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Josef Méngele

El más famoso médico, asesino Nazi.


Por: Eglis Febres y Leiannys Martínez

Al hablar de criminales, muchos pensarían automáticamente en líderes políticos,


asesinos en serie a cargo de grandes genocidios. Han sido numerosos los pueblos enteros
masacrados, violados, torturados y desterrados bajo los pretextos más inverosímiles,
aunque los ejemplos a los que solemos recurrir sean casi siempre los mismos: Hitler y
Stalin. Pero existieron otros que desde su profesión, cometieron actos denigrantes acabando
con la vida de miles de individuos, partiendo de una ideología.

Analizándolo como un ser histórico y biológico

El nombre de Josef Méngele siempre ha sido sinónimo de sadismo y crueldad. Conocido


también por el apodo de «Ángel de la Muerte», este médico nazi, realizó durante años
despiadados experimentos en humanos, con la firme intención no sólo de erradicar a los
que consideraba “inferiores”, sino también de buscar la perpetuación y proliferación de la
raza aria.

De esta forma, Méngele acabó fríamente con la vida de cientos de miles de personas en
el campo de concentración de Auschwitz, donde también llevó a cabo multitud de pruebas
en gemelos recién nacidos, sus preferidos para investigar. Durante años, este mal llamado
doctor fue el terror de los judíos enviados a este centro de exterminio. La corte de Francfort
lo procesó por crímenes contra humanidad por las selecciones, las inyecciones mortales,
la tortura y otras formas de exterminio deliberado.

Los que le conocieron en su juventud lo definían como un estudiante serio con una
inteligencia y una ambición desmedidas. Él solía decir que el sistema requería de un
médico que juzgara y seleccionara a las personas aptas para trabajar, que era ese su trabajo,
solo cumplía órdenes, afirmaba, jamás mató a nadie
Méngele, tomaba a sus víctimas principalmente de dos grupos étnicos, los romaníes y
los judíos. Estos grupos eran de particular interés para los investigadores biomédicos de la
Alemania nazi, ya que la ideología nazi consideraba que tanto los romaníes como los judíos
eran “subhumanos” y representaban una amenaza para la “raza” alemana. Por esta razón,
los científicos nazis consideraban que la ética médica no se aplicaba a los miembros de
estos grupos. Las fábricas de la muerte, construidas por el régimen totalitario
Nacionalsocialista alemán desde 1942, con el fin de aniquilar judíos, gitanos y
discapacitados, entre otros grupos, buscaban la “eficiencia productiva”; masacraban, en las
cámaras de gas, a quienes no podían realizar trabajo esclavo, y en ese sentido , Méngele se
destacó como un empleado eficaz en la industria del exterminio.

¿Por qué siempre que se pregunta, a nivel popular, por un criminal de guerra
nazi, surge el nombre de Méngele?

Méngele fue firme defensor de los postulados biológicos de la ideología nazi (eugenesia,
higiene racial y antisemitismo), se afilió al partido en 1937, siendo admitido en las SS
(Schutzstaffel). Durante la guerra recibió condecoraciones por sus acciones heroicas, entre
ellas la Cruz de Hierro de primera clase. Tras ser herido gravemente en Rusia, fue
declarado no apto para el servicio activo y, en 1943, ascendido a SS-
Hauptsturmführer (capitán médico), destinado a los campos de concentración. De este
modo, su estrecha vinculación con la perversa ideología racial aria, junto a su desmedida
ambición académica, justificarían su elección de los servicios médicos de los campos, pues
ahí podría progresar en sus investigaciones genéticas y, así, optar a un relevante cargo
universitario al finalizar la guerra. Además de culto, atractivo y elegante, también era
sádico. Primero trataba cariñosamente a los niños, que lo llamaban “onkel Josef” (tío José),
y les ofrecía caramelos. Luego procedía a su asesinato. Diagnosticado de personalidad
narcisista, nunca tuvo sentimientos de culpa, ni mostró arrepentimiento por sus actos, como
declaró su propio hijo Rolf en el documental: A la búsqueda de Méngele.

