Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción
El presente texto obedece a la clase de Teoría del Conocimiento que se imparte en el
Centro Salesiano de Estudios Superiores (CENSES). Su finalidad es servir de apoyo a los
alumnos, como síntesis del contenido de la materia que se imparte en la clase y complemento
a las actividades que se realizan en el desarrollo de la misma.
El escrito se divide en dos partes: la primera es más bien histórica, recogiendo las
principales ideas de algunos autores representativos de las distintas etapas de la filosofía, en lo
referente a la temática del conocimiento; en la segunda parte se aborda la temática del
conocimiento de una manera sistemática, con la intención de profundizar en los argumentos
más importantes de la materia en cuestión. Esta segunda parte es enfocada desde el realismo
de inspiración aristotélico-tomista, pero siempre en diálogo y confrontación con otras
corrientes como el empirismo, el fenomenismo kantiano, el idealismo, el relativismo
historicista, etc.
1
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
1. Contexto y antecedentes
En los primeros tiempos de la filosofía, la reflexión se centró en el arjé, es decir, en la
búsqueda del principio constitutivo del cosmos. La mirada de los filósofos presocráticos
estaba dirigida al exterior, al mundo como objeto; el sujeto no se había constituido todavía en
problema. Más aún, para los primeros pensadores el conocimiento se asumía como algo
natural, que no ofrecía ninguna dificultad.
2
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
“(Sócrates) –Por tanto, ocurre de este modo, Simias. Si todas estas cosas de que
siempre hablamos existen verdaderamente, lo bello, el bien, y todas las demás esencias del
mismo orden, si es cierto que nosotros les referimos todas las impresiones de los sentidos
como a su modelo primitivo y si es cierto que las comparamos a este modelo, entonces
necesariamente, igual que existen todas estas cosas, nuestra alma debe existir también, y debe
existir antes de nuestro nacimiento. Pero si estas cosas no existen, todo nuestro razonamiento
se derrumba. ¿No es así? ¿Y no es igualmente necesario que si estas cosas existen, nuestras
almas existan también antes de nuestro nacimiento, y que si no existen, nuestras almas
tampoco?
1
En griego, “esencia” se dice “eidos”, de donde procede el término español “idea”. Para Platón, la Idea no es
sólo un contenido mental; previamente a ello es una realidad metafísica, esencia de las cosas, con existencia
real. (Por eso se suele escribir con mayúscula)
2
Etimológicamente significa “más allá del cielo” (Hiper = más allá; uranós = cielo). Con este nombre hipotiza
Platón una realidad trascendente, que está fuera del mundo físico (no es, por tanto, un “lugar” físico).
3
La palabra significa “modelo” o “principio modelador” (arjé = principio; typos = modelo).
4
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
BIBLIOGRAFIA
PLATON, Fedón, Aguilar, Buenos Aires 19665, trad. de Luis Gil, pp. 163.
ABBAGNANO Nicola, Historia de la Filosofía, Tomo I, Ed. Hora, Barcelona 19944, pp. 74-
115.
ANTISERI-REALE, Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo I, Antigüedad y
Edad Media, Herder, Barcelona 1988, pp. 119-158.
HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la Filosofía, Tomo I, Ed. Herder, Barcelona 1997,
pp. 85-145.
VANNI ROVIGHI Sofia, Gnoseología, Morcelliana, Brescia 1979.
VERNEAUX Roger, Textos de los grandes filósofos. Edad Antigua, Herder, Barcelona 1982,
pp. 17-53.
7
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
1. Contexto y antecedentes
Un elemento que influye ciertamente en el rumbo de la filosofía aristotélica es la
inclinación del autor hacia las ciencias naturales. Aristóteles tenía un agudo genio
investigador. Su afán por conocer le llevó a clasificar plantas, animales, minerales, etc. Ese
interés por las ciencias de la naturaleza le lleva a confiar en el aporte de los sentidos y en la
valoración de la experiencia.
Otro aspecto a tener en cuenta es su afán por desarrollar el mundo de la ciencia y de la
filosofía. Naturalmente ese interés va acompañado de una actitud de confianza en la
capacidad del hombre para alcanzar verdades universales y absolutas, que son la pretensión de
toda ciencia. En ese aspecto Aristóteles secunda a su maestro Platón, en contra del relativismo
y el escepticismo de los Sofistas, a quienes también él combate decididamente.
De Platón hereda su amor por la filosofía, por una búsqueda incesante de la verdad. Él
le abre perspectivas importantes en el ámbito de la metafísica. Pero esa misma actitud de
búsqueda le llevará a distanciarse de su maestro y a tomar su propio rumbo. Dos cosas
principalmente le critica Aristóteles a su preceptor en lo referente al conocimiento: su
desvalorización de la experiencia y la duplicación de mundos: el mundo de las Ideas y el
mundo de las cosas materiales. Para Aristóteles esa duplicación es innecesaria, y es por eso
que él propone su propia teoría.
2. El conocimiento experiencial
Aristóteles parte de una afirmación que marca una diferencia radical con respecto a
Platón: “No hay nada en el entendimiento que no haya pasado antes por los sentidos”. Con
eso señala claramente la primacía de la experiencia como fuente del conocimiento y el valor
8
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
que hay que concederle a la facultad de la sensibilidad. En ese sentido, podría decirse que
Aristóteles es un buen empirista, aunque no llega al extremo de los empiristas modernos, ya
que él trata de equilibrar el conocimiento sensitivo con el conocimiento racional.
Acerca del conocimiento sensitivo, éste es posible gracias a la facultad de la
sensibilidad, dotada de los sentidos externos e internos. Ahora bien, Aristóteles es consciente
de las objeciones que ponen muchos, incluido su maestro Platón, acerca de las dificultades
que ofrece el conocimiento sensitivo. Es por ello que no acepta ingenuamente, sin más, el
conocimiento experiencial, sino que examina críticamente en qué condiciones se puede
aceptar como válido. Los objetos que caen bajo los sentidos pueden ser de dos tipos: a)
directamente sensibles o sensibles per se; y b) indirectamente sensibles o sensibles per
accidens. Los primeros se dividen, a su vez, en sensibles propios y sensibles comunes. Los
sensibles propios son aquellos que caen bajo el dominio específico de uno de los sentidos, y
son los que garantizan un conocimiento sensible válido. Tales son, por ejemplo, los colores
para la vista, los sonidos para el oído, los olores para el olfato, los sabores para el gusto. Los
sensibles comunes, en cambio, caen bajo el dominio de varios sentidos, como la extensión y el
movimiento, aquellos que pueden ser sentidos a la vez por el tacto, la vista, el oído, etc. Una
mesa, por ejemplo, puede ser percibida por la vista y el tacto; una naranja será percibida por el
olfato, el gusto, la vista, el tacto.
Según Aristóteles, los sentidos no se equivocan cuando perciben su objeto propio: “la
sensación de los sensibles propios es siempre verdadera”4. Esto siempre y cuando el órgano
esté sano, y el sujeto que percibe también. Puede equivocarse el sujeto cognoscente en el caso
de los sensibles comunes, si no hace un esfuerzo por distinguir de manera clara lo percibido
por cada sentido. En lo que se refiere a los sensibles per accidens, en cambio, no hay una
verdadera percepción, sino que se trata de una presunción del sujeto, por lo cual éste se
arriesga al error5. Tal es el caso, por ejemplo, cuando vemos a una persona a lo lejos y
decimos: “ahí viene mi amigo Fulano”; o cuando oímos un ruido de motor y afirmamos: “por
ahí está pasando un camión”. En esos casos hemos hecho decir a los sentidos lo que ellos no
nos han manifestado: no hemos “visto” al amigo, porque la vista simplemente nos revela
colores; ni estamos seguros del paso de un camión, pues solamente hemos oído un ruido. Los
juicios precipitados, basados solamente en los sensibles per accidens, sí pueden ser causa de
error, según Aristóteles. Pero es porque nos atrevemos a afirmar cosas que los sentidos no nos
están manifestando. Quien se equivoca no es el sentido, sino la inteligencia, que, por influjo
de la voluntad o de los sentimientos, hace dar a la mente un juicio en forma precipitada.
Además de los sentidos externos, el Estagirita admite la existencia de sentidos
internos: el sentido común, la fantasía, la memoria sensitiva, la estimativa. El primero es una
especie de “conciencia sensitiva”, que tiene la capacidad de asociar las sensaciones y, a la
vez, de distinguir en cada caso si se trata de una percepción olfativa, visiva, auditiva, etc. La
memoria sensitiva es la que guarda las imágenes de las sensaciones, a las cuales puede
recurrir en otras circunstancias, según la capacidad del sujeto; la fantasía o imaginación es la
facultad interna que nos permite asociar tales imágenes de las maneras más variadas y
4
Sobre el alma, l. III, c. 3; en ARISTÓTELES, Obras, Ed. Aguilar 1982, p. 181.
5
cfr. VANNI ROVIGHI Sofia, Gnoseología, Morcelliana, Brescia 1979, p. 26.
9
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
diversas, con toda creatividad; la estimativa es la facultad de discernir si una sensación es útil,
provechosa, agradable, indeseable o nociva.
Ahora bien, aunque Aristóteles reconoce validez a los sentidos, no absolutiza la
experiencia. Él es consciente de que se trata de una forma limitada de conocimiento. En
efecto, los sentidos nos ponen en contacto con cosas que son particulares, contingentes,
situadas en el “aquí” y “ahora”. De ahí que el conocimiento sensible es también concreto,
particular. Con la sola experiencia no se puede hacer todavía ciencia, ya que ésta se basa en
afirmaciones universales, absolutas, necesarias.
3. El conocimiento intelectivo
El conocimiento experiencial debe ser complementado con el conocimiento
intelectivo. En efecto, lo que los sentidos no pueden captar, universalidad y necesidad, lo
capta la inteligencia. Ambos conocimientos, sensitivo e intelectivo, son complementarios,
ambos necesarios. Los principios y conceptos universales, que escapan a los sentidos, son
captados por la inteligencia, de manera que esta facultad permite al hombre hacer ciencia.
Ahora bien, ¿de dónde surge la universalidad, si los objetos de la percepción son particulares
y concretos? Para Aristóteles, en cierto modo la mente “produce” el universal, a la manera
como la luz “produce” los colores: la inteligencia “ilumina” y pone al descubierto aquello que
en las cosas particulares y concretas hay de común, absoluto, inmutable. El universal no existe
“en sí”, no es subsistente, como pretendía Platón, sino que, como tal, existe sólo en la mente.
En la realidad existen sólo las cosas concretas y particulares. Eso no quiere decir, sin
embargo, que el concepto universal sea un puro nombre ni se niega que tenga un fundamento
ontológico. Para explicarlo, Aristóteles recurre a la teoría hilemórfica y a la doctrina de la
abstracción.
6
El término hilemorfismo viene precisamente de los términos griegos hyle, materia, y morphé, forma.
7
Se le llama “posible” o “potencial”, porque el entendimiento originariamente “es como una tablilla en la que
nada hay escrito en acto”, debe recibir los conocimientos; pero a la vez está en capacidad de “hacerse” en
cierto modo todas las cosas, al captar la “forma” de cada una de ellas. (Cfr. Sobre el alma, l. III, c. 4)
10
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
4. Síntesis
Experiencia: para Aristóteles, el conocimiento sensitivo es fuente y origen de todo
conocimiento y, en cuanto tal, es digno de crédito. Sin embargo, tiene sus límites,
puesto que se trata de un conocimiento concreto y particular, insuficiente para la
ciencia y la filosofía.
Conocimiento intelectivo: para alcanzar conocimientos universales y necesarios, es
preciso el trabajo del intelecto. Sólo que éste trabaja a partir de los contenidos que le
proporciona la experiencia.
Complementariedad: notamos en Aristóteles la búsqueda de un equilibrio armónico
entre conocimiento experiencial y conocimiento intelectivo. Ambos tienen su razón de
8
En cierta manera, es un proceso de “iluminación”, pero claramente distinto a como lo concebía Platón.
9
Sobre el alma, l. III, c. 8.
11
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
ser y también sus limitaciones, por lo que son ambos necesarios y complementarios. Si
se absolutiza la experiencia, no se podría hacer ciencia, puesto que se carecería de
universalidad; si se absolutiza la razón, se perdería el contacto con la realidad en que
nos movemos. Conservar los dos tipos de conocimiento es respetar la complejidad del
ser y reconocer que el hombre debe someterse a sus leyes. En ese sentido, Aristóteles
busca armonizar el empirismo con el racionalismo, sin quedarse en uno de los dos
extremos.
Abstracción: Aristóteles explica el origen del concepto universal por medio de la
teoría de la abstracción, como proceso psicológico que incluye las facultades de la
sensibilidad y del entendimiento. Este tiene dos funciones: activa y potencial
(entendimiento agente y entendimiento potencial), que se combinan para captar el
elemento de universalidad “encerrado” en las cosas concretas. La abstracción sería, así,
una operación que consiste en “separar” lo universal de lo particular y concreto.
Hilemorfismo: Aristóteles propone la teoría de la composición dual del ente físico,
recurriendo a dos principios metafísicos: materia prima, como elemento indeterminado
y determinable; y forma substancial, que sería el elemento determinante. Se trata de
una teoría metafísica en apoyo de su doctrina del conocimiento, para dar fundamento
ontológico a la doctrina de la abstracción.
Realismo moderado: el concepto se obtiene, así, a partir de las cosas concretas,
mediante la función de la “abstracción”, propia del entendimiento agente, que ilumina
la forma substancial, presente en la imagen sensible, para que el entendimiento
potencial la “lea” y la guarde en la memoria. En cuanto concepto, se trata de un
contenido mental, no es subsistente, como pensaba Platón. Pero tiene un fundamento
metafísico en la composición hilemórfica de los entes físicos.
Verdad: la verdad la entiende Aristóteles como la adecuación del entendimiento al
ente y se expresa a través de juicios. El juicio es verdadero en la medida en que sea
expresión de la realidad que pretende afirmar.
BIBLIOGRAFIA
12
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
1. Contexto y antecedentes
Hijo de padre pagano y de madre católica, el joven Agustín desarrolló sus brillantes
cualidades para las letras y la oratoria en importantes escuelas del Imperio romano, hasta que
se logró establecer en Milán como maestro. En su recorrido intelectual, se acercó a los
platónicos de la Academia, que habían caído por entonces en el probabilismo, posición
cercana al escepticismo. Posteriormente pasó por escuelas filosófico-teológicas, como el
gnosticismo, y tuvo contacto también con el pensamiento estoico. Su aguda capacidad para
descubrir el error le fue llevando a asumir actitudes críticas hacia las referidas corrientes,
hasta que, finalmente, habiendo comprendido el verdadero sentido de la Escritura, asumió la
fe cristiana. Desde ese momento se dedicó a profundizar en ella y a crear una síntesis entre el
pensamiento cristiano y la filosofía, entre fe y razón. Su condición de sacerdote, primero, y de
obispo después, le dieron la oportunidad de ejercer un iluminado magisterio como pastor y de
difundir su doctrina en Occidente.
10
cfr. VANNI ROVIGHI Sofia, Gnoseología, Morcelliana, Brescia 1979, pp. 42-43.
11
“Si fallor, sum”; con ello quiere indicar Agustín que hay verdades indudables, que nos aseguran la certeza. La
anterior es una de ellas. Tal verdad acaba con cualquier pretensión del escepticismo.
12
De vera religione, c. 39, n. 73.
13
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
3. Interiorismo agustiniano
Podemos decir que Agustín intenta hacer una síntesis del platonismo con la fe
cristiana. El obispo de Hipona coloca el mundo de las Ideas de Platón en el Verbo de Dios,
“en quien fueron creadas todas las cosas”. El Verbo, en efecto, fuente de la sabiduría, posee
los modelos o arquetipos de todas las cosas. En Él están las “verdades eternas”.
Para Agustín, contrariamente a Platón, las almas no preexisten en el hiper-uranio,
puesto que son creadas por Dios “de la nada”, pero es en su interior que descubrimos la
verdad, ya que el ser humano, en cuanto espiritual, es hecho “a imagen y semejanza” de Dios.
Por tanto, así como en el Verbo están los arquetipos de todas las cosas, así también en el
interior del alma están reflejadas las verdades eternas. Como cristiano, Agustín admite la
unidad de alma y cuerpo; pero como filósofo recae en el platonismo, afirmando la
superioridad del alma y expresando cierto menosprecio del cuerpo y del conocimiento por
medio de los sentidos. El alma domina sobre el cuerpo, está presente a todo él y lo vivifica.
Pero el cuerpo no influye sobre ella, pues lo inferior no puede determinar a lo superior. Esto
tiene repercusiones importantes en la manera como Agustín concibe la experiencia.
He aquí, pues, que tengo en mí prestos un cuerpo y un alma; el uno interior, el otro exterior.
¿Por cuál de éstos es por donde yo debí buscar a mi Dios, a quien ya había buscado por los
cuerpos desde la tierra al cielo, hasta donde pude enviar los mensajeros rayos de mis ojos?
Mejor, sin duda, es el elemento interior, porque a él es a quien comunican sus noticias todos
los mensajeros corporales, como a presidente y juez, de las respuestas del cielo, de la tierra y
de todas las cosas que en ellos se encierran, cuando dicen: «No somos Dios» y «El nos ha
hecho». El hombre interior es quien conoce estas cosas por ministerio del exterior: yo interior
conozco estas cosas, yo, Yo-Alma, por medio del sentido de mi cuerpo13.
4. El conocimiento sensitivo
Al alma le son presentes todas las modificaciones del cuerpo; también los objetos que
caen bajo el dominio de los sentidos. Pero la acción decisiva en el conocimiento sensible no
está en los sentidos, sino en el alma, que utiliza los órganos de los sentidos como instrumentos
suyos. Para Agustín, “el sentir no es propio del cuerpo, sino del alma”.
Se puede resumir el conocimiento sensitivo como un proceso en tres fases:
1. El cuerpo recibe pasivamente las impresiones de las cosas del mundo exterior.
2. El alma, a la que todo lo orgánico le es presente, reacciona a las alteraciones o
afecciones del cuerpo, formando una imagen correspondiente a dichas afecciones: es
su forma de velar por el cuerpo y de mantenerlo ante las influencias del mundo
exterior.
3. Una vez producida la sensación y su imagen correspondiente, el alma prosigue el
proceso: unificación de las sensaciones por el sentido común; guarda las imágenes en
la memoria; quedan a disposición de la imaginación o fantasía.14
13
Confesiones, l. X, c. VI, 8.
14
cfr. FRAILE Guillermo, Historia de la filosofía, tomo II, BAC, Madrid 19864, p. 220.
14
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
Las sensaciones pueden ser internas, aquellas que reflejan el estado y las necesidades
de nuestro cuerpo (emociones, sentimientos, estados interiores…) y externas, las que se
refieren a los objetos que nos rodean. Tienen la característica de ser inestables, cambiantes, se
suceden unas a otras, apareciendo y desapareciendo, sin que se puedan aferrar. Los objetos del
mundo sensible están presentes a nuestro espíritu, pero en cuanto contingentes y mudables,
son mezcla de ser y no-ser. Es por ello que no pueden ser la fuente del verdadero
conocimiento, ya que conocer es aferrar un objeto que no cambia. La verdad no puede basarse
en hechos, que son cambiantes y pasajeros, sino en las esencias.
Por tanto, lo adquirido por los sentidos no puede alcanzar verdadera certeza ni se
puede llamar conocimiento en sentido pleno, ya que el conocimiento sensible se refiere a
objetos cambiantes, mientras que la verdad se fundamenta en lo eterno e inmutable. La
sensibilidad nos sirve para fines prácticos, para relacionarnos con las cosas del mundo y hacer
uso adecuado de ellas, pero no para alcanzar la verdad propiamente dicha15.
La sensación es el nivel más bajo de conocimiento, que el hombre tiene en común con
los animales. El nivel más alto, por el contrario, es la contemplación, que es el conocimiento
de las esencias o ideas eternas, sin el concurso de los sentidos. Pero este nivel es muy limitado
en el ser humano. Entre ambos hay un nivel intermedio, que es el conocimiento racional,
donde la mente juzga acerca de los objetos corpóreos en relación con los modelos eternos e
incorpóreos. Tales modelos están en el alma de forma innata.
¿Por dónde, pues, y por qué parte han entrado en mi memoria? No lo sé. Porque cuando las
aprendí, ni fue dando crédito a otros, sino que las reconocí en mi alma y las aprobé por
verdaderas y se las encomendé a ésta, como en depósito, para sacarlas cuando quisiera. Allí
estaban, pues, y aun antes de que yo las aprendiese; pero no en la memoria. ¿En dónde, pues, o
15
Cf. COPLESTON Frederick, Historia de la Filosofía, vol. II, Ariel, Barcelona 19892, p. 65.
15
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
por qué, al ser nombradas, las reconocí y dije: «Así es», «Es verdad», sino porque ya estaban
en mi memoria, aunque tan retiradas y sepultadas como si estuvieran en cuevas muy ocultas, y
tanto que, si alguno no las suscitara para que saliese, tal vez no las hubiera podido pensar?”16
Cuando uno juzga que un paisaje es bello, lo que está haciendo es comparar lo
percibido con la idea o modelo de la belleza que está en nosotros. ¿Cómo sé que una cosa es
cuadrada, circular o triangular? Porque en la naturaleza no encontramos el círculo o el
cuadrado o el triángulo como tales. Lo que hace la mente, para determinar que una cosa es
cuadrada, circular o triangular, es comparar los objetos percibidos con el arquetipo o modelo
de esas figuras geométricas, que está en nuestro interior. Las cosas circulares degeneran, se
corrompen, son contingentes; pero la circularidad en sí permanece inmutable, trasciende los
objetos concretos y particulares. La idea de círculo, su esencia, no cambia, es eterna. Eso
quiere decir, para Agustín, que tal idea no proviene de la naturaleza, de la experiencia, sino
que es innata. Está en nosotros por obra del Creador.
