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DERECHOS HUMANOS
2da PRUEBA PARCIAL
Introducción
La Declaración de los Derechos Humanos estipula la paz, dignidad e igualdad de todos los
seres humanos sin discriminar raza, etnia, sexo.
Es por esto que resulta de interés el intentar una reflexión sobre tal tema, hecha por un
espíritu meramente filosófico, ajeno a posiciones políticas concretas y procurando,
solamente, acercarse lo más posible a la verdad ¿o que no es tarea sencilla y sí
bastante delicada. Pero tal es el ánimo que nos guía en este trabajo, sabiendo bien de
la dificultad del tema y de la excesiva bibliografía que alrededor de él se ha producido.
Cada una de estas preguntas nos puede conducir a muchos y complejos aspectos que
exigirán una mayor explicitación. 1. ¿CUÁLES SON LOS DERECHOS HUMANOS?
Para empezar debemos ponemos de acuerdo sobre la materia que vamos a estudiar. Y
ello nos enfrenta con la primera dificultad del tema que tenemos entre manos.
Lo anterior es satisfactorio dentro del mundo de los seres que actualmente conocemos,
porque es posible pensar que haya otros lugares habitados por entes de algún modo
racionales entre los cuales exista algo análogo a lo que entre nosotros llamamos el
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derecho. Pero, hecha esta salvedad nos quedamos, al parecer, sin necesidad de
recurrir a mayores explicaciones, con la respuesta antes formulada.
Si tal es la afirmación inmediata del sentido común, sentido que debemos mirar con
menos desprecio que el que suele usarse frente a él, aparece como una redundancia el
denominar a determinados derechos como ‘inhumanos”. La respuesta a esta duda se
ofrece también de inmediato. Los llamados “derechos humanos” son, simplemente, los
“derechos fundamentales del hombre”, aquellos que no deben ser conculcados nunca y
que, por el contrario, requieren de una adecuada protección legal. Esto resulta obvio, y
como prueba sería suficiente remitirnos a aquellos documentos históricos que en cierta
manera los han, sí no definido, al menos precisado. Pensemos, por ejemplo, en la
“Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano”, fruto de la Revolución
Francesa o en la declaración Universal de derechos del hombre”, aprobada por las
Naciones Unidas en 1948, como los más señeros.
Sin embargo, frente a lo anterior nos asaltan algunos escrúpulos. Ellos podríamos
resumirlos en las siguientes preguntas: ¿Por qué esos derechos y no otros han sido
objeto de tales declaraciones? ¿Podría aumentarse o disminuirse la nómina? ¿Estamos
seguros de que todos les dan el mismo significado?
Claro está que no podemos, en este momento de nuestro camino, ofrecer una
respuesta a tales interrogantes. Sucede en estas materias que una cuestión se enlaza
con otra y vamos así de retroceso en retroceso.. Porque si hay derechos
fundamentales, deben también existir otros que no lo son, lo que nos conduce a pensar
en la necesidad de poseer un criterio que nos permita distinguir entre ambos. Y Cuál es
la diferencia que separa dentro del vasto mundo del derecho a los derechos
fundamentales de los que no lo son? Y si requerimos del conocimiento de dicha
diferencia, con mayor razón necesitamos conocer lo que constituye al mismo derecho.
De modo que para determinar lo que son los derechos fundamentales del hombre no
es preciso, previamente, esclarecer qué es el derecho.
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Ciencia y filosofía del derecho
El primer punto puede parecer un tanto obvio, aun cuando en él se encierra la razón de
ser de la filosofía del derecho. Hay quienes piensan que ésta no es más que un adorno,
una especulación que no pone ni quita frente al estudio científico del derecho; otros
sostienen que ella se identifica, simplemente, con el conocimiento del derecho natural,
entendiendo a este solo como el fundamento filosófico del derecho positivo, con lo que,
en cierto modo, al trazar entre ambos una clara y nítida línea divisoria, vienen a caer,
en último término, en lo mismo que afirma la primera posición.
