Está en la página 1de 3

LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR

1. Creyentes y ciudadanos

2. El carácter aconfesional del Estado

3. Tolerancia, libertad y relativismo

4. Ética, valores y democracia

5. La objeción de conciencia

6. La civilización del amor

1. CREYENTES Y CIUDADANOS

destaca la importancia de que los ciudadanos tengan la libertad de expresar su fe en una


sociedad democrática.

La separación entre la religión y el Estado es un principio clave en muchas democracias, ya que


busca garantizar la igualdad y la libertad religiosa para todos los ciudadanos.

Sin embargo, el equilibrio entre la expresión religiosa y la laicidad del Estado puede ser un
tema complejo y variar según las perspectivas culturales y políticas. La relación entre la religión
y la vida pública es un tema continuo de debate en muchas sociedades.

Jesucristo en relación al poder y la autoridad. Jesús enfatizó la importancia de la justicia y la


necesidad de obedecer a las autoridades establecidas, como se menciona en pasajes bíblicos
Su mensaje promovió la importancia de la justicia y el respeto a las leyes sin perder de vista el
amor y la compasión hacia los demás.

2. EL CARÁCTER ACONFESIONAL DEL ESTADO

El Estado Aconfesional

1. No favorece ninguna religión específica.

2. No muestra hostilidad hacia la religión.

3. Debe respaldar el crecimiento de la fe de los ciudadanos.

Laicismo:

Diferencia claramente sociedad y religión, limitando la expresión pública de esta última.

Laicidad:

Promueve una colaboración respetuosa entre el Estado y la Iglesia basada en su autonomía.

3. TOLERANCIA, LIBERTAD Y RELATIVISMO

En democracia, la tolerancia es un valor fundamental.

La validez de una cultura es subjetiva, pero es esencial respetar los valores universales y los
derechos humanos en todas las culturas.

La tolerancia no debe confundirse con determinadas actitudes:


CONDESCENDENCIA: Aceptar la diferencia con actitud superior.

INDIFERENCIA: Aceptar todas las culturas y visiones del hombre.

RELATIVISMO: Tolerancia no implica despojarse de convicciones.

El relativismo no es neutral, sino que refleja una perspectiva específica sobre la naturaleza
humana.

4. ÉTICA, VALORES Y DEMOCRACIA

La democracia moderna se fundamenta en la protección de derechos fundamentales que son


incuestionables.

La convivencia de diferentes culturas en la sociedad actual a menudo genera dilemas éticos. En


respuesta, algunos sugieren una ética civil universal para lograr consenso.

La democracia moderna se fundamenta en la protección de derechos fundamentales que son


incuestionables.

Para evitar que esta ética esté constantemente comprometida, es esencial que se base en la
naturaleza humana y en Dios, su Creador, en lugar de depender únicamente del consenso.

5. LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA

Política y religión son realidades distintas pero no contrapuestas. Para un cristiano, el límite del
poder político es la Ley de Dios y su conciencia. La libertad religiosa implica una libertad de
conciencia real y pública.

La objeción de conciencia:

 La libertad individual nace de la libertad individual y humaniza la sociedad.


 Es necesaria para garantizar la libertad de la persona.
 La libertad religiosa es la última defensa contra el poder político.

6. LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR


6.1. Un esfuerzo común

La crisis de valores genera desconfianza en instituciones políticas. Los cristianos buscan


humanizar la sociedad desde la fe y el amor.

La civilización del amor:

1. La justicia no basta, debe complementarse con el amor en las relaciones humanas.

2. Surge en el corazón de cada individuo y se expande hacia otros.

3. Fomenta una cultura de la vida.


4. Basada en valores universales, con énfasis en el ser sobre el tener y la persona sobre las
cosas.

6.2. Con la mirada en Dios

El cristianismo se caracteriza por abrir la mirada hacia la trascendencia, enfocándose en el


amor de Dios que va más allá de la vida en la Tierra. La caridad y la eficacia de las relaciones
humanas se basan en su conexión con Dios, y la salvación cristiana no se basa en las buenas
obras, sino en el amor divino hacia la humanidad.

Aspirar al Cielo no implica renunciar a la Tierra, sino darle su lugar en el orden del amor.

También podría gustarte