El intelecto juzga todas las cosas que se le presentan, pero a la vez él es juzgado, ya
que él saca los primeros principios de sí mismo, pero no es el creador de los mismos. De
hecho, a veces nuestra mente tiene que reconocer que se había equivocado, que había juzgado
mal, y nos corregimos del error. Quiere decir que la mente no es el árbitro supremo, sino que
se remite a criterios que están por encima de ella. En cuanto juez, la mente juzga según las
verdades eternas, pero no las verdades eternas. Éstas le son dadas. Pero si no vienen del
mundo sensible, que es cambiante, ni son creadas por el mismo intelecto, hay que admitir que
proceden de la Verdad subsistente, que es Dios. No basta la experiencia sensible ni la
actividad de la razón, sino que para llegar a la verdad es necesario el “maestro interior”: Dios
mismo, que actúa en el interior del hombre como la luz que ilumina y permite ver todas las
cosas. En efecto, así como los objetos no son visibles si no existe la luz, así también los
conceptos universales y los primeros principios no se hacen visibles a la mente sino a través
de un “sol”, Dios, que es la Verdad y fuente de toda verdad. Y a Dios lo descubre el hombre
en su interior; como dice el mismo Agustín, Él es “más interior que mi propia intimidad”.
Ahora bien, esto no quiere decir que Dios le es inmediatamente evidente al ser humano. Así
como el hombre ve las cosas gracias a la luz, pero no ve la luz misma, así también es capaz de
captar las esencias y las verdades eternas a la luz de Dios, pero no a Dios mismo. Para llegar a
descubrir a Dios es necesario recorrer un camino.
6. Itinerario a Dios
Agustín es ante todo un hombre de fe, un creyente que se esfuerza en buscar a Dios,
fuente de la Verdad y del Bien. Si se interesa en el mundo sensible, es para descubrir en él un
camino para ascender hacia su Creador. Las cosas, entonces, se convierten es signos del
poder, la sabiduría, la bondad de Dios. Hay un camino ascensional del mundo a Dios.
La correspondencia entre nuestras ideas interiores (imágenes, conceptos) y las cosas
externas es posible justamente porque también en las cosas sensibles, en cuanto creadas, está
la huella del Creador. Ellas obedecen a los “arquetipos” presentes en la mente del Verbo.
Éste, como se dijo, contiene eternamente las “ideas ejemplares” o esencias de todas las cosas
16
Confesiones, L. X, c. X, 17.
16
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
existentes y posibles, sus leyes, medidas y números. Hay así una correspondencia entre el
Creador, el mundo creado y la mente humana, hecha “a su imagen y semejanza”. Es lo que se
ha llamado el ejemplarismo agustiniano.
“Y fui buscando gradualmente de los cuerpos al alma, que siente por el cuerpo; y de aquí al
sentido íntimo, al que comunican o anuncian los sentidos del cuerpo las cosas exteriores, y
hasta el cual pueden llegar las bestias. De aquí pasé nuevamente a la potencia raciocinante, a
la que pertenece juzgar de los datos de los sentidos corporales, la cual, a su vez, juzgándose a
sí misma mudable, se remontó a la misma inteligencia, y apartó el pensamiento de la
costumbre, y se sustrajo a la multitud de fantasmas contradictorios para ver de qué luz estaba
inundada, cuando sin ninguna duda clamaba que lo inconmutable debería ser preferido a lo
mudable; y de dónde conocía yo lo inconmutable, ya que si no lo conociera de algún modo, de
ninguno lo antepondría a lo mudable con tanta certeza. Y, finalmente, llegué a «lo que es» en
un golpe de vista trepidante”17.
7. Síntesis
Hay en Agustín una aguda intuición que acaba con las pretensiones del escepticismo,
al poner de relieve que, aun en el caso de caer en el error, siempre es posible la verdad
absoluta: “si me equivoco, existo”. La negación de la verdad es contradictoria: estaría
afirmando como verdad que “la verdad no es posible”.
Se puede calificar la teoría del conocimiento de Agustín como racionalista, en cuanto
que da la primacía en el conocimiento a la razón sobre los sentidos. Para él, de manera
semejante a Platón, la experiencia sólo nos pone en contacto con lo cambiante,
mudable, pasajero, mientras que la verdad, con sus características de absoluta,
universal, inmutable, es propia de la razón.
Para Agustín, la verdad no nos viene de fuera, sino de dentro, del interior del hombre,
ya que las cosas externas se caracterizan por la mutabilidad y la multiplicidad. Hay en
nuestro interior unos criterios por los cuales juzgamos todas las cosas, ya que el alma
ha sido creada “a imagen y semejanza del Verbo”, fuente de toda verdad.
Se descubre en Agustín una forma de innatismo, pues los conceptos universales, las
ideas eternas e inmutables, así como los primeros principios de las ciencias, no son
fruto del conocimiento sensible, sino que están presentes en el alma. De ahí las va
recabando el ser humano, sacándolas de su memoria, en una constante reminiscencia.
17
Confesiones, L. VII, c. XVII, 23.
18
Ibid., L. X, c. XXIII, 35.
17
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
BIBLIOGRAFIA
AGUSTIN, Confesiones, Ed. Apostolado Mariano, Sevilla 19647, pp. 416, trad. de Valentín
Sánchez Ruiz, SJ.
ANTISERI-REALE, Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo I, Antigüedad y
Edad Media, Herder, Barcelona 1988, pp. 374-400.
COPLESTON Frederick, Historia de la Filosofía, vol. II, De Agustín a Escoto, Ariel,
Barcelona 19892, pp. 50-95.
FERNANDEZ Clemente, Los filósofos medievales. Selección de textos. T. I., BAC, Madrid
1979.
FRAILE Guillermo, Historia de la filosofía, tomo II, BAC, Madrid 19864.
GILSON Etienne, La filosofía en la Edad Media. Desde los orígenes patrísticos hasta el fin
del s. XIV, Gredos, Madrid 19762.
HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la Filosofía, Tomo I, Ed. Herder, Barcelona 1997,
pp. 291-313.
VANNI ROVIGHI Sofia, Gnoseología, Morcelliana, Brescia 1979.
18
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
1. Contexto y antecedentes
1.1 La Escolástica
Tomás desarrolla su pensamiento dentro del ámbito de la llamada “Escolástica”.
Como es sabido, la Escolástica fue un movimiento cultural que tuvo lugar en el Medioevo.
Debe su nombre al hecho de que se desarrolló en torno a las “escuelas”19. Su cometido era la
preparación de los estudiantes en las llamadas “artes liberales”, trivium (gramática, retórica y
lógica o dialéctica) y quadrivium (matemáticas, geometría, astronomía, música), como base
para los estudios posteriores de especialización: filosofía, teología, derecho, medicina.
Además de esos contenidos, la Escolástica desarrolló un método, basado en la confrontación y
discusión de diversas opiniones y problemas, para llegar en cada caso a una conclusión, que el
autor defendía como su propia tesis. Eso dio lugar al género académico de las “sumas”,
auténticos tratados enciclopédicos de filosofía, teología, derecho, etc. Las “sumas” suponían
una gran cantidad de información y exigían de su autor una erudición fuera de lo común;
representaban una verdadera “cosmovisión”. Como bien sabemos, Tomás elaboró dos obras
monumentales, entre otros muchos escritos: la Suma contra los gentiles y la Suma Teológica.
Aunque Tomás no dedicó al tema del conocimiento un tratamiento sistemático, sin embargo,
no dejó de abordar aspectos importantes en ambas Sumas y en otros escritos, como el De
veritate.
19
Si bien en la antigüedad existían las instituciones escolásticas, en la época medieval adquirieron nuevas formas
y una difusión no vista antes. Tres tipos de escuela se desarrollan en la Edad Media: palatinas, llamadas así
porque se establecían en los palacios, al servicio de la gente de la corte; catedralicias, patrocinadas por el
obispo, para la preparación del clero; monásticas, las que funcionaban en los monasterios, al servicio de los
monjes. En muchos casos estas escuelas se abrían también a los laicos. Del desarrollo de la institución
escolástica medieval surgirían luego las primeras universidades europeas.
19
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
20
Boecio (ca. 475-525 d.C.) es llamado “el último de los romanos y el primero de los escolásticos”, justamente
porque está en los límites del final del Imperio y del inicio del medioevo, pero también porque plantea el tema
de los universales, que será una temática importante en toda la Escolástica.
21
Porfirio (ca.232-304 d.C.) había sido discípulo de Plotino y compilador de las Enéadas, su obra cumbre.
20
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
22
Enseñó en París, perteneció a la llamada Escuela de San Víctor.
23
cfr. ABBAGNANO Nicola, Historia de la filosofía, tomo I, Ed. Hora, Barcelona 1982, p. 350; GILSON
Etienne, La filosofía en la Edad Media... p. 269.
24
Averroes vivió en Córdoba, España, y su pensamiento tuvo un gran influjo en Occidente gracias a la difusión
de sus escritos, tanto que dio lugar a la corriente llamada “averroísmo”. Éste no fue visto con buenos ojos de
parte de algunos eclesiásticos, a causa de algunas opiniones de Averroes no compatibles con la fe cristiana.
21
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
El contacto de los sentidos con las cosas produce la sensación. Ésta es una
modificación que implica a todo el hombre, no solamente al cuerpo, como pensaba Agustín.
Según se dijo anteriormente, Tomás considera que el hombre es una unidad, de manera que no
podemos separar en el conocimiento algo que toca “sólo al cuerpo” y no al alma, o viceversa.
Según Tomás, siguiendo a Aristóteles, la facultad de la sensibilidad cuenta con cinco
sentidos externos y cuatro internos. Los sentidos externos son los ya conocidos: vista, oído,
olfato, gusto, tacto. Cada uno de ellos tiene un objeto o “sensible propio”, es decir, aquellos
objetos que “alteran el sentido de forma directa y natural”26: colores, sonidos, olores, sabores,
texturas respectivamente. Tomás está de acuerdo con la posición aristotélica de que el sentido
es una potencia que se actualiza al entrar en contacto con su objeto propio, en lo cual resulta
infalible, si el órgano correspondiente está sano y en condiciones normales. Además de los
sensibles propios, la sensibilidad capta los sensibles comunes, llamados así porque resultan de
los anteriores en relación con la cantidad y pueden ser percibidos por varios sentidos: el
número, la figura, la dimensión, el movimiento, el reposo. Los sensibles comunes no mueven
los sentidos de forma directa y natural, como los sensibles propios, sino en forma derivada.
25
TOMAS DE AQUINO, Suma contra gentiles, IV, 11; citado en CANALS VIDAL F., Textos de los grandes
filósofos. Edad Media, Herder, Barcelona 1985, p. 137.
26
STh, I, q.78, a.3.
22
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
Tomás enumera cuatro sentidos internos: el sentido común, que es “como la raíz y
principio de los sentidos externos”, es el que discierne o examina cada alteración para
distinguirla, o el que asocia para identificar las cosas o imágenes percibidas; la imaginación o
fantasía, capacidad de representar percepciones y conservarlas; la estimativa, que permite
distinguir lo que es útil, placentero, provechoso, de lo que es nocivo, desagradable,
inconveniente; la memoria sensitiva, que es como un depósito de las imágenes, disponibles
para ser evocadas o recordadas27.
Fruto de la sensación es el phantasma o imagen que se forma en la mente, como
resultado del contacto de los sentidos con las cosas. De ahí que hay imágenes visuales,
auditivas, olfativas, gustativas y táctiles. Por lo cual podemos recordar colores, olores,
sabores, etc. La imagen representa, pues, al objeto percibido por los sentidos. Como dice el
mismo Tomás: “lo sensible imprime exteriormente su forma en los sentidos externos, pasa de
ellos a la imaginación y después al tesoro de la memoria”28.
El phantasma es siempre una imagen concreta, particular, determinada29. De manera
que el conocimiento sensitivo, aun siendo el origen de todo tipo de conocimiento ulterior, es
insuficiente y limitado, puesto que se le escapa lo universal, necesario y absoluto que
distingue a la ciencia.
27
STh, I, q.78, a.4.
28
TOMAS DE AQUINO, Suma contra los gentiles, IV, 11, t. II, BAC, Madrid; citado en CANALS VIDAL F.,
Textos de los grandes filósofos. Edad Media, p. 137.
29
Es lo que se llama en latín species sensibilis.
30
Se habla de “entendimiento o intelecto agente” (intellectus agens) y “entendimiento o intelecto pasivo o
posible” (intellectus possibilis).
31
STh I, q. 79, a. 3.
23
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
como partícipes de una esencia o quidditas. El entendimiento agente, según afirma Tomás,
“ilumina” el phantasma y descubre así en él lo que hay de universal, despojando tal imagen
de todo lo material, concreto y particular. Abstraído o “concebido” así el universal, el
entendimiento posible “lee” o capta dicha forma y entiende lo que de inteligible hay en el ente
concreto y particular32. Como resultado, se obtiene la species intelligibilis, que es justamente
el concepto universal33. Tal es el proceso de abstracción. De la imagen concreta de un hombre
determinado, por ejemplo, el intelecto es capaz de “abstraer” o separar lo particular y
contingente, para quedarse solamente con lo universal y común, la quidditas, el concepto de
“hombre”, que se refiere a cualquier ser humano, sin considerar raza, color, tamaño, edad,
género, época histórica, o cualquier otra circunstancia.
El concepto universal es entonces inmaterial, universal, abstracto, inmutable, absoluto.
Ahora bien, Tomás reconoce que, en cuanto tal, el universal sólo existe en la mente, no en la
realidad, pues en la realidad sólo existen cosas particulares, individuales, concretas. Sin
embargo, el concepto tiene un enlace con las cosas reales y existentes, pues de ellas fue
abstraído, gracias al entendimiento agente. Tomás se sitúa así en la posición del realismo
moderado. Por otra parte, señala también el Aquinate que el concepto abstracto no es el objeto
del acto de conocimiento, sino sólo su medio; de otra manera, nuestro conocimiento sería de
ideas y no de cosas. En este sentido aclara Tomás que el concepto es id quo intelligitur y no
id quod intelligitur34. En otras palabras, lo que se conoce son las cosas reales y existentes; el
concepto es sólo un medio para conocerlas y un modo de conocerlas. Sólo secundariamente,
por reflexión, puede ser el concepto objeto del conocimiento35.
Es claro también Tomás en afirmar que el entendimiento debe aceptar su limitación,
en cuanto que se le escapa lo individual, para concentrarse en lo universal. De ahí la
necesidad de aceptar la experiencia, forma de conocimiento complementaria al intelecto.
“Nuestro entendimiento no puede conocer primaria y directamente lo singular de las cosas
materiales. El porqué de esto radica en que el principio de singularización en las cosas
materiales es la materia individual, y nuestro entendimiento, tal como dijimos (q.85 a.1),
conoce abstrayendo la especie inteligible de la materia individual. Lo abstraído de la materia
individual es universal. Por eso, nuestro entendimiento directamente no conoce más que lo
universal.
Indirectamente, y como por cierta reflexión, puede conocer lo singular, porque, como se dijo
(q.84 a.7), incluso después de haber abstraído las especies inteligibles, no puede entender en
acto por ellas a no ser volviendo a las representaciones imaginarias en las que entiende las
especies inteligibles, como se dice en III De Anima. Así, pues, directamente conoce por las
32
Nótese el lenguaje que utiliza Tomás: en cierta manera se conserva la idea de la “iluminación”, de corte
platónico y agustiniano, pero le da otro sentido; también aparece la idea de “concebir” (de donde viene la
palabra “concepto” = concebido), como acción del entendimiento agente.
33
Species intelligibilis es la “forma” o imagen inteligible, que, captada por el entendimiento posible, se convierte
en la species impressa, el concepto universal, propia del conocimiento intelectivo. Esta es correlativa a la
species sensibilis, la forma o imagen sensitiva (el “phantasma”), propia del conocimiento sensitivo, que es
particular y concreta.
34
“Id quo intelligitur” = aquello con lo cual o por medio de lo cual se conoce; “Id quod intelligitur” = aquello
que se conoce, el objeto captado por el entendimiento.
35
cfr. COPLESTON Frederick, Historia de la Filosofía, t. II, Ariel, Barcelona 1991, p. 379.
24
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
3. Síntesis
Tomás de Aquino es decididamente partidario de Aristóteles, en cuanto a admitir la
experiencia como fuente primera del conocimiento. Él hace suyo el principio: “No hay
nada en el entendimiento que no haya pasado por los sentidos”. Contra el platonismo
y el agustinismo, rechaza la doctrina de las ideas innatas.
Siguiendo el aristotelismo, adopta la doctrina del hilemorfismo y de la abstracción para
explicar y dar fundamento a los conceptos universales: éstos tienen su base en la
“forma substancial” que constituye los entes concretos y representa su aspecto de
inteligibilidad, en contraposición a la materia prima, que es el elemento incognoscible,
por ser pura potencia. El entendimiento agente tiene la propiedad de “des-materializar”
la “forma”, es decir, abstraerla de lo material, captando su universalidad.
En cuanto a los universales, Tomás es partidario del “realismo moderado”: por una
parte, se distancia del “realismo exagerado”, al reconocer que los universales no tienen
realidad en sí, no son entes substantivos, sino que su modo de ser es mental, pues en la
realidad sólo existen cosas individuales; pero también se distancia del nominalismo, ya
que defiende que los universales tienen un valor ontológico, pues no son sólo nombres,
ni se fundan únicamente en la semejanza de las imágenes percibidas, sino en la “forma
36
STh, I, q.86, a.1.
25
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
BIBLIOGRAFIA
TOMAS DE AQUINO, Suma Teológica. Parte I, qq. 79-86, en:
http://hjg.com.ar/sumat/a/c79html (consulta el 5 de febrero de 2012).
ABBAGNANO Nicola, Historia de la filosofía, tomo I, Ed. Hora, Barcelona 1982.
ANTISERI-REALE, Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo I, Antigüedad y
Edad Media, Herder, Barcelona 1988, pp. 479-497.
COPLESTON Frederick, Historia de la Filosofía, vol. II, De Agustín a Escoto, Ariel,
Barcelona 19892, pp. 298-419.
FERNANDEZ Clemente, Los filósofos medievales. Selección de textos. T. I., BAC, Madrid
1979.
FORMENT Eudaldo, La filosofía de Santo Tomás de Aquino, Edicep, Valencia 2003, pp. 364.
GILSON Etienne, La filosofía en la Edad Media. Desde los orígenes patrísticos hasta el fin
del s. XIV, Gredos, Madrid 19762.
GRABMANN Martin, Santo Tomás de Aquino, Labor, Barcelona 1930, pp. 178.
HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la Filosofía, Tomo I, Ed. Herder, Barcelona 1997,
pp. 376-419.
VANNI ROVIGHI Sofia, Gnoseología, Morcelliana, Brescia 1979.
26
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
1. Contexto y antecedentes
escritores como Marsilio Ficino, Pico Della Mirandola, Giordano Bruno, Erasmo de
Rotterdam, Tomás Moro, Maquiavelo. En el campo religioso, la exaltación del hombre llevó a
una expresión de autonomía y de rechazo de la autoridad eclesial, para afirmar la suficiencia
de la sola fides para la salvación y la libre interpretación de la Sagrada Escritura, tal como se
dio en el movimiento de Reforma protestante, liderado por Lutero, Calvino, Melanchton,
Zwinglio, Enrique VIII en diversos lugares de Europa.
37
Okcham defiende que el ser humano debe atenerse a los hechos, a lo que le es dado por la experiencia. Por eso
rechaza el valor ontológico de los universales: géneros y especies son sólo nombres, pues en la realidad sólo
existen los individuos. Uno de sus principios es: “no debemos multiplicar los entes sin necesidad”. Es lo que se
ha llamado “la navaja de Ockham”: rechazo de teorías metafísicas como el hilemorfismo, así como de la
doctrina de la abstracción como captación de supuestas esencias en las cosas.
38
Destacó en Inglaterra como jurista, filósofo y político, llegó a ocupar altos cargos en el Parlamento e incluso el
cargo de Canciller de la Corona inglesa. Es famoso por sus obras filosóficas como La nueva Atlántida, Novum
Organum. En ésta última propone liberarse de los prejuicios que impiden un correcto acercamiento a la
realidad: idola tribus (ídolos de la tribu), los prejuicios del grupo humano al que se pertenece; idola specus
(ídolos de la cueva), los prejucios derivados de encerrarse uno en su propio mundo, idola fori (ídolos de la
plaza), dejarse llevar por lo que piensa “todo el mundo”; idola theatri (ídolos del teatro), lo que han dicho los
personajes famosos y que se recibe acríticamente, por argumento de autoridad.
39
Galileo perfeccionó el telescopio, lo que le sirvió para mejorar la observación del universo; se convirtió en el
gran propagador de la teoría heliocéntrica, siguiendo a Copérnico, aunque ello le ocasionó graves dificultades
con la jerarquía eclesiástica, por polemizar con los teólogos acerca de la intepretación de la Escritura.
28
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
para la observación del espacio sideral, etc. Todo este cúmulo de nuevas ideas, nueva
metodología de investigación, exploraciones de otros continentes, inventos con aplicación a la
técnica y al mejoramiento de las condiciones de vida de la sociedad, hacía cambiar la imagen
del mundo y la concepción que el hombre tenía de sí mismo.
aprendidas del pasado, de sus maestros o de los libros, pues ninguna le ofrece una seguridad
absoluta. En cuanto a las verdades de fe, afirma que no las va a considerar, aunque las respeta,
pues pertenecen a otro ámbito, no al de la razón.
