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Karl Popper, Imre Lakatos, Thomas Kuhn y Paul Feyerabend

Se trata de una corriente dentro de la filosofía analítica -la corriente más enfocada en las
cuestiones estrictamente gnoseológicas, es decir, relacionadas con la historia, la sociología y la
ciencia-. Ya explicamos en clases previas a dos filósofos clásicos de la generación de la filosofía
analítica de mediados del siglo XX: Quinne y Selars.
Hoy tendremos tiempo de hablar sólo de Karl Popper y de Lakatos. Sin embargo, procuraremos,
a la hora de exponer a Popper, considerar la crítica que le hacen sus discípulos, especialmente
Kuhn y Feyerabend.

De los otros tres que están en esa rama genealógica de la filosofía analítica no vamos a poder
hablar mucho, porque son ya filósofos vivos y del presente en marcha, aunque algunos ya han
hecho contribuciones decisivas y se puede hablar de ellos como de clásicos.
Diremos un par de palabras improvisadas acerca de ellos. Bas Van Frassen ha pasado a la historia
principalmente por su posición estructuralista en lo que se conoce como el debate sobre el
realismo en los años 80. En esa década se plantea la cuestión de cuáles son los compromisos
existenciales que tienen nuestras mejores teorías científicas. Es decir, ¿debemos comprometernos
con la existencia de Quarkz, dado que estos están postulados por la mecánica cuántica, o debemos
suspender el juicio acerca de la existencia o no de este tipo de entes, dado que en el pasado
nuestras mejores teorías postulaban entes que luego se descubrieron como falaces o ilusorios,
como es el caso del flogisto para la física del siglo XVIII, el calórico para la termodinámica del
siglo XIX o el eter para la física de la mayor parte del siglo XIX.
Bas Van Frassen mantiene una posición como digo estructuralista según la cual lo que pervive a
través de las diversas revoluciones científicas, y que debe ser aquello por lo cual nos
comprometamos existencialmente no es ni las entidades postuladas, ni la metodología ni la
doctrina sino las estructuras de tipo matemático.
Ian Hacking es un filósofo de la ciencia también muy interesante del presente, que tiene una serie
de trabajos sobre probabilidad, en todo el debate acerca de si la probabilidad debe entenderse en
términos subjetivos, objetivos, frecuencialistas, en términos de expectativa. Además, es autor de
un libro muy interesante en el que cuestiona el constructivismo social, que se ha convertido casi
en un dogma de las ciencias sociales.
Latour es el único francés de esta ramificación, a pesar de que se formó fuera de Francia, tiene un
pensamiento próximo al posestructuralismo. Su obra fue criticada, siendo centro del debate acerca
de las imposturas intelectuales, vinculado con el “escándalo Sokal”. A mediados de los 90’ un
físico mandó a una revista de teoría crítica un artículo falso en el que se pretendía demostrar con
ideas disparatadas de filósofos franceses, la idea de que la teoría de la gravedad es un constructo
social, y que bastaría con transformar nuestra relación con la naturaleza para que no existiera ni
siquiera gravedad.
Ese artículo era fake, y lo único que buscaba era quitarle la máscara, exponer toda esta impostura
intelectual en la que estaban incurriendo muchos filósofos franceses de tipo posmoderno y
posestructuralista. Uno de los autores que fue más maltratado en el posterior libro que se escribió
a partir de ese escándalo fue Latour.
Se destaca mucho la tesis de Latour según la cual los emperadores y los faraones de la antigüedad
no pudieron haber muerto por enfermedades que se conocieron a partir del siglo XIX. Así, es
absurdo decir que Tucmosis tercero murió de varicela o de viruela puesto que el bacilo que
provoca ese tipo de enfermedad no fue descubierto hasta el siglo XIX.
De alguna forma, Latour estaba exponiendo la tesis según la cual la realidad no existe hasta que
no es conocida o no es determinada científicamente. Este naturalismo o cientificismo sería
solidario, de esta forma con un cierto relativismo que es duramente criticado por los realistas de
corte clásico como Sokal y Bricmont.
