me como la alfalfa y tú no
Félix, el hermano maYor puedes, ¿eh?
Pelo de Zanahoria -Estamos bien -dice Félix, el herman() nr,l\'( )r'.
tú sí y yo no? Entre cosquillas, los hermanos ríen conr() .urlt's,
¿Por qué
como cuando dormían en la misma cama y cl st'rr,r'
Félix, el hermano mayor
Lepic les gritaba desde la píeza del Iado: "¿Cuánrl,,
En serio, ¿quiercs apostar? es que van a dormi¡ sinvergüenzas?"
Pelo de Zanahoria olvida el hambre y
Se les ponen a nadar como
se
Pcro, ¿por qué no lcs peclimos antes a los vecinos marineros, como perros, como ranas. Sólo se
una rebanada de pan con cuajada para cacla uno? alcanzan a ver dos cabezas que emergen. Arrancan

Félix, el hermano maYor con las manos y apartan con los pies las pequeñas
olas verdes, que tan fácil sc rompcn. Mucrtas, ya
Prefiero la alfalfa.
no volverán a aparecer.
Pelo de Zanahoria
-Las tengo hasta la garganta dicc Fólix, el
Está bien. ¡ Vamos ! hermano mayor.
Poco después el campo de alfalfa exhibe delante -Mira cómo avarrzo dice Pelo de Zanahoria.
de sus ojos su apetitoso verdor. Desde la entrada
Tienen que descansar, saborear con más calma
sc divierten arrastrando los zapatos, aplastando su felicidad.
los tallos débilcs, formando sendas delgadas quc
Acodados en el suelo, siguen con la mirada los
Iuego inquieten durante mucho tiempo y hagan
túneles que cavan los topos, que sc levantan como
preguntar: "Pero ¿qué animal pasó por aquí?"
hinchando la tierra y que zigzagluean sobre la
Una brisa corre a través de los pantalones y les
superficie, como las venas de los viejos. A veces los
llega hasta las pantorrillas, que Poco a Poco se
picrdcn de vista, a veces aparecen en un claro, donclc
cntumecen. Se detienen en mitad del campo y se
la cuscuta roedora, parásito maligno y enemiga clc:
dejan caer boca abajo.
l', l. .1. /,ta it,'t¡¡

Ia buena allálfa, extiende su barba de filamentos Pelo de Zanahoria se lo toma en serio y, más lino,
rojos. Allí, Ias madrigueras forman una minúscula no escoge sino las hojas más hermosas.
aldca de chozas levantadas al estilo indio. Con la punta de la nariz las dobla, las lleva hasta
-Esto no es todo, comamos dice Félix, el la boca y las mastica lentamente.
hermano mayor. Yo empiezo, y cuidado con coger ¿Para quó apurarse? La mesa no está reservada.
dc mi porción. Tiene todo el tiempo del mundo.
Con el brazo como radio, describc medio Y, con los dientes que rechinan,la lengua amarga,
círculo. el estómago revuelto, traga, goza.

-Con 1o que sobra tengo --dice Pelo de


Zanahoria. El vaso
Las dos cabezas desaparecen. ¿Quién adivinaría Pelo clc Zanahoria no volvcrá a tomar en el
que están allí? comedor. En unos días pierde la costumbre de
El viento sopla dulcemente, voltea las delgadas hacerlo, con una facilidad que sorprende a su familia

hojas de la allalfa y muestra su cnvés pálido; y todo


y a sus amigos.

el campo es atravesado por un escalofrío. Una mañana le clicc a la señora Lepic mientras
ésta le sirvc cl vino como de costumbre:
Félix, el hermano mayor, arranca un montón
de forraje, con él se envuelve la cabcza y finge -Gracias, mamá, no tengo sed.

cmbutirse, imita el ruido de las mandíbulas de Por la noche, en la comida, vuelve a decir:
un ternero inexperto que no para de comer. -Gracias, mamá, no tengo sed.
Y mientras que parece que se va a devorar todo,
-Te volvistc ahorrador -dice la señora Lcpic.
incluso las raíces, pues conoce mucho de la vida,
Mejor para los otros.
Pti,,,l¿ /.¡n¡lrrt¡

Así, sin tomar nada, pasa el primer día, pues Félix, el hermano mayor
para él la temperatura está bicn y simplemente no ¡Por favor! Si aguanta tres días, hasta el
domingo,
tiene sed. ya será mucho.
La mañana siguicnte la señora Lepic está poniendo Pero -dice Pelo de Zanahoria, que finalmentc
la mesa, le pregunta: sonríe-, no volveré a tomar nada si no me da sed.
-¿Hoy si tomarás algo, Pelo de Zanahoría? Miren los conejos y los conejillos de indias, ¿les
encuentran algún mórito?
-La pura verdad, no tengo idea.
-Un conejillo de indias y tú, suman dos -dice
-Como quieras dicc la señora Lepic. Si quieres
Félix, el hermano mayor.
tu vaso, tendrás que buscarlo en Ia alacena.
Pelo de Zanahoria, molesto, les mostrará de lo
Pelo de Zanahoria no va a buscarlo' ¿Será
que es caPaz.
capricho, olvido o tal vez miedo de servirsc solo?
La scñora Lepic sigue olvidando el vaso. Pelo <lc
Ya los otros cmpiezan a extrañarse .
Zanahoria se cuida bicn clc pcclírselo. Act:pta con
-Te estás perfeccionando -dice la señora Lepic. igual indiferencia las f'clicitacioncs irónicas y las
Ahí tienes una cualidad más. declaraciones sinceras de admiración.

-dice el señor Lepic.Te servirá sobre


-Y bicn rara -Está enfermo o loco 'dicen unos.
todo más tarde, si te encuentras solo y perdido en
-Toma a escondidas dicen los otros.
el desierto, sin camello.
Pero los quince minutos de fama siempre Pasan
Félix, el hermano mayor, y Ernestine, lahermana,
y las veces que Pelo de Zanahoria saca la lengua
haccn sus apuestas:
para mostrar que no la tiene seca, disminuycn Poco
Ernestine, la hermana a Poco.

Pasará una semana sin tomar.


,i /.' .i' / ir)JlI I r.l

Los familiares y vecinos se cansan' Solamente El pedacito de pan


uno que otro extraño todavía levanta los brazos al Si el señor Lepic está de bucn humor tro <lt'st'stit'na
cielo cuando le cuentan la historia. entrctener él mismo a sus hijos. Lcs cttcnta l-ristorias
-¡Exagera! Nadie escapa a las exigencias de la tan divertidas en los senderos del jardín c¡ut' Ir('lix,
naturaleza --dicen. el hermano mayor, y Pelo de Zanahoria sc tiran y
ruedan por el suelo. Esta mañana no pucdcn rrtás
El médico que consultaron dice que el caso le
de las carcajadas. Ernestine, la hermana, vicntr a
parece extraño, pero que a fin de cuentas nada es
decirles que el almuerzo está servido y apenas la
imposible.
oyen se calman. En cada reunión familiar las caras
Y Pclo de Zanahoria, sorprcndido, reconoce que, se enfurruñan.
aunque temía sufrir, con un mínimo de decente
Como de costumbre almuerza:nrnvy rápido, casi
testarudez se puede hacer lo que uno quiera.
sin respirar y nada les impediría en este momento
Había creído que se había impuesto una privación desocupar la mesa para otros, si ésta estuviera
dolorosa, que había emprendido toda una hazaña; reservada, cuando la señora Lepic dice:
pero no se siente ni siquiera incómodo. Es más: está
-¿Me podrías pasar por favor un pedacito de pan
mejor que antes. Ojalá pudiera vencer el hambre
para terminarme la compota?
como venció a la secl. Ayunaría, viviría del aire.
¿A quién se ha dirigido? Lo más normal es que la
Ni siquiera se acuerda de su vaso. Hace mucho señora Lepic se sirva a ella misma, y que no le hablc:
que no sirve para nada. Hasta que un día a Honorine, sino al perro. Le informa el precio de las legumbrcs
la empleada, se le ocurre llenarlo con el limpia y le cxplica lo difícil que es hoy día alimentar c'ot-t
metales que utiliza para brillar los candelabros. tan poco dinero a seis personas y un animal.

-No señor -le dice a Pyrame, qu(' gt'ttñt'


amistosamente y golpea el tapetc c()n stl t'«tla , tút
llt!o Jc /¡tr,¿itrt tt

no sabes lo duro que me toca para mantener esta ruidos y los cachetes llenos <lc manzanas cocidas,
casa. Tú te imaginas, como los hombres, que una se contiene; pero va a estallar si la sr:ñora Lcpic no
cocinera tiene todo gratis. Te da 1o mismo que la se va ya de la mesa, porque delantc rlc' las nariccs
mantequilla suba de precio o que los huevos sean de sus hijos y de su hija ¡la están tratan<lo c:<,mo lo
imposibles de pagar. peor de lo peor!

Entonces, sucede lo extraordinario: contrario


a toda costumbre, se dirige directamente al señor La trompeta
Lepic. Es a é1, y sólo quien le pide el pedacito
a é1, a
Esta mañana el señor Lepic llega de Paris.Abre su
de pan para terminar la compota. Nadie lo puede
baúl y de éste salen regalos para Félix, el hermano
negar. Primer<¡ se queda mirándolo. Luego el
mayor, y Ernestine, la hermana. Hermosos regalos
señor Lepic se da cuenta que el pan está a su lado.
con los que -qué raro- soñaron toda la noche. Luego,
Sorprendido, duda; luego, con la punta de los
el señor Lepic, con las manos en la espalda, mira
dedos coge un pedacito de pan del fondo del plato
con malicia a Pelo de Zanahoria y le pregunta:
y, severo, sombrío, se 1o tira a la señora Lepic.
-Y a ti, ¿qué te gustaría más? ¿Una trompeta o
Farsa o drama, ¿quién sabe?
una pistola?
Erncstine, la hermana, humillada por el trato
La verdad, Pelo de Zanahoria es más bicn
dado a su madre, siente miedo.
prudente que temerario. Prcferiría la tronrpr:ta,
"Papá está en uno de sus buenos días", piensa porque óstas no se disparan cn las manos; p()ro
Félix, el hermano mayor, que galopa descontrolado siempre ha escuchado clecir quc un muchacho dc
con las patas de su silla. su edacl sólo puede jugar con armas, c()rr csparlas,
En cuanto a Pelo de Zanahoria, hermético, con con aparatos de guerra. Ha llcgackr la hora de oler
pedazos de comida en los labios, el oído lleno de la pólvora y de arrasar con todo. Su ¡ra<lrc conoce a
Ios niños: ha traído lo que se ncccsita.
I'rl,' .i¿ 11¡»,;h¿:¿

-Me gustaría más la pistola -contesta osado, En lo alto del armario, sobrc un montón de ropa

seguro de haber aclivinado. blanca, enrollada con sus trcs lrorlas roias y con
la cinta de franjas de oro, la tr<>tr-rpt'ta tlc: l)clo cle
Incluso va un Poco más allá Y agrega:
Zanahoriaespera quien la soplt , intot'abIt', invisible,
-No vale la pena esconderla, iya la vi! muda como la del Juicio Final.
-¡Ah! -clice confundido el señor Lepic. Prefieres
la pistola ¿Quieres decir que has cambiaclo El mechón
entonces?
Los domingos la señora Lcpic exige que sus hijos
De repente Pelo de Zanahoria sc corrige: vayan a misa. Los arregla muy bien y Ernestine, la
-¡Para nada pupá, era un chiste! Quédate hermana, se encarga ella misma del aseo de sus
tranquilo, yo odio las pistolas. Dame mejor mi hermanos, arriesganclo demorarse con el suyo.
trompeta y te muestro cómo me gusta soplarla' Les escoge las corbatas, les lima las uñas, reparte
Señora Lepic los misales y le entrega el más grueso a Pelo de
Zanahoria. Pero ante todo les unta cremas en el
¿Entonces por qué mientes? Sólo para
aPenar
pelo.
a tu paclre, ¿cierto? Cuanclo a uno le gustan las
Es un entusiasmo que tiene.
trompetas no dice quc prefiere las pistolas y, sobre
todo, uno no dice que ha visto una pistola cuando Mientras que Pclo de Zanal-toria sc clcia s<>bar
no ha visto nada. Así que Para que aprendas: te como un bobo, Félix, cl hermano mayor, lc a<lvit:rte
quedarás sin pistola y sin trompeta- Mírala bien: a su hermana quc él tcrminará cnfhtlántlosc. Ella Ic
tiene tres borlas rojas y una cinta con franjas de hace trampa:
oro. Ya, suficiente, la has visto demasiado. Ahora -Esta vez sc me olvidó dicc. No lo hice a
vete para la cocina; de prisa, trota y haz con los propósito.Te juro que apartir dcl próximo
declos como si tuvieras una flauta.
no tenclrás que soportarlo más.
l\'t, .:r /.1'¿ 11. :,i

Y así logra sicmpre ponerle las manos encima. -Brillas como un príncipc dice Ernestine, la
hermana-, sólo te falta la gorra. Vc a buscarla en el
-Esto terminará mal -dicc Fólix, el hermano
armario.
mayor.
Pero Félix, el hermano mayor, sc cquivoca. Pasa
Esta mañana, envuelto en su toalla, con la cabeza
delante del armario, corre hasta la alaccna, la abre,
agachada y con Ernestine todavia engatusándolo,
agarrauna jarra llena de agua ¡ tranquilo, se la echa
no sc da cucnta de nada.
encima de la cabeza.
-¿Ves que sí te obedczco? -dice ella. No vas a
-Te lo dije, hermanita -dice. No me gusta que
refunfuñar para nada, mira que el tarro está cerrado
la gente se burle de mí. Todavía estás muy pequeña
encima de la chimenea. ¿No soy muy querida?
para engañar a un viejo como yo. Si vuelves a
f)c todos modos el mérito no es mío. Con Pelo
intentar hacer esto, voy a dejar tus cremas en el
de Zanahoria lo que se necesita es cemento, pero
fondo del río.
contigo, cualquicr crema cs innccesaria. Tü cabcllo
se riza y se esponja solo. Tü cabeza se Parece a una Con elpelo todo aplastado, eI vestido del domingo

coliflor y esta raya tc clurará hasta la nochc. escurriendo, I completamente empapado, Félix, el
hermano mayor, espera a quc lo cambicn o a quc e[
-Te agradezco -dice Fólix, el hermano mayor. sol lo seque : 1o que sea, Ic <la igual.
Se levanta sin clesconfiar. No
se PreocuPa Por
"¡Qré hombre!" piensa Pclo tlc Zanahoria,
mirar cómo quedó pasánclose la mano por la cabeza'
que queda tieso cle la admiración. "No lc tcmc a
Ernestine, la hermana, termina de vestirlo; lo
nadie. Si yo tratara de imitarlo, se rcirían un buen
engalana y le pone unos guantes blancos de scda.
rato. Mejor hacerles creer qu<: no mc molcsta csta
-¿Listo? -pregunta Félix, el hermano mayor. crema".
t\ l,' .lt /,¡¡¡,tlt,t n¡

Sin embargo, mientras que Pelo de Zanahoria se Todavía debe hacer demasiado calor.
resigna y se acostumbra, sus cabellos lo vengan sin
Félix, el hermano maYor
que é1 Io sepa.
A mí me gusta cuando haY sol.
Siendo aplastados a la fuerza por la crema durante
Pelo de Zanahoria
un rato, se hacen los muertos; luego resucitan por
»
medio de un empujón invisible, deforman su ligero Y tú estarás mejor, PaPá, al lado del agua <¡ut'
molde brillante; lo resqucbrajan, lo revientan. aquí.Te acostarás sobre el Pasto.

Parece un rastrojo que se deshiela. Señor Lepic

Y pronto el primer mechón se levanta en el aire, Vayan adelante y con cuidado, que no les vaya a

firme, libre. dar gripa.

Pero Pelo de Zanahoria apenas si controla su


ritmo y siente un hormigueo en los pies. Sobre el
El baño
hombro lleva su pantaloneta, sobria y sin dibujos,
Como ya son casi las cuatro, Pelo de Zanahoria, y la azul y roja de Félix, el hermano mayor. Con
emocionado, despierta al señor Lepic y a Félix, el el rostro animado, charla, canta consigo mismo y
hermano mayor, que duermen bajo los avellanos salta entre las ramas. Como si nadara en el aire le
del jardín. dice a Félix, el hermano mayor:
-¿Nos vamos? -¿Cierto que va estar muy bueno, eh? ¡Lo que
-pregunta.
Félix, el hermano mayor vamos a chapotear!

¡Nos vamos, ponte la pantaloneta! -¡Pero qué inteligente! -responde Félix, el


hermano mayor, desdeñoso e imperturbable.
Señor Lepic
Pelo de Zanahoria se calma de inmediato.
l\'1,',1, /.¡,¡,tl'¡rt,¡

primero en pasar por encima, con agilidad,


Es el se parece a esos dulces de manzana (ltt(' ¡i(' l)('titl) ir

un pequeño muro de piedras, y ahora el río aparece la envoltura. Espera un poco más.
bruscamente; corre ante é1. El momento para reír Félix, el hermano mayor, ya ha toma<lc¡ ltost'si<'rtr
ha pasado.
del río y Io domina como si fuera su clucño. Lr r
Reflejos cristalinos brillan sobre la superficie golpea con todas sus fuerzas, 1o patea, lc sil('.I
encantada. espuma ¡ terrible en medio del agua, emPuja hac'ia
la orilla un montón de olas furiosas.
El agua resucna como dientes que chasquean y
exhala un olor rancio. -¿Ya no quieres meterte, Pelo de Zanahoría?
pregunta el señor Lepic.
Se trata de entrar
y quedarse allí, de distraerse
mientras el señor Lepic cuenta con su reloj la -Me estaba secando -responcle Pelo de

cantidad de minutos reglamentaria. Pero Pelo de Zanahoria.


Zanahoria sc estremece. LIna vez más su valor, que Por fin se decicle. Se sienta y tantea el agua
animaba para hacerlo durar, le falta en el momento con el dedo gordo del pie, que sus zapatos, tan
preciso, y la vista del agua, tan llamativa a lo lejos, apretaclos, han aplastado. Al mismo tiempo se frota
lo llena de angustia. el estómago que, talvez,no ha terminado de digerir
Pelo de Zanahoria se empieza a desvestir a cierta el almuerzo.
clistancia. Lo que desea no es esconder su flacura y Luego se desliza a lo largo de las raíces, que
sus pics sino temblar solo sin sentir vcrgüenza. le rayan las pantorrillas, los muslos, las nalgas.
Sequita la ropa prenda por prendayladobla con Cuando el agua le da en el vientrc intenta regrcsar
cuidado sobre el pasto. Amarra los cordones de sus y salvarse. Le parece que un hilo mojado lo apricta
zapatos y no termina nunca de desamarrarlos. Se y se enrolla poco a poco sobre su cuerPo, conlo la
pone la pantaloneta, se quita la camiset a y, al sudar, piola lo hace alrededor de un trompo. El pc«lazo tl,'
tierra donde se apoya cede y Pelo de Zanahoria t'at',
lr,:1,' J¿ /.d¡t¿h¿t t,¡

desaparecc, chapotea y después asoma tosiendo, vc hacia ese sauce. No te mucvas.'li' a¡rut'st() a quc)
ahogaclo, ciego y aturdido. tc alcanzo en diez brazadas.
-Te hundes bien, mi muchacho le dice el señor -Yo cuento -dice Pelo de Zanah<>ria tnttt'rt«r tlt:
Lepic. frío, los hombros fuera del agua, quicto cr()nl() LlIl

-Sí -dice Pelo de Zanahoria-, aunque no me poste.

gusta esto. El agua se mc mete en los oídos y me va De nuevo se agacha para nadar, Pero Félix, t:l

a dar dolor de cabeza. hermano mayor, se le sube por la espalda, se tira clt:

cabeza y le dice:
Busca un sitio dondc pueda aprender a nadar, es
decir, a mover los brazos mientras las rodillas se -Si quieres es tu turno, súbete a mi espalda.
arrastran sobre la arena. -Déjame practicar la lección tranquilo --dice
-Te e stás apurando mucho --1e dice el señor Lepic. Pelo de Zanahoria.
No agites los puños cerrados como si cstuvieras -¡Listo! --grita el señor Lepic. Salgan ya.Vengan
arrancánclote el pelo. Mueve las piernas, mira que a tomar un poco de ron.
no las estás usando para nada.
¿Ya?-dice Pclo de Zanahoria.
-Es más dificil nadar sin mover las piernas -dice Ahora ya no quisicra salirsc. No ha disfrutado
Pelo dc Zanahoria.
lo suficiente su baño. EI agua de la que hay que
Félix, el hermano mayor, Ie impide aplicarse y marcharse ya no le da miedo. Si hace un rato era cle
lo molesta. plomo, ahora es liviano como una pluma y se dcbattr
en una especie de arrojo frenético, desafiando t:l
-Pelo de Zanahoria, ven acá. Aquí es más hondo.
Ya no alcanzo a tocar el fondo, me hundo. Mira: peligro; dispuesto a arriesgar su vida para salvar
ahora me ves. Atención: ahora ya no me ves. Ahora,
al que sea, e incluso desaparece baio t'l agua
lt.!,,!t,/,tu,tlt+t,,

voluntariamente con el objetivo de experimentar ¡Bien! Ojalá que haga buen ticm¡ro.
la angustia de los que se ahogan. tlt'
Se seca cuidosamente usando las csclttittas l.r

-¡Apúrate! O tu hermano se tomará todo el ron toalla que Félix, el hermano mayor, no ha nlol.ttl«r y,
*exclama el scñor Lepic. con la cabeza pesada, la garganta carrasPosa, st' t'ít'
Aunque el ron no le gusta a Pelo de Zanahoria, a las carcajadas mientras Félix, el hermano m¿ly()r,
dice: y el señor Lepic se burlan alegremente de los dctlos
gordos de sus pies, que Parecen embutidos.
-No le doy mi parte a nadie.

Y se la toma como un soldado veterano.

Señor Lepic Honorine


Señora Lepic
Qucdaste mal bañado, tc quedó mugre en los
tobillos Honorine, ¿y usted cuántos años ticne ya?

Pelo dc Zanahoria Honorine


Es tierra, papá. Sesenta y siete desde el día de Todos los Santos,
Señor Lepic señora Lepic.

No, es mugre. Scñora Lepic

Pelo de Zanahoria Ya está muy vieja. ¡Pobrecita!

¿Quieres que me vuelva a meter? Honorinc


Señor Lepic Eso no significa nada cuando todavía se puede
Te quitarás eso mañana. Nos vamos ya trabajar. Nunca me he enfermado. Yo creo que soy
más dura que un caballo.
Pelo de Zanahoria
!'.:1,t tlt /,:il tit , ¡,'

Señora Lepic ¡Está bien! Abra Ia alacena y páseme


un plato, el

¿Quiere que le diga una cosa, Honorine? Usted que sea. Si ustecl seca la vajilla como se debe, ¿por
morirá de repente. Un día, regresando del río, qué este plato está húmedo?
sentirá que su canasto Ia aplasta más de lo normal, Honorine
que su carretilla es más pesada de empujar que
Hay una humedad en la alacena.
las otras veces; caerá dc rodillas, dc narices sobre
la ropa mojada, y estará perdida. La recogerán Señora Lcpic
muerta.
¿Y en la alaccna hay también
cledos que se Pasen

Honorine por los platos? Mire csta huella.

Me hace reír, Señora Lepic. No tema: estas Honorinc


piernas y estos brazos sirven todavía. ¿Dóncle , mi señora? No veo nada.
Señora Lepic Señora Lcpic
Se ha encorvado un poco, es verdad, pero Ér., mi reprochc, Honorinc. Entión<larnc.Yo
cuando la espalda se redonclea uno lava con menos
",
no digo que usted ser cstó rclajan<lo, Porque me
cansancio en los riñones. iQué lástima que su vista equivocaría. L,a verdad, n() conozco cn la región
haya disminuido! ¡No me diga que no, Honorine! ninguna mujer quc tenga más cnergia <1ue ustecl;
Hace algún tiempo que me di cuenta. solamente es que cstá enveieciendo. Yo también
Honorine me vuclvo vieja, todos Io hacemos, ] llega un
mc¡mento en que la buena voluntacl ya no alcanz'a.
¡Oh! Pero si veo tan bien como cuando mc
casé.
Le apuesto que a veces usted siente una especie
cle vclo sobre los oios, y Por mucho que se los
Señora Lepic
frote, sigue ahí.
l":!t ,b /.,u¡,t!'"t t,,

Honorine siemprc tan decidido a callar.Yo misrna ya renuncié.


Por eso es que los abro muy bienr para no ver De todas fbrmas la cuestión no es esa. Resumiendo:
turbio como si tuviera la cabezametida en un balde su vista se debilita cada día un poco más. Si para las
de agua. tareas fuertes el mal es menor, como por ejemplo
para lavar la ropa, las labores más dclicadas ya no
Señora Lepic
pueclen ser asunto suyo. A pesar del aumento en
Sí, sí, Honorine, confíe cn mí. No más ayer lc
los gastos, buscaría con mucho gusto a alguien para
entregó usted un vaso sucio al señor Lepic. No dije
que le ayude...
nada para no avergonzarla y armar una escena. El
señor Lepic tampoco dijo nada. Él.rrr"u dice nada, Honorine
pero no se le escapa ni una. I-Ino creería que es Nunca mc llevaría bien con otra mujer,
una persona indiferente: pero no, ¡error! Él
-i.u scñora Lepic.
y todo se le queda grabado detrás de la frente.
Scñora Lepic
Simplemente dejó el vaso a un laclo y tuvo el valor
de alrnorzar sin tomar nada. Yo sufría por usted y Ya le iba a clecir lo mismo ¿Pcro cnlonccs quó?

por é1. Honestamente, ¿quó mc aconscja?

Honorinc Honorine

¡Sólo falta que el señor Lepic se moleste también Las cosas marcharán bien así hasta mi rnuertc.
con la empleada! No tenía sino que decir y yo le Scñora Lepic
cambiaba el vaso.
¡Hasta su muerte! ¿Ese es su sueñ<.r, Honorine?
Señora Lepic
Usted es capaz de enterrarnos a todos, como cs mi
Es posible, Honorine, pero personas mucho más deseo. ¿Usted cree quc cuento con su muerte?
malas que usted no han hecho hablar al señor Lepic,
¡tr¡" ¿,' 7¡¡¡1¿!¡tt n

Honorine Honorine
Usted no puede tener la intenciónde despedirme Como quiera, señora Lepic, siéntase cómoda
por haber limpiado mal con un trapo. Además, yo para hacerlas. Hace un momento me veía en la calle;
no me voy de esta casa a no ser que rrsted me saque
ahora usted me ha tranquilizado. Por mi parte voy a
de aquí. Y, una vez en la calle, ¿quó otra cosa me
revisar mejor los platos, se 1o garantizo.
queda sino morir?
Señora Lepic
Señora Lcpic
Honorine, icluién habla de despedirla? Se ¿Es que acaso he pedidootra cosa? Soy mejor
ha
puesto toda roja. Estamos charlando como amigas. de lo que creen los otros, Honorine, ) no voy a
Después usted se enfada y dice más barbaridades privarme de sus servicios a no ser que me obligue
que la iglesia. a hacerlo.
Honorine Honorine
¿Y yo qué sé? En ese caso, no se diga más, Scñora Lepic.
Señora Lepic Todavía me siento útil y reclamaría justicia si usted

¿Y yo qué? Que usted ya no vea no es culpa suya me clespicliera. Pero el día en que sienta que me
ni mía. Espero que el médico la cure. Eso pasa. estoy volviendo una carga y ni siquiera sea caPaz
Mientras tanto, ¿cuál de las dos está más apenada? de calentar agua cn una olla, ese día me iré de
Usted ni siquiera sospecha que sus ojos están inmediato, yo sola, sin que nadie me empuje.
enfermos. El oficio de la casa se afecta por esto.
Señora Lepic
Yo le aviso por caridad, para evitar: accidentes, y
además porque tengo el derecho, rrne parece, de Sin olvidar, Honorine, que siempre tendrá un
hacerle delicadamente una observac.ión. plato de sopa en esta casa.
Pt!¡ J¿ /.¡r,¡htut

Honorine por supuesto, ella, demasiado orgullosa, no 1o

No, señora Lepic, nada de sopa; sólo pan. Desde admitirá. El pacto se acordará tácitarnente, y Pelo
que doña Maitte solamente come pan, no se quiere de Zanahoria deberá actuar sin que lo animen, sin
morir. esperar ninguna recomPensa.

Se decide.
Señora Lepic
Día y noche una olla cuelga de la cadena de la
¿Y sabe usted que ya tiene corrro cien años? ¿Sabe
otra cosa, Honorine? Los mendigos son más felices chimenea. Durante el invierno, cuando se necesita
tanta agua caliente, la llenan y desocupan con
que nosotros. Se lo digo.
frecuencia; hirviendo en medio de un gran fuego.
Honorine Durante el verano no la usan sino para lavar los
Si usted lo dice, yo también, Señora Lepic. platos dcspués de cada comida, y el resto del
tiempo hierve ahí inútilmente, con un silbido
La olla continuo, mientras, bajo su vientre resquebrajado,
dos troncos humean, casi apagaclos.
Son raras las ocasiones en que Pelo cle Zanahoria
A veces Honorine no escucha más el silbido. Se
le resulta útil familia. Agachado en un rincón, las
a la
agacha y para la oreja:
espera en el corredor. Puede escuchar sin ninguna
opinión preconcebida y, llegado el momento, salir -Se ha evaporado toda -dice.
de la sombra.Y como una persorra iuiciosa
-la única Echa entonces un balde de agua en la olla,
que mantiene la cabeza en su ltrgar en medio de Ia junta los troncos y remueve la ceniza. Pronto el
gente confundida por sus pasiones-, tomar en sus dulce tarareo vuelve a comenzar y Honorine, más
manos la dirección de las cosas. tranquila, se va a trabajar a otro lado.
Entonces se cla cuenta de que la señora Lepic Le dicen:
necesita un ayudante inteligente y seguro. Pero
l" 1,, .!t /,t»,t!¡¡¡ ¡t

-Honorine, ¿para qué calienta agua que no va -¡Dios mío! Pensé que el diablo salia tlt' la tit:rra
usar? Retire la olla y apague el fuego. Quema usted dice.
la madera como si no costara nada. Tántos pobres Con los ojos pegados e inflamados tantca
que se congelan cuando llega el frío. Y usted, que la oscuridad cle la chimenea con las manos
siempre es tan ahorradora. ennegrecidas.
Ella agitarála cabeza. -¡Ah, es eso! -dice estupefacta. La olla no está
Ella siempre ha visto una olla colgar de la aquí. Por Dios quc no me equivoco, Pero no
cadena. cntiendo. La olla estaba aquí hace un rato. Estoy
segura porque silbaba como una flauta.
Ella siempre ha escuchado hervir el agua ), así
llueva, trucnc o rclampaguee, la vuelvc a llenar. La debieron quitar mientras Honorine daba la
espalcla para sacudir por la ventana un delantal
Ahora no es necesario quc la toque ni la vea;
lleno de cáscaras.
la conoce de memoria. Le basta oírla y, si la olla
Pcro, ¿quién?
calla, Ie echa un balde de agua como si estuviera
enhebrando una perla. Así de acostumbrada está La señora Lcpic aParccc scria y trancluila cn trl
que, hasta el momento, nunca le ha fallado el tiro. tapete clel dormitorio.

Hoy le falla por primera vez. -¡Honorine, qué ruido!

Toda el agua cae sobre el fuego y una nube de


-¡Ruido! ¡Ruido! -exclama Honorinc. ¡Quó
importa que haga ruido o no! Por poco y mc
ceniza, como un animal perturbado que se enoja,
achicharro. Mire mis zapatos, la falda, las manos.
se viene sobre Honorine, la envuelve, la ahoga y la
Tengo barro por dentro de la blusa y pc<lazos de
quema.
carbón en los bolsillos.
Pega un grito, estornuda y escupe mientras
retrocede.
l\'1,' ,1, /,n,tlnr t,t
/ulcr llc»urrl

Señora Lepic Es increíble, ¡lo juro!


Lo que veo es ese reguero que está chorreando Honorine
desde la chimenea, Honorine. Eso sí que va a dejar Mi pequeño Pelo de Zanahoria, ¿sabes tl<'rn«lt'
todo limpio. está mi olla?
Honorine Señora Lepic

¿Por qué se me llevan la olla sin avisar? ¿De ¿Cómo va saber ó1, semejante niño irresponsable?
pronto fue usted la que la cogió? No más con la olla. Acuérdese de lo que dijo ayer:
Señora Lepic "el día en que ni siquiera sea capaz de calentar agua
en una olla, ese día me iré de inmediato, yo sola, sin
La olla es de todos, Honorine. ¿Es necesario, de
que nadie me empuje". Es cierto que sabía que usted
casualidad, {ue Io, o el señor Lepic, o mis hijos, le
estaba mal de los ojos, pero no creía que estuviera
pidamos permiso para usarla?
tan desesperada. No digo nada más, Honorine;
Honorine
póngase en mi lugar. Está al corriente, como yo, de
Creo que diría barbaridades de lo enojada que la situación: juzgue y saque conclusiones. ¡Ah!Y no
estoy. vaya a enfadarse, mejor llore. Hay porqué.
Señora Lepic

Honorine?A Reticencia
¿De nosotros o de usted, mi valiente
ver, ¿de quién? Sin ser chismosa, me gustaría saber. -¡Mamá! ¡Honorine!
Usted me desconcierta. Baio el pretexto de que la
olla desapareció usted tira atrevidamente un balde
de agua en el fuego y, terca, lejos de reconocer su ¿Qué es 1o que quiere ahora Pelo de Zanahoria'?
Va a arruinar todo. Por suerte, ante la miratla fiía
torpeza,la coge contra los otros, ¡contra mí misma!
de la señora Lepic, se detiene en seco.
l',' /,t,', tl t' t t,t
1
"1,

Por qué no decirle a Honorine: Honorine y se aleja rcncgan«lo, y l't'l<r


se resigna
de Zanahoria, que por un escrúpulo estuvo a ¡rttltt<r
-¡Fui yo, Honorine!
de caer, se encierra en sí mismo, como otl Ltll¿
Nada puede salvar a la anciana. Ya no ve más, vaina, como un instrumento de justicia quc y¿ Il()
ya no ve. Qué lástima por ella. T¿rde o temprano se necesita.
tenía que ceder. Una confesión la afligiría más.
Mejor que se vayay que,lejos de sospechar de Pelo
de Zanahoria, se imagine que todo es un golpe Agathe
inevitable del destino. El reemplazo es Agathe, una nieta de Honorine.
Por qué no decirle a Ia Señora Lcpic: Con curiosidad, Pelo de Zanahoria observa a la
-¡Fui yo, mamá! recién llegada que, durante algunos días, desviará
qué enorgullecerse Por una acción hacia ella la atención que los Lepic le prestan a é1.
¿Para
meritoria, mendigar una sonrisa? Además, corre -Agathe -dice la señora Lepic-, tocar la puerta
cierto peligro, pues sabe que la señora Lepic es antes de entrar no significa que usted tenga que
capazde contradecirlo en público, de clecirle que tumbarla a punta cle coces.
se encargue de sus propios asuntos e, incluso,
"La cogen contra ti, pero esPera que llegue el
que ayude a su madre y a Honorine a buscar la
almuerzo", piensa Pelo de Zanahoria.
olla.
Comen en la cocina grande. Agathe, con una
Y en el momento en que los tres se juntan, es é1
servilleta en el brazo, está lista para correr del
quien demuestra mayor empeño Para encontrarla.
horno a la alacena, de la alacena a Ia mesa, Pues no
La señora Lepic, desentendida, renuncia de
sabe caminar despacio; prefiere sofocarse, llevar las
primera. mejillas rojas.
Pel¿,1¿ /.¡n¿!nt¡¿

Además habla muy rápido, ríe muy fuerte, tiene porción. Con el método del señor Lepic, empujan
demasiadas ganas de hacer las cosas bien. su plato hacia la bandeja.

El señor Lepic se sienta de primero, clesanuda Pero nadie habla.


[a servilleta, empuja su plato hacia la bandeja que "¿Qré será que tienen?", se Pregunta Agathe.
ve delante de é1, se sirve carne, salsa y vuelve a
No tienen nada. Son así, eso es todo.
traer el plato. Se sirve de tomar 1,, con la espalda
encorvada y la mirada baja, come sobriamente, hoy Agathe no puede evitar bostezar, abriendo los
brazos delante del uno y Ia otra.
y todos los días, con indiflerencia.
Cuando cambian la bandeja se recuesta contra la El señor Lepic come con lentitud, como si

silla y mueve los muslos. masticara pedazos de vidrio.

La señora Lepic sirve clla misma a sus hijos. Por el contrario, la señora Lepic, más habladora

Primero a Félix, el hcrmano mayor, porque su en las comidas que una cotorra, manda en la mcsa

cstómago chilla del hambre; luego a Ernestine, Ia con gestos y movimientos de cabcza.

hermana, por ser la mayor; de último a Pelo de Ernestine, la hermana, mira hacia el techo.
Zanahoria, lue está en la punta cle la mesa. Félix, el hermano mayor, lc da formas a su
Nunca pide repetir, como si fuera algo prohibiclo. pedacito de pan y Pelo de Zanahoria, quc ya no
Una porción debe bastar. Si le ofrecen acepta ¡ sin tiene vaso, sólo se PreocuPa Por no terminar
tomar nada, se llena los cachetes de un arroz que con su plato demasiado pronto, por glotonería,
no Ie gusta, sólo para alegrar a la señora Lepic, que o demasiado tarde, por desgano. Para alcanzar su
es la única de la f'amilia que 1o disfruta. objetivo se entrega a cálculos muy complicados.
Más independientes, Félix, el hermano mayor, De repente el señor Lepic va a llenar una iarra
y Ernestine, Ia hermana, quieren una segunda <le agua.
t¿ ! L.' J¿',/. an ¿ Lr t l,¡
Jules Betorcl

-Hubiera ido yo -dice Agathe. para el jardín a fumar un cigarrillo; cuando termina

O más bien no dice nada, rino que lo de almorzar, no vuelve a empezar.


piensa
solamente.Ya contagiada del mll de todos, con la Teniendo el roscón que pesa cinco libras sobre
lengua pesada, Agathe no se atieve a hablar pero, su vicntre, Agathe, tonta y en una pieza, Parece
creyéndose culpable, redobla su atención. la propaganda hecha en cera de una fábrica de

El señor Lepic ya casi no t,ene pan. Esta vez artículos de rescate.


Agathe no va a dejar que se adclante. Lo vigila de
tal manera que se olvida de loi otros y Ia señora
Lepic, para llamarla al orden, le dice de golpe: El programa
-Agathe, que le están creciendo ramas? -No se la cree, ¿cierto? -dice Pelo de Zanahoria
¿es
una vez que Agathe y é1 se quedan a solas en la
-Ya vo¡ señora -responde AEathe.
cocina. No se desanime, ya verá 1o que viene. ¡Hey!
Y multiplica sin quitarle el ojo al señor Lepic.
se
¿Adónde va con esas botellas?
Quiere ganárselo con atencie¡ss y procurará
distinguirse. -A la bodega, señor Pelo de Zanahoria.

Es el momento. Pelo de Zanahoria

Como el señor Lepic termina su último bocado Perdón, pero soy yo el que va a la bodega.
de pan, Agathe se precipita a Ia alacena y trae un Desde el día en que puedo bajar las escaleras, tan
roscón de cinco libras, sin enrpezar, qlJe ofrece peligrosas que las mujeres se resbalan y arriesgan
dichosa con la alegría de haber adivinado los deseos
quebrarse el cuello en ellas, me volví el hombre
del patrón.
de confianza. Soy el que distingue las etiquetas de
Sin embargo el señor Lepic anuda su servilleta, los vinos.
se levanta de la mesa, se pone t:l sombrero y se va
l'ei,./,'/¡nrl¡rr,r

Vendo los barriles viejos y saco algún beneficio, Yo soy el que ayuda a armar Ios ovillos de hllo.
también las pieles de las liebres y luego le doy el Muelo el café.
dinero a mi mamá.
Cuando el señor Lepic se quita los zapatos sucios,
Entendámonos, por favor, para no molestar el soy yo cl que los lleva al corredor, y Ernestine, la
trabajo del otro. hermana, no cede a nadie el derecho de llevarle las
Por Ias mañanas Ie abro la puerta al perro y le pantuflas que ella misma bordó.
hago tomar su sopa. Por la noche Ie silbo para gue Me encargo de los mandados importantes, de las
venga a dormir. Cuando se queda en la calle y no largas caminatas, de ir a la farmacia o a donde el
llega, lo espero. médico.
Así mismo, mi mamá mc prometió que yo Por su parte, usted corre al pueblo para las
ccrraría siemprc la pucrta cle las gallinas. compras pequeñas.
Arranco las hicrbas, que antes se necesita conocer, Deberá, durante dos o tres horas al día, sin
sacudo la tierra con el pie para tapar el hueco que importar el clima, lavar en elrío. Eso va a ser 1o más
queda y luego se las doy a los animales. duro de su trabajo. Pobrecita; ahí no puedo hacer
Para hacer ejercicio, le ayudo a papá a cortar la nada. Sin embargo intcntaró de vez en cuando, si
madera. estoy libre, darle una mano para extender Ia ropa
Rcmato a las avcs que qucdan vivas después de Ia en los árboles.

caza y luego usted y mi hermana las despluman. Ahora que Io pienso, un consejo: nunca la
Destripo a los pescados, los vacío y les reviento extienda en los árboles frutales. El señor Lepic, sin
la vejiga con el pie. hacer alboroto, la tiraría al suelo de un papirotazo,
y la señora Lepic, por una mancha, se la haría lavar
Usted es la que les quita las escamas y la que saca
de nuevo.
el balde del pozo.
l\:l¡.b /.a»a!¡¡t¿

Le recorniendo los zapatos. Engrase muy bien Lepic, una manera de ser recta y justa, y la señora
ias botas de caza y échele muy poco betún a Ios Lepic, un raro ta\ento para la mejor cocina. Es
botines. Eso los quema. probable que usted me vea como el carácter más
difícil de la familia. En el fondo no valgo más o
No se angustie con los pantalones llenos de
menos que otro. Es sólo saberme llevar. De resto,
barro. El señor Lepic afirma que el barro los
corrijo; sin falsa modestia, cada
soy inteligente, me
conscrva. Camina en medio de la tierra labrada
vez mejoro y si usted Pone de su parte, seguro
sin recogérselos. Yo prefiero hacerlo con los míos
viviremos en armonía.
cuando el señor Lepic me lleva con é1 y le cargo el
morral. No, no me llame más señor, llámeme Pclo de
Zanahoria, como toclo el mundo. Es menos largo
"Pelo de Zanahoria dice mi padre-, así jamás te
que decir el hilo del señor Lepic. Solamente le
convertirás en un cazador serio".
pido que no me tutee como lo hacía su abuela
Y la señora Lepic mc dice: Honorine, a quien detestaba Porque siempre me
"Ay de tus orejas si te ensucias". estaba humillando.

Son estilos.

