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AMARINDA JONES

Seduciendo a Celestine

TRADUCIDO Y CORREGIDO JORGELINA – Editado por Mara Adilén Página 1


AMARINDA JONES
Seduciendo a Celestine

AMARINDA JONES
Seduciendo a Celestine
Seducing Celestine (2007)

ARGUMENTO:

Cuándo el caliente hombre sensual acaricia íntimamente a Celestine dentro de sus


sueños, termina resultando ser un verdadero hombre de carne y hueso en su cama, ¿será
una locura a la luz de la luna o es que ella simplemente es una chica muy afortunada?
¿Debería sentirse ofendida de que este hombre sólo quiera una cabalgata a la luz de la
luna con cualquier mujer disponible, o dejarlo tomarla mientras su corazón lo desee?
La mujer en los brazos de Nick es diferente a cualquiera que él haya tenido antes.
Seducir a Celestine en la sumisión se convierte en un erótico desafío que no puede
resistir. Pero alguien más quiere a Celestine y eso no tiene nada que ver con el sexo.
¿Puede la lujuria ser amor? ¿Ella puede mantenerse fuera de problemas el tiempo
suficiente para averiguarlo?

SOBRE LA AUTORA:

Amarinda Jones o Penn Halligan cree que todo es posible y, a veces con sólo pedir lo
imposible sorprenderá a alguien lo suficiente como para dárselo.
Escribir es así. Publícalo allí y espera una respuesta. Siempre
existe la posibilidad de que te puedas caer de culo, pero después
de todo, para eso está la celulitis.
Amarinda/Penn cree en correr riesgos, diciendo lo que piensa y
envejecimiento ignominiosamente. Dentro de veinte años planea
ser la bruja del barrio que asusta a todos los niños. Pero bueno,
todo el mundo tiene que tener un hobby.

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CAPÍTULO 01

―Oh Dios, no pares… por favor no pares… ―Celestine Holt gemía mientras apretaba
la cabeza del hombre contra sus pechos. Su boca era tan caliente e insistente como sus
labios chupando duro en sus pezones mientras sus dedos suavemente le acariciaban el
clítoris. ¡Su cuerpo entero estaba ardiendo! Celestine gritaba alto y abría sus piernas más
ampliamente para acomodarlo. Cualquier cosa que este hombre quisiera la podría tener.
Ella era total y completamente suya. Éste era un infierno de sueño y no había forma de
que ella quisiera despertarse ahora y arruinarlo negándole el acceso.
A Nick Swan le ocurría que la mujer contorsionándose ardiente y desnuda debajo de él
no era quién él inicialmente pensó que era. Él pensaba, mientras trepaba por el enrejado
y atravesaba la oscura ventana del dormitorio de la casa de Tess Mackenzie, que
encontraría a su antigua amante Tess en esta cama. Eso era simplemente lógico.
Después de todo, esta era la casa de ella y él había trepado a través de la ventana de su
dormitorio muchas noches antes para tener lo que llamaba una "cabalgata a la luz de
luna". Pero esta vez era diferente. Dentro de las penumbras de la luz de la luna que
brillaba a través de las ventanas, él supo que esas deliciosas y llenas curvas debajo de él
no pertenecían a su ex amante. Intrigante…
Nick debería haber sabido que las piernas entre las que él estaba no le pertenecían a
Tess. Pero estaba oscuro y él no había visto a Tess por algún tiempo, por lo que terminó
asumiendo que ella había ganado un poco de peso en algunas provocativas y sexys
áreas. Nick sabía que los cuerpos tenían el hábito de expandirse y contraerse. Y el cuerpo
desnudo debajo de él era todo lo que un hombre podría querer… grandes y besables
pechos, un húmedo y complaciente coño, y suaves y fuertes muslos que podrían atraer y
sujetar a un hombre inmóvil mientras empujaba duro dentro de esta mujer. Así que
mientras él había estado sorprendido y complacido por las generosas curvas que
encontró en sus manos, no fue hasta que la mujer gimió en voz alta que él salió de su
error. Sin embargo, animado por la respuesta de la mujer, Nick no estaba inclinado a
detenerse.
―Por favor… ―La dura y larga polla que pulsaba contra la parte interior del muslo de
Celestine era tan real y llena que ella la quería adentro suyo ahora. Si alguien la
despertara de este sueño antes de que su amante soñado la folle, ella lo mataría. Estaba
ardiendo por el deseo de este hombre.
―¿Por favor qué, bebé? ―Nick canturreó dulcemente mientras sus labios se
deslizaban arriba de la suave piel de su cuello.
Celestine se estremeció en respuesta.
―Te quiero…
Nick deslizó los dedos dentro de su vagina. Ella estaba húmeda y resbaladiza y más
que lista para él. Quienquiera que fuera ella, él la quería ahora.
―¿Qué tanto me deseas adentro de ti?
―Realmente mucho… ―Los dedos que suavemente empujaban adentro y afuera de
su cuerpo se sentían tremendamente buenos y fantásticamente reales mientras ella
ejercía presión sobre su mano, queriendo succionarlo adentro.
Nick apenas podía ver a la mujer a la luz de la luna, pero la forma de sus hombros y
pechos cuando ella se arqueó hacia él, ansiosa por su toque, cautivaron a Nick. Se inclinó
hacia adelante y la besó.

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Cuando la lengua se deslizó dentro de su boca, Celestine gimió.


―El mejor beso que alguna vez… ―Sus párpados se agitaron abriéndose para mirar a
su amante soñado. Tenía que asegurarse de recordar a este hombre. En lugar de un
amante de verdad en su vida, sólo este sueño la mantendría sexualmente satisfecha por
días enteros. Cabello oscuro, hombros anchos y… cuando sus ojos se abrieron
completamente vio el brillo lujurioso en los de él. Esto parecía terriblemente real debido al
sabor de sus labios sobre los suyos y a sus dedos moviéndose insistentemente dentro de
ella. ¿Por qué no podría sentirse así en todos sus sueños? Espera un momento. ¿Debería
estar sintiendo todo esto? ¿Su boca, sus manos, la polla contra su pierna? Era un sueño,
¿verdad? No podía ser algo más ¿no?
―Oh bebé, tú eres algo diferente. ―La boca de Nick estaba otra vez succionando duro
en su henchido pezón. La mano libre acariciaba su otro pecho y por abajo del
abultamiento de sus caderas. Él deseaba deslizar su polla dentro del caliente núcleo de
ella.
Celestine apoyó las manos sobre los hombros terriblemente reales de su hombre
soñado. Cálidos, suaves, y fuertes. Pasó las manos hacia abajo por su pecho para sentir
los latidos del corazón… ¿Latidos del corazón? ¿Sientes latidos del corazón en los
sueños? Uh-oh… ¿Qué si…?
―No eres un sueño… ―Eso fue tanto una declaración como una pregunta. Ella quería
ser racional y lógica pero la intensa necesidad dolorosa entre sus piernas la hacía abrirse
a sugerencias. Si él fuera un sueño entonces la pastilla para dormir que había tomado
más temprano debería ser recetada a cada mujer en el planeta si un hombre como este
fuera a visitar sus sueños.
―Seré cualquier cosa que quieras. ―Nick se inclinó hacia adelante y la besó otra vez.
Ok, eso sonaba no sólo sexy y provocador, sino también muy parecido a la realidad.
Celestine empujó contra su pecho, rompiendo el beso. Su mente daba vueltas. ¿Esto era
un sueño o realidad? Si fuera un sueño no debería tener importancia que ella se
permitiera soñar con hacer el amor. Si fuera la realidad entonces este hombre tenía un
montón de explicaciones que dar y ella iba a estar más frustrada que el infierno.
―Dime lo que quieres, bebé. ―La boca de Nick volvió a sus pechos.
―Bien, más definitivamente para empezar, ―ella casi dijo. Cuándo él la chupaba de
esa manera ella no podía pensar, especialmente cuando había una real, viva y
terriblemente grande polla en contra del interior de su muslo. Celestine se pellizcó. Un
repentino dolor, seguido por el horror y la vergüenza, salieron disparados a través de ella.
―¡Mierda, eres real! ―Celestine gritó en voz alta mientras intentaba salir gateando por
debajo del gran hombre desnudo. ―¡Deja de chuparme! ―Ella le empujó la cabeza
alejándolo de su pecho, rompiendo la succión de su boca. ¿Qué diablos estaba haciendo
ella? ¿Qué estaba haciendo él? Ella no era así. Bueno, no lo había sido por mucho tiempo
y no iba a empezar con algún desconocido. ―¡Quítate de arriba mío!
Nick se dio cuenta de lo que había sucedido. Ella pensaba que él era un sueño.
Comenzó a reírse mientras rodaba lejos de ella y se ponía de lado.
―¡No le veo la gracia! ¿Siempre deambulas desnudo dentro del dormitorio de una
mujer desconocida e intentas tener sexo con ella? ―Celestine deseaba haber tenido la
sensatez de ponerse un camisón pero había estado tan caliente cuando se fue a la cama,
y no había esperado que alguien irrumpiera adentro y comenzase a besar su cuerpo
desnudo de esta manera.

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―No hubo un “intento” en esto. Tú estabas dispuesta.


―¡Pensé que estaba soñando! ―Bueno, no era realmente una gran defensa cuando
ella lo había estado instando a tomarla.
―¿Así que eso hace una diferencia, ah? ―Nick se inclinó y suavemente le dio un
golpecito a uno de sus rosados e hinchados pezones y la observó saltar.
―¡Para con eso! ―Celestine abofeteó su mano alejándola. Se estiró por encima y
encendió la luz del lado de la cama. ―¡Infierno ensangrentado! ―La primera cosa en la
que sus ojos se fijaron fue en la polla más grande que ella alguna vez había visto. Que él
la deseaba no cabía ninguna duda. Estaba erecto y duro y listo para seguir. Se
preguntaba cómo incluso lo acomodaría adentro suyo. No es que ella fuera a seguir. Ella
no tenía sexo con cualquier hombre. Esta era simplemente una de esas preguntas sobre
la teoría de la relatividad que su maestro de matemáticas siempre le advertía que
necesitaría contestar cuando se convirtiera en una adulta. ¿Quién hubiese sabido que su
maestro se había estado refiriendo a situaciones como éstas? Maldiga vergüenza, ella era
mala en matemáticas. No es que su falta de habilidad matemática la pudiera haber
detenido de experimentar la teoría de la relatividad con este hombre si ella quisiera. Y ella
no quería… bueno, quería. Pero eso estaba mal. No es que esta Celestine Holt hubiera
hecho un hábito de siempre hacer lo correcto.
Celestine arrastró sus ojos desde su polla y subió por su cuerpo hacia los delgados
abdominales y el tatuaje de apariencia céltica en su pecho. Bajo circunstancias diferentes
ella se hubiera preguntado sobre ese tatuaje, pero el momento no invitaba a una charla
general. Lo miró a la cara. Éste no era un chico bonito. Este era un hombre con rasgos
fuertemente tallados con una barbilla dominante, una ancha y sensual boca e inteligentes
ojos azules que la miraban divertidos.
―¡Esto no es gracioso! ―Celestine miró buscando una sábana para cobijarse.
Nick la observó forcejeando para conseguir frenéticamente algo para esconder su
cuerpo desnudo. Él agarró la sábana de la cama y la tiró en el piso. Miró su cuerpo y
sonrió.
―Tienes un cuerpo increíblemente follable y quiero deslizarme dentro y hacerte gritar
cuando te corras, bebé.
―Yo… ¿qué? Tú ¿qué? ―Celestine se quedó sin palabras por primera vez en su vida.
Intentó incorporarse pero el hombre rápidamente movió su pierna para suavemente
dejarla descansar sobre sus caderas, manteniéndola sujeta.
―No te deseo. ―Bueno, lo hacía. Pero a su alter ego del sueño, al inofensivo con
quien quería tener sexo en el sueño, no al real, grande y musculoso hombre que tenía los
ojos trabados en los de ella y la miraba como si él supiera cada uno de sus pensamientos
y deseos. Ella estaba bastante segura de que él sabía cómo cumplir con sus promesas.
Algunos hombres simplemente se veían así mismos de esa manera. Celestine sabía que
ella realmente debería estar luchando contra él, apartándolo a la fuerza y posiblemente
gritándole insultos, pero había algo en él que le hacía querer empujarlo dentro suyo y
envolverle las piernas alrededor de su cintura e instarlo a hacer cualquier cosa que él
quisiera con su cuerpo. Tal vez era el calor, o la pastilla para dormir, o que ella no había
tenido alguien caliente y duro dentro suyo por mucho tiempo lo que le provocaba completa
y absolutamente pensamientos de prostituta.
―Sí, lo haces. ―Nick deslizó la mano entre sus piernas, sintiendo los resbaladizos y
húmedos pliegues. Él sintió su cuerpo tensarse y supo que la mujer de ojos azules con el

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pelo rojo rizado y los labios suaves y besables le daría cabida. ―Vamos, disfrutas de mi
toque. Estás mojada para mí y yo te deseo.
―Yo no te deseo. ―Nop, eso no sonó más creíble que la primera vez.
―Mentirosa, mentirosa, te va a crecer la nariz… ―Nick le dijo suavemente mientras
sus dedos húmedos volvieron otra vez a su clítoris.
―No llevo puesto ningún pantalón1. ―Y algo estaba más que definitivamente ardiendo.
―Y me gusta ese hecho.
Celestine cruzó los brazos sobre sus pechos. Ya era un poco tarde para eso dado que
él había sentido y visto todo. Ella sabía que fácilmente podría apartarle la pierna lejos de
la de ella pero había algo acerca de su piel en contra de la suya que se sentía tan bien. Y
esa mano entre sus piernas estaba exterminando cualquier neurona de chica buena de su
cerebro que ella hubiera tenido. Si sintiera alguna amenaza en absoluto era por su propio
sentido común luchando en contra de su desesperada necesidad. ―¿Qué estás haciendo
aquí?
―Tentándote a una cabalgata a la luz de la luna. ―Nick acarició su clítoris lentamente.
Por la forma en que él dijo eso le hizo pensar que ésta no era una ocurrencia
excepcional y que él no era algún pervertido trepándose por las ventanas de las mujeres
desnudas. O era lo que ella esperaba, que no fuera un pervertido para así poder justificar
la manera en que ella actuó y todavía quería actuar. Oh, los torturados pensamientos de
la frustración sexual.
―¿Quién pensaste que era? ―Celestine sabía que debería estar alarmada por lo que
le estaba haciendo, pero era difícil estar alarmada cuándo algo se sentía tan bien y ella no
quería que él se detuviera.
―Pensé que eras Tess.
¿Él le hacía esto a su mejor amiga Tess? Una parte de ella estaba horrorizada, la otra
parte celosa y molesta de que Tess nunca se lo haya contado. ¡Qué cosa para mantener
en secreto con tu mejor amiga! Sintió los dedos lentamente moverse dentro de su cuerpo.
Celestine cerró los ojos por un momento y dijo una oración silenciosa de agradecimiento
al Diablo por enviarle a este hombre y una a los ángeles para que le otorguen la fuerza
para apartar a este hombre como cualquier chica buena haría. No es que ella fuera buena
pero tenía pretensiones de serlo. Y, en este momento, el Diablo parecía tener la sartén
por el mango. Vamos Diablo.
―¿Cuándo fue la última vez que viste a Tess? y quita los dedos fuera de mí. ―Sólo la
suave fricción de ellos dentro suyo mientras le acariciaba el clítoris la hacía desear
agarrar su polla y ver simplemente qué tan viable era el sexo entre ellos. Estaba segura
de que el calor y la talla de esto superaría a sus propios dedos cualquier día.
―Han pasado seis meses o así más o menos. ―Los ojos de Nick miraron fijamente a
los de ella. ―No voy a quitar los dedos porque eres preciosa y apretada, y estás mojada y
me gusta estar dentro tuyo.
¿Eso era un cumplido? Si era así ¿cómo se respondía? “¿Si es así entonces quédate
adentro?”
―Que estés adentro mío no es el punto.
―¿Cuál es?

1
Es un juego de palabras con “Liar, liar, pants on fire…”, que en español quiere decir “mentirosa, mentirosa,
te va a crecer la nariz…” (en inglés, literalmente, sería “mentirosa, mentirosa, pantalones ardiendo…”)

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Celestine podía sentir el caliente y duro punto de él en contra de su muslo. Alejó de un


tirón la mano de entre sus piernas, sintiendo instantáneamente un extraño vacío. Sip, ella
claramente estaba en el límite de ser una puta.
―Tess ahora está comprometida. ¿Qué hubieras hecho si yo hubiera sido ella?
―Depende lo que ella quisiera que yo haga, bebé.
Celestine se quedó sin palabras por un momento. Nunca había conocido un hombre
tan seguro y sexy antes. No se sentía ofendida, simplemente estaba aturdida, excitada y
preguntándose acerca de tener una cabalgata a la luz de la luna con él.
―Eres un… ―Se detuvo para buscar las palabras apropiadas para describir a este
hombre extraño. ―¿Cuál es el equivalente masculino de prostituta?
―Gigoló, ―Nick le informó con una ahogada risa ronca.
―No, eso te hace sonar interesante y excitante pero no lo eres. ―Ésta era una
tremenda mentira, por supuesto, pero una mentira más a su lista no significaría mucho.
―¿No encuentras esto excitante? ―Nick pasó la mano hacia arriba del suave
abultamiento de su cuerpo, sintiéndola temblar con su toque. Que ella no haya salido
gritando despavoridamente del dormitorio lo percataba de que estaba tan excitada como
él.
―No. ―Otra mentira. Ella entonces supo que debería defender sus acciones por un
buen rato si lograra llegar a las puertas del cielo. Pues bien, has visto que él estaba allí y
yo estaba allí, y simplemente parecía ser una buena idea en ese momento por lo que
pensé ¿por qué no?
Nick sabía que ella estaba excitada. Podía sentirlo en su respuesta. Los labios podían
mentir pero los cuerpos no.
―¿Por qué duermes desnuda? ¿Estabas esperando a alguien?
―Eso no es asunto tuyo. ―¿Cómo podía ella estar avergonzada y excitada al mismo
tiempo?
―Oh, pero lo va a ser. ―Nick rodó y se recostó dentro de la cuna de sus muslos.
―Soy Nick Swan.
―Bien, Nick Swan, ¡aléjate de mí! ―Celestine quedó inmovilizada en la cama debajo
de él y le gustó. El sentido común le decía que gritara y luchara pero el sentido común
apesta cuando tienes a un sexy hombre caliente entre tus piernas.
―No quieres decir eso. ―Nick agarró sus caderas y la tiró hacia adelante en contra de
su polla.
―Pero lo hago. ¡Pesas una tonelada! ―Y la mayor parte de ese peso estaba en la
polla que infaliblemente se había situado por sí misma en la puerta de su coño,
impacientemente esperando entrar.
―No luches contra esto. Me deseas. Estás mojada por quererlo. ―Nick colocó un
húmedo y aspirado beso en su estómago. Sonrió cuando sintió el escalofrío que corrió a
través de su cuerpo. ―Dime tu nombre.
Celestine tuvo que contenerse de automáticamente cerrar las piernas alrededor del
duro cuerpo masculino encima de ella. Se sentía extrañamente natural tener a este
hombre tan cerca y caliente, tenerlo dentro suyo parecía una progresión lógica.
―¿Mi nombre realmente tiene importancia para ti?
―Sí, ―Nick murmuró mientras dejaba caer su cabeza y lamía un tirante pezón rosado
lentamente. “Importa mucho”, estuvo a punto de decirle. Esto era diferente.

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Celestine nunca había podido concentrarse cuando alguien tocaba sus pechos. Y la
boca de este hombre la estaba volviendo salvaje.
―Celestine… ―ella rechifló suavemente, sus manos empujándole la cabeza para
alejarlo de sus pechos.
Nick miró a la mujer en sus brazos. Él vagamente recordó a Tess mencionando a una
"Celestine" pero nunca imaginó a una mujer como ésta y a ese nombre juntos.
―¿Qué tipo de nombre es Celestine? Suena como perteneciente a una tía solterona.
―Nick expresó con una sonrisa hacia ella.
Celestine lo apartó con fuerza otra vez. Este hombre era tan perturbadoramente sexy
como irritantemente arrogante.
―Bueno, ¿qué tipo de nombre es “Nick”? Suena como a un verbo 2. ―Su risa habría
sido simpática si Celestine no se hubiera sentido tan desconcertada con todo lo que
estaba sintiendo y percibiendo. ―Ya sabes, como “rasguñarte al afeitarte” 3.
Nick se inclinó hacia adelante y besó la nariz de Celestine juguetonamente.
―O salvado a último momento4.
―O por qué no desapareces5.
―Eres graciosa. ―Nick colocó suaves besos húmedos por debajo de las curvas de su
cara.
―Sí y estoy segura de que dices eso a todas las mujeres disponibles que están
situadas en la parte superior de tus esperanzas de poder follar. ―Ella sintió su polla
hacerse a un lado lentamente hacia atrás y adelante sobre la entrada de su vagina. Puro
calor líquido atravesó corriendo su cuerpo. ―Para con eso, ―Celestine gimió.
―¿Con qué?
―Con esto. ―Ella agarró su polla para apartarlo a la fuerza.
Nick gruñó ávidamente cuando su suave mano se cerró en una parte de él sobre la que
no tenía realmente control racional.
―Apártame entonces o tómame adentro, es decisión tuya, bebé.
Celestine supo que debería haber soltado su polla tan pronto como la había agarrado
pero estaba tan dura y grande, y le hacía a una chica cuestionarse…
―Aparte de tu nombre y de que tienes la costumbre de entrar sigilosamente en los
dormitorios de las mujeres por la noche… no te conozco. ―En alguna parte, en algún
remoto lugar dentro de ella, Celestine necesitaba justificar lo que ella sabía que estaba a
punto de hacer. Eso o tener alguna razón lógica que le viniera en mente que indicara por
qué no podría hacer el amor con este desconocido. No necesariamente necesitaría una
razón para seguir, pero la haría sentirse mejor más tarde cuando pensara acerca de este
hombre.
―Bien, conozcámonos. ―La boca de Nick descendió calientemente sobre la de ella.
―Yo… ―Celestine lo apartó momentáneamente. ―Esto va demasiado rápido, ―dijo
la mujer que todavía sujetaba la polla del desconocido en su otra mano.
―Vamos, bebé, sabes que estaríamos bien juntos.

2
Nick: mellar, hacer muescas, picar, cortar.
3
Nick yourself shaving: Rasguñarte al afeitarte.
4
Nick of time: último momento.
5
Nick off: desaparecer, irse, hacerse humo.

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―No. ―Pero lo sabía. Algunas cosas uno simplemente las sabe. Ella a regañadientes
soltó su polla. No había forma de que pudiera verse o sonar convincente sobre no tener
sexo si todavía la tuviera agarrada.
―Así que si pongo mi cabeza entre tus piernas ahora mismo y te beso, ¿no sentirías
nada?
Celestine se puso rígida ante sus palabras. Una salvaje excitación la recorrió al pensar
en un completo desconocido haciéndole eso. Era como una fantasía cobrando vida.
―No vas a hacer eso… ―Sus dos personalidades luchaban por conseguir que él haga
eso. La chica mala decía “sí, por favor” y la chica buena pensaba “¿crees que deberías?”
La chica mala le retrucó. “Cállate y vuelve a tus labores de punto, buena chica”. La
insistente chica mala ganó.
―Desafíame, bebé…
¿Podría? ¿Debería? ¿Lo haría? Infierno, sí…
―Te desafío… ―Celestine susurró. ¿A quién estaba engañando? Ella quería a este
hombre, sueño o no sueño. Él estaba caliente, ella estaba caliente. Era un hecho que iban
a quemarse juntos.
Nick se movió hacia atrás y le empujó las piernas por encima de sus hombros,
exponiendo su húmedo y caliente centro para su boca.
En el momento en que la lengua tocó su clítoris, Celestine gritó. No había forma de que
ella pudiera haberlo reprimido. Nadie nunca la había lamido así. Ella había querido que lo
hagan, había esperado que lo hicieran, pero nunca lo había pedido. Ahora este hombre,
un desconocido, estaba lamiendo la hendidura entre sus piernas con una tierna, pero
determinada inclemencia sólo porque quiso darle ese placer. Este era un momento por el
cual morir.
―Así que ¿quieres mi polla adentro tuyo? ―Nick dejó de lamerla y miró a la mujer que
se retorcía delante suyo. Iba a disfrutar de esto. Ella estaba hecha para ser follada.
―Sí… Dios, sí… ― gimió Celestine, ya sin importarle lo que le ocurriera tanto como
que este desconocido estuviera adentro suyo.
―Dilo. ―Nick quería su completa sumisión.
―¡Empuja tu gorda y grande polla dentro mío ahora! ―Celestine estaba
completamente desquiciada y a ella le gustaba eso. Se sujetó fuertemente al hombre
delante de ella.
Nick arrojó hacia atrás su cabeza y se rió. Él no podría haber esperado mucho más
tiempo. Agarró sus caderas y la levantó en contra de sus muslos y la penetró con una
larga estocada.
―¡Dios, eres tan apretada!
Celestine gritó. Él era tan grande que ella lo podía sentir ardiente y duro presionando
su estómago. Ella gemía mientras él se alejaba y empujaba dentro suyo con un ritmo
constante, nunca realmente permitiendo que la cabeza de la polla abandone su cuerpo.
Era una sensación completamente diferente a cualquiera que hubiera sentido antes.
—Oh, Nick… —Celestine lloriqueó suavemente cuando el intenso placer rompió a
través de su cuerpo. Estrechó a Nick en contra suyo y lo sostuvo mientras él los llevaba a
ambos hacia un clímax salvaje. Celestine gritó y Nick gruñó en voz alta cayendo hacia
adelante en los brazos de Celestine.

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—Joder… —Celestine jadeó suavemente mientras trataba de tomar aliento. Nunca


había tenido un orgasmo como este antes. El sexo salvaje con este desconocido
definitivamente valió cualquier condenación posible al infierno.
—Eres hermosa, bebé. —Nick le sonrío a la mujer debajo de él. Ambos estaban
calientes y empapados en sudor y él nunca se había sentido más vivo en su vida. Suspiró
pesadamente. —No puedo quedarme. —Nick rodó sobre su espalda.
—¿Qué? —Un minuto después del sexo sensacional y él le estaba anunciando que se
iba. Ok, ella no había esperado un anillo de bodas pero esto parecía un poco apresurado
después de lo que acababan de hacer. Y sí, tal vez ella había esperado más.
Nick se inclinó y besó a Celestine con una minuciosidad del que ambos disfrutaron.
—Sólo vine por la cabalgata. —Él se deslizó de la cama y comenzó a ponerse las
ropas que había descartado más temprano.
Celestine se incorporó y lo observó. Qué fascinante y aún así irritante broma de un
hombre. Parecía un poco triste que ella no volviera a verlo. Triste y frustrante también que
ella nunca volvería a tener sexo como este otra vez. Puñeteramente típico… nada bueno
alguna vez duraba.
—Ya veo, ahora que se terminó, eres como el Zorro o algo por el estilo. Tienes que irte
y combatir a los malhechores o tener sexo con alguna otra mujer.
“Sólo te quiero a ti ahora” casi le dijo Nick. Había algo acerca de esta mujer que lo
hacía querer hacer eso. Esto no era lo que había planificado cuando había subido a este
dormitorio.
—La próxima vez traeré un condón. —Era completamente contrario a él no estar
preparado para una cabalgata a la luz de la luna, pero entonces él no se había preparado
para Celestine.
—No va a haber una próxima vez, hombre luz de luna.
Nick se rió suavemente y salió a través de la ventana.
Ahora Celestine comprendía por qué los lugareños en todas esas películas de clase B
preguntaban ¿quién era el hombre enmascarado? cuando él barría con todo a través de
un pueblo, salvando el día y yéndose sin chistar. A pesar de que ella pudo verle los ojos,
sabía que Nick Swan llevaba puesta una máscara. Pero bueno, la mayor parte de las
personas lo hacía. También sabía que debería estar avergonzada de su comportamiento.
Esto era un error y estaba mal, y ella probablemente iría derecho al infierno, pero había
sido malditamente bueno.

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CAPÍTULO 02

―Ya sabes, no puedo esconderme en tu casa para siempre, Tess, ―Celestine le dijo
mientras le daba a su mejor amiga un pedazo de cinta para asegurar los listones
plateados de la gran mesa del comedor en el centro de la sala de estar. Cuando Tess
Mackenzie decidió tener su fiesta de compromiso el fin de semana del Día de Australia 6
ella salió a toda marcha. Ningún gasto fue escatimado. Pero entonces ella estaba
casándose por el dinero y eso hacía un infierno de diferencia. Su complaciente prometido
Brad estaba más que feliz de poner su tarjeta de crédito a disposición de Tess. Y Tess, a
su vez, había corrido de punta en blanco a su casa paterna en Brisbane 7, convirtiendo
esto en una muestra de amor, compromiso y los beneficios de casarse por dinero. Pero
Celestine no la podía culpar a Tess. Un hombre la amaba y quería compartir su fortuna
con ella. Esto no sucedía todos los días. Infierno, ella se liberaría también.
―Te necesito aquí para ayudarme con las preparaciones de la fiesta de compromiso.
―Tess tiró de los listones de modo que cayeran como ella quería.
Estaba ambientado en plateado y blanco. ¿Por qué? Simplemente porque eso era lo
que quería Tess. Si la fiesta de compromiso tenía tal producción, Celestine se preguntaba
qué estaba planeado para la boda. Tal vez un transporte de calabaza con palomas siendo
liberadas mientras una orquesta tocaba cuando la novia hacía que cualquier otra mujer
allí pareciese vulgar, como era el derecho de la novia.
―Necesito encontrar un empleo. ―Era el mantra actual de Celestine en la vida.
Encontrar trabajo, conseguir dinero y relajarse.
―Eso puede esperar. Te necesito aquí.
―No, no es cierto. Insistes en que me quede para darme un respiro de mi deprimente
propia casa y todos los problemas que vienen con eso. ―Tess era una buena amiga y
Celestine la apreciaba. Estaría mintiendo si dijera que no había disfrutado permaneciendo
en una casa que tenía un refrigerador lleno de comida y más que un par de piezas de
mobiliario.
―No, tienes razón, pero yo te quiero aquí, Cellie. Cada vez que pienso en lo que Julia
Bailey te hizo quiero buscarla y estrangularla.
―Bueno, ponte en la cola. ―Celestine tenía impulsos de estrangulamiento cuando
hablaban de su mutua ex amiga Julia, quien había robado el dinero de Celestine y las
tarjetas de crédito, y vendido todos sus bienes familiares, y luego había escapado,
dejando a Celestine con nada más que cuentas y hasta las orejas de problemas con los
acreedores.
―¿Estuviste a gusto anoche?
Celestine se puso rígida ante las inocentes palabras de su amiga. Hasta antes de este
momento ella había decidido considerar a la última noche y a Nick Swan como un sueño,
un sueño muy real, pero aún así un sueño. Aunque el placentero dolor entre sus piernas
era difícil de ignorar.
―Yo… ah… estuve muy cómoda. ―Ella le dio vueltas a la idea de mencionar su
"cabalgata a la luz de la luna" con Tess. Después de todo el hombre había ido a visitarla a
ella. ―En cuanto a tu dormitorio… ―Celestine se detuvo cuando oyó ruido de pasos
6
Un feriado nacional en Australia conmemorando el aterrizaje de los británicos en Sydney Cove en 1788 y
festejado el lunes siguiente al 26 de enero.
7
Ciudad de Australia.

