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MISIONES JESUTICAS
Y COMUNIDADES AGRARIAS
Con mucho esfuerzo y hasta con la ofrenda de su propia vida los misioneros
tomaron contacto con las poblaciones originarias muchas de ellas nómadas y
utilizando métodos pacíficos los convirtieron en comunidades sedentarias.
Tres fueron las etapas fundacionales: la primera en las márgenes del río Mamoré
y las pampas occidentales (1682-1698); la segunda en las
Pampas-Baures (1703-1720) y la tercera en Baures - Iténez - Santa Cruz (1723-
1754. Varias Misiones fueron abandonadas, como lo registra el Memorial del
Padre Manuel Vergara, visitador enviado por el Provincial de la Compañía de
Jesús del Perú, en 1765 por causales diversas: "peste", "dispersión", "huida de los
Guarayos", "apostasía de los neófitos", "traslado", etc.
Aunque sin disposición legal específica que lo respaldara, las Misiones eran
autónomas tanto del gobierno colonial, cuanto de la autoridad eclesial (Obispo.
Los jesuitas aplicaron, para ello, el principio del nullius diócesis que la Sacra
Congregación de Propaganda FIDE reconociera como facultad misionera en
tierras inexploradas. Esto les permitió acumular poder social y político que provocó
los celos del Rey y de las autoridades eclesiásticas, hasta 1767 en que fueron
expulsados los jesuitas de las colonias españolas.
Las misiones fueron disueltas y se instituyeron gobiernos militares que tenían,
como lo afirma Bautista Saavedra, "el propósito de fomentar el progreso de las
misiones de Moxos y sobre todo de precautelar los derechos territoriales de la
Corona, contra los avances silenciosos, pero de eficaz usurpación, que los
portugueses hacían por el lado de los ríos Paraguay, Iténez y Mamoré"
La Misión se tornó ciudadela y muy pronto fue penetrada por las prácticas
coloniales que disgregaron las comunidades y las convirtieron en haciendas y
estancias.
"Todo varón que formaba un hogar tenía derecho a que se le señalase una
parcela que debía cultivar éste en el aba-mbaé (propiedad del hombre)"
suficiente para proveer a su familia de acuerdo al tamaño de ésta.
Por su parte, Miguel Bonifaz sugiere que el sistema misional es una respuesta
antimonárquica de la Iglesia, una suerte de poder paralelo, en el marco de la lucha
de clases europea enmascarada en la "lucha religiosa", lo que determinó la
expulsión de los jesuitas por el Rey.
Walter Hermosa Virreira, sostiene que la causa de la guerra colonial contra las
Misiones Jesuíticas "fue que su tutelar y teocrático sistema comunista para
manejar a los selvicolas era una barbaridad sin nombre, casi aún lo podría ser en
el presente" (negrillas nuestras).
Enrique Finot, apunta que en las Misiones "No existía la propiedad privada ni la
libertad de comercio. Los indios eran considerados iguales",
Cualquiera que sea la definición precisa del modo de producción en las Misiones,
éste era incompatible con el régimen colonial que busco destruir las bases y
tradiciones comunitarias e imponer el sistema de la hacienda señorial que la
república terminaría por consolidar.
Quizá, por ello, la reivindicación del territorio indígena, más que un retorno a la
fase tribal originaria, que, en la generalidad de los casos era nómada, es una
rememoración de la tentativa comunitaria del periodo misional, con todas las
imprecisiones y vicios que éste tuvo