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El siguiente material es una traducción realizada por fans para fans.

Beautiful Coincidence no recibe compensación económica alguna por este


contenido, nuestra única gratificación es el dar a conocer el libro, a la
autora y que cada vez más personas puedan perderse en este maravilloso
mundo de la lectura.

Si el material que difundimos sin costo alguno está disponible a tu alcance


en alguna librería, te invitamos a adquirirlo.
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Rockstar del Mes
3ª Edición: Guerra de Géneros

El Rockstar del Mes nace como una dinámica de integración en la cual grupos de
usuarios compiten por llevar sus libros favoritos a nuestro portal y dirigirlos. En esta
oportunidad, la temática fue Guerra de Géneros, así que los participantes debieron
unirse a aquel grupo con su género literario de preferencia.

Hubo un grupo cuyo género se definió a lo largo de los retos, siendo este el Soneto
Sorpresa. El género del Soneto Sorpresa era “Contemporáneo”, y fue el ganador de
esta edición del Rockstar, su grupo compuesto por: aleja_o, Cande34, chio_love,
Little Rose, Miss Minion, zuliwy. Como premio, hacemos mención de ellas aquí y
aleatoriamente entre las mismas se realizó sorteo para tener la experiencia de llevar
la dirección de traducción de este libro.

¡Las felicitamos y agradecemos su participación en el concurso!


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Agradecimientos
Directoras de Traducción
Miss Minion y Liseth Johanna

Traducción e Interpretación
Ana_rmz
Andrea
Bella
DianaX
johanamancilla
Katherin.Puentes
Liseth Johanna
Little Rose
Nora Greene

Corrección de Estilo
Femme Fatale

Lectura Final
Femme Fatale

Diseño de Imagen
Femme Fatale
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Índice
Keri Ford Capítulo 9

Sinopsis Capítulo 10

Capítulo 1 Capítulo 11

Capítulo 2 Capítulo 12

Capítulo 3 Capítulo 13

Capítulo 4 Capítulo 14

Capítulo 5 Capítulo 15

Capítulo 6 Capítulo 16

Capítulo 7 Tequila and Tingles

Capítulo 8
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Keri Ford

K
eri trae el romance contemporáneo al sur de Estados Unidos. Con algunos
hombres jóvenes en trajes y mujeres en tacones, en los libros de Keri muy
probablemente encontrarás paseos en vehículos de cuatro ruedas, chicos
usando gorras de béisbol tratando de hablar dulcemente a chicas usando vestidos de
verano. Criada en el campo en el sur de Arkansas, Keri comparte este sabor de vida
en sus libros. No requiere que te sientes con una taza de té dulce mientras lees, pero
es muy recomendable.
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Sinopsis

A
veces, hay suficiente dulce para compensar lo amargo.

Hace años, un corazón roto envió a Annie Cooke huyendo de casa, y


nunca ha mirado atrás… hasta ahora. La muñeca rota de su abuelo
significa que la panadería está en riesgo de perder dos grandes órdenes.

A regañadientes, Annie regresa a Turtle Pine para ayudar, solo para descubrir que no
solo son setecientos cupcakes los que tiene que hornear, sino también un pastel de
bodas para la medio-hermana que le robó a su novio de la secundaria. Annie dejó el
pueblo para apartarse de su hermana. De ninguna manera va a mezclarse con ella de
nuevo. Una vez que haya terminado los cupcakes, se irá de ahí.

De vuelta en la secundaria, Cade Revlin escondió su enamoramiento de la chica de


su hermano, pero cuando su hermano dejó a Annie por otra de las hermanas Cookie,
Annie se le deslizó de las manos y fuera del pueblo. Ahora que ella ha vuelto, está
determinado a darle una razón para quedarse.

Tiene una semana para hacerla cambiar de parecer. O se habrá ido en una nube de
azúcar pulverizada.

Turtle Pine #1
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Capítulo 1
A
y, por los cielos, Turtle Pine, Alabama. Hogar de las fieras Snapping Turtles.
Su más grande declaración de fama fue ganar el torneo estatal de basquetbol
consecutivamente por diez años seguidos.

Sáquenme. De. Aquí.

La única razón por la que Annie no estaba respirando en una bolsa de papel mientras
esperaba a que su maleta llegara por la cinta de equipajes era porque sabía que solo se
iba a quedar por el tiempo suficiente para hacer un favor. Luego regresaba a la
panadería altamente aclamada en la que trabajaba, donde las reservas para bodas se
hacían con dieciocho meses de antelación actualmente.

El primer paso para salir de Turtle Pine lo más rápido posible era encontrar su
aventón a casa de sus abuelos. No había ninguna mujer alta y delgada pendiente de
una cita caliente esperándola impacientemente. No era que Annie estuviera
sorprendida, pero había esperado por una vez que su medio hermana Tina combinara
algo además de su camisa y zapatos.

Annie apuntó su teléfono lejos de la luz de sol filtrándose por las ventanas delanteras
de vidrio del aeropuerto regional de Turtle Pine. Se deslizó por sus contactos en un
juego de tin marín de dos pingües con la esperanza de encontrar un aventón desde el
aeropuerto hasta casa de sus abuelos. Su abuela ya no conducía y el abuelo estaba
incómodo tan solo con ir más allá de la tienda de comestibles con su muñeca rota.
Annie tenía otras dos medio hermanas entre las cuales escoger, pero solo estaba
cómoda con llamar a una de ellas. Tristemente, esa hermana no vivía en Turtle Pine.
De cuatro hermanas, Mary era la única que no había sido criada por sus abuelos.

Lista de contactos era entonces. ¿Una total introvertida que había estado lejos del
pueblo por años? Annie suspiró y buscó otra vez. Como si no hubiera suficiente
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diversión el volver a casa, seguramente se iba a poner peor. Escudó la pantalla con
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una revista y trató de inclinarla un poco más para escoger entre las escasas opciones
cuando la sombra de un hombre se movió sobre ella.

—¿Annie? —La sombra pertenecía a un hombre alto que parecía haber comprado su
atuendo en “Camuflaje, lodo y más”. Su ceja se levantó mientras su cabeza se
inclinaba a un lado—. ¿Annie Cookie?

Esa era ella. Ahora, quién era él y… guau. Frotó una mano bajo su nariz para
conseguir un refrescante olor a su loción de manos. Él no debía haberse bañado en
tres días. Un tiempo atrás, podrías haberla encontrado a ella luciendo y oliendo así.
Habría estado haciendo una de esas tontas sonrisas de enamorada todo el tiempo. La
sola idea le dio un vuelco en el estómago. No podía determinar si eran mariposas o
náuseas. Eran buenos y malos recuerdos simultáneamente.

—Esa soy yo.

La sonrisa de él se ensanchó.

—Has cambiado desde la secundaria. Te daría un abrazo, pero estoy tan asqueroso.
—Extendió una mugrienta mano en su dirección.

Había algo en su rostro que era vagamente familiar. Por su saludo, ella estaba cien
por ciento segura de que se suponía que debía reconocerlo. Pero su mente estaba en
blanco. Fingió una sonrisa mientras aceptaba su mano. Querido Dios, por favor, que
recordara su nombre pronto.

Había un oscuro lodo bajo sus uñas y una escueta y limpia línea en su muñeca
mostrando donde se había lavado. ¿La carrera anual de lodo de Turtle Pine había
sido esta mañana? Por las bolsas bajo sus ojos, no creía que él hubiera estado
haciendo eso. La carrera de lodo era más divertida y menos agotadora. Al menos así
era como la recordaba. No había participado realmente desde que tenía catorce años
más o menos.

—Tina me pidió si podía recogerte.

Bueno, parecía que Tina se había manifestado, después de todo. Algo así. Teniendo
en cuenta que no había visto a su media hermana en años, habría sido agradable
tener el cuento de hadas donde su hermana la saludaba con un abrazo y un grito
emocionado. Los cuentos de hadas no habían existido para Annie en muchísimo
tiempo, sin embargo. También dudaba que Tina hubiera empezado a preocuparse por
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ella en el tiempo que había estado lejos.


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—¿Uno de los chicos tuvo un partido de béisbol?


Siempre tenían partidos de béisbol. Béisbol, fútbol americano, fútbol… infiernos,
incluso estaban incluidos juegos de golf. Ella no tenía ninguna confirmación, pero
basada en Facebook, la ambición de vida de Tina era encontrar un padre para sus
hijos en una diversidad de eventos deportivos. Dado que uno de esos candidatos
estaba frente a ella, cumpliendo su orden, estaba teniendo éxito.

Él hizo una mueca.

—Probablemente eso quisiera ella. ¿No ha hablado contigo?

Qué risa.

—No. La abuela dijo que enviaría a Tina a recogerme. Le envié un mensaje antes de
que mi avión despegara para recordarle, pero nunca respondió.

Él no preguntó, pero agarró su maleta y la dio vuelta y la tuvo lista para rodar en un
movimiento continuo.

—Su hijo mayor y otro chico de la escuela se escaparon anoche, tomaron su


camioneta y la dejaron atascada en un campo. Nos tomó horas sacarla y su hijo fue
picado por algunas avispas.

—Oh. —Bueno, maldita sea. Quién habría pensado que para cuando empezaba a
pensar lo peor, le pasarían factura haciéndola sentir culpable—. ¿Está bien?

—Ahora lo está. Estaban saliendo del hospital hace media hora más o menos.

—Qué bien. Recuerdo que ella mencionara que él tenía algunas alergias. —Y, por
amor de Dios, ¿cuándo creció tanto el hijo de Tina como para conducir? Seguro,
Annie estaba un poco desaparecida, pero podía jurar que el chico solo tenía doce…
¿trece años?

—Así que por eso estoy aquí. —La señaló, apuntando su dedo a los dedos de sus pies
y de vuelta a ella—. ¿Es lavable?

Ella bajó la mirada.

—¿Mi ropa?

—Sí.

Ella frotó una mano por la elegante tela color rosa pálido de su falda.
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—Sí… ¿por qué?


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Él desempolvó el frente de su camisa. Los rayos de sol brillando a través de las
ventanas mostraban el polvo saliendo de él.

—Porque usamos mi camioneta para sacar la de tu hermana del lodo.

—Ya veo. —Y ella todavía veía todo el polvo en el aire. Su nariz cosquilleó y se frotó
la punta en un intento de evitar un estornudo.

—No tuve tiempo de lavarla. —Él empezó a caminar hacia las puertas y el vidrio se
abrió mientras se acercaba.

Ella echó un vistazo al aeropuerto y consideró correr a la ventanilla de boletos, pero


eso sería inútil. El próximo vuelo fuera de aquí sería hasta dentro de una semana.
Aún no era tan malo que estuviera abierta a hacer autostop en Birmingham. Por no
mencionar que alguien a quien se suponía que conocía estaba alejándose con sus más
precisadas posesiones en su maleta. Salió al sol. Aunque el otoño había llegado y el
aire más frío cubría el césped desapareciendo en el calor del verano, humedad cubrió
su espalda. Tan diferente a la última vez que había estado aquí en el aeropuerto. Con
la emoción de escapar, la prisa por ir a algún lugar nuevo, no podía recordar si había
estado sudando o temblando. Había estado dejando este lugar que había soltado tanta
miseria que deberían renombrarlo de esa manera. Miseria, Alabama. Llamar al
maldito lugar por lo que era.

Solo había un puñado de vehículos en el estacionamiento. Todos estaban limpios a


excepción de uno. En cuanto al que no lo estaba… un grueso nudo se instaló en su
garganta. La última vez que ella había viajado en una camioneta que tenía más lodo
que pintura en su lateral, le había dicho adiós a su virginidad. Había sido azul y se
parecía mucho a la sucia que estaba frente a ella. El Jeep sin techo con llantas que le
llegaban al cuello estaba en la esquina frontal. Grumos de mugre habían caído en el
espacio que lo rodeaban. No había estribos, así que el chasis mostraba el lodo que las
llantas habían lanzado ahí debajo.

Ay, Dios. Definitivamente eran mariposas las que bailaban en su estómago, no


náuseas como había esperado.

Una vergüenza, en serio. Bueno, ella debería sentirse avergonzada, pero no era así a
medida que sus rodillas se estaban poniendo flojas con cada desequilibrado paso que
daba hacia el vehículo hecho para la diversión. Una camioneta como esa había
tenido una gran responsabilidad en el motivo de que se hubiera ido del pueblo.
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Camionetas como esa siempre conducían imprudentemente en dirección a las malas


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decisiones. Había evitado las malas decisiones por años. Lo había hecho una meta, de
hecho. Nada sobre eso iba a cambiar, sin importar cuán atractiva luciera su
camioneta.

Era hora de llevar su trasero a la casa de sus abuelos antes de que pensara seriamente
en maneras de retrasar su viaje. Esa panadería era la única razón por la que estaba de
vuelta en el pueblo. Específicamente, estaba de vuelta en el pueblo para cubrir a su
abuelo, y haría bien en recordar eso. Él le había enseñado todo sobre hornear,
decorar y, con algo de ayuda de su abuela, todas las cosas sobre la vida en general. De
todo lo que le habían enseñado y había aprendido y absorbido, nunca había esperado
que su abuela pronunciara las cinco palabras que había dicho dos días atrás al
teléfono.

Tu abuelo necesita tu ayuda.

Por mucho que Annie no había querido regresar a Turtle Pine, había tenido su
maleta sobre la cama antes de que siquiera entendiera por qué. Descubrir que el
abuelo había prometido setecientos cupcakes a la escuela local, así como un pastel de
bodas, había ralentizado su proceso de empacado, pero no la había detenido.

Su conductor, quien con esperanzas tendría su nombre escrito en algo en su


vehículo, porque ya era demasiado tarde para que admitiera que no tenía idea de
quién era, agarró la manija de la puerta. Más lodo, e incluso algo de paja de pino, se
despegaron con su mano mientras la abría y revelaba un asiento igual de sucio.
Trozos de barro y hojas y, Dios, ni siquiera sabía qué era todo lo que estaba pegado al
asiento. Casi podía sentir la arenilla contra sus muslos, y eso la hizo recordar viento
en su cabello y fría agua enlodada en sus mejillas.

—¿No supongo que tengas tollas en tu maleta sobre las que puedas sentarte? —Frotó
la barbilla que tenía un par de días de atractivo vello fácil. Con su corto cabello
oscuro sumado a su piel bronceada y músculos dignos de una estatua, llamarlo
atractivo era solo arañar la superficie. Este tipo podría haber ido a su secundaria. Una
chica no olvidaba a un chico como él. Eso, o había cambiado brutalmente y ni
siquiera podía comenzar a tallar su sex appeal para encajarlo con alguien en su
borrosa memoria.

—Yo… —Señor, ahí iba ella. En blanco. Toda su mente en blanco. Una camioneta
caliente y de repente el tipo que la conducía iba del chico que la conducía a “hola,
¿no eres un atractivo vaso de agua?”.
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Parpadeó y se dio vuelta para sacar de su vista al vehículo y al hombre. Camionetas


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como esta eran por lo que había empezado a pasar el rato en la biblioteca a mitad de
secundaria. Este tipo de vehículos no se estacionaban en la biblioteca pública.
También, dado que Tina había enviado a este tipo, después de que él la hubiera
ayudado con su hijo, probablemente estaban saliendo. Eso era un enorme maldito no
e incluso una razón más para aclarar su mente. Estaba aquí por trabajo. No para
jugar.

¿Excursiones adicionales en un paseo lodoso? Eso estaba fuera de discusión.

—Estoy segura de que tengo algo.

Dio vuelta su maleta y la abrió para buscar la camiseta que había apilado dentro. El
nombre de la panadería en la cual trabajaba estaba impreso por todo el frente, pero
era de un tamaño demasiado grande, manchada por el uso y había sido degradada a
ser su camiseta de dormir. Con todas las manchas de comida en esta, ¿por qué no
añadir algo de barro también? O podría levantarse un poco la falda y sentir esa
arenilla contra sus muslos.

Por Dios, necesitaba algo de beber para humedecer su seca garganta. Ideas de subirse
la falda para conducir por el camino no eran exactamente los pensamientos de una
dama que había intentado enseñarle su abuela. Levantó la gran bolsa plástica que
estaba atiborrada con sus herramientas de panadería y buscó la camiseta.

—¿Empacaste un lavaplatos ahí adentro también?

Sus mejillas se calentaron. ¿Estaba mirando? Su pulso se elevó un grado mientras su


garganta se apretaba. Más que nunca, tenía la urgente necesidad de beber ahora. ¿Él
estaba mirando su maleta, donde estaban empacadas sus bragas de algodón de
abuela? Empujó sus utensilios encima de la maleta para esconder las cosas prácticas.
No había venido preparada para que un hombre en una atractiva camioneta la
recogiera en el aeropuerto. Si hubiera sabido que esto venía, habría repensado toda
su ropa, incluyendo la que tenía en su bolso. Pantalones cortos recortados, chanclas y
una camiseta sin mangas sonaban bien como opción para cambiarse. Prácticamente
todas las cosas que había dejado atrás cuando se había ido de este pueblo.

Dios, seguramente esta era alguna clase de enfermedad. Incluso con la forma en que
olía vagamente a pantano, si le ofrecía un aventón, no estaba segura de poder
resistirse. Había pasado demasiado maldito tiempo desde que había visto un vehículo
como este y tenido la diversión que prometía dar. Necesitaba resistirse a cualquier
clase de hombre que condujera uno. Bosques. Caminos lodosos. Se había ido durante
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años, pero no había olvidado aquel estanque en medio de esos viejos caminos.
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Así que tal vez había algunas partes de Turtle Pine, Alabama, que no era tan malas.
Se aclaró la garganta y se apartó el cabello del rosto.

—El abuelo me pidió que viniera a ayudar con la tienda. Traje unas cuantas de las
herramientas que me gustan.

—Parecen suficientes para toda una cocina.

—Más o menos. —Puso una sonrisa amigable. No podía pasar el resto del día sin
saber quién era este tipo. Quizás si le ponía un nombre al rostro, recordaba que había
sido un imbécil con ella en la secundaria, entonces podría enfocar toda su energía en
donde debería estar: sus abuelos—. No escuché tu apellido.

—Revlin. —Él rio entre dientes, y ese sonido hizo agitar los vellos en su cuello. Su
sonrisa tampoco era tan mala mientras enganchaba los pulgares en las presillas de su
cinturón. Pero el nombre, cielos, el nombre era todo lo erróneo—. Soy yo, Annie.
Cade Revlin. Pensé que sabías quién era.

Ella hizo una pausa en su búsqueda en la maleta y levantó la mirada. Otro nudo tocó
la parte posterior de su garganta.

—Revlin. ¿Como el Sheriff James Revlin? —Se aclaró la garganta. El hermano menor
de… No, no diría eso. Mejor quedarse con su papá—. Eso si todavía es el sheriff.

Él asintió y sonrió.

—Ese es mi padre y, síp, todavía conserva el cargo en el departamento.

Ella lo miró de arriba a abajo, tratando de encajar la silueta de este hombre en la del
chico que recordaba.

—Oh, Dios mío. Cade. El pequeño Rev.

Él rio entre dientes.

—Nadie me llamaba así desde la escuela.

La última vez que ella lo había visto, él tenía diez años.

—Lo siento. Ni siquiera te reconocí.

Obviamente. Espera. Si ese era el pequeño Rev, entonces esa era…

Oh, Dios mío.


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Le echó otro vistazo al Jeep, una mirada más detallada. Bajo los grumos marrones al
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costado, había pintura roja. El aire se filtró por su pecho y el apretado nudo en su
garganta se relajó. Rojo, no azul. No era la misma camioneta. Gracias a los cielos por
las pequeñas bendiciones. Eso habría sido demasiado incómodo y, lo creyeran o no,
probablemente la única cosa que congelara su libido.

El pequeño Rev había crecido y no se veía para nada como su hermano mayor. Desde
la altura, la complexión, el vello en su barbilla y cabello oscuro. Se tomó un
momento para mirarlo otra vez, tratando de encontrar alguna similitud con el
hermano mayor que había conocido un poco muy bien. No encontró nada.

Excepto por su gusto en vehículos. En eso sí eran iguales.

Cade se dio una palmada en el estómago.

—Mamá me hizo empezar a comer todas mis patatas y panecillos. Estaba


determinada a hacerme subir de peso antes de que el viento me llevara.

—Bueno… —Se puso el cabello detrás de la oreja—, funcionó.

Deseaba que el puré de papas y los panecillos le hicieran a su cuerpo lo que le habían
hecho al de él. Sus jeans apretados y camiseta metida en estos decían que había un
estómago plano ahí debajo. Sus brazos estiraban el ceñido algodón. Sus hombros eran
lo suficientemente anchos para escudarla del sol. Calor se abrió paso por su cuerpo.
¿De repente hacía más calor afuera?

Agarró la camisa en su maleta y la sacó.

—Tu, ah, la Sra. Revlin debería promocionar esa dieta.

—Creo que lo hace. Lo llama almuerzo del domingo y todos son bienvenidos.

Ella rio entre dientes y volvió a cerrar su maleta mientras él tomaba su camiseta y se
volvía hacia la camioneta. Palmeó el asiento, aflojando el lodo seco. Pequeñas bolas
de mugre se balancearon y él barrió la mayor parte de estas al piso. Extendió su
camiseta por el asiento y la miró mientras se sacudía las manos.

Hizo una pausa y frunció el ceño a sus pies.

—¿Vas a poder subirte usando esos zapatos?

Definitivamente. Ella intentó mantener su sonrisa más cortes y menos ansiosa.

—Puedo arreglármelas.
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Agarró su falda, la subió a la mitad de sus muslos y puso su pie. La manija de mierda
estaba justo donde tenía que estar. Con un tirón satisfecho, se impulsó y estuvo en el
asiento. Como un guante.

—Bien hecho. —Él cerró la puerta.

—Gracias.

—Algunas chicas no pueden hacerlo con zapatos deportivos. Tengo que levantarlas.

Bueno, si hubiera sabido que esa era una opción… ¡Annie mala! Esta era la razón por
la cual había renunciado a los malos hábitos tantos años atrás. Estar cinco días
retrasada en la confirmación mensual de su útero había asustado su culo fuera de
camionetas como esta y enviado a duras sillas de madera en la biblioteca. Donde
había bibliotecarios que observaban y charlaban con ella y en general hacían que
fuera imposible hacer cosas con chicos que no debería estar haciendo. Esas frías sillas
y estar rodeada por el constante ruido de los bibliotecarios ingresando libros y
reportando salidas la habían salvado. No solo había abandonado las tentadoras
camionetas conducidas por sonrientes chicos sin camisa, sino que se había liberado
del pueblo y lo había cambiado todo por un futuro prometedor.

Puso su maleta en la parte trasera y luego se subió tras el volante. Encendió el motor
con un pesado pie sobre el acelerador que generó un buen estrépito.

Las vibraciones zumbaron por el asiento, despegando unas cuantas cáscaras de lodo
por la parte trasera de la camisa de ella. Así era como se suponía que debía moverse y
sonar una camioneta. Ella deslizó sus pulgares por las marcas del reposabrazos de la
puerta. Estaba hecho para caminos alternativos, lodo y para deslizarse entre los
árboles. El sudor contra el asiento y el sol en tus mejillas. Cada parte de eso era
mejor con un chico caliente detrás del volante con una hielera entre ellos.
Especialmente si el chico se quitaba la camisa.

Puso la camioneta en movimiento y se alejó del aeropuerto.

—¿Supongo que te voy a llevar a casa de tu abuela?

Ella asintió.

—Sí. No sé adónde voy a ir después de eso, pero dijo que podía usar su auto.

—Bien. Es verdaderamente genial lo que estás haciendo.


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Un sentido de orgullo la abrumó por un momento.


—Haría lo que fuera por ellos. Estuvieron ahí para mí. No sería correcto que yo no
estuviera aquí.

—Sé que todos los niños están felices.

Trabajo. El trabajo era bueno, una cosa de la cual hablar, y no iba a dejar que esta
conversación terminara hasta que la vieja madera del porche de su abuela estuviera
crujiendo bajo sus talones.

—¿Por qué prometió todos esos cupcakes?

—Motivación. El campo de fútbol necesitaba una remodelación. Dijo que si salían de


ahí, trabajaban duro y lo hacían lucir bien como se suponía que debía estar antes de
que empezara la temporada, les cocinaría un cupcake a cada uno. Lo hicieron.

—Suena como el abuelo.

—Pero no me refiero solo a que ayudes a tu abuelo. También te vas a encargar de la


boda.

Ella levantó un hombro.

—Bien podría hacerlo mientras estoy aquí. Las novias planean con mucha
antelación. No es como si pudieras simplemente escoger a ciegas una panadería en la
guía telefónica a una semana de tu boda.

Él pareció algo sorprendido con eso por la manera en que lanzó una rápida mirada
hacia ella con las cejas levantadas.

—Ningún pastel habría podido arruinar la boda.

—Ciertamente habría arruinado las fotos en la recepción. —Ella levantó un


hombro—. No hay nada como el pastel de bodas. Lo juro, uso los mismos
ingredientes con un pastel de bodas y con un pastel de cumpleaños y aun así… hay
un sabor extra en el pastel de bodas.

—Estás empezando a sonar romántica.

—Aún no he hecho ningún pastel con el que no hubiera disfrutado un buen


romance. —Por no mencionar que el pastel tenía un aspecto confiable. Se recostó
contra la camioneta, acomodándose mejor y encontrándose cómoda en el pueblo
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cuando no menos de media hora había estado temiendo cada paso. El trabajo no era
simplemente un foco. Era bueno. Era su propósito—. ¿No crees que el pastel de
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bodas es especial?
—Un pastel es un pastel, supongo.

—Bah. —Ella se reajustó, poniendo un pie debajo de sí y mirándolo un poco más


mientras el viento mantenía su cabello volando fuera de su rostro—. No solo el
pastel es distinto. Todo lo es. El tamaño, las decoraciones, la originalidad aplicada a
cada pastel. Seguro, los pasteles de cumpleaños son especiales, y algunos realmente
pueden asombrarte, pero cada pastel de bodas te asombra.

—Supongo.

—El mero tiempo que toma hacer un pastel es diferente. He pasado días trabajando
en nada más que un pastel de bodas. Eso es todo. Un pastel de bodas. Para cuando he
terminado y está listo, me duele la espalda por estar inclinada, mis dedos están
tensionados por sostener la manga pastelera y hay tantas motas en mis ojos que
prácticamente viven con gotas para los ojos. —Exhaló—. Pero cuando has
terminado, hay una maravilla indescriptible. Y luego me maravillo de nuevo cuando
viene la novia y ve el pastel por primera vez.

—Espero que tengas razón y aun así valga la pena. No sé mucho sobre los detalles de
la boda. Sé que mi sobrina va a estar vestida como una niña hada de las flores en
lugar de una princesa, pero por lo que he visto, tu hermana tiene algo inusual
planeado.

Annie frunció el ceño.

—¿Mi hermana?

Él asintió.

—Jane.

¿Por qué en el mundo Jane tendría alguna participación en los detalles del pastel?
Por qué la sobrina de Cade… A menos… no.

No.

Una sonrisa nerviosa se le abalanzó. No estaba exactamente hablándose con Jane,


pero alguien le habría dicho que su hermana se iba a casar. Por “no exactamente”,
quería decir no en absoluto. Aun así. Matrimonio. Ese rumor seguramente iba a
seguir una cadena en alguna parte. Facebook, al menos. O alguien como, oh, no lo
sabía, su abuela para empezar, cuando la había llamado la semana pasada.
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Ahí estaba ese sentimiento de nuevo. Este temor asentándose con fuerza en el fondo
de su estómago. El que había estado ahí desde que se había ido de casa y se había
subido al avión. Uno que casi la tenía queriendo correr de vuelta a la ventanilla de
boletos para tomar un avión a cualquier parte que no fuera aquí.

—Espero que estés por decirme que Jane renunció a su trabajo y se convirtió en
organizadora de bodas.

Cade deslizó su mirada hacia la suya y luego de vuelta al camino. Dio vuelta en la
esquina, poniéndolos en la calle de sus abuelos.

—¿No lo sabes?

Ella señaló a su propio rostro.

—¿Esto luce como el rostro de alguien que sabe algo?

—No mucho. —Se frotó la parte posterior de su cabeza y dejó caer el brazo con un
suspiro—. Maldita sea, pensé que sabías. Jane es la que va a casarse. Con Peter.

Dios santo, Annie iba a vomitar. Ese pesado vacío de desesperación en su vientre
explotó. Estaba a dos segundos de vomitar todas sus tripas. Sus mejillas se enfriaron,
pero su cabeza se llenó de calidez. Puso una mano en su estómago mientras las casas
y árboles iban quedando atrás.

El viento del Jeep con techo descubierto debería haberla hecho sentir mejor. Esa era
la regla de ir de un auto, ¿no? Enfermarse, abrir una ventana. Dios mío, podría colgar
la cabeza por un lado como un perro ahora mismo y no sentiría alivio.

—Espera. Ya casi llegamos. —La voz de Cade estaba relajando un poco el escalofrío
que atravesaba su mente.

Solo que no lo suficiente.

—Creo que voy a vomitar.

—No es como si le fuera a hacer daño a esta camioneta, de todos modos. No vomites
sobre mí y estaremos bien.

Ella se rio. Un poco más de calma se instaló en su revolcado estómago. Se recostó


contra el asiento. El lodo que estaba pegado a las fibras del cojín del asiento se frotó
cómodamente con el frío sudor en su nuca. Una pequeña distracción arenosa. Él dio
vuelta en la entrada de su abuela y detuvo la camioneta.
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Eso no detuvo toda su agitación, pero lo envió a niveles manejables.


Página

Él se retorció y apoyó un brazo en el volante.


—Lo siento. Pensé que sabías. No habría dicho nada.

Ella se estiró y palmeó su mano.

—Está bien. Prefiero descubrirlo ahora que después cuando ella llegue y diga: “Oye,
estás haciendo esto para mí”. La abuela sabía que yo no habría accedido si me
hubiera dicho para quién era.

—Solo piensa en todos los niños a los que vas a hacer feliz ahora que estás aquí.

—Oh, habría venido por ellos. Me habría ido después de entregar el último cupcake.
—Era ruin y sonaba terrible, pero realmente no le importaba. Darle la espalda a su
hermana; incluso después de todos estos años; se sentía como la dulce justicia que
había estado esperando entregar. ¿Y en forma de negarse a hacer un pastel… un
dulce? Ay, hombre, prácticamente estaba haciendo espuma ante la sola idea. Echó un
vistazo y trató de parecer arrepentida, pero no lo estaba sintiendo—. Sé que es la
boda de tu hermano y probablemente crees que soy horrible por incluso decirlo en
voz alta.

Él levantó su hombro.

—Solo sé que tú y Peter estaban juntos, y luego él estaba besándose con Jane.

Sí, ese era un buen resumen de la historia. Había muchas partes en el medio. Abrazos
y preocupaciones por parte de su hermana. Un par de “No te preocupes, Annie.
Hablaré con él”. Justo cuando Annie había pensando que iba a conseguir la hermana
comprensiva que la apoyaría como siempre había querido, Jane metió su lengua en la
boca de Peter y puso sus manos en lugares que no debería haber tocado.

Después de todos estos años, finalmente, este era su momento de hacerles pagar.
Estaba bastante segura de que se suponía que fuera demasiado mayor para ese tipo de
pensamientos. Por otro lado, la venganza se servía mejor fría, decían.

—La última vez que estuve aquí, la tienda vendía cajas de mezcla y glaseado
enlatado. Pueden hacerlo ellos juntos.

Él sonrió entre dientes y salió de la camioneta.

—Déjame bajar tu maleta.

Ella se recostó en el vehículo y bajó la mirada. Se iban a casar. Lo último que supo es
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que habían terminado. Luego habían regresado. Terminado. Sabía esto porque en
Página

esos momentos era usual que las personas que no hablaban con ella intentaran
hacerlo. Para ver si iba a regresar con Peter ahora que no estaba con Jane. Esa había
sido su vida por dos largos y miserables años hasta que Annie se había ido del pueblo,
dejado ese divertido baile atrás y no había estado en contacto desde entonces. A
veces, parecía como si hubiera pasado toda una vida. ¿Hoy? Se sentía más como ayer.

Cade abrió su puerta y se inclinó en el marco. Aquello lo acercó más y casi


abalanzándose sobre ella.

Ella lo miró.

—No lo quiero de vuelta. Nunca lo quise de vuelta.

Él levantó un hombre.

—No te estoy juzgando.

Ella se volvió a recostar en el asiento, se frotó la cima de los muslos y alisó su vestido.

—No quiero que pienses que lo quiero de vuelta ni nada. No querer hacer su pastel
de bodas no es asunto de celos. Simple y llanamente no quiero que ninguna parte de
sus vidas se mezcle con la mía.

—Verlos cortar un pastel casero sobre una tabla podría ser divertido.

Ella se rio.

—Me encantaría ver eso, de hecho.

—¿Supongo que no irás a la boda?

—No fui invitada.

—Tomaré fotos para ti.

Ella balanceó sus piernas y lo miró.

—Sabes por qué no quiero hacer el pastel para la boda. Es tu hermano el que se casa.
¿Cómo es que estás de mi lado?

Él se inclinó más cerca.

—¿Está bien si soy completamente honesto?

—Seguro.
21

—Siempre me gustaste más que tu hermana.


Página
Ella parpadeó y se quedó sin palabras. No era lo que había estado pensando. En
absoluto. Definitivamente. No. Estaba. Pensando… eso.

Él levantó un hombro.

—Lamento que él lo hiciera, pero también estoy un poco agradecido de que mi


hermano te engañara. Si no lo hubiera hecho, ustedes podrían haberse casado, y el
resto de mi vida sería una incómodo y vergonzoso momento tras otro.

Oh, cielos. Infiernos, el pequeño Rev ya no era pequeño, y estaba insinuándose a ella
como ningún otro hombre lo había hecho. Cielos, oh, cielos. Excepto… Ella lo miró.

—Estás saliendo con mi otra hermana, Tina, ¿no es cierto?

Él se enderezó como si lo hubiera golpeado.

—No. ¿Dónde escuchaste eso?

—Ella te pidió que me recogieras. La ayudaste anoche. Pensé…

Él levantó una mano, deteniéndola.

—Soy comisario. Es por eso que la ayudé anoche. Me pidió que te recogiera en el
aeropuerto porque yo estaba ahí cuando tu abuela la llamó para recordárselo.

La tomó por la cintura, la levantó y la puso de pie sobre el piso. Al menos, ella
pensaba que estaba sobre sus pies.

—Yo… uh. —Ella se aclaró la garganta—. De acuerdo, no sé qué decir.

—Entonces no digas nada.


22
Página
Capítulo 2
C
ade frotó las palmas húmedas sobre sus rígidos jeans una vez más mientras se
alejaba de Annie. La había acompañado al porche, puesto su bolsa en los
escalones junto a ella y despedido.

Ella había hecho poco más que sonreír y reírse suavemente, pero oh hombre, esa
sonrisa. No cualquier sonrisa cortés como la que le había dado en el aeropuerto. Esta
había sido algo más completamente. Sus mejillas se habían coloreado y sus ojos
avellana se iluminaron con motas color verde, brillando como esmeraldas.

No podía creer que le había hablado a Annie de esa manera. En el espejo de su


dormitorio cuando tenía quince, le había hablado de esa manera todo el tiempo.
Ahora ella estaba aquí, pero aun así no debería estar diciendo esas cosas, ni siquiera
cuando ella le sonreía así.

Estaba seguro de que nada le daría vuelta esa sonrisa más rápido que traer a colación
a sus hermanas. Ella casi había vomitado en su camioneta la última vez. A pesar de
que admitir que dos de sus hermanas, Tina y Jane, estaban haciendo su vida un
vívido infierno podría potencialmente llevarlos a algún punto en común, no quería
correr el riesgo.

Entró en un compartimiento en el lavado de autos. En caso de que en otro momento


surgiera que pudiera llevar a Annie a algún lugar, tendría su camioneta impecable así
no habría ninguna excusa. No podía arriesgar que ella se subiera con alguien más
porque podrían tener un vehículo más limpio.

Casi lo había matado recogerla con su camioneta luciendo como lo hizo, pero no
había tenido otra opción. Detenerse y lavarla lo habría retrasado para ir por ella,
arriesgándose a que hubiera llamado a alguien más. Arriesgarse a llegar tarde no
había sido una opción.
23

Jim iba a matarlo por el lío de lodo que estaba a punto de hacer en el bastidor de
Página

lavado, pero no se podía evitar. Sacó en efectivo unas diez monedas y se puso a
trabajar. Tan pronto como el agua comenzó a salir, su hermano se detuvo detrás de
él.

—Maldición. —Peter cerró su puerta con un duro golpe—. Debió haber enterrado la
camioneta de Tina.

—Bastante. —Cade comenzó en la parte superior de las barras del bastidor y abrió su
puerta para dejar que el agua saliera—. Muchas gracias por venir a ayudar y todo. Era
tu futura cuñada y sobrino.

—Ah… —Peter rio entre dientes—, sabía que podías controlarlo, y luego
conseguiste la recompensa de Tina.

No solo Tina y Jane en su culo, sino también Peter. Una estúpida subasta de
consigue-un-hombre-por-un-día que su mamá había inventado para recaudar dinero
para el refugio animal, y de repente su vida fue un choque de trenes. Tina había
puesto una oferta alta por él y no lo había dejado ir. La siguiente vez que el refugio
estuviera corto en alimentos, sacaría un préstamo y apoyaría al refugio el mismo.

—La única recompensa que obtuve fue correr con su hijo al hospital y quedarme
atascado ahí por unas seis horas.

Por supuesto, todo lo había llevado a la fantástica recompensa de recoger a Annie del
aeropuerto, pero dejaría esa parte de lado. Annie-Lyn, como había pensado en ella a
menudo. Annie-Lyn era misteriosa y refinada. Una intocable y costosa pieza en un
museo que siempre había estado fuera de su alcance.

Peter se apoyó contra la parte delantera del compartimiento de lavado.

—Cuando el estrés y la preocupación de su hijo se calmen, Tina recordará que le


ayudaste.

—Sería genial si no lo hiciera. —Un deseo inútil. Un genio en una lámpara no podría
hacer que eso sucediera.

Peter frunció el ceño.

—¿Pensé que estaban saliendo?

—Joder, no. —Por alrededor de la centésima vez en los últimos seis meses o así.
Joder. No. Ni ahora, ni nunca. Cade lo miró y luego se enfocó de vuelta en su
24

lavado—. Te lo he dicho. ¿Por qué sigues pensando que lo estamos?


Página
—Eso es lo que dijo Jane. La escuché diciéndoselo a una de sus amigas la semana
pasada.

Dios. Él había aplastado ese rumor el mes anterior. Un rumor que comenzó por Jane
en el pasado. Tina en otro momento. Era oficial. Él no estaba diciéndole a nadie que
Annie estaba en el pueblo o que no estaba planeando hacer su pastel de boda del año.
De hecho, le gustaría ayudarla a no hacer ese pastel de alguna manera, si eso era
posible. Ideas vinieron a él de formas en que podía mantener a Annie tan distraída
que ni siquiera llegaría a la panadería.

—No estamos saliendo. Y no vamos a salir. Por favor, haz que le quede claro a Jane
para que deje de decirlo.

—No todo es inventado. Dijo que ustedes van a salir. Llevaste a cenar a Tina.

No. Eso no era en absoluto la manera en que había sucedido. Había ido a Jaspers solo.
Tina se había aparecido después de que él hubiera ordenado y el lugar estuviera
lleno. Tina había pedido sentarse con él. Había sido amistoso y dijo que sí. ¿Qué más
se suponía que debía hacer? ¿Empacar su comida a medio comer e irse? ¿Decirle que
no frente a todo el pueblo? Espada. Pared. Él. Esa había sido su vida desde la subasta.
En restaurantes. Gasolineras. Tienda de comestibles. Era como si la mujer hubiera
irrumpido en su casa y pegado un rastreador GPS bajo su piel mientras dormía.

Cuanto más se acercaban a la boda, más a menudo la veía. Jane, por alguna razón,
parecía que ya no venía a casa de mamá sin Tina unida a su cadera.

—Jane está confundida.

Peter frunció el ceño.

—Es parte de por qué ordenamos a las damas de honor y caballeros como lo hicimos.
Así tú y Tina podían ser pareja.

Genial. No había escuchado eso aún.

—Gracias, pero no, gracias.

—También quiere decir que van a sentarse juntos en la cena de ensayo y la


recepción.

La recepción que iba a carecer de centro de mesa principal. Sonrió. Ver el rostro de
25

Jane después de los problemas que ella seguía causándole con todo este lío de Tina
Página

hacía que valiera aún más retener la información.


—No hagas las cosas más difíciles en mi nombre. Pareja de quien quieras, como
quieras.

—Está bien. Se lo diré.

Buena suerte consiguiendo que ella escuchara.

—Gracias.

—No sé por qué estás tan en contra de Tina. Es hermosa.

En el exterior, podía estar de acuerdo. En el interior, era esta criatura de otra


dimensión de la que no quería formar parte. Lo del acoso se estaba volviendo más
que un poco espeluznante. El hecho de que fuera su vecina no ayudaba. Había
empezado a cerrar las persianas un tiempo atrás.

—¿Qué vas a hacer hoy?

—Estoy pensando en ir a la cama tan pronto como termine esto.

Peter revisó su teléfono y frunció el ceño.

—Son las diez de la mañana.

—Y he estado despierto desde las seis de la mañana de ayer. —Se movió a lo largo
del lado de la camioneta y se metió debajo del parachoques—. ¿Necesitas ayuda con
algo?

—Nah. Me estoy dirigiendo al estanque para pescar y no sabía si querías ir.

Sonaba como la oportunidad perfecta para ser acorralado por su futura cuñada y
sorprendido por Tina con una cesta de picnic. Sí, su vida había llegado a eso. Y sí,
sabía perfectamente bien que el hijo de Tina recién había salido del hospital, Cade
aun así no podría dejarla de lado. Ella era así de agresiva. O tal vez desesperada. Él no
lo sabía. No quería acercarse lo suficiente para descubrirlo. Eventualmente, su
interés se desvanecería. Lo había hecho con cada uno de sus otros amigos en los que
ella había puesto su mirada aleatoriamente. Cade parecía estar empujando los límites
de su usual interés dado que habían llegado a medio año. Mejor se recordaba que ella
se había rendido después de cuatro meses o algo así con sus amigos. Cade tenía que
estarse acercando a la línea de meta con ella.
26

Su hermano esperó una respuesta, así que él sacudió su cabeza.


Página

—Estoy muy cansado y solo me dormiré sobre todos ustedes.


—Te gritaré mañana entonces.

—Está bien. —Aunque Cade no sabía para qué y no estaba seguro de querer saberlo.
Se arrastró al frente de su camioneta y sacó el cabestrante para limpiar el cable. Esto
le iba a costar al menos otros diez dólares.

Quince dólares y cuarenta y cinco minutos después, Cade salió del lavado y se dirigió
a la casa. Tenía tres cosas en su mente. Una ducha caliente, algo de comer y Annie-
Lyn. No necesariamente en ese orden.

Raras veces en ese orden y a veces esas tres cosas al mismo tiempo. Se reajustó en su
asiento y giró en su cuadra. Le tomó como dos segundos disipar la camioneta blanca
en el camino de entrada junto al de él e incluso menos tiempo para que una
maldición rodara por su lengua.

Estaba comenzando a ser un hábito. Ver esa camioneta, comenzar a maldecir. Tenía
que mudarse. En serio, mudarse y rápido. Desaceleró y estacionó en su entrada.
Quizás lo que necesitaba era un garaje. Con una puerta automática en lugar de solo
esta cochera abierta. Podría entrar y salir con privacidad.

No era que él realmente pensara que Tina miraba por la ventana de su cocina y
esperaba a que llegara a casa, pero las personas que vivían a dos cuadras lo
escuchaban arrancar su camioneta. El ruido era difícil de ignorar. Podía estacionar su
camioneta y conducir el auto policial todo el tiempo, pero era casi invierno. Pronto
estaría demasiado frío para el Jeep de techo abierto. Ya se estaba acercando a eso, de
todas formas, y entonces sería forzado a estacionarla. Sacó sus llaves, saltó y corrió a
la puerta. Colocó su llave en el pomo y…

—¡Cade! —Su voz lo llamó. Solía ser un sonido placentero. Podría haber sido
clasificado como un sonido amistoso. Ahora tenía este tono con esta cosa irritante
ahí que no podía descifrar—. ¡Espera!

Él suspiró y abrió la puerta para poder tomar un respiro dentro tan rápido como
pudiera. Ella se apuró hasta la esquina, corriendo de puntillas como si estuviera
esquivando grandes montones de mierda de perro. Un perro… quizás eso era lo que
necesitaba. El perro más grande que pudiera encontrar para que dejara grandes pilas
de mierda por todo su frente para mantener a esta mujer lejos. Ser franco con Tina
probablemente terminará en un número de escenarios indeseados, incluyendo
principalmente un grito agudo de su madre que podría ser escuchado en todo el
27

condado. Había tratado de evitarla educadamente. Tina no estaba recibiendo el


Página
mensaje. Y ella tenía esa forma de ser tan manipuladora, que si él fuera más audaz,
de alguna manera ella lo pondría como el chico malo.

Él necesitaba otra mujer. Annie-Lyn le vino a la mente, pero ella estaba aquí solo
temporalmente. Turtle Pine no ofrecía mucho cuando se trataba de mujeres. Todas
parecían estar casadas o ser muy jóvenes. Literalmente tan jóvenes que él no podía
acercarse o muy jóvenes de corazón, que era incluso mucho peor. Eso dejaba a las
mamás solteras. Le gustaban los niños, así que eso no era repulsivo. Era solo que,
aparte de Tina, todas estaban muy ocupadas siendo madres solteras para sus niños.
Tendían a no hacer tiempo para nada más.

—¿Cómo sigue Pat?

—Bien. Toda la hinchazón y lo rojo se ha ido. Quería agradecerte por la ayuda


anoche. No sé qué hubiera hecho si no hubieras estado aquí.

Si él tuviera que adivinar, ella habría revisado los contactos de la PTA buscando
papás solteros.

—Solo me alegra que esté bien.

Ella señaló con su pulgar sobre su hombro.

—Preparé un brunch si tienes hambre.

Brunch, ¿qué era eso de todas formas? Haz algunos malditos panqueques y llámalos
un desayuno tardío. O emparedados y ahí tienes… un almuerzo temprano. No
importaba si él había vivido a base de máquinas expendedoras por las últimas
veinticuatro horas —y lo había hecho—, pero brunch en su casa no iba a suceder.

—Gracias por la oferta, pero estoy bien.

—Oh. —Cayó hacia atrás en sus talones—. Si cambias de idea, tengo bastante.

—Te lo haré saber. —Se volteó a la puerta.

—Te iba a ayudar a lavar tu camioneta. O bueno, hacerlo por ti. Es lo menos que
puedo hacer.

Tan cerca, pero sin escape.

—Gracias, pero ya lo tengo solucionado.


28

Ella levantó un hombro.


Página
—Quizás la próxima vez.

Él solo sonrió y asintió para evitar continuar la conversación y se giró hacia la


privacidad de su casa. Llegó tan lejos como para girar la manija.

—Oh, Jane me llamó por la boda.

Maldición. No lo logró.

—¿Algo cambió?

—Dijo que podías recoger tu esmoquin el miércoles.

Claro. Como ya le habían dicho.

—Bueno saberlo.

—Y para la cena de ensayo, dijo que no sería algo súper elegante, pero no quería que
nadie usara jeans, así que ropa de iglesia está bien.

—Su boda. Ella toma las decisiones.

Tina rio, pero no era como la risa de Annie. Había mucho vacío en esta. Una risa
superficial y falsa.

—Entonces, de todas formas, mañana voy al centro a escoger un nuevo vestido. ¿Te
gustaría que trajera una nueva camisa para ti ya que estoy en eso?

Dios, esta mujer era tan rara. No estaban saliendo. No salieron. Solo hablaban cuando
ella lo planeaba. Claro, era un pueblo pequeño, ¿pero comprarle ropa? Línea cruzada.
Esta era la parte difícil de decirle que no estaba interesado. Ella no se había declarado
directamente. Eran inserciones en su vida que probablemente la mayoría de las
personas pensarían que solo eran amistosas. Pero ella no había sido así de amable
desde el último abril antes de esa estúpida subasta.