En última instancia Latour no es sino un heredero de Kuhn y Feyerabend. Este último tiene un
texto en el que sostiene que la ciencia carece de metodología propia y en realidad es una especie
de sálvese quien pueda en el que todo vale. Lo califica como anarquismo metodológico. En última
instancia la ciencia no se rige por criterios de contrastación empírica, racionalidad, asertividad
predictiva, sino que se trata simplemente de una lucha por el poder académico, institucional, en
el que determinadas ideologías se atribuyen a sí mismas el estatus de ciencia sin que eso tenga
luego ningún contacto con la realidad material, empírica.
Comenzamos entonces por la bibliografía. En este caso citando un libro sobre el autor y otro sobre
la incidencia del mismo.
Popper
Popper es un coetáneo del círculo de Viena. De hecho, muchos lo quisieron incorporar
historiográficamente en el seno de esta escuela o tradición. Él siempre se hizo desmarcar de las
posiciones del círculo, a pesar de que era vienés y estaba en contacto con los representantes. Sus
posiciones eran antagónicas a las defendidas por gente como Neurath, Carnap, etc.
La posición filosófica en el ámbito de la epistemología de Popper está claramente influida por las
diferencias que él percibió entre el psicoanálisis y el marxismo respecto de la teoría de la
relatividad de Einstein. El modelo o paradigma de ciencia que va a tomar Popper a la hora de
hacer su gnoseología, es precisamente esta teoría de la relatividad.
La diferencia entre Freud y Einstein o entre Marx y Einstein es la siguiente: la teoría de Einstein
es altamente arriesgada, en el sentido de que era muy poco probable que fuera verdadera, y las
consecuencias que se derivaban de ella resultaban poco intuitivas. Por ejemplo, la cuestión de que
la velocidad de la luz fuera una constante universal y que por lo tanto hubiera un estrechamiento
o alargamiento del espacio y del tiempo dependiendo de la relación de los cuerpos a esa magnitud.
Frente a este carácter arriesgado de la teoría científica de Einstein, lo característico del
psicoanálisis o del marxismo, a juicio de Popper, es que “nada puede falsar tales teorías”, lo que
las convierte en estructuras de una concepción de la realidad más próximas a los mitos que a las
ciencias.
Lo que aparentemente es la fortaleza del psicoanálisis y del marxismo -el hecho de que pueden
incorporar y explicar prácticamente todos los fenómenos de carácter psicológico o económico, en
realidad, a juicio de Popper, es su principal debilidad, porque, al poder predecir todas las cosas,
no son capaces de prohibir ninguno de los hechos que suceden a futuro.
Según Popper, el psicoanálisis es pre científico, dado que contiene una serie de informaciones
útiles e informativas que pueden servir a los individuos para desenvolverse en su día a día, pero
al no realizar predicciones, al no prohibir ningún tipo de fenómeno, al aceptar y al poder explicar
cualquier tipo de conducta -incluso las conductas que se resisten al psicoanálisis, en realidad
carecen de un componente científico predictivo.
En cuanto al marxismo, Popper -que había militado previamente en el partido social demócrata
austríaco en 1919- sostenía que se trataba de una teoría post científica, en el sentido de que había
sido inicialmente científico, ya que Marx había postulado una teoría que era genuinamente
predictiva, y que hacía predicciones como la caída tendencial de la tasa de ganancia, o la de
pauperización del proletariado, así como la concentración del capital.
Sin embargo, dice Popper, estas predicciones, al no cumplirse, falsaron la teoría, y solamente la
adhesión de hipótesis adhoc la hicieron compatibles con los hechos a posteriori. Así, una teoría
que inicialmente fue científica pero que fue falsada por los hechos, se convirtió en un dogma
pseudocientífico.
Los marxistas posteriores a Marx incorporaron hipótesis adhoc como la tesis del ejército de
reserva, la concepción del imperialismo como una fase superior del capitalismo, o las tesis acerca
del capitalismo monopolista, para explicar fenómenos que no estaban previstos en la teoría inicial
del Capital, como la creación de la clase media, la formación del Estado de bienestar, etc.