En general, no tendrá de qué quejarse. Durante El ciego


mis vacaciones nos repartiremos el trabajo y no Con la punta del bastón llama a la puerta
tendrá tanto cuando mi hermana, mi hermano y yo discretamente.
volvamos al internado. Será casi lo mismo.
Señora Lepic
Por otra parte, ninguno de nosotros Ie parcccrá
una mala persona. Prcgúntele a nuestros amigos: ¿Y ahora qué es lo que quiere?
todos jurarán que mi hermana tiene una dulzura Señor Lepic
angelical, mi hermano, un corazbn de oro, el señor
¿No lo sabes? Quiere sus diez centavos. Es su día.
l\l¡,1,'/ln¡tt¿ttt
!r,|, ft,rr,,r,l

[éiulo entrar. inquietos, sienten la humedad, I se levantan ahora


uno, ahora el otro, esparciendo la nieve enlodada,
La señora Lepic, antipática, abre la puerta y jala
regándola a lo lejos.
a.ciego del brazo con brusquedad, por el frío que
h,"". Con la uña Pelo de Zanahoria raspa el suelo, Ie
hace señas al agua sucia Para que corra hacia é1, le
-Bucn día a todos los presentes -dicc el ciego.
indica los profunclos canales.
Avanza. Su bastón se mueve Paso a paso sobre
lt. baldosas, como si quisiera cazaÍ ratones y centavos dice la señora Lepic
-Si ya tiene sus diez

ercuentra la silla. EI cicgo se sienta y estira sus sin miedo de que la oigan-, ¿qué más quiere?
nranos congeladas hacia la estufa. Pero el ciego habla de política, primero con
El señor Lepic coge una moneda de diez centavos timidez y luego con confianza. Cuando no
Ile dice: encuentra las palabras, agita su bastón, se quema cl
puño con el tubo de la estufa, 1o retira rápidamente
-Aquí tiene.
¡ desconfiado, lleva el blanco de sus ojos al fondo
Luego ya no se ocuPa más de é1, siguc leyendo cle sus lágrimas interminablcs.
c[ periódico.
De vcz en cuando el señor Lepic, al volver la
Pelo de Zanah.oria se divierte. Agachado en
página, Ie dice:
una esquina mira cómo los zapatos del ciego
empiezan a descongelarse y a armar un regucro -Por supuesto, don Tissier, Por supuesto, Pero,
alrededor. ¿está seguro?

La señora Lepic se da cuenta: -¡Segurísimo! -exclama el ciego. Eso, Por


ejemplo, ¡sí quc es fuerte! Escúcheme, señor Lepic,
Páseme sus zapatos, viejo Ie dice.
le voy a contar cómo me quedé ciego.
Los lleva hasta la chimenea Pero es demasiado
tárde: ya han dejado un charco, y los pies del ciego, -Ya no se va a ir nunca -dice la scñora Lepic.
|\:i¿ .lL: /.:¡¡¿!t,,t ¡¿

En ef'ecto, el ciego está muy cómodo. Cuenta la Se le cae el bastón. Eso era lo que estaba esperando

historia de su accidente, se estira y se descongela la señora Lepic. Se lanza al suelo, alcanza cl bastón
todo. Dentro de las venas tenía témpanos de hielo y se lo da sin dárselo- al ciego.
que se disuelven y circulan. Se podría decir que su Crce que 1o tiene, no, no lo tiene .

ropa y sus miembros destilan aceite.


Mediante hábiles artimañas, la señora Lepic Io
En el suelo el charco se hace más grand e; alcanza empieza a movcr otra vez, le pone los zapatos y lo
a Pelo deZanahoria, llega: él era cl objetivo. Ileva hacia Ia puerta.
Ya casi podrá iugar con el charco. Luego lo pellizca sutilmente como pequeña
Mientras tanto, la señora Lepic comienza una venganza. Lo empuja hacia la callc, lo deja bajo el
hábil maniobra. Empieza a chocar con el ciego, manto clel cielo gris que se vacía de nieve, contra
le da codazos, le pisa los pies, lo hace echarse el vicnto que aúlla como un Perro cuando Io han
para atrás, 1o obliga a meterse entre la alacena y olvidado afucra.
el armario, donde el calor no le llega. El ciego, Y, antes <le cerrar la puerta, Ia scñora Lepic le
aturdido, tantea con sus manos, gesticula y sus grita al ciego, como si estuviera sordo:
dedos se mueven como sabandijas. Inspecciona
-Adiós, no vaya a perdcr su monecla. Ifasta el
su noche. De nuevo los témpanos se forman; se
próximo domingo, si hace buen clía y si usted sigue
vuelve a congelar.
cn este mundo. Por Dios que tenía usted razón don
El ciego termina su historia con una voz triste: Tissicr: no se sabe nunca ni quién vive ni quién
-Sí, queridos amigos, se acabó, no más ojos, muere. ¡Cada uno con sus Penas y Dios con las de
sólo una noche tan negra como la oscuridad de un todos!
horno.
t l',:!,, lt 1a¡t¡t,t¡ ¡¿

il
El día de año nuevo t tres entran a la cocina. El señor y la señora Lepic se
I
,l acaban de reunir allí, sin que lo parezca.
Nieva. Para que el clía de año nuevo salga bicn,
i
tienc que ncvar. ,l Ernestine, la hermana, Ies cla un beso y dice:

La señora Lepic ha cerrado prudcntemcnte Ia -Buenos días papá, buenos días mamá, les desc<r

puerta dcl patio con canclado. Unos niños mueven el un feliz año, una buena salud y el paraíso al final de
sus días.
picaportc. Lo golpean abajo, discretos al comienzo,
y luego hostiles, a punta de pataclas. Cansados clc Félix, el hermano mayor, dice lo mismo,
csperar se alejan caminando de espaldas, Ios ojos muy rápido, sin terminar las frases y los bcsa

puestos cn la ventana clcsde donde la señora Lcpic igualmente.


Ios espía. El ruido de sus pasos se ahoga cn Ia
Pero Pelo de Zanahoria saca de su gorra una
nicve. carta. En el sobre sellado se lee "Para mis queridos
Pelo clc Zanahc>ria salta de la cama, va a lavarse padres". No lleva dirección. Un pájaro muy peculiar,
la cara, sin jabón, en la fuentc clel jardín. El agua lleno de colores, pasa volando en una esquina.
cstá congelada. Debe romper cl hiekr y este primer Pelo de Zanahoriase la entrega a la señora Lepic,
cjercicio exticnde por todo su cuerPo un calor que la abre. Flores abiertas adornan abundantemcnte
mucho más sano que el dc las cstufas. Pero sólo la hoja de papel, y los bordes, puntilleados Por
finge mojarse Ia cara y, como siempre lo ven sucio, el niño, tienen tantos agujeros, que varias veccs
incluso cuando se limpia bien a londo, no sc quita la pluma ha caído en ellos salpicando de tinta la
sino 1o más considerable .
palabra vecina.
Dispuesto y fresco para la celebración, se hace Señor Lepic
detrás de Félix, el hermano mayorr {ue a su vez
Y yo, ¡no tengo nada!
está detrás de Ernestine,, la hermana mayor. Los
l',:! ¡,i¿ / ¿tt¡i¡¡r ¡.t

Pelo de Zanahoria hermano mayor, la cogen por turnos y buscan


errores de ortografia. Aquí Pelo de Zanahoria ha
Es paralos dos; mamá te la prestará.
debido cambiar la pluma, se lee mejor. Luego se la
Señor Lepic
devuelven.
O sea rlue quieres más a tú mamá que a mí. La mira y la vuelve a mirar, finge sonreír y Parece
¡Entonces rcgístrate los bolsillos a ver si tienes esta
preguntar:
moneda de diez ccntavos!
-¿Quién la quiere?
Pelo dc Zanahoria
Finalmente la vuelve a guardar en la gorra.
Ten un poco de pacicncia, mamá ya terminó de
Se entregan los regalos. Ernestine, la hermana,
verla.
tiene una muñeca tan alta como ella, o hasta más, y
Scñora Lepic
Félix, cl hermano mayor, una caja de soldaditos de
Ticnes estilo, pero una letra tan fea que no puedo plomo listos para pelear.
leerla. -Te guardé una sorpresa le dice la señora Lepic
-T"., papá -dice Pelo de Zanahoria, impaciente--, a Pelo deZanahoria.
ahora léela tú.
Pelo dc Zanahoria
Mientras que Pelo de Zanahoria, quieto, espera la
¡Eh! ¡Sí!
respuesta, el señor Lepic lee la carta una, dos vcces,
Señora Lepic
la examina detalladamente, según su costumbre,
hace "¡Ahl ¡Ah!" y la pone en la mesa. ¿Por qué dices "Eh, sí", a ver? Si ya la conoces no
sirve de nada que te la muestre.
Ya no sirve para nada, el efecto ha pasaclo. Ya
pertcnece a todo el mundo. Cada uno Ia puede Pelo de Zanahoria
vcr, tocar. Ernestine, la hermana, y Félix, el Que me parta un rayo si la he visto.

,.

&
17:!,' J¡ /.a¡,¡lt'¡ t't

Y levanta [a mano en el aire, solemne, seguro Saltando desde la carroza y desde que alcanza a

de sí. La señora Lepic abre la alacena. Pelo cle ver a sus padres, Pelo deZanahoria se pregunta:
Zanahoria resopla. La madre mete el brazo hasta -¿Será el momento de correr hacia ellos?
el hombro y, lenta, misteriosa, saca envuelto en un
Duda.
papcl amarillo una pipa de dulce roja.
-Es demasiado pronto, me quedaría sin aliento,
Pelo dc Zanahoria, sin vacilar, brilla de Ia además, no es para exagerar.
dicha. Sabe qué le quccla por hacer. De inmcdiato
Discrepa todavía:
quiere fumar delante de sus paclres, bajo la mirada
envidiosa -¡no se puede tener toclo!- de Félix, el -Voy a correr desde aquí... ho, desde allá...
hermano mayor, y Ernestine, la hermana. Con Se pregunta:
la pipa roja de dulce entre dos cledos solamente, -¿Cuándo tendré que quitarme la gorra? ¿A cuál
se arquea e inclina la cabeza hacia la izquierda; de los <los le doy el beso primero?
redondca la boca, hunde las mejillas, y aspira con
Pero Félix, el hermano mayor, y Ernestine, la
frterza y hacicndo ruido.
hermana, se le adelantan y se rePartcn las caricias
Luego, después cle lanzar hasta el ciclo una familiares. Cuando Pelo de Zanahoria llega ya no
enorme bocanada, dice: quedan más.

-Está buena. Tira bien. -¿Cómo es que todavía a tu edad llamas "PuPá"
al señor Lepic? -pregunta la señora Lepic. Dile
"padre mlo" y dale un apretón de manos; es más de
Ida y Yuelta hombres.
Los hijos Lepic y la hija Lepic vienen de Enseguida le da un beso, uno solo, en la frente,
vacaciones. para no generar ningún celo.
l,l, .¡r /.!nrl)ú]rl

Pelo de Zanahoria está tan contento de estar en El portaplumas


vacaciones que incluso siente ganas de llorar. Y a
El señor Lepic ha matriculado a Félix, el hermano
menudo es así; a menudo se expresa al revés.
l mayor, y a Pelo de Zanahoria, en el internado Saint-
El día de la vuelta al colegio (que está programado Marc, que ofrece las clases en un colegio cercano.
para la mañana del lunes 2 de octubre; se comenzará Los estudiantes hacen la misma caminata cuatro
con la misa del Espíritu Santo), apenas escucha el veces al día. Resulta supremamente agradable
cascabeleo del carruaje, la señora Lepic sc lanza cuando hay buen tiempo y la distancia es tan corta
sobre sus hijos y los estrecha en un solo abrazo. que cuando llueve los jóvenes se refrescan en vez
Pelo de Zanahoria no está ahí adentro. Espera con de mojarse; y es saludable desde el comienzo hasta
paciencia su turno, con la mano ya extcndida hacia el final del año.
Ias correas para que lo suban al asiento del carruaje,
Micntras vuelven del colegio esta mañana,
con los adioses listos, y tan tristc que tararea a pesar
arrastrando los pies y pareciendo ovejas, Pelo de
suyo.
Zanahoria, {ue camina con la cabeza agachada, oye
-Adiós, madre mía dice con un aire digno. decir:
-¡No, pues! -dice la señora Lepic. ¿Y ahora -¡Pelo deZanahoria, allá, mira a tu padre!
quión te creíste, payaso? ¿Qué te cucsta llamarme
El señor Lepic goza sorprendicndo así a sus
"mamá", como todo el mundo? ¡Habrase visto!
muchachos. Llega sin avisar y ahora aparece de
¡Siendo apenas un niño, un mocoso, y ya se quiere pronto, parado en el andén del frente, en la esquina
hacer el original!
de la calle, con las manos tras Ia espalda y un
Sin embargo le da un beso, uno solo, en la frente, cigarrillo en la boca.
para no generar ningún cclo. Pelo de Zanahoria y Félix, el hermano mayor, se
salen de Ia fila y corren hacia su padre.
P¡:!,'.lc /.¿¡t¿l*'ru

-¡Es verdad! -dice Pelo de Zanahoría. Si estaba Sumido cn estos tristes pensamientos, Pelo cle
pensando en alguien, seguro que no eras tú. Zanahoria contesta mal a las consultas del señor
-¿Tú piensas en mí cuando me ves? dice el señor Lepic, que le pregunta cómo va el griego:
Lepic. Pelo de Zanahoria

Pelo de Zanahoria quisiera responder algo Depende. La traducción al español es más


cariñoso. No encuentra nada, tan ocupado está. fácil que al griego, pues en la primera uno puede
Empinado en la punta de los pies, se esfuerza por adivinar.
darle un beso a su padre. La primera vez le toca
Señor Lepic
la barba con la punta de los labios. Pero el señor
Lepic con un movimiento maquinal alzala cabeza, ¿Y el alemán?
como disimulando. Luego se inclina pero huye de Pelo de Zanahoria
nuevo y Pelo de Zanahoria, que buscaba la mejilla,
Es muy dificil de pronunciar, papá.
falla. Apenas si roza la nariz. Besa el vacío. Baja la
Señor Lcpic
mirada. No insiste más ¡ desconcertado, intenta
explicarse el extraño recibimiento: ¿Qué qué? ¿Entonces cdrmo vas a <lcrrotar a los
-¿Es que mi papá ya no me quiere? *se pregunta. prusianos cuando se declarc la gucrra, si no sabcs
Lo he visto darle un beso a Fólix, el hermano mayor. su lengua?

En vez de quitarse, se entrega. ¿Por qué me evita? Pelo <le Zanahoria


¿Me quiere poner celoso? Con frecuencia hago
esta observación: si estoy tres meses lejos de mi
¡Ah! De aquí a eso me ponclré a estudiar. Tú
me amenazas siempre con la guerra. Yo creo
padre, siento muchas ganas de verlo. Me prometo
decidid amente que ella e sper ar á, par a estallar, hasta
abalanzarme a su cuello como un cachorro. Nos
que yo haya terminado mis estudios.
comeríamos a caricias. Y sin embargo aquí está y
me deja helado.

110 111
lr¡!r,,-!c l¿nahar¡¡

Señor Lepic Señor Lepic

¿En qué puesto has quedado en la última De todas maneras, prefiero que entren.lntentaré
composición? Espero que no estés entre los quedarme hasta el domingo y nos desquitaremos.
últimos.
Ni la mala cara de Félix, el hermano mayor, ni
Pelo de Zanahoria el silencio triste de Pelo de Zanahoria retrasan los
AI menos uno tiene gue haber. adioses y el momento de separarse llega.

Scñor Lepic Pelo de Zanahoria lo esperaba con


preocupación.
¡Maldición!Y yo que quería invitarte a alrnorzar.
¡Si al menos fuera domingo! Pero en semana no me -Veré se dice- si tengo más éxito; si ahora sí le
gusta incomodarlos en sus trabajos. fastidia o no que le dé un beso.
Pelo de Zanahoria Y resuelto, la mirada fija, la boca estirada, se

Personalmcntc no tcngo muchas cosas que hacer. acerca.

¿Y tú, Félix? Pero el señor Lepic, defendiéndose con una


Félix, el hermano mayor mano, Io mantiene todavía a distancia y le dice:

Justo esta mañana el profesor olvidó dejarnos -Vas a terminar por arrancarme un ojo con ese
tarea. portaplumas que tienes en la oreja. ¿No podrías
Señor Lepic ponerlo en otro lado cuando me vas a dar un beso?
Mira que yo me quito el cigarrillo.
Estudiarás mejor la lección.
Pelo de Zanahoria
Félix, el hermano mayor

¡Ah!Ya me la sé de memoria, papá.Es la misma ¡Oh!, querido papá,te pido perdón. Es cierto,
de ayer. algún día pasará una desgracia por mi culpa.Ya me

113
|'eil J.., /.r¡¡¡¡ti¡rr t¿

Io han dicho, pero el portaplumas está tan a gusto suavemente el gas de la lámpara. Enseguida, entre
entre mis orejas quc lo dejo ahí todo el tiempo y se vecinos, el cuclricheo comienza. De cama a cama
mc olvida. ¡Debería aunque sea quitarmc la pluma! se cruzan los murmullos y con los labios que se
mueven aumenta por todo el dormitorio un susurro
¡Ah!, pobrecito mi qucrido padre, estoy feliz de
saber que mi portaplumas tc claba miedo. conl-uso; por ratos, se distingue el silbido breve de
una consonante-
Señor Lepic
Es sordo, continuo, molesto al fin y al cabo
¡Pendejo!Te ríes porque no has podido dejarme
tuerto. y parece que en verdad todos esos balbuceos,
invisibles e inquietos como ratones, se empeñan en
Pelo de Zanahoria
roer cl silencio.
No, mi querido padre, me río por otra cosa: una
Violone se pone las chanclas, se pasea un rato
tonta idea que se me estaba metiendo otra vez en
entre las camas, aquí haciéndole cosquillas al pie
7a cabeza.
de un alumno, allá sacudiendo la borla del gorro
de dormir de otro, y se detienc cc:rca de Marscau,
Las mejillas rojas con el que, todas las nochcs, da el ejemplo de una
larga conversación, prolongada hasta bien tarde.
I
Lo más común es quc cuando los estudiantes han
Con su tradicional inspccción terminada, el terminado su charla -ahogada gradualmente como
señor Director del internado Saint-Marc sale dcl si poco a poco les hubieran puesto la sábana sobre
dormitorio. Cada estudiantc se ha escurrido entre la boca- y duermen, el supervisor esté todavía
las sábanas, como en un estuche, haciéndose muy inclinado sobre la cama de Marseau, con los codos
pequeños para no salirse de las cobijas. Violone, apoyados con fuerza sobre el hierro, insensible al
el supervisor, mira alrededor y se asegura de que entumecimiento de sus antebrazos y al ajetreo de
todo el mundo csté acostado ¡ empinándose, baja

115
l\:lo it /.on¿ho n

las hormigas que corren a flor de picl hasta la punta Candelita, Linterna, Mejilla Roja. Esta fhcultad
dc sus dedos para prenderse a voluntad le ha ganado uno que
Sc divierte con sus historias infantiles, y desvela a otro envidioso.
Marseau con sus confidencias íntimas y sus asuntos Pelo de Zanahoria, su vecino de cama, le envidia
del corazón. De repentc lc cogió cariño por la sobre todos. Un linfático y flacucho Pierrot,3
ternura y la transparente clariclad dc su rostro, con un rostro blanco como la harina, pellizca en
quc parccc iluminado clesde adentro. No es ya sólo vano su epidermis pálida hasta hacerse daño, no
piel sino una pulpa, dctrás clc la cual, a la menor más que para motivar, ¡y no siempre pasa!, algún
variación atmosférica, se enredan las venillas, punto dudosamente rojo. Arañaría encantado y
como las líncas de un atlas cuando se pone una con rencor, con sus propias uñas y pelaría como si
hoja de papel encima para calcarlas. Marseau tiene fueran naranjas las mejillas coloradas de Marseau.
adcmás una forma dc sonrojarse muy seductora, Intrigadísimo desde hace mucho tiempo, csa
sin sabcr por qué y súbitamente, que hace quc noche Pelo de Zanahoria se pone a escuchar
1o quieran como a una niña. A menudo algún desde la llegada de Violone, desconfiado -con
compañero presiona la punta del dedo contra una raz6n guizá-, y ansioso por saber la verdad sobre
de sus mejillas y Ia rctira con brusquedad, dejando los comportamientos misteriosos del supervisor.
una mancha blanca que pronto se recubrc con un Pone en juego toda su habilidad como pequeño
espía: finge un ronquido para reír, cambia de lado
hermoso color rojo que se exticnclc con rapidez,
con atención y teniendo cuidado en hacer la vuelta
como el vino en cl agua purai / que luego cambia
completa, y lanza un grito penetrante como si
y se matiza desde cl rosado cle la punta de la nariz
tuviera pesadillas, lo que clespierta atemorizado
hasta el lila de las orejas. Cada uno pueclc hacer
lo que quiera, Marseau se presta complaciente r Pierrot es un lamoso personaje teatral conocido también como Cara-
a las nuevas experiencias. Lo han bautizado blanca. (N. delT.)

tt6 117
lre!t'tlc /.anahar¡¡

al dormitorio y crea un fuerte movimiento de ola ¡Es el supervisor que vuelve


a la escena y aParece

en todas las sábanas. Luego, cuando Violone se ha súbitamente!


alcjado, le dice a Marseau, con el pccho fuera de la II
cama, el alicnto que arde :
-Sí -dice Violone-, te he besado, Marseau,
-
¡Mariquita! ¡Mariquita! puedes admitirlo pues no has hecho nada malo. Te
No le contesta. Pelo de Zanahoria se arrodilla, besé en la frente pero Pelo de Zanahoria no puede
agarra el brazo dc Marseau y lo sacude con fuerza: entender esto, ya que es demasiado depravado para

-¿Me oyes? ¡Mariquita!


su edad y no puede comprender qué es un beso
puro y casto, un beso de padre a hijo, pues yo te
EI mariquita no parcce oír; Pelo de Zanahoria,
quiero como a un hijo, o si prefieres, como a un
exasperado, repite:
hermano, y seguro mañana el pequeño imbécil irá
-¡Mry bonito!... Tú crees que no los he visto. A diciendo por ahí quién sabe qué.
ver, ¡di que Violonc no te ha besado! ¡Atrévete a
Ante estas palabras, mientras que Ia voz de
decir que no ercs su mariquita!
Violone vibra sordamente, Pelo de Zanahoria finge
Sc lcvanta con el cuello estirado, igual que un dormir. Sin embargo levanta la cabezaPara seguir
ganso blanco cuando se descspera, y con los puños escuchando.
cerrados al borde de la cama.
Marseau escucha al supervisor, con la respiración
Esta vez le responden: tenue, muy tenue, Pues, aunque cncuentra esas
-Pues sí, ¿y quó? palabras muy naturales, tiembla como si tcmiera la
revelación de algún misterio.Violone sigue hablando
En un solo movimiento Pelo cle Zanahoria se
1o más bajo que puede: son palabras inarticuladas,
mete dentro de las cobijas.
lejanas, con sílabas apenas localizadas. Pelo de

11u
i'¿1,, Jr 1t¡¡¡hort¿

Zanahoriar lue no sc atreve a voltear, se acerca casi hace un ovillo en su cama, la cobija Ie tapa los ojos,
imperceptible, por medio de ligcros balanceos con aunque sigue bien despierto, entregado al recuerdo
las caderas, I Ia no oye nada. Su atención está tan de una aventura de la que no sabe qué pensar. No
alterada quc le parecc que, literalmente, sus orejas encuentra nada malo que pueda atormentarlo
se ahuecan y sc ensanchan como un cmbudo; pcro y sin embargo, en la oscuridad de las cobijas, la
ningún ruido cae cn ellas. imagen de Violone flota radiante, dulce como esas
Rccucrcla haber tenido una sernsación dc csfuerzo imágenes de mujeres que 1o han animado en más
parecicla escuchanclo detrás cle las puertas, pegando de un sueño.
el ojo al de Ia cerradura, con el desco cle agrandar
Pelo de Zanahoria se cansa de esperar. Sus
el agujero y de traer hacia é1, como con un gancho,
párpados, como empujados por un imán, se cierran.
lo que quería ver. Aún así Ie parece que Violone
Se aplica amirar fijamente el gas, que casi se apaga;
dice todavía:
y después de contar tres arranques de burbujas
-Sí, mi cariño es puro, puro, ¡y ese pequeño crepitantes y apuradas por salir del mechero, se
imbécil no 1o enticnde!
queda dormido.
Finalmente, el supcrvisor sc inclina con Ia
III
suavidad de una sombra sobre la frente de Marseau,
le da un beso, le acaricia la barbilla como si fuera A la mañana siguiente en el baño, mientras sc frota

un pincel, luego se endereza para irse, y Pelo dc ligcramente las mejillas con las puntas de la toalla,
Zanahoria lo sigue con los ojos mientras se desliza mojadas en un poco agua fría, Pelo de Zanahoria
entre las camas. Cuando la mano deViolone roza mira con malicia a Marseau f, esforzándosc cn
una almohada, el durmiente molestado se cambia ser bien feroz,lo insulta otra vez, con los dientcs
de lado con un fuerte sopliclo. apretados, siseando las sílabas:
Pelo de Zanahoria vigila clurante un buen rato. -
¡Mariquita! ¡ Mariquita!
Teme otra vuelta brusca deViolone. Marseau va se

120
1l ¿, .t, / )t nt1¡t t.l

Las mejillas de Marseau se ponen moradas, pero instala los principales hitos de Ia historia: aquí la
le responde sin rabia y lo mira casi suplicante: caída del Imperio romano; en la mitad, la toma dc
-¡Pcro si te he dicho que no es verdad lo que Constantinopla por parte de los turcos; más alejada,
crees !
la historia mc¡derna que comienza:no se sabe dónde
y que no termina aún.
El supervisor revisa las manos. Los cstudiantes,
cn clos filas, presentan automáticamcnte primero el Lleva una bata amplia cuyas cintas le envuelven
dorso y luego la palma de las manos, volteándolas el pecho inmenso, como las jarcias alrededor de
con rapidez y metiénclolas enseguicla en el calor de una columna. Este hombre come, evidentemente,
los bolsillos o en la tibieza del ropón más ccrcano. demasiado; sus rasgos son gruesos y un poco
Normalmente Violonc se abstiene de mirarlas. Sin cleslumbrantcs. Habla fuerte incluso con las
embargo esta vez, sin razón aparente, descubre que señoras, y los pliegues del cuello ondulan de una
las de Pelo de Zanahoria no están limpias. Pelo de manera lenta y rítmica sobrc la bata. Sobresale
Zanahoria, a quien sc le pide quc las vuelva a pasar también por la reclondez de sus ojos y el espesor
por la llave, se rebela. La verdad es que sc puede de su bigote.
observar una mancha azulosa pero él sostiene que Pelo de Zanahoria sc manticnc de pie clelante de
es una hinchazón por el frío. Se nota cuánto lo é1, la gorra entre las piernas para cuidar su libertad
quieren. de movimientos.
Violone tiene que llevarlo a donde el señor EI Director pregunta con una voz terrible:
Director.
-¿Qué pasa?
Éste, madrugador, prepara en su oficina de un
-Señor, el supervisor me manda a decirle que
color verde trasnochado una clase de historia que
tengo las manos sucias, ¡pero eso no es cierto!
da a los mayorcs en sus ratos libres. Clavando la
punta de sus dedos gruesos en el tapete de la mcsa, Y de nuevo, cuidaclosamente, Pelo de Zanahoría
muestra sus manos y las voltea: primero el dorso,
lll;, ,l¡: l,m,¡|¡»;.r

luego las palmas. Hace la demostración: primero -Señor dice Pelo de Zanahoria, realmente audaz
las palmas, luego el dorso. y feroz-, ¡el supervisor y Marseau hacen cosas!

-¡Ah! Sí es cierto dice cl Director. ¡Cuatro días De repente los ojos del Director se enturbian
de detención, pequeño! como si dos mosquitos se hubieran metido en ellos.
Apoya los puños cerrados al borcle de la mesa, se
-Señor -dice Pelo de Zanahoria-, ¡es el supervisor
levanta a medias, la cabcza hacia dclante, como
que no me quiere !
si fuera a golpear a Pclo dc Zanahoria cn todo el
-¡Ah,conquc no te quiere! ¡Ocho días,
pecho y pregunta con voz gutural:
pequeño!
-¿Qué cosas?
Pelo de Zanahoría conoce a ese hombre. Tánta
Pelo de Zanahoria parece cogido por sorprcsa.
dulzura no lo sorprende para nada. Está deciclido a
Esperaba -puede ser que sólo se aplace- el
enfrentarlo todo. Adopta una posición firme, cierra
Ias piernas ¡ sin importarle ganarse una bofetada,
lanzamiento de un tomo macizo del scñor Henri
clecide enfrentar al Director. Martin,a por ejemplo, arrojaclo por una mano
experta; pero ahora Io que le piden son detallcs.
El señor Director tiene la inocente manía
El director espera.Toclos los pliegues de su cuello
de tumbar, de vez en cuando, a un estudiante
sejuntan para formar una sola rosca, un grueso aro
desobediente con el revés de la mano: ¡taz! La
habilidad del estudiante pretendido por el golpe dc cuero donde se asienta, torcida, su cabeza.
consiste en prever el golpe y agacharse, y así Pelo de Zanahoria duda durante el momento
hacer perder el equilibrio al Director ante las que le toma convencerse de que las palabras no le
risas ahogadas de todos. Pero eso sí: no 1o vuelve a llegan; luego, confundido, la espalda encorvada y
intentar, su dignidad le impidc valerse de astucias. una disposición aparentemente torpe y apenacla,
Debe caer directamente sobre la mejilla escogida
o, de Io contrario, no entrometerse más. Historiador liancés famoso por su extensa Historia tle Francia. (N. detT.)
busca la gorL entre sus piernas, Ia saca aplastada, se cle la hoja improvisa una firma. Ésta, cae como una
encorva m ár rnás,se encoge, Ia levanta suavemente piedra en el agua, en una ondulación )/ un remolino
hasta la alta dcl mentó. y lentamente y con cle líneas a la vez regulares y caprichosas, que
disimulo, cü precaución casi púdica, escondc su fbrman el autógrafo, una pequeña obra maestra.
cabeza de nco en el forro acolchado de la gorra, La cola de la lirma se extravía, se pierde en la firma
sin decir unpalabra. misma.Toca mirar desde muy cerca, buscar durante
IV mucho tiempo para encontrarla. Inútil decir que
toda está hecha en solo trazo. LIna vez consiguió
Esc mirro día, despuós de una corta
hacer un amontonamiento de líneas llamaclo viñeta.
investigaci( ¡Violone es despedido! Es una
Durante mucho tiempo los pequeños sc quedaron
despedida crmovedora, casi una ceremonia.
maravillados.
-VolverédiceViolone-, es sólo una ausencia.
Su salida los apena mucho.
Pero no rnsigue que nadie le crea. El colegio
Se ponen de acuerdo en que clebcrán zumbarle
renueva su ersonal, como si tcmicra llenarse de
al Director a la primera ocasión, cs clccir, inflar
moho. Es r vaivén de supervisores. Éste sc va
Ios cachetes e imitar con l<¡s labios cl vuclo dc los
como los oos, y hasta mejor: sc va más rápido.
abejorros para expresar su dcscontcnto. Algún día
Casi todos quieren. No hay uno igual en el arte
lo harán y no fállarán.
de escribir ülos para los cuadernos, por ejemplo:
"Cuaderno e ejercicios de griego perteneciente Mientras tanto, se entristecen unos y otros.
a..." Molde las mayúsculas como las letras de un Violone, que se siente añorado, tiene la vaniclad de
cartel. Los ientos sc vacían. Se forma un círculo irse durante un rccrco. Cuanclo aparece en cl patio
alrededor c su escritorio. Su hermosa mano, cn seguido cle un niño que le lleva la maleta, todos
la que brillla piedra verde de un anillo, st: pasea los pequeños se lanzan hacia é1. Apricta manos, da
con elegana sobre el papel. En la parte inferior palmaditas en los rostros y se esfuerzapor soltar los
l\'1,' ,L ,t,n,tl¡'¡ ¡,t

faldones de su chaqueta sin desgarrarlos; se siente vista. Pasa la mano derecha por entre los restos del
cercado, invadido. Luego sonríe, emocionado. vidrio que lo muerden como si estuvieran vivos, y
[Jnos, colgados de la barra fija, se paran en medio aÍnerraza aViolone con su puño lleno de sangre.
de una pirueta y saltan a tierra, con la boca abierta,
-¡Pequeño imbécil! -exclama el supervisor. ¡Ya
la frente bañada en sudor, la camisa remangada puedes estar felizl
y los dedos separados por cstar untados con
-¡Maldición! grita Pelo dc Zanahoria mientras
colofonia. Otros, más tranquilos, que dan vueltas
rcsuelto rompc con un segunclo puño otro vidrio-
monótonamente por el patio, agitan las manos en
señal de despedida. El niño encorvado debajo de la ¿Por qué le dabas besos a él y no a mí?

maleta se detiene para mantener las distancias, lo Y agrega, embadurnándose la cara con la sangre
que aprovecha uno de los pequeños para poner en su que le corre por la mano cortada:
delantal blanco los cinco dedos mojados y llenos de -¡Yo también tengo las mejillas rojas! ¡Sólo que
arena. Las mejillas de Marseau están tan coloradas cuando quicro!
que parecen pintadas. Experimenta su primera
pena de amor seria; pero, confundido y obligado a
reconocer que extrañará al supervisor como a una Los piojos
primita, se aparta inquieto y casi avergonzado. Sin Apenas Félix, el hermano mayor, y Pelo de
ninguna timidezViolone se dirige hacia é1, cuando Zanahoria llegan del internado Saint-Marc, la
se oye un estruendo de vidrios. señora Lepic les hace lavar los pies. Lo necesitan
Todas las miradas se alzan hacia la ventanita con desde hace tres meses pues en el colegio nunca se
rejas del cuarto de detención. La desagradable y los lavan. Además, en ninguna partc del reglamento
salvaje cabeza de Pelo deZanahoria aparece. Hace prevén el caso.
muecas, pálida, pequeña y malvada bestia enjaulada, -¡Cómo deben estar los tuyos de negros, mi
con el pelo en la cara y los dientes blancos a la pobre Pelo de Zanahoria! 'clice la scñora Lepic.

TO 129
l', i,',i¿ l' ¡t,,tl',,t'¿

Adivina. Los de Pelo de Zanahoria están siempre La idea de quc Pelo cle Zanahoria se destaca
más negros que los de Félix, el hermano mayor. algunas veces divierte a la familia. En este
Pero, ¿por qué? Los dos viven juntos, bajo el momento, con los brazos cruzados sobre las
mismo régimen, con el mismo aire. Por supuesto, rodillas, el niño deja que sus pies se mojen y estén
al cabo de tres meses Félix, el hermano mayor, a gusto. Se siente obscrvado. Lo encuentran más
no puede mostrar un pie blanco, pero Pelo de bien feo debajo dcl pelo demasiado largo y de un
Zanahoriaconfiesa que los suyos son prácticamente rojo oscuro. El señor Lepic, reacio a las efusiones,
irreconocibles. no demuestra su alegría cle volvcrlo a vcr sino
Avergonzado, los mete en el agua con la habilidad molestándolo. Al ir, le da un papirotazo en la
de un ilusionista. No se ven salir de las medias y oreja. Al volver, lo empuja con el codo y Pelo de
mezclarse con los pies de Félix, el hermano mayor, Zanahoria ríe con ganas.
que ocupan ya todo el fondo de la tina; de repente Finalmente el señor Lepic le pasa la mano por la
una capa cle mugre se extiende como un trapo melena y hace chasquear las uñas como si estuvicra
sobre esos cuatro horrores. matando piojos. Es su broma favorita.
El señor Lepic pasea, según su costumbre, de una Pero ahora, al primer cnsayo, mata un<t.
ventana a otra. Relee las calificaciones trimestrales
-¡Ah! Qué buena puntería'-dice-, no he fallado.
de sus hijos, sobre todo las notas escritas por el
director de grupo. Dice cl de Félix, el hermano Y, micntras con algo dc asco se limpia en la
mayor: cabellera de Pe [o de Zanahoria, la señora Lepic alza
los brazos al cielo:
"Despistado pero inteligente. Lo logrará"

Y el de Pelo de Zanahoria:
-Lo sospechaba --dice, abrumada. ¡Dios mío!
¡Estamos listos! Ernestine, hija mía, corre a traer
"Se destaca cuando quiere, pero no siempre
una palangana; te tengo un trabajito.
quiere".
l';!" Jt /¡t,,tl"t
',¡

Ernestine, la hermana, trae la palangana, una AI primer paso de la peinilla, Pelo de Zanahoria
peinilla buena, vinagre en un plato y la cacería obtiene la ventaja. Ernestine, la hermana, cree que
comienza. ha llegado al nido, pero no ha hecho sino coger al
azar en un hormiguero.
¡Péiname a mí primero ! grita Felix, el hermano
-

mayor. Estoy seguro de que me los pegó. Rodean a Pelo de Zanahoria. Ernestine, la
hermana, se aplica. El señor Lepic, con las manos
Sc rasca furiosamente la cabeza con los dedos y
en la espalda, observa el trabajo como un extraño
pidc un balde de agua para ahogarlos a todos.
curioso. La señora Lepic lanza exclamaciones
-Félix, cálmate -dice Ernestine, la hermana, que lastimeras:
ama sacrificarse- No te voy a hacer daño.
-¡Oh! ¡Oh! Lo que se necesita es una pala y un
Le envuelve el cuello con una toalla y demuestra rastrillo.
una habilidad y una paciencia de madre. Separa Félix, el hermano mayor, agachado, remueve la
el pelo con una mano, sostiene delicadamente la palangana y recibe a los piojos. Éstos caen envucltos
peinilla con la otra y busca, sin hacer ningún gesto en caspa. Se alcanza a distinguir Ia agitación de
despectivo y sin miedo de atrapar a los habitantes. las patas, menudas como pestañas recortadas.
Cuando la hermana dice "¡Llno más!", Félix, el Obedecen al balancco de la palangana y rápidamente
hermano mayor, patalea en la tina y amenaza con el vinagre los mata.
el puño a Pelo de Zanahoria que, silencioso, espera Señora Lepic
su turno.
Pelo dc Zanahoria, d" verdad que no te
-Listo, Félix -dice Ernestine, la hermana. entendemos. A tú edad y ya tan grande debería
No tenías sino siete u ocho, cuéntalos. Después darte pena.Te paso la de los pies pues seguramente
contaremos los de Pelo de Zanahoria. sólo te los ves acá, pero los piojos te comcn y no
pides ni la supervisión de tus prol'esores ni los

TO
l\:!, ,! ,t,n,tl¡r t,¡

cuidados de tu familia. Explícanos, te lo ruego, qué Pelo de Zanahoria coge la palangana y sale. En
placer encuentras en dejarte devorar así, a carne cuanto la pone al sol, monta guardia cerca.
viva. Hay sangre en tus greñas. La vieja Marie-Nanette es la primera que se
Pelo de Zanahoria arrima. Cada vez que se encuentra con Pelo de
Zanahoria, se detiene y lo mira con sus pequeños
Es la peinilla, que me araña. ojos miopes y astutos y, movienclo su gorra ncgra,
Señora Lepic parece adivinar el asunto.

¡Ah, es la peinilla! Así es que le agradeces a tu -¿Qué es eso? -pregunta.


hermana. Ernestine, ¿si lo escuchas? El señor, tan Pelo de Zanahoria no contesta nada. La vicja se
delicado, se queja de su peluquera. Te aconsejo, agacha sobre la palangana.
hi;a mía, abandonar ahora mismo a este mártir
-¿Son lentejas? Dios, ya no veo bien. Mi hijo
voluntario a su miseria.
Pierrc debería comprarme un par de gafas.
Con el dedo toca como para probarlas. En scrio
Ernestine, Ia hermana que no entiende nada.

He terminado por ho¡ mamá. Solamente le quité -Y tú, ¿qué haces ahí haciendo mala cara y con
lo más gordo, mañana haré una segunda limpieza. los ojos vidriosos? Apucsto que te han regañado y
cstás castigado. Escucha, yo no soy tu abucla, Pero
Pero sé de alguien que se va a echar perfume.
pienso lo que pienso, y te compadezco; pobre
Señora Lepic
pequeño, me imagino que ellos te haccn la vida
En cuanto a ti, Pelo de Zanahoría, coge Ia difíci1.
palangana y dé;ala en el muro del jardín. Es necesario Pelo dc Zanahoría se asegura en un parpaclco
que todo el pueblo desfile delante de ella, para tu dc que su madre no 1o escuche y lc dice a la vicja
vergüenza. Marie-Nanette:
lr¿lo Llc /.analtottu

-¿Y qué? ¿Acaso es asunto suyo? ¡Métase en sus No, papá, me pides demasiado. No ganaré ni en
cosas y déjeme tranquilo! geografia ni en alemán, ni en fisica ni en química, en
donde los más buenos son dos o tres tipos incapaces
para el resto pues no más se dedican a esas dos materias.
Como Bruto Imposible alcanzarlos. Lo que sí quiero --cscucha,
Señor Lepic papá- es ser el mejor en francés ¡ si a pesar de mis
esfuerzos se me escapa, al menos no tendré nada que
Pelo de Zanahoria, el año pasado no has trabajado
como yo csperaba. Tus calificaciones dicen que reprocharme y podré exclamar como Bruto, con
orgullo: "¡Oh, virtud sólo eres un nombre!"s
podrías hacerlo mucho mejor. Sueñas despierto y
lees libros prohibidos. Dotado con una excelente Señor Lepic
memoria, obtienes notas bastante buenas en tus
¡Ah, hijo mío!Yo creo que lo dominarás.
lecciones, pero descuidas hacer las tareas. Pelo de
Félix, el hermano mayor
Zanahoría, tienes que pensar en volverte alguien
serio. ¿Qué es lo que dice, papá?
Pelo de Zanahoria Ernestine, la hermana

Cuenta conmigo, papá.Estoy de acuerdo contigo Yo no oí nada.


en que el año pasado me descuidé un poco. Esta Señora Lepic
vez,rrte comprometo a trabajar muy duro, pero no
Yo tampoco. A ver, repite, Pelo de Zanahoria.
te prometo que vaya a ser el mejor de Ia clase.
Pelo de Zanahoria
Señor Lepic

Inténtalo de todas formas. ¡Oh! Nada, mamá.

Pelo de Zanahoria t Palabras pronunciadas por Bruto, uno de los asesinos de Julio César, en el
momento en el que decide morir atravesándose una espada. (N. delT.)
lut:: l\ut*:l l'¿l¡ Jt /,nttlx'¡ u¡

Señora Lepic Señora Lepic

¿Cómo? No decías nada pero e so sí: perorabas tan Bla, bla, bla, no rnás balbuceos. Te ruego que
fuerte, todo rojo y con el puño amenazante hacia repitas, sin cambiar una palabra, y con el mismo
el cielo, ¡que tu voz llcgaba hasta el otro lado del tono, la frase de hace un momento. Me Parece
pueblo! Repite esa frase para que todos podamos que no te estoy pidiendo algo imposible, y que lo
aprovecharla. puedes hacer bien por tu madre.

Pclo de Zanahoria Félix, el hermano mayor


No vale la pena, mamá. ¿Quieres que lo repita, mamá?
Señora Lepic Señora Lepic

¡Sí! ¡lSí! Hablabas de alguien, ¿de quién No, primero, luego tú y después compararemos.
él
hablabas? Dale, Pelo de Zanahoria, apúrate.
Pclo de Zanahoria Pelo de Zanahoria (balbucea, con voz llorona)
Tú no lo conoces, mamá. Vi-irtu-ud só-oolo ere-ees un-nn nom-mmbre.
Señora Lepic Señora Lepic
Razón de más. No te pases de listo y obedece. Qué rabia. No podemos sacar nacla de este niño.
Pelo de Zanahoria Se dejaría moler a palos antes que ser amable con
su madre.
mi papá que me
Está bien, mamá. Charlaba con
estaba dando consejos como amigo y por casualidad, Félix, el hermano mayor
no sé por qué, una idea se me vino a la cabeza para Mira, mamá, mira como dilo: (Blanquea los ojos
agradecerle, y fue la de comprometerme como ese y lanza miradas de provocación) Si no soy el primero
romano que se llamaba Bruto, invocando Ia virtud... en clase de francés (lnfla los cachetes y golpea el suelo
lkttt*l l'¿l¿, J¿ l¿¡tohorut
Jdr:s

con el pie) exclamaré como Bruto: (Levanta los brazos Yo creía. De todas maneras te garantizo que Ia
hacia el techo) ¡Oh, virtud! (los deja caer sobre los profesora Sophie nos da una clase de histc¡ria tan
muslos) ¡sólo eres un nombre! Así.ue que dijo. buena como la de tu profesor del colegio.