—Gracias, pero ya tengo algo. Si no hay nada más, tengo que entrar.

—Oh, ¿vas a salir esta noche?

Él pensó en sus palabras cuidadosamente. Había visto esta táctica en acción antes y
observado a un amigo tener que llevarla al cine. También sabía bien que si decía que
iba a descansar todo el día, ella podría tocar la puerta más tarde con la cena.
29

—Solo ir a casa de mamá.


Página

Ella sonrió y su cabeza se inclinó a un lado.


—Oh, adoro a tu madre. No la he visto en una semana o más. Una dulce, dulce mujer
con quien hablar.

Sí, su madre lo era. También era la cabecilla número uno que había puesto en su
espalda un blanco de el-soltero-más-codiciado de Turtle Pine. La única ventaja de
que Tina estuviera intentando personalmente clavar ese dardo en el blanco era que
chicas al azar ya no aparecían en la mesa de mamá para el almuerzo del domingo.

—Estará en la boda del domingo, así que podrás ponerte al día con ella ahí.

—Oh. Bueno, supongo que tienes razón. —Ella se rio y él no estuvo seguro del
motivo.

—Muy bien, te veré después. —Logró abrir la puerta y meter un pie dentro y todo.

—Adiós, y gracias de nuevo.

En lugar de ponerse en riesgo con palabras, saludó con la mano y se encerró dentro.

Esa mujer era agotadora. Se reclinó contra la puerta. Tenía que mudarse. Tenía que
mudarse pronto. O quizás la mujer podía levantarse y tener una pista algún día. Con
lo agresiva que era con educadas negativas, él estaba aterrado de en qué clase de
bestia se convertiría con un no firme y que le dijeran que se alejara.

Su camioneta podría convertirse en protagonista para una canción country de odio a


los hombres.

Arrastró sus pies para una ducha rápida y salir de nuevo. Porque era bastante seguro
que tan pronto como se quedara dormido en el sofá, ella estaría tocando en la puerta
diciendo que había notado que aún estaba ahí cuando se suponía que iba a ver a su
mamá.
30
Página
Capítulo 3
A
nnie se paró en el porche de su abuela hasta que el zumbido del motor de
Cade se hubo ido. Algunas hojas de otoño rodaron por el suelo y resonaron
en el viento. Aparte de eso, la calle estaba tranquila. Tan tranquila que
todavía podía escuchar claramente las palabras de Cade haciendo eco en su cabeza en
su profundo timbre. Sin distracciones, el recuerdo de él era poderoso. Permaneció en
una cómoda sensación que abrazó su piel y la dejó cálida. Para ser honesta, no quería
dejarlo ir realmente. Apartó el cabello de su rostro, intentando descifrar lo que había
sido todo eso e incapaz de comprenderlo.

Cade. Pequeño Rev. Tenía visiones de un chico un tanto escuálido. Habría tenido
dieciséis años cuando ella se había graduado e ido. Solo catorce años cuando ella
había salido con su hermano mayor. Intentó comparar al chico tranquilo en la parte
posterior de su cabeza a esta nueva versión, pero después de verlo hoy, ese chico en
su mente era un recuerdo tan lejano que no pudo encontrarlo en absoluto.

Después de que había roto con Peter e hizo un esfuerzo por mantenerse lejos de él,
no había estado en los mismos lugares que Cade. Había hecho todo lo posible para
evitar a todos los Revlin, realmente. Si ella no estaba en casa, eso había significado
que probablemente estaba en la biblioteca, porque de ninguna manera Peter iba a
pasar tiempo allí.

Él habría estado demasiado ocupado siendo popular y viendo chicas. Chicas como su
hermana.

—Ugh. —Agarró su bolso y entró a su antigua casa.

Recordar el pasado era exactamente el motivo de que nunca hubiera querido volver a
este pueblo. Cuando se había ido, había dejado todo eso en el pasado. Ahora bam.
Había estado ni siquiera una hora y todas esas cosas de mierda estaban volando a su
31

rostro.
Página
Aromas de azúcar y levadura y todos los olores familiares que ponen una sonrisa en
su rostro y un rugido en su estómago levantaron los sentimientos contradictorios de
ella mientras entraba en la vieja casa de ladrillo. El antiguo plato convencional de
galletas estaba en el centro de la mesa como siempre. No podía recordar un solo día
en que entrara y no hubiera algo en ese plato.

—¿Abuela? —gritó—. ¿Abuelo? —El viejo sofá chirrió. Annie reconocería ese sonido
en cualquier lugar.

Su abuela caminó alrededor de la esquina luciendo mucho como Annie recordaba.


Cabello blanco recogido. Mejillas rojas y llenas de propósito mientras caminaba.

—¡Annie!

Annie entró en el abrazo que había estado extrañando.

—Hola, abuela.

—He extrañado ese rostro. —Le dio unas palmaditas en la mejilla—. No deberías
permanecer fuera tanto tiempo.

—Lo sé. —No tenía nada que decir más allá de eso—. ¿Cómo se siente el abuelo?

Ella palmeó la espalda de Annie.

—Está bien. El brazo ya no le duele, solo es frustrante para vivir. Está abajo en el
establecimiento de Mark tomando café y probablemente perdió la noción del
tiempo. Está envejeciendo. Ya no puede recordar nada. Especialmente cosas como
cuando una de sus nietas está llegando al pueblo. Sé que te es difícil salir, y en el
último minuto, así que gracias por intervenir en su ayuda.

Annie bajó sus cosas y sacó un asiento en la mesa.

—Está bien. Él me necesitaba, así que aquí estoy.

—Bien. Desearía que estuvieras aquí solo por una visita así no tendrías que gastar
todo tu tiempo trabajando.

Bueno, sin preocupaciones allí dado que luego de los cupcakes, Annie estaba A-C-A-
B-A-D-A; acabada.

—¿Hay algo especial que necesito saber sobre los cupcakes?


32

Su abuela sacudió la cabeza.


Página
—No que haya oído. Tu abuelo no me ha dado muchos detalles, solo que cerca de la
mitad necesitan ser blancos y mitad chocolate. Mencionó que tendrías que hacer un
pedido de comida. Escribe lo que necesitas y re dará el número para llamar. Puedes
recibir un camión el martes o jueves, creo.

—¿Cuándo es la fecha límite para estos?

—La escuela y todos los niños están planeando verlos el viernes en el día de la
primera reunión de equipos. Te habría llamado antes, pero él realmente pensaba que
podía hacerlo con mi ayuda. Intentamos un par de prácticas, pero no funcionó.
Podría haber cambiado la fecha de entrega, pero todo el mundo está deseando que
lleguen antes del primer juego, y no quería decepcionar a todo el mundo.

—Está bien. Ni siquiera te preocupes de que tuviera que dejar mi trabajo ni nada de
eso. Me alegra poder estar aquí. Si los suministros llegan, no será ningún problema
tenerlos el viernes.

—También dejó todas las notas para el pastel de bodas en la panadería. Dijo que
estaban en su escritorio. Tenía miedo de que las tirara a la basura cuando estaba
limpiando si las traía a casa.

La mandíbula de Annie se apretó y apenas resistió rechinar los dientes. Lástima que
el abuelo no las hubiera traído a casa.

—No estoy segura de que vaya a necesitarlas.

Las cejas de la abuela se levantaron.

—¿No lo crees?

—No, porque no voy a hacer el pastel de bodas de Jane y Peter.

Su abuela se hundió visiblemente.

—Annie.

Ella levantó su hombro.

—¿Siquiera iban a decirme para quién era el pastel?

—Pensaba decírtelo por teléfono.


33

—Me di cuenta de que no lo hiciste.


Página

Ella miró hacia el centro de la mesa.


—Lo sé. Lo siento. No sabía cómo hacerlo.

Una frase corta habría sido suficiente.

—Haré los cupcakes. Habría venido solo para los cupcakes. He terminado después de
eso. Jane tendrá que encontrar a alguien más. O hacerlo ella misma. —Cade llenó su
cabeza y ella resistió a la sonrisa tratando de tomar su rostro. Él estaba en lo correcto.
Verlos cortar un rectángulo irregular sobre una bandeja envuelta con papel de
aluminio sería encantador.

—Annie, tu hermana te necesita.

Curioso. Annie recordaba un tiempo en el que estaba asustada. No solo asustada…


absoluta-jodidamente aterrada. Por casualidad, Jane había encontrado a Annie
llorando. Desde que Annie había tocado el fondo de lo que ella había pensado que
era el fondo del peñasco, se había desplomado todo. Su período se retrasó. Estaba
embarazada y con quince. Hablaré con él y veré, había dicho Jane. Para esos pocos
momentos preciosos, Annie realmente había pensado que estaba recibiendo la
hermana que siempre había querido. Sí. Muy duro para Jane hablar con Peter cuando
partes de él estaban en su boca. Ningún cuento de hadas de unión de hermanas,
tampoco ningún príncipe azul. Solo un temeroso tono de alarma

Annie parpadeó y deseó poder olvidar el daño que traían esos recuerdos.

—Aun así, no voy a hacerlo para su boda.

—No lo hagas por ella. Hazlo por mí y tu abuelo.

—Hacerlo por ustedes dos aun sería hacerlo por ella. Y no voy a pasar días y días
haciendo algo por ella.

La abuela entornó los ojos en rendijas afiladas que usaba para aterrar a Annie.

—No hay nadie más. Lo sabes. Sabes cómo es la programación. La boda es el


domingo. No puede encontrar un buen reemplazo tan rápido.

Tan feroz como era el tono de la abuela, no era suficiente.

—Es lunes. Puede conseguir uno en Wal-Mart antes del fin de semana. O hacer uno.

—Annie. —Su abuela la niveló con una mirada y estableció sus palmas de las manos
34

sobre la mesa—. Ver a cada una de ustedes con su pastel de ensueño ha sido algo de
lo que su abuelo ha hablado durante años. Ahora una de ustedes finalmente se casa y
Página
se rompe la muñeca. —Sacudió su cabeza—. Pero tú… podrías hacer algo aún mejor
de lo que él pudo imaginar para ella.

Annie se echó hacia atrás.

—Nunca dije que no podía hacer algo increíble.

Demonios, el mes pasado había hecho un gigante de Longhorn para la universidad


para dar inicio a la temporada de fútbol. Un toro. Fuera del pastel. Completo con
cuernos alargados y humo proveniente de su nariz. Podía hacer cualquier maldita
cosa que quisiera. Esa era la clave, sin embargo. Podía hacer cualquier cosa que
quisiera.

—Entonces hazlo por ella.

—No quiero. —Ella podría hacer a un idiota de un burro. Eso ella haría. Déjaselo al
burro inclinarse de rodillas y que su cola sea levantada con una gran sonrisa
dientuda. Perfecto.

La abuela se inclinó sobre la mesa y le acarició la mano.

—Sé que tú y Jane tienen sus diferencias. . Sé la persona más grande.

Claramente, la abuela no sabía toda la historia. Dado que contárselo implicaría entrar
en detalles de la vida sexual de la adolescencia de Annie, pasaría.

—No quiero ser la persona más grande. Quiero ser pequeña. Y mezquina. Y volver a
casa con eso en mi corazón negro.

Las cejas de la abuela bajaron.

—Annie-Lyn, eso es suficiente.

—No puedes obligarme. No vivo aquí. Tengo mi propia vida. Lo siento. Sé que
querías algo diferente, pero no puedo. —Su garganta estaba apretada—. No puedo —
repitió más para sí misma que para su abuela—. Me fui de aquí con la intención de
dejar a esos dos detrás. Lo he hecho, y no voy a verme arrastrada de nuevo.

—Sabes, a ella no le fue fácil aceptar que hicieras su pastel en lugar de tu abuelo.

—Estoy segura de que fue muy duro para ella considerar usarme para algo. —Dios,
obligó a sus ojos no ponerse en blanco. Aunque solo fuera por el hecho de que la
35

abuela iba a golpearlos para que volvieran rectos antes de que terminaran de hacer el
Página
viaje en redondo—. Suena como si ella considerara otras opciones. Debería explorar
esas.

—Su única otra opción era mover la fecha de la boda.

— Entonces, problema resuelto.

La abuela se levantó de la mesa y fue a la nevera.

—¿Quién sabe cuánto tiempo será? Y las invitaciones ya han sido enviadas. La iglesia
reservada. La florería. Sabes que esas cosas no pueden solo ser retrasadas por un
capricho, ni siquiera en un pequeño pueblo como la nuestra. Ella tampoco creía que
lo harías.

—Estaba en lo cierto.

—Demuéstrale que está equivocada.

Annie se levantó de la mesa con una pequeña risa.

—Ya no soy una adolescente, abuela. No me puedes empujar a las cosas para
retarme.

—Valió la pena intentarlo. —Abrió un Sprite—. ¿Qué haría falta para que hicieras el
pastel? ¿Quieres una disculpa de ella? Creo que en este punto podrías conseguir lo
que quieras de Jane.

—No quiero nada de ella. No quiero ni verla. —Se dio la vuelta y miró por la
ventana. El otoño se estaba acercando, pero los árboles seguían prosperando con
hojas verdes. El césped estaba bien cortado. El domingo por la tarde estaba bajando
su brillo, e incluso a través del panel de vidrio, se podía oír la risa de niños jugando
por la calle. Una calle en la que una vez ella había jugado. Cuando era joven, había
pensado tontamente que algún día tendría hijos jugando en este mismo patio.

Entonces todo pasó y todo cambió. Nada podría traer de vuelta los viejos sueños.
Annie había prometido irse y ese había sido su foco.

Annie había cortado a sus medias hermanas de su vida llana y simplemente, y no


tenía ningún deseo de traerlas de nuevo. Tina ni siquiera había querido ser amigas.
Después de haber conectado con Peter, Jane no había intentado meterse en su
camino de nuevo, así que en lo que respectaba a Annie, no hablar una con la otra era
36

mutuo.
Página
—Dices que las invitaciones han sido enviadas. ¿Adivina quién no recibió una? Ni
siquiera sabía que se iba a casar hasta que Cade me contó de camino a aquí.

—¿Cade?

Ugh. Todo eso. Volteó su muñeca.

—El hijo mayor de Tina fue picado por avispas. Le pidió a Cade que me recogiera en
el aeropuerto.

Las cejas de la abuela se hundieron con preocupación.

—Oh, no he sabido nada de ella. ¿Supongo que todo está bien?

No estuvo sorprendida de que la abuela no tuviera idea de que su bisnieto mayor


había pasado la mitad de la noche en el hospital. Tina era quien revoloteaba y tendía
a ponerse a ella misma primero. Jane era la serpiente favorita de todos en la hierba.
Mary, su hermana menor, era la inteligente, lo mejor que Annie sabía de ella. De
todas ellos, Mary era la única que había vivido con su papá. Solo la habían visto un
rato en el verano. Luego estaba Annie. La olvidable.

—Todo está bien, de acuerdo a Cade.

Bajó la mirada y vio fotos de la familia que la abuela guardaba en el alféizar de la


ventana. Una de Tina y Jane tomada cuando todavía habían vivido con papá y su
mamá. La foto había sido tomada tal vez un año antes de que su madre hubiera
muerto. El año anterior a que se hubieran mudado a Turtle Pine para también ser
criadas por la abuela y el abuelo junto a Annie. Annie solo había tenido tres, pero
podía recordar haber estado sentada en la mesa de la cocina. Un gran plato de
galletas había estado frente a ella y las había mascado mientras la abuela y el abuelo
habían hablado de sus nuevas hermanas viniendo a vivir con ella. Cómo podrían
estar tristes por un tiempo, pero sabían que Annie les mostraría a las chicas cómo
hacer las cosas y sería una gran hermana.

Otro marco mostraba una instantánea de Mary con papá y su mamá. Los tres no eran
nada más que extraños para Annie. Había visto a Mary algunas semanas aquí y allá
en los últimos años. No a menudo. Papá —sacudió su cabeza—, ¿alguna vez lo había
visto por más de un día? No que recordara. Había sido más como horas a la vez. Dos
probablemente era presionarlo.
37

Otra foto era de Annie con sus abuelos. Tocó la parte superior de su imagen. Tuvo la
Página

suerte de que los padres de su papá hubieran averiguado sobre ella y la habían
recibido antes de que su madre la dejara en servicios infantiles. Solo Dios sabía dónde
habría terminado.

Tres familias aparentemente separadas. Cuatro hermanas variando de medias


hermanas a completas gracias al vagabundeo de papá. Qué desastre.

La abuela se quedó en silencio, y Annie miró por encima del hombro para
encontrarla sentada en la mesa con una galleta en mano. Annie volvió, agarró una de
la pila y se sentó de nuevo también.

Su abuela rompió su galleta por la mitad.

—Sabes, pareces decepcionada por no recibir una invitación.

—No lo estoy. Supongo que estoy un poco sorprendida por ni siquiera saber que
estaba comprometida, mucho menos a punto de casarse, luego llego a casa y ella
espera que construya su pastel para su boda que es el domingo. —Demonios, incluso
el más snob de los snobs que entraba a la panadería en Texas sabía qué tipo de pago
era eso. Como el tipo de pago de una cifra de cuatro y cinco números de paga-el-
préstamo-del-auto-y-reserva-una-semana-de-vacaciones-en-una-playa-privada. A
veces más, dependiendo del tamaño del pastel. ¿Jane quería que dejara todo y lo
hiciera por ella? Annie no iba a caer tan rápido. Podía ver a sus abuelos viniendo con
esa idea. Estaba más que dispuesta a reemplazar a su abuelo, para hacer cualquier
pastel que hubiera prometido a cualquier extraño al azar, ¿pero para consentir a
Jane? Um, no.

—Bueno, Annie, no sé qué decirte. No participas o te mantienes en contacto con la


familia. No puedes exactamente ponerte tan molesta cuando no sabes algo.

Esa era la excusa ahora. ¿Cómo era cuando había vivido aquí antes? Se mezclaba en
el fondo. A propósito. Después de haber roto con Peter, había querido desaparecer. Y
a menos que Jane y Peter fueran a romper, todo el mundo se lo permitía. Nadie le
preguntó qué pasaba. Nadie se había preocupado de que una chica una vez
extrovertida que había vivido para el deporte y la diversión de repente fuera la
acaparadora de libros más grande en este lado de Mississippi. Todo el mundo le había
permitido desaparecer. Por lo que ella entendía, nadie había notado que también se
había ido.

—Lo sé.
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Bajó la galleta y se frotó el rostro. Ni siquiera era que quisiera la maldita invitación.
Página

No era como si hubiera venido. Dejó caer sus manos a su regazo.


—Supongo que solo estoy sorprendida de que Jane tuviera el descaro de querer que
yo hiciera su pastel. Eso es todo. Si fuera al revés, no hay manera de que mostrara mi
cara para pedir algo. Y ni siquiera tuvo las agallas de preguntarme, fue a través de ti.

—Dijiste que no querías verla.

—¡No quiero!

Su abuela dejó escapar un fuerte suspiro.

—No entiendo cuál es el problema entonces.

—Yo tampoco. —Annie dejó caer la cabeza sobre la mesa—. Solo sé que cuando se
trata de Jane y Peter, no quiero mi vida en cualquier lugar cerca.

—Cariño. —Su abuela le dio una palmadita en la parte posterior de la cabeza—.


Tienes que dejar ir lo que sea a lo que estés aferrándote. Han pasado años desde que
tú y Jane tuvieron su caída.

Si fuera por Annie, nunca tendría que dejarlo ir. Porque nunca tendría que ver a Jane
y no tendría que enfrentarlo. Lo bueno era que era decisión de Annie y tenía esa
opción. Era tentador ser la mujer más grande, sin embargo. Para intervenir y salvar
el día cuando Jane estaba segura de que Annie iba a decepcionarla. Podía desfilar
diciendo que ella había salvado el culo de Jane para el resto de su vida. Maldijo a su
abuela por jugar esa carta. Eso fue sucio. Sucio y tentador. Si tan solo no tuviera que
hacer realmente nada por Jane para que eso sucediera.

—Pensaré en ello.

—Gracias…

—No lo hagas. —Annie se enderezó y empujó el cabello de su rostro—. No empieces


con la alabanza. Dije que lo pensaría, eso es todo. Honestamente, estoy pensando
seriamente en no hacerlo.

—Pensar es algo por lo que esperar. Tengo tu habitación lista arriba. Sé que
probablemente has tenido un largo día.

Se estiró y se empujó fuera de su asiento una vez más.

—Voy a cambiarme de ropa y dirigirme a la panadería.


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—Descansa. No tienes que hacer eso hoy.


Página
—Quiero hacerlo. Quiero tener una idea de la cocina de nuevo. —Sonrió a su abuela.
También quería salir de esta casa. En algunas maneras, había esperado que esto fuera
una visita feliz. Hacer algunos cupcakes y salvar el día. En cambio, había sido
engañada. Lo último que quería era estar encerrada aquí. Esta casa ofrecía más
miseria que en cualquier otro lugar en el pueblo desde que habían vivido aquí antes
como una gran familia disfuncional.

Era la hija de la puta que les había robado a su papá. Era parte de la razón por la que
sus padres peleaban, y, por extensión, parte de la razón de que su madre muriera. No
era algo que les gustara que ella olvidara. Tina había lanzado más juguetes de Annie
por una ventana de lo que podía contar, de alguna manera se las había arreglado para
derramar agua sobre su tarea y siempre estaba moviendo sus cosas. Ambos zapatos de
Annie podrían estar en la puerta en la noche, pero a la mañana siguiente, el derecho
podría estar en cualquier parte, desde enterrado en ropa sucia hasta yaciendo en el
porche trasero. Tina siempre había parecido empeñada en hacer la vida de Annie
difícil intencionalmente. Jane había sido un comodín. Parecía que si Tina no estaba
cerca, Annie y Jane habían sido casi amigos. Al menos hasta que Jane se hubo
enredado con Peter.

Ese había sido el último clavo que Annie había necesitado para cortar los lazos con
Jane como ella lo había hecho con Tina mucho antes.

—Sé que el abuelo tiende a pegar cosas al azar en algún lugar sin tener ningún lugar
en particular.

Su abuela se rio entre dientes.

—Sí, podrías querer ir y echar un vistazo. Las llaves están en el auto.

Annie se puso unos pantalones de yoga, cambió sus sandalias por zapatillas
deportivas y salió. Otoño era una de sus estaciones favoritas del año. El calor del
verano se había ido. Dándole la bienvenida al frío en su lugar, y en uno o dos meses,
la vista sería increíble. Los árboles saliendo de la parte trasera de los montes
Apalaches estallarían con hojas color oro y carmesí.

Dejó el tranquilo barrio y se dirigió hacia los pocos kilómetros más allá de su antigua
escuela secundaria, hacia abajo más allá del estacionamiento vacío que era el lugar
para que fuera visto un adolescente y cruzó el pueblo hacia la panadería del abuelo.
El pueblo había envejecido. Desaceleró mientras se acercaba a la intersección en el
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primer semáforo en rojo. Había un gran edificio abandonado a la izquierda. Eso solía
Página

ser… se devanó los sesos tratando de recordar. Deportes de algo o… algo. Ahora el
edificio de metal bronceado tenía un poco de óxido en el exterior y el frente
agrietado y desvanecido permanecía vacío.

La luz cambió y se fue por tres calles transversales y viró a la izquierda en un viejo y
familiar edificio de ladrillos rojo. Nº 12 estaba escrito en el hormigón en la parte
superior, a pesar de que nunca había sabido por qué. No era la dirección. El viejo
cartel Cookie’s Cakes del abuelo aún estaba sobre el toldo rojo y amarillo.

Annie rodeó el costado del edificio. Los neumáticos del auto crujían en la grava
mientras estacionaba cerca de la puerta de atrás. La llave colgaba del llavero de la
llave del auto y la deslizó en la cerradura. El edificio era viejo. El pueblo aún más
viejo, pero la llave trabajaba como un encanto. Entró y la pesada puerta de metal
golpeó el marco y la envolvió en la oscuridad. Incluso después de todos los años en
que había estado fuera, todo lo relacionado con esta habitación era claro en su
mente. Una gran mesa en el centro de la habitación para que todos los pasteles
fueran decorados. Horno y refrigeradores. Estantes y estantes de almacenamiento.

De la silla en su oficina había hecho uso frecuente para estudiar los libros sobre
pasteles que había traído de la biblioteca. Hornearlos, decorarlos, la historia. Recetas
medievales. Lo que fuera. Si había un pastel en la portada del libro, lo revisaba y
generalmente lo traía aquí. Con un bocadillo entre ellos, pasaba página tras página
con su abuelo mientras los pasteles se horneaban y luego se enfriaban. Había tenido
tres años increíbles en los que solo habían sido ella y sus abuelos había sido antes de
que la madre de Jane y Tina hubiera muerto en ese accidente de auto después de otra
pelea con su padre. No estaba segura de si debería ser capaz de recordar cosas a una
edad tan joven, pero eran grandes y felices recuerdos. No tenía una mamá. No tenía
un padre amoroso. Tenía a sus abuelos. Todo acerca de eso se sentía tan bien y
normal y simplemente perfecto. Todo había cambiado cuando Tina y Jane se
mudaron para que papá pudiera viajar por trabajo y enviar dinero a casa. Sus abuelos
habían prometido que sus medio hermanas eran divertidas.

Durante un tiempo, Jane había sido esa hermana que cualquiera pudiera desear. Tina
siempre había sido odiosa, y no le había tomado más que unos años para que Jane le
diera la espalda. Las dos se habían unido contra Annie, y tampoco solo en casa. Nada
tan grande como para poner a otros en problemas. Lo suficiente como para molestar
a Annie. Como agarrar el desodorante de su bolsa de gimnasio antes de educación
física. Dejando caer sus pesados bolsos de libros sobre ella en el autobús para que su
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almuerzo fuera un desastre aplastado. Si podían imaginar algo para molestarla, lo


intentaban. Las bromas habían amainado cuando papá se casó con una mujer tan solo
Página

seis años mayor que Tina y nació Mary. Afortunadamente para Mary, había llegado a
vivir con papá y escapó de la ira de Tina y Jane cuando él se hubo mudado y dejado a
sus tres niñas mayores con sus padres.

Annie entró en la habitación fresca donde había aprendido a tejer una cesta con
glaseado, a adornar pasteles con mangas y a perfeccionar el fácil arte de las rosas con
las instrucciones de su abuelo. El tiempo que había dedicado sentándose en ese
pequeño taburete haciendo perfectas hojas se precipitó sobre ella y finalmente
consiguió un poco de la cálida nostalgia que había estado esperando.

Incluso en la oscura habitación, el calor la llenó. No todo en Turtle Pine era malo.
Este lugar era de oro en su lista. Era su lugar especial el cual Tina y Jane no habían
pisado. Se estiró hacia la izquierda y buscó el viejo interruptor de la luz a lo largo de
la áspera pared de ladrillos y lo encendió.

Un brillante blanco parpadeó al principio, luego se encendió fuerte a lo largo de la


estrecha habitación. Mesas de acero inoxidable todavía puestas a lo largo del centro.
Viejos refrigerados todavía estaban alineados del lado izquierdo de la habitación y
hornos a la derecha. Caminó por un costado, dejando que sus dedos rozaran el frío
metal mientras se acercaba al otro extremo de la habitación.

Mezclas, cuencos, tazas de medir, bolsas de glaseado, consejos y mucho más llenaban
los estantes de piso a techo. Esa vieja escalera de madera a la altura de la rodilla que
su abuelo había conseguido para ella estaba arrojada a un lado. La arrastró,
sorprendiéndose ante la familiar manera en que la cosa se mecía bajo sus pies y que
recordara cómo contrarrestar su peso para equilibrarse.

Con una mano en el estante, subió al escalón más alto y llegó a la fila de los sartenes.
Había tantas de todos los tamaños. Redondos, cuadrados. Un par especiales con
formas de animales. Profundos y bandejas todo colocado en su lugar bien ordenado.
Al final había un juego de sartenes para cupcakes.

Dos de ellos, para ser exactos. Annie los sacó. ¿Cuarenta y ocho cupcakes por lote
cuando tenía cientos para hacer? No iba a suceder. Bajó los dos sartenes y fue en
busca de bolígrafo y papel. No iba a quedarse despierta horneando toda la noche para
entregar cupcakes frescos. Puso sartenes de cupcakes en la parte superior de su lista.

Abrió la pesada puerta de la nevera de un tirón y encontró lo que parecía ser


doscientos gramos de mantequilla. El estante utilizado para mantener la leche estaba
vacío. Conociendo la tendencia del abuelo para reorganizar, abrió la otra nevera. Dos
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docenas de huevos llenaban el estante superior, pero nada de leche. Añadió más a sus
Página
notas. Realmente estaba extrañando a Jared, el proveedor de alimentos que venía y
revisaba el inventario de la panadería en Texas de forma quincenal.

La puerta hacía tiempo que había sido retirada de la despensa y encendió las luces
mientras entraba en una habitación que era casi del tamaño de su dormitorio.
Estantes ocupaban la mayor parte de las paredes, pero uno de los lados estaba medio
lleno con cajones.

Bolsas de harina, azúcar, polvo de hornear y cualquier otro mejor amigo de todos los
panaderos para hacer cupcakes habían desaparecido. ¿Chispitas, sin embargo? El
abuelo tenía bastante de esos que pensarías que era el dueño de la compañía que los
hacía. Sonrió mientras iba tras una silla. El abuelo siempre tenía chispitas para hacer
cada bocado mejor, así que no pudo encontrar mucha culpa en lo que estimaba eran
quince botellas.

Puso sus manos alrededor de la parte posterior de una silla al momento en que el
zumbido de algo que ella reconoció de inmediato sonaba por encima del susurrante
ruido de los refrigeradores.
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Página
Capítulo 4
A
Cade le gustaría fingir que estaba conduciendo sin rumbo, pero sabía
exactamente adónde se estaba dirigiendo cuando encendió el intermitente
en la señal de pare. Sus probabilidades eran cincuenta-cincuenta de que ella
estuviera en la panadería. Dado que las otras opciones para la tarde eran la casa de su
mamá con el zumbido de basura relacionada a la boda y el quejido de su futura
cuñada, o su casa con su vecino, prefería más su posibilidad de cincuenta-cincuenta.

Siempre podía agarrar un bocado para comer, pero luego era propenso a quedarse
dormido en la mesa. Llámalo loco, pero en el momento en que se quedara dormido,
de alguna manera, Tina lo sabría. Era como si la mujer tuviera a todo el mundo en el
pueblo con ojos en su espalda, esperando el momento en que ella pudiera deslizarse y
sorprenderlo.

Si todo lo demás fallaba, se iba a pasear en su auto y sentarse en su puesto de ciervos


durante el día para tomar una siesta. Seguramente, estar a diez metros en un árbol
sería suficiente para escapar de ella.

El alto edificio de ladrillo rojo estaba delante a la derecha y no quiso explicar el


sentimiento de alivio que llenó su pecho al ver el auto de los abuelos de ella
estacionado en la puerta de atrás. Había querido coquetear con Annie desde el día en
que se dio cuenta que las niñas no tenían piojos. Su hermano se había abalanzado y
golpeado ante el desafío. El hecho de que ella estuviera dos grados encima de él en la
escuela no había ayudado a sus probabilidades.

Cuando ella y su hermano habían roto, estaría mintiendo si dijera que no había
pensado invitarla a salir. Algo con ella cambió, sin embargo, y había cambiado todo
sobre ella. Había esta vibra a su alrededor. Una muy fuerte, muy clara sensación de
inaccesible. Annie se había convertido en la misteriosa Annie-Lyn. Le había tomado
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seis semanas pasar más allá de su desinterés para tratar de hablar con ella en el pasillo
de la escuela. Ella no había roto su poder al caminar, nunca levantado la mirada, y no
Página

estaba seguro de que incluso lo hubiera oído. Ni siquiera podía estar seguro de que él
hubiera hablado lo suficientemente alto por encima del rugido del ruido entre clases
para que ella hubiera tenido la oportunidad de escuchar.

Esa vibra nunca la dejó y nunca había tenido las agallas de nuevo.

Incluso hoy, había habido un muro allí, pero se había venido un poco abajo cuando
la había sacado de su camioneta. Era mayor, más inteligente, y el rico sonido de su
risa ya se había metido bajo su piel para hacer que se esforzara más. Por lo menos,
durante los próximos días iba a trabajar duro para oír ese sonido de nuevo. Eso era si
ella no le daba la clara vibra de aléjate-de-mi que él intentaba proyectar en Tina.

Estacionó en el lugar de lado, preguntándose por un segundo si era su abuelo quien


realmente estaba aquí. Descartó la idea. Lo peor que podría suceder era que le diera
una galleta. Eso no era exactamente algo malo.

Al igual que todos los comisarios y amigos de su abuelo, se acercó a la puerta trasera
y le dio un ligero golpe mientras giraba el pomo y abría.

—Toc, toc.

—Supongo que algunas cosas nunca cambian. —Ella salió de una habitación lateral.
Atrás quedó el vestido de lujo y de regreso la chica que él recordaba. Pantalones
ajustados que lucían suaves, una camiseta y unas zapatillas deportivas la ataviaban
como la mujer que había visto en la escuela quien a menudo había llevado los libros
fuertemente apretados contra su pecho.

Solo que esta vez, ella era menos desinteresada. Su sonrisa era toda cálida y
acogedora. Los hombros hacia atrás, el cabello suelto alrededor de su rostro, ella lo
buscó. Uf. Ahí iba su pulso.

Su garganta se estrechó demasiado y se obligó a tragar para que su voz no se


quebrara. A pesar de que era mayor, esos nervios adolescentes corrieron de regreso a
él. En el aeropuerto, ella había sido fría y apagada. Pero esta mujer era toda sonrisas
y enfocada en él sin darle un poco de tiempo de calentamiento.

—No hay que cambiar lo que está funcionando.

Ella colocó un cuaderno sobre la mesa en el centro de la habitación y se sentó en un


taburete.

—¿Me estás siguiendo hoy o es solo una coincidencia?


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Página
—¿Algo de ambas? —Se encogió de hombros, enganchó una silla a su pie y la
arrastró hasta sentarse frente a ella. Bien podría arrojar algo de esto a la intemperie—
. Me estoy escondiendo de mi vecina.

—No es una buena señal sobre tu vecindario.

—Tiene sus pros y sus contras. —En su mayoría, en contra. Desde que Tina lo había
corrido de su casa hoy, y él fue a buscar a Annie a causa de ello, eso podría
considerarse una ventaja—. ¿Qué hay de donde tú vives?

—Edificio de apartamentos donde soy amada por todos en mi piso. —Una brillante
risa salió de ella.

—Eso no me sorprende. —Ella debía darles a sus vecinos la cálida sonrisa más a
menudo que el desinterés.

—Traigo un montón de cosas de un día a casa. La gente ama los bocados.

—Sería un pecado no hacerlo. —Hizo un gesto hacia el cuaderno—. ¿Haciendo una


lista?

—Tratando de encontrar suministros. El abuelo está falto de suministros aquí ya que


no ha estado en la panadería.

Bueno, habían sido unos, oh, diez o quince años desde que había reunido el coraje
para invitarla a salir. Esta vez, ella estaba realmente mirándolo, por lo que sus
probabilidades tenían que ser mejores. Por supuesto, eso significaba que si ella decía
que no, él no tendría excusas para el rechazo esta vez. Se frotó las palmas de sus
manos sudorosas-como-el-infierno sobre los muslos.

—¿Ya terminaste con eso?

Ella parpadeó y se echó hacia atrás.

—Recién empecé, ¿por qué?

—Pensé que tal vez quisieras dar un paseo por el pueblo. Conseguir un
entendimiento por el lugar de nuevo. Esta es la primera vez que vuelves desde que te
fuiste, ¿no es así?

Su sonrisa de alguna manera se profundizó y colocó el lápiz en la parte superior del


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cuaderno. Su lengua salió para humedecer sus labios y volvió a desaparecer.


Página

—Así es. ¿Ha cambiado mucho desde que me fui?


—Bueno, se volvió a pintar la torre de agua.

Ella se quedó sin aliento y cubrió su pecho con la mano dramáticamente.

—¿Quitaron Jeremy + Melissa?

—Lo hicieron. Alguien subió y lo pintó de nuevo la primera noche después de que
terminaron. —Dado que Jeremy estaba empujando los sesenta y cinco años, todo el
mundo estuvo de acuerdo de que él no era el culpable, pero cualquiera de sus
ruidosos nietos tenía mucho potencial. Cade había sido encargado de averiguar cuál
había desfigurado la nueva pintura, pero no había puesto mucho esfuerzo en ello.
Había sido el alcalde quien había querido la torre pintada y todos sabían que solo era
porque Melissa había escogido a Jeremy sobre él. Jeremy + Melissa en esa torre de
agua era una parte de la historia de Turtle Pine. No puedes solo pintar sobre la
historia.

Ella rio.

—Estás bromeando.

—Nop.

Ella se estaba riendo más.

—No creo que se sentiría como en casa si no estuviera allí.

—Creo que casi todo el mundo piensa lo mismo. ¿Recuerdas a la Sra. Baxter?

Ella frunció el ceño por un momento y miró el centro de la mesa.

—Ella tiene los grandes rosales detrás de su buzón de correo.

El señaló.

—Solía tener. Los cortó.

La boca de Annie cayó.

—No.

—Síp.

—Esos arbustos han estado allí durante tanto tiempo como puedo recordar. Y la
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recuerdo estando allí afuera todo el tiempo arreglándolos.


Página

—Se fueron. Los arrancó. Conmocionó a todos.


Se apoyó en el mostrador, es decir que se inclinó hacia él.

—Probablemente me perdería de camino a la escuela sin ver esos arbustos en la


esquina.

—Exactamente mi punto. —Señaló su lista de nuevo—. ¿Así que estás acerca de


terminarla? Estamos desaprovechando luz del día.

Ella hojeó las hojas de papel prácticamente vacías.

—Supongo que el resto puede esperar. No es como si estuviera llamando al orden


esta noche.

—Perfecto. Y tengo una sorpresa para ti.

—¿Ya sorpresas? —El aumento de su ceja estaba lleno de escepticismo.

Agradable. Buena manera de mirar espeluznantemente. Él metió las manos en los


bolsillos para frotar aun más el sudor de sus palmas.

—Era algo que tenía que hacer, así que no era solo para ti. Pero el beneficio sigue
siendo el mismo.

Ella encendió las luces y giró la cerradura mientras lo seguía por la puerta.

—Casi tengo miedo.

—No deberías. —Él cerró la puerta, dio un empujón y un tirón para asegurarse de
que había cerrado. Señaló su limpia camioneta. La pintura era demasiado vieja y
desvanecida por el sol para ser considerada brillante y como nueva, pero estaba
limpia—. Está bañada solo por ti.

—Oh. —Ella parpadeó y miró—. Seguro que lo hiciste. —Entonces ella frunció el
ceño.

No. No frunzas el ceño.

—¿Ocurre algo?

—Espero que no pienses que estaba ofendida por la suciedad antes.

—No, es solo que he tenido chicas que no quieren entrar cuando estaba fangosa
antes.
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—Chicas quisquillosas, parece. —Ella se detuvo y lo miró con un ligero


Página

estrechamiento de sus ojos—. ¿Crees que soy quisquillosa?


—Nunca pensé que lo fueras, quiero decir, no quiero que pienses eso. No quería
arruinar ninguna de tus cosas. —En su inconexa línea, atrapó su sonrisa con el
rabillo del ojo—. No hay ganador en esta conversación, ¿verdad?

—Realmente no. Solo te estoy molestando. Pero, honestamente, estaba bien de la


forma en que estaba. —Ella tiró la puerta antes de que él pudiera hacerlo, y se
impulsó en el asiento tan eficientemente como lo había hecho antes—. Suenas como
si la ensuciaras a menudo.

Encendió su camioneta.

—Depende de lo que los adolescentes hagan los fines de semana. Saben no montar
por las tierras de Bryan Neuimer, pero cuando hay una buena y fuerte lluvia, van
hacia allí. Neuimer llama al departamento y me envían a buscarlos.

Ella se dio la vuelta en el asiento y se enfrentó a él un poco como hizo antes.

—Así que, básicamente, cuando los niños salen, te pagan para dar un paseo por el
bosque.

Él sonrió y asintió.

—Algo así.

—Agradable. Suena como el trabajo perfecto.

—Habría pensado que el tuyo lo era. Te pagan por comer cupcakes.

Ella rio.

—Bueno, eso es cierto. Mi trabajo es bastante impresionante, pero no lo sé. Creo que
me has ganado. Es difícil superar el lodoso paseo.

Trató de imaginar a la chica que recordaba en su camioneta cuando los neumáticos


estaban hundidos en barro. La imagen no encajaba.

—Nunca habría pensado que estabas tan interesado en montar en barro.

—Probablemente sería su mayor fanática.

Él le dedicó una sonrisa y no pudo evitar burlarse un poco de ella.

—Te recuerdo siendo la mayor nerd de libros.


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Ella rio. El sonido se arrastraba por encima el estruendo del motor y el rugido de los
Página

neumáticos.
—Es cierto. Los libros eran mi boleto fuera del pueblo. yo no hubiera dejado un
paseo en el lodo por estudiar, solo Dios sabe dónde estaría.

Quería señalar que había notado que se había convertido en una nerd de libros
después de que su hermano había empezado a salir con su hermana, pero hacer eso
significaba que probablemente conseguiría ya fuera enojarla o molestarla. Le había
gustado evitar ambas.

—Los libros te llevaron todo el camino a la universidad y a una panadería muy, muy
lejos.

—Sí, lo hicieron. La universidad me dio una licenciatura en marketing.

— Habría pensado en una licenciatura en panadería.

Ella rio.

—No tienen esas carreras en la universidad estándar, y no entré en una escuela


culinaria. Además, ya sabía cómo hornear. Tenía un don para decorar. Necesitaba
aprender a manejar un negocio. Mientras estaba en la escuela, tuve la oportunidad de
una pasantía en esta increíble panadería. Hornean enormes pasteles y los envían por
todo el país. A veces vuelan a diferentes estados para armarlos.

—Suena como algo que he visto en la televisión.

Ella asintió.

—Sí, como esos. Es esa clase de increíble panadería a nivel nacional. Hice un buen
trabajo. Después de que mi pasantía hubo terminado, me contrataron a tiempo
parcial para ayudar con cosas como aperitivos de escaparate estándar. Luego trabajé
mi camino lentamente a tiempo completo haciendo eso. Eventualmente, surgió una
oportunidad cuando logré ayudar en un pastel personalizado. Luego otro y otro. Y
ahora estoy tomando mis propias órdenes de encargo. Es genial.

—¿Viviendo el sueño?

—Lo estoy. —Su sonrisa era amplia y sus ojos centrados en él.

Él se aclaró la garganta de nuevo y prestó atención a la calle así no la miraba y los


llevaba a una zanja.
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—¿Ya no deseas abrir tu propia panadería?


Página

Ella levantó un hombro.


—A veces pienso en eso. La panadería en la que trabajo es increíble, pero por
supuesto que no la llevo, así que hay cosas que haría un poco diferente aquí y allá. En
general, sin embargo, estoy completamente feliz y sin planes de irme.

Giró en el signo de pare y ella gimió. El sonido pinchó todas sus terminaciones
nerviosas y casi se estremeció.

—¿Todo bien?

Ella lo miró con expresión suplicante presente en todo su rostro.

—Jasper’s. —Ella negó con la cabeza—. Una de las partes más difíciles de irme. No se
puede encontrar hamburguesas de queso y batidos como los que sirven ellos en
ningún lugar.

Él encendió el intermitente y estacionó frente al lugar.

—Jasper’s entonces.

—No tienes que hacerlo. Puedo pasar más tarde.

—Tengo hambre, de todos modos. —Y como el infierno iba a dejar pasar esta
oportunidad. ¿Llevar a Annie a Jasper’s por hamburguesas y batidos? Había querido
que esto sucediera más veces de las que podía contar. Sacó las llaves del motor y salió
antes de que tuviera la oportunidad de tratar de tratar de convencerlo de lo
contrario.

Ella llegó a la puerta y se detuvo.

—Dejé mi bolso en la panadería. Tendremos que volver.

—Nah. —Empujó su puerta para cerrarla. Él iba a volver en el Jeep y perder esta
oportunidad—. Va por mi cuenta.

Ella saltó.

—Te devolveré el dinero.

—O puedes comprar la próxima vez.

—Trato. —Ella sonrió mientras llegaba a su lado.

No se inclinó hacia él y envolvió un brazo alrededor de su cintura como siempre


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había imaginado, pero sí tuvo la oportunidad de tirar de la puerta y dejarla caminar


Página
por delante de él. Ella hizo una pausa después de entrar al antiguo edificio e inhaló
profundamente—. Oh, hombre. El olor no ha cambiado.

—No creo que las hamburguesas hayan cambiado.

—Bien.

Él ordenó un par de hamburguesas, papas fritas y dos batidos por si fuera poco.

—Elige tu mesa.

Se acercó a la mesa perfecta situada en una esquina de atrás junto a una ventana del
frente. Era un poco privada y tenía un poco de sol por la tarde. Ella se frotó la parte
superior de sus muslos mientras se acomodaba en la cabina.

—Es curioso cómo he estado fuera tanto tiempo, pero nada es realmente tan
diferente.

—A nadie le gusta el cambio.

—Supongo. Supongo que me imaginé volver, ser vieja y no reconocer las cosas. O
verlo diferente, pero es el mismo. —Sacó un par de servilletas y extendió una sobre
su regazo—. Así que aparte de ser un comisario montando en lodo, ¿qué otra cosa
haces estos días?

En su mayor parte esconderse de sus hermanas, pero no quería mencionar nada de


eso.

—No demasiado. Mantenerme ocupado con el trabajo.

—No creería que tuvieras un montón que hacer en este pequeño pueblo.
¿Infracciones por exceso de velocidad?

—De vez en cuando. Son realmente los adolescentes los que me mantienen ocupado.
Todos quiere dar una fiesta con cerveza y no ser atrapados.

—Ya veo. —Su cabeza se inclinó hacia un lado—. ¿No hay mujeres en tu vida?

—Solo mi mamá.

Ella rio entre dientes.

Paula se acercó a su mesa con una bandeja y descargó su comida. Miró a Annie dos
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veces.
Página

—¿Annie Cookie?
Ella sonrió.

—Hola, Paula.

—Escuché que ibas a venir. —Ella se inclinó—. Dame un abrazo.

Annie se levantó de su asiento y abrazó a la mujer.

—Cade me estaba dando un paseo por el pueblo para tener una idea del lugar de
nuevo y vi que el restaurante todavía está aquí. He estado extrañando tus
hamburguesas desde el día que me fui. Aunque no tenía idea que estarías aquí
durante la noche.

—Pasé al turno de la noche hace años. Si no te hubieras ido tanto tiempo, lo sabrías.

Ella asintió.

—Lo sé. La abuela ya me dio un resumen.

—He estado viendo tus bonitos pasteles en Instagram. Hermoso trabajo. Estuve muy
feliz cuando me enteré de que ibas a venir de nuevo a hornear todos esos cupcakes
para los niños.

—El abuelo ya se los prometió para antes del primer juego, y sabes cómo odia
decepcionar. Estoy contenta de hacerlos.

Paula cambió su peso en una pierna.

—El rumor es que vas a hacer el pastel de boda de tu hermana.

La sonrisa de Annie se puso un poco tensa.

—También he escuchado ese rumor.

Paula se echó a reír y le dio un manotazo con su recibo de la comida.

—Esa es mi chica. Buena suerte con eso. Déjame ir antes de que Jasper se ponga de
malhumor.

Paula se alejó y Cade rio entre dientes.

—Ustedes dos parecen cercanas.

Annie se encogió de hombros y puso sal en sus papas fritas.


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Página
—Un poco. Generalmente, la casa se ponía ruidosa por la tarde, así que cuando la
biblioteca estaba cerrada y necesitaba un lugar tranquilo para estudiar, Paula me
permitía usar el almacén en la parte de atrás.

—Nunca supe eso.

Ella movió unas papas y siguió hablando sin mirarlo.

—Era agradable. Paula y yo tenemos mucho en común.

—¿Tienes mucho en común con una mujer el doble de tu edad que no llegó más allá
de décimo grado?

Ella asintió.

—Sí. —Roció ketchup y abrió y cerró la boca un par de veces. Algo estaba a punto de
salir, pero ella no lo dejaba. Un charco de salsa de tomate salió en su plato y ella dejó
escapar un suspiro—. Su madre también huyó de ella.