La filosofía de la ciencia de Popper parte de la crítica que hace Hume a la inducción. Popper se
separa del empirismo aceptando la tesis de Hume de que ninguna inducción puede justificar o
confirmar una hipótesis de carácter general. Sin embargo a diferencia de otros epistemólogos o
gnoseólogos, Popper no acepta que la crítica de Hume a la inducción conlleve el escepticismo, ya
que, a juicio de Popper, lo que está corrompido es la concepción baconiana – newtoniana de que
lo central en la ciencia es la observación pura y a partir de ella la generalización o la inducción de
teorías o hipótesis.
Para Popper no hay observaciones puras sin teoría. Toda observación es selectiva y está cargada
de teoría. Lo que caracteriza o define a la ciencia no es la metodología inductiva, sino más bien
al revés, la metodología deductiva: la extracción de predicciones a partir de hipótesis generales
que no se derivan como generalizaciones empíricas a partir de los hechos, sino que son creaciones
espontáneas por parte de los científicos.
Popper va a afirmar constantemente a lo largo de toda su trayectoria, que no existe una
metodología única de las ciencias. La ciencia para Popper es una técnica de resolución de
problemas, y cada problema requiere de un método propio para su resolución.
La falsabilidad en Popper nunca fue un método científico, sino un criterio de demarcación que
separaba la ciencia de la pseudociencia, -o pre ciencia y post ciencia en el caso del psicoanálisis
y el marxismo-. Es decir, Popper tenía una opinión mucho peor de la astrología, por ejemplo, que
del psicoanálisis y del marxismo, a pesar de que la mayor parte de los ejemplos que él ponga de
pseudociencia sean el marxismo y el psicoanálisis porque él estuvo en el entorno de Adler -
discípulo de Freud- y militó en el partido socialdemócrata austríaco, y por lo tanto conocía con
mayor profundidad ese tipo de doctrinas que las astrológicas.
La tesis de la falsabilidad de Popper, que se ha convertido en una suerte de dogma de la
gnoseología contemporánea, sostiene lo siguiente: es muy fácil obtener evidencia que confirme
una teoría. Pensemos en el horóscopo. Si se afinan o ajustan las predicciones, cualquier evidencia
hace verdaderas esas predicciones. Lo difícil no es ofrecer una hipótesis que sea contrastable y
verificable por los hechos sino al contrario, una hipótesis que, a pesar de ser muy poco intuitiva
e improbable, no obstante, no pueda ser refutada por los hechos que predice.
Para Popper ningún hecho empírico verifica una teoría. Como mucho puede corroborarla. Es
decir, mantenerla temporalmente como no falsada. Lo que caracteriza a las hipótesis científicas
es que ofrecen predicciones genuinamente arriesgadas. Predicciones que a priori parecen
completamente falsas.
Una teoría es científica para Popper solo si es refutable por al menos un evento concebible. Así,
cada prueba genuina, cada experimento que se realice en relación a una nueva teoría, es un intento
de refutarla o de falsarla. Los científicos no intentan, a juicio de Popper, tanto confirmar sus
teorías, como esforzarse por su refutación. Y es solamente a través de los diversos experimentos
de su refutación o falsación que las teorías se van preservando, pero no como verdades sino
simplemente como la mejor teoría hasta entonces disponible.
Para Popper hay, por lo tanto, una simetría lógica entre la verificación y la falsación. Es
lógicamente imposible verificar una hipótesis general a partir de una observación concreta, pero
sí es posible falsar una hipótesis general a partir de una sola observación concreta que no se
corresponda con la predicción hecha.
Así, las teorías científicas se definen por su carácter prohibitivo, porque prohíben por la vía de la
implicación o predicción, eventos o sucesos particulares. El hecho de que una teoría haya resistido
pruebas rigurosas, experimentos cruciales, no implica que esta sea verdadera, sino simplemente
que tiene un alto grado de corroboración y que por lo tanto es la mejor teoría hasta entonces
disponible. Pero ello no implica que sea la última palabra de la ciencia acerca de una realidad
concreta, porque siempre puede ser refinada, mejorada, o sustituida por alternativas que todavía
no hemos contemplado, o ni siquiera probado.
