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PERSONALIDAD:

La personalidad juega un papel clave en el comportamiento organizacional, por la


forma en que las personas piensan, sienten y se comportan afecta muchos
aspectos del lugar de trabajo. Las personalidades de las personas influyen en su
comportamiento en grupos, sus actitudes y la forma en que toman decisiones.
La personalidad será fundamental para el desarrollo de las demás habilidades del
individuo y para la integración con grupos sociales. Nos permite reaccionar ante
ese mundo de acuerdo al modo de percepción, retroalimentando con esa conducta
nuestra propia personalidad.
Un buen negociador tratará de entender las características de la personalidad de
quien tenga enfrente, además de comprender sus metas, necesidades y deseos.
"La negociación sugiere un compromiso, una posición ubicada en algún lugar
entre dos posiciones existentes”.
En las relaciones personales, sociales, laborales… la personalidad de cada sujeto
marca la línea de actuación para cada situación. Cada individuo posee sus propias
características o cualidades que forman parte de su ser, ese carácter distintivo y
elemento diferenciador que nos hace únicos los unos de los otros. Tan influyente
es la personalidad de las personas para el desarrollo de sus tareas diarias, que se
extiende también al mundo de la negociación, siendo pieza vital para el buen
desarrollo de la actividad negociadora.
CARISMA:
La autoridad carismática es un concepto de liderazgo desarrollado por el sociólogo
alemán Max Weber. Implica un tipo de organización o un tipo de liderazgo en el
que autoridad deriva del carisma del líder. Esto contrasta con otros dos tipos de
autoridad: autoridad legal y autoridad tradicional.
Lo más importante a tener en cuenta es que el carisma es una habilidad como
cualquier otra, así que se puede desarrollar y practicar. Eso son buenas noticias
para los que, como yo, no nacieron con un don especial.
Le aseguro, por experiencia personal, que el carisma se puede trabajar y que
resulta extremadamente útil en los negocios: ya sea procurando más ventas,
cerrando mejores negociaciones y, en general, adquiriendo más influencia en
nuestros círculos profesionales y personales.
En definitiva, las personas carismáticas hacen sentir importantes a los demás,
dedicándoles toda su atención y haciendo que otros disfruten de su presencia y
escuchen su discurso desde un prisma de credibilidad y veracidad.
Sus dotes de comunicación, su oratoria y su capacidad para convencer a otros a
través de la palabra hacen de este emprendedor una persona carismática a la que
muchos se deciden a seguir.
AUDACIA:
Del latín audacĭa, la audacia es el atrevimiento o la osadía. El término puede
referirse a realizar algo arriesgado, atrevido, temerario o imprudente.
La audacia puede considerarse de manera positiva o negativa. En su aspecto
positivo, la audacia es una virtud que lleva a una persona al convencimiento de
que, pese a las posibilidades y riesgos, puede alcanzar una determinada meta
para alcanzar la audiencia la persona debe tener características esenciales como
las siguientes:
· Dinámica: ser hábiles para expresarse, saber cuándo callar, saber cuándo
hablar.
· Capacidad de persuasión: es la capacidad de convencimiento.
· Mucha memoria, en caso se necesite exponer ejemplos o en el caso la
negociación sea por dinero por si necesitas recordar cifras.
· Atrevimiento, sin mostrarse irrespetuoso con el demás
· Velocidad para responder y pensar.
· Pensar con lógica.
· Demostrar que sabemos así no sepamos mucho.
COMUNICACIÓN:
Capacidad de escuchar y transmitir ideas de forma efectiva, empleando los
canales adecuados y ofreciendo información concreta que refrende sus
observaciones y conclusiones. La mayoría de emprendedores son buenos
comunicadores, en el sentido de que son capaces de transmitir su idea de
negocios a otros, pero la capacidad de comunicación debe contemplar también el
sentido opuesto.
La capacidad de comunicación la podemos descomponer a la vez en 3 piezas más
pequeñas.
1) Capacidad de exposición.
Se refiere a la exposición de las ideas y la realización de un discurso persuasivo,
ya sea en un entorno personal o profesional.
2) Capacidad de conversación.
Se refiere a la capacidad de interactuar con otros y ser capaces de que nos
clasifiquen de manera más positiva que antes de que abriéramos la boca. No se
refiere a la capacidad de convencer o vender, sino de socializarnos y mantener
una comunicación agradable más allá de la venta o el intento de persuasión en sí.
Todo buen persuasor es buen conversador, en este curso veremos por qué.
3) Tonalidad.
No sólo importa lo que se dice, sino cómo se dice, e importa mucho, se lo
aseguro. La tonalidad se aplica a ambos puntos anteriores (discurso persuasivo y
conversación habitual), adaptándola para reforzar el efecto que deseamos que
tenga.
MANEJO DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL:
La inteligencia emocional aplicada a los negocios es necesaria, convierte las
metas en un incentivo, auto-motiva al negociador e impulsa su confianza esto
genera entornos calmados de acuerdos mutuos.
Las emociones negativas como desconfianza, el desánimo o el pesimismo,
afectan los resultados de una negociación, generando malos acuerdos, sin
embargo, las emociones positivas como el optimismo, la confianza y la empatía
construyen más opciones de valor y mejores resultados.
Una correcta gestión emocional nos permite adaptarnos al entorno de nuestros
proyectos, nos ayuda a comunicarnos de forma más efectiva con nuestros clientes
y a conectar con sus necesidades reales, a ser más resilientes ante las
dificultades que se nos presentan y por tanto aporta luz a nuestro éxito
empresarial.
Para comunicar emociones de manera efectiva, los empleados deben practicar la
escucha activa y la empatía. También pueden utilizar “yo” en lugar de “tú” al
comunicarse con sus compañeros de trabajo, lo que les permitirá expresar sus
emociones de manera más clara y evitar conflictos.
La empatía, el conocimiento de uno mismo y el control de las emociones,
manteniendo a raya la frustración o la ira y primando un enfoque racional, son
habilidades fundamentales para llevar a cabo una negociación exitosa.

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