Annie puso el ketchup de nuevo en el centro de la mesa y todavía no levantaba la


mirada. Cade pisaba cuidadosamente porque sabía muy poco acerca de los padres de
Annie. Él sabía que ella era solamente media hermana de Jane y Tina. Para el
momento del cumpleaños de Annie y Jane, su padre había estado teniendo una
aventura con la mamá de Annie mientras su esposa había estado embarazada de Jane.
Fue una de esas cosas de las que nadie hablaba, pero que de alguna manera todo el
mundo sabía.

—No puede ser fácil que ella se fuera. ¿Alguna vez has tratado de ponerte en
contacto con ella?

—No. La abuela dijo que mi mamá no sabía que papá estaba casado cuando estaban
juntos y solo quería irse. Había previsto darme en adopción, pero la abuela y el
abuelo intervinieron. Papá estaba ocupado tratando de arreglar su matrimonio con la
madre de Tina y Jane, así que no estaba en ningún tipo de mentalidad para pensar en
mí. O eso es lo que escuché.

Y luego pasaron unos años para que Jane robara el novio de Annie. Todo era un gran
círculo desordenado. Él no podía culpar a Annie por querer irse.

—Entonces. —Ella exhaló y rozó sus dedos—. Esa es mi ropa sucia. Dime algo feliz
antes de que el resto de este día se convierta en una masiva decepción.
54
Página

Él sonrió en su dirección.
—Siempre pensé que eras la chica más hermosa que había visto en mi vida.

Su sonrisa estaba de vuelta.

—La adulación te llevará a todas partes.

—Es bueno saberlo. —Se comió una papa—. ¿Alguien te ha dicho que tienes la
mejor risa?

Ella resopló.

—¿Cómo te convertiste en todo un manojo?

—Leo mucho.

—Interesante.

Él levantó un hombro.

—No demasiado. La chica más guapa que conocía se alejó de la ciudad y me dejó sin
nada que hacer.

Ella rio un poco más. Si ella tan solo supiera cuánto de eso era cierto. Algo. Él leía
mucho. Y había empezado a leer cuando ella se fue. No porque estuviera suspirando
por ella —aunque tal vez eso había sido parte de ello—, había querido saber lo qué la
había fascinado tanto. Encontró que los libros eran muy divertidos, así que había
seguido leyendo.

Las hamburguesas y papas fritas se habían ido en un instante y ella se recostó en la


cabina con un gemido feliz mientras metía su pajita en su batido.

—Eso fue maravilloso. Gracias, pero me temo que tendrás que rodarme fuera de
aquí.

—Tendrás que llevarme primero.

—Suena como si mi gira por el pueblo hubiera terminado.

Él se echó hacia atrás, llevando sus brazos sobre la cabeza y un par de estallidos
satisfactorios pasaron por su espalda.

—Tal vez recargué energías. Aún no hemos serpenteado alrededor del otro lado del
pueblo para ver la torre de agua.
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—No podemos olvidar eso. No puedo esperar para ver de qué color lo hicieron.
Página
—Un azul feo.

Ella parpadeó.

—¿Azul?

—Síp.

—¿Por qué azul?

—No tengo idea. —Él rio y salió de su cabina.

Extendió su mano hacia ella antes de que pensara diferente acerca de eso. No era que
hubiera alguna razón por la que no debiera tender la mano para ayudarla a salir de la
cabina, pero tocar su mano era más similar a una cita. Y esto no era una cita,
¿verdad? Entonces ella fue y metió la mano en la suya y dejó de preocuparse por lo
que era esto.

Mientras la tiraba fuera de esa cabina y ella terminaba parada con sus pies casi
tocando los suyos, esto podría ser lo que él quería. Por el momento, quería que esto
fuera una cita. Era fácil creerlo cuando ella levantó la mirada hacia él.

Casi se podía leer sus pensamientos en sus ojos. Debería retirar su mano. O algo.
¿Adónde estaba llevando esto, realmente? A ninguna parte. O bien… también estaba
yendo directamente a algo con lo que había pasado años soñando.

En todos esos sueños, la había sacado de esa cabina y acompañado hasta la puerta con
la mano aún sosteniendo la de ella. Así que eso fue exactamente lo que hizo.

—Salgamos de aquí antes de que se haga tarde.

Ella asintió, abrió la boca por un momento y luego la cerró. Sonrió y soltó una suave
risa.

—Si, está bien.

Cuando sus ojos se posaron de nuevo en él, ya no estaban buscando. Esa


incertidumbre que se había reflejado en sí mismo parecía ida. ¿Qué le había pasado
por la cabeza en los dos punto cinco segundos que había terminado con un
movimiento de cabeza rápido y una risa? Tenía miedo de preguntar y arriesgarse a
que cambiara de opinión.
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Porque ese era el tipo de mirada de ella que había querido ver. Confianza. Lista para
Página

ir. La dirigió por la puerta y hacia el lado del pasajero de su camioneta. Abrió la
puerta y comenzó a agarrar su cintura para ayudarla a levantarse, pero al igual que
antes, ella agarró el mango y se deslizó en el alto asiento como si lo hiciera todos los
días.

Se puso detrás del volante y dejaron Jasper’s.

—Así que estoy pensando en ir al norte y de allí cubriré el pueblo.

—Has hecho un gran trabajo.

—No ha terminado todavía. —Salió y se dirigió al lado opuesto del pueblo,


señalando los pequeños cambios que habían tenido lugar aquí y allá. Disfrutó de su
sonrisa mientras señalaba el patio y luego mencionaba casas por las que ella solía
pasar de camino a casa desde la escuela. El movimiento de cabeza en la torre de agua
que sobresalía como un pulgar dolorido.

Dio la vuelta por otra calle que los trajo de vuelta al pueblo y finalmente de vuelta al
estacionamiento en la panadería.

—Gracias aceptar el paseo.

—Gracias por llevarme contigo. Fue… —Dejó escapar un suspiro y miró alrededor a
los edificios cercanos—, fue bueno. Ver todo de nuevo, pero desde el punto de vista
de otra persona.

Él se puso cómodo con una mano sobre el volante.

—¿Cómo es eso?

—Todo, supongo. Miraste la escuela y tuviste buenos recuerdos. Miro y realmente


no lo recuerdo de esa manera al principio. Tengo que pensar de nuevo.

—Parecías enfocada en la escuela.

Ella rio.

—Lo estaba.

—Es difícil tener demasiada diversión con esa clase de enfoque.

Ella echó un vistazo en su dirección y se elevó una ceja.

—Te sorprendería qué sucede cuando la gente olvida que estás ahí.
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—No te creo.
Página
—Es verdad. He visto chicas engañando a sus novios. Chicos aprovechándose de las
hermanas menores de sus amigos mientras ellos reían juntos. Supuestamente,
mejores amigos diciendo las peores cosas el uno del otro a sus espaldas.

—No, me refiero a la gente olvidándose de ti. No creo eso.

Ella parpadeó hacia él mientras sus mejillas se teñían de color rojo. Se frotó la parte
superior de sus muslos y se aclaró la garganta.

—Bueno, tal vez yo no era tan invisible como siempre pensé. Tal vez simplemente
no les importaba.

—O no viste a la gente adecuada dándose cuenta.

Ella se lamió los labios.

—O tal vez eso también. —Ella exhaló—. Necesito irme. El abuelo estaba en casa de
Mark cuando llegué a casa y no lo he visto todavía.

—No te olvides de dar propina a tu guía.

Ella rio y salió.

—Eso me recuerda, tengo que agarrar mi bolso.

Salió y se reunió con ella en la parte delantera de la camioneta mientras ella la


rodeaba.

—No tenías que salir. Estoy segura de que probablemente tienes un centenar de
cosas que hacer hoy.

Todas involucraban evitar a su vecina.

—Siempre acompaña a una chica linda hasta la puerta.

Ella se sonrojó de nuevo. Le gustaba ver ese color en sus mejillas. La iluminaba. Por
mucho que quisiera hablar sobre fundirse en las sombras y desaparecer, ella nunca
sería capaz de llevarlo a cabo, no mientras ese color estuviera iluminando su rostro.
Metió su cabello detrás de la oreja y deslizó la llave en la cerradura.

Entró con ella mientras ella encendía las luces del techo. Esta era solo la segunda vez
que había estado en esta sala cuando todavía estaba frío. Tanto así que un escalofrío
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recorrió su espina dorsal antes de que siquiera lo pensara.


Página

El movimiento atrajo la mirada de ella.


—¿Tienes frio?

Él rio entre dientes.

—No realmente. Estoy acostumbrado a que esta sala esté caliente.

Ella lo miró fijamente y ellos fueron confinados con la puerta cerrándose detrás de
él. Ese rápido escalofrío lo dejó atrás y fue reemplazado por calor llenando sus venas.

—Son los hornos. En el único momento en que el calentador es encendido es en


invierno cuando el abuelo llega primero en la mañana.

—Y cuando se sienta alrededor de la mesa para el café con todos sus amigos.

Ella rio y asintió.

—Eso también. Supongo que pensé que tal vez ya no hacían eso, ya que la abuela
dijo que estaba en casa de Mark tomando café.

—Por lo que entiendo, es solo porque la panadería está cerrada por su muñeca. Él se
las arregla para hacer un par de bocadillos en casa y luego se congregan en casa de
Mark.

—Después de que generen ese hábito de estar rodeado de autos en la tienda de Mark,
será un milagro si regresa y vuelve a abrir.

—Mucha gente va a estar decepcionado si la panadería cierra. Puedes conseguir tres


comidas al día aquí.

Ella rio y levantó su bolso.

—Eso era algo que siempre quise añadir a mi panadería. —Ella lo miró—. Comidas
reales. No donas para el desayuno y pastel para el almuerzo y la cena.

Él se acercó más. Todo acerca de ella lo tiraba como imanes. Podía pasar el rato aquí,
escuchando su charla acerca de sus sueños durante horas.

—¿Qué es eso?

—Emparedados. —Ella levantó un hombro y jugó con las correas—. Hay cosas que
ya están aquí para el desayuno y bocadillos. La mitad de la jornada está abierta sin
necesidad de atraer a los clientes, pero tú estás aquí trabajando de todos modos
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porque estás horneando para esa multitud después de la escuela y por la tarde.
Entonces, ¿por qué no añadir algunos panes frescos para vender? Y luego cortar un
Página

poco de ese pan para rápidos bocadillos. Más que probable, la gente al menos
comprará una galleta mientras están aquí también, así que vendes más de tus cosas
horneadas de todos modos.

Él viviría aquí. Jaspers era genial, pero demasiado y era como si se moviera en
cámara lenta. Siendo que pasaba la mayor parte de su tiempo corriendo detrás de los
adolescentes con un metabolismo a través del techo, cámara lenta no era una buena
idea.

—¿El lugar en el que trabajas hace eso?

—Nah. Tienen un establecimiento de dulces selectos para el frente de la tienda y


luego órdenes por encargo de pasteles y esas cosas. Ni siquiera hacen pan. Pero están
muy ocupados. Están en una gran ciudad con un flujo constante de clientes que
vienen para lo que quieren. No creo que pudieran manejar el tráfico adicional si se
agregaran opciones de almuerzo.

—Supongo que tendrás que volver a casa y tomar el control por aquí para que tu
abuelo puede pasar un rato en casa de Mark. Entonces también consigues tu sueño.
—Tan pronto como dijo las palabras, la idea le llenó la cabeza y le gustó lo que vio.
Lo cual era la idea casi más ridícula para tener. Habían tenido una cita, si esto incluso
podría ser considerado como una cita. Él ciertamente estaba contando con ello, pero
esto era más que contar pollos antes de incubarlos. Tener ese tipo de ideas también
era contar los huevos antes de que incluso hubieran sido puestos. Pero, hombre, lo
era un pensamiento agradable.

Ella rio. El sonido fue pesado y lleno y algo que él estaba empezando a anhelar.

—Sí, no lo creo.

Aun a sabiendas de que nunca iba a suceder, la decepción todavía era pesada.

—Imaginé que era una apuesta arriesgada.

—Tanto que ni siquiera puedo ver el otro extremo. No hay manera de que pudiera
volver a casa.

Duro. Ella lo estaba matando lentamente.

—¿Nunca estás tentada en volver?

Ella atrapó su labio entre sus dientes mientras su mirada se desviaba por la
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habitación.
Página
—Estaría mintiendo si dijera que nunca había pensado en ello. Amo a mis abuelos. Y
los extraño, pero…

—Pero…

Ella se encogió de hombros.

—Conoces la historia entre mis hermanas y yo. Escapé de todo eso y no quiero vivir
cerca de ellas.

Así que estaba dejándolas perseguirla y dictar su vida. Mantuvo eso para sí mismo
porque no conocía a Annie lo suficientemente bien como para lanzar ese tipo de
cosas.

—Supongo que mi única esperanza entonces es que yo pueda cambiar tu opinión.

Ella rio entre dientes ligeramente, pero el sonido murió mientras ella estaba de
vuelta buscándolo como en la cena.

—Cade… eso es…

Él puso su dedo sobre la boca de ella y sus palabras terminaron en la punta del dedo.
No quería oír la confirmación de que se iba. Él lo sabía. Obviamente, solo estaba aquí
temporalmente. ¿Por ahora, sin embargo? Le gustaba la idea de esto. Le gustaba la
idea de vivir un viejo sueño. Quería saber si esto podría ser mejor de lo que había
imaginado.

Él movió su dedo. Su nombre era un susurro. Un jadeo llenó la habitación de otra


forma tranquila y labios vacilantes tocaron los suyos. Él se inclinó más cerca,
deslizando la mano por la mejilla y volviendo la barbilla de ella hacia la suya. Sus
suaves labios se separaron y ella vaciló por un momento. Él empezó a alejarse, pero
ella se movió contra él.

En la forma en que siempre había imaginado, el beso fue lento pero lleno de todo lo
que siempre había querido; solo que fue empañado por la incertidumbre acerca de lo
que era, lo que podría significar, a lo que podría conducir. Sabía exactamente lo que
quería, pero una aventura rápida con ella mientras estaba en el pueblo por unos días
no lo era. Quería llegar a conocerla. Ver si había cambiado. Ver si era más que la
mujer que siempre había imaginado.

Quería mucho más. Su sabor en su memoria. Ella abriéndose a él. Su mano subiendo
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por su brazo como lo estaba ahora. El suave suspiro zumbando en la parte posterior
Página

de su garganta.
Ella era dulce, tentándolo a más. Le hizo querer todo y más de lo que jamás había
pensado. Ella apretó los puños en su camisa. En sus sueños, ella abría la fila de
botones en la parte delantera de él.

Esta camiseta no tenía botones, sin embargo. Tampoco era un ansioso de quince años
de edad. Había esperado tanto tiempo para besarla. Podía esperar un poco más antes
de esperar otra cosa. Presionó sus labios a los de ella por última vez y se alejó.

—Nos vemos por ahí.

Ella parpadeó y asintió.

—Sí. Nos vemos. —Ella sacudió el cabello de tus ojos—. Por ahí.

Él bajó por la puerta mientras ella lo veía alejarse. Tocó la mesa en el centro de la
habitación a ciegas, dándole palmaditas en diferentes lugares como si estuviera
buscando algo. Él dio un paso fuera en la soleada tarde con su sabor y olor
llenándolo.
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Página
Capítulo 5
B
ueno, sí, Annie había tenido novios desde Peter. Ciertamente también había
besado chicos. Muchos. Está bien, no muchos. Pero los suficientes. Ninguno
de ellos la había hecho añorar como lo hizo Cade. Claro, ella siempre había
estado tan concentrada y motivada por el trabajo y la escuela y a menudo balancear
ambas cosas no dejaba mucho espacio que digamos en su vida para el romance.

Ella se tocó los labios, deseando aún poder sentirlo, pero se había ido. De alguna
manera, él había salido de la nada y la había atrapado cuando no tenía mucho que
hacer. Sus manos estaban, la mayoría del tiempo, libres. Y aquellas manos libres
querían volver a sus brazos. Y hacer más con su camiseta que agarrarla. Apilar toda la
ropa de él en el piso le parecía una gran idea.

Sacudió su cabeza para bajar esos pensamientos de las nubes. Hacer los cupcakes
podía ser pan comido, y sí que tenía mucho tiempo libre mientras esperaba que los
suplementos llegaran antes de que pudiera comenzar a hornear. Aun así, no había
tiempo para todo eso. Bueno, está bien, había tiempo, tiempo literal, para Cade, pero
ella realmente no tenía tiempo para él. Porque pasar tiempo con él era una
distracción. No tenía distracciones en Turtle Pine.

Este lugar era solo una parada rápida de un viaje. Entrar y salir tan rápido como lo
permitiera el tiempo. Sacudió sus manos frente a su rostro, deseando que fuera así de
simple aclarar sus pensamientos. No lo era, y agarró su cartera y cerró la puerta
mientras se iba.

El problema era que nunca había tenido tiempo improductivo mientras estaba aquí.
No desde que Peter y Jane se juntaron. Siempre había tenido un impulso que
quemaba por dentro. Un propósito con un objetivo claro al final del túnel por el cual
estar completamente concentrada.
63

Aunque ahora no había nada excepto esperar hasta recibir los suplementos y llamar
Página

al proveedor. Lo cual no pasaría hasta mañana. ¿Y después de eso? De vuelta a


juguetear con los pulgares hasta que el camión de entrega llegara. Con suerte al día
siguiente. Dios, ¿y si no le llegaba una entrega hasta el jueves? Se hundió detrás del
volante del auto de su abuela. ¿Qué demonios iba a hacer con sí misma ahora y
cuando llegara el camión de entrega?

Dejó caer su cabeza hacia atrás. Incluso si el camión de entrega llegaba el jueves, eso
significaría que no tenía nada con qué ocupar su tiempo hasta la mañana del jueves.
Por mucho que quería tener algo en sus manos, solo iba a entregar los cupcakes más
frescos posibles a la escuela. Su mejor opción para mantener sus manos ocupadas era
el pastel de bodas de Jane. Y ciertamente no iba a hacer eso. Annie se retiró del lugar
y se dirigió a casa de su abuela. Por muy bueno que hubiera sido ese beso con Cade,
no era la mejor idea pasar su tiempo besándose con él cuando se iría del pueblo al
final de la semana.

O pasar ningún tiempo besándose con él en realidad. Por… razones.

Eso es todo lo que sabía. Razones. No había necesidad de ser más específicos que eso,
¿no? Ella estaba aquí temporalmente. Él lo sabía. Podría estar de acuerdo con eso. Y
probablemente ella estaba de acuerdo con un poquito de divertida distracción
temporal. Ambos eran adultos responsables.

Aun así. Razones. Sí, se apegaría a eso y no lo analizaría mucho. Estacionó frente a la
vieja casa y vio a su abuelo sentado en la silla mecedora en el porche.

Mientras dejaba escapar un aliento, aflojó el control de volante. Viaje culposo


número dos se yacía justo adelante. Bien podría olvidarse de eso. Con suerte, lo
lograría sin ser doblemente presionada por los dos ya que su abuela no estaba afuera.

Para el momento en que bajó del auto, el abuelo se había puesto de pie en el porche.
Subió las escaleras y se encontró con él con un abrazo. El usual olor a azúcar y
horneado agradable se había ido, y olor a aceite y motor de había tomado su lugar.

La harina que normalmente empolvaba su frente era reemplazada por manchas de


grasa.

—¿Disfrutando tu tiempo fuera de la pastelería?

—Mark me estaba mostrando algo de un Camaro del 72 y salpicó un poco.

—Me alegra que estés disfrutando de tu tiempo libre.


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—Eso intento.
Página

—¿Cómo sigue tu mano? —Se acomodó en la mecedora junto a la de él.


El levantó su brazo y lo volteó, mostrándole el yeso azul con rayas. Como su camisa,
estaba manchado con grasa y aceite y probablemente con otras cosas.

—Nada más que una molestia ahora.

—Es bueno escuchar eso. Con suerte, te quitarán esa cosa en poco tiempo.

—El doctor dice que me quedan algunas semanas más. ¿Tu abuela dijo que ibas a la
panadería?

—Lo hice. Luce bastante a como la recordaba. Necesitaré colocar una orden de
comida. La abuela dijo que tenías un número al que podía llamar.

Él asintió.

—Está en la pastelería en la pizarra de corcho en un pedazo de papel. Algún número


con cinco y nueve o algo así.

—Estoy segura de que lo encontraré. —Seguramente, con los otros cien pedazos de
papel pegados en esa pizarra. Eventualmente, la persona correcta tendría que
responder—. Estás falto de muchas cosas allí.

Sus cejas grises y pobladas se levantaron.

—Sí. Tu abuela congeló mucha de la leche y hemos estado utilizándola. Comimos los
huevos. Había escuchado que fuiste a Jasper’s con Cade, así que no sabía si lograste ir
a la panadería o no.

¿De qué se trataba ese calor llenándose sus mejillas con rubor? Se frotó el cuello.

—Me recogió en el aeropuerto más temprano.

—¿Pensé que Tina lo iba a hacer?

—Larga historia. Cade me recogió en cambio.

Él puso los ojos en blanco. Un movimiento que nunca fallaba en hacerla reír.

—Esa chica. No sé qué hacer con ella. No escucha a nadie. No le puedes decir nada.
Queda como tonta haciendo lo que hace.

Mientras a la abuela le gustaba ser buena y no hablar mal de nadie en la familia, el


abuelo decía las cosas como eran. Pasaban bastante tiempo en la panadería juntos y el
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filtro en su boca era inexistente con ella cuando se trataba de la familia.


Página
Pero Annie se quedaría fuera de esa, de cómo Tina estaba quedando en ridículo y de
cualquier otra cosa relacionada con sus hermanas. Entrar y salir de Turtle Pine. Eso
era lo que iba a hacer Annie.

—¿Cuándo va a venir Mary? O al menos, ¿supongo que estará aquí para la boda?
¿Con papá?

Él asintió.

—El viernes tarde o en algún momento del sábado, escuché.

—Oh. Odio eso. Creo que la perderé. Y a ellos. —No eran cercanas, pero Mary no
había sido mala con ella. Annie no conocía realmente bien a su hermana más joven.
Ella solo tenía dieciséis o algo así. Annie odiaba dejar a la pobre chica sola contra
Tina y Jane, pero Mary tendría a papá y su mamá con ella, así que no sería tan duro.
Esas dos no le dirían nada malo a Mary mientras papá estuviera cerca. Por qué él se
merecía su amor eterno, ella no había descifrado esa parte. Él había engañado a su
mamá. Tuvo otro bebé con otra mujer. Las arrojó en los regazos de sus abuelos y
raramente sabían o escuchaban de él después que hubo huido y se hubo casado con
otra jovencita diferente y comenzado una nueva familia entera.

Para Tina y para Jane, tenía perfecto sentido amarlo y adorarlo y odiar a su hermana
que siempre estaba justo ahí.

Piedad. Entrar y salir.

—Tu abuela mencionó que no querías hacer el pastel de boda de Jane.

Ahí estaba la bomba. Pcka-whaaa. La explosión hizo eco a través de su cabeza.


Mientras el polvo se asentaba, se ladeó para sentarse derecha en la silla.

—Realmente no quiero.

—Está bien.

¿Eso era todo? Él solo le sonrió. Ella se tragó el nudo del tamaño de un cubo en su
garganta y consideró sus palabras cuidadosamente. Esto se sentía como un truco. O
como que alguien estaba a punto de saltar detrás de los arbustos con una cámara y
revelar la verdadera respuesta.

—Espero que no estés decepcionado.


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—No mucho, pero tampoco estoy sorprendido.


Página
Auch. Eso picó. Nada como que una de tus personas favoritas en el mundo entero te
diga que no está sorprendido de estar decepcionado de ti.

—No pienso que sería una buena idea.

Él cruzó sus dedos sobre su panza y dejó salir un aliento débil.

—Le dije eso a tu abuela cuando dijo que lo harías.

—Tú… —Idea de la abuela. Pequeñas piezas de este rompecabezas estaban


empezando a juntarse.

—Le dije que no querrías hacerlo, pero conoces a tu abuela. Tina salió un poco a ella
en lo cabeza dura.

Annie rio entre dientes.

—Estaba determinada a cambiar mi opinión más temprano.

—Se estará resistiendo a tu respuesta mientras estés aquí. ¿Cuándo te vas?

—En algún momento de la mañana del domingo. Cuando hay el siguiente vuelo a
casa. Tendré los cupcakes envueltos para el viernes.

Estuvo en silencio por varios minutos. Las aves piaban mientras ella disfrutaba el
sociable y cómodo silencio. Así era como se suponía que fuera la vida. Este momento
en la mecedora era lo que había soñado de niña.

Él inclinó la cabeza a un lado y la observó desde el rabillo del ojo.

—No te culpo por no querer hacer el pastel.

Ella le sonrió.

—Gracias.

—Cuando tu abuela estaba diciéndole a Jane que te iba a poner a hacerlo, Jane
tampoco pensó que lo harías. Jane le dijo una y otra vez que estaban bien y que
encontrarían a alguien más.

Bueno, era bueno saber que Jane no era la chica egocéntrica que Annie recordaba.
Antes de que siquiera surgiera en su cabeza la idea de preguntarse en qué otras
maneras podría haber cambiado Jane, Annie lo cerró. Entrar y salir.
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—Me alegra que tenga otras opciones.


Página
—Le dije que mejor hiciera planes para buscar uno. Ninguno de nosotros pensó que
sería una buena idea lanzarte eso a ti. En el peor de los casos, terminaríamos con un
pastel extra.

—No es tanta desventaja.

—No, no lo es —Él rio entre dientes y se recostó en su silla—. No, para nada.

Annie amontonó el barniz seco desconchándose de los brazos de madera de la silla.

—¿Dónde logró conseguir uno a último minuto?

—En Sam’s Grocery en Spearsville. No es que quisiera, pero dijo que no suspendería
la boda por el pastel.

Bueno, eso era bastante maduro para Jane.

—¿Dónde está abuela?

—Fue a buscar una barbacoa para la cena. Afirma que está muy molesta por el pastel
de boda de Jane como para cocinar. —Se rio ligeramente y la miró—. A lo mejor
quieras hacer planes para cenar en otro lugar.

Annie dejó caer su cabeza contra la silla mecedora.

—Supongo que tendré que enfrentar la música eventualmente.

—A lo mejor no quieras enfrentarla hasta mañana después de que ella tenga una
noche de sueño. Quizás entonces no esté tan exaltada.

O pensará en eso en la noche y será peor.

—Creo que mejor me dirijo de nuevo a la panadería y termino de hacer mi lista de


suministros. No terminé de hacerla más temprano. O iré a Jasper’s y me pondré al día
con Paula. Realmente necesito hacer ambas cosas.

—Tu abuela regresará en cualquier minuto, así que si te vas, mejor hazlo ya.

Se empujó fuera de la silla sabiendo bien que estaba huyendo, pero no le importaba.

—Gracias. Regresaré después en algún momento de esta tarde.

Se dirigió a través del pueblo. Se dirigía primero a la panadería, pero primero fue a
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Jasper’s. Una Coca-Cola de vainilla tamaño grande era exactamente lo que quería
para la tarde para calcular cuántos kilos de todo comprar. Y algunas bolitas de papa y
Página

queso.
Quizás incluso podía estirar esta tarde para darse una vuelta por la tienda de
comestibles. Algunos huevos, un par de kilos de harina y azúcar, y estaba a nada más
que un poco de trabajo para unos brownies.

Pero primero, su Coca-Cola de vainilla. Estacionó en Jasper’s y apenas atravesó la


puerta principal antes que Paula estuviera sobre ella.

—Bueno, mira cómo vas. Has estado en el pueblo un par de horas y ya estás
eligiendo lo más codiciado de Turtle Pine y asaltando la cuna al mismo tiempo.

—¿Qué? —Oh, como si ella no lo supiera. Al menos sabía la parte de elegir. Aunque,
¿el soltero más codiciado? Eso sonaba como noticias jugosas que no deberían
importarle. Pero lo hacía totalmente.

—Cade Revlin.

—Por favor. E incluso si lo estuviera, que no lo estoy, él solo estaba dos años detrás
de mí en la escuela.

—Mmm hmm. —Paula la observó y no pareció creerle ni una pizca—. Bueno, si no


es en serio, mejor cuida tus pasos. Su mamá está en misión de verlo casado.

Annie rio y no dirigiría ese estremeciendo danzando en su piel.

—¿Por qué?

Paula se encogió de hombros.

—Las mamás se preocupan, supongo. Está en sus treinta. Nunca tuvo una novia seria.

Annie encontraba eso difícil de creer. Por la manera en que coqueteaba con ella,
sonaba que podía tener cualquier mujer que quisiera.

—Quizás no ha encontrado una chica que le guste lo suficiente.

—Hasta ahora. —Paula levantó una ceja—. También está siendo estudiado para
ocupar el lugar de su padre como sheriff algún día. Una esposa y un bebé se vería
bien si estuviera en campaña.

—Esa es una horrible razón para casarse con alguien.

—Nunca dije que fuera una gran razón, pero ustedes dos harían unos bebés muy
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bonitos. Esa es una buena razón.


Página
Ella rio. Paula era imposible, pero que Cade nunca hubiera tenido una novia seria
antes era interesante. No debería, ya que no estaba en el pueblo para eso, pero era
porque la parte de nada serio hacía eco en su vida amorosa. Chicos venían a la
panadería. Ella coqueteaba. Ellos coqueteaban. Salían, pero no era maravilloso. Solo
estaba bien. Salir por cuatro o cinco citas más con el mismo chico no le daba las
chispas que le dio pasar unos minutos con Cade esta tarde, sin incluir ese beso. Paula
estaba observándola, como si pudiera leer sus pensamientos.

—Detente, no es así. No he estado ni un día en casa y me iré lo más pronto posible.

—Si tuviera tu edad, me movería como viento y marea para hacerlo posible. —Un
plato apareció en la barra desde la cocina. Paula agarró boleta al lado y agarro el
plato—. Déjame llevar esto rápido.

Annie preparó su trago y se sentó en el mismo viejo taburete en el que se sentaba


como lo recordaba años atrás. Hubo un pequeño chirrido cuando encontró un lugar
cómodo. Un pequeño giro mientras ajustaba el irregular acolchado para que fuera
tolerable. Sacudió el hielo suelto en su vaso mientras Paula regresaba por la esquina.

Paula apoyó una mano en su cadera.

—¿Entonces cómo es la cosa entre tú y Cade?

—Nada. Solo me mostró el pueblo.

—Ah já. —Paula arqueó una ceja—. No muy a menudo Cade saca a una chica a
cenar.

—Probablemente no lo planeó esta vez. Mencioné que venía para acá. Además, me
iré de aquí el próximo domingo.

Paula frunció el ceño.

—¿Tan rápido?

Annie tomó un rápido y serio interés en empujar las burbujas de su bebida y taparla.

—Creo que cuanto antes mejor.

—Creo que deberías quedarte. Si nada más para que tu hermana pueda casarse
sabiendo todo el tiempo que estás en el pueblo y negándote a hacer su pastel.
70

Annie resopló.
Página

—Evitaré el drama.
—Eso no te deja mucho tiempo para enamorarte de Cade como para mudarte de
nuevo a casa.

—También evitaré eso.

—Estas evadiendo mucho. Algunos hábitos no cambian, ¿cierto?

Ouch. Dedo en la llaga. Era cierto y no debería picar, pero Paula estaba en lo
correcto. Algunos hábitos ciertamente no cambiaban. Aunque esto no era sobre un
hábito. Esto era supervivencia.

—Es lo mejor.

—No estoy segura si estoy de acuerdo con eso, pero me alegra que no vayas a hacer
el pastel. La mayoría de las personas dijeron que cederías y lo harías. Yo dije que no
lo harías, así que voy ganando hasta ahora.

¿Ganando? Oh, mierda.

—No me digas que hay una apuesta sobre si haré o no haré el pastel.

—Está bien. Entonces no te diré que hay una. —Paula le dio una mirada—. Sabes de
ese libro que está en el mostrador de Becket ahora mismo, como lo está siempre. Tan
pronto escuchamos que venías, la gente comenzó a decir apuestas. Yo hablé primero
y dije que no lo harías. —Se inclinó hacia adelante y bajó la voz—. Tu abuelo dijo
que tampoco harías el pastel, pero no quería que tu abuela supiera que él estaba
apostando en su contra, así que está usando un nombre falso.

Cualquiera podría detectar un nombre falso en el libro. No había suficiente gente


viviendo en el pueblo para dejar pasar eso.

—Supongo que no es tan sorprendente que estén apostando ya que la mayoría no


conoce a Jane y yo aún no hablo. Espero que tengas un buen pago.

—La última vez que vi, eran ciento cincuenta. —Le echó un vistazo a Annie—.
Espero que no le estés diciendo a todo el mundo que te vas el domingo. Todavía
quedan un par de días para que se apueste más dinero.

—Solo a ti y al abuelo. —Y quizás a Cade—. Según el abuelo, la abuela está enfocada


en cambiarme de opinión.
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—Ese es un punto de mira del que no querría ser parte.


Página
—Lo mismo digo. —Se bajó del taburete. Hablando de la abuela, era probable que ya
hubiera regresado a la casa, y eso significaba que ya era cerca de la hora de la cena.
Lo que quería decir que Jasper’s estaba a punto de llenarse, y eso era algo más de lo
que Annie no quería ser parte.

—¿Ya te vas?

—Necesito ir a la tienda y a la panadería esta noche.

—Muy bien. Si veo a Cade esta noche, le diré que probablemente estés ahí. —
Sonrió—. Sola.

—No te metas ideas en la cabeza.

—Solo trata y detenme. —Paula se enderezó— Ups. Muy tarde. Noventa por ciento
de las veces que lo veo es en la hora de la cena, así que prepárate para verlo después.

—Sí, sí. Desperdicia tu tiempo y el de él.

—Tomaré ese riesgo. ¿Puedo convencerte para que me hagas brownies? Amo tus
brownies.

Annie rio entre dientes.

—Aunque seas un fastidio, supongo que sí.

Paula sonrió.

—Asegúrate de tener suficientes sobras. A Cade también le gustan los brownies.

Annie iba a necesitar un molde más grande de brownies.

Y no porque planeara compartirlos. Quizás. Probablemente no.

Razones. Había razones por las cuales no debería compartir. Como si fuera una
pérdida de tiempo y de sentimientos. No se iba a mudar de nuevo a casa. Cade estaba
siendo preparado para convertirse en sheriff, así que no iba a dejar Turtle Pine. Si esa
no era la razón más grande, entonces amarren las correas y arrástrenla al manicomio.
72
Página
Capítulo 6
C
ade liberó sus persianas y se paró detrás de la ventana. Había logrado
esquivar a Tina en el camino. A la salida, ella estaba haciendo una historia
diferente. Por los últimos veinte minutos, Tina había perdido el tiempo
afuera. Había regado las flores. Llenado los comederos de aves. Desempolvado
campanillas de viento. ¿Quién desempolvaba campanillas de viento?

No quería ver qué más podía tener en mente para limpiar. Había estado al otro lado
del condado la mayor parte del día anterior y para el momento en que había
regresado, Annie se había ido de la panadería. No estaban en ninguna relación del
tipo dejarla-en-casa-de-sus-abuelos, así que no la había visto. Había salido del trabajo
una hora atrás. Iba a cerrar a las cuatro, así que si no iba justo ahora, iba a perderse a
Annie de nuevo.

Agarró sus llaves y se preparó para correr a su camioneta para esquivar y solo saludar
a Tina con la mano. Llegó hasta detrás del volante e incluso logró cerrar la puerta,
pero con la ventanilla abierta, fue lo más lejos que llegó antes de que ella estuviera a
su lado con un trapo en sus manos.

Ella le sonrío.

—Estás apurado.

—Tengo varias cosas que hacer.

Ella solo asintió y no se movió.

—¿Crees que regresarás más tarde?

—Estoy seguro de que lo haré en algún momento. —A menos que se mudara hoy.
No era probable.
73

Ella rio entre dientes y colocó su mano en la puerta de su camioneta. La dejó ahí.
Página
—Por supuesto. Me refería más temprano. Tengo una caja de decoraciones de otoño
que no puedo bajar. La he meneado y he tratado de levantarla, pero te juro que la
cosa está clavada al estante.

Mierda. ¿Y qué demonios? Ella tenía un adolescente. Que volteaba neumáticos para
practicar futbol. Olía a mentiras.

—¿Pat tampoco puede moverla? Mencionó que ha estado entrenando con el equipo
de fútbol.

Ella sonrió.

—Ha tratado. Creo que aún está débil por los anticuerpos y esas cosas. Jane planeaba
tomar prestadas algunas cosas para decorar las mesas en la boda.

Acorralado, pero no iba a arriesgar perderse a Annie.

—Si no regreso a tiempo esta noche, lo haré antes del fin de semana. Mañana estaré
fuera del pueblo con trabajo la mayor parte del día. —Porque estaba patrullando de
nuevo en esa parte del condado.

—Gracias. —Echó la cabeza a un lado mientras pronunciaba las palabras y se alejaba


lentamente—. Eres un amor conmigo. Lo aprecio.

—No hay problema. —Se echó para atrás y frotó su brazo sobre la camioneta donde
ella había estado apoyada. Atravesó el pueblo para pasar por la panadería. Con la
suerte finalmente de su lado, el auto que Annie había estado conduciendo estaba
estacionado ahí. Se detuvo junto a su auto y llamó a Peter rápidamente para que el
hombre fuera a recoger sus propias decoraciones para la boda. Si Tina lograba tener a
Cade en su casa, corría el riesgo de no salir vivo de ahí.

Con eso fuera de su mente, esperó y se movió un poco más rápido hacia el dulce
aroma en el aire. ¿Ya estaba horneando los cupcakes del viernes? Solo era martes.
Tiró la puerta para abrirla y la encontró sentada en un taburete. Música country
llenaba el ambiente y los tazones estaban puestos alrededor de la mesada. Había más
en un estante a un lado. Bandejas estaban bastante bien cubriendo cualquier otra
superficie disponible. De pasar aquí con su abuelo, él sabía que debería haber algo
enfriándose en esas cacerolas en el estante.

Ella se enderezó y estiró los brazos sobre la cabeza y le sonrió.


74

—Hola.
Página

—Te ves ocupada. No estoy interrumpiendo nada, ¿o sí?


Ella lo estudió por un largo momento. Su mirada fue de arriba abajo en una lenta
evaluación.

—Nah. Adelante. ¿En qué andas?

—Solo disfrutando la tarde.

—¿Estando adentro?

Él levanto un hombro.

—Supongo, porque estoy disfrutando ahora mismo. —Fue hacia la esquina y echó un
vistazo a los diversos tazones. Chocolate con chispas y en otros había nueces—. ¿Qué
estamos haciendo?

—Cupcakes y quizás otras cosas. Necesito probar el calor de los hornos.

Parecían muchas cosas solo para probar los hornos. No era que supiera exactamente
lo que significaba probar el calor.

—No me importa quedarme por aquí para saborear los resultados.

Ella agarró un cubierto y batió los huevos hasta quedar una espuma amarilla.

—No te estás escondiendo de tu vecina de nuevo, ¿o sí?

—Un poquito, quizás. —Señaló todos los tazones—. ¿Todo eso por unos pocos
cupcakes?

Ella aclaró su garganta.

—Puede que también me esté escondiendo un poco.

Él se acomodó en el taburete en la esquina para no abrumarla mientras trabajaba.

—Has regresado hace como dos días. ¿Cómo es que ya te estás escondiendo de
alguien?

Ella hizo un resoplido hacia su flequillo. El cabello se levantó y cayó de nuevo


adonde estaba.

—De la abuela y sus infinitos viajes de culpa.

—¿El pastel de boda de Jane?


75
Página

—Sip. El abuelo me dijo que Jane ya tiene un pastel ordenado en Sam’s Grocery,
pero la abuela está determinada a hacerme cambiar de opinión.
—Eso apesta. No habrá pastel amorfo en una base de aluminio.

Ella rio.

—Desafortunadamente, no.

Él echó otro vistazo alrededor de la habitación y de las cacerolas. Concedido, él no


sabía mucho sobre hornear o de cocina en general, pero sí sabía que le había tomado
un buen tiempo hornear todas las cosas esparcidas por la habitación.

—¿Por cuánto tiempo te has estado escondiendo aquí?

—Ummm. —Ella dejó los huevos en una cosa blanca bajo la batidora. Presionó un
botón y zumbó a la vida—. Casi todo el día de ayer y hoy. He tenido algunas cosas
que necesitaba hacer. Colocar mi orden. Luego el camión de mi entrega llegó hoy y
tuve que dejar todo eso. También ya medí todo lo que necesito para hornear los
cupcakes el jueves.

Y hoy apenas era martes.

—¿Qué hay en la agenda para mañana?

Ella hizo una mueca.

—Más de esto, supongo. No hay mucho que pueda hacer hasta el jueves.

Él se inclinó en el mostrador. ¿Ella tenía un día entero libre? Los planes se estaban
conectando y formando. Podía cambiar días con Jones. Trabajar el turno del
domingo, excepto durante la boda. Entonces él estaría trabajando cuando ella se
estuviera yendo, dejándolo libre mañana. Jones siempre estaba dispuesto a tener el
domingo libre, y seguramente el tipo lo cubriría por un par de horas. Cade
sobornaría al hombre con lo que fuera para hacer esto.

—Podrías pasar el día conmigo.

Ella levantó una ceja mientras lo miraba.

—¿Haciendo qué?

—Lo que tú quieras.

Sus dedos estaban temblando. Ella agarró un trapo cerca y los envolvió allí.
76

—No lo sé.
Página
—Podríamos tomar el día libre. Pasear por las tierras de mi familia. Eso no es solo
esconderse. Es salirse del mapa. En algunos lugares, incluso hay servicio de telefonía
celular limitado.

Una sombra de una sonrisa estaba comenzando incluso cuando ella se resistía.

—Sabes cómo decirle palabras dulces a una chica, ¿no? No puedo creer que aún estés
soltero.

Él se encogió de hombros.

—Sé lo que le gusta a las chicas. Con la lluvia que tuvimos el viernes y el sábado,
apuesto a que podemos encontrar un buen charco de lodo o dos.

Ella se lamió los labios y observó el tazón.

—No sé si es una buena idea.

—Dijiste que te gustaba salirte de la carretera. Quiero verlo.

—Oh, lo disfruto. Quizás demasiado, porque es ahí cuando tiendo a tomar malas
decisiones.

—Más razones para ir entonces. ¿Cuándo es la última vez que has hecho algo como
eso?

—No soy una completa ermitaña. Tengo amigas en casa y salimos a la playa los fines
de semana.

Fines de semana de chicas.

—No es lo mismo y lo sabes o ya habrías saltado a la oferta.

Ella se lamió los labios.

—Ya me estoy arrepintiendo de esto.

—No pierdas tiempo arrepintiéndote. No estás lo suficiente en el pueblo para eso.

—Bien, iré. Pero necesito terminar de hornear todo lo que planeé para esta noche
entonces.

Él se empujó de la mesa.
77

—¿Dónde me quieres?
Página

—¿Quererte? —Ella buscó en él.


—Dijiste que tenías mucho que hacer. —Sacudió sus manos—. Pon estas bebés a
trabajar. No soy un completo inútil. ¿Recuerdas a mi hermana mayor?

Sus cejas se juntaron.

—¿Beth?

Él asintió.

—Tiene dos mocosos pequeños. Hacemos galletas todo el tiempo. —De una de esas
masas prefabricadas donde todo lo que tienes que hacer es sacar una pieza de masa y
colocarla en la bandeja. La mayor parte del tiempo, comían la masa y no le decía a
Beth, pero galletas eran galletas.

Una risa escapó de ella.

—Muy bien. Lávate. ¿Sabes usar una taza para medir?

—No soy un completo inútil. —Se movió al fregadero y frotó por delante, detrás y
entre todos sus dedos—. ¿Cuánto tenemos que hacer para probar el calor de los
hornos?

—Unos pocos cupcakes, pero me gusta hacer una bandeja entera para saber cómo
salen los del centro. El abuelo nunca modernizó la convección, así que el horneado
va a ser un poco fuera de lo que estoy acostumbrada.

Él no tenía idea de lo que significaba la mayoría de eso, pero encontró líneas de


brownies enfriándose a un lado.

—¿Entonces que es todo esto?

—Estaba tratando de mantenerme ocupada. Le prometí a Paula que le llevaría


brownies. Y entonces cuando abuelo descubrió que estaba perdiendo el tiempo aquí,
me pidió si podía hacerle algunas de sus cosas favoritas ya que él no podía.

—Eso es lindo.

Ella asintió y agregó varios tazones con ingredientes dentro de la batidora.

—Entonces fue y le contó a sus amigos y regresó con una lista. No tenía nada que
hacer y estaba tratando de mantenerme ocupada, de todas formas. —Hizo un gesto
con el codo hacia un pedazo de papel en la pared—. Mi lista está colgada allí.
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Él escaneó los ítems. Era una larga lista de tartas, bocadillos, rollos, brownies y
Página

pastel.
—Esto es mucho.

Ella rio.

—Sí. Están faltos de bocadillos desde que abuelo ha estado fuera de la panadería.

—¿Cuánto te falta?

—Tengo hechas como tres cosas de la lista. Había terminado de dividir los
ingredientes para dos otras cuando entraste. —Metió una cuchara en la masa y la
limpió. Con una sonrisa, soltó la cuchara en el fregadero—. ¿Te vas a quedar parado
ahí o a ocuparte?

—Dime qué hacer.

Señaló una línea de libros de cocina.

—Agarra ese libro rojo y tráelo aquí. Está lleno de las recetas del abuelo. Busca la del
pastel de chocolate. La masa es bastante sencilla y me moveré al relleno de levadura
después que termine esto.

Él encontró el libro y lo hojeó.

—¿Esto está en algún orden?

—Nop. Las escribía cuando las pensaba. Está en algún lugar. —Empujó su taburete
debajo de la mesa, agarró dos tazones y colocó la batidora en otro nivel.

Para el momento en que él tuvo la página del pastel de chocolate, ella había
deslizado una cacerola al otro lado de la mesada y sacaba galletas con una cuchara. Él
dio un paso atrás y la observó trabajar por un momento.

Sus manos eran rápidas y enfocadas mientras manipulaba la cuchara. Ni una gota fue
derramada o puesta fuera de lugar. Su atención estaba cien por ciento en lo que
estaba haciendo y fue golpeado por lo diferente que lucía haciendo esto.

Sin levantar la mirada, ella enganchó un dedo en la cacerola y la deslizó hacia la


esquina.

—La batidora es toda tuya. —Se giró, agarró un tazón alto y plateado que lucía como
el que estaba usando actualmente y se lo pasó a través de la mesada—. Este le encaja
a la batidora. Encontré cuatro como este. Tendremos que parar y fregar después de
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ese. Tengo huevos que puedes usar, pero como solo somos nosotros dos, adelántate y
Página
agarra otra bandeja de la puerta izquierda del refrigerador y otro bloque de
mantequilla para que se entibie.

Ella sacó otra cucharada de masa y lo observó. Lo analizó y mientras lo hacía, la


preocupación juntó sus cejas.

—¿Por qué estás ahí parado?

—Me estoy moviendo. —Abrió el libro y encontró que la harina y la mantequilla


tenían gramos escritos al lado—. Esto no dice nada de tazas.

Ella asintió y giró, deslizó una bandeja en el horno, giró en la esquina y agarró una
caja de hojas de cera mientras se movía.

—Las recetas del abuelo son pesadas. Le es más difícil él ver las marcas de las
medidas en las tazas, pero puede leer la pantalla de la balanza. Usa el papel de cera
para la mantequilla. Para la harina, coloca el tazón en la balanza primero. Se
balanceará a cero y luego puedes agregar la harina.

Él sonrió.

—Tomé ciencias en la secundaria.

Ella se rio.

—Hornear no es más que ciencia. Ponte a ello, entonces. Todos los líquidos aún son
medidos en tazas.

Se fue de nuevo, apurada haciendo algo más. Él se encontró parado ahí una vez más,
observándola moverse, agarrando esto y aquello. Ella conocía el camino en la cocina,
no solo en sentido literal, sino en cada sentido. Se había ido la chica tímida que se
quedaba pegada a las paredes y trataba de mezclarse con estas. Si la gente pudiera
verla en esta habitación, justo ahora mientras horneaba, probablemente no la
reconocerían.