Señora Lepic Señora Lepic

Eso no importa. No se peleen. Lo importante es


¡Bravo, magnífico!Te felicito, Pelo de Zanahoria
y lamento tu terquedad pues una imitación nunca tener un Bruto en la familia y nosotros 1o tenemos.
es tan buena como el original. iQue gracias a Pelo de Zanahoria nos envidien!
No sabemos apreciar semejante honor. Admiren al
Félix, el hermano rnayor
nuevo Bruto. Habla latín como un obispo y se niega
Pero Pelo Zanahoria, ¿seguro que Bruto dijo eso? a decir la misa dos veces para los sordos. Denle la
¿No sería Catón? vuelta: visto de frente muestra las manchas en un
Pelo de Zanahotia saco que está estrenando hoy, y visto por detrás su
pantalón está roto. Señor, ¿dónde se habrá metido?
Estoy seguro que fue Bruto. "Luego se lanzó sobre
una espada que le sostuvo uno de sus arnigos y murió". ¡No, pero miren la pinta de Pelo de Zanahoria
Bruto! Especie de pequeño bruto, ¡vete!
Ernestine, la herrnana
Pelo de Zanahoria tiene raz6n. Yo me acuerdo
incluso que Bruto fingía estar loco con el oro en
Cartas escogidas
una caña. De Pelo de Zanahoria al scñor Lepic y algunas
respuestas del Señor Lcpic a Pclo dc Zanahoria
Pelo de Zanaholia
De Pelo de Zanahoria al señor Lcpic
Disculpa, hermana, estás enredada. Confundes a
Internado Saint-Marc
mi Bruto con otro.
Querido papá,
Ernestine, la herrnana
j'¿l¿ Jt /-anahoti;t
Jul,s Rexud

Mis salidas a pescar durante las vacaciones siempre puedas estar saLisfecho de mí por
me han removido el genio. M€ han salido mi buena conducta y perseverancia.
unos granos gruesos en l-os muslos. Parecen
cfavos. Estoy en cama. Me qu3do acostado Tu afecEisimo hijo.
boca arriba y Ia señora enfernera me pone
Respuesta del señor Lepic
cataplasmas. Mientras que eI grano no
revienta me duele mucho. Después ya no pienso Mi querido Pefo de Zanahoria,
más en eso. Se multiplican como po11itos. Justo cuando a ti te sale una muela, una de
Por uno aliviado, tres nuevos aparecen. De fas mias empieza a moverse. Decidió caerse
todas maneras espero que no sea nada. ayer por la mañana. De manera que si tienes
Tu afectísimo hijo. un diente más, tu padre Liene uno menos. Es
por esto que nada ha cambiado y el número de
Respuesta del señor Lepic dientes de la familia es eI mismo.
Mi querido PeIo de Zanahoria,
Tu padre, eue te ama.
Ya que te preparas para t.u prirnera comunión
y que ves catequesis en el- colegio, debes De Pelo deZanahoria al señor Lepic
saber que la especie humana no te ha esperado Querido papá,
para que te den granos o clavos. Jesucristo
Ios tuvo en 1os pies y en l-as manos. No se Imagínate que ayer fue Ia fiesta del señor
que;ó y sin embargo los de é- si eran de Jáques, nuestro profesor de latín y que, de
verdad. común acuerdo, Ios estudiantes me eligieron
!.
para presentarle Ias feficitaciones por
i Anfmo I
toda fa cIase. Orgulloso de semejante honor,
Tu padre, eue te ama. preparo con tiempo ef discurso en ef que
incluyo a propósito alqunas citas lat-inas.
De Pelo deZanahoria al señor Lepic Sin falsa modestia, quedo satisfecho. Lo
paso en limpio en una gran hoja de tamaño
Querido papá, oficio y, llegado eI dia, animado por mis
Te anuncio con gusto que me a:aba de salir compañeros que murmuran: ";Ve, ve pues!",
una mueIa. Aunque no tengo l-os años, creo aprovecho un momento en el que ef señor
que es una muela del juicio. Me atrevo a Jáques no nos miraba y me dirijo hacia la
esperar que ésta no sea Ia única y que tarima. Pero apenas desenroll-aba mi hoja
!'cl, Jt lan*tottt

y pronunciaba con voz fuerte: "Venerado charlamos de una y otra cosa. Me drce que
maestro", el señor Jáques se fevanta furioso yo debería llevarme, si quisiera, el primer
y grita: premio de historia y geografia de fin de
año. Pero, ¿me creerías si te digo que me
-Diríjase a su puesto ¡Rápidol quedé parado durante todo el tiempo que duró
trntonces imagínate que me eslapo y corro nuestra entrevista y que eI señor Legris
a sentarme, mientras que mis amigos se euo, repito, aparte de esto fue muy amable¡
esconden detrás de sus libros y que e1 señor no me invitó siquiera a que me sentara?
Jáques me ordena, colérico:
¿Fue un olvido o mala educaciÓn?
-Traduzca e-L e j erc ic j o. Lo ignoro y tengo curi-osidad, querido
Querido papá, áeué dices al .:especto? papá, por saber tu opinión.
Respuesta del señor Lepic Respuesta del señor Lepic
Mi querido Pelo de Zanahorla, Mi querido PeIo de Zanahoria,
Cuando seas diputado te pasarán muchas Siempre te quejas. Te quejas porque eI
como esa.6 Cada persona tiene su función. Si señor Jáques te manda a sentar y te quej as
a tu profesor fo han puesto en una tarima porque el señor Legris te deló parado. Qutzá
es aparentemente para que é1 pronuncie los todavía eres demasiado Ioven para exigir
discursos y no para que escuch<: los tuyos. atenciones. Y si e1 señor Legris no te
De Pelo cle Zanahoria al señor Lepic ofreció una silla, excúsa1o: fue sin duda
eue, confundido por Lu baja estatura, t€
Querido papá, creía ya sentado.
Acabo de entregarle tu lrebre a1 señor
De Pelo deZanahoria al señor Lepic
Legris, nuestro profesor de historia y
geografia. La verdad es que me pareció Querido papá,
que ef regalo fe ha gustado. Te agradece Me entero de que debes ir a Paris. Comparto
sinceramente. Como habia entrado con mi 1a aleqria que tendrás por visitar fa capital
paraguas mojado, éf mismo me fo quitó de que yo quisiera conocer y en Ia que estaré
fas manos para llevarlo af vestibulo. Luego cont.igo de corazón. Entiendo que no pueda ir
a este viaje por mis obligaciones escolares,
Ef'ectivamcntr:, antcs cle ser alcalde,, Renard lue diputado. (N. delT.)
j',:lo Je /.analto n
J*it litnarrl

pero aprovecho la ocasión para preguntarte Eso es Io que me interesa. Hoy. no entiendo
si no me podrías comprar uno o dos fibros. nada. áQué tiene que ver/ si me explicas,
Los míos ya me fos sé de memoria. Escoge esta salida sobre la primavera si estamos
Ios que sea. En el fondo son iguales. Sin en invierno? ¿Qué quieres decir? ¿Necesitas
embargo quisiera especialmente La Henriada una bufanda? La carta no tiene fecha y no
de Erangois-Marie Arouet de Voltaire y La se sabe si está dirigida a mí o a1 perro. La
nueva Efoisa de Jean-Jacques Rousseau. Si forma misma de tu escritura me parece que
me los t.raes (los libros no cues:an nada en cambió y la disposición de los renglones, la
Paris), te juro que el supervisor no me los cantidad de mayúscuIas, me desconciertan.
va confiscar nunca. En resumen: parece que te estás burlado de
alguien. Supongo que de ti, y con esto no
Respuesta del señor Lepic acuso un crímen, pero sí una observación.
Mi querido Pelo de Zanahoria, Respuesta de Pelo de Zanahoria
Los escritores de los que me hablas fueron
hombres como tú y yo. Lo que ellos hicieron
Querido papá,
tú 1o puedes hacer. Escribe libros, después Unas palabras a fa carrera para explicarte
podrás leerfos. mi última carLa: no te diste cuenta de que
estaba escrita en verso.
Del señor Lepic a Pelo de Zanahoria
Mi querido Pelo de Zanahoria,
Tu carta de esta mañana me sorprende mucho. El corral
La releo en vano. No es tu estifo habitual y
Ese pequeño corral donde, unos tras otros, han
hablas de cosas extrañas que no me parecen
ni de tu competencia ni de l-a mia. vivido gallinas, conejos y cerdos y que está vacío
Normalmente, nos cuentas sobre tus ahora, pertenece a sus anchas a Pelo de Zanahoria
pequeños asuntos, los puestos que obtienes, durante las vacaciones. Entra allí cómodamente
fas cualidades y defectos que 1e encuentras
a cada profesor, los nombres de tus nuevos pues el corral no tiene Puerta. Algunas ortigas
compañeros, ef estado de Lu ropa/ si duermes delgadas adornan la entrada y si Pelo de Zanahoria
y comes bien. las mira acostado boca abajo le parecen un bosque.

xo
I'Llu ,lt /.a¡'¡ltt u

Una fina capa de polvo cubre el suelo. LLs piedras de Una cabeza se agacha y Pelo deZanahoria' hecho
las paredes brillan de humedad. Pelo & Zanahoria una bolita, se mete entre la tierra y la pared sin
roza el techo con su cabello. Allí está er su casa y se respirar, con la boca bien abierta, incluso con la
divierte, desdeñando esos juguetes rcluminosos, mirada inmovilizada y siente que unos ojos registran
dependiendo solamente de su imaginarión. en la oscuridad.

Su divcrsión principal consiste en ;avar cuatro -Pelo de Zanahoria, ¿estás ahí?


nidos con sus nalgas, uno a cada csquira del c<¡rral. Con las sienes a punto de estallar, sufre. Va a
Se ayuda con la mano como si fuera ura pala, saca gritar de angustia.
bultos de tierra y se acomoda.
-No está aquí, el pequeño animal. ¿Dónde diablos
Con la espalda contra la pared lisa, las piernas estará?
dobladas, los brazos cruzados sobre las rodillas,
Se alejan y el cuerpo de Pelo de Zanahoria se
refugiado, se encuentra bien. Franramente no
dilata un poco, vuelva a ponerse cómodo.
puede ocupar un menor espacio. St olvida del
mundo, no le teme más. Sólo un butn trueno lo Sus pensamientos recorren todavía largas rutas

perturbaría. de silencio.

El agua para lavar los platos que carre no lejos Pero un estruendo llena sus oídos. En el techo,

de ahí, por el drenaje del lavadero, unas veces a un mosco queda atrapado en una telaraña, vibra y se

torrentes, otras gota a gota, le envh bocanadas debate.Y la araña se desliza a lo largo de un hilo. Su

frescas de aire. vientre es blanco como una miga de pan. Permanece


un instante suspendida, inquieta, encogida.
De repente, una alarma.
Pelo de Zanahoria, apoyado en la punta de las
Unas llamadas se aproximan, unos pasos.
nalgas, la acecha, espera el desenlace, y cuando
-¿Pelo de Zanahoria? ¿Pelo de Zanahoria? la trágica araña arremete, cierra la estrella cle sus

@
l\:b Jc l¿n¿lt¿t t,t

patas y atrapa su presa; se pone de pie, apasionado, -Deléitate.


como si quisiera su parte. Le acaricia el lomo, le pone nombres tiernos,
Nada más. observa sus intensos lengüetazos, luego se
conmueve.
Laarañar,,uelve a subir. Pelo de T.anahoríase sienta,
vuelve en sí, a su alma de liebrc, donde es de noche. -Pobre viejo, disfruta cle Io que tc queda.

Pronto, como un hilo de agua que la arena El gato vacía la taza, limpia el fondo, seca el
borde hasta que sólo Ie quedan por lamer sus labios
obstruye, sus fantasías, ya sin impulso, se detienen,
llenos de azúcar.
forman un charco y se estancan.
-¿Has terminado? ¿Todo, todo? -prcgunta Pelo
de Zanahoria acariciándolo. Sin duda te tomarías
El gato encantado otra tazal Pero no me pude robar sino
I esa. De todas maneras, tarde que temprano...

Pelo de Zanahoría lo ha oído decir: nada mejor Ante estas palabras le Pone el cañón en la frente
que la carne de gato para pescar cangrejos; ni las y hace fuego.
tripas de pollo, ni los restos de una carnicería. La detonación aturde a Pelo cle Zanahoria. Piensa

Entonces encuentra a un gato, despreciado por que el corral mismo ha saltado y cuando la nube se
lo viejo, enfermo ), por esto y 1o otro, pelado. Pelo disipa ve a sus pies al gato que lo mira con un ojo.

de Zanahoria 1o invita a venir a tomar una taza de Una mitad de la cabeza ha sido arrancada y la
leche en su casa, en su corral. Estarán solos. Puede sangre corre en la taza de leche .
pasar que una rata se aventure a entrar pero Pelo de -No parece muerto dice Pelo de Zanahoria.
Zanahoría sólo promete Ia taza de leche. La pone
¡Maldición! Pero si he apuntado donde era.
en una esquina. Empuja el gato hasta allí y dice:

&i
l)tla l¿ ¿'.¡¡¡Lth,¡r t¡

No se atreve a moverse. Tánto le preocupa el ojo -¿Quión diría que los gatos lloran cuanclcr
único, de un amarillo resplandeciente. mueren? - dice Pelo de Zanahoria.
El gato indica, a decir por el temblor de su Se impacienta. Todo es demasiado largo.
cuerpo, que todavía vive pero que no hace ningún Tira la carabina, rodea al gato con sus brazos y,
esfuerzo por moverse. Parcce sangrar a propósito exaltándose cuando las garras le penetran la piel,
en la taza, con el cuidado de que toclas las gotas con los dicntes apretados y las venas alborotadas,
caigan ahí. lo asfixia.
Pelo de Zanahoria no cs ningún principiante. Ha Pero también él se asfixia, se tambalca rendido y
matado pájaros silvestres, animales domésticos, un cae al suelo, sentado, su cara pegada a la del animal,
perro, por propio placer o por el de otro. Sabe cómo sus ojos fijos en el del gato.
proceder y si el animal se hace el difícil, sabe que
II
es necesario darse prisa, arriesgarse, si es preciso,
a una lucha cuerpo a cuerpo. Si no, un arrebato Pelo de Zanahoria está ahora acostado en su
de falsa sensibilidad nos puede sorprender. Nos cama de hierro.
volvemos cobardes. Perdemos tiempo; no llegamos Sus padres y los amigos de sus padres, mandados
a terminar nunca. a toda prisa, visitan, agachados bajo el techo del
Primero, ensaya algunas carantoñas prudentes. corral, el lugar del drama.
Luego 1o agarra por la cola y le asesta en Ia nuca -¡Ah! -dice su madre-Tuve que centuplicar mis
unos golpes con la carabina tan violentos que cada fuerzas para arrancarle el gato hecho pedazos de
uno parece el último, el golpe de gracia. su corazón. Les aseguro que a mí nunca mc ha
Con las patas moviéndose enloquecidas, el abrazaclo así.
moribundo gato araña el aire, se enrosca como una Y micntras que ella explica las huellas clc una
bola, se entrega y no chilla más. ferociclad que más tarde sería lcgenclaria cn las


l'¿ !,¡ .!¡ / ¡ n' ¡h,r i'.¡

reuniones familiares, Pelo de Zanahoria duerme y Se hacen más grandes y salcn del agua, erguidos,
suena: brillantes.

Se pasea a lo largo de una quebracla, clonde los Pelo de Zanahoría, abrumado Por la angustia, no
rayos de una luna inevitable se remueycn y se cruzan sabe cómo escapar.
como las agujas de una tejedora. Y los cangrejos lo envuelven.
Entrc las redes los pedazos del gato flamean a
Suben hacia Ia garganta.
través del agua transparente.
Crcpitan.
Brumas blancas se dcslizan sobre la pradera y
Abren ya sus cnormes pinzas
escondcn luizá lcves fantasmas.

Pelo de Zanahoria, las manos cn la espalda, Ies


demuestra que no tiencn nacla que temer. Los corderos
Un bucy se acerca, se detiene y resopla, huyc AI comienzo Pelo de Zanahoria no ve sino

cnseguida, propaga hasta el cielo el ruido de sus unas vagas bolas saltarinas. Lanzan unos chillidos
cuatro patas y se desvanece. ensordecedores y mezclados, como los niños
cuando juegan en el patio de la escuela- Una de las
Qué calma, si la quebrada habladora no cacarcara,
bolas se lanza a sus piernas y siente un leve malestar.
no murmurara, no exasperara tanto, ella sola, como
una rcunión de ancianas.
Otra brinca bajo la luz de la claraboya. Es un
corclero. Pelo cle Zanahoriasonríe por haber tenido
Pelo dc Zanahoria, como si quisicra golpearla
miedo. Sus ojos se acostumbran gradualmente a la
para hacerla callar, levanta suavcmente un palo de oscuridad y los detalles se vuelven precisos.
Ia red y en cse momento, entre las cañas, empiezan
a apare('er cangrejos gigantcs.
La época de los nacimientos ha comenzado.
Toclas las mañanas el granjero Pajol cuenta clos o

¡
!t,,1,¡,i¡ y';¡¡ah¡tit

tres cordcros de más. Los encuentra perdidos entre Igual eso no dura; la madre se conmuevc. Además
las maclrcs, torpes, {laqucando sobre sus patas uno les enseña.
rígidas: cuatro pedazos de madera de una escultura Pajol la cmpuja del lomo y la aísla en una iaula.
ordinaria. Le anuda una corbata de paja para reconocerla
Pclo cle Zanahoria todavía no se atreve a si se escapa. El cordero la ha seguido. La oveja
acariciarlcs. Más intrópidos que é1, los animales come y hace un ruido de rallador, y el corderito,
ya lc chupetean los zapatos o Ie poncn las patas tembloroso, se cndereza en sus blandos miembros,
delanteras encima con una de heno en la e intenta mamar, lastimoso, con su hocico envuelto
P izca
boca. en una gelatina pegajosa.

Los mas viejos, los que tienen una scmana, se -¿Y usted cree que la madre tendrá sentimientos

estiran con un violento esfuerzo de Ia parte de más humanos? -dice Pelo de Zanahoria.
atrás y ejecutan vn zigzag en el aire. Los de un -Sí, cuando su trasero se mejore dice Pajol.
día, flacos, cacn sobre sus rodillas angulosas para Tüvo un parto muy duro.
volverse a parar llenos de vida. Un pequeño que -lnsisto -dice Pelo de Zanahoria-r ipor qué no
acaba de nacer se arrastra, viscoso y sin amamantar. confiar por el momento el pequeño a los cuiclados
Su madre, irritada por su bolsa hinchada de agua de otra?
todavía palpitante, lo rechaza a cabezazos.
-Lo rechazaria -dice Pajol.
-¡Una mala madre! -dice Pelo de Zanahoria.
En efecto, desde las cuatro esquinas del establo
-Los animales son como los hombres -{ice Pajol. los balidos de las madres se cruzan, llaman a la hora

-Ella quisiera, sin duda, dejarla con una niñera. de amamantar, y aunque iguales a los oídos de Pelo
de Zanahoria, son dif'ercnciados por los corderos
-Casi dice Pajol. A más <le uno toca darle un sin confusión alguna y cada uno se precipita
tetero, uno como los que se compran en Ia farmacia. clirectamente a las ubres de Ia madre.
l'. !,,,lL /,tt¡, th¿r tt

-Aquí no hay ladrones de crías -dice Pajol. -Con mucho gusto dice Pelo de Zanahoria sin
saber. Gracias desde ya.
-Es raro dice Pclo de Zanahoria-, cse instinto
de familia entre estos bultos de lana. ¿Cómo Pajol escarba entre la lana gruesa de una de las
explicarlo? Quizá sea por la agudeza de su olfato. madres y atrapa con las uñas una garrapata amarilla,
reclonda, rechoncha, enormc. Según Pajol dos
Casi lc dan ganas de taparlc lanariz a una para vcr.
como esa dcvorarían la cabeza de un niño como a
Compara profundamente a los corclcros con una ciruela. La pone en la mano vacía dc Pelo dc
los hombres y quisiera saber el nornbrc de los Zanahoria y le aconseja, si sc quiere reír y divertir,
corderos.
que la meta en el cuello o en el pelo de su hermano
Mientras ellos chupan ávidos, sus mamás, a pesar o hermana.
de tener el costado abatido por los golpcs con el
La garrapata empie za atrabalar, atacala piel. Pelo
hocico, comen tranquilas, indiferentes. Pclo de de Zanahoria siente unos picotazos en los dedos
Zanahoria obscrva en el agua de una de las piletas
como si le caycra granizo. Pronto en el puño de la
rcstos de cadenas, llantas, una pala usada.
camisa, llega al codo. Parcccría quc la garrapata se
-¡Sí que tiene limpia la pileta! dice con un tono multiplica, ![ue va a roer cl brazo hasta cl hombro.
fino. ¡Seguramente ustecl enriquece la sangre de
Peor para ella. Pclo dc Zanahoria la aprieta; la
los animales con csta chatarra!
aplasta y se limpia la mano en la espalda de una
-Así mismo -dice Pajol. Tü tomas pastas, ¿no? oveja, sin que Pajol se dé cuenta.
Le dice a Pelo de Zanahoria que pruebe el agua. Dirá que se le perdió.
Con tal de que se vuelva más alimenticia, le echa
Pelo de Zanahoria escucha todavía Por un
Io que sea.
instante, recogido, los balidos que Poco a Poco se

-¿Quieres una garrapata? calman.

158
l',,! t¡ .!,: /¿Lt¿i¡a¡)a

Dentro de un rato no se escuchará más que el sus relaciones. Cuando dice "sl" quiere dccir "n{)" y

murmullo sordo del heno desmenuzado entre las viceversa. La cuestión es no equivocarse.
mandíbulas lentas. Si eso 1o divierte, a mí no me molesta, piensa
Colgada de una barra de pesebre, una capa de Pelo de Zanahoria.
lana cle rayas descoloridas parece, sola, cuidar a los Y así sigucn siendo buenos amigos.
corderos.
El padrino, que normalmente no cocina sino una
vez por semana, pone al fuego, en honor de Pelo
El padrino de Zanahoria, una gran olla de fríjoles con un buen
peclazo de tocineta y, para comenzar la jornada, Icr
Algunas veces la señora Lepic deia que Pelo de
obliga a tomarse un vaso de vino.
Zanahoria vaya a vcr a su padrino e incluso que
duerma doncle é1. Es un hombre viejo, huraño y Lucgo se van a pescar.
solitario que pasa los días pescando o en la viña. No EI padrino se sienta a la orilla y desenrolla
quiere a nadie y sólo soporta a Pelo de Zanahoria metódicamente su sedal. Asegura con urlas piedras
-¡Patito, aquí estás! pcsadas sus impresionantcs cañas y sólo pcsca los
peces más gordos, a los quc cnrolla en una toalla
-Así es, Padrino -dice Pelo de Zanahoria sin
para que así permanezcan frescos y envueltos como
abrazarlo. ¿Me has preparado mi caña?
bebós.
-Tendremos bastante con una para los dos -dice
-Ante todo le dice a Pelo de Zanahoria-, no
el padrino.
levantes tu caña hasta que cl flotaclor no sc haya
Pelo de Zanahoria abre la puerta del granero y hundido trcs veces.
ve su caña lista. Así 1o molesta siempre su padrino,
Pelo de Zanahoria
pero Pelo de Zanahoría, prevenido, ya no se
molesta y esta manía del viejo apenas si complica ¿Por qué tres?

160
l\' !,: /,t n,t i¡,'r ¡ ¡t
1,
"

Padrino Pelo de Zanahoria

La primera no significa nada: el pez apenas Éstos se clcshacen en la boca. Normalmentc


mordisquea. La segunda es más seria: traga. La mamá no los hace muy mal. Pero no son como
tercera, es scguro: ya no escapará. Nunca se tira éstos. Le toca ahorrar manteca.

demasiado tarde. Padrino

Pelo de Zanahoria prefiere pescar gobios.T Se Patito, me encanta verte comer. Apuesto a quc
descalza, entra en el río y con sus pies agita el fbnclo no comes en donde tu mamá toclo lo que quieras.
arenoso para enturbiar el agua. Los tontos gobios Pelo de Zanahoria
acuden y Pelo d.e Zanahoria saca uno cada vez que
Todo depenclc de su apetito. Si ticne hambre,
tira de Ia caña. Apenas si tiene tiempo para gritarle
yo como hasta que no le queden ganas. Al
al padrino:
servirse, ella me sirve también. Si ella termina,
-
¡Dieciséis, diecisietc, dieciocho !
yo también.
Cuando el padrino mira el sol encima de su Paclrinc>
cabeza, se devuelven para alrnorzar.Atiborra a Pelo
Se pide más, tonto.
deZanahoria con fríjoles blancos.
Pelo de Zanahoria
-No conozco algo mejor-1e dice- pero me gustan
Es fácil decirlo, querido. Además, siempre es
cocidos y aplastados. Prefiero morder el hierro
melor quedarse con hambre.
de un pico que comerme unos fríjoles que crujan
entre los dientes, como el sonido de un balín en el Padrino

ala de una perdiz. Io imposible


¡Y yo, que no tengo hilos, haríahasta
por ellos! iQué se va a haccr!
7 Pequeño pez que puede encontrarse en los ríos dc Europa. (N. dclT.)
1" t" ,1, ,/,¡t.]lt,]rt,l

Terminan Ia 1'ornada en la viña donde Pelo de que con los golpes no se hace nada y quc óstos sc
Zanahoría unas veccs mira cavar a su paclrino y le aplican mejor a mí.
sigue paso a paso, y otras, acostado sobre un montón
Padrino
de sarmientos y con los ojos al ciclo, mastica una
rama dc mimbre. Deberías ensayar con la escoba, Pelo de
Zanahoria.

Pelo de Zanahoria
La fuente
No cluerme con su padrino por el placer de ¡Ah, si sólo me atreviera! A veces, Félix y yo nos
pegamos de mentiras o en serio. Yo soy tan fuerte
dormir. Si el cuarto está frío, el colchón de plumas
como é1. Me defendería como é1pero, al contrario
da demasiado calor y las plumas, suaves para las
de mi hcrmano, con una escoba en Ia mano me
viejas extremidades del padrino, hacen qu€ cl
vería armado contra mamá. Ella creería que se Ia
ahijado pronto quede empapado en su<lor. Pero al
llevo, pasaría de mis manos a las suyas y quizás me
mcnos duerme lejos dc su madre.
diría "gracias" antes de pcgarmc.
-¿Te da tanto miedo de ella?
-dice el padrino.
Padrino
Pelo de Zanahoria
¡Ja! Duerme patito, mejor duermc.
Más bien soy yo el que no le da tanto miedo.
Cuando quiere corregir a mi hermano, él de un
Ninguno de los dos pucde dormir. Pelo de
Zanahoria da vueltas, se ahoga y busca airc; su viejo
salto agarra un palo de escoba, se planta delante de
ella y te juro que ella se deticnc de inmediato. Por padrino siente pena.
eso prefiere corregirlo desde los sentimientos. Ella De repente, justo cuando Pelo de Zanahc¡ria
dice que la naturaleza de Félix es tan susceptible se está quedando dormido, el padrino le cogc cl
brazo.
t', 1¡,1t /,tt¡,tlt,t'l

Pelo de Zanahoria
-¿Estás ahí, patito?-pregunta. Estaba soñando,
te crcía todavía en la fuente. ¿Te acuerdas de Ia Sí, me picaba, me rascaba. ¿Ese vestido era de
fucnte? crin?
Pclo de Zanahr¡ria Padrino
Como si estuvicra ahí, padrino. No tc lo reprocho,
No, pero el pequ eño Bernard no tenía una
pero me hablas de ella muy a menudo.
camisa limpia para prestarte. Hoy día me rlo,
Paclrincr
pero un minuto, un segundo más, y te sacaba
Mi pobre patito, cuando pienso en eso me tiembla muerto.
todo el cuerpo.Yo me había dormido sobrc el pasto. Pelo de Zanahoria
Tú jugabas en el borde de la fuente, te resbalaste,
te caíste, gritaste, luchastc, y yo., miserable, no oía Estaría lejos.

nada. EI agua que había, apenas si alcanzaba para Padrino


hundir a un gato. Pero tú no te levantabas. Eso era
No digas eso. Cuántas tonterías no mc he clicho y
lo malo. Dime, ¿es que no pensabas levantarte?
desde entonces no he pasaclo una nochc tranquila.
Pelo de Zanahoria mi castigo; lo merezco-
Mi sueño perdido, ese es

¡Si crces que me acuerdo de lo que Pensaba en


Pclo dc Zanahoria
la fuente!
Yo, padrino, no lo merezco y Por eso quisiera
Padrino
dormir.
Finalmente tu chapoteo me despierta. Ya era
Padrino
hora. ¡Pobre patito! ¡Pobre patito!Vomitabas como
una bomba. Te cambiamos, te pusimos la ropa de Duerme, patito, duerme.
los domingos del pequeño Bernard.
l\' l,:,l r,/, :u ¿h,'r ¡,t

Pelo de Zanaholia Allí mantiene una provisión de lombrices para la


Si quieres que lo haga, mi querido padrino, pesca. Las recubre con musgo húmedo, de moclo
suéltame la mano. Te la clevolveré apcnas me que nunca le faltan. Cuando ha llovido todo cl día,
despierte. Y retira también tu pierna, que es tan la rccolección es abundante.

peluda que es imposible dormir cuando me toca. Ten cuidado de no caminar encima de ellas -le
dice a Pelo de Zanahoria. Anda lcntamente. Si
no tuviera miedo de agriparme me pondría unas
Las ciruelas chanclas. Al menor ruido, la lombriz se vuelve a
Inquietos durante un rato, dan vueltas en la cama meter en su agujero. Sólo es posible atraparlas si
y el padrino dice: cstán lo suficientemente alejadas de sus túneles.
Toca cogerlas con fuerza y apretarlas un Poco
-¿Duermes, patito?
para que no se escurran. Si la lombriz se alcanza
Pelo de Zanahoria
a devolver un poco, suéltala: la partirías. Y una
No, padrino. lombriz partida no vale nada. Además, pudre
Paclrino a las otras y los peces delicados las rechazan.
Algunos pescadores economizan sus lombrices; se
Yo tampoco. Tengo ganas de levantarme. Si
equivocan. Solamente se Pescan Peces hermosos
quieres vamos a buscar lombrices.
con lombrices enteras, inquietas y que se retuerzan
-Buena idea -dice Pclo de Zanahoria. en el fondo del agua. El pez piensa que se están
Saltan de la cama, sc visten, prenden una linterna cscapando y nada a devorarlas con toda confiarrza.
y salen al jardín. -Yo las dejo ir casi siemPre -murmura Pelo
Pelo de Zanahoria lleva Ia linterna y el padrino de Zanahoria-, 1, tengo los dedos untados de su
una caja de hojalata medio llena dc tierra húmeda. asquerosa baba.
l'tlo Jc /-¡n,¡h,:rit

Padrino al padrino que dice, tragándoselas clc un golpe,


redondas, con el hueso incluido:
[Ina lombrizno es asquerosa. Es de las cosas más
limpias que hay en el mundo. Se alimenta solamente -Son las mejores.
de tierra y si la aprctamos no devuelve más que Pelo cle Zanahoria
tierra. Por mi parte, me las comería.
¡Ah! Terminaré probándolas y me las comeré
como tü. Lo único que me da miedo es oler mal y
Pclo de Zanahoria quc mamá se dé cuenta si me da un beso.
Por la mía, te las cedo. Te veo comer. No huelcn a nada -dice el padrino, y le sopla en
Padrino la cara a su ahijado.

Éstas están un poco gordas. Tocaría antes Pelo dc Zanahoria


asarlas y luego acomodar[as en el pan. Pero sí me A cso sí qut'
Es verdad. Sólo huclcs a tabaco.
como crudos Ios gusanos, por ejemplo los dc las
hueles. Yo te quiero, querido padrino, pero te
ciruelas.
querría mucho más, más que a cualquier otro, si no
Pelo dc Zanahoria fumaras pipu.
Sí, yo sé. Con razínlc das asco a mi familia, a mamá Padrino
sobre todo, que apenas piensa en ti le dan náuseas.Yo
estoy contigo aunque no pienso imitarte, pues no eres ¡Patito, patito! ¡Eso es lo que me conserva!
alguien difícil y nos entendemos muy bien.

Pelo de Zanahoria levanta la linterna, acerca una Mathilde


rama de ciruelo y arranca algunas frutas. Guarda
-Sabes, mamá dice sofocada Ernestine, la
las buenas y le da las que están llenas dc gusanos
hermana, a la señora Lepic-, Pelo de Zanahoria
{1'l¡,it /'¡t¡,¡1¡,,¡ t, t

todavía juega al novio y la novia con la pequeña que se abren, aquí y allá, amapolas, bolitas rojas
Mathilde en el pasto. Félix, el hermano mayor, de espino y un diente de león amarillo para poder

cs el que los viste. Si no me cquivoco, eso está distinguirlo de Mathilde. No tiene ganas de reír y
prohibiclo. Ios tres permanecen serios. Saben cuál es cl tono
que conviene a cada ceremonia. Se debe cstar triste
En efecto, en el pasto la pequeña Mathilde se
en los entierros, desde el comienzo hasta el final,
manticne inmóvil y rígida bajo su vestido con
y solemne en los matrimonios, hasta después de la
clcmátides silvestres de flores blancas.n Toda
misa. Si no, ya no resulta diverticlo el juego.
adornacla, parece rcalmente una novia cubierta de
azahar.Y tiene tantas como para aliviar los cólicos -Tómense de Ia mano -dice Félix, el hermano
de toda su vida. mayor. ¡Adelante, dcspacio!

Las clemátides, trenzadas en forma de corona Avanzan lcntos, separados. Cuando Mathilde se
sobre la cabeza,caen en bucles bajo el mentón, sobre enreda, recoge la cola del vestido y la sostiene con
la espalda, a lo largo de los brazos; caprichosas, los declos. Pelo de Zanahoria la esPera como un
enguirnaldan la cintura y forman en cl suelo una caballero con la pierna lcvantada.
cola rampantc que Félix, el hermano mayor, no st:
Félix, el hermano mayor, los lleva por el pasto-
cansa de alargar.
Camina hacia atrás y balanceando los brazos les
Retrocede y dice: indica la cadencia del movimiento. Se cree el
-¡No te muevas! Es tu turno, Pclo de señor alcalde y los saluda, Iuego el señor cura y los
Zanahoria. bendice, Iuego el amigo que felicita y los aplaude,
luego el violinista y raspa, con un palo, otro palo.
A su vez, Pelo de Zana\toria está vestido de joven
novio, cubierto también de clemátides entre las Los pasea de un lado a otro.

-¡Alto! iQué desorden!


t [-a clemátitli: cs una planta medicinal usada tambión como decoración. (N. delT )
l', i,' ,1, t',t¡¡,¡lt,*t,,

Con el tiempo para aplanar de una palmada Ia Félix, el hermano mayor, les enseña los
corona de Mathilde, retoma el cortejo. cuernos

-¡Ay! --exclama Mathilde haciendo una mueca. -¡Están rojos! ¡Están rojos!

Un zarcillo de la clemátide le jala cl pelo. Félix, Se frota dos dedos, uno contra otro, patalea y
hace sonidos con la boca.
cl hermano mayor, arranca todo Continúan.
-¡Sí serán bobos! ¡Creen que pasó de verdad!
-[.isto -dice-, ahora son mariclo y mujer.
Bésense. -Primero -dice Pelo de Zanahoria-, yo no estoy
rojo, y segundo, pues búrlate todo lo que quieras;
Al ver que dudan:
no serás tú quicn me impida que me case con
-¡Entonces! Dense un beso. Cuanclo uno se casa Mathilde, si mamá quiere.
se da besos. Coqueteen, declárcnse. Parecen unos Y justo ahí, mamá acaba de responder que no
petardos. quiere. Empuja la veria que cla al pasto. Entra
Superior, se burla de su incapacidacl, é1que, qrtizá, seguida clc Ernestine, la sapa. Al pasar ccrca cle
unos matorrales, rompe una rama, lc quita las hojas
yaha pronunciado palabras de arnor. Da ejemplo y
y deja las espinas.
besa de primero, con esfuerzo, a Mathilde.
Llega directa, inevitable como la tormenta.
Pelo de Zanahoria se atreve, busca a través de la
planta trepadora el rostro de Mathilde y la besa en -Cuidado con los latigazos -dice Félix, el
hermano mayor.
la mejilla.
Sele vc huir hacia el fondo de la praclera. Tiene
-No es una broma, yo me casaría en serio contigo
refugioyalcanzaaver.
--dice é1.
Pelo de Zanahoria nunca se salva. Aunque por lo
Mathilde, como lo ha recibido, devuelve el beso.
general es un cobarde, prefiere terminar rápido, y
Enseguida, torpes, incómodos, se sonrojan.
hoy se siente valiente.
1,1.,,1,) t]))l')'¡11

Mathilde, temblorosa, llora c¡mo viuda entre La señora Lcpic se acerca. Los ticne. 'l'ienc
hipos. tiempo. Baja el ritmo. Está tan cerca que Ernestine,
Pelo de Zanaho'ia la hcrmana, temiendo algún golpc de vuelta, se
detiene al borde <lcl círculo donclc se conccntrará
No temas. Yo conozco a manú, viene sólo por
Ia acción.
mí.Yo aguantaré todo.
Mathilde Pelo de Zanahoria se planta dclantc de "su
mujer", que solloza más f'uerte.
Sí, pero tu mamá lc va a dccira mi mamá, y me
va a Pegar. Las clemátitlcs silvestrcs se enredan con sus
florcs blancas. La rama cle la señora Lepic se
Pclo de Zanahoria
eleva lista para azc>tar. Pelo cle Zanahoria, pálido,
Corregir; sc dice corregir, corro con las tarcas
cruzado cle brazos, la nuca cncogida, Ios riñones
de vacaciones. ¿Tü mamá te corrlge?
quc ya le queman y las pantorrillas quc le cuecen
Mathilde por adelantaclo, ticne cl orgullo cle gritar:
A veces. Depende. -iQué más da, la hemos pasaclo muy bien!
Pelo de Zanahoria

A mí, siemprc. La caja fuerte


Mathilde Al día siguiente Pelo de Zanah<-¡ria se encuentra

Pero yo no hice nada. con Mathilde , quc Ie clice:

Pelo de Zanahoria -Tu mamá ha ido a contarle todo a la mía y he

Eso no importa. ¡Cuidado! recibido una buena tunda. ¿Y tú?


t', l, ,i, , .t¡, ¡lt, t ¡,t

Pelo de Zanaho:.ia Pelo de Zanahoria


No me acuerdo de nada. Pero tú no merecías Es mucho; los millonarios nunca pueclen gastarst'
una golpiza)no hicimos nada malo. todo su dinero.
Mathilde Mathildc
No, eso cs cierto. Con frecuencia mis padres se quejan de no tener
mucho.
Pclo de Zanahoria
Pclo cle Zanahoria
Tc aseguro que hablaba cn serio cuando te decía
que me gustaría casarme contigo. ¡Oh! Los míos también. Cada quien se queia para
quc Ia gcnte los compadezca y Para animar a los
Mathilde
envidiosos. Pero yo só que somos ricos. El primer
A mí también me gustaría casarme contigo. día del mes, papá se queda solo por un momento en
su habitación. Oigo rechinar la cerradura de la caja
Pelc¡ de Zanahoia
fuerte. Rechina como una rana por la noche . Papá
Yo podría rechazarte porque tú eres pobre y yo
pronuncia una palabra quc nadie sabe , ni mi mamá,
rico, pero tranquila, te quiero. ni mi hermano, ni mi hermana, nadie, excepto él y
Mathilde yo, y la puerta dc la caja fuerte se abre. Dc ahí mi
papá toma el dinero y va y lo deia sobre la mesa cle
¿Cuántas son tus riquezas, Pelo cle Zanahoria?
la cocina. No clice nada, solamentc hacc sonar las
Pelo de Zanahoria monedas para quc mamá, que está ocupada en el
Mis padres tienen al menos como un millón. horno, se clé cuenta. Papá sale. Mamá se cla vuelta
y coge el dinero con rapidez. Todos los mescs, y
Mathilde
durante mucho tiempo, pasa así,lo que prucba que
¿Y cuánto es un millón? hay más de un millón en la caja fuerte.

178 179
Julr; r.rrutr.! l\' l,',1,: /.t t,tl t,r t, t

Mathilde -¿Qué apostamos? -dice Mathilde, indecisa.


¿Y para abrir dice una palabra? ¿Cuál? -Déjame tocarte donde yo quiera -dice Pelo de
Pelo de Zanahoría Zanahoria- y sabrás la palabra.

Ni la busques, sería inútil. Te la diré cuando Mathil<le se queda mirando a Pelo de Zanahoria.

estemos casados con la condición cle que me No entiende muy bien. Entrecierra sus ojos grises
cle pícara. Ahora tiene dos curiosidades en vez de
prometas que nunca la vas a repetir.
una.
Mathilde
-Di Ia palabra antes, Pelo de Zanahoría.
Dímela ahora. Te prometo que nunca la voy a
repetir. Pelo de Zanahoria

Pelo de Zanahoria ¿Pero me juras que después te clejarás tocar


donde yo quiera?
No, cs un secrcto entre mi papá y yo.
Mathilde
Mathilde
Mi mamá no me deia jurar.
No la sabes. Si la supieras me la dirías.
Pelo de Zanahoria
Pelo de Zanahoria
No sabrás la palabra.
Perdón, pero sí la sé.
Mathilde
Mathilde
Me importa un comino tu palabra.Ya la adiviné,
No la sabes, no la sabes. Te 1o mereces, te lo sí, Ia adiviné.
mereces
Pelo de Zanahoria, impaciente, precipita las
-Apostemos aque sílasé-dice Pelo de Zanahoria,
COSAS.
serlo-
frrlrr ArnarJ l\' ! o J,: /.¡ ¡ t ¿|¡,, t t.t

-Escucha, Mathilde, no has adivinado nada. Pero que me inventé. Además, el de verdad no me lo
me confbrmo con tu palabra dc honor. La palabra sé.
que mi papá pronuncia antes de abrir la caja fuerte Pierre
es "Lustucru". Ahora puedo tocarte donde yo
Cálmatc, Pelo <le Zanahoria. Me río de Lustucru
quiera.
y cle eso no le hablaré a tu madre. Le diré el rcsto.
-¡Lustucru! ¡Lustucru! -dice Mathildc, que se
Pelo de Zanahoria
echa hacia atrás con el placer de conocer un secreto
y con el miedo de que no valga nada. ¿En serio que ¿El resto?
no te estás burlando de mí? Pierre
Mientras Pelo de Zanahoria ayanza sin responder Sí, el resto. Te vi, te vi, Pelo de Zanahoria;
nada, decidido y con la mano estirada, Mathilde atrévete a decir que no te he visto. ¡Ah! Vas bien
escapa.Y Pelo de Zanahoria oye su carcajada seca. para tu edad. ¡Pero está noche se te alargarán las
Ha desaparccido. Pero ahora oye que alguicn se
orejas!
ríe burlonamente detrás de é1. Pelo de Zanahoríano sabe qué responder. Su cara

el tragahn de una caballeriza, un


Se voltea. Por está tan roja que el color de su pelo parece aPagarse.

trabajador de la ciudadela saca la cabeza y muestra Y se aleja, las manos cn los bolsillos, saltando como
los dientes. un sapo y tragándose los mocos.