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llegando en dirección a ellas. No quería que el potencial novio escuchara acerca de sus
noches pasadas con un pretendiente anterior.
―¡Nicky! ― gritó Tess y corrió hacia adelante mientras Nick Swan entraba en la
habitación con su prometido Brad Williams.
¡Carajo! ¡Nick Swan! ¿Qué estaba haciendo aquí? Celestine lo miró críticamente bajo
la luz del sol brillante. Él era todo y cada una de las cosas que ella recordaba de la noche
anterior. Sus ojos azules se trabaron con los de ella mientras arrastraba a Tess hacia él.
―Cellie, creo que nunca conociste a Nick Swan.
―Yo… ah… ―¿Qué decirle? “Lo conocí, lo follé y eso me gustó tanto que no sería
perjudicial tenerlo dentro mío otra vez. Por favor salgan del cuarto así podremos tener
sexo salvaje otra vez”. Probablemente no, esas no eran las palabras apropiadas. ―Um...
―Sí, ―um… ―parecía como que la mejor alternativa era ir con un “um” por el momento.
Celestine tenía un abrumador deseo de mirar en dirección a la ingle de Nick Swan
simplemente para ver si él era tan grande como ella creyó que estaba anoche. Pero esa
no era una cosa elegante para hacer o tratar de explicar, por lo que mantuvo los ojos
sobre él. Después de todo, fue sólo sexo lo que tuvieron. Ella podía ser lo suficientemente
sofisticada como para mostrarse tranquila aunque no se sintiera así.
Nick le sonrió a Celestine como si él supiera exactamente lo que ella estaba pensando.
Tomó su mano en la de él cuando Tess los presentó.
Celestine estaba intrigada y ligeramente aliviada de que él no mencionara su encuentro
previo. No estaba avergonzada de lo que hizo. Sólo que no quería que todo el mundo
conociera sus asuntos. Si Tess pudo mantener a Nick en secreto, entonces ella podía.
―Me alegro de que estés aquí, Nicky, quiero que le des un vistazo a la cocina y me
digas si puedes agregar esos estantes adicionales para mí ahora mismo. ―Tess se volvió
a Celestine para explicarle. ―Nick no es sólo un querido amigo sino que él también tiene
una compañía constructora. Me está haciendo un favor poniendo algunos estantes
adicionales en la cocina para platos y esas cosas. ¿No es dulce?
―Es adorable, ―Celestine respondió con excesiva dulzura. Era extraño estar con él y
Tess en la misma habitación, sabiendo lo que todos ellos habían hecho.
―¿Puedes mostrarle a Nick la cocina, Cellie? Quiero mostrarle a Brad algunos de los
regalos de compromiso que han llegado. ―Tess arrastró a su hombre fuera del cuarto.
―Muéstrame la cocina, bebé. ―Nick se movió para pararse al lado de ella.
―No soy un bebé. ―Él no parecía tan alto anoche. Celestine estaba sobrecogida por
su tamaño. Era un hombre montaña.
Nick se inclinó hacia abajo y susurró cerca de su oído.
―Eres dulce y bonita y adorable.
―Lo que sea. ―Celestine quiso sonar tranquila y desafectada pero era bastante difícil
con el aliento caliente en su cuello trayéndole recuerdos de la noche anterior. El hombre
todavía estaba impreso adentro de su cuerpo.
―Ya sabes, tienes un chupón en el cuello. ―La marca rojiza en su cuello sobresalía
como un faro para Nick. Esta mujer estaba marcada de por vida, sólo que ella no se había
dado cuenta de eso todavía.
Celestine se puso la mano en el cuello y lo miró con el ceño fruncido. Había pensado
que había tapado eso con el maquillaje. Pero por supuesto, él sabía que estaba allí.
―¿Quiere echarle un vistazo a la cocina, o qué?

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―Lleva la delantera y te seguiré. ―Nick se pegó a sus talones. Él vería el “o qué”


cuando se metieran en la cocina.
―No tienes que estar tan cerca. ¿Tienes miedo de perderte? ―Celestine empujó las
puertas oscilantes de la espaciosa cocina moderna e intentó distanciarse de su enorme
compañero. Él estaba tan cerca de ella que podía sentir la tensión contenida de su polla
en contra de su culo.
Nick no tenía intenciones de ser distanciado. Supo en el momento en que entró en esta
casa esta mañana que iba a follar a Celestine Holt otra vez. Una vez con ella nunca sería
suficiente.
―No, sólo quiero estar cerca tuyo. ―Nick la apretujó arriba en contra de un banco de
cocina.
―¿Por qué? ―Ella sabía por qué pero no estaba dispuesta a ir por ese camino otra
vez. Ese camino era sexualmente fantástico pero ¿dónde llevaba todo esto? ―¿Qué
estás haciendo? ―Celestine abofeteó las grandes manos que se movían debajo de la
falda de su ligero vestido de verano.
―Quiero tocarte.
―Estamos en una cocina donde alguien nos puede ver. ―Celestine luchaba por
mantener puestas las bragas. Sus grandes manos parecían estar en todas partes.
―¿Y? ―Nick le preguntó como si no encontrara el hecho demasiado significativo.
Arrastró hacia abajo sus bragas a pesar de sus protestas. ―No vuelvas a ponerte bragas
otra vez. ―Las guardó dentro de su bolsillo.
―¿Qué? ―Simplemente la forma ronca en que lo dijo hizo que Celestine se mojara.
―Quiero tener acceso a ti en todo momento. ―La mano de Nick se deslizó
directamente entre sus piernas. La sintió saltar por la reacción. Que ella ya estuviera
húmeda lo complacía.
El hombre tenía una mano en su coño y la otra en su culo, amasando sus nalgas, y
Celestine se sentía completamente incapaz de moverse. Estaba sujeta en el lugar por su
mutua lujuria.
―Eres terriblemente seguro de ti mismo. ―Ella jadeó cuando sus dedos hicieron
círculos sobre su clítoris lentamente. Celestine sintió una familiar oleada de calor
atravesarla de lado a lado. Su cabeza cayó hacia atrás por el placer.
―Bebé, tú y yo estamos simplemente predestinados. ―Nick estaba excitado sólo por
observar su reacción.
―No podemos hacer esto ahora. ―A pesar de que Dios sabía que ella lo deseaba. La
necesidad de tener a Nick dentro de ella otra vez era apabullante.
―¿Por qué no? ―preguntó Nick mientras llevaba la mano alrededor de su cintura y la
levantaba encima de la encimera de la cocina, abriéndole las piernas para acomodar la
anchura de su cuerpo.
Cuando Nick deslizó los tirantes de su vestido veraniego hacia abajo, Celestine supo
que si él tocaba sus pechos ella estaría perdida. Demonios, estuvo perdida desde el
momento en que lo encontró.
―Alguien puede entrar ahora mismo. ―Sólo el pensamiento de ser descubierta
desnuda con Nick adentro suyo era salvajemente excitante. Nunca se había sentido de
esa manera antes con ningún otro hombre. Ella nunca le permitió a nadie tener control
sobre ella hasta ahora. Estaba jugando con las salvajes reglas de Nick Swan.

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―Pídeme que me detenga. ―Nick le quitó el sostén completamente y lo metió en su


otro bolsillo como otro recuerdo. Las grandes manos cayeron sobre sus pechos.
―Para, ―Celestine exhaló suavemente cuando sus dedos rodearon los pezones.
―Di eso de la manera en que quieres darlo a entender. ―La cabeza de Nick bajó para
succionar sus pechos.
―Yo… ―Cualquier cosa que sea extremadamente racional que ella había estado
pensando en decir se disolvió bajo la hambrienta succión de la boca de Nick sobre su
pecho. ―Oh Dios… ―Ella le estrechó la cabeza en contra suyo.
―Desabróchame… ―Nick levantó la cabeza y susurró en contra de su boca.
Mientras su boca una vez más descendía hacia sus pechos, Celestine renunció a
cualquier pretensión de no querer tener sexo con Nick y abrió la cremallera de sus
pantalones. Ella lo deseaba. ¿Qué estaba realmente mal con eso? Nada que ella pudiera
ver. Y, sí, seguro, el hecho de que estaban a punto de tener sexo en la cocina no era
probablemente una cosa prudente para hacer, pero ser inteligentes no era el único y
exclusivo fin en la vida. El placer valuaba alto también.
―Oh, dulce misericordia… ―la polla de Nick saltó hacia adelante e inundó sus manos.
¿Había un Libro Guinness de los records para medir el tamaño de una polla? Si fuera así,
Nick Swan debería tener posibilidades de ganar el título. Era enorme. Celestine se relamió
los labios anticipadamente.
―Me alegro que lo apruebes, bebé, dado que tú y mi polla van a estar pasando una
buena cantidad de tiempo de alta calidad juntas. ―Nick agarró sus caderas y la tiró hacia
adelante.
―¡No podemos hacer esto aquí! ―Fue sólo un ruego poco entusiasta de racionalidad
mientras envolvía las piernas alrededor de su cintura en respuesta.
―¿Por qué no?
―Alguien nos verá.
―¿Te importa?
―¿A ti no?
―No particularmente. Es sólo un simple hecho que te deseo y pienso tenerle. ―Nick
respiró las palabras en contra de su boca. Sonrió cuando sintió a Celestine estremecerse
en respuesta. ―¿Tú me deseas?
Había una extremadamente obvia respuesta para eso. ¡Maldición, sí, y hazlo ahora!
Celestine estaba mojada por la anticipación.
―Sí.
―Entonces eso es por todo lo que necesitamos preocuparnos. Mete la mano en mi
bolsillo de atrás y saca un condón.
Celestine hizo lo solicitado y encontró el paquete de papel de aluminio. Lo abrió de un
tirón con sus dientes y lentamente enfundó su dura polla.
―Agárrate, bebé, va a ser duro y rápido. ―Nick empujó dentro de ella.
Anoche ella estaba insegura de cómo su polla se acomodaría adentro suyo. Hoy sabía
que él entraba y lo quería todo dentro de ella ahora. Celestine puso las manos sobre su
culo, apremiándolo adentro y adelante. Gimió cuando la llenó completamente. Nunca
había sentido nada tan bueno como Nick duro y caliente adentro de su cuerpo.

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Nick lentamente comenzó a empujar adentro y afuera de ella, aumentando el ritmo


mientras sus labios devoraban los de ella en un beso hambriento.
Celestine no sabía si era el hombre, o lo que estaban haciendo en una habitación a la
que alguien podría entrar, pero su orgasmo se estaba construyendo raudo y sagaz
mientras él comenzaba a latir dentro de ella con una urgencia tan igualada a la propia por
su necesidad de correrse.
―Oh… oh… ―Celestine gritó cuando el orgasmo comenzó a abrumarla.
Nick se rió.
―Me gusta una mujer que muestra su reconocimiento. Córrete para mí, bebé. ―Él
empujó varias veces más y sintió los temblores desgarrar a través del cuerpo de Celestine
y los suyos propios cuando se corrieron juntos, Celestine gritando su nombre
incoherentemente.
―¿Está todo bien, Cellie? ―Tess gritó alto mientras se acercaba a la cocina.
―¡Maldición! ―Ella estaba en la cocina siendo follada por un dios y su mejor amiga
estaba justo a punto de entrar. Celestine empujó a Nick de su cuerpo y se lanzó abajo del
banco. Rápidamente levantó los tirantes de su vestido y se enderezó la falda. Estaba
completamente consciente de que estaba sin sujetador y esperaba que Tess no se diera
cuenta.
―¿Están bien? ―Tess miró de Celestine hacia Nick. ―Oí un grito.
―Celestine pensó que había visto un ratón. ―Nick miró a Celestine solícitamente.
―¿En mi cocina? ¡De ninguna manera! Brad, cariño, tú y Nick pueden revisar la cocina
en busca de ese ratón. Necesito hablar con Cellie.
Celestine se encontró a sí misma siendo arrastrada hacia la sala de estar.
―Tuviste sexo con Nick, ¿verdad?
¿Era tan obvio? Ok, tal vez el grito que dio la delató. Ciertamente no había sido un grito
de “Oh, Dios mío, hay un horrible ratón”. Fue más un grito de “Oh, este hombre dentro de
mí va a partirme en dos pero no me importa".
―¡No tuve sexo con Nick! ―Mintió, como ofendida por la acusación.
―¡Mentirosa! ―Tess le sonrió a su amiga.
―¡No lo soy! ―Celestine no estaba segura de lo que pensaba acerca de toda la cosa
sobre Nick por lo que no estaba realmente lista para discutirlo con alguien, y mucho
menos con Tess.
―No tienes puesto el sostén.
―¿Y? ―Celestine se cruzó de brazos sobre sus pechos, sintiendo que sus pezones se
endurecían al recordar la boca de Nick.
―Tu cara está ruborizada, tus labios hinchados y te ves como si estuvieras bien y
verdaderamente follada. ―Tess sacudió la cabeza bromeando. ―Así que cuéntame
sobre tu cabalgata a la luz de la luna de anoche. Parece que eso se ha extendido a la luz
del día.
―¿Qué? ―La inocente mentira número trescientos doce de Celestine Holt.
―Te oí gritar anoche y no de miedo.
Celestine se puso roja por la vergüenza.
―¿Por qué no dijiste algo?
Tess sonrió abiertamente ante su obvia incomodidad al ser pillada.

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―¿Qué podría decir aparte de bien hecho?


Las dos mujeres irrumpieron en un conspirador ataque de risas.
―¡Ese hombre tiene una polla enorme! ―Celestine no había tenido la intención de
decir eso pero sentía el calor residual de Nick dentro de su cuerpo.
―Lo sé. ―Tess sonrió con el recuerdo.
―Hay una fuerte posibilidad de que tenga tendencias de comportamiento de puta. Me
mojo sólo por mirar a Nick y nunca me he corrido tan rápidamente en mi vida.
Tess tiró la cabeza hacia atrás y se rió.
―Te digo que si no estuviera comprometida…
―Pero lo estás, ―Celestine la interrumpió rápidamente. Repentinamente no quería
pensar en Nick con nadie más que no sea ella misma. Sip, completamente racional
después de tener sexo con el hombre dos veces.
―¿Estás celosa?
Celestine bufó por ese comentario. Por supuesto que ella estaba malditamente celosa.
Era una mujer, por el amor de Dios, quién simplemente había tenido el mejor sexo de su
vida. Se merecía sentirse un poquito posesiva. Pero también sintió la necesidad de mentir
igualmente.
―¡No, para nada! Es simplemente una aventura.
―Tal vez, tal vez no. Nick nunca me tomó durante el día.
―Eso no quiere decir nada. ―Quería decir algo, sólo que Celestine no estaba segura
de qué.
―Bueno, veremos, ―murmuró Tess, sin convicción. Sonrió malvadamente a su amiga.
―¿Puedes caminar?
―Apenas.

Como toda fiesta de compromiso ésta era un éxito. Mucha comida, alcohol y gente de
muy buen humor mientras brindaban por la feliz pareja. Celestine estaba encantada por
Tess pero personalmente por todo. ¿Por qué uno quiere casarse si tiene que pasar por
todo este alboroto? ¿El punto no era lograr casarse para estar con alguien y no para tener
todo este fiestón? O tal vez ella era simplemente una perra cínica.
―Sí, eso debe ser, ―Celestine masculló para sí misma mientras subía las escaleras
para librarse del ruido y el apretujón de personas. La comida y el alcohol gratis habían
traído amigos de los que no había escuchado durante años.
―¿Escapándote?
Celestine se puso rígida y giró para enfrentar a Nick Swan. Había estado procurando
evitarlo toda la noche pero estaba malditamente cerca de ser imposible. Él parecía
perseguirle los pasos, apareciendo al lado de ella, o detrás de ella y siempre tocándola
ligeramente y aún así, cariñosamente, dejándola consciente de él en todo momento. Sólo
tenía que estar en la casa para que Celestine esté consciente de él.
―Sólo apartándome de la multitud hambrienta.
―Sí, a la gente le gustan las fiestas, especialmente cuando es gratis. ―Nick se movió
más cerca de ella. ―Hueles genial.

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Celestine tragó saliva. Ella sabía adónde se dirigía esto. Caliente y fabuloso sexo. Ella
medio había tomado una especie de decisión de que no quería seguir adelante con esto si
no tenía futuro. No es que anduviera buscando un futuro con cualquier hombre, y mucho
menos con Nick Swan. Para ser honestos, ella no tenía idea de lo que quería en absoluto.
A pesar de que el sexo salvaje con Nick Swan se elevaba a la parte superior de su lista de
prioridades.
―¿Debería bajar la escalera y… ―y qué exactamente voy a hacer abajo más que
mantenerte alejado de mí?
―Creo que deberías quedarte en el piso de arriba conmigo. ―Nick la atrapó junto a él,
sus manos empujándole las caderas firmemente contra su ya dura polla. ―Llevas puesta
ropa interior. ―Nick podía sentir el contorno de eso debajo de su vestido.
―¿Y? ―Un escalofrío de salvaje anticipación corrió hacia abajo de la columna
vertebral de Celestine.
―Te dije que no usaras bragas.
―No seas ridículo. Como si yo fuera a hacer lo que tú digas. ―Incluso mientras decía
esas palabras, Celestine supo que él iba a hacerla tragárselas.
Nick sonrió a la mujer en sus brazos.
―Quítate las bragas.
Sólo la manera en que dijo las palabras provocó que Celestine se mojara más de lo
que pensaba posible. Ella quería dejar caer las bragas hasta sus rodillas. Pero también
quería ver lo que haría Nick si no lo hacía.
―No. ―Ella sabía que esto sería un desafío instantáneo para Nick.
―Entonces voy a tener que castigarte, bebé. ―Nick la levantó como un bombero sobre
su hombro antes de que Celestine tuviera la posibilidad de hablar.
―Qué… ―Su cabeza cayó abajo contra el firme culo de Nick mientras él la llevaba
hacia un dormitorio cercano que estaba siendo usado para almacenar los abrigos de los
invitados. Celestine intentó luchar y pelear pero para ser honesta, era sólo un intento poco
decidido.
―Eres la clase de mujer que necesita una buena zurra.
―No lo harías… ―Eso sería humillante… y excitante.
―Oh pero lo haría. ―Nick llegó a una cama cercana y la dejó caer sobre ella. Antes de
que Celestine tuviera la posibilidad de escapar, Nick estaba sobre ella, arrastrándola a
través de su regazo de manera que quedó boca abajo acostada sobre la cama. Nick
agarró el ruedo de su vestido y lo levantó, descubriendo su culo cubierto de encaje.
―Que lleves puesto un sostén lo entiendo porque eres muy grande y besable y no me
gustaría que ningún hombre estuviera mirándote. Pero las bragas no las necesitas.
Celestine sintió el tirón del encaje desgarrándose cuando él lo arrancó de su cuerpo.
Fue reemplazado por una serie de suaves palmadas en su trasero.
―¡Es sólo ropa interior! ¿Cuál es tu problema? ―Ella podía sentir el problema de él
poniéndose más duro a cada segundo debajo de su estómago.
Nick continuó palmeando su rellenito y redondo culo ligera y lentamente, sus dedos
hundiéndose en la hendidura haciéndola abrir las piernas un poco más ampliamente en
respuesta.
―No debes llevar puesta ropa interior porque quiero poder hacer esto en cualquier
momento que quiera. ―Nick se detuvo y deslizó sus dedos hacia abajo de la hendidura

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del culo dentro del caliente centro de su cuerpo. ―Estás tan apretada y mojada.
―Comenzó a acariciarla de adelante hacia atrás, sintiéndola retorcerse en respuesta.
Celestine había estado húmeda todo el día pensando en él. Ahora todo lo que ella
quería hacer era tenerlo dentro suyo haciéndola correrse. Llevar o no llevar puesta ropa
interior era sólo un vago tema secundario.
―Quieres mi polla dentro de ti, ¿verdad? ―Nick deslizó sus dedos dentro de ella,
imitando lo que su polla haría.
―Sí, ―Celestine siseó mientras sus dedos rítmicamente se deslizaban adentro y
afuera de ella.
―¿Vas a volver a ponerte ropa interior otra vez? ―gruñó Nick, exigiendo una
respuesta.
―No… ―Oh, ella estaba casi al borde de correrse.
―¿Nunca?
―Nunca… ―Oh, cómo lo deseaba.
―Muy bien, entonces.
Nick sacó sus dedos de ella, abofeteó su culo una vez más y se salió de debajo de ella.
Su polla estaba tan tensa y llena que pensó que podría explotar. Pero no tenía intención
de tomar a Celestine ahora. Quería prolongar la anticipación entre ellos. ―Iré a verte más
tarde esta noche para nuestra cabalgata. ―Se puso de pie y la miró hacia abajo mientras
ella jadeantemente e indignantemente intentaba controlarse. ―Me desearás realmente
mal después de esto.
―Ni lo sueñes. ―Celestine estaba tan cerca de correrse que no requeriría ningún
esfuerzo en absoluto de su parte para liberar la tensión interior. Y después de este
pequeño episodio, ella no estaba dispuesta a pedirle a él que la follara. ―Puedo cuidar de
mí misma. ―Celestine deslizó sus dedos hasta su clítoris. Tal vez si Nick la observara
tocándose terminaría el trabajo que había empezado.
Nick estaba inclinado a quedarse y observar el placer que se daba por sí misma pero
eso habría sido una tortura para sí mismo también.
―No es tan bueno como puedo hacerlo yo, bebé. ―Nick sonrió abiertamente y salió
del cuarto. Tendría un montón de tiempo más tarde esa noche.

―¿Nick? ―Le preguntó Tess cuándo vio a su amiga bajar las escaleras.
―Sip... ―Celestine estaba tan completamente tensa por la necesidad de correrse que
sabía que sus propios dedos eran sólo capaces de hacer la mitad del trabajo. El hombre
tenía razón. Ella lo necesitaba.
―Ese hombre puede arruinar a una mujer de por vida.
―Él no te arruinó.
―Eso es porque tenemos sólo una cosa ocasional.
―Tú y él no son claramente ocasionales.
―No va a durar. ―Celestine sabía que no pasaría nada bueno.
Tess la miró evaluándola. Ella conocía tanto a Nick como a Celestine. Ninguno de ellos
hacía nada sin una razón.
―No sabes eso.

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―Lo sé. Nick Swan no es del tipo protector.


―Creo que lo es. Sólo que no ha encontrado a la mujer correcta para cuidar.
Celestine sabía dónde llevaba esta conversación. ¿Por qué las personas recién
comprometidas tenían esta obsesiva necesidad de emparejar a los otros?
―No estoy buscando a un hombre.
―Pero encontraste a uno de cualquier manera.

Celestine estaba sudando de manera crónica. Estaban en la mitad de un verano


australiano y ella llevaba puesto un largo camisón de algodón que cubría su cuerpo desde
el cuello hasta los tobillos. Tess no había cuestionado su necesidad de pedirle prestado el
camisón, en lugar de eso la había mirado y simplemente sacudido la cabeza que diciendo
“no va a funcionar con Nick”. Bueno, tal vez no funcionaría pero él no tendría todo a su
modo.
―¡Vaya, hola, abuelita!, ―dijo Nick cuando entró por la ventana y vio a Celestine
cubierta como una casta virgen. ―¿Pensaste que eso me quitaría las ganas? ―Le
preguntó mientras comenzaba a quitarse la ropa.
―Sólo estoy cansada y quiero dormir.
―Sí, claro, ―Nick murmuró, no creyendo una palabra de eso a la vez que se unía a
ella en la cama. ―Te ves un poco caliente con ese atavío. ―Se acostó al lado de ella y
ubicó las manos debajo de su cabeza mientras la contemplaba.
Celestine estaba hirviendo pero no iba a dejar que él se enterase. Quería darle la
impresión de estar tranquila y desafectada. Ese era el plan. No tenía una esperanza en el
infierno de tener éxito pero todavía era su plan.
―¿Estás disgustada conmigo, bebé, porque te dejé toda caliente e incómoda?
―No, de ningún modo. ―Estaba furiosa porque había perdido el control con un
hombre que apenas conocía. ¿De qué se trataba esto?
―Vamos, estás furiosa conmigo.
―Sí, ―Celestine rechifló. La calma no era la forma natural de ser de ella y el plan
instantáneamente fue arrojado por la ventana.
―Así que ¿qué vas a hacer con eso? ―Nick quitó las manos de detrás de su cabeza y
apoyó una sobre su cadera cubierta en algodón.
―No me toques.
―¿O qué? ―La mano de Nick se deslizó encima de su estómago.
―Te pegaré.
Nick se rió por sus palabras.
―No harías eso. ―Aunque Nick sentía que ella realmente lo intentaría. Lo podía ver en
sus ojos. ―Tú me deseas.
Celestine volteó la cabeza para mirarlo. Él era increíblemente sexy y, por supuesto, ella
lo deseaba, pero ese no era el punto.
―Eres demasiado arrogante al pensar que puedes trepar por una ventana y tomar a
cualquier mujer.
―Tú no eres simplemente cualquier mujer y yo te tomaré otra vez.

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Eso era todo lo que Celestine necesitaba oír. La arrogante confianza de que ella era
suya para tomar. Bien, ella tenía el control ahora. Celestine se lanzó hacia Nick,
aterrizando duramente arriba de su cuerpo, golpeando con los puños su pecho duro como
una piedra e ignorando la divertida risa de él.
―¡Tú no me controlas! ―Celestine chasqueó mientras se sentaba a horcajadas sobre
él, sintiendo que su polla buscaba instintivamente el húmedo calor del cuerpo que se
ofrecía a sí mismo.
―Bebé, no estés tan nerviosa. ―Las manos de Nick se deslizaron hacia arriba por
debajo de su camisón, sobre sus caderas desnudas.
―¡No me digas lo que tengo que hacer!
―Está bien, tienes la voz cantante. ―Nick podía sentir su húmedo coño en contra de
su polla y estaba más que feliz de jugar el juego a su manera porque el resultado final
sería el mismo. Mutua satisfacción.
Celestine se detuvo y lo miró. ¿Ella podía llevar la voz cantante?
―Haz lo que quieras conmigo.
Este hombre la había dejado toda caliente y deseosa. Podría ser una buena idea
devolverle el favor para que vea cuánto le gustaría. Se quitó el caluroso camisón y lo echó
sobre su cabeza hacia el piso. El fresco alivio instantáneo atacó su cuerpo.
―No te muevas, ―Celestine susurró mientras se inclinaba hacia adelante y lamía a
Nick desde la parte superior de su pecho hasta el borde de su ingle y daba marcha atrás
otra vez. Sonrió cuando lo oyó gruñir por lo bajo en su garganta. Esto era lo mejor. Ella
tenía algún poder ahora. Comenzó a lamer su cuerpo lentamente, deteniéndose de
cuando en cuando para colocar húmedos y aspirados besos sobre sus tetillas y
abdominales. Lamió el tatuaje céltico justo por encima de su corazón.
―¿Qué significa esto? ―El intrincado nudo tramado en azul marino era hermoso
contra el color bronceado de su piel.
―Es un corazón céltico que no tiene comienzo ni fin. Simboliza el amor eterno.
―¿Tú crees en eso? ―No era lo que ella esperaba del hombre luz de luna. Cierto,
sabía poco sobre él pero eso parecía salvajemente romántico para un hombre que
seducía a las mujeres a la luz de la luna. También la hizo sentir extrañamente caliente por
dentro.
―Sí, creo en eso.
Celestine besó su tatuaje y continuó lamiendo hacia abajo de su cuerpo hasta su polla.
Se detuvo y miró al hombre debajo de ella. Le agarró la polla con ambas manos. Sonrió
cuando él gimió. Excelente.
―¿Debería chuparte hasta que te corras o sólo jugar contigo un poco? ―Celestine se
inclinó hacia abajo y lamió la cabeza de su polla.
―Oh Dios. ―Nick le agarró la cabeza para empujarla más cerca de su voluminosa
polla.
Celestine lo apartó.
―No me toques o no te chuparé. ―El poder para volverlo loco era suyo.
Dadas las alternativas Nick dejó caer sus manos sobre la ropa de cama.
―Me comportaré por ahora.

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―Buen chico, ―Celestine murmuró mientras lamía lentamente de arriba hacia abajo el
esforzado eje, masajeando sus bolas mientras lo hacía. Pudo sentir bajo sus manos justo
cuando Nick estuvo en el borde. Perfecto. Tomó su polla dentro de su boca tanto como
pudo y chupó duro hacia abajo.
―Oh bebé… ―Nick tenía la sensación de que iba a explotar.
Celestine nunca supo que chupar a un hombre podría ser así. Era increíblemente
íntimo y a su vez intensamente poderoso y a ella le gustara eso. El corcoveo de las
caderas de Nick le dejó saber que él quería correrse. Lástima. Ella no iba a dejarlo. Quitó
la boca de su polla y la miró brillando a la luz de la luna.
―¿Quieres que te monte, hombre luz de luna? ¿Quieres que me encaje arriba tuyo
toda apretada y húmeda, tomando cada pulgada de ti adentro mío?
―¡Dios mío, sí! ―Sus manos trataron de alcanzar sus caderas, queriéndola encima de
él ahora.
Celestine se deslizó sobre su polla, sintiendo su caliente y duro calor adentro suyo.
Maldición, él se sentía bien. Era una lástima desperdiciar esto pero eso es lo que ella iba
a hacer. El hombre tenía que aprender una lección.
―Oops… no tengo un condón. Supongo que no podremos tener sexo después de
todo. ―Ella se levantó de la polla de Nick y gateó fuera de la cama. Quedándose toda
caliente y deseosa, ¿lo estaría él? Creo que no. Celestine caminó hacia la puerta.
Nick soltó una carcajada ante su comportamiento. Él sabía lo que ella estaba haciendo.
Saltó fuera de la cama y la acometió ligeramente contra el suelo.
―Oh, yo tengo un condón. ―Nick la puso sobre sus rodillas.
―No estoy interesada ahora. ―Celestine estaba sobre sus manos y rodillas con Nick
presionando apretadamente por detrás de ella.
―Pero yo sí y creo que puedo interesarte. ―Manteniendo un brazo alrededor de su
cintura, se estiró para alcanzar los pantalones que había descartado más temprano. Tenía
varios condones allí dentro para el propósito específico de follar a Celestine Holt. Nick la
soltó por un momento para ponerse el condón.
Celestine gateó hacia adelante sobre sus manos y rodillas para escapar de él pero Nick
la atrapó fácilmente contra él. Ambos sabían que esto era sólo una resistencia simbólica
de parte de ella.
―Eres muy divertida, bebé. ―Nick separó sus rodillas ampliamente. ―Puedes tomar
el control cualquier día.
―Esto está lastimando mis rodillas. ―Ella podía sentirlo deslizándose adentro desde
atrás. Empujó su culo hacia atrás en dirección a él.
―Haré que valga la pena.
―Hablar es fácil. Quiero acción ahora.
―Yo estoy a cargo. ―Nick la penetró en un empuje.
―¡Oh, Nick! ―Celestine jadeó mientras él profunda y lentamente bombeaba adentro y
afuera de su cuerpo. La sensación era tan intensa que a ella le costaba esfuerzo recobrar
el aliento. ―Más rápido…
―Sí, señora. ―Nick aumentó la velocidad y la fuerza de sus empujes.
Celestine se mordió el labio, intentando no gritar. Nunca antes había sido una chillona
cuando tenía sexo. Usualmente ella bostezaba y estaba agradecida de que todo haya

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terminado y estuviera hecho. Pero Nick Swan la hacía querer gritar y chillar y bendecir el
día en que el hombre nació.
—¡Te amo! —Aún mientras gritaba las palabras sabía que estaban realmente mal.
¿Qué diablos la había poseído?
Nick se quedó rígido por un momento ante sus palabras.
—¿Qué? —¿Había escuchado correctamente?
—Uh… um… —Era realmente difícil intentar inventar una buen respuesta perspicaz
con Nick caliente adentro suyo y todo lo que ella quería hacer era concentrarse en
correrse y no tapar su error. —Yo… ah… dije que me encanta esto. —Celestine gritó
mientras se corría. Ella colapsó en el suelo debajo de Nick mientras él se corría duro
dentro de ella.
Nick la volteó y la miró pensativamente.
A Celestine no le gustaba esa mirada minuciosa. Estaba buscando respuestas que ella
no tenía.
—Yo… ah… supongo que tienes que irte ahora. ―¿De dónde diablos había salido la
palabra con “A”? Ella nunca le había dicho a alguien antes que lo amaba. Curioso.
—Puedo quedarme. —De hecho Nick quería quedarse e intentar averiguar lo que
pasaba con esta mujer que lo afectaba como ninguna otra.
Celestine se incorporó y envolvió los brazos alrededor de sus piernas.
—¿Por qué arruinar la mística? Estoy segura de que te veré por alrededor. —En
realidad ella iba a aseverar su punto de vista no viéndolo. Nick Swan era fabuloso para
tener sexo pero era demasiado confuso. O tal vez ella era la que confundía sexo con algo
más.
—Puedes contar con ver mucho de mí, Celestine Holt.