Cabe mencionar, en este sentido, las torturas cometidas por Méngele, entre las que
destacan:
1. Mediante inyecciones de productos químicos, intentaba cambiar el color de los ojos de
algunos niños para que fueran azules. Esto a menudo provocaba dolores intensos,
infecciones y ceguera. 2. Intrigado por los siameses, cosió a dos niños por la espalda para
analizar su progresión. Ambos murieron por infecciones fruto de la operación. 3. Era un
firme defensor de la raza aria. Para preservarla, desarrolló nuevos métodos dolorosos y a
veces letales, de esterilización en mujeres. 4. Estudió si resultaban viables las
transfusiones sanguíneas entre gemelos. La mayoría de los que usó fallecieron a causa de
las pruebas. También inyectaba enfermedades a un gemelo y observaba si el otro contraía la
enfermedad. 5. Inyectó a varios presos gérmenes letales para estudiar sus efectos. Los nazis
investigaron con mucho interés las armas biológicas. 6. Para conocer las reacciones físicas
y mentales de una persona ante un cambio de sexo, hizo esa operación a niños,
principalmente gemelos. 7. Obligó a hermanos a mantener relaciones sexuales, con el
objetivo de estudiar la“calidad” de los hijos resultantes. Los obligaba a ello y luego
supervisaba los resultados de los embarazos resultantes. 8. Como los gemelos estaban
acostumbrados a vivir juntos, Méngele encerraba a algunos y esperaba a ver cuál soportaba
más tiempo la soledad. 9. Seccionó los muslos de varias prisioneras asesinadas para
utilizarlos como material de cultivo en su laboratorio.
10. Obligó a una madre lactante a cubrirse con esparadrapo los pezones para calcular
cuánto tiempo podía vivir un recién nacido sin alimentarse.

Es oportuno resaltar, que otro grupo de interés para él, fueron los enanos, sujetos con
un defecto congénito de nacimiento llamado condrodistrofia. Méngele pretendió demostrar
que los enanos eran una “forma humana degenerada” y, además de múltiples
determinaciones físicas, los exponía a radiación, punciones lumbares, etc.

De igual forma, fue acusado de intervenciones quirúrgicas sin anestesia,


amputaciones, inducción de heridas para su infección y posterior observación, transfusiones
de sangre entre gemelos, entre otros muchos aberrantes experimentos, como coser a dos
gemelos entre sí a modo de siameses. Del mismo modo, ensayó vacunas desarrolladas por
Bayer y Behring-Werke para la malaria y el tifus. Al margen de los experimentos, Méngele,
fue involucrado en actos como el asesinato de 300 niños menores de 5 años, ordenar la
muerte en las cámaras de gas de casi 3 000 gitanos y participar en la administración del
Zyklon B, el pesticida empleado en las cámaras de gas.

Méngele no compareció en el famoso Juicio a los Médicos de 1947, uno de los trece
Juicios de Nuremberg contra los criminales de guerra nazis, aunque su nombre fuera
mencionado varias veces. Su familia se ocupó de difundir la noticia de su fallecimiento en
octubre de 1947, versión que fue aceptada inicialmente por la Oficina del Consejo Superior
para los Crímenes de Guerra. Sus crímenes también se juzgaron en varios procesos en la
Alemania Occidental, incluido el Juicio de Auschwitz-Frankfurt (1963-1965). En ellos fue
acusado de la muerte de 153 niños para su disección, además de su participación en las
“selecciones” a pie de vagón de los trenes que llegaban a Auschwitz, donde se separaba a
los sujetos que pasaban directamente a las cámaras de gas (ancianos, niños y enfermos) del
más sano, destinado al trabajo esclavo.
¿Qué llevó a este médico a cometer tan aberrantes crímenes?

Este hombre venía de una familia rica. Josef Méngele, nació el 16 de marzo de 1911 en
la ciudad bávara de Gunzburgo, era el mayor de los tres hijos de Karl y Walburga (nacida
Hupfauer) y sus hermanos se llamaban Karl y Alois. Su padre era el fundador de la empresa
Karl Méngele und Söhne, productora de maquinaria agrícola. Josef fue un buen estudiante
al que le gustaban la música, el arte y el esquí. Terminó la educación secundaria en abril de
1930 y comenzó a estudiar medicina y filosofía en la Universidad de Múnich, ciudad que
era el bastión del partido nazi, la organización política fascista liderada por Adolf Hitler Es
decir, .no tenía carencia alguna a pesar de tener una madre autoritaria y estricta. Lo que
permite descartar que lo cometido por él, llegase a ser por problemas de abandono,
económicos o familiares.