¿Qué le queda entonces, como resultado de dichas prevenciones? Nada más que su
“yo” y una mente que duda de todo. Su zozobra alcanzó tal punto de angustia que llegó
incluso a pensar en la posibilidad de que un “genio maligno” le hiciera creer, engañándole,
que estaba en la verdad. Este momento fue para él de verdadera crisis espiritual, tanto que
hizo un voto de peregrinar al santuario de la Virgen de Loreto, si le ayudaba a salir del grave
problema. Finalmente tuvo una intuición que se le reveló como una verdad absoluta e
indubitable, el famoso cogito: “pienso, luego existo”. Así lo expresa el mismo autor:
Pero, en el punto mismo, me di cuenta de que mientras quería pensar que todo era falso, era
preciso necesariamente que yo que lo pensaba fuese alguna cosa; y notando que esta verdad:
Pienso, luego existo, era tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los
escépticos no eran capaces de quebrantarla, juzgaba que podía recibirla sin escrúpulo como el
primer principio de la filosofía que buscaba40.
40
DESCARTES René, Discurso del método, Ed. Planeta, Barcelona 1894, p. 27. Trad. de Eugenio Frutos.
41
DESCARTES René, Meditaciones metafísicas, Aguilar, Madrid, p. 56.
30
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
sería necesario someterla al análisis, es decir, descomponerla en sus elementos más simples,
hasta lograr la necesaria claridad y distinción. Y luego habría que recomponer lo analizado en
una síntesis, a la vez que comprobar la legitimidad de todos los pasos, tal como explicó
anteriormente al describir su método. Sólo así se podrá estar seguro de avanzar en el arduo
camino de la verdad.
Pero lo que más contento me daba en este método era que, con él, tenía la seguridad de
emplear mi razón en todo, si no perfectamente, por lo menos lo mejor que fuera en mi poder. Sin
contar con que, aplicándolo, sentía que mi espíritu se iba acostumbrando poco a poco a concebir
los objetos con mayor claridad y distinción y que, no habiéndolo sujetado a ninguna materia
particular, me prometía aplicarlo con igual fruto a las dificultades de las otras ciencias, como lo
había hecho a las del álgebra. (Discurso del método)
Hay que hacer notar que, mientras Descartes desconfía de los sentidos, pone en
cambio una confianza ilimitada en la razón: si es usada correctamente, de acuerdo al método
establecido, ésta es infalible y omnipotente, según el filósofo francés. Para él, la razón es la
capacidad de juzgar rectamente, distinguiendo la verdad de la falsedad. La verdad no depende
de ninguna experiencia externa al sujeto, sino del análisis de su propio mundo interior. Las
mismas ideas referentes al mundo exterior se pasan por la criba del criterio de evidencia.
42
Ibid., p. 75.
31
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
El filósofo se pregunta de dónde le puede provenir a su mente tal idea, puesto que lo
más perfecto no puede provenir de lo menos, y concluye que tiene que venir de un ser
perfecto, pues de sí mismo, ser finito e imperfecto, no puede haber surgido, ni tampoco de la
nada. Si hubiera sido él su propio creador, se habría creado perfecto, conforme a esa misma
idea de un ser perfecto. Siendo que él es limitado e imperfecto, tal idea le tiene que haber
venido de fuera, de un ser que dé razón de la perfección encerrada en dicha idea. La idea de
perfección lo lleva, pues, a admitir la existencia de Dios, ser perfecto y creador. Hay en
Descartes un razonamiento que recuerda muy de cerca el célebre argumento ontológico de
San Anselmo, que incluye, en el caso de la idea de Dios como ser perfecto, el paso del pensar
al existir.
Reconocida la existencia del “yo” y de Dios, Descartes aborda el problema del mundo
físico: ¿cómo podemos estar ciertos de la existencia del mundo material, si todo puede ser un
sueño, una ilusión de nuestros sentidos? Aquí acude el filósofo a Dios como “puente”: si Dios
es su creador, eso le lleva a la certeza metafísica de la existencia del mundo material, de la
sustancia extensa. En efecto, Dios, como ser perfecto, no nos puede engañar, luego el mundo
material, cuyos indicios se encuentran en las ideas adventicias, no puede ser una pura ilusión,
puesto que entonces el Creador nos mantendría en el engaño, y eso es indigno de su
naturaleza perfecta, sería una contradictorio con la idea que yo tengo de él. Dios resulta así,
para Descartes, el puente que une la res cogitans con la res extensa. Lo que no me pueden
garantizar los sentidos, puesto que no me puedo fiar de ellos, me lo garantiza la certeza de la
existencia de un Dios creador. En su obra fundamental, Descartes lo expresa así:
En fin, si aun hay hombres a quienes las razones que he presentado no han convencido
bastante de la existencia de Dios y del alma, quiero que sepan que todas las demás cosas que acaso
crean más seguras, como son que tienen un cuerpo, que hay astros, y una tierra, y otras semejantes,
son, sin embargo, menos ciertas; pues, si bien tenemos una seguridad moral de esas cosas, tan
grande que parece que, a menos de ser un extravagante, no puede nadie ponerlas en duda, sin
embargo, cuando se trata de una certidumbre metafísica, no se puede negar, a no ser perdiendo la
razón, que no sea bastante motivo, para no estar totalmente seguro, el haber notado que podemos
de la misma manera imaginar en sueños que tenemos otro cuerpo y que vemos otros astros y otra
tierra, sin que ello sea así. Pues ¿cómo sabremos que los pensamientos que se nos ocurren durante
el sueño son falsos, y que no lo son los que tenemos despiertos, si muchas veces sucede que
aquéllos no son menos vivos y expresos que éstos? Y por mucho que estudien los mejores
ingenios, no creo que puedan dar ninguna razón bastante a levantar esa duda, como no
presupongan la existencia de Dios. (Discurso del método)
7. Síntesis
Subjetivismo. Descartes centra la filosofía en el sujeto cognoscente. En efecto, la
verdad no se mide en la confrontación de las ideas con las cosas, sino con otras ideas
(aquellas que aparecen como claras y distintas). A partir de Descartes, tanto los
empiristas como los racionalistas asumirán que el conocimiento es algo interior al
sujeto, perdiendo lo que los medievales llamaban la intencionalidad, es decir, la
referencia de la conciencia a las cosas, al ser. La verdad no es tanto una confrontación
con la realidad, sino más bien un asunto de la mente consigo misma. En Descartes, “las
32
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
43
VANNI ROVIGHI Sofia, Gnoseología… p. 110.
44
cfr. HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la filosofía, tomo II, Herder, Barcelona 1994, p. 37.
45
VANNI ROVIGHI Sofia, Gnoseología… p. 109.
33
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
BIBLIOGRAFIA
DESCARTES René, Discurso del método, Ed. Planeta, Barcelona 1894, trad. de Eugenio
Frutos.
IDEM, Meditaciones metafísicas, Aguilar, Madrid 1970.
ANTISERI-REALE, Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo I, Antigüedad y
Edad Media, Herder, Barcelona 1988, pp. 374-400.
COPLESTON Frederick, Historia de la Filosofía, vol. II, De Agustín a Escoto, Ariel,
Barcelona 19892, pp. 50-95.
HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la Filosofía, Tomo II, Ed. Herder, Barcelona 1994,
pp. 31-52.
VANNI ROVIGHI Sofia, Gnoseología, Morcelliana, Brescia 1979.
34
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
46
LOCKE, Ensayo sobre el entendimiento humano, L. I, cap. I, 375 § 1
35
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
entendimiento extender su vista, hasta qué grado puede alcanzar la certeza, y en qué casos
puede él juzgar sólo por conjeturas, aprenderemos a contentarnos con lo que nos es asequible
en el estado actual en que nos hallamos”47.
Para examinar los alcances y límites del entendimiento, Locke considera fundamental
determinar bien su actividad, lo cual tiene que ver con las ideas. El conocimiento humano, en
efecto, se expresa a través de las ideas, que son la actividad del entendimiento.
2. Las ideas
Por idea entiende Locke “todo lo que es el objeto del entendimiento cuando
pensamos”48, o bien, “todo lo que la mente percibe en sí misma, o es objeto inmediato de
percepción, del pensamiento o del entendimiento”49.
Un primer principio fundamental para Locke es que todas las ideas nos vienen de la
experiencia; en otras palabras, él está convencido –contra Descartes y otros racionalistas– de
que no hay ideas innatas. Éstos proponen el innatismo argumentando que hay principios,
como el de identidad o el de no contradicción, que son universalmente aceptados. El filósofo
inglés rebate dicho argumento del consentimiento universal, arguyendo que ni los niños ni los
idiotas, por ejemplo, tienen noción de dichos principios, como debería ser si tales
conocimientos fueran innatos. Las primeras ideas, por el contrario, nos vienen de los sentidos:
“Al principio, los sentidos reciben ideas particulares y proveen de ellas a la mente, vacía de
ellas, y, haciéndoselas poco a poco familiares, las va colocando en la memoria y les impone
nombres; después, avanzando más las hace abstractas y aprende gradualmente el uso de los
nombres generales"50. La mente es, pues, cuando el ser humano nace, “un papel en blanco en
el cual no hay ningún carácter impreso”.
Locke se pregunta: ¿De dónde adquiere todos sus materiales la razón para su
actividad? “A esto respondo con una sola palabra: de la experiencia”. Esta se da de dos
maneras: externa e interna, lo que da lugar a las dos fuentes de las ideas: la sensación y la
reflexión.
Sensación es el resultado en la mente del contacto de los sentidos con las cosas del
mundo sensible: “Así adquirimos las ideas que tenemos de amarillo, blanco, calor, frío,
blando, duro, amargo, dulce, y todas aquellas que llamamos cualidades sensibles” 51. La
sensación proporciona la mayor parte de las ideas que tenemos.
Reflexión “es la percepción de las operaciones de nuestra mente cuando se ocupa de
las ideas que ha recibido” a través de los sentidos; se trata de nuevas ideas que son fruto de la
actividad interior del hombre, tales como “la percepción, el pensar, el dudar, el creer, el
razonar, el conocer, el querer, y todas las diversas acciones de la mente”52.
47
Ensayo, L. I, cap. I, 379 § 7.
48
Ensayo, L. I, cap. I, 380 § 8.
49
Ensayo, L. II, cap. VIII, 401 § 8.
50
Ensayo, L. I, cap. I, 389 § 15.
51
Ensayo, L. II, cap. I, 395 § 3.
52
Ensayo, L. II, cap. I, 396 § 4.
36
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
53
Ensayo, L. II, cap. II, 404 § 15.
54
Ensayo, L. II, cap. XI, 406.
37
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
término común.
Locke es partidario entonces de un nominalismo, puesto que la abstracción no supone
una esencia ontológicamente hablando, sino que es solamente fruto de la comparación de
cualidades y la selección de aquellas que son comunes, a las que se les va clasificando y
dando nombre. Para este filósofo, lo general y lo universal no pertenecen a la esencia real de
las cosas, sino que son invenciones y creaciones del intelecto, hechas por él para su uso, y se
refieren solamente a signos, sean palabras o ideas.
4. Idea de sustancia
Entre las ideas complejas destaca, por toda su historia, la idea de sustancia. Locke
hace una crítica a la concepción metafísica tradicional. Basado en su empirismo y en los
principios expuestos sobre el origen de las ideas, considera este autor que los nombres de
sustancia y accidentes son de poca utilidad en filosofía y no se basan más que en supuestos.
En efecto, por el hecho de que usualmente percibimos una serie de ideas simples
conjuntamente, suponemos que éstas pertenecen a una sola cosa, a la que designamos con un
mismo nombre, para facilitar la comunicación. Después tendemos a considerar como una idea
simple (ej., “perro”, “piedra”, “árbol”…) lo que no es sino un conjunto de muchas ideas. En
realidad, como afirma Locke irónicamente, “de la sustancia no tenemos idea alguna de lo que
es, sino sólo una confusa y oscura de lo que hace”55. Lo compara el autor a la fábula del indio
que, preguntado sobre qué se apoya la tierra, responde que sobre un gran elefante; y
preguntado a su vez sobre qué se apoya éste, responde que sobre una gran tortuga; preguntado
nuevamente sobre el apoyo de la tortuga, responde que no lo sabe. Así es, según él, la idea de
sustancia: nadie sabe dar una buena explicación. No aplica para ella el criterio cartesiano de
evidencia, claridad y distinción.
Para Locke, la idea de sustancia designaría el “sostén” o “sustrato”, supuesto aunque
desconocido, de las cualidades que descubrimos como existentes, que no podemos imaginar
que subsistan sine re substante; sustancia es “lo que está debajo” de las cualidades.
De manera semejante a lo dicho acerca de la sustancia es lo que afirma con respecto a
la esencia: distingue entre esencia real: “aquello por lo que una cosa es lo que es” y esencia
nominal: las cualidades que una cosa debe tener para ser llamada con un determinado nombre.
En este segundo sentido, agrupamos las cosas por su semejanza, en clases, especies, géneros,
y los nombres que les damos nos permiten identificarlas. De ahí que, según Locke,
conocemos la esencia nominal, mientras que la esencia real nos es desconocida. Por otra
parte, la esencia real, de la que habla la filosofía tradicional, basada en modelos o arquetipos,
no produce ningún beneficio a la ciencia, resulta inútil; mientras que la esencia nominal,
basada en las cualidades de los cuerpos, se demuestra útil, pues permite descubrir sus
propiedades y trabajar en base a las mismas. Esencia real y nominal sólo coinciden en el caso
de los entes geométricos. Nos hallamos aquí de nuevo con el nominalismo empirista de
Locke.
55
Ensayo, L. II, cap. XIII, 413 § 19.
38
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
5. El conocimiento
El conocimiento es la percepción del acuerdo o conexión, o del desacuerdo y contraste
entre nuestras ideas. Hay que tener en cuenta que, para Locke, no es el ente, las cosas, el
objeto inmediato de la percepción o del intelecto, sino las ideas. En este sentido, el empirismo
conserva el principio cartesiano que hace una separación entre el entendimiento y las cosas.
Las ideas no son ya un “medio” para conocer la realidad, sino el objeto primario del
conocimiento.
Tal acuerdo o desacuerdo lo captamos:
- por intuición, es decir, por evidencia inmediata, sin necesidad de demostración o
explicación (ej., que el blanco no es negro, que el círculo es redondo…)
- por demostración, o sea, mediante la intervención de otras ideas; en tal procedimiento
interviene el razonamiento; se trata de recurrir a los nexos evidentes para demostrar nexos no
evidentes.
En este ámbito, el conocimiento se realiza siempre como nexo entre ideas. Habrá que
preguntarse sobre el valor del conocimiento, su relación con la realidad.
Tenemos conocimiento:
- de nuestra existencia: por intuición, o sea, por evidencia inmediata; que yo existo, es una
experiencia, una percepción interna infalible, con el más alto grado de certeza.
- de la existencia de Dios: por demostración; haciendo uso del razonamiento. Locke recurre
al principio de causalidad: la nada no puede producir un ser real; luego, si algo existe, lo que
conocemos con absoluta certeza, debe haber existido algo desde la eternidad, para dar razón
de lo que comenzó a ser; y ese ser originario debe ser omnipotente, omnisciente, eterno,
perfecto: “si sabemos que existe un ser real, y que el no-ser no puede producir un ser real, es
una demostración evidente de que algo ha existido desde toda la eternidad, puesto que lo que
no ha existido desde toda la eternidad, tiene comienzo; y lo que tiene comienzo debe ser
producido por algún otro”56. El conocimiento de Dios resulta así para Locke, como en
Descartes, más claro que el conocimiento de cosas fuera de nosotros.
- de la existencia de cosas fuera de nosotros: somos menos ciertos de las cosas del mundo
material que de la existencia del yo y de la existencia de Dios. En efecto, tener ideas de la
existencia de cosas externas no quiere decir que esas cosas existan de hecho, así como ver un
retrato de una persona no quiere decir que tal persona exista. El razonamiento de Locke es:
aunque muchas ideas provienen de nuestra fantasía, nos damos cuenta de que muchas otras
ideas vienen a nosotros, no somos creadores de ellas, se nos imponen; luego, deben existir los
objetos que las provocan. Sin embargo, tenemos certeza de la existencia de los objetos del
mundo sólo mientras los percibimos, cuando las percepciones son actuales; no así cuando se
trata de recuerdos o de la fantasía. Tal conocimiento es, pues, sumamente limitado, pero es
suficiente para los fines de nuestra vida.
56
Ensayo, L. IV, cap. X, 429 § 3.
39
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
BIBLIOGRAFIA
40
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
41
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
percibimos los objetos a nuestro alrededor en el momento presente. Las ideas se originan de
aquéllas, y se distinguen porque son menos fuertes y vivaces, imágenes atenuadas de las
impresiones que se presentan en el pensamiento y en la razón. Reconoce Hume, sin embargo,
que en algunos sueños, en la fiebre, en estados de locura o de fuerte emoción, “nuestras ideas
presentan gran semejanza con nuestras impresiones”, como también a veces “nuestras
impresiones son tan débiles y tenues que no las podemos distinguir de nuestras ideas” 57, pero
tales casos serían más bien excepcionales y normalmente podemos distinguir las unas de las
otras. La diferencia entre impresiones e ideas es, pues, solamente de grado, no de naturaleza;
pensar es tener impresiones más débiles. Las impresiones son originarias, las ideas dependen
de aquéllas y no pueden producirse sino por impresiones; a una impresión sigue siempre una
correspondiente idea. Por ejemplo, si yo estoy en mi habitación, estoy percibiendo mi cuerpo
y todos los objetos que me rodean, cuya fuerza y viveza me hacen sentirlos como
impresiones; si yo cierro los ojos o estoy lejos y pienso en mi cuarto, tengo en mí las
imágenes de esas cosas, pero de una forma menos viva e intensa, por lo cual me doy cuenta de
que se trata de ideas o representaciones de aquellos objetos. Tal es el material con que trabaja
nuestra mente.
3. Principios de la naturaleza humana
De lo anterior, en su afán de seguir un método científico, establece Hume tres principios
que son propios de la naturaleza humana en relación con el conocimiento.
Primer principio: prioridad de las impresiones sobre las ideas:
Todas las ideas simples provienen, mediata o inmediatamente, de sus correspondientes
impresiones. Lo anterior significa la negación rotunda de las ideas innatas. Lo expresa
también de la siguiente manera: “Todas las ideas simples se derivan, en su primera
aparición, de impresiones simples, que les corresponden y a las que aquéllas representan
exactamente”58.
Hay impresiones simples e impresiones complejas; por tanto, habrá también ideas simples
e ideas complejas. Tratándose de éstas últimas, el principio no es tan universal, pues no en
todos los casos a una idea compleja corresponde una impresión compleja. Tal sucede, por
ejemplo, con ideas como “la ciudad de París”, de la cual no puedo tener una impresión exacta,
por lo complejo de su contenido. Por otra parte, la mente puede elaborar otras ideas complejas
a partir de las ideas ya adquiridas previamente, por medio de la imaginación, que combina o
separa a su gusto las ideas almacenadas en la memoria. Pero son producto de la fantasía. Lo
que sí afirma Hume como una regla sin excepción es “que cada idea simple tiene una
impresión simple a la que se asemeja; y cada impresión simple, una idea correspondiente”59.
A las impresiones y a las ideas se las puede dividir en dos clases: de sensación y de
reflexión. Ambas están, como se ha dicho, en estrecha relación.
57
HUME David, Tratado de la naturaleza humana, 672; en FERNANDEZ Clemente, Los filósofos modernos.
Selección de textos, t. I., BAC, Madrid 1976, p. 383.
58
Ibid., 674; p. 385.
59
Ibid. 674; p. 384.
42
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
60
Ibid. 676; p. 386.
61
Ibid. 676; p. 387.
43
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
4. Ideas complejas
Si las ideas provienen de impresiones, sólo serían particulares. ¿De dónde proceden
entonces las ideas generales? Entre los efectos de la asociación de ideas, el principal es el
surgimiento de ideas complejas, que son los objetos comunes de nuestro pensamiento y
razonamiento. Según Hume, son fruto del hábito que adquiere la mente de asociar
impresiones e ideas semejantes.
Las ideas complejas se pueden dividir en tres clases: de sustancia, de modos, de relación.
Idea de substancia: tal idea no corresponde, como ha interpretado la tradición, a un ente
que tiene consistencia en sí mismo, una especie de substrato al que están “adheridas” las
cualidades, ya sean entes espirituales o materiales. Conforme a los principios expuestos
antes por Hume, lo único de lo que tenemos certeza son las impresiones o sus
correspondientes ideas. De la substancia como tal no tenemos percepción alguna. En
resumidas cuentas, la substancia no es más que un conjunto o conexión de impresiones o
ideas. Por ejemplo, si percibo color naranja, sabor agridulce, forma esférica, consistencia
jugosa, olor característico, un determinado peso, tamaño, volumen, etc., la mente asocia
tales cualidades, percibidas en relación de contigüidad espacio-temporal, y les asigna un
nombre: “naranja”. Tal objeto no es una substancia en sí, sino el resultado de la
asociación de ideas. En palabras del mismo Hume: “La idea de una sustancia, lo mismo
que la de un modo, no es más que una colección de ideas simples que están unidas por la
imaginación y que tienen asignado un nombre particular”62. La existencia de cosas
materiales “fuera de mí” no es objeto de conocimiento porque no tengo percepción
alguna de ello; es sólo objeto de “creencia” (belief), que se produce por el hábito, fruto
de repetidas impresiones e ideas. La existencia de una substancia espiritual tampoco es
motivo de percepción: no hay ninguna impresión que permanezca constante e invariable.