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CAPÍTULO 03

―¡Gracias otra vez, vida! ―Celestine gritó mientras arrojaba al suelo su cartera en una
absoluta y enfurecida desesperación y pateaba la llanta de su pedazo de mierda de coche
blanco, modelo 1985. Maldijo enconadamente al coche, a sí misma y a cada otra cosa en
la que ella pudiera pensar. Se había despertado más irritable que el infierno. La cabalgata
a la luz de la luna de la última noche con Nick había sido fabulosa. Lo suficientemente
fabulosa como para que ella perdiera la cabeza y le gritara que lo amaba. ¿De qué iba
esto? Ella no se enamoraba de nadie, y mucho menos de un hombre que sólo hacía
veinticuatro horas que había conocido.
Celestine pateó la llanta del coche otra vez como si mágicamente ésta hiciera funcionar
el coche. Iba camino a casa para buscar ropas para una entrevista de trabajo. Pensaba
regresar a su propia deprimente casa en Everton Park, un suburbio del norte de Brisbane,
al día siguiente. Accedió a una noche más con Tess, pero eso era todo. Aunque estaba
agradecida por el alivio temporal de su normal existencia, la realidad era que tenía que
reorganizar su vida. Y eso incluía tratar con su coche de mierda.
―¡Maldito coche! ―Esto hacía al coche equivalente al SPM 8. Contradictorio, cabrón y
con ningún estado de ánimo para hacer la vida de alguien más fácil. Pero Celestine supo
después de su indiscreción de anoche que nada iba a ser fácil esta mañana. En primer
lugar, la magia empezó cuando el coche no arrancó sin un gran esfuerzo. Después de las
tantas maldiciones suyas y de la diversión de Tess, el coche finalmente se dio por vencido
y decidió cooperar. Luego, cuando comenzó a recular por el camino de acceso de Tess,
casi atropella a su gato. Ok, Celestine no era amante de los gatos, pero se habría sentido
mal atropellando al felino de Tess. Esta excitación fue seguida entonces por casi ser
golpeada por otro coche que no estaba obedeciendo una señal de alto.
Un tedioso dolor palpitante entre sus ojos le indicaba a Celestine que tal vez hoy no iba
a ser el mejor día para una entrevista de trabajo. Esto fue confirmado cuando ella, una
nativa del norte de Brisbane, se perdió dos veces intentando encontrar el camino del lado
sur de Brisbane hacia su casa. Luego su coche se detuvo siete veces en su viaje sobre la
saliente de Gateway Bridge. A esto le siguió la perilla cayéndose de la radio de su
anticuado coche, dejando sólo el estridente sonido de estática para volverla loca, y el aire
acondicionado decidiendo, en sintonía, que no funcionaría tampoco. Perfecto.
Pero los dramas reales decidieron patearla justo cuando terminaba de atravesar la
saliente de Gateway Bridge que se interconectaba con el norte y el sur de Brisbane. Ahí
fue cuando su coche comenzó a hacer sonidos que incluso para el oído no entrenado en
mecánica de Celestine, advertía la fatalidad. No era inusual para su coche carraspear y
renquear dramáticamente, pero estos sonidos eran excepcionalmente dramáticos y
dignos de un Óscar. Logró maniobrar el coche mientras resoplaba y renqueaba pasando
el tráfico principal hacia una tranquila calle afuera de Sandgate Road. Cuando el coche se
detuvo, un fatídico escape de vapor se levantó majestuosamente desde debajo del capó,
como si le dejase saber que éste era el punto culminante de un día medianamente malo.
Y en ese momento, Celestine salió de su viejo coche blanco, arrojó su cartera
furiosamente al suelo y le dio rienda suelta a sus sentimientos.
―¡Maldito estúpido coche! ―Gritó Celestine mientras pateaba la llanta más próxima,
rindiéndose a una verdadera furia roja. Tuvo un deseo repentino de llorar, lo que era
totalmente raro en ella. No era sólo por lo que había ocurrido ese día o por Nick Swan y la
8
Síndrome Pre-Menstrual.

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mención espontánea de la palabra con “A”. Era realmente por todo lo que había ocurrido
en los últimos doce meses. ¡Dios, qué año de mierda que había sido!
Celestine había perdido su empleo cuando la compañía para la que trabajaba había
caído en bancarrota. Su alguna-vez-fiable compañera de piso y su supuesta amiga, Julia,
se había largado después de robar la televisión, computadora y cualquier otra cosa digna
de empeñar de Celestine, pero no antes de haber logrado acumular una montaña de
cuentas usando el nombre de Celestine. Entonces, debido a sus problemas de dinero, la
normalmente diligente Celestine había dejado que su póliza de seguros desde hacía dos
años del Holden Astra9 venciera una semana después. Así pues, cuando un muchacho
sin patente y sin seguro de diecinueve años chocó con su recientemente no asegurado
confiable Astra, dejándolo hecho una ruina, Celestine se había visto obligada a comprarse
este coche modelo 1985 del infierno. Probablemente un increíblemente buen coche en
1985 pero a diferencia del vino éste no envejeció bien.
En las dos semanas desde que Celestine había tenido el coche, había sido un reto. Y
no, a diferencia de la mayoría, Celestine no necesitaba que se le presenten desafíos
personales. Prefería darse la gran vida. Si sólo ella se hubiera privado de la comida para
pagar el seguro del coche – podía darse el lujo de perder unos 5 kilos o así de peso –no
habría tenido que comprar el montón de chatarra que estaba conduciendo ahora. Si sólo
hubiera visto dentro del corazón negro de su ex compañera de piso Julia más rápido y
hubiera detenido sus acciones rateras antes. Y si sólo pudiera conseguir un trabajo que
pague más que el salario mínimo para poder limpiar sus deudas en continuo aumento.
Por otro lado, Celestine sabía que no podría pasar la vida pensando “si sólo”. Era
simplemente una parte de la vida y las cosas suceden cuando uno menos se lo espera.
Se mantuvo diciéndose a sí misma que estaba mejor teniendo menos. Sabía que tenía la
disciplina necesaria para ponerse a trabajar con ahínco y administrarse para juntar dinero
tan rápido como sea posible y aún mantener su cordura.
―Sólo… ―Ahora tenía que sumar a Nick Swan a la ecuación, o quitarlo. ―Sip, eso
sería más fácil. ―Pero mucho menos excitante. De cualquier manera, él era el problema
cuatrocientos siete y trataría con él más adelante. Ella tenía que ocuparse del problema
número uno, el coche, primero.
Después de dejar salir un adecuado y catártico grito e infligir más violencia sobre su
coche, Celestine se había calmado lo suficiente como para que el pensamiento racional
fluyera. Recogió la cartera que había arrojado al suelo tan salvajemente antes y del
interior sacó su móvil. Tenía que llamar a la asistencia mecánica para que la pudieran
ayudar con cualquier problema que su coche estuviera experimentando ahora.
Agradecidamente había tenido la previsión de mantener al día su membresía en el club
del automóvil.
―¡Increíble! Una cosa que Celestine Holt había hecho bien… ―masculló cínicamente
para sí misma.
Celestine encendió su móvil o intentó hacerlo. El pequeño teclado no se iluminó
tranquilizadoramente como lo hacía normalmente. Alternó entre el encendido y el
apagado un par de veces. Nada. Maldijo silenciosamente bajo su respiración. Entonces se
percató de que probablemente no había ayudado al teléfono cuando había arrojado al
suelo su cartera con semejante furia. Evidentemente había roto el teléfono.
―¡Perfecto… excelente… justo lo que necesitaba… idiota! ―Celestine se maldijo
rabiosamente, diciéndose a sí misma que no dejase caer las lágrimas que estaban
9
El Holden Astra es un automóvil de turismo del segmento C del fabricante australiano Holden.

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comenzando a picar en sus ojos. Ella no era del tipo llorona. Normalmente no colapsaba
ante la adversidad. Y creía que la autocompasión era un ejercicio inútil. Este tenía que ser
simplemente un día malo de varios meses malos que ella había tenido, hasta el punto de
que quería sentarse en el borde de la carretera y llorar. Celestine se apoyó contra el
coche, sus codos en el techo del mismo mientras pensaba qué hacer. Mientras estaba
contemplando sus opciones, oyó el crujido de grava detrás suyo. Se giró rápidamente y
terminó cara a cara con alguien que ella instintivamente supo que no iba a ser su
salvador.
El hombre tenía aproximadamente cuarenta años, estaba vestido con ropas de
apariencia sucia, tenía un cabello rubio grasiento y una barba incipiente de apariencia
desagradable. No era su estereotipo del caballero blanco. Celestine instantáneamente
trató de parecer menos indefensa, enderezándose y dirigiéndole una mirada directa y fría.
La mirada que el hombre la estaba dando no era una de un transeúnte amigable. Era la
mirada de alguien que quería algo y estaba listo para tomarlo por cualquier medio posible
que pudiera.
―¿Necesita ayuda, señora? ―La voz áspera era cualquier cosa menos servicial. Él la
observó de arriba a abajo evaluativamente.
Celestine deseaba haber sido al menos unos treinta centímetros más alta y parecer
más amenazante en sus calzas negras y su camiseta de Betty Boop. Pero uno puede
parecer sólo poco feroz cuando está vistiendo algo con la imagen de Betty.
―Estoy bien. ―Por supuesto que era una mentira. Deseaba poder invocar a algún
caballero blanco, que con una brillante armadura viniera para rescatarla ahora. El rostro
de Nick Swan vino instantáneamente a su mente. ―Mi novio regresará en un momento.
―Sus brillantes ojos azules miraron directamente a los malvados ojos negros del hombre,
desafiándolo a llamarla mentirosa.
―Estás mintiendo. ―El hombre se cernió sobre ella. ―No tienes ningún novio que
vuelva por ti.
Eso en cuanto a mentir, pensó Celestine cínicamente. Miró a su alrededor lentamente.
Estaban en una calle lateral fuera de Sandgate Road, en un área industrial en los
suburbios del norte de Nundah. A plena luz del día. ¿Qué estaba pensando hacer el
hombre? se preguntó. Él podría apropiarse de su cartera y de la fabulosa suma de veinte
dólares que contenía. No la podría violar en un lugar tan expuesto y ella estaba segura
como el infierno de que no iba a permitirle arrastrarla a ninguna otra parte para ser
abusada, sin ofrecer resistencia.
―¿Por qué me molestaría mintiendo? ―Celestine consideró sus opciones. Estaba muy
segura que lo podría dejar atrás dado que no se veía particularmente en forma con esa
extensión de abdomen colgando sobre sus sucios vaqueros. Y el miedo combinado con la
supervivencia era un gran motivador para ella. Pero él estaba enfrente suyo, bloqueando
su salida. Eso era un problema. Sólo tenía que tener la oportunidad para poder moverse.
Hasta ese momento, no actuaría como una víctima. Permanecería fría y tranquila y
esperaría su oportunidad.
El hombre la miró calculadoramente como si no la considerara una amenaza. Le dirigió
una grasienta sonrisa.
―Vi a tu coche detenerse acá. No vi salir a tu novio.
Celestine no estaba del todo sorprendida de que le faltaran varios dientes frontales.
Simplemente parecía ser del tipo. Apenas por encima de Neandertal. Dientes intactos
echarían a perder la mirada que él estaba teniendo.

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―¿Qué es exactamente lo que quiere? ―Estaba complacida de que su tono haya


sonado comandante e imperioso.
―Quiero tu coche. ―La respuesta fue un ladrido. Él se inclinó hacia adelante, no
dándole una oportunidad para escaparse.
―¿Qué? ―De todas sus posesiones, este hombre quería su coche bomba. No su
cartera. No su cuerpo. Él quería una artimaña oxidada de veinti-y-tantos-años-de-viejo.
¿Estaba loco? Dijo que había visto al coche traquetear hasta su poco digna parada por lo
que no era como si fuera una Ferrari de lo que él quería adueñarse. ―¿Por qué?
―¿Estaba consumiendo alguna droga alucinógena que lo hacía ver al mundo y a su
coche a través de anteojos rosados?
El hombre se inclinó por encima de ella, su aliento fétido contaminando el oxígeno
alrededor de Celestine, obligándola a contener la respiración para no inhalar los vapores
venenosos.
―¡Sólo dame las malditas llaves!
Después de las dos semanas infernales con el coche que Celestine había
experimentado, la mayoría de la gente habría renunciado al coche sin cuestionar por qué
el destino había decidido liberarlos de esa carga. Pero Celestine Holt no. A pesar de los
problemas con el coche, era todavía su coche y su único medio de transporte. Estaba
condenadamente segura de que no iba a dejar a este asqueroso tomarlo. Necesitaba
tener alguna medida de control sobre su vida.
―Ninguna llave para ti, hombre desagradable. ―Mirándolo inflexiblemente, tanto como
su rizado cabello rojo largo hasta los hombros y su nariz pecosa le permitían, Celestine
tiró de la puerta del coche abriéndola y procedió a meterse adentro. Si sólo pudiera lograr
trabar la puerta y tal vez persuadir con ruegos al coche para que la lleve a otro lugar, ella
estaría bien.
―Esto no es una discusión, ―el hombre gruñó mientras asía su muñeca y la separaba
del coche con un cruel tirón.
Celestine quedó afuera tambaleándose y cayó duramente contra el suelo, sacudiendo
todos los huesos de su cuerpo. La pura cólera la hizo volver a ponerse de pie y saltar
como un gato montés por encima de la espalda del hombre que estaba tratando de
meterse en su coche para marcharse. Él dio media vuelta inútilmente mientras intentaba
desalojar a Celestine de su espalda. Celestine a su vez lo agarró de su escaso pelo y le
rasguñó el rostro en el ataque.
―¡Bájate de mí, perra!
Celestine alejó la cabeza y continuó tirando el pelo del hombre mientras sus dedos
intentaban clavarse en los ojos. Ella estaba ahora tan enojada con él, con su coche, con
Nick Swan y con todo lo que le había ocurrido en los últimos doce meses que había una
agresión pura conduciéndola. Celestine no era una víctima y él sería obligado a verlo
aunque tomara cada gramo de energía que ella tenía.
Celestine no oyó al otro hombre llegando silenciosamente detrás de ellos. Pero sintió
las fuertes manos que la agarraron por la cintura y la tiraron, pateando y gritando, fuera de
la espalda del hombre. Cuando ella se desplomó sin miramientos sobre su trasero,
cursando todo lo largo del suelo, con el pelo en sus ojos, no vio al otro hombre asestarle
un puñetazo al primero. Fue sólo cuando se arrastró hacia arriba lista para luchar con
alguien que la vista de Celestine se dio cuenta de que era Nick Swan el que estaba
peleando con el Neandertal.

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¿De dónde diablos había aparecido Nick? Celestine observó cómo Nick se liaba a
puñetazos con el grasiento hombre rubio. No tomó mucho tiempo para que el hombre se
diera cuenta de que Nick podría patear su culo desde aquí a Cairns 10. Se fue corriendo
tan pronto como tuvo la oportunidad.
―¿Qué diablos estás haciendo aquí? ―Ella sabía que esa no era la forma más
apreciativa de agradecer a su salvador pero estaba molesta por la posibilidad de que él la
hubiera seguido desde la casa de Tess.
―Estoy salvando tu vida, bebé.
―Me estabas siguiendo.
―Bueno, por supuesto. Tess me llamó después del problema con tu coche y me
detalló la ruta que muy probablemente tomarías. Buena cosa que haya salido cuándo lo
hice.
Maldita sobre-servicial, arremetedora amiga Tess.
―Podría haberlo manejado. ―Ella sabía que eventualmente habría agotado al hombre
dando saltos sobre su espalda. Celestine no era liviana para llevar de acá para allá.
―Hiciste un muy magnífico salto sobre su espalda. ―Nick se rió ante la expresión en
la cara de Celestine. Ella estaba enojada y claramente sacudida por lo que sucedió y
tenía todo el derecho de estarlo. No era una cosa agradable ser atacada por alguien.
―Eso me recordó cómo me atacaste anoche.
Celestine resopló de una manera poco femenina.
―Yo no te ataqué. Tú me abordaste en el suelo y…
―¿Y qué? ¿Te follé hasta que gritaste?
Celestine no quería estar acordándose de anoche. Sólo pensar en Nick caliente
adentro suyo hacía que sus muslos sudaran por la anticipación de tener a esa polla en su
interior otra vez. Pero eso no iba a ocurrir. No después de la palabra con “A”. ¿Qué más le
gritaría ella cuando se corriera? Era demasiado riesgoso… satisfactorio pero riesgoso.
Era mejor mantener sus piernas firmemente juntas y su boca cerrada.
―¿Este es tu coche? ―Nick preguntó mientras asía el herrín de los paneles de la
puerta y el fluido del radiador se derramaba por debajo del coche. Celestine Holt o bien
estaba quebrada y desesperada o era mecánicamente desafiante y demente para andar
conduciendo semejante escombro.
―Oh, eres rápido. ―¿Por qué todo el mundo estaba tan interesado en su coche? Ella
estaba comenzando a ponerse muy posesiva con él, casi como si fuera algún perro
callejero que tenía que proteger.
―Puedo ser agradable y lento cuando el momento lo requiere.
Oh, Celestine simplemente sabía que él podría.
―No tengo tiempo para esto.
―¿Qué?
―Insinuaciones sexuales tuyas.
―Vamos directo al sexo entonces. Somos buenos en eso.
Celestine puso los ojos en blanco. ¿Buenos? Eran condenadamente excelentes.
―Nunca va a ocurrir de nuevo, hombre luz de luna.
―¿Es porque te enamoraste de mí, bebé?
10
Ciudad de Australia.

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¡Oh Dios! Ella había esperado que él se haya olvidado de eso.


―Sigue soñando… ―Celestine masculló.
―Oh, lo haré… ―murmuró Nick suavemente para a sí mismo. ―Abre el capó,
―ordenó el.
Celestine odiaba que alguien le diera órdenes. Era una peculiaridad genética suya.
Pero quería poner el coche en marcha de manera que sus opciones estaban limitadas. Se
estiró por debajo de la consola del lado del conductor y tiró de la palanca para abrir el
capó.
Nick levantó el capó y sonrió divertido cuando se dio cuenta de que no había palanca
para sostener en alto el capó. Pero no tenía importancia, él pudo ver de inmediato cuál
era el problema. El radiador estaba en sus últimas. Necesitaba ser rellenado si Celestine
quería ser capaz de llegar a casa. ―¿Cuánto tiempo hace que tienes este coche? ―Le
preguntó Nick cuando ella se acercó para sostener en alto el capó para él.
―Es una reliquia familiar, ―Celestine le respondió serenamente, desafiándolo a decir
algo peyorativo acerca de su compra. Después de dos semanas de conducirlo, sabía que
el coche era una bomba y no necesitaba a nadie que se lo diga. La única que tenía
permitido criticar a su coche era ella. Pedazo de mierda de coche…
―Ya veo, ―respondió Nick escurridizamente mientras la dejaba, sosteniendo en alto el
capó, para ir a buscar algo de agua de su furgoneta de reparto. Sospechaba que
Celestine Holt era muy consciente de los defectos de su coche y no necesitaba
decírselos. Regresó rápidamente y llenó el radiador, cerrando con un golpe el capó
cuando terminó.
Celestine estaba asombrada de que el coche no se cayera a pedazos por esa acción.
―Gracias. ―Celestine podía ser gentil cuando tenía que serlo. El hombre había
echado a ese asaltante lunático. Sus pensamientos volvieron a ese hombre. ¿Por qué
había querido su coche? Eso era sólo francamente extraño. ¿Era una ocurrencia
aleatoria? ¿Qué más podría ser? Cualquier cosa que fuera había terminado ahora y ella
necesitaba llegar a casa. Celestine se deslizó dentro de su coche.
―Te seguiré a casa.
―No es necesario. ―La última cosa que ella quería era pasar más tiempo con Nick.
Sabía dónde conduciría eso… el piso bajo la espalda con las piernas envueltas alrededor
de su cintura rogándole que la haga correrse. Y, mientras que eso era una excelente
posibilidad, ella no quería obsesionarse con este hombre y su polla.
Nick cerró la puerta de su coche y se apoyó dentro de la ventanilla abierta.
―No es una discusión, Betty Boop. ―Nick se sobresaltó cuando ella encendió el motor
del coche. El sonido chirriante que hacía era enloquecedor para los sentidos.
Celestine también respingó por el sonido de su motor. Bueno, ¿qué esperaba por
ochocientos dólares? ¿Un motor que ronroneara como un gatito o un motor que sonara
como si se hubiera tragado a un gato furioso que ahora estaba peleando a brazo partido
para salir?
―Soy perfectamente capaz de llegar a casa por mí misma. ―Celestine no dudó ni por
un segundo que el coche se atascaría varias veces en el camino a casa, lo que la hacía
querer gritar y maldecir por la frustración. Sin embargo, quería estar sola cuando eso
ocurriera. No necesitaba suministrar un espectáculo para Nick Swan.
―Puedes ser capaz pero tu coche es otra historia. ―Nick la señaló, sus ojos
desafiándola a que discuta lo obvio. ―¿Estás preocupada por no ser capaz de poder

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controlar el impulso de tener sexo conmigo? Después de anoche, no tendría el corazón


para detenerte. ―Nick le sonrió cautivadoramente. ―Nadie nunca realmente me ha
chupado como…
―¡Cállate! ―Celestine lo interrumpió.
—Pero, bebé, no puedo olvidarlo.
Ni podía Celestine y ese era el problema.
—Estuviste genial.
Sí, lo estuvo, pero entonces también él. Sin embargo, ella no quería estar pensando
acerca del sexo con Nick. La ponía caliente y deseosa y había sólo una realmente buena
forma de aliviar esa sensación.
—No quiero hablar de sexo contigo, Nick.
Nick sonrió ante su expresión tensa.
—Sí, hacerlo es mejor.
Celestine sabía que ella podía terminar esta conversación simplemente yéndose. Pero
había algo en Nick Swan que la hacía querer quedarse y hacer cosas que no debería.
—¿El sexo es en la única cosa en la que piensas?
—Cuando se trata de ti, sí.
El hombre tenía una sonrisa que podría tentar a los ángeles a descontrolarse.
—Eres un pervertido.
—Pero te encanta.
Sí, era verdad. Pero ella tenía que seguir por el buen camino.
—Estaré bien para llegar a casa. Ahora, déjeme sola.
—No sé si puedo hacer eso.
—Inténtalo, hombre luz de luna.

Celestine disparó la ducha de mano con toda su fuerza entre sus piernas, necesitando
que la caliente presión aleje el constante deseo de Nick. Pero no había forma de que esto
pudiera competir con la cosa real. El hombre y su polla eran únicos. Ambos la satisfacían
perfectamente.
—Sólo supéralo, mujer, —Celestine masculló para sí misma mientras deslizaba los
dedos jabonosos entre sus piernas y comenzaba a masajear su clítoris lentamente. ¿Qué
es lo que le estaba pasando? Parecía estar todo el tiempo caliente. Celestine reclinó la
cabeza y empujó su culo hacia atrás contra los azulejos mientras intentaba encontrar
alivio.
Nick observaba mientras Celestine se abría camino hacia un orgasmo. Él no quería que
ella hiciera eso sin él adentro suyo.
—Yo estaría mucho mejor entre tus piernas que esa ducha.
Celestine se sobresaltó por sus palabras y sus dedos se deslizaron dentro de su
cuerpo. Bueno, por supuesto, Nick la descubriría justo cuando ella menos lo quería.
—La ducha es menos complicada. —Ella sacó la mano de entre sus piernas y apagó el
rociador. No necesitaba una audiencia observando su desesperación.
Nick comenzó a quitarse las ropas.

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—¿Cómo de complicado soy?


—Sólo lo eres. —Que él iba a unirse a ella en la ducha era un hecho. ¿Podría
detenerlo? Tal vez. ¿Quería detenerlo? No realmente. —¿Qué estás haciendo aquí? —
Sip, era una pregunta obvia pero ella todavía sentía la necesidad de formularla.
—Esta es tu última noche en lo de Tess, así que pensé en venir para darte una
despedida apropiada. —Lo último de sus ropas cayeron al piso y él alcanzó la puerta de la
ducha.
—Estoy tratando de darme una ducha. —Celestine sintió el cuerpo duro de Nick
deslizarse adentro detrás del suyo. —Quiero que te vayas.
—¿Es por esa cosa del amor otra vez? —Nick agarró el jabón e hizo espuma en sus
manos.
—Yo no te amo. —Era fácil decirlo cuándo no estaba de frente a él.
—Correcto, amas el sexo. —Las manos jabonosas de Nick se movieron a sus pechos.
La cabeza de Celestine cayó atrás contra él.
—Sí. —¿Fue eso lo que ella quiso decir? ¿Le gustaba el sexo o sólo el sexo con Nick?
¿Y cómo podría pensar claramente cuando él estaba masajeando sus pechos de esa
manera? Era imposible. —¿Qué estás haciendo? Ya me he lavado. —Sin embargo, su
dura polla en contra de su culo la estaba haciendo pensar algunas muy sucias
posibilidades.
—Sólo relájate, bebé, —Nick canturreó dulcemente en contra de su oído.
—No voy a tener sexo contigo.
—Veremos… —Sus manos se movieron hacia abajo de su cuerpo al lugar donde ella
más lo necesitaba.
Cuando las manos de Nick se deslizaron entre sus piernas, Celestine lloriqueó por el
alivio. Tal vez tener sexo con Nick otra vez no era tan malo…
—Nick… —¿Eso era un pedido para que se detenga o para que continúe, o qué? ¿A
quién estaba realmente engañando? Celestine conocía esa respuesta. Necesitaba a este
hombre con una desesperación que no había pensado que ella fuera capaz. ¿Pero eso
era amor? Lo dudaba y tenía que recordar esto. ¡Esto es sólo sexo, sexo, sexo… sí!
Nick volteó a Celestine para que lo enfrentase. Él había estado caliente y duro desde el
momento en que la vio poner las manos entre sus piernas.
—Así que ¿vamos o no vamos a follar? —Sus manos se deslizaron alrededor para
aferrar su culo y tirarla hacia él.
La sensación de su larga y rígida polla en contra de su estómago era toda la respuesta
que ella necesitaba.
—Esta es la última vez…
—Seguro, esta es… —Nick puso sus manos debajo de su culo y la levantó en sus
brazos.
Celestine envolvió las piernas alrededor de la cintura de Nick y sintió a su espalda
golpear contra los brillantes azulejos de la pared detrás de ella. Cuando él se reclinó hacia
ella, Celestine agarró su polla y la guió a su interior. El alivio de eso la hizo gemir.
Nick ajustó su posición y lentamente empujó hacia adentro y afuera del cuerpo de
Celestine. La besó lenta y profundamente.

TRADUCIDO Y CORREGIDO JORGELINA – Editado por Mara Adilén Página 30


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—Oh, Nick… —Celestine murmuró en contra de sus labios. Ésta era la mejor
sensación que había tenido alguna vez. Sujetaba a Nick estrechamente en contra suyo
mientras él continuaba con el tierno asalto a su cuerpo. Esta vez era diferente. Era más
lento y más suave pero tenía un impacto más profundo. Celestine lo miró directamente a
los ojos. Dios mío, era cierto. Ella había caído y se había enamorado del hombre luz de
luna. ¿Qué tan estúpido era eso?
—¿Qué? —Nick sintió que algo más que sólo físico estaba ocurriendo.
—Sólo hazme correr, Nick. —Ella necesitaba una última vez para recordar.
Nick aumentó el ritmo y comenzó a palpitar dentro de ella como si no pudiera llegar lo
suficientemente profundo.
Celestine se inclinó hacia atrás y gritó fuerte cuando los músculos de su cuerpo
convulsionaron alrededor de la polla de Nick y extrajeron drásticamente hasta la última
gota de su esencia adentro suyo.
—Te amo, bebé…
Ella se quedó dura por sus palabras. Uh-oh… esto no era lo que quería escuchar. Esto
iba a complicar las cosas. Fue diferente cuando ella lo había dicho, dado que ella había
perdido la cabeza y no había sido capaz de ignorar sus sentimientos a favor de su propia
cordura y supervivencia. Nick, sin embargo, se veía completamente cuerdo y capaz de
sobrevivir a cualquier cosa.
Celestine se deslizó abajo y afuera del cuerpo de Nick. Lo miró directamente a los ojos.
¿Qué era eso que ella veía? ¿Era amor o simplemente el momento siguiente a la lujuria?
¿Qué sabía ella de amor? ¿Qué posibilidad tenían dos desconocidos de enamorarse tan
rápidamente? No, eso sólo ocurría en las novelas románticas.
—Sólo dijiste eso porque yo lo dije. —Celestine se alejó de él.
—Quise decirlo…
—No, no quisiste… deberías irte.
—¿De qué estás asustada? —Nick no podía dejarlo así. Esto era demasiado
importante.
—De nada. —De todo, ella agregó silenciosamente para sí misma.