Frente a esto pensamos que la filosofía del derecho tiene corno objeto determinar,
primera y fundamentalmente, en que consiste la realidad del del derecho en toda su
generalidad, de modo que sus resultados válidos sean aplicables tanto al derecho
natural cuanto al positivo. Es decir, ellos son derecho en la medida en que responden a
esa esencia que el esfuerzo filosófico intenta desvelar analizando la realidad. En esa
forma resultará logico el buscar luego qué es lo que caracteriza a ambos. Porque si se
determina filosóficamente lo que es el derecho se verA luego si se da, de acuerdo a tal
esencia, lo que llamamos derecho natural y en caso afirmativo podremos aceptar su
plena juridicidad.
No se nos escapa que una tal afirmación significa una aberración para aquellos que
parten de postulados kelsenianos como el siguiente: “Las normas del derecho positivo
valen (o lo que es lo mismo “deben ser”) no porque procedan como las del derecho
natural de la naturaleza, de Dios o de la razón, es decir de un principio de absoluta
bondad, acierto y razón, de un valor supremo absoluto, sino porque han sido
producidas de una cierta manera, legisladas por un cierto hombre. Sobre el valor de
ese metodo de producción no se ha dicho nada categórico con esto, pues se trata de
un valor hipotéticamente supuesto.
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los cauces de la ciencia del derecho. Sin embargo, eso es, justamente, lo que nosotros
pensamos. Una investigacion no corresponde a la ciencia sino a la filosofía, con la
diferencia que los resultados de ella deben ser tomados en consideración, y en forma
muy seria por dicha ciencia. Así, este primer punto precisa con claridad el
La Ley no es el derecho
La ley es una norma, una regla que dispone lo que debe, no debe o puede hacerse
dentro de un grupo social determinado. Esas normas pueden tener distintos orígenes y
fundamentos. Su adecuada estructuración y formulación constituye un sistema jurídico.
Pero dejando toda esta interesante y compleja problemática, nos fijamos en un sólo
punto: la ley establece lo que debe hacerse, lo que no debe hacerse, lo que puede
permitirse, las facultades para exigir que tales cosas se hagan o no se hagan, que tales
actos sean castigados o impedidos, etc. La ley tiene un contenido al que se refiere;
contempla actos que son debidos a otros y que deben realizarse. Hay “algo” que a
alguien le pertenece como “suyo”. Eso está en la raiz de la ley y hacia alla apunta ésta.
La ley no es eso “suyo” de cada cual sino una cierta razón de ello: su expresión en
forma de norma obligatoria y, en general, coactivas.
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el recurso de apelación, es porque el apelante posee como “suya” la posibilidad de que
se revise una mala aplicación de la ley por parte del juez que conoció del caso.
En síntesis, hay algo previo a la ley, que es el derecho, Io suyo de cada cual, que esa
ley reconoce en determinada forma, vale decir, da una razón y expresa esa razón en la
forma de una disposición normativa obligatoria.
Este punto es bastante serio y no puede darse por resuelto en forma muy ligera. Nadie
puede quedar conforme con la afirmación de que la ley obliga solo porque ha sido
dictada en cierta forma por un determinado funcionario u organismo. ¿Podría, en ese
caso, ese funcionario o ese organismo legislar sobre cualquier cosa sin más límites que
su personal arbitrio? ¿Qué ocurriría si se renovara la ley dictada por Herodes, que
ordenaba asesinar a todos los niños menores de tres años de una determinada región?
¿Y qué ocurrió cuando se ordenó, o cuando se supo que se había ordenado, el
asesinato de millones de personas por pertenecer a determinada raza? ¿Habría que
cruzarse de brazos y decir: si esas leyes fueron dictadas por funcionarios competentes,
de acuerdo con los procedimientos establecidos para ello, son plenamente
obligatorias? Y agregar muy filosóficamente: ésa es la ley, ése es el derecho.
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razón del dereclio considerado en su aspecto primario o fundamental. Por ello, se ha
podido decir que, hablando en rigor, una ley injusta no es ley, porque al decir “injusta”
estamos señalando que no respeta al derecho. Sí una ley es “injusta” por consiguiente,
no cumple con su finalidad esencia.
Con lo que hemos dicho se ha explicado en buena parte lo que señalamos en nuestra
tercera consideración, al sostener que el derecho es el objeto de la justicia. Esta
afirmación provoca, también, muchos equívocos. Porque los términos se entrecruzan y
se producen insensibles deslizamientos de sentido entre ellos.