-Te vi, Pelo de Zanahoria -exclama. Le contaré


todo a tu madre. Los renacuajos
Pelo de Zanahoria Pelo de Zanahoria juega solo y en medio del
Estaba molestando, querido Pierre. Sólo quería patio para que la señora Lepic Io pueda vigilar por la
enredar a la chiquita. Lustrucu es un nombre falso ventana. Se dedica a jugar como se debc cuando su
t'. i,, l¿ t',t¡,tlt, r,t

amigo Rémy aparece. Es un muchacho dc su misma nada y se miran indecisos. Pero la señora Lc¡rit'agita
edad que cojea y siempre quiere correr, de manera la cabeza y hace claramente señas cle quc no.
que su pierna izquierda impedida se arrastra detrás -No quiere - clice Pelo clc Zanahoria. Seguro crr
de la otra y nunca Ia alcanza. Lleva un canasto y un rato me nccesitará.
dice:
Rómy
-¿Vienes, Pelo de Zanahoria? Mi papá va a meter
Lástima, nos hubiéramos divertido mucho. N«;
el cáñamo en el río. Nosotros lo ayudaremos y
quicre, no quicrc. . .
pescaremos renacuajos con los canastos.
Pelo de Zanahoria
-Pregúntale a mi mamá -dice Pelo de
Zanahoria Quédate. Jugaremos aquí.

Rémy Rémy

¿Por qué yo? ¡Ah, no! Prefiero pescar renacuajos. Hace un


buen día. Llenaré varios canastos.
Pelo de Zanahoria
Pelo cle Zanahoria
Porque a mí no me dará permiso.
Espera un poco. Mi mamá siempre dicc que no
En ese momento la señora Lepic se asoma a la
al comienzo. Después, a veces, se echa para atrás.
ventana
Rémy
-Señora -dice Rémy-, ime dejaría, por favor,
llevar a Pclo de Zanahoria a pescar renacuajos? Esperaré un cuartico de hora, pero no más.

La señora Lepic pega la oreja al vidrio. Rémy Plantados los dos con las manos en los bolsillos,
repite con un grito. La señora Lepic ha entendido. observan disimuladamente la escalera y enseguida
Se ve que mueve la boca. Los dos amigos no oyen Pelo de Zanahc¡ria Ie da con el codo a Rémy.
l7,lo J¿ L¡n¡hqit

¿Qré te dije? No agrega más.


En efecto, la puerta se abre y la señora Lepic, Vuelve a subir las escaleras. Entra con el canasto
teniendo en la mano un canasto para Pelo de que debía llevar Pelo de Zanahoria Para Pescar
Zanahoria, baja un escalón. Pero se detiene, renacuajos y que ella a propósito había vaciado de
desconfiada. nueces frescas.

-Pero tú todavía por aquí, Rémy. Creí que ya te Rémy ya va lejos.


habías ido. Le voy a decir a tu papá que estás como
La señora Lepic no es alguien que bromee
un \rago y te regañará.
mucho y los hijos de los demás se acercan a ella con
Rémy prudencia y le temen casi tanto como al maestro de
Señora, fue Pelo de Zanahoria el que me dijo la escuela.

que esPerara. Rémy huye hacia el río. Tiota tan rápido que su
Señora Lepic pie izquierdo, siempre retrasado, raya el polvo del
camino, baila y suena como una cacerola.
¿Eso es cierto, Pelo de Zanahoria?
Con el día perdido, Pelo de Zanahoria ya no
Pelo de Zanahoria no dice ni sí ni no.Ya no sabe.
intenta divertirse.
Conoce a la señora Lepic perfectamente. Había
adivinado una vez más. Pero como el imbécil de Se ha perdido una buena salida.
Rémy enredó todo y 1o arruinó, Pelo de Zanahoria Las penas están en camino.
pierde interés por el desenlace. Aplasta el pasto Las espera.
con el pie y mira para otro lado.
Solitario, sin defensas, deja llegar al aburrimiento
Sin embargo, me parece -dice la señora Lepic-
y que el castigo se aplique por sí mismo.
que no tengo la costumbre de retractarme.
l¿lo ,!c /¿n,th¿ ¡,t

Giro teatral (@iere a Pelo de Zanahoria pero iamás se ocupa de é1,

Escena I siempre coruiendo por aquí y por allá haciendo negocios)


¡Vamos! ¡Nos fuimos!
Señora Lepic
Pelo de Zanahoria
¿A dónde vas?
No, papá.
Pelo de Zanahoria
Señor Lepic
(Se ha puesto su corbata nueva
-y ho escupido sus
zapatos hasta inundarlos de saliva.) Voy a salir a pasear ¿Cómo que no? ¿No quieres venir?
con papá. Pelo de Zanahoria

Señora Lepic ¡Oh, claro que sí! Pero no puedo.


Te prohíbo que vayas. ¿Me oíste? Si no ... (5" Señor Lepic
mano derecha retrocede como para co7q impulso).
Explícate. ¿Qué pasó?
Pelo de Zanahoría Pelo de Zanahoria
(En voz baja) Entendido.
Nada, pero me quedo.
Escena II
Señor Lepic
Pelo de Zanahoria
¡Ah, sí! Otra vez uno de tus caprichos. iQué
(l[editando ceÍca del reloj) ¿Y yo 9u,é quiero? Evitar animalito eres!Ya no se sabe por dónde cogerte.
un porrazo. Papá me pega menos qlue mamá. Hice Quieres, ya no quieres. Quédate, amiguito, y
el cálculo. iQué lástima por ó1! lloriquea todo lo que quieras.
Escena III Escena IV
Señor Lepic Señora Lepic
l\.h,lc /¿n,¡har)a

(Siempre tiene la precaución de escuchar tras las Si el señor Lepic mata una liebre al comienzo de
puertas para oír mejor) ¡Pobrecitol (Zalameru,le pasa la caza, dice:
la mano por el pelo ¡, 1o jala) Míralo, sólo lágrimas -¿Prefieres dejarla en la primera finca que
porque su padre . .. (fi[ira de reojo al señor Lepic) lo encontremos o esconderla detrás de algún arbusto
quería llevar a pesar de que él no quería. No será y recogerla por la tarde?
tu madre la quc te atormcnte con estas crueldacles.
-No, papá dice Pelo de Zanahoria-, prefiero
(I-os Lepic, padre y madre, se dan la espalda).
quedarme con ella.
EscenaV
Llega a pasar que durante todo el día carga
Pelo de Zanahoria dos liebres y cinco perdices. Desliza la mano o su
(En fondo de un armario. En su boco dos dedos,
el pañuelo por debajo de la correa del morral para
en la nariz, uno). No todo el mundo puede ser descansar su hombro adolorido. Si se encuentra
huérfano. con alguien, le muestra su espalda con arrogancia y
olvida por un momento su carga.
De caza Pero se cansa mucho, sobre todrt cuancl<¡ no han
El señor Lepic lleva hijos a cazar por turnos.
a sus cazado nada y Ia vanidad deja de sostcnerlo.
Caminan detrás clc é1, un poco a su derecha debido -Espérame aquí -dice a veces el señor Lepic.Voy
a la posición de la escopeta, y cargan el morral de
a revisar este cultivo.
caza. El señor Lepic es un caminante infatigable.
Pelo de Zanahoria siente una ofuscación apasionada Pelo de Zanahoria, irritado, se qucda parado bajo

por seguirlo sin quejarse. Sus zapatos lo lastiman el sol. Mira a su padre examinar el camPo, surco
pero no dice una palabra y sus dedos se tuercen; la por surco, matorral por matorral, pisoteando Por
punta del dedo gordo se le inflama y adquiere una aquí, nivelándolo como con un rastrillo por allá,
forma de martillo. golpeando con la escopeta los arbustos, las matas,
./u/tr Artar,l li l', ,1, t,,t, ¡l' t t t

los cardos, mientras que incluso Pyrame, que no punta de los pies el señor Lepic se acerca lt, ,¡tt.'
puede más, busca la sombra, se acuesta y jadea con más puede, con la culata en el hombro. Pcl<¡ tlt'
la lengua afuera. Zanahoria se queda quieto y un primer rayo «lt'
Pero si no hay nada allá, piensa Pelo de Zanahoria. emoción le quita el aliento.
Eso, golpea, daña las ortigas, el forraje. Si yo fuera Se levanta la gorra,y algunas perdices salen o salta
una liebre oculta en una cuneta y bajo las hojas, ¡yo una liebre. Y según Pelo de Zanahoria deie caer la
misma me abstendría de moverme con este calor!
Borra ofnja un saludo, el señor Lepic falla o mata.
Y en vozbaja maldice al señor Lepic y le manda Pelo de Zanahoría lo admite; el sistema no es
insultos menores. infalible. Si el gesto se repite muchas veces ya no
EI señor Lepic salta otra cerca para examinar produce ningún efecto, como si la fortuna se cansara
un cultivo de alfalfa vecino donde, esta vez, le de responder a la misma seña. Pelo de Zanahoria
sorprendería mucho no encontrar alguna libre. las reparte con discreción y bajo esta condición casi
siempre funciona.
-Me dice que Io espere -murmura Pelo de
Zanahoria-, pero ahora me toca correr detrás de -¿Has visto ese tiro?pregunta el señor Lepic,
é1. Un día que comienza mal, termina mal. Tiota que tantea una liebre todavía tibia y a Ia que le
aprieta el rubio vientre para que haga sus últimas
y suda, papá, revienta al perro, agótame, da lo
necesidades. ¿Por qué te ríes?
mismo si nos sentamos. Esta noche volveremos con
las manos vacías. -Porque la has matado gracias a mí -dice Pelo de
Zanahoria.
Y es que Pelo de Zanahoria es ingenuamente
supersticioso. Yorgulloso de este nuevo éxito, explica su
método con seriedad.
Cada vez que toca el boúe de su gorra, Pyrame se
detiene con el pelo erizado y la cola tiesa. En la -¿Estás hablando en serio? -dice el señor Lepic
Ptlo lc 1.t¡¡,1¡¡,n¿

Pelo de Zanahoria si escapara dc un ogro. Sólo clescansa Para coger


una mora, una pera o algunas ciruelas silvestres
¡Dios mío! No voy a pretender que nunca me
equivoco. que le llenan la boca, le ponen los labios blancos
y le calman la sed. Además, lleva en uno de los
Señor Lepic
bolsillos del morral la botella de aguardicnte.Tiago
Es mejor quc te calles fa, pendejo. No te a trago se la toma casi toda, pues al señor Lepic,
aconsejo mucho, si quicres mantencr tu reputación embriagado con la caza, se le olvida pedirla.
de muchacho inteligente, decir ese tipo de sandeces
-¿Un traguito, papá?
delantc de algún extraño. Soltarán la carcalada en
tus narices. A no ser quc, de casualidad, te estés El viento no trae sino un rumor de rechazo' Pelo
burlando de tu padre. de Zanahoria se toma el traguito que ofreció, vacía
la botella ), con la cabeza que le da vueltas, retoma
Pelo de Zanahoria
la persecución a su padre. De repente se detiene, se
Te iuro que ro, papá. Pero tienes raz6n,, mete un dedo al oído, lo agita con fuerza, lo saca,
perdónamc, soy un tonto. después finge oír y le grita al scñor Lcpic:

-Papá, creo que se me metió un mosco en Ia


El mosco oreja.
La caza continúa y Pelo cle Zanahoria, que se Señor Lepic
encoge de hombros de lo tonto que se siente, casi
Sácatelo, hijo.
le pisa los talones a su padre con un entusiasmo
renovado; se dedica a poncr el pie izquierdo Pelo de Zanahoria
exactamente donde el Señor Lepic puso el pie Está muy adentro, no puedo tocarlo. Lo oigo
izquierdo, ) abrc las piernas para dar el paso como zumbar.
?tlo l,: l¿n¡h,¡rit

Señor Lepic El primer gallinago


Deja que se muera solo. acá dice el señor Lepic. Es el mejor lugar.
-lHazte

Pelo de Zanahoria Yo me voy a pasear por el bosque con el Perro;


vamos a hacer volar a los gallinagos y cuando tu
¿Pero si pone huevos? ¿Si hace un ni<io? escuches "pit, pit", para el oído y abre el ojo; los
Señor Lepic gallinagos pasarán sobre tu cabeza.
Trata de matarlo con la punta del pañuelo. Pelo de Zanahoria sostiene la escopeta entre
Pclo de Zanahoria los brazos. Es la primera vez que va a dispararle
a un gallinago. Antes ha matado a una codorniz,
¿Y si le echo un poco de aguardiente para desplumado a una perdiz y fallado el tiro a una
ahogarlo? ¿Me das permiso?
liebre con la escopeta del señor Lepic.
-Échale 1o que quieras -le grita el señor Lepic. Mató a la codorniz en el suelo, bajo las narices
¡Pero date prisa! del perro que se quedó parado. Primero miró, sin
Pelo de Zanahoria se pone en la oreja el cuello verla, esa pequeña bola redonda del color de la
de la botella y la vacía por segunda vez, por si al tierra.
señor Lepic se le ocurre pedir su parte. -Muévete para atrás había dicho el señor
-le
Enseguida Pelo de Zanahoria exclama alegre Lepic. Estás demasiado cerca.
mientras corre: Pero Pelo de Zanahoria, intuitivo, dio un paso más

-Papá, ya no oigo el mosco. Debe haber muerto; al frente, apuntó, hizo fuego y dejó sobrc Ia tierra
pero se lo ha tomado todo. la bolita gris. No pudo encontrar de su codorniz
pulverizada y desaparecida más que algunas plumas
y un pico ensangrentado.

197
l'.'la,!" /¿n,th¡rt,t

Sin embargo Io que consagra el prestigio de su cabeza y, con la culata de la escopeta contra el
un joven cazador es clar mucrte a un gallinago, y vientre, dispara al azar, al aire.
csta tarde tcndrá que marcar la vida de Pclo de Uno de los gallinagos cae con el pico por delante
Zanahoria. y el eco dispersa Ia fbrmidable detonación en las
Como se sabe, el crepúsculo engaña. Es la hora cuatro esquinas del bosque.
en que las cosas cercanas se alejan. El vuelo de Pelo de Zanahoria recoge el gallinago, al que se
un mosquito inquieta tanto como la cercanía del le ha roto un ala, lo agita lleno de gloria y aspira el
trucno. Pelo de Zanahoria, cmocionado, quisicra olor de la pólvora.
que todo hubiera pasado ya. Pyramc acudc preccdiendo al señor Lepic, que
Los tordos, de vuclta cle los prados, se lanzan ni se retrasa ni se apura más de lo normal.
como llamas entre los robles. Les apunta para "No se la va a creer" -piensa Pelo de Zanahoria,
entrenar la vista. Con la manga de la camisa frota listo para los elogios.
el vaho que empaña el cañón del fusil. Se oyen caer
Sin embargo el señor Lepic scpara las ramas,
hojas secas por aquí y por allá.
aparece y con una voz calmacla le dice a su hijo,
Por fin dos gallinagos, cuyos largos picos les todavía llcno de humo:
hacen pesado el vuelo, se elevan, se persiguen,
-¿Y por qué no mataste a los dos?
amorosos, y dan vueltas por encima del bosque que
se estremece.

Haccn "pit, pit" como había promctido cl scñor El anzuelo


Lepic, pero de manera tan débil que Pelo de Pelo de Zanahoria está quitándole las escamas a

Zanahoria duda que vengan hacia é1. Sus ojos se sus pescados: hay gobios, albures e incluso Percas.
mueven rápidamente. Ve pasar dos sombras sobre Los raspa con un cuchillo, les abre el vientrc y

199
P¿ I a,le /,.t¡¡ t t h,L ¡ i d

con el tacón del zapato estalla las dobles vesículas El señor Lepic intenta quitárselo.
transparentes. Junta los sobrados para el gato. -¡Ah, no, así no! -dice la señora Lepic con voz
Tiabaja, se apresura, absorto, inclinado sobre
aguda.
el balde lleno de espuma, y tiene cuidado de no
mojarse. En efecto, el anzuelo está atascado de un lado
por la punta y por el otro por la curva.
La señora Lepic viene a echar un vistazo.
El señor Lepic se pone las gafas.
-iQué maravilla! -dice. Nos has pescado una
buena fritanga para hoy. Cuando quieres no eres -¡Carajo! -dice. ¡Toca romPer el anzuelo!
tan torpe.
¡Pcro cómo romperlo! Al menor esfuerzo de su
Le acaricia el cuello y los hombros, pero cuando marido, que no tiene de dónde cogerlo, la señora
quita la mano lanza gritos de dolor. Lepic salta y aúlla. ¿Pero acaso le están arrancando
el coraz6n, la vida? Además, el anzuelo es de un
Tiene un anzuelo clavado en la punta del dedo.
acero de buena calidad.
Ernestine, la hermana, llega, Félix, el hermano -Va a tocar cortar la carnc --dicc el scñor Lepic-
mayor, la sigue y pronto el mismísimo señor Lepic
Se acomoda bien las gafas, saca su navaja y
se presenta.
comienza a pasar Ia hoja mal afilada sobre el dedo,
-Deja ver -le dicen. tan débilmente que no lo penetra. Aprieta, suda.
Pero ella se aprieta el dedo en la falda, entre Sale sangre.

las rodillas, y el anzuelo se hunde cada vez más. -¡Ah! ¡Ah! -grita la señora Lepic. Todo el grupo
Mientras que Félix, el hermano mayor y Ernestine, tiembla.
la hermana, la sostienen, el señor Lepic Ie coge el -¡Más rápido, papá! dice Ernestine, Iu
brazo,lo levanta y todos pueden ver el dedo. EI hermana.
anzuelo lo ha atravesado.
fulir llrrar.l l\'lo ,it ./,tn'tl¡,'t t.t

- iNo seas tan cansona! -le dice Félix, el hermano t Unos vecinos son atraídos Por el ruido y lc:

mayor, a su madre. I
preguntan:
f
*
El señor Lepic pierde la paciencia. La navaja i
-¿Y ahora qué pasó, Pelo de Zanahoria?
4
I
desgarra, corta al azar y la señora Lepic, después de 4

murmurar: "¡ Carnicero! ¡ Carnicero!", por fr¡rtuna,


i
ü No responde nada; se tapa los oídos y su cabeza
termina desmayándose. roja desaparece. Los vecinos se acomodan al pie dc
l.

la cscalera y csperan por noticias.


EI señor Lepic aprovecha. Pálido, enloqueciclo,
despcdaza la carnc, escarba, y el dedo no es más Por fin llcga la señora Lepic. Está pálida como si
que una herida sangrante de la que cac el anzuelo. /, orgullosa Por haber
acabara de salir de un parto
corrido un gran peligro, sostiene por delante su
¡Uf!
dedo cuidadosamentc vendado. Tiiunfa sobre Io
Mientras tanto, Pelo de Zanahoria no ha serviclo
que le queda de sufrimiento. Sonríe a los asistentes,
para nada. Al primer grito de su madre, ha escapado.
Sentado en las escaleras con la cabeza entre las los tranquiliza con unas cuantas palabras y le dice
manos, intenta explicarse la aventura. Seguro en dulcemente a Pelo de Zanahoria:
una de las veces que tiró la caña el anzuelo se le -Me has hecho daño, hijito mío. ¡Oh! Pero no
quedó enganchado en la espalda. estoy brava; no fuc tu culpa.
-Ahora no me sorprende por qué no picaban Nunca le había hablado en ese tono a Pelo clc
dice.
Zanahoría. Sorprendido, lcvanta la frentc. Ve el
Escucha los quejidos de su madre y al comienzo declo cle su madre envuelto cn pedazos de tela y
no le apena mucho oírlos. ¿No gritará él a su vez, cintas, limpio, grueso y cuadrado, pareciclo a Ia
en sólo un momento y no menos fuerte que ella,
muñeca de una niña pobre. Sus <ljos secos se llcnan
tan fuerte como pueda, hasta quedarse ronco, para
de lágrimas.
que ella se crea vengada y lo deje tranquilo?
l\1t ,it /¡utl¡,'t t,t

La seÍiora Lepic se inclina. Él hu"" el gesto -¡Ah, no!dice Félix, el hermano mayor'Yo I<r
habitual de protegerse con el codo. Pero, generosa, guardo. Quiero Pescar con ó1. ¡Upa! Un anzuelo
ella lo besa dclante de todo el mundo. con sangre de mamá, ¡eso sí que va estar bueno!
van a ser gordos como
No entiende nada, el niño se echa a llorar. ¡Los peces que voy a sacar
un muslol
-¡Te digo que ya pasó, que te perdono! ¿Me crees
así de malvada?
Y sacude a Pelo deZanahoría 9ue, todavía
cstupefacto por haber escapado al castigo, exagera
Los sollozos cle Pelo de Zanahoria aumentan.
su arrepentimiento, lanza por la garganta unos
-¿Será que es bobo? Cualquiera diría que 1o están
gemidos roncos y lava con abundante agua las pecas
degollando -le dice la señora Lepic a los vecinos,
de su fea cara, tan apropiada para golpear'
conmovidos por su bondad.
Les pasa el anzuelo, que examinan con curiosidad.
Uno de ellos afirma que es un anzuelo número ocho.
La moneda de plata
Poco a poco la señora Lepic vuelve a encontrar su I
facilidad para las palabras y,locuaz, le cuenta su Señora Lepic
drama al público.
¿Has perdido algo, Pelo de Zanahoria?
-¡Ah! Si no lo amara tanto, en el momento lo
habría matado. ¡Sí que puede ser maligno un Pelo de Zanahoría

pequeño anzuelo! Creí que me llevaba para el No, mamá.


cielo.
Señora Lepic
Ernestine, la hermana, propone ir y enterrarlo
¿Por qué dices que no enseguida,
sin saber?
lejos, al final del jardín, en un hueco, y pisotear
Voltéate los bolsillos.
luego la tierra.

&
l\.i,' h /,t¡t,tl,,', t,'

Pelo de Zanahoría Señora Lepic

(Se 1os voltea y los miru colgar como orejas de asno.) ¿Qué cuchillo? ¿Quién te dio un cuchillo?
¡Sí, mamá! Devuélvemela. Pelo de Zanahoria
Señora Lepic
Nadie.
¿Devolverte qué? ¿O sea que sí perdiste algo? ¡Te Señora Lepic
pregunté porque sí y aclivinó! ¿Qué has perdido?
Pobre hijo mío, así no vamos poder. Cualquiera
a
Pelo de Zanahoria
diría que yo te perturbo. Sin embargo estamos
No sé. solos. Yo te pregunto con toda suavidad. Un hijo

Scñora Lepic que ama a su madre le confía todo. Apuesto a que


has perclido tu moneda de plata. No lo sé, pero
¡Cuidado que vas a mentir! Ya estás divagando estoy segura. No Io niegues. Se te mueve la nariz.
como un pez aturclido. Contcsta lentamente: ¿Qué
has pcrdido? ¿Fue tu trompo?
Pelo de Zanahoría

Pelo de Zanahoria Mamá, esamonedame pertenece. Mipadrino me


la dio el domingo. Si la pierdo, sería una lástima. Es
Exacto. Ya no me acordaba. Sí, cs mi trompo,
triste, pero me consolaré.Además no me importaba
mamá.
mucho ¡Una moneda más o una menos!
Señora Lepic
Señora Lepic
No, mamá. No es tu trompo. Te lo decomisé la
¡Pero qué señor orador! Y yo, toda una buena
semana pasacla.
mujer, ¡escuchándote! ¿No te importa la pena de
Pelo de Zanahoria tu padrino, que te mima tanto y que se pondrá
Entonces es mi cuchillo. furioso?
l', l,'.!¡ ,/,t*h¡¡ t¿

Pelo de Zanahoria con los dedos en el pasto, en la arena. Cuantlo crctr

Imaginemos, mamá, llue me gasté la moneda cn que la señora Lepic ha desaparecido, no busca más.
Sigue caminando, como se debe, con la nariz hacia
lo que quise. ¿Me tocaba cntonces vigilarla toda mi
vicla?
arriba.

Señora Lepic ¿Dónde diablos puede estar esta moneda de


plata? ¿Allá arriba en el árbol, en lo hondo de un
¡Ya no más, payaso! No debías perder la moneda
nido viejo?
ni malgastarla sin permiso. Ahora ya no la ticnes;
Hay veces que gente distraída que no busca nada
reemplázala, encuéntrala, hazla, arréglatelas.
encuentra monedas de oro. Casos se han visto. Pero
Lárgate y no discutas.
Pelo de Zanahoria se podría arrastrar por el suelo,
Pelo de Zanahoria ni un
gastarse Ias rodillas y las uñas, sin encontrar
Sí, mamá. alfiler.
Señora Lepic Cansado de vagar, de esperar no sabe qué, Pelo de

Y te prohíbo decir "sí, mamá" y hacerte el Zanahoría se da por vencido y decide volver a casa
gracioso. Y mucho cuidado si te escucho cantar, para ver cómo está su madrc. Quizá se calme ¡ si la
silbar entre dientes, o hablar sin preocupaciones moneda sigue perdida, renuncie a seguir buscando.
como el carretero. Esas cosas no van conmigo. No ve a la señora Lepic. Tímiclo, la llama:
il -¡Mamá! ¡Eh, mamá!
Pelo de Zanahoria se pasea a pasos cortos por las No contesta. Acaba de salir y ha dejado abierto
alamedas del jardín. Gime. Busca un poco y resopla el cajón de su costurero. Y entre las lanas, las
con frecuencia. Cuanclo siente que su madre lo agujas, los carretes blancos, rojos o negros, Pclo de
observa, se queda quieto o se tira al suelo y hurga Zanahoria ve algunas monedas de plata.
l\'lt J, l,tn,¡1,,'¡ t.t

Parecen cnvejecer ahí. Aparentan dormir, dirige cl juego, inocente, se pega en las pantorrillas
monedas rara yez despertadas, empujadas de ansiosamente y exclama:
una esquina a la otra, mezcladas y sin saber su
-¡Caliente! ¡Caliente! ¡Se quemó!
cantidad.
III
Puede haber bien tres o cuatro, o también ocho.
Contarlas sería dificil. Tocaría voltear el cajón, Pelo de Zanahoria
sacudir los ovillos de lana. ¿Pero luego cómo ¡Mamá, mamá, la tengo!
demostrarlo?
Señora Lepic
Con esa presencia de ánimo que sólo lo abandona
Yo también.
en los grandes momentos, Pelo de Zanahoria,
resuelto, estira el brazo, coge una moneda y Pelo de Zanahoría

cscaPa. ¿Cómo? Mírala aquí.


El miedo de ser sorprcndido le evita las dudas, Señora Lepic
los remorclimientos, una vuelta peligrosa hacia el Y aquí.
costurero.
Pelo de Zanahoria
Va derecho, demasiado lanzado como para
detenerse, recorre las alamcdas, escoge un lugar ¿Qué? De.ja ver.

y "piercle" la moneda, la hunde con un zapatazo, Señora Lepic

se acuesta boca abajo y, con la hierba que le hace Mejor deja ver tú.
cosquillas en la nariz, se arrastra por el suelo como
Pelo de Zanahoria
en su fantasía, describe unos círculos irregulares,
(Muestra su moneda. La señora Lepic muestra la suya.
como cuando uno da vueltas con los ojos tapados
alrededor de un objeto escondido, y Ia persona que
Pelo de Zanahoria las coge, las compara I PrePara sus
l'.:lt, Jt Lanohor¡¿

palabras.) Qué raro. ¿Dónde la encontraste, mamá? Claro. Diviértete ahora que estás joven. Llévate
Yo la encontré por ese sendero, al pie del peral. tus dos monedas.
Pasé por encima de ella veinte veces antes de Pelo de Zanahoria
verla. Brillaba. Al comienz,o creí que era un pedazo
de papel o una violeta blanca. No me atreví a ¡Oh, mamá! Con una tengo. Incluso te ruego
recogerla. Seguro que se me salió del bolsillo algún que me la guardes hasta cuando Ia necesite' ¿Serías

día en que daba vueltas por el pasto como un loco. tan gentil?
Agáchate, mamá, mira dónde se escondía la muy Señora Lepic
pícara, mira su guari<la. Puedc jactarsc dc haberme
No, señor; las cuentas claras y el chocolate
preocupado.
espeso. Guarda tus monedas. Las dos son tuyas, la
Señora Lepic de tu padrino y la del peral. A no ser que el dueño
No digo que no.Yo, la encontré en tu otro saco. la reclame. ¿Quién será? Le doy vueltas y vueltas
A pesar de mis advertencias, todavía se te olvida en la cabeza y no se me ocurre nadie.Y tú,, ¿alguna
vaciar los bolsillos cuando te cambias de ropa. idea?
Quería darte una lección de orden. Te dejé ir a Pelo «lc Zanah<>ria
buscarla para que aprendas. Habrá que creer que
el que busca siemprc encuentra, pues ahora tienes La verdad, no, pero me da igual. Mañana pensaró
dos monedas de plata en lugar de una sola. Estás en ello. Hasta luego, mamá, y gracias.
bañado en oro. Bien está Io que bien acaba, pero te Señora Lepic
advierto que el dinero no compra la felicidacl.
¡Espera! ¿Y si es del jardinero?
Pelo de Zanahoria
Pelo de Zanahoria
Entonces, ¿me puedo ir a jugar, mamá?

Señora Lepic ¿Quieres que vaya ya y le pregunte?


t\ i,' '1, /',n tl¡,'t t't

Señora Lepic Señora Lepic

Mejor quédate aquí, querido. Reflexionemos. (La mano derecha, levantada, amenaza) Te sabía

No podríamos sospechar de tu padre, a su edacl, mentiroso, pero no creía que tanto. Ahora mientes
por negligentc. Tü hermana guarda sus ahorros en el doble. Así es. Comienzan robando un huevo y
su alcancía. Tü hermano no tiene tiempo de perder terminan robando un buey. Y al final asesinan a la
su dinero; apenas tienc un centavo sc lc derrite maclre.

cntrc los dedos. Cae la primera cachetada

Después de todo, quizá sea yo.

Pelo de Zanahoria Las ideas personales


Mamá, me extrañaría; tu ordenas tus cosas con El señor Lepic, Félix, el hermano mayor,
mucho cuidado. Ernestine, la hermana y Pelo de Zanahoria pasan la
velada junto a la chimenea, en donde arde un tronco
Señora Lepic
con sus raíces, y las cuatro sillas se balancean sobre
De vez en cuando los grandes se equivocan las patas delanteras. Discuten, y Pelo de Zanahc>ria,
como los pequeños. En fin, ya veré. En todr¡ caso mientras la señora Lepic no cstá ahí, tlcsarrolla sus
eso me importa solamente a mr. No se diga más.Ya ideas personales.
no tc preocupes, hijito; vete a jugar, no muy lcjos,
-Para mí dice- los vínculos fámiliares no
mientras que yo voy y doy un vistazo al cajón de mi
significan nada. Así, papá, ¡tú sabes cuánto te
costurero.
quiero! Pero te quiero no Porque seas mi padre;
Pelo de Zanahoria, que fa estaba cogiendo impulso, se 1o hago porque eres mi amigo. En efecto, no tienes
voltea y la mirada por un instante a su madre
sigue con ningún mérito por ser mi padre Pero considero tu
que se aleja. Porfin, bruscamente la adelanta, se planta amistad como un valioso favor que no me debes y
delante rle ella y, silencioso, oJrece una mejilla. que me concedes con generosidad.
l]¡lo & lan,¡hot t¿

-iAh! _-responde el señor Lepic. de 1o que parece. Pero este af'ecto, en vez de ser
-¿Y yo? ¿Y yo? -preguntan Félix, el hermano banal, instintivo y rutinario, es deseado, razonable,
mayor, y Ernestine, la hermana. es lógico. Lógico, esa es la palabra que buscaba.

-Es la misma cosa -dice Pclo de Zanahoria. La -¿Cuándo dejarás la manía de usar palabras que
sucrte los ha hecho mi hermano y mi hermana. no sabes qué significan? *dice el señor Lepic, que
se levanta para irse a acostar- ¿Y de querer, a tu
¿Por qué habría dc agradecerle? ¿A quién culpar, si
los tres somos de los Lepic? No poclían impcdirlo. edad, mostrarte superior a los demás? Si tu dif'unto

Es inútil que esté agradecido por una paternidad abuelo me hubiera escuchado decir la cuarta parte
involuntaria. Solamente agradezco, a ti, hermano, de tus tonterías, me habría probado rápidamente
por protegerme, y a ti, hermana, por tus juiciosos con una patada y una cachetada que yo he sido
siempre su hijo.
cuidados.

-A tu servicio dice Félix, el hermano mayor. -Huy que charlar para pasar el rato dice Pelo de
Zanahoria, ya inquieto.
-¿De dóndc sacará estas rcflexiones de otro
-Es mejor que te calles dicc cl scñor Lepic con
mundo? dice Ernestine , la hcrmana.
una vela en la mano.
-Y esto que digo añade Pelo de Zanahoria-, 1o
El padre desaparece. Félix, el hermano mayor,
afirmo de manera general, sin individualizar, y si
1o sigue.
mamá estuviera aquí Io repetiría en su presencia.
-¡Hasta la vista, compañero! -le dice a Pelo de
-No lo repctirías dos veces dice Félix, el
Tanahoría.
hermano mayor.
Después Ernestine, la hermana, se levanta y dice
-¿Qué de malo ves en mis palabras? responde
con seriedad:
Pelo de Zanahoria. ¡Cuidado con desvirtuar mis
-¡Buenas noches, querido amigo!
ideas! Lejos de ser un insensiblc, los quiero más

2tl
l',:l L' l': I ¿ n ci¡L'r t ¡t

Pelo de Zanahoria se queda solo, confundido. tenido la precaución de ordenar sus botas allá arriba

Ayer el señor Lepic le aconsejaba aprender a


en el estante.

reflexionar. Pero esta noche Pelo de Zanahoría no tiene


-¿Quién es uno? _--le
decía. Uno no existe. Todo miedo. No mira ni una vez Por debajo de la cama.
el mundo es nadie . Tú recitas demasiado 1o que Ni la luna ni las sombras lo asustan; ni el pozo del
escuchas. Intenta pensar un poco por ti mismo. jardín, que parece cavado ahí a propósito para el
Expresa tus ideas personales, así no tengas sino una que quiera tirarse a él desde la ventana.

Para comenzar. Tendría miedo si pensara en tener miedo, Pero


La primera que arricsgó compartir no fuc ya no piensa en eso. En camisón, olvida caminar
bien ¿csgida. Pelo <le Zanahoria apaga el fuego, sobre los talones para sentir menos el frío de las
organiza las sillas a lo largo de Ia pared, se despide baldosas rojas.
del reloj y se retira hacia el cuarto que da a la Y en la cama, mirando las ampollas que forma
escalera de la boclcga y que llaman el cuarto dc la
el yeso húmedo, continúa dcsarrollando sus icleas
bodcga. Es un lugar fresco y agradable en verano.
personales, llamadas así porque hay que guardarlas
AIIí, la caza se conscrva fácilmente durante una
para uno mismo.
semana. La última liebre cazada sangra por la nariz
en un plato. Hay canastos llenos cle grano para las
gallinas y Pelo de Zanahoria nunca se cansa de La tormenta de hojas
revolverlos con sus brazos desnudos que hunde Hace mucho tiempo que Pelo de Zanahoria,
hasta los codos.
soñador, observa la hoja más alta del gran
Normalmente los vestidos de toda la familia álamo.
colgados en el perchero le impresionan. Parecen
Está ensimismaclo y csPera a que se mueva.
suicidas que acaban de ahorcarse después de haber

219
l',:la L!t l¡tohott¿t

Indif.erente al árbol, parece que la hoja viviera como una alverja cruda; a la tórtola, que Pelo de
aparte, sola, sin tallo, libre. Zanahoria veía hacía un rato extender a sacudidas

Todos los días se broncea con el primer y último el arrullo de su garganta pintada; y alainsoportable

rayo de sol. urraca con su cola de urraca.

Después del medioclía conserva una inmovilidad Luego ponen sus grandes tentáculos en

cle muerta, más una mancha que una hoja, movimiento para asustar al cnemigo.
y Pelo
de Zanahoria pierde la paciencia, se molcsta hasta La nube, lívida, continúa su lcnta invasión.
que, al fin, hace una seña. Poco a poco, le da al cielo Ia fbrma de una
Debajo de ella una hoja cercana hace la misma bóveda. Reprime el azul, cubre los agujeros que
seña. Otras hojas la rcpiten, cnteran a las hojas dejarían penetrar el aire, prePara el ahogo de Pelo
'vecinas, que la transmiten con rapidez. de Zanahoria. A veces parece que se debilitara bajo
su propio peso y que fuera a caer sobre cl pueblo;
Y es una señal cle alarma porque, en el horizonte ,

aparece el borde de una nube negra.


pero la nube se detiene en la punta del campanario,
con el miedo de desgarrarse ante é1.
¡El álamo sc estremece ! Intenta moverse, apartar
Está ahí, tan cerca que, sin más provocaciones, el
las capas de aire que le molestan.
pánico comienza, los clamores se elevan.
Su inquietud alcanza al haya, al roble, a los
Los árboles mezclan sus masas confusas e
castaños y todos los árboles deljardín se avisan, por
irritadas. Al fondo de éstas Pelo de Zanahoria
gestos, que en el ciclo la nube se vuelve más larga y
imagina nidos llenos de ojos redondos y picos
lleva por delante su borde negro y sombrío.
blancos. Las copas se hunden y se enderezan como
Primero agitan sus delgadas ramas y silencian a cabezas que se clespiertan con brusquedad. Las
los pájaros: a la mirla quc lanzaba una nota al azar, hojas se elevan en bandadas, regresan enseguida,

220
l',:io tit ltn¡horit

temerosas, entregadas y tratan de agarrarse. Las Se mueve, Pelo de'Zanahoria lo sabe ; se desliza
de la acacia, tan finas, suspiran; las del abedul y, hecha de nubes move<lizas, huirá: se volverá a ver
desollado se lamentan; las del castaño silban; y las el sol. Sin embargo, aunque cubra el cielo entero,
aristoloquias trepadoras chapotexn persiguiéndose Ie oprime la cabeza,la frente. Cierra los ojos y la
por el muro. tormenta le venda dolorosamente los párpados.
Más abajo, los manzanos enrnos sacuden sus Se metc los dedos en las orejas. Pero la tormenta
frutos golpeando el suelo con gopes sordos. entra en él desde afucra, con sus gritos y su
rcmolino.
Más abajo, los groselleros sangran gotas rojas y
Ios casise gotas de tinta. Levanta su corazón como a un PaPel de la calle.

Y más abajo, las coles ebrias agitan sus orejas de Lo arruga, 1o marchita, 1o pone a rodar, 1o

asno y las cebollas se golpean enlre sí; rompen sus reduce.


bolas hinchadas de semillas. Y Pelo de Zanahoria ya no tiene sino una bolita
de corazón.
¿Por qué? ¿Qué es lo que tienen? ¿Y qué es lo que
quiere decir? No truena. No cae granizo. Ni un rayo
ni una gota de lluvia. Sin embargo es la oscuridad
La revolución
tempestuosa allá arriba, esta noche silenciosa en
medio del día lo que los trastorra, lo que aterra a I

Pelo de Zanahoria. Señora Lepic

Ahora, la gran nube se desplicga por completo Mi pequeño Pelo de Zanahoria, querido, te lo
bajo el sol escondido. ruego, ¿serías tan amable de traerme una libra
cle mantequilla del molino? Corre, rápiclo. Te
csperamos para sentarnos a Ia mesa.
Arbusto conocido también como groscllero ne€ro. (N. delT.)

223
I tr, rl¡ / L¡¡)Ll1r¡¡ 1\l

Pelo de Zanahoria Señora Lepic

No, mamá. ¿Soy yo entonces la que está soñando? ¿Qué


Señora Lepic pasa? Por primera vcz en tu vida te niegas a
obedccermc.
¿Por qué respondes "no, mamá"? Dale que te
(]sPeramos. Pelo de Zanahoria

Pelo dc Zanahoria Así es, mamá.

No, mamá. No voy a ir al molino. Señora Lepic

Señora Lepic Te niegas a obedecer a tu madre.