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CAPÍTULO 04

Celestine maldijo suavemente después de golpearse el dedo gordo del pie contra el
demasiado crecido jardín de rocas en el camino delantero de su casa en Everton Park,
mientras arrastraba el contenedor de basura fuera de su lugar habitual para que los
basureros la recojan. Eran las seis de la mañana. Fue sólo el fuerte estruendo de la
llegada del camión de la basura de Brisbane City Council del otro lado de su calle que
alertó a la media dormida Celestine que no había sacado su contenedor de basura la
noche anterior. ¡Mierda! Así es que ella había salido gateando de la cama y se movió a
ciegas hacia afuera con su demasiado grande camiseta púrpura y pantalones cortos de
dormir con-rayas-rosadas-y-verdes para poner la basura afuera.
Una vez que el contenedor de basura estuvo donde se suponía para debía estar y ella
se había medio asegurado a sí misma de que no había pasado ya la camioneta de
recolección, Celestine pasó las palmas de sus manos sobre su cara y a través de su
enredado cabello rojo rizado. Estaba tan cansada. Apenas había pegado un ojo anoche.
Los pensamientos sobre Nick Swan la habían mantenido despierta. Aunque sabía que
había tomado la decisión correcta dejando la casa de Tess después del sexo en la ducha
con Nick, no quería decir que se encontrara más a gusto en su casa.
Celestine miró alrededor del patio delantero de la casa alquilada que ella ocupaba.
Lucía vacía y deprimente. Si la casa fuese suya, habría pintado la reseca y descascarada
madera y habría plantado un jardín bonito. Pero como ella no poseía la antigua casa de
tres dormitorios donde vivía, no tenía que preocuparse por eso. Era meramente una
residencia temporal hasta que pudiera permitirse algo mejor. Lo que sea que eso fuera.
La vida tenía que mejorar tarde o temprano.
―Sí, claro, eterna optimista, ―masculló cínicamente para sí misma.
Celestine recordó el ruido que había escuchado anoche. ¿Qué había sido? Traqueteo,
colisión y raspadura. ¿Lo había imaginado? No lo creía dado que los pensamientos sobre
Nick la habían mantenido inquieta y dando vueltas toda la noche y no había dormido lo
suficiente como para soñarlo. Miró a su alrededor. Nada tenía la apariencia de haber sido
movido. Nadie había venido mágicamente y sacado las abundantes malas hierbas del
jardín ni había arreglado la grieta en los escalones. Probablemente sólo había sido el gato
del vecindario merodeando. Aún así, Celestine se había levantado varias veces en la
noche, tratando de averiguar de dónde había salido el ruido. Pero cuando no vio nada,
había vuelto a la cama cada vez, extrañada.
Celestine no era del tipo nerviosa. Ella podía vivir sola muy felizmente y no
sobresaltarse cada noche por cualquier sonido. Pero anoche había sido inusual. Aún
nada parecía fuera de sitio o anormal. Excepto la acumulación de chatarra de automóvil.
Se vería anormal en el lugar más extraño como si fuera simplemente ese tipo de coche.
No encajaba en ninguna parte. Pero entonces, nadie quería adueñarse de él, así que tal
vez ellos estaban emparejados. Celestine miró a la fea bestia de metal que todavía estaba
estacionada bajo la cochera abierta, como si tuviera todo el derecho de estar allí y se
movería sólo si quisiera.
Celestine estaba a punto de darse la vuelta para entrar a su casa cuando vio una
furgoneta blanca dirigiéndose hacia arriba por su calle. Celestine dejó caer la cabeza
hacia atrás cansadamente. Conocía el ute 11. Lo había visto ayer mismo. Sabía quién era

11
Sport Utility Vehicle: vehículo utilitario deportivo.

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el conductor. Nick Swan. Ella no estaba realmente sorprendida. Él no era el tipo de


hombre que se daba por vencido fácilmente. El constante latido apagado entre sus
muslos le recordaba eso.
―Estupendo, ―masculló para sí misma con frustración. Él era la última persona que
quería ver. Su declaración de amor estaba todavía repitiéndose en su mente. Se decía a
sí misma que no quería decir nada, que sólo fueron palabras que habían sido lanzadas
afuera. Sí, correcto…
Nick Swan sonreía mientras caminaba hacia donde Celestine estaba parada mirándolo
cautelosamente. Él miró la pálida piel expuesta de sus piernas, sus bonitos boxers de
raso y la palabra “bésame” que estaba escrita directamente debajo de un sapo verde de
apariencia vivaz con una corona que adornaba el frente de su camiseta púrpura. Nick miró
directamente a los cansados ojos azules de Celestine Holt. Esos ojos disparaban una más
que definitiva advertencia.
―Buenos días, bebé, te ves terriblemente linda.
Ella miró y tuvo la impresión de que la mierda y la adulación iban a conseguir que este
hombre ahora mismo tuviera lo que él quería.
―¿Qué estás haciendo aquí? ―Era una pregunta estúpida pero era una que sentía
que tenía que formular. Sabía que él estaba allí para embromarla y tentarla hasta que le
ruegue que la tomara. Celestine suspiró. Ella nunca había sido así de fácil o transparente
antes.
―Le pregunté a Tess donde vivías. ―Nick miró las palabras en su camiseta.
Bueno, por supuesto, Tess le había dicho donde vivía. Los pesados mejores amigos
tenían cosas como esas.
―No lo había contemplado, ―Celestine le advirtió mientras empujaba algunos rizos
rojos enredados hacia atrás de su cara. Lo último que quería era que Nick Swan pensara
que ella estaba invitándolo a besarla. Eso sólo conduciría a aplastar su cuerpo contra el
suyo e intercambiar beso con beso mientas lentamente se desvestían y… ¡ya! ¡No vayas
por ahí! ―¿Qué quieres? ―El pie descalzo de Celestine golpeaba ligeramente,
impacientemente, esperando su respuesta. Él estaba vestido con ceñidos vaqueros viejos
y botas. Se veía caliente y masculino pero ella estaba decidida a no caer otra vez, sin
embargo.
Nick sonrió ante su obvia impaciencia. Celestine Holt era una mujer difícil de seducir
cuando estaba malhumorada.
―Y es bueno verte también, Celestine. Estaba pensando…
Las palabras de Nick fueron cortadas a mitad de la frase porque un sonido como un
disparo pasó zumbando por sus cabezas. ¿Un disparo? Nick y Celestine se miraron con
la boca abierta por la sorpresa. Cuando otro disparo mordió la tierra entre sus pies, Nick
reaccionó rápidamente y tiró a Celestine al suelo.
―¿Qué…? ―Celestine jadeó cuando golpeó el suelo duro con el cuerpo de Nick
cubriendo el suyo. Oyó el fuerte sonido del disparo y luchó por levantarse para ver lo que
estaba ocurriendo. Pero estaba atrapada y no había forma de poder mover el peso de
Nick.
Nick miró rápidamente alrededor para ver de dónde estaban saliendo los disparos.
Celestine se retorcía debajo de Nick. Su polla yacía dura en la cuna de sus muslos y
era claramente obvio que ella no estaba usando un sostén. Eso provocaba que sus
pechos desnudos estuvieran rozándose a través del delgado algodón entre sus pechos.

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Una oleada de calor la inundó. Estupendo. Estaban corriendo peligro y ella se excitaba
por el hombre que descansaba encima suyo. Sin embargo, en su defensa, Celestine
desafiaba a cualquier mujer a estar debajo de Nick Swan y no excitarse. No es que ella
vaya a permitirle a cualquier mujer tener a Nick hasta que estuviera lista para renunciar a
él.
El sonido de las llantas de un coche chirrió agudamente cuando un último disparo
rompió la suciedad al lado de ellos haciendo que Celestine agradezca la protección que
Nick le ofrecía. Eso fue dulce y atento y un montón de otras cosas acerca de las que ella
no quería pensar en caso de poder tentarse a volver a usar la palabra con “A” sin
pensarlo.
Todo había ocurrido tan rápidamente. Se dio cuenta de que mientras ella estuvo
protegida, Nick no. Un indicio de alarma atravesó su cuerpo. ¿Y si Nick hubiera resultado
herido? Celestine pasó sus manos rápidamente hacia abajo de su espalda y sobre su
culo. Ni sangre ni agujeros de bala, sólo hermosa carne masculina.
―¿Estás bien?
Nick miró a la mujer debajo suyo.
―¿Preocupada por mí, bebé? ―Nick le sonrió a Celestine.
―No, eres lo suficientemente grande y peligroso como para valerte por ti mismo.
Nick le sonrió. Las manos de Celestine todavía estaban sobre su culo.
―¿Manoseándome entonces? Si es así, por supuesto que continúa.
Sus manos se alejaron rápidamente de su cuerpo. Bueno, tal vez ella había estado
haciendo eso después de que su preocupación inicial por su bienestar se había resuelto.
Parte de eso era su culpa por yacer arriba de ella de esa manera. Naturalmente sus
hormonas reaccionarían mientras ellas se lo propusieran. Caramba, eso era simplemente
natural. Eso es todo, culpa de la Madre Naturaleza.
―No, sólo pensé que si murieras encima de mí quedaría atrapada para siempre.
―Tú ya estás atrapada, Celestine Holt ―murmuró Nick, mientras sus labios
ligeramente rozaban los suyos.
Oh no, ella no quería estar sintiendo nada relacionado con este hombre. Él significaba,
añadía y prometía peligro. El sexo era una cosa, la emoción era otra. No valía la pena
confundirlos. Querer y necesitar no eran parte de sus planes en este momento.
―¿Vas a quitarte de encima de mí? ―Ella dijo entre dientes furiosa, intentando
empujarlo lejos suyo. Pero él era un hombre grande que no podía ser empujado
fácilmente.
Nick no tenía ninguna prisa para levantarse. Sabía que el peligro había pasado. Pero le
gustaba estar arriba de Celestine. Acomodó su cuerpo ligeramente para aliviar una parte
del peso sobre ella.
―Alguien acaba de pasar en un coche disparando un arma hacia nosotros.
―¿De verdad, Nick? Nunca habría llegado a esa conclusión por mí misma. ―Celestine
se retorcía debajo de él para liberarse.
―Si te estás retorciendo debajo mío para excitarme puedo decirte que funciona.
―¡Quítate de mí! ―Celestine gritó. ―Ahora tú eres el que está tratando de
manosearme.
―Tú lo hiciste, ¿así que por qué yo no? ―Nick la miró sorprendido. ―¿Estás
ruborizada?

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―No… como si… ―Este hombre podía tentarla y confundirla como el infierno.
―Bueno, bien… ―Nick rodó y se puso de pie. ―Estaba tratando de protegerte.
El cabello de Celestine estaba revuelto salvajemente alrededor de su cabeza en una
masa de salvajes rizos rojos cuando ella tambaleó sobre sus pies.
―¿Protegerme? ¿Así es como lo llamas? ―Ella sacudió el pasto de su camiseta y
abofeteó las manos de Nick de sus pechos cuando él intentó quitar restos de pasto
inexistentes. ―¿De qué diablos se trata esto?
―Se trata de amor, bebé.
―No estoy hablando de eso. ―Ella en realidad no pensaba nunca hablar de eso. Era
un tema bloqueado. ―Estoy hablando de los disparos. ―Celestine puso distancia entre
ella y Nick. Demasiado manoseo inducía a más demasiado manoseo. ―¿A quién has
cabreado que decidió dispararte algunos tiros al azar?
―¿Por qué serían para mí?
―Bueno, no fueron para mí.
―Ya veo, está diciendo que eres demasiado dulce para disgustar a alguien.
―Malditamente cierto. ―Nick no necesitaba saber la lista de personas a las que
Celestine había cabreado en su vida.
Nick miró detrás de ellos hacia su coche. Sus ojos se fijaron en éste. Se acercó y tocó
un lugar justo por encima de la placa con la matrícula en la parte de atrás.
Celestine lo siguió para ver lo que estaba mirando. Vio un limpio agujero en su pintura.
―Es el agujero de un balazo con seguridad. ―Si Nick hubiera dudado de lo que
acababa de presenciar, ésta era la prueba de que algo estaba definitivamente mal. Su
cara se arrugó por la preocupación. ¿Por qué alguien le dispararía a cualquiera de ellos?
O mejor dicho, ¿por qué le estaba disparando alguien a Celestine?
Celestine empujó a Nick a un lado de su camino para mirar el daño.
―Ese bastardo le disparó a mi coche. ¡Él va a morir! ―Aunque el coche fuera
temporal, nadie le disparaba a su coche y se marchaba sin más. Pero en este caso lo
hicieron, pensó Celestine con furia, sintiéndose repentinamente impotente. Éste no era un
sentimiento con el que ella se encontrara a gusto. La impotencia no funcionaba para ella.
Aunque desde el encuentro con Nick Swan eso parecía ser algo que ella estaba
experimentando mucho.
―Esa no es la única cosa que le han hecho. ―Nick señaló el destrozo en la ventanilla
izquierda de la parte de atrás, del lado del pasajero. ―¿Hubo algunos disturbios inusuales
por aquí anoche? ―Nick le preguntó mientras examinaba la modesta casa de madera,
con su pintura descascarada y sus desvencijadas escaleras delanteras.
Celestine lo miró pensativamente. Tal vez no fue un gato lo que ella pensó que
escuchó anoche. ¿Pero por qué querría alguien destrozar maliciosamente su coche? ¿No
parecía como si él ya hubiera tenido una vida lo suficientemente dura? Y no era que ella
mantuviera cualquier cosa de valor adentro.
―¿Entonces, por qué alguien está disparándote? ―A Nick no le gustaba eso en
absoluto.
Celestine miró a Nick incrédulamente.
―¿Disparándome? ¿Por qué piensas que es a mí?
―Es tu casa.

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―Y tú caíste sin avisar. Alguien pudo haberte seguido y quiso dispararte.


―Pero tu coche es el que ha sido atacado.
―Eso no quiere decir que tenga nada que ver conmigo. ―Bueno, ese era un buen
punto pero ella no quería que esto sea su problema. Tenía suficiente con lo que tratar
para agregar personas queriendo dispararle. ―Y todo esto comenzó a ocurrir cuando te
conocí.
―Si no te importa mirar en retrospectiva, Srta. Holt, alguien intentó arrebatarte el coche
ayer, por lo que creo que esto tiene todo que ver contigo.
¡Maldición! Nick posiblemente podía estar en lo correcto. Celestine recordó el incidente.
Hubiera querido creer que sólo fue un loco un poco drogado que pensaba que el coche
era digno de robar. Pero ahora, a consecuencia de esto, estaba comenzando a
preguntarse si había algo más que eso. Pero esto era una locura. Su vida era aburrida. A
las personas aburridas no les disparaban, ¿verdad?
¿Por qué Nick la estaba mirando de manera tan extraña?
―¿Qué?
―Sólo estaba preguntándome si eres una espía, Celestine Holt. ¿Es por eso que
alguien te está disparando?
―Sí, seguro, soy una espía. Vivo en Everton Park en una vieja casa decrépita para
encubrirme. Soy una maestra del disfraz y todavía no has visto mis otras facetas. ―En
más de una manera, pensó Celestine. Sin embargo, dejando los pensamientos sobre Nick
Swan a un lado, tan imposible como esto parecía, ¿qué diablos estaba sucediendo aquí?
De acuerdo, Celestine sabía que ella no era una de las personas más amables del
planeta pero ¿por qué alguien le dispararía? Tal vez si el fuego hubiera estado dirigido a
su buzón de correos o para robar su periódico del fin de semana ella podría haberlo
comprendido ¿pero balas reales que podrían matarla? Miró a Nick Swan. Aparte de sexo
con Nick, no sabía nada acerca de este hombre. Él podría haber sido el objetivo. Él podría
estar trayendo el peligro a su puerta.
―Todavía pienso que podrían haber estado disparándote a ti, hombre luz de luna.
Nick le sonrió por como lo había llamado.
―¿Por qué alguien me dispararía? Soy absolutamente amable. Tú sabes eso
demasiado bien, bebé.
Celestine bufó alto por su exagerada opinión de sí mismo. Que él tuviera razón era una
cosa, que lo dijera era molesto.
―¿Qué hay acerca de una novia enojada? Debes tener alguna así acechando
alrededor.
―Nunca ninguna quedó molesta después de estar conmigo. Todas mis ex novias
todavía me aman, ―Nick le contestó cautivadoramente, mientras le sonreía con la sonrisa
más deslumbrante.
―Discúlpame mientras vomito. ―El hombre era excéntrico, eso era seguro.
―Vomita más tarde. Necesitamos llamar a la policía. ―le dijo Nick.
Celestine sabía que eso era lo correcto ¿pero en qué terminaría esto? Pudo haber sido
simplemente un tiroteo aleatorio desde un coche. Por supuesto, este era un barrio de
propiedades rentadas en Everton Park de Brisbane y no en Detroit de los EEUU. Aún así,
el crimen podría ocurrir en cualquier parte. Por eso es que los estadistas iban de un lado a
otro asustando a las personas con estadísticas del crimen. Pero ella aún no podía asumir

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el hecho de que alguien quisiera lastimarla. Seguro, el sucio hombre rubio de ayer había
intentado robar su coche pero en verdad no la había lastimado. Pero entonces Nick había
llegado antes de que cualquier cosa hubiera ocurrido. Vale… ese era un pensamiento
espeluznante. ¿Qué hubiese ocurrido si él no hubiera llegado? A pesar de su
bravuconada, Celestine sabía que a ella le habría costado mucho trabajo luchar en contra
de ese hombre. Miró a Nick. Él estaba llamando a la policía.
―Mejor me voy a cambiar. ―No quería estar tratando ya sea con Nick o con la policía
en pijama.
―Creo que te ves linda en pijama. A pesar de que desnuda también está bien para mí.

Después de que la policía se había ido, Celestine había esperado que Nick Swan se
fuera también. Pero él no había hecho ningún intento de moverse del medio de su sala de
estar mientras miraba alrededor de la casa examinando. Ella sabía lo que él estaba
pensando. El lugar era patético. Aparte de un muy maltratado y viejo sofá genovés de los
años cincuenta, un sillón larguirucho y una caja de embalaje de madera con una vieja
televisión en blanco-y-negro, no había nada en la habitación, excepto varias pilas de libros
pulcramente apiladas contra una de las paredes.
―¿Optando por una apariencia minimalista? ―Nick se admiró de la falta absoluta de
mobiliario en la habitación. ―Así que, o no eres partidaria del mobiliario, o estás sin un
peso. ―Él sospechaba que los otros cuartos de la casa estaban en las mismas
condiciones.
―Sería la opción número dos.
―Cuénteme sobre eso. ―Sus ojos estaban llenos de genuina preocupación.
―Es una larga historia, aburrida, sin final feliz.
―Igual quiero oírlo, bebé.
Celestine se mordió los labios y miró a Nick Sawn. Él estaba mirándola como si
realmente le importara. Ella suspiró con cansancio.
―Mi ladrona compañera de piso, Julia Bailey, robó todo lo que poseía y luego tomó el
dinero y escapó. Tenía algunas cosas agradables también. Por esa razón Julia lo tomó.
Empeñó cualquier cosa que pudo acarrear afuera de la casa. ―Celestine todavía podía
recordar el día que había llegado a casa después del trabajo para encontrar el lugar
vacío. ―Luego, para colmo, averigüé que ella tenía mi número de tarjeta de crédito y que
utilizó mi crédito hasta el límite.
―¿Por qué lo hizo? ―Nick estaba horrorizado pero sabía mejor que mostrarle lástima
a esta mujer.
―Te diría que fue porque es una perra ambiciosa pero estoy un poco agotada en lo
que se refiere a ella. ―En realidad “agotada” no le hacía honor. Celestine quería
encontrar a Julia Bailey y estrangular a la mujer. Esa no era una respuesta enteramente
racional pero sin embargo, la haría sentirse mejor. ―De cualquier manera, lo poco que
ella dejó lo vendí para cancelar las deudas que acumuló bajo mi nombre. Algún día
después de que todas las deudas estén pagadas, me recuperaré y volveré a la
normalidad. ―Celestine exhaló una profunda respiración. Un día… ¿cuándo sería eso?
Ella parecía avanzar dos pasos y retroceder diez en su progreso hacia la meta que había
establecido.
―¿Entonces cómo has estado viviendo?

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No había necesidad de hacerle saber que se había gastado sus últimos dos dólares y
que la entrevista de trabajo que había tenido ayer no había producido ningún resultado.
Podía sentirse patética pero Celestine no quería aparentarlo. Ella tenía su orgullo. Si no lo
hiciera, habría recurrido a su engreída hermana Grace y le habría pedido prestado algún
dinero. Y eso no iba a ocurrir nunca. Más bien se pasearía desnuda por Queen Street
Mall12 antes de hacer eso.
―He estado haciéndolo bien.
Nick conocía una mentira cuando la oía.
―Tess es una buena amiga.
Celestine podía ver que Nick estaba concluyendo de por qué ella había estado
hospedándose en la casa de Tess.
―Sí, lo es. ―La forma en que Nick la estaba mirando la hacía querer treparse en sus
brazos y llorar. Había estado conteniendo tanto adentro suyo durante tanto tiempo que
Celestine estaba asustada de comenzar a llorar y no detenerse. ¿Pero que lograría con
eso aparte de una cara hinchada sorbiendo por la nariz? Se tragó el repentino nudo en su
garganta. No necesitaba compasión. Necesitaba controlarse.
―Has estado pasando por mucho. ―Nick quería sostenerla en sus brazos y aliviar
algo del dolor.
La simple forma en la que él dijo eso y la manera en la que la miraba, tan dulce y
cariñosa, le hacía querer ceder al deseo y llorar. Añadiendo a eso el hecho de que le
habían disparado y que la policía estaba preocupada de que el tiroteo y el robo del coche
estuvieran conectados, ella estaba sintiéndose muy vulnerable en este momento. La
vulnerabilidad no era una emoción que a Celestine le gustara, después de todo. Se
preguntaba cómo sería tener a alguien con quien poder llorar y sentirse confortada. Ella
no había tenido eso en mucho tiempo. No desde que sus padres murieron, e incluso
entonces, nunca se había sentido completamente reconfortada. Sus padres lo intentaron
pero ellos no eran buenos amando a las personas. Celestine y su hermana Grace eran
iguales. A la familia Holt simplemente no se le daban muy bien las emociones. Debido a
eso, ella no esperaba consuelo y se había endurecido a sí misma. Pero de cuando en
cuando se preguntaba cómo se sentiría eso.
―Pues bien, sobreviví sin embargo. Y seamos realistas aquí. Tú en realidad sólo
necesitas una silla para sentarte. ―Celestine tenía dos. Ninguna buena calidad pero
estaba muchísimo mejor que algunas personas. Siempre que un ataque de
autocompasión empezaba, se recordaba a sí misma de ese hecho.
―La experiencia es un duro maestro.
―El peor y las lecciones apestan. ―Y Celestine no quería nada más de eso pero
simplemente parecían seguir llegando. Ella había leído en alguna parte que existía ese
principio kármico por el que uno continuaba viviendo una y otra vez con los mismos
patrones hasta que lograba hacer lo correcto. ¿Seguramente ella tenía que haber hecho
algo bien a estas alturas? Y si no, ¿por qué el karma simplemente no la dejaba en paz y
le decía qué estaba haciendo mal y cómo podría arreglarlo?
―No le permitas endurecerte, bebé.
―Ya lo hizo. ―Y eso es lo qué le asustaba a Celestine, llegar a ser una vieja
amargada demasiado dura para realmente hacer algún intento decente de ser suave y
cariñosa.
12
Es un centro comercial en Queen Street, en el centro de la ciudad de Brisbane, Australia.

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―No, todavía eres suave donde tiene importancia.


Celestine contempló a Nick. Por un momento casi le creyó. Pero ella tenía mejor
criterio. No era la misma mujer que doce meses atrás. Su nivel de confianza era casi
inexistente. No esperaba nada de la gente. En lo que respecta a Nick Swan, no sabía
dónde estaba parada con él. Físicamente él la tenía pero emotivamente ella estaba
demasiado asustada para presionarlo.
―¿Así que dónde vas a quedarte? ―le preguntó Nick, esperando la historia que él
sabía que ella iba a inventarse. ―¿Asumo que con Tess?
La policía le había aconsejado a Celestine por su propia seguridad que se mudase de
su casa y fuera a vivir a otro lugar con amigos o familiares. Sin embargo, Celestine estaba
poco dispuesta a forzarle su presencia a la recién comprometida Tess, incluso sabiendo
que Tess insistiría en que lo haga. Además, si ella fuera un blanco como la policía parecía
pensar, no quería llevarle problemas a Tess.
―Me quedaré con mi hermana, Grace, en St. Lucia, ―Celestine mintió, mirando a Nick
fijamente a los ojos. Él no necesitaba saber que ella y Grace se odiaban y no se habían
visto durante meses. La última vez que lo hicieron, se habían agarrado a golpes por algún
recuerdo trivial de la infancia. En realidad no habían estado peleando por eso. Era algo
más profundo que ninguna de ellas realmente quería aceptar.
Nick sabía que Celestine le había prometido a la policía que se quedaría con amigos.
Pero Nick tenía la sensación de que ella no tenía la intención de mudarse. Lo podía ver en
el testarudo brillo de sus ojos azules.
―¿Tienes una hermana en St. Lucia? ―Le dijo, repitiendo las palabras mientras
miraba directamente a sus claros ojos azules. Él sospechaba que estaba mintiendo pero
no podía estar seguro. Había descubierto que ella era muy hábil ocultando sus
sentimientos. ―¿Te llevas bien con ella?
―Honestamente te puedo decir que Grace y yo tenemos profundos e invariables
sentimientos hacia la otra. ―Celestine sabía que su mutua aversión era profunda e
invariable. Nunca se habían entendido y ella dudaba de que eso alguna vez cambiara.
Sólo podía imaginarse el cuidadosamente maquillado rostro de Grace si ella llegara
esperando quedarse en su casa. Grace nunca le prohibiría la entrada pero sería
condenadamente incómodo para las dos.
―¿Así que estarás bien?
―Seguro. ―La falsa bravuconada era siempre la forma de salir.
Nick sacudió la cabeza y sonrió.
―Mentirosa.
―No me conoces lo suficiente como para llamarme así.
―Te conozco más que suficiente. ―Nick la miró significativamente. ―Estoy aquí por si
me necesitas, bebé.
Ella lo necesitaba ahora pero también era malditamente testaruda para admitirlo. Ella
podría, como siempre, arreglarse con sus propios recursos. Era menos doloroso de ese
modo.
―No necesito a nadie y no quiero sexo en este momento. ―Esa era una mentira a dos
voces. Pero las mentiras por auto-conservación eran aceptables en estas circunstancias.
―No estoy sólo ofreciendo mi cuerpo para sexo. ―Nick tendió sus brazos para
Celestine, alentándola para que entrase en ellos.

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Sería tan reconfortante meterse en sus brazos y colapsar contra su fuerte pecho. ¿Pero
dónde la dejaba eso? Ella necesitaba… ¿qué diablos necesitaba? Necesitaba que él se
fuera antes de que se volviera toda sensiblera encima suyo.
―Deberías irte. ―Celestine observó cómo Nick dejó caer sus brazos. No parecía
asombrado por su reacción. Ella tenía la escalofriante sensación de que él sabía
realmente más sobre ella de lo que ella pensaba. Eso era peligroso.
―Estoy disponible en cualquier momento para ti, bebé.
Si ella no supiera nada más, Celestine sabía que éste era un hombre que cruzaría a
nado el mar rugiente y treparía la montaña más alta si ella se lo pidiera. ¿Pero era lo
suficientemente valiente para pedírselo? La respuesta era no. Ella se las apañaría más o
menos como siempre lo hizo.
―No vas a pedir ayuda, ¿verdad?
―No.
―¿Vas a quedarte con tu hermana?
―Sí.
―¿Y tú me amas?
―Tienes que ser más rápido que eso para pillarme, hombre luz de luna.

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CAPÍTULO 05

Celestine gritó cuando el hombre apareció a través de su ventana. Saltó afuera de su


cama y agarró el bate de criquet al lado de su vieja cómoda, lista para derribar al intruso.
Ella no era una víctima debilucha y haría todo lo posible para que él la viera así. Celestine
alzó el bate por encima de su cabeza y apuntó al blanco en la tenue luz de su dormitorio.
―Sabía que todavía estarías aquí. ―La voz de Nick salió de la oscuridad. ―Me dijiste
que te quedarías en la casa de tu hermana. Eres una puñetera mentirosa, Celestine Holt.
―¡Maldito seas! ―Celestine le gritó mientras balanceaba el bate de criquet lejos de
Nick. Había estado terriblemente cerca de golpearlo en la cabeza. Tenía los nervios de
punta por el tiroteo y no necesitaba que Nick Swan apareciera por la noche para asustarla
ridículamente. Había estado preparada para sacar a golpes al intruso. El tiroteo la había
asustado más de lo que estaba dispuesta a admitir. Y mientras más pensaba acerca del
robo del coche, más segura estaba de que no fue ninguna coincidencia. Pero otra vez,
¿por qué a ella? ¿Y por qué Nick estaba trepando por su ventana? ¿No le había dejado
ya lo suficientemente claro que no lo quería? ¿Qué más tenía hacer? ¿Interpretar una
canción y bailar?
―Tienes una mierda de seguridad aquí. ―Nick veía a Celestine parada desnuda en un
rayo de luz de luna y quedó cautivado.
Celestine bufó indignada por sus palabras.
―Pues bien, tú no deberías estar entrando por la fuerza. Las personas normales no se
trepan por las ventanas de las personas sin anunciarse. Tocan el timbre de la puerta y
esperan ser invitadas a entrar.
Nick le sonrió de un modo encantador.
―Yo no soy normal.
―¿De verdad, Nick? Estoy tan impactada de oírte decir eso, ―Celestine le respondió
cínicamente.
―De cualquier manera, ¿me habrías invitado a entrar?
―En este momento habría ignorado el timbre de la puerta.
―Por esa razón usé la ventana. ―Nick comenzó a quitarse la ropa. Él tenía planes
más concretos con Celestine. ―Quería verte, bebé . ―Bajó la cremallera de sus
vaqueros y se los quitó. ―Y aquí estás, desnuda y sosteniendo un bate de criquet… muy
sexy.
Celestine miró al ahora desnudo Nick. ¿Qué pasaba con este hombre? Su polla
siempre parecía estar en un constante estado de excitación. ¿Eso era normal? Ya estaba
saltando arriba dura y gruesa contra su estómago. Su coño se humedeció por
simplemente mirar su polla. Ella arrojó el bate al piso.
―Hace calor y este es mi dormitorio así que puedo estar desnuda si quiero.
―Celestine se relamió los labios cuando miró su polla. En un montón de formas era más
que fascinante que este hombre tuviera una polla que siempre estaba lista para actuar.
―¿Siempre tienes una erección permanente?
―En primer lugar, no tengo absolutamente ninguna objeción a que estés desnuda, de
hecho insisto en eso, ―Nick le contestó mientras se le acercaba. ―Y en segundo lugar,
simplemente verte me pone duro.