El Yo no es “substancia”, sino un haz o colección de impresiones e ideas que se suceden
constantemente, una especie de teatro donde tanto los personajes como los escenarios
varían sin cesar: pensamientos, sentimientos, recuerdos, sensaciones, etc. El Yo se reduce
a memoria e imaginación; no hay certeza de un Yo substancial.
Ideas de modo: son afecciones o acciones que se atribuyen a la sustancia, como la belleza
o la danza, estudiar, correr, etc. Representan cualidades que no están unidas por la
contigüidad o causalidad, sino que se encuentran dispersas en diversos sujetos o, si están
unidas entre sí, el principio unificador no se considera fundamento de la idea compleja.
Ideas de relación: son asociaciones entre substancias, como las relaciones de parentesco
o, más importante, la relación de causalidad, que tiene que ver con las ciencias físicas.
62
Ibid. 679; p. 379.
44
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
45
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
BIBLIOGRAFIA
46
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
1. Contexto y antecedentes
- Kant se forma en el racionalismo cartesiano, pero mediado por Leibniz y Wolff. De ellos va
a conservar Kant la idea de que el conocimiento debe tener como notas distintivas la
universalidad y necesidad lógica.
- Por contraparte, Kant conoce el empirismo, sobre todo a través de Hume. Se suele citar la
frase de Kant: “Hume me despertó de mi sueño dogmático”. Con su aguda crítica a las ideas
innatas, a la idea de sustancia y de causalidad, a toda construcción metafísica; con su punto de
partida de que todo conocimiento debe basarse en sensaciones o ideas derivadas de éstas,
Hume había echado abajo las pretensiones de Descartes de una filosofía universal basada en
la razón. Pero, por otra parte, el filósofo escocés había desacreditado la ciencia, ya que con su
presupuesto de la experiencia como única fuente de conocimiento, no se podían justificar
racionalmente los conocimientos universales. En resumidas cuentas, Hume no encontró otro
camino para justificar la ciencia, sobre todo la universalidad de las leyes y el principio de
causalidad, más que la “creencia”: no podemos tener certeza de que las cosas sucederán en el
futuro como han sucedido hasta ahora, pero “creemos” que así será. Desacreditación de la
metafísica y falta de fundamentación de las ciencias eran las consecuencias del extremo
empirismo de Hume.
- Kant no sólo es filósofo, sino también científico, estudioso interesado en las matemáticas, la
física, la astronomía. De ahí que su propósito principal, contra Hume, es justificar la
universalidad y necesidad de la ciencia. No es posible, para Kant, que la ciencia se
fundamente en creencias, como afirmaba Hume. Kant se propone sacar a la ciencia de ese
escepticismo en que la había sumergido el empirismo humiano.
47
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
- Para ello, Kant comenzará, al modo de Locke, por examinar las posibilidades de las
facultades humanas de conocimiento, en particular de la razón, que debe emprender “la más
difícil de sus tareas, la del propio conocimiento”. Para ello debe someterse a un tribunal,
como dice el autor, que no es otro que la Crítica de la razón pura, como le llama a su obra
fundamental.
2. Justificación de la ciencia
Considera Kant, siguiendo a Hume, que la razón se ha excedido en sus pretensiones de
llegar a la verdad, rebasando sus posibilidades. Fruto de dicha pretensión inútil ha sido la
metafísica, que se ha hecho pasar por una ciencia, cuando en realidad no puede lograr la
universalidad, contrariamente a las ciencias, cuya validez nadie pone en duda. De ahí que su
gran pregunta, que va a guiar toda su investigación, es: “¿Cómo es posible la ciencia?” y, en
contraposición, se ha de preguntar el filósofo: “¿Es posible la metafísica?”.
La idea de Kant es: el racionalismo cartesiano tiene “algo” de razón; el empirismo de
Hume tiene también “algo” de razón. Pero hay que buscar una nueva vía para poder
fundamentar la ciencia: ni sólo empirismo ni sólo racionalismo. La ciencia debe combinar dos
cosas: los datos de experiencia, junto con universalidad y necesidad. El problema de Hume
fue que no pudo encontrar dónde justificar la universalidad y necesidad de la ciencia, porque
sólo se basó en “datos de hecho”, que son de por sí particulares y contingentes. El error ha
estado en el punto de partida: se ha creído que la razón es puramente pasiva, solamente
receptiva, y está a la expectativa simplemente para dejarse guiar por el material que le
presentan los sentidos. El sujeto estaría a disposición del objeto. Ahora bien, lo que propone
Kant es una especie de “revolución copernicana” aplicada a la filosofía. Así como Copérnico
propuso una teoría en la que no es ya la tierra el centro del sistema planetario, sino el sol, con
lo cual se explican mejor los movimientos celestes, así el filósofo alemán propone un cambio
de perspectiva: no poner en el centro del conocimiento el objeto, sino el sujeto: “Hasta ahora
se admitía que todo nuestro conocimiento tenía que regirse por los objetos (…) Ensáyese,
pues, una vez si no adelantaremos más en los problemas de la metafísica admitiendo que los
objetos tienen que regirse por nuestro conocimiento”63. Eso quiere decir que el sujeto no es
puramente pasivo y receptivo en el conocimiento, sino que su misma estructura cognoscitiva,
sus facultades, condicionan y dan “forma” a los estímulos recibidos. Según Kant, la razón
investiga los fenómenos de la naturaleza “no en calidad de discípulo que escucha todo lo que
el maestro quiere, sino en la de juez autorizado, que obliga a los testigos a contestar a las
preguntas que les hace”64.
Está de acuerdo Kant con Hume y los demás empiristas en que “todo nuestro
conocimiento comienza con la experiencia”, pero “no todo él se origina en la experiencia”. La
intuición de Kant, que está a la base de su doctrina, es una aguda observación que había
pasado desapercibida a los pensadores hasta entonces, y es que el conocimiento no es sólo
recepción de los estímulos por medio de los sentidos, sino que es una composición de “lo que
recibimos por medio de las impresiones”, más “lo que nuestra propia facultad de conocer
63
KANT, Crítica de la razón pura, Prólogo de la segunda edición, citado en FERNANDEZ CLEMENTE, Los
filósofos modernos. Selección de textos, t. I, BAC, Madrid 1976, p. 589.
64
Ibid., p. 587.
48
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
proporciona por sí misma”. Y esta contribución del sujeto es lo que permite dar universalidad
a la experiencia, que de otra manera sería siempre particular y contingente. Justamente es esta
contribución del sujeto la que Kant llama a priori, puesto que no depende de tal o cual
experiencia ni de los datos empíricos, sino de la estructura misma de conocer por parte del
sujeto. En palabras del mismo autor: “entenderemos por conocimientos a priori, no los que
tienen lugar independientemente de esta o aquella experiencia, sino absolutamente de toda
experiencia. A éstos se oponen los conocimientos empíricos, o sea los que no son posibles
más que a posteriori, es decir, por experiencia”65. Para Kant, entonces, la pregunta “cómo es
posible la ciencia”, se cambia entonces en ésta: “cómo son posibles los juicios sintéticos a
priori”.
- Juicios “a posteriori”: son llamados por Kant empíricos, es decir, basados en datos
de hecho (“ahora es de día”; “hay dos árboles en el jardín”; “la pared es blanca”);
dependen de la experiencia, pero con ellos no se puede hacer ciencia, pues son
particulares, contingentes, carecen de universalidad y necesidad.
- Juicios analíticos: son aquellos cuyo predicado está contenido en el sujeto, es una
pura explicitación de éste. Por ejemplo, “todos los cuerpos son extensos” o “el círculo
es redondo”. Tales juicios dan universalidad y necesidad, pero no dan novedad,
porque la extensión está incluida en la idea de cuerpo y la redondez en la idea de
círculo. Por tanto, no ofrecen ningún progreso a la ciencia.
- Juicios sintéticos: son aquellos cuyo predicado no está contenido en el sujeto; por lo
tanto, añaden novedad. Por ejemplo, “los metales se dilatan con el calor”. El
predicado no se puede deducir del sujeto. Estos juicios sí pueden servir a la ciencia.
65
Ibid., Introducción, p. 591.
66
Cfr. COLOMER Eusebi, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger. La filosofía trascendental: Kant, tomo
I, Herder, Barcelona 1986, p. 74s.
49
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
67
KANT, Crítica de la razón pura, Introducción, citado en FERNANDEZ CLEMENTE, Los filósofos
modernos… p. 594.
68
Ibid., p. 595.
50
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
puras serían caóticas; mientras que las formas solas serían vacías69. Las sensaciones le son
dadas al sujeto; las “formas” son parte de la facultad de la sensibilidad, no están en las cosas,
sino que son dadas “a priori”. Espacio y tiempo no son, pues, ni cualidades empíricas de las
cosas ni contenidos mentales en sí mismos, sino caracteres propios de la razón humana que se
ponen en acto en el conocimiento sensitivo; son formas a priori que intervienen en cualquier
experiencia sensitiva. Mientras no estemos experimentando sensaciones, no tenemos
conciencia del espacio y del tiempo, únicamente las advertimos con ocasión de un
conocimiento concreto de experiencia. Dicho de otra manera, las sensaciones en sí mismas no
son ni temporales ni espaciales, pero cualquier sensación del sujeto queda “situada” en las
coordenadas espacio-temporales, ya que estas formas son “trascendentales”, esto es,
pertenecen a la estructura del sujeto. Sensaciones (materia) y formas a priori (espacio y
tiempo), constituyen el “objeto” de la sensibilidad.
El “objeto” de experiencia, así constituido, es llamado por Kant el “fenómeno”, es decir,
“lo que aparece” al sujeto cognoscente, una “pura representación”. Ante la pregunta acerca de
dónde vienen las sensaciones y a qué se deben, Kant considera que no se puede responder,
pues rebasan la naturaleza del análisis de las facultades de conocimiento. Basta saber que ellas
le son dadas al sujeto, y que, junto con la estructura de su sensibilidad, constituyen el objeto
de la experiencia, el fenómeno.
Kant distingue además entre experiencia externa y experiencia interna. La primera es la
unificación de las sensaciones en la forma pura del espacio; la segunda es la unificación de
nuestros estados psicológicos en la forma pura del tiempo. El espacio, forma de la extensión y
de la figura, sirve de fundamento a la geometría; el tiempo, forma de la sucesión y, por tanto,
del número, fundamenta la universalidad de la aritmética. Así, espacio y tiempo, como formas
puras, dan validez a las matemáticas como ciencia de contenidos universales y necesarios.
69
En el lenguaje de Kant: “Pensamientos sin contenido son vanos; intuiciones sin conceptos son ciegas”.
51
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
70
Cfr. KUNZMAN – BURKARD – WIEDMANN, Atlas de la Philosophie, Librairie Générale Française,
France 1993, p. 138.
52
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
71
KANT, Crítica de la razón pura, citado en FERNANDEZ CLEMENTE, Los filósofos modernos… p. 609.
53
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
BIBLIOGRAFIA
- KANT, Crítica de la razón pura (extractos), en FERNANDEZ CLEMENTE, Los filósofos
modernos. Selección de textos, t. I, BAC, Madrid 1976.
- ANTISERI-REALE, Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo II, Del
humanismo a Kant, Herder, Barcelona 1988, pp. 723-779.
- COLOMER Eusebi, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger. La filosofía
trascendental: Kant, tomo I, Herder, Barcelona 1986.
- HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la Filosofía, Tomo II, Ed. Herder, Barcelona 1994,
pp. 162-225.
- KUNZMAN – BURKARD – WIEDMANN, Atlas de la Philosophie, Librairie Générale
Française, France 1993.
54
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
1. Contexto y antecedentes
55
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
Por otra parte, los resultados de la pretendida idea de “progreso indefinido” dejaron de
ser optimistas. Por más que la revolución industrial había proporcionado a la humanidad un
notable desarrollo, se estaba lejos de vencer la ignorancia, la miseria, las enfermedades. Más
bien, con el avance científico y técnico surgían nuevos males y nuevas formas de explotación
del hombre. Si bien se reconoce que la ciencia es útil, tampoco resulta ser la panacea.
2. Búsqueda de la certeza
Husserl vivía con una verdadera angustia la dificultad de alcanzar la verdad. Para él, la
teoría del conocimiento era cuestión del sentido existencial de su vida. Por eso empeñó todas
sus fuerzas en la búsqueda de la solución a los problemas del conocimiento. En 1906 escribió
así en una agenda:
72
La intención de hacer de la filosofía una ciencia rigurosa hace pensar en Descartes, a quien Husserl dedica
serias investigaciones, como aparece en su obra Meditaciones cartesianas. Por otra parte, la fenomenología,
que recuerda a Kant, se convierte también en el título de otra de sus obras principales.
56
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
Mencionaré en primer lugar la tarea general que tengo que resolver para mí mismo, si pretendo
llamarme filósofo. Me refiero a una crítica de la razón. […] Bastante he probado los suplicios de
la obscuridad, de la duda que vacila de acá para allá. Tengo que llegar a íntima firmeza. Sé que se
trata de algo grande, inmenso; sé que grandes genios han fracasado en la empresa. Y si quisiera
compararme con ellos, tendría que desesperar de antemano. Yo no quiero compararme con ellos,
pero no podría vivir sin la claridad. Quiero y debo acercarme a este sublime fin con trabajo y
entrega en pura profundización objetiva. Yo lucho por mi vida y por ello creo confiadamente
poder seguir adelante…73
Husserl se propone, pues, una defensa de la racionalidad, contra el escepticismo, el
naturalismo, el historicismo, el psicologismo, el positivismo, corrientes todas de alguna
manera presentes en su tiempo. La filosofía occidental nació como ciencia del arjé, de la
búsqueda del principio de la realidad. Para Husserl eso debe ser la fenomenología: una ciencia
que asegure un comienzo incuestionable, verdaderamente radical, que ponga bases firmes
desde donde erigir todo el edificio del saber. La fenomenología se presenta, pues, como la
ciencia de los fundamentos74. Por eso debe iniciar, como Descartes, con establecer un método
fiable y seguro.
73
Citado en: COLOMER Eusebi, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger. El postidealismo, tomo III,
Herder, Barcelona 1990, p. 361.
74
BACCARINI Emilio, La fenomenologia. Filosofia come vocazione, Studium, Roma 1981, p. 16.
75
Cfr. CHACON FUERTES P., Edmund Husserl, eterno principiante , en BERMUDO José Manuel, Los
filósofos y sus filosofías, tomo III, Ed. Vicens-Vives, Barcelona 1983, p. 148.
57
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
anterior y en llevar a cabo todas nuestras descripciones dentro del marco de esta abstención76.
La “actitud fenomenológica” se contrapone precisamente a la actitud ingenua o a la
actitud científica. El hombre común suele tener la actitud ingenua de aceptar el mundo
exterior o interior a él como algo dado, natural, objetivo; asume todo como verdadero, pero
con una actitud pre-crítica. Algo semejante es la actitud científica: el científico acepta el
mundo como algo dado y objetivo, algo que es independiente del investigador y que éste
contempla como “desde fuera”, sin involucrar su subjetividad. Sin embargo, una persona culta
y perspicaz sabe que el científico asume toda una serie de presupuestos que no ha pasado por
la crítica antes de investigar, con lo cual corre el peligro de construir sin fundamento sólido.
Ninguna de tales actitudes es crítica: ¿cómo puedo estar seguro de que el mundo, la
realidad, es algo que está ahí, “frente a mí”, algo que me es dado con plena objetividad? El
hombre común y el científico lo asumen como un presupuesto. Pero el filósofo no puede pasar
inadvertido dicho presupuesto. El punto no es negar el mundo o las diversas verdades y
doctrinas, sino ponerlo todo “entre paréntesis”, no pronunciarse acerca de su validez hasta no
llegar a una certeza que pueda servir de fundamento al saber, hasta tanto no se examine
críticamente la capacidad del hombre de llegar a la verdad. La epojé es una actitud
metodológica. Algo semejante hizo Descartes con su “duda metódica” y Kant con su “crítica
de la razón”. Pero Husserl considera que no fueron suficientemente radicales. Ahora él se
propone ir más allá, más al fondo de la cuestión, pero con una actitud más prudente también.
No se trata de ignorar las ciencias o rechazar todos los conocimientos previos, sino de evitar
hacer uso de ellos, hasta tanto no se les encuentre su fundamento.
Así, pues, desconecto todas las ciencias referentes a este mundo natural, por sólidas que me
parezcan, por mucho que las admire, por poco que piense objetar lo más mínimo contra ellas; yo
no hago absolutamente ningún uso de sus afirmaciones válidas. De las proposiciones que entran
en ellas, y aunque sean de una perfecta evidencia, ni una sola hago mía, ni una acepto, ni una me
sirve de base – bien entendido, en tanto se la tome tal como se da en estas ciencias, como una
verdad sobre realidades de este mundo. Desde el momento en que le aplico el paréntesis, no
puedo hacer más que afrontarla77.
4. El acto de conciencia
La epojé como punto de partida me lleva a suspender todo juicio acerca de la validez o
veracidad de las proposiciones, o acerca del sentido de la existencia, de la realidad. ¿Qué es lo
que queda como resultado de la epojé? Husserl responde: el residuo fenomenológico. Éste
consiste simplemente en la conciencia y sus vivencias. En otras palabras, es indudable que en
mí se dan hechos de conciencia: percibo, pienso, imagino, recuerdo, juzgo, siento, etc.
Prescindiendo acerca de la veracidad o no de tales hechos, o de su valor ontológico, Husserl
pasa a examinar simplemente el acto de conciencia como tal: éste está constituido por un
sujeto que conoce, un objeto conocido y la relación entre ambos. En el acto de conciencia se
descubre así una relación de intencionalidad: el sujeto es tal por referencia a un objeto y el
objeto es tal por referencia al sujeto. El objeto es lo que manifiestan los hechos psíquicos:
76
HUSSERL Edmund, Ideas. Relativas a una fenomenología pura y a una filosofía fenomenológica, Fondo de
Cultura Económica, Madrid 1993, p. 46.
77
Ibid., p. 74s.
58
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
5. La intuición eidética
Los actos de conciencia son hechos particulares, concretos, contingentes. Ahora bien,
dando un paso adelante en el análisis fenomenológico, Husserl tiene una intuición: en los
78
cfr. COLOMER E., El pensamiento alemán de Kant a Heidegger… p. 376.
59
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
actos de conciencia se revelan las esencias. En efecto, si yo oigo un piano, yo percibo este
sonido aquí y ahora, como algo particular y contingente, pero al mismo tiempo –¡oh
maravilla!– yo tengo la intuición de una esencia (= eidos): el sonido en cuanto tal, que no es
éste del piano aquí y ahora, sino el concepto universal de el sonido, válido para aplicar al
efecto de cualquier objeto sonoro. Igualmente cuando yo percibo una naranja redonda,
amarilla, dulce, etc., en este acto concreto y particular se me manifiestan a la vez las esencias
de la redondez, el color amarillo, la dulzura… ya no pertenecientes a esta naranja ni a
ninguna otra cosa particular, sino a cualquier otra realidad en cualquier circunstancia. En una
palabra, en los datos de hecho captamos las esencias de las cosas, sin necesidad de una
demostración, simplemente por una intuición de la conciencia. Es lo que Husserl llama
intuición eidética (de “eidos” = esencia).
La conciencia intuye los universales cuando se presentan los fenómenos. En otras
palabras, la conciencia es capaz de captar las esencias universales precisamente en el mismo
manifestarse de hechos particulares y contingentes. No es que obtenemos la esencia de
“triángulo”, por ejemplo, por abstracción, ni por comparación de varios triángulos, o por
asociación de otras experiencias semejantes, sino que más bien capto que éste o aquel objeto
son triángulos porque representan casos particulares de la idea de triángulo, que me es dada
de forma inmediata en el acto de conciencia, aun siendo éste concreto y particular.
De esta propiedad intuitiva de la conciencia surge la cientificidad de la lógica y las
matemáticas, que expresan relaciones entre esencias. Estas ciencias, en efecto, no trabajan con
datos de hecho, no pretenden interpretar fenómenos del mundo, sino servir de base para su
clasificación y ordenamiento.
Las esencias no son reales, como los hechos particulares, sino universales, objetos
ideales, pero permiten clasificar, organizar, reconocer, unificar bajo parámetros semejantes
los hechos particulares. Así, la conciencia no se queda únicamente en el aquí y ahora, sino
que capta también el quid, la esencia de los fenómenos. Tales esencias permiten organizar los
fenómenos, resultando un mundo ordenado y unificado, que es el objeto de las ciencias.
6. Conclusión
Se puede decir que Husserl no logró concluir todo lo que se había propuesto, al querer
hacer de la filosofía una “ciencia rigurosa”. Él mismo confesaba estar apenas “al comienzo
del comienzo”. Sin embargo, su obra resultó un gran aporte para la teoría del conocimiento e
inspiró a otros pensadores contemporáneos. Con su análisis fenomenológico del acto de
conciencia, Husserl puso de relieve la objetividad del conocimiento y la universalidad y
absolutez de la verdad: ésta se impone al sujeto con toda evidencia, pues depende del objeto y
no de las condiciones subjetivas del cognoscente. Su filosofía se erige contra toda forma de
escepticismo, subjetivismo, relativismo. Quizás el problema de Husserl fue haberse quedado
encerrado en el acto de conciencia, con lo cual su filosofía queda indefinida entre el realismo
y el idealismo.
60
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
BIBLIOGRAFIA
- HUSSERL Edmund, Ideas. Relativas a una fenomenología pura y a una filosofía
fenomenológica, Fondo de Cultura Económica, Madrid 1993.
- ANTISERI-REALE, Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo III, Del
Romanticismo hasta hoy, Herder, Barcelona 1990, pp. 493-504.
- BACCARINI Emilio, La fenomenologia. Filosofia come vocazione, Studium, Roma 1981.