Es corriente el pensar que ocurre todo lo contrario de lo que afirmamos, es decir, que la
justicia es el objeto del derecho. Y la razón de esto parece muy Iógica: el derecho tiene
por objeto realizar en la sociedad ese valor que se denomina la justicia. Para
enclaracer el equívoco. Lo primera está en precisar que en tal proposición se usa el
término “derecho” no como lo “suyo” de cada cual sino como sinónimo de ley; lo
segundo es que el término “justicia” se toma como equivalente al “orden jurídico”.
Resultaría más claro si hacemos algunas sustituciones y decimos, por ejemplo, que la
ley tiene por fin la realización del bien común, porque, y aquí está el tercer equívoco de
la afirmación que comentamos, cuando sostenemos que el derecho es el objeto de la
justicia estamos diciendo o entendiendo que la materia propia de la justicia, aquello
sobre lo que ella versa, es el derecho, tomado en su acepción primera de lo “suyo” de
cada cual; en cambio, en la fórmula comentada el término “objéto” se entiende como
“finalidad”, lo que es algo diferente.
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volviendo a lo mismo, porque hay un “derecho” es que reconocerlo es “justo”. Y los
actos con que tal obligación ‘se cumple, son, normalmente, los que la ley establece. La
ley elabora un orden entre las relaciones jurídicas y ese orden es un elemento
fundamental del orden social entero que denominamos el bien común.
Llegamos al cuarto punto, igualmente importante que los anteriores: dar a cada uno lo
suyo constituye un deber, una obligacion, y no porque la ley lo establece; más bien
ocurre lo contrario, que la ley lo establece porque es una obligación. Si nos
preguntamos por qué se da tal obligación quizá lleguemos hasta el punto final de
nuestra inquisición. Porque como lo que ya hemos dicho se ha dejado de lado toda
posición positivista o meramente formalista. Al otro se le “debe” lo que es “suyo”
simplemente porque le pertenece; por eso, incluso, nace en aquel la “facultad” de
exigirlo, con lo que, de paso, también afirmamos que el sentido primario del derecho no
es la facultad subjetiva; ella se deduce inmediatamente, pero se deduce, del hecho de
que algo es suyo y, por lo tanto le es debido:. Y volviendo al punto en cuestión: ¿Por
qué algo es “suyo” de alguien?, yendo de la superficie al fondo: o porque la ley se lo
concede; o porque es una persona humana.
Se puede pensar por el contrario, que precisamente en este punto, en que la ciencia
del derecho instituido o positivo parece llegar a su limite, es donde nos topamos con el
necesario recurso a la filosofía. No nos satisfacen los postulados hipotéticos de Kelsen
porque buscamos una razón, de ser de algo tan importante como es la obligatoriedad
del derecho, o lo que es lo mismo, el fundamento del deber jurídico. Si la sentencia
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judicial nos lleva a la ley y la ley a la constitución y la constitución al primer
constituyente, creemos que ya se ha dado un paso en falso dentro de la impecable
lógica jurídica kelseniana. Entre la sentencia y la constitución hay una gradación
bastante irreprochable y esclarecedora para la ciencia del derecho. Pero de ahí al
primer constituyente o al pruner usurpador, aparte su amargo sabor roussauniano, hay
un salto no ,hacía la filosofía sino, casi diríamos, hacia la ciencia-ficción.
En este punto nos hemos salido ya de la ciencia jurídica parece algo cierto, pero no
ocurre lo mismo en todas las ciencias humanas.
Lo único que hay que tener presente es que, en este caso, entramos al terreno de la
reflexión filosófica y que, por consiguiente, debemos sujetarnos a sus exigencias. Lo
grave es la inconsecuencia de que suelen adolecer ciertas afirmaciones. Si se parte de
la aceptación dogmática de que el derecho no tiene otra realidad ni otro fundamento
que el texto de la ley, entonces ocurre que debemos acatar el fatalismo de la
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arbitrariedad. Pero si no deseamos esto, y pretendemos encontrar el fundamenta último
del derecho y del deber de esa ley que los expresa, necesariamente debemos avanzar
más alla de ella. No se nos diga, en ese momento, que nuestra reflexión no es válida
porque nos hemos salido del campo del derecho. Tal objeción no pasaría de ser un
círculo vicioso.