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Ok, Celestine tenía que admitir que eso fue dulce y adulador, y la respuesta correcta.
Aún así, sospechaba que este hombre probablemente se encendería como una bombilla
al pensar en tener sexo con cualquier mujer. Sin embargo reconocía que ella era mejor
que simplemente cualquier mujer.
—No estoy de ánimo para una de tus cabalgatas a la luz de la luna. —Otra mentira con
la que lidiar el día del Juicio.
Nick se detuvo delante de ella y colocó suavemente las manos sobre sus hombros
tensos.
—Puedo cambiar tu estado de ánimo.
Celestine no lo dudó ni por un segundo. El afectuoso masaje de sus manos y la
caliente vara de su polla en contra de su estómago le aseguraban que él tenía razón
acerca de su habilidad para cambiarle el estado de ánimo.
—No necesito esto, Nick. —Lo necesitaba desesperadamente. ¿Pero esto era todo lo
que tenía con Nick? ¿Sexo? Ella pensaba que estaba enamorándose de él pero ¿era
simplemente el sexo lo que la hacía pensar eso? ¿Cómo hacían las otras personas que
tenían relaciones y no se implicaban? ¿Y por qué incluso ella pensaba que un par de
revolcones con Nick constituía una relación?
—Tú no sabes lo que necesitas. —Las manos de Nick acariciaron suavemente los
montículos hinchados de sus pechos. Sonrió cuando Celestine gimió suavemente. Él
sabía cuáles eran sus debilidades. —Estás confundida y en peligro. También estás siendo
testaruda y obstinada como el infierno permaneciendo en el único lugar que los policías
dijeron que no deberías. Eres un dolor en el culo con quien tratar, Celestine Holt.
—Si estás tratando de engatusarme, Nick Swan, déjalo. —Celestine empujó sus manos
contra su pecho. Ella lo deseaba. ¿Cuándo diablos se había vuelto tan necesitada?
Nick levantó a Celestine en sus brazos y la dejó caer sobre la cama. Miró a su
alrededor en la penumbra.
—¿Qué estás haciendo? —Celestine encendió una luz cercana al lado de la cama para
observarlo. Un desnudo Nick Swan era una cosa fascinante.
—Estoy buscando algo para atarte eventualmente. —No había mucho en su dormitorio.
Como el resto del mobiliario de su casa era escaso. Él agarró un calcetín y un sujetador
que estaban tirados sobre una silla cercana.
Celestine se incorporó sorprendida. ¿Atarla? ¿Estaba bromeando? ¿Y si él estuviera
solamente bromeando por qué repentinamente se había sentido desilusionada con ese
pensamiento?
—¡Tú no vas a atarme! —Ella intentó gatear fuera de la cama. Ok, Celestine había
fantaseado con alguien que la atara para tener sexo con ella pero la fantasía no era tan
espeluznante como la realidad. Ella quería que Nick hiciera eso pero la pérdida del control
la asustaba.
—Lo disfrutarás, bebé. —Nick se unió a ella en la cama. Comenzaron a luchar. Al final
Nick se sentó a horcajadas sobre Celestine y la mantuvo sujeta mientras enrollaba el
sujetador sobre una de sus manos que se agitaban salvajemente. —Aséstame un
puñetazo y no te haré correr.
Celestine sabía que iba a ser amarrada a pesar de cualquier lucha que ella impusiera.
Nick era más grande y más fuerte. Sin embargo, luchar con Nick sentado a horcajadas e
inclinándose sobre ella para atarla era salvajemente excitante. El cuerpo de él se rozaba
por todos lados contra el suyo, haciéndola retorcerse por la anticipación de lo que iba a

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hacerle. El pensamiento de esa polla adentro suyo haciéndola correrse la hizo vacilar
momentáneamente antes de atacarlo otra vez. No quería que el piense que ella era tan
fácil de doblegar.
—¡No quiero esto! —Una de sus manos estaba atada por encima de su cabeza al listón
de madera en la cabecera de su cama.
—Sí, quieres. —Nick envolvió el calcetín alrededor de su otra mano. —No me digas
que nunca has imaginado a un hombre haciéndote esto. —Aseguró su otra mano por
encima de su cabeza.
Sí, Celestine lo hizo pero realmente nunca soñó que se haría realidad. A ella
interiormente le gustaba la idea de ser totalmente incapaz de detener cualquier cosa que
este hombre pudiera hacerle. Sólo sus piernas permanecían libres.
—¿Me dices que supuestamente estoy confundida y en peligro, y a pesar de eso me
estás atando?
—Es por tu propio bien. —Nick se acostó al lado de ella, acariciando con su mano la
parte de arriba del interior de su pierna. Sintió el temblor que corrió a través del cuerpo de
ella.
—¿Cómo es eso? —Las manos de Nick eran tan fuertes y aún así suaves mientras la
acariciaba. Tal vez esto era por su propio bien.
—Necesitas relajarte. —Las manos de Nick alcanzaron el lugar al que se estaba
dirigiendo. Acarició los rizos mojados entre sus piernas suavemente.
Celestine se relamió los labios hambrientamente.
—¿Cómo puedo relajarme cuando estás tocándome de esa manera? —Sus piernas se
abrieron más amplias con mutuo acuerdo.
—¿Cómo te estoy tocando? —Le preguntó Nick con voz ronca mientras sus dedos
empujaron a través de los rizos para deslizarse dentro de los pliegues.
—Ya sabes… —Celestine gimió.
—¿Te gusta esto?
—Sí… —A ella le gustaba cualquier cosa que este hombre le hiciera. Las manos de
Nick se deslizaron hacia arriba de su cuerpo masajeando suavemente. —¡Vuelve atrás! —
Quería sus dedos sobre su clítoris y adentro suyo. Estaba ansiosa por él.
Nick se rió ante la desesperación en su voz.
—Oh, regresaré, bebé. —Sus manos ascendieron sobre la suave piel de su caja
torácica. —¿Qué quieres que te haga?
—Lo que sea… —Celestine gritó suavemente. El hecho que ella no tuviera control y no
pudiera tocarlo con sus manos sólo intensificaba su placer.
Nick sonrió abiertamente cuando Celestine se contorsionó debajo de sus manos.
—¿Confías en mí? —Sus ojos se fijaron en los de ella.
Celestine podía ver que la respuesta era tan importante para Nick como lo era para
ella.
—Sí. —La sonrisa que él le devolvió valió la pena la respuesta. Era la clase de sonrisa
que la hacía querer hacer cualquier cosa por Nick.
—Bien. —Los dedos de Nick comenzaron a subir por la curva de su pecho.
—Chúpame… —Celestine necesitaba su boca sobre ella ahora.
—¿Dónde?

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—En cualquier parte… —no tenía importancia siempre que su boca estuviera sobre
ella.
Nick se inclinó y lamió un pezón rosado.
—Oh, Nick… —Celestine jadeó mientras succionaba su pecho. A ella le encantaba
cuando él la chupaba así.
Nick siguió chupando mientras rodaba entre sus piernas abiertas.
Celestine empujó sus piernas hacia arriba con sus rodillas dobladas y ampliamente
separadas para permitirle acceso completo.
—Te deseo tanto, bebé. —Nick frotó su cuerpo lentamente hacia arriba y abajo en
contra del de ella mientras lamía sus pezones.
Celestine quería esa polla dentro de ella ahora.
—Por favor tómame, Nick…
—¿Quieres que te folle?
—Sí, por favor… quiero tu polla adentro mío ahora, —Celestine jadeó bajo el ataque de
su lengua sobre sus pechos.
—¿Ahora mismo, bebé?
—Sí.
—Yo creo que necesito un trago de agua… Nick se alejó de entre sus piernas.
—¿Tú qué? —Celestine pegó un gritó. Éste no era el plan. El plan era para que él esté
dentro de ella ahora. ¡Ella lo necesitaba ahora, maldita sea!
—No puedes esperar un poco ¿verdad? —Nick salió de la habitación.
—¡Bastardo! —Celestine se retorcía de frustración. Ni siquiera podía tocarse el clítoris
para aliviar la necesidad dolorosa dado que sus manos estaban atadas. Y después de la
única lección de yoga que había asistido con Tess, no había forma de que pudiera ser lo
suficientemente flexible como para poder usar bien los dedos de sus pies. Pero desde
luego, el hombre sabía eso. La había dejado deseosa. Pero si ella estaba deseosa,
entonces él también. —¡Nick! ¡Vuelve aquí! —Le gritó pero no hubo respuesta. Celestine
gritó otra vez.
Nick apareció. Sonriendo.
—Un poquito tensa, ¿no?
—Por como se ve tu polla yo diría que no soy la única. —Su polla sobresalía como un
palo en contra de su estómago. Ella miró la botella en su mano. —¿Qué tienes ahí?
—Había esperado que tuvieras crema batida en el refrigerador pero lamentablemente
no tienes. —Nick se subió a la cama al lado de ella. —Así es que decidí que si no puedo
lamer crema de tu cuerpo entonces debería masajearlo. —Nick quitó la tapa de su loción
para el cuerpo con fragancia a almendras y vertió un gran chorro sobre su estómago.
La fría crema hizo saltar a Celestine. Las manos que esparcían la crema la hicieron
gemir suavemente. Nick lentamente masajeó la crema sobre su estómago. En lugar de
continuar hacia arriba de sus pechos, Nick se desvió hacia el sur y comenzó a masajear la
crema por sus pies y piernas.
—¿Estás tratando de matarme?
—No, estoy tratando de hacer que me ames.
Demasiado tarde, ella ya estaba allí. Nick untó la crema en el interior de sus muslos y
Celestine los abrió aún más en invitación. Pero Nick evitó el área que necesitaba su

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urgente atención. Él, sin embargo, pasó a sus pechos, demorándose mucho tiempo
masajeando los montículos hasta que Celestine se sentía como si no tuviera huesos.
Estaba increíblemente relajada por un lado e intensamente excitada y lista para explotar
por el otro.
—Por favor, Nick… —Si Celestine tenía que implorar lo haría. Ella lo quería. Sin
hipocresías, sin juegos, simplemente a Nick adentro de ella, cómo se suponía que tenía
que ser.
Nick se estiró hacia arriba y desató sus manos. Tan pronto como Celestine estuvo libre
se tiró hacia abajo para besarlo. Cuando su lengua tocó la de él, ella supo que no era sólo
sexo. Esto era hacer el amor. Su cuerpo se sacudió por la intensidad emocional de eso.
Nick le empujó las piernas sobre sus hombros y su polla lentamente entró en el cuerpo
de Celestine. Ambos observaban cómo se hundía por completo.
—Hazme el amor. —Celestine vio la rápida mirada de comprensión en los ojos de Nick.
Ella supo instintivamente lo que él iba a decir. Era lo mismo que ella sentía y quería decir.
Era “te amo”. Celestine puso un dedo sobre los labios de Nick y el otro en el tatuaje sobre
su corazón. —No lo digas. —Era demasiado pronto, demasiado rápido y demasiado
espeluznante. Ella necesitaba sentirlo plenamente antes de decir u oír esas palabras otra
vez.
—¿Por qué no? —Nick entró lentamente empujando hacia adentro y afuera de su
cuerpo.
—Sólo quiero sentirte dentro de mí.
Nick se inclinó hacia adelante y la besó tiernamente.
—Eres hermosa, bebé.
Hubo algo tan intenso y hermoso en su unión que cuando se corrieron juntos, Celestine
supo que a pesar de cualquier cosa que ocurriera entre ellos, ella nunca se olvidaría de
este momento.

—Nick me contó lo que sucedió, —dijo Tess, su preocupación evidente a través de la


línea telefónica. —¿Por qué alguien te dispararía?
—No sé por qué pero estoy bien. —Celestine estaba parada mirando hacia afuera por
la ventana de su cocina, pensando en Nick. Ella había sido disparada y eso era aterrador
pero sólo podía pensar en el hombre que recién la había dejado después de pasar la
noche en su cama. Se sentía más viva de lo que había estado en mucho tiempo. Sip,
estaba enamorada. Sabía que debería sentirse feliz, exaltada y con un montón de otras
emociones características, pero no lo estaba. Estaba mayormente confundida. ¿Esto era
sólo sexo para Nick? ¿Podría ella creer que era algo más? ¿Qué diablos sabía ella sobre
el amor?
—¿Tierra para Celestine… todavía estás allí?
—Sí… sólo pensando…
—¿En Nick? —Tess adivinó con precisión.
—Él se quedó a pasar la noche.
El silencio de Tess en el otro lado del teléfono era ensordecedor.
—¿Quieres decir como esa cosa de despertarse en los brazos del otro?

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—Sí. —Había sido terriblemente bonito ver su cara cubierta por la barba insipiente al
lado de la de ella y sus brazos envueltos a su alrededor. Nunca se había sentido tan
segura en su vida.
—¿Nick se quedó toda la noche? —Preguntó Tess, asegurándose de que ella
comprendiera la situación completamente.
—Sip.
—¡Uf, esto es serio!
—Es sólo sexo, Tess. —Esto no era "sólo" cualquier cosa para Celestine pero una
apariencia audaz y cínica era mejor que verse toda sensiblera y tonta por un hombre que
podía o no ser para ella.
—¿Lo es?
—¿Qué más podría ser? —Por favor dime que es más. Por favor dime que él me ama.
Por favor abofetéame antes de que comience a pensar ridículamente como "Celestine
Swan" como alguna adolescente enamorada.
—Nick es un tipo de tío de “toco y me voy”. Nunca he sabido que pasase la noche con
cualquier mujer. —La voz de Tess era pensativa. —Tú significas algo para él.
Celestine sintió una oleada de esperanza. Sip, era patética. Pero entonces había
escuchado la posibilidad de que el amor le hiciera eso a uno. Ella siempre lo sospechó y
ahora sabía que era cierto.
—Tú amas a Nick, ¿verdad?
—Yo…ah, no estoy segura… sí… posiblemente… no sé. —Así es que salió la menos
que definitiva respuesta de la confundida Celestine Holt.
—¡Wou! —Tess estaba asombrada y complacida.
—Sí, este es un momento “Wau”.
—¿Lo sabe Nick?
—Algo… no estoy realmente segura de nada por el momento.
—¿Estás asustada?
—¿De Nick? —Celestine pensó acerca del hombre en cuestión. —Estoy aterrada de
toda la cosa del amor. —Lo desconocido siempre da miedo.
Tess se rió suavemente por sus palabras.
—Yo en realidad me refería al tiroteo. —Hasta un ciego te diría que estás aterrada de
estar enamorada de Nick.
Reconocer haber sido disparada te da una idea de dónde estás parada con alguien. El
tiroteo implicaba una intensa aversión o la necesidad de deshacerse de alguien. Eso era
mucho más fácil de comprender que la cosa que ella podía o no tener con Nick.
—Estoy bien con todo. Siempre paso inadvertida, ya sabes eso, Tess.
—Puedes quedarte conmigo.
—Gracias pero yo he conseguido un par de turnos de camarera así que no espero
estar en casa mucho tiempo esta noche de cualquier manera.

Celestine gruñó cuando conducía hacia su casa y vio el coche de Nick Swan entrando
en su camino de entrada.

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—¡Joder! —Ella simplemente no estaba de humor para tratar con él. Era la una de la
mañana y acababa de salir del segundo turno de su trabajo temporal de mesera. Los pies
le dolían, olía a comida y no quería tratar con más seres humanos esta noche. Diez horas
sirviendo picadas y aguantando las quejas de los clientes por la comida y la factura…
Dios sabía que era suficiente para hacer a Rebecca de la granja de Sunnybrook 13
enloquecerse.
Celestine salió del coche y caminó con pesadez hacia Nick mientras él salía de su
coche.
—Ni se te ocurra pensar en sexo. Estoy demasiado cansada. —Ni aún la fantástica
polla de Nick la podría estimular lo suficiente como para incrementar su presión
sanguínea en este momento. Y ese era un pensamiento chocante. Sin embargo, ella se
sentía como una mujer muerta caminando y a menos que los zombis tuvieran sexo, eso
no ocurriría esta noche.
—El sexo te relajaría, cariño, —le dijo Nick mientras caminaba en dirección a ella.
Sólo el dolor de sus pies cansados la estaba manteniendo despierta y en posición
vertical. Una vez que se quitara esos zapatos sería una buena noche, adorable.
—Me quedaría dormida.
—No conmigo.
—Realmente tienes una alta opinión de ti mismo y de tus habilidades, ¿no? —Aunque
ella tenía que admitir que él tenía derecho a tenerla. Nick Swan era diferente y el sexo con
él era terriblemente bueno. Tal vez no estaba tan cansada…
—Maldición, sabes que soy bueno. —Nick le sonrió, sus ojos suaves y tiernos. —Te
ves muerta de cansancio.
—Estoy más allá del cansancio. —Celestine pasó al lado de Nick hacia la puerta.
Quería entrar, comer los curativos brownies dulces sobrantes que sabía que estaban
guardados en el armario de su cocina y luego colapsar en estado comatoso sobre su
cama sin cambiarse ni quitarse el maquillaje. Había probablemente un infierno especial
para las mujeres que no seguían las así llamados reglas sobre quitarse el maquillaje, pero
Celestine contemplaría eso en su momento y si el infierno la llamara. Por el momento
estaba demasiado cansada para importarle.
—Has pasado por mucho. Deberías darte un respiro, bebé.
—Necesito el dinero. —Era como su mantra en la vida… conseguir dinero, pagar
facturas, pasar inadvertida. ¿Quién en el planeta no comprendía eso aparte de los
multimillonarios? y ellos probablemente no eran felices de todos modos. Sí, claro, un
montón de mierda.
—Te ayudaré con el dinero.
Sí, Celestine tenía la sensación de que Nick Swan lo haría. Él no tenía la apariencia de
ser alguien que hacía promesas vacías. Otro punto a su favor. Pero ella no quería el suyo
ni el dinero de nadie. Éste era su problema para resolver y ella lo haría. De alguna
manera.
—Esa es una oferta encantadora, Nick pero yo… —Celestine se detuvo a mitad de la
frase y miró hacia la puerta principal. —Uh-oh… —La puerta estaba abierta. No la había
dejado así esta mañana. Ella sabía como de duro la tuvo que golpear para cerrarla porque
13
Es una clásica película americana infantil. Cuenta la historia de la experiencia de una huérfana que va a
vivir con sus dos adustas tías. Su alegría de vivir termina contagiándolas. Ella se enfrenta a duras pruebas
en su joven vida, pero adquiere sabiduría y entendimiento.

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el marco estaba falseado, como el resto de la casa. Por lo que una puerta abierta no era
un buen signo. —Maldición, ¿qué ahora? —Celestine rechifló con una furiosa frustración
mientras empezaba a subir las escaleras. Quería irse a la cama. No necesitaba personas
no invitadas en su casa. Esas personas debían ser sacadas a patadas ahora.
Nick saltó adelante y la agarró del brazo.
—¿Qué vas a hacer? —Él la tiró para atrás hacia él. —Alguien todavía podría estar
dentro.
Celestine colisionó contra la cálida y sólida parte delantera de Nick Swan.
—¡Espero que estén porque voy a patearles el culo desde aquí hasta la próxima
semana!
Nick puso sus brazos alrededor de Celestine para impedirle romper su agarre y dirigirse
hacia adentro.
—Ssshh, quédate en silencio.
—¿Por qué tengo que hacer silencio? —¿Hola? Ella no era la que estaba equivocada
aquí. Decir que era del tipo de persona de ladrón de casas, a pesar que se hubiera ido sin
robar nada estaba más allá de Celestine. Aparte de sus brownies no había nada
significativo para ella. Y si hubieran tomado eso eran personas muertas.
—No queremos que ellos sepan que nosotros estamos aquí.
—¿Por qué no? —Tan preocupada como Celestine estaba éste no era el momento
para ser racional. Su casa, como era ésta, estaba bajo amenaza y eso le daba el derecho
para una gran dosis de irracionalidad.
—Porque quiero llamar a la policía y asegurarme que quienquiera que esté sea
atrapado.
A pesar de su cólera, Celestine tenía que admitir que era la forma en que le gustaba
que los brazos de Nick estuvieran alrededor de su cuerpo. Se sentía increíblemente
segura y protegida y era una sensación extraña pero agradable. Podría habituarse a
eso… si ella se lo permitiera.
—Bien, tú llama a la policía y yo chillaré e iré a patearles el culo.
Nick se rió suavemente en contra del cabello de Celestine.
—No vamos a arremeter allí dentro, Batgirl. —Nick no estaba preocupado por sí
mismo. Él enfrentaría a cualquiera.
—Pues bien, ¿qué propones que hagamos entonces, Batman? —Que alguien tuviera
las agallas para forzar la entrada de su casa y hacer quién sabe qué allí dentro no era
simplemente aceptable para Celestine. Le habían intentado robar el coche y había sido
disparada y esto era el colmo. Momento de que esas vigorosas hormonas femeninas
demuestren su poderoso efecto.
Nick mantuvo un brazo alrededor de la cintura de Celestine mientras sacaba el móvil
del bolsillo de atrás del pantalón.
—Llamamos a la policía y luego subiré y revisaré.
—Conmigo. —Ella no tenía la intención de quedarse parada alrededor esperando a
que Nick le dijera que pasó el peligro.
Nick golpeó los números en el teléfono para llamar a la policía.
—¿Podría detenerte?
—No.

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Nick tranquilamente le dio los detalles a la policía y terminó la llamada.


—Eres una cosita feroz, bebé. —Le besó el lado del cuello lentamente.
—No tienes ni idea. —Celestine sintió la polla de Nick dura contra su culo. Incluso a
pesar de que un par de capas de ropa separaban sus pieles desnudas, Celestine podía
sentir su calor incinerándola. Se estremeció ante el recuerdo de él adentro suyo. Pero
éste no era ni el momento ni el lugar para estar pensando en Nick caliente y
completamente dentro de ella. —No puedo creer que estés excitado a pesar de todo esto.
—En cualquier momento que estés cerca mío te deseo.
—Puedes dejarme ir ahora.
—¿Asustada?
—No, sólo que no pienso que sea el momento apropiado para tener mi culo y tu polla
en una proximidad tan cercana.
Nick meció sus caderas lentamente en contra de su culo.
—¿No te gusta esto, bebé? —Él sonrió cuando sintió el trasero de Celestine empujar
para atrás en respuesta.
Caramba, sí, a ella le gustaba eso, pero follar en sus escaleras de entrada cuando un
ladrón estaba adentro, posiblemente desvalijando su casa, era factible pero no racional.
—Déjame sólo decir que este no es un ejemplo de momento oportuno. —Ella empujó
las caderas hacia adelante para romper el contacto. ¿Qué tenía este hombre? Parecía
estar permanentemente en celo alrededor de él.
—¿Prometes que no patearás culos hasta que al menos podamos evaluar la situación?
Celestine pensó las palabras por un momento. Ella no estaba muy a favor de
comprometerse en eso pero tendría que hacerlo.
—Puedo vivir con eso.
Nick quitó el brazo de la cintura de Celestine y tomó su mano en la de él mientras
empezaba a subir las escaleras.
—Tenemos que ser muy, muy silenciosos…
—¿Estamos cazando monstruos? —Celestine susurró en respuesta.
Nick giró y le sonrió abiertamente.
—Eres excéntrica.
—Lo sé. —Celestine agarró su mano apretadamente. Podría haber dicho que eso era
para asegurarse de no tropezar con los oscuros escalones pero habría sido una mentira.
Simplemente se sentía demasiado bien estando piel con piel con Nick Swan. —No puedo
oír nada. ¿Los ladrones usualmente no rompen las cosas solamente porque pueden
hacerlo? —¿No tenían ellos algún libro sobre las reglas para ladrones que enumerara
cómo debían destruir y tomar cada cosa?
Nick llegó al final de las escaleras y abrió con un empujón la puerta cautelosamente.
—No tienes cosas para romper, bebé.
—Bueno, hay algunas. —Celestine siguió a Nick mientras entraban. Se escuchaba sólo
el sonido del silencio en su ruinosa casa alquilada. —¡Maldito infierno de mierda! —
Celestine estaba parada clavando los ojos en la pared de su sala de estar.
Sabemos que lo tienes. Devuélvelo estaba escrito groseramente con pintura en aerosol
roja en la parte baja de la pared.

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—¿Qué diablos se supuse que tengo aparte de pies cansados y un dolor de cabeza?
—En lo que respecta a Celestine estaba preocupada de que cualquier cosa que fuera
“eso” ellos lo podrían tener. Seguramente ella tendría otro “eso” en su vida por lo que uno
menos no sería un problema.
Nick estaba parado y mirando otro grupo de palabras pintadas en aerosol sobre la
pared.
Sufrirás la victoria14.
—Tengo el presentimiento de que probablemente quisieron decir “sufrirás las
consecuencias”15.
—Celestine dio la vuelta y miró las palabras.
—Estupendo, entonces tengo algún ladrón estúpido tras de mí que no sabe escribir y
muy probablemente tenga acceso a armas ilegales. ¿Puede ponerse la vida mejor? —Ella
miró lo que quedaba de sus pertenencias. El mobiliario y las cosas que ella tenía estaban
hechas pedazos y desparramadas a lo largo de su casa. Le asustaba que alguien la había
estado observando y que ella había estado inconsciente de eso y de lo que estas
personas harían después.
—¿Estás segura de que no has cabreado mucho a alguien últimamente?
—Bueno, tendrías que ser un poco más específico, Nick. Soy quién soy. Soy conocida
por cabrear mucho a montones de personas pero no lo suficiente como para me
amenacen de esta manera. —Era una maldita lástima que quienquiera que había hecho
esto no estaba todavía por ahí dado que a ella le habría gustado haberles preguntado
simplemente cuál diablos era su problema con ella. Miró el caos alrededor suyo. Cualquier
cosa que habían estado buscando era lo suficientemente importante para ellos como para
dar vuelta su pesado viejo sofá genovés. Celestine suspiró. —¿Sé cómo tener un rato
agradable, o qué?
—Los policías están aquí.
Una hora y media más tarde después que las declaraciones habían sido tomadas y los
daños evaluados, Celestine estaba muerta sobre sus pies.
—Estás llena de mierda, Celestine Holt. —Nick acababa de acompañar a la policía
hasta la puerta. Eran casi un poco más de las dos y media de la mañana y él acababa de
escuchar a la mujer que amaba balbucear la más grande cantidad de mentiras delante de
los policías de lo que él alguna vez había escuchado.
—Caramba, dime cómo te sientes realmente, Nick. —Ella sabía de que se trataba esto.
Pero una mentira aquí o allí usualmente no era una gran cosa. Bien, no para ella de
cualquier manera.
—Le dijiste a la policía que estabas quedándote con tu hermana y yo sé que esa es
una mentira. —Él caminó hacia donde ella estaba parada viéndose pequeña, cansada e
indefensa.
¿El hombre no había escuchado sobre las mentiras piadosas? Eran completamente
tolerables mientras no lastimara a nadie.
—Eso no es importante. Nick, voy a quedarme aquí. —Donde ella dormiría no estaba
segura dado que su cama había sido lanzada a través del cuarto y en realidad no estaba
de humor para ubicarla nuevamente y reacondicionarla.

14
Suffer the conquests.
15
Suffer the consequences.

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Nick sacudió la cabeza como si le indicara que no había forma de que él vaya a permitir
que Celestine permaneciera en esta casa destrozada.
—No, no vas a quedarte aquí.
Celestine momentáneamente estaba agotada pero era seguro que no iba a irse y no
estaba dispuesta a ser presionada por Nick Swan. Se irguió en su completo metro y
cincuenta y cinco centímetros y lo miró desafiantemente.
—No estés comportándote como He-man conmigo.
—No hay forma de que vaya a permitirte quedarte aquí.
—¿Permitirme? Lo siento, ¿qué año es este? ¿Hemos viajado de regreso a los años
1800?
—No te hagas la lista.
—Es un reflejo natural en lo que se refiere a ti. —Celestine no quería pelear con Nick
Swan. Solamente quería caerse en su agradable y mullida cama y dormir. Tacha eso.
Caer sobre una manta en el piso duro y estar toda la noche cabreada porque era
demasiado incómoda para dormir. Como sea. Todavía sería su elección y no una orden
que ella tenía que seguir. —¿Dónde se supone que iré? No tengo dinero. Ya sabes las
cosas que hacen al mundo girar.
—Quédate conmigo. —Era la solución perfecta para Nick.
—Nuh-uh. —Eso llevaba a problemas dado que el sexo seguramente estaba incluido y
eso no ayudaría a su confuso estado de ánimo… pero tampoco lastimaría. Decisiones,
decisiones. ¿Contemplación ensimismada y solitaria de su situación o sexo salvaje con el
hombre bien guapo? A la larga Celestine sabía que la opción más segura parecía
sentarse con la espalda contra la pared de su casa destrozada, su bate de criquet en
mano, y esperar por la mañana para evaluar sus opciones. Eso era si ella tuviera alguna.
Nick la contemplaba silenciosamente como si decidiera la mejor estrategia.
—Si no quieres quedarte en mi casa, tengo un pequeño apartamento en la parte
trasera de la casa que puedes usar hasta que lo resuelvas por ti misma. —Él vio sus cejas
arquearse suspicazmente por esta sugerencia. —Ninguna atadura… simplemente un
amigo ayudando a una amiga.
—¿Somos amigos? —¿Podría ella ser amiga del magnífico hombre que la hacía gritar
de necesidad? ¿Eso era amistad o simplemente química realmente fabulosa?
—¿Qué más podríamos ser, bebé? —Nick le sonrió demostrándole que él sabía
exactamente lo que eran. Amantes.
—No estoy segura sobre eso. —Celestine lo estaba pero no iba a ir por ahí mientras no
fuera capaz de volver deprisa.
—Lo sabes pero no lo admitirás. —Nick quería ir allí y tan rápido como sea posible.
Celestine le sonrió al hombre montaña al lado suyo. Estaba demasiado cansada para
pelear con él esta noche.
—¿Ninguna atadura?
—No, no a menos que tú las quieras.
Celestine quería algo pero no estaba segura de qué.
—Cállate y muéstrame ese apartamento tuyo.

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—¡Wau, eres rico! —Una de las pocas cosas que Celestine podía recordar que su
madre decía era que siempre actuara como si nada le asombrara y así encajaría en
cualquier parte. Por supuesto, cuando Celestine creció realmente dejó de preocuparse por
encajar. Esa era una cosa necesitada de la escuela secundaria de la que se había
desprendido años atrás. Intentaba permanecer tranquila y distante cuando estaba fuera
de su zona de comodidad. Pero a veces esto simplemente no era posible.
La casa de Nick Swan en el suburbio de Aspley, en el norte de Brisbane, era en pocas
palabras, perfecta. Mientras ellos conducían su pedazo de chatarra de coche por el
camino bastante sinuoso de acceso, ella se dio cuenta que ya no estaban en la
destrozada zona de alquiler. Era casi un sacrilegio que entraran con su vehículo chatarra
dentro de semejante lujo, pero Nick había insistido en dejar la camioneta en su casa y
conducir el coche de Celestine. Cuando se acercaron a la casa, las luces de seguridad
instantáneamente se iluminaron como quien dice, “Mírame, soy la casa que quieres”. Esta
era realmente una zona destacada y no requería que los controladores de plagas
aparecieran cada tres meses para matar a las cucarachas mutantes.
Nick salió del coche de Celestine y abrió la puerta para ella. No era que él estuviera
tratando de hacer la cosa caballeresca. Si una mujer quería que le abran la puerta él lo
haría, si ella no quisiera eso estaba bien también, pero en este caso era más que
Celestine había quedado aturdida por el entorno y necesitaba que le indicaran el camino.
Eso hizo sonreír a Nick Swan. Celestine Holt no era tan impenetrable como ella
aparentaba.
—¿Entonces, piensas que soy un buen partido?
—Pienso que eres muchas cosas pero si quiero atraparte es un tema para debatir 16. —
Ella salió del coche y miró la casa que tenía adelante. Grande, con tabiques, de dos pisos
y uno simplemente podría apostar a que no había cucarachas. Era el tipo de casa donde
Celestine había fantaseado vivir pero sabiendo que ella nunca podría permitirse. Sólo el
jardín era asombroso. Ni una maleza a la vista. ¿Eso era natural?
—Tú me amas, bebé, y lo sabes.
—Todo lo que sé es que tengo que salir de estos puñeteros zapatos antes de que mis
pies empiecen a reducirse a pulpa. —Siguió a Nick cuando él caminó hacia la parte
trasera de la casa.
—Aquí es donde te quedarás.
Celestine miró de reojo a las sombras detrás de la casa. Todo lo que podía ver en la
oscuridad eran los vagos contornos de arbustos en tierra australiana. ¿Dónde estaba ese
apartamento? ¿Era “apartamento” algún agraciado eufemismo para algo más? Miró
dentro de la oscuridad y vio las sombras de grandes eucaliptos bamboleándose en la
brisa de la noche. Un horrible pensamiento la golpeó. Si Nick pensaba que ella acamparía
podría pensarlo otra vez. Celestine odiaba acampar. Su argumento era que si las
personas tuvieran la intención de acampar ¿para qué fueron inventados los hoteles? Ella
nunca acampaba. Era antinatural.
—Me niego a acampar. —Eso simplemente no estaba abierto a la discusión. Pasaría la
noche en un metro o en el banco de un parque pero entre la naturaleza y lo
desconocido… no-no, no ocurriría. Celestine se tornó mortalmente seria en esto. Un
asquerosamente incómodo campamento durante su desafortunada experiencia con las
Chicas Exploradoras a los diez años la curó del deseo de aventuras al aire libre y de
16
Es un juego de palabras entre la expresión “I´m a catch” que significa “soy un buen partido” y el verbo “to
catch” que significa “atrapar”.

