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SEQUIA EN LA GUAJIRA

Cristian Fernando Sosa Santiago


Paul Alexis Mejía Moreno

La guajira, un departamento ubicado al extremo norte del país, en la frontera con


Venezuela y zona de concentración de las comunidades Wayuu, ha tenido una
extensa historia de sequía, falta de agua y con ello, una constante falta de
alimento, puesto que, con la falta del preciado líquido, no hay forma de cultivar o
cuidar del ganado. Esta constante falta de agua y alimento da paso a la constante
muerte de niños por desnutrición, presentando índices alarmantes de 20 de cada
100.000 niños, frente a 2 de cada 100.000 a nivel nacional.
La situación empeora con factores cómo la llegada del COVID 19 (“A’leeyajawa”,
cómo le han nombrado los habitantes wayuu) a la región, presentándose su primer
caso el 31 de marzo del 2020 y cuyas medidas de desinfección son imposibles de
realizar, ya que el lavado de manos constante y por más de 20 segundos es
imposible en una región donde escasea a tales extremos el agua.
Otro de los factores que empeora las situaciones de las comunidades y que esta
estrechamente ligada al tema del COVID 19, es la caída drástica del turismo,
debido a las medidas tomadas a lo largo del territorio nacional y el autocuidado
tomado por la población, incluyendo abstenerse de salir a paseos o viajes.
Otro factor que se suma a las preocupaciones de los Wayuu es el conflicto con el
gobierno de Venezuela, que por ser territorios fronterizos era una fuente de
comercio y de trabajo para los habitantes de dichas comunidades, afectando a la
obtención de agua y alimentos y empeorando las condiciones de vida.
Las comunidades han levantado constantemente su voz de protesta, bloqueando
las vías de acceso y las vías férreas de la mina del cerrejón, para que el gobierno
garantice el apoyo, el acceso a agua y alimentos, para poderse quedar en sus
rancherías y entrar en cuarentena con garantías, ya que “los jagüeyes están secos
y no llueve en 5 meses”, explicaba la lideresa de la región.
Por parte del gobierno y las instituciones de riesgo se empezaron a tomar medidas
para mitigar la falta de agua en la región, con ayuda de la Unidad Nacional de
Gestión de Riesgos, Minvivienda y Minambiente, se distribuyeron cerca de 40
carrotanques de agua y la habilitación de la represa El cercado para ayudar en la
región, pero la situación sigue siendo critica y estas ayudas solo mitigarían la
situación en el sector sur de la región.
CONSECUENCIAS DE LA PROBLEMÁTICA:

Como lo habíamos mencionado antes, la principal consecuencia de la constante


sequía en la región es la muerte de miles de niños al año por desnutrición,
alcanzando índices alarmantes en 2020 con 20 de cada 100.000 niños y de cada
100.000 niños en 2019, según UNICEF. Pero no es el único problema ligado a la
desnutrición, manifestó Ana Mercedes Cepeda, nutricionista del PMA, puesto que
una mala nutrición en la fase de gestación o en los primeros años de crecimiento
puede tener efectos negativos e irreversibles en el desarrollo del cerebro, el
crecimiento físico y aparición de enfermedades crónicas, significando esto que las
secuelas se pueden llevar para toda la vida.
Por otro lado, El instituto Colombiano Agropecuario ha reportado que la fuerte
sequía ha causado la muerte de aproximadamente 20.000 cabezas de ganado en
la región. Sin contar con la constante muerte de fauna de la región, la cual muere
de deshidratación o calor extremo al no haber humedales o pozos donde poder
descansar o refrescarse, y los pocos que quedan, son secados por la población y
los nómadas de la región, que extraen el agua para su subsistencia.
Afortunadamente una consecuencia de dicha problemática es que varias
entidades a nivel mundial cómo la ONU, UNICEF, el PMA, entre otros, han puesto
el ojo sobre el territorio y no lo han dejado abandonado, lo que ha hecho la crisis
un poco más llevadera, gracias a planes de alimentación a las comunidades y
apoyo con medicinas.
El gobierno colombiano también ha hecho su parte en diferentes etapas de la
historia del territorio, por ejemplo en el 2015, el presidente Juan Manuel Santos
viajó al territorio guajiro y organizó, junto con la Unidad Nacional de Gestión de
Riesgo del Desastre (UNGRD), el ejercito nacional, la defensa civil, la cruz roja y
el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) llevaron alimentos para los
diferentes corregimientos, se inició un proyecto para la conservación y reparación
de varios jagüeyes y pozos, se llevó ganado con el fin de mejorar la cepa del
ganado local y empezaron la perforación de un pozo profundo, que llevaría agua
a las comunidades wayuu del sector.
Lamentablemente, desde 2017 se ha vuelto a ver un abandono parcial por parte
del gobierno, el apoyo ya no es el mismo de antes y a esto se suma el elefante
blanco de la represa “El Cercado”. Los problemas han empeorado debido al
cambio climático, el cual vuelve cada vez mas extrema la supervivencia en el
departamento y se ha visto un aumento en las necesidades de los wayuu.
¿QUÉ DICEN LAS FUENTES OFICIALES?:

