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05.2.

Los principios de la doctrina social de la Iglesia


1. La dignidad de la persona humana: La dignidad de la persona humana
es el eje que vertebra toda la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). La persona
humana, por estar hecha a imagen y semejanza de Dios, posee una digni-
dad que la hace superior a los demás seres creados. De la dignidad de la
persona se derivan una serie de derechos, que pertenecen a toda persona
por el hecho de serlo, sea de la religión o de clase social que sea. Juan XXIII
dijo de tales derechos que eran universales, inviolables y que no se debía
renunciar a ellos por ningún motivo.
2. La primacía del bien común: Para la Iglesia el bien común está por en-
cima del bien individual y del orden social. Además, el bien común debe
estar siempre orientado hacia el progreso de las personas. Por ello, el or-
den social y su progreso deben subordinarse al bien de las personas, y no
al contrario. Este orden tiene por base la verdad, se edifica en la justicia y
debe ser vivificado por el amor.

3. Destino universal de los bienes, solidaridad, y respeto a la propiedad privada: Dios ha destinado la tierra y sus bienes en beneficio de
todos. Esto significa que cada persona debería tener acceso al nivel de bienestar necesario para su pleno desarrollo. Este principio tiene
que ser puesto en práctica según los diferentes contextos sociales y culturales y no significa que todo está a disposición de todos. El dere-
cho de uso de los bienes de la tierra es necesario que se ejercite de una forma equitativa y ordenada, según un específico orden jurídi-
co. Este principio tampoco excluye el derecho a la propiedad privada. No obstante, es importante no perder de vista el hecho de que la
propiedad sólo es un medio, no un fin en sí misma. Por ello, se rechazan en igual medida las formas extremas de comunismo y de capi-
talismo.

4. Principio de subsidiariedad: La familia es una institución valiosa para la sociedad y para el hombre. El Magisterio de la Iglesia, con
frecuencia ha utilizado analogías tomadas de la biología para expresar la relación y la importancia de la familia en La sociedad. Pío XII, por
ejemplo, denominó a la familia como «célula vital» de la sociedad, y en términos parecidos se han expresado Juan XXIII, Pablo VI y Juan
Pablo II. La familia es el lugar adecuado para la transmisión de la vida y para la educación más fundamental, por cuanto ofrece un clima
propicio de afecto, estabilidad familiar, basada en un sólido compromiso y en la comunión de per-
sonas, junto a la complementariedad que ofrecen el padre y la madre. Por todo ello, la familia
contribuye en gran medida al bien de la sociedad, puesto que es la primera escuela para la incul-
turación y fuente de valores humanos y cristianos. La familia tiene deberes y derechos sociales y
por ello la sociedad no solo no debe sustituirla, sino que debe protegerla.

5. Participación social: Como ser social, la persona debe convivir con los otros y procurar el bien
común. Sin embargo, esta interdependencia entre la persona y la sociedad, aunque tiene grandes
ventajas, no está exenta de peligros. De la dignidad de la persona y de su dimensión social se de-
rivan los demás principios que deben regular la vida social: el principio de solidaridad, el de participación, el del bien común y el del des-
tino universal de los bienes. Finalmente, el cristiano debe comprometerse en promover una sociedad más conforme con los valores de
evangelio.

6. Cultura de la vida y la calidad de vida: La Iglesia rechaza toda forma de atentado contra la vida humana: aborto, eutanasia, genocidio,
homicidio, suicidio, etc. Y promueve que la persona tenga todas las condiciones necesarias tener calidad de vida: educación, trabajo,
alimentación, salud, etc.

7. La existencia de la ley moral: Para la Iglesia, la ley moral se deriva de tres


fuentes: la revelación, el magisterio y la conciencia. Las personas, por su misma
dignidad, deben conservarla, cumpliendo con sus deberes, amando a Dios sobre
todas las cosas y al prójimo como a sí mismas. Además, si no existe una verdad
última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las conviccio-
nes humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder.
Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o
encubierto, como demuestra la historia.

Estos principios no son independientes de los valores inherentes a la dignidad de


la persona. “Estos valores son principalmente: la verdad, la libertad, la justicia, la
solidaridad, la paz y el amor cristiano (caridad). Vivir estos valores es el camino
seguro no solo para el perfeccionamiento personal, sino también para lograr un auténtico humanismo y una nueva convivencia social. A
ellos, pues, es preciso referirse para realizar las reformas sustanciales de las estructuras económicas, políticas y tecnológicas, y los cam-
bios necesarios en las instituciones.”

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