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disfrutar del grandioso exterior. Ella era una mujer cuyos pies no abandonaban los
bloques de hormigón voluntariamente. —Preferiría disculparme antes que acampar.
—Eso es dramático.
—No tienes idea de lo dramática que puedo ser.
Nick levantó sus cejas ante su tono militante.
—Ni acampada ni disculpas esta noche. —Por extraño que parezca, durante no más de
un segundo, Celestine Holt pareció del tipo que disfrutaba de la vida al aire libre. Él se
movió hacia las sombras y una luz automáticamente iluminó el área alrededor suyo. Un
pequeño edificio de hormigón apareció en la oscuridad.
Ok, esto se veía mejor. Era una casa pequeña anexa a la casa principal por un largo
pasillo cubierto. Celestine siguió a Nick mientras se movía hacia adelante y abría la puerta
del apartamento. Encendió las luces y esperó que ella entrase y mirara adentro.
Celestine echó un vistazo dentro de la morada. Llamar a esto un apartamento era una
subestimación. Era como un mini cuarto de hotel con su pequeña pero práctica cocina, un
limpio y eficiente baño y una cama asombrosamente enorme que pareció
instantáneamente atraer su atención. ¿Quién necesitaba una cama tan grande? Celestine
miró a Nick Swan. ¿Había usado él esta cama antes? ¿Y por qué a ella le debería
importar si él lo hizo de cualquier manera? Cambia el tema, Celestine.
—¿Así que, cómo llegaste a hacer esta casa? —Este era un tema seguro del que
podría conversar toda la noche. La casa y el apartamento eran el marco perfecto. Le hizo
preguntarse acerca de Nick. Aparte de Grace y del hecho de que Tess se estaba casando
por dinero, Celestine realmente no conocía a alguien que tuviera dinero. Habría costado
mucho dinero poder comprar esta casa. Nick no tenía la apariencia de ser el típico
inquilino.
—Yo la construí. —Había un evidente orgullo en la voz de Nick. —¿Te gusta mi casa?
Celestine quedó impresionada. Recordó que Tess había mencionado que Nick tenía
una constructora.
—Por lo que poco he visto, sí. Me encantaría echarle una mirada más de cerca
mañana. —Por supuesto que Celestine no tenía la intención de realmente estar en su
casa mañana. Éste era sólo un apresurado alojamiento por una noche. Era una lástima,
sin embargo, dado que a ella le encantaría hacer un súper-recorrido —Parece como una
casa muy grande para una persona. —Nunca se le había ocurrido a Celestine hasta este
momento que Nick podría no ser soltero. Tess no lo había dicho sin rodeos, por lo que
Celestine simplemente había asumido que lo era, especialmente después de tener sexo
con él los últimos dos días. ¿Pero entonces qué sabía ella del hombre luz de luna aparte
de su predilección por seducir mujeres para follar a pesar de que ellas tuvieran las
mejores intenciones de no hacerlo? ¿Y si había una esposa o una novia? ¿Y si ella fuera
simplemente una cosa temporaria? Si él fuera ahora a contarle sobre una esposa y niños,
ella iba a vomitar. Celestine no se interpondría en la relación de nadie. Eso simplemente
estaba mal. ―¿Construiste la gran casona sólo para ti, hombre luz de luna?
—¿Es una forma original de preguntar si soy soltero? —Nick la miró divertido.
—Bien, asumo que lo eres, de otra manera sería de mal gusto estar durmiendo por ahí
con alguien que no sea tu mujer o compañera.
—Voy a interpretar eso como que no eres partidaria de compartir.

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—Infierno, no. —¿Nick iba a contarle, o qué? Mientras más se demoraba, Celestine
más se preocupaba. —¿Así que tienes a alguien significativo allí adentro esperando que
vuelvas a casa y calientes la cama? —Por favor di que no.
—¿Eso es importante para ti?
—No preguntaría si no lo fuera. —Celestine tomó aliento y esperó. No era como si
estuviera esperando que sean extraídos los números de la lotería, sino que era mucho
más importante.
—Sólo te tengo a ti en mi vida, bebé.
Celestine soltó la respiración que había estado conteniendo. Bueno, así que ella no era
una destructora de hogares y él no era un bastardo despiadado que debería ser castrado
por follar por ahí.
Nick sonrió ante su alivio.
—Te gusto un poco, ¿uh?
—Tienes tus momentos. —Celestine miró de nuevo la gran cama que dominaba el
cuarto.
—¿Qué? —Los ojos de Nick estaban fijos en los de ella cuando Celestine apartó la
mirada de la cama.
Mira para otro lado… evita la tentación… estás demasiado cansada.
—Nada, —ella murmuró cuando en realidad quería decir todo pero cuanto menos Nick
supiera o suponga era lo mejor en los libros de Celestine. —¿Así que, te estás yendo
ahora? —Ella evaluó al hombre que tenía adelante. De película, para caerse muerta,
increíblemente delicioso y básicamente un desconocido que la hacía sentirse segura.
¿Cómo podía ser? ¿O era simplemente el cansancio jugando con su mente? ¿Qué
pasaba con este hombre que entraba sin ser visto por las ventanas de las mujeres para
tener una cabalgata a la luz de la luna? ¿Era sólo sexo o había algo más? Celestine
quería creer que era lo primero pero ella sabía que esto era más que sólo sexo. Aunque
admitirlo en voz alta le aterraba.
—Puedo quedarme si quieres. —Nick comenzó a quitarse la ropa.
¿Ella no iba a tener una oportunidad de responder?
—Estás desnudándote. ―¿Esto era una cosa que hacían los anfitriones? ¿Apenas le
mostraban el sitio al invitado comenzaban a quitarte sus ropas?
—Ya me has visto desnudo.
Celestine lo había hecho y lo había disfrutado pero ese no era el punto.
—Dijiste que podías quedarte si “yo quería”. Eso indica que estás dándome una
elección. —Nick estaba quitándose los pantalones y Celestine sabía que cualquier buena
intención propia de una joven que ella tuviera de no tener sexo con Nick Swan iban a salir
volando por la ventana en el espacio de un latido del corazón.
Nick dejó caer sus pantalones y quedó desnudo y erecto delante de ella.
Celestine tragó saliva ruidosamente. Sería de locos permitirse desperdiciar esa polla y
ella no era una persona derrochadora.
—¿Quieres una elección, bebé? —Nick se movió hacia ella y comenzó a quitarle la
ropa.

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—Puedo quitarme mis propias ropas. —Aunque sus manos se sentían terriblemente
bien sobre su cuerpo y ella estaba cansada después de todo. Había probablemente un
montón de otras excusas que ella podría usar para justificar que él la desnudase.
—Estás cansada. Te estoy ayudando, —le dijo Nick cuando sus ropas comenzaron a
caer a sus pies.
Sí, ella podría haber intentado pelear con él ¿pero Celestine Holt no merecía sentirse
bien? Esa dura polla prometía mucho placer. ¿Y una noche más con el hombre luz de
luna podría lastimarla?
—¿Cómo podría ayudarme dejarme desnuda? —Ella miró hacia abajo mientras Nick
suavemente le quitaba los zapatos de sus estropeados pies lastimados. Ok, esto era
oficial, este hombre era protector. ¿Pero podría o debería detenerlo?
Nick dejó caer su corpiño al suelo y colocó las manos sobre sus pechos.
—¿Me quieres dentro de ti?
—¿Haces esto rápido para llegar al punto con todo el mundo? —Por supuesto que
quería a Nick dentro suyo pero no quería parecer fácil.
—Tú no eres cualquiera. —Nick inclinó la cabeza para ubicar la boca en su pezón.
Chupeteó duro y escuchó como Celestine gemía en respuesta. Sonrió y dejó ir su pezón
con un sonido de succión que lo dejó rebotando húmedo y rosado delante de ella. —Te
gusta cuando te chupeteo, ¿no? ―Nick dijo las palabras, no necesitando la confirmación
de un hecho.
—Sí, Dios, sí… —Celestine tiró de la cabeza de Nick otra vez hacia su pecho. Estuvo a
punto de decirle que le gustaba todo lo que Nick le hacía. Pero no quería parecer patética
o necesitada o desesperada por tener sexo con Nick. Ella bien podía sentir esas tres
cosas pero él no necesitaba saberlo. Aunque sospechaba que él podría tener una pista.
De cualquier manera, todo discurso coherente estaba más allá de ella cuando la boca de
Nick estuvo sobre su pecho. Y sí, tal vez era fácil. ¿Pero eso era una mala cosa?
—Así que ¿por qué luchas conmigo, bebé?
¿Por qué realmente? Celestine se estiró hacia abajo y agarró la polla de Nick que yacía
dura y lista en contra de su estómago. Lentamente movió su mano de arriba hacia abajo
por la suavemente revestida dureza en una acción de ordeñe. El hombre en su pecho
gruñó ávidamente y chupó más duro. ¿Ella estaba cansada? No parecía.
—Fóllame —¿A quién le importaba si era fácil? Ella lo quería. Celestine se preguntaría
acerca de la semántica más tarde.
—¿No se supone que soy un amigo ayudando a una amiga? —Los labios de Nick
capturaron los de ella en un caliente e insistente beso.
Celestine lloriqueó en respuesta. Sip, ella definitivamente terminaría exhausta.
—No hay ninguna ley que yo conozca que manifieste que un amigo no puede follar con
otro.
—No quiero aprovecharme de nuestra amistad sin embargo.
El sonido excesivamente sincero en la voz de Nick hizo que Celestine lo mirara a los
ojos. No había nada amigable entre ellos en ese momento y ambos lo sabían.
—Si no me tomas ahora gritaré.
—Bueno, no puedo tenerte despertando a los vecinos, bebé. —Nick se estiró hacia sus
pantalones descartados, sacó un condón y se lo dio a ella.

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Celestine abrió de un tirón el paquete y agarró la gruesa polla de Nick y lentamente


enrolló el condón.
—¿Cómo diablos encuentras condones que encajen en ti? ―¿Había un lugar para
comprar condones extra grandes? Ese era un pensamiento intrigante.
Nick se rió ahogadamente y movió a Celestine hacia una ventana acortinada. Cuando
corrió hacia atrás las cortinas, una gran ventana panorámica mostró el cielo nocturno.
—¿No podemos despertar a los vecinos pero ellos nos pueden observar teniendo
sexo? ―No es que a Celestine le importara una mierda lo que los vecinos pensaran en
ese momento. Ella sólo quería estar caliente y apretando a Nick otra vez. Celestine dejó a
Nick ubicarla frente a la ventana mientras él se movía acercándose a ella por detrás. Oh,
sí, esto iba a estar bueno. Atestado de vecinos.
—Quiero que miremos las estrellas mientras hacemos el amor. —Nick le empujó el culo
más cerca de su dura polla. —Además, ¿realmente te importa quién nos mire? ¿Eso
podría impedir que tengas mi polla adentro de tu cuerpo?
Celestine abrió sus piernas y empujó su culo hacia atrás contra Nick en respuesta. Sólo
la manera en que él dijo eso le hizo desearlo aún más.
—Con tal de que estés adentro mío no me importa. —Celestine chilló cuando Nick se
deslizó duro y rápido dentro de su vagina.
Las manos de Nick ahuecaban la humedad entre sus piernas mientras entraba y salía
del cuerpo de Celestine lentamente.
Celestine dejó que su cabeza cayera hacia atrás en contra del hombro de Nick
mientras sus manos burlaban a su clítoris y la follaba lenta y dulcemente. Las estrellas
brillaban intermitentemente delante de ellos y Celestine supo la verdad. Ella amaba al
hombre luz de luna.

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CAPÍTULO 06

—¡De todas las personas despreciables, confabuladoras y acosadoras!


Eran las seis de la mañana. El plan de Celestine era irse antes de que Nick se
levantara. Después del caliente rato de sexo con Nick rodeados de estrellas, ella había
estado dando vueltas en esa gran cama y no había podido conciliar el sueño. En ese
momento, ella pensó que él había estado muy dulce y afectuoso. Ahora tenía otros
pensamientos menos generosos acerca de Nick. El hombre había imposibilitado que ella
pudiera irse.
—¡Ese traidor! —¿Él se había dado cuenta que ella iba a despertarse en un par de
horas y escaparse en su coche? ¿Ella era tan transparente? ¿Estaba perdiendo su
habilidad para engañar o era sólo para Nick Swan que era tan evidente? Celestine odiaba
ser manipulada. Estaba bien si ella hiciera eso pero alguien más haciéndoselo a ella era
inaceptable.
Para empezar, cuando Celestine se había vestido rápidamente la noche anterior y
había salido sigilosamente del apartamento para ir hasta su coche, se había dado cuenta
de que Nick lo había conducido anoche y él todavía tenía las llaves. Por un momento
Celestine se sintió frustrada hasta que se dio cuenta de que siempre llevaba un juego de
llaves de reserva guardado en su cartera. Se rió ante el triunfo mientras se metía en el
coche y giraba la llave en la ignición. Nada. Ningún sonido, ningún familiar matraqueo de
muerte ni ningún estremecimiento de molestia como para interpretar que su coche
funcionaría. El pedazo de mierda de coche sólo estaba allí y no hacía nada. Fue entonces
que se le ocurrió que tal vez esto no se debía a que el coche simplemente estaba siendo
un bastardo asqueroso. Tal vez esto era un problema ocasionado por el hombre.
—¡Maldito hombre! —Celestine le dio un puñetazo al volante por la frustración. Supo
que Nick había desactivado su coche de alguna manera. Abrió el capó y salió del asiento
del conductor. Lo levantó y miró el motor vagamente. Qué diablos buscaba debajo del
capó, no tenía ni idea. Algo tenía que estar suelto o ausente. El coche era temperamental
pero nunca antes se había rehusado rotundamente a funcionar sin una gran cantidad de
protesta ruidosa. El silencio en este coche era inusual.
Celestine cerró de un golpe el capó. Bueno, ¿qué hacer ahora? No tenía dinero y su
coche no funcionaba. Podría entrar en la casa de Nick y exigirle que arregle cualquier
cosa que él haya roto pero se imaginaba que eso no la llevaría a ninguna parte. Muy
probablemente el hombre querría follar otra vez.
—Jamás ocurrirá de nuevo, —Celestine masculló para sí misma mientras comenzaba a
andar por el camino de acceso de su casa. Contra su mejor juicio, Celestine sabía que
tendría que intentar hacer autostop. Era una cosa realmente estúpida para hacer, pero
sus opciones eran limitadas. Tenía exactamente un dólar y cincuenta centavos en su
billetera. Ni siquiera lo suficiente para conseguir un boleto de autobús que la llevase a su
casa. Gimió cuando se dio cuenta de que todavía tenía que afrontar a la agencia
inmobiliaria donde ella alquilaba para ponerla al tanto del lío de la casa. No era su culpa
pero dudaba que lo vieran con buenos ojos. Después de todo, negocios eran negocios y
el hecho de que algún pirado ignorante estuviera tras ella no era problemas de ellos.
—Dame fuerzas, —Celestine masculló mientras empezaba a bajar por el camino.
—¿Yendo a alguna parte? —Nick le preguntó mientras salía de la casa.

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—¡Sal de mi vista! —Celestine le disparó una mirada que habría hecho a un hombre
menor titubear, pero Nick sólo sonrió. Se detuvo y observó sus ropas limpias y su rostro
afeitado. Ella lucía como un raído trapo de cocina en comparación con él. —¿Qué le
hiciste a mi coche? —Celestine no estaba de humor para una pequeña conversación
agradable.
Nick la miró de una manera afable y confusa.
—¿Tu coche? —Nick preguntó, sabiendo exactamente de lo que ella estaba hablando
pero fingiendo ignorancia por el momento. —¿No arrancó tu coche?
—Sabes malditamente que no lo hizo. —Celestine lo asechó y lo golpeó en el pecho.
Tenía el impulso de saltar sobre él y golpearle con los puños en el suelo. Sin embargo,
sabía que eso probablemente no le provocaría ninguna cosa aparte de hacerlo reírse y
excitarlo y entonces ella otra vez no querría desperdiciar a esa polla suya. Celestine
exhaló un suspiro cansado. Decidió intentar otra técnica con el hombre. —Por favor
arregla lo que sea que le hiciste a mi coche, Nick. —Su tono era suave e implorante
mientras sus ojos lo miraban suplicantemente. Ella lo podría adular si tuviera que hacerlo.
—Eres dulce pero no voy a arreglar tu coche.
—¡Cerdo! —Celestine chasqueó, preguntándose por qué ella incluso se molestaba en
tratar de ser amable con él. Se volvió y continuó bajando por el camino con Nick
caminando casualmente al lado de ella como si estuvieran dando un paseo.
—No discutas esto, bebé. Intento ayudarte, incluso si esto te vuelve loca.
—No necesito tu ayuda.
—Quiero averiguar por qué alguien está detrás de ti. Creo que tiene todo que ver con tu
coche.
Celestine bufó ante sus palabras.
—Sí, sólo la semana pasada París Hilton me preguntó si ella podía tomarlo prestado y
le dije “de ninguna manera, París, consigue tu propio pedazo de coche de mierda”.
Nick la agarró de un brazo suavemente y la detuvo.
—Piensa esto. Ese hombre quería tu coche, recibiste disparos y alguien dañó el
coche. Entonces anoche, algún licenciado en dicción destrozó tu casa y exigió que le
devuelvas algo.
—Pagué por ese coche honestamente. Me pertenece exclusivamente a mí.
Nick se rascó la cabeza con el pensamiento.
—¿Qué otra razón hay?
—Oh, Sherlock, no lo sé. —Celestine miró al hombre que tenía adelante. Siendo
realista ella sabía que Nick quería ayudarla. Eso era agradable. Era dulce. Ella no debería
ser una perra acerca de esto pero los viejos hábitos eran duros de dejar. —Tengo que
llegar a casa.
—Te haré el desayuno. —Nick lentamente se acercó a ella mientras dejaba caer la
mano para descansar abajo, sobre la parte trasera de una de sus caderas.
Celestine se moría de hambre. No podía recordar la última vez que había comido. Y su
retumbante estómago demostraba que su cuerpo no parecía querer vivir a base de sus
depósitos de grasas que la naturaleza había diseñado. Típico.
—¿Por qué está tu mano sobre mi culo? —Celestine sintió el suave apretón
manipulador de la mano de Nick y su cuerpo reaccionó acorde. Ella nunca había pensado

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que era una persona altamente sexual antes. Pero eso era en los días previos a Nick
Swan. El hombre la hacía mojarse con un toque.
—¿No te gusta?
—¿Pensé que me estabas ofreciendo un desayuno?
La otra mano de Nick subió para ahuecar su pecho.
—Estoy ofreciéndote muchas cosas, bebé.
—Apuesto que lo haces. —Las manos de Nick ahora estaban desabotonando la blusa
de Celestine. —No podemos tener sexo en el medio de tu camino de acceso.
—Por qué no, es temprano y no hay nadie alrededor. —Su blusa se cayó al suelo y él
se inclinó hacia adelante y lamió la profunda división entre sus pechos. El
estremecimiento que pasó a través de su cuerpo lo hizo a Nick demasiado consciente de
que el deseo era mutuo. —Pero sé que gritarás a todo pulmón cuando te corras y no
quiero compartir ese momento con nadie. —La agarró de la mano y la llevó a un mirador
enrejado que ofrecía alguna privacidad.
—Yo no grito a todo pulmón. —Celestine tiró de su corpiño y se lo quitó. ¿A quién
estaba engañando? Quería la boca de Nick en sus pechos ahora. Sí, estaba todavía
molesta con él por lo del coche pero esa lengua sobre su cuerpo sería una manera
grandiosa de aliviar esa molestia. Y ella aún podría ir a casa después del sexo con Nick.
Era una situación beneficiosa para ambas partes.
—Lo haces y me encanta. —Nick le quitó la falda mientras ella tiraba de sus
pantalones.
Celestine dejó caer sus bragas sin fingir ninguna pretensión de modestia. Nick era
irritable y arremetedor pero también era condenadamente caliente y ella lo anhelaba como
al oxígeno. Negarse a sí misma ese elemento vital le parecía disparatado. Celestine
buscó algún lugar para sentarse. Divisó una gran mesa de metal y empujó a Nick hacia
ella. Cuando se reclinó sobre la mesa el metal estaba frío debajo de su culo. Pero sabía
que estaría caliente pronto. Abrió sus piernas ampliamente.
Nick sonrió ante la vista de su mujer lista y dispuesta.
—Dios, te amo, Celestine Holt.
—Pruébalo, hombre luz de luna.
—Sí, señora, —Nick gruñó con voz ronca mientras le agarraba las caderas y deslizaba
su polla hasta la empuñadura dentro de ella.
Celestine gemía de placer mientras apretaba el culo de Nick y lo apremiaba hacia
adentro y afuera de su cuerpo. Sabía que estaba gritando a todo pulmón pero qué
diablos.

—Todavía estoy preguntándome si este repentino ofrecimiento de trabajo tuyo tiene


algo que ver con el sexo, —Celestine preguntó mientras se sentaba delante del ordenador
de la oficina de Nick. El interior de su casa era simple, ordenado e increíblemente
masculino. Estaba contenta de que no tuviera toques femeninos. Ella sabía que el hombre
no era una virgen pero no quería pensar en ninguna mujer teniendo el tipo de influencia
sobre él como para cambiar y decorar su casa. No eran exactamente celos los que estaba
sintiendo. Tenía más que ver con que por el momento éste era su territorio y ninguna otra
mujer iba a tener un pedazo de su hombre. Tenía todo que ver con la posesión. Nick

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Swan era suyo. Tal vez eso sonaba empalagosamente parecido al amor. Tal vez ella era
simplemente una perra celosa. ¿Quién sabe? El juicio estaba todavía fuera de eso.
¿Maravilloso sexo y amor iban de la mano o ella simplemente estaba siendo conducida al
error por una poderosa polla y su propia libido? ¿Y si así fuera, eso era una mala cosa?
—¿Crees que soy lo suficientemente superficial como para darte un empleo sólo
porque hicimos el amor? —Nick sonrió abiertamente a sus escépticos ojos en blanco. —
Me gustas alrededor. ¿Es eso un problema para ti?
—No. —Celestine sintió una oleada de calidez atravesar su cuerpo por las palabras de
Nick. Era bonito sentirse querida. Nick le había ofrecido un trabajo, le había dado una
parte de su sobrecargado trabajo duro y la había hecho sentirse como en casa. Esto era
algo indefinible pero no exactamente un problema.
—Además, necesito desesperadamente la ayuda. Tengo que enviarles las facturas a
los suministros de construcción en todas partes y necesito tenerlas ordenadas y pagas.
―Nick vació una carpeta de gamuza llena de facturas en el escritorio delante de ella.
—Puedo hacer eso. Creo que sería muy buena gastando dinero de otros. —Celestine
observó como Nick se sentaba en el borde del escritorio donde ella estaba. —No vamos a
tener sexo en esta oficina.
—¿Dije que lo haríamos?
—No, pero conozco esa mirada. —Celestine levantó un montón de facturas e intentó
ignorar a Nick. Eso era virtualmente imposible dado que él estaba siempre en su radar. —
Tengo trabajo para hacer y también tú.
—Bien, bebé, pero más tarde…
—Pensaré en eso… ahora fuera, hombre luz de luna.
Después de tres horas de clasificar y cargar facturas, Celestine estaba encantada con
su progreso. El negocio de Nick era realmente fascinante. Evidentemente era un hombre
exitoso. Las facturas solas demostraban eso. El trabajo había apartado su mente de Nick
Swan y de lo que ella iba a hacer con lo que sentía por él. ¿Amor o lujuria? ¿Qué era? Su
problema más grande era que ella nunca había sido amada por nadie de ninguna manera,
tipo o forma, ¿entonces cómo podría saber la diferencia entre las dos cosas? Que fueran
fantásticos sexualmente era lujuria. Que ella estaba comenzando a ponerse toda
sentimentaloide y cursi cuando pensaba en Nick… lo que sucedía a menudo…
sospechaba que era amor. Celestine suspiró con cansancio.
—No sé…
—¿Qué es lo que no sabes? —Nick le preguntó cuando entró en la oficina.
—Qué hacer contigo. —¿Por qué intentar esconderlo? El hombre confundía como el
infierno a Celestine.
Nick fue hacia donde ella estaba sentada y la miró suavemente.
—¿Qué quieres hacer? ¿Escapar?
¿Cómo era eso de que Nick siempre parecía conocer sus pensamientos?
—Es una opción.
—Te extrañaría.
Celestine podía ver su corazón en sus ojos y ella pestañeó momentáneamente para
detenerse de hacer algo tan estúpido como llorar.
—¿Lo harías, Nick?

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—Sí, lo haría, bebé.


Celestine inclinó su cabeza en un ángulo y lo evaluó pensativamente.
—¿Estamos hablando sólo de sexo?
—En todos los aspectos. —Nick empujó a Celestine sobre sus pies. —Creo que
necesitamos dar un paseo y despejar nuestras cabezas. —Él vio la mirada de sorpresa en
los ojos de Celestine. —Tú me confundes de manera crónica, bebé.
—¡Por favor! Comparado contigo yo soy pan comido.
—Piensa lo que quieras… —Nick se río entre dientes mientras guiaba a Celestine fuera
de la oficina.

Luego de conducir una hora, cuando ella realmente dudaba que su coche pudiera
recorrer la distancia, Celestine y Nick estaban sobre el muelle de Caloundra, mirando el
profundo océano azul y la arena amarilla de la playa. Era una ciudad pequeña sobre la
playa, al norte de Brisbane, que había resistido el engañoso atractivo de las firmas
comerciales y había mantenido su encanto costero.
—Gracias, —Celestine le dijo sinceramente a Nick mientras él caminaba a su lado con
las manos entrelazadas. Esto era lo que ella necesitaba. Una tregua. No solucionaba sus
problemas monetarios, o la amenaza de peligro bajo la que estaba, pero le daba una
oportunidad para recobrar el aliento y para darse cuenta de que había más cosas en la
vida.
—Así que cuéntame de tu vida.
—Es bastante aburrido.
—Yo juzgaré eso, —Nick contestó, empujándola más cerca de él.
—Bueno, nací en Brisbane y ahora estoy paseando por un muelle marítimo con un
hombre con el que no estoy segura de lo que quiero hacer. —¿Ella quería involucrarse
profunda y elocuentemente con Nick Swan? No realmente. Siempre terminaban
complicados.
—Profundiza el primer pedacito y nos dedicaremos a la segunda parte más tarde. —
Nick la acercó de manera que sus lados se tocaran al caminar. —Cuéntame de tu familia.
Celestine suspiró cansadamente. Su familia. Ella trataba de no pensar sobre ese tema
demasiado a menudo. Sin embargo, tenía la sensación de que Nick la fastidiaría hasta
que le contara sobre su propia vida, de cualquier manera.
—Mis padres, quienes están fallecidos, eran completamente diferentes y por alguna
razón se casaron y luego tuvieron dos hijas que fueron igualmente distintas en todos los
aspectos. Ninguno de nosotros cuatro teníamos idea de cómo congeniar con el otro, y a
menudo yo simplemente asumía que había sido cambiada al nacer, pero los análisis de
sangre indicaban otra cosa. —Ella miró la expresión ensimismada de Nick. Si él estaba
esperando la Tribu de los Brady 17 iba a quedar decepcionado. —No me entiendas mal, no
fue una infancia horrible. Éramos más bien como cuatro personas con la misma sangre
pero que por alguna razón simplemente no podíamos ser una familia adecuada cuando
estábamos todos juntos. ―Eso más o menos lo resumía, pensó Celestine. La familia Holt

17
Fue una serie de TV durante los años 70. Una mujer con 3 hijas se casó con un hombre con 3 hijos, de
apellido Brady, y a la familia nueva la llamaron “the Brady Bunch”.

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agradablemente ensamblada en una caja que podría ser recluida y abrirse sólo si uno lo
eligiera. Eso era mejor sin embargo que dejarla cerrada.
—Suena un poco solitario. —Nick envolvió el brazo alrededor de sus hombros.
Eso se sintió terriblemente agradable para el lado femenino de Celestine.
—Teníamos nuestros momentos. Usualmente una calma tensa y fría. Estoy
medianamente segura de que amaba a mis padres pero nunca sentí que estuvieran
realmente a gusto entre ellos. Había simplemente esa general falta de interés que brilló
hasta el final. Y eso pareció influir en Grace y en mí misma. Desafortunadamente eso no
ha cambiado incluso de adultas.
—¿Te gustaría eso?
—Lo intenté con Grace, aunque probablemente no lo suficientemente duro. —Celestine
recordó la sorpresa en la cara de Grace cuando ella se había aparecido un año con un
regalo en su cumpleaños. Ambas terminaron sintiéndose incómodas. —No sé cómo ser
una hermana. Además, somos completamente opuestas. —Celestine recordó vívidamente
las salvajes tiradas de cabello y los insultos en las peleas que ella y Grace habían tenido.
Eso simplemente había progresado en una fría cortesía en la edad adulta. No era culpa
de Grace. Ni era su culpa. Era simplemente alguna peculiaridad genética que no permitía
que nadie de la familia Holt realmente congeniara con el otro como una familia normal
hacía. Nadie en su familia parecía manejar el amor muy bien. Por lo que preferían evitarlo
en su lugar. De ahí la confusión de lo que ella sentía por Nick. ¿Tenía la capacidad para
amar a alguien? ¿O terminaría como sus padres? Fríamente indiferente hacia su
compañero.
Nick sacudió la cabeza tristemente. No podía imaginarse no tener una estrecha
relación con su familia. Pero lo ilustraba bastante acerca de la mujer a su lado.
—¿Y qué hay acerca de Grace? ¿Vas a hacer otro intento con ella?
Celestine exhaló un suspiro de frustración.
—No sé. Lo dudo. Realmente no pienso que nada nos pueda unir ahora. Somos
demasiado recelosas entre nosotras. —Celestine quería dejar este tema. Era incómodo.
Sus ojos se movieron a través del muelle, detrás de los fabricantes de coloridos vestidos
para fiestas. Ella se sintió insulsa con la remera prestada que le quedaba demasiado
grande. Se detuvo de repente.
—¡Condenadamente increíble! —Celestine chistó mientras sus manos se apretaron en
puños a su lado.
—¿Qué? —La atmósfera sensible estaba definitivamente quebrada. Nick miró en
dirección a la feroz mirada fija de Celestine.
—¡Esa mujer! —Celestine apuntó su dedo en la dirección de una rubia en unos
diminutos pantalones cortos blancos y una camiseta amarilla. —¡Es Julia Bailey! —Ella
observó la expresión confusa de Nick. —Mi traidora ex compañera de piso. La he estado
buscando durante meses. —Celestine comenzó a caminar en la dirección que Julia
estaba tomando, —¡Julia! —Celestine gritó fuerte, no importándole quien la oía. Estaba
decidida a alcanzar a su presa de grandes-tetas-sintéticas.
La sorpresa en los ojos de Julia Bailey al ver a Celestine fue rápidamente oculta
cuando detuvo en seco sus pasos.
—Celestine Holt, ¿cómo estás? —le preguntó Julia, sus ojos detectando al magnífico
hombre al lado de su ex amiga. Celestine bufó burlonamente.

