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En la mecánica quántica, los sistemas se describen mediante funciones de onda, que representan
la probabilidad de encontrar una partícula en un estado particular.
La coherencia quántica se refiere a la propiedad de estas funciones de onda de estar en
superposición, es decir, la capacidad de una partícula para existir en múltiples estados al mismo
tiempo.
Sin embargo, esta coherencia es frágil y puede desvanecerse rápidamente cuando un sistema
quántico interactúa con su entorno.
Cuando un sistema quántico interactúa con su entorno, las fluctuaciones y colisiones con las
partículas circundantes perturban su función de onda.
Estas interacciones inducen una "descoherencia", que hace que el sistema quántico colapse en
un estado particular, perdiendo así la superposición quántica.
Como resultado, el sistema se comporta como una partícula clásica con un estado bien definido.
En este experimento, un haz de partículas, como electrones o fotones, se dispara hacia dos
rendijas.
Cuando no hay interacción con el entorno, las partículas exhiben interferencia,
pasando a través de ambas rendijas y generando patrones de interferencia
característicos en una pantalla detrás de ellas.
Sin embargo, cuando las partículas interactúan con su entorno (por ejemplo, debido
a la detección de cuál rendija pasaron), la interferencia se pierde y el patrón se
vuelve clásico.
La mayoría de los objetos macroscópicos a nuestro alrededor, como pelotas de tenis o lápices,
están compuestos por billones de partículas cuánticas, pero parecen seguir leyes clásicas en lugar
de comportarse de manera extraña y superpuesta.
Esto no significa que la mecánica quántica sea incorrecta, sino que, en la práctica, para sistemas
complejos, la coherencia quántica es efímera y rara vez observada en el mundo macroscópico...