Hay que distinguir la lógica de la metodología. En términos lógicos, para Popper, la ciencia se
define por su falsabilidad. Ese es el criterio de demarcación entre la ciencia y la pseudociencia.
Ahora bien, metodológicamente, en la práctica, la situación es mucho más compleja, ya que
ninguna observación está libre de error. Siempre puede haber errores en la percepción del sujeto
o en el uso del instrumental científico. Por lo tanto, cuanto nos enfrentamos a un experimento que
aparentemente falsa nuestra teoría, siempre podemos cuestionar lo que Popper va a denominar
“conocimiento de fondo”. Podemos poner en cuestión las observaciones o las hipótesis
adicionales adhoc que utilizamos a la hora de contrastar esa teoría.
Así, Popper, en términos lógicos aboga por la falsabilidad como criterio de demarcación, pero
metodológicamente, no solamente dice que no existe un solo método científico -porque la ciencia
es un método de resolución de problemas por medio del procedimiento del ensayo y el error- sino
que cualquier contra ejemplo que presuntamente false o refute nuestras teorías puede ser puesto
entre paréntesis cuestionando el instrumental o las observaciones.
Las teorías no se abandonan hasta que no son sustituidas por teorías mejores. Así, toda teoría
científica siempre implica una serie de hechos que resultan anómalos o que no están incorporados
dentro de la propia teoría. Aquí Popper se está anticipando a buena parte de las críticas ofrecidas
por sus discípulos.
A saber, Kuhn, Lakatos, Feyerabend, sostendrán que las teorías nacen ya refutadas y falsadas. El
propio Popper era conciencia de estos. Él simplemente establecía una distinción muy clara entre
la lógica y la metodología de la ciencia. La lógica de la ciencia no tiene ninguna discusión: lo que
caracteriza en términos lógicos a la ciencia es su falsabilidad. Pero metodológicamente puede
haber ciertas estrategias tanto de construcción de teorías como de falsación de las mismas, y a la
hora de falsarlas uno puede también poner en cuestión el instrumental o las observaciones.
Eso fue de hecho lo que sucedió -según la reconstrucción que hace Feyerabend de esa situación
histórica- en el caso de Galileo. Los miembros de la iglesia que cuestionaban el heliocentrismo o
la física de Galileo no eran, a juicio de Feyerabend, unos fundamentalistas dogmáticos religiosos.
Eran individuos que simplemente cuestionaban el ajuste fino de los instrumentos utilizados por
Galileo. El telescopio de Galileo fue construido de manera artesanal por él mismo, y según los
informes y los documentos que nos quedan de la época, a través de ese telescopio no se veía tan
claramente. Estaban mal pulidos los lentes, con lo cual lo que Galileo decía ver a través del
telescopio no era tan evidente para alguien que simplemente estuviera mirando por él.
Con lo cual, en parte, los miembros de la iglesia que no aceptaron las tesis de Galileo era
comportarse de manera científica, es decir, poner en cuestión el instrumental mismo que se está
utilizando. Por ejemplo, sugiriendo que las imperfecciones de la luna vistas a través del telescopio
eran un error del propio telescopio y no una realidad objetiva que estuviera ahí.
Popper incorpora la distinción de Reichenbach entre el contexto de descubrimiento y el contexto
de justificación. Y algunos podrían decir que la distinción de Popper entre lógica y metodología
de la ciencia no es sino una reformulación de esta distinción.
Reichembach, miembro del círculo de Berlín, afín al círculo de Viena, afirmó que una cosa era
cómo se construían las teorías, que podían construirse de manera poética, creativa o en medio de
una borrachera, y otra cosa es cómo se ordenan y articulan sistemáticamente esas teorías en el
cuerpo de una ciencia o de una disciplina. Una cosa es el contexto de descubrimiento -Newton
podría haber ideado la teoría de la gravitación al ver una manzana- y otra cosa es la justificación
que requiere de un procedimiento axiomático de deducción de una conclusión a partir de ciertas
premisas.
Esta distinción entre contexto de descubrimiento, que no sigue un método fijo, y el contexto de
justificación, que sí tiene unos métodos y una lógica propia, es reconstruido por Popper en su
distinción entre la lógica y el método científico.

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