Este criminal, estudió y desempeñó lo que le gustaba, la antropología, la medicina. Sin


embargo, es preciso destacar, que fue diagnosticado con el trastorno de la personalidad
narcisista, en donde esa necesidad de llamar la atención y destacar, son las principales
características. Para los psicólogos, el narcisismo es uno de los rasgos, junto con el
maquiavelismo y la psicopatía, de la llamada tríada oscura.
Los narcisistas tienden a centrarse en sí mismos, ser vanidosos y necesitar la
admiración de los demás. La Psicología plantea que los narcisistas pueden ser
"absolutamente destructivos para aquellos que están a su alrededor”. Los narcisistas
buscan posiciones de poder, porque el poder viene con el control. Los narcisistas son
sujetos centrados en sí mismos, que exageran sus talentos y habilidades pero carecen de
empatía hacia quienes les rodean. Y esos atributos no sólo los empujan a convertirse en
líderes, sino que también hacen que los demás los consideren aptos para estar al frente de
un grupo, según revela un estudio de la Universidad de Ohio.

Ahora bien, al intentar descifrar la razón por la que Méngele hizo lo que hizo, se puede
inferir que en parte pudo ser por este trastorno, enfocándonos en que como dice la teoría
de Lombroso, podemos estar en la presencia de un delincuente loco moral. Los rasgos
distintivos se encuentran sobre todo a nivel psíquico: personas antipáticas, egoístas,
vanidosas e inteligentes, así como crueles e indisciplinadas.

Por otro lado, se puede atribuir tal comportamiento a lo que llamó el psicólogo Stanley
Milgram: La obediencia a la autoridad.

El Experimento de Stanley Milgram, fue realizado para explicar algunos de los horrores
de los campos de concentración de la segunda guerra mundial, en donde judíos, gitanos,
homosexuales, esclavos y otros enemigos del estado fueron masacrados por los nazis. En
los juicios posteriores a la Segunda Guerra Mundial, muchos criminales de guerra
declararon que simplemente cumplieron órdenes y que no podían ser considerados
responsables de sus actos. El principio de obediencia a la autoridad ha sido defendido en
nuestras civilizaciones como uno de los pilares en los que se sostiene la sociedad. En un
plano general, es la obediencia a la autoridad la que permite la protección del sujeto, sin
embargo, la exacerbada obediencia puede resultar un arma de doble filo cuando el
socorrido discurso de “solo obedecía órdenes” exime de responsabilidades y disfraza de
deber los impulsos sádicos.
Este experimento, representa uno de los experimentos de la Psicología social de mayor
interés a la criminología a la hora de demostrar la fragilidad de los valores humanos ante la
obediencia ciega a la autoridad. Sus resultados demostraron que personas ordinarias, ante la
orden de una figura con apenas un poco de autoridad, son capaces de actuar con crueldad.
De esta manera la criminología ha logrado entender cómo algunos criminales que han
cometido salvajes genocidios y ataques terroristas han desarrollado un nivel muy alto de
obediencia a lo que ellos consideran autoridad.

En este mismo orden de ideas, el asesinar por perpetuar una ideología a través de la
ciencia, es otro factor importante. Este individuo sujeto de análisis, tenía una obsesión con
los experimentos científicos y por apoyar la doctrina de la “raza perfecta”.

En síntesis, Josef Méngele es un claro exponente de lo que el filósofo español Julián


Marías llamó: Bestias educadísimas. Era una persona con estudios, que nació en una
familia de buena posición social. Cuando hacía su guardia en la rampa de llegaba de
Auschwitz, vestía impecablemente, tarareaba una canción, sonría y era amable con los seres
humanos que salían de los vagones de ganado después de días de estar encerrados. De
hecho, a algunas les salvó la vida al insistir que fueran a la fila correcta. ¿Eso sería tener un
lado bueno? Este hombre, envió a cientos a las cámaras de gas con una sonrisa y sin
expresar mayores remordimientos. Si hubiese sido capturado, sería imposible que se llegase
a pensar en la forma de reinsertarlo en la sociedad, sus atrocidades lo harían acreedor de
diversas sanciones, ya que manchó el nombre de la ciencia, transgrediendo las normas
jurídicas penales, con los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad
internacional en su conjunto, partiendo del artículo 7, del Estatuto de Roma de la Corte
Penal Internacional.

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