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TEMA 1

EL INICIO DE LA FILOSOFÍA

1. LOS PRESOCRÁTICOS
Como ya se estudió en el curso anterior, se considera que la filosofía comienza en el S.VI a.c. en la
antigua Grecia con el famoso paso del mythos al logos. En resumen, este paso indicaba la iniciación
de explicaciones racionales y naturales frente a aquellas exclusivamente mitológicas y religiosas.
Es con los llamados filósofos presocráticos (cuyo nombre únicamente indica que son anteriores a
Sócrates) que filosofan entre los siglos IV y V a.c. y que tienen múltiples diferencias entre ellos, así
que no constituyen ningún tipo de escuela filosófica.
Entre los temas filosóficos que se comienzan a abarcar tenemos como principal al de la búsqueda de
un principio universal que explique la totalidad de lo existente y su funcionamiento, pero también
temas como la cosmología, la ética o la política. En general se ha considerado a muchos de ellos como
los primeros físicos, pues hablaban de los elementos, de la materia, de los astros o incluso de los
átomos.
A pesar de que no se puede clasificar de manera rígida a los presocráticos, vamos a ver a algunos de
ellos a partir de la diferenciación entre monistas y pluralistas.

- Monistas
Hablamos de monismo cuando nos queremos referir, en líneas generales, a una propuesta filosófica
que propone un único principio, sustancia o realidad que rija la totalidad de las cosas. Tenemos así
que muchos de los presocráticos fueron monistas, veamos algunos.

a) Tales, Anaxímenes, Pitágoras y Anaximandro


En primer lugar, tenemos a Tales de Mileto, que propuso al agua como elemento principal de todas las
cosas, que saldrían a partir de ella.
En un sentido diferente tenemos a Anaxímenes, que propuso al aire en vez del agua, por ser más puro
al ser incorpóreo y estar continuamente en movimiento.
Fuera de las anteriores propuestas, más materiales, tenemos a Pitágoras, que fascinado por el poder de
la matemática para explicar la realidad propuso el número como base y esencia de todo lo existente,
teoría que influyó profundamente en Platón.
Por último, tenemos a Anaximandro, que intentando superar los problemas de las teorías de Tales y
Anaxímenes, propuso lo indeterminado como principio (apeiron), es decir, aquello que no tiene forma
ni materia definida y que permite entonces que todas las cosas sean a partir de él.

b) Parménides y Heráclito
Veamos, muy por encima, la diferencia entre estos dos filósofos, que centran su atención en la
cuestión del ser mismo de las cosas.

Parménides proponía el ser como principio metafísico que rigiera la realidad entera, y que sería
siempre, eterno e incorruptible. “El ser es y no puede no ser” es el resumen de su propuesta, la cual
choca contra lo que vemos en el mundo, donde hay cambio y corrupción. De esta forma dirá que todas
las cosas que percibimos, en el fondo, no son, pues las vemos cambiar, y como él mismo indicaba “el
ser no puede no ser”.
Heráclito representa lo contrario a Parménides, pues habla de que el ser no es siempre eterno e
incorruptible, sino que está en continuo cambio y movimiento, y se identifica con el fuego, siempre
fluctuante. “Nunca te bañaras dos veces en el mismo río”. El fluir continuo del río, así como de las
cosas, hace que nunca sea el mismo que hace un instante.

- Pluralistas
Hablamos de pluralismo cuando, de manera contraria al monismo, nos referimos a una propuesta
filosófica que propone varios principios como constitutivos y fundamentales de la realidad. Algunos
filósofos siguieron esta senda en su filosofía.
Por un lado, tenemos a Empédocles, que hablaba de que en el origen todo estaba compuesto por
cuatro elementos (tierra, aire, agua y fuego), y las cosas se constituyen a partir de la interacción de dos
grandes fuerzas directrices: el amor y el odio.
Por otro lado tenemos la propuesta de Demócrito, el primero en hablar de los átomos. Para él tendría
que haber una especie de unidades mínimas de materia que conforma en todas las cosas, y que
explicase su división, movimiento, cambio y multiplicación, a las cuales llamó átomos, la parte en la
que la realidad no podría ser descompuesta ya más.
En este sentido habría múltiples y casi infinitos principios que sostendrán la realidad y la conforman a
partir de la interacción de los átomos en el vacío.

