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–¿Cómo puede conciliar eso con su juramento hipocrático como médico? –Preguntó la
doctora Ella Lingens-Reiner al señalar las chimeneas.
Mucho se ha dicho sobre los campos de concentración, esos guetos tan terribles que
albergaron a todas las personas que el régimen nazi consideraba como indeseables.
Auschwitz es un claro ejemplo de la explotación del hombre, de lo que su hermano
puede hacer porque se niega a verlo como tal. Porque tiene un pensamiento distinto, lo
que resulta intolerable para aquellos hombres que se niegan a aceptar la diversidad
cultural y racial del mundo.
Durante el régimen nazi se cometieron incontables crímenes, entre ellos los realizados
por científicos y médicos. La experimentación nazi tenía dos grandes finalidades: buscar
la fabricación y mejora de una raza única (aria) y solucionar problemas surgidos durante
la Segunda Guerra Mundial. Para la primera se realizaron experimentos que tenían que
ver con la esterilización, eutanasia y eugenesia. Mientras que para la segunda se
buscaba mejorar la resistencia al frío, así como a la altitud [1]. Para llevar a cabo los
experimentos se utilizaron a los prisioneros. Así, los campos de concertación se
convirtieron también en centros de experimentación; en grandes laboratorios en los que
nunca faltaban cuerpos para explorar y torturar.
La eugenesia o manipulación genética fue uno de los mayores intereses de los nazis. Y
se creía que los gemelos eran la opción ideal para descubrir más sobre la genética.
Según Otmar von Verschuer, biólogo y preocupado con el “higiene racial”, la
investigación con gemelos era el “método soberano para la investigación genética con
humanos”. Con estas pruebas se buscaba encontrar las similitudes y diferencias en la
genética de los gemelos. Josef Mengele fue el hombre encargado de liderar estos
experimentos. Más de 1500 pares de gemelos fueron sometidos a pruebas y sólo 200
sobrevivieron. Mengele fue seleccionado como el médico principal de Auschwitz por
haber realizado un estudio en el que según él, la raza de una persona podía identificarse
por la forma de la mandíbula.
Para llevar a cabo los experimentos, los gemelos eran separados por edad y sexo. Luego
eran encerrados. Los experimentos iban desde inyecciones con químicos en los ojos
para ver si así podían cambiar de color, hasta coser a dos gemelos para “crear”
siameses.
Experimentos de esterilización
Entre las enfermedades de la época que acababan con las tropas alemanas en el campo
de batalla estaban la malaria, tuberculosis, fiebre, hepatitis tifoidea. Por ello, la segunda
clase de experimentos buscaba combatirlas.
Experimentos sobre malaria
Con los experimentos se lograba ver a qué temperatura el prisionero moría, y el tiempo
que había estado en el agua. Además se buscaba saber cómo resucitar mejor a la persona
luego del congelamiento. El médico de la SS, Sigmund Rascher, publicó los resultados
obtenidos en la conferencia médica “Problemas médicos surgidos del mar y el invierno”
en 1942.
Para investigar el efecto de distintos tipos de veneno, entre 1943 y 1944 se realizaron
diversos experimentos en el campo de concentración de Buchenwald. Los venenos se
colocaban en la comida de los prisioneros, por lo que no sabían que estaban siendo
envenenados. Las víctimas morían como consecuencia del veneno aunque a veces eran
asesinadas para realizar la autopsia.
Muchos de los prisioneros que fueron sometidos a experimentos, murieron durante las
pruebas y otros tantos fueron asesinados después para ver el efecto tras la muerte. Los
pocos que sobrevivieron quedaron marcados de por vida. Algunos mutilados y otros con
discapacidad de por vida; pero todos con un trauma psicológico que no se podía
comparar con nada.
Después de que la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin en 1945, muchos médicos
fueron llevados a juicio. El código de Núremberg fue el resultado de las disputas entre
médicos que establecieron que debía existir un consentimiento voluntario de los
pacientes, debía evitarse el dolor y el sufrimiento.