Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En su oficina, al día siguiente, Martin busca entre su colección de álbumes y saca aquel que
escuchaba en su recuerdo, lo coloca en el tocadiscos y se transporta a épocas más simples y felices,
a instantes de libertad; el correo de una madre de familia irrumpe en su fantasía, ella le relata las
formas en que su hija es víctima de acoso escolar. Martin medita sobre la crueldad de seres tan
pequeños y sobre la naturaleza del hombre, cuando se reúne con la junta directiva expone el caso,
en la junta ignoran sus reflexiones y sugieren que el caso debe manejarse de la forma más discreta
posible. La reunión termina y Martin fuma un cigarrillo apoyado en una baranda del segundo piso,
mientras añora más que nunca otra vida, sin burocracia, ni juntas, ni conductos regulares, ni
posiciones de poder, ni apariencias; con la vista fija en el patio de recreo contempla a los niños
mientras juegan y rien, se siente ahora diferente, como embrujado, mira con atención sus manitas
y la forma de caminar, sus rostros tiernos… cuando la ceniza de su cigarrillo cayendo en su mano le
provoca un grito. Algo confundido, Martin regresa a su oficina, se sienta frente al computador y
redacta una respuesta ambigua al correo de la madre.
Regresa a casa agotado de los demás y de sus responsabilidades, su esposa le pregunta desde el
interior del cuarto de la pareja por su día, Martin no quiere hablar con nadie, ni siquiera está
seguro de querer levantarse, bañarse, vestirse, desayunar… sólo responde diciéndole que prefiere
no hablar de ello, cuando se acerca a su habitación continúa hablando, diciendo que todo lo que
quisiera es…, pero no termina la frase cuando dentro de la habitación encuentra a su esposa
usando únicamente un babydoll, Martin termina la frase en voz muy baja: dormir, ahora Martin se
siente peor, no quiere que ella se tome molestias que ni siquiera le ha pedido y que además él no
merece; se acerca a su esposa y cuando va a hablarle ella empieza a seducirlo, Martin piensa por
un momento en que lo mínimo que puede hacer es intentar estar, sabe que los esfuerzos de su
esposa no merecen estrellarse con su oscuridad y cede, su esposa besa su cuello y cuando Martin
cierra los ojos una imagen viene a su mente, unos labios pequeños y delicados, bien formados,
infantiles, cuando cae en cuenta de estar imaginando los labios de un niño se sobresalta y aleja a
su esposa inmediatamente, “¿será producto del cansancio y de que son días raros?, es perturbador
aún así, ¿por qué ha pasaado?” ella le pregunta qué le sucede, pero él le dice que ha sido un día
muy pesado y en realidad necesita estar solo. Martin baja las escaleras y se sirve una copa en la
penumbra, quería no pensar y lo más cercano a eso era dormir, pero ahora tiene mucho en qué
pensar, se siente confundido y una parte de él le dice que ha sido un error y producto del
cansancio, el estrés, la frustración o cualquier cosa, pero otra, una que teme que no mienta, le dice
que esos segundos de imágenes en su cabeza o los que pasó mirando a los niños en el colegio,
fueron los mejores de la semana, aunque no comprenda del todo por qué.
