que se basa en lo que uno tiene. Desarrollaré un poco más estos
pensamientos. Podríamos no aferramos azyxwvutsrqponmlkjihgfedcbaZYXWVUTSRQPO las propiedades y, por consiguiente, no temer perderlas; pero ¿qué sucedería con el temor de perder la vida, con el miedo a morir? ¿Sólo sienten este temor los viejos o los enfermos? ¿O todo el mundo teme a la muerte? El hecho de que forzosamente debamos morir, ¿invade toda nuestra vida? El temor a morir, ¿se hace más intenso y consciente cuando nos acer- camos al límite de la vida, cuando somos viejos o estamos enfermos? Es necesario que los psicoanalistas hagan amplios estudios siste- máticos, que investiguen este fenómeno desde la infancia hasta la vejez, y que analicen las manifestaciones inconscientes y conscientes del temor a la muerte. Estos estudios no necesitan limitarse a casos individuales; se pueden examinar grandes grupos mediante los actuales métodos del sociopsicoanálisis. Como estos estudios no existen hoy día, debemos sacar conclusiones provisionales de mu- chos datos dispersos. Quizá el dato más importante es el deseo de inmortalidad, pro- fundamente enraizado, que se manifiesta en muchos ritos y creen- cias que intentan conservar el cuerpo humano. Por otra parte, la negación moderna (específicamente norteamericana) de la muerte mediante el "embellecimiento" del cuerpo señala igualmente la re- presión del temor a morir disfrazando la muerte. Sólo hay una manera (que enseñaron Buda, Jesucristo, los es- toicos, el Maestro Eckhart) de superar verdaderamente el temor a la muerte, y consiste en no aferrarse a la vida ni experimentarla como una posesión. El temor a morir no es en realidad lo que parece: el miedo a dejar de vivir. La muerte no nos preocupa; dijo Epicuro: "Mientras existimos, la muerte no está aquí; pero cuan- do la muerte está aquí, ya no somos" (Diógenes Laercio). Segura- mente, puede haber miedo a sufrir y al dolor que puede preceder a la muerte, pero este temor es diferente del de morir. Aunque el miedo a la muerte puede parecer irracional, no lo es si la vida se concibe como posesión. No sentimos miedo a morir, sino a perder lo que tenemos: el temor de perder mi cuerpo, mi ego, mis pose- siones y mi identidad; de enfrentarme al abismo de la nada, de "perderme". En la medida en que vivimos en el modo de tener, tememos a la muerte. Ninguna explicación racional suprimirá este temor; pero puede disminuirse, aun a la hora de la muerte, mediante nuestra reafirmación de nuestro vínculo con la vida, mediante una res- puesta al amor de los otros que puede inflamar nuestro propio OTROS ASPECTOS DE TENER Y SER 125
amor. La pérdida del miedo a morir no debe comenzar como pre-
paración para la muerte, sino como esfuerzo continuo porzyxwvutsrqponmlkjih reducir el modo de tener y aumentar el modo de ser. Como decía Spinoza: Los sabios piensan en la vida, no en la muerte. La instrucción sobre cómo morir es, desde luego, la misma que la instrucción sobre cómo vivir. Cuanto más nos libremos del afán de poseer en todas sus formas, en especial de nuestro egocentrismo, menos poderoso será el temor a la muerte, ya que no tendremos nada que perder.*
AQUÍ AHORA-PASADO, FUTURO
El modo de ser sólo existe aquí y ahora (hic et nunc). El modo de
tener sólo existe en el tiempo: en el pasado, en el presente y en el futuro. En el modo de tener, estamos vinculados con lo que hemos acumulado en el pasado: dinero, tierras, fama, posición social, cono- cimientos, hijos, recuerdos. Pensamos en el pasado, y lo experimen- tamos recordando los sentimientos (o los que parecen ser senti- mientos) del pasado. (Esta es la esencia del sentimentalismo.) Somos el pasado: podemos decir: "Yo soy lo que fui." El futuro es una anticipación de lo que se convertirá en el pasado. En el modo de tener, esto se concibe como el pasado, y se expresa cuando se dice: "Esta persona tiene futuro", lo que signi- fica que tendrá muchas cosas, aunque hoy día no tenga nada. El lema publicitario de la Compañía Ford: "Hay un Ford en su fu- turo", subraya el hecho de tener en el futuro, como en ciertas transacciones comerciales se compran o se venden "bienes a fu- turo". La experiencia fundamental de tener es la misma, nos refi- ramos al pasado o al futuro. El presente es el punto donde se unen el pasado y el futuro, una frontera en el tiempo, pero no distinto en calidad de los dos reinos que une. El ser no necesariamente ocurre fuera del tiempo, pero éste no es la dimensión que gobierna al ser. El pintor debe luchar con los colores, con las telas y los pinceles, el escultor con la piedra y el cincel; sin embargo, el acto creador del artista, su "visión" de lo que creará, trasciende al tiempo. Ocurre como en un relám- pago o en muchos relámpagos; pero el tiempo no se percibe en la * Limito este examen al temor a la muerte como tal, y no estudiaré un problema insoluble: los sufrimientos que nuestra muerte les puede causar a los que nos aman.