2. SÓCRATES Y LOS SOFISTAS

- Sócrates
Con Sócrates (470-399 a.c) nos vemos ya inmersos en el periodo filosófico propiamente dicho,
avanzando en sus reflexiones más allá de los autores presocráticos (más centrados en la naturaleza),
proponiendo la búsqueda de la verdad y el conocimiento de la justicia como tareas filosóficas
fundamentales. Influyó profundamente en Platón, de quien fue maestro, y casi todo lo que sabemos de
él es gracias a su alumno, que lo incluyó en sus obras como un personaje que dialogaba y exponía
ciertas tesis filosóficas.

Para ello Sócrates desarrolló el método de la mayéutica, que funcionaría igual que la labor de una
comadrona que ayuda a las mujeres a dar a luz: es un método de pregunta- respuesta con el
interlocutor a través del cual se “da a luz” la verdad, que se halla realmente dentro de cada uno de
nosotros. La célebre frase de Sócrates “conócete a ti mismo” nos resume a la perfección la relación
entre la búsqueda de la verdad y la búsqueda en nuestro interior a través de la razón de la verdad de
las cosas, donde la importancia del llamado “diálogo socrático” será fundamental para el
esclarecimiento esta verdad de las cosas.

Es de destacar aquí la teoría de Sócrates del intelectualismo moral, que incide en la relación que hay
entre lo moral y el conocimiento de la verdad. Dirá que aquel que conoce el bien obrará bien, y el
ignorante obrará mal, es decir, que la maldad no sería sino una falta profunda de conocimiento.
- Los sofistas
Al mismo tiempo que Sócrates llevaba a cabo su filosofía, existió en la Grecia clásica una serie de
pensadores y retóricos que se dedicaban al cultivo de la palabra, la argumentación, la exposición y el
debate, tan necesarias en la agitada actividad política griega, y especialmente ateniense. A estas
personas se les llamó sofistas, y fueron muy influyentes en toda la política griega como educadores,
oradores y escritores. Tenemos como sofistas célebres a Protágoras y Gorgias.
Veamos tres características generales de los sofistas:

a) Escepticismo:
Creen que la verdad absoluta no puede ser conocida por nadie, y el conocimiento es solo una
herramienta más. De hecho, si la verdad pudiera ser conocida tampoco podría ser comunicada a los
demás.

b) Relativismo:
La verdad sobre los asuntos morales, políticos y de costumbres no existe, pues cada comunidad y
cultura considera verdadero aquello que otras rechazan. No hay ninguna cultura que sea
absolutamente buena.
c) Convencionalismo:
Las leyes y las costumbres no son cosas sagradas ni naturales, sino más bien “convenciones”, es decir,
cosas que han sido creadas por el propio ser humano, de las que nosotros somos responsables.

Los principios filosóficos de los sofistas fueron rechazados por la historia de la filosofía, pero en el
S.XIX y XX reaparecieron con fuerza y a día de hoy son aceptados de manera general entre los
filósofos. Quizás no supieron exponer y desarrollar con fuerza estas tres características, o
sencillamente aquellos tiempos no estaban preparados para las consecuencias de semejantes teorías.

- Enfrentamiento entre Sócrates y los sofistas


Los sofistas fueron rechazados por Sócrates y Platón, que estaban centrados en la búsqueda de la
verdad, algo que chocaba frontalmente contra el escepticismo, el relativismo y el convencionalismo
de aquellos. De manera resumida, podemos decir que ambos grupos de pensadores se encontraban en
las antípodas, es decir, que eran absolutamente contrarios.

Pero además de esto, ¿por qué los rechazaron y se enfrentaron a ellos tan fuertemente?
Pues sencillamente porque para Sócrates y Platón hacían una labor indigna, pues partiendo de que la
verdad no existía ni podía ser conocida, centraban el conocimiento en labores más mundanas. Por
ejemplo, en cómo ganar un debate, cómo hacer que tu argumento supere al del rival, y en defender
cualquier posicionamiento político por dinero, o a pura conveniencia de la situación. En el fondo,
estos los consideran mercaderes de la verdad, que la compraban y vendían según sus intereses.

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