En su oficina, los correos de la madre siguen llegando. Martin no puede más con la culpa de estar
obrando de manera negligente, satisfaciendo los intereses de la junta y siendo cómplice al ayudar a
hacer del colegio un infierno para ciertos niños, entonces decide citar al niño acusado de haber
acosado a varios de sus compañeros, le comenta que ciertos compañeros se han quejado de
algunas de sus conductas, que se le acusa de estornudarle a propósito en la comida a la niña nueva
y de insultarla con palabras como “negra de mierda”, el niño replica negándolo todo, Martin
escucha atentamente los alegatos del niño, pero de pronto su voz se escucha más lejana, Martin ve
absorto la forma en que los labios del niño se mueven y deja de escucharlo, luego mira la forma en
que su cuello se tensiona cuando articula las palabras, Martin siente un impulso extraño en el
cuerpo y una especie de adrnalina, el niño termina de hablar y Martin continúa mirándolo, el niño
comienza a incomodarse y luego le pregunta si está bien. Martin reacciona sobresaltado y le dice
que ya puede retirarse. Cuando el niño se va, Martin comienza a llorar y coloca sus manos sobre la
cabeza, se sabe un monstruo, siente asco y vergüenza de su cuerpo, de su cabeza, de sus
pensamientos, ni siquiera él los puede soportar, siente miedo también, ¿qué hará con todo eso?,
es su destino soportarlo sólo, nadie puede descubrir nunca las cosas que ha imaginado o las que
llega a disfrutar ¿disfrutar?, no es posible disfrutar algo así, él más bien lo padece, padece quién
es… de un momento a otro se levanta del escritorio y toma el mismo álbum de música andina
venezolana, cuando el álbum empieza a sonar su respiración se estabiliza.
Martin regresa a su casa. En su habitación, cuando se dispone a dormir junto a su esposa le dice
que debe hablar con ella, ya no soporta más y alguien merece la verdad es ella y si de alguien él
merece el repudio y el desprecio, es ella, porque ha creído dormir junto alguien que no existe,
rompe en llanto, ella lo consuela con un abrazo rápidamente y le dice que los problemas del
colegio no deben trascender a su hogar, luego le pregunta en qué va el caso de acoso escolar,
Martin no contesta, incluso siendo quién es su esposa se mantiene dulce, definitivamente no la
merece… su esposa le dice que lo mejor es que hable con los padres del niño también, que es
necesario poner el caso en conocimiento de ellos e incluso, en caso de ser necesario, tomar las
medidas disciplinarias.
En su oficina Martin revisa nuevos correos de la madre en donde le pide que tome medidas en
contra del niño y le plantea la posibilidad de reunirse junto con su hija, los padres del acusado y el
acusado; cuando Martin se dispone a contestar, a su mente vienen recuerdos de su reunión con el
niño, ahora el acoso escolar parece un problema menor y un niño que molesta a otros una
tontería, el verdadero peligro es él, imagina qué podría pasar si se encuentra de nuevo a solas con
el niño y la idea lo horroriza y le hace sentir miedo, se levanta rápidamente de su escritorio
mientras niega con la cabeza, luego contesta en correo con evasivas, diciendo que para el caso, el
colegio seguirá el conducto regular establecido.
Los correos continúan llegando y Martin deja de responderlos. En casa su esposa le dice que
últimamente lo ha notado distraído y raro. Martin suspira, quisiera contarle la verdad, pero ¿en
realidad ella merece eso?, ¿merece saber el monstruo que es, sufier y alejarse o merece vivir en la
mentira de estar casada con un hombre bueno y admirable?, le dice que no sabe bien qué le pasa,
que a pesar de querer compartirlo con ella no sabe por dónde empezar, en ese momento en el
televisor se escuchan las palabras “Colegio Helevitia” y Martin se acerca a la pantalla, en el
noticiero un presentador dice que se han presentado múltiples casos de acoso escolar y que el
colegio ni ha tomado medidas ni se ha pronunciado al respecto, luego entrevistan a una mujer que
dice ser la madre de una niña que ha sido víctima de acoso escolar, bajo la mujer aparece el rótulo
“representante de derechos ante la ONU”. Martin contempla el televisor nervioso mientras respira
fuertemente, todo esto es simplemente demasiado, hay tantas cosas que lo ahogan, tantos
problemas, tantas responsabilidades, sobre sí mismo, sobre sus impulsos, sobre sus deseos, sobre
el colegio, sobre los niños, sobre su matrimonio, sobre su vida… luego sale de su casa sin decir una
palabra, toma el auto y arranca, en la carretera Martin llora mientras tatarea una bambuco
venezolano que ya no lo tranquiliza ni lo transporta a otra vida, aumenta la velocidad al límite y
cierra los ojos.