¡Cómo! ¿Qué no vas a ir al molino? ¿Qué Pclo de Zanahoria


cstás diciendo? ¿Quién te está pidiendo?... ¿Estás A mi madre, sí, mamá.
soñando?
Señora Lepic

Voy a querer ver cso. ¿Salclrás crtrricnclo a tracr


Pelo de Zanahoria
la mantequilla?
No, mamá.
Pelo cle Zanahoria
Señora Lepic
No, mamá.
Veamos, Pelo de Zanahoriar gue no entiendo. Tc
Señora Lepic
ordeno que vayas ahora mismo a buscar una libra
de mantequilla al molino. ¿Podrías callarte y salir corriendo?
Pelo de Zanahoria Pelo de Zanahoria
Escuché. No voy a ir. Me callaré, pero sin salir corriendo.
!\:i¡ ,!c ¿l,ttoltu t,t

Señora Lepic pegarlc. EI momento es tan grave que la señora


irte ya con cste plato? Lepic ha perdiclo sus fuerzas. Ha renunciaclo a sus
¿Quieres
gcstos habituales de intimidación, a la mirada aguda
II
y encendida, tan roja como la punta de un alfiler
Pelo de Zanahoria se calla pero se queda quieto. cuand<¡ sc calienta. Dc todas formas, y a Pesar
-¡Esto cs una revolución! -exclama la señora de sus esfuerzos, los labios se le despegan con la
Lepic dcsde la cscalera, levantanclo los brazos. presión dc una rabia intcrior que se cscaPa aPenas
con un silbido.
E., efectivamente, Ia primera vez que Pelo
de Zanahoria le dice "no". ¡Ay, si ella 1o hubiera -Amigos míos dice-, Ie he pedido atentamente
a Pelo de Zanahoria que rne haga un pequcño favor;
molestado! ¡Si él hubiera estado jugando! Pero,
sentaclo en el suelo, estaba cruzado de brazos, la quc f'uera paseando hasta cl molino. Adivinen lo
nariz en al cielo y cerraba los ojos para mantenerlos quc me respondió; pregúntenlc, van a Pensar que
Io estoy inventando.
calientes. Y ahora la mira fijamentc, con la cabeza
en alto. La señora Lepic no entiende nada. Llama a Todos a.divinan y su actitu<l absuclvc a l'clo clcr
'Zanahoria de rcpetir la respucsta.
todos, como pidiendo auxilio.
-¡Ernestinc, Félix, primicia!Vengan a ver con su La tierna Ernestine se accrca y le dice al oíclo:

padre y también con Agathe. Nadie sobrará. -Cuiclado, que no te pase una desgracia. Obcdece,

Incluso los escasos caminantes que van por la escucha a tu hermana quc te quiere.

calle se pueden detener y ver. Félix, el hermano mayor, piensa que está en un
Pelo dc Zanahoria se queda en medio dcl patio, a espectáculo. No [e cedcría su puesto a nadie. En Io

distancia, sorprendido de afianzarse ante el peligro único que piensa es en quc si de ahora en adelantc
Pelo de Zanahoria se esfuma, una parte cle los
y más asombrado aún porque su madre ha olvidado
mandados lc corresponclerá a ó1. Por esto, mejor
t\ l,' ,i¡ t,¡nti'¡t t.t

lo anima. Ayer lo despreciaba, 1o trataba de gallina. ,t


,t La última palabra
t
Hoy lo mira como a un igual y lo respeta. Salta y se t
6

I Por la noche después de la comida, a la quc


divierte mucho. :;

la señora Lepic, indispuesta y en cama, no sc


''j

-Ya que esto es el fin del mundo pero al revés,


t ha aparecido, y en la que todos están callados,
dice Ia señora Lepic, aterrada- ya no me meto más. ,?
i no solamente por costumbrc sino por evidente
Me voy. Que otro hable y se encargue de domar a f
incomodiclad, el señor Lepic anuda su scrvilleta, la
a

la bestia feroz. Dejo presentes al hijo y al padre;


tira sobre la mcsa y dice:
que ellos se las arreglen.
-Papá -dice Pelo de Zanahoria, en plena crisis -¿Alguien quiere Pasear conmigo hasta el morro,

y con una yoz ahogada, pues todavía le falta por la carretera vieja?
acostumbrarse- si me exiges que vaya a buscar al Pclo cle Zanahoria entiende que el señor Lepic
molino esa libra de mantequilla, iría por ti, pero ha escogido esta manera para invitarlo. Se levanta
sólo por ti. Me niego a ir por mi madre. tambión, acomoda su silla contra la pared como
Parece que el señor Lepic está más bien disgustado siempre y sigue obcclicntcmcntc a su paclrc.
que halagado por esta preferencia. Así le molesta
Al principio caminan cn silt.r'rc'i«r. [.a prcgunta
más ejercer su autoridad: porque el público 1o
incvitable toclavía dcmora. Hn su tnt:ntc: I)clcr
sugiera y por una libra de mantequilla.
de Zanahoria intenta adivinarla y r('sp()n«lcrla.
Incómodo, da algunos pasos en el pasto, encoge
Está listo. Estremccido, no scr arrc¡lic'ntc clc
los hombros, cla la espalda y entra en la casa.
nacla. Ha tenido durante el día una cmo(:ión tan
Por el momento así queda cl asunto. grandc quc ya no teme una más futlrtc. lncluso
la voz del señor Lepic, que se ciecidc a hablar, 1o
tranquiliza.
1',1¡ .t /,¡¡t¿!',,ru

Señor Lepic Pelo de Zanahoria

¿Qué cstás esperando para explicarme el Me indigna que digan que me pongo bravo.
comportamiento que apena a tu madre? Naturalmente, Pelo de Zanahoriano puede guardar

Pelo de Zanahoria
un rencor serio. Se pone bravo. Déjenlo. Cuando
haya terminado, saldrá de su rincón, calmado,
Qucrido, papá, durante mucho tiempo lo dudé, alcgre. Sobre todo que no vaya a Parcccr que se
pero es necesario terminar con esto. Lo confieso:
preocupan por é1. No ticne importancia.
ya no quiero a mamá.
Te pido perdón, pupá, esto sólo es importante
Señor Lepic
para el padre, la madre y los extraños. Algunas
¡Ah! ¿Por qué? ¿Dcsde cuándo? vcces me pongo bravo, de acuer<lo, para guardar las

Pelo de Zanahoria apariencias pero también pasa, te 1o aseguro, que


me enfirrezco intensamente con todo mi corazón y
Por todo. Desde que la conozco.
nunca olvido la ofensa.
Señor Lepic
Señor Lcpic
¡Ah! ¡Es una desgracia, hijolAl menos cuéntame Vas a olvidar toclas esas maldaclcs, ya verás.
qué te ha hecho.
Pelo de Zanahoria
Pelo de Zanahoria
No, que no. Tú no sabes toda la historia, estás
Sería muy largo. Por otra parte, ¿no te dabas muy poco cn Ia casa.
cuenta de nada?
Señor Lepic
Señor Lepic
Mc toca viajar.
Sí. He notado que te pones bravo con
Pelo de Zanahoria (con suficiencia)
frecuencia.

@
llnur,l l',:1,' t!, /¡nah¡t t,¡
fu&'s

Negocios son negocios, papá,Tüs preocupaciones Pelo de Zanahoria


te absorben. Mientras tanto mamá, todo hay que Vendrías a visitarme, papá.
decirlo, no tiene otro perro sino yo para azotar. Me
Señor Lepic
cuido de no echarte la culpa. Seguro que si viniera
con chismes, me protegerías. Poco a poco, ya que Los viajes por placer cuestan caro, Pelo de

lo exiges, te enteraré de todo lo que ha pasado. Zanahoria


Ya verás si exagero y tengo buena memoria. Pero Pelo de Zanahoria
ahora, papá, te ruego que me aconsejes.
Aprovecharías tus viajes obligados. Harías un
Quisicra separarme de mi madre. pequeño desvío.
¿Cuál scría, cn tu opinión, la manera más Señor Lepic
sencilla?
No. Hasta ahora te he tratado igual que a tu
Señor Lepic hermano y a tu hermana, con el cuidado cle no
No la ves sino dos meses al año, en vacaciones. privilegiar a nadie. Seguiró así.
Pelo de Zanahoría
Pclo de Zanahoria
Entonces abandonemos mis estudios. Sácame
Deberías clejarme pasarlos en el colegio. Allá
lt del colegio bajo el pretexto de que he robado tu
avanzarra mas.
dinero, y así escogeré un oficio.
Señor Lepic Señor Lepic
Eso es un favor que sólo se les hace a los tc Ponga, por eiemplo, cle
¿Y cuál? ¿Quiercs que
estudiantes pobres. La gente pensaría que te he aprendiz donde un zapatero?
abandonado. Además, sólo piensas en ti. En 1o que
Pelo de Zanahoria
a mí concierne, me haría falta tu compañía.
Ahí, o lejos. Me ganaré la vida y seré libre.

o
l\'1.,'.1 t t ¡n¿!¡ ¡t t, t

Señor Lepic Papá, mi hermano cs feliz, mi hermana cs f'cliz


Demasiado tarde, mi pobre Pelo de Zanaltoria.
y si como dices, mamá no siente ningún placer
agobiándome, que me caiga un rayo. En fin, tú
¿Acaso me he impuesto sacrificios tan grandes para
mandas y nosotros te tcmemos, incluso mi madre.
que termines pegando suelas?
Ella no pucde hacer nada contra tu f'elicidad. Esto
Pelo de Zanahoria prucba quc sí hay personas felices en la especie
Y sin embargo, papá,¿si te dijera que he intentado humana.
matarme? Señor Lepic
Señor Lepic Piensas con los
¡Pequcña criatura cuadriculada!
¡No exageres, Pelo de Zanahoria! pies. ¿Es que vcs claro en el londo de los corazones?

Pelo de Zanahoria ¿Acaso ya comprendes todas las cosas?


Pelo cle Zanahoria
Te juro que no más ayer quise ahorcarme.
Mis cosas sí, papá; al Incnos trato.
Señor Lepic
Scñor [.cpi«:
Y mírate
acá. Así pucs, no tenías tantas ganas.
Y como recuerdo de tu suicidio fállido, Ievantas la Entonccs, amigo mlo, rcnuncia a la fcliciclad.
cabeza con orgullo. Piensas que Ia muerte no te ha Te advierto que nunca scrás más fi:liz que ahora.
tentado sino a ti. El egoísmo te perderá, Pelo de Nunca, nunca.
Zanahoría. Lo quicres todo para ti.Te crees solo en Pclo cle Zanahoria
el universo.ro
iQué belleza!
Pelo de Zanahoria
Señor Lepic

"' En la adaptación teatral de Pelo de Zanahorid es en estc momento t--uanclo el Resígnate, blíndate hasta que seas grancle y dueño
scñor Lepic le hace ver a su hijo <1ue no todas las thmilias son perf'ectas, y quc
si ól t:s desgraciado, "¿no [o scrá también tu madrc?". (N. delT.) de ti mismo, hasta quc puedas independizarte,

o 23s
]ult; RtnorJ t', 1,. l, /' ü¡,¡lt, , t )

renegar de nosotros y cambiar de familia, o al Después cierra el puño, arnenaza al puctrlo c¡rrt'
menos de carácter y humor. Hasta entonces hazte se adormece allá abajo en las tinieblas y grita con
fuerte, extingue tu sensibilidad y observa a los intensidad:
otros, incluso a los que viven más cerca de ti; te
-¡Mala mujer! ¿Estás satisfecha?'le detesto.
divertirás; te garantizo sorpresas consoladoras.
-Cállate -dice el señor Lepic. Después de todo
Pelo de Zanahoria
es tu madre.
Sin duda que los otros tienen sus penas. Pero me
-¡Oh! -responde Pelo de Zanahoria, de nuevo
lamentaré por ellos mañana. Hoy reclamo la justicia
sencillo y prudente. No lo digo Porque sea mi
por mi cuenta. ¿Qué suerte no será preferible a la madre.
mía?Gngo una madre. Ésta no me quiere y yo no
la quiero...
El álbum de Pelo de Zanahoria
-¿Y yo? ¿Crees que yo la quiero?-dice impaciente
el señor Lepic con brusquedad. I

Ante estas palabras Pelo de Zanahoria levanta la Si un desconocido hojea el álbum clc fotografías
mirada hacia su padre. Se queda mirando su rostro de los Lepic, no dejará de sorprenderse. Verá
duro, su barba espesa en la que la boca se ha metido a Ernestine, la hermana, y a Félix, cl hermano
como avergonzada por haber dicho demasiado, su mayor, bajo dif'ercntes figuras: parados, sentados,
frente plegada, sus arrugas y sus párpados caídos bicn vestidos o a meclio vestir, alegres o de mala
que le dan el aspecto de dormir despierto. cara, en medio de ricos decorados.

Durante un instante Pclo de Zanahoria se queda -¿Y Pelo deZanahorta?

callado. Tiene miedo de que su alegría secreta y -Tenía fotos <le él pequeño responde la scñora
esta mano que ahora coge con todas sus fuerzas Lepic- pcro aparecía tan bello que me las arrancaban
desaparezcan. y no pude conscrvar una sola.

0 ¡,
]ul* Rt:rnr.l l\:lo Jt /anahut¿

La verdad es que nunca le tomaron una foto a Pelo de Zanahoria se chuPa la nieve y la derrite
Pelo de Zanahoria. bajo Ia lengua.

II Pelo de Zanahoria se golpea los pies al caminar,

Fara todos es tan indiscutible que se llama Pelo y lo hace tan mal que lo creen jorobado.
de Zanahoria, que la familia duda antes de recordar El cuello de Pelo de Zanahoria se tiñe de una
su nombre de bautismo. mugre azul como si llevara un collar.

-¿Por qué le dicen Pelo de Zanahoria? ¿Es por su En fin, Pelo de Zanahoria tiene un sabor raro y
cabellera amarilla? no huele precisamente a Perfume.
-Su alma es aún más amarilla dice la señora IV
Lepic.1l Se levanta de primero, a la misma hora que la
III empleada.

Otras características particulares :


Y en las mañanas de invierno salta de la cama
antes de que amanezca y mira la hora con las manos)
El rostro de Pelo deZanahoria no anuncia mucho
palpando las agujas del reloj c()n la Punta de los
a su favor.
dedos.
La nariz de Pelo de Zanahoria se parece a una
Cuando el café y el chocolate están listos, se come
madriguera de topos.
un pedazo de lo que sea, parado y sin demorarse.
Pelo de Zanahoria siempre tiene, aunque se los
V
quiten, pedazos de pan en las orejas.
Cuando le presentan a alguien voltea la cabcza,
I En realidad Pelo de Zanahoría es rubio, y, como él mismo explica en la estira la mano por detrás, se aburre, dobla las
adaptación tcatral que Renard luego hizo de la obra, "mi cabello es rubio
cncendido, pero la señora Lepic lo r,c rojo". (N. delT.)
piernas y araña la pared.

239
l',:lo,lc l,n,th,,¡it
Julcs Attar,í

Y si le preguntan: amistosamente-, no hay raz6n Para mentir. Es un


defecto terrible y además inútil, Porque siempre
-¿Me quieres dar un beso, Pelo de Zanahoria?
todo se termina sabiendo.
Responde:
-Sí -responde Pelo de Zanahoria. Pero se gana
-¡Oh,no vale la pena! algo de tiempo.
VI IX
Señora Lepic
El perezoso de Félix, el hermano mayor, acaba
Responde cuando te hablan, Pelo de Zanahoría. de terminar penosamente sus estudios.
Pelo de Zanahoria Se estira y suspira a su gusto.
Fi, moma. -¿Cuáles son tus intereses? le pregunta el señor
Señora Lepic Lepic.Ya tienes cdad para decidir en la vida. ¿Qué

Me parece haberte dicho ya que los niños no vas a hacer?

deben hablar con Ia boca llena. -¿Cómo? ¿Más?

VII x
No puede evitar meterse las manos en los Se divierten en medio de juegos inocentes.
bolsillos.Y por más rápido que las saque cuando la
La señorita Berthe está en el banquillo de los
señora Lepic se acerca, siempre las saca demasiado
acusados, pero, ¿por qué?
tarde. La madre termina un día por coser los
bolsillos... con las manos. -Porque tiene los ojos azules -dice Pelo de
VIII Zanaltoria.

-No importa lo que te hagan -le dice el paclrino Exclaman:


ll¡,r Ar¡r,¡¡,1 l'tlt' lt latah"¡ t,t

-iQué bonito! iQué poeta tan galante! XII


-¡Oh! -responde Pelo de Zanahoria. Pero si Los niños se miden.
io los hc visto. Dije eso como pude haber dicho A primera vista, Félix, el hermano mayor, está
otra cosa. Es una fórmula convencional, una figura fuera de concurso: le saca una cabeza a los demás.
letórica. Pero Pclo de Zanahoria y Ernestine, la hermana,
XI que no es más que una niña, deben medirse uno
al lado del otro.Y mientras Ernestinc, la hermana,
En las batallas de bolas de nieve, Pelo de
'l-anahoriaforma se empina, Pelo de Zanahoria, ansioso Por no
un equipo para él solo. Es temible
disgustar a nadie, hace trampa v se agacha un Poco,
" su reputación se extiende a 1o lejos porque mete
para añadir una nacla a la mínima intención de
liedras en las bolas. dif'erencia.
Apunta ala cabeza: es más corto. xIII
Cuando hiela y los otros se dcslizan, é1 organíza Pelo de Zanahoria le da este conscjo a Agathe, la
rrnpequeño deslizadero aparte, a un lado del hielo, empleada:
lobre el pasto.
-Para llevársela bien con la scñora Lcpic, háblele
Jugando a saltar el burro, prefiere quedarse abajo mal de mí.
{e una vez por todas.
Hay un límite.
Jugando a policías y ladrones se deja coger Así, la señora Lepic no soporta que otra sino clla
r:uando quieran los otros, sin que le preocupe su toque a Pelo de Zanahoria.
hbertad.
Una vecina se permite amenazarlo. La señora
Y al escondite , se esconde tan bien que se olvidan Lepic llega, se enfada y libera a su hijo, que ya
de é1. irradia gratitud.

0
!'¿lo,l¡'l¡naltort¿

-¡Ahora esto es entre los dos! -le dice. ¿No te parecen muy largas mis orejas?
XIV Mathilde

-¿Mimar? ¿Y eso qué significa? le pregunta Pelo Me parecen chistosas. ¿Me las prestas? Tengo
de Zanahoria al pequeño Pierre, tan mimado por ganas de usarlas como molde para haccr un castillo
su mamá. de arena.
Tras ser inlormado más o menos, exclama: Pelo dc Zanahoria
-Lo quc yo quisiera scría picar papas fritas dc Y la arena se volvería vidrio si mamá me las
la bandeja con los dedos y chupar la mitad dcl
hubiera calentado antes.
mclocotón, donde está la pepa.
XVII
Reflexiona:
Si la señora Lepic me comiera a -¡Quieres parar! iQue te vuelva a oír decir! ¿O
caricias,
comenzaría por la nariz. sea que quieres más a tu padre que a mí? -dice, por

aquí y por allá, la señora Lcpic.


XV
Algunas veces, cansados dc jugar, Ernestine, la -Me quedo quieto, no tligo na<la, y tc' iur«r <¡uc
hermana, y Félix, cl hermano mayor, le prestan no quiero más a uno quc al otro rcs¡l<>n<lc l'clo tlcr
con gusto sus juguetes a Pelo de Zanahoria quc, Zanaltoria desde su corazón.
tomando así una pcqueña parte de la felicidad de XVIII
cada uno, compone modestamente la suya.
Señora Lepic
Y nunca demuestra divertirse demasiado r Por
miedo a que se los pidan de nuevo. ¿Qué es lo que haces, Pelo de Zanahoria?

XVI Pelo de Zanahoria

Pelo de Zanahoria No sé, mamá.


l',,i¡ :i luth¿;.t

Señora Lepic XXI


Eso quiere decir que volviste a hacer una tontería Y también:
Dime, ¿siempre lo haces a propósito?
-Si hay una mancha en el aire, o una caca en la
Pelo de Zanahoria carretera, son para é1.
No faltaría más. -Cuando tiene una idea en la cabeza, no la tiene
XIX cn el trasero.
Creyendo que su madre que Ie sonríe, Pelo de -Es tan orgulloso que se suicidaría para hacerse
Zanahoria, halagado, lc sonríe también. el interesante.
Pero la señora Lepic, en las nubes, sólo se sonreía XXII
a ella misma ¡ de repente, hace mala cara.
Efectivamente, Pelo de Zanahoria intenta
Pelo de Zanahoria, desconcertado, no sabe
suicidarse en un balde de agua fresca, dondc
dónde esconderse.
mantiene como un hóroc la nariz y la boca; ¡lt:ro dc
xx un golpe le voltean cl balcltr sobrtr las botas y l)cltr
-Pelo de Zanahoria, ¿quieres reírte educadamente de Zanahoria vuelve a la vicla.
y sin hacer ruiclo? -dice la señora Lepic. XXIII
-Cuando uno llora, hay que saber por qué -clice llnas veces la señora Lepic clice de Pelo de
ella.
Zanahoria:
Y además:
-Él como yo, no tiene malicia, es más tonto
"r
¿Hasta dónde quiere que llegue? No llora ni una que malo y demasiado pasivo como para inventar
lágrima cuando le doy una cachetada. la pólvora.
l\'i¡ ,i /,t¡¿l¡¡¡ t¿

Otras veces le gusta reconocer que si los cerdos -¿Y es que necesito tus órdenes, payaso?
no se 1o comen, llegará a scr más tarde un tipo Aún así coge su costurero y cose el botón.
encopetado.
XXVII
XKV aquí
exclama Ia señora
-Si tu padre no estuviera
-Si alguna vez sueña Pelo dc Zanahoria-, me Lepic-, hacía años que me habrías hecho algo malo,
dan un caballo de palo como a Félix, el hermano clavado ese cuchillo en el coraz'6n y dejado en la
mayor, me subo en él y salgo volando. miseria.
xxv XXVIII
Afuera, para probarse que nada le importa, Pelo -Suénate la nariz -clice la señora Lepic a ca<la
de Zanahoria silba. Pero al ver a la señora Lepic, rato.
que lo seguía, se le corta el silbido. Es tan doloroso Pelo de Zanahoriase suena, incansable, con elborde
como si ella Ic hubiera roto entre los dientes un de la ropa.Y si se equivoca, se vuelvc a limpiar.
pito de juguete.
Por supuesto, cuando le da gripa, la scñora
Sin embargo, hay que reconocer que apenas le
Lepic 1o engrasa con cera y lo enrl¡arlurna hasta
da hipo, con solo verla aparecer se le quita.
poner celosos a Ernestine, la hermana, y a Fólix, cl
XXVI hermano mayor.Y agrega exPresamentc para él:
Pelo de Zanahoria sirve de puente entre sus -Es más un bien que un mal. Esto despeja la
padres. El señor Lepic dice: mente.
-Pclo de Zanahoria, le falta un botón a esta xIx
camisa.
Como el señor Lepic lo ha estado molestando
Pelo de Zanahoria le lleva la camisa a la señora durante tocla Ia mañana, esta barbaridad se le sale a
Lepic, que dice: Pelo de Zanahoria:

2+9
,iulr's l1r'r,rr,l l',,1¡ <lt /antlx»t.t

- ¡
Déjame tranquilo, imbécil! -¡Nunca nadie me amará!
Enseguida le parece que el aire alrededor de él En ese mismo instante la señora Lepic, que no es
se congela y que tiene dos manantiales ardientes en sorda, se levanta detrás del muro, con una sonrisa
los ojos.
en los labios, terrible.
Pelo de Zanahoria balbucea, listo para meterse
Y Pelo de Zanahoria, arrebatado, agrega:
cn la tierra a Ia mínima señal.
-Excepto mamá.
Pero el señor Lepic lo mira larga, largamentc y
no hace ninguna señal.
XXX
Dentro de poco Ernestine, Ia hermana, se va a
casar. La señora Lcpic autoriza que se pasee con
su novio, pero bajo la supervisión de Pelo de
Zanahoria.
-Vc adelante dice-, ¡y brinca!

Pelo de Zanahoria va adelante. Se esfuerza Por


brincar, a lo lejos hace de perro guardián y si se Ie
olvida, aminora el paso y oye sin cluerer uno que
otro beso escondido
Y tose.

Eso le da rabia y de repente, mientras se descubre


<lelante de la cruz del pueblo, tira su gorra al suelo,
la aplasta con el pie y exclama:
Deciclió estar alejado de París y con su fámilia vivió en
Jules Renard (1 364-1910)
Chitry-lcs-Mines, el pueblo donde pasó su infancia y en
Escritor lrancés nacido cn Chálons-clu-Maine. Fue el donde luego sería alcalde.
menor de tres hermanos y, parece, cl más infeliz de ellos.
En l9O7 escribió: "Imagino muy bien mi busto en la plaza
Su madre lo bautizó como "Pelo de Zanahoria" por ser
del cementerio viejo con esta inscripción:
pelirrojo; este apodo lo marcaria durante toda su vida.
Fuc una persona reservada, incluso misteriosa. Durantc
más de veintc años llevó un Diario, en clonde comentó con A JULES RENARI)
tremencla ironía el mundo literario cle París cle finalcs del
sus compatriotas indiferentes"
siglo XIX. Nadie supo de estas opiniones temibles -y casi
nadie sospechaba que pudiera hacerlas hasta muchos años
después de su muerte. Antes cle ser un escritor reconociclo,
Renard trabajó como periodista y tutor, incluso comc)
contador cn una carboncría. En 1888 se casó cron Marie
Morncau y con ella formó una familia f'eliz: prccisamente
todo lo quc no pudo tener <le niño. Son cstos tristes
recucrdos de la infáncia los que definieron su vicla y los
que lo llevaron a escribir la que para muchos es su mejor
novela: Pelo dc Zanahoritt, publicacla primero por capítulos
cn L'Echo de Paris, en 1893, ) c{)mo libr<¡ en 189+.

La publicación de Pelo de Zanahoria fue una dura prueba


para Renard: en el libro muchos lectorcs no veían sinr¡ una
dura venganza del autor contra su maclre. En una carta a un
amigo, Renard confesó quc no fue tan desgraciadr) como su
personaje; que al fin y al cabo, lo único quc le queclaba era
"hacer literatura".
I


#
El policía f ,l himno*
O. Henry

En su banco del Madison Square, Soapy se


removía inquieto. Cuando los gansos graznan con
fucrzaen las noches, cuando las mujeres que van sin
sus abrigos de piel de foca se vuelven más cariñosas
con sus maridos, y cuando Soapy se remueve
inquieto en su banco en el parque, se sabe que el
invierno está a la vuelta cle la esquina.
Una hoja seca cayó sobre las rodillas de Soapy.
Era la tarjeta de Juan Escarcha.' Juan es amable

- Traduccil¡rr del inglés ¡rorTomás David Rubio.


' "Jack Frr¡st" cn cl original, cs [a represenlación del invierno, cl sciir rlt l

I'río (N. del'f.)

r
( I / 1,:rrr.¡ l:l ¡oltic _r c) h;mnt

con los habitantes del Madison Square; sicmprc para su tránsito anual a Ia Is[a.Y la hora había llegado.
advierte a tiernpo su visita anual. En las esquinas La noche anterior tres periódicos sabatinos repartidos
dc cuatro calles le entrcga sus tarjetones al Viento bajo su abrigo, alrededor de los tobillos y sobre su
del Norte, empleado de la mansión del Aire Libre, regazo, habían resultado inútiles para alejar el frío
para que sus rcsidentes vayan preparánclose. mientras dormía en su banco, cerca del surtidor
Soapy se dio cuenta de quc la hora dc conformar de la fuente de la vieja plaza. Así fue como la Isla
un Comité de Mcdios y Maneras había llegado, apareció, grande y oportuna, en la cabeza de Soapy.

para así proveersc en contra del rigor inminente. Desdeñaba toda disposición municipal que buscara

Por cso sc rcmovía inquieto en su banco. la caridad. Para Soapy la Ley era más benigna que
la Filantropía. Existían un montón de instituciones,
Las ambiciones cle hibcrnación cle Soapy no
municipales y privadas, en las que podría quedarse
podrían consiclcrarse entre las más grandes.
y recibir alojamiento y comida acordes con una vida
Dentro de ellas no cabía considerar un crucero por
sencilla. Sin embargo, para un espíritu orgulloscr
cl mediterránco, algún cielo tranquilo del sur, o
como el cle Soap¡ los rcgalos por caridad no eran
navegar a la deriva por Ia bahía del Vesubio. Ties
sino un estorbo. Si no cn cfcctivo, sí en humillación
meses en la Isla era todo 1o que quería. Para Soap/,
del espíritu se dcbe pagar por cada beneficio
tres meses de alojamiento y comidas, de compañía
recibiclo de las manos de la Filantropía. Así como
agradable, a salvo del Bóreas y de los policías, le
Julio César tuvo su Bruto, cada cama entregada por
parecían la esencia de cuanto pucliera desear.
la caridad trae como peaje un baño, cada pedazo de
Por años, la acogedora cárcel de Blackwell había pan [a compcnsación de una inquisición personal y
sido su cuartel para el invierno. Así como sus más privada. Así las cosas, es preferible ser un huésped
afortunados conciudadanos compraban cada invierno de la ley que, aunque regida por normas, no comete
sus tiquetes para ir
a Palm Beach y la Riviera, así la imprudencia cle meterse clemasiaclo en la vida
mismo Soapy emprendía los humildes preparativos privacla de un caballero.

o
i ). 1l,r¡¡¡ l:.1
¡roluía.r c| hnt»t'

Una vez decidido a ir a la Isla, Soapy se dedicó Chablis, y luego pedir queso Camembert, un caféy
a cumplir su deseo. Existían muchas y sencillas un cigarrillo dólar por éste sería suficiente. La
-un
maneras de lograrlo. La más agradable cra llegar a cuenta no sería tan alta como Para Provocar alguna
comer suntuosamente en algún restaurante caro, y exagerada manifestación de venganza por parte
después, una ve z declarada la insolvencia, entregarse de la administración del café; y además la carne lo
en silencio y sin mucho alboroto a un policía. Un dejaría lleno y contento Para el viaje a su refugio
juez complacientc se encargaría clel resto. invernal.
Soapy dejó su banco y salió de Ia plaza, atravcsó eI Pero en cuanto Soapy Puso un Pi" en el
liso mar de asfalto hasta dclnde confluyen Broadway restaurante,los ojos del mesero jefe apuntaron sobre
y la Quinta Avenida. En Broadrvay voltcó y se sus pantalones harapientos y sus zapatos raídos.
detuvo al frente cle un café resplandeciente, donde De inmecliato, unas manos fuertes y dispuestas le
se reunían cacla noche los más selectos productos hicieron dar la vuelta, y en silencio y casi con prisa
de la uva, el gusano dc seda y el protoplasma. lo llevaron hasta el andén, salvando así al pato de su
innoblc destino.
Soapy confiaba en sí mismo dcsde el último
botón de su chalcco hacia arriba. Estaba afeitado, Soapy dcjó atrás Broadway. Parecía que el camino

su abrigo aparecía decente y su corbata ncgra, de


hacia su codiciada Isla no iba a ser propiamente
epicúreo. Debía ser pensada otra forma para entrar
esas que traen el nudo hecho, estaba limpia: había
al limbo.
sido el regalo de una misionera en el Día cle Acción
de Gracias. Si pudiera alcanzar u:na mesa en un En una esquina de la Sexta Avenida, Iuces
restaurante, su triunfo sería increíble. La parte de eléctricas y una serie de mercancías delicadamente
ól que se vería por encima de la mesa no levantaría expuestas detrás del vidrio hacían apropiada la
ni una duda en el mesero. El asunto se limitaría vitrina de un almacén. Soapy agarró una piedra y Ia
a pedir un buen pato asado, con una botella de arrojó contra el cristal. Varias Personas aparecieron
corriendo detrás de la esquina, un policía a lacabeza.
il. fl*¡r.t' l:.) ¡,tlt, t" t ,:L hnn',

Soapy se quedó quieto, las manos en los bolsillos, donas y un pastel. Luego reveló al mesero que la
saludando con una sonrisa los botones dorados. más mínima moneda y él eran desconocidos.

-¿Dónde está el que ha hecho esto? -preguntó -Ahora apúrese y llame a un policía dijo Soapy.
alterado el oficial. No deje esperando a un caballero.
-¿No le parece que tal vez yo haya tenido algo Nacla de policías para usú --dlio el mesero con
-
que ver? respondió Soapy no sin sarcasmo, casi una voz tan dulce como un pastcl y unos ojos que
amistoso, como recibiendo la bucna fortuna.
parccían cerezas de un coctel-. ¡H"y, Conrad!
Pcro para el juicio del policía Soapy no aparecía Dos meseros tiraron a Soapy. Aterriz| con
siquiera como una pista. Alguien que rompe una todo cuidado sobre su oreja izquierda en el duro
vitrina no se queda a charlar con los empleados pavimento. Se lcvantó articulación por articulación,
de la le¡
sino que se apura a escapar. El agente como se abre una regla de carpintero, y se sacudió
alcanzí a ver a media cuadra a un hombre tratando el polvo de la ropa. El arresto no parecía ahora
de alcanzar un carro. Bolillo en mano se unió a Ia sino un sueño optimista. La Isla sc vcía muy lcj«rs.
persecución. Soap¡ lleno de indignación, dos veccs Un policía que estaba a dos ¡rut'rtas, ¿rl lrt'rllt' tlt'
fracasado, siguió su camino.
una droguería, soltó una car(laiatla y sigtri<'t ¡1,,r' t'l
Al otro lado cle Ia calle vio un restaurante sin andén.
muchas pretensiones, de esos que atienden desde Pasaron cinco cuadras antes quc clánimo volvicra
grandes apetitos hasta bolsillos modestos. La y le permitiera a Soapy retomar su objctivo. Esta
vajilla y la atmósfera eran pesadas, la sopa y la vezlaoportunidad se presentó como lo que él con
mantelería, acaso muy claras. En este sitio Soapy vanidad llamaba "pan comido". t-Ina muchacha de
entró sin problema con sus pantalones delatores y apariencia sencilla y atractiva estaba pararla ante
Ia evidencia de sus zapatos. Se sentó en una mesa una vitrina, mostrando gran intcrés en la exhibición
y se comió un filete de res, varios pancakes, unas de tazas de afeitar y tinteros, ) a dos metros de ahí
t ) t l.nt.t, Í'.1 r¡f¡,it t L'l lt¡tu'

un policía de aspecto severo se apoyaba contra un prácticamente en camino hacia su paraíso insular.
hidrante. Ya imaginaba sentir el calor acogedor de la estación

La intención de Soapy era asumir el rol del de policía. La muchacha lo encaró y estirando Ia
de spreciable y repugnante"acosador". La apariencia mano, cogió Ia manga clel abrigo del pretendiente.
refinada y elegante de su víctima, y la cercanía del
-Claro, Mike -respondió dichosa-, Pero si me
juicioso agente, lo animaron a creer que muy pronto invitas primero a unas cervczas. Te hubiera hablado
sentiría el agradable apretón oficial bajo su lxaz,o, antes, pero el policía estaba mirando.
y que así aseguraría su cuartel para el invierno; su
Con la muchacha pegada a él como la hiedra
lugar en la pequeña y acogedora Isla.
al roble, Soapy pasó al lado clel policía con Ia
Soapy se enderezb la corbata cle la misionera, más profuncla melancolía. Parecía condenado a la
estiró los puños de su camisa, inclinó su sombrero libertad.
con estilo, y se acercó a la joven. Se quecló miránclola,
En la esquina siguiente sc deshizo cle su
tuvo repentinos ataques de tos y de "ejems", soltó
compañía y salió corriendo. Se detuvo en el barrio
una sonrisita y con todo el descaro se lanzó con la
donde por las noches se cncuentran las callcs y
desvergon zada y despreciable letanía del "acosador".
los corazones más arrebatados, las Promesas y los
Con el rabillo del ojo Soapy veía que el policía lo
libretos más encendidos. Mujcres envueltas en
miraba fijamente. La muchacha se alejó unos pasos
pielcs y hombres con sus abrigc)s se movían felices
y de nuevo dedicó su atención a las tazas de afeitar.
con el aire invernal. De repente lo asaltó el micdo
Soapy la siguió ¡ haciéndosele atrevidamente al
de que alguna terrible maldición lo hubiera vuelto
lado, levantó su sombrero y le dijo:
inmunc al arresto. El pensamiento lo envolvió en
-¡Vamos, Bedelia! ¿No quieres venir a jugar a algo cercano al pánico, y cuando se encontró con
mi casa? otro policíaholgazaneando dclante de uno de esos
El agente seguía mirando. La víctima no tenía magníficos teatros, sc aferró como último recurso
sino que hacer una seña y Soapy se encontraría a la "alteración del orden público".
( j ll,\¡.r t:l ytit,;,' r tl |'tnt,,

En medio del andén, Soapy comenzó a gritar llama un policía? ¡Yo cogí su paraguas! A ver, ¿por
a
despropósitos como un borracho. Bailó, dio qué no llama a un agente? Justo allá hay uno en la
alaridos, cleliró e intentó cuanta cosa pudiera esquina.
perturbar a la autoridad.
EI ducño del paraguas aminoró el Paso. Soapy
El policía balanceó el bolillo, se volvió y le dio la hizo 1o mismo, con el presentimiento dc que la
espalda a Soapy mientras ilustraba a un transeúnte: suerte iba a ponérsele otravez en contra. El policía
--.Es solo uno de los muchachos clc Yaic observaba a los dos hombres con curiosidad.
celebrando la paliza que le dieron a los de Hartford.
-Por supuesto que lo es -dijo el hombre. Es
Escandalosos pero inofensivos. Tenemos la orclen
que... bueno, usted sabe cómo pueden pasar este
de dejarlos tranquilos.
tipo de equivocaciones... yo... si ustcd dice que
Desconsolado, Soapy se dio cucnta dc lo inútil es su paraguas, espero me disculpe. Lo cncontré
de su alboroto. ¿Acaso no iba a llegar un policía esta mañana cn un restaurantc, pero si usted lo
para llevárselo? En su imaginación ahora la Isla reconocc, esPcro que. . .

aparecía como una Arcadia inalcanzable. El viento


frío le hizo abotonarse el miserable abrigo. -Claro que cs mío dijo Soapy con rencor.
El ex dueño dcl paraguas sc retiró. El policía se
En una cigarrería vio a un hombre bien vestido
apresuró en ayudar a una rubia alta que iba vestida
encendiendo un puro con una llama débil. Había
con una capa larga, y que no había visto un tranvía
dejado su paraguas de seda al lado de Ia entrada.
que venía acercándose a dos cuaclras.
Soapy entró, agarró la sombrilla y se alejó despacio.
El hombre del puro 1o persiguió apresuradamcnte. Soapy caminó hacia el este Por una calle dañada

Mi paraguas reclamó con severidad. por los arreglos y arroií con furia el paraguas a una
zanja. Se fuc refilnfuñando en contra de los sujetos
-¿Oh, es este? -contestó Soapy burlándose, que llevan casco y cargan un bolillo.Y ahora que él
añadiendo ofensas al hurto. Pues bien, ipor qué no
( I l/¡r¡rl ¡tl"t)tt \-tt,tttn

quería caer en sus garras, a ellos les parccía un rey tocando. Soapy se quedó pegado a los barrotes.
al que no podían hacer claño. Conocía bien ese himno de los días en los que
Al final Soapy llegó a una dc las avcnidas dcl en su vida aparecían madres, rosas, ambiciones y
amigos, días de pensamientos y cuellos de camisa
este donde las luces y el caos casi desaparecen. Se
impecables.
dirigió hacia el Madison Square, demostrando que
el instinto por el hogar sobrevive incluso cuando La combinación de esta actitud serena y la

éste no es sino el banco de un parque. influencia de la vicja iglesia, provocaron en Soapy


un repentino y maravilloso cambio en su alma. Ante
En una esquina rara yez tranquila Soapy se
sus ojos apareció con un inesperado horror el vacío
detuvo bruscamentc. Allí estaba una iglesia vieja
en cl que había caído, Ios clías de degradación, las
y pintoresca, que parecía un laberinto. [Ina luz
pasiones indignas,las esperanzas muertas, el talento
muy débil alcanzaba a brillar a través dc un vitral
arruinaclo, los pretextos miserables que comPonían
púrpura, y detrás de é1, casi seguro, un organista
su existencia.
se embobaba ocioso sobre las teclas, convencido
de su maestría para tocar el himno del próxim<r También en un segundo su corazltn res¡lontlilr

domingo. Entonces en los oídos de Soapy todo se con emoción a esta nueva situación. Un instantánccr
y fuerte impulso 1o animó a pelear contra su clestino
transformó en música. Una música que lo atrapó y
desgraciado. Él mismo saldría clel pantano, scría un
le impidió hacer cualquier movimiento; se quedó
hombre clc nuevo, dominaría a ese diablo quc llevaba
pegado contra los arabescos de la reja de hierro.
adentro y que lo poseía. Había tiempo: todavía
La luna se dibujaba arriba, serena y brillante. podía considerarse joven, todavía podía revivir sus
Se alcanzaban a ver muy pocos carros, casi ningún
viejos entusiasmos y perseguirlos sin descanso. Esas
caminante. Los gorriones cantaban en su sueño solemnes pero tan dulces notas del órgano habían
desde los aleros. Por un momento la escena recorcló
iniciado una rcvolución en é1. Mañana entraría en
el cementerio de un pueblo. El organista seguía
it. Í icnr_l

el bullicio del centro del barrio y encontraría un O. Henry (1862-1910)


trabajo. Un importador de pieles alguna vez le había
Narrador estadounidense nacido en Nueva York. Su
ofrecido un empleo como conductor. Mañana 1o
verdadero nombre era William Sydney Porter. Su espíritu
encontraría y le pediría el puesto. Sería alguien en
inquieto y conflictivo lo llevó a abandonar la escuela a los
el mundo. Sería... a probar
15 años ¡ cinco años después, marcharse aTexas
Soapy sintió que una mano se apoyaba cn su fortuna. Trabajó en un rancho ganadero en el que aprendió
brazo. Se volvió rápidamentc y se encontró con la algo de francés, español y alemán.

cara amplia de un policía. A pesar de que su inquietucl literaria se eviclenció desde


niño, pues se caracterizb por ser un voraz lector, se inició en
-¿Qué está haciendo por acá? --preguntó el el ejercicio de escritor cle manera tardia. A los 34 años fundó
agente.
The Rolhng Sfone, un semanario cle carácter humorístico. En

-Nada -respondió Soapy. este tiempo contrajo matrimonio y se desempeñó como cajero
clel Fi¡s¿ I'lational BonÉ, en donde un año después fue acusaclo
Entonces acompáñeme *dijo el policía.
cle desfálco y conclenado a cinco años de prisión. Decridilr
Ties meses en Ia Isla, -scntenció el juez del abandonar su país y rcfugiarse en F:londuras. Sin et-nbargo,
tribunal, Ia mañana siguiente. luego de siete meses clc fuga sc cntcra <ltrl rn¡l t'sta<lo «lt' salu<l
por lo quc rlcci<lc regrcsar y ircont¡tairarla cn su
cle su esposa,

agonía. Fue apresaclo cn 1897 y rerclui<lo t¡n la Pcnitcnciaría


Nacional de Columbus (Ohio), en la que ingresó cn 1898, y
doncle estuvo detenido por tres años hasta que se le concedió
la libertad por buena conducta. Mientras pagaba su Pena,
escribió varios relatos con el lin de mantener a su hija, y en
poco tiempo sus cuentos se hicieron famosos. Lucgo de salir
de la cárcel, cambió su nombre por O. Henry, se trasladó
a Nueva York y clio comienzo a una prolifica carrera en la
que sobresalen cuentos como E1 regalo de los ReSres Magos y La

o
Murió en 1910 de cirrosis, y luego de
habitación amueblada.
haberse casado por segunda vcz. Hasta su muerte entregó
semanalmente un relato al NewYorkWorld, que le publicaba
desde 1903.

O. Henry fue muy popular por sus relatos humorísticos


y clc finales sorprendcntes, influido por Guy cle Maupassant
cn el tono ncutro que solía utilizar como narraclor objetivo
de Ia historia. Cesare Pavcse , quc lo cc»nsideraba uno de los
paclres fundadores de la literatura norteamericana, dijo de él:
El rapto del sol
"Terminaba sus oraciones como antes nadie lo había hecho, a Baldomero Lillo
cxcepción dc Rabelais".

El policía y el himno fuc escrito en 1906, y en 1977 se


Hubo una yez un rey tan podcroso que se
publicó en e[ libro El péndulo y otros cuentos.
enscñoreó de toda la tierra. Fuc el señor del
mundo. A un gesto suyo millones cle hombrcs sc,
alzabandispuestos a derribar las montañas, a t()r('('r
el curso de los ríos o exterminar una nación. l)r's<lt'
lo alto de su trono de marfil y oro, la Humani<la<l lc
pareció tan mezquina que se hizo adorar c()mo ull
dios y estatuyó su capricho como única y suprema
ley. En inconmensurable soberbia creía quc toclo
el universo estábale subordinado, I el férreo yugo
con que sujetó a los pueblos y naciones, superó a
todas las tiranías de que se guardaba recuerdo en
Ios fhstos de la historia.