- CHACON FUERTES P., Edmund Husserl, eterno principiante , en BERMUDO José
Manuel, Los filósofos y sus filosofías, tomo III, Ed. Vicens-Vives, Barcelona 1983.
- COLOMER Eusebi, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger, tomo III, Herder,
Barcelona 1986.
- HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la Filosofía, Tomo II, Ed. Herder, Barcelona 1994,
pp. 396-404.
61
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
79
Se llama así a la obra principal del autor acerca del conocimiento, compuesta por tres obras: Inteligencia y Realidad (IRE),
Inteligencia y Logos (IL), Inteligencia y Razón (IRA).
62
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
éste revela. Incluso Husserl, en quien Zubiri se inspira originariamente, con todo y su
intención de ir a la raíz, ha caído en el error de "sustantivar el «darse cuenta» haciendo de la
intelección un acto de conciencia"80. Es cierto que en el acto de intelección hay un "darse
cuenta", pero esto no ha de llevar a sustantivar la conciencia, lo cual es ya, por otro lado,
situarse fuera de la descripción fenomenológica y caer en una afirmación metafísica81. Zubiri
considera que se puede ser aún más radical: se trata de un análisis que busca mantenerse en un
plano descriptivo del fenómeno mismo del acto de intelección. Es, por tanto, previo a
cualquier supuesto y a todo intento de teorización o explicación. La trilogía no se propone,
pues, elaborar una teoría del conocimiento, sino algo más modesto, pero más fundamental al
mismo tiempo: ir a la raíz de lo que llamamos intelección, no a partir de la inteligencia como
facultad, sino de la intelección como acto.
80
ZUBIRI, Inteligencia y realidad, Madrid 19914, p. 21.
81 Zubiri critica a Husserl el haber abordado el problema de la esencia haciendo abstracción de la realidad de las cosas
concretas. Este concibe la esencia como "unidad eidética de sentido", como resultado de haber conducido el problema de la
esencia por la vía del "saber", habiendo cortado los lazos con la vía del ser. De ahí también el otro error en que cae Husserl,
según Zubiri: la sustantivación de la conciencia.
82 Inteligencia y realidad… p. 77.
63
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
corresponden a dicho color; la formalidad hace que lo aprehendido esté o "quede" para el
aprehensor como realmente verde o verde real; y el estar presente lo verde en mi intelección
no es otra cosa que su actualización, es decir, ese "quedar" de lo verde como algo real, como
algo que es "de suyo" verde.
Ahora bien, la impresión de realidad, ¿de dónde surge? ¿cuál es la estructura que la
sostiene? En este punto Zubiri se ve obligado a confrontar sus análisis con el proceso que
lleva a la aprehensión, distinguiendo la aprehensión intelectiva por contraposición a la mera
aprehensión sensible; o, en otros términos, el "sentir intelectivo" en oposición al "mero
sentir". En virtud ello, hipotiza lo que sería el proceso puramente sentiente en el animal, para
contraponerlo al sentir intelectivo humano.
83
Ibid., p. 79.
84
ZUBIRI, "Notas sobre la inteligencia humana", en Siete ensayos de Antropología Filosófica, USTA, Bogotá 1982, p. 110.
85
“Notas sobre la inteligencia…” p. 109.
86
Inteligencia y realidad… p. 52.
64
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
ante los cuales reacciona de acuerdo a un abanico más o menos amplio de respuestas posibles,
de alguna manera predeterminadas en su estructura sensitiva.
87
Ibid., p. 84.
88
“Notas sobre la inteligencia…”, p. 109.
89
Inteligencia y realidad, p. 78.
90
Ibid., p. 81.
91
Ibid., p. 77s.
65
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
suyo»"95. En este caso, ambos términos están funcionando como calificativos de "las cosas"
o de las notas o contenidos aprehendidos; es decir, son las notas o los contenidos
aprehendidos los que, gracias a la formalidad que los envuelve, quedan calificados como
algo "de suyo": por ejemplo, el hombre aprehende la nota calor "en propio" o caliente "de
suyo"96, a diferencia del animal, que simplemente siente lo caliente en formalidad de
estímulo.
No está de más acotar que la expresión "de suyo" es del uso corriente del idioma
español97 y precisamente Zubiri se sirve de ella, dándole consistencia filosófica, para enfatizar
ese carácter por el cual la formalidad de realidad es algo que pertenece por sí mismo a lo
aprehendido y no al aprehensor. De manera semejante el término "en propio", que de hecho es
utilizado muchas veces como sinónimo del anterior98, designaría también que lo real es algo
que corresponde en propiedad a lo aprehendido. Es el carácter del momento de alteridad
como autonomía e independencia, algo que Zubiri suele enfatizar mediante el término prius,
para designar la anterioridad formal de lo aprehendido respecto de su estar aprehendido, es
decir, aquello "que pertenece a lo aprehendido, por tanto, aún antes de la aprehensión
misma"99. Justamente constatar que las notas o contenidos quedan actualizados como algo "en
propio" o "de suyo" es reconocer esta anterioridad de los contenidos con respecto de su
aprehensión y del aprehensor.
Para completar el cuadro analítico que traza Zubiri, es importante examinar todavía la
intelección como "actualidad".
95 Sobre la Esencia, Alianza, Madrid 19855, p. 413; cf. Inteligencia y realidad, p. 10.Las citas pueden
multiplicarse abundantemente en varias de sus obras.
96 Cf. Inteligencia y realidad…, p. 56s.
97 El Diccionario de la Real Academia Española la presenta como locución adverbial, cuyo significado es:
"Naturalmente, propiamente o sin sugestión ni ayuda ajena".
98 cfr. Inteligencia y realidad... pp. 82.115.209.217.
99 Inteligencia y logos… p. 13.
100 Inteligencia y realidad… p. 136.
67
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
101
Sobre la esencia… p. 11.
102
Inteligencia y realidad… p. 146.
103
Cf. Ibid., p. 392.
104
Llama así al análisis del acto de intelección.
68
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
105
Inteligencia y logos… p. 234.
106
Inteligencia y realidad… p. 155.
69
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
107
Inteligencia y logos… p. 83.
70
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
108
Ibid., p. 14.
109
Ibid., p. 109.
71
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
"juzgar es afirmar que lo que «sería» ser hombre está realizado en esta cosa real que llamamos
hombre, es decir, que esta cosa real que llamamos hombre es en realidad lo que entendemos por
hombre".110
Lo interesante es que este proceso no está determinado unívocamente, sino que aquí se
va a manifestar una forma de apertura. En efecto, de entre las cosas contenidas en el campo
puedo elegir con cierta libertad aquellos contenidos que van a servir como principio de
inteligibilidad de la cosa cuya determinación se busca. La realidad aprehendida, al quedar
proyectada en trascendentalidad, fija una cierta dirección, pero su trayectoria final no está
unívocamente determinada, sino que abre un espacio de libertad. Es por eso que la
determinación de las simples aprehensiones se va a presentar como un elenco de
posibilidades, de lo cual resulta que la cosa aprehendida puede ser determinada desde
distintos aspectos, descrita de diferentes maneras, se le pueden aplicar incluso distintos
conceptos. De ahí que Zubiri llama también al logos "campo de libertad". Para ilustrar con un
ejemplo lo anterior, determinar lo que es el hombre se puede hacer a partir del animal, de la
cultura, del lenguaje, del trabajo, de la sociedad, hasta de rasgos como la risa, el ser bípedo, e
incluso hacer múltiples combinaciones, como de hecho se han dado en la historia: animal
racional, animal político, “homo faber”, animal de cultura, espíritu encarnado, etc. Habría
muchas maneras posibles de concebirlo, según aquello con lo cual se le relacione en el
momento de la intelección “campal”. Lo cual no quiere decir que "esa intelección sea un acto
arbitrario de la voluntad, sino el hecho de que el movimiento intelectivo hacia la cosa, y hacia
lo que ésta va a determinar en la intelección, es un movimiento que no está unívocamente
determinado más que por un acto de libertad"111.
El discernimiento o juicio que permite apreciar la manera en que una simple
aprehensión se realiza en la cosa aprehendida primordialmente se hace en base a la
"evidencia", entendida por Zubiri como "exigencia de visión" (e-videncia). En otras palabras,
la cosa real aprehendida está exigiendo a la inteligencia, por la fuerza de imposición propia de
la formalidad de realidad, "ver" cuál o cuáles simples aprehensiones son capaces de
determinar lo que esa cosa es en realidad, esto es, en el “campo” de otras cosas reales
aprehendidas. La evidencia es, así, "determinación exigida por la cosa real". En esta
perspectiva que traza Zubiri hay que concluir, pues, no que todo juicio sea evidente, sino que
todo juicio está determinado en una "línea evidencial"112.
Conviene subrayar que la evidencia permanecerá siempre como una "trayectoria"
posible entre otras de llegar a la afirmación; es siempre una "línea exigencial" y no un punto
de llegada definitivo. La evidencia es algo dinámico, "nunca es un dato sino un logro"113. Eso
significa que, aunque una afirmación sobre una determinada cosa sea evidente y, en cuanto
tal, exacta, no se concluye que ya esté dicho todo sobre ella114. En primer lugar, porque habrá
110
Ibid., p. 149.
111
Ibid., p. 66.
112
Ibid., p. 225.
113
Ibid., p. 228.
114
El calificativo de "exacta" (o "ex-acta") aplicado a la evidencia lo entiende Zubiri no como "rigor lógico",
sino como "constricción exigencial". Es decir, la evidencia se da en cuanto "exigida" por lo real, lo que la dota
de exactitud. En este sentido, no sólo la ciencia es exacta, lo que ha sido un error derivado del haber tomado
72
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
muchos otros aspectos posibles a descubrir, muchos otros puntos de vista desde los cuales
puede ser abordada. En segundo lugar, porque la evidencia como exigencia de visión hace
referencia a dos extremos: lo que se ve y lo que no se ve; entre los cuales caben todos los
intermedios, en sus diversos matices posibles de cercanía a uno u otro de los extremos, que es
donde se sitúa justamente la afirmación. Esto es lo que da lugar a los diversos tipos de juicio o
afirmación en relación con la evidencia: certeza, opinión, plausibilidad, conjetura, duda,
ignorancia.
En consecuencia de lo anterior, Zubiri complementa la evidencia con otro criterio que
responde mejor al dinamismo de la inteligencia: la conformidad. Por conformidad entiende el
autor "que aquello que en el juicio se afirma de la cosa real está realizado en ella" 115. Si bien
la adecuación ("ad-ecuación"), entendida como una perfecta correspondencia entre lo
afirmado y la cosa real, no es posible, la conformidad apunta a la adecuación, se acerca a ella.
De esta manera, la adecuación es vista como un límite, una meta a la que tiende a
conformarse toda afirmación o juicio, pero es un nivel que no alcanza, por dos razones
fundamentales: en primer lugar, porque la aproximación a la adecuación es gradual, la
conformidad puede ir haciéndose más adecuada, aproximándose cada vez más a ese horizonte
límite; en segundo lugar, porque la intelección dual se realiza en una dirección determinada,
como un "enfoque", dice Zubiri, utilizando un lenguaje de la óptica, y que sugiere distintos
ángulos, distintos encuadres desde los cuales podemos situarnos para captar una cosa. Así,
pues, la conformidad es "como el índice de un camino, cuya verdad consiste en que si lo
recorriéramos totalmente, habríamos encontrado la adecuación que se busca"116.
Dado que la afirmación es siempre un "enfoque direccional", un modo de
aproximación a lo real aprehendido, en función del cual se ha tenido que seleccionar una o
unas simples aprehensiones para determinar lo que lo real es "en realidad", la verdad de la
afirmación sería entonces siempre una "actualidad coincidencial inadecuada"117.
Tal análisis de la función del logos lleva a concebir la intelección dual como un
camino, una búsqueda nunca lograda del todo, en la cual está empeñado el hombre, no sólo
por decisión propia, sino más aún, por una exigencia de la naturaleza misma de la inteligencia
sentiente118. En efecto, como dice Zubiri, "vamos actualizando momentos de riqueza" de lo
real aprehendido primordialmente, y la inteligencia se siente siempre arrastrada, conducida
por la fuerza de lo real en dirección a esa "meta siempre lejana" de la adecuación, de tal
manera que se trata de "una tarea inacabable"119.
las matemáticas como modelo del saber, sino que "todo saber, sea o no matemático, tiene su propia exactitud"
(ILO 232), en cuanto está en la línea de la evidencia.
115
Inteligencia y logos… p. 319.
116
Ibid., p. 321.
117
Inteligencia y logos… p. 323
118
En esta perspectiva, pareciera difícil reconocer la posibilidad del error, pues toda afirmación es siempre
"inadecuada". Para Zubiri, el error es, como toda afirmación, "verdadera actualidad", pero no es "actualidad
verdadera sino falsa" (IL 290). La falsedad deriva, como pone de relieve Pintor-Ramos, del hecho de que se da
"primacía al mundo intelectivo sobre el mundo real, conforme a pautas típicas de una inteligencia
concipiente": cfr. PINTOR-RAMOS A., Realidad y verdad... cit., p. 175. Es decir, se impide que sea la
realidad la que fundamente la afirmación y se reduce a ser "lo que nos parece" (IL 289).
119
Inteligencia y logos… p. 324.
73
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
Dentro de esta manera de concebir la verdad lógica como un problema siempre abierto
a nuevos enfoques, como una posibilidad de penetrar cada vez más la riqueza inextinguible de
la realidad aprehendida, Zubiri hace ver cómo ciencia y filosofía resultan dos tipos de saber
que no se agotan, ya que caen justamente dentro de esa lógica de la búsqueda incesante de la
adecuación nunca lograda de lo afirmado con lo real. "Es la obra entera del saber humano:
aproximación intelectiva a la realidad"120.
120
Ibid., p. 328.
121
Inteligencia y razón, Alianza, Madrid 1984, p. 43.
122
Zubiri distingue netamente entre "cosmos", que sería la unidad de las cosas reales en cuanto “talidades”, y
"mundo": la unidad de respectividad de lo real en cuanto real. Justamente la intelección racional es la
actualización de lo aprehendido "sobre el fondo del mundo", en su respectividad a lo real en cuanto real.
74
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
BIBLIOGRAFIA
75
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
76
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
El anterior panorama histórico, según los autores seleccionados por cada época, nos deja
algunas conclusiones:
Resulta claro el objeto de esta disciplina filosófica: examinar críticamente el tema del
conocimiento, en particular, su valor, es decir, su relación con la verdad.
Parte de este tema es el estudio de las facultades humanas de conocimiento. Es natural
que la atención esté dirigida en buena parte al sujeto que conoce y a sus posibilidades
en relación con la captación de la verdad.
El tema del conocimiento es complejo y encierra muchas dificultades, lo que se refleja
en la multiplicidad de soluciones que se han intentado a lo largo de la historia. Los
distintos autores intentan presentar posiciones originales, asumiendo posturas críticas
con respecto a sus predecesores.
No hay una solución que sea completamente satisfactoria y que haya acabado con las
dudas y dificultades. Justamente se trata de un tema de filosofía y no de ciencia. La
naturaleza misma de la filosofía está indicada en el término: “búsqueda” de la
sabiduría. Se trata de indagar y examinar críticamente un fenómeno, el del
conocimiento en este caso, que por su complejidad y riqueza no es posible agotarlo
plenamente. Aunque el intento de cada filósofo es llegar a verdades universales y
absolutas, en filosofía no se pierde el afán de búsqueda, profundización, examen
crítico, indicación de posibles nuevas soluciones o nuevos puntos de interés en el
tema.
No todas las doctrinas tienen el mismo peso o la misma validez. Hay posiciones o
doctrinas más sólidas que otras y que han demostrado una mayor coherencia y
fecundidad a lo largo de la historia. Así como también hay doctrinas que se van
descartando por su incoherencia interna, por su menor resistencia ante la
confrontación de los datos de experiencia, por su escasa fecundidad.
En esta segunda parte de los Apuntes de clase se asume la posición del “realismo”
gnoseológico, por considerarlo una mejor solución. Esto implica la admisión de la
trascendencia del objeto con relación al sujeto. En otras palabras, que el objeto no se agota en
la esfera del sujeto y que existen entes reales independientemente de la conciencia
cognoscente.
Se abordan, en esta visión sistemática, las distintas formas de conocimiento, para tratar luego
el tema de la verdad y su criterio, y luego los estados mentales o subjetivos con respecto a la
verdad. Las distintas argumentaciones del realismo se confrontan críticamente con otras
posiciones que difieren de la visión realista, para hacer ver mejor la originalidad de esta
solución y la fundamentación de sus explicaciones.
77
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
El realismo parte del siguiente principio: "no hay nada en el entendimiento que no haya
pasado antes por los sentidos". En otras palabras, es de la opinión que todos los
conocimientos humanos tienen la experiencia como base, aunque no se reducen a ella123.
Por experiencia el realismo entiende, en general: "el conocimiento
inmediato de una cosa singular, concreta, existente".
Se trata de una realidad captada por la "intuición sensitiva", es decir, la presencia de una cosa
existente, que el sujeto capta por los sentidos. Constituye una evidencia inmediata.
La experiencia no se reduce, como piensan los empiristas, a la captación de una cualidad o
"accidente" solamente, puesto que los accidentes no existen independientemente de las cosas.
Al captar una cualidad, el entendimiento capta también la cosa como existente, a la que
pertenece dicha cualidad.
1. Primacía de la experiencia
El realismo defiende que la experiencia tiene primacía sobre otras formas de conocimiento
(concepto, juicio, raciocinio). Se trata de una primacía de naturaleza, no necesariamente
cronológica. O sea, se afirma que no pueden darse otras formas de conocimiento sin suponer
necesariamente una experiencia como base.
- Primacía sobre el juicio: todo juicio tiende a resolverse en otro juicio cuyo
sujeto es más particular, hasta que llegamos a un sujeto que ya no es un concepto, sino
un objeto de experiencia (ej., cualidad – color – blanco... "esta hoja de papel").
123
Cf. PORCELLINI Bruno, Filosofia della conoscenza, Urbaniana, Roma 1996, p. 122.
78
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
79
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
2. La experiencia externa
Se trata del conocimiento inmediato de las cosas del mundo físico, a
través de los sentidos. El objeto de la experiencia externa se puede
definir como algo extenso, cualitativamente diferenciado y sujeto al
movimiento.
Históricamente:
- Descartes: por su punto de partida, el “yo” y sus ideas, Descartes admite que lo único que
podemos conocer de forma inmediata es la existencia del sujeto pensante y sus ideas; la
conciencia está cerrada sobre sí misma, de modo que la existencia del mundo físico (“res
extensa”) es fruto de un razonamiento ulterior y sólo viene justificada por la previa admisión
de la existencia de Dios como garante de las facultades humanas de conocimiento. Las
propiedades del mundo físico son juzgadas por el criterio de “claridad y distinción”, de
manera que las cualidades secundarias (color, olor, sabor, etc.) son consideradas subjetivas,
porque no se ciñen a tales criterios. Sólo las cualidades primarias son objetivas, aquellas que
se pueden expresar de forma cuantitativa (extensión, figura, movimiento, etc.) Descartes
desvaloriza así el conocimiento sensitivo, dando prioridad a la razón. Las cualidades
secundarias son consideradas entonces como puro fenómeno, sólo percibidas por el sujeto
pero sin existencia real transubjetiva. Se trata de un fenomenismo inicial o gnoseológico, una
tendencia que marcará toda la edad moderna.
- Locke: negando rotundamente el innatismo, afirma el principio empirista de que todas las
ideas que poseemos proceden de la experiencia. Todo nuestro conocimiento tiene su origen en
las sensaciones, de las cuales se producen las ideas, simples y complejas. Entre las ideas
complejas destaca, por su importancia histórica, la de “sustancia”, que serían las cosas
materiales en las cuales están presentes las “cualidades” que percibimos por los sentidos.
Ahora bien, lo que de hecho captamos por medio de las sensaciones son esas cualidades, no la
sustancia como tal, que no es objeto de percepción. Luego, suponemos que existen las
sustancias porque las cualidades no pueden estar “en el aire”, deben estar adheridas a algo que
las sostenga. La sustancia, pues, de la cual no tenemos experiencia alguna, es “lo que está
debajo” de las cualidades, su “sostén” o “sustrato”. Se trata de un “supuesto”, de naturaleza
desconocida e incognoscible, de las cualidades de los cuerpos que percibimos.
- Berkeley: aunque es empirista, por el hecho de que admite que todo conocimiento proviene
de las sensaciones, no admite, sin embargo, la existencia extrasubjetiva del mundo material.
124
HESSEN Johannes, Teoría del conocimiento, Espasa-Calpe, México 198117, p. 72.
80
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
Para él las sensaciones son un acto puramente interno, subjetivo. No sólo las cualidades
secundarias son percepciones subjetivas, sino también las primarias, puesto que éstas se
sustentan en aquéllas. En efecto –argumenta Berkeley– ni la extensión ni el movimiento son
percibidos en forma pura, sino sólo como superficies coloreadas o colores, olores, sonidos en
movimiento, etc. Tenemos, es cierto, impresión de materia, extensión, movimiento, etc. pero
todo ello no se reduce más que a percepciones del sujeto, modificaciones internas de la
conciencia, sin una correspondiente realidad externa. Tenemos así un fenomenismo conclusivo
o metafísico.
- Hume: no sólo admite, como Berkeley, que las percepciones son algo interno a la
conciencia, y por tanto no tenemos argumentos para admitir con certeza la existencia de un
mundo material, sino que también niega que se pueda admitir la existencia del sujeto como
ser subsistente, como sustancia. El sujeto se reduce a un puro “haz o colección de
percepciones” que se suceden unas a otras sin ningún soporte permanente. Con Hume se llega
a un fenomenismo metafísico total, que raya en un escepticismo filosófico.