Brevemente, se preguntó si siquiera ella se reconocería a sí misma. Se puso a trabajar


en el pastel e hizo lo mejor que pudo para mantenerse fuera de su camino. Ella
llenaba la habitación entera mientras trabajaba con cuatro o cinco cosas al mismo
tiempo. Algo siempre estaba en el horno. Algo más estaba listo para entrar después.
Otra cacerola estaba engrasada y esperando.
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Había más cosas en la batidora. Tazones estaban organizados en líneas rectas en la


Página

mesa. Jamás había visto tanta multitarea. O tantos trastes sucios. Apagó la batidora
mezclando el pastel y vertió el chocolate líquido en la cacerola que ella había
preparado. La coloco con las otras esperando para el horno.

Tan pronto como se alejó de su pastel terminado, ella soltó otra carga de tazones en
el fregadero. Claramente, era ahí donde podía hacer mejor uso de su tiempo. Estaba
casi temeroso de saber qué podía hacer ella con el espacio agregado en la mesa que él
había estado usando, además con el flujo regular de platos limpios. Tampoco podía
esperar para ver.

Sin esperar que se lo pidiera, comenzó a llenar de agua el profundo fregadero y tapó
el sumidero.

Ella pasó por ahí y soltó otra pila de tazones dentro.

—Oh por Dios. Gracias.

—No hay problema. Creo que en el tiempo que hice un pastel, tú hiciste diez cosas.
Pensé que podía ser de más ayuda aquí.

Ella se rio.

—No tanto como diez cosas.

—Es una locura verte. No sé cómo te mantienes derecha. —Un pequeño hilo de
sudor goteó contra la línea de su cabello y él resistió la urgencia de limpiarlo. Color
llenaba su rostro. Probablemente calor de los hornos. Algo de ello quizás de estar
ruborizada con emoción. Probablemente, luciría exactamente así después de… cortó
sus pensamientos justo ahí.

—La pastelería en la que trabajo es tan ajetreada todo el tiempo. Ni siquiera puedes
imaginarte cómo es en los feriados. Es así todo el día, con otras seis personas
corriendo alrededor de lo que haces al mismo tiempo.

—No toques lo que no es tuyo.

Sus ojos se abrieron.

—Definitivamente no. A menos que te lo pidan. Aprendes a moverte alrededor de


los otros y generalmente permaneces fuera del camino de los demás mientras estás
en el medio de todo al mismo tiempo.
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—Suena divertido.
Página

Ella levantó un hombro y su sonrisa creció un poco más.


—Honestamente, lo es. Hay mucha energía. Las cocinas son mucho más grandes que
esta. Imagina una pared entera de hornos. Es tan… es loco.

—Es difícil recordarte siendo esa chica corriendo con libros aferrados al pecho
comparada trabajando aquí.

Ella agarró otro juego de tazones y los esparció alrededor de la balanza.

—Corría con esos libros para poder hacer esto.

—Valió la pena entonces. —Él agregó jabón y comenzó a lavar los trastes. La
mayoría se lavaba fácil ya que los ingredientes no habían estado en ellos el tiempo
suficiente para pegarse. Luego un par dieron más problema y tuvo que trabajar más
duro.

Justo cuando quitaba el tapón del sumidero, ella legó con otra pila de tazones y los
soltó en el fregadero.

—Buenas noticias, ya puedo ver el fin de hornear.

—Bien.

—Y ahora comienza el glaseado y la decoración.

Él resistió un gruñido.

—Ni siquiera estaba pensando en eso.

Su sonrisa era tan grande como él podía recordar que fuera.

—Esa es la parte divertida.

¿La parte divertida? No estaba seguro de poder manejar tener más diversión mientras
ella trabajaba. Él disfrutaba su trabajo, pero esto era algo totalmente diferente. Ella
no solo disfrutaba su trabajo. Lo amaba absolutamente.

Ella se paró atrás con sus puños en las caderas mientras tomaba un aliento profundo
y lo dejaba salir.

—Sí, por el glaseado. Solo hay una manera de glasear correctamente cuando lo haces.

—¿Cómo?
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—Probándolo.
Página
—Me gusta esa idea. —Y no porque ella prácticamente estaba lamiendo sus labios
mientras hablaba de glasear. Sino también por todas las cosas que podría hacer con el
glaseado y con ella. Se aclaró su garganta y necesito hacer que sus pensamientos
volvieran a su camino. Si no envolvían todo esto esta noche, no la tendría el día
completo de mañana—. Me está dando hambre.

Ella asintió.

—A mí también. Y si no como algo aparte del glaseado, me enfermaré del estómago.


Después de que termine estas dos cosas, voto por una huida a Jasper’s.

—Me debes.

Ella asintió.

—Así es. Y algunas fajitas de pollo suenan increíble.

—Después de que termine de lavar los trastes, iré y traeré algo. —Porque si las traía
de regreso aquí, podría tenerla egoístamente para él solo por un poco más de tiempo.
Cada tarde, Jasper’s estaba concurrido. Nunca tendrían un momento de paz.

—Eso suena genial. Entonces puedo seguir y quizás salir de aquí a una hora decente.
—Ella se giró—. Aún no te vayas. Tengo la última cosa para Paula en el horno. ¿Te
importa llevársela? Si estoy contigo la mayor parte de mañana y el día siguiente
ocupada con los cupcakes, no podré verla mientras aún esté fresco. Y amará
recibirlos tibios.

—Seguro.

Se fue de nuevo, de regreso a la rutina de círculos alrededor de la mesa mezclando,


revolviendo, vertiendo, colocando cosas en el horno, sacándolas. Tomaba cosas de la
rejilla de enfriamiento y luego las colocaba en más bandejas para enfriarlas más.

Ella sacó una caja marrón que él reconoció como las que su abuelo usaba para
empacar y las llenó con pan de banana, galletas y brownies. La soltó junto a él
mientras enjuagaba el último plato y secaba sus manos. Ella le quitó el polvo a las
suyas con una toalla que colgaba de las tiras de su delantal.

—Ahí tienes.

—Fajitas de pollo, ¿y quieres algunas papas fritas?


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Ella frunció sus labios en la manera más tierna posible.


Página
—Papas fritas con queso.

—Ahora estás hablando en mi lenguaje.

Luego ella fue y metió sus dedos en el bolsillo frontal del pantalón de él.

—Eso debería cubrirlo. Y pídele a Paula que me haga un batido.

Él no tenía idea de lo que ella había dicho. Había palabras ahí que probablemente se
suponía que hicieran una oración que transportara algún pensamiento. El único
pensamiento que tenía era que Annie-Lyn tenía su mano en su pantalón.

En su bolsillo, pero aun así. Eso contaba como estar en sus pantalones. La mano de
Annie. En sus pantalones. Se aclaró la garganta y asintió, inseguro de si podía forzar
las palabras a salir, incluso si pudiera tener idea de lo que se suponía que debía decir.

En algún momento, llegó al restaurante. La mano de Annie. En sus pantalones.


Mientras caminaba a la mesada para encontrarse con Paula, aclaró su garganta. Era
un adulto. Podía dejar de actuar y pensar como un chico de quince años.
Probablemente. Colocó sus ideas en orden, recordando la línea de palabras sobre la
malteada y pidió dos.

Dio un paso atrás y una voz cortó sus distraídos pensamientos. El sonido causó que su
garganta se cerrara y otras partes vitales se arrugaran y murieran.

—Cade. No esperaba verte aquí.

Se volteó y se obligó a sonreír no solo para su vecina, sino también para su hermana
Jane.

—Solo estoy recogiendo la cena.

—¿Por qué no te nos unes? Tenemos mucho espacio.

Gracias a Dios, había decidido llevar la cena en lugar de traer a Annie aquí. La noche
habría estado arruinada.

—Me voy a encontrar con alguien.

—Hay espacio para dos. —Tina inclinó su cabeza a un lado—. Y gracias por enviar a
Peter para ayudarme. Eso fue muy considerado.
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—Seguro.
Página

Ella señaló con su pulgar sobre su hombro.


—Déjame agarrar dos sillas extra para meterlas a la mesa.

—Gracias, pero no me voy a quedar. Tengo mi orden para llevar. —Quería revelarse
y decir que iba de regreso con Annie. Annie estaba haciendo lo mejor que podía para
evitar casi todas las partes de su familia, así que prefería no meterse en eso—. Gracias
por la oferta.

—No me molesta. Llama a quien sea con quien te vas a reunir y dile que venga aquí.
—Ella palmeó su estómago—. No es bueno para tu vientre que comas corriendo.

Él cambió su pie, retrocediendo un paso para salir de la zona de toqueteo.

—Ya tenemos planes.

—¿Estás seguro? —Ella le pestañeó.

—Positivo. —Como había dicho ya cien veces.

La sonrisa de Tina pareció un poco congelada mientras pestañeaba un poco más.


¿Estaba intentando algún truco de genio-en-la-botella para que las cosas sucedieran
con magia?

—Seguro. Será la próxima vez.

Él comenzó a ir de regreso a la mesada para vigilar su orden, pero Jane captó su


atención. Frotó la parte de atrás de su cuello.

—¿Peter dijo que viste a Annie el otro día?

—Lo hice. —Peter probablemente se refería a cuando la recogió en el aeropuerto. O


quizás cuando la trajo a Jasper’s antes. No podía recordar quién había estado en el
restaurante esa tarde, pero si incluso una persona que conocía a Annie los había
reconocido, no tenía de que se lo había dicho a Peter o… a todos. Había visto a
Annie más de una vez, pero no iba a mencionar detalles porque no estaba interesado
en hablar de Annie sin ella aquí. Especialmente debido a que ella tenía una enorme
pared construida cuando se trataba de sus hermanas.

Jane lo esquivó un poco.

—¿Cómo está?

—Estoy seguro de que está bien —agregó Tina y luego se sacudió el cabello del
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hombro.
Página
Cade se mordió lo que quería decir, pero estaban en medio del restaurante y no
quería hacer una escena.

—Está muy bien. Feliz. Ama lo que está haciendo, donde vive y está disfrutando
estar en casa por un tiempo para ver a sus abuelos.

—Eso es bueno. —Jane aclaró su garganta y dio otro paso atrás—. Cuando la veas de
nuevo, ¿puedes darle mi saludo?

Así que aparentemente Tina no sabía que él había llevado a Annie a Jasper’s el
domingo de tarde. El molino de rumores estaba girando lento. O Tina no creía lo que
se decía o había inventado algunos engaños en su cabeza. Cualquier cosa era posible.
Jane levantó un hombro mientras atrapaba su mirada. Le sonrió a Tina y luego de
vuelta a él.

—Bueno, si la ves.

—Seguro —respondió simplemente mientras Paula gritaba su nombre justo a


tiempo. Agarró su orden y se dirigió de nuevo a la panadería donde no había
momentos incómodos, no había sugerencias sutiles ni nada sobre nada.

Era solo, real. Se recostó en su asiento por un momento y observó el viejo edificio de
ladrillos. Era exactamente lo que era Annie. Ella era así de auténtica. Sabía quién era.
Tómalo o déjala malditamente sola. No le pedía nada a nadie, simplemente existía
como quería, haciendo lo que la motivaba.

Él recogió las cosas y atravesó la puerta de la panadería justo cuando ella chillaba. Él
se puso en máxima alerta y escaneó la habitación mientras la batidora que había
estado funcionando se apagaba. ¿Serpiente? ¿Araña? ¿Rata? No vio nada de eso.
Dulce azúcar llenaba el aire y ella arriba desde una batidora y él se dio cuenta de qué
la había hecho aullar.

Algo blanco estaba salpicado sobre su frente arrugada y el resto de su rostro.

—No estaba pensando y levanté la batidora mientras aún estaba encendida.

—Debes haber estado en unos muy serios pensamientos.

Sus mejillas inmediatamente se pusieron rojas y la temperatura de su cuerpo subió


como mil grados. ¿En que había estado pensando exactamente? Él coloco las cosas en
una mesa junto a la puerta y se tomó un segundo recuperar el aliento.
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Página

—Espero que no esté arruinada. —Señaló hacia la cacerola—. Lo que sea que estés
mezclando. O estabas mezclando.
—No. Solo es glaseado. Estaba casi listo.

Él se acercó y la estudió. También había salpicaduras en su cabello. Una gran mancha


estaba regada en su mejilla. Un delicioso placer cubierto de glaseado. Uno que él no
podía resistir. Robó un poco con su dedo y se lo metió en la boca.

—Creo que está genial.

Su mentón se levantó.

—Lengua sin entrenamiento.

¿Su voz se había roto un poco?

—Solo sé lo que me gusta.

Ella se mordió su labio inferior. Sus dientes se hundieron en la piel rosada y los
liberó. Ella apretó algún botón en la batidora, golpeó botón e hizo que volviera la
vida.

—No te vayas a ningún lado.

—No lo voy a hacer. —Agarró otro poco de glaseado de su cuello. Mientras su dedo
pasaba sobre su piel, un movimiento de tragar hizo que su garganta se moviera. Él
lamió la esponjosa crema y dulzura llenó su boca.

Parado frente a ella de esa manera, había mucha más dulzura que quería poner su
boca ahí y probarla. Ella apagó la máquina y se presentó a él con una gota de algo
blanco en la punta de su dedo. Él sostuvo su mano, atrajo el dedo a su boca y limpió
el suave azúcar. Vainilla cubrió su boca y no pudo decir si era demasiado diferente a
lo que probó de su rostro o cuello.

No iba a discutir, no obstante. De hecho, no había nada que quisiera decir. Volteó su
mano y lamí una mancha en su muñeca. El jadeo que salió de ella fue casi su
perdición. Ciertamente, era todo lo que el necesitaba escuchar para inclinarse y
atrapar su boca contra la suya.

No como la última vez. No un dulce y casi inexistente beso. Él la empujó contra sí y


ella respondió ansiosamente al beso. Nada de dudas como antes. Ella agarró su camisa
y lo sostuvo muy cerca. Un aliento la llenó, presionándola más contra él, y no podía
acercarse lo suficiente mientras ella separaba sus labios para que él tuviera una
87

verdadera probada. La dulzura del glaseado lo llenó de la manera más dulce, pero su
Página

cuerpo contra el suyo era completamente pesado y desesperado. Calidez llenó el


frente de él donde se tocaban. Calor inundó sus venas y toda la energía chispeante
disparándose dentro de él hizo una línea directa a sus pantalones.

Estaba besando a Annie-Lyn. No solo besándola. Un pequeño gemido ronroneó


detrás de su garganta y ella enredó sus dedos en su camisa mientras los segundos se
estiraban a un minuto, quizás incluso a dos. Esto era enrollarse. Se estaba enrollando
con Annie-Lyn. Si por algún milagro pudiera jugarla tranquilo en lugar de actuar
como el tarado que se estaba sintiendo, todos sus sueños se volverían realidad.

Nunca necesitaban detenerse. Jamás. Él podría vivir en este momento, con ella
contra él, sosteniéndolo —agarrándolo, realmente— para siempre. Los dos golpes de
un auto pasando sobre las vías del tren afuera sonaron como un golpe en la puerta y
ella jadeó y se aparto de él, interrumpiendo así el mejor momento de su vida muy
pronto.

Ella se aclaró la garganta.

—Deberíamos, um…

Él serpenteó su mano alrededor de su oreja y acunó la parte trasera de su cabeza. Sus


ojos lucían soñolientos.

—¿Volver a lo que estábamos haciendo?

—Sí. —Ella exhaló y luego sus ojos se abrieron completamente—. Quiero decir…
no, no eso. Deberíamos hornear. —Se aclaró la garganta y dio un paso atrás—.
Comer. Comer es lo que deberíamos hacer.

—Si estás segura. —Sus manos cayeron lejos de ella mientras se movía más atrás.

Ella asintió y se echó atrás algunos cabellos sueltos.

—Sí, estoy segura.

Para nada lo que él quería. Se apoyó en la mesada en el medio de la habitación,


tratando de absorber toda la frialdad de la mesa de acero inoxidable.

—No me importa si quieres hacer algo más.

Su mirada bien abierta se levantó hacia él. Sostuvo su mirada por un momento y
entonces sacudió su cabeza.
88

—Problema con P mayúscula, Cade Revlin. ¿Cómo siquiera conseguiste un trabajo


Página

en el cumplimiento de la ley?
—La gente dice que tengo un rostro confiable. —En eso, su teléfono sonó, y no
estuvo demasiado emocionado de ver el número de la estación. Con un pesado
suspiro, se separó de ella—. Revlin.

—Neiumer está escuchando cuatro ruedas detrás de su c asa.

Demonios. Se pellizcó el puente de su nariz. Esto no estaba sucediendo.

—Es martes. ¿Quién estaría ahí afuera?

—No lo sé. Quiere que alguien vaya a echar un vistazo.

—Muy bien. Estaré allí en unos minutos. —Presiono su teléfono para apagarlo y
miró a Annie mientras desempacaba la comida. Tan cerca de pasar la tarde con ella.
Era el único en el pequeño cuerpo de policía del pueblo que tenía un vehículo para
entrar a lugares espeluznantes. Había sido el único tonto en ofrecerse de voluntario
para este tipo de llamadas en cualquier momento que sucediera—. Tengo que llamar
a esta tarde corta.

Su mirada buscó en la de él.

—¿Está todo bien?

Él asintió. Estaba todo bien por ahora. Quien fuera que estuviera ahí era mejor que
no se dejara atrapar. Escoltarlos con un tirón de orejas no estaba en su mente.

—Algunos chicos están correteando por ahí. Tengo que ir a revisar.

Ella frunció el ceño.

—Es noche escolar.

—Lo sé. Aún es un poco temprano. Probablemente aprovechando antes que el


tiempo cambie.

—Oh. —Ella miró la comida y luego a él—. ¿Quieres que mantenga esto caliente
para ti?

¿Quería que él regresara? La esperanza llenó su pecho estúpidamente, incluso cuando


lo sabía mejor. Las probabilidades de que regresara a una hora decente eran remotas
a ninguna.
89

—Lo más probable es que llegue tarde. Si los atrapo, tendré que retenerlos y llamar a
sus padres para que vengan a buscarlos. —O carretear sus traseros a la cárcel y
Página
remolcar sus camionetas y todoterreno—. Si no los atrapo, tendré que hablar con
Neiumer, quien va a insistir en que no busqué lo suficiente y regresar conmigo.

Su sonrisa era leve, encontrando humor en la situación. Él también podría, un


poquito. Algunas cosas no iban a cambiar nunca.

—¿Aún seguimos con los planes para mañana?

—Claro. Si no llegas muy tarde.

Podría estar fuera toda la noche y aun así estaría aquí a primera hora de mañana.

—Estaré listo para ir. ¿A las nueve? Así el sol tendrá tiempo para salir.

—Estaré aquí más temprano. Recógeme cuando sea que estés listo.

Ahora él solo tenía que tratar de no acampar en el estacionamiento para estar aquí
tan pronto ella lo estuviera.
90
Página
Capítulo 7
A
nnie llenó otra bolsa de glaseado, tapándola y metiéndola en el refrigerador.
Desplegó otra más y eso la acercó un poco más a hornear esos cupcakes.
Agarró otra bolsa, tomó la punta y se sentó en su taburete para llenar esta
como las otras cuatro que ya había puesto en el refrigerador. Después de esta, su
mañana de trabajo, terminaría con apenas una hora libre antes de que Cade se
suponía que estuviera aquí.

Para llevarla a una cita. Algo así. Algo que probablemente debería haber sido firme
en rechazar, pero no había logrado sacar las palabras. La culpa era de sus ojos. Era
imposible mirarlos y rechazarlo al mismo tiempo. Luego sus manos habían estado en
ella. Y su beso. Caramba, era una combinación de triple amenaza. Era tan sin sentido
pasar el día juntos, pero ¿cuándo fue la última vez que había hecho algo sin sentido?
Había sido tan dirigida y él era todo lo contrario cuando se trataba de su vida.

Colocó la bolsa en una taza y echó glaseado con una cuchara. Había planeado
ocuparse de estas cosas anoche, pero después de que Cade se hubiera ido, mucha de
su energía también. Había glaseado lo que necesitaba para poder empacar e irse. De
alguna manera, él se había llevado su enfoque por esa puerta cuando había salido.
Annie había tenido suerte cuando había llegado a casa. Su abuela había estado en la
ducha, así que Annie no había perdido el tiempo en deslizarse escaleras arriba a su
dormitorio. Estuvo cerca de ocultar su auto en una pila de hojas si eso significaba
arreglárselas con el ojo vigilante de su abuela. Más que probable, iba a tener todo el
sábado y luego todo el domingo en la mañana hasta que el avión saliera para soportar
ese divertido momento.

Desplegó la bolsa y la metió en el refrigerador mientras alguien se estacionaba. No


era la camioneta de Cade. No había ninguna pesada y dulce carrera en su motor. Este
era más tranquilo y tipo auto.
91
Página
Se limpió sus manos mientras se dirigía a la ventana por la parte del frente. Apenas
podía ver la cola de una camioneta blanca sobresaliendo mientras el motor se
apagaba.

Eso no le dio ninguna pista. Antes de ella que dejara el pueblo, podría haber
reducido los propietarios de un vehículo solo por el guardabarros trasero, pero
además de Cade y sus abuelos, no sabía lo que nadie más conducía. Se volvió a la
cocina y se puso detrás de su tazón para mezclar cuando la perilla fue girada y la
puerta se empujó. Sin siquiera intentarlo —o tal vez sus rodillas le fallaron— se
sentó en el taburete.

Tina, de todas las personas, entró. Giró las llaves en sus dedos, atrapándolas en su
palma y le sonrió a Annie.

—Hola, Annie.

Annie le devolvió el inesperado saludo, pero no confiaba en nada amigable con esa
sonrisa. No solo la sonrisa, sino todo sobre Tina en general. Ahora más que nunca,
estaba agradecida de que Tina la hubiera plantado en el aeropuerto y enviado a Cade
en su lugar. Por supuesto, si hubieran estado en el aeropuerto, Tina habría sido nada
menos que encantadora ya que habría habido una audiencia. Incluso si esa audiencia
tenía solo un guardia de seguridad.

—Tina. Hola, no esperaba verte.

Tina se acomodó en el taburete junto al mostrador, en el lado opuesto a Annie.

—Pensé que podría pasar para una visita rápida después de dejar a los niños en la
escuela. No tengo mucho tiempo.

Annie no quería solo sentarse ahí mirando, así que trabajó en quitar sus batidores.
Quería todo limpio y guardado antes de que Cade llegara aquí, así podían salir de
inmediato.

—Es bueno verte. ¿Tu hijo se está sintiendo mejor? Pat, ¿cierto?

Sus ojos se ampliaron ante la mención del nombre de su hijo. Annie no podía
descifrar si estaba sorprendida de que Annie realmente conociera el nombre de su
hijo o que le preocupara lo suficiente para preguntar por él. No había realmente nada
revelando lo que podía pasar por la cabeza de Tina en cualquier punto dado.
92

Tina reposó un brazo en la mesa.


Página

—Sí, fue Pat, y está bien ahora. Gracias. ¿Cade ha estado viniendo por aquí?
Un pequeño calor comenzó en el vientre de Annie ante la mención de su nombre.
Por supuesto, siendo que estaba trabajando en el mostrador dónde él la había besado
insensatamente y este era el lugar dónde le había hablado de pasar el día con él, era
inevitable. Se aclaró su garganta.

—Un par de veces.

—Eso pensé. Es un chico tan dulce. —La voz de Tina se entrecortó un poco mientras
hablaba y echó su cabeza de un lado al otro. Algunas personas hablaban con sus
manos. Tina hablaba con todo su cuerpo. Especialmente con su cabello. Tirándolo de
su hombro y lo que fuera—. Y puede ser muy agradable.

Annie sonrió a su hermana y limpió los mezcladores. No estaba segura sobre lo que
iba a ser esta conversación y prefería que Tina lo soltara de una vez. Si Annie
conocía a su hermana, había una razón para su visita, y tampoco era del tipo de cosas
de cómo estás. Si tenía que hacer una conjetura, ya que esta conversación había
comenzado con la mención de Cade, a Annie no le iba a gustar el final. Le gustaría
ignorar esa incómoda sensación asentándose en su estómago. Le gustaría, aunque no
podía manejarla.

—Lo es.

—Correcto. —Ella se ajustó de nuevo. Balanceó su cabello de nuevo—. Quería


dejarte saber, antes de que sea incómodo, que estamos saliendo.

Annie se detuvo con su trapo cuando estaba a punto de fregar algunos pegotes de
glaseado. Miró a su hermana al otro lado de la mesa.

—¿Tú y Cade Revlin están saliendo?

Tina se sentó un poco más recta.

—No suenas como que me creyeras.

Porque no lo hacía. Principalmente, porque se habían besado dos veces. El segundo


beso no había sido una cosa dulce, rápida, ni amigable en ningún sentido de la
palabra. Por no mencionar que él le dijo a Annie frenéticamente que no lo estaban.
No podía estar saliendo con Tina. Annie aclaró su garganta, queriendo terminar con
esta conversación y cualquier otra remotamente parecida. ¿Por qué él haría eso? ¿Era
por una oportunidad con su viejo enamoramiento del instituto? Nada de esto tenía
93

sentido, y por todo lo que sabía, esta era solo Tina siendo en su forma normal.
Página
Servía como un recordatorio tipo patada en los pantalones de que Annie no
pertenecía a este pueblo y tampoco quería estar aquí. Necesitaba volver a casa.

—Lo siento. Me tomas por sorpresa, es todo. —Annie forzó una sonrisa, esperando
que no fuera tan apretada como se sentía—. Entiendo. No estoy en el pueblo mucho
tiempo y me iré pronto.

La sonrisa de Tina se amplió.

—Después de hacer un fabuloso pastel para Jane.

Ah ja. Annie dejó que quedara sin respuesta y tomó su agresión creciente sobre su
sucio mezclador.

—¿Ya tienes diseños para el pastel? El abuelo estaba trabajando en bosquejos. Me


gustaría verlos. Y tomar una copia para Jane, porque ella no los tiene.

—No tengo ninguno.

Sus cejas se juntaron. Pulseras sonaron en sus muñecas cuando puso su mano en la
mesa enderezando su espalda para mirar a Annie.

—¿Cómo sabes que a Jane le va a gustar si no tienes un bosquejo para mostrarle?

Solo siguió fregando y limpiando.

—No he hablado con Jane, pero entendí que alguien más va a hacer su pastel.

—¿Sam’s Grocery? —De alguna manera, aunque ella estaba sentada, Tina se las
arregló para mirar a Annie desde arriba.

—Eso es lo que me dijeron.

—No. —Ella hizo un sonido que probablemente se suponía que era una risa—. Tú
vas a hacerlo porque Sam’s Grocery no va a hacer el pastel de mi hermana.

Encantador. Una orden. Esa era Tina. No podía decir que la había extrañado en su
tiempo lejos de casa. Annie tenía algo de afecto sólido por la panadería, Jasper’s y sus
abuelos. Algunas otras personas por aquí y por allá. La biblioteca. Si tan solo pudiera
recoger esas partes que amaba y llevarlas a algún otro lugar. O quitar a Tina de Turtle
Pine. Annie podía sobrevivir con Jane en el pueblo. Jane tenía la decencia de no
hablarle y darle su espacio. Annie suponía que sentirse culpable después de apuñalar
94

a su hermana en la espalda haría eso.


Página

—No he hablado con Jane. Eso es lo que me dijeron.


—Le diré que venga a verte.

No tenía que hacer eso. Annie no quería entrar en esto con Tina. Mientras la abuela
quería llevarla por el camino de la culpa para hacer el pastel de Jane, Tina
probablemente estaría por encima de su hombro e intimidándola para hacer lo que
quisiera. Tina era buena en la manipulación de personas. Su hermana podía ser
aterradora cuando esperaba que algo sucediera.

—Le enviaré un mensaje después de que me vaya. —Tina se empujó de su silla—.


Eso es todo. Quería ver el pastel de Jane y dejarte saber que Cade y yo estamos
saliendo. Puedes preguntarle a cualquier en el pueblo.

Eso todavía no tenía ningún sentido. Debería solo dejar ir a Tina. Parte de ella quería
anunciar lo que había hecho con Cade en esta misma habitación anoche. Solo para
tener algo para pegar a Tina quien siempre se salía con la suya. No era que Annie
alguna vez expresara o pusiera una seria consideración a eso, porque ella no era una
persona horrible. Sin embargo… no podía resistirse un poco.

—¿Él sabe que están saliendo?

Y ahí fue la mano de Tina a su cadera.

—¿Por qué no lo haría?

Annie aclaró su garganta y se preparó para tomar el peso de la ira de Tina por esto.
Realmente no había pensado en esto. Por otra parte, tal vez si Annie le decía a su
hermana lo que había hecho con Cade, Tina se iría y nunca regresaría. Annie era una
víctima en esto. No era que su hermana alguna vez admitiera eso tampoco, pero aun
así, por el bien de ella, Annie quería sacarlo.

—Él coquetea mucho.

Tina colocó su puño contra su costado.

—No coquetea. Es muy agradable. Dios, Annie, en todos esos libros que leías, ¿no
aprendiste la diferencia?

—Cuando le pregunté si ustedes estaban saliendo, dijo que no.

Los ojos de Tina se estrecharon.


95

—Mantente lejos de mi novio. Estaba haciéndome un favor a mí al recogerte. Esa no


fue una invitación.
Página
—No sabía que estaban saliendo. Lo siento. —La disculpa salió antes de que pudiera
detenerla. Maldita costumbre. No había querido dejar salir esa parte. No lo sentía, no
había hecho nada malo. Pero si sus hermanas le habían enseñado algo al crecer, sería
que siempre era culpa de la otra mujer. Habían taladrado eso en ella y nunca le
habían permitido olvidar que fue culpa de su mamá que su papá se fuera. Culpa de su
mamá que ellas fueran infelices. Todo lo malo en la vida de Tina y Jane siempre
podía remontarse a la existencia de la mamá de Annie. Y por extensión, a Annie
misma. Así que sí, se disculpó. Suspiró. Como se suponía que debía porque prefería
que su hermana desapareciera, antes de que se lanzara a preguntar por qué existía
una doble moral.

Porque aunque la mamá de Annie era una puta ladrona de hombres, de alguna
manera Jane era diferente después de elegir a Peter. Y el mayor prostituto en todo
este triángulo —su padre—de alguna manera también era especial. Annie estaba
hasta el cuello de personas especiales con olor especial a no-popó. O eso era lo que
ellos pensaban. Dios, estaba tan lista para salir de este pueblo y regresar a casa.

Tina levantó su bolso y se fue en el mismo tornado de drama agotador como cuando
había llegado. A medida que su auto dejaba el estacionamiento, un gran peso aterrizó
en Annie mientras se sentaba en un taburete y miraba la batidora que aún necesitaba
ser limpiada para que pudiera darle la vuelta y ensuciarla otra vez. Sus planes para el
día con Cade se cancelaron.

Porque no iba a hacer esto. Tal vez él estaba saliendo con Tina. Tal vez no. Tal vez
estaban en un descanso. Tal vez no lo estaban. Annie no podría posiblemente
saberlo, pero estaba inclinada fuertemente a pensar que Tina estaba completamente
equivocada y saliendo para causar un poco más de estragos en la vida de Annie por
un buen tiempo. Este pueblo era demasiado pequeño para que Cade anduviera por
ahí tratando de ver a Annie mientras también salía con Tina. Eso nunca pasaría
desapercibido. No lo había hecho, ya que su abuelo había sabido que ellos habían
estado en Jasper’s el día que ella había regresado.

¿Este drama? Por esta mierda había dejado Turtle Pine. En todos sus años en
Houston, no se había encontrado ni con un poco de drama. Nada. Pero regresó a casa
por una cuestión de días y ya había algo.

Reunió leche, mantequilla y azúcar y dispuso de todo lo que necesitaba cerca de la


batidora. Lo último por buscar fue la cocoa en polvo. Cinco días más y se largaba de
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aquí. Hizo puré la mantequilla y comenzó a añadir azúcar y cocoa. Su cabeza se iba a
Página

quedar tranquila hasta que su avión despegara.


Crema oscura llenó el tazón. La cocoa seguía estando demasiado amarga y el sabor
del glaseado nada como dulce crema batida cuando el inconfundible motor de Cade
estacionó en la entrada y su pulso incrementó un poco como si estuviera siendo
batido debajo de su batidora. Comenzó a levantarse y echar el cerrojo porque eso
sería más fácil que resistirse a su rostro, pero no lo hizo.

Tiró más azúcar en el tazón de la batidora cuando él empujó la puerta trasera. Su


encantadora sonrisa estaba puesta en ella y regresó su atención al tazón para una
profunda respiración.

—¿Qué estás haciendo?

—Glaseado —dijo rápidamente mientras intentaba mantener su posición de que no


iba a ningún lado hoy, porque enredarse en un drama adicional en Turtle Pine no
estaba a punto de pasar.

—¿Todavía tienes más decorado que hacer antes de irnos? —Él dejó caer sus llaves a
un lado y remangó sus mangas—. ¿Algo que pueda hacer para ayudar?

—Nop. Yo me encargo. Aunque me va a llevar un rato.

Él la estudió por un momento y luego echó un vistazo alrededor de la habitación.

—Está bien. No tenemos prisa. Podemos ir después de que termines. Toma tu


tiempo.

Ah ja. Tiempo tomaría. Con su glaseado. ¿Su acelerado corazón? Ah, esa cosa había
azotado frenéticamente al momento en que su camioneta se había parado en el
estacionamiento. Ella metió más azúcar impalpable en el tazón, cuidadosa de no
poner demasiada y salpicar todo fuera del tazón. Se movió para agarrar la leche y
notó sus temblorosos dedos y detuvo lo que estaba haciendo. ¿Nerviosa porque
estaba a punto de dejarlo antes de su día? ¿Nerviosa porque él estaba en la habitación
y ella quería agarrar su camisa?

Realmente no lo sabía.

Si iba a deshacerse de él, necesitaba seguir adelante con eso y regresar al trabajo.
Trabajar con él cerca no era una opción. Por su paz mental, realmente necesitaba
deshacerse de él.

—Tuve una interesante plática con mi hermana esta mañana.


97
Página

—¿Jane? ¿Vino a visitarte? —Él miró alrededor del mostrador. Ella quería levantarse
y poner espacio entre ellos, pero si quitaba sus manos de la batidora, él vería sus
manos temblando. Se detuvo a su lado y apoyó una cadera contra la mesa—. La vi
cuando recogí cena la otra noche en Jasper’s y olvidé decírtelo. Nos distrajimos un
poco cuando regresé.

Ella no se distraería y sonrojaría con emoción pensando en ayer. No se sonrojaría con


la pegajosa calidez que había estado experimentando desde ayer. Oh no.

Suspiró cuando la temperatura de la habitación incrementó unos cuantos grados.


Demasiado tarde.

—Como sea. —Él aclaró su garganta—. Ella quería que te dijera hola.

Annie parpadeó y lo miró, poniendo completa atención en él y dejando a Tina de


lado por un segundo.

—¿Jane dijo eso?

—Sí. Preguntó cómo estabas. —Se acercó un poco más y sus ojos eran tan
encantadores.

Ella se puso de pie y dio un paso lejos cuando él alcanzó su espalda baja con su mano.
Sus labios estaban cerca de tocar su sien. Y el problema que él causó salió del
segundo plano y fue puesto de vuelta en alto frente a la cocina. No, no. Nada de
tocar. No podría echarlo y rechazar el día de diversión si había toqueteo.

—Por favor, no.

Esos ojos oh-tan encantadores de él buscaron en los suyos mientras se llamaban de


confusión. Él retiró sus manos y sus cejas cayeron.

—¿Sucede algo?

Ella aclaró su garganta y, hombre, algo espeso estaba alojado allí y no la dejaba
tragar. Tiempo para arrancar la curita a esta cosa.

—Estoy tratando de romper contigo o detener lo que sea que estamos haciendo.

—¿Qué?

Ella apagó la batidora para conseguir algo de espacio entre ellos. Había un trapo en la
esquina de la mesa y lo agarró para ocupar sus manos.
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—Tina vino a visitarme. No Jane. Tina.


Página

—¿Qué tiene que ver eso con nosotros o nuestros planes para hoy?
—Todo. —Giró por la habitación, encontró su taburete y se dejó caer en este. Frotó
su frente. Esto era todo un desastre. Podría correr de este lugar todo lo que quería y
disfrutar su vida en cualquier otro lugar, pero eso no cambiaba nada realmente, ¿no?
Había regresado y era lo mismo. Quería huir de nuevo. No quería tener nada que ver
en esto, y caramba, salir de aquí era lo que iba a hacer—. Vine aquí para hacer un
trabajo y eso es todo. Estoy contando los días para regresar a casa. Me fui para
alejarme de Tina y Jane y todo su drama. No quiero pasar el tiempo que esté aquí
lidiando con Tina viniendo a mí y pidiéndome que permanezca lejos de su novio.

—¿Qué? —Sus ojos se ampliaron y su boca se abrió.

—Si sentiste que te estaba seduciendo o lo que sea, lo siento. Terminé con eso. —
Bajó sus manos. ¿Por qué demonios se estaba disculpando? Él había venido a ella.
Ella no lo había buscado. Se estaba disculpando por cosas que no había hecho. La
próxima vez que viera a su hermana, iba a decirle eso.

Ohhh. Apretó los puños. Cuanto más pensaba en que Tina pasara a visitarla y
vigilando su propiedad, más se arrastraba y enterraba bajo de su piel. Annie nunca
había estado tan fastidiada.

—Tina y yo no estamos saliendo —dijo Cade sencillamente, directamente y con un


tic en su frente. Cruzó sus brazos sobre su pecho—. Nunca hemos salido. Nunca
vamos a comenzar a salir. Ya te lo dije una vez.

Ella lo miró.

—Mira, esto no es sobre que piense que son una pareja. No lo es. Esto es Tina y lo
que es mi vida con ella en esta, y esta mañana fue un buen recordatorio. —Él
continuó mirándola y ella quiso que él supiera el completo marcador así él podría
saber exactamente cuán manipuladora… era la persona que tenía detrás de él—. Solo
para que lo sepas, dejó bastante claro que ustedes dos son pareja.

—No. —Él cerró sus ojos y bajó la mirada con una sacudida de su cabeza—. No. —Su
mirada rápida pudo haberla clavado en la pared—. No me eches aún. No se trata solo
de ti.

—¿Qué no se trata solo de mí?

—Tina es así con cada persona. No solo te incluyó a ti. Bien, tal vez cuando ustedes
iban en la secundaria lo hizo, pero es muy… ah, agresiva. Venir aquí y hablar
99

contigo no fue un comportamiento reservado solo para ti. —Él barrió una mano por
Página

su cabello—. ¿Recuerdas la vecina que mencioné?


Ella frunció el ceño.

—¿La loca de la que te escondes?

Asintió.

—Ese sería tu hermana. Tina es mi vecina. Evito mi casa a causa de ella. —Suspiró,
acercó un taburete y se sentó en este. Sus rodillas se pusieron a horcajadas en las de
ella. Ahuecó sus manos alrededor de la guata del trapo de cocina—. Y Jane, es casi
igual de mala. Tan pronto como pongo fin a los rumores de que estamos saliendo,
regresan. No puedo deshacerme de ellos.

Más que nada, quería alejarse de su toque, poner fin a esto ahora mismo y escapar,
pero por mucho que quisiera hacer todo eso, también quería quedarse. En realidad,
quería acercarse más.

—No lo entiendo. Solo dile que no.

Él levantó un hombro.

—Lo he tratado. La primavera pasada, mamá tuvo una subasta para recaudar dinero
para el refugio de animales. Tina me compró por el día para una lista de tareas de
cariño. Desde entonces, ella está ahí. Me pide ir a lugares o pide hacer cosas por mí.
Digo que no. Voy a Jasper’s. Se sienta en mi mesa. Voy a casa. Me atrapa fuera para
hablar. —Frotó su cabeza—. Cuando comiencen los juegos de fútbol, ya estoy
imaginándola pegada a mi lado. No importa cuánto me aleje, sigue cerrando esa
distancia. Ella no sale directamente. Ella…

—Manipula —respondió Annie. Sí, todo esto sonaba a su querida hermana mayor.

—Sí. —Cade la observó, estudiándola—. Exactamente eso. Sigo pensando que


eventualmente se detendrá. Parece que va a seguir y seguir. No sé qué se le metió o
que la hizo… fijarse en mí. Va demasiado lejos con el coqueteo, o como diablos
quiera llamarlo ella, pero no tan lejos como un avance real en mí para decirle no.
Lamento que te arrastrara al medio de esto. Debería habértelo dicho, pero sé que no
te gustan tus hermanas. Solo estás aquí un corto tiempo y no quiero perder ese
tiempo hablando sobre Tina.

—Mira. —Colocó una mano sobre la mesa—. Tienes razón en eso de que no voy a
100

quedarme en el pueblo. No quiero causarte más problemas o que Tina se de una


vuelta de nuevo. No sé qué está pasando con ella.
Página
—Está delirando. Eso es lo que está pasando. —Su tono se elevó y las palabras
estaban saliendo más rápidas con agitación.

Una risa comenzó, pero ella la detuvo.

—No discreparé contigo allí, pero me voy tan pronto como estos cupcakes estén
terminados. Esto… —Ella hizo gestos entre ellos, y, Dios, ¿por qué esto dolía? Se
sintió mal. Ellos no tenían una cosa tan grande como para que esto doliera—, esto
nunca iba a ir a ninguna parte.

—Sé que esto no va a ninguna parte. Y para ti probablemente solo soy alguna
molesta distracción.

—No. No molesta. Distractor… —Ella asintió—, eso eres. No una mala distracción.
Eres una tentadora distracción.

Se alzó una ceja.

—¿Cómo es eso?

Ella limpió copos de azúcar en polvo e hizo todo lo que pudo para no mirarlo.
Mirarlo la hacía querer cosas. La hacía querer retirar sus palabras, para empezar. La
hacia desear que pudiera retroceder el tiempo y encontrarlo en la puerta tan pronto
como él llegó así podrían comenzar el día juntos como planearon.

—Me haces pensar en cosas que nunca van a suceder.

—¿Qué tipo de cosas?

—Como vivir aquí de nuevo. —Ella regresó a su glaseado para mantener las manos
ocupadas—. Echo de menos mi casa. Me gusta vivir en Houston. Me gusta mi trabajo
y me gusta la gente allí. Pero extraño a mis abuelos. —Hizo señas a la habitación—.
Echo de menos esta habitación. Echo de menos partes del pueblo. Echo de menos a
Paula.

—¿Estás diciendo que quieres mudarte de nuevo a casa?

No estaba segura de si alguno de los dos estaba respirando. Entonces dejó salir una
larga respiración pesada que la desinfló.

—Estoy diciendo que desearía que fuera una opción que pudiera considerar, pero no
101

lo es. No puedo vivir cada día sabiendo que mis hermanas están allí encima de mí.
No tienes idea de cuán miserable me hacían. Cómo se volvió peor mientras crecía.
Página
—¿Por eso comenzaste a estudiar tan duro después de que Peter y tú terminaron?
¿Para poder escapar de ellos?

—Para poder escapar de todo. —Ella sacudió la cabeza—. Jane me dejó en paz
después de que comenzó a salir con Pete. Supongo que se sintió culpable.

—Si fueron severos contigo, deberían sentirse culpables.

No había hablado de esto con nadie. La única persona que sabía un poco era Jane.
Ella se frotó los brazos.

—Cuando tenía quince años, pensé que estaba embarazada y Jane me sorprendió en
el baño. Había estado llorando y estaba molesta. No éramos muy cercanas como
cuando éramos niñas para entonces, pero teníamos momentos de reconciliación.

Su boca se abrió.

—No estaba embarazada. Solo retrasada. —Lo agarró por el brazo. No era como si él
se estuviera yendo a algún lado, pero quizás ella quería algo a lo que aferrarse más
que preocuparse de que él estuviera yendo a algún lado—. Cuando éramos pequeñas,
Jane y yo podíamos ser amigas a veces. A veces fingía que éramos como hermanas
verdaderas.

—Eso es horrible.

Ella levantó un hombro. Era lo que era.

—He pensado mucho en ello. Era tan joven cuando Tina y Jane vinieron a vivir con
nosotros después de que su mamá muriera. No entendía completamente por qué
estaban allí. Jane tiene mi edad. Había perdido a su mamá. Probablemente tampoco
entendía mucho. Pero Tina sabía. Comenzó conmigo primero.

—¿Con qué?

—El juego de la culpa. —Soltó su brazo y regresó a trabajar—. La culpa es siempre de


la mujer, ¿sabes? Papá se acostaba con cualquiera, salí de eso. Papá y su mamá
pelearon y su mama se fue a mitad de una pelea. A dos cuadras, se pasó un semáforo
en rojo y eso fue todo. Tina sabía exactamente quién era yo. Yo era la hija de esa
mujer que hacía que sus padres pelearan todo el tiempo. Cada vez que ella me
miraba, veía la razón de por qué sus padres discutían, la razón por la que su mamá
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condujo lejos de su casa ese día y nunca regresó.


Página

—Annie. —Él frotó la parte baja de su espalda y ella no pudo negar que el toque
reconfortante era maravilloso.
—Pasó mucho tiempo antes de que comprendiera por qué siempre me trataba como
tierra debajo de su zapato. Era una niña. Pensé que estaba triste por que su mamá
murió. Hice todo lo que pude para tratar de levantarle el ánimo. Para el momento en
que comprendí que el que Tina me viera es lo que la mantenía tan enojada es cuando
Jane comenzó a alejarse. Entonces un día, fueron ellas contra mí. Era peor cuando
Tina y Jane estaban juntas. Cuando estaban separadas, Tina no me daba ninguna
atención. Yo era totalmente ignorada. Cuando era solo Jane, podíamos casi ser
amigas. ¿Pero cuando éramos nosotras tres? —Tragó el grueso nudo que se había
establecido en su garganta—. Creo que Tina florecía al hacerme miserable frente a
Jane. Creo que sabía que Jane y yo podríamos haber sido realmente cercanas.

—Así que cuando pensaste que estabas embarazada, Jane estaba sola.

—Y fue genial. —Estúpidas lágrimas comenzaron y las pestañeó—. Fue esa hermana
que necesitaba. Escuchó. Me abrazó. Dijo que todo iba a estar bien. Dijo que hablaría
con Peter por mí. Peter y yo habíamos peleado el día antes y habíamos terminado.
Habíamos estado haciendo eso un montón en aquel entonces. Terminar un día.
Volver al siguiente. Así que Jane dijo que iba a hablar con él ese domingo. Eran
amigos. Mi vida se estaba cayendo a pedazos, pero con Jane allí, pensé que todo iba a
estar bien. ¿Recuerdas a Jenna Laken?

—Sí.

—El lunes a la mañana en la escuela, antes de que el timbre incluso sonara, Jenna
corrió hacia mí y se lanzó de lleno en este enorme chisme y quería saber qué pensaba
sobre Jane y Peter saliendo.

—Dios. Lo siento, Annie. ¿Fue así cómo te enteraste?

Lo mejor que pudo manejar fue un asentimiento. Años habían pasado y esa traición
no debería doler, pero maldita sea, lo hacía. No porque Peter hubiera seguido
adelante tan rápido, sino porque a pesar de todas las cosas que Tina le había hecho
alguna vez, nada se comparó a la puñalada por la espalda de Jane. —Jenna me puso al
corriente de los detalles de los dos siendo vistos juntos el domingo en la tarde
liándose en el estacionamiento en Jasper’s. Unas pocas horas después de que Jane me
hubiera asegurado, eso es lo que ella fue e hizo. —Sacudió la cabeza—. Solo quería
que me dejaran sola para desaparecer. Así que hice lo mejor que pude para estudiar
duro. Quería dejar el pueblo lo antes posible y habíamos tenido una cosa de
103

profesiones en la escuela recientemente. La universidad era mi boleto de salida.


Página

—Fallaste. Con el intento de desaparecer. Te veía todo el tiempo.


Ella subió su taburete al mostrador.

—No creí que nadie me notara en la secundaria.

—En realidad, traté de hablarte una vez. —Bajó la mirada y luego la miró—. No
pienso que me escucharas. No lo hiciste fácil. Desde que Jane y Peter se juntaron, no
levantabas la mirada hacia la gente. Leías constantemente. No salías. La gente no te
hablaba porque no nos dejabas.