\0
lt¡iti¡¿ur<¡ !.¡lit¡ Iil u¡ro,icL t'i

Una noche que descansaba en su cámara tuvo un que hirió vuestros oídos es la voz de la soberbia.
cnigmático sucño. Soñó que se encontraba al borde Guardaos de seguir sus conseios Porque su influjo
de un estanque profundísimo, en cuyas aguas, de una os será fatal.
diafánidad imponderable , vio un extraordinario pcz
Calló el mago, y de las pupilas del rey brotó un
que parecía de oro. En derredor de é1 y bañados por
resplandor sombrío.Aquello que acababa de oír hizo
el mágico fulgor que irradiaban sus áureas cscamas,
nacer en su espíritu una idea que' vaga al principio,
pululaban una infinidad de seres: peces rojos quc
fue redondeándose y tomando cuerPo como la bola
parecían teñiclos de púrpura, crustáceos de todas
de nieve de lamontaña. Con ademánterrible se echó
formas y colorcs, rarísimas algas c imperceptibles
sobre los hombros el manto púrpura, y llevando
vivientes. De pronto, oyó una gran voz que dccía:
pintada en el rostro Ia demt:ncia de la ira, subió a
-¡Apoderaos dcl radiante pez y todo en torno una cle las torres de su maravilloso alcázar. Era una
suyo perecerá! tibia mañana de primavera. El cielo azul,la verdc
El rey se despertó sobresaltado e hizo llamar campiña con sus bosques y sLls hon<lonadas, los
a
los astrólogos y nigromantes para que explicasen el valles cubiertos de florcs y los arr<,yos st:rpt't'ttt'atl«l<r

extraño sueño. Muchos exprcsaron su opinión, mas en los claros y espesuras, hacían <lt' .r<1trt'l ¡laisait'
ninguna satisfacía al monarca hasta que, llegando el un conjunto de una belleza incom¡rar-¿rblt" M¿rs cl
turno al más joven de ellos, se adelantó y dijo: monarca nada vio: ningún matiz, ninguna línca,
ningún detalle atrajo Ia atención dc sus ojos dc
-iOh, divino y poderoso príncipe! La solución
milano clavaclos como dos ardientes llamas en el
de tu sueño es ésta: El pez de oro es el sol que
glorioso disco del sol. De súbito, un águila surgió
desparrama sus dones indistintamente entre
del valle y flotó en los aires, bañándose cn la luz. El
todos los seres. Los peces rojos son los reyes y
rey miró el ave, y en seguida, su mirada descendió
los grandes de la tierra. Los otros son la multitud
a la campiña, donde un gruPo de esclavos recibían,
de los hombres, los csclavos y los siervos. La voz
inmóviles como ídolos, el beso del fúlgido luminar.
Baltio¡t¡¡ {.illa

Apartó los ojos, y por todas partes vio esparcirse le parece una antorcha vil, digna aPenas de ocupar
en torrentes inagotables aquel resplandor. En el un sitio en un rincón de su regia alcoba. El delito
espacio, en la tierra y las aguas miríadas de seres del orgullo lo posee. El vértigo se apodera de é1, su
vivientes saludaban la esplendorosa antorcha en su pecho se hincha, sus sienes laten y de sus ojos brotan
marcha por el azul. rayos tan intensos como los del astro hacia el que
Durante un momento el rey permaneció inmóvil, alarga la diestra, queriendo asirle y detenerle en su
contemplando el astro ¡ vislumbrando por primera carrera triunfal. Por un momento Permanece oyendo
yez, ante tal magnificencia, la mezquindad de su
resonar aquella voz que le hablara en sueños:
gloria lo efimero de su poder. Mas aquella sensación
y -Apoderaos de esa antorcha y todo lo que existe
fue ahogada bien pronto por una ola de infinito perecerá.
orgullo. rey cle los reyes, el conquistador de
¡É1, "l ¿Qué son ante tal empresa sus hechos y los de sus
cien naciones, puesto en parangón y en el mismo
antecesores en la noche pavorosa de los tiempos?
nivel que el pá1aro, el siervo y el gusano!
Menos que el olvido y que la nada. Y sin apartar
I-Ina sonrisa sarcástica se dibujó en su boca de sus miradas del disco centelleante, invocó a Raa, el
esfinge, y sus ejércitos y flotas cubriendo la tierra, genio dominador de los espacios y de los astros.
sus incontables tesoros, las ciudades magníficas
Obediente al conjuro, acudió el gcnio cnvuclt<r
desafiando las nubes con sus almenados muros y
en una tempestuosa nubc: prt:ña<la tlt, rayos y <lc
soberbias torres, sus palacio sy alcázares, donde desde
relámpagos y dijo al rey con una v«rz st'nrt'iantc al
sus cimientos hasta la flecha de sus cúpulas no hay
redoble del truen«¡:
otros materiales que oro, marfil y piedras preciosas,
acuden en tropel a su memoria con un brillo tal de -¿Qué me quicres, oh tú, a quicn ht' t'trsalzatlo y

poderío y grandeza que cierra los ojos deslumbrado. puesto sobre todos los tronos de la ticrra?
La visión de lo que le rodea se empequeñece, el sol Y el monarca contestó:
P,alJ¡¡¡to l.¡iil

-Quiero ser el dueño del sol y que él sea mi deshacerse de un rival! Mas, a pesar de que el
esclavo. Calló Raa, y el rey dijo: heraldo repitió por tres vt:ces su intimación, todos
-¿Pido, talvez, algo que está fuera del alcancc de guardaron un temeroso silencio.
tu poder? El enano del rey, una horrible y monstruosa

-¡No!i pero para complacerte ncccsito cl corazón criatura, echado como un Perro a los pies de su
del hombre más egoísta, el del más fanático, el del amo, lanz6, al ver la consternación pintada en los
más ignorante y vil, y el que guarde en sus fibras semblantes:' una estridente carcajada, 1o que le
más odio y más hiel. valió un puntapié clel monarca que le echó a rodar
por las gradas del trono hasta el sitio donde estaba
-Hoy mismo 1o tendrás -dijo el re¡ y el denso
el príncipe heredero, quien lo rechazó, a su vez, del
nubarrón que cubría el alcázar se desvaneció como
mismo modo, entre las risas de los cortesanos.
nubecilla de verano.
Por un instante se oyeron los rabiosos aullidos del
Después de una brevc entrevista con el capitán
inlernal aborto hasta que, dc pronto, enderezando
de su guardia, el rey se dirigió a la sala del trono,
su desmedrada pcrsonilla, gritó con un acento
donde ya 1o aguardaban de rodillas y con las f,rentes
que hizo correr un escalofrío dc miedo por los
inclinadas todos los magnates y grandcs de su
circunstantes:
imperio. Colocado el monarca bajo la púrpura del
dosel, proclamó unheraldo que, bajo pena de la vida, -Si aseguras a mi cabeza su Permanencia sobre
los allí presentes debían designar al rey al hombre los hombros, yo, ¡oh, excelso príncipe!, te señalaré

más ignorante, al más fanático, al más egoísta y vil a ésos que tus reales oios desean conocer.

y al que albergase más odio en el corazbn. El rey hizo Lln signo de asentimiento y el

Los favoritos, los dignatarios y los más nobles repugnante engendro continuó:
señores se miraron los unos a los otros con recelosa -Nada más fácil que complacerte, ¡oh, rey!
desconfianza. iQué magnífica oportuniclad para ¿Deseas saber cuál de tus vasallos posce el corazón

fio
lialdorut l¡!lt,

más vil? Pues no sólo te presentaré uno sino toda Calló un instante y luego, con voz ronca,
una legión. prolirió:
Y mostrando con la diestra a los favoritos que le -Sólo me falta mostrarte dónde se halla el último.
escuchaban espantados, prosiguió : Ér" el mío y, golpeándose el pecho con fuerza,
",
-¡Ved ahí a ésos que sacó de la nada tu exclamó: ¡Aquí está, oh, príncipe! Con odio y hiel
omnipotencia! En sus corazones de cieno anidan fue fabricado. Si pudicra desbordarso, os ahogaría
todas las vilezas. La ingratitud y la envidia están tras a todos con el acíbar y ponzoña dc sus rencores.
la máscara hipócrita de sus bajas adulaciones. En el Anídanse en él más cóleras que las qut' tlesataron,
fondo te odian. Son como las víboras; se arrastran, clesatan yfulminarán los cielos y los abismos
pero saltan y muerden al menor desliz. del mar. Una sola gota del veneno qut' t'ncierra,
En seguida, volviénclose hacia el Sumo Sacerdotc, bastaría para exterminar todo lo que sc lllucv() y
y señalándolo j unto con los magos y los nigromantes, alienta bajo el sol.
dijo: Lavozsilbante del enano vibraba aún en t'l r'¿sl<r

¡Ved ahí al más fanático y al más ignorante de tus


- recinto, cuando el rcy hizo una imperct'¡rtilrlt'
súbditos. Sus dogmas son absurclos, falsa su ciencia señal. Al instante se apartaron los amplios ta¡liccs
y su sabiduría, necedad! y dieron paso a una falange de guerreros quc sc
Hizo una pequeña pausa y con lavoz envenenada precipitaron sobre los aterradores favoritos,
de odio prosiguió:
dignatarios y magnates y los pasaron a cuchillo en
un abrir y ccrrar de ojos. Inmediatamente , después
-El corazón más egoísta alienta tu pecho, ¡oh
cle decapitados, abríanles el pecho y les arrancaban
rey! No conozco otro que le iguale en dureza y en
el corazón palpitante.
crueldad, salvo el del príncipe tu primogénito. ¡El
pedernal es ante sus fibras una blanda y deleznable El joven príncipe, al ver aquella carnicería, de
cera! un salto se puso junto a su padre , mas el monarca,
lia/,1,r¡:¡o /.iIi,

alzando el pesado cetro de oro, lo descargó sobre su morada nocturna, roce la cresta más alta para
la desnuda y juvenil cabeza con la celeridad del lanzarlela red mágica, cuyos pliegues 1o envolverán
relámpago. Apenas el cuerpo se desplomó sobre las aprisionándolo como dentro de una coraza de
gradas, un esclavo le sacó el corazón. diamante. Desde ese momento será tu esclavo y
El enano al ver que un soldado avanzabahacia él podrás hacer de él Io que quieras.
con el alfánje en a[to, gritó: ***
¡Oh, rc¡ has prometido... ! éáTies veces vio pasar el sol por encima de su
Y una voz, en la que vibraba un acento de
cabeza. Cruzb sin detenerse, irreverente, con la
lerocidad implacable, resonó en lo alto del soberbio excelsa majestad de un dios. Le asaeteó con sus rayos
trono: y fundiendo las nieves desató, Para que le salieran
al paso con más ímpetus los torrentes. Aquel reto
¡Arrancadle, vivo, el corazón! del astro exacerbó su furor y arncnazand<¡ con la
*** diestra al flamígero viajcro profirió:
-Aquí tienes 1o convenido. Esta malla, tejida -¡Oh, tú, ascua crrantc, lut:go latu«>, gue un
con la fibra de los corazones cuya esencia era el soplo de Raa enciende y aPaga cacla <lía, en breve te
egoísmo y el odio, el fanatismo y la ignorancia, es arrancaré las insolentes alas! ¡Aherrojado como un
impenetrable a laluz. Los rayos del sol se romperán esclavo yacerás eternamente tras los muros de oro
contra ella, sin que logren atravesarla jamás. Aunque de mis alcázares!
su volumen es tan pequeño que puede ocultarse
Y confortado con esta idea, venció los últimos
en el hueco de la mano, sus pliegues, distendidos,
obstáculos y se encontró por fin en la cima más
cubrirían toda la tierra. Oy" y graba en tu memoria
encumbrada de Ia inaccesible montaña, más arriba
1oque has de hacer: subirás a la montaña que se alza
de las nubes y de los nidos de las águilas.
sobre el abismo y esperarás que el sol, al salir de
f,alLlon,:ro l.illa

*** dominador de los espacios y de los astros, quien


Dentro de la alta torre el tiempo transcurre contesta a sus súplicas con ironía desalentadora:
para el monarca insensiblemente. Una deliciosa -¿De qué te quejas? ¿Al suprimir la vida no has
languidez lo invade. En el interior de la regia dejado al sentimiento que te Posee y es el móvil
cárnara, está el celeste prisionero. Por una rendija ünico de tus acciones otro refugio que tu corazón?
imperceptible de su cárcel brota un intensísimo Para expulsarle sería menester que vibrase en las
rayo de l:uz. Afuera una obscuridad profunda muertas fibras un átomo de piedad o amor.
envuelve los valles, las llanuras, las colinas y las
Apenas el genio lo hubo dejado,la desesperación
montañas. El cielo está negro como la tinta y cual
se apoderó del monarca. Mas, de súbito, rasgó
enlutado túmulo lucen en é1 como lágrimas los
sus vestiduras y expuso el pecho desnudo al
astros. Apoyado en la ventana ha asistido mudo e
rutilante rayo de luz. Pero ni el más ligero alivio
impasible a la lenta agonía de todos los seres. Poco
viene a confirmar su esPeranza. Entonces clava
a poco han ido extinguiéndose los clamores y los
sus uñas en las carnes y se abre cl pecho, clejando
incendios, hasta que ni el más leve destello rasgó ya
al descubierto su frígido corazín al contacto del
la lobreguez de la noche eterna.
cual el haz luminoso sc dcbilita y decrece con
De pronto el rey se estremece. Ha sentido un asombrosa rapidcz. Diji:rasc un caño de oro líquido
malestar extraño, como si le hubieran atravesado cayendo en un tonel sin fbnclo, y que dcsmaya y se
el corazín con una aguja de hielo. Y desde ese adelgaza hasta convertirse en un hilo, en una hebra
instante su plácida tranquilidad desaparece y la finísima. De pronto, como una antorcha, como un
molesta sensación va aumentando por grados hasta fuego fatuo que se extingue, la última chispa brilla,
hacérsele intolerable. Siente dentro del pecho un parpadea, desvaneciéndose en la oscuridacl.
frío intensísimo que congela su carne y su sangre
A pesar de que el sol ha cambiado de cárcel y
¡ lleno de angustia, evoca de nuevo a Raa, el genio lo lleva ahora en su coraz6n, parécele que toda la
b,¡ll't¡¡:ro l.¡!lo

nieve de las montañas se hubiese trasladado allí. Baldomero Lillo Figuero a (1867 -1923)
Sube, entonces, a la ventana y se precipita al vacío,
Cuentista chileno nacido en Lota, considerado el maestro
en el cual, como si alas invisibles le sostuviesen,
clel realismo social en su país. Aunquc su cducación fue
desciende blandamente hasta que toca con sus pies la
escasa, pues sólo estudió hasta segundo dc humanidadcs
tierra. La campiña está helada como un ventisquero - equivalente a octavo , su clecisión y curiosidad
grado
y envuelto en tinieblas impenetrables, camina a la lo llevaron a educars.' por su propia cucnta, sintiendo gran
ventura con los brazos extendidos, huyendo como interés por la reali<la<l quc lo rodeaba, particularmente por
medroso fantasma de la agonía del Universo. el mundo de la mincría, cn cl cual estuv<t inmerso desde su
NINCZ

En sus primeros años, Balclomt'r<¡ tuvo la influencia de su


padre, quien se desempeñó en at'tivi<lades de capataz o jefe
de cuadrilla en las minas de carbirn. l'reso cle la monotonía
y el estancamicnto que le proclucia tralraiar cn la compañía
carbonífera, dedicó su tiempo libre a lt't'r' tt¡<kr c'uatrto llt gat,a
a sus manos; de esto Armando Donoso t'tl /,r,s ¡lt¡ct1.).t cscribe:
"Leía toclo lo que caía en su pocler, <ltrs<lt' las fábulosas y
disparataclas aventuras de Roc,ambole, hasta las novclas cle

Julio Vcrne y N1ayne Reid. (...) compró... cn Concepción,


trcs libros: l-a casa de los muertos de l)ost<lievski, Germinal <le
Zola y Humo deTürguenev. A partir de ese instante dejó de
leer JulioVerne, Dumas y Rocambole... luego cayeron en
a

sus manos obras dc Maupassant, Eqa de Queiroz, Dickens y


Balzac".

Posteriormente, en Santiago, se vinr:uló con otros


escritores en la ColoniaTtrlstoiana, como Fernanclo Santiván

0
y, tras una fugaz incursión en la poesía, participó en un
certamen literario organizado por la Revista Católica. Balo
el seudónimo de "Ars" envi6 Juan Fariña, relato que recibe
el primer premio y que lo lanza de manera definitiva en su
carrera literaria. Luego publicó los libros de cuentos SubTerra
( 904), en el que se encuentra incluido_.¡lu an Fariña, y
1 Sub Sole

(1e07).

Los cuentos contenidos en Sub Terra narran la vicla triste


de los mineros, especialmente de los de las minas de carbón, El ruiseñor y la rosa
haciendo una fuerte crítica a la situación social y económica,
OscarWilde
en la cual el poder explotador reducia la condición humana de
los mineros y los convertía en simples animales de trabajo.

El rapto del sol, cuento que presentamos en esta antología, "Dijo que bailaría conmigo si le llevaba una rosa
hace parte de Sub Sole que es el segundo de sus libros. En éste roja", gritaba el joven estudiantc. "¡Pero no hay cn
se muestra la vida bajo el sol, tal vez menos miserable que la toclo mi jardín una sola rosa rola!" Desdc su ni(l()
existencia de los mineros, pero no menos paupérrima y lalta en la encina, el ruiseñor lo escuchó micntras l<,r
de esperanzas.
obscrvaba a través de las hojas.

"¡No hay una sola rosa roja en mi jarclín!",


decía entre quejidos mientras sus ojos se llenaban
de lágrimas. "¡La felicidad clcpende de cosas tan
pequeñas...! Hc leído todo lo que los sabios han
escrito y todos los sccretos cle la filosofía son

* Traducción del inglés por MarcoTirlio Giraldo y Pablo R. Arango.


Ott» ll Llle lll ruts¿ti¿,t r l¿ t".¡t

míos... ¡Pero el deseo de una rosa hace de mi vida maravillosa, en verdad: es más Precioso que las
una desdicha!" esmeraldas y más querido que el fino ópalo. Las
"He aquí, al fin, a un verdadero amante", dijo el perlas y las granadas no pueden comprarlo y no se
ruiseñor. "Noche tras noche le he cantado aunque consigue en el mercado. No puede ser vendido Por
no lo conozco; noche tras noche le he contado su un negociante ni puede ser puesto en una balanza
historia a las estrellas, y por fin lo veo. Su pelo es para ser comprado con oro".
oscuro como el capullo de un jacinto y sus labios "Los músicos tomarán sus lugares", dijo el joven
son tan rojos como la rosa de sus deseos; pero la estudiante, "y harán sonar sus cuerdas mientras mi
pasión ha hecho que su cara sea tan pálida como el amor baila al ritmo del arpa y del violín. Bailará
marfil y el dolor ha puesto su sello en su frente". con tal delicadeza que sus pies no tocaran el suelo,
"El príncipe dará un gran baile mañana en la y todos en la corte, con sus alegres vestidos, se
noche", murmuró el estudiante, "y mi amada estará aglomerarán ¡Pero no bailará
a su alrededor.
allí. Si le llevo una rosa roja, bailará conmigo hasta conmigo, pues no tengo ninguna rosa roja para
el amanecer. Si Ie llevo esa rosa roja, la tendré darle!"Y echándose en el césped, se cubrió la cara
entre mis brazos, posará su cabeza en mi hombro con sus manos y lloró.
y tomará mi mano entre las de ella. Pero no hay "¿Por qué llora?", prcguntó una pequeña
ninguna rosa roja en mi jardín, así que me sentaré
Iagartija verde mientras pasaba a su lado con la cola
solo y ella me ignorará. ¡No me necesitará y se
levantada.
romperá mi corazón!"
"Sí, ¿por qué llora?", d¡o una mariPosa que
"He aquí a un verdadero amante", dijo el
revoloteaba alrededor de un haz deluz.
ruiseñor.
"Sí, lo mismo pregunto yo", susurró una margarita
"Cuando yo canto él sufre. Lo que es alegría
a su vecina con una voz suave.
para mí es para él dolor. El amor es una cosa

t
jyt¡rlYildt l:l tut¡tr,'t r lt t¡',,t

"Llora por una rosa roja", dijo el ruiseñor. cabeza. "Mis rosas son amarillas", respondió. "Tán
amarillas como el pelo de la sirena que se sienta en
"¡¿Por una rosa rola?|.", gritaron todos, "¡qr"
su trono ambarino, ) más amarillas que el narciso
ridículo!"Y la pequeña lagartija, algo cínica, soltó
que florece en la pradera antes de que el iardinero
una sonora carcajada. Pero el ruiseñor entendía
llegue con su guadaña. Pero ve donde mi hermano,
el secreto del dolor del estudiante, y se sentó
el que crece bajo la ventana del estudiante, y quizás
silencioso en la encina mientras pensaba en los
é1 te dé 1o que quieres".
misterios del amor.
EI ruiseñor voló hasta el rosal que crecía bajo la
De repente, el ruiseñor abrió sus alas oscuras
ventana del joven estudiante. "¡Dame una rosa roja" ,
y alzb el vuelo. Atravesó el bosquecillo como una
le gritó, "y t" cantaré mi más dulce canción!" Pero
sombra y como una sombra surcó el jardín.
el árbol se negó. "Mis rosas son rojas", respondió,
En el centro del jardín había un hermoso rosal, y
"tan rojas como los pies de una paloma y más rojas
cuando el ruiseñor lo vio voló hacia é1 y se posó en
que los grandes abanicos de coral que ondean y
una de sus ramas.
ondean en las cavernas del océano. Pero el invierno
"¡Dame una rosa ro)a",le gritó, "y t" cantaré mi ha congelado mis venas y cl hielo ha devastado mis
más dulce canción!" Pero el rosal se negó sacudiendo capullos y la tormcnta ha roto mis ramas y no daré
su cabeza. "Mis rosas son blancas", respondió. "Tán ninguna rosa este año". "l-Ina sola rosa roia es lo
blancas como la espuma del mar y más blancas que que quiero", dijo el ruiseñor, "¡sólo una rosa roja!
la nieve que cubre la montaña. Pero ve donde mi ¿lHay algún modo de poder conseguirla?" "Existe
hermano que crece cerca del viejo reloj de sol y quizá un modo", respondió el rosal, "pe.o es tan terrible
te dé lo que necesitas". Así que el ruiseñor voló hacia que no me atrevo a decírtelo". "Dímelo", dijo el
el rosal que crecía cerca del viejo reloj de sol. ruiseñor, "no tengo miedo". "Si quieres una rosa
"¡Dame una rosa ro1a", gritó, "y t" cantaré mi roja", dijo el rosal, "debes hacer que brote por la
más dulce canción!" Pero el rosal negó con su música y a la luz de la luna y teñirla con la sangre de

no
ü¡«¡rll'tlJt t..! ,ttx:i:t,r.¡ ta :t;t

tu propio corazírr. Debes cantarme con tu pecho propio corazbn. Todo lo que tc pido a cambio es
puesto contra una de mis espinas. Durante toda la que seas un verdadero amante, pues el Amor es
noche debes cantarme mientras la espina perfora más sabio que la Filosofía -aunque ella es sabia-y
tu corazbn y mientras la sangre que te da vida corre más poderoso que el mismo Poder -aunque éste es
por mis venas y se vuelve mla". "La muerte es un poderoso. Su cuerpo y sus alas tienen el color del
gran precio por una rosa ro1a", di;o el ruiseñor, fuego. Sus labios son tan dulces como la miel y su
"y lu vida es lo más querido por todos. ¡Es tan aliento es como el incienso".
placentero sentarse en los verdes bosques y ver el
El joven levantó su mirada del suelo y escuchó,
sol en su carruaje dorado y la luna en su coche de
pero no podía cntender lo que el ruiseñor le decía;
perla! Dulce es el aroma del espino y dulces son
porque él sólo entendía lo que cstaba cscrito en
los jacintos que se esconden en el valle y el brezo
los libros. Pero la encina entendió al ruiseñor y se
que mece el viento en la colina. Pero el Amor
entristeció, pues amaba a la pequeña avecilla que
es mejor que la Vida y ¿qué es el corazín de un
había construido su nido entre sus ramas. "Cántame
pájaro comparado con el corazón de un hombre?'Y
una última canción"le susurró. "Cuando tc hayas ido
desplegó sus oscuras alas y voló. Atravesó el jardín
me sentiré muy solo". Así que el ruiscñor le cantó a
como una sombra, y como una sombra surcó el
la encina, y su voz parccía agua quc salpicaba en un
bosquecillo.
jarrón de plata.
El joven estudiante yacíaaún en el césped, donde
Cuando la avecilla terminó su canción, el
el ruiseñor lo había dejado. Sus lágrimas aún no
estudiante se Ievantó y sacó de su bolsillo un
abandonaban sus hermosos ojos.
pequeño cuaderno y un Iápiz.
"Alégrate", le gritó el ruiseño., "sé feliz.Tendrás
"No puecle negarsc que tiene su belleza -se decía
tu rosa roja. Yo la haré brotar por mi música a la
así mismo mientras caminaba por la arbolcda-,
luz de la luna y le daré color con la sangre de mi
pero ¿tcndrá sentimientos? Me temo que no. Dc
t).n¡fl¡ ,!,.
Il ru¡r¡¡rr _r /¡ ¡,,,,r

hecho, como muchos artistas, es todo cstilo y nada las alas del alba. Como la sombra de una rosa en
de sinceridad. No se sacrificaría por otros. Piensa un espejo de plata, como la sombra de una rosa en
sólo en su música... Y todo el mundo sabe que las el agua; así era Ia rosa que florecía en la punta del
artes son egoístas. Pero se debe admitir que su voz rosal.
toca bellas notas. .. iQué lástima que no signifiquen Pero el rosal pidió al ruiseñor que presionara más
nada, o quc no tengan ningún bien práctico!"Y se su corazón contra la espina. "Acércate más, pequeño
fue a su alcoba, se acostó en su pequeña cama y ruiseñor", clijo el rosal, "o la mañana llegará antes
comenzó a pensar en su amor, y al rato se quedó de que la rosa haya florecido por completo". Así
dormido. que el ruiseñor presionó aún más su Pecho contra
cuando la luna brilló cn cl cielo, cl ruiseñor voló la espina mientras su canción se volvía más fuerte,
hasta el rosal y puso su pecho contra una de sus pues cantaba por el nacimiento de la pasión en el
espinas. Toda la noche cantó con su pecho contra la alma de un joven y una señorita.
cspina mientras la luna dc cristal frío se acercaba y Y así, un delicado toque de rosaclo llegó a los
escuchaba. Cantó toda la noche mientras la espina
pétalos de la flor, comi> cl rulror t:n las mcjillas tlc
sc hundía más y más en su pecho, y su vital sangre un novio cuando bcsa los labios <lc su promt'titla.
lo abandonaba. Pero la espina aún no llegaba al cc>raz,6n rlcl ruiscñor
Primcro cantó sobre el nacimiento dcl amor en y la rosa permaneció blanca, pues sólo la sangre
los corazones dc un joven y una muchacha; en ese del corazón de un ruiseñor podría llenar cle rojo el
momento, en la rama más alta del rosal, floreció una coraz6n de una rosa.
maravillosa rosa: un pétalo seguía a otro mientras a El rosal Ie pedía al ruiseñor quc presionara
una canción seguía otra; al principio, la rosa estaba su pecho contra la espina. "Más ccrca pcqueño
tan pálida como la neblina quc flota sobre el río, ruiseñor", gritaba el rosal, "o la mañana llegará
pálida como el inicio de la mañana, plateada como antes de quc la rosa esté lista". El ruiseñor empujó
L)tL orll'tllc f:,i nu;tit't r h,".,,

su pecho aún más contra la espina, la espina tocó "¡Mira! ¡Mira!", gritó el rosal, "¡ya la rosa está
su corazón y una ferozpunzada de dolor la sacudió. terminacla!" Pero el ruiseñor no respondió, pues
Amargo, muy amargo era su dolor, pero su canción yacía muerto en el vasto césped con la espina en su
se hacía más y más fuerte, pues cantaba que el amor corazín.
se hace másperfecto con la muerte y que el amor
En la tarcle, el joven estudiante abrió la ventana
no muere en la tumba.
y miró. "¡Qré gran golpe de suerte!", gritó. "¡H"
La maravillosa rosa se tornó carmesí, como la aquí una rosa roja! ¡No había visto una rosa como
rosa del cielo del este. Roja era la capa de pétalos, ésta en toda mi vida! Es tan hermosa que de seguro
y carmesí como un rubí era su coraz6n. Pero la debe tener un largo nombre en latín". Se inclinó
voz del ruiseñor se debilitaba, sus pequeñas alas y la arrancó. Luego se puso su sombrero y corrió
comenzaron a sacudirse y una cortina cayó sobre hasta la casa del profesor con la rosa en su mano.
sus ojos. Su canción era cada vez más frágil, hasta
La hija del profesor cstaba sentada cerca clc la
que la avecilla sintió que algo ahogaba su garganta.
puerta, enrollando scda azul en un carrctc micntras
Luego su música lanz6 sus últimas notas; la
su pequeño perro descansaba a sus pics.
luna blanca las escuchó y se olvidó del amanecer,
quedándose por otro instante en el cielo. La "Dijiste que bailarías c<¡nmigo si tt' traía tttra rosa
rosa roja las escuchó tambié, y el éxtasis que ro1a", dijo el estudiantc. "l'ur,s hicn, tc traig<> [a rosa

le provocó la melodía la hizo estremecer por más roja de todo el mun<lo. [-a usarás csta noche y

completo, mostrando sus pétalos alafría mañana. la pondrás cerca de tu cctraz.(tn,y mientras bailamos

El eco replicó el canto en las cuevas púrpura de las juntos te dirá cuánto tc amo". Pero la mujercita se

montañas, despertando de su sueño a los pastores resistió.


durmientes. Su canción nadó por las aguas del río y "Me temo quc no encaja con mi vestido",
Ilevó su mcnsaje al mar. respondió, "y además el sobrino del chambelán me

i@
()t:a¡ll ¡ll,:

ha enviado joyas de verdad y todo el mundo sabe OscarWilde (1 854-1 900)


que las joyas son más caras que las flores".
Nació en Dublín en 1854 y murió en París cuarenta y seis
"Pues bien, a mi parecer eres muy desagradecida", años después. La búsqueda cle Ia belleza fue su único objetivo:
dijo el estudiante de muy mal humor, y tiró la rosa a consideraba el arte superior a Ia naturaleza. En 1881 ya era
la calle, donde cayó cerca a una alcantarilla y luego el autor de un libro de poemas, el ganador de uno que otro
fue arrollada por un carruaje. prcmio literario, y un visitante distinguido dc los clubes de
Lon<lres.
"¿Desagradecida?", diio la mujercita, "pr"r bien,
tu eres muy descortés. Después de todo, ¿quién te Para entonces la fama alcanzaba a Wilde, pero f'ue el

crees?Tán sólo eres un estudiante. Ni siquiera creo estreno ese año de una opereta en los Estaclos Unidos
llamada Paciencia,en donde se ridiculizaba a él y a sus amigos,
que tengas hebillas de plata en tus zapatos como sí
lo que le trajo el reconocimiento mundial. Esta burla lue
las tiene el sobrino del chambelán". Diciendo esto,
Ia que deciclió que Oscar Wilde visitara el Nuevo Mundo:
se levantó de su silla y entró a su casa.
para atraer más público a lcls teatros, varios empresarios
"iQré estúpido dijo el estudiante
es el amor!", decidieron pagarle para que dictara unas conf-crerncias ptlr
mientras se alejaba. "No es ni la mitad de útil que toda Norteamérica. Apenas se baió tlcl l>uc¡uc Ariz'ona en
la lógica; porque no prueba nada, y siempre te dice NuevaYork, el funcionaric¡ de la aduana le preguntó si tcnía
cosas que no van a suceder, y te hace creer cosas que algo para declarar, Wildc responclió que na<la, excepto su
no son verdad. De hecho es muy poco práctico, y genio.
en estos tiempos ser práctico lo es todo. Volveré a Para Wilde, conversar era todo un juego. Por ejcmplo,
la Filosofía y estudiaré Metafísica". cuando en una ocasión fue rechazado por una mujer, contestó:

El estudiante volvió a su alcoba, tomó uno de sus "Charlotte, siento mucho su decisión' Con su dinero y mi

grandes libros polvorientos y comenzó a leer. inteligencia hubiéramos llegado muy lejos". Dijo frases

i1
como: "Más vale ser hermoso que ser bueno, pero más vale
ser bueno que scr feo", o "No deberíamos conliar nunca en

,ll
una mujer que confiesa su edad real. Sería capaz de decir
cualquier cosa".

El ru)señor y la rosa fue publicado en 1888 en el libro E1


príncipe-fbliz I otros cuentos.

Víctima de la publicidad.
Émile Zola

Conocí un valiente muchacho que murió el año


pasado, y cuya vida fue un largo martirio.

Desde que tenía uso cle razón Claude había


hecho el siguiente razonamiento: "El plan de
mi existencia está trazado. Sólo debo aceptar
ciegamcnte los beneficios de mi edad. Para avanzar
con el progreso y vivir perfectamente feliz, me
bastará leer Ios periódicos y los afiches, por Ia
mañana y por la noche, y hacer exactamente 1o
que estas guías sobcranas me aconsejen. Esa es la
verdadera sabiduría, la única felicidad posible". A

- 'fraducción dr¡l fiancés por Irene Callc


L,r,;;,,¡,1.' i,t ¡,,t1'i
r t,i',,i

partir de ese día, Claude tomó los anuncios de los Ilevaron tranquilamente en la espalcla una bella
periódicos y los afiches como código de su vida. noche de invierno.
Éstos se convirtieron en la guía infalible que clecidía
El desdichado Claude no sufría solamente en sus
todo; no compró nada, no emprendió nada que no
propiedades, sufría también en su Persona.
le hubiera sido recomendado por Ia grar.voz de Ia
Su ropa se rompía en plena calle. La compraba
publicidad.
en casas que anunciaban un considerable descuento
Fue así como el dcsdichado vivió en un auténtico
por liquidación.
infierno.
Un día 1o encontré completamente calvo.
Claude había adquirido un campo de tierras
Había tenido la idea dc cambiar su cabello rubio
movedizas, donde no podía construir sino sobre
por cabello negro, guiado siempre Por su amor al
pilotes. La casa, fabricada según un sistema nuevo,
progreso. El agua que acababa de usar había hecho
temblaba con el viento y se deshacía con las lluvias
caer su cabello rubio y cstaba encantado Porque,
de tormenta.
según decía, ahora potlía usar una pomacla quc, con
Adentro, las chimeneas, equipadas con extractores toda scgurida<l, Ie daría una cal>cllt'ra ncgra <lc¡s
de humo, humeaban hasta asfixiar a la gente; los veces más espesa quc su antigua t'abt'llt'ra rubia.
timbres eléctricos se obstinaban a guardar silencio; No hablaré de todas las drogas quc tomdr. [)c tencr
los baños, construidos sobre un modelo excelente, una figura robusta pasó a ser escuálido y dóbil. Fue
se habían convertido en horribles cloacas; los entonces cuando la publicidad comenzó a ascsinarlo.
muebles, que debían obedecer a mecanismos Creyó estar cnfermo y se trató según las excelcntes
particulares, se rehusaban a abrir y cerrar. recetas dc los anuncios ), para que Ia medicina fuera
Había sobre todo un piano mecánico que no más ef.ectiva, siguió todos los tratamicntos alavez,
era más que un mal organillo, y una caja fuerte al encontrarse clesconcertado por Ia iguai canti<lad
inviolable e incombustible, que los ladrones se de elogios quc recibía cada droga.

.ñ¡
I:n»1,: /.'i,t t i.¡:¡t,:,1' l,t ¡'t,i'!,.,'!',1

La publicidad no respetó más su inteligencia. d


t
trataba de tomar un baño y beber cierto tipo de
Llenó su biblioteca de libros que los periódicos le agua.
recomendaron. La clasificación que adoptó fue la Tomó la droga, se sumergió en cl baño y se
más ingeniosa: organizó los volúmenes por orden rejuveneció tan absolutamente gue, al cabo de
de mérito, {uiero decir, por mayor o menor lirismo mcdia hora, lo encontraron ahogado.
dc los artículos pagados por los eclitores.
Aún luego de su muerte, Claude fuc víctima
Todas las tonterías y todas las infamias dc los anuncios. Según su testamcnto quería
contemporáneas se amontonaron allí. Jamás vi un ser sepultado en un ataúd de embalsamamiento
montón tal de oprobios. Y Claude había tenido el instantáneo cuya patente había siclo recién obtcnida
cuidado de pegar, sobre el lomo cle cada libro, el por un farmaceuta. En el cemcnterio el ataúd se
anuncio que se lo había hecho comprar. abrió a la mitad y cl miserable cadáver se deslizó
hasta el barro donde tuvo que ser cnterrado,
Cuando abría un libro, sabía por adelantado el
desordenadamente, junto con las planchas rotas
entusiasmo que debía demostrar, reía o lloraba
del cajón.
siguiendo Ia fórmula.
Su tumba, de cartón piedra e imitación de
Con este régimen, se convirtió en un
mármol, desleída por las lluvias del primer invierno,
completo idiota. El último acto de este drama fue
pronto no fue más que un montón de podredumbre
lamentable.
sin nombre.
Claude, habiendo leído que una sonámbula curaba
todos los males, se apresuró para ir a consultarle
sobre las enf'ermedades que no tenía. La sonámbula
le ofreció amablemente rejuvenecerlo, indicándole
el modo de nunca tener más de dieciséis años. Se

U@ ¡"
l¿
i
t
T

Émile Zola ( 1340- l9O2) las reacciones, dramas y pasiones cle los seres humanos. Fue
esto lo que llamó Zolá naturalismo.
Escritor Francés, nacido en 1 840, firndador clel naturalismo
Émile se hizo popular Por su scrie de 20 novelas, más
en la literatura, movimiento que intenta dar una mirada de
conocidas como: Les Rougon-Macquart (1871 a 1893).
la rcalidad a través del comportamiento gue tienen Ios seres
Novelas que se caracterizaban Por su fianqueza al describir
humanos cn las situaciones límite, esto, con el propósito
las cosas y detalles que causaron muchas polémicas en su
der estudiar sus reacciones y dcmostrar que los factores
vida. Yo acuso, fue una carta abierta dirlgida al presidente
fisiológicos y socialcs influyc'n clc manera significativa en la
de la república, carta con la que generalmente se relaciona
conducta humana.
la imagen de Emile Zolá, y en la que ataca abiertamente una
La infancia de estc reconocido escritor tuvo grandes acción injusta, cometida por el gobierno francés en contra
dificultades económicas debido a la muerte dc su patlrc, del entonces capitán Alfred Dreyfus. El Yo acuso generó
cuand<¡ apenas tcnía siete años de edad. Su madrc y él vivieron un movimiento en el que intervinieron intelectuales como
enAix en-Provcnce, dondc pasó su infancia y su juventud, Anatole France, Marcel Proust y León BIum. A causa de
y en cuyo colegio cursó sus estuclios primarios. En esta la carta, Zolá fre acusado de traición a la patria, huyó a
institución estableció un lazo de amistad con el reconociclo Inglaterra, y tiempo después fue absuelto Por el gobierno
pintor Paul Cézannc. Años clcspués se traslacló a París, donde francés.
gracias a una beca empczó sus estudios secundarios, que
En 1902 Émile muerc por emanaciones de la chimenea
nunca terminó.
mientras se encontraba dormido. Aunque fue declarado como
primer trabajo fue como dependiente de una editorial
Su un accidente, se sospecha que este pudo ser provocado.
llamada Hachette, donde inició sus primeros escritos y se
Su cuento, Una víctima de Ia publicidad, fue publicado en
solventaba económicamcnte con la venta cle estos. Cuando
el libro L' Inundationel autres nouvelles.
dcja esta editorial se dcdica exclusivamente al periodismo y
la literratura, aunque con poca suerte durante los primeros
años. Continuó como crítico literario en un periódico,
donde defendió la literatura científica, que cleja a un lado la
imaginación y se centra en observar el entorno, para plasmar

@
[il

r;
l--

E
r
l^
!,
t{
II
I
I
¡
I
1

La amorosa co nf dencia

Blanca lsaza

Haces una pausa en tu amorosa confidencia; tc:


quedas seria; te desconcierta mi sonrisa y mc <lit't,s
con un tono de rcproche: Es quc a tu t'<latl n<r
entiendes de estas c()sas. Has vcni«lo a ctontarmc
que ya tuviste tu primcr <lcscngañ<), quc cse chicc>
en quien creías te ha traicionado, quc ya no lo
quieres, que vas a romper todas sus cartasr lue
has perdido la fe y que a cscondidas has llorado un
poco. Procuro consolarte y te digo que esas dulces
penas de amor son bien llevaderas y pasan pronto;
no rompas sus cartas; guárdalas por ahí junto a tus
broches de fantasía y a tus pomos de cremas faciales;
ellas no ocuparán mucho lugar en tu armario y más

et
J,r .Tnro,irJd tril!i<i.t\ t,)

tarde las leerás con una suave nostalgia, con una oye a cada paso. Lo importante es saber envejecer
amable sorpresa; ya sus frases trivialcs y hasta sus con dignidad; conservar Ia juventud del espíritu
errores ortográficos no te harán llorar como ahora, por encima de todos los tropiezos. Recuerdo un
sino que tc pondrán antc los ojos todo el pasado, apólogo leído hace tiempo; alguien preguntó al
toda la juventud que habrás perclido, toda la dulzura sembrador que a medio día aventaba la semilla al
de las primeras ilusiones. Su simplicidad será como surco recién abierto: ¿Qué harías si supieras que
un remanso cmocional a cuyo fondo gustarás de
-
habrías de morir esta noche?Y ó1 con una serenidad
asomarte como a una agua traslucicla. magnifica respondió' Acabaría de sembrar mi
-
campo de trigo. Eso es lo que hacemos los poetas;
Has tenido una manera fina y sutil de decirme
*
vieja; no me enoja tu apreciación; ya llegarás a mis cultivar nuestros jardines de ensueño hasta cuando
años y comprenderás que desde esta cima de la ya la tarde apague sus últimas lámparas.

serenidad se ve más claro y más ancho el panorama fi


Te digo que la veiez tiene y sus
sus cncantos
I
de lahumanainquietud, quc cuando de verdadllegan fi prerrogativas; ya no hay que segtrir cl giro l«rc<r
f.t.
los desencantos óstas tus pueriles penas de ahora son t:
i de la mocla, ni se tiene obligación «lt' usar t'sos
tan transitorias y tan artificiosas como esa sombra É
sombreros absurdos que los mo«listt¡s lattz¿rtr a
I
azul con que agrandas tus ojos gitanos. Ya estoy # cada día en una emulación de diseñ<.,s autlat:t,s;
vieja como tú dices pero has de saber que también ñ
é ya no hay que pasarse las horas en los saloncs
t
la velez tiene sus encantos; ya me he libertado de ti'
i de belleza achicharrándose bajo esas campanas
i
todas las inútiles vanidades; ya he guardado entre 7i
que parecen una bomba atómica; ya no hay que
rnis cofres de silencio todos aquellos sueños que :
cambiar a cada mes el color de los cabellos Porque
no pude realizar ya he adquirido esa escasa virtud t
l
los años les dan ese tono de platino que en vano
de perdonarlo todo, de hallar el lado bueno de las intentan imitar los creadores de cosméticos; ya
cosas, de pulir aristas de incomprensión, de saber no hay que engañar a las gentes con la mentira
escuchar con paciencia tanta tontería como se del maquillajc; ya no hay obligación de asistir

l!0 &¡
l.r .:¡¿,,rcrr¡ ,,,r,f,!' tt t,t

a muchas aburridoras liestas de sociedad en las Quizás tú, mi dulce amiga, me has acomodado
cuales a veces el traje de etiqueta no alcanza a más años de los que tengo; pero no te guardo
disimular la chabacanería; ya bien pueden dejarse rencor; he logrado que olvides tu pequeña Pena de
en el olvido los regímencs para adelgazar; ya amor y que te rías con mis divagaciones en torno
podemos libertarnos de la tiranía de la línea; ya a las vejez; ya eso es un triunfo; eso te prueba lo
se nos disculpa que gustemos de clavar el alfiler trascendente que es mantener el corazín joven;
clel epigrama sobrc los prestigios de opereta; ya me has escuchado con atención y vas a seguir mi
se nos cede el sillón en las reuniones prolongadas; consejo de no romper esas cartas en las cuales sc
ya quizás con un poco de compasión que en todcr adivina una sensibilidad de poeta; ya verás que él
caso nos es favorable, se nos abre campo entre los vuelve y juntos las leerán otra vez.
tumultos y se nos trata con respeto.
te Io dije; lo que importa es saber envejecer
Ya
con dignidad; nada más lamentable que esas
mujeres macluras que siguen vistiéndose como las
jovencitasi <lue se prenden collares y pulseras y
broches y anillos en un inútil empeño por atajar el
paso inexorable de los años; que se pasan los días en
los salones de belleza cuando pudieran dedicarse a
más nobles labores; que se apasionan por los perros
cuando hay tanto chiquillo proletario que se muere
de hambre y que sería sencillamente feliz el día en
que pudiera comerse un pedazo de la carne que se
compra para el pekinés de turno.

u0 i¡Lr
317
Blanca lsaza ( 1 S98- 1967) Uno de los más grades legados que ha dejado Blanca Isaza a
Manizales y a la litcratura, se encuentra en el trabajo realizado
DcAbejorral (Antioquía), nacida el06 de enero cle 1898,
en la fundación y dirección de la llevis¿a Manizales. Creada
hi;a de Félix Isaza Arango y Carmen Rosa Loncl<¡ño, Blanca
en octubre de 1940, la conocida también como "ventana al
Isaza fue conocida como la mejor poetisa caldense, y una
munrlo", ccrró sus páginas con el volumen XLV, número 733
cle las más insignes poetisas de Colombia. Su matrimonio
de noviembre-diciembre de 2004, bajo la dirección de su
con el poeta Juan Bautista Jaramillo Meza ancló su vida
laboriosa hija Aida Jaramillo Isaza.
a Manizales, momcnto a partir del cual la pareja se dio
a la tarera cle hacer dc esta ciudacl rcfercnte cultural y Blanca Isaza muere el 1 3 de septiembre de 1967 . Sin antes

literario en el ámbito nacional y extranjero. En 1961 la advertir que su vida y obra estuvieron por entero cledicadas a

Asociación de Periodistas de Manizales le otorgó a Blanca "encontrar la belleza en las pequeñas cosas".
lsaza la Medalla del Peri<¡dismo; el 22 de julio de 1961,
en el sesquicentenario cle Abejorral, su tierra nativa, fuc
condecorada con la Medalla Francisco de Paula Santander,
que le concedió el Gobierno Nacional, mediantc decreto
flrmado por el cntonces presidente Dr. Alberto Lleras
Camargo.