- Kant: tiene la intención de superar el escepticismo metafísico de Hume e intenta hacer una
síntesis entre el empirismo y el racionalismo, dando credibilidad tanto a la sensación como a
la razón. Sin embargo, no se logra desprender del prejuicio del fenomenismo y del
inmanentismo. En efecto, aunque reconoce que existe una realidad extra subjetiva, ésta es
incognoscible. Lo único que es dado al sujeto es el fenómeno, que está constituido por una
materia, que son las sensaciones, en sí mismas caóticas, y una forma -estructura subjetiva-
constituida por las formas a priori, tanto de la sensibilidad (espacio y tiempo) como del
entendimiento (las 12 categorías). Luego, los sentidos por sí mismos no nos ponen en
contacto con una realidad transubjetiva, puesto que la estructura de la sensibilidad hace
imposible conocer las cosas tal como son en sí.
125
HESSEN Johannes, Teoría del conocimiento… p. 82.
81
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
126
Ibidem, p. 41.
127
VERNEAUX Roger, Epistemología general o Crítica del conocimiento, Herder, Barcelona 19816, p. 173.
82
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
puesto que para eso está hecho. En efecto, el sentido es una potencia, que queda actualizada
cuando entra en contacto con su objeto propio. Sería, pues, absurdo pensar que los sentidos se
equivocan en aquello para lo cual deben funcionar precisamente. Naturalmente, se requiere
que el sujeto preste atención al objeto percibido antes de emitir un juicio sobre el mismo.
En cuanto al objeto común, éste es el que puede ser percibido por varios sentidos a la
vez, tal como la figura, el número, el tamaño, el movimiento. “No son, por otra parte, más que
diversas formas de la cantidad, que es en el fondo el único objeto común”128. El movimiento,
por ejemplo, es percibido por la vista como el fluir de una extensión coloreada; por el oído
como una sucesión de sonidos; por el olfato como una sucesión de olores, etc. El sensible
común depende, pues, del objeto propio de cada sentido, aunque se percibe simultáneamente
por los varios sentidos. Es por ello que a veces el sujeto puede equivocarse en la percepción,
cuando juzga acerca de algo que no entra estrictamente dentro del ámbito del sensible propio.
Por ejemplo, la vista puede engañarse acerca del tamaño de un objeto, porque éste varía según
la distancia; o acerca de la velocidad de un objeto en movimiento. Lo importante es que el
sujeto se mantenga dentro de lo percibido y no vaya más lejos de ello. No obstante lo anterior,
el realismo defiende la validez objetiva de los sensibles comunes (extensión, movimiento) y
sus determinaciones (forma, tamaño, velocidad, etc.).
Existe también, dentro de la doctrina realista, el llamado “sensible per accidens” u
objeto accidental: “es el que no es conocido por el sentido, sino que se añade a la sensación
por alguna otra facultad”129, que puede ser la imaginación, la memoria o la inteligencia. Por
ejemplo, cuando uno escucha la voz de alguien y dice: “ahí viene Fulano”; o cuando la vista
ve un líquido amarillo y el sujeto dice: “es vino”, y en cambio es vinagre. En realidad, su
juicio ha rebasado lo que le dicen los sentidos y se arriesga al error. Ahora bien, no es el
sentido del oído el que se ha equivocado, sino la precipitación en el juicio, al identificar la voz
con una persona conocida, sin haber corroborado antes. En estos casos no yerran los sentidos,
sino el haber afirmado algo que los sentidos por sí mismos no han transmitido.
En rigor de verdad, los actos de la sensación en sí mismos no son ni verdaderos ni falsos,
porque son simplemente datos que transmiten los sentidos a la conciencia del sujeto
cognoscente. Lo que es susceptible de ser valorado como verdadero o falso será el juicio que
se haga con respecto a lo percibido por los sentidos. Como se verá más adelante, la verdad
reside formalmente en el juicio.
4. La experiencia interna
128
Ibidem, p. 174.
129
Ibidem, p. 173.
83
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
Actos de consciencia no son sólo los pensamientos, sino toda la actividad que se da en
el sujeto cognoscente: sentimientos, afectos, fantasías, deseos, voliciones, sensaciones,
juicios... en suma, las diversas manifestaciones de su mundo interior.
La experiencia de sí mismo se tiene por medio de la reflexión. Ahora bien, para el
realismo la conciencia no se reduce a sus actos, como pensaba Descartes. La experiencia de sí
consiste en una intuición del propio "yo" como sujeto de actos de conciencia, y como
sustancia y causa de algunos de esos actos.
El realismo defiende que los actos de conciencia se enraízan en un "yo" permanente, es decir,
sustancial, que es causa de algunos de dichos actos. Se oponen a dicha afirmación:
-Kant: considera el "yo" como "principio de apercepción trascendental", es decir, como una
estructura o condición necesaria para la posibilidad de toda experiencia; el "alma" no es
objeto de experiencia, sólo la admite como uno de los postulados de la razón práctica.
-Hegel: el "yo empírico" (el individuo humano) no es el verdadero sujeto del conocimiento;
la conciencia del "yo" individual como algo absoluto es una ilusión; el verdadero sujeto es el
"Yo absoluto", esto es, el Logos, que se descubre únicamente mediante el análisis
trascendental. “Para Hegel, tanto la conciencia como la autoconciencia son grados de la
fenomenología del espíritu y sólo pueden justificarse en una concepción que absolutiza el
pensamiento, principio de sí mismo, sin ninguna referencia al ser”130.
-Bergson: interpreta la realidad desde la categoría de la “vida”, como puro devenir; ésta sólo
puede ser captada mediante la intuición, no por los conceptos, que son como “cortes” que
estatizan la realidad, por ende, la segmentan. De ahí que, en el caso del “yo”, desde la
intuición no lo percibimos como una sustancia permanente, sino como puro devenir, la pura
"duración"; por lo tanto, no podemos percibir el "yo" como sustancia.
130
PORCELLINI Bruno, Filosofia della conoscenza... p. 159.
84
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
idéntico bajo la multiplicidad de sus actos; no como la suma de sus actos, ni sólo como su
condición de posibilidad, sino como aquello que subsiste y se distingue de sus actos, en quien
éstos se dan y siendo por ellos determinado.
-La misma conciencia revela al sujeto como autor de muchos de esos actos de conciencia,
en los cuales no sólo es paciente, sino también agente. Esto sucede particularmente en las
decisiones del sujeto, en las cuales interviene su voluntad. Dicha experiencia muestra que el
sujeto es un "yo" sustancial.
-Si concedemos al hombre la capacidad del libre albedrío, eso mismo refuerza la tesis de
que el sujeto es subsistente: no se puede conjugar el libre albedrío con la admisión de un "Yo
trascendental" (Hegel), en el cual el "yo" individual perdería su autonomía.
85
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
EL CONCEPTO
Los conceptos universales son términos que se predican de muchas
cosas por identidad.
Los conceptos hacen referencia a objetos o entes del mismo género o especie. La
palabra, proveniente del latín, significa etimológicamente “concebido”, justamente para aludir
al hecho de que es engendrado en la mente humana. Al decir que es “universal”, se refiere a
que representa muchas cosas o se predica de muchas cosas conjuntamente.
Nadie duda de la existencia de tales términos, pues los utilizamos constantemente en el
lenguaje, ya sea en referencia a seres concretos y existentes, como “hombre”, “árbol”,
“piedra”… o a seres abstractos, como “libertad”, “bondad”, “alegría”, “triángulo”, etc.
El problema que se plantea a la teoría del conocimiento no es, pues, acerca de la
existencia, sino del valor de los conceptos: ¿tiene de alguna manera existencia lo universal?
¿qué relación tienen los conceptos con las cosas? En la realidad sólo vemos cosas concretas,
particulares. Por poner un ejemplo: ¿qué valor tiene el término “hombre” como universal? ¿en
dónde estaría su fundamento ontológico? De acuerdo a nuestra experiencia, sólo tenemos
contacto con hombres determinados: seres con un determinado tamaño, una edad, un peso, un
color de piel, de cabello, de ojos… mientras que el concepto prescinde de todas esas
características. ¿Qué valor tienen entonces tales términos, si no se adecuan a la realidad
concreta y particular conocida por experiencia?
1. Históricamente
El problema de los “universales” se manifestó ya en la época antigua, precisamente en
la controversia sostenida por Sócrates con los Sofistas. Éstos negaban la validez de los
conceptos universales y proclamaban el relativismo y hasta el escepticismo. Sócrates, a través
de su método dialéctico, hizo ver que no sólo usamos los conceptos universales
constantemente, sino que éstos tienen un significado dentro del lenguaje y tienen, por tanto, su
utilidad y validez. Tanto Platón como Aristóteles siguieron la línea marcada por Sócrates y
trataron de ir más allá, buscando dar un fundamento metafísico a la doctrina socrática del
concepto: Platón lo hizo recurriendo a su teoría del mundo de las “esencias” o Ideas (eidos),
mientras que Aristóteles propuso la doctrina del hilemorfismo para explicar la constitución del
ente material, y la teoría de la abstracción como proceso de captación de los conceptos.
En el Medioevo tal problema se constituyó en uno de los temas más controvertidos,
tratado por casi todos los pensadores de esa época. La cuestión había sido planteada por
Porfirio, discípulo de Plotino y comentador de la lógica aristotélica. Severino Boecio (s. V-
VI), comentando a Porfirio, se había preguntado, a su vez, si los universales son realidades o
no; en caso de ser realidades, si son o no corpóreos; en caso de ser incorpóreos, si están o no
unidos a las cosas sensibles. En la Escolástica se continuó la reflexión acerca de la validez y
fundamentación de los conceptos universales, lo que se conoció precisamente como el
“problema de los universales”, que asumió básicamente cuatro posiciones, aunque las dos
primeras se asemejan bastante entre sí.
86
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
1.1 Nominalismo
Es la doctrina que afirma que el universal no existe en cuanto tal ni en las cosas ni en
el pensamiento. Los nominalistas defienden que, siendo las cosas particulares, también el
conocimiento de las mismas debe ser singular, de manera que los conceptos son sólo sonidos
de voz (flatus vocis). No hay, pues, en las cosas nada que sea común (una supuesta esencia),
de modo que el llamado concepto es solamente un nombre, sin ningún valor ontológico ni
objetivo. Se trata de un término para nombrar cosas particulares que en cierta manera se
asemejan. Para los nominalistas, el tema de los universales es entonces un falso problema,
puesto que en la realidad sólo existen cosas particulares; los universales no existen como tales
ni en la mente ni en la realidad. Fueron nominalistas: en la antigüedad, los Sofistas, Epicuro,
los Estoicos; en el medioevo, Roscelino (s. IX) y Guillermo de Ockam (s. XIV).
1.2 Conceptualismo
Los universales tienen existencia sólo en cuanto presentes en la mente, pero no corresponden
a nada concreto en la realidad; sólo nos sirven para comunicarnos. De forma semejante a los
nominalistas, los conceptualistas sostienen con firmeza que en la realidad existen sólo cosas
concretas, particulares, contingentes, de modo que lo universal no corresponde a nada real en
sí. Aunque muy semejante al nominalismo, se distingue de él en que al menos reconoce una
existencia mental al universal. Los conceptos son puras ideas, entes de razón o construcciones
de la mente, que se derivan de la semejanza que el sujeto capta entre las cosas singulares.
Podemos considerar conceptualistas a Pedro Abelardo en el medioevo; a los empiristas
ingleses (Hobbes, Locke, Berkeley, Hume); al sensismo francés (Condillac); a los positivistas
(Stuart Mill, Comte, Taine), entre otros. En general, éstos defienden que en la mente las ideas
no son sino reflejo de las cosas particulares. De éstas no nos queda sino una “imagen”, que es
como una reproducción de las cosas, siempre concreta y particular. También Kant puede
considerarse conceptualista, puesto que los conceptos valen sólo para los fenómenos, no para
las cosas como son en sí, pues son incognoscibles.
concretas, contingentes, pero éstas tienen algo de universalizable, pues están constituidas
metafísicamente de acuerdo a una “forma”, que puede ser abstraída por el intelecto. Luego,
reconocen al valor objetivo y ontológico de los conceptos: aunque éstos no son realidades, sí
corresponden a cosas reales. Situamos aquí a Aristóteles y, en el medioevo, Abelardo, Alberto
Magno, Tomás de Aquino, entre otros.
2. Doctrina de la abstracción
Para Aristóteles y Santo Tomás, los conceptos universales se captan por abstracción, a
partir de la experiencia.
Ambos autores explican la abstracción como un proceso complejo, que implica el
recurso a dos teorías: la de la composición hilemórfica de los entes del mundo sensible y la
del entendimiento agente. Ambas doctrinas suponen, además, la inteligibilidad del ente.
Por su composición hilemórfica, el ente sensible está formado de materia prima y forma
sustancial, como dos principios metafísicos que son correlativos: la materia prima es el
elemento indeterminado y determinable; la forma sustancial es el elemento determinante. Ésta
es la que la que hace que el ente sea “esto” y no otra cosa, determina su esencia; es, por tanto,
el principio que da inteligibilidad al ente. La materia prima, en cuanto tal, resulta un elemento
oscuro, opaco ante la inteligencia y es principio de la multiplicidad de los entes.
El proceso de abstracción lo explica Aristóteles de la siguiente manera. El ser humano
tiene contacto con el ente del mundo sensible a través de los sentidos. Producto de ese
contacto es la formación de la imagen sensible (species sensibilis) en la mente humana. Dicha
imagen, aunque no es el ente concreto sino un contenido mental correspondiente al mismo, es
todavía particular y concreta. En efecto, la imagen mental de un árbol, por ejemplo, tiene
siempre unos colores, un tamaño, una forma, un lugar, una disposición de sus partes (tronco,
ramas, hojas…). En otras palabras, la imagen no alcanza todavía el nivel de abstracción del
concepto. Pero en ella se encuentra, de manera potencial, la imagen inteligible (species
intelligibilis), que da lugar al concepto universal. Para que éste se forme en la mente humana,
interviene el entendimiento agente, que arroja como una luz sobre la imagen sensible,
descubriendo en ella la “forma”, es decir, el universal. Según Tomás de Aquino, el
entendimiento agente es una especie de luz que ilumina la species intelligibilis para que el
entendimiento posible o potencial pueda ser “en acto” y “leer” en ella el universal.
La abstracción consiste entonces en la “separación” de la forma y la materia, producida
mentalmente por la acción del entendimiento agente; dicho en otras palabras, es una especie
de “des-materialización” de la forma sustancial, en la cual se encuentra potencialmente el
concepto universal.
5.1 En la mente
Se obtiene por abstracción; sólo puede existir en la inteligencia si existe primero en las
cosas. En la mente la esencia adquiere dimensión universal: se atribuye a todos los individuos
de un mismo género o especie. Prescinde de los caracteres individuales, particulares,
concretos.
5.3 En sí misma
La esencia puede ser considerada en sí misma, sin relación a la mente o a las cosas
concretas. Es la esencia en sentido absoluto, independientemente de su relación con la
existencia. Es lo que en Husserl corresponde a la “intuición eidética”.
89
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
6. Su valor ontológico
La esencia absoluta es indiferente, no es universal ni singular, ni tiene relación con la
existencia.
La esencia pensada: es universal y tiene un modo de existencia puramente espiritual,
mental, es un ente de razón. Pero tiene un fundamento real, en cuanto está referida a las
cosas concretas, de las cuales fue abstraída.
La esencia en las cosas: está individualizada, por razón de la materia prima, y tiene
existencia real, en cuanto co-principio del ente.
Aristóteles es muy claro en afirmar: “Nada hay en la naturaleza fuera de las cosas
individuales”. Ahora bien, hay en ellas un principio universalizable, que es lo que la mente
capta por la abstracción.
No es imposible que una misma esencia exista de dos modos distintos: en la mente, como
universal, y en las cosas, como individual. Como dice Tomás: “No es necesario que la esencia
esté del mismo modo en el intelecto que en la cosa”. Mejor dicho, no puede tener el mismo
tipo de existencia en la mente, pues en ella la cosa está como conocida, según el Aquinate,
“ad modum recipientis”, es decir, acomodándose al sujeto que la recibe. El error de Platón
estriba en admitir que la cosa deba existir de la misma forma en la mente y en la realidad.
El realismo defiende que, en cuanto abstraídos de las cosas concretas y particulares, los
conceptos tienen valor ontológico. Sin embargo, hay que distinguir en ellos “lo que se
conoce” y el “modo como se conoce”. Según lo visto anteriormente, lo que se conoce es la
quididad, que es una determinación de la esencia de las cosas; corresponde, pues, a ellas. En
este sentido, el realismo rechaza el conceptualismo y el nominalismo, que niegan valor
objetivo y ontológico al concepto. Si bien existen sólo cosas particulares, éstas están
constituidas por un principio universal, la esencia.
Por otra parte, el modo como está presente la quididad en la mente es distinto al modo de
ser en las cosas concretas. En la mente, gracias a la abstracción, dicha quididad está
universalizada, pues el entendimiento agente prescinde de toda determinación material. En las
cosas, dicha quididad está determinada, concretizada, delimitada por la materialidad. Con
esto, el realismo moderado se opone al realismo exagerado, que quisiera ver realizado de la
misma manera el concepto en la mente y en las cosas.
El concepto es, pues, un conocimiento de la realidad que supera al conocimiento
experiencial, pues penetra más profundamente el objeto. Pero es también un conocimiento
imperfecto, pues se le escapa lo particular y concreto. Hay que concluir, entonces, que ambos
tipos de conocimiento, experiencial y conceptual, son necesarios y complementarios. No
conviene excluir o minusvalorar el uno a favor del otro, pues eso sería privar al hombre de un
instrumento valioso para conocer la realidad.
90
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
El juicio
131
Cf. PORCELLINI Bruno, Filosofia della conoscenza... p. 220.
91
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
Al decir que se trata de una síntesis, se excluye que sea una simple asociación de ideas,
como pensaron Descartes y los empiristas. La mente capta que los términos del juicio (sujeto
y predicado) son aprehendidos como formalmente distintos, pero gracias a la abstracción, la
mente misma ve realizado el predicado en el sujeto. Por ejemplo, cuando se afirma “los
cuerpos son pesados”, el intelecto “ve” que el concepto “pesado” corresponde al concepto de
“cuerpo”, y por eso da su asentimiento.
Siguiendo la doctrina del realismo, hay que precisar entonces lo siguiente:
El juicio no es una simple asociación de ideas. Tal es la concepción de los Empiristas.
Éstos, en efecto, no admiten la doctrina de la abstracción, por lo que consideran que en la
mente humana queda una impresión de las notas captadas por los sentidos, y de éstas se
forman las ideas, que no son más que imágenes pálidas de las impresiones, de manera que
no existen los conceptos universales, entendidos como captación de esencias. De ahí que
reducen el juicio a una asociación de ideas. Para el realismo, el juicio tiene un elemento
propio y formal, que es el asentimiento o afirmación, y ésta considera los dos términos no
como una sola cosa, sino como formalmente distintos, aunque identificados en la realidad.
Por ejemplo, en el juicio “El hombre es animal racional”, la mente capta diversos
conceptos (hombre – animal – racional) y los identifica, viendo estas determinaciones en
el sujeto “hombre”. Tal es la síntesis basada en la aprehensión.
El juicio no es un acto de la voluntad, sino del entendimiento. Es Descartes quien
defiende que el juicio es un acto de la voluntad. Partiendo de que las ideas principales son
las innatas, de las que se toma el criterio de verdad, el pensador racionalista piensa que el
conocimiento ya es completo con el concepto.
Para el realismo, la aprehensión del nexo entre los términos precede a la afirmación. En
efecto, es necesario que la mente “vea” primero que hay una identidad entre lo que se predica
y el sujeto del que se predica; o bien, que haya captado que no hay tal identidad, lo que da
lugar a un juicio negativo. La captación del nexo puede darse de manera inmediata o mediata,
lo cual determina las diversas clases de juicio, como se verá más adelante.
132
DE GUZMAN Lorenzo, El problema de la verdad, Herder, Barcelona 1964, p. 83.
133
Ibidem, p. 83.
92
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
134
PORCELLINI Bruno, Filosofia della conoscenza... p. 222.
135
VERNEAUX R., Epistemología general… p. 227s.
136
Cf. PORCELLINI Bruno, Filosofia della conoscenza... 224.
93
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
4. El juicio y su valor
Se ha dicho arriba que el juicio es una síntesis de la mente, que aprehende el nexo entre
los dos términos, sujeto y predicado. Se trata de una función analítico-sintética. Precisamente
en dicha aprehensión del nexo entre los términos reside el valor del juicio. Es por eso que el
realismo afirma que “el juicio afirma por sí mismo su propia verdad”. En efecto, cuando la
mente emite un juicio está afirmando la conformidad o adecuación de lo enunciado con la
realidad. No hace falta decirlo explícitamente, pues cuando se asocia el predicado con el
sujeto es porque la mente está convencida de que hay conformidad.
Ahora bien, eso implica que la mente debe asegurarse de la conformidad. Como se dijo
anteriormente, el entendimiento humano es discursivo, puesto que la verdad no se le da de
manera inmediata más que en algunos pocos casos. De ahí que la mente debe hacer un
esfuerzo para conocer si hay o no una identificación del sujeto con el predicado y si lo que se
afirma efectivamente corresponde a la realidad. En otras palabras, el valor del juicio reside en
la verdad, y para ello se requiere de un criterio de verdad, para que la mente pueda corroborar
94
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
95
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
El punto principal de la teoría del conocimiento es el del valor del conocimiento, es decir, el
problema de la verdad. El desarrollo de este tema será abordado desde el realismo.