—Solo pensé que a nadie le importaba.

—No es verdad. —Él inclinó la cabeza hacia la puerta—. Salgamos de aquí. Pasemos
el día como planeamos y déjate disfrutar estar en casa sin estar cerca de ninguna de
las personas que te hicieron odiar tanto este lugar.

Ella se mordió el labio. Ay, pero él era tan tentador. Se mantuvo firme.

—No debería.

—No estás demasiado asustada de embarrarte, ¿no?

Ella le dio una mirada.

—No hago las mejores elecciones cuando hago cosas como esas.

—Mayor razón para ir.

Ella rio entonces. La última vez que se había subido a una camioneta para hacer
deporte todoterreno, le había declarado su amor a Peter y él lo había devuelto. Una
hora después, ella le había dicho adiós a su virginidad y pronto estaba diciéndole
hola a su susto de embarazo.

—¿Pensé que no eras una remilgada?

—No lo soy. —Ella frunció el ceño.

—Estás actuando como una.

—¿Por qué todos tratan de desafiarme a hacer cosas?

—¿Porque generalmente funciona en la mayoría de la gente? —Allí estaba esa


sonrisa. Y estaba haciendo juego con sus ojos.
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—¿Qué hay acerca de Tina? —Sí, Tina. Por quién ella realmente no se preocupaba.
¿Por qué estaba cambiando sus planes y resistiéndose a hacer algo que realmente
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quería porque Tina había entrado de nuevo en su vida? No le debía nada a su


hermana. De acuerdo a Cade, él no podía deshacerse de ella, así que no era como si
Annie fuera a lanzarse sobre lo que Tina tenía oportunidad de conseguir alguna vez.
No quería ser como sus hermanas en ninguna manera.

—Me haré cargo de Tina. —Él acunó sus hombros y le dio un pequeño masaje—. —
Iré a Jasper’s ahora mismo y confirmaré con Paula de nuevo que no estamos juntos.

—Veo que no soy la única que es buena amiga de Paula.

—Por supuesto que no. —Su sonrisa se levantó en un lado de su boca en una sonrisa
de suficiencia juvenil—. Aunque saber que eras cercana a ella seguro que explica un
montón.

—¿Cómo es eso?

—Después de que te fuiste, ella me escuchó preguntando por ti. Me ha estado dando
chocolate extra en mis malteadas desde entonces.

Ella rio.

—Suena como Paula.

—Vamos, te ayudaré a subir estas cosas.

—Realmente no es una buena idea.

—Pienso que es la mejor cosa que posiblemente podrías hacer. Piensa en ello.

—Estoy pensando en ello. —Ese era el problema. Estaba pensando mucho en ello. Y
estaba tentada. Realmente, realmente tentada.

—Uh-huh. Miras Turtle Pine y solo piensas que es un lugar miserable para estar. En
el fondo de tu corazón, sabes que es más. Ven conmigo hoy. Ten algo genial para que
nos recuerdes.

—Si piensas que me convencerás de mudarme de nuevo aquí, detén el sueño antes
de que llegue más lejos. Nunca sucederá.

—No lo hago. Hoy no quiero pensar acerca de nada además de pasarla bien.
Vayamos a perdernos en el terreno de mis padres. Es todo lo que estoy pidiendo.

Ella lo miró un momento y dejó salir una respiración. Tan mala como sabía que era
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esta idea, no podía decir que no.


Página

—Está bien.
Página 106
Capítulo 8
S
i su risa se volvía más intoxicante, Cade no podría caminar en línea recta, o
conducir en una, como era el caso dado que estaban en la camioneta.

—Te dije que esta era una buena idea.

Ella tenía su mano en la manivela de la puerta. El lodo estaba esparcido por sus
mejillas. En donde no había una salpicadura marrón oscura, el sol la besaba con la
luz de la caída del atardecer. Su sonrisa era amplia y la risa llenaba sus ojos.

—Bien. Tenías razón.

Dio vuelta la camioneta por el camino estrecho. Con las ramas colgando hacia el
centro, enterró su rostro contra su brazo para esquivarlas. Olviden el lodo. Él podía
hacer esto todo el día siempre que ella mantuviera su rostro contra su brazo con sus
uñas hundiéndose en él. Pero como los otros senderos por los que fueron, este
también llegó a su fin.

Y los enfrentó a una amplia área de pastura inundada. En el verano, su familia


arrendaba esto por el heno. Después de lo que él estaba a punto de hacer, estaría aquí
con la caña del timón en la primavera para limpiar su desastre, pero sí que iba a valer
la pena.

—¿Estás lista?

Los ojos de ella estaban ampliamente abiertos.

—¿Cuán profundo es eso?

Él levantó un hombro.
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—Más o menos al tobillo.

—Estoy lista.
Página
Golpeó el acelerador, engranó y su Jeep se echó hacia adelante. El agua salpicó,
derramó y los roció. El chillido de ella se perdió en el aire con el rugido del motor
mientras él daba vuelta tras vuelta. Tanta agua explotó alrededor de ellos que él
apenas podía ver algo. Dio vuelta al volante en otra curva cerrada y se detuvo.

—¡Oh, Dios mío! —Ella se rio después de terminar las palabras y lo miró. Su boca
estaba abierta. Agua sucia chorreaba de su barbilla—. Está fría.

—¿Entonces quieres más?

Entrecerró los ojos.

—Apuesta que sí.

Él no pudo resistir su petición mientras la muy fría agua humedecía sus jeans y
empapaba la tela entre sus muslos. Hizo una serie de más y más giros con sus
animados chillidos instándolo a ir más rápido, a salpicar el agua con más fuerza.
Destrozó la pastura de heno totalmente y los detuvo de nuevo. Usando ambas manos,
ella se apartó el cabello del rostro.

Una hebra colgaba de su mejilla y él la apartó por ella.

—¿Y bien?

Ella miró alrededor.

—Olvidé lo divertido que podía ser esto.

—¿Lo ves?

—Sí, sí. Tenías razón. De nuevo. ¿Vas a hacer que lo diga todo el día?

—Tal vez.

Ella se había girado en el asiento para mirarlo. Metió ese pie bajo su trasero como lo
hacía a menudo para poder verlo más a la cara. A él le gustaba cuando hacía eso. Era
como si quisiera brindarle su completa atención. Más que nada, odiaba sus asientos
por evitar que la empujara a su lado.

Puso el pie en el acelerador y los dirigió allí de vuelta, lo que —por suerte de él— los
llevaría de vuelta por ese estrecho sendero. Ella volvió a meter su cabeza. Esta vez,
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en lugar de agarrarlo del brazo, su mano aterrizó a medio camino de su estómago.


Puede que él hubiera bajado un poco la velocidad para apreciar el momento. Las
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ramas rasguñaban el costado de su Jeep como uñas en un pizarrón y aun así no


aceleró para evitar el sonido. No con la forma en que los dedos de ella tiraban de su
camisa en su puño ante el intenso sonido.

Eventualmente, alcanzó el final del camino y ella se enderezó. Deslizó esa mano
tristemente lejos de su estómago con un agonizante giro. Pero, ¿su otra mano? Se
quedó. Colgaba perezosamente del brazo de él. La rodilla de ella estaba justo ahí a la
derecha de su palanca de cambios donde su mano descansaba naturalmente. Un
pequeño movimiento y su mano encontraría un nuevo lugar donde descansar.

Ella estaba mirando las filas de árboles mientras él conducía. Ausentemente —¿o
quizás intencionalmente?—, frotó su pulgar por su brazo. Él quería que fuera
intencional. Quería que ella fuera consciente de lo ligeramente que estaba tocándolo
y que supiera lo que le estaba causando. Ese empalagoso movimiento. Él se atrevió a
probar suerte y movió su mano, apoyándola en su rodilla y ahuecándola ahí.

Ella se sobresaltó. Los músculos en su pierna se flexionaron y luego se relajaron


cuando su mirada encontró la suya. La garganta de él se sentía gruesa.

—¿Tienes hambre?

—Llegando ahí.

—Creo que podemos agarrar algo de comer de mamá. Estará en casa. —Levantó un
brazo—. Si no, podemos atacar su nevera.

Ella se mordió el labio mientras detenía la mano que había estado acariciándole el
brazo.

—No sé si esa es una buena idea.

—Nadie estará en casa además de mamá y los hijos de Beth. Ella los cuida.

Aún no parecía segura.

—Peter está en el trabajo. Jane no estaría ahí tampoco. Puedes ver la casa un rato
antes de que nos detengamos. Así que si alguno de ellos está ahí, podemos
retractarnos e irnos. Nunca tendrían por qué saberlo. Sé que a mamá le gustaría
verte. Y de verdad deberías conocer a Katie y Kent.

—¿Katie y Kent? ¿Los hijos de Beth?


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Él asintió.
Página

—Tienen cuatro y un año.


Ella sonrió.

—Una edad divertida.

—Tienes un perverso sentido de la diversión.

Ella lo empujó ligeramente.

—Tengo la sensación de que los adoras.

Él asintió.

—Me descubriste. Los adoro y no puedo resistirme cuando quieren encender las
sirenas y luces aquí dentro.

—¿Tienes sirenas y luces en esta cosa? —Ella frotó una mano sobre la puerta—.
Hombre, deberías haberme dicho eso hace tiempo. Este podría haber sido el más
memorable de todos los paseos de lodo memorables.

Él se rio.

—Si te apuntas a ir a lo de mamá, puedes ver las luces ahí.

Ella dejó salir un largo suspiro.

—Siempre que podamos irnos si Peter o alguien más está ahí.

—Por supuesto. Nunca querría que hicieras algo que te incomodara.

Tomó los caminos hacia la casa de su mamá, solo apartando la mano de la rodilla de
ella para meter los cambios. Luego de vuelta a su pierna. Era una posición cómoda.
Siendo que era unos cuantos centímetros a la derecha de donde solía apoyar su
mano, era sorprendente lo bien que se sentía. Solo un ligero ajuste. A menos que
estuviera metiendo el cambio. Nunca antes había odiado tanto un motor estándar.

Llegó al tope de la pequeña colina y frenó antes de dar vuelta detrás de casa de su
madre. No era nada más que una glorificada protuberancia de velocidad. Lo
suficiente para esconder la casa de su mamá desde la parte trasera de la propiedad. La
protuberancia era lo suficientemente buena para que intentaran usarla como rampa y
lanzarse con sus bicicletas. Después de que crecieran, las bicicletas se convirtieron en
vehículos de cuatro ruedas. En su mayor parte, habían aterrizado con esos saltos.
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Hizo una pausa mientras subía por la parte trasera de la colina. Estaban lo
suficientemente lejos para que él pudiera soltar el freno y rodarían de vuelta al
Página

bosque si había alguien ahí, pero solo el auto azul de su mamá estaba estacionado
junto a la casa. Dos niños pequeños estaban corriendo entre columpios y él sonrió al
verlos ahí.

Le dio un pequeño apretón a Annie.

—Parece que solo está mamá.

Ella asintió.

—Está bien. Siempre me gustó tu mamá.

Todos adoraban a su mamá. No podía culparlos. Cuando se trataba de madres, la suya


rompía el molde. En la escuela, no siempre lo había creído así. Ella tenía una mirada
sensata que enderezaría a un convicto. La había usado a menudo cuando eran niños.
La mirada de alguna manera desapareció para su sobrina y sobrino. Incluso esa vez
que habían hecho pasteles de lodo en sus muebles acolchados de afuera.

Se acercó más a la casa y su sobrina, Katie, ondeó ambas manos por encima de su
cabeza. Pequeños chillidos se escucharon por encima del sonido del motor. Kent
empezó a correr hacia él, pero Katie lo agarró por el brazo, deteniendo a su hermano
menor lo suficientemente fuerte para que se cayera sobre su trasero. Cuando apagó la
camioneta, los gemidos empezaron.

Katie lo enfrentó, señalándolo con el dedo mientras lo regañaba:

—¡No puedes correr hacia los autos, Kent! —Le mostró a su hermano menor la
famosa mirada seria de su madre. Parecía que no estaba fuera de circulación todavía.
Ella sacudió el dedo—. ¿Quieres que te atropellen?

Kent parpadeó hacia ella y puso su boca en una fina línea. Las lágrimas terminaron.

Cade miró a Annie y la encontró con una pequeña sonrisa en su rostro mientras
miraba a los niños. Su cabeza estaba inclinada hacia un lado. Lo atrapó mirándola.

—Muy tiernos.

—Solo no dejes que Katie te escuche llamarla tierna o bonita, y especialmente no la


llames princesa.

—¿No?
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Antes de que él pudiera dejar salir algo, Katie se había lanzado hacia sus brazos y
Kent estaba bailando a los pies de Cade, estirándose con sus brazos.
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Los brazos de Katie rodearon su cuello mientras aplastaba un húmedo beso en su
mejilla.

—¡Tío Cade!

El baile sobre las puntas de los pies de Kent creció para incluir chillidos. Si no lo
agarraba, esos gemidos se convertirían en llanto. Se estiró, atrapó al niño bajo su
brazo y lo acomodó en el otro lado de su cadera.

—¿Qué están haciendo ustedes dos el día de hoy?

Kent solo lo abrazó y Katie lo puso al día.

—Bueno, vimos una película esta mañana.

—¿En serio? ¿Qué película?

—Peter Pan. —Ella ondeó su brazo, el cual contoneó todo su cuerpo mientras
pretendía tener una espada—. Yo era el Capitán Garfio.

Él sonrió.

—Eso no me sorprende.

Se volvió, buscando a Annie, y se dio cuenta que ella ya estaba ahí. Su sonrisa se
había vuelto más grande, y lo sacudió.

Katie miró de reojo a Annie, enfrentó a Cade y luego miró su camioneta y él supo lo
que venía a continuación. Iba a estar en problemas.

—Fuiste a un paseo en lodo sin mí.

Él hizo una mueca.

—Lo siento. La próxima vez.

Ella lo quedó mirando.

—El sábado.

—La boda es este fin de semana. No podemos.

Ella miró sus uñas.


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—Mami va a hacerme usar un vestido. No quiero ir.


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Miró a Annie mientras levantaba a Katie más alto.


—Katie aquí es nuestra residente poco femenina. Nada vestidos asquerosos para ella.

—De ninguna manera —anunció Katie.

Annie sonrió.

—No pueden culpar a una chica por saber lo que quiere.

—Cade. —Su mamá salió por la puerta de atrás—. Pensé que te escuché llegar. ¿Qué
estás haciendo aquí?

—Planeando mendingar por algo de comida.

—Claro. —Su mirada se movió hacia Annie—. ¿Quién es esa?

Las manos de Annie fueron a su cadera mientras lo enfrentaba.

Kent estaba retorciéndose y bajó a ambos niños. Puso una mano en la espalda de
Annie.

—Mamá, ¿recuerdas a Annie Cookie?

Su mamá parpadeó y la miró de arriba a abajo mientras cruzaba el patio hacia ellos.

—Oh Dios mío, Annie, mira lo mucho que has crecido. Escuché que estabas aquí.

—Es bueno verte. —Annie no sabía qué hacer con sus manos. Si abrazaba a su madre
como quería, la ensuciaría. Las cruzó al frente para resistir las ganas—. No has
cambiado en nada.

Su mamá tenía nada más que afecto en todo su rostro.

—Siempre me gustaste. —Su madre los miró—. ¿Qué se traen ustedes dos? ¿Creí que
trabajabas hoy?

Cade empujó sus manos en sus bolsillos.

—Cambié el día con Jones.

—Vengan dentro y siéntense.

Annie miró alrededor.


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—No quiero entrar sucia a tu casa. Sé que mi ropa está empapada.

Su madre los estudió a ambos.


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—Sí, están demasiado desagradables. Está agradable afuera. Podemos sentarnos en el
patio. Estaba preparando unos sándwiches.

Annie se miró y luego a su mamá.

—Me ofrecería para ayudar.

Su mamá retrocedió mientras ahogaba una risa.

—Está bien. Te dejaré distraer a los niños en cambio. Al final los envié afuera para
quitarlos de mis pies mientras cocino.

Annie asintió.

—Dos niños distraídos en marcha.

Katie estaba de regreso y colgándose de los brazos de Cade. Señaló hacia Annie.

—¿Quién es esa?

Cade bajó a una rodilla.

—Ella es la Srta. Annie.

Annie bajó a su lado y dio a la chica una sonrisa y se inclinó para susurrarle:

—Pero puedes llamarme solo Annie.

—Me gusta ese nombre.

—Gracias. —Annie osciló en torno a su pie y apuntó hacia la camioneta de Cade—.


Escuché que tu Tío Cade tiene algunas cosas geniales en su camioneta y que tú y tu
hermano son los únicos que pueden hacer que lo prenda por diversión.

Él sonrió por su ligero ajuste del cuento. Sin duda alguna, se había ganado a su
sobrina.

Katie continuó los susurros.

—Es un auto de policía… disfrazado.

—Genial. —Los ojos de Annie se abrieron como era de esperar.


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Cade restregó la cima de la cabeza de Katie.

—Conoces la paga, Katie.


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La pequeña cabeza de Katie se ladeó.


—Bien.

Ella caminó a él, lo abrazó y le dio otro beso.

—Te quiero, tío Cade. Eres mi tío favorito.

Él acarició su espalda.

—Esa es mi chica. Pero déjame rociarlo realmente rápido.

Ella lo miró, levantando su pequeña barbilla y matándolo con sus grandes ojos
azules.

—¿Puedo ayudar?

Él hizo una mueca.

—El agua va a estar fría. ¿Puedes mostrarle a Annie tus juguetes y darle un recorrido
por el terreno?

Katie asintió y extendió su mano a Annie.

—Por aquí.

Annie deslizó su mano en la de su sobrina y Cade se recostó sobre sus talones para
mirar al par desaparecer. Dio una palmada a Kent en sus nalgas.

—Mejor ve con tu hermana. Si te quedas aquí, estarás tomando un baño.

Los ojos de su sobrino se ampliaron ante la letra B y corrió tras su hermana. Cade rio
entre dientes. Él giró la manguera a tope y abrió su puerta para lavar los asientos en
primer lugar así estarían secos para la hora del almuerzo.

Se dirigió al otro lado del vehículo. Rociando desde allí, podía ver a Katia tirar a
Annie abajo a su caja de arena. Annie no perdió el tiempo en quitarse sus zapatos y
sentarse en el borde de la caja. Sus pies fueron directo al polvo y las chicas rieron.

Después de unos momentos excavando, los tres tuvieron algunos juguetes de la caja
de arena y los estaban usando como aviones. Por encima del sonido del agua, apenas
podía escuchar los ruidos de motores de aviones aterrizando y despegando de la
arena. Annie tenía una mano persiguiendo el avión de Katie mientras Kent se
levantaba y abordaba su brazo en la arena.
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El sorprendido:
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—¡Oye! —de Annie atravesó el patio—. ¡Me derribaste!


Kent solo sonrió.

Cade dejaba el agua cuando su mamá aparecía y rodeaba el frente.

—Los sándwiches están listos.

—Gracias, mamá. Katie quería ver las luces, así que las estaba rociando así no se
ensucian.

—Gracias. —Miró a través del patio donde Annie estaba manteniendo a los niños
completamente entretenidos. Estaban fuera de la caja de arena y persiguiéndose.
Annie era algún tipo de monstruo zombi en cámara lenta por la manera en que
caminaba y sus brazos estaban extendidos. Sin duda idea de Katie—. He oído que has
estado persiguiéndola.

—No lo llamaría perseguir.

Su mamá lo miró, viendo efectivamente a través de él.

—Verla cada día es perseguir.

Él levantó su hombro.

—Entonces tal vez lo estoy. ¿Hay algo malo con eso? Imaginé que estarías feliz de
verme perseguir a una chica.

—No hay nada malo con eso. Siempre me gustó Annie. Chica dulce.

—Estoy escuchando un pero.

—Jane mencionó que no se va a quedar en el pueblo mucho tiempo.

Él arqueó una ceja.

—¿Jane habló sobre ella?

—No demasiado. Más o menos estaba hablando con Peter en la cocina. Yo estaba
escuchando.

Él hizo una mueca. Eso podría ir en cualquier dirección.

—¿Dijeron algo malo?


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—No. ¿Por qué?


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—Ellas no han sido cercanas desde que eran niñas. Hubo una gran pelea entre ellas.
—Ah. —Su mamá asintió—. Eso lo explica todo. —Ante su mirada, ella continuó—.
Peter le estaba diciendo a Jane que debería hablar con Annie mientras estuviera aquí.
Jane parecía incómoda acerca de todo ese asunto. ¿Supongo que porque Peter y
Annie salieron antes de que estuvieran juntos? —Ella se encogió de hombros—. No
parece nada de importancia. Es un pueblo pequeño. Amigos y hermanas van a salir
con exnovios.

Si tan solo fuera eso.

—Hay un poco más de historia que eso.

—Bueno, de cualquier manera, no estoy segura de que Jane planeé decir algo.
Parecía determinada en darle su espacio a Annie.

Él pensó de nuevo en Jane pidiéndole que le dijera hola. Lucía como si al menos Jane
se sintiera mal por lo que había sucedido. Annie ahora estaba corriendo por el patio,
persiguiendo a los niños. Odiaba saber que probablemente no vería eso de nuevo.
Odiaba saber que al final de esta semana, ella iba a desaparecer otra vez. Odiaba
tanto toda esta situación. Tenía que haber una manera de arreglar esto. Saber que
Jane estaba respetando su espacio podría ser suficiente para que Annie quisiera ver a
su hermana, pero él estaba apostando que probablemente no.

—No se lo menciones a Annie. No quiero que se ponga incómoda.

—No lo haré. —Ella palmeó su brazo—. El almuerzo está listo para cuando termines.
Eso era lo que estaba viniendo a decirte.

—Gracias.

—Me alegra que vinieras. No me importa tener un descanso de los niños. En el


momento en que Annie termine con ellos y coman, tomarán una siesta.

Él se rio. Conociendo a su mamá, ella probablemente lo haría. La había visto en


acción. Los tres abrazados en el sofá con una película. Todos con sus cabezas
inclinadas. Quizás un día sus propios hijos se unirían a la imagen.

Encontró su mirada desviándose atrás del patio a Annie. Pero no con ella. Por mucho
que quisiera, y sin importar lo mucho que le gustara, ella estaba atada y decidida a no
quedarse en el pueblo. Una parte de él esperaba que pudiera gustarle lo suficiente,
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importarle lo suficiente para mantenerla aquí.

Pero ese era un pensamiento loco. Ella solo estaba aquí por unos días más. Incluso en
Página

el mejor de los términos, no estaba seguro de que sería capaz de convencerla de


quedarse. Especialmente no con los asuntos que tenía entre sus hermanas. Lo que su
mamá dijo hizo eco en su mente. A menos que pudiera conseguir que las dos se
juntaran. Tal vez si estaban encerradas en la misma habitación juntas y la única
manera de salir era hablar. Necesitaba encontrar a Jane.

—Oh, chico. —Su mamá rio entre dientes—. Lo tienes mal.

Él parpadeó y la miró.

—¿Tengo qué?

Ella solo sacudió su cabeza.

—Ella es la única, ¿no es así?

Annie siempre había sido la única. La única que nunca pudo tener. La única que se
alejó. La única que había regresado para darle una segunda oportunidad. La única
que iba a alejarse de nuevo. Suspiró.

—No importa. Se va en unos días.

—Entonces necesitas hacerla cambiar de idea. —Acarició su brazo—. Puedes


hacerlo. Su familia está aquí. Mírala. —Hizo un gesto hacia ella ahora empujando a
los niños en los columpios—. Puedes decir al mirarla que ama a los niños y a su
familia. Sé que era cercana a sus abuelos al crecer. Una chica como esa no quiere
permanecer lejos.

—Es complicado.

—Tienes unos cuantos días para que deje de ser complicado.

Observó a Annie con sus sobrina y sobrino un poco más mientras terminaba de
limpiar su Jeep. Saber que se iba ya estaba haciendo que su pecho se apretara. Tenía
que hablar con Jane.
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Página
Capítulo 9
A
Annie siempre le había gustado Penny Revlin. Después de todos los años
lejos de casa, era fácil olvidar sus partes favoritas de estar aquí. Las comidas
eran una de ellas. Había pasado años desde que se había sentado alrededor
de una mesa rodeada de personas que había conocido toda su vida. Muchas risas eran
lavadas con buena comida. Aunque los sándwiches estaban colocados en la mesa,
Annie sabía que serían excelentes. Penny Revlin no solo hacía sándwiches.

Hacía sándwiches.

Sándwiches tostados en pan sub. Ensalada de patatas. Limonada que Annie


garantizaría que era casera. Una bandeja de encurtidos y vegetales con aderezo. Otro
tazón con uvas. Los niños corrieron a la mesa tan pronto como ella dio la orden.

Le entregó una botella de jabón a Annie.

—Tú y Cade intenten lavar con la manguera lo suficiente para limpiar sus manos.

Annie tomó la botella felizmente.

—Gracias.

Cade tenía el agua apuntada a su parabrisas. Él le mostró la manguera mientras ella


se acercaba. El spray tocó la hierba justo ante sus pies y ella le dio su mejor mirada.

—Ni siquiera pienses en eso.

—Pero ya lo hice. —Su sonrisa era amplia y juvenil y ella quería llevar sus brazos
alrededor de él. Especialmente llevar sus dedos a su cabello que quedó salvaje por el
viento y el agua. Podría ser un error mañana o cuando fuera tiempo de irse, pero
gracias a Dios, había escuchado a Cade y se había metido en esa camioneta con él.
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Suspiró.
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—El almuerzo está listo y tu mamá dijo que te laves.


Él apuntó la manguera al frente de su Jeep y la bajó.

—Eso le será suficiente. Déjame enrollar un poco la manguera.

Ella esperó junto a la válvula mientras él hacía un círculo prolijo con la manguera
hasta el final con el pulverizador esperando a ser soltado en la parte superior. Se
lavaron y él pasó su brazo a través de sus hombros mientras caminaban a la mesa.
Solo a través de ella como si sucediera siempre.

Chicos habían puesto sus brazos alrededor de ella, pero siempre se había sentido más
como apoyo y menos como novia. El brazo de Cade se envolvió alrededor de ella y
realmente no colgaba tanto como sostenía. El tiró de ella e hizo que todas sus
endorfinas despertaran y lanzaran chispas de suspiros felices. Ella puso su cabeza
contra él para ver qué se sentía. Increíble. Simplemente increíble. Tanto así que dejó
que su cabeza descansara allí contra él mientras caminaban la distancia demasiado
corta a la mesa. Él apoyó su mano en la parte baja de su espalda, manteniéndose todo
caballeroso dado que iba a sentarse con su familia.

Los sándwiches fueron pasados alrededor y su mamá usó tenazas para llenar los
platos de los niños.

—¿Escuché que estás trabajando en la panadería de tu abuelo?

Annie asintió y llenó su plato.

—Sí, señora. Vine para hacer cupcakes para la escuela.

Katie se animó y sus ya grandes ojos azules se ampliaron.

—¿Cupcakes?

Asintió a la niña.

—Eso es correcto.

El brazo de Cade regresó a su alrededor en una retención posesiva de que ella estaba
comiendo por completo como su pastel favorito.

—Annie aquí es la mejor panadera por aquí.

Los ojos amplios estaban de vuelta en ella.


120

—¿Mejor que el Sr. Cookie?


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—El Sr. Cookie me enseñó todos sus secretos.


Katie jadeó y estaba conteniendo su respiración.

—¿Sabes cómo hacer galletas sin hornear?

Ella rio.

—Claro que sí.

—Esas son mis favoritas.

—Me encantan esas también. —Se inclinó hacia la niña—. El mejor momento para
comerlas es cuando todavía están calientes.

—Siempre comemos las de Nana así. Ella nos da una cuchara —anunció Katie.

Penny se sonrojó.

—Hornear nunca ha sido mi especialidad. Mis no horneadas nunca se endurecen, así


que las comemos líquidas.

Annie asintió.

—He tenido mi parte justa de líquidas no-horneadas. Creo que saben mejor de esa
manera, pero como demasiado de esa manera ya que estoy cuchareando de un tazón.

Penny rio entre dientes y envolvió a Katie en un movido y apretado abrazo.

—Creo que es por eso que esto les gusta tanto. Ella come hasta que tiene dolor de
barriga.

La mirada de Katie volvió a Annie.

—¿Nos puedes hacer algunas galletas?

Annie hizo una mueca.

—Puedo intentar. Tengo un montón de cupcakes que hacer para mañana.

Penny terminó su sándwich.

—¿Cuándo se los llevas?

—Viernes. Todos los setecientos.


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Allí iban los ojos de Katie.


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—¿Setecientos cupcakes? —Ella miró a su nana—. ¿He visto alguna vez tantos
cupcakes?
La mujer mayor se rio.

—No creo que lo hayas hecho.

—Por favor —rogó—. ¿Puedo verlos? Y cuando lo haga, ¿puedo tener algo de no-
horneado también?

—Podemos intentar. —Annie ya sabía que ella movería cualquier cosa para
conseguir esas galletas. No le importaba si estaba haciendo galletas a las dos de la
mañana, estarían listas antes de que ella se marchara.

Cade ahuecó su mano en su hombro mientras la atraía.

—La he visto en acción. Apuesto cualquier cosa a que puede manejarlo.

Katie lo miró, luego a ella, luego de nuevo a él.

—Si ella no puede hacerlo, tú me llevarás a lanzar latas.

¿Lanzar latas? Miró a Cade. Solo que él parecía en un profundo pensamiento


mientras acariciaba su barbilla y la miraba.

—Mmm. Ahora sé que a mi Katie Bell le encanta disparar algunas latas para la cena.
Suena como si estuvieras apostando contra ganar una galleta.

La sonrisa de Katie, la cosa linda, se hizo aún más grande.

—Es un ganar-ganar, tío Cade.

Cade le dio otro apretón.

—De acuerdo, Annie. El balón está en tu campo. Consigues las galletas hechas, Katie
consigue tratar su glotonería. Si no lo haces, hay latas para la cena.

Ella lo buscó. Estaba bromeando, ¿verdad?

—¿Disparar latas?

Su mamá se rio.

—Esa una pequeña e inofensiva .22 y se divierten. —Señaló una valla del patio—.
Alinean un montón de latas a lo largo de la valla y ayudan a que Katie consiga algo
de práctica de tiro. —Su sonrisa se hizo un poco más grande—. Él está ahí mismo
122

con ella y no la suelta con un arma ni nada de eso. El papá de Cade le enseñó de esa
manera. Él solía venir a la cocina con una bolsa de latas y decir que parecía como que
Página
había latas de sopa para la cena. —Ella se rio más—. Y ahora Cade está enseñando a
Katie.

Al igual que un día se lo enseñará a sus propios hijos. Annie miró a la niña,
esperando escuchar algo. Annie asintió.

—Veré qué puedo hacer, pero estoy pensando que puedes convencer a tu tío para
disparar latas, incluso si consigo hacer las galletas.

—¿Eso crees? —Sus ojos se abrieron y se fueron entre ellos dos.

—Oh, sí. Sucede que sé que tu tío tiene un lugar muy suave.

—¿Dónde? —susurró ella con asombro.

Annie le dio unas palmadas a Cade en el centro de su pecho, sin darse cuenta de la
intimidad del movimiento hasta después de que lo hubo hecho. Encontró su mirada
caliente en ella y tuvo que recordarse que estaba alrededor de una mesa de patio con
su familia. Aclaró su garganta y miró de vuelta a Katie.

—Justo ahí. Si doblas esos abrazos y besos que das para encender las luces de su
camioneta, sé que él te llevará.

—Oye. —Él la apretó de nuevo, esta vez manteniéndola cerca—. No reveles mis
secretos. Soy indefenso contra besos y abrazos. Especialmente cuando ella lanza esas
cosas de tío favorito.

Risitas desgarraron el aire, y en un instante, la niña estaba alrededor de la mesa y


subiendo por todo su cuerpo. Pobre Kent, no tenía idea de lo que estaba pasando,
pero estaba en medio de todo eso.

Su mamá se levantó de la mesa.

—Muy bien. Ustedes dos se supone que deben estar adormeciéndose. No dando
cuerda.

—No. —Katie hizo un puchero—. No es hora de la siesta, Nana.

—Sí. —Su mamá sonrió—. Mi momento favorito del día.

Katie miró a Annie y susurró.


123

—¿La cosa de los abrazos y besos funcionará para que Nana libere las siestas?
Página

Annie se rio con ella.


—Probablemente no, pero no estaría mal para los bocadillos de más tarde.

Entonces, de repente, Annie tenía un brazo lleno de Katie, y luego Kent, quien hasta
ahora solo la había mirado más que interactuado, también estuvo encima de ella.

Su mamá se empujó fuera de la mesa.

—Muy bien, ustedes dos. Es ese momento. Digan adiós y vayan a buscar una
película. También quiten su ropa una vez que entren ahora que han trepado a Cade y
Annie.

Kent fue el primero en ir. No se molestó con despedidas y corrió al interior


ansiosamente. Penny se rio.

—Creo que alguien tiene una película en mente.

Katie se puso de pie.

—Esa con los perros. ¿Podemos ver esa hasta que él se duerma y luego, cambiar a la
de mi robot?

—Ya veremos.

Katie lo abrazó.

—Adiós, tío Cade.

Luego, para sorpresa de Annie, ella se giró y la abrazó.

—Adiós, Annie. ¿Cuándo vas volver?

Se mordió el labio y retuvo que no iba a volver. No podía decirlo. Cade estaba
mirándola sobre la cabeza de la niña. No podía decirlo por muchas razones. Razones
que no eran lo suficientemente fuertes para mantenerla aquí, sin embargo.

—No sé.

—Espero que pronto. —Luego, se fue corriendo.

Annie se puso de pie y ayudó a recoger los trastes sucios.

Penny apiló las tazas y platos.


124

—¿Qué van a hacer ustedes dos el resto del día?


Página

Cade se inclinó en la mesa.


—No lo sé. Puede que volvamos al lodo.

Annie lo miró.

—Ya has rociado tu camión. Odiaría que volvieras a ensuciarlo.

—Te ofrecería llevarte a mi casa, pero…

—Tina. —Ella suspiró.

—Oh. —Su mamá reaccionó—. ¿Le contaste sobre Tina?

Annie se rio.

—Tina me confrontó. Cade lo aclaró.

—Ah. Ella es, este, una jovencita determinada.

Annie se volvió a reír.

—Esa es una descripción muy educada.

—Ustedes dos son bienvenidos a pasar el rato aquí. Tomar una siesta con nosotros si
lo quieren, pero tendrán que ducharse antes de subirse a mis muebles.

Cade asintió.

—¿Supongo que toda mi ropa vieja todavía está en el piso de arriba?

—Todavía colgada en el armario donde la dejaste, hasta donde sé. —Recogió los
platos—. Será mejor que entre con esos niños y los acomode.

Él miró a Annie y levantó una ceja.

—Duchas suena bien, y apuesto a que tengo algo que te quede.

Oh no. Eso no sonaba como una buena idea.

—No es necesario. Puedo limpiarme en casa.

—Pero entonces tendría que llevarte a casa. Y todavía no quiero dejarte. Sé que si
mis jeans están tiesos por haber sido mojados, los tuyos también lo van a estar.

—Están tiesos.
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—Vamos. —Se empujó de la mesa y extendió su mano.


Página
No debería, y aun así tampoco pudo alejarse. Deslizó su mano en la suya y le
permitió llevarla adentro. Él la jaló por la cocina que no había visto en un largo
tiempo rápidamente y directo hacia la estrecha escalera en la que nunca había
estado. Había sido tan joven que los Revlin no le habían permitido subir al piso de
arriba a la habitación de Peter.

Las paredes estaban cubiertas de fotos. Desde fotos escolares de todos los niños y
algunas de Katie y Kent. Cade la jaló tan rápido que solo obtuvo un vistazo de estas
para reconocer a las personas ahí.

En la cima de las escaleras, la llevó a la derecha. Su mano sostenía la suya


apretadamente y se detuvieron en un pequeño baño. Él encendió las luces y la dejó ir
delante de él.

—Déjame ir a excavar en mi antiguo armario y ver lo que puedo encontrar.

—De acuerdo —fue todo lo que pudo decir. Porque no quería decir que no. Eso
debió haber sido lo que él quería, porque él se había ido, cerrando la puerta casi por
completo.

Se alejó de la puerta para que él no la golpeara a ella cuando regresara. Se inclinó


hacia el espejo. Era una maravilla que los niños no hubieran gritado de terror cuando
había salido del Jeep. Por la cantidad de lodo en su rostro y salpicado en su cabello,
pudo ver de dónde había sacado Katie la idea de hacerla interpretar la parte de
monstruo de lodo antes. Incluso con el baño de agua sucia en esos últimos giros en el
campo, el lodo permanecía allí.

Se alejó del espejo y se giró hacia la luz derramándose desde la ventana del baño.
Daba hacia el patio trasero donde estaba estacionado el Jeep de Cade. Donde ella
había perseguido a los niños alrededor del jardín. Los dulces niños de Beth.

Hubo un verano o dos ahí donde su infancia no había estado demasiado distante de
lo que Katie y Kent estaban recibiendo. Días maravillosos que había pasado
corriendo con su abuelo y luego tomando la siesta frente a una televisión. Bugs
Bunny y el Pato Lucas siempre se estaban molestando el uno al otro por esto o
aquello mientras ella dormitaba y descansaba para otra ronda de juegos antes de la
cena.
126

Eso había sido los fines de semana. Durante la semana, con frecuencia acampaba en
una habitación en la panadería frente a una televisión cuando era pequeña. Cuando
Página

había crecido, se había subido a un banco y aprendido a usar la batidora. Luego


aparecieron Tina y Jane.
Tina siempre estaba con su rostro enterrado en un diario o en el teléfono, pero por
un par de veranos realmente geniales, ella y Jane habían corrido por los aspersores
en su ropa interior.

La puerta rechinó y miró sobre su hombro mientras Cade entraba. Su mirada viajó
por su cuerpo y las esquinas de sus labios se levantaron mientras asimilaba su espalda
hasta que su mirada estuvo en la de ella.

—Estaba esperando tener suerte y encontrarte desnuda en la ducha ahora.

Una pequeña risita se le escapó a ella. Sí, bien, esa idea ni siquiera estaba cerca de ser
mala tipo fin del mundo. Inspeccionándolo de nuevo, sus fuertes brazos, jeans
ajustados y esa dulce —pero traviesa—sonrisa suya. Aparte del hecho de que no iba a
quedarse y esto jamás podría ir a algún lado, el que Cade se le uniera en la ducha
sonaba como la mejor idea que había escuchado alguna vez. Excepto que no se
atrevía a ser irrespetuosa.

—No con tu mamá aquí.

Él se acercó un poco más y su mano encontró su cintura.

—Está completamente dormida. Lo estará por al menos una hora.

Todo lo que se necesitaba era que Katie despertara y fuera a explorar.

—No lo creo.

Él suspiró. Su mano dejó su costado y quitó cabello de su hombro.

—No puedes culparme por intentarlo.

Eso no podía.

—Gracias por traerme aquí.

Sus ojos se ampliaron.

—Estoy contento de que te hayas divertido.

—Lo hice.

Puso la ropa para que ella usara a un lado y le calentó los brazos con sus palmas.
127

—Desearía poder decir que podemos volver a hacer esto.


Página

Ella no podía mirarlo y bajó su mirada hacia la encimera blanca.


—Lo sé.

—Podemos, sabes.

Ella asintió. Si se quedaba. Pero no podía quedarse. Turtle Pine no era para ella. Era
miserable y tortuoso. Cuando había vivido aquí antes, todo lo que quería era irse.
Había sido como esos personajes de caricaturas gritando: “¡Déjenme salir, déjenme
salir, déjenme salir!”. Ahora, partes de ella se estaban revolviendo y cambiando. Se
sentía como el otro personaje corriendo por su vida, gritando: “¡Déjenme entrar,
déjenme entrar, déjenme entrar!”.

Entrar, sin embargo, sería ponerla en una burbuja. Esta frágil burbuja que solo existía
porque ella mantenía su cabeza agachada y enfrascada en ella misma. Podría ser
considerado como acogedor por un tiempo. Tendría a sus abuelos de vuelta. Vagar
por la panadería para dejar que su abuelo tuviera más tiempo libre. Luego estaba
Cade y lo que fuera esta cosa entre ellos que mantenía su corazón acelerado y
doliendo por más.

Ese sueño era imposible e iba a permanecer como un sueño por siempre. Tan bien
como había evitado a sus hermanas hasta ahora, esta era un pueblo pequeño. No
podría hacerlo por siempre. Tina ya estaba intentando astillar. Las paredes de la
burbuja se encogerían. La frágil y delgada pared se convertiría en una jaula con ella
agitando las barras frenéticamente para que por favor la dejaran salir.

Lágrimas picaron sus ojos.

—Oye. —Él acunó su mejilla. Ásperas manos la sostenían suavemente. Dedos


errantes acariciaban su mejilla—. ¿Cuál es el problema?

—Solo… —Ella suspiró—. Indecisión.

Él entró. Esa mano permaneció en su mejilla, pero la otra fue alrededor de su espalda
y la acercó más. La puso en esa burbuja oh-tan-tentadora y giró su rostro hacia el
suyo.

—¿Qué es lo que quieres?

—Un mundo perfecto.

—Entonces hazlo de ese modo.


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—No puedo —susurró. Cerró sus ojos cuando una lágrima se derramó y dejó rastros
Página

por su rostro—. Quiero tener más días como hoy donde persiga niños alrededor de
un jardín y después tomar el almuerzo. Luego reportarme con mi familia más tarde.
—Puedes tener esas cosas.

—Lo sé. Pero vienen con demasiado equipaje.

—¿Tus hermanas?

—Sí.

—Solo son dos personas en un pueblo de tres mil.

—Eso es lo que eran antes, y confía en mí, aunque solo eran dos de ellas, eran un
montón.

Él dejó caer su cabeza hacia la suya.

—Deberías saber que he decidido pasar los siguientes días tratando de hacerte
cambiar de parecer.

Era estúpido, tan estúpido, y aun así ella quería que lo hiciera. No podía enamorarse
de él. Simplemente no podía, porque jamás funcionaría. Tina la menospreciaría.
Comentarios murmurados en cualquier momento que ellos estuvieran cerca que
picarían su piel y apuñalarían su corazón. La sola presencia de Jane paralizaría a
Annie. ¿El momento en que las tres terminaran en el mismo lugar? Annie ni siquiera
quería pensar en eso. Tina tendría a Jane de vuelta en su esquina y Annie volvería a
ser esa chica que sentía que el mundo estaba en su contra.

Apoyó su cabeza en su hombro.

—Desearía que fuera tan simple como cambiar de parecer. También necesitarías
cambiar a Tina y Jane.

Él dejó un beso en su frente.

—No voy a renunciar a ti.


129
Página
Capítulo 10
C
ade se apoyó contra el mostrador de la cocina y tomó un sorbo de agua. Qué
diferencia podía hacer una semana. Diablos, ni siquiera una semana
completa. Unos días atrás, no había tenido mucho que hacer en su vida que
lo emocionara además del trabajo. Ahora aquí estaba de pie, la respiración
oprimiendo su pecho mientras esperaba que la chica de sus sueños bajara las
escaleras. Iba a doler muchísimo cuando se fuera y rompiera su corazón.

Los escalones crujieron y los latidos de su corazón parecieron detenerse hasta que su
pie apareció y luego bajó las escaleras en cuestión de momentos. Ella levantó las
manos a su cabeza y empujó hacia atrás su cabello mojado, dándole una visión de
uno de los muchos sueños que había tenido en los últimos años.

—Esa ducha se sintió genial.

La de él también, y tal vez debería ir a tomar otra, una mucho más fría. Pero no
perdería el tiempo que les quedaba.

—¿Qué tal un paseo? Deberían estar despiertos en media hora o así. Si Katie tiene
que volver a casa antes de ver las luces en el Jeep después de que lo prometí, voy a
estar en problemas.

—Un paseo sería genial.

La llevó tan lejos como pudo afuera cuando se detuvo y tiró de ella hacia el Jeep, en
su lugar.

—¿Qué tal un viaje?

—Lo acabas de limpiar.


130

—No lo vamos a ensuciar de nuevo.


Página

Ella lo miró por un momento y él contuvo la respiración en el pecho. ¿Habría visto


directamente a través de su petición no-tan-inocente? Estaba intentando
convencerla de que se quedara. Llevarla un poco por la montaña hacia Heaven’s
Ridge parecía un buen lugar para empezar. Además, estaría vacío a esta hora del día,
y podría volver a tener su cabeza hacia donde había estado cuando ella se había
duchado.

La camisa más grande que su talla y los pantalones de algodón colgaban en ella de
una manera que lucía lo más tierna posible. Quería regresar su camioneta a la
plataforma, sentarse en el portón trasero con sus brazos alrededor de los hombros de
ella y ver la puesta de sol. Los labios de ella se inclinaron ligeramente hacia arriba y
asintió. Un pequeño acuerdo. Ella posiblemente no podía saber el alivio agitando su
estómago.

Ella se instaló en su camioneta y, como antes, él posó su cómoda mano en su rodilla


doblada. Esta vez, había algo nuevo. Al girar en el pavimento, ella puso su mano
sobre la suya. Él volvió la palma hacia arriba y atrapó sus dedos.

En parte porque quería aferrarse a ella todo el tiempo que pudiera. Y también porque
no quería que ella se alejara. Ella se habría ido demasiado pronto y la quería tanto
como pudiera manejar en este momento.

Se volvió por el camino viejo que los llevaba por el lado de la montaña. Los árboles
eran espesos, las hojas todavía verdes. En otros dos meses, este lugar estaría lleno de
color. Quería traerla de vuelta en ese entonces. Y otra vez cuando llegara el invierno
para ver los Apalaches cubiertos de nieve en la distancia.

Ella miró la carretera.

—Nunca antes he estado aquí.

—¿Nunca?

—Este es el camino a Heaven’s Ridge, ¿cierto? —Ante su asentimiento, ella siguió


explicando—. Para el momento en que la gente de mi edad traía sus camionetas aquí,
yo ya estaba ocupada manteniendo mi nariz en un libro.

Él pensaba que Peter la habría traído aquí al menos una vez. Al saber que su
hermano no lo había hecho, Cade estuvo doblemente contento de traer a Annie aquí.
Ya que ella era un pájaro mañanero, le encantaría el amanecer.
131

—El mejor momento es el atardecer. Me gustaría haber esperado para traerte


entonces.
Página

Su rápido movimiento lo sorprendió.


—No. Quiero verlo. He escuchado que puedes ver todo Turtle Pine desde aquí
arriba.

—Puedes. —Tal vez, si tenía mucha suerte, podría estirar el tiempo así estarían hasta
que el sol bajara. Hizo una mueca. Excepto que entonces no volvería a casa de su
mamá antes de que Beth recogiera a los chicos. Katie había sufrido el valor de una
vida de desilusiones a manos de su padre. Cade no se añadiría en esa lista, ni siquiera
por algo tan pequeño como el funcionamiento de las luces en su Jeep.

Giró su camioneta alrededor del estacionamiento así la parte trasera de su Jeep se


enfrentaba a la cornisa. Más importante, para que la parte delantera de su Jeep
estuviera a plena exposición de cualquier chico tratando de subir. Verían su Jeep y se
alejarían. Nadie quería conducir hasta aquí para besuquearse junto a un comisario.

Grandes rocas recubrían la cornisa. No naturalmente. Habían sido colocadas allí para
evitar que la gente se acercara demasiado. La acompañó hasta el borde y el jadeo que
soltó se hundió a través de él. La envolvió con sus brazos por detrás y llevó sus
curvas directamente contra él. Calidez fluía fuera de ella contra su piel, y estaba
empezando a ser una de esas cosas en las que no podía decir si era él o ella. Eran
ambos.

—¿Qué piensas?

—Muy bonito —señaló—. Nunca me di cuenta de lo pequeña que es la escuela


comparada con el pueblo.

—Es curioso que cuando regresas las cosas que pensabas que eran enormes no lo son
realmente. —No se refería solo a la escuela. Solo podía esperar que ella también se
diera cuenta.