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—No finjas que no te importa, Julia. —Celestine sintió la mano de Nick suavemente
descender por su brazo. ¿Eso era apoyo o él estaba preocupado de que ella fuera a
infligirle algún daño corporal a Julia?
—¿Qué te pasa, Celestine? —Julia tenía el aspecto de una mujer que sabía demasiado
bien lo que estaba mal.
Celestine levantó las mangas de su camisa demasiado grande, preparándose para la
batalla.
―Oh caramba, ¿por dónde comenzar, Julia? Veamos, robaste mi televisión, estéreo,
joyas y mis tarjetas de crédito. Luego procediste a acumular enormes deudas bajo mi
nombre porque eres una mentirosa arpía ladrona. ¿Eso lo resume más o menos?
―Oh, ―Julia respondió discretamente. La mujer estaba atrapada y lo sabía.
―Sí, esa es la inadecuada respuesta poco convincente que esperaría de ti, Julia.
Nick observaba a las dos mujeres silenciosamente. Ésta no era su pelea. Él ayudaría si
ella se lo pidiera pero hasta entonces estaría un paso atrás, observando y admirando la
manera en que Celestine lo manejaba por sí misma. La mujer era intrépida.
―Lo siento, Celestine, yo sólo pasaba por una mala racha y creí que no te importaría
echarme una mano, ―le dijo Julia, como si esto la disculpara de sus acciones.
Celestine profirió una risa ronca.
―Qué montón de mierda. Si uno está en problemas pide ayuda, no toma y fastidia la
vida de alguien.
―Sí, por supuesto, tienes razón. Te giraré un cheque ahora mismo para cubrir todo lo
que te debo. ―Julia metió la mano en su bolso para hacer justamente eso.
Celestine ya había sido víctima de los cheques sin fondos de Julia antes.
―Gracias, pero prefiero y debo insistir en dinero en efectivo en lo que se refiere a ti.
―No eres nada confiada, Celestine, ―Julia le contestó descaradamente.
―¿Te sorprende que no confíe en ti? Qué impactante, ―Celestine murmuró
cínicamente. Para ser honesta, ella era escéptica acerca de conseguir recuperar algo de
lo que Julia le había robado pero no estaba de más intentarlo.
―No tengo dinero en efectivo en este momento…
―Por supuesto que no, Julia. Qué sorprendente sería eso.
Julia la miró pensativamente.
―¿Todavía estás viviendo en Everton Park? Puedo hacerte una visita y llevarte tu
dinero. Te prometo que lo haré, ―insistió, sonando como si realmente tuviera intención de
hacerlo.
―Sí, vivo allí. Y puedo decirte que tu promesa… no me deja tranquila al respecto.
―Celestine también le dio la dirección de Nick a Julia, quien la apuntó diligentemente y
luego los dejó, prometiendo devolver algo del dinero de Celestine.
―¿Piensas que Julia te devolverá el dinero?
―No, y esas son falsas.
―¿Qué? ―le preguntó Nick, viéndose confundido.
―Sus tetas. Tenías los ojos clavados en ellas.
―Es difícil no hacerlo. Pero las tuyas son mucho mejores, bebé.
―Y esa, afortunadamente para ti, es la respuesta correcta.

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La mano de Nick atrapó lo de ella.


―¿Así que vas a quedarte conmigo?
―Por el momento.

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CAPÍTULO 07

―Veamos, yo ahora soy la dueña de Park Place lo que significa que tú me debes,
―Celestine calculó la vasta suma del dinero del Monopoly que Nick Swan le tenía que
pagar, ―dos mil dólares. ―Ella regocijándose tendió su mano para aceptar el vívido
dinero anaranjado del juego. ―Es una maldita lástima que esto no sea dinero legítimo.
―Había pasado un día desde la visita a Caloundra y ellos habían pasado algunos
momentos divertidos, sin sexo, juntos. Había sido agradable y relajante. Claramente
podían estar juntos sin tener sexo.
―Bien, estoy en la quiebra ahora, ―Nick le informó con una simulada indignación.
―No es mi culpa que seas tan malo en este juego.
―No, no soy malo. Tú haces trampa.
―¿Y qué? ―Celestine respondió sin la menor muestra de culpa por algunas de sus
manipulaciones en el juego del Monopoly. La meta era ganar. No había nada
específicamente en las reglas que dijeran que no se podía hacer trampas y si lo había,
estaba probablemente en letra menuda y nadie leía eso. ―Aún me debes quinientos
dólares.
Nick extendió sus manos vacías.
―No tengo dinero. Pero puedo pagarte de otra manera. ―Apartó a un lado el tablero y
saltó sobre Celestine antes de que ella tuviera tiempo para reaccionar.
―¿Qué…? ―Celestine estaba repentinamente sobre su espalda con Nick entre sus
piernas levantándole la falda y bajándole las bragas.
―Tienes que dejar de usar ropa interior, bebé. ―Nick arrojó las bragas por encima de
su hombro.
―¿Qué estás haciendo? ―Una pregunta estúpida para una mujer cuyas piernas
estaban levantadas y ampliamente abiertas. Cuando la lengua de Nick lamió la profunda
hendidura entre sus piernas Celestine pegó un gritó. Para ser honesta, a ella no le
importaba qué otras cosas él pensaba hacer mientras que no dejara de hacer lo que
estaba haciendo en ese momento.
―Te estoy pagando la deuda en especies y voy a esperar el cambio. ―Nick
lentamente deslizó su lengua adentro y afuera de su cuerpo, retirándose para rozar
ligeramente su clítoris de cuando en cuando haciendo chillar a Celestine.
―Tengo que asegurarme de jugar al Monopoly contigo más a menudo. Eres un
perdedor fabuloso. ―Ella jadeó mientras intentaba contener el orgasmo que quemaba
profundamente e incontrolablemente dentro de ella. Quería tener a Nick dentro suyo
cuando se corriera. Celestine se incorporó hacia adelante intentando atraerlo hacia ella.
―¿Qué quieres, bebé? ¿Quieres correrte? ―Nick la lamió despiadadamente.
―Voy a correrme en tu boca.
―¿Y qué? ―Nick murmuró mientras continuaba lamiendo su clítoris. Sus dedos se
deslizaron profundamente dentro de ella, empujando adentro y afuera, instándola a
correrse.
Celestine no vaciló más. Gritó cuando el placer la golpeó, los músculos vaginales
instantáneamente se apretaron alrededor de sus dedos.

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―Maldición, eres bueno, hombre luz de luna, ―Celestine jadeó mientras lentamente
regresaba a la tierra.
Nick arrastró a Celestine para ponerla de rodillas y suavemente la empujó hasta que
ella quedó inclinada sobre una silla cercana. Él abrió la cremallera de sus pantalones y
liberó su erecta e impaciente polla.
―Quiero estar adentro tuyo ahora, bebé.
―Permiso para entrar concedido. ―Celestine esparció sus rodillas más amplias y
empujó el culo hacia atrás para recibir a Nick. Sus dedos eran buenos pero su polla era
mucho mejor. Suspiró cuando él se hundió profundamente en su cuerpo.
Nick empujaba lenta y firmemente adentro y afuera de su cuerpo, retirándose sin que la
punta de su polla rompiera el contacto con su mojada entrada apretada.
―Oh, Nick… por favor… más duro… ―Celestine instantáneamente fue recompensada
cuando lo sintió estrellarse duramente contra su cuerpo, sus bolas golpeando en contra
de su culo.
―Pon las manos entre tus piernas. Quiero que sientas lo bien que encajamos juntos.
Celestine pudo sentir su unión y eso la puso incluso más caliente.
―Córrete para mí ahora, bebé, ―Nick demandó con un gruñido mientras sus propias
manos cubrían las de ella.
Celestine empujó hacia atrás con fuerza en contra de Nick para asegurarse que tuviera
cada centímetro de su polla adentro cuando se corriera. Ella lo sintió correrse en el mismo
momento en que ella lo hizo.
Como los pequeños temblores de sus corridas lentamente se apaciguaron, Nick besó la
parte trasera de su cuello tiernamente.
―Creo que eso valió por quinientos dólares.
―Y algo más… ―Aunque sus rodillas le dolían, Celestine no quería moverse para
tener a Nick todavía adentro de ella. ―Yo creo… ¿Qué fue eso? ―Celestine inclinó su
cabeza para escuchar. ―¿Oíste ese sonido? ¿Qué puede ser? ―Sonó como si alguna
persona circulara afuera.
―No tengo ni idea pero voy a ir a averiguarlo. ―Nick se retiró de Celestine. Sonaba
como si alguien estuviera afuera, en su propiedad privada, en la noche. Eso no estaba
bien. Nick rápidamente se abrochó la cremallera de sus pantalones y puso a Celestine de
pie.
―Iré contigo.
―No tienes los pantalones puestos, bebé. ―Miró los rojos rizos húmedos de su coño,
deseando no haber sido tan bruscamente interrumpidos.
―¿Pensé que te gustaba sin pantalones?
Nick la besó lentamente mientras sus manos jugaban con los rizos entre sus piernas.
―Lo hago pero no voy a compartirte con ningún intruso que esté afuera. Quédate aquí.
Volveré enseguida.
¿Cuánto tiempo era enseguida? ¿Estaba bien ponerse impaciente tras diez minutos?
Celestine pensaba que sí. Además, tenía su falda y su ropa interior puestas, así que en
cuanto a lo que a ella le concernía, ya había esperado lo suficiente. Se dirigió hacia afuera
en busca de Nick.

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―Va a ser mejor que esto no sea ninguna broma extraña, Nick Swan. ―Si bien la luz
exterior de seguridad instantáneamente se encendió, parecía terriblemente oscuro para
Celestine. Le gritó llamándolo, intentando sonar segura pero no sintiéndose así en
absoluto. Ella no era una debilucha de rodillas temblorosas pero tampoco era alguien que
pensaba que deambular por la oscuridad sea una maniobra inteligente.
Repentinamente hubo un sonido a su derecha mientras una figura surgía de la
oscuridad. Celestine gritó con horror como si algo se abalanzara sobre ella. ¿Qué diablos
estaba pasando? Ella estaba bastante segura de que no se había asustado de
quienquiera que estuviera ahí afuera. ¿Qué diablos pasaba?
―¡Nick! ―Celestine gritó fuerte, preguntándose donde estaba él. Celestine oyó un
gemido bajo. ―Por todos los diablos. ―Corrió en la dirección del gemido y encontró a
Nick yaciendo al lado de su coche. Se dejó caer sobre sus rodillas, su corazón latiendo
frenéticamente. Había sólo la cantidad de luz suficiente para ver la sangre en su cabello y
él estaba extendido permaneciendo terriblemente inmóvil.
―Oh, Nick, por favor háblame, ―Celestine lo apremió impetuosamente mientras lo
mecía en sus brazos. Ubicaba frenéticos besos sobre su rostro y labios como si de alguna
manera lo pudiera hacer recuperarse. Ella posiblemente no podría perderlo ahora. No
cuando estaba en el punto de no retorno de sus sentimientos hacia él. Celestine besó sus
labios suavemente, sintiendo una leve respuesta de él.
―¿Acabas de besarme? ―Nick le preguntó, su voz aturdida mientras intentaba
enfocarse en ella.
Celestine ignoró la pregunta.
―¿Qué diablos sucedió?
―Me siento como si hubiera sido golpeado por un camión.
―No vi ningún camión pero vi a alguien. ―Celestine sintió el alivio surgiendo a través
de ella al oír su voz.
―¿Y qué hay sobre ese beso? Se sintió como terriblemente desesperado por mí.
―Nick intentó sentarse pero se hundió atrás cansadamente en los brazos de Celestine.
―Estás delirando, ―Celestine le respondió suavemente como si fuera altamente poco
probable que ella lo hubiese besado. Miró de nuevo la sangre en su pelo. La herida
estaba fluyendo poco a poco con sangre de color rojo fuerte. Celestine sacó un pañuelo
limpio de su bolsillo y lo presionó suavemente sobre la herida. Tenía que conseguir
ayuda.
―¿Y te aprovechaste de ese hecho para besarme?
Era la primera vez que ella había dado el primer paso y ambos lo sabían.
―Podrías haber esperado a que estuviera completamente despierto.
―Entonces tú te habrías aprovechado de mí.
―Pero a ti te gusta cuando lo hago, bebé.
Sí, a ella le gustaba. Y lo que acaba de ocurrirle a Nick la hacía muy consciente de todo
lo que a ella le gustaba del hombre.
―Estaba preocupada por ti. Estaba comprobando si estabas vivo.
―¿Besándome?
―¿No has escuchado acerca de la respiración boca a boca? ―Celestine recordó el
teléfono celular que Nick siempre llevaba en su bolsillo. Metió la mano en el calor de su
bolsillo, sintiéndolo retorcerse mientras ella empujaba hacia dentro la mano para tomar el

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teléfono. Sintió a su polla endurecerse instantáneamente ante su toque. Increíble. El


hombre había sido lastimado pero estaba listo para el sexo.
―Me gusta cómo te ves preocupada… Mientras tu mano está allí…
Celestine apretó su polla suavemente y luego la liberó con el teléfono en la mano.
―Sigue soñando. No estás en condiciones de tener sexo conmigo, hombre luz de luna,
―Celestine le dijo con una risa ahogada mientras maniobraba para sacar el teléfono.
―Voy a llamar a una ambulancia.

―Oh, buen Dios… ―Celestine gimió por la incomodidad mientras todos sus músculos
protestaron cuando intentó enderezarse en la silla donde había estado repantingada
torpemente. ¿Cuándo se había quedado dormida? Todo lo que podía recordar era que
Nick había sido atacado, que estaban ahora en el Hospital Royal de Brisbane y que él
había pasado la noche allí en observación. Muy bien entonces, ¿así que por qué ella
todavía estaba allí? Esa era la parte complicada. De manera realista, Celestine se decía a
sí misma que no tenía manera de llegar a casa dado que no se le había ocurrido llevar su
cartera cuando salieron en la ambulancia. Sumado a eso, se sentía responsable por lo
que le ocurrió a él. Si no la hubiera estado protegiendo, él no habría sido atacado. Sí, era
eso. Celestine se quedó a un lado de su cama porque necesitaba asegurarse de que Nick
estaba bien. Sonaba lógico para ella. Si mantenía esa línea de razonamiento estaría bien.
No quería que él pensara que había algo más para que ella permaneciese a su lado.
Celestine miró al hombre en cuestión. Nick Swan yacía dormido sobre las pulcras
sábanas blancas de la cama del hospital y se veía decididamente tranquilo y relajado.
Celestine se alegraba de que él había podido tener una sala privada. Ah, el costoso
milagro del seguro médico privado. Se puso de pie y caminó hacia él. Pasó un suave
dedo a lo largo de su mandíbula cubierta por la barba incipiente y se preguntó si ella
alguna vez tendría las agallas para admitir que lo amaba. Celestine miró los cinco puntos
que habían cerrado la herida de su cabeza. ¿Quién diantres había hecho esto y por qué?
Si ellos sólo le dijeran lo que querían, ella condenadamente se los daría.
―Bastardos, ―ella rechifló suavemente bajo su aliento.
―¿Quién es un bastardo? ―preguntó Nick mientras sus ojos se abrían y se
bloqueaban con los de ella. ―¿Así que te quedaste? ¿Por qué?
La mirada en la cara de Nick le indicaba a Celestine que él sabía la respuesta, sólo
quería que ella lo confirmara. Demasiado malo para él que ella fuera perversa.
―No tenía forma de llegar a casa.
―Mi billetera estaba en mi bolsillo, podrías haber usado ese dinero.
Maldición, la lógica. ¿Quién la necesitaba?
―Tal vez te quedaste porque me amas. ―Las manos de Nick buscaron las de ella.
―Sube a bordo. ―Él quitó la sábana de su cuerpo. Estaba vestido sólo con una bata de
hospital.
―¿Qué?
¿Nick seguramente no estaba sugiriendo que tuvieran sexo ahora… en un hospital?
Así y todo, extrañamente, la idea de sexo duro y rápido en un lugar público la puso a
Celestine completamente mojada y anhelante. ¿Alguna vez había tenido un momento en
que no deseara a Nick? ―No podemos.

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―¿Por qué no?


―Esto es un hospital…
―¿Y qué? ―Sin importar el punto que Celestine estaba tratando de explicar, Nick no lo
iba a comprar.
―Estás lastimado, por el amor de Dios. ―Sería irresponsable acordar tener sexo con
un hombre enfermo. Bueno, pero irresponsable.
―Bebé, mi polla está muy bien y está ansiosa por ti.
Cuando Nick decía cosas como esas Celestine encontraba difícil pensar en hacer lo
correcto. ¿Pero qué exactamente era lo correcto en este caso? ¿No tener sexo con Nick y
obligarlo a ser un buen paciente y descansar? ¿O tener sexo con él para mejorar su
estado de ánimo mientras estaba vapuleado en el hospital? Todo el mundo necesitaba
que su estado de ánimo se estimulara. Ella realmente le debía eso. Cuando lo miraba
bajo esa luz le parecía perfectamente razonable honrar su petición.
―¿Qué hay acerca de tu cabeza?
―Esa no es la cabeza con la que estoy pensando en este momento. Corre la cortina
alrededor y quítate esa ropa. Te quiero desnuda ahora.
Si fuera cualquier otro, Celestine habría dicho que estaba bajo el efecto de las drogas.
Pero éste era Nick Swan. Y a él le gustaba el sexo en cualquier momento o lugar. Dirigió
la vista hacia abajo para mirar su polla. Estaba flexionada debajo de la tela de la bata.
¿Se animaría?
―Vamos, tú me deseas a mí tanto como yo a ti. Ahora desnúdate.
Celestine tiró de la cortina a su alrededor y rápidamente se arrancó sus ropas hasta
que quedó delante de él desnuda. Ante la insistencia de las manos de él, Celestine gateó
torpemente encima de la cama y se sentó a horcajadas sobre él.
―Esto está muy mal, ―dijo ella mientras arrojaba hacia arriba la bata y agarraba su
dura polla con ambas manos. Nick agarró las caderas de Celestine y la apremió encima
suyo.
―¿Si está tan mal por qué tienes tus manos sobre mi polla? ―Sus dedos se deslizaron
dentro del mojado núcleo de su cuerpo.
―Porque voy a meterla dentro de mí, así que por favor quita tus dedos ahora.
―Celestine se empaló a sí misma encima de su tenso eje y se inclinó hacia adelante para
permitirle ávidamente chupar sus pechos.
―¿Qué vas a hacer si una enfermera llega ahora y te ve deslizándote de arriba hacia
abajo sobre mi polla con tu pecho en mi boca?
―Continuar montándote hasta que te corras, hombre luz de luna. ―Celestine
machacaba arriba y abajo sobre la polla de Nick, disfrutando de la caliente sensación de
él profundamente adentro suyo. Ella apresuró el ritmo y su cabeza cayó hacia atrás
cuando los espasmos de placer se desgarraron a través de su cuerpo. Cuando Nick se
derramó en su interior, ella refrenó el grito que tenía en los labios. En lugar de eso se
inclinó hacia adelante y besó a Nick profundamente.
―Maldita sea, ya estoy curado. ―Nick atrapó a Celestine cuando ella colapsó en
contra de su pecho, su polla todavía sepultada profundamente dentro de ella. Yacieron
tranquilamente absortos en sus pensamientos.
―Dime, bebé, aparte de tú y yo, ¿quién más sabe que estás quedándote en mi casa?
Celestine lo miró directamente a los ojos y pensó en eso.

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―Bueno, sólo Julia Bailey sabía dónde estaba dado que le di esa dirección para que
me devuelva el dinero que me debe.
―Sí, eso es lo que yo pensé. ¿Estaría relacionada Julia con cualquier cosa que estas
personas persiguen de ti?
Celestine conocía demasiado bien los escrúpulos de su traidora ex compañera de piso.
La avaricia era su prioridad. Cualquier cosa que tuviera que hacer para conseguir dinero,
Julia lo haría.
―Julia vendería a su abuela si el precio fuera parcialmente decente. ―¿Julia Bailey
podría estar involucrada? ¿Quiénes eran esas personas que la perseguían y cuánto
tiempo hacía que lo estaban haciendo? ¿Lo habían estado haciendo cuando Julia era su
compañera de piso? El momento no parecía encajar bien cuando todo esto empezó una
semana o poco más atrás. ―Todo esto ocurrió después de que Julia se escabulló con mis
cosas.
―¿Y si Julia de alguna manera averiguó que estas personas estaban detrás de ti y
estuvo de acuerdo en ayudarlas?
Julia era ambiciosa y codiciosa por lo que no era razonable dudar que ella estuviera en
cierta forma involucrada pero ¿cómo?
―Muy bien, entonces Julia, la traidora, descubrió que alguien está tras de mí por algo.
Ella hace un trato con ellos y les da tu dirección. ―Celestine manejaba las posibilidades a
través de su mente mientras decía las palabras. ―Entonces vienen a tu casa para
conseguir lo que sea que se supone que yo tengo y que ellos quieren y tú terminas
aporreado.
―Lo que me conduce a creer, Nancy Drew 18, que cualquier cosa que ellos quieren es
portátil y tú lo tienes contigo.
―Sólo tengo mis ropas y ese coche del infierno. ―Ninguno era valioso o lo
suficientemente novedoso como para hacer que alguien quisiera perseguirla por ellos.
―Pienso que es el coche. ―Para Nick, era la única cosa que tenía sentido.
Nick había mencionado el coche antes. Eso todavía parecía una conclusión loca para
ella.
―Sí, me sigo olvidando que es un objeto invaluable. ―Celestine colocó su mano sobre
la frente de Nick. ―¿Estás afiebrado y alucinando?
Nick puso las manos en su culo para mantenerla firmemente sobre su polla. La bestia
estaba moviéndose otra vez.
―Piensa en eso, bebé, todo vuelve a tu coche. ―Los labios de Nick acariciaron
suavemente el cuello de Celestine. ―Hay algo en el coche. Tal vez algo está escondido
adentro.
Wau, eso sonaba dramático para Celestine. Aparte de gomas de mascar pegadas y las
bolsas ecológicas para las compras que ella seguía olvidándose de usar cuando iba de
compras, no podía pensar lo que alguien quisiera obtener de su coche.
―¿Como qué? ―Los ojos de Celestine se abrieron cuando sintió la polla de Nick
rigidizarse dentro suyo. El hombre era insaciable. Pero donde la dejaba eso a ella que
todavía tenía a su polla en su interior cuando podría haberse levantado un rato antes.
Las manos de Nick acariciaron los montículos de sus pechos.
18
Nancy Drew es un personaje creado por Edward Stratemeyer. Es una detective aficionada que ha sido
protagonista de varias series de novelas de misterio para niños y adolescentes.

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―No sé lo que podría haber en el coche pero sugiero que destrocemos ese coche
tuyo. Aunque primero… móntame duro, bebé.

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CAPÍTULO 08

Celestine caminó alrededor de su coche, abriendo de par en par las cuatro puertas.
Una puerta quedó en un ángulo incongruente pero Celestine no se preocupó por eso. El
coche entero era incongruente, ¿qué era un desperfecto entre tantos? Ya había revisado
el baúl. Aparte de una llanta que necesitaba inflarse y el envase de aceite no había nada
que tuviera la apariencia de ser lo suficientemente excitante como para hacer que alguien
quisiera robarlo.
―¿Así que qué deberíamos estar buscando? ―Ella cambió la mirada hacia Nick. Él
había insistido en que revisaran el coche tan pronto como regresaron del hospital.
―No lo sabremos hasta que lo encontremos.
―Sí, los comentarios enigmáticos… no me gustan.
―¿Todavía estás alterada porque la enfermera entró y nos atrapó? ―Nick sonrió al
recordar la vergüenza de Celestine por ser atrapada justo cuando se corría arriba suyo. A
pesar de eso no le había impedido succionar hasta la última gota de él.
―Caramba, no puedo pensar por qué, Nick. Estaba completamente desnuda encima
de un paciente que se suponía que estaba descansando.
―Siempre me siento descansado después del sexo contigo.
―Esa excusa no funcionó con la enfermera. A pesar que ella parecía impresionada por
el tamaño de tu polla. ―La mujer lo había mirado un poco demasiado tiempo para el
gusto de Celestine.
Nick sonrió abiertamente, reconocía los celos cuando los veía.
―La mayoría de las mujeres lo hacen. Pero no te preocupes, bebé, es toda tuya.
―Por supuesto que eso está malditamente bien… ―Celestine masculló suavemente
por debajo de su aliento. No estaba dispuesta a compartir eso con nadie.
―¿Qué fue eso? ―Nick la había oído y estaba tan divertido como complacido por su
posesividad.
―Nada importante. ―Celestine gateó hacia el asiento trasero y se estiró hacia abajo
de la parte trasera de uno de los asientos delanteros. Nada salvo un paraguas y un clip.
Se extendió encima, poniéndose boca abajo, para buscar bajo el otro asiento delantero.
Nick estaba parado y observando mientras Celestine contoneaba su cuerpo,
completamente inconsciente de cómo lo tentaba la vista de su redondo culo rellenito. Él
quería estar todo caliente y apretado entre esas nalgas. Nick se trasladó al asiento trasero
para unirse a ella, arrinconándola debajo de él.
Celestine sintió a su polla aguijoneando duro en la hendidura de su culo cubierto por
los pantalones de gimnasia.
―¿Me estás embromando? ¿Ahora?
Nick tiró hacia abajo sus pantalones y quedó encantado al no ver bragas estorbando en
el camino como él quería. Los arrojó por la puerta.
―¿Por qué no? ―Sus dedos se movieron debajo de ella y se sumergieron en los
húmedos rizos entre sus piernas. ―Ya estás mojada.
―Siempre estoy mojada alrededor tuyo. ―Era la verdad. Celestine no veía razón para
esconderla. Oyó a Nick abriendo la cremallera de sus pantalones. Lo quería adentro suyo
y no estaba incluso dispuesta a fingir otra cosa. Arqueó su culo arriba hacia él. ―Quiero

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que me tomes en el culo esta vez, Nick. ―Incluso antes de decir las palabras ya sentía
calor. Nunca nadie la había tomado en el culo antes. Ella quería saber cómo se sentía.
Nick estaba listo para tomar a esta mujer de cualquier forma que ella quisiera pero
sabía que sin lubricación iba a ser doloroso.
―Necesito crema o algo por el estilo.
―Crema para las manos en la guantera. ―Celestine giró sobre su lado y observó
como Nick se oprimía a través de los asientos delanteros y abría la guantera con prisa. Su
impacientemente agitada polla estaba tensa hasta el punto límite. ―Déjame ponerla.
―Nick le dio el tubo y la miró a la cara. Celestine liberalmente esparció generosamente la
suave loción blanca, disfrutando de la resbaladiza y dura sensación de su polla entre las
manos.
―Ya basta. Me correré en tus manos si continúas haciendo eso.
―No podemos hacer eso.
Celestine tiró el tubo al piso. Se puso de rodillas y arqueó su culo en dirección a él. Lo
sintió apartar las mejillas de su culo. Cuando entró en el territorio virgen, Celestine
momentáneamente se tensó por la apremiante invasión. Pero Nick empujó suavemente
hacia dentro, mientras Celestine se acostumbraba a la sensación de él en su culo.
―¿Estás bien?
―Infierno, sí… ―Celestine jadeó suavemente mientras Nick avanzaba lentamente
hacia adentro y afuera de esa apretada entrada, hasta que ella lo había tomado
completamente en su interior. Tener a Nick dentro suyo de esta manera era una
sensación completamente diferente y a ella le gustaba eso. ―Más duro.
―De cualquier forma que quieras, bebé. ―Nick le empujó las caderas firmemente en
contra de las de él mientras aceleraba el ritmo y latía dentro de ella.
Celestine mordió fuerte el tapizado cuando sintió el placer bramar a través de su
cuerpo.
―Hola, Nick, oí que estuviste en el hospital y… ―la voz de un hombre se detuvo en
seco cuando se dio cuenta de la vista que tenía adelante. ―Oh, hombre, lo siento… yo…
uh, te dejaré en ello…
Celestine oyó a Nick reírse ahogadamente en voz alta. Él no dejó de empujar dentro de
ella.
―¿Quién era?
―Mi vecino de al lado, Steve.
Celestine quería decirle que estaba avergonzada pero estaba más molesta de que
alguien los haya interrumpido cuando estaba tan cerca de correrse. Además, ¿qué había
visto esa persona Steve? Sólo su culo con Nick enterrado en su interior. Arqueó su
trasero en contra de él. Necesitaba terminar aquí.
―Hazme correr. ―Celestine gritó mientras Nick salía completamente entonces entró
de golpe otra vez, haciéndolos correrse a ambos instantáneamente. ―¡Oh Dios… eso
fue… ouch!
―No es la respuesta que esperaba, ―le dijo Nick mientras empujaba por última vez
dentro de ella.
Fue ese último empuje, haciéndola saltar sobre el asiento, lo que hizo que Celestine se
diera cuenta de que había algo debajo del asiento. Sintió algo incómodo y abultado
presionando en su estómago.

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Seduciendo a Celestine

―Tenemos que levantar este asiento.


Nick se retiró de Celestine y la ayudó a levantarse y a salir del coche. Mientras
Celestine se ponía sus pantalones de gimnasia, Nick comenzó a tirar del fondo del asiento
trasero. Una vez vestida, Celestine se movió hacia el otro lado del coche y comenzó a
levantar el asiento de su lado. Cuando Nick dio un tirón descomunal, el asiento saltó hacia
arriba y Celestine perdió el equilibrio cayendo hacia atrás, y aterrizando sobre su culo en
la tierra. Un agradable dolor todavía latía a través de su trasero.
―¡Wau! ―exclamó Nick asombrado.
―¿Wau qué? ―Celestine gateó sobre sus pies y miró dentro del coche donde el
asiento trasero había estado. ―¡Santo cielo! ―Sus ojos se ampliaron por el asombro
cuando se dio cuenta de lo que estaba viendo. Bajo el asiento trasero del coche había
dinero. Montones sobre montones de él. Qué vista tan gloriosa para alguien que estaba
desprovista de eso.
―¡No puedo creerlo! ―Era más dinero de lo que ella incluso había soñado ver en su
vida. Billetes de cien dólares, de cincuenta dólares y de veinte dólares estaban abultados
unos sobre otros en pilas desordenadas, y esas pilas cubrían casi el espacio entero
debajo del asiento trasero. Tanto dinero junto era abrumador para Celestine. Sólo una
cuarta parte de ese dinero la sacaba de sus problemas financieros. ¿Cómo era ese dicho
acerca de que el dinero llama al dinero? ¿Seguramente eso tenía alguna relación aquí?
La avaricia de Celestine era de una naturaleza diferente a la de Julia. La avaricia de
Celestine estaba motivada por pura supervivencia.
―¿Cuánto crees que hay? ―Celestine preguntó mientras continuaba con los ojos
clavados en el dinero como hipnotizada.
―Es difícil calcularlo pero parece como decenas de miles de dólares, ―Nick especuló.
Él sonrió abiertamente ante la mirada hechizada en la cara de Celestine.
Celestine se relamió los labios con el pensamiento.
―Así que he estado paseando en un coche estropeado que vale básicamente una
fortuna. ―Ella no podía recordar la última vez que había visto un billete de cien dólares.
Era como estar rodeada de chocolate y saber que no lo podía comer porque estaba a
dieta. Pero bueno, ¿las personas no eran conocidas por quebrantar sus dietas? y nadie
realmente sabría si un desordenado billete de cien dólares se traspapelara.
―Esto es evidentemente lo que estas personas han estado buscando.
Celestine afirmó con la cabeza las palabras de Nick. Recordó al hombre rubio de
apariencia sucia que la atacó.
―¿Cómo sabían que tenía el dinero cuando incluso yo no lo sabía? ―Había muchas
personas y autos en Brisbane. Sería difícil seguirle la pista a una mujer con un coche.
―Tal vez te vieron comprar el coche o repentinamente te vieron conduciéndolo
después de eso, ―sospechó Nick, pensando sobre lo siguiente que harían. Cuanto más
pronto el dinero estuviera lejos de la posesión de Celestine, más segura ella estaría.
―Tenemos que decirle a la policía.
―Oh, sí, absolutamente, ―murmuró Celestine, sin sonar segura como ella tenía
intención de hacerlo. Sabía que llamar a la policía era lo correcto que cualquier ciudadano
honrado haría. Esta cantidad de dinero obviamente provenía de un crimen de algún tipo.
Había leyes y reglas que obedecer. Y aunque ella sabía que eso nunca podría ser de ella,
no le impedía querer mirarlo, tal vez tocarlo. El último año sin dinero había sido
terriblemente duro y un poco de fantasía nunca lastimó a alguien.