1. La posición del realismo en el conocimiento
En términos generales, el realismo sostiene:
que el ser precede al conocer;
en consecuencia, es el ser el que determina la conciencia, y no al contrario;
el ser es de por sí inteligible, lo que hace posible que la inteligencia humana lo
capte tal como es en sí, sin que esto quiera decir que lo agote en toda su
riqueza;
en consecuencia, sostiene el realismo que la verdad es posible y que ésta
consiste en la adecuación o conformidad del entendimiento (a través del juicio)
con la realidad.
"La tesis característica del realismo es, pues, que las cosas, o el mundo, y el
yo que percibimos existen en el sentido metafísico de la palabra, es decir,
tienen un acto propio de existencia que los sitúa fuera de la nada, fuera de
sus causas y fuera de nuestro pensamiento"137.
pero en ambas la verdad consiste en una adecuación, aunque entendida de diversa manera.
Mientras en el realismo el objeto es extramental (res mensurans), en el subjetivismo se
identifica con el entendimiento (mens mensurans), aunque, al menos nominalmente, se da la
bipolaridad objeto-sujeto”138. Esta oposición se puede expresar así: o el ser existe en sí,
independientemente de la conciencia cognoscente (realismo); o todo ser es puesto por la
conciencia cognoscente y, por tanto, no existe independientemente de la conciencia
(idealismo). El idealismo se basa fundamentalmente en el principio de la inmanencia. Así lo
expresa Kant: "Nunca tenemos relación más que con nuestras representaciones. En cuanto a
saber lo que pueden ser las cosas en sí, está indudablemente fuera de la esfera de nuestro
conocimiento". Y el idealista Brunschvicg: "Una cosa que estuviese más allá del
conocimiento sería por definición lo inaccesible, lo incognoscible, es decir, que equivaldría
para nosotros a la nada". En suma, para el idealismo, el mundo, la realidad se reduce al "ser-
para-mí", es decir, al fenómeno. Lo único que le es dado al espíritu humano es su propio
pensamiento, que constituye el mundo, conjunto de fenómenos unidos y organizados por el
espíritu según sus formas y categorías "a priori".
2.2 ¿Tiene razón el fenomenismo idealista?
Éste parte históricamente de un presupuesto que se remonta a Descartes: entre el ser-fuera-
de-mí (la res extensa) y el ser-en-mí (las ideas en la conciencia) no hay nada en común. Las
ideas son inmanentes a la conciencia; por tanto, no tienen nada en común con un supuesto
ente real trascendente. Después, de hecho, Descartes tendrá que recurrir a Dios como puente
de enlace entre el mundo de la conciencia y el mundo exterior, entre los cuales ha puesto una
brecha. El idealismo posterior no ha hecho más que llevar al extremo esta concepción
cosmológica cartesiana dualista y suprimir uno de los términos, el mundo "exterior" a la
conciencia, quedándose con el puro fenómeno inmanente a la conciencia.
Ante esta posición, el realismo responde:
Hay que convenir con el idealismo en que lo que conocemos es inmanente a la conciencia, en
cuanto conocido; pero ello no implica que lo conocido no tenga una referencia a lo real. En
otras palabras, todo objeto de conocimiento es un fenómeno. Pero oponer el fenómeno al ser-
en-sí es una afirmación gratuita. El idealismo considera que conocer el fenómeno es ya de por
sí no poder conocer el ser del cual el conocimiento es fenómeno. Tal conclusión es
inconsistente: la idea de un fenómeno puro es absurda: ¿cómo podría ser fenómeno de la
nada? Sería como hacer referencia a un ser que no aparece. Por eso Kant se vio en la
necesidad de admitir el "ser en sí", aunque incognoscible, como fundamento último del
fenómeno. Pero entonces, ¿cómo saber que existe el ser en sí, si lo único que conocemos es el
fenómeno?
Para el realismo, no se exige que el fenómeno tenga que reflejar el ser exhaustivamente; basta
que corresponda en algo a la realidad. Tal es la tesis de la intencionalidad del conocimiento,
es decir, que el conocer no se agota en sí mismo; el objeto es definido en relación a un sujeto,
y viceversa: el sujeto es aquello a quien se aparece un objeto; el objeto es aquello que aparece
a un sujeto.
138
DE ALEJANDRO José María, Gnoseología, BAC, Madrid 1964, p. 102.
97
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
Hessen reporta dos argumentos importantes que apoyan la tesis del realismo:
1. "la independencia de los objetos de la percepción respecto de nuestras
percepciones"139. Por ejemplo, por la mañana encontramos en el mismo sitio el
escritorio en que trabajamos la noche anterior. Locke decía al respecto que puedo estar
seguro de la existencia de las cosas mientras las percibo. Pero de hecho identificamos
inmediatamente los objetos, aunque los hayamos dejado de percibir por mucho
tiempo.
2. Los objetos no son manejables a voluntad por el sujeto. Hay percepciones que son
molestas, dolorosas, perjudiciales para el sujeto y, sin embargo, éste no las puede
eliminar a voluntad; los objetos presentan una resistencia ante el sujeto. Ello es
prueba, según el realismo, de la independencia de los mismos y de la existencia real de
las cosas140.
El realismo, pues, rechaza el principio de inmanencia y el fenomenismo, base del idealismo.
Para él, el ser es anterior por naturaleza al conocer. No afirma "pienso, luego existo", sino
"existo, luego pienso". El sujeto debe ser para poder conocer; y el objeto debe ser de algún
modo (como dado, construido, posible o actual) para poder ser conocido. El realismo da
primacía al ser sobre el conocer.
2. El acto de conocimiento y la verdad
En términos generales, podemos decir que el conocer es el acto que hace experiencia
consciente de algo. Más específicamente, el conocimiento es un acto que expresa una relación
entre un sujeto que conoce y un objeto conocido. Un objeto se hace presente a un sujeto, a
través de sus facultades cognoscitivas: sensibilidad e intelecto. Dicha presencia se dice que
establece, según el realismo, una relación intencional, esto es, el ser se presenta a una facultad
de conocimiento en tanto que objeto y tal presencia del objeto se distingue del sujeto, no
depende de él. Hay una correlación: el objeto es tal para un sujeto y el sujeto es tal ante el
objeto; ninguno se reduce al otro y cada uno hace referencia al otro.
Para el realismo, dicha correlación está marcada por el ser del objeto, que tiene primacía
sobre el sujeto. El objeto no es creado por el sujeto ni depende de él, sino que está
determinado por su relación con el ser, que llega a ser su referente primordial. Así, el
conocimiento es verdaderamente tal cuando expresa la realidad, las cosas como son en sí. Tal
es la expresión de la verdad. Por ello es posible distinguir lo verdadero de lo falso: verdadero
es lo que expresa la realidad, lo que corresponde al ser; falso es lo que no corresponde a lo
real.
139
Cfr. HESSEN J., Teoría del conocimiento… p. 77.
140
Cfr. Ibidem, p. 88s.
98
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
3. Históricamente
se define previamente qué es lo exitoso, lo útil, lo práctico; cuál es su sentido, etc. Es decir, si
no se define antes lo verdadero teóricamente.
3.5 El idealismo
basa su concepción en el principio de la inmanencia. La verdad está concebida como
una relación inmanente a la conciencia. Como ya se dijo, los defensores del principio de
inmanencia caen en una presunción gratuita. Al respecto, Hessen presenta una crítica al
principio de la inmanencia: si bien es cierto que el objeto, en cuanto conocido, es un
contenido de conciencia, no quiere decir que se reduzca a ser contenido de conciencia:
143
Ibidem, p. 53.
144
Ibidem, p. 54.
145
Ibidem, p. 94.
101
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
102
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
146
Cfr. VIGLINO Ugo, “Contraddizione”, en Enciclopedia Filosofica, tomo II, Sansoni Ed., Firenze 1967, col.
24-26.
103
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
negación” y “ley de la coincidencia de opuestos”. Pero la dialéctica se refiere más bien a los
contrarios, que no a realidades contradictorias, como reconocieron después varios filósofos
marxistas147.
6.3 Principio de "tercero excluido":
Entre dos proposiciones contradictorias no hay término medio. Es imposible que
existan grados intermedios entre lo verdadero y lo falso, al mismo tiempo y bajo el mismo
aspecto, porque no hay ninguna relación ontológica posible entre el ser y la nada.
147
Cfr. FERRATER MORA, “Contradicción”, en Diccionario de Filosofía, tomo I, Alianza Ed., Madrid 1979,
pp. 622-623.
104
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
Hemos visto que tanto la experiencia como el concepto se ordenan al juicio, que es
considerado por lo mismo la forma completa del conocimiento. Por eso se dice que es en el
juicio donde reside formalmente la verdad. Ahora bien, para determinar si un juicio es
efectivamente verdadero es preciso confrontarlo con el criterio de verdad, la evidencia. Ésta
se entiende como la manifestación del ente al entendimiento y es un criterio objetivo de
verdad.
Si el entendimiento humano fuese intuitivo, el ente se le manifestaría siempre con toda
claridad. El hombre podría captar los distintos entes y sus determinaciones sin ningún
esfuerzo y estaría siempre en la verdad. Ahora bien, las facultades humanas de conocimiento
son limitadas y por eso el saber humano es progresivo, es un proceso que se va logrando con
esfuerzo. Según el realismo, el intelecto no posee ideas innatas, de manera que todo el
material con que trabaja la mente se va adquiriendo a partir de los sentidos y luego la mente
va elaborando nuevos conocimientos, o a partir de nuevas observaciones de la naturaleza y la
realidad que lo rodea, o en base a razonamientos sobre los conocimientos ya adquiridos. Nos
enfrentamos aquí a la facultad que se conoce como razón, que es una propiedad de la mente
que la hace apta para buscar la verdad, cuando ésta no se le da de forma inmediata. Se
entiende por razón precisamente aquella capacidad de nuestra mente de pasar de una a otra
cosa, de discurrir.
En algunos casos, la evidencia de la verdad de un juicio es inmediata: la mente no tiene que
hacer ningún esfuerzo por captarla, ya que el ente se le manifiesta con toda claridad al
entendimiento. En otros casos el sujeto debe esforzarse por hacer luz sobre el ente y así poder
captarlo con claridad. Se trata entonces de la evidencia mediata. Esto da lugar, como ya se
dijo, a varias clases de juicios. Es preciso ahora examinar los juicios desde el punto de vista
de la evidencia, para determinar su valor gnoseológico con respecto a la verdad.
1. Juicios de evidencia inmediata
Las verdades que el hombre puede conocer de forma inmediata son relativamente reducidas.
Ya se vio que, en lo referente a los conceptos, éstos son captados por el intelecto por
abstracción, a partir de la experiencia. Se trata, en esos casos, de una aprehensión o intuición
(= visión) del universal. En algunas clases de juicios también la mente es capaz de captar su
verdad por intuición, es decir, de forma inmediata. Tal es el caso de los primeros principios y
de los juicios de experiencia.
1.1 De evidencia inmediata intelectiva (intuición intelectiva)
Aristóteles decía que los primeros principios son proposiciones evidentes por sí
mismas y deben tener estas características:
a) ser conocidas sin lugar a equivocarse
b) que no supongan ni tengan que apoyarse en nada anterior
c) que no sean adquiridas por demostración.
105
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
El mismo Aristóteles hizo ver que los primeros principios son necesarios para toda
ciencia, pues ésta no puede partir de cero, ya que debe tener un punto de apoyo para
sus demostraciones. Y si éste a su vez tuviera que ser demostrado, nunca se lograría
avanzar y se procedería hacia atrás hasta el infinito. Por eso la mente tiene la facultad
de captar por intuición o aprehensión inmediata tales principios. En el caso de la
filosofía, tales principios se captan en la experiencia del ente y sus atributos
trascendentales. En filosofía se pueden mencionar los siguientes:
- Principio de identidad: es expresión del trascendental “ente”; su enunciado puede
expresarse de diversas maneras: “todo ente es lo que es”, o bien: “todo ente está
determinado a ser lo que es”.
- Principio de razón suficiente: “todo ente tiene, en sí o en otro, razón suficiente de
ser”. Excluye el absurdo o el puro azar.
- Principio de causalidad: se refiere al ente contingente y se puede expresar así:
“todo ente contingente tiene causa eficiente”; o bien, “todo lo que se mueve es
movido por otro”.
- Principio de no-contradicción: tiene una doble dimensión, metafísica y lógica;
como principio lógico, expresa la incompatibilidad entre verdad y falsedad en una
misma afirmación: "es imposible afirmar y negar algo de una cosa al mismo tiempo
y bajo el mismo aspecto".
- Principio de tercero excluido: “Entre dos proposiciones contradictorias no hay
término medio”.
Existen varios otros, según las distintas ramas del saber (por ejemplo, los primeros principios
de la moral, de la lógica, de las matemáticas, etc.). Lo importante es tener en cuenta de que en
estos casos se trata de verdades captadas de forma inmediata y sirven de base para adquirir
otros conocimientos.
1.2 De evidencia inmediata sensitiva (intuición sensitiva)
Son juicios que se refieren a los datos proporcionados por los sentidos, lo que se conoce en
filosofía como experiencia o conocimiento experiencial. De acuerdo a lo examinado
anteriormente, la sensibilidad es una facultad humana de conocimiento que merece
credibilidad, ya que los sentidos están hechos para captar su objeto propio. Y en cuanto al
objeto común, éste está constituido por la percepción simultánea de varios sentidos en un
determinado objeto. Luego, también aquí puede lograrse la objetividad, siempre y cuando el
sujeto esté apercibido y no exprese en sus juicios sino aquello que le revelan sus sentidos, sin
precipitaciones ni intervenciones indebidas de sentimientos, emociones, prejuicios, recuerdos,
etc.
Los juicios de experiencia son “datos de hecho” y se basan en las percepciones del sujeto.
Naturalmente, son apreciaciones de hechos contingentes, ligados al “aquí” y “ahora”. En ese
sentido, son juicios particulares y concretos, y no son afirmaciones que puedan fundamentar
la ciencia, por cuanto carecen de universalidad. Sin embargo, son verdaderas evidencias y
fundan un grado de certeza absoluto. Así, por ejemplo, la experiencia interna de que “yo
existo” o de que “algo existe” es una evidencia que nadie puede rebatir, “ni aun el más
106
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
escéptico”, como dice el mismo Descartes reflexionando sobre su propia intuición. Pero
también en lo referente a la experiencia externa, serían juicios de evidencia inmediata los que
expresan aquello que con objetividad captan los sentidos. Por ejemplo: “la pizarra es verde”;
“en la pared hay un reloj”; “este fresco es de limón”, etc.
2. Juicios de evidencia mediata
No siempre es dado a la mente humana captar el ente de forma inmediata. En muchas
ocasiones la evidencia es fruto de un trabajoso esfuerzo, y es ese proceso gradual lo que da
lugar a las distintas ciencias.
Una de las funciones del intelecto es precisamente el raciocinio, que consiste en el proceso
discursivo por medio del cual se pasa de una verdad previamente conocida a otra hasta
entonces desconocida. Aquí entra la diferencia entre intelecto (inteligencia) y razón: no es que
sean dos facultades diversas, sino dos funciones de la misma facultad intelectiva. El intelecto
tiene más bien la función aprehensiva o intuitiva, mientras que la razón tiene una función
discursiva, pasando de una verdad a otra por medio del razonamiento. “Esta cualidad de
nuestra mente tiene diversas funciones o manifestaciones que se organizan en el seno de cierta
tensión dialéctica: tales son, por ejemplo, análisis y síntesis, abstracción y concreción,
deducción e inducción, etc. Son los caminos o vías del pensamiento discursivo que sale al
encuentro del objeto”148. Siguiendo a Tomás de Aquino, el diccionario de Brugger define la
razón como “la facultad del conocimiento abstractivo, que separa y une, que progresa de los
principios a sus consecuencias”149
Con frecuencia se suele confundir el razonamiento con la deducción, pero no es exactamente
así: existen razonamientos de tipo deductivo y razonamientos de tipo inductivo, como se verá
a continuación, aunque en ambos casos se trata de pasar de lo conocido a lo desconocido.
2.1 Evidencia mediata intrínseca
Al hablar de evidencia mediata, se quiere decir que el entendimiento, para llegar a captar la
verdad, necesita de una mediación, de un procedimiento. En el caso de la evidencia mediata
intrínseca, dicha mediación es hecha por el mismo entendimiento, a través de su capacidad de
razonar. Como fruto del razonamiento, que puede ser deductivo o inductivo, el ente se le hace
manifiesto al entendimiento y se tiene entonces así la evidencia (= la visión del ente), con lo
que la mente descansa, pues ha llegado a la verdad.
2.1.1 La deducción
Es un tipo de razonamiento que va de lo universal a lo particular. Según Aristóteles, se trata
de un discurso en el cual, puestas ciertas premisas universales, se sigue necesariamente, en
fuerza de tales premisas, una conclusión particular. Su expresión más perfecta es el silogismo,
que sigue las leyes de la lógica, tal como el mismo filósofo griego desarrolló
148
DE GUZMAN Lorenzo, El problema de la verdad… p. 95.
149
DE VRIES Josef, “Razón”, en BRUGGER W., Diccionario de Filosofía, Herder, Barcelona 1988, 464s.
107
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
150
Cfr. PORCELLINI, Filosofia della conoscenza… p. 247.
108
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
aplica también a todos sus inferiores o elementos componentes; y lo que se niega del todo se
niega también de sus elementos inferiores o componentes. El segundo afirma que si dos cosas
convienen en una tercera, convienen entre sí; y si dos cosas discrepan con relación a una
tercera, discrepan entre sí. Estos principios muestran la función del término medio en el
silogismo, que sirve de enlace y debe ser tomado, al menos una vez, en toda su extensión,
como universal. Justamente lo que hace a veces difícil el silogismo es encontrar el término
medio.
Naturalmente, la validez de la deducción dependerá del valor de las premisas. Si son
verdaderas, o porque son evidentes o porque fueron demostradas precedentemente, la
conclusión será verdadera y producirá un conocimiento novedoso. Si son sólo probables, la
conclusión no irá más allá de la probabilidad151.
2.1.2 La inducción
De manera contrapuesta a la deducción, el razonamiento por inducción es el paso de verdades
particulares (datos de hecho) a verdades universales (leyes). No basta a la mente abstraer las
esencias de las cosas y después deducir para sacar las consecuencias y aplicaciones de la
aprehensión, como se hace con el silogismo. Es necesario escrutar la naturaleza, a través de la
experiencia, y tratar de encontrar la regularidad en los fenómenos observados, lo que da lugar
al conocimiento de las leyes naturales. Justamente ése es el procedimiento de la inducción.
Por eso es el tipo de razonamiento más usado por las ciencias físicas y de la naturaleza
(biología, química, física, etc.).
Existen dos clases de inducción: completa e incompleta. La inducción completa es cuando se
enumeran todos los casos o experiencias posibles en una determinada situación. Por ejemplo,
cuando se determina que cierta enfermedad que afecta a los pacientes y al personal de un
determinado hospital es debida a una infección viral: es posible comprobarlo en todos los
casos, porque se refiere a un universo reducido. Para los médicos en ese lugar, la
investigación puede ser útil, pero para la ciencia, tal tipo de inducción no tiene mucha
relevancia. Lo que más interesa es la inducción incompleta, pues en ella la mente se eleva, de
un determinado número de casos (a veces uno solo puede ser suficiente), a un enunciado o ley
general, válida para todos los casos posibles, aunque no se compruebe en todos ellos. Es el
tipo de inducción que utilizan las ciencias de la naturaleza, por lo cual se le llama también
inducción científica y se puede definir como la operación mediante la cual se pasa del
conocimiento de los fenómenos a las leyes que los rigen.
La inducción no deja de presentar una fuerte problemática ante el criterio de la evidencia, por
lo cual su valor ha sido seriamente cuestionado por parte de algunos filósofos. En efecto, ¿qué
es lo que permite la generalización, si lo que se ha comprobado son algunas experiencias y no
todas las experiencias posibles?
El problema está en que la inducción nace de la experiencia, que es siempre un acto singular y
concreto, limitado en el espacio y en el tiempo, y sin embargo, apunta hacia el futuro, del cual
no tenemos experiencia. Decir, por ejemplo, que “el sol saldrá mañana” es un acontecimiento
futuro, del cual no se ha tenido experiencia. ¿En base a qué puedo tener la absoluta seguridad
151
Cfr. PORCELLINI, Filosofia della conoscenza… p. 250.
109
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
de que será así también mañana? Aseverar que “los metales son buenos conductores de la
electricidad” es una afirmación basada en relativamente pocas observaciones: ¿cómo puede
uno estar seguro de que en cualquier tiempo los metales van a seguir comportándose de esa
manera? De Alejandro sintetiza muy bien el problema de la siguiente manera: “Y así podemos
plantear la pregunta siguiente: ¿es posible una certeza gnoseológica sobre un futuro
experimentable, ya natural, ya científico, apoyándonos en la experiencia presente, singular y
concreta? ¿En qué se funda y cómo se justifica esa posibilidad gnoseológica?”152
Todos están de acuerdo en admitir que la inducción no se puede basar en la sola experiencia
ni solamente en un puro principio racional: dicho tipo de razonamiento debe incluir ambos
elementos, experiencial y racional. El desacuerdo está en la forma de entender la manera en
que dichos elementos participan en la inducción. El problema, pues, en este tipo de juicios, es
el del fundamento de la inducción.