Desde 1917 hasta 1962, fueron ocho los libros


publicados: Pocsía: Selva Florida (1917), Clarida¿ (19+S),
Preludio de invierno (195+), Alma (1961 ); Cuento: Ios cuentos
de la l{ontaña (1926); Prosa: La Antigua Canción (1935), Del
lejano Ayer(1951), Itinerarios de emoción (1962), es de este
último <1ue toma Luminautas el ensayo que presenta a sus
lectores.

De manera póstuma le fueron publicados, bajo la iniciativa


rle Juan Bautista Jaramillo Meza, siete libros más que se
presentaron bajo el nombre de Oáras completas.
Prq ueña digresión.
Voltaire

En los comienzos de la fundación de los Quinzc-


Vingts,' sabíamos que todos eran igualcs, y qut'
sus pequeños asuntos sc <lctri«lían a llltrrali«l¿rtl tlt'
voces. Ellos distinguían pcrli't'titt'l'tt'tltt' ¿rl tat'(o la
moneda de cobre tlc Ia clcr ¡tlata; tritrgutro «lt' t:llos
tomó jamás vino de Brie como si f ucra dc [3orgoña.
Su olfato era más fino que el de sus vccinos con dos
ojos. Razonaban per{'ectamente sobre los cuatro
sentidos, es decir que conocían todo 1o que se les
permitía saber, y vivían tan apacibles y afortunados

* Traclucción clel fi-ancés por Irene Calle.


;!

I Hospital encargado de los cicgos dc París. (N. delT.)

3
! ¡1t¿rr¡ l'e1uci.r,ll1r,r.;orr

como sólo los Quinze-Vingts podían haccrlo. rojo en los Quinze-Vingts. Se burlaron de ellos
Desgraciadamentc uno de sus profesores pretendía más que nunca. Hubo nuevas quejas por parte
tener nociones claras sobrc el scntido de Ia vista; de la comunidad. EI dictador entró en furor, los
intrigó, formó entusiastas: en fin, se lc
se hizo oír, demás ciegos también: se pelearon largo tiempo
reconoció como jefe dc la comunidad. Comenzó y Ia concordia sóIo fue restablecida cuando se les
a juzgar de forma sobcrana los colores, y todo se permitió a todos los Quinze-Vingts suspender el
echó a peruler. juicio sobre el color de su ropa.
Este primer dictador de Ios Quinze-Vingts Un sordo, leyendo esta pequeña historia,
creó primcro un pequeño conscjo, con el cual reconoció que los ciegos se habían equivocado al
se hizo dueño de todas las clonaciones. De este juzgar los colores; sin embargo su opinión era muy
modo, nadie osaba resistírsele. Resolvió que firme sobre a que no les corresPonde sino a los
toda la ropa cle los Quinze-Vingts era blanca: sordos juzgar la música.
los ciegos le creyeron, sólo hablaban de sus
hermosos hábitos blancos aún si ninguno dc
ellos fuera de ese color. Todo el mundo se burló
de ellos, así que fueron a presentar sus quejas
al dictador, quien las recibió bastante mal, los
trató de innovadores, de espíritus fuertes, de
rebeldes que se dejaban seducir por opiniones
erróneas de aquellos que tenían ojos y que se
atrevían a dudar de la inf'alibilidad de su maestro.
Esta querella formó dos partidos. El dictador,
para aplacarlos, rindió un fallo por el cual todos
los hábitos eran ro;'os. No había un solo hábito
It

Yoltaire (1694-1778) Su obra literaria trascendió con obras como: La Henriada


(1727); poemas: Bruto, Zaira; trageclias: Historia de Carlos
Su verdadcro nombre es FranEois-Marie Arouet. Nació XII; ensayo histórico y una de sus obras más reconociclas:
en París el 21 de noviembrc cle 1694. Estudió cn el colegio Cartas filosóficas (173+), las cuales causaron escándal<r
jesuita Lr¡uis-le-Grand, donde aprcndió latín y griego y público hasta el punto de que f'ueron qucmadas y Voltaire,
donde estableció amistacl con los hermanos René Louis y i bajo amenaza de arresto, tuvcl que huir.
Marc-Picrre Anderson, futurr>s ministros del rey t-uis XV.
Cuando huye, toma refugio en el castillo de una marquesa,
,

Es uno de los intclectualcs más importantes clcl siglo l


con quien establece una relación sentimental que duró los
XVIII o siglo de la luces, ya que fue uno <le Ios representantes ii
siguientcs dieciséis años, en este periodo construyen un
del movimiento cultural de la llustración, movimiento que laboratorio dc física y quimica para realizar reuniones con
sostenía que la ignorancia poclía ser combatida con la razt¡n dif'erentes científicos, historiadores y hombres cle letras, lo
humana; para esto, Voltaire sc inclinaba por la def'cnsa de l<¡s cual le permite escribir, entre otras cosas, Elementos de la
derec,hos del hombrc, afirmando que cacla ser clcbía seguir filosofía cle New'ton (1731) y Metafisica de Newton (17+0)'
I
,$
sus propias icleas y prácticas dc religión. f, En 1746 f'ue nombrado miembro de la Aca<lcmia Francesa'
¡
r
En 1713 cstuvo en la Haya, la tcrcera ciudad más granclc ,tt En 1758 se instala definitivarnentt't'tr tttrir ljtlt'¡ t'tt l;t't-nt'y'
I
de los países bajos, como secretario cle embajada, pero debido En 1759 aPareccr Cán<li<lo, o t'l o¡rtirrrist¡to. St' t<¡ttlit's'r
a una relación amorosa con la hl¡a de un protestante de la I
creyente en un Ser su¡lrcmo y ttttttt'.t .ttt'o.
doctrina cristiana, tuvo que regresar a París, cloncle trabajó
I Apareccn succsivantcnlc tlivt:rsas t¡lrras tlt: contcui<l<¡
en la oficina de un abogado y escribió sus primeros ensayos I
filosófico: EI diccionario l'ilosólico de bolsi]lo (17 6+),Filosofia
y escritos poéticos.
la historia (.1765), El filósofb ignorante y Comentario al
N
lI <le
En 1716 escribe unos versos en contra dcl gobernante Iibro sobre delitos y Penas der Beccaria (ambos en L766).
I
o regente Felipe II, y es encerrado en 1717 en la prisión La x
I Una breve digresión hace parte de su c<>lccción de escritos
Bastilla donde permaneció 1 I meses y donde clecide tomar el
t satiricos, llamada El filósofo ignorante.
seuclónimo deVoltaire.Tras su salida en 1718 se ve obligado
I
a trasladarse a Chatena¡ donde en 1719 publica Edipo, su I Antes cle morir Ie hacen un homenaie en París' con una
:
primer drama. representación de su obra Irene. Murió el 30 de mayo de 1778'

32+
Critón o el deber.
Platón

Sócrates - Critón
Sócrates
aún
¿Cómo vienes tan temprano, Critón? ¿No es
muy de madrugada?
Critón
Es cierto.
Sócrates

¿Qué hora puecle scr?


Critón
Acaba de romper cl día.

. Traducción de Patricio tle Azcárate Corral.


l'ri¡ui¡r ,, cl J¡ir"

Sócrates tranquilo, y no he querido despertarte, con


Extraño que el alcaide te haya dejado entrar. intcnción, para que gozaras de tan bellos momentos.
En verdad, Sócrates, desde que te conozco he
Critón
cstado encantado de tu carácter, pero jamás tanto
Es hombre con quien llcvo alguna relación; me como en la presente desgracia, lue soportas con
ha visto aquí muchas veces, ) me debe algunas
tanta dulzura y tranquilidad.
atcnciones.
Sócratcs
Sócrates
Sería cosa poco racional,Critón, que un hombrc,
¿Acabas de llegar, o hace tiempo que has a mi cdad, temiese la muerte.
venido?
Critón
Critón
Ya hace algún tiempo.
¡Ah! ¡Cuántos se ven todos los días del mismo
tiempo que tú y en igual desgracia, a quicncs la
Sócrates cclad no impide lamcntarsc dc su sucrtc!

¿Por quó has estaclo sentado cerca de mí sin Sócratcs


decirme nada, en lugar de despertarme cn el acto
Es cicrto, pero en fin, ¿por qué has venido tan
que llegaste?
temprano?
Critón
Critón
¡Por Júpiter! Sócrates, ya me hubiera guardado Para darte cuenta de una nueva terrible, que,
de hacerlo. Yo, en tu lugar, temería que me
por poca influencia que sobre ti tcnga, yo Ia temo;
despertaran, porque sería despertar el sentimiento
porque llcnará de dolor a tus parientes, a tus amigos;
de mi infortunio. En el largo rato que estoy aquí,
es Ia nueva más triste y más aflictiva para mí.
me he admirado verte dormir con un sueño tan
lll t¡ in { t)i,\t ¡.:1.!ebt'r

Sócrates Critón
¿Cuál es? ¿Ha llegado de Delos el buque cuya Por lo menos es eso 1o que dicen aquellos de
vuelta ha de marcar el momento dc mi muerte?
quicnes depenclc la ejccución.
Critón Sócrates
No, pero llegará sin duda ho¡ según lo que
El buque no llegará hoy, sino mañana, como 1o
refieren los que viencn dc Sunio,l donde le han
deduzco cle un sucño que he tenido esta noche, no
dejado; y siendo así, no puede menos de llegar
hac,e unmomentoi ), es una fortuna, a mi parecer,
hoy aquí, y mañana, Sócrates, tendrás que dejar de
que no me hayas despertado.
existir.
Critón
Sócrates

Enhorabuena, Critón, sea así, puesto quc tal es ¿Cuál es ese sucño?
la voluntad de los dioses. Sin embargo no creo que Sócrates
lleguc hoy el buque.
Me ha parcciclo vcr ccrca <lc mí una muier
Critón hermosa y bien fbrmacla, vcstitla <lc, blanco, quc mc

¿De dónde sacas esa conjetura? llamaba y me decía: Sócrates: Dcntro clc tres clías
estarás en Ia fértil Phtia.
Sócrates

Voy a decírtelo: yo no clebo morir hasta el día Critón


siguiente de la vuelta de ese buque. ¡
Extraño sueño, Sócrates!

Sócrates

El cabo Sunio sobre el gue estaba construido un tcmplo a Mincrva a la parte


Es muy significativo, Critón.
Sucleste de la Ática.
/'lcr,i¡ i. rtrni¡t t Ll J¡i¡,:r

Critón hace ver claramente que es muy caPaz de ocasionar


Demasiado sin duda, pero por esta vez, Sócrates, dcsde los más pequcños hasta los más grandes males
sigue mis consejos, sálvate. Porque en cuanto a mí a los que una vez han caíclo en su desgracia.
si muercs, además de verme privado para siempre Sócrates
de ti, de un amigo de cuya pérdida nadie podrá
Ojalá, Critón, el pueblo fuese caPaz de cometcr
consolarme, témomc que muchas gentes, que no
los mayores males, porque de csta manera sería
nos conocen bien ni a ti ni a mí, crean que pudiendo
también de hacer los más grandes bicnes.
capaz,
salvarte a costa de mis bienes de fortuna, te he
Esto sería una gran fortuna, Pero no puede ni 1o
abandonado. ¿Y hay cosa más indigna que adguirir
uno ni 1o otro; porque no clepende de ól hacer a los
la reputación de querer más su dinero que sus
hombres sabios o inscnsatos. El pueblo itzgay obra
amigos? Porquc el pueblo jamás podrá persuadirse
a la aventura.
dc que eres tú el que no has querido salir de aquí
cuando yo te he estrechado a hacerlo. Critón
Sócrates Lo creo; pero respóndeme, Sócrates. ¿El no
Pero, mi querido Critón, ¿debemos hacer tanto querer fugarte nacc del temor que pucdas tcner
aprecio de la opinión del pueblo? ¿No basta que las clc que no faltc un delator que me denuncic a mí

personas más racionales, las únicas quc dcbemos y a tus demás amigos, acusánclonos de haberte
tener en cuenta, sepan de qué manera han pasado sustraído, y que Por este hecho nos veamos
las cosas? obligados a abandonar nuestros bienes o Pagar
crecidas multas o sufrir Penas mayores? Si éste es
Critón
el temor, Sócrates, destiérrale <le tu alma. ¿No es
Yo veo sin embargo que es muy necesario no justo quc por salvarte nos cxPongamos a todos e stos
despreciar la opinión del pueblo, y tu ejemplo nos peligros y aún mayores, si es necesario? Repito, mi
It ¡t,\r¡ ,, ¿l ,ltltr

querido Sócrates, no resistas; toma el partido que detenerte. A cualquier parte del mundo a donde
te aconsejo. tú vayas, serás siempre querido. Si quieres ir a
Sócrates Thesalia, tengo allí amigos que te obsequiarán como
tú mereces, que te pondrán a cubierto de tocla
I
Es cierto. Critón, tengo esos temores y aun molestia. Además, Sócrates, cometes una acción
muchos más.
injusta entregándote tú mismo, cuando puedes
Critón salvarte, y trabajando en que se realice en ti lo que
Tranquilízate, pues, porque en primer lugar tus enemigos más desean en su ardor por perderte.
la suma, que se pide por sacarte de aquí, no es Faltas también a tus hijos, Porque los abandonas,
de gran consideración. Por otra parte, sabcs la cuando hay un medio de que pueclas alimentarlos
situación mísera que rodea a los que podrían y educarlos. ¡Qué horrible suerte esPera a estos
acusarnos y el poco sacrificio que habría de hacerse infelices huérfanos! Es preciso o no tener hijos cl
para cerrarles la boca; y mis bienes, que son tuyos, exponerse a todos los cuidados y Penalidades que
son harto suficientes. Si tienes alguna dificultad exige su educación. Mc parece en verdad, que
en aceptar mi ofrecimiento, hay aquí un buen has tomado el partido del más indolente de los
número de extranjeros dispuestos a suministrar lo hombres, cuando deberías tomar cl de un hombre
necesario; sólo Sunmias de Tébas ha presentado la de corazón; tú, sobre todo, que haccs profesión de
suma suficiente; Cebes está en posición de hacer lo no haber seguido en toda tu vida otro camino que
mismo y aún hay muchos más. el de la virtud. Te confieso, Sócratcs, cluc me da
Táles temores, por consiguiente, no deben vergüenza por ti y Por nosotros tus amigos, que se

ahogar en ti el deseo de salvarte, y en cuanto a lo crea que todo lo que está sucediendo se ha debido

que decías uno de estos días delante de los jueces, a nuestra cobardía. Se nos acriminará, en primer
de que si hubieras salido desterrado, no hubieras Iugar, por tu comparecencia ante el tribunal, cuando
sabido dónde fijar tu residencia, esta idea no debe puclo evitarsc; lucgo por el curso de tu Proceso;
!'l at,t ¡t {-rit,)¡:,' ¡l Jd¡,:r

y en fin, como término cle este lastimoso drama, detenidamente. Aunque la fbrtuna me sea adversa,
por haberte abandonado por temor o por cobardía, no puedo abandonar las máximas de que siempre
puesto que no te hemos salvado; y se dirá también, he hecho profesión; ellas me Parecen siempre las
que tú mismo no te has salvado por culpa nuestra, mismas, y como las mismas las estimo igualmente.
cuando podías hacerlo con sólo que nosotros te Si no me das razones más fuertes, debes persuadirte
hubiéramos prestado un pequeño auxilio. Piénsalo dc que yo no cedcré, aunque todo el poder del
bien, mi querido Sócrates; con la desgracia que te pueblo se armase contra mí, I para aterrarme como
va a suceder tendrás también una parte en el baldón a un niño, me amenazase con sufrimientos más
que va a caer sobre todos nosotros. Consúltate a duros que los que me rodean, cadenas,la miseria,la
ti mismo, pero ya no es tiempo de consultas; es muerte. Paro ¿cómo se verifica este examen de una
preciso tomar un partido, y no hay que escoger; manera convenientc? Recordando nuestras antiguas
es preciso aprovechar Ia noche próxima. Todos mis conversaciones, a saber: de si ha habido raz6n
planes se desgracian, si aguardamos un momento para decir que hay ciertas opiniones que clebemos
más. Créeme, Sócrates, y hazlo que te digo. respetar y otras que clcbcmos dcsprt:ciar. ¿O cs
Sócrates que esto se pudo dccir antcs <lc scr yo con<lcnado
a muerte,, y ahora <lc rcpcntc hctnos clcscubicrto,
Mi querido Critón, tu solicitud es muy laudable,
que si se dijo cntonccs, fue como una conversación
si es que concuerda con la justicia; pero por lo
al aire, no siendo cn cl fbndo más que una necedad
contrario, si se aleja de ella, cuanto más grande es,
o un juego de niños? Deseo, Pues, examinar aquí
se hace más reprensible. Es preciso examinar, ante
contigo en mi nucva situación, si este principio me
todo, si deberemos hacer lo que tú dices o si no
parece distinto cl si lc encuentro siempre el mismo,
deberemos; porque no es de ahora, ya lo sabes, la
para abandonarle o seguirle.
costumbre que tengo de sólo ceder por razones que
me parezcan justas, después de haberlas examinado Es cierto, si yo no me engaño, que aquí hemos
dicho muchas vcces, y creíamos hablar con
{.rit}t,.,:l Je!¡c¡

formalidad, que entre las opiniones de los hombres ¿Las opiniones buenas no son las de los sabios, y
las hay que son dignas de la más alta estimación y las malas las de los nccios?
otras que no merecen ninguna. Critón, en nombre Critón
de los dioses, ¿te parece esto bien dicho? Porque,
No pucde ser de otra manera
según todas las apariencias humanas, tú no estás
Sócrates
en peligro de morir mañana, y el temor de un
peligro presente no te hará variar en tus juicios; Vamos a sentar nuestro principio. ¿Un hombre
piénsalo, pues, bien. ¿No encuentras que con raz6n que se ejercita en la gimnasia podrá ser alabado o
hemos sentado, que no es preciso estimar todas las reprendido por un cualquiera que llegue, o sólo
opiniones de los hombres sino tan sólo algunas, y por el que sea médico o macstro cle gimnasia?

no de todos los hombres indistintamente, sino tan Critón


sólo de algunos? ¿Qué dices a esto? ¿No te parece
Por este sólo sin duda.
verdadero?
Sócratcs
Critón
¿Debe temer la reprensión y cstimar las
Mucho. alabanzas de éste sólo y despreciar lo que [e digan
Sócrates los demás?

Critón
¿En este concepto, no es preciso estimar sólo las
opiniones buenas y desechar las malas? Sin duda.

Critón Sócrates

Sin duda. Por esta raz6n ¿dcbe ejercitarse, comer, beber,


según le prescriba estc macstro y no dejarse dirigir
Sócrates
por cl capricho de todos los clcmás?
Plar,:¡¡ i ili-i, ,, ,J (iL irat'

Critón momento la materia de nuestra discusión, ¿nos


Eso es incontestable. atendremos más bien a la opinión del pueblo que
a la de un solo hombre, si se encuentra uno muy
Sócrates
experto y muy hábil, por el que sólo debamos tener
He aquí sentado el principio. ¿Pero si más respeto y más deferencia que por cl resto de
desobedeciendo a este maestro y despreciando los hombres? ¿Y si no nos confbrmamos al juicio de
sus atenciones y alabanzas, se deja seducir por las este único hombre , no es cierto que arruinaremos
caricias y alabanzas del pueblo y de los ignorantes, entcramente lo que no vive ni adquiere nuevas
no le resultará mal? fuerzas en nosotros sino por la justicia, y que no
Critón perece sino por la injusticia? ¿O es preciso creer
que todo eso es una farsa?
¿Cómo no le ha de resultar?
Critón
Sócrates
Soy de tu dictamcn, S1>cratt:s.
¿Pero este mal de qué naturaleza será? ¿A qué
conducirá? ¿Y qué parte de este hombre afectará? Sócratcs

Critón Estame atento, yo te 1o suplico; si adoptanclo la


opinión de los ignorantes, destruimos en nosotros
Asu cuerpo, sin duda, que infaliblemente
.l lo que sól<¡ se conserva Por un régimen sano y sc
arrulnara
corrompe por un mal régimen, ¿podremos vivir con
Sócrates estaparte de nosotros mismos así corrompida?Ahora
Muy bien, he aquí sentado este principio; ¿pero tratamos sólo de nuestro cuerPo; ¿no es verdad?
no sucede 1o mismo en todas las demás cosas? Critón
Porque sobre lo justo y lo injusto, lo honesto y 1o
De nuestro cuerPo sin duda.
inhonesto, lo bueno y lo malo, que eran en este

fio
l rtrin o ¿l,lcber

Sócrates que dirá aquel que conoce lo justo y lo injusto, I


vivir con un cuerpo destruido o este juez único es la verdad. Es por esto que sentaste
¿Y se puede
corrompido? malos principios cuando dl;iste al principio que
debíamos hacer caso de la opinión del pueblo sobre
Critón
1o justo, lo bueno, lo honesto y sus contrarias.
No, seguramente.
Quizá me dirás: pero el pueblo tiene el poder de
Sócrates hacernos morir.

¿Y podremos vivir después de corrompida esta Critón


otra parte de nosotros mismos, que no ticne salud
Seguramente que se dirá.
en nosotros, sino por Ia justicia, y que la injusticia
destruye? ¿O creemos menos noble que el cuerpo Sócrates

esta parte, cualquiera que ella sea, donde residen la Así es, pero, mi querido Critón, esto no podrá
justicia y la injusticia? variar la natural eza de lo que acabamos de decir.
Critón Y si no respóndeme: ¿no es un principio sentado,
que el hombre no debe desear tanto cl vivir como
Nada de eso.
el vivir bien?
Sócrates
Critdrn
¿No es más preciosa?
Estoy cle acucrcl<>.
Critón
Sócrates
Mucho más.
¿No admitcs igualmentc, que vivir bien no es
Sócrates
otra cosa que vivir como lo reclaman la probidad y
Nosotros, mi querido Critón, no debemos la justicia?
curarnos de 1o que diga el pueblo, sino sólo de lo
Plato¡ { rir.j.r rr r/.i.¡.r

Critón Sócrates

Sí. Veámoslo juntos, amigo mío; y si tienes alguna

Sócrates objeción que hacerme cuando yo hable, házmela,


para ver si puedo someterme, y en otro caso
Conforme a lo que acabas de concederme, es
cesa, te lo suplico, de estrecharme a salir de aquí
preciso examinar ante todo, si hay justicia o injusticia
contra la voluntad de los atenienses. Yo quedaría
en salir de aquí sin el permiso de los atenienses;
porque si esto es justo, es preciso ensayarloi ) si es complacidísimo de que me persuadieras a hacerlo,
injusto es preciso abandonar el proyecto. Porque pero yo necesito convicciones. Mira Pues' si te
con respecto a todas esas consideraciones, que me satisface la manera con que voy a comenzar este
has alegado, de dinero, de reputación, de familia examen, y procura responder a mis preguntas lo
¿qué otra cosa son que consideraciones de ese vil más sinceramente que te sea posible.
populacho, que hace morir sin razón, 1, clue sin razón
Critón
quisiera después hacer revivir, si le fuera posible?
Pero respecto a nosotros, conforme a nuestro Lo haré.
principio, todo lo que tenemos que considerar es, si Sócratcs
haremos una cosa justa dando dinero y contrayendo
obligaciones con los que nos han de sacar de aquí, ¿Es cierto que jamás so pucclen cometer
o bien si ellos y nosotros no cometeremos en esto injusticias? ¿O es pcrmitido cometerlas en unas
injusticia; porque si la cometemos, no hay más ocasiones y en otras no? ¿O bien, es absolutamente
que razonar; es preciso morir aquí o sufrir cuantos cierto que la injusticia jamás es permitida, como
males vengan antes que obrar injustamente. muchas veces hemos convenido y ahora mismo
acabamos de convenir? ¿Y todos estos juicios, con
Critón
los que estamos de acuerdo, se han desvanecido
Tienes raz6n, Sócrates, veamos cómo hernos de
en tan pocos días? ¿Sería posible, Critón, que, en
obrar.
{ rjr,i¡r o ¡J Jcicr

nuestros años, las conversaciones más serias se Sócrates


hayan hecho semejantes a las de los niños, sin que
nos hayamos apercibldo de ello? ¿O más bien es ¡Pero qué! ¿Es permitido hacer mal a alguno o
no lo es?
preciso atenernos estrictamente a 1o que hemos
dicho: que toda injusticia es vergonzosa y funesta Critón
al que la comete, digan lo que quieran los hombres, No, sin duda, Sócrates.
y sea bien o sea mal el que resulte? Sócrates
Critón por el mal, como lo
¿Pero es justo volver el mal
Estamos conformes. quiere el pueblo, o es injusto?

Sócrates Critón

¿Es preciso no cometer injusticia de ninguna Muy injusto.


manera? Sócrates
Critón cierto que no hay diferencia entre hacer cl
¿Es
Sí, sin «luda. mal y ser injusto?

Sócratcs Crit(rn

¿Entonces es preciso no hacer injusticia a los Lo confieso.


mismos que nos la hacen, aunque el vulgo crea que Sócrates
esto es permitido, puesto que convienes en que en
Es preciso, por consiguiente, no hacer jamás
ningún caso puede tener lugar la injusticia?
injusticia, ni volver el mal por el mal, cualquiera
Critón que haya sido cl que hayamos recibido. Pero ten
Así me lo parece. presente, Critón, que confesando esto, acaso
trit,:r o c],l¡'bct

hables contra tu propio juicio, porque sé muy bien Critón


que hay pocas personas que 1o admitan, y siempre Debe cumplirla.
sucederá lo mismo. Descle el momento en que
Sócrates
están discordes sobrc este punto, es imposible
entenclerse sobrc 1o demás, y Ia difercncia de Conforme a esto, considera, si saliendo de aquí
opiniones conduce nccesariamentc a un clesprecio sin el consentimiento de los atenienses haremos
recíproco. Rcflexiona bien, y mira, si realmente mal a alguno y a los mismos que no 1o merecen.
estás dc acucrclo conmigo, y si podcmos discutir, ¿Respetaremos o eludiremos el justo compromiso
partiendo de este principio: quc en ninguna que hemos contraído?
circunstancia es permitido ser injusto, ni volver Critón
injusticia por injusticia, mal por mal; o si piensas cle
No puedo responder a 1o que mc Preguntas,
otra manera, provoca como de nuevo la discusión.
Sócrates, porque no te entiendo.
Con respecto a mí, pienso hoy como pensaba en
otro tiempo. Si tú has mudado de parecer, dilo, y Sócrates

cxponme los motivos; pero si permaneccs fiel a tus Veamos si de estamaneralo entiendes mejor. En cl
primeras opiniones, escucha Io que te voy a clecir. momento de la huida, o si te agrada más, de nuestra
Critón salida, si Ia ley y la república misma se Presentasen
clelante de nosotros y nos dijesen: Sócrates, ¿qué
Permanezco liel y pienso como tú; habla, ya te
vas a hacer? ¿La acción que PreParas no tiende a
escucho.
trastornar, en cuanto de ti depende, a nosotros y al
Sócrates Estado entero? Porque ¿qué Estado puede subsistir,
Prosigo pues, o más bien te pregunto: ¿un hombre si los fallos dados no tienen ninguna fuerza y son
que ha prometido una cosa justa, debe cumplirla o eludidos por los particulares? ¿Qué podríamos
faltar a ella? responder, Critón, a este cargo y otros semejantes
Illt,'¡n i. ritrta t ,:l.ltbL:r

que se nos podían dirigir? Porque ¿qué no diría, y educación de los hijos, a cuya sombra tú has sido
especialmente un orador, sobre esta infracción de la educado, no te parecen justas en el hecho dc haber
le¡ que ordena que los fallos dados sean cumplidos ordenado a tu padre que te educara en todos los
y ejecutados? ¿Responderemos nosotros, que ejercicios del espíritu y del cuerpo?» Exactamente,
la Rcpublica nos ha hecho injusticia y que no ha diría yo. <<Y siendo esto así, puesto que has naciclo
juzgado bien? ¿Es esto lo que responderíamos? y has sido mantenido y educado gracias a mí, ¿te
Critón atreverás a sostener que no eres hijo y servidor
nuestro lo mismo que tus padres?Y sí así es, ¿piensas
Sí, sin duda, se lo diríamos.
tener derechos iguales a la ley misma, y que te sea
Sócrates permitido devolver sufrimientos por sufrimientos,
«¡Qué! dirá la l"y
ateniense, Sócrates, ¿no por los que yo pudiera hacerte pasar? Este derecho,
habíamos convenido en que tú te someterías al;uicio que jamás podrían tener contra un padre o contra
de la república?>> Y si nos manifestáramos como una madre, de devolver mal por mal, injuria por
sorprendidos de este lenguaje, ella nos diría injuria, golpe por golpe, ¿crees tú tenerlo contra tu
luizá:
<<no te sorprendas, Sócrates, y respóndeme, puesto patria y contra la ley?Y si tratáramos de perderte,
que tienes costumbre de proceder por preguntas creyendo que era justo, ¿querrías aclclantarte y
y respuestas. Dime, pues, ¿qué motivo de queja perder las leyes y tu patria? ¿Llamarías esto justicia,
tienes tú contra la república y contra mí cuando tú, que haces prof'esión de no separarte del camino
tantos esfuerzos haces para destruirme? ¿No soy yo de la virtud? ¿Tü sabiduría te impide ignorar que
a la que debes la vida? ¿No tomó bajo mis auspicios la patria es digna de más respeto y más veneración
tu padre por esposa ala que te ha dado aluz? ¿Qué delante de los dioscs y de los hombres, que un
encuentras de reprensible en estas leyes que hemos padre, una madre y que todos los parientes juntos?
establecido sobre el matrimonio?>>Yo la responderé Es preciso respetar la patria en su cólera, tener
sin dudar: nada. «¿Y las que miran al sostenimiento con ella la sumisión y miramientos que se tienen
P! ¡t l¡¡ t.ttt,)¡¡ ¡.'l itl¡,.v

a un padre, atraerla por la persuasión u obedecer todo el bien de que he sido capaz. Sin embargo, no
sus órdenes, sufrir sin murmurar todo lo que me canso dc decir públicamente que es permitido a
quiera que se sufra, aun cuando sea verse azotado cada uno en particular, clespués de haber examinado
o cargado de cadenas, y que si nos envía a la guerra las leyes y las costumbres de la república, si no
para ser allí heridos o muertos) es preciso marchar está satisfecho, retirarse a donde guste con todos
allá; porque allí está el deber, y no es permitido sus bienes; y si huy alguno que no pudiendo
ni retroceder, ni echar pie atrás, ni abandonar el acomodarse a nuestros usos, quiere irse a una
puesto; y que lo mismo en los campos de batalla, colonia o a cualquiera otro punto, no hay uno entre
que ante los tribunales, que en todas las situaciones, vosotros que se oponga a ello y puede libremente
es preciso obedecer lo que quiere la república, o marcharse a donde lc acomode. Pero también los
emplear para con ella los medios de persuasión que que permanecen, después de haber considerado
la ley concede; y, en fin, que si es una impiedad detenidamente de qué manera ejercemos la justicia
hacer violencia un padre o a una rnadre, es mucho
a y qué policía hacemos observar en la república, yo
mayor hacerla a la patria?». ¿Qué responderemos les digo que están obligados a haccr todo lo que
a esto, Critón? ¿Reconoceremos que la ley dice les mandemos, y si desobedecen, yo los declaro
verdad? injustos por tres infracciones: Porque nc¡ obcclccen
Critón a quien les ha hecho nacer; Porqucr, <k:sprecian a
quien los ha alimentado; Porqucr, cstanclo obligados
Así me parece.
a obedecerme, violan la fe jurada, y no se toman
Sócrates el trabajo de convenccrme si se les obliga a alguna
ves, Sócrates, continuaría la le¡ cosa injusta; y bien que no haga más que ProPoner
<<Ya que si tengo
razbn, eso que intentas contra mí es injusto. yo te sencillamente las cosas sin usar de violencia para
he hecho nacer, te he alimentado, te he educado; hacerme obedccer, ) clue les dé la elección entre
en fin, te he hecho, como a los deneás ciudadanos, obedecer o convencernos de injusticia, ellos no
{ ¡ir,i¡r ¡ ,'/ .1'h'r

hacen ni lo uno ni lo otro. He aquí, Sócrates, la testimonio patente de que vivías complacido en
acusación de que te harás acreedor si ejecutas ella. En fin, durante tu proceso podías condenarte
tu designio, I tú serás mucho más culpable que a destierro, si hubieras querido, y hacer entonces,
cualquiera otro ciudadano.>> Y si yo le pidiese con asentimiento de la república, lo que intentas
Ia raz6n, la l"y me cerraría sin duda la boca hacer ahora a pesar suyo. Tú que te alababas de ver
diciénclome, que yo estoy más que todos los «lemás venir la muerte con indiferencia, y que pretendías
ciudadanos someticlo a todas estas condiciones. preferirla al destierro, ahora, sin miramiento a estas
<<Yotengo, me diría, grandes pruebas de que la ley magníficas palabras, sin respeto a las leyes, puesto
y Ia república han sido de tu agrado, porque no que quieres abatirlas, haces lo que haría el más vil
hubieras permanecido en la ciudad como los demás esclavo, tratando de salvarte contra las condiciones
atenienses, si la estancia en ella no te hubiera sido del tratado que te obliga a vivir según nuestras
más satisfactoria que en todas las demás ciudades. reglas. Respóndenos, pues, como buen ciudadano;
Jamás ha habido espectáculo que te haya obligado ¿no decimos Ia verdad, cuando sostenemos que
a salir de esta ciudad, salvo una vez cuando fuiste I
tú estás sometido a este trataclo, no con palabras,
ri
a Corinto para ver los juego;2 jamás has salido que I
,] sino de hecho y a todas sus concliciones?>>. ¿Qué
l.
no sea a expediciones militares; jamás emprendiste diríamos a esto? ¿Y qué partido podríamos tomar
viajes, como es costumbre entre los ciudadanos; más que confesarlo?
jamás has tenido la curiosidad de visitar otras
Critón
ciudades, ni de conocer otras leyes; tan apasionado
Sería preciso hacerlo, Sócrates.
has sido por esta ciudacl, y tan decidido a vivir
según nuestras máximas, que aquí has tenido hijos, Sócrates

La ley continuaría diciendo: <<¿Y gué adelantarías,

Eran jucgos que cada tres años se celebraban en el istmo de Corintc¡ en


l<.¡s
Sócrates, con violar este tratado y todas sus
honor de Neptuno, desde gue Tcseo los había renovado. condiciones? No has contraído esta obligación ni
I'l at,:¡n
(t¡tt,r¡ .¡ cl lJ,ct

por la fuerza, ni por la sorpresa, ni tampoco te ciudad vecina, aTebas o Megara, como son ciuclades
ha fbltado tiempo para pensarlo. Setenta años han muy bien gobernadas, serás mirado allí como un
pasado, durante los cuales has podido retirarte, si enemigo; porque todos los que tienen amor Por
no mí, y si las condiciones
estabas satisfecho de su patria te mirarán con desconfianza como un
que te proponía no te parecían justas. Tú no has corruptor de las leyes. Les confirmarás igualmente
preferido ni a Lacedemonia, ni a Creta, cuyas leycs en la justicia del fallo que recayó contra ti, porque
han sido constantemente un objeto de alabanza en todo corruptor de las leyes pasará fácilmente y
tu boca, ni tampoco has dado esta preferencia a siempre por corruptor de la juventud y del pueblo
ninguna de las otras ciudades de Grecia o de los ignorante. ¿Evitarás todo roce en esas ciudades
países extranjeros. Tú, como los cojos, los cicgos cultas y en csas sociedades compuestas de hombres
y todos los estropcados, jamás has salido de la justos? Pero entonces, ¿qué placer puedes tener en
ciudad, lo que es una prueba invencible de que vivir? ¿O tendrás valor para aProximarte a ellos, y
te ha complacido vivir en ella más que a ningún decirles, como haces aquí, que la virtud, la justicia,
otro ateniense; y bajo nuestra influencia, por las leyes y las costumbres deben estar por cima de
consiguiente, porque sin leyes ¿qué ciudad puede todo y ser objeto dcl culto y de la veneración de los
ser aceptable? ¡Y ahora te rebelas y no quieres ser hombres? ¿Y no conoces que esto sería altamente
fiel a este pacto! Pero si me crees, Sócrates, tú le 1:

{
vergonzoso? No pucclcs ncgarlo, Sócrates. Tcndrías
ia

respetarás, y no te expondrán a Ia risa pública, ?


¡
necesidad de salir inn-rc<liatatncntc <lt: trsas ciutlaclcs
saliendo de Atenas; porque reflexiona un poco, tc I cultas, e irías a Tesalia a casa clc los amigos de

lo suplico. ¿Qué bien resultará a ti y a tus amigos, i
,l Critón, aTesalia donclc reina más cl libcrtinaje que
si persistís en la idea de traspasar mis órdenes? el orden,r y en donde te oirían sin duda con singular
Tüs amigos quedarán infáliblemente expuestos al
peligro de ser desterrados de su patria o de perder r [-a Tcsalia era uu ¡>ais tlrndc reinaban la liccncia y la cormptrión, asi qutl
sus bienes, y respecto a ti, si te retiras a alguna Jcnolbnte observa quc allí fue clonclc Critias se perdió.
P l¿t,in N rt¡i,¡¡ ,¡ cl ,lLbtr

placer referir el dislraz con que habías salido de la este cuidado que tus amigos tomarán en tu ausencia,
prisión, vestido de harapos o cubierto con una piel, ¿no 1o tomarán igualmente después de tu muerte?
o, en fin, disfrazado de cualquier manera como Pcrsuádete dc que los que se dicen tus amigos te
acostumbran a hacer todos los fugitivos. ¿Pero no prestarán los mismos servicios, si es cierto que
se encontrará uno que diga: he aquí un anciano, que pueclcs contar con ellos. En fin, Sócrates, ríndete
no pudiendo ya alargar su existencia naturalmente, a mis razones, sigue los consejos de la que tc ha
tan ciego está por el ansia de vivir, que no ha daclo el sustento, y no te fijes ni en tus hijos, ni
dudado, por conservar la vida, echar por tierra las cn tu vida, ni en ninguna otra cosa, sea la que sca,
leyes más santas? Quizá no lo oirás, si no ofendes más quc en la justicia, y cuando vayas al infierno,
a nadie; pero al menor motivo dc queja te dirían tcndrás con qué defcndertc delante de los jueces.
estas y otras mil cosas indignas de ti; vivirás esclavo Porque desengáñate, si haces 1o que has resuelto, si
y víctima de todos los demás hombres, porque ¿qué faltas a las leyes, no harás tu causa ni la de ninguno
remedio te queda? Estarás en Tesalia entregado a de los tuyos ni mejor, ni más justa, ni más santa,
perpetuos festines, como si sólo te hubiera atraído sea durante tu vida, sea después de tu muerte. Pero
allí un generoso hospedaje. Pero entonces ¿a dónde si mueres, morirás víctima dc la injusticia, no de
han ido a parar tus magníficos discursos sobre la las leyes, sino de los hombrcs; en lugar clc que si
justicia y sobre la virtud? ¿Quieres de esta manera
sales dc aquí vergonzosamcnte, volviendo injusticia
conservarte quizá para dar sustento y educación a
por injusticia, mal por mal, faltarás al pacto quc te
tus hijos? ¡Qué! ¿Será en Tesalia donde los has de
liga a mí, dañarás a una porción de gentes que no
educar? ¿Creerás hacerles un bien convirtiéndolos
debían esperar esto de ti; te clañarás a ti mismo, a
en extranjeros y alejándolos de su patria? ¿O bien
mí, a tus amigos, a tu patria. Yo seré tu enemigo
no quieres llevarlos contigo, y crees que, ausente
mientras vivas, y cuando hayas muerto, nuestras
tú de Atenas, serán mejor educados viviendo tú?
hermanas las leyes que rigen en los infiernos no
Sin duda tus amigos tendrán cuidado de ellos. pero
te recibirán indudablemente con mucho favor,
sabiendo que has hecho todos los esfuerzos posibles Platón (427-327 a. de C.)
para arruinarme. No sigas, pues, los consejos de
Nace en una importante fhmilia cle Atenas. Su verdadero
Critón y sí los míos.>>
nombre es Aristocles y su sobrenombre se debe a la anchura
Me parcce, mi quericlo Critón, oír estos dc sus hombros.
acentos, como los inspirados por Cibelcs crcen Su vocación era la política, pero cuando tenía veinte años
oír las flautas sagradas. El sonido cle estas palabras de erlad, c()noce a Sltcrates, quien se convirtió en su macstro.
resucna cn mi alma, y me haccn insensible a Platón, bajo esta influcncia, decide dedicarse por completo a

cualquiera otro discurso, y has dc sabcr que, por lo la filosofía, especialmente cuando su maestro fuc conclenado
al dcstierro o a la pena clc muerte, acusado de corrupción a
menos en mi disposición prescnte, cuanto pueclas
la juventud de Atenas.
decirme en contra será inútil. Sin embargo, si crces
Cuando muere Sócrates, por elección suya, Platón inicia
convcncerme, habla.
una serie de viajes en los que busca crear una doctrina o
Critón teoría del Estado.

Sócrates, nada tengo que clecir. Cuando regresa a Atcnas, tltrcirlc crcar la Aca<lctmia en
compañia dc su principal disc'í¡tukr, Aristótt:lcs, <¡tticn trabaja
allí clurante veinte años. En csta sc estu<liaban todas las
ciencias: las matemáticas, la astronomía, la física, además dc
la filosofía.

Platón, además de ser reconocido Por sus e scritos


filosóficos, también fue admirado por la caliclad literaria con
que escribía sus diálogos, Ios cuales tenian siempre a Sócrates
como personaje principal.