Henos, pues, frente a la realidad de la persona humana como fundamento del derecho.
Un cierto analisis de ella nos será necesario más adelante. La primera capa encontrada
la compartimos con todos los juristas: la ley como fuente de derechos; la segunda con
todos aquellos que no se satisfacen con la posición positivista y reconocen la dignidad
trascendente de la persona humana; la tercera con aquellos que se inquietan por
encontrar la fuente última explicativa, y que racionalmente aceptan la realidad del Ser
del cual depende la existencia de todos los otros seres.
Preámbulo
Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento
de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la
familia humana;
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Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho,
a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y
la opresión;
Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los
derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la
igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el
progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad;
Considerando que los Estados Miembros se han comprometido a asegurar, en cooperación con
la Organización de las Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y
libertades fundamentales del hombre, y
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universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los
territorios colocados bajo su jurisdicción.
Artículo 1
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están
de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2
Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin
distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra
índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional
del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país
independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a
cualquier otra limitación de soberanía.
Artículo 3
Artículo 4
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Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están
prohibidas en todas sus formas.
Artículo 5
Artículo 6
Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.
Artículo 7
Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos
tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y
contra toda provocación a tal discriminación.
Artículo 8
Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los tribunales nacionales competentes,
que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la
constitución o por la ley.
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Artículo 9
Artículo 10
Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con
justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y
obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.
Artículo 11
1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se
pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado
todas las garantías necesarias para su defensa.
2. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no fueron
delictivos según el Derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá pena más grave
que la aplicable en el momento de la comisión del delito.
Artículo 12
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Artículo 13
Artículo 14
1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en
cualquier país.
2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por
delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Artículo 15
Artículo 16
1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna
por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de
iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del
matrimonio.
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2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el
matrimonio.
3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la
protección de la sociedad y del Estado.
Artículo 17
Artículo 18
Artículo 19
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de
no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones,
y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Artículo 20
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1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas.
2. Nadie podrá ser obligado a pertenecer a una asociación.
Artículo 21
1. Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio
de representantes libremente escogidos.
2. Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones
públicas de su país.
3. La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se
expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por
sufragio universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la
libertad del voto.
Artículo 22
Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener,
mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización
y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y
culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.
Artículo 23
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asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será
completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.
4. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus
intereses.
Artículo 24
Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable
de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.
Artículo 25
1. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia
médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de
desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de
subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.
2. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los
niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social.
Artículo 26
1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo
concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria.
La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios
superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el
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fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales;
favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los
grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones
Unidas para el mantenimiento de la paz.
3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a
sus hijos.
Artículo 27
1. Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a
gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.
2. Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le
correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora.
Artículo 28
Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los
derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.
Artículo 29
1. Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede
desarrollar libre y plenamente su personalidad.
2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará
solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el
reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las
justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad
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democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición a los
propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Artículo 30
Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al
Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos
tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta
Declaración.
El artículo que tome para realizar la grabación adjunta fue el artículo número cinco de la
Declaración universal de los derechos humanos, el cuál estipula: Nadie será sometido a
torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
Me pareció importante destacar este artículo en particular por las condiciones en que
muchos niños se crían, al vivir en un ambiente no apto sanitariamente o en este caso en el
que la convivencia se torna degradante a nivel emocional.
Esta realidad es difícil de aceptar pues existe en grandes porcentajes sin distinción del nivel
económico de la familia del violentado. Estos tratos degradantes pueden escalar desde los
gritos a los golpes y en muchas ocasiones a situaciones que provocan repulsión en el
violentado y generalmente traumas. Es habitual encontrar familias de bajos recursos
económicos que se dedican a procrear con la esperanza de vivir del estado por las ayudas
económicas que esté ofrece.
En el vídeo se puede apreciar como una persona es obligada a realizar un trabajo contra su
voluntad y al este no resultar como el ostigador desea recibe una respuesta violenta.
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