Entre los que cuestionan el valor de la inducción se pueden nombrar:
Los empiristas:
Es bien sabido que aceptan como única materia de conocimiento las impresiones,
fruto de la actividad de los sentidos, y las ideas, que son imágenes o huellas pálidas de
las impresiones. Ambas formas de conocimiento son contenidos de la mente, sin que se
pueda asegurar que tengan una correspondencia fiel con la realidad. En el caso de
Locke, éste reconoce que en la realidad deben existir sustancias, como soporte o
sustrato de los accidentes, que son los que dan lugar a las impresiones, pues éstos no
pueden estar simplemente “en el aire”; aunque tal sustrato resulta “desconocido” e
“incognoscible”. Para Hume, que es más radical, no sólo niega que podamos conocer
la sustancia, sino que niega su existencia, ya que los datos de los sentidos no nos
pueden dar pie para afirmar la existencia de ningún ente metafísico. En base a tales
presupuestos, los empiristas niegan toda relación causal; lo más que puede hacer la
mente es descubrir una conexión de semejanza o contigüidad espacio-temporal entre
los fenómenos. Hume afirma: “Todas nuestras conclusiones referentes a la experiencia
se fundan en la suposición de que el futuro será como el pasado… Todas las inferencias
de la experiencia son, pues, efectos de la costumbre, no del razonamiento”. Para este
filósofo, pues, la inducción no se basa sino en el hábito psicológico de asociar
fenómenos que solemos percibir como semejantes o contigüos; no se funda en la razón,
sino en la costumbre.
Kant:
Más bien exagera el valor de la inducción. Para el filósofo alemán, la ley natural se
funda en los conceptos puros del entendimiento, uno de los cuales es el de la relación
causa-efecto. De ahí que las leyes científicas no pueden tener excepción alguna, son
infalibles de manera absoluta, pues están fundadas en la síntesis a priori del
entendimiento. No sabemos cómo se comporta la realidad en sí; pero nuestro
entendimiento ordena los fenómenos de experiencia según las categorías y ahí está el
152
DE ALEJANDRO José María, Gnoseología… p. 438.
110
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
153
DE ALEJANDRO José María, Gnoseología… p. 448.
154
VAN HAGENS Albert, Apuntes de Epistemología, LAS, Roma, p. 47.
111
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
Si bien en el caso de los juicios por testimonio la mente humana no puede ver conexión lógica
entre sujeto y predicado, sin embargo, puede examinar los motivos de credibilidad y, en base
a ellos, puede dar su asentimiento con suficiente garantía. En ese caso, la admisión del nexo
entre los términos del juicio no es en base a motivos racionales, pero sí razonables. La
evidencia extrínseca se fundamenta entonces en la credibilidad de los testimonios. Se pueden
considerar al efecto estos casos:
Cuando el hecho es atestiguado por muchos testigos independientes entre sí. Al hablar
de “testigos”, se hace referencia no sólo a personas, sino también a objetos como
documentos, monumentos, relatos escritos, tradiciones orales, efectos propios de la
época cultural (monedas, utensilios, obras de arte, etc.). En este caso, lo que lleva a la
mente a dar su asentimiento a la verdad de lo atestiguado es cuando se da una
convergencia en lo sustancial. En efecto, aunque haya algunas diferencias en cosas
accidentales, que no alteran la sustancia del acontecimiento o doctrina transmitida, la
convergencia en lo esencial no se explicaría más que admitiendo la verdad del hecho.
Por ejemplo, si de un acontecimiento como la conquista de Guatemala tenemos
edificios, documentos, crónicas, costumbres, objetos, utensilios, obras de arte, relatos
de la época no contradichos por los contemporáneos de los que entonces escribieron,
esos datos son testimonios que ofrecen suficiente credibilidad para que la mente dé su
asentimiento y admita esos hechos con toda certeza. Nunca podremos comprobar con
nuestros sentidos que Miguel Angel pintó la Capilla Sixtina, pero el monumento y las
estupendas pinturas están ahí, además de muchos documentos y una tradición que
sirven de testimonio. Por tanto, sería absurdo no admitirlo como verdadero.
Cuando el hecho es atestiguado por un solo testigo. En este caso la mente da su
asentimiento a lo afirmado por el testigo examinando su credibilidad, que reside en su
autoridad. Un testigo está dotado de autoridad en base a dos características: ciencia y
veracidad. Ciencia: no en el sentido de que sea un científico, sino más bien, si da
muestras de tener suficientes conocimientos sobre lo que declara o afirma, si estaba en
su sano juicio y en buenas condiciones para ser testigo del acontecimiento. Veracidad:
si se trata de un hombre honesto, que no tiene intención de engañar; o si se comprueba
que no tiene velados intereses o motivos para mentir. Se hace merecedor de mayor
credibilidad cuando un testigo está dispuesto a correr algún riesgo por declarar o
publicar su testimonio. Por ejemplo, quien declara en un juicio sin ningún interés
propio e incluso a riesgo de su misma vida, suscita mayor credibilidad.
Hay que considerar también los siguientes elementos:
Cuando el testimonio es inmediato, quien lo recibe puede verificar si se dan las
condiciones señaladas en los casos anteriores sin tanta dificultad. Tal es el caso, por
ejemplo, de lo que declaran los testigos en un juzgado acerca de un acontecimiento
relativamente reciente: el juez o los jurados pueden comprobar si los testigos
merecen credibilidad y pueden examinar mejor los hechos, o solicitar mayor
investigación, por ser recientes. Semejante es también el caso de alguien conocido y
cercano que nos cuenta algo que le sucedió en su vida o nos transmite una
enseñanza: el conocimiento que tenemos de esa persona nos puede dar suficiente
garantía de su credibilidad y aceptamos lo afirmado por ella.
113
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
114
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
155
“Duda”, en: http://www.mercaba.org/Rialp/D/duda_filosofia.htm (consultado el 12.05.14)
156
DE ALEJANDRO José María, Gnoseología… p. 59.
116
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
157
DESCARTES, El discurso del método, Losada, Buenos Aires 197913, p. 65.
158
Cf. TOMÁS DE AQUINO, S.Th., I, Iae., q.2, a.3.
159
Citado en: http://www.mercaba.org/Rialp/D/duda_filosofia.htm (consultado el 12.05.14)
117
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
pregunta y de una serie de objeciones contra la tesis del autor, con la intención de identificar
el problema y atender a todas las posibles refutaciones. Pero en este caso se trataba más bien
de un recurso metodológico más que de la duda gnoseológica en sentido estricto. Se puede
decir que la duda es un reto, un estímulo para que el hombre se empeñe en buscar la verdad.
Lo anterior no se aplica a la duda escéptica, ya que ésta no sólo es absurda, por ser
contradictoria, sino también imposible en la práctica.
3. La opinión
Es la postura del sujeto que afirma o niega algo sin temor a equivocarse.
Según Verneaux, “es el estado perfecto de la inteligencia”, por cuanto
160
VERNEAUX R., Epistemología general… p. 135.
118
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
161
Ibidem… p. 133.
119
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
inteligencia dé su asentimiento a un juicio sin que todavía se haya logrado la evidencia, sino
sólo una apariencia de evidencia.
Ahora bien, lo anterior no quiere decir que verdad y certeza se contraponen. Lo normal
es que la certeza corresponda a la verdad y que nazca de ésta. Es por eso que el sujeto no debe
darse por satisfecho simplemente por haber llegado a la certeza. Es necesario que haga un
esfuerzo por comprobar si ésta es, además, verdadera, confrontando los juicios con el criterio
de la evidencia.
Clases de certeza:
Dado que la certeza es un estado mental con respecto al conocimiento, se pueden
distinguir en ella varias clases, de acuerdo a su diverso fundamento. Los filósofos realistas
han distinguido las siguientes:
4.1 Certeza metafísica o absoluta
Tiene como fundamento el ser y las leyes del ente. Se refiere a los primeros principios
metafísicos, así como a algunas certezas derivadas de verdades de hecho. En el primer caso,
se pueden citar como ejemplos el principio de razón suficiente: “todo ente tiene, en sí o en
otro, una razón suficiente de ser”; o el de causalidad: “todo ente contingente tiene causa
eficiente”; o bien: “todo lo que se mueve es movido por otro”, etc. Hay certeza metafísica
también en principios lógicos como: “el todo es mayor que las partes”, o “dos cosas iguales
a una tercera son iguales entre sí”, que resultan inmediatamente evidentes.
Ciertas verdades de hecho engendran también certezas de tipo absoluto, como: “yo existo” o
“algo existe”. Son equivalentes a la certeza expresada por San Agustín en su famosa
afirmación: “si me equivoco existo” (“si fallor sum”); o, de manera semejante, la intuición
que sirve a Descartes como punto de partida de su filosofía: “pienso, luego existo” (“cogito
ergo sum”). Tales son verdades indubitables que generan certeza absoluta.
Algunos equiparan las verdades matemáticas a la certeza metafísica. Pero hay que tener en
cuenta que los principios y leyes de las matemáticas no se refieren a entes subsistentes, sino a
objetos ideales, que prescinden de la existencia real. “Se trata, pues, de una certeza puramente
formalista, más o menos convencional e hipotética.”162
4.2 Certeza física
Se fundamenta en el conocimiento de las leyes naturales, aquellas que rigen el mundo físico.
Por eso a veces es llamada también certeza científica. Los científicos, para interpretar los
fenómenos de la naturaleza y ponerlos al servicio de la humanidad, sistematizan y clasifican
los conocimientos en teorías, hipótesis y leyes. Las teorías e hipótesis surgen como
explicaciones posibles de uno o varios fenómenos naturales, “pero en no pocos casos, resultan
insuficientes para reflejar adecuadamente la realidad. Por consiguiente, su certeza es sólo
sistemática e hipotética”, no absoluta.163 En cuanto a las leyes, si bien reflejan una mayor
162
Cf. Caballero Sánchez S., “Certeza”, en Gran Enciclopedia Rialp (GER), Tomo 5, páginas 539 a 541. En:
http://www.es.catholic.net/conocetufe/623/3140/articulo.php?id=40468 (consultado el 15.04.14)
163
Ibid.
120
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
aproximación a los fenómenos como tales, son siempre perfectibles, dependiendo del grado
de investigación y de los recursos e instrumentos utilizados para la misma. “Su mayor o
menor grado de certeza dependerá del mayor o menor rigor de los procedimientos de
investigación científica, y especialmente de la inducción.”164
Como se ha visto anteriormente, en el caso de la inducción no hay una comprobación de la
verdad “en todos los casos posibles”, sino que se generaliza en base al presupuesto de la
uniformidad de la naturaleza y en base al principio de razón suficiente. Pero las leyes
científicas apuntan a ser afirmaciones sobre el comportamiento de la naturaleza no sólo ahora,
sino también en el futuro, de ahí que no gozan de evidencia inmediata. De hecho, las
afirmaciones referentes a las leyes naturales cambian, se van haciendo más precisas, conforme
el objeto se va conociendo mejor, gracias a los avances tecnológicos, que permiten escrutar de
una manera más exacta el mundo físico. “Por eso las leyes científicas ofrecen valores
generales, pero no universales y absolutos, que garantizan una certeza relativa y no
absoluta.”165 Sin embargo, tales leyes físicas expresan una cierta necesidad, con lo cual
garantizan una suficiente certeza acerca del proceder de la naturaleza, con la que trabajan la
ciencia y la técnica.
4.3 Certeza moral
Se refiere a las leyes morales o a las leyes relativas a la conducta humana. Ahora bien, dado
que el ser humano actúa con libertad y no se somete a un determinismo semejante a los
fenómenos del mundo físico, esta clase de certeza es menos firme, su comportamiento no
puede ser previsto de manera absoluta. Este tipo de certeza es, pues, la más expuesta a la
variabilidad y contingencia.
Existe, por ejemplo, el principio ético de que la voluntad humana tiende a hacer el bien y
evitar el mal. Sin embargo, con frecuencia en la conducta humana entran en juego otros
factores (afectivos, emocionales, históricos, sociales, etc.) que inclinan al ser humano a elegir
el mal. De ahí que ese principio no siempre se cumple.
Se puede hablar también de certeza moral en el caso de juzgar las acciones de otra persona,
como el juez que tiene que dictaminar la culpabilidad o inocencia de un acusado. Discernidas
las pruebas a favor o en contra, el juez da su sentencia con una certeza que no es absoluta,
puesto que entran en juego muchas circunstancias imponderables. Sin embargo, si tiene recta
intención, procurará alcanzar la certeza moral acerca de la inocencia o culpabilidad del
acusado, lo cual es suficiente para poder ejercer su función de juez.
En el campo de la vida ordinaria, hay certeza moral con respecto a muchas situaciones que
tienen que ver con el comportamiento o los sentimientos de otras personas. Uno puede estar
seguro de la sinceridad de un amigo; así como un hijo puede estar plenamente convencido del
amor de sus padres, o el esposo del amor de su esposa, o el novio tener certeza plena del amor
de su novia, etc. Esa certeza se basa en los gestos y manifestaciones exteriores, que se toman
como prueba fehaciente de tales sentimientos. Tal certeza no es absoluta en el sentido de la
certeza metafísica o en el sentido de las verdades matemáticas, pues no hay posibilidad de una
164
Ibid.
165
PORCELLINI, Filosofia della conoscenza… p. 83.
121
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
demostración apodíctica. Pero la certeza moral puede llegar a tener la misma fuerza en el
sujeto y un grado de convencimiento semejante.
5. El Error
166
DE ALEJANDRO José María, Gnoseología… p. 137.
167
Ibidem, p. 146.
122
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
168
DE GUZMAN Lorenzo, El problema de la verdad… p. 98.
123
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
BIBLIOGRAFIA
1. Autores
AGUSTIN, Confesiones, Ed. Apostolado Mariano, Sevilla 19647, trad. de Valentín
Sánchez Ruiz, SJ.
ARISTÓTELES, Sobre el alma, en Obras, Ed. Aguilar 1982, p. 181.
124
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
2. Obras generales
ABBAGNANO Nicola, Historia de la Filosofía, Tomo I, Ed. Hora, Barcelona 19944,
trad. de Juan Estelrich y J. Pérez Ballester.
ANTISERI-REALE, Historia del pensamiento filosófico y científico, tomos I-III,
Herder, Barcelona 1988. Trad. de Juan A. Iglesias.
COLOMER Eusebi, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger., tomos I-III,
Herder, Barcelona 1986.
COPLESTON Frederick, Historia de la Filosofía, vol. II, De Agustín a Escoto, Ariel,
Barcelona 19892, trad. de Juan Carlos García.
GILSON Etienne, La filosofía en la Edad Media. Desde los orígenes patrísticos hasta
el fin del s. XIV, Gredos, Madrid 19762.
HIRSCHBERGER Johannes, Historia de la Filosofía, Tomos I y II, Ed. Herder,
Barcelona 1997 y 1994, trad. de Luis Martínez Gómez.
KUNZMAN – BURKARD – WIEDMANN, Atlas de la Philosophie, Librairie
Générale Française, France 1993.
3. Estudios – Tratados
AMURRIO Jesús – CONTRERAS Alejandro, Clásicos de la Teoría del
Conocimiento, Ed. Piedrasanta, Guatemala 1979, pp. 202.
BACCARINI Emilio, La fenomenologia. Filosofia come vocazione, Studium, Roma
1981.
CUÉLLAR BASSOLS Luis, El hombre y la verdad, Herder, Barcelona 1981, pp. 214.
CUSTODIO Sergio, Historia y problemas de la teoría del conocimiento, USAC,
Guatemala 1991.
DE ALEJANDRO José María, Gnoseología, BAC, Madrid 1964, pp. 504.
KELLER Albert, Teoría general del conocimiento, Herder, Barcelona 1988, pp. 214.
LLANO, Gnoseología, EUNSA, Pamplona 1983.
PORCELLINI Bruno, Filosofia della conoscenza, Urbaniana, Roma 1996.
125
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
4. Artículos
CEREZO GALAN P., "Del sentido a la realidad. El giro metafísico en Xavier Zubiri",
en AA.VV., Del sentido a la realidad. Estudios sobre la filosofía de Zubiri, Ed.
Trotta, Madrid 1995.
CHACON FUERTES P., Edmund Husserl, eterno principiante, en BERMUDO José
Manuel, Los filósofos y sus filosofías, tomo III, Ed. Vicens-Vives, Barcelona 1983.
DE VRIES Josef, “Razón”, en BRUGGER W., Diccionario de Filosofía, Herder,
Barcelona 1988, 464s.
FERRATER MORA, “Contradicción”, en Diccionario de Filosofía, tomo I, Alianza
Ed., Madrid 1979, pp. 622-623.
VIGLINO Ugo, “Contraddizione”, en Enciclopedia Filosofica, tomo II, Sansoni Ed.,
Firenze 1967, col. 24-26.
5. e-Grafía
AGUSTÍN, Confesiones, en:
http://www.iglesiareformada.com/Agustin_Confesiones_Libro_X_Parte1.html
126
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
INDICE
SECCIÓN HISTÓRICA
Teoría del conocimiento en Platón .......................................................................................... 2
1. Contexto y antecedentes .................................................................................................. 2
1.1 Los sofistas ................................................................................................................... 2
1.2 Sócrates (ca. 470 – 399 a.C.) ........................................................................................ 3
2. La teoría de las Ideas ....................................................................................................... 4
2.1 Reminiscencia y preexistencia del alma ....................................................................... 4
2.2 Grados del conocimiento .............................................................................................. 5
2.3 El mito de la caverna .................................................................................................... 5
3. Síntesis ............................................................................................................................. 6
Bibliografía ................................................................................................................................. 7
Teoría del conocimiento en Aristóteles ................................................................................... 8
1. Contexto y antecedentes .................................................................................................. 8
2. El conocimiento experiencial .......................................................................................... 8
3. El conocimiento intelectivo ........................................................................................... 10
3.1 La teoría hilemórfica y la doctrina de la abstracción.................................................. 10
3.2 La verdad y los juicios ................................................................................................ 11
4. Síntesis ........................................................................................................................... 11
Bibliografía ............................................................................................................................... 12
Teoría del conocimiento en San Agustín .............................................................................. 13
1. Contexto y antecedentes ................................................................................................ 13
2. Contra los escépticos: la certeza .................................................................................... 13
3. Interiorismo agustiniano ................................................................................................ 14
4. El conocimiento sensitivo.............................................................................................. 14
5. Conocimiento racional e iluminación ............................................................................ 15
6. Itinerario a Dios ............................................................................................................. 16
7. Síntesis ........................................................................................................................... 17
Bibliografía ............................................................................................................................... 18
Teoría del conocimiento en Tomás de Aquino ..................................................................... 19
1. Contexto y antecedentes ................................................................................................ 19
1.1 La Escolástica ............................................................................................................. 19
1.2 Teólogo dominico ....................................................................................................... 20
1.3 El problema de los “universales”................................................................................ 20
1.4 Aristotelismo y filosofía árabe ................................................................................... 21
2. El conocimiento en Tomás de Aquino .......................................................................... 22
2.1 Valoración de la experiencia ...................................................................................... 22
2.2 El conocimiento intelectivo ........................................................................................ 23
2.3 La verdad está en el juicio .......................................................................................... 25
3. Síntesis ........................................................................................................................... 25
Bibliografía ............................................................................................................................... 26
127
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
128
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
6. Conclusión ..................................................................................................................... 60
Bibliografía ............................................................................................................................... 61
Teoría del Conocimiento en Zubiri (1898 – 1983) ............................................................... 62
1. El acto primordial de la realidad humana: aprehensión de realidad .............................. 62
1.1 La aprehensión de realidad ......................................................................................... 63
1.2 Qué entiende Zubiri por “realidad” ............................................................................ 66
2. Dinamismo de la intelección: diversos modos de actualización de lo real ................... 69
2.1 Aprehensión primordial de realidad ........................................................................... 70
2.2 Momento efable de actualización de lo real: el ámbito del "logos" ........................... 71
2.3 Actualización de lo real como "saber": la razón ......................................................... 74
Bibliografía ............................................................................................................................... 75
SECCIÓN SISTEMÁTICA
FORMA FUNDAMENTAL DEL CONOCIMIENTO: LA EXPERIENCIA .................. 78
1. Primacía de la experiencia ............................................................................................. 78
2. La experiencia externa ................................................................................................... 80
3. ¿Podemos fiarnos de los sentidos? ................................................................................ 82
4. La experiencia interna ................................................................................................... 83
5. La posición del realismo ................................................................................................ 84
EL CONCEPTO ..................................................................................................................... 86
1. Históricamente ............................................................................................................... 86
1.1 Nominalismo .............................................................................................................. 87
1.2 Conceptualismo .......................................................................................................... 87
1.3 Realismo exagerado .................................................................................................... 87
1.3 Realismo moderado .................................................................................................... 87
2. Doctrina de la abstracción ............................................................................................. 88
3. ¿Qué es lo que constituye el concepto? ......................................................................... 88
4. Credibilidad del intelecto............................................................................................... 89
5. Tres estados de la esencia .............................................................................................. 89
5.1 En la mente ................................................................................................................. 89
5.2 En las cosas: ............................................................................................................... 89
5.3 En sí misma ................................................................................................................ 89
6. Su valor ontológico ........................................................................................................ 90
EL JUICIO .............................................................................................................................. 91
1. Naturaleza del juicio ...................................................................................................... 91
2. Significado y necesidad del juicio ................................................................................. 93
3. Diversas maneras de captar el nexo entre los términos ................................................. 93
3.1 Por una experiencia inmediata .................................................................................... 94
3.2 Por una visión intelectual inmediata ........................................................................... 94
3.3 Por una visión intelectual mediata .............................................................................. 94
3.4 Por la autoridad de quien lo afirma ............................................................................ 94
4. El juicio y su valor ......................................................................................................... 94
EL VALOR DEL CONOCIMIENTO: LA VERDAD ........................................................ 96
1. La posición del realismo en el conocimiento ................................................................ 96
2.1 Realismo e idealismo .................................................................................................. 96
129
Teoría del conocimiento Apuntes de clase
130