Critón o clel derber pertenece a uno de sus diálogos de


juvcntud y da una mirada al concepto de ciudadanía y del
cumplimento clel deber.
En el 388 a.C. emprende un viaje hacia iicilia, donde
pretende influir en la política de Dionisio I.Más adelante
escribe La República, donde plasma sus idos acerca del
buen gobernar. Se dice que murió a los ocherta y un años,
dedicando sus últimos días a la enseñarlza en lácademia.
l

t
i

John Keats

Carta a FannSr*
Wentworth Place, febrero, ¡1820?
Mi dulce amor,

Esperaré pacientemente el comienzo de otro


día para vernos y si entretanto forzoso se hace
verte, juro por tu Belleza que siempre que escriba
sobre algún tema dcsagradable tenc{ré en mi mente
impresa tu bondad. ¡Cuán doloroso hubiera sido que
accedieras a aquello que sin embargo es razonable!1

Tratlucción del inglós por Christian Carnilo Londoño.

Cuand<¡ Keats habla de "a<luello que sin cmbargo es raz,¡nahle" se refierc a la


propuesta que s()manas antes hizo a Fanny <ier terminar su relación debido al
grave estarlo tle salutl tlel Jroeta. Fanny rechazó la propuesta. (N. delT.)
i

¡Cuánto más tc amo por el resultado general! En palabras <<Buenas noches» para ponerlas bajo mi
mi estado de salud actual me siento muy lejos de ti almohada.
y bien podría decirte las palabras que el Fantasma
Querida Fanny,
de Lorenzo susurra a Isabella:2
De tu af'ectuoso
Tú Belleza se desplaza inmensa sobre mí y siento
que un amor más grande aún me roba toda mi ri,) ./¡ rt
esencia.
I|{q,,- lt-|ft'f:f-
Desde quc te conozco mi mayor tormento ha
sido que te inclines hacia el lado de Crésida;r pero
disipo totalmente este temor y perman ezco feliz
en la seguri<lad de tu Amor, que es para mí
1o aseguro -telas
milagro y una dicha. Envíame

Keats hace ref'crenr:ia al poema lsabcll.t,or the pot oJ'Basil. Éste pocma, escrito
por el propio Keats, cuenta la historia de un;r joven cuya lámilia intenta casar
con un hombre rico, a quicn ella no ama. lsabella está enamr¡rad¿ dc Lt¡ren-
zo, siervo de uno de sus hcrmanos. Cuanrlo los hermanr¡s sc cnteran de este
amor, ascsinan a Lorenzo v enticrran su cuerpo. El tántasnra de Lorenzo lt:
revr:la el crirnen a Isabella en un sucño. Ésta cxhuma cl catlávcr y guarda en
un frasco dc albahaca la cabcza ile su amadr¡. Isabella pierde t,l y tcrmi-
iuicio
na sus días r¡bsesionada con la cabt:za muerta de Lorcnzo. La misma historia
pucde lct'rse en el Dccameró, (IY 5) de Giovanni lJoccaccio. (N. delT.¡

Kcats se rcfiere a Crésida, pcrsonaje qu(.Jparecc r.n las obras de varios cs-
critr¡res del Medioevo y del Rcnacimientr¡. Crésida es una hermosa mujcr
griega c¡ue, en medio dc la gucrra de Troya, es tomada prisioncra por los
troyanos. Crésida se enamora dcl príncipe troyanoTioilo, a quien
iura amor
ctcrno. Sin embargo, despuós de scr libera<la por las tropas griegas se con-
vierte en amante de Diomc<les. (N del1.)
/,rir i,rrl

i
me espera para acogermc como un sepulcro, Ia
pasión, créeme, me domina por completo; en ese
;
i
momcnto no mc gustaría que vieras los raptos de
éxtasis a los que, algunas veces, pensé imposible
i
i entregarme y de los que, otras, me rio, por miedo
t
a que me consideres o bien un desdichado o bien
{
I
un Poco loco.
I
Carta a Francesca* I
t En este momento estoy baj o una vcntana, mirando
I
Newport, Julio 3, 1819 el hermoso paisaje montañoso por el quc sc cntrcvé
II
el mar; la mañana está perf.ecta. No só cuánto
Shanklin, Isla deWight, Jueves. I podría expandirse mi espíritu, no sé qué placeres
Mi querida Dama, provocaría en mí el vivir aquí, cl rcspirar, el pasear
tan libre como un vcnado en esta hermosa costa
si el recuerdo tuyo no pesara tanto sobre mí. No
Me alegra no haber podido enviarte la carta he conocido la felicidad ininterrumpida: la muerte
que te escribí el jueves en la noche; parecía sacada o la enfermedad de alguien sicmprc ha cstropcado
de la Eloísa de Rousseau.' Amanecí más razonable mis horas. Y ahora quc ningun«r <k' cs«ls males me
hoy. La mañana es el único tiempo propicio para oprime, dcbcs confcsar, p()r muy <luro quc sea, que
escribirle a esa mujer hermosa que tanto quiero: otra clasc dc pcna mr' ¡rt't'sigut'.
por Ia noche, cuando el día solitario ya termina Pregúntate a ti misma, amor, si no eres harto
y la desolada, silenciosa y nada musical recamara cruel por habcrme aprisionado, por habcr
destruido mi libertad. Confiesa esto en la carta que
taclucción
debes escribirme de inmcdiato, y dime todo lo que
<lel inglés por Christian Camilo Lt¡ndoño.
Se rellere a una novcla romántica epistolar con el titulo /u lia o la nueva Lloisa,
sea necesario para consolarme; hazla sustanciosa,
publicada por Jcan Jacques Rousseau en 1 76 I . (N. del T. ) como un trago dc amapolas, para que me intoxique;
,'
escribe las palabras más dulces y bésalas, para Ver esos ojos que aprecio más que los míos
que así mis labios por lo menos puedan rozar el
f¡ar susjavores en ofto.
lugar donde estuvieron los tuyos. Por mi parte
no sé cómo expresar mi devoción a una criatura Y a esos dulces lab¡os (imprcgnados del néctat inmortal)

tan bella: necesito una palabra más perf'ecta que presionados dulcemente Por cualquiera aParte de mi.
perfecta, una palabra más hermosa que hermosa.
Imagina, imagina, Francesca,
Casi quisiera quc fuéramos mariposas y viviéramos
apenas tres días dc estío: tres días efímcros contigo ¡qué inejable mald¡c¡ón sería!
pueclen contener más felicidad que cincuenta años
J
ordinarios. Pero por más egoísta que parcrzca, cstoy
seguro de que nunca podría actuar egoístamentc: Escríbeme en seguida. No hay servicio dc correo
como te lo dije uno o dos antes de dejar Hampstead, hasta donde estol, por tanto debes dirigir la carta
nunca regresaré a Londrcs si el destino no me otorga a la oficina dc corrcos dc Newport, Isla de Wight.
una carta ganadora. Aunque podría cifrar toda mi Estoy seguro de que antes del anochccer voy a
f.elicidad en ti, no puedo pretcncler adueñarme maldecirme por habcrte escrito una carta tan fría;
por completo de tu corazín -en efecto, si en este sin embargo, es mejor que quede así antcs cle quc
momento percibo quc tú sientes lo mismo quc pierda los cabalcs. Sé tan bucna como tc lo permita
yo siento por ti, no creo que pudiera refrenar el la distancia.
deseo de verte de nucvo mañana, por Ia sola dicha j
tu madre , mi amor
Por fávor, clale mis saluclos a a
de abrazarte. Pero no. Tengo que vivir a fuerza de
Margaret y mis mciorcs rccuerdos a tu hermano.
esperanza y azar. En caso de que Io peor ocurra, te
seguiré amando, ¡pero cuánto odio scntiré por el
otro! tlr) {¡ /
El otro día leí unos versos quc continúan
rt'{q
;
,t t'tr- r'lfli'
resonando en mis oídos:
I

John Keats (1795-1821)


Fue un poeta inglés. Nació en Londres en medio de una
familia humilcle. Hizo parte clel movimiento romántico inglés
y cntre sus amigos se contaban los poetrs Percy Shelley y Lord
Byron, el pintor Joshep Severn y el ensayista Leigh Hunt. Su
poema más lamosa quizá sea la Oda a un ruiseñor.

La relación con Fanny Brown comenzó en los últimos


meses de 1818. Fanny Brow.n cra vecina clel poeta y aunquc George Gordon Byron
al principio a Keats le pareció un poco molesta, terminaron
enamorados. Las amistaders y la fámilia clc Kcats siempre se
opusieron a esa relación, por eso que la parcja rccurrió
ers Carta a Lady Caroline Lamb*
a cartas y notas; su correspondencia duró <lescle 1818 hasta
Agosto de 1 81 2.
1921. Las cartas, de las que sólo se conservan las que Kcats
cnvío a Fann), se cuentan cntre las más famosas cle la literatura; Mi querida Caroline,
fuerc¡n publicadas cn 1878. A causa rle su tuberculosis Keats
tuvo que abandonar cl frío Londres. Fijó su residcncia en
Roma donde al poco tiempo murió. Era el mes de f-cbrcro de lágrimas -que tú vistc y que no soy ProPenso
Si las

1921 .Tenia 26 aitos. Sobre su tumba se gravó el epitafio: a clerramar , si el estaclo de agitación en que me
separé de ti -agitación que debiste percibir a través
AQUÍ YACE UN HOMBRE CUYO NOMBRE FUE
de todo este nervioso ffiire* no emPezaron hasta
ESCRITO SOBRE ELAGUA
que el momento cle dcjartc se acercó; si todo 1o quc
En el 2009 Ia directora inglesa Jane Campic¡n realizó una
he dicho y hecho y aún estoy dispuesto a decir y
conmove<lora película (Bright Srar) sobre la dlfícil rclación
a hacer no ha demostrado suficientemcnte cuáles
entre John Keats y Fanny Brown.

* Traducción del inglós por Christian Camilo Lt¡ndoño.


{
r,¡,r.,r' { i,r r/o¡r lll ¡¡,¡r §

;
l
son y serán mis sentimientos hacia.ti, amor mío, no Ias causas adecuadas y nunca dejes de sentir todo
I
tengo otra prueba que ofrecer. I eso de 1o quc fuiste testigo y todo 1o que sólo mi
Dios sabe que deseo tu felicidacl, y cuando deje { corazín sabe y acaso el tuyo también.
fI
dc verte, o mejor: cuando tú, atcfrdiendo al deber L
I Que Dios te proteja, te perdonc y tc bcndiga
para con tu esposo y tu mad¡s dejes de verme, l por siempre y para siemprc.
tendrás que admitir la verdad d¿ aquello que de $
Tú afectuoso,
nuevo te prometo y juro: que nadic, dc palabra o I

hecho, ocupará el lugar cn mi goyazín consagrado Byron


a ti, hasta el día de mi muerte .
P.D. Las provocaciones que te han conducido a
Hasta este momento no conocía la locura de mi .;
esto, mi querida Caroline, no vinieron de tu madre
?

amada y más quericla amiga. No puedo exPresarme, 'J.


'4
ni de tus más queridos familiares. ¿Existirá algo, en
no es tiempo para palabras, pero ¡endré el orgullo, la tierra o en el cielo, que pueda hacerme tan feliz
;
el placer melancólico dc sufrir aquello que tú como el hecho de haberte hecho mía hace mucho
aPenas puccles concebir porquc no me conoces.
,.
,1¡

I
tiempo?Y no menos feliz ahora que entonces, pero
!
Estoy a punto de partir, con sl corazín cargado '?
más que nunca en estc momento. Sabes que con
f;
de pesar porque mi aparición erta tarde frenará placer renunciaría a todo lo clc este mundo y a lo
I
cualquier historia absurda que lo§ eventos de hoy T
I del más allá; y por abstenermc de ello, ¿tienen
pudieran suscitar. Sigues pensadd que soy frío y \j
't que ser malinterpretados mis motivos? No me
severo y artificioso; los demás peilsarán lo mismo, ü
, importa quién los sepa o qué uso le puedan dar,
i
también tu madre, esa madre pof la que tuvimos sólo eres tú y es a ti a quien se deben. Fui y soy
que sacrificar tanto, pero más, mucho más yo, tuyo, principalmente , para complacerte, honrarte,
mucho más de lo que ella jamás püeda imaginarse.
amarte ... y para escapar en el momento y lugar
"Él promcte no amarte".Ah, Caioline, eso va más que tú fijes.
allá del prometer. Atribuye todas as concesiones a
t
|
'¿,¡¡i,:
t irt d,¡rt lJ¡rtt¡

existencia desde ahora y en Io futuro. Siento que


existo aquí y me temo que seguiré existienclo, para
el propósito que decidas; mi destino yace contigo,
¡ una mujcr de diecisiete años que salió hace dos de
I
I
it
!
un convento. Dcsearía, con todo mi corazón, que
t
I hubieras permanecido allí, o por lo menos, nunca
haberte conociCo en tu estado marital.
Carta de amor a la CondesaTéresa* Pero es muy tarde para todo esto. Te amo y tú
Mi queridísimaTeresa, me ' amas, al menos eso dices y actúas como si así
fuera, lo que siempre me sin e de consuelo. Pero
lo que siento es más que amorr / no puedo dejar de
He leído este libro en tu jardín; tú, mi amor, amarte.
estabas ausentc, de otra fbrma no lo podría haber
leído. Es uno de tus libros favoritos, y el escritor Piensa en mí, a veces, cuanclo los Alpcs y el
océano nos dividan, pcro nunca lo harán a menos
fue amigo mío. No entenderás estas palabras en
de que lo desccs.
inglés, y los demás no las entenderán, razlnpor la
que no las garabateé en italiano. Pero reconocerás
la caligrafia de aquel que te ama apasionadamentc B. (Lord Byron)
y adivinarás que, sobre las páginas de en un libro
que era tuyo, el sólo podía pensar en amor. En
esa palabra, bella en todos los idiomas, pero aún
más en el tuyo -Amor mío- está incluida en mi

* Traducción di:l inglés por Irene Calle.


I
George Gordon Byron (1788-1824) dura un año. Los rumores sobrc su vicla lo hicieron partir cle

su tierra hacia Europa.


Pocta Británico nacido en 1788, hi;o de una familia de
En 1 819 Lord Byron y la condesa Guiccioli sostienen una
la Aristocracia. Su padre muere cuando él tenía tres años,
relación llena cle escándalos y problemas públicos. En ese
dejándole, como única hcrcncia, una cantidad de deudas -l

I
mismo año da a la luz Don Juan, Ia que cs Para muchos su
proclucto del derroche clesmedidr¡ dcl clinero de su f-amilia. *
f mejor obra.
George Gor<lon Byron se clistinguió cn su etapa educativa
En 1823 lo clcsignan miembro del comité de Londres
como dcportista, a pesar de tcner un pie <lefbrme <lesde su
para la Indepenclcncia dc Grecia, allí escribió su últirna obra
nacirniento, lo cual le causaba amarguras.
tituladaA mis treinta y seis años.
Cuandc¡ apenas tenía diecir¡cho años, publicó su primer t
x
I Este mismo año sufrió un ataque epiléptico y se enfermó
libro de poemas titulado Horas de Ocio, editaclo en la
gravemente. El 19 de abril mucrre sin haber cumplido su
prestigiosa revista Edinburgh Review, y una sátira titulaila t deseo de indepcndencia griega.
Bardos ingleses y críticos escoceses, con la que alcanzó cierto
re cono cimi entr¡.
II
I
En 1809, al scr declarado mayor de edad, emprencle
un viaje cle dos años por España, donde escribe un pocma
dedicaclo a la belleza de las españolas, titulado La chica de
Cádiz. Durantc sus viajes por Grecia, Albania y Portugal,
escribe La maldición de Minerva.

En 1811 mueren su madre y dos amigos suyos, por l<r


que su ánimo tuvo una rccaícla y ;e obsesiona con el tema
de Ia muerte. Su hermanastra fue su único apoyo, hasta que
sostuvieron una relación amorosa 1 fue acusado de incesto.

En 1815 contrae matrimonio con Ana Isabella Mibanke, ;

con quien tuvo una hija llamada Augusta y cuya relación solo
Francisco José de Caldas

Cata a María Manuela Barahona


Santafé, abril 21 de 1810

Señora doña María Manuela Barahona

Mi amada Manuelita: mi adorada esPosa; me


parece que cuando usted reciba ésta ya estarán
nuestros corazones enlazados para siemPre, y que
ya puedo sin temorcs llamar a usted con el dulce
nombre de esposa. Ya creo que usted es dueña,
señora, que manda con imperio sobre mi corazón
amoroso, sobre este corazbn ya feliz, venturoso,
pues posee el objeto de sus deseos y cle sus suspiros.
Dulce Manuelita mía, ¿cómo pudiera dar a usted una
r
llt* tto Jt:tt rk {tlia:

idea de las sensaciones, de los dulces recuerdos, de un recuerdo de mi adorada, de mi dulce Manuelita.
los torrentes de;úbilo en que se inunda mi alma con Una sonrisa, una mirada halagüeña, una simple
su memoria? Mi memoria es la fuente inagotable palabra de usted haría mi gloria y mi felicidad.
de mis placeres. La memoria de mi Manuelita me Viva usted segura que es amada con vehemencia y
produce preciosos y dulces momentos. ¡Qué largos con vercla<l. Manuelita, amiga, compañera, esPosa,
se me hacen los días que separan los
correos! iQué mitad de mi ser, objeto único de mis amores,
dilatadas las semanas que deben correr antes de señora, dueña, imperiosa, yo ruego a usted quc me
vernos y de estrecharnos! ¡Ah! ¡Mornento deseado, ame como la ama Caldas.
momento venturoso, momento f'eliz! Acelere ustcd
Remito a usted un cajoncito que contiene un
este momento por mi f'elicidad. Mi corazón, es
sombrerito de paja para el camino. Es de coPa un
verdad, descansa sabiendo que usted quiere ser mi
poco grande para ustecl; pero como se lo ha de
esposa; pero se agita al considerar que tiene que
poner sobre mantilla, o sobrc paño, Ie aiustará
devorar muchos mescs de ausencia, de suspiros y
bien. La copa de este sombrcrito la hc llcnadcr
de deseos. Mi dulce Manuelita, venga usted cuanto
con un pañuelo grande de musclincrta para que se
antes al seno de su Caldas, al scnc del amor, del
cobije en el camino; de dos pañuclos arrengados
respeto y de la estimación. Un coraz\n amoroso,
para el pecho; clc seis pañuclos para las narices;
un tierno amante, un idólatra la espera , f la espera
de tres pares cle guantcs dc camino. A más va un
con inquietud y con ansia. ¡Cuántos suspiros ha
par de guantes dc sc<la para que se despida usted,
arrancado usted a mi pecho!Yo no puedo olvidar
tres cortes de zapatos bordados de seda para lo
un momento a mi Manuelita, y esta memoria me mismo, un anillo clc csmcraldas, otro de un rubí
acompaña a todos los lugares. ¿Usted se acordará con esmeraldas, y cn fin, otro de un diamantico y
de mí? ¿Viviré en su pecho inocente como usted esmeraldas.
vive en el mío? ¿Seré amado como es amada usted?
Necesito y espcro que usted me mande la
Dichoso mil veces feliz si he merecido un suspiro,
medida del largo dc su pie y del grueso tomado

382
l::*nt.oto J,t:;i lt ( tlJ*

en el empeine en unas dos tiritas de papel para dulces delicias en hacer algo para usted, en hablar
prepararle los zapatos que deben servirle para de usted, en cscribir a mi adorada Manuelita. ¿Qué
presentarse al Virrey y Virreina. Esta ya le ama recelos puede usted tener cn un corazín en que
a usted, me pregunta por mi Manuelita y me ha usted tiene el impcrio, el mando, en que es señora,
mandado que la salude a su nombre y que desea y que es amada con entusiasmo?
conocerla.
Adiós, mi dulcc Manuelita, adiós. Reciba ustecl
Supuesto que usted posee rni coraz6n, supuesto eI coraz6n del quc besa amorosamente sus pies.
que usted está segura de mi amor, supuesto que
ya, tal vez, es mi esposa, 1lo voy a pedir a usted una
confianzade esposo. Quiero que usted, deponiendo Francisco José de Caldas
todo embarazo y todo rubor, propio de su sexo,
me abra la puerta de su corazín y sin valerse de
nadie me diga qué le falta en vestido, en muebles
para su viaje, qué desea, qué quiere; usted me
dará así una prueba de confianza y de esposa. Sí,
mi Manuelita, sí, ábreme ese corazón que idolatro,
manifiéstemelo sin empacho. Acuérdese usted que
habla con su amigo, con su compañero, con su
esposo, con su amante, con este amante enérgico y
vehemente que la adora. El mayor placer que puede
usted proporcionarme será seguramente tratarme
con confianza. Sí, téngala usted conmigo; no tenga
dudas, deseche usted todo temor y toda timidez.
Mi corazón es franco, sincero y siente las más
f
i

Francisco José de Caldas ( I 7 68-181 6) I general de brigacla. Su cflciencia, y su f'acilidad de palabra,


puesta en práctica para difundir Ias ideas de liberación,
Uno de los hombres más brillantes y más importantes en
provocaron una persecución casi sin tregua por parte de
la campaña libertadora de Colombia. Nació en Popayán. Allí
los españole-s. Cuando las tropas cspañolas tomaron la
estudió latín y filosofía, y se dedicó con especial cuidado al
capital, é1, que se encontraba escondiclo junto con algunos
estudio de las matemáticas. Posteriormente se trasladó a Santa
amigos en una hacienda a las afueras de la ciudad, fue
Fe y se dedicó al estudio de las leyes, las que prontamente
apresado, sometido a un conseio de guerra y condenado a
abandonaria para clcdicarse con entusiasmo al estudio de Ia
muerte, siendo fusilado por la espalcla el 29 de octubre <le
naturaleza. Sus esfuerzos y logros acaclémicos son más notables
1816. Antes de su ejecución, solicitó que se le permitiera
aún si se tienen en cuenta sus limitaciones económicas y
terminar sus trabajos en botánica y geografía, petición
el poco estimulo intelectual en la región. Como forma de
que fue negacla.
compensar estas carencias, trabó amistad con Alejandro de
Humbodlt, con quien emprendería una expedición por parte De él sólo se conoce una publicación, impresa en 1807
de Suramérica levantando cartas geográficas y clasilicand<; con el nombre de Estado de la geografía del vitteinato de Santa
los descubrimientos en botánica. Fe de Bogotá, con relación a la economía St al comercio.

De regreso en Santa Fe, y como incentivo por su Sostuvo un inusual noviazgo Por correspondencia con
trabajo expedicionario, y por los clescubrimientos y María Manuela Barahona, a quien no conocía en Persona
revelaciones que dio a conocer a la sociedad capitalina, y y que posteriormente sería su esPosa. El matrimonio fue
gracias a la intervención clel sabio Mutis, fue nombracio también inusual, pues debido a las múltiples ocupaciones del
director del Observatorio astronómico. Allí fundó el sabio, éste no pudo asistir a su propia boda; encargando su
Semanario de la Nueva Granada, publicación destinada a la representación, por medio de un poder, a su amigo Antonio
difusión cle las artes, la cultura y el comercio. Habiéndose Arboleda. La carta que está incluida en esta antología
hecho una figura pública, y gracias a la relación que había corresponde a la extensa colección epistolar que hubo entre
comenzado a tener con la intelectualidacl santafereña, Caldas y su esposa.
Caldas rápidamente se vinculó al proyecto libertario de la
nación. Sus amplios conocimientos en ingenieria hicieron
que lo nombraran capitán de ingenieros y posteriormente

tfi'i
r
I
t

Simón Bolívar

Carta a Manuela Saenz


Ibarra, 6 de octubre (1826)
I La décima

Mi encantacloraManuela: Tu carta del 12 dc


setiembre me ha encantado: todo es amor en ti.
Yo también mc ocupo de csta ardiente fiebre que
nos devora como a dos niños. Yo, viejo, sufro el
mal que ya dcbía habcr olvidado. Tú sola me tienes
en este estado. Tú mc pides que te diga que NO
QUIERO A NADIE. ¡O no! A NADIE AMO: A
NADIE AMARÉ. El altar que tú habitas no será
profanado por otro ídolo ni otra imagen,, aunque
I
Í
5ntl,t l\t¡liur

fuera la de Dios mismo. Tú me has hecho idólatra


de la humanidad hermosa o de Manuela. Créeme:
te amo y te amaré sola y no más. No te mates.Vive
para mí, y para ti: vive para que consueles a los
infelices y a tu amante que suspira porVERTE.
Estoy tan cansado del viaje y de todas las quejas
de tu tierra que no tengo tiempo de escribirte con
letras chiquititas y CARTAS GRANDO?AS como Carta a Manuela Saenz
tú quieres. Pero en recompensa si no rezo, estoy Ica,20 dc abril de 1825
todo el día y la noche entera haciendo meditaciones
eternas sobre tus gracias y sobre 1o que te amo,
sobre mi vuelta y lo que harás y lo que haré cuando Mi bella y bucna Manuela: Caclamomento estoy
nos veamos otraYEZ. No puedo más con la mano. pensando en ti y en el destino que te ha tocado.Yo
NO SÉ ESCRIBIR. veo que nacla cn el mundo pucdc unirnos bajo los
auspicios cle la inoccncia y del amor.
Nota: Carta enteramente autógrafa de Bolivar,
sin firma. Lo veo bien, y gimo cle tan horrible situación
por ti; porqucr tc debes reconciliar con quien no
amabas; y y() porque debo scPararmc de quien
idolatro!!!
Sí, te idolatro hoy más que nunca jamás. Al
arrancarmc tlc tu amor y de tu posesión sc me ha
multiplicatlo cl sentimiento de todos los encantos
de tu alma y clc tu corazin divino, de cse corar'6n
sin moclelo.
{
Siuin Bolítrr

Cuando tú eras mía yo te amaba más por tu genio Simón Bolívar (1783-1830)
encantador que por tus atractivos deliciosos. Pero
Nace en Caracas, en el año de 1783. Perteneció;r tlrr¡
ahora ya me parece que ura eternidad nos separa
fámilia adinerada proveniente de España, Pero que resiclió t'rr
porque mi propia determinación me ha puesto en el
Venezuela. Sus padres murieron cuando era un niño, p<'r' l<'
tormento de arrancarme ce tu amor, y tu corazón
<1uequcdó en custodia de su abuelo, clon Feliciano Pal,rcit's,
justo nos separa de nosotros mismos, puesto que
quien por dificultades de salucl cntrega la custoclia a str títr
nos arrancamos el alma que nos daba existencia, Esteban Palacio y Blanco.
dándonos el placer de vivir.
Para seguir los pasos de su padre' en la milicia, Sinrirn
En lo futuro tú estarás srla aunque al lado de tu Bolivar se traslada a Europa Para cursar sus estudios, allí
marido. contrae matrimonio con María Téresa Rodríguez clel Ti¡rr',

Yo estaré solo en mediodel mundo. quien muere en 1803 por fiebre Amarilla.

A demás de ser reconocido Por ser libertador clc Amórit'a,


Sólo la gloria de habernos vencido será nuestro
también lo es por scr el libertaclor de la literatura, según
consuelo.
Rufino Blanco Fombona: lo atestiguan sus cdrtas, donde tecotre cl

El deber nos dice que ya ro somos más culpables! ! diapasón de los aJ'ecto.s. . .; sus proclamas'-fulgurantes de poesía épita;
No, no lo seremos más. sus discursos persuasivos, sus documentos, a menudo de una armonítt

admirable entre la sobriedad del estilo y la altitud mental. Cuon.lo

es pensador, como en el Congreso de Angosturu, la exptesión gdt-tLt L'tt

proJundidad lo que pierde enbrillo'.. Conciso no siempre lo-fuc, sol'rc


todo al principio... I-o queJaltó siempte en su estilo y en su viJu.ltrc

la serenidad, la placidez,la calma.

En 1822 Simór-r Bolivar conoce a Manuela Sáenz, <¡trit'rr

fue llamada la libertaclora del libertador, por haberle salr.rtl,, l.r

vicla en varias ocasionc-s.


{

Sus cartas son la representación del amor que hubo entre


los dos, y fueron publicadas en el libro El patriota y amante
de usted, en 1993 por la editorial Diana, edición en la cual se

incluye un diario y algunas de las cartas inéditas de Manuela


Sáenz.

Napoleón Bonaparte

Cata a Josephine*
Niza, 10 germinal [30 cle marzo]r
i

i
{ No hc pasado un día sin amartc; no hc pasado
I
I
]i
t
una noche sin tencrtc c:ntrc mis braz<)s; no he
,!ii

t tomado una taza <lc tó sin rnaltlccir Ia gloria y la


ambición quc mc ticncn alcjado del alma de mi
vida. En meclio clc mis asuntos, ala cabeza de las
tropas, mientras rocorro los campos, mi adorable

Traducción del I'rant'i's ¡ror Ircne Calle.

Después de la Rcvolución Francesa se buscó obedccer a un calendario que


no tuviera refi:rencias rcligiosas. Este calendario se ilamó Republicano. Así,
el mes "germinal" anutrt:iaba el comienzo de la primavera. (N. delT.)
Napolctin BornpartL

Josephine es la única en mi coraz6n; ocupa mi que me inspira sentimientos tiernos que mc llaman
mente, absorbe mi pensamiento. Si me alejo de a la Naturaleza, y movimientos impetuosos tan
ti con la velocidad del Ródano, es para volver a volcánicos como el trueno. No te pido ni amor
verte más pronto. Si, en medio de la noche, me eterno ni fidelidad, sino solamente... la verdad,
levanto a trabajar, es para adelantar algunos días franqueza sin límites. El día en que digas "te amo
la llegada de mi dulce amiga sin embargo, en tu menos" será el último de mi vida. Si mi corazín
I,
carta del 2 3 aI 26 ventoso, me tratas de "usted". fuera tan vil para amarte sin ser correspondido,
¡Tú misma me tratas de "usted"! ¡Ah, malvada! lo cortaría con los dientes. ¡Josephine, Josephine!
¿Cómo has podido escribir esta carta? ¡Es tan fría! Acuérdate de 1o que te he clicho algunas veces: Ia
Y luego, del 23 aI 26, hay cuatro días; ¿qué has Naturaleza me ha dado un alma fuerte y clecidida.
hecho, ya que no le escribiste a tu marido?... Ella te ha hecho de encaje y clc gasa. ¿Has dejado
¡Ah,
mi amiga, lo que ese "usted" y estos cuatro días me de amarme? Perdón, alma dc mi vida, mi espíritu
han hecho lamentar mi antigua indiferencia! está tendido sobre vastas combinaciones. Mi
¡Ay
de aquel que fuera la causa! ¡Y puede, por castigo corazbn,, enteramente ocupaclcl Por ti, tiene
y tortura, probar aquello que la convicción y la miedos que me llenan de desgracia... Me molesta
evidencia (que sirvieron a tu amigo) me hicieran no llamarte por tu nombrc. Espcro que me 1o
probar! ¡El Infierno no es tortura! ¡Ni las Furias escribas. ¡Adiós! ¡Ah! Si llegaras a amarme menos,
ni las serpientes! ¡"Usted"! ¡"tlsted"! ¡Ah! ¿Qué es que no mc has amado nunca. Y scría entonces
pasará en quince días?... Mi alma está triste, mi digno de lástima.
corazín es esclavo y mi imaginación me asusta... PD: Este año, Ia guerra ya no cs reconocible. He
Si me amas menos serás consolada. Un día, ya ordenado dar carne, pan y forrajes; mi caballería
no me amarás más, dímelo y sabré merecer la armada se pondrá en marcha pronto. Mis soldados
desgracia... Adiós, mujer, tormento, fortuna, me muestran una confianza inexpresable; sólo tú
esperanza y alma de mi vida, que amo, que temo, me desasosiegas, sólo tú, el placer y el tormento de
NayoLu',n Bonoytrti,
I
mi vida. Un beso a tus hijos, de quienes no hablas.
¡Pues claro! ¡Eso alargaría tus cartas a la mitad! Los
visitantes, a las diez de la mañana, no tendrían el
placer de verte. ¡Mujer!

Carta a Josephine*

Marmirolo, mesidor 29,9 de la noche (17 de julio


de 1796)
tu carta, mi adorable amiga; llenó mi
Recibí
corazín de alegría. Estoy agradecido Por las
molestias que te tomaste para darme noticias tuyas;
tu salud debe estar mejor ahora; estoy seguro de
que te has curaclo. Deseo que te comPrometas a
montar a caballo, no puede hacerte más que bien.
Desde que te deji:, he cstado siempre triste. Mi
felicidad es estar ccrca cle ti. Evoco incesantemente
tus besos, tus lágrimas, tus amables celos; y los
encantos de la incomparable Josephine encienclen sin

- '[iaducción tlcl lr¿tnci's por Ircne Calltr

.*)
t
,\a¡r,llrlo li,,lrr¡;,rr,.,

parar una llama viva y ardiente en mi corazbn y mis Napoleón Bonaparte (1769-1 821 )
sentidos. ¿Cuándo podré, libre de toda inquietud, de
Nació cn Ajaccio, en la capital rlc- lo que actualmente
todo asunto, pasar todos mis instantes cerca de ti,
se conoce como Córcega, la cuarta isla más grande del
sólo amándote y pensando cn la suerte de dccírtelo
mediterráneo.
y probártclo? Tc enviaré tu caballo y espero quc
En su juventud se destacó en el ejercicio de las matemáticas,
puedas acompañarme pronto. Creía amarte hace
lo que le f'acilitó cn 1784 en la Escuela Militar
su ingreso
algunos días pero, clcsdc que tc vi, siento que te
de Brienne, de dondc salió a los 16 años con el cargo de
amo mil veccs más. Desdc quc te conozco te acloro
subteniente. Un año clespués terminó sus cstudios en la
cacla día más: esto prueba cuán lalsa es la máxima Escuela Militar de París.
de La Bruyére: el amor vienc de rcpente. Todo en
A sus apenas 24 años, y gracias a los numerosos éxitos en
la naturalcza tiene su curso y difcrentes niveles de
las campañas militares en las que participó, fue nombrado
crecimicnto. ¡Ah! Te rucgo, dójame ver algunos cle
general de brigada. Su vertiginoso acenso no se cletuvo. En
tus defectos, sé menos bclla, mcnos graciosa, menos 1796 frc nombrado general en jef'c del ciército de Italia,
tierna, menos buena y sobre todo, jamás seas cclosa, mismo año en el que se casaría con Josclina dc Beauharnais, a
jamás llores, pues tus lágrimas mc quitan la raz6n y quien le dedica las cartas contenidas en esta antología. A pesar
hacen hervir mi sangre. Cree firmemente en que ya de algunos reveses militares como jefe máximo, su prestigio
no está en mi pocler pcnsar en algo que no seas tú, o como hombre de guerra y como estratega, no disminuyó. En

en una idea que no te sea sumisa. 1799 se toma el poder de forma violenta a través de un golpe
de estado, se autoclenomina emperador, ejerce un gobierno
I) e scansa. Re cupérate pronto Ven a acompañarm e
dictatorial y cmprende una exitosa campaña de conquista
y al menos, antes de morir, podremos decir: ¡Fuimos por toda Europa y parte d. Áf.i.o.
felices tantos días! Millones de besos, incluso a la
En 1809 Napoleón anula su matrimonio con Josefina
Fortuna, a pesar de su maldad.
y contrae matrimonio con la archiduquesa María Luisa cle
Austria, hija del emperraclor Francisco I.
Bonaparte

400
A partir de l8obrevienen una serie de fracasos
militares, como polo lainlructuosa campaña a Rusia.
Decide abdicar ccrperador del Imperio francés y
se refugia en la Isha. Sin embargo, un año después
regresa y retoma er. Los gobrernos de diferentes
naciones europeasn conformar una coalición para
defenderse del pr expansionista francés, y logran
derrotar a Napolea lamosa batalla de Waterloo. Es
apresado y confinar isla afiicana de Santa Helena, en Gustave Flaubert
clonde moriría.

Cana a Louise Colet*


Martes, medianoche. 4 de agosto,18+6

Hace doce horas estábamos aún juntos; ayer, a


esta hora, te tenía en mis brazos... ¿recuerclas? ¡Se
siente tan lejoslAhora la noche cs tibia y suave; oigo
al gran tulipanero, bajo mi ventana, estremecerse
con el viento cuando alzola cabc'za, veo la luna
),
reflejándose en cl río.

Tus pequeñas zapatillas están allí mientras te


escribo; Ias tengo ante mí, las observo. Acabo

- -fraciucción
del (rancés por Ircne Calle
<iustt¡re ]:!aub¿l
r
de arreglar, solo y bajo llave, todo 1o que me has pie cuando las llenaba y las calentaba. '. tu pañuelo
dado; tus dos cartas están en 1¿ bolsita bordada; está adentro...
las releeré al haber sellado la mía. No he querido Mi madre me cspcraba junto a los rieles y lloró al
utilizar mi papel de cartas para cscribirte; tiene el verme regresar.Tú lloraste al verme partir. ¡Nuestra
borde negro. iQue nada triste v¿ya de mí hacia ti! miseria es tal que no podemos desplazarnos de un
No quiero causarte más que dicha y rodearte de sitio sin que cucste lágrimas de ambos lados! Es de
una felicidad tranquila y conti¡¡ua para pagartc un un grotesco sombrí<¡. Aquí he encontrado los prados
Poco de todo lo que me has dado a manos llenas verdes,los árbolcs grandes y el agua corriendo como
con la generosidad de tu amor. Temo ser frío, seco, cuando partí. Mis libros están abiertos en el mismo
egoísta, y Dios sabe, sin embargo, aquello que sitio; nada ha cambiado. La naturaleza exterior nos
:

sucede ahora en mí. iQué ¡sgus¡do! ¡Y qué deseo! ,i


avergüenza; tiene una screnidad desoladora para
¡Ah! ¡Nuestros dos paseos en car'ruaje! Fueron tan i nuestro orgullo. No importa, no soñemos ni con
bellos, ¡en especial el segundo con sus rayos de luz! d
¡ el futuro, ni con nosotros, ni ctln nada. Pensar es
Recuerdo el color de los árbol<:s iluminados por la manera de sufrir. Dejémonos llevar por cl viento
faroles, y el balanceo de los resortes; estábamos ü, de nuestro corazón micntras hinche la vela; que
solos, felices. Contemplaba tu rostro en la noche; Í
I nos empuje a su antojo y en cuanto a los escollos...
1o veía a pesar de la oscuridad; ttrs ojos iluminaban ri

¡qué más da!Ya veremos...


I
I

toda tu cara. Me parece que escribo mal, vas f,


']
,i?
Y el buen Xl.. . ¿qué te ha dicho del envío? Nos
a leer esto con frialdad; no digo nada de lo que t
reímos anoche. Fue tierno Para nosotros, alegre
quiero decir. Mis frases se chocitn como suspiros; I

para ó1, bueno para los tres. Mientras venía, he


para comprenderlas hay que llenar lo que separa a
unas de otras; lo harás, ¿verdad? ¿Soñarás con cada
,,X" era el esr:ultor la corresponclencia
letra, cada trazo? Como yo, mirando tus pequeñas , James [)ra«licr llamado tambión en
"Phicleas". Fut: c¡ r--l estudi<¡ clc l'radicr dondc Fl¿ubert conoció, en 1846, a
zapatillas cafés, sueño con los rnovimientos de tu Louisc Colet. (N. tlclT.)

+o+
{in¡uy¿ l:l¡ub¡r¡
r
leído casi todo un libro. Me han conmovido varios
pasajes.Te hablaré de ello con más detenimiento.Ya
ves que no estoy suficientemente concentrado, la
crítica me falta del todo esta noche. Sólo he querido
enviarte un beso más antes de dormir, decirte que
te amo. Tán pronto te dejé, y a medida que me
alejaba mi pensamiento regresaba hacia ti. Corría
más rápido que el humo de la locomotora que huía Carta a Louise Colet*
detrás de nosotro5 ihay fuego en la comparación,
perdón por el chiste). Vamos, un beso, rápido, tú
sabes cómo, de esos que dice Ariosto, y uno más, Miércoles por la noche. 12 de agosto, 18+6

¡otro! Otro y luego, bajo tu mentón, en ese sitio


que amo de tu suave piel, sobre tu pecho, donde el día sin una carta mía.
Habrás estado todo
apoyo mi corazón.
Habrás dudado de nucvo, mi pobre amor.
Perdóname. La culpa no es de mi voluntad sino dc
Adiós, adiós.Todas las ternuras que quieras. mi memoria. Creí que tenía hasta Ia una para ir al
correo en Rouen y es sólo hasta las once. Pero, si
aún me guardas algún rencor, quiero quitártelo el
lunes, ¡porque espero algo para el lunes! Phidias
será tan bueno como para cscribirme. Cuento con
tener palabras suyas a más tardar el domingo.

- Traducción del trancés por h'cne Callc.

i
¡

I
I
ti*qat l:!,flbút

¡Adoro el plan de la fiesta que me propones! Mis Gustave Flaubert (1 821 -1 880)
ojos se humedecieron de ternura. ¡Oh, sí que me
amas! Dudarlo sería un crimen.Y yo, si no te amo Escritor Francés nacido en 1821. Gran parte dc su vida
la pasó en una casa de camPo cn Croissct , baja Normandia,
¿cómo llamar a 1o que siento por ti? Cada carta que
pucs su estado cle salud le obligaba a llevar una vida tranquila,
me envías me entra más en el corazón.
ya que paclecia un desorden de tipo nervioso.
Sobre todo la de esta mañana, tenía un encanto En su juventud cursó cstudios clc derecho en París, y
exquisito. Era feliz, buena, bella como tú. ¡Sí! aunque a causa de su delicado estaclo de salud se vio obligado
Amémonos, amémonos porque naclie nos ha a rergrcsar a su lugar de clrigen, su Paso por París le ayudó
amado. a involucrarsc encl mundo dc la literatura. Conoció allí a
Víctor Hugo, cscritor francés rcconocido Por su escritura
Llegaré a Paris a las cuatro o cuatro y cuarto.
romántica, y a Louisc Colct, quien posteriormente sería su
Así que a las cuatro y media estaré en tu casa. Ya importante archivrr
musa y amante. De su relación resultó un
me siento subiendo tus escaleras, oigo el ruido del de cartas que dan cuenta de sus intimidades-
timbre " ¿Lu señora está?" "Entre" ¡Ah! Saboreo
...
Maclamc Bovary, su novela más reconocida, fue publicada
de antemano esas veinticuatro horas allá. ¿Pero por
en 1856, pero su cditor y él fueron acusados por inmoralidad,
qué cada felicidad me trae una pena?Ya pienso en al hacer una supuesta ofensa a la moral pública y a la religión.
nuestra separación, en tu tristeza. Te portarás bien Ambos lueron absueltos, pero cl libro sicmpre estuvo
¿verdad? Porque siento que será más triste que la acompañado por el cscándalo.
primera vez. Otras de sus obras más destacadas fueron La eclucación
No estoy de acuerdo con aquellos que dicen que la scntimental, trcs cuentos y Salambó.

posesión mata al amor, al contrario, lo enciende. Flaubert mucrc a los 5B años clc edad, por una hemorragia
ccrebral, y fuc cntcrrado en el pante ón fámiliar clcl cementerio
dc Ruan. En 1890 se inaugura un monumcnto cn el museo
cle Ruan cn hotror a Gustavc Flaubert.

40r.t
1. El derecho a nt: leer.

2. EI derecho a saltarnos
páginas.

3. El cjerecho a ncl termin¿lr un


libro.

4. EI derecho a releer.
5. El derecho a leer cualquier
COSA.

6. El derecho al bovarismo.
7. El clerecho a leer en
cualquier sitio.
I-
o
+-J
B. El derecho a hojear.

9. EI derecho a leer en voz alta


U
(J 10. El derecho a callarnos.*

E *PENNAC, Daniel.

qE!
O Como una novela. Norma. 2004
U
o
Este libro se terminó de imprimir
co
s
en el mes de julio de 201 1

cn los tallcrc¡ litográficos


de Capital Graphic
Manizalcs - Colc¡mhia
\CÚ
U
(J
n

También podría gustarte