—La escuela fue una gran parte de mi vida en aquel entonces. Parecía ocupar todo.
—Ella echó su cabeza hacia atrás—. ¿Sabes por qué lo llaman Heaven’s Ridge?

—Por la niebla. —Hizo un gesto alrededor del borde—. Se fija contra la montaña. A
medida que la niebla comienza a levantarse, a veces se cuelga en la ladera de la
montaña mientras el área sobre el suelo se despeja. Puedes ver los bordes exteriores
de Turtle Pine. Es como que si estuvieras de pie en el borde de una nube, en la
cresta, y mirando hacia abajo al pueblo.
132

—Suena bonito así.


Página

—Lo es. Solo lo he visto una vez. Atrapé a un puñado de chicos aquí temprano un
sábado por la mañana. Habían estado de fiesta un poco duro la noche anterior y se
desmayaron. Cuando se fueron, regresé a dar un vistazo para recoger la basura y lo
vi. El campanario del First Baptist sobresalía y la torre del reloj de la plaza justo
detrás de este. —Señaló al otro lado de la zona situada en la subida fuera del valle—.
Poco a poco, el vecindario quedó a la vista y luego, eventualmente, el pueblo. Era
como si alguien quitara una manta para una gran revelación mientras el sol se
quebraba sobre las montañas.

El largo aliento que ella dejó escapar terminó con un suave zumbido. Ella apoyó la
cabeza en su hombro y él quería hacer esto todos los días.

—¿La puerta trasera de tu Jeep funciona?

—Claro que lo hace. —Él tiró de ella y se sentaron lado a lado, balanceando los pies
sobre el suelo.

Ella se apoyó un poco en él. No mucho, ni siquiera cerca de apoyar todo su peso
contra él, pero ella se inclinó hacia su lado así se tocaban.

—Escuché que se supone que seas un sheriff pronto.

Sus cejas se levantaron.

—¿Dónde escuchaste eso?

—Paula.

Él se frotó el cuello y se encogió de hombros mientras una familiar incomodidad se


instalaba en sus huesos.

—Si mis padres se salen con la suya, sí, supongo que sí.

—¿Eso es lo que quieres? Ni siquiera estoy segura de qué diferencias tendrías en tu


trabajo. En una gran población, podría ver que fuera mucho más trabajo. No sé por
aquí, sin embargo.

—Es definitivamente más bajo perfil, pero las expectativas son más altas. —Golpeó el
interior de sus zapatos deportivos—. No solo tengo que ser genial, sino que siempre
seré comparado a papá. Tendría que ser más presentable.

—Dijiste que ya tienes esa cara confiable.


133

Él rio entre dientes.

—Eso es solo parte de ello.


Página
—Ah, no puedes olvidarte de la familia que necesitarías.

Su frente se levantó.

—¿Has estado hablando con Paula o con mamá?

—Paula. Pero en base a lo que dijo, era un resumen de tu madre.

Él exhaló.

—Sí, no lo sé. Mamá y papá piensan que con mis posibilidades de ganar, sería mejor
si tuviera una familia. Me mostraría como un hombre de familia, por lo que todas las
decisiones que haría serían mayormente basadas en eso. Sin esa experiencia, podría
no ganar los votos suficientes.

—Estoy escuchando un pero. ¿No estás listo para todo eso?

—Para el trabajo. —¿Qué podía decir? ¿Quería el trabajo en absoluto? ¿Alguna vez?
Esperaba descubrir la respuesta a esa pregunta pronto. Encontró las palabras que
nunca había expresado antes de salir con Annie—. No realmente. Tengo que hacer
un trabajo tan bueno como mi antecesor.

—Por lo que he visto hasta ahora, estoy segura de que estarías bien. Además,
tendrías el apoyo de tu padre para que te guíe a lo largo del camino.

Él asintió.

—Tendré eso. Aun así, papá no se retirará pronto. Ama ser sheriff. Espero que mi
carrera sea al menos en diez o quince años más. La única razón de que esto haya sido
un tema es porque mi padre es el sheriff y soy el único de sus hijos que es comisario.
Y también porque no estoy casado y no parezco tener ninguna perspectiva.

—Con la necesidad de una familia para un trabajo, no puedo creer que no estés
golpeando esas perspectivas con un palo.

Él se rio y la golpeó con su hombro.

—No quise decir eso. Si me caso, no será por un trabajo. Simplemente no tendré el
trabajo si eso es lo que se necesita. —Se encogió de hombros—. Creo que ese es
realmente mi principal vacilación para la campaña. Papá tenía la familia para
conseguir el trabajo, pero el trabajo lo llevó lejos de la familia más de lo que me
134

gustaba. Siempre nos dejaba saber que estaba orgulloso y esas cosas, pero habría sido
agradable si hubiera podido estar más allí.
Página
—¿Eso significa que no estás listo para el matrimonio? —Ella lo buscó con sus cejas
enarcadas.

Él repitió sus palabras y entendió de donde estaba viniendo.

—Al contrario, en realidad. Quiero casarme y tener hijos. No me voy a conformar


con cualquier persona. Será la chica adecuada o nada en absoluto. Y si significa que
el trabajo me llevará lejos de mis hijos, entonces no quiero esa parte tampoco.

Ella bajó la mirada.

—Paula mencionó que no has tenido muchas citas.

Ah, su vida de citas. O la falta de ello. ¿Habría cualquier tema peor?

—Sé lo que me gusta y lo que no me gusta. ¿Qué hay de ti? ¿Sin novio? ¿A largo
plazo o corto?

—Ah. —Ella exhaló y soltó una risa—. He salido aquí y allá. La mayoría de los
chicos no tienen la paciencia para tolerar mi motivación por el trabajo. A veces
trabajo los fines de semana. Especialmente los sábados una vez que comienzo a hacer
pasteles de boda. No es que los clientes solo puedan recogerlos el viernes anterior. Es
decir, algunos pueden, pero la mayoría; la amplia mayoría; tengo que construirlos en
el sitio la mañana de la boda, y pueden requerir horas adicionales de trabajo por los
detalles.

—Suena como una agenda apretada.

—Ese es otro motivo para ser dueña de mi propia panadería. Donde estoy, soy la
persona de menor rango y siempre trabajo los fines de semana.

—Tu lugar, tus reglas.

—Exactamente.

—¿Alguna vez te preguntaste qué habría pasado si nunca hubieras dejado Turtle
Pine?

Una pequeña mirada pinchó su rostro.

—No. Siempre soñé con irme. Nunca se me ocurrió que siquiera quisiera volver.
135

Incluso en el camino hacia aquí estaba contando cuándo volvería a irme.

—Era tan malo, ¿eh? —Él ni siquiera podía imaginar eso. Pensar en nunca querer
Página

volver a ver la casa en la cual había crecido o a las personas de las que había estado
rodeado. Su punto de vista sobre el mismo lugar era tan diferente que seguía girando
alrededor de su cabeza.

Un largo suspiro salió de ella.

—Ese es mi problema. Pensaba que regresar a casa habría sido horrible. La


experiencia más horrible que podrías imaginar. Y en realidad ha estado bastante
bien.

Ese era el tipo de conversación que le gustaba escuchar. Esas palabras eran
prometedoras y llenas de esperanzas y tal vez podría conseguir que ella cambiara de
parecer. Era una posibilidad muy remota, lo sabía, pero se sentía como si hubiera una
posibilidad. Él tiró de ella un poco más cerca.

—Ah, ¿sí?

—Sí. Sigo esperando que caiga el zapato. Que algo caiga del cielo o alguien tire de
una alfombra debajo de mí. Tina hizo un intento bastante bueno cuando se pasó a
saludar, pero incluso ese no fue el terror épico para el cual estaba preparada.

—Terror épico suena como a pesadilla.

—Cuando se trata de Tina, se puede sentir de esa manera a veces.

—Eso es bueno, sin embargo, que no sea tan malo como pensabas. —¿Eso podía
significar que estar en casa tampoco sería tan malo como había pensado? Que tal vez,
solo tal vez, estaba considerando la idea de estar en casa. ¿Realmente considerándolo,
no solo coqueteando ligeramente con la idea de estar en casa con sus abuelos como
había mencionado antes?

—Creo que la encontré tolerable gracias a ti. Porque estabas allí para explicar que
ella estaba equivocada. —Ella suspiró—. Parte de lo que es tan difícil con Tina es que
siempre se mantenía alejada de mí a menos que tuviera una queja. Me es difícil saber
cuándo es completamente honesta o cuando está estirando la verdad para llegar a mí.

—Conoce tu punto débil. —Él frotó el hombro de ella. Ya que Annie mostraba sus
sentimientos abiertamente, él apostaría que casi todo el mundo conocía su punto
débil. No era de extrañar que Annie hubiera hecho todo lo posible para desaparecer
por completo con la esperanza de que todo el mundo se olvidara de ella. Era la única
136

manera de que pudiera proteger sus sentimientos.

Annie asintió.
Página
—Sí. Y se aferra a eso como un halcón. No quiero empujarla, y ni siquiera sabría por
dónde conseguirlo si lo intentara. —Ella levantó los brazos y los dejó caer—. Ella es
esta completa cosa extraña para mí. Sé que me odia, siempre lo ha hecho, y no sé
cómo solucionarlo o hacer las paces con ella. Dejé de intentarlo.

—Cariño. —La acercó y dejó un beso en el costado de su cabeza—. A veces la gente


no quiere ser arreglada. No hay nada allí para que tú hagas. Hace mucho tiempo que
Tina decidió excluirte. Va a ser así hasta que ella te permita entrar.

Ella lo golpeó con el hombro.

—Gracias.

No estaba seguro de si mencionarlo o no, pero su única esperanza de convencerla de


que se quedara dependía de Jane. No quería correr el riesgo de arruinar el ambiente,
pero si iba a hacer un intento real de convencerla de que se quedara, necesitaba saber
por dónde empezar.

—Si Jane tratara de hablar contigo… tener una conversación real… ¿crees que
querrías que lo hiciera?

Ella guardó silencio durante un largo momento. Finalmente, dejó escapar un suspiro
con tanta decepción, que él ya supo que iba a romper su corazón antes de que dijera
las palabras.

—No lo creo. Ha pasado mucho tiempo, ni siquiera sé qué decirle. Hay mucha mala
historia allí que creo debe ser dejado sola.

Dejó las cosas como estaban. Hizo todo lo posible para no mostrar el peso de la
decepción colocándose sobre él. A veces esas cosas tenían que ser despertadas. Se dio
cuenta, sin embargo, que a diferencia del día en que la había recogido en el
aeropuerto, sonaba más o menos triste sobre Jane. Antes, había estado enojada hasta
el punto de sentirse enferma. Eso tenía que hacer algún progreso. ¿Y después de unos
días? Todas buenas señales. Esperaba.

Ella llevó sus piernas hacia arriba.

—¿A qué hora Beth recoge a los niños?

Él torció su brazo hacia abajo para mirar el reloj.


137

—En unos treinta minutos o así. Tendremos que irnos pronto. —Él suspiró—. No me
Página

gusta decepcionar a Katie. Su padre la abandonó hace un año más o menos. Está llena
de vida y feliz ahora, pero no siempre fue así.
—Pobre chica.

—Sé que no soy ese tipo, pero no me gusta decepcionarla ni aunque sea un poco.
Beth ha pasado por muchas cosas y Katie siendo difícil no ayudaba. Fue realmente
un esfuerzo enorme de la familia cambiarla.

Ella cubrió su mano.

—Eres un buen tío.

Él suspiró y supo cómo iba a terminar esta noche.

—Sí. Y debido a eso, voy a renunciar al resto de la noche contigo. Ni siquiera podré
mantenerte aquí hasta la puesta del sol.

Ella se sentó y dejó un beso en su mejilla.

—Pero piensa en todos los puntos brownie que estás ganando.

Ella saltó de la parte trasera y se estiró delante de él. Sus ropas eran grandes en ella.
La camiseta ni siquiera se levantaba lo suficiente como para ver su cintura o ver
cómo podían estar sus pantalones contra sus caderas. Incluso con las ropas holgadas,
sabía cómo sería el arco de su espalda mientras ella alzaba sus brazos sobre su cabeza.
Ella se enfrentó a él y se puso entre sus piernas. Todas sus funciones cerebrales
murieron. Ella puso sus manos en sus muslos y lo frotó allí. El fuerte golpe de las
palmas de sus manos le calentó las piernas y el resto del cuerpo.

Se apoyó en él.

—Pocas cosas llegan a una chica más rápido que un hombre dedicado a su familia.

Su garganta se apretó mientras él luchaba por las palabras.

—¿Te he contado acerca de las veces que se quedan a hacer pijamadas conmigo?

Ella se rio y, está bien, eso funcionó porque ella se acercó más y los limpios aromas
de la ducha lo rodearon.

Su mente era un desastre anudado. Annie tan cerca que podría besarla, sus dedos
llegando lo suficientemente alto en sus muslos internos que ella casi estaba tocándolo
donde más le dolía. Donde iba a tener que reorganizarse en un momento si las cosas
138

se mantenían en esta dirección. Todo el calor de los dedos de Annie-Lyn en la punta


de sus dedos y el tema de su pequeña sobrina y sobrino lo habían traído hasta aquí.
Página

Su garganta se apretó aún vez más, pero logró tragar.


—Es verdad. Hacemos fuertes con mis sofás y mantas.

Sus labios cubrieron los suyos.

—Vas a ser un gran padre un día.

Él la envolvió en sus brazos.

—Solo tengo que ganarme a la mujer adecuada.

Ella no se apartó de él, pero definitivamente se paralizó. ¿Adónde fue esa atractiva
mujer justo ahora? Él había empujado demasiado, ¿cierto? Ya le había dicho que
estaba decidido a hacerla cambiar de parecer.

Infierno, él ya no sabía qué, así que fue a por ello. Tiró de ella por lo que la única
cosa entre ellos era la desafortunada barrera de la ropa. Ella recién había bajado de la
puerta trasera, pero tenían quince minutos antes del absoluto último en que tuviera
que ir.

Planeaba sacarle provecho a esos minutos. Con eso, tiró de ella a la parte trasera, por
encima de él hasta que estuvo sobre su espalda y ella estuvo sobre él en sus brazos.
Cabello castaño formó una cortina alrededor de su rostro. Los codos de ella estaban a
cada lado de su cabeza y cada centímetro de ella estirado encima de él. Ella se
suavizó con un gemido, fundiéndose a lo largo de él como caramelo en sus manos.
Sus piernas a horcajadas sobre una de las de él y su espalda baja apoyada en el lugar
perfecto bajo sus manos. El dulce balanceo de su espalda pasó a la forma curvilínea
de su trasero. ¿Era un segundo beso demasiado pronto para ir un poco más lejos y
ponerla en sus manos? Parecía que debería ser demasiado pronto. Mientras sus labios
se encontraban con los suyos en provocación tras provocación, él no estuvo seguro
de nada.

La presión de su boca se hizo más pesada. Las respiraciones completas entre ellos
forzaron que sus pechos se juntaran así sus pechos se aplastaban contra él. Ella
saboreó tarta de limón y él pasó su lengua por sus labios para un mejor sabor. Ella se
separó para él, saliendo a su encuentro y al diablo con las costumbres y con lo que no
era apropiado. Él se estiró, agarrando su culo en sus manos y ella se puso rígida. Sin
detenerse, pero con hambre por más. Ella presionó sus caderas firmemente contra las
de él y lo dejó a dos pasos de mendigar.
139

Esto se había convertido en mucho más que besuquearse con Annie-Lyn en la parte
trasera de su camioneta. Incluso aquí en Heaven’s Ridge, donde cada chico hacía
Página
todo lo posible para traer a una chica para este exacto propósito. Verla con los chicos
hoy… esto era mucho más que desear que se quedara más tiempo.

Se estaba haciendo más y más difícil no imaginarla en su vida. Era fácil verse en la
semana siguiente con ella de pie en su baño, con bragas y una camiseta ajustada.
Nada más. ¿Sería por la mañana mientras se preparaba para la panadería o en la
noche alrededor de dos segundos antes de que la arrojara en su cama? Lógicamente,
esto no debería ocurrir rápidamente. No debería estar pensando en cosas como el
matrimonio con una mujer con la que había pasado muy poco tiempo. Al final del
día, habría pasado tanto tiempo soñando con ella, que sus sueños estaban empañando
la realidad porque ella estaba cumpliendo con todas sus expectativas. No solo
cumpliéndolos… superándolos. Era todo lo que siempre había pensado que sería y
con mucha más profundidad y corazón que nunca había visto venir.

Cada largo beso que seguía y seguía sin apenas una pausa para tomar aire, la forma en
que ella acariciaba su cabello y se presionaba contra su cuerpo entero apuntaba a una
cosa. Y no era solo sexo. Era esto. Esta intimidad, esta conexión que tenían juntos.

No sabía cómo más llamarlo. Encajaban. Funcionaban juntos y trabajaban de una


manera que nunca había encontrado antes. La forma en que sus dedos se cerraban
contra él cuando el beso se hacía más profundo. Más que nada, quería que esto
continuara y continuara. Quería atraparla debajo de él, descubrir exactamente lo
bien que encajaban juntos.

El sutil tictac de la segunda manecilla del reloj le dijo que no iba a pasar. Al menos
no en este momento. Con un peso en el corazón, le dio otro beso largo. Como si
leyera su mente, ella se apartó. Su cabello todavía caía en cortina alrededor de ellos y
su sonrisa era más brillante que la puesta de sol estaba a punto de caer sobre Turtle
Pine.

Se metió un mechón de cabello detrás de la oreja.

—¿A continuar?

Él asintió. Absolutamente.

—A continuar.
140
Página
Capítulo 11
A
nnie deslizó otra bandeja de cupcakes en el horno. Había perdido la cuenta
de cuántos había metido o sacado en cada viaje de quince o así. Y no se le
escapaba que había empezado a perder la cuenta cuando sus abuelos
llegaron aquí.

Para aclarar, su abuela. Bendiciendo su corazón, ella al menos estaba lavando los
platos mientras estaba aquí, pero con la distracción de su imparable plática, Annie no
estaba segura de que estuviera haciendo algún tipo de progreso.

No ayudaba que la noche anterior hubiera terminado con ella diciéndole a Cade, “A
continuar”. ¿A continuar? ¿Quién era esta chica que decía cosas como esa? ¿Y quién
era la chica que estuvo decepcionada cuando la había dejado en la panadería en lugar
de llevarla de nuevo a casa de su mamá para ver a Katie y Kent saltando por el patio
mientras él encendía las luces y las sirenas? La decepción había sido casi lo
suficientemente fuerte como para que decirle que estaría bien ver a Peter o a Jane —
o a ambos— si también habían estado en casa de su madre para entonces. No le
importaba. Porque quería jugar con los niños y pasar el rato con su mamá. También
quería que él a continuar tuviera lugar después de encender sus luces para los niños.

Pero al final, a ella le importaba. Porque ayer había sido impresionante, y no había
querido que el final estuviera contaminado por ver a Peter, Jane o Tina. Así que con
un rápido beso, había salido y hecho más preparación para hoy.

Su abuela colocó otro recipiente sobre el estante de secado.

—No veo el problema. Ya vas a estar aquí. ¿Por qué no hacer esto para tu hermana?

—Porque no hay necesidad de hacerlo. —Y todavía no quería. Que Tina viniera ayer
le había mostrado que las cosas no habían cambiado tanto, ¿verdad? No era una
141

pregunta real. Ella ya sabía la respuesta.


Página

Por supuesto, las cosas no habían cambiado.


—Annie. —Su abuela le llamó la atención a través de la sala—. Solo hay una
oportunidad de hacer esto. ¿Qué pasa si te arrepientes?

¿Y si no lo hacía? ¿Y si ella cedía, quemaba su culo y luego se arrepentía? No podía


decir eso.

—Realmente, no es posible de todos modos. Tengo cientos de más cupcakes que


hornear hoy. Luego tengo que decorarlos y entregarlos todos mañana. La boda es el
domingo y mi vuelo es esa mañana. El tiempo es un factor aquí. Si hubiera planeado
hacer su pastel, habría necesitado comenzar el lunes.

—Es por eso que te dije sobre este día el día que llegaste.

Solo porque Annie había sacado el tema primero. Una vez más, no dijo eso. ¿Había
puesto ocho huevos aquí o solo siete? Con un gemido bajo, contó yemas.

—Y aun así hoy no quiero hacerlo más de lo que lo quería una semana atrás.

Excepto que la idea de hornear el pastel de su hermana no hacía que la piel en su


nuca picara como lo había hecho antes. Probablemente debido a que se había
asentado firmemente a la campaña para-no-hornearlo-como-el-infierno.

La boca de la abuela se abrió, pero el abuelo regresó, deteniéndola.

—Déjala en paz. Te dije hace mucho tiempo que no querría. —Miró a Annie—.
Conté doscientos veinte.

Ella asintió y rompió más huevos.

—Bien.

—Y está llegando el mediodía. Creo que lo estás haciendo bien.

—Yo también. —Había llegado temprano e ido a trabajar. Se había anticipado a que
la visita de Cade posiblemente la retrasaría, pero hasta ahora no había sabido nada de
él. Por lo que sabía, él podría estar al otro lado del condado ocupado con algo. En
lugar de planear un descanso al mediodía, había previsto terminar temprano. Si la
abuela dejara de distraerla con preguntas, podría dejar de medir todo dos veces y
seguir adelante como estaba previsto.

Su abuela enjuagó otro plato y lo secó mientras lo colocaba en el estante de secado.


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Se secó las manos.


Página

—Esos son todos tus platos por ahora.


—Gracias. Esa fue una gran ayuda.

—Feliz de hacerlo, pero tengo hambre. ¿Crees que puedes tomarte un descanso para
que podamos correr y tomar el almuerzo?

Vertió los huevos y el azúcar y empezó a mezclar.

—Traje algo conmigo. Vayan ustedes. Han sido una gran ayuda y se supone que
deben estar descansando.

Su abuelo frunció el ceño.

—No te llamé para dejar que todo esto recaiga en ti.

—Lo tengo. Y estoy adelantada, ¿recuerdas? Vayan a disfrutar del día y del tiempo
libre. —Y para su tranquilidad, conseguir que su abuela se fuera de allí—. Si me
atraso, prometo que llamará.

Su mirada se desvió lejos de él a su abuela, quien estaba sobre el escritorio de su


abuelo. Maldita sea, él no la sacaba lo suficientemente rápido. Su abuela levantó una
carpeta.

—Aquí están los dibujos que tu abuelo comenzó para Jane. ¿Le has echado un vistazo
ya? Tal vez sea más sencillo de lo que pensabas.

Annie volvió los ojos suplicantes de nuevo a su abuelo y él rio.

—Salgamos de aquí por un rato. Annie no puede detenerse para mirar esos dibujos
en este momento, de todos modos.

Ella murmuró un agradecimiento a su abuelo mientras su abuela pasaba por la puerta


y la dejaba en paz. No estaba segura de cuántas bandejas de cupcakes había pasado
cuando un vehículo entró en el estacionamiento.

No había ruido de motor, así que no era Cade. ¿La abuela? ¿Tina? En este punto, no
estaba segura de qué sería peor. Y entonces sonaron risitas y no pudo detener la
sonrisa, no que ella quisiera.

Llenó otra bandeja de cupcakes con la masa mientras la puerta se abría y Katie entró
allí.
143

—¡Annie!

Kent se tambaleó detrás de ella, sosteniendo la mano de su nana. Penny Revlin lo


Página

puso en la puerta y le permitió entrar para cerrarla.


—Espero que no sea un mal momento. Han estado preguntado por ti desde que
llegaron a casa esta mañana.

Está bien, ahí iba su corazón derritiéndose un poco.

—Está bien. En realidad, estoy adelantada. Mis abuelos estuvieron aquí esta mañana
y me dieron un buen comienzo.

Penny dejó el bolso a un lado.

—Querían ver setecientos cupcakes.

Annie rio y los llevó al otro lado de la habitación, a través de una puerta de filas y
filas de estantes enfriándose, luego a la sala donde había más al otro lado del
mostrador y en la mesa.

—Algunos están calientes, así que no toquen nada.

—Guau. —La palabra susurrada de Katie llenó la habitación y luego se veía un poco
desconcertada—. ¿Nada de glaseado?

—Lo haré después.

Penny los condujo de nuevo a la cocina.

—Mejor volver aquí antes de que ellos lo giren todo.

Sí. Oh sí. Ella no podría empezar de nuevo.

Penny desaceleró mientras los niños se adelantaban y hacían círculos alrededor de


las batidoras y los cuencos situados alrededor del mostrador.

—¿Has oído algo de Cade hoy?

Calidez la atravesó ante la mención de su nombre. Además, ¿su mamá preguntando


si había escuchado de él? No podía describir lo que sintió.

—No lo he hecho, pero sé que está trabajando hoy. No sé cómo es su horario.

Su madre asintió.

—Hubo un gran destrozo en el otro lado del condado. No sé los detalles. Robert
llamó más temprano y me hizo saber que estaría allí todo el día.
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—Oh Dios mío. ¿Están todos bien?


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Ella dio una sacudida sutil con su cabeza.


—Solo quería que lo supieras por si estabas esperándolo pronto. O para ver si habías
escuchado algo. Robert recibió la llamada esta mañana y Cade ya estaba de servicio.
—Señaló las bandejas aclarándose la garganta—. ¿Cuántos de esos has horneado esta
mañana?

Cambio de tema. Entendido.

—Creo que estoy alrededor de trescientos a cuatrocientos en este momento.

—Ni siquiera puedo imaginarlo —dijo y se rio, aunque por la tensión alrededor de
sus ojos y la risa tensa, Annie se dio cuenta de que Penny estaba preocupada.

Lo cual hizo que Annie se preocupara. Penny debería estar acostumbrada a los
accidentes. Con su marido siendo el sheriff y trabajando en cumplir la ley durante el
tiempo que Annie podía recordar, esto no debería ser cualquier tipo de cosa nueva.
Así que, ¿por qué estaba tan nerviosa?

Mientras Katie arrastraba un taburete y se subía, Annie empujó los pensamientos


lejos para alejar las noticias de los niños. La niña puso sus dedos en el borde del
mostrador y se asomó por la superficie.

—¿Puedo ayudar?

—Necesito un catador oficial. ¿Crees que estás preparada para ello?

Sus ojos se abrieron y asintió tanto y tan rápido que fue un milagro que no se cayera
del taburete.

—Déjame meter estos y veré qué puedo encontrar. —Miró a Penny a través de la
habitación—. ¿Si eso está bien?

—Por supuesto. —Alivio llenó los ojos de la mujer.

Una distracción había sido claramente necesitada. Annie se frotó las manos.

—Si hay algo de lo que necesites hacerte cargo en el pueblo, no me importa si se


quedan aquí conmigo.

Penny se mordió el labio y miró a su alrededor.

—No tomará más que un momento.


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Annie frotó los hombros de Katie.


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—Estaremos bien aquí. —Bajó la mirada a Kent, cuya cabeza redonda estaba
inclinada hacia un lado. Ella abrió los brazos y él la aceptó y lo levantó en una
cadera—. ¿Sabías que mi abuelo me enseñó todo lo que sé aquí? Probablemente tenía
tu edad.

—¿En serio? —jadeó Katie.

Annie asintió.

—Síp. Estás sentada en mi viejo taburete. ¿Y sabes qué?

Katie levantó la mirada hacia ella, esperando.

—Qué —susurró.

—Yo era su catadora oficial. Así que es bueno que ustedes dos hayan venido hoy ya
que estaba necesitando uno. —Annie miró al otro lado de la habitación mientras
Penny le daba una amplia sonrisa.

Ella se colgó el bolso.

—Gracias. No pasará mucho tiempo. —Puso su mano sobre una gran bolsa de
pañales azul—. Tiene juguetes y todo lo que necesita aquí.

—Estaremos bien. —Annie se centró de nuevo en los niños.

La puerta se cerró y la dejó a solas con los dos niños, una batidora dando vueltas y el
horno horneando.

—La primera regla de hornear es lavarse las manos.

—Aww, hombre. —La nariz de Katie se frunció.

—Lo sé. Tampoco me gusta esa parte. —Señaló al otro lado de la habitación—. Hay
un taburete por allí. ¿Puedes agarrarlo?

La chica fue y Annie se inclinó con Kent y se lavaron las manos también. Después de
que Katie lo hubiera hecho, estaban de vuelta alrededor del mostrador. Kent
mayormente golpeaba su envase sobre la mesa hasta que se movió para querer
bajarse. Annie le tendió una trampa con algunos juguetes en la esquina mientras ella
y Katie se ponían a trabajar con ese lote de cupcakes.
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Ella le enseñó cuán llenos tenían que estar los envases y cómo retirar el exceso.
Pasaron por cacerola tras cacerola hasta que estuvieron haciendo nueva y esponjosa
Página
masa, cupcakes cocidos estaban saliendo del horno. Terminó un último lote y Katie
estaba inquieta.

—¿Qué tal si hacemos un poco de glaseado?

Luz aterrizó de nuevo en los ojos de la niña mientras terminaban ese lote. Kent
estaba de vuelta, aburrido con sus juguetes mientras terminaban. Con el glaseado
saliendo, los dos iban a estar bien entretenidos comiendo. Al menos durante unos
minutos hasta que el azúcar hiciera su efecto.

Oh, hombre. ¿Cómo había hecho su abuelo esto con ella siempre bajo sus pies? Ella
se estuvo riendo para sí misma cuando se acordó de la televisión en la parte trasera.
Claro. No estaba segura de cuánto tiempo iba a estar fuera Penny, pero Annie
apostaría que el viejo televisor aún estaba allí. Más que probable, un viejo
reproductor de vídeo y algunas cintas también.

Tuvieron todos sus suministros para glasear y Katie recogió la cobertura verde para
empezar.

—¿Puedo ayudarte? —La niña estaba sentada en el mostrador en el borde. Kent


también estaba sentado, pero en el centro.

—Por supuesto. Aunque tendré que ayudarte porque es pesado.

Puso un plato y enseñó a Katie como el abuelo le enseñó. En un plato limpio para
que el glaseado pudiera ser recogido de nuevo y vuelto a usar. Annie se puso detrás
de ella y mantuvo la mayor parte del peso de la bolsa. Primero lo demostró y luego
Katie la agarró.

—Vamos a empezar por el exterior y damos vueltas y vueltas. Como acabo de hacer.
Apretaré y tú guiarás.

Dejando que Katie pensara que estaba haciendo la mayor parte del trabajo, Annie la
guió alrededor. Glasear cupcakes era más entrar en el movimiento que perfeccionar
la habilidad. Cualquiera podía glasear un cupcake con un remolino si practicaban el
círculo lo suficiente. Hicieron varios mientras Katie reía y Kent golpeaba el envase
sobre el mostrador. Llenaron el plato y comenzaron en el primer cupcake. Hicieron
todo el recorrido por tres cuando Katie bajó las manos.
147

—¿Ya es hora de comer uno?

—Creo que sí.


Página
Annie arregló sus golosinas, y mientras ellos comían, vertió glaseado sobre los
cupcakes con una velocidad que mostraba los miles y miles de cupcakes que había
glaseado en el pasado. Terminó de embolsarlos, los intercambió por más cupcakes e
hizo otro lote.

—¿Tienes algunas chispitas? —Katie estaba tendida sobre su vientre sobre el


mostrador. El chocolate estaba untado en su rostro de una manera que solo un niño
podría manejar.

Annie fue a buscar la bandeja llena de un millón de botellas. Ya que los cupcakes
iban para la escuela, permitiría que Katie se pusiera salvaje con ellos. Los niños más
pequeños disfrutarían de las chispitas. Trabajaron en pareja mientras Kent terminaba
en su espalda, todavía en el centro de la mesada con los ojos luciendo pesados y
caídos.

Ellas hicieron todas las bandejas que tenía sobre el mostrador y Annie se limpió las
manos.

—Déjame moverlo. Creo que podría tener un televisor en la parte de atrás.

—¿En serio?

La televisión todavía estaba allí de hecho, junto con todas las viejas películas de
Annie. Katie había escogido una y estuvo acurrucada en la silla con su hermano
durmiendo al lado de ella. Annie se quedó en la puerta un poco más y un poco de
melancolía se formó paso a través de ella. Y unas lágrimas inesperadas pincharon las
comisuras de sus ojos. Estaría mintiendo si dijera que no quería esto. Que no quería
estar aquí en esta sala, horneando con su corazón con niños bajo los pies,
poniéndolos a dormir mientras ella seguía trabajando.

Quería eso. Nunca se había dado cuenta de cuánto hasta que fue abofeteado justo
frente a ella. ¿Pero mover toda su vida? Su todo. Con un peso en el corazón, se apartó
de la puerta y volvió a glasear cupcakes y a empacarlos. Eso haría menos ruido que el
uso de su batidora para hornear las últimas pocas docenas que necesitaba. Antes de
hacerlo, sin embargo, agarró una olla y avena. Después de unos minutos, tenía
galletas sin hornear refrigerándose en papel encerado.

Las empacó mientras un vehículo llegaba. Esperaba que fuera Penny. No porque
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tuviera que recoger a los niños, sino porque Annie quería escuchar las noticias. Se
limpió las manos y abrió la puerta para encontrar a Penny atravesando el
Página

estacionamiento.
Annie salió, dejando su pie en la puerta para escuchar si los niños se levantaban, pero
estaban lo suficientemente lejos como para hablar.

—¿Sabes algo más sobre el accidente?

—Un camión cisterna volcó. Siempre me preocupo por una explosión cuando eso
sucede porque sé que Robert va a estar justo en el medio de ello. —Se apartó el
cabello—. Ahora tengo que preocuparme por Cade también.

Ahora el estómago de Annie estaba en nudos.

—¿Lo tienen contenido?

—Están limpiándolo. —Suspiró—. No se supone que hable de esto.

Annie asintió.

—Entiendo.

—Pero estoy segura de que Cade se dirige hacia ti, y creo que debes saber lo que
viene. Esto es parte de lo que lidiamos cuando entramos en una relación con estos
chicos. Mucha paciencia y comprensión por los horrores que ven.

Annie quería corregir a Penny, decirle que ella no estaba en una relación oficial, por
el contrario tampoco podría manejarlo tampoco.

—Nunca lo consideré. Hablamos antes de su trabajo, y no pensé mucho más allá de


boletas por exceso de velocidad. Mencionó que interrumpía fiestas.

—Esa es la mayor parte de ello. Accidentes automovilísticos ocurren y son lo peor.


Esta fue una familia de cuatro. El semi desvió o algo así. Nadie sabe a ciencia cierta.
Golpeó a la familia y los eliminó. —Bajó la mirada y exhaló—. Cade fue el primero
en la escena. Él habrá visto…

El pecho de Annie ardió.

—Lo que estuviera allí.

—Sí. —Ella se quedó en silencio—. No sé nada específico. Me dijeron que no era


bonito. He oído algunas cosas horribles en los últimos años, y a veces estoy muy bien
sin saber los detalles.
149

Annie no sabía qué más hacer, pero Penny estaba de pie allí mismo, por lo que ella
pasó un brazo alrededor de ella y la atrajo a un abrazo.
Página
—Estoy segura de que estarán bien y en casa pronto.

Ella asintió y dio unas palmaditas en su espalda.

—Lo harán. Robert ya se encuentra en camino. Ha estado de un lado a otro debido a


los medios de comunicación. Na a volver ahora así habrá una actualización sobre el
desborde en las noticias de las seis. El sustituto de Cade va a ir en una hora, así que
estará aquí dentro de poco.

—Ven. Estoy segura de que el abuelo tiene un poco de café por aquí en alguna parte.

Sus hombros se suavizaron.

—Eso sería maravilloso. Gracias. ¿Cómo estuvieron los niños?

—No podrían haber estado mejor. Kent está dormido y lo puse con Katie a mirar una
película.

Le pasó un cupcake a Penny, puso el café y volvió al trabajo. No trabajaba tan rápido,
no con la noticia del accidente y Cade asentado en su mente. Trabajó de manera
constante, sin embargo. Penny recogió a los niños en algún momento y se dirigió a
casa y Annie siguió trabajando. Hizo otro lote de masa de cupcake y sacó sus últimas
bandejas hasta que tuvo suficiente pastel.

Más de dos horas pasaron y Cade aún no había regresado. ¿Tal vez no iba a venir
aquí? Se encontró alejándose de la cocina y yendo a las ventanas delanteras con la
esperanza de ver su camioneta. A pesar de que sabía que era más probable escucharla
antes que verla.

Su teléfono estaba en su bolsillo y no iba a esperar más. No había querido llamar


mientras estuviera en el trabajo, pero según Penny, debería estar en el pueblo y libre.
Lo sacó y envió un mensaje de texto en lugar de llamar en caso de que todavía
pudiera estar en la oficina.

Regresó a la cocina cuando él respondió, diciendo que estaría allí en un momento.


Renovada energía la llenó y se puso a trabajar en los cupcakes que tenía esperando
por ella. Tenía la mayoría de ellos hechos cuando el sonido que había estado
esperando por fin llegó.

Hizo una pausa mientras se movía sobre un cupcake con la punta de la bolsa de
150

glaseado y se dio cuenta exactamente qué idea se había batido de forma automática
en su cerebro sin vacilación. Incluso antes de que Penny hubiera venido y le hubiera
Página

dicho lo que había sucedido, Annie había sido un manojo de nervios esperando
verlo. Terminó la última fila de cupcakes que había alineado y dejó el glaseado
mientras el motor se apagaba.

Todo lo que quedaba era empacar unos cuantos. Llegó a tirar de una caja mientras su
puerta trasera se abría. Entró vistiendo su quemado uniforme y ella dio un respingo.
Estrella sobre su pecho y pistola alrededor de sus caderas con una variedad de otras
cosas. Sus ojos eran oscuros y lucía cansado.

Cansado y triste. Ella se detuvo donde estaba y cruzó la habitación hacia él.

—Hola.

Él exhaló.

—Había estado dando vueltas durante media hora tratando de decidir si debería
venir aquí cuando me llegó tu mensaje de texto. No sé si seré la mejor compañía.

Ella envolvió sus brazos alrededor de su cintura. El relleno duro de su chaleco era
implacable contra su mejilla y lo hizo tan ancho que apenas podía poner sus brazos a
su alrededor.

—Tu madre me contó lo que pasó.

Ella tiró de él hacia la habitación y lo guió hasta una silla. Ella comenzó a alejarse,
pero él la agarró por la muñeca. No dijo nada, pero ella se movió detrás de él, le echó
los brazos alrededor de sus hombros y apoyó la mejilla en su cuello.

—Tan pronto como recoja mi desorden, podemos salir de aquí. Si quieres.

Él asintió.

—Me gustaría eso. Me gustaría llevarte a casa esta noche.

Lo que significaría estar cerca de Tina ya que vivía al lado. Annie se mordió el labio
y ni siquiera le importó.

—Suena bien. ¿Has comido algo?

—No desde el desayuno. No he tenido hambre.

—Te prepararé algo. Un poco de comida te ayudará a sentirte mejor.


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—Más que nada, lo único que quiero ahora es sentarme en mi sillón reclinable,
tenerte en mi regazo, y ver una película divertida para intentar olvidar que el día de
Página

hoy ocurrió.
Ella dejó un beso en su mejilla.

—Me gusta cómo suena eso.

Él frotó su brazo.

—Gracias, Annie. Por enviar el mensaje. Por… todo.

Su corazón estaba doliendo mientras ella se enamoraba más y más de este hombre.
Estaba enamorándose tan duro y tan rápido. Limpió su desorden, cerró todo y salió
con él. Dejó su auto y se fue con él. Él solo la soltó para entrar al jeep, y tan pronto
como estuvo dentro, su mano estaba sobre la suya.

Oscuridad llenaba las pesadas bolsas bajo sus ojos. Una caída le pesaba. Ella le dio un
apretón tranquilizador a su mano mientras entraba al camino de su casa. Una bonita
casa blanca. Cochera abierta y sin muebles en el patio bajo la escalera de entrada.

No tuvo que preguntar en qué lado vivía su hermana, ya que cuando se detuvieron
en el camino de entrada, Tina salió de la casa. Había una jarra de agua en su agarre
que —a juzgar por el estrechamiento de sus ojos— era probable que tuviera los
nudillos blancos.

Una pequeña sonrisa levantó sus mejillas cuando se enfrentó a Annie y apretó el
freno de emergencia.

—Mis neumáticos van a estar cortados por la mañana.

Ella se rio.

—Si mi auto estuviera en el pueblo, esos serían los neumáticos por los que estaría
preocupada. Estoy segura de que esto será mi culpa y que serás la víctima aquí.

Él levantó la ceja.

—¿En serio?

—Siempre.

Ella miró hacia atrás y encontró que Tina se había ido. Una confrontación que
consiguió evitar. Y tal vez ya que Annie estaba con Cade, en su vehículo, entrando
en su casa, Tina la evitaría el resto de la semana.
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O la llamaría puta roba novios. Sí, hermanas.


Página
Siguió a Cade través de una puerta lateral de la cochera y se encontró en una cocina
limpia, pero desprovista. Sin cosas cursis en la pared o en la encimera. Sin temas de
gallos o vacas o patos. Típicos armarios de roble, paredes blancas y encimeras
blancas. Así que probablemente no era la sala que él más utilizaría de la casa. Ya que
Paula había comentado que frecuentaba el restaurante para cenar, Annie estaba
asustada de los alimentos que podría encontrar.

La mano de él estaba sobre la espalda baja de ella mientras se movían.

—Voy a tomar una ducha.

“Me uniré a ti” estaba en la punta de su lengua, pero se las arregló para mantenerlo.
Tanto si él quisiera comer o no, el hombre necesitaba algo de comida. Pero fue
entonces cuando tiró de la camisa de botones y fuera del pantalón.

También la hebilla de su cinturón. Tal vez él no necesitaba la cena. Tal vez lo que
necesitaba era ayuda para sacarse esas cosas. El velcro del chaleco negro se deshizo
en un largo, lento y crujiente sonido. La camisa blanca debajo estaba arrugada y
húmeda. Probablemente sudor. Probablemente también podría usar un masaje de
cuerpo completo. Por la chispa en sus ojos y su giro en la comisura de los labios,
estaban pensando lo mismo.

Ella se aclaró la garganta y desvió la mirada.

—Bien. Voy a hurgar por aquí y ver lo que puedo encontrar.

—Está bien —fue su respuesta y luego se había ido. Incluso mucho después de
haberse ido, ella todavía luchaba por conseguir una respiración completa. La cena no
se iba a cocinar sin ella y buscó en los armarios, frigorífico, congelador y terminó
poniendo la mesa con patatas fritas y sándwiches.

Si bien su uniforme de comisario era una distracción, que regresara a la cocina en


pantalones de correr de cintura baja con una camisera blanca ajustada era otra cosa.
Ambos conjuntos eran unas de las mejores cosas, de maneras muy diferentes. Ella no
era una persona de andar mucho, pero ver cómo se movía alrededor de la cocina con
los pies descalzos era la parte más atractiva. Estaba solo en casa. Tan relajado.

Todo lo relacionado con ella estando en Turtle Pine no era normal. Pero verlo en su
casa, era como si estuviera recibiendo un vistazo de la vida de Cade Revlin. Él agarró
153

un vaso, lo llenó de agua y luego se sentó en la silla a la derecha, junto a la pared y


frente a la puerta de su cochera como probablemente hacía todos los días. Si ella
Página
estuviera más aquí, ¿se convertiría esto en su patrón? ¿Poner la mesa mientras él se
aseaba? ¿Siguiéndolo y sentándose en la silla a su lado?

Habría más en su existencia que horas para comer. Obviamente, ella trabajaría.
Probablemente en la panadería con su abuelo. O, de acuerdo con su abuela, lo más
probable era que trabajaría sola ahí. Después de un largo día de trabajo, se
acomodarían así. O en la mesa en Jaspers como lo habían hecho antes. Los
pensamientos no la llenaron con la urgencia de empacar sus maletas y salir del
pueblo con el terror pisándole los talones como siempre había imaginado.

¿Qué se suponía que significaba eso? ¿Que después de unos cuantos días se suponía
que arrancaría de raíz su vida entera y regresaría al lugar del que había pasado años
huyendo? Dudoso. Eso ni siquiera tenía lógica.

La tensión se sentía densa en el aire mientras comían. Tan densa, que ella no estaba
llegando a ninguna parte con su sándwich, así que acercó más la taza de frutas. Él
debió haber decidido que tenía hambre, después de todo, ya que devoró el sándwich,
las papitas y ahora estaba destrozando la taza de fruta. Ella le pasó la suya y él se la
comió también. Su corazón dolía por lo que él debió haber visto hoy.

Ni siquiera sabría cómo procesar eso o funcionar. Sabía, sin duda alguna, que él
habría estado en lo suyo todo el tiempo que estuvo ahí afuera. Él había esperado que
la comodidad de ella liberara el estrés que había sido puesto en sus hombros. ¿Qué
pasaría en meses, cuando algo así pasara de nuevo? ¿Quién estaría ahí a su lado si no
era ella? Porque no podría ser ella.

Su mirada encontró la suya y él se limpió las manos.

—Estás pensando mucho.

Ella le mostró una suave sonrisa y contuvo sus pensamientos. Él ya estaba teniendo
la esperanza de hacerla cambiar de parecer y que se mudara de vuelta a casa. Tanto
como esa idea la entretenía, simplemente no podía. No podía. Esas razones estaban
ahí. Además, ella estaba jugueteando con cambiar su vida prácticamente por un
capricho. Esto no era como decidir si escoger un pan o no en la estación de gasolina o
hacer un viaje a la tienda de comestibles para comprar papel higiénico al mismo
tiempo.
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Se apartó el cabello del rostro y lo miró.

—Solo un largo día.


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Él la atrapó por la muñeca. No se resistió cuando tiró de ella. Cuando aterrizó en su
regazo, tal vez debería haberlo hecho. Él había querido su sillón reclinable y una
película. No una silla de cocina dura. Excepto que hubo besuqueo. Mucho besuqueo
que se estaba tornando en agarrones y deseo y envolver sus brazos alrededor de él.

Un largo beso que apartó el estrés de sus pensamientos. Si estaba quitándole el estrés
a ella, sin duda también lo estaba tranquilizando a él. Así que por eso debería seguir
besándolo, debería seguir envolviendo sus brazos alrededor de su cuello mientras él
se levantaba y la cargaba fuera de la cocina.

Finalmente, algo de buena razón. Razones que hacían palpitar su corazón y sudar,
que la tenían buscando más y deseando trepar bajo su camisa para estar piel contra
piel. Él abrió una puerta y entró en su habitación.

Ella notó los muebles oscuros vagamente, la luz filtrándose de un baño y la ropa en la
cama que él apartó antes de ponerla sobre esta y acomodarse encima de ella. Él
abrumó sus sentidos, atendió a sus respuestas a toda velocidad. Rozó sus dedos por
sus costados y la camisa de ella desapareció y envió un hormigueo por toda su piel.

Su beso se movió de sus labios a su barbilla, cuello. Ella apenas podía respirar para
seguir su ritmo, pero lo alcanzó rápido y le quitó la camisa, la cual cayó en alguna
parte al otro lado de la habitación.

Piel caliente tocaba piel caliente. El corazón de él contra el pecho de ella latía al
mismo tiempo que el suyo. Él rozó sus labios por encima de su cuello.

—Si no quieres esto, podemos detenernos.

Ella cerró los ojos con fuerza y envió cualquier respuesta negativa a la oscura esquina
de su mente. Razones para evitar que esto sucediera, razones que hasta el momento
no había podido definir y no tenía ningún sentido siquiera intentar descubrirlas. El
toque de sus labios contra su cuello, hombro, de vuelta a su boca, envió escalofríos
por su piel.

La vida siempre había sido sobre hacer esto o concentrarse en aquello. Venir aquí
había cambiado todo. Estar de vuelta en Turtle Pine para este simple trabajo no la
había hecho pensar realmente en el panorama mayor para su carrera y su vida. Venir
a casa había sido sobre terminar este trabajo rápido y regresar a su vida. No había
155

tomado mucho poder mental.

Al menos hasta que apareció Cade. Porque, ¿con él encima de ella? Oh, sí, estaba
Página

moviendo toda su atención y enfocándola en nada más que él. No podía imaginar
estar en ninguna otra parte en este momento. Incluso si le presentaran la
oportunidad de ir a Texas ahora mismo, no aceptaría esa oferta. Estar aquí con Cade
era el único lugar donde quería estar. Detenerse no era una opción.

