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La incrédula
I. Un mundo de silencio.
Sostiene esta misma posición de declarada increencia respecto de los
hombres. Afirma no creer en la palabra de un hombre, dejando entre
ver, no obstante, su anhelo de que un hombre le hable.
Acepto su pedido de análisis alojando esta increencia como algo con
lo que esta paciente convive a diario. De entrada, me limito a puntuar
sus dichos, sin agregar demasiadas palabras en cada sesión.
Durante un tiempo aborda la cuestión de pareja; siempre queriendo
separarse y siempre volviendo, su queja insistente es que él no habla
nada, que es frío y mudo como su padre. A la vez, tiene la sensación
de estar “condenada” a este hombre, el único que no la abandonaría.
Manifiesta miedo a quedarse sola y frustrada y a la vez, pánico de vivir
en un mundo de silencio, donde no pase nada, con él.
Poco a poco, a la par de las sesiones, los períodos de separación se
hacen cada vez más largos, hasta que finalmente rompe con este hombre
silencioso que la sumía desde hacía ocho años en la sensación de estar
condenada a la infelicidad. Comienza a escucharse en el análisis una
pregunta del sujeto acerca de qué le es posible esperar ahora.
Una vez sola, el encuentro casual con otros hombres le revela que ella
también tiene dificultades para hablar. En el encuentro sexual espera
que las cosas “encajen bien de entrada y que hablar no sea necesario”,
— tal como le sucedía con su ex novio. Confiesa entonces, que siempre
ha tenido miedo de compenetrarse en una relación: “No puedo soportar
eso de no generar nada en el otro. Prefiero un como si antes de quedar
como una boluda”. Esto la ha llevado a sentir que en el amor tiene que
actuar y que todo es una mentira. La idea de que una relación de pareja
indefectiblemente se va a terminar la acosa todo el tiempo.
Puede situar que en su vida todo va del encanto al desencanto. Que
ella se imagina muchas cosas, escenasfantásticas con un hombre y cuan
do lo conoce se va desencantando y aburriendo. Lo mismo con las cosas
que emprende, su carrera, su trabajo; una vez en la situación todo se
ve distinto y ella pierde el interés. Reconoce que lo que no le parece tan
fantástico le da más miedo, porque es más real.
Los padres de E están separados hace muchos años. Ella sabe, porque su
padre le contó, que él había querido dejar a la madre mucho antes porque
se había enamorado de otra mujer. Y que en ese momento la madre quedó
embarazada, motivo por el cual el padre rompió esa relación extramatri-
monialy llevó a su familia a vivir a otra provincia donde, tiempo más tar
de, la pareja se separó de todos modos. F. sabe también que su padre siempre
lamentó la decisión tomada entoncesy aunque luego se volvió a casary tiene
más hijos lleva una vida gris, agarrado al alcoholy desentendido de todo.
F. no soporta verlo en ese estado y cada vez que habla por teléfono con
él lo trata mal, se enoja y le reprocha la vida que lleva: que no se ocupa de
sus hijos, que está siempre “mamado ”, que arriesga su profesión, etc.
En cuanto a la madre, no volvió a hacer pareja estable y cambió
completamente. De ser una mujer de su casa, bastante sometida a su
marido, luego de la separación comenzó a salir con muchos hombres y
a estar todo el tiempo ocupándose de su imagen. F. refiere que no puede
soportarla, que es mentirosa, egoísta, totalmente superficial y manipu
ladora. La imagen de su madre la horroriza. “Es la antimadre — dice,
no le importa nada de nada. N i siquiera ver a sus nietos. Llama por
teléfono porque le sale gratis, no conoce mi casa, no le interesa. Encima
es anoréxica. M e habla de sus rollos, de la ropa, de boludeces. Ella es
toda una mentira, no le puedo creer nada. Piensa todo el tiempo en ella.
Me da vergüenza, sobre todo la manera que tiene de querer conseguir
un macho. M e crea conflictos en todo lo que tiene que ver con ser mujer.
A mi madre no le da vergüenza nada en relación a los hombres. Su vida
real sería como mi fantasía. Ella no tiene límites. Yo hago todo en mi
cabeza y en lo real me pongo demasiados límites”.
A pesar de decir todo esto, F. se muestra angustiada ante la idea que
se hace de que su madre no la quiere.
Su relato da cuenta de que la separación impactó terriblemente en
su madre quien, a partir de ese momento, ya no pudo llevar adelante
una familia, tal como lo había hecho junto al padre. F. recuerda las
quejas maternas por tener que ocuparse de todo, tener los chicos a su
cargo y vivirlo como algo insoportable. En cuanto pudieron, todos los
hijos fueron dejando la casa, con ayuda económica del padre.