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―Eres mucho más honorable como para tomar este dinero, bebé.
―Sí… por supuesto… ―Celestine murmuró de una manera poco convincente. Se
preguntaba ¿qué habría ocurrido si Nick no hubiera estado cuándo ella había encontrado
esto? ¿Hubiera sido tan honorable?
―Voy a llamar a la policía.
―Sólo voy a permanecer parada y mirar el bonito dinero. ―Celestine vio la mirada
divertida que Nick le dirigió. ―Juro sobre un paquete de Tim Tams 19 recubiertas con doble
capa de chocolate que no tocaré este dinero.
―Ajá, ―Nick murmuró, ochenta y ocho por ciento seguro de que Celestine quiso decir
eso. ―No demoraré.
Celestine simplemente asintió con la cabeza y clavó los ojos en el dinero. Escuchó
ruido de pasos detrás suyo. Asumió que era su vecino Steve que había regresado para
echar otra mirada.
―Eres un completo y absoluto dolor en el trasero, mujer, ―una ruda voz masculina le
gruñó.
Celestine miró hacia abajo a la mano que la sujetaba apretadamente alrededor de su
brazo. No era el vecino Steve. Miró al hombre al lado suyo. Era el rubio que intentó
robarle su coche. Parecía enojado. Ahora ella sabía por qué.
―Me han llamado peores cosas ―replicó Celestine serenamente mientras intentaba
quebrantar su agarre sobre ella. Pero él la sostenía firmemente y agarró su otro brazo
para intentar meterla a la fuerza en el coche. Sin embargo, Celestine no estaba dispuesta
a ser empujada a ninguna parte sin una pelea. Clavó sus pies para detener cualquier
movimiento hacia adelante, esperando retrasar cualquier acción que este gamberro
tuviera pensado hacer, el tiempo suficiente para que Nick aparezca. ―¿Cómo me
encontró? ―Ella sabía que estaba luchando una batalla perdida. El hombre era más
grande y más fuerte que ella.
―Te he estado rastreando por días enteros. ―El hombre la empujó hacia el asiento
delantero del acompañante. ―Entra en el coche. ―Él señaló con su dedo en dirección al
coche, sacó un arma de aspecto desagradable y la apuntó a la cara para añadir un
incentivo.
Demorarse para ganar tiempo versus un arma en su rostro. Sus opciones parecían
limitadas.
―¿Por qué? Usted no me necesita. ―Celestine supo por la mirada en sus ojos que
este hombre la mataría si tuviera que hacerlo. ―Sólo tome el dinero y yo no diré nada.
―Necesito a un rehén. ―El hombre le echó una mirada lasciva y repugnante mientras
sus ojos vagaban sobre su cuerpo.
Bien, esa fue una mirada que la hizo querer vomitar o darse una ducha. Era una mirada
que sólo sugería problemas. Y ella no iba a ser un rehén de nadie que la mirara de esa
manera. Sin embargo ningún plan astuto para evitar ser tomada como un rehén le vino a
la mente. ―¿Por qué necesita a un rehén? ―¿Dónde diablos fue Nick? ¿Cuánto tiempo
se puede necesitar para decirle a la policía que tienes unos tropecientos dólares en tu
poder que claramente provienen de un crimen?

19
Tim Tams son galletas de chocolate hechas por galletas Arnott's, Australia. Se componen de dos capas de
galletas de chocolate malteado, separadas por una ligera crema de chocolate y recubiertas de una fina capa
de chocolate.

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―Porque sí, y ¡cállate! ―Le ladró simplemente mientras agarraba a Celestine por los
hombros y la empujaba hacia el asiento delantero del coche.
Celestine comenzó a salir del coche pero el arma apuntando a su cabeza la detuvo.
―¿Dónde vamos?
―Deja de hacer preguntas estúpidas y conduce. ―La empujó por encima del freno de
mano y sobre el asiento del conductor. ―Y no hagas nada estúpido.
Era muy tarde para advertirle a ella sobre hacer cosas estúpidas. Estúpido había sido
comprar ese coche dos semanas atrás. Estúpido fue no haber entrado a la casa con Nick
mientras él telefoneaba a la policía. Estúpido era objetar con un loco sujetando un arma.
Aún así, ella no podía detener sus instintos naturales aunque lo intentara.
―Todavía no comprendo por qué usted me necesita si ya tiene su dinero. ―Celestine
giró la llave en la ignición, esperando que el coche se rehusase a encenderse. Pero
siendo el perverso bastardo de coche que era, se encendió inmediatamente. Maldito Nick
por ser tan buen tipo y arreglar el coche como prometió. Ella condujo lentamente hacia
abajo del camino de acceso. Miró por el espejo retrovisor y vio la puerta de la casa
abrirse. Nick estaba mirando salir el coche. Celestine esperaba por Dios que él no
pensara que ella se estaba yendo porque quería. Él tenía que saber que estaba bajo
coacción.
―¡Písalo! ―El hombre gruñó.
¿Qué tan estúpido era él? Este coche no se fabricó para “pisarlo”. Celestine observó
por el espejo cómo Nick comenzaba a correr hacia el coche pero sabía que él no los
atraparía. Tanto como Celestine quería desacelerar para que Nick pudiera alcanzarlos,
ella no quería conseguir un disparo por hacerlo. Tampoco quería que Nick consiga un
disparo. Él ya había sufrido bastante por causa de ella.
―Te he estado observando. Creo que tu novio se ve como que pagaría para
recuperarte. Y tu amiga Julia parece pensar que tu hermana rica podría ser persuadida
para venir en tu ayuda. ―El hombre le sonrió malvadamente mientras su arma
permanecía enfocada sobre ella.
¡Condenada Julia! Celestine maldijo en su mente mientras rápidamente recitaba de
memoria todas las palabras sucias que podía pensar para denominar a esa mujer. Por
supuesto, esa traidora arpía confabuladora estaba involucrada en esto. Ella había estado
saboteándole la vida a Celestine desde que la había conocido.
―Mi hermana me odia y ella no pagará ningún rescate por mí. ―Celestine sabía que
eso era un hecho. Grace realmente era solvente. Y muchas veces en el último año
Celestine había estado cerca de tragarse su orgullo y pedirle dinero a Grace. Pero nunca
había estado realmente tan desesperada. Sólo podía imaginarse la cara de Grace cuando
ellos le pidieran dinero por su rescate. “¿Por qué? ¿Celestine vale la pena?” Grace
preguntaría con esa voz formal de ella.
―Tu novio lo pagará entonces. ―El hombre profirió una serie de instrucciones a
Celestine. Se estaban dirigiendo hacia el norte a través de Gympie Road y saliendo de la
ciudad.
―Él no es mi novio. ―Celestine no sabía exactamente qué era Nick Swan de ella.
Sabía que él era el tipo que pagaría por salvarla. Aunque no supiera nada más, ella sabía
eso.

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―Sí, claro, no es tu novio. Los vi a los dos antes en el asiento trasero poniéndose
todos calientes e intensos. ¿Te gusta que te la metan por atrás, no? ―El fétido aliento del
hombre estaba cerca de su oído.
Puaj… el pensamiento de que este hombre los había observado a ella y a Nick le ponía
la piel de gallina. Él era repulsivo y estúpido y Celestine estaba comenzando a
preguntarse si era él el cerebro de esta situación. ¿Cuántas personas secuestraban a
alguien por quien pensaban que podían recibir un rescate sobre la palabra de una
mentirosa como Julia Bailey? Seguramente sería un fastidio menos dejar atrás a la
cautiva pretendida y tomar los miles de dólares. Pero de todas formas este hombre era
más probablemente uno que se había anotado para "sufrir las conquistas" entonces ¿qué
tan listo podría ser? Seguro, él tenía un arma pero Celestine se valdría de la astucia
natural de un canalla para sobrevivir.
―Usted está loco y tiene mal aliento.
―Tengo un arma sobre ti. Ganaré cualquier disputa insultante entre nosotros, así que
¡cierra condenadamente la boca!
Muy bien entonces, ningún juego que ella pudiera ganar sólo por el momento. Sin
embargo, si mantenía la calma y la compostura, podría encontrar su oportunidad para
escapar.
―¿Así que dónde estoy yendo? ―El coche continuaba adelante por la autopista Bruce.
Era la misma ruta que ella y Nick habían tomado justo el otro día cuando fueron a
Caloundra.
―¿Siempre hablas tanto? ―El hombre la miró con frustración. Él no tenía paciencia
para la charla ociosa.
―Bastante, ―murmuró Celestine, comenzando a ver que él podía no ser tan
amenazador como ella pensaba si podía estar exasperado por una mera conversación.
―Bien, cállate y sigue conduciendo.
Luego de treinta minutos, el hombre la instruyó para que tomara un camino de tierra al
lado de la carretera principal. Se detuvieron quince minutos más tarde en una vieja casa
deteriorada por la intemperie que parecía que nadie había vivido en ella desde hacía
tiempo. Toda la pintura se había descascarado de las secas tablas de madera y el jardín
era una pesadilla de malezas.
El rubio le ordenó a Celestine que saliera del coche. Ella se preguntó fugazmente si
éste era el último lugar que alguna vez iba a ver. La gente mataba por dinero. ¿Vería
alguna vez a Nick otra vez? ¿Había estropeado su última oportunidad de algún tipo de
felicidad al no admitir sus sentimientos por él? ¿Era esto alguna represalia kármica?
Celestine fue empujada adentro de la casa y sobre el piso sucio. Cuando aterrizó con
un ruido sordo miró alrededor de su entorno. Sucio, deprimente y ningún teléfono en la
pared. La oportunidad de escapar pareció desvanecerse. Intentó luchar contra las sogas
que el rubio le estaba envolviendo en sus manos y pies, pero el tipo era más grande y
más fuerte, y tenía un arma, por lo que las sogas fueron colocadas a pesar de sus luchas.
Cuando las sogas hicieron un corte en su piel, supo que por el momento no había escape.
―Esto no es muy cómodo. ―Celestine intentó sentarse pero sus piernas estaban
dobladas delante de ella y sus manos por detrás de su espalda. Vio la frustración en los
ojos del hombre.
―No me importa, ―el hombre gruñó mientras cerraba de una patada la puerta que
ellos habían atravesado.

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―Bueno, estaba sólo pensando en que si usted va a pedir un rescate por mí, tiene que
cuidarme. ―Celestine se contoneó alrededor intentando acomodarse sobre el piso duro y
sucio.
―¡Por el amor de Dios, cállate! ―El hombre le gritó. ―¡No quiero dispararte pero me
estás empujando a eso, mujer!
Esa era toda la información que Celestine necesitaba. El rubio no era tan rudo como
aparentaba porque si realmente quisiera dispararle, lo habría hecho ya.
―¿A quién estamos esperando? ―Celestine sospechaba que era a Julia. Ella era una
historia completamente diferente a este hombre. Era absolutamente despiadada. Si Julia
quería algo no tendría importancia lo que tuviera que hacer para conseguirlo.
―¿Por qué piensas que estamos esperando a alguien? ―El hombre le preguntó con
exasperación mientras la miraba hacia abajo sobre el piso.
―Es sólo una sensación. ―Celestine decidió intentar hacerse amiga, no es que ella
alguna vez lo sería. Pero podría fingirlo para salvar su culo. ―Si estuviera en tu lugar,
sólo volvería al coche, me detendría en la estación de servicio más cercana y saldría
pitando con todo el dinero. ¿Por qué compartirlo con alguien más? Debe de haber miles
en el coche. ―Celestine lo miró como si ese fuera un gran plan que él debería asumir
instantáneamente.
El hombre la miró pensativamente mientras sopesaba sus palabras.
―Cincuenta mil para ser exactos.
¡Oh, lo que ella podría hacer con ese dinero!
―¡Vaya! ¿Robaste un banco? ―Celestine intentó sonar interesada, esperando poder
convencer al rubio de su forma de pensar.
―Sí, fue en… ―El Hombre se detuvo y le frunció el ceño con irritación. ―¿Por qué
estoy incluso hablando de esto contigo? ―Él preguntó, más para sí mismo que a
Celestine.
―Tal vez porque tú me gustas, ―Celestine respondió con sólo un indicio de sonrisa
alentadora. Sin embargo, ella no quería alentarlo a que se ponga demasiado amistoso
dado que a fin de cuentas él era un cabrón delincuente.
―¿Qué? ―Él chasqueó como si ella hubiera perdido su juicio. Su atención permaneció
enfocada sobre ella como si no pudiera creer que ella no se callaría y que no estuviera
asustada como cualquier rehén normal.
―Bueno, no me has disparado. Eso debe ser una buena señal de amistad.
―¿Estás chiflada?
―No, sólo creo que deberías tomar el dinero y olvidarte de Julia. Te juro que no le diré
a nadie lo que pasó aquí. ―Además, molestaría a Julia infinitamente saber que se quedó
sin los cincuenta mil dólares. Eso era una gratificación en sí misma.
―Seguro, y yo soy Little Bo Peep 20, ―gruñó el hombre sarcásticamente, mientras se
inclinaba hacia abajo para mirarla.
Si Little Bo Peep tuviera mal aliento, ropa sucia y grasiento pelo facial, pensó Celestine,
tratando de no encogerse ante el olor que emanaba de él.
―Entonces, ¿cuál es tu nombre?

20
Es un personaje de una popular canción de cuna inglesa.

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―Es Le… bien, ¡cállate o te pego un tiro!, ―el hombre le advirtió con una voz cansada
y molesta. Era evidente que estaba perdiendo toda la paciencia que tenía.
―Puedes ver por qué nadie va a pagar un rescate por mí. Soy muy molesta. Tú
puedes también dejarme ir.
El hombre consideró eso por un momento como si estuviera de acuerdo con su
evaluación.
―Voy a salir donde pueda estar tranquilo. No puedes escapar, por lo que te sugiero
que te quedes quieta y callada. ―Abrió la puerta de un tirón y lo cerró de golpe detrás
suyo debido a su necesidad de alejarse de ella.
Interesante, pensó Celestine. Este hombre no era un asesino. Prefirió irse a tratar con
ella por más tiempo. Eso le dio esperanzas a Celestine.

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CAPÍTULO 09

—Llamaremos a tu novio. Necesita saber lo que queremos de él.


—¿Por qué el va a darte lo que quieres?
—Porque ningún hombre voluntariamente va a dejar ir a una mujer que le ruega que le
meta la polla por su culo.
Cualquier teoría que Celestine tuviera para intentar congraciarse con él en su forma de
pensar simplemente había desaparecido.
—¿Nada que decir a eso? —El hombre le sonrió burlonamente mientras marcaba el
número de teléfono de Nick.
—Aparte de que eres un imbécil repugnante, no… —Celestine murmuró por lo bajo. Se
preguntaba quién diablos tendría sexo con un tipo así. ¿Alguna prostituta podría recibir el
dinero suficiente como para follarlo?
—¿Cómo conseguiste el número de teléfono de Nick?
—No soy tan estúpido como parezco.
—Eso es una suerte para ti, entonces.
El rubio miró a Celestine, inseguro de si lo había insultado o no.
—Sólo cállate por cinco segundos y escucha lo que quiera que le digas a tu novio.
Celestine escuchó. Sonaba como las cosas convencionales que decían los
secuestradores en la televisión. El hombre no tenía imaginación. Debía volverla loca a
Julia. Al menos eso era un estímulo. El hombre le extendió el teléfono y la miró como si él
gustosamente la abofetearía si ella dijera cualquier cosa lo más mínimo equivocada.
Cuando la voz de Nick entró en la línea, Celestine sintió su corazón dispararse.
—Nick. Soy yo. —Ella aferró el teléfono en su mano e intentó sonar tranquila y
controlada a pesar del hecho de que no se sentía de ninguna de esas dos maneras en
este momento. Estaba más enojada y frustrada que cualquier cosa por la situación en la
que estaba. Odiaba sentirse impotente. El hecho de que Nick sonara tan aliviado al
escucharla la hizo sentirse un poco mejor.
—Bebé, ¿dónde estás? ¿Estás herida? —Había un borde de desesperación en la voz
calmada de Nick.
—Nick, estoy bien y no tengo ni idea de adonde estoy. ¡Ay! —Celestine gritó cuando su
captor bruscamente tiró duro de su cabello para lograr su atención. Ella le dirigió una
mirada furiosa al rubio. —Tengo que decirte que el rubio grasiento ladrón de carros… —
Celestine se volvió hacia el hombre al lado de ella. —Pues bien, eres tú y no me tires el
pelo otra vez. ¡Oye! No te muestres disgustado conmigo porque yo no estoy realmente
contenta contigo tampoco, compañero, —ella le gruñó. —De cualquier manera, Nick, él
quiere cincuenta mil dólares por mi rescate. Él tiene alguna idea delirante sobre que mi
hermana Grace va a soltarlos. —Celestine cambió su atención a su secuestrador quien la
maldijo furiosamente. —Bien, a ella no le gusto, ya le dije eso.
—Bebé, no cabrees al hombre. —Había tanto preocupación como admiración en la voz
de Nick.
—Demasiado tarde para eso… —El teléfono fue arrebatado de su mano.
—Escucha, Swan, —gruñó el hombre en el teléfono. —A su hermana puede no
gustarle y yo estoy comenzando a entender por qué, pero sé que a ti sí, por lo que te

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sugiero que consigas esos cincuenta mil inmediatamente a menos que quieras ver a tu
amante lastimada.
—Ya tienes el otro dinero. ¿Por qué no la dejas en paz y te escapas mientras puedas?
—Porque uno nunca puede tener suficiente dinero, Swan. Tienes cuarenta y ocho
horas para juntarlo. —Cerró el celular y miró hacia abajo a Celestine, sacudiendo la
cabeza en una mezcla de cólera y asombro. —Eres francamente molesta. Pensaba en
tener un poco de diversión contigo yo mismo después de haberte visto tan complaciente
con Swan pero ahora no te follaría ni si me lo rogaras. —Apretó las sogas alrededor de
sus manos.
—¡Carajo!, —murmuró una aliviada Celestine por lo bajo. Las sogas cortaban tan
apretadamente dentro de su piel que ella jadeaba de dolor. Pero el hecho de que él no
quisiera su cuerpo invalidaba cualquier dolor que sintiera. Ser molesto era provechoso a
veces.

Doce horas más tarde Celestine todavía estaba retorciéndose, intentando ponerse en
algún tipo de posición más cómoda sobre el duro piso de madera de la casucha. Todo ese
tiempo ella había permanecido rígidamente despierta. Su secuestrador sólo le había
soltado las sogas tres veces para permitirle ir al nauseabundo baño de la casa. Cada vez
ella buscó su oportunidad para escaparse pero el cuarto de baño no ofrecía ninguno y no
había forma de que ella quisiera permanecer en ese baño por más tiempo del necesario.
—¿Así que, vas a alimentarme, o qué? —Celestine no estaba hambrienta en lo más
mínimo. Sólo quería mantener la charla inconsistente que sabía que molestaba tanto a su
secuestrador. Tenía que asegurarse que ningún pensamiento sobre sexo se le cruzara
por su repulsiva mente. Doce horas juntos no habían hecho nada para mejorar las
relaciones entre el desparejo dúo. Él quería que Celestine se callara y guardara silencio, y
Celestine, sabiendo esto, perversamente elegía hacer lo contrario. Había concluido hacía
mucho tiempo que sus amenazas hacia ella eran vacías. Celestine todavía esperaba que
él simplemente la dejara en libertad si se sentía lo suficientemente frustrado con ella. Una
única cosa le preocupaba y era Julia y lo que tenía planeado. Ella era el comodín en esta
situación.
—No hay un punto dejándome morir de hambre. Nadie va a pagar dinero de rescate
por un esqueleto, ya sabes. —Ella dudaba de que Grace pagaría independientemente de
si estaba esquelética o no. Grace probablemente pensaría que ella se veía mejor con
menos carne. Celestine no podía imaginarse ser capaz de poder reunir quinientos
dólares, y mucho menos cincuenta mil, para pagar un rescate. Con toda sinceridad,
Celestine podría participar con cincuenta dólares en caso necesario.
Pero ella sabía en su corazón que Nick Swan pagaría cualquier monto que le pidieran.
Él simplemente era ese tipo de persona… maldito sea. Como podría evitar amarlo aunque
lo intentara. Tenía sexo fantástico con un hombre que tenía un buen corazón y un alma
afectuosa. Las mujeres en el mundo entero matarían por eso. Celestine sólo tenía que
tener el valor para decirlo.
—Tienes una boca en ti. —Su secuestrador sacudió la cabeza con frustración.
—Celestine siempre fue insolente y siempre ha sido molesta. Es una parte de su
personalidad, —dijo una voz muy femenina que Celestine conocía demasiado bien. Julia

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Bailey había entrado sin avisar a la casa y ahora estaba parada mirando hacia abajo con
aversión a la forma cansada y desgreñada de Celestine.
—¡Bueno, Julia Bailey! Qué milagro encontrarte aquí. ¿Supongo que no trajiste el
dinero que me debes? —Celestine la saludó sarcásticamente mientras captaba el
acicalado pantalón de lino azul claro que Julia llevaba. Celestine sabía que ella se veía
como una vagabunda comparada con Julia. No es que a ella le importara lo que su ex
compañera de piso pensara de ella. —¿Este es tu novio? —Señaló al tipo rubio grasiento.
—Tu sarcástica boca te meterá en problemas algún día, Celestine. Oh espera, ya estás
en problemas. —Julia le sonrió agriamente. —Así que escucha, yo estoy al mando y tú
harás lo que te digo.
Celestine no dudó ni por un segundo de que era Julia la que llevaba la batuta y no en el
rubio.
—Así que, Julia, ¿por qué todo esto? —Celestine ya sabía la respuesta. Por avaricia.
La vieja "yo quiero algo y voy a conseguirlo a cualquier precio" avaricia.
Julia se rió mientras arrastraba una silla hacia donde estaba Celestine sentada sobre el
piso.
—Bueno, por el dinero por supuesto, Celestine. —Julia se sentó cruzando sus piernas
refinadamente como si estuviera en una reunión para tomar el té. —Después de verte en
Caloundra, debo admitir, tuve un muy pequeño momento donde en realidad decidí que me
había equivocado contigo y te devolvería una parte de tu dinero.
—Bueno, caramba, Julia, debe haber sido un desliz. Esa cosa de conciencia es muy
impropia de ti. —Celestine estaba asombrada de que Julia incluso admitiera que ella
había pensado en hacer lo correcto. Obviamente ella rápidamente había logrado
sobreponerse a ese deseo cuándo se dio cuenta de los beneficios de compartir la suerte
con el rubio.
—Oh Celestine, yo sé que no lo crees pero fuiste buena conmigo. Me dejaste
quedarme en tu casa cuando necesité ayuda. —La mirada en la cara de Julia claramente
mostraba que ella recordaba un tiempo que no fue agradable para ella.
—Y naturalmente para pagarme la deuda me estafaste. —Celestine había intentado
ayudar a Julia. Se la había encontrado en la calle, literalmente. Julia tenía una maleta
estropeada y estaba parada en la calle, su rostro magullado y lastimado después de
terminar una relación con un novio que la había golpeado. Celestine, al oír que ella no
tenía un lugar para vivir y teniendo un corazón tierno a pesar de todas las paredes
protectoras que ella había levantado desde entonces, había dejado a Julia irse a vivir con
ella. Fue un error inconcebible y eso la había dejado donde estaba ahora, sentada sobre
un piso sucio con sus manos y pies atados. Eso en cuanto a ser agradable y admitir
callejeros. Como hacen los chuchos que siempre se dan vuelta y te muerden cuando te
encuentras más vulnerable.
—Es mi naturaleza, Celestine. Uno no puede cambiar lo que es, —Julia le dijo
suavemente, casi haciéndole creer a Celestine por un segundo que lo lamentaba. Pero
fue sólo un segundo, luego Celestine tuvo mejor criterio. —De cualquier manera, después
de encontrarme contigo en Caloundra y del momentáneo remordimiento que tuvo mi
conciencia, volví a la casa en Everton Park para verte. Sin embargo, me topé con Lester
en la casa, buscándote. —Julia señaló al rubio hombre grasiento que había sido la
compañía no deseada de Celestine durante el último día o poco más o menos. —Después
de que unos cuantos momentos tensos y algunas preguntas pertinentes, Lester vio las
ventajas de que yo lo ayude a conseguir el dinero. —Los ojos de Julia vagaron sobre

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Lester momentáneamente con repugnancia. Lester, a su vez, parecía inconsciente de sus


sentimientos hacia él. —¿Quién sabía que tú comprarías semejante bomba y me
conducirías a todo ese dinero, Celestine?
—¿Así que de dónde salió ese dinero?
—Lester y su socio robaron uno de los bancos en del centro comercial Chermside.
Celestine vivía a no más de quince minutos de ese centro comercial y el almacén de
coches donde ella compró el pedazo de mierda estaba a dos cuadras hacia abajo por la
calle Hamilton en el mismo suburbio. No se requería ser un genio para darse cuenta de
que Lester había escondido el dinero, esperando el momento correcto para recogerlo.
—¿Qué pasó con el socio de Lester? —¿Había un tercer loco con quien ella tendría
que tratar?
—Lester le mató.
—Él intentó tomar todo el dinero para sí mismo, —dijo Lester con furia.
Muy bien, Lester estaba otra vez en la lista de asesinos más probables.
—Así que Lester aquí escondió el dinero en tu coche con toda la intención de
recuperarlo cuando fuera seguro.
—Hasta que yo inconscientemente compré el montón de óxido. —Dios mío, uno tiene
que recordar cómo la vida se orquesta de esta manera. —Entonces, Lester, —dijo
Celestine, volviendo su atención al rubio, pensando que el nombre le sentaba a la
perfección. El nombre era tan escalofriante como él. —¿Cómo supiste que yo tenía el
coche? ¿Has estado siguiéndome desde que lo compré?
—Después del robo mi ex compañero Carl, que podía atormentar al diablo con su alma
podrida, decidió no darme mi parte del dinero. Habíamos considerado dividir el dinero por
la mitad e ir cada uno por su lado. Pero una noche lo encontré saliendo a hurtadillas de
nuestro escondite. Lo seguí hasta el almacén de coches usados. Supe que iba a tomar
todo nuestro dinero y dejarme sin nada. Cuando supe lo que estaba ocurriendo, me
encargué de Carl. Sin embargo, al día siguiente, antes de que pudiera recuperar el dinero,
tú compraste el coche. No pensé que alguien sería lo suficientemente estúpido para
comprar esa cosa inútil, por lo que creí que tenía más tiempo.
—No fui estúpida, —dijo Celestine a la defensiva. —Estaba desesperada. Hay una
diferencia, ya sabes. —Celestine ignoró la mirada ¿ah, sí? Que le disparó Lester.
Celestine fijó su atención en Julia pensativamente. ¿Había alguna forma de llegar a la
mujer? El recuerdo del rostro amoratado y ensangrentado de Julia, cuándo se conocieron,
le vino a la mente. Julia había pasado por una buena cantidad de momentos difíciles por
sí misma. Debería haber alguna chispa de bondad en alguna parte en la mujer. —Fuimos
amigas una vez, Julia.
—Nunca fuimos amigas, Celestine. Tú fuiste útil para mí. Una vez que el dinero se
terminó ya no tenías ninguna utilidad para mí.
La frialdad en la voz de Julia dejó helada a Celestine. Julia había previsto todo de
antemano. Usar, abusar y continuar adelante. No había ninguna decencia humana que
quedara en ella. Celestine se sintió increíblemente ingenua por haberla admitido como lo
hizo.
—Ya veo, tonta de mí por pensar que éramos amigas.
—Nunca lo fuimos y tú no te diste cuenta de eso hasta que fue demasiado tarde. Pensé
que eras más lista, Celestine. Pero obviamente no lo eres. —Julia le sonrió
repentinamente. —Te diré algo, Celestine. Ese hombre tuyo es algo diferente. Ya sabes

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que lo observamos a él tomándote esa noche cuando te folló sobre tus rodillas.
Realmente deberías haber cerrado las cortinas. ¡Y esa polla! Él es enorme. No me
importaría dejarme caer debajo de él yo misma. De hecho estuve a punto de hacerlo
después de que Lester lo golpeó pero llegaste tú y lo arruinaste. —Julia suspiró por su
oportunidad perdida. —Pienso que necesitamos llamarlo otra vez. Quiero adelantar el
plazo en esto. Él necesita saber que somos serios.
Lester estaba encantado con la noticia.
—¡Gracias a Dios! Ella me está cabreando como el infierno.
Celestine arqueó las cejas ante su tono. Él era claramente un hombre sobre el borde.
Esto seguramente no podría ser sólo por pasar tiempo con ella, ¿no?
—Le daremos a su amante sólo otras doce horas para conseguir el dinero. Cuando
llamemos por teléfono hablemos rápidamente y cortemos la comunicación. Swan ya pudo
haber hablado con la policía. No podemos arriesgar la posibilidad de que sus llamadas
probablemente estén siendo rastreadas.
—Nah, eso no será un problema, —contestó Lester confiadamente. —He visto en la
televisión que si sólo hablas por un par de minutos ellos no tienen tiempo para rastrear la
llamada.
Tanto Celestine como Julia intercambiaron miradas que eran idénticas. Lester
evidentemente no era listo y eso era siendo amable, pensó Celestine. Ella sabía que
debía volver loca a Julia estar involucrada con un cómplice tan idiota. Celestine le sonrió
con aire satisfecho a su ex compañera de piso.
—Estupendo, lo que sea, sólo haz la llamada rápido. —Julia se veía molesta porque
Celestine había adivinado sus pensamientos sobre Lester. Ella lo observó marcar por
teléfono.
—Ahora sólo tienes doce horas, Swan.
—Déjame hablar con Celestine, —Nick demandó tranquilamente. La única cosa en la
que él estaba interesado era en Celestine. Todo el dinero en el mundo no la podría
reemplazar.
Celestine sintió el teléfono empujado contra su oído.
—Hola, —le dijo a Nick, sintiendo el ridículo deseo de llorar cuando oyó su voz. Ella no
era así. Probablemente era la quemadura de la cuerda lo que le hacía querer llorar y no
que ella deseaba verlo otra vez.
—Hola a ti. —La voz de Nick era suave con preocupación. —¿Estás bien? Deseo verte,
bebé.
La suavidad en la voz de Nick le hizo a Celestine tragar duro. Lo último que ella
necesitaba era que Julia piense que ella era débil.
—Estoy tan bien como puedo estar. —Ella tenía un anhelo abrumador de verlo y ser
abrazada por él.
—¿Sabes dónde estás?
—Posiblemente en Sunshine Coast… ouch, —Celestine gritó cuando Lester finalmente
se rompió y la abofeteó duro a través de la cara, haciéndole girar la cabeza y sus dientes
hicieron un corte en su labio inferior.
—¡Perra estúpida! —Lester chasqueó después de golpearla. Él agarró el teléfono de
ella.
—¡Bebé! ¿Estás bien? —Nick gritaba frenéticamente a través del teléfono.

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Celestine sabía que ella había tomado una enorme oportunidad revelando su
localización. Pero ella estaba todavía en este pequeño juego ambicioso.
Julia arrebató el teléfono impacientemente alejándolo de su cómplice.
—Te veremos en doce horas. Ten el dinero o ella muere.
Nick escuchó la línea morir. Sabía quién era la dueña de esa voz. La había oído una
vez antes. Le pertenecía a Julia Bailey.

—Grace, ella es tu hermana. —Nick estaba perdiendo completamente su paciencia. Le


había seguido la pista a la hermana de Celestine, Grace Maxwell, pensando que tal vez
ella estaría interesada en el bienestar de su hermana. Pero la única cosa que parecía
concernirle a Grace era la cantidad de dinero que los secuestradores estaban
demandando.
—Ya sé pero cincuenta mil es una fortuna, —dijo Grace Maxwell, completamente
perturbada por el tono de Nick. —No sé qué hacer.
Nick estaba comenzando a entender por qué Celestine tenía el menor contacto posible
con su hermana. Grace Maxwell era o bien una absoluta y completa perra insensible o era
una cabeza