—No estaría aquí si no quisiera esto.

Y era la verdad. Podía jurar que esa era toda la verdad de esta situación. Deseaba
esto. Deseaba tanto esto, maldita sea. Seguir adelante significaba que iba a desearlo a
él y a esta cosa que estaba creciendo entre ellos muchísimo más. Incluso eso no era
suficiente para asustarla y hacerla pisar los frenos y salir de ahí.

En su lugar, tuvo sus manos en sus pantalones y se los bajó. Seguir adelante con esto
iba a hacer que irse fuera mucho más difícil. Mientras le quitaba los pantalones y
volvía estar sobre ella con solo su ropa interior, bueno, iba a necesitar que alguien la
atara al avión y la dejara ser arrastrada por la pista para que se fuera.

No podía imaginar terminar de explorarlo antes de que fuera hora de empacar e irse.
Había tantas capas y giros interesantes en él. Tanto de él que quería explorar y su
cuerpo era solo una de tantas cosas.

La forma en que sus hombros se flexionaban bajo sus manos. Su respiración mientras
agarraba su pecho y saboreaba el otro. Los dedos de sus pies se enrollaron mientras
partes de ella se abrían para él, deseando más de él. Qué demonios, se envolvió a su
alrededor y tiró de él contra sí para ir al grano y rápido. La longitud de él estaba
firme en la división de sus muslos, frotándose contra ella, quitándole el aliento con
cada caricia al tiempo que sus labios saboreaban su pezón.

Los gemidos de él resonaron contra su pecho, entre sus pecho mientras se volvía y la
barba de su mandíbula picoteaba su piel. Ella quería tocarlo por todas partes, de una
vez. Que su boca descubriera cada parte de ella. Conocer la aspereza de su barbilla
contra el interior de su muslo, su lengua contra su cuerpo como había besado su
boca.

Todo ello, ahora, en esta noche. La punta de él en sus labios, su eje en su lengua.

Esta noche debía ser para él, sobre él. Una forma de aliviar el largo y duro día que
había tenido. Por lo que había calculado, tenían tres noches antes de que tuviera que
irse. Esta noche era para él. Ella apoyó sus pies y empujó. Él le permitió hacerlos
156

rodar y ella estuvo en su regazo, a horcajadas sobre sus caderas. Sus rodillas estaban
contra su cintura.
Página
Él levantó las cejas mientras se sentaba más cómodamente, bajando más firmemente
sobre su longitud atrapada entre los dos. Las manos de él fueron a sus costados,
atraparon sus hombros desnudos y tiraron de ella. Su boca encontró la suya y el beso
regresó. Un beso devorador, con respiraciones pesadas y golpeteo de dientes. Ella
buscó su sabor y lo besó y deseó que quedara impreso en su memoria como un
recuerdo de la noche.

Él agarró sus caderas y su agarre puso justo el ritmo lento y dolorosamente


provocador que deseaba. Sus dedos pincharon sus costados mientras levantaba sus
piernas, apartándose de ella. Ella luchó por mantenerlo justo donde estaba, con ese
firme ritmo. Quitárselo seguramente la dejaría muerta.

—Annie. —Su nombre pareció romperse en sus labios en un duro suspiro—. La


mesita de noche.

Ella frunció el ceño y luego se dio cuenta… cierto, condones. Ese fue un balde de
agua fría temporal para ralentizar las cosas. Con un largo estiramiento, agarró uno de
la mesita entre sus dedos. No había forma de perderse el temblor en las manos de él
cuando le quitó el paquete. Sí, está bien. La noche todavía era joven, con bastante
tiempo para todo lo demás que ella tenía en mente. Al verlo hurgar torpemente el
envoltorio, contuvo una risa y se lo quitó de sopetón.

—Creo que necesitas algo de ayuda.

—He pensado en este momento por un largo tiempo.

Ella rasgó el paquete para abrirlo.

—¿Siempre incluyó que de repente tuvieras solo pulgares?

Su risa llenó la habitación y la entibió.

—Ni un poco.

—Eh, las cosas raramente resultan como pensamos. Creo que eso lo hace más
divertido.

La parte posterior de sus nudillos fue a sus costados.

—Siempre estabas feliz.


157

—Tienes razón en eso. —Ella lo cubrió y se inclinó por un beso. Si él todavía estaba
nervioso, no lo pudo notar en su beso. Su boca demandó atención. Sus manos estaban
Página
en su cabello y sosteniéndola contra sí. Ella se deslizó por su regazo. Sosteniéndose
con fuerza de sus hombros, lo empujó consigo.

Sus caderas estaban entre sus muslos y su punta presionaba contra su abertura.
Lentamente, su amplitud la estiró. Su respiración se hizo más difícil mientras se
movía más profundo. Los ojos de él se cerraron y su pecho se llenó al hundirse. Ella
se movió con él, acostumbrándose a su tamaño. El ritmo gentil no duraría mucho.
No por el palpitar de su pulso y la apasionante necesidad de moverse más rápido, más
duro, de escoger su ritmo y responder a las demandas de él. Se entregó a la
necesidad, a lo que ambos deseaban.

Los gruñidos de él se mezclaron con los suyos. Una pulsante corriente de tensión
llenó sus venas mientras él empujaba una y otra vez hasta que ella no pudo más. Un
gruñido se convirtió en un grito. Toda esa tensión la inundó y se quedó quieta
mientras la penetraba. Luego todo lo por que había estado estresándose dejó de
importar.

Nada de ello importaba ya. Dónde vivía, sobre qué era esto, de qué había estado
huyendo por años. Solo esto importaba. Este momento entre ella y Cade que se
concentraba alrededor de todo lo que ella quería, todo lo que podía cambiar en un
momento mientras él envolvía sus brazos a su alrededor y la sostenía con fuerza. Por
un maravilloso e inmovilizado momento en el tiempo, todo en el mundo estaba
exactamente donde ella podría desear que estuviera.

Esa sensación no duró. Demasiado rápido, la realidad llegó a tocar la puerta. Ella
curvó sus dedos contra sus costados, se acurrucó tan cerca como le fue posible y
quiso parpadear y encontrarse con él en otro lugar mágicamente. En un tiempo
diferente, en un lugar diferente. En cualquier parte menos aquí, en Turtle Pine.

El momento de lo que había sucedido aquí exactamente —aquello a lo que ella se


había dirigido con los ojos bien abiertos— cayó sobre sus hombros. Lo peor era que
estaba tentada a desear más. Muchísimo más de lo que se había imaginado.

Oh, Dios.
158
Página
Capítulo 12
C
ade se estacionó en el estacionamiento lleno afuera de la panadería. Incluso
su mamá estaba aquí, lo que significaba que probablemente habría dos niños
corriendo por ahí. Se abrió paso por la puerta de atrás y encontró que se veía
como una reunión de pueblo rodeando la mesa.

Las cajas estaba apiladas en el centro y Annie estaba justo en el medio de todo. Sus
ojos se encontraron. Inmediatamente, las mejillas de Annie enrojecieron. Ella volvió
a mirar hacia abajo mientras trabajaba. No por mucho tiempo, porque ella le envió
una mirada a través de sus pestañas, luego su cabeza estuvo hacia debajo de nuevo,
hilando más glaseado sobre el bordeado de los cupcakes.

La mirada debería haber sido una inocente, pero aterrizó sobre él y envió a su mente
directo a esa mañana. El agua había estado derramándose sobre él cuando ella había
cerrado su boca a su alrededor. Se las había arreglado para no caer en la ducha
mientras ella había puesto su mundo al revés. Una vez que el agua se despejó de sus
ojos, la vio de rodillas delante de él, con su longitud en su boca y su mirada en él. Ese
había sido su final.

Annie-Lyn le había hecho sexo oral. Era un milagro que no se hubiera desmayado.
Desde el momento en que había recibido su mensaje de texto el día anterior, había
sido un continuo sueño hecho realidad tras otro. Había estado temeroso de quedarse
dormido anoche con el miedo de despertar y encontrar que todo había sido otro
sueño. En cambio, los residuos de la mañana en sus ojos se habían aclarado ante la
sensación de ella envuelta en sus brazos y gimiendo ante el despertador.

El plan había sido dejarla temprano en casa de sus abuelos, pero para el momento en
que había salido a tropezones de la ducha y la había inclinado sobre el lavabo del
baño, no había habido tiempo para todo eso. Ella se había puesto sus pantalones
159

cortos del día anterior y se había deslizado en una de sus viejas camisetas de la
secundaria que le colgaba en todas las mejores maneras posibles.
Página
Ahora a averiguar cómo recuperarla por la noche de nuevo, luego la siguiente noche
y la después de esa, hasta que la siguiente se convirtiera en un por siempre. ¿Cómo
podía no suceder algo que se sentía tan bien? Tenía que encontrar una manera para
que se quedara y se estaba quedando sin tiempo para lograrlo.

Una bolsa blanca estaba en sus manos y se desplazaba sobre una fila de cupcakes. La
observó, dándose cuenta de que estaban trabajando en una cadena de montaje. Su
mamá estaba alineando los cupcakes, Annie estaba colocándoles el glaseado, un par
de chicos del taller de mecánica estaban doblando cajas y su abuelo llegaba último,
empacando los cupcakes mientras otro chico del taller de mecánica estaba
apilándolas.

No tenía idea de dónde eran los chicos. No pudo evitar reír entre dientes y sabía con
seguridad que Annie era la fuente de la eficiencia.

—¿Necesitan otro par de manos?

Los cuatro chicos que trabajaban en el taller de mecánica levantaron un brazo en un


instante. Annie se rio.

—Nadie va a ningún lugar. Lávate y ayuda al abuelo. No tenemos más que un par de
cientos restantes.

Cade se lavó y se puso en su lugar. La línea de la eficiencia empezó a ponerse un


poco más rápida.

—¿Dónde están los niños?

—Sala de televisión —respondió su mamá.

El abuelo de Annie se veía extra orgulloso.

—He hecho esto un par de veces con una niña bajo los pies.

Después de que unos cincuenta cupcakes pasaron por él, Cade estaba sintiendo como
si también hubiera hecho esto un par de veces. Por mucho que su espalda estuviera
empezando a doler y todos —excepto Annie— tomaron un descanso, Cade lo
aguantó. Quería estar allí con ella y esperaba que su ayuda consiguiera hacerlos más
rápido y él conseguiría un poco de tiempo extra con ella.
160

Su mamá alineó una bandeja y anunció que era la última. La sensación en la sala se
levantó con un coro de todo, desde “Gracias a Dios” hasta liberaciones pesadas de
Página

respiros. Cade cerró la última caja, la puso con la pila y todos se pararon alrededor,
con los ojos en Annie. Ella los registró a todos y la más grande y más satisfecha
sonrisa se extendió sobre su rostro.

—Vamos a cargarlos. Con cuidado de no inclinar las cajas.

Eventualmente, hasta el último centímetro del suelo del auto, el baúl y los regazos de
los pasajeros estuvieron llenos. Aun así, había pilas restantes dentro esperando a ser
cargadas.

Ella frotó la parte posterior de su cuello.

—Vamos a llevarlos a la escuela y cuando un auto sea descargado, volveremos y


recargaremos.

—Suena como un plan. —Tenerla de copiloto también sería un plan, pero ella había
cargado el auto de su abuelo e iba a conducir ese. No estaba seguro de cuántos viajes
de ida y vuelta fueron entre la panadería y la escuela.

Annie, su mamá, los niños y él se quedaron en la escuela para que pudieran hacer el
camino más largo desde el estacionamiento a la oficina mientras su abuelo y sus
amigos hacían la mayor parte de la conducción. Caminó detrás de Annie, colocando
otra caja en el largo pasillo mientras los niños estaban en clase.

La directora miró las pilas y pilas que recubrían el pasillo y se rio.

—Bondad. No puedo agradecerte lo suficiente.

Annie elevó sus hombros y luego frotó sus manos en sus pantalones.

—Feliz de ayudar.

Cade se balanceó en sus talones.

—¿No hay un espectáculo de porristas hoy? —Ante el asentimiento de la directora,


continuó—. ¿Tal vez señalarla a los niños como la que hizo los cupcakes? —Un
gimnasio lleno de niños animándola era seguramente una gran manera de mostrar
que la vida aquí sería diferente que antes.

—No, esa no es… —Annie trató de salirse de esa, pero no fue lo suficientemente
rápida. Sus ojos estaban amplios con aspecto como con terror y oh, mierda. Cade
tuvo la sensación de que pagaría por esa idea más tarde.
161

La directora estaba sonriendo de oreja a oreja.


Página
—Me encanta eso. —Ella se detuvo y apretó sus manos—. O mejor aún, ya que esto
era sobre el campo de fútbol, vamos a hacerlo allí en su lugar. ¿Pueden venir esta
noche?

Los ojos de Annie eran del tamaño de bolas de boliche ahora. Bueno, él quería más
tiempo con ella. Tenerla para una cita en el partido de fútbol caía justo en línea con
más cosas que quería. Estos sueños que tenía de ellos incluían cosas como partidos de
fútbol los viernes por la noche. Aunque nunca imaginó que Annie luciera aterrada
sobre esto. La directora quedó mirándola, esperando una respuesta. Él golpeó a
Annie con su codo.

—Suena divertido. Me encantaría tener una cita esta noche.

La mirada de Annie se desplazó a él y se encogió de hombros.

—De acuerdo.

—Maravilloso. —La directora levantó sus mangas—. Ahora entreguemos estos. Si no


tienen nada que hacer, son bienvenidos a quedarse y ayudar.

Ambos estuvieron ocupados de nuevo, agarrando una pila de cajas y llevándolas a los
niños del jardín de infantes. Sus aulas estaban por el largo y tranquilo pasillo. Eso
dejó a Cade solo con Annie por unos instantes.

Ella le dio una rápida mirada de lado, pero todavía había una pequeña sonrisa con
ella.

—¿Sugerirle a la directora señalarme en el espectáculo de porristas? ¿Y ahora el


partido de fútbol? Estaba empezando a enamorarme de ti, Cade Revlin, pero ya no
tanto.

—Ouch. Estás rompiendo mi corazón aquí. —Él rio entre dientes—. Supongo que
tendrás que quedarte conmigo esta noche así puedo pasar la noche compensándotelo.

Por el color que fue a través de sus mejillas, estaba bastante seguro de que había
clavado con eso. Ella se aclaró la garganta, pero llegaron a su aula antes de que
pudiera contestarle. De ida y vuelta, pasaron una hora entregando cupcakes a las
aulas, escuchando los vítores y viendo bailar a los niños. Grandes sonrisas con bocas
cubiertas de glaseado gritando agradecimientos a los chicos de secundaria cerrando
162

de golpe sus libros con gritos de sí.

Annie no dejó de sonreír en ningún momento. Él quería hacerla girar detrás de una
Página

columna de ladrillo o tal vez arrastrarla a los escasos árboles donde los chicos de la
secundaria tomaban un descanso y besarla insensatamente. Cualquier lugar para
tenerla a solas y de nuevo tan cerca a como habían estado anoche.

Caminaron uno junto al otro hacia el frente de la escuela. Su mano se balanceó hacia
la suya y él no pudo evitarlo. Agarró la suya y entrelazó sus dedos. Por sus esfuerzos,
ella le dio una elevación de ceja.

Pero ella no se apartó. En cambio, se rio.

—Esto no compensa a lo que me has amarrado esta noche.

—Por el lado positivo, no tengo que tratar de convencerte para ir al juego esta
noche. —Supuso que ella preferiría evitar ir adonde él sabía bien que sus hermanas,
junto con todos los demás en Turtle Pine, estarían esta noche.

Ella asintió.

—Correcto. ¿Estarás allí trabajando?

—No oficialmente, pero se espera. Estaré libre, pero estaré estacionado ahí con mi
auto y en uniforme para asegurar que no haya problemas.

Caminó con ella los últimos metros hacia el estacionamiento y le abrió la puerta del
auto. Maldición, ¿por qué no había atrapado a su abuelo y pedido al hombre que
condujera el auto fuera de aquí? Entonces Cade podría haber tenido a Annie con él.
Su tiempo se estaba acabando.

Ella se paró en la entrada con un pie en el auto y sus brazos apoyados casualmente
sobre la parte superior de la puerta abierta.

—¿Puedes recogerme o tengo que encontrarte ahí?

—Te recogeré. —Realmente le encantaría hacer eso.

—No sabía si estaba bien montar en auto de policía.

Él apoyó sus manos en la puerta a cada lado de ella.

—No es ningún problema en absoluto.

Temiendo pensarlo demasiado, se inclinó y le dejó un rápido beso en la mejilla, como


si fuera algo casual y normal y que pasaba todo el tiempo. Así se sintió el beso
163

exactamente mientras se alejaba de sus mejillas ruborizadas. Fue un beso sencillo, sin
complicaciones. Algo que se sentía tan natural y correcto, como si pasara todo el
Página

tiempo y volvería a suceder pronto.


—Te veré a eso de las seis.

Ella parpadeó y se las arregló para asentir mientras subía al auto. Él cerró la puerta.
En lugar de conducir hacia nada, movió su auto a un puesto más visible frente a la
escuela y volvió a entrar mientras los alumnos llenaban el gimnasio para el evento de
espíritu escolar. Después de muchos aplausos y vítores y presentaciones en un
gimnasio que hicieron que le diera vueltas la cabeza, finalmente terminó.

Se acomodó junto a la carretera y encendió sus luces para hacer que el tránsito bajara
la velocidad. El tiempo no podía pasar con más lentitud. Sabía que iba a ser lo
opuesto cuando volviera a ver a Annie, que de alguna manera los minutos serían más
cortos. Antes de saberlo, iba a ser de mañana otra vez y tendría que comenzar a
despedirse.

Entonces de alguna manera tendría que enfrentar el hecho de que iba a tener que
despedirse. No solo por unas horas como esta mañana. Sino que, hasta donde sabía,
para siempre. Quizás la volvería a ver en un par de años. Quizás. Aún se sentía como
para siempre.

Pasó por la oficina para dejar unos papeles y, afortunadamente, para cuando volvió al
pueblo era una hora decente para ir a buscarla. Cinco y cuarto estaba bien, ¿verdad?
Ciertamente esperaba que así fuera cuando frenó frente a la casa de sus abuelos. El
auto que ella usaba estaba en la casa, así que al menos no había llegado antes que ella.

Había hecho la mitad de los escalones del porche cuando la puerta principal se abrió.
Su abuela estaba ahí, sonriéndole.

—¡Cade! —Alzó los brazos al aire—. ¡Cade Revlin!

Ella lo anunció tan fuerte y determinada. Él casi pensó que estaba en problemas por
algo, salvo porque ella sonreía enormemente. Lo abrazó y le palmeó la espalda.

—¿Cómo has estado?

—Ah, bastante bien, señora. —Y preocupado. Muy preocupado por el futuro


cercano.

No le quitó las manos de encima. En su lugar, lo tomó del brazo para que pudiera
escoltarla dentro. Solo que ella lo arrastró por la puerta hacia la mesa de la cocina
164

donde le señaló una silla.

—Toma asiento. ¿Quieres un bocadillo?


Página
El Sr. Cookie lo miró por encima del periódico. Alzó una tupida ceja marrón y gris y
escaneó la habitación antes de cerrar el periódico.

—¿Qué estás haciendo?

Ella se volvió y dejó galletitas en el medio de la mesa. Rápidamente, las acompañó


por un vaso con leche.

—Estoy haciendo que Cade se sienta como en casa. —Le dio otra sonrisa y le tocó la
muñeca—. ¿Algo más que necesites?

Probablemente un viaje hacia la realidad.

—Creo que me ha cuidado lo suficiente aquí.

Con un movimiento de muñeca, se sentó en la mesa.

—Annie se metió a la ducha hace un minuto. —Su abuela ya no parecía estar


hablando con su esposo y tomó una galleta, la cual miró mientras seguía hablando—.
Le dije que se bañara hace una hora, que no era bueno tenerte esperando.

Cade se aclaró la garganta, aún intentando recuperarse del momento en la puerta.

—Está bien. Llegué temprano.

—Eso es bueno. —Ella seguía sonriendo y lo miró—. Oí que ayudaste con los
cupcakes en la escuela.

Él asintió.

—Sí señora. Me alegra haber ayudado.

—Bien. Me encanta que pases tiempo con Annie.

Alerta roja. ¿Acaso iban a atacarlo por evitar que Annie pasara tiempo con sus
abuelos? Ni siquiera había considerado hasta ahora cuánto de su tiempo estaba
monopolizando. Se aclaró la garganta.

—Yo también lo estoy disfrutando. Espero que no tuvieran algún plan con el que yo
haya interferido.

—Oh, claro que no. Pasen más tiempo juntos.


165

Los ojos del Sr. Cookie volvieron a aparecer sobre el periódico y se entrecerraron
hacia su mujer.
Página
—¿Qué te traes entre manos?

—Nada —dijo demasiado inocentemente—. Solo estoy charlando agradablemente.


Deja el periódico y únete.

Él murmuró algo. Cade no lo entendió, pero por la mirada que ella le dirigió al
anciano, Cade se alegró de que fuera así. Luego ella ya estaba alegre de nuevo.

—Entonces, ¿qué van a hacer tú y Annie esta noche? Además del juego.

—No estoy seguro. —Volvió a aclararse la garganta. Esta leche necesitaba ser
cambiada por algo más fuerte. Había pasado mucho tiempo desde que había sido
interrogado—. Intentaré no tenerla fuera hasta muy tarde otra vez.

—Oh, no te preocupes por eso. Tenla fuera todo lo que quieras. Vuelve a quedártela
toda la noche si prefieres.

—Ruth. —su marido le lanzó una mirada.

Ella solo lo miró en respuesta.

—Bueno, ¿qué quieres que haga?

—Que te mantengas al margen, eso quiero.

Ella le hizo un gesto grosero. Era algo que Cade jamás en su vida había imaginado ver
en una mujer de esa edad. Casi perdió la compostura por una risa que sin duda lo
dejaría tirado en el suelo si la dejaba salir. Ella se volvió hacia Cade.

—Ambos son adultos. No pienso estar registrando sus idas y venidas. Ella es
responsable. Si quiere volver a quedarse contigo una noche, sería increíble.

Sus padres jamás habían seguido una etiqueta como esta antes. Sé respetuoso. Usa tus
modales. Sonríe. ¿Todos esos? Síp, su papá se había asegurado de que Cade los
tuviera. ¿Una respuesta adecuada al pedido de los abuelos de tu cita de que te la
lleves toda la noche? No, nunca había oído nada para esa.

Su abuelo se inclinó sobre la mesa.

—Comienzan a preocuparme tus planes para esta noche dado que intentas
deshacerte de ella.
166

—¿Deshacerme de ella? —chilló—. Estoy intentando hacer que se quede. En casa,


donde pertenece.
Página
El viejo aún se veía confundido y murmuró otra cosa.

Ella gruñó una respuesta.

—Obviamente, no va a volver a casa por nosotros o ya habría vuelto. Pero si se


enamora, entonces volverá. —Su mirada estaba de nuevo en Cade—. Me encontré
con tu mamá en Jasper’s y tuvimos una charla encantadora. —Le palmeó la mano—.
Siempre pensé que eras un chico encantador.

Cómo agradecería más tarde a su mamá por esto. El abuelo de ella seguía confundido,
pero ahora Cade entendía más.

—No te disminuyas tanto. Ella mencionó que le gustaría estar aquí y cuidarlos a
ambos y estar cuando la necesiten.

—No es suficiente. Ella habría vuelto si eso es lo que quisiera. Cuando se fue, nunca
pensé que sería por tanto tiempo.

—Es complicado —dijo Cade como excusa.

—Algo sobre ella y Jane. —Ella suspiró—. Lo sé. Es por eso que esperaba que hiciera
el pastel de Jane. Lo pasado está en el pasado.

Estaba empezando a ver una imagen más general ahora. Una que no incluía a una
abuela metida que intentaba hacer sentir culpable a Annie, sino una abuela amorosa
que se aferraba a lo que podía. Si su corazón no sufría lo suficiente ya porque Annie
se iba, ahora estaba hundiéndose en la miseria. La forma en la que la Sra. Cookie lo
miraba, parecía que estaba poniendo todas sus esperanzas en él.

Esa no era una buena idea.

—No se ilusione conmigo.

—Eres mi mejor oportunidad.

—No puedo hacer que se quede.

—Lo sé. —su mirada divagó—. Pero tienes más posibilidades de hacerla cambiar de
opinión que cualquier otro.

No, él apostaría que Jane tendría mejor oportunidad. A Cade no le importaba cuánto
167

le costara, esta noche iba a acorralar a Jane de alguna manera sin que Annie lo notara
y haría que hablara con su hermana. Con la directora planeando reconocerla en el
Página

juego, Cade iba a tener que asegurarse de que fuera bien reconocida. Como en el
entretiempo en la línea de cincuenta y cinco yardas así tendría tiempo suficiente
para llevar a Jane a un costado para rogarle que hiciera las pases con Annie. De
ninguna manera podría convencer a Jane por teléfono, y ciertamente no podía dejar
a Annie ahora para buscarla. El entretiempo era su mejor opción.
168
Página
Capítulo 13
A
nnie se apoyó junto al patrullero de Cade a su lado, sintiendo por una vez
que pertenecía allí. La última vez que había estado en este estadio, había
sido para atravesar el césped y recibir su diploma. Había salido de allí tan
pronto como fue posible. En diez minutos más o menos, tendría que salir a esa
cancha una vez más.

Y dar un discurso. Porque había hecho unos cupcakes. Si alguien tenía que salir allí,
debería ser su abuelo, dado que había sido su idea. O quizás Cade, dado que él la
había metido en ello. Su garganta se cerró. No era que fuera tímida. La graduación
en la universidad había sido un evento masivo, y habría bailado en el escenario de
ser posible.

Esto era Turtle Pine. Estaba a punto de ser el centro de atención en el pueblo del
cual llevaba años ocultándose y huyendo. Todo por Cade.

Él acomodó su postura.

—Veo la forma en que me miras.

—Deberías. No estoy ocultando mis sentimientos.

Él rio, y considerando la situación, ella no pudo evitar un poco enamorarse del


sonido.

—Estarás genial. Será divertido y habrá acabado para cuando lo notes.

Ella cruzó sus brazos sobre el pecho.

—Espero que recuerdes esto más tarde. Tienes mucho para compensar esta noche.
169

Eso le llamó la atención.

—¿Vendrás a casa conmigo esta noche?


Página

Ella levantó la mirada pensativamente.


—Estoy pensando en un masaje de espalda, desayuno en la cama y cualquier otra
cosa que se me ocurra en el medio. Sí, estaré allí.

Como si en algún momento se hubiera dudado que iría a casa con él. Todo lo que le
quedaba era esta noche y mañana. Eso era todo. Su avión se iba el domingo a la
mañana, por lo que no podía contar con el domingo. Se suponía que ella hiciera todo
lo que quería en las próximas, ¿treinta y seis horas?

Ella casi se había arrancado el labio intentando pensar cómo hacer que funcionara. El
silbato sonó y era hora del espectáculo. Cade besó su mejilla. Suave y fácil y como si
fuera suya.

—Ve y muéstrales, cariño

Ella buscó a la directora cerca de las gradas. Allí era donde deberían encontrarse y,
afortunadamente, caminar juntas para que no tuviera que ir sola. Viendo que ella
había pasado toda su secundaria intentando evitar ser el centro de atención en la
escuela, no quería pensar en tener que enfrentar a todas esas personas ella sola.

No era la misma chica. Era independiente y tenía una vida exitosa de la cual se
enorgullecía mucho. Annie no pudo evitar buscar un escondite apresurado al ver los
últimos jugadores pasar a su lado. Tan pronto hubo desaparecido el último atleta bajo
las gradas hacia los vestuarios, visualizó a la directora.

La mujer se frotó las manos mientras se acercaban.

—¿Estás lista?

Si por lista significaba que estaba a punto de hacerse pis encima, entonces seguro,
Annie estaba completamente lista.

—Tanto como puedo estarlo.

La mujer rio.

—Será divertido.

Oh, cuántas definiciones diferentes de la palabra divertido debían existir. No que


Annie cambiaría nada de lo que iba a suceder. Marcharon al campo mientras las
bandas se reunían en los bordes, esperando que liberaran el camino.
170

Caminaron hasta el mismísimo centro del campo. No a la mitad donde se habrían


visto bien, sino al medio del campo. La garganta de Annie estaba más cerrada que
Página

una puerta mientras la directora la presentaba ante la multitud y señalaba el campo.


Se oyeron vítores. Banderas o toallas —estaban demasiado lejos para que Annie
pudiera distinguir— ondearon en las gradas y el micrófono le fue entregado. Se las
arregló para tragar mientras la multitud se silenciaba y todos la miraban.

Alguien en algún lado tosió, y fue hora de empezar.

—Estoy encantada de volver a casa para el primer partido de la temporada de este


año. Todos hicieron un increíble trabajo limpiando el campo. Oí que todos, desde el
jardín de infantes a los de último año, participaron de alguna forma. No recuerdo que
se viera tan bien cuando yo estudiaba aquí.

La gente volvió a vitorear, así que claramente su discurso iba bien.

—Aunque haya horneado la recompensa que todos los estudiantes recibieron esta
semana, el verdadero mérito debería ser de mi abuelo por tener la idea y a todos los
que participaron en la preparación del campo. Ustedes hicieron el trabajo duro, y lo
hicieron increíblemente. ¡Ahora a vencer a esos Bobcats!

Hubo más vítores, le quitaron el micrófono y estuvo trotando mientras la directora la


guiaba fuera del campo. Llegó al límite y la directora la tomó del brazo.

—Mejor esperemos aquí.

Annie levantó la mirada y se encontró con la banda en su camino.

—Confía en mí, no quieres meterte en el camino del director de la banda y su banda.


Lo hice una vez. Nunca más.

Annie rio y retrocedió un paso, sentándose en el lugar que habían liberado los
jugadores. Sintió un enorme peso dejar sus hombros. Había sobrevivido y podía
chocar los cinco con cada miembro de la banda que pasaba.

—¿Entonces supongo que tengo un asiento de primera?

Ella asintió.

—Creo que es mejor desde las gradas porque puedes mirar desde arriba, pero no hay
nadie aquí que pueda tirarte palomitas o gaseosas encima.

Ahora que el discurso ya había pasado, sonaba como una buena idea unas palomitas
saladas. Vamos, tercer cuarto. Su estómago gruñó, de acuerdo con la idea.
171

La banda visitante hizo su número. Hubo bailes con destellos de rojo y dorado y
Página

enormes plumas en los sombreros hasta que marcharon en filas derechas lejos de la
cancha para que el equipo local hiciera lo suyo. Ella miró hacia el campo, buscando a
Cade, pero no estaba frente a su auto detrás de la línea de gol.

Con suerte, él le estaría buscando las palomitas que le había prometido en la primera
mitad. La banda tocó por varios minutos. Las porristas bailaron frente a ellos y cada
vez que hacían alguna acrobacia, Annie contenía el aliento y no podía recuperarlo
hasta que estuviera de vuelta en el suelo.

Un ritmo fuerte y exigente comenzó a sonar de los tambores y la multitud volvió a


gritar mientras terminaban. La banda marchó fuera del campo, bloqueándola a ella.
Annie se colocó al fondo, atrapada en su marcha uniformada y de alguna manera de
paso lento hasta que finalmente llegaron al borde de las gradas y tuvo el camino
libre. La se arremolinaba en las gradas. Los chicos corrían por todos lados y la risa
molesta de una adolescente resonaba. Y entre todo eso, Annie se encontró sonriendo.

Mientras los jugadores volvían al campo, la fila de diez metros en el puesto de


comidas se volvió y los observó. Había rostros familiares por todos lados, pero Annie
había sido una chica tan solitaria. Se acomodó frente al auto de Cade y devolvió
pequeños saludos y sonrisas y ligeros asentimientos a personas cuyos nombres apenas
recordaba.

Gente que tenía niños corriendo a su alrededor. Otros con bebés. Muchos lucían
como si nunca se hubieran ido, nunca se había perdido un partido en este estadio;
solo habían envejecido allí. Quizás nunca se habían ido.

El silbato sonó, el reloj comenzó a avanzar y en pocos segundos, la pelota era lanzada
ante una multitud esperanzada.

Una bandera fue lanzada y Cade estuvo de vuelta a su lado, pasándole una bolsa de
palomitas. Él le sonrió, pero lucía tenso.

—Pensé que podrías estar lista para esto ahora.

Ella agarró la bolsa, pero no comió todavía.

—¿Está todo bien? Te ves molesto por algo. O frustrado.

Él parpadeó y todos los rastros de la tensión desaparecieron.

—Solo, um, habían unos chicos causando problemas en la fila.


172

—Gracias por lidiar con los adolescentes y traer las palomitas. Ahora que el medio
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tiempo se acabó, me está dando hambre. —Ella frotó su brazo y él se relajó más a su
lado, recostándose en el capó del auto.
—Dale unos cinco minutos y el puesto de comida se vaciará y podremos ir por perros
calientes.

—Perros calientes y palomitas. —Ella se encontró sonriendo ridículamente.

—¿Sucede algo? Si quieres esperar, podemos ir por algo después del juego. Sin
embargo, necesito quedarme hasta después de que la mayoría se haya ido.

Ella se quedó mirando su bolsa de papel llena de palomitas frías y saladas.

—No, en realidad, es genial. Todo es genial. —Lo miró y levantó un hombro—.


Nunca hice esto antes.

—Eso es lo que pasa cuando pasas todo tu tiempo intentando evadir a las personas.

—Lo sé. —Apoyó la cabeza en su hombro en medio de todas estas personas y se


sintió completamente cómoda por hacerlo—. Pero no sabía de lo que me estaba
perdiendo. Sabía lo que creía que me estaba perdiendo, pero escuchar al público
gritar y oler las palomitas es más de lo que esperaba.

Él envolvió sus brazos alrededor de sus hombros y le dio un cálido abrazo.

—Solo piensa, el basquetbol empieza en unos meses y no conseguiste hacer eso


tampoco, ¿cierto?

Ella sacudió la cabeza.

—Nop.

Él inclinó la cabeza a un lado.

—Entonces lo siguiente será el béisbol.

Ella sonrió entre dientes.

—Nop a eso también.

—Con esas cosas aproximándose para que las experimentes, no veo cómo es que te
puedes ir.

—Yo tampoco sé cómo es que puedo. —Y no por los juegos de pelota. ¿Cómo se
suponía que iba a dejar todo? ¿Por cuánto tiempo más podía seguir diciendo que su
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trabajo y su vida eran perfectos y exactamente lo que quería? Las líneas de perfección
que siempre había dibujado en la arena se estaban tornando más que un poco
Página

borrosas.
—¡Annie!

Antes de que pudiera darse vuelta, una niña estuvo pegada a su pierna. Ella apartó
cabello de los ojos de Katie.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Nana me está buscando algo de dulce.

La mamá de Cade apareció.

—Justo lo que necesita.

—Seguro que sí.

Penny señaló a Katie.

—Te vio por aquí y tenía que venir a verte.

Annie se inclinó y le dio un apretado abrazo a la niña.

—Seguro que me encanta que vinieras.

La niña levantó la mirada, una amplia sonrisa en su rostro.

—¿Vendrás a almorzar mañana?

Ella titubeó, tratando de descubrir la respuesta apropiada.

—No estoy segura.

Sus ojos se ampliaron más y batió la cabeza de un lado al otro mientras hablaba:

—Pero tienes que venir. Para que podamos jugar de nuevo.

—Ya veremos.

—Y Nana va a cocinar… —La niña entornó los ojos y miró a la mujer en cuestión—,
¿qué fue lo que dijiste?

—Chuletas de cerdo.

—Chuletas de cerdo —repitió Katie—. Las de Nana son las mejores. Y luego
podemos jugar.
174

Annie no tenía el hábito de aceptar una invitación hecha por una niña de cuatro
Página

años.
—Ya veremos.

Cade la codeó.

—Olvidé mencionar que mamá preguntó si querías venir a almorzar mañana.

Ella le envió una mirada.

—Gracias por eso.

—Un placer. No creo que puedas negarte a ese rostro.

Ella bajó la mirada y rio ante los ojos suplicantes que la miraban.

—No creo que pueda negarme. Supongo que te veré mañana.

—¡Sí! —Katie liberó el agarre mortal sobre sus muslos—. El tío Peter dijo que traería
latas, tío Cade.

Las manos se levantaron.

—Conseguiré el Cricket e iremos de caza. Lo prometo.

Y con eso, Katie y Penny se fueron, llevándose la respiración de Annie consigo.


¿Peter?

—¿Peter?

Él se frotó la nuca.

—¿Recuerdas que antes mencioné que a mamá le gusta cocinar el almuerzo los
domingos?

—Sí.

—Dado que la boda es el domingo, mamá hará el almuerzo el sábado, en su lugar.


Algo así como una buena comida antes de la cena de ensayo mañana en la noche.

Se suponía que los pensamientos deberían estar saliendo de su boca abriéndose y


cerrándose.

—Dejaste que Katie me lo pidiera. No me dijiste que Peter y Jane iban a estar ahí
antes para que yo pudiera salir con una razón de por qué no podía estar ahí.
175

Él escaneó su rostro y luego sus cejas se suavizaron.


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—No, cariño. —Frotó su espalda baja—. Juro que lo olvidé. Sabes que no te
acorralaría así a propósito.

—No lo sé. Detesto retractarme después de haberle dicho que sí a Katie.

—Peter estará ahí, pero se supone que Jane no. Va a estar trabajando en la iglesia
todo el día. Y Peter no va a molestarte, lo prometo. Estaré contigo todo el tiempo. Si
no lo estoy, entonces sé que Katie te mantendrá entretenida. O Kent. O mamá. Me
aseguraré de que Peter no te acorrale. No creo que vaya a hacerlo, de todas formas. Si
te hará sentir mejor, puedo hablar con él antes.

No quería que Cade fuera por ahí haciendo que las personas fueran amables con ella.
Ella podía ser una adulta cuando era el momento y podía sobrevivir a un almuerzo
de sábado. Sobrevivirlo parecía de lejos una mejor opción que perdérselo.

Él frotó sus brazos.

—No te lanzaría a los lobos. Nunca.

Ella se mordió el labio y suspiró.

—Lo siento.

—Dame algo de crédito, ¿está bien?

Ella asintió.

—Lo sé. Lo siento. —Levantó la mirada—. ¿Me perdonas?

—Supongo que sí.

—Supongo que ahora estamos a mano.

—No me molesta dar el masaje en la espalda todavía.

Ella se mordió el labio por razones diferentes.

—Me gusta cómo suena eso.

—Me gusta la idea de que te ofrezcas voluntaria a hacer el desayuno en la cama en la


mañana.

Ella se estaba riendo de nuevo mientras se volvían y veían el juego.


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—Supongo que puedo arreglármelas con eso.


Página
—Nada pesado, sin embargo. Escuchaste a Katie. Mama hará chuletas de cerdo, y no
quiero estar demasiado lleno para eso.
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Capítulo 14
C
ade caminó con sus brazos sobre los hombros de Annie mientras los últimos
habladores con suerte estaban terminando. Si hubieran sido alguien más
además de los padres del mariscal del campo principal, ala cerrada y ala
defensiva del equipo de los JV, Cade hubiera estado bien dejándolos. Pero Cade
sabía de sobra cómo los tres grupos de padres —quienes eran amigos cercanos—
podían distraerse hablando y no poner atención a sus hijos. Él había estado
estableciéndoles a esos tres chicos en qué estaba bien tocar y qué no desde que
estaban en la guardería y él había conseguido este trabajo por primera vez. Estaban
en la edad donde su curiosidad estaba empezando a ser llamada vandalismo. Hombre,
el próximo año estarían en secundaria. Estaba envejeciendo.

No solo viejo, pero viejo con no mucho para mostrar aparte de su carrera. Annie
podría cambiar todo eso. Tomar su simple vida y convertirla en mucho más. Una
esposa, niños. Encontró su mirada desviándose a través del campo de juego al grupo
de padres hablando sobre lo que fuera. Esos podrían ser él y Annie un día. Encontró
su mirada desviándose a otro lugar donde los tres chicos estaban sentados en un
banco. Uno de esos chicos podría ser suyo.

Eso no iba a pasar, sin embargo. Se había pasado todo el medio tiempo suplicándole a
Jane que hablara con Annie. Había seguido suplicando incluso cuando la banda había
dejado el campo y había divisado a Annie regresando adonde habían estado parados.
Jane no había cedido, sin embargo. Había dicho que desearía poder hablar con
Annie, pero tenían alguna clase de silenciosa tregua que no iba a romper. Ese era la
razón por la que Jane se estaba saltando el almuerzo del sábado. No por algunos
detalles de la boda. Jane era demasiado organizada para esperar al último minuto por
alguna cosa. Iba a saltarse el almuerzo del sábado para evitar a Annie. Tenía miedo
de aparecerse para que Annie se fuera, y ya no quería ser la causa de que Annie
178

huyera.
Página
A pesar de que Cade le había dicho a Jane que si ellas hablaban, podría ser suficiente
para conseguir que Annie se quedara, ella no le había creído. Así que mientras los
padres hablaban, se sentó en el columpio junto a Annie en el patio de recreo y trató
realmente duro de no contar las horas hasta que fuera el tiempo de decir adiós.

Ella se impulsó en la tierra, columpiándose un poco y robando miradas. Su columpio


ralentizó y ella retorció en un círculo, entrelazando las cadenas todo el camino hasta
su regazo.

Se inclinó contra las cadenas enredadas sosteniéndose a su asiento.

—¿Entonces esta es una típica noche de viernes para ti?

Su corazón estaba triste, pero puso empeño en no mostrarlo. No quería recordar estar
de malhumor y perder el tiempo que les quedaba.

—Lo es durante la temporada de futbol. Solamente para los juegos en casa. Depende
de a qué distancia es el juego y si estoy trabajando ese viernes si puedo estar ahí.
Bastante simple, ¿eh?

—Esa es la parte que me gusta.

—Todo esto podría ser tuyo.

Ella estaba callada y él casi lamentó dejar que ese ligero malhumor se le escapara,
pero un largo suspiro de alivio salió de ella.

—Nunca creí que eso fuera posible, pero estás haciendo una tentadora, tentadora
oferta.

—Todas las palomitas de maíz frías y saladas que jamás podrías imaginar, justo al
alcance de tus dedos.

—Dulce hablador. —Hubo un rastro de sonrisa y ella levantó sus pies y las cadenas
se desenredaron del apretado agarre que había hecho.

El columpio se ralentizó y él la agarró por las rodillas y la enfrentó a él. Si tuvieran


un poco más de privacidad, la besaría. Pero estaba bastante seguro de que había
reprendido a los tres chicos por hacer ese tipo de cosas. En cambio, se conformó con
frotar sus dedos a lo largo del inferior de sus rodillas.
179

—¿Puedo al memos convencerte de regresar y visitar?


Página
—Posiblemente. —Ella suspiró y sus ojos se cerraron—. Desearía vivir cerca —
susurró.

—También yo.

—Para llegar aquí en una decente cantidad de tiempo, es un viaje de avión. Ni


siquiera uno rápido. No hay vuelos directos a Houston. Tengo que conducir a Dallas.
Hace que sea más difícil visitar. O para que tú me visites.

—Di el día y haré todo lo posible por estar tocando a tu puerta.

—Cada día.

Maldición, esto apestaba demasiado.

—No te sorprendas si me atrapas buscando en internet más tarde para ver qué
trabajos hay en tu área.

—No puedes irte de aquí.

—Creo que podría. —Lo echaría de menos. Nunca había querido salir de casa, pero
con el tiempo, tal vez el extrañar se apagaría. Después de todo, la tendría a ella.

—¿Qué hay de tú mamá? —preguntó ella.

—Ella me querría feliz.

—¿Tu hermano? ¿Tu hermana? ¿Katie?

Katie. Ella sería la difícil de dejar. No sabía lo que era tener hijos. Había escuchado a
Beth decir que era un amor que no podía ser explicado, solo experimentado. Le
gustaría pensar que era lo más cercano a Katie como una persona podía ser. Amaba a
esa pequeña niña. Si, Annie tenía razón. Peso extra se acumuló en su corazón roto.

—No me puedo ir.

Ella apoyó sus codos en sus piernas y frotó sus brazos.

—Lo sé. Nunca te lo pediría, y muy en el fondo, realmente no quieres.

—¿Así te sientes acerca de volver aquí? —Él pasó una mano por encima de su
cabeza. Sabía que ella no había querido mudarse aquí, pero no había considerado que
180

abandonar su hogar fuera equivalente al nivel de aversión que él tenía de irse.

Consideró su pregunta mientras lo estudiaba.


Página
—Lo fue cuando llegué. Si no peor.

—¿Y ahora?

Ella puso su columpio de nuevo en movimiento.

—Y ahora, no lo sé. Estoy confundida.

—Permíteme sacarte de tu confusión.

Ella se rio.

—Tú eres la razón por la que estoy confundida, para empezar. —Ella levantó un
hombro—. Si no fuera por ti, me habría deslizado en el pueblo, hecho mi trabajo e
ido.

—Siento que debería disculparme por alguna razón, pero no voy a hacerlo.

Consiguió sacarle una sonrisa con eso.

—Tampoco la quiero. Solo estoy un poco indecisa sobre qué quiero.

—Yo sé exactamente qué quiero. —Inclinó su cabeza hacia la gente todavía


hablando—. Que se vayan, así puedo llevarte a casa otra vez.

Ella sonrió.

—No estoy confundida en eso, porque suena genial.

—Y me prometiste desayuno en la cama. No quiero perdérmelo.

—No olvides mi masaje en la espalda —disparó de regreso.

—No me atrevería. —Trazó la curva de su brazo hasta su cintura—. Estoy pensando


en desnudarte así no habrá ninguna prenda en mi camino.

Ella aclaró su garganta.

—Tienes un buen punto.

—Tenerte tumbada y cómoda en toda mi cama.

—Definitivamente —su voz se redujo a un susurro.


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Con un pesado suspiro, él miró a los padres todavía agrupados.


Página

—Tal vez si caminamos a mi auto, les provocará salir de aquí.


—Me gusta ese plan. Lástima por todo ese equipamiento y cosas entre los asientos
delanteros del auto.

Él gruñó y se puso de pie. Lástima por todas esas cosas en verdad. Agarró su mano y
se dirigió a través de la estrecha acera hasta donde su auto seguía estacionado detrás
de un poste de la portería. Cuando el abrió la puerta del pasajero para ella, estuvo
aliviado de ver los grupos de padres romperse y partir hacia sus autos.

Se instaló en el volante mientras los autos finalmente arrancaban y se retiraban del


estacionamiento en una línea. Se puso detrás de ellos y regresó a casa. Otra vez,
estaba sorprendido con cuánto le gustaba esta sensación. Con ella en el auto a su
lado, yendo a casa juntos. No era su hogar, pero podría serlo. Tal vez no la casa en la
que vivía actualmente. Estaba comenzando a sentirse como una maldición con Tina
como vecina.

Además, su casa no fue construida para una familia. Era un lugar de dos dormitorios.
No había suficiente habitaciones para dos niños. O quizás tres. ¿Y dónde se suponía
que fuera el perro? No había patio en absoluto. Tenía que haber un patio. No solo por
el perro, sino que necesitaba un lugar donde jugar a la pelota con sus hijos.

Se encontró girando a la izquierda en la señal de alto.

Ella le echó un vistazo.

—¿Tienes algo que necesites revisar?

—Solo una vuelta rápida antes de ir a casa. —Y eso era. Pero no por ningún motivo o
razón que ella pudiera estar pesando. La calle Maple era tranquila como había
esperado, aun así, cuando llegó al centro de la pista, desaceleró hacia la casa de
ladrillos que todavía tenía la señal de “En venta” en el frente. Más despacio… y luego
se detuvo.

—¿Ves algo?

Solo una casa que era perfecta. Incluso había un árbol en el patio trasero.

—Quiero revisar esta casa. —Aclaró su garganta—. Los chicos pueden ser revoltosos
la noche del viernes después del primer juego. Quería asegurarme que nadie está
usando esta casa vacía para ningún tipo de reunión.
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—Ah. —Ella se acomodó en su asiento, pero una rápida mirada le dijo que todavía
estaba estudiando la casa—. Esa es, ah, ah. —Chasqueó sus dedos—. ¿Los… Norman
Página

solían vivir ahí?