Se ha visto un abandono constante por parte de los medios al tema de la sequía,


normalmente se prefiere hablar del producto interno bruto que proporciona el
cerrejón, el apartado turístico, mostrando la cara “amable” del territorio y evitando
en lo posible hablar del tema “sequía” o las necesidades de las comunidades
wayuu.
Lo común en los noticieros, periódicos y revistas es ver noticias relacionadas al
territorio guajiro, solo cuando estas afectan al sector sur del departamento, de lo
contrario, la zona norte es invisible al ojo de la gente del común. Aunque no
siempre fue así, ya que en el 2014 y 2015, periódicos como el espectador
mantenían al tanto sobre la constante situación de las comunidades del extremo
norte, ayudando esto a que se reconociera el problema y se ejerciera presión en el
gobierno para apoyar la región.
En un artículo publicado por la revista semana en el 2014 llamado “Abandono de
la Guajira, “una vergüenza para el país”, se dan a conocer diferentes
problemáticas que afectaban al departamento de la Guajira y entre ellos se hace
una pequeña mención a la problemática del agua y la desnutrición, presentándolo
como un problema en crecimiento y llamando a las entidades del gobierno y de
riesgo para que atiendan la problemática, cosa que actualmente no es muy común
de ver.
La guajira hoy se presenta cómo una zona en crisis, donde las organizaciones
mundiales han tomado el liderato informativo y nos presentan una región donde la
gente y los animales se están muriendo, donde los pozos se secan y no crece
nada y que tiene índices alarmantes de mortalidad infantil.
Nuestra realidad ha cambiado desde que empezó la pandemia, es por eso que en
la actualidad la Guajira y en especial, las comunidades wayuu se han visto
afectados de peor forma por dicha pandemia, ya que, al mezclarse con la sequía,
da lugar a mayor cantidad de muertes y más atención por parte del estado, así se
ve reflejado en artículos cómo ““Sentimos que se nos juntaron todos los
problemas”, el grito wayuu por el agua ante la pandemia” de El Espectador.
Y aunque últimamente se ha visibilizado un poco más la problemática en este
sector del país, no es mas que un efecto de la pandemia, ya que las noticias se
ven atraídas hacia ese punto en particular, no directamente hacia la problemática
del agua, lo cual da a pensar que, en condiciones normales, el problema seguiría
siendo invisible a los ojos del estado y de los medios.
CAUSAS DE LA PROBLEMÁTICA:

En primer lugar, tenemos casusas ambientales, el departamento de la Guajira, y


en especial su sector norte están marcadas como zona en los mapas del Instituto
de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), por ser una de las
zonas donde menos llueve en todo el país, teniendo un promedio de 50 días de
lluvia al año. Esto afecta como principal factor, ya que, sin lluvia, ni los jagüeyes ni
los pozos se llenan y así la comunidad no tiene reservas para soportar las largas
temporadas de sequía.
En segundo lugar, tenemos la falta de acompañamiento del estado, que si bien
hizo aportes considerables en el pasado, aun tiene mucho que hacer en estos
territorios olvidados, con la construcción de un sistema de acueducto, sistemas de
extracción para pozos profundos, sistemas de purificación y desalinización de
agua, pozos de y tanques de almacenaje y el mejoramiento de vías para el ingreso
de carrotanques hasta la zona norte del departamento; proyectos que no se han
completado y se han dejado abandonados.
A esto le sumamos la construcción del proyecto estratégico multipropósito Río
ranchería, una ambiciosa apuesta para abastecer de agua a nueve municipios del
departamento y llevar agua a más de 354.000 habitantes, también serviría como
sistema de riego en cerca de 18.536 hectáreas y el funcionamiento de una
hidroeléctrica que llevaría energía a cerca de 3.000 hogares. Y a pesar que esa
obra costó 650.209 millones de pesos, actualmente no cumple ninguno de esos
propósitos.
En tercer lugar, tenemos la mina del cerrejón, la cual consume cerca de 17 a 30
millones de litros de agua diario, lo cual debería corresponder prioritariamente a
los habitantes del departamento y el mal manejo sanitario que le dan las propias
comunidades a los jagüeyes y pozos de almacenaje, que en palabras de algunos
habitantes y ancianos de las comunidades, han sido descuidados, con desechos y
basuras, “se pueden ver bolsas de basura arrumbadas en las calles y hasta
colgando de las ramas de los árboles, como si fueran árboles de navidad, de días
y hasta semanas” o comentan ver gallinazos y cerdos bañándose en los jagüeyes,
teniendo que usar luego esa misma agua para lavar o bañarse.
Por último, el cierre de las fronteras y tratos con el Venezuela, ha afectado
directamente a los habitantes de distintos corregimientos que antiguamente
pasaban la frontera con el fin de trabajar y comerciar para traer agua a sus casas
diariamente y que ahora no pueden debido a la guardia del vecino país, la cual les
impide pasar la frontera.
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA GUAJIRA:

La corte constitucional constató una vulneración injustificada y desproporcionada a


los derechos fundamentales de niños y niñas del territorio guajiro, así como a las
comunidades wayuu, bajo el derecho fundamental al agua potable, a la
alimentación e incluso a la vida, tomando en cuenta los índices de mortalidad
infantil. Además, constató que las vulneraciones a dichos derechos se dan por
múltiples causas, dentro de las cuales destacan fallas estructurales del gobierno
nacional, del departamento de la Guajira, de los municipios demandados y de
algunas autoridades tradicionales wayuu.
Dando a entender que el departamento de la Guajira es un departamento
olvidado, atacado constantemente por la corrupción y el incumplimiento de
promesas realizadas por los dirigentes políticos de la nación en sus temporadas
de campaña, y el incumplimiento en la entrega de obras, afectando directamente
al bienestar de la población, la fauna y la flora de la región.
De igual manera, se hace un llamado a entidades tanto nacionales, como
internacionales para realizar seguimiento a esta población en riesgo, así como
crear planes de choque, que ataquen y terminen definitivamente la problemática
en cuestión, prestar especial atención a niños y niñas del territorio wayuu y que
estos sean tratados como población prioritaria a la hora de recibir ayuda.
Por ultimo se hace un llamado, debido a la situación mundial respecto a la
pandemia, a que el pueblo guajiro sea prioridad en procesos de ayuda solidaria
para garantizar la sobrevivencia frente a los protocolos de aislamiento y
cuarentena, así como prioridad en procesos de vacunación y control de la
enfermedad.

CONCLUSIÓN:

El pueblo de la Guajira, en especial su zona norte ha tenido que vivir en un


desierto, abandonado, invisible ante los ojos del estado y ante aquellos que se
dejan cegar por sus privilegios, han sido, durante años, las principales victimas de
la negligencia del gobierno, de las promesas no cumplidas, de ser vistos solo
cuando estamos en época de elecciones, una tierra que es explotada
constantemente, pero que al momento de necesitar ayuda, no existe, un lugar de
muerte, de tristeza, de hambre y de sed. La Guajira necesita ayuda, las
comunidades Wayuu necesitan ayuda, necesitan ser reconocidos y mas ahora, en
tiempos de pandemia, necesitan la ayuda del gobierno, de las entidades de
protección civil, necesita que se hagan valer sus derechos y que la gente deje de
morir.
BIBLIOGRAFÍA:

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