—Los Butler.

Ella rio entre dientes.

—Entonces ni siquiera estaba cerca. ¿Cuándo se mudaron?

—Cerca del verano. Los mayores se graduaron y se dirigieron al norte para retirarse.

Ella se removió en su asiento

—Siempre pensé que era una casa bonita.

—Yo también. —Quitó su pie del freno y esta vez se dirigió a casa. Su casa que
estaría vacía en cuestión de días. Diablos, a estas alturas, podría decir horas. Esto era
nada más que tortura.

Necesitaba que su cabeza entendiera en decir adiós en vez de soñar con ideas que no
iban a pasar. No iba a hacerla cambiar de parecer. En realidad, fue ridículo pensar
que siquiera era posible.

La casa de Tina estaba iluminada al lado, pero ahora estaba confiado en que no iba a
salir detrás de él. Supuso, en todo caso, que al menos quizás esta semana que había
tenido con Annie había sacado a Tina de su espalda. Soportaría a Tina todos los días
si eso significaba mantener a Annie cerca.

Annie frotó su brazo.

—¿Estás bien? Has estado realmente callado desde que entramos al auto.

No, no estaba bien. No quería decir eso y arrastrar abajo la noche. Trató lo mejor que
pudo en darle una sonrisa tranquilizadora, pero dudaba que hubiera tenido éxito.
Acarició sus manos en cambio.

—Me alegro de estar en casa, supongo.

Por la manera en que ella lo estudiaba, estrechando sus ojos en las esquinas y la
mirada barriéndolo de arriba abajo, no pensó que ella le creyera. Ella mantuvo la
farsa de las cosas estando bien y alcanzó la manija de la puerta.

—Vamos. Tal vez debería darte el masaje de espaldas.

Inhaló y la siguió al interior. Había que mirar hacia adelante esta noche. Apenas
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llegó a la entrada y sus brazos estaban alrededor de su cuello. Dejó caer sus llaves al
suelo y cerró la puerta de una patada. La única razón por la que ella no estaba aún en
Página

sus brazos es porque se dio la vuelta para poner las cerraduras.


Después de eso, ella fue toda suya. La llevó hacia su dormitorio para sacar el máximo
provecho a esta noche. Tenía dos noches más para exprimir el tiempo y pretendía
hacerlo así.

Besos calientes llevaron a despojarse la ropa. Piel desnuda contra piel desnuda
mientras rodaban sobre las sábanas de un lugar a otro hasta que estuvieron juntos.
Era solo el comienzo de esta épica gran noche.

Si no había bolsas debajo de sus ojos en la mañana, él había hecho algo mal. Sus
suaves gemidos se mezclaban con sus fuertes gruñidos como si hubieran sido hechos
con el propósito de hacer esto juntos. Embestida tras embestida, sus uñas escarbando
en su espalda, él mantuvo el ritmo hasta que no pudo soportarlo más.

Jadeante, bajó encima de ella y se sostuvo en sus codos. Jadeos calientes ventilaron
sus mejillas y luego una corta risa salió con ello. Ella empujó su cabello fuera de su
rostro que estaba empezando a sudar.

—Oh Dios mío.

Él dejó un beso entre sus cejas.

—Dame un segundo para limpiarnos y comenzaré con ese masaje de espalda.

Las manos de ella fueron sobre sus hombros. Un suave masaje de palmas calientes en
él envió sus nervios a lamer todo el camino hasta sus pies. Sus uñas atraparon los
cabellos cortos de su cuello.

—¿Pensé que habíamos cambiado de modo que yo iba a darte el masaje?

—Podemos hacer eso más tarde.

Una ceja subió.

—¿Eso significa que los dos vamos a cocinar el desayuno en la mañana?

Ahora esa era una imagen que le gustaba. Ella en su camisa. Tal vez en bragas, tal vez
no, mientras daba vuelta un panqueque y él estaba de pie a su lado girando el tocino.
Él presionó otro beso en ella.

—Creo que sí.


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Página
Capítulo 15
D
urante el último año de la universidad de Annie, empezó a trabajar a
tiempo completo en la panadería mientras llevaba su carga de clases
completas para graduarse a tiempo. Había vivido a café y había estado bien.
Tenía la sensación de que podía beber de la olla más grande del mundo hoy y aun así
sentirse abatida.

Cade se estacionó a un lado de la casa de su mamá y ella probó una mano por su
cabello para encontrar que estaba principalmente seco. Se habían quedado dormidos
alrededor de las cuatro de la mañana y dormido hasta las once. Él había renunciado a
una ducha para darle tiempo a que ella tomara una y había tirado una gorra para
ocultar el cabello que ella había pasado tomando en sus manos la mitad de la noche.
Ella había prestado una camisa para usar sobre sus jeans así no estaría llevando la
misma cosa que ayer y había secado su cabello con el viento en el camino.

Después de apresurarse para llegar a tiempo para el almuerzo, no había considerado


el hecho de que vería a Peter hasta ahora. Hasta ahora que su jeep estaba estacionado
junto al de Cade. Con el que había perdido su virginidad y de quien ella había
pensado que se encontraba embarazada. Oh, chico.

—Oye. —Cade frotó su pierna—. Va a estar bien.

Ella aspiró. Síp, todavía se sentía más enferma que tranquila.

—Lógicamente, sé eso.

—En un minuto, tu corazón se pondrá al día con lo que tu cabeza ya sabe.

En ese momento, la puerta principal se abrió y Katie salió corriendo hacia ellos. Ver
a la pequeña hizo que se asentara su estómago. Podía hacer esto. Tenía la atención
185

completa de una niña de cuatro años para mantenerla ocupada.


Página

—¡Annie!
Empujó la puerta del auto y se encontró con que la niña se detuvo de repente y le
frunció el ceño, con un ladeo de su cabeza.

—¿Cómo es que estás usando la camisa de tío Cade?

Cade se rio mientras rodeaba el guardabarros delantero. Cubrió su boca y no parecía


como si planeara rescatarla pronto. Annie aclaró su garganta y tuvo a la niña en su
cadera.

—Bueno, la mía estaba sucia. Afortunadamente, Cade dijo que podía tomar prestada
esta.

Katie se veía seria.

—Se cuidadosa con ella. Esa es su camisa favorita.

Annie dio un segundo vistazo a la vieja camisa de publicidad de una maratón. Él se la


había lanzado y ella había imaginado que fue lo que primero había agarrado. Pero
dándola una segunda mirada, pudo ver que los colores estaban bien desvanecidos. El
algodón en sus hombros era suave con desgaste.

—Bueno entonces, seré extra cuidadosa.

Entró a la casa y le tomó unos dos segundos antes de que estuviera frente a Peter. No
era tan alto como recordaba. O tal vez ella era más alta ahora. Su cabello estaba más
oscuro, pero todavía tenía ese hoyuelo a la izquierda de su sonrisa y oscuros, oscuros
ojos.

Él le dio una pequeña sonrisa y metió sus manos en su bolsillo.

—Hola, Annie.

—Hola —se las arregló para decir. Todo estaba empezando a amontonarse en su
estómago, pero entonces Katie envolvió sus brazos alrededor del cuello de Annie y
colocó su cabeza en su hombro, y así como así, Annie se sintió mejor. Podía hacer
esto. Era un almuerzo.

Katie le dio un apretón.

—¿Me puedo sentar junto a ti en el almuerzo?


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Annie acarició la parte inferior de la niña.

—Claro que puedes.


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Con eso, ella se meneó hacia abajo y dejó a Annie sin apoyo, pero como Cade había
prometido, estaba allí, con el brazo encima de su hombro. Su garganta era pesada
mientras miraba a Peter por unos segundos más. Tanto tiempo que comenzó a
ponerse un poco incómoda. ¿Qué exactamente se suponía que decías a alguien que
habías pasado años evitando?

—Felicitaciones.

Él levantó la ceja.

—Gracias. Mañanas es el gran día. ¿Vienes?

—No me invitaron.

Él hizo una mueca y frotó la parte posterior de su cuello.

—Lo siento. No hice las invitaciones.

Y con eso, ella se encontró riendo.

—No, lo siento. Jane está perfeccionando el arte de dejarme ser. No estoy amargada
porque no me invitaron.

Él hizo una mueca de nuevo.

—Quería que te dijera hola si te veía. Está ocupada preparándose para esta noche.

Annie asintió.

—Pasa mis felicitaciones.

Cade le frotó el brazo.

—Creo que mamá iba a hacer un pastel. Si va en el horno, tiende a olvidarlo.

Y ahí estaba su salida. Gracias a Dios.

—Estoy en eso.

Mientras se alejaba, ese peso que había estado ahí antes despareció. En realidad, eso
no había sido tan malo en absoluto. Peter había lucido más aterrado de lo que ella se
había sentido. Annie atravesó la puerta de la cocina.
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¿Por qué siempre había imaginado a Jane y Peter luciendo superiores y en la cima
del mundo? Ella siempre se había sentido tan pequeña y como si se rieran de ella. Esa
Página
no era la forma en la que había sido en absoluto. Penny estaba en plena acción con
los detalles en la cocina y Annie saltó con ella.

Annie volvió con un tazón de ensalada y una mujer alta que lucía como una versión
mucho más joven de Penny entró. Solo podía ser una persona. Annie sonrió en su
dirección.

—¿Beth?

La mirada de Beth encontró la suya y cruzó la cocina.

—¡Annie! Oh Dios mío, estás toda crecida.

Annie colocó el tazón justo a tiempo cuando Beth le dio un abrazo.

—No puedo creer cuánto has cambiado.

Annie se rio.

—Tenía probablemente quince la última vez que me viste.

Beth asintió.

—Supongo que sí. Gracias por dejar a los niños en la panadería. Katie ha hablado de
ti sin parar. Creo que incluso he escuchado a Kent tratando de decir tu nombre.

Oh, ahora eso le pegó justo en el centro de su pecho.

—Son niños dulces.

Después de un torbellino de platos y risas, Annie estaba alrededor de la mesa. La


comida que había sido arreglada con cuidado y colocada en la mesa había
desaparecido. Vientres fueron acariciados y lo último de té dulce fue terminado.
Katie apartó su plato vacío y le contó sobre una caricatura con perros y gatos en la
televisión. Annie nunca había visto el programa, pero Katie claramente lo había visto
al menos cinco veces al día.

Cade se apartó de la mesa.

—Está bien, niña. ¿Vamos de caza o no?

Eso fue todo sobre la conversación de la película. Katie estuvo fuera de su silla en un
188

instante y los niños estuvieron saliendo por la puerta trasera y arreglándose para su
práctica.
Página

Beth se reclinó en su silla.


—Creo que ella iría contigo a cualquier lugar. ¿Por cuánto tiempo estás en el pueblo?
Tal vez pueda embaucarte… es decir, convencerte como niñera.

Annie se rio.

—Me voy mañana.

Beth frunció el ceño.

—¿Tan pronto?

—Me temo que sí. —Lo temía seriamente. Tenía más miedo a cada momento.
Encontró su mirada extraviándose a la puerta trasera por la que Cade había
desaparecido. Estaba aterrada de lo que iba a dejar atrás.

La puerta se abrió y todos esperaron para ver quién había vuelto para qué, pero no
fue uno de los chicos quién entró. Fue Jane.

Y Annie estuvo paralizada. En realidad, toda la sala pareció estarlo.

Penny se recuperó más rápido.

—¡Jane! —Penny se puso de pie—. Peter dijo que no te esperara. Déjame hacerte un
espacio para sentarte.

Jane le hizo señas con un movimiento rápido de su muñeca para detenerla.

—Gracias, pero no estoy hambrienta. —Sus ojos azules; ojos como los de Tina y su
mamá, de acuerdo a las fotos que Annie había visto; aterrizaron en Annie.

Oh, no. Oh, no, no, no. Annie miró alrededor, queriendo correr, pero no fue capaz
de hacer mover sus pies. Penny y Beth salieron en una ráfaga de movimiento y Jane
se quedó de pie en ese mismo lugar.

Finalmente, Jane exhaló y quitó el cabello de su rostro.

—No sé por qué vine aquí.

Annie tampoco lo sabía, y aún no sabía que decir.

—Felicitaciones.

Genial. Ese básico. No era que hubiera funcionado terriblemente con Peter.
189
Página
—Gracias. —Jane mordió su labio, se sentó en la silla al lado de Annie y se giró para
mirarla. Sus manos estaban planas sobre sus muslos y sopló su flequillo de su rostro—
. Está bien, solo voy a decirlo de una vez. No sé cómo más hacerlo.

Annie se quedó en silencio. Estaba tratando de recordar los últimos días para ver qué
había enfadado a Jane para terminar su tregua de la-otra-no-existía para venir a
culparla de algo.

Jane la enfrentó.

—Quiero hablar sobre esa mañana. Cuando te encontré y hablamos.

Oh, eso.

—Déjalo ser.

—Lo he hecho. Por años. —Tomó una respiración profunda y luego todas las
palabras empezaron a brotar—. Peter y yo ya estábamos saliendo. Llegué a decírtelo
así no serías sorprendida en la escuela al siguiente día. Entonces dijiste que tenías un
retraso y me aturdiste y olvidé decirte sobre Peter y yo y entonces al día siguiente
descubriste lo nuestro. —Jane casi jadeaba y se encorvaba en su silla—. Ustedes dos
habían terminado. Peter y yo siempre fuimos amigos. Sé que fue un plazo apretado
ahí desde que ustedes se separaron y nosotros estuvimos juntos, pero solo sucedió.
Quería decirte en ese entonces, pero ni siquiera me mirabas. —Jane apartó la mirada
hacia la mesa—. Es decir, descargaste que pensabas que estabas embarazada y fue
terrible y me sentí horrible, pero honestamente olvidé por qué había ido a buscarte.
En el momento en que te dejé, lo recordé, pero no sabía que decir. Un par de
semanas pasaron y entonces vi cosas en la basura y supe que habías tenido tu período
y que estabas bien.

Annie solo se sentó ahí. Espera… ¿ahora qué? Miró hacia la mesa también y se
encorvó al igual que Jane.

—En todos los años que seguimos viviendo juntas después, ¿por qué no me dijiste?

—No permanecías en la misma habitación conmigo el tiempo suficiente para que te


dijera algo. Las cosas no siempre fueron geniales entre nosotras, así que te dejé ser.
Después de todo y de algunas de las cosas malas que había hecho, estaba bien siendo
la chica mala para ti. —La respiración de Jane fue larga y lenta—. No quería decirte
190

ahora porque no quería que pensaras que estaba haciéndolo para conseguir el pastel
de tu parte. Ni siquiera me importa el pastel. Nunca ha importado.
Página

—Tengo la sensación de que era la abuela más que nada.


Jane se sentó.

—Cada vez que era mencionado, le decía que no. Quería que lo supieras.

—Gracias. —Miró a su hermana. Dios mío, había pasado años estando


completamente equivocada sobre algo porque había elegido desaparecer en lugar de
enfrentarlo. Todas las veces que había culpado a Jane y pensado cosas terribles…
había estado equivocada. Jane no se había enganchado con Peter después de su
conversación esa mañana. Ya estaban juntos. Claro, el tiempo fue apretado entre la
ruptura de Annie con Peter y Jane y Peter estando juntos, pero ya estaban juntos
antes de que Annie hubiera hablado con su hermana. Su pecho dolió ante lo
equivocada que había estado. Si tan solo pudiera haber sabido esto años atrás. Ese
momento en el baño podría haberlas puesto en caminos completamente diferentes—
. Significa mucho.

—Probablemente, deberías agradecerle a Cade. No quería decirte nada, pero Peter


no dejaba de molestarme. Cade prácticamente me lo rogó anoche, pero no sabía qué
decir o si incluso me creerías. Y si no me creías, lo haría peor. Solo quería dejar todo
así para no seguir lastimándote.

—¿Cade?

Jane sonrió.

—Lo siento. Probablemente no debería decirlo. Él hizo que la directora te


mantuviera ocupada todo el entretiempo para hablar conmigo.

Pero él había dicho…

—Entiendo.

Jane la tomó del brazo.

—Me negué anoche. Estaba decidida a darte tu espacio. Peter me estuvo escribiendo
desde que llegaste aquí pidiendo que por favor hablara contigo.

Eso explicaba el malhumor de Cade después del entretiempo. No podía creer que
hubiera hecho todo eso por ella.

Se quedaron en silencio un momento y Jane tomó una lechuga de la mesa. No la


191

comió, pero comenzó a separarla en partes.

—Realmente le gustas.
Página
—Lo sé.

—No creo que entiendas cuánto. —Jane la miró y después a la lechuga—. Él no sale
mucho. Prácticamente nunca, en realidad.

—Dijo que no hay chicas que le gusten aquí.

Jane rio.

—Lo puedo imaginar diciendo eso. De todas formas, pasar de no salir nunca a
rogarme que hable contigo, creo que dice mucho de él.

Sí, lo hacía. Y ella siempre estaría agradecida con él.

—¿Crees que podrías decirle a Tina que lo deje en paz?

Jane hizo una mueca.

—Lo he intentado.

—Cade cree que eres parte de la instigación aquí.

—Instigadora sin saberlo. Tina puede ser…

—¿Manipuladora?

Jane sonrió tensamente y asintió.

—Sí. Esa es una buena palabra.

—Es de Cade, por cierto, si te estás preguntando cuánto le desagrada.

—Estaba comenzando a ver cuánto le disgusta. —Jane arrojó la lechuga en el plato—


. Tina es muy… bueno, le están pasando muchas cosas y mucho que ha planeado en
su cabeza. Cosas que ha entendido que no están funcionando para ella.

—Cade estaba preocupado de que le pinchara las ruedas. Le dije que son las mías las
que están en peligro.

Jane rio.

—Nah. Ella no haría algo así.


192

—No estaría tan segura. Me culpa de todo. —Al igual que tú. Annie no dijo eso.
Luego lo reconsideró. ¿Por qué exactamente se estaba conteniendo? Si quería
Página

respuestas, este era el momento para obtenerlas—. ¿Y por qué ustedes, las dos,
siempre me culparon por lo que le pasó a su mamá?
La mirada de Jane cayó a su regazo. Se frotó los brazos.

—Lo lamento. De verdad. Sabía que las cosas que te estaba diciendo eran horribles,
pero no me daba cuenta de cuán horribles. Creo que ambas necesitábamos un chivo
expiatorio, y te tocó serlo.

Annie se abrazó las rodillas al pecho en la silla. Necesitaba abrazar algo.

—Creo que de todo, lo peor fue que me culparan de la muerte de su madre.

Jane asintió.

—Lo sé. Y nunca deberías perdonarme por eso. Podría decirte que era joven y no
sabía lo que estaba sucediendo.

—Eran jóvenes. Teníamos la misma edad y yo no sabía qué estaba sucediendo.

—Pero yo sabía que estaba diciendo cosas malas.

Estúpidas lágrimas caían de los ojos de Annie antes de que ella pudiera siquiera
terminar de decir lo que quería.

—Creo que lo que más dolió fue que por un momento fuiste un poco como mi
hermana. Cuando recién se mudaron, jugábamos todo el tiempo. Yo solo tenía a los
abuelos. Eran geniales, pero no salían conmigo al patio a desenterrar tesoros. Luego,
en un día, todo cambió.

Jane estaba parpadeando rápido. Se tocó los rabillos de los ojos.

—Me vino el período. Tina era mayor y recurrí a ella. Ella era, no sé. —Se limpió
más humedad—. Recuerdo que ella era ruda conmigo y todo el tiempo decía que
mamá debería estar aquí para esto. Y que mamá ya no estaba aquí, que no estaría
aquí nunca, y que era todo culpa de tu mamá. —Jane sollozó—. Ella estaba molesta
de que no pasáramos tiempo juntas y yo jugara tanto contigo. Éramos solo nosotras
dos, me decía.

Annie tuvo el impulso de estirarse y tocarla, así que lo hizo. Había crecido teniendo
a su abuela en ese papel. Nunca había tenido a una madre para cuidarla.

—Lo lamento tanto.


193

Ahora Jane no paraba de llorar.

—No es tu culpa.
Página
—Pero igual lamento que tu madre no estuviera ahí para ti.

En un segundo, Jane giró el rostro y lo hundió en el hombro y cuello de Annie.


Annie se congeló mientras Jane se acurrucaba en ella, empapando su camisa. Fuertes
sollozos salían de ella.

—No entendía entonces que estábamos uniéndonos contra ti. Peter me lo dijo.

Claro. Porque seguramente Annie se había descargado con Peter. Penny apareció en
la entrada detrás de Jane. Tenía los ojos como platos e inspeccionando. Annie le dijo
que se fuera con un gesto de la mano y luego frotó la espalda de Jane.

Jane sorbió con fuerza y se enderezó. Tenía los ojos rojos e hinchados. Lágrimas
manchaban sus mejillas.

—Lo siento tanto. Tanto de verdad. Sé que no fue tu culpa que mamá muriera. Sé
que tampoco fue culpa de tu mamá. Espero que lo sepas.

—Nunca pensé que fuera nuestra culpa.

Jane se limpió los ojos y la nariz con la manga. Se rio ligeramente.

—Eh, no esperaba todo esto.

—Está bien. —Annie parpadeó para alejar sus propias lágrimas y se encontró
teniendo que limpiar sus ojos a la vez.

—Si el único motivo por el que no vuelves a casa o no estás viviendo aquí, o lo que
sea, es por mí, quiero que dejemos las cosas en claro.

—Me alegra que lo hicieras.

—También me alegra que lo hiciera. —Suspiró y se aclaró la garganta—. Lamento no


haberte invitado a la boda.

Annie rio.

—Sé por qué no quisiste. Yo tampoco hubiera querido la invitación, de todas formas.

Jane le cubrió la mano y la apretó.

—Pero me encantaría si puedes venir.


194

Quedarse para la boda implicaría cambiar su vuelo. Y a menos que consiguiera que
alguien la llevara a un aeropuerto más grande, entonces debería quedarse otra
Página
semana en Turtle Pine. Y también sería perder otra semana de trabajo, lo que podría
hacer mella en la pastelería dado que tenía seis cumpleaños a su cargo.

Se mordió el labio y de repente odió que todos sus años de trabajo duro y la
responsabilidad que había creado ahora le pasaran factura.

—Veremos.

—Sin presiones. Si no quieres, entenderé.

—No es eso. Me encantaría, pero me perderé el vuelo a casa y tengo que estar en el
trabajo el miércoles. Tengo seis chicos contando que haga pasteles de cumpleaños
que jamás olvidarán.

—Oh. —Jane asintió y se relajó con una sonrisa—. Eso tiene sentido. No hagas que
te despidan por quedarte, ¿pero quizás podrías no desaparecer de nuevo?

Annie se encontró sonriendo.

—No lo haré, lo prometo.

—Los pasteles que haces son muy bonitos. Sigo la pastelería donde trabajas en
Facebook y publican todos tus pasteles. —Su ceño se profundizó de nuevo—. O al
menos espero que lo hagan.

—Lo hacen. —Parte de ella se suavizó ante eso—. Gracias.

Jane estaba mordiéndose el labio mientras se ponía de pie.

—Y felicitaciones. Peter me llevó a ver tu graduación de la universidad. Me sentí tan


orgullosa y siempre quise decírtelo.

Oh mierda, volvían las lágrimas.

—Ojalá hubiera sabido que habías ido.

—Tenía miedo de arruinarte el día, pero grité más fuerte por ti que cualquier otra
persona en todo el acto. Y tomé muchas fotos.

—Me alegra saber que fuiste. —Annie asintió y recordó claramente el día que le
habían entregado su diploma. Había estado tan orgullosa de sí misma y mucho de eso
se debía al hecho de que había sabido que había escapado de Turtle Pine. Ahora aquí
195

estaba queriendo volver. Esa era la verdad. Quería volver. Tanto como amaba su
trabajo, extrañaba el hogar.
Página
Jane se fue unos momentos más tarde para ocuparse de cosas de la boda. En un
aturdimiento que Annie no podía describir, ayudó a recoger las cosas del almuerzo y
estaba levantando la mesa cuando Cade volvió. Se despidieron y se fueron. Nadie le
preguntó por Jane. Solo dio un asentimiento ante las preguntas y preocupaciones de
Cade acerca de si estaba bien.

Por primera vez, cuando asintió ante esa pregunta, realmente estaba bien. Al menos
pensaba que lo estaba. No, estaba totalmente bien. Cade estacionó junto a la
panadería y la miró confundido.

—¿Segura que no quieres que te lleve a casa?

—Segura. Quiero asegurarme que todo sea guardado como corresponde.

—El ensayo de hoy seguramente durará unas horas. ¿Quieres que pase por ti cuando
vuelva a casa?

—Eso sería genial. —Ella presionó un rápido beso en él y salió.

Mientras su Jeep se perdía en la distancia, Annie entró a la panadería a buscar sus


cosas. La panadería era su lugar de guarida para mantenerla centrada y con la cabeza
bien puesta. Si no podía resolver las cosas aquí, entonces no podría hacerlo en
ningún lado.

El edificio era pequeño comparado con lo que estaba acostumbrada en Houston, pero
al mirar las paredes que contenían tantos recuerdos, parecía tres veces más grande.
Había mentido antes cuando dijo que quería asegurarse de guardar todo como se
suponía que debía estar.

Después de entregar los cupcakes el día anterior, había vuelto y limpiado, guardado
todo en su lugar. Había limpiado las mesadas, estantes, incluso los refrigeradores
mientras organizaba la manteca, huevos y leche que sobraron.

Todo lo que quedaba era caminar por la panadería y decidir qué era lo que quería.
Quizás también beber un café. El café era sin dudas una buena idea. Ninguna
decisión importante debería ser tomada con el cerebro dormido. Puso la tetera, entró
en la oficina del abuelo y se sentó en la enorme silla que se reclinó tanto que sintió
que iba a dejarla en el piso.
196

Mantuvo una mano firme en el escritorio cuando se reclinó. La abuela dijo que ella
podía encargarse de esto si quería. Por supuesto, eso podría haber sido un comentario
Página

fuera de lugar, pero Annie había notado la ausencia de su abuelo en la panadería esta
semana. Desde luego, su muñeca era un factor allí, pero golpes y moretones y lo que
fuera nunca habían detenido que estuviera allí cuando era una niña. El hombre
estaba en los finales de sus setenta. Probablemente estaba listo para retirarse. No era
que la necesitara encargarse de la panadería para poder hacerlo.

Turtle Pine podría desear ello, sin embargo. O desear que alguien viniera y la
comprara. Ojeó los papeles en su escritorio y divisó una pila de dibujos. Se desplazó a
través de estos y estudió que quizás eran pasteles de cumpleaños. El abuelo podría
crear lo que quisiera con glaseado, pero dibujar con un lápiz no era su especialidad.

Dio vuelta a las imágenes mientras las miraba. Había pasado mucho tiempo desde
que había visto sus dibujos, pero después de unos minutos, recordó la manera en que
marcaba líneas para esto y aquello. Dio vuelta a otra y encontró las notas para el
pastel de Jane con una invitación engrapada en la parte superior. Probablemente una
nota para los colores de la boda. Parecía como si hubiera estado planeando cuatro
niveles de algo. No estaba terminado.

Pilares soportaban las secciones altas en el aire. Ni siquiera había marcas acerca del
tipo de diseño de cobertura. Annie agarró un lápiz y fue a marcar el dibujo. Antes de
poner la punta en el papel, se detuvo y encontró una nueva hoja.

Quitó los pilares e hizo las secciones del pastel más gruesas para conseguir la misma
altura sin los espacios en medio. Jane siempre había tenido una cosa por las hadas.
Todavía estaban todas sobre el segundo piso de la casa de la abuela. Por las de las
invitaciones, iban a ser trasladadas a su boda. Annie decoró con verdes vides dando
vueltas en lugar de una gruesa hilera de cualquier tipo de diseño. Sería un armonioso
pastel decorado como un jardín. Añadió flores arriba a un lado y dibujó una
explosión de flores y hojas en la parte de arriba donde estarían los muñequitos de la
novia y el novio.

Se echó hacia atrás de su dibujo, girando la página para un mejor ángulo. No estaba
del todo bien. Probablemente iba a ser demasiado pastel, si alguna vez existió cosa
igual, pero añadió secciones miniaturas de cuatro niveles en el centro de cualquier
manera. Cada mini pastel estaba decorado de lo mismo que el otro. Añadió hadas
sobre todos los pequeños y las giró para que vieran a la novia y el novio en la parte
principal.

Ahí. Ahora estaba consiguiendo algo, pero aun así necesitaba más. Una boda de
cuento de hadas no era nada sin una verdadera manta de flores. Agregó rápidos
197

bosquejos de flores y vegetación alrededor de los pasteles de modo que parecieran


crecer como troncos de árboles blancos en un jardín. Estudió la imagen que había
Página

dibujado mientras sus dedos picaban por ponerse a trabajar.


Este era un pastel para decorar en una semana. O al menos en unos días con un
montón de ayuda. La boda de Jane era en —miró de reojo el reloj— veintiún horas o
algo así. Pero la recepción no era durante al menos veintidós horas. Miró el dibujo.
Esto iba a tomar su tiempo.

Esto también significaría que perdería su vuelo a casa. Apartó el cabello de su rostro.
Está bien, entonces tendría que conseguir un aventón a un aeropuerto más grande
antes del martes. Su abuela quería esto más que nada, así que podría llevarla. O
Annie solo tendría que tomar prestado su auto y trasladarse al aeropuerto.

Sumó las filas del pastel. Había un montón. No estaba segura si era una chica loca
riendo o realmente sollozando. Estos eran sesenta y ocho de variados diámetros. Más
de la mitad eran más bien pequeños tamaños que podría sacar en pocas horneadas de
pastel. Un buen número iban a tomar un montón de pastel. Frotó su barbilla,
tratando de descifrar quién era fiable para ayudar a hornear. La única respuesta que
consiguió fue su abuelo, y estaba descartado por su muñeca.

Si tuviera un lavaplatos, pensó, eso ayudaría. Cualquier persona conocida para


posiblemente llamar iba a estar en la cena de ensayo por el siguiente par de horas.
Paula era una opción, pero si la mujer no estaba trabajando, Annie temía que sería
una distracción. Annie se empujó fuera de su silla, llenó su taza de café y se puso a
trabajar en la sección principal. Sacó las series, fijó la temperatura del horno y se
mantuvo ocupada midiendo, pesando y seleccionando ingredientes.

Estableció el radio y deslizó la primera de muchas tandas dentro del horno. Horneó y
arregló secciones a través de las mesas delanteras y donde fuera que pudiera
ponerlos, algo parecido a cuando había terminado los cupcakes. Tenía otra tanda
entrando cuando el Jeep de Cade se estacionó afuera. Un poco de tristeza la invadió
porque ahora que había iniciado esto, no pasaría esta noche con él.

Por otro lado, gracias a esto, podría estar aquí por uno días más. Definitivamente
valía la pena renunciar a esta noche por ello. Solo tenía que sobrevivir las próximas
veinticuatro horas. Puso otra jarra de café a hacer cuando la puerta trasera se abrió y
él se detuvo en la entrada.

—Guau.

Ella se giró.
198

—¿Cómo fue el ensayo?


Página

—Como lo planeado. —Entró despacio y miró alrededor—. ¿Qué estás haciendo?


—El pastel de Jane.

Él frunció el ceño.

—¿Te pidió que hicieras eso hoy?

Ella sacudió su cabeza. Había suficiente café en la jarra para conseguir una taza más.
La consiguió y puso a hacer más.

—No. Yo quise. ¿Puedes hacerme un favor?

—Seguro.

Le gustó que él no vacilara.

—Ve a la tienda y compra todas las flores que tengan… excepto las rosas. No las
necesito.

—Flores. No rosas.

—Correcto.

Arqueó una ceja.

—¿Todas?

—Cada una disponible.

—¿Algo más?

Ella dejó su café enfriarse y comenzó con los platos para sacar la siguiente tanda para
llenar los hornos mientras se horneaban los actuales.

—Umm, ¿tal vez algo para mí para cenar más tarde? Y luego algo para más tarde esta
noche. Y desayuno para la mañana.

Él la estudió.

—Estás planeando trabajar toda la noche.

—No tengo opción si quiero terminar.

Él sonrió.
199

—De acuerdo. ¿Tengo tiempo para pasar por mi casa?


Página

—Oh, sí. No necesitaré las flores hasta mañana. Simplemente no quiero olvidarlas.
—Genial. Ahora regreso.

Ella volvió a trabajar en su siguiente decorado. Luego en el siguiente y en el


siguiente. Cade reapareció aproximadamente una hora más tarde cargando bolsa tras
bolsa tras bolsa de flores. Ella le indicó ponerlas en el refrigerador ya que tenía las
manos ocupadas midiendo. Él hizo varios viajes con las flores y luego más con los
comestibles. A ella no le importaba qué tipo de comida. Estaría bien comiendo carne
seca y pasas.

También se había cambiado la ropa de sus pantalones caqui y agradable camisa a


pantalones y zapatos deportivos. Volvió atrás para lavar sus manos, solo que no se
detuvo ahí. Llenó el fregadero.

—¿Yo lavaré y tu hornearás otra vez?

Ella se ruborizó.

—No iba a pedirte que hicieras eso.

—Encantado de hacerlo. No sé qué te hizo cambiar de opinión, pero quiero estar


aquí para ayudar.

—Gracias.

Las horas corrían mientras ella hacía pastel tras pastel. Hasta ahora otra tanda de
pastel entró, ella se detuvo para un rápido estiramiento y otra taza de café. El café se
estaba agotando y se estaba haciendo tarde. Cade estaba bostezando en la esquina y
ella no podía comenzar eso o nunca lo lograría.

—Puedes irte cuando quieras. Fuiste de gran ayuda.

Él estiró sus brazos sobre su cabeza.

—No voy a dejarte aquí.

Ah, ahí fue un poco más de su corazón, poniéndose todo caliente y acogedor.

—No tengo que tomar fotografías mañana. No quiero que tus ojos estén ojerosos y
con bolsas para la cámara.

—Estaré bien.
200

—Cade.
Página

—Annie —contratacó y se plantó con sus manos sobre su pecho—. No te voy a dejar.
Ella suspiró.

—Al menos siéntate y toma un descanso. La silla del abuelo es su oficina es


realmente cómoda.

—Lo haré dentro de un rato. Lo prometo.

Ella inició el glaseado con unas cuantas tandas de rosa, amarillo, azul, púrpura y casi
cada otro color que pudo pensar. Y luego verde. Muchas más bolsas de verde. Cade
vino detrás de ella y frotó sus hombros.

—Necesitas un descanso.

—No puedo. Si paro, nunca conseguiré ponerme en marcha de nuevo.

—Veinte minutos. Detente por vente minutos.

—Puedo dormir después que todo esté hecho. Estoy a punto de comenzar a
ensamblar y glasear. Esto será algo nuevo y me levantará, lo prometo.

No la fastidió más y ella recolectó las piezas bases del gran centro y glaseó entre
capas y fijó una varilla en estos para sostenerlos. Luego pasó a la siguiente capa, luego
la siguiente y después la siguiente hasta la última. Recortó los bordes para igualar y
glaseó todo el rededor.

Mordió su labio. La parte superior era demasiado alta para detallar. Necesitaba un
banquillo que no fuera inestable para llegar hasta allí. O una mesa más baja. Una más
baja como en la que se estaría sirviendo el pastel. Sería más fácil entregar el pastel si
hiciera el resto del ensamblaje en el lugar. Dio un paso atrás y observó el reloj. Cinco
de la mañana.

—¿Qué pasa? —Cade apareció de la oficina de su abuelo. No estaba segura si se veía


más fresco que cuando dejó la habitación, pero un par de horas de sueño habían sido
mejor para él que ninguna.

—¿A qué hora llega alguien a la iglesia?

—Probablemente cerca de las ocho o algo así. El servicio comienza a las nueve.

Ella hizo una mueca.


201

—Sería más fácil y más rápido ensamblarlo allí, pero necesitaría la sala de recepción.

Él la envolvió en un abrazo desde atrás y besó la cima de su cabeza.


Página
—Probablemente puedo ayudarte allí. La Sra. Billie tiene una llave y ella trabaja cada
mañana. Apuesto que puedo alcanzarla.

Oh, dulces cielos.

—Eso sería perfecto.

—Una condición.

Ella casi temía preguntar, pero no tenía mucha elección.

—Lo haré.

—Siéntate y descansa algo mientras me voy.

Eso estaba… bien. Pero solo porque estaba en un punto muerto si planeaba terminar
en la iglesia. Cade la llevó a la oficina y le dio un beso. Ella se inclinó y se encontró
cerrando los ojos. La siguiente cosa que supo, él la estaba sacudiendo por un hombro.
Ella se levantó y se sentó.

—¿Ya regresaste?

Él estaba sonriendo.

—Has estado durmiendo cerca de una hora.

Ella saltó fuera de la silla.

—¡Oh Dios míos!

—Ya he cargado todos los pasteles y las flores. Dime que más agarrar.

Dios lo bendiga. Ella había necesitado esa hora de descanso y cargo sus glaseados,
varas, bandejas y la bolsa de sus utensilios de decoración. La mitad de la dura batalla
había terminado.
202
Página
Capítulo 16
A
nnie acomodó otra hada en su lugar, ahuecó la vegetación y flores alrededor
del pastel y corrió a la parte trasera mientras la música de boda sonaba de
nuevo, anunciado el fin de la ceremonia. Tenía glaseado en lugares que no
quería y su ropa era un completo desastre.

Cuando había ido a buscar figurines de hadas de la colección de Jane en casa de la


abuela, había reflexionado sobre agarrar el vestido rosa con el que había volado a
Turtle Pine. Con momentos adicionales, hizo un rápido cambio de ropa a algo
presentable. Del cuello para abajo. Del cuello para arriba, todas las apuestas estaban
agotadas. Su cabello todavía estaba recogido en el bollo o lo que fuera que había
conseguido hacer la noche anterior cuando había empezado este épico y ridículo
viaje. Lo mejor que podía esperar era que no hubiera nada de glaseado en su mejilla.

Annie se paró en el pasillo que conducía a la cocina mientras la puerta principal se


abría y un fotógrafo entraba en la habitación trasera. Jane entró usando un hermoso
vestido blanco de un solo hombro. Era ajustado en su pecho, hasta su cintura. Desde
ahí, la seda más ligera caía a su alrededor. Parecía estar flotando. Estaba riéndose y
sonriendo y parte del corazón de Annie que no sabía que estaba vivo se llenó de
calidez y se estrechó en los bordes.

Annie esperó en su lugar mientras los recién casados llegaban a medio camino del
salón y Jane se detuvo. Se cubrió la boca. La mirada de Peter se congeló en el pastel y
el fotógrafo lo capturó todo. Antes de que la habitación se llenara, Annie salió desde
el pasillo.

A pesar de que el pastel era justo como a su hermana le gustaba, Jane no lo había
aprobado, vetado ni nada. Annie jugueteó con sus dedos mientras saludaba con la
mano en su camino entre las mesas.
203

—Felicitaciones a ustedes dos.


Página
La mirada de Jane giró hacia la suya y llegó hacia Annie con sus brazos abiertos,
lágrimas derramándose por su mejilla.

—Oh, Annie. Es hermoso.

Encontró el abrazo de su hermana y le dio un apretón igualmente fuerte.

—Esperaba que les gustara.

—Me encanta. —Jane retrocedió, pero no soltó las manos de Annie.

Annie condujo a los dos hacia el pastel.

—Puse el otro pastel atrás, pero podemos sacarlo si quieren.

Los dedos de Jane estaban sobre su boca. Fue a tocar algo, pero apartó su mano.

—Oh, Dios mío. Fuiste por esos a casa de la abuela.

—Puedes tocarlos. —Rayos. Esas lágrimas eran contagiosas.

Jane se aclaró la garganta. Todavía no había soltado la mano a Annie.

—Es precioso. Gracias. ¿Cuánto tiempo llevas haciendo esto?

—Desde anoche.

Jane y Peter parpadearon.

Ella levantó un hombro y ahí fue cuando el resto de la fiesta de bodas empezó a
hacer su entrada. Cade estuvo a su lado en un momento y sonrió. Le besó la frente.

—¿Lo terminaste a tiempo?

Ella se rio y envolvió un brazo alrededor de su espalda.

—Creo que me estaba cambiando de ropa al tiempo que estaban saliendo.

—¡Annie! —Una pequeña hada niña de las flores llegó corriendo por todo el pasillo
de la recepción. Grandes y brillantes alas se batían detrás de ella y había flores en
todo su cabello.

Annie atrapó a Katie a su lado.


204

—Bueno, quién es una bonita hada de las flores.


Página

La niña sonrió y estudió a Annie. Sacó una flor de su cabello y la metió en el de


Annie.
—Ahora tú también eres bonita.

Todos se rieron y Annie bajó a la risueña niña mientras ponía sus ojos en el pastel.
Annie sacudió la cabeza.

—Creo que necesito más que una flor para este cabello.

La sonrisa de Jane todavía era tan grande como nunca la había visto.

—Mi maquillaje y cosas para el cabello están atrás, donde solíamos tener las clases de
domingo, si quieres usarlos.

—Gracias. —Se rio—. Me dirigiré allá.

No llegó muy lejos antes de que su abuela estuviera a su lado. Atrapó el rostro de
Annie en sus frías manos.

—Mira lo que hiciste. Siempre supe que podías hacerlo.

El abuelo llegó y miró la mesa y le dio un asentimiento.

—Estoy impresionado. —Estiró sus manos—. ¿Esto significa que finalmente me


puedo quitar esta estúpida cosa?

Los ojos de la abuela se ampliaron, luego se rio con una sacudida de cabeza.

—Adelante.

Él se quitó el soporte de muñeca y todos lo vieron con la boca ampliamente abierta.

—No me culpen. Esta fue idea de su abuela para hacer que Annie viniera a casa.

Annie no pudo evitarlo. Se rio. Se dio vuelta y encontró a alguien tan familiar de pie
ahí. Familiar, pero también una extraña. La miró.

—¿Mary?

La joven y tímida chica que apenas recordaba saludó.

—Hola, Annie.

—Mira lo bonitas que estás.


205

Su hermana menor estaba hermosa con su cabello rojo y rizado, usando un vestido
de dama de honor de un brillante verde.
Página

—Gracias.
—¿Dónde está papá?

Jane puso los ojos en blanco.

—No pudo salir del trabajo.

Esa no era una gran sorpresa. Se dio vuelta y se encontró con los rostros de dos
jovencitos. Jane tenía una mano en el hombro de cada uno de ellos.

—Annie, conoce a tus sobrinos. Pat y James.

Los chicos apretaron su mano, pero estaban mirando el pastel. No solo su pastel, sino
el del novio también. Y la mesa del buffet. Definitivamente, tenían la tendencia de
su madre a poner su vista en algo que querían. Hablando de su madre. Tomó un
profundo aliento. Si se iba a quedar en Turtle Pine, esto iba a ser parte de ello.

—¿Dónde está Tina?

Pat, el mayor, se encogió de hombros.

—No lo sé. Dijo que no se sentía bien y se fue.

Jane frunció el ceño y pasó una mirada a Annie.

—No eres tú. Estuvo decepcionada cuando le dije que papá llamó esta mañana y dijo
que no podría estar aquí.

Siendo Tina la mayor, era la única de las tres que alguna vez había conocido
realmente a su padre. Deslizó ese pensamiento por su mente y se encontró sintiendo
lástima por Tina. Tina había sido lo suficientemente grande para entender
exactamente lo que estaba sucediendo en ese entonces, y para empeorar las cosas, su
papá la había abandonado. Annie asintió, entendiendo a Tina más de lo que alguna
vez había considerado.

—Déjame limpiarme. —Miró alrededor a todas las entradas—. Si puedo encontrar


adónde ir en este laberinto.

Cade sonrió y puso su mano en su espalda.

—Te mostraré.

La condujo por los giros y curvas de la iglesia. Entre más se alejaban de la recepción y
206

la risa de las personas ahí, más se acercaban al santuario. Él se detuvo en una puerta
y la abrió para ella.
Página
Cade entró y se sentó en una silla. Golpeteó las puntas de sus dedos.

—Noté que perdiste tu vuelo a casa.

Ella sonrió y se sentó a su lado.

—Así es.

—Eso significa que estarás aquí por otra semana.

Ella suspiró.

—No. Tengo que encontrar la manera de llegar a un aeropuerto más grande. Tengo
que estar en casa y de vuelta al trabajo el miércoles.

Él la estudió con un fruncimiento cada vez más fuerte en sus cejas.

—¿Tienes que? ¿O estás eligiéndolo?

—Tengo que —confirmó ella—. Tengo a seis niños que dependen de mí para que
haga sus pasteles de cumpleaños. No puedo dejarles todo ese trabajo a mis colegas.
Tendrán que cancelar las órdenes.

—¿Y luego?

—Y luego… —Ella suspiró—. No lo sé. Tengo otras cosas que estoy programada para
hacer, pero con este tiempo de anticipación, la pastelería con suerte puede empezar a
hacer los arreglos para algo de ello. Puede que tenga que quedarme por un par de
semanas más de las que estoy pensando. No recuerdo qué tengo en mi cronograma.

Él se recostó en la silla y la miró.

—¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo?

—Realmente me gustaría que pudieras volar a casa conmigo esta semana y ayudarme
a empacar. Si puedes apartar el tiempo. O la próxima semana, si necesitas dar más
aviso en el trabajo.

Él asintió.

—Puedo apartar el tiempo. No sé si pueda quedarme hasta que regreses, pero puedo
ir ahí, inicialmente.
207

—Eso sería genial.


Página

La sonrisa entre dientes se le salió.


—Realmente no creí que regresarías.

Ella se enderezó y lo buscó.

—¿No me quieres aquí?

Él sonrió ampliamente y ahuecó su mejilla.

—Te quiero aquí. Simplemente no creí que conseguiría que te quedaras.

Ella se inclinó para apoyar su cabeza en la suya.

—No puedes conseguir que me vaya.

—Te amo.

—Te amo.

—Me voy a casar contigo en el futuro cercano.

Todo sobre esto se instaló cómodamente en sus huesos y se sintió muy correcto.

—Cuento con ello.

—Pero no voy a proponértelo hoy.

Ella buscó sus ojos, sin importarle cuándo planeaba pedírselo.

—Estaré lista para decir que sí cuando lo hagas.

—Bien. Practica para mañana. Porque hoy es el día de tu hermana, y quiero que
tengas tu propio día todo para ti.

—Me gusta ese plan. —Lo besó y terminó en su regazo con sus brazos alrededor de
su cuello—. ¿Crees que alguien se daría cuenta si nos quedáramos aquí?

Las risas de una cierta niña empezaron por el pasillo. Luego la puerta se abrió y la
pequeña hada de las flores se paró en el umbral.

—¡Apúrense! La tía Jane dice que no podemos probar el pastel sin que estén ahí para
cortarlo.

—Ya voy. —Besó a Cade de nuevo antes de levantarse de su regazo—. Ser


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interrumpida por ella se siente como una práctica.

—Sé de algo más que podemos practicar después.


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Ella le lanzó un guiño.


—Voy a contar los minutos hasta que podamos hacerlo
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Tequila and Tingles

E
l amor no espera en el borde superficial.
Tienes que zambullirte en lo profundo para
encontrarlo.

Tragos de tequila 1, Beth Revlin 0.

Ninguna madre soltera respetable despierta en la


habitación de hotel de un extraño sin recuerdos de
lo que pasó la noche anterior. Cuando a Beth le pasa
justo eso, acepta voluntariamente la caminata —más
como la carrera— de la vergüenza, en lugar de
enfrentar su humillación.

El Sr. Aventura de Una Noche resulta ser el Sr.


Nuevo Entrenador de Natación de su hija de cinco años. Mantener la cabeza en alto
y fingir que nada pasó parece un buen plan.

El medallista olímpico de oro Jason Johnson planea quedarse en Turtle Pine solo el
tiempo suficiente para recargar sus baterías. Pero Beth y su dolorosamente tímida
niña tocan algo en las profundidades de su alma. Además, necesita devolver los
zapatos de Beth sin incitar el chisme de pueblo pequeño, y decirle la verdad sobre
esa noche.

Beth no puede negar que se siente atraída, pero no solo está protegiendo su propio
corazón. También está protegiendo los de sus hijos. Si Jason los captura solo para irse,
el dolor que dejará a su paso podría ser más de lo que ella puede manejar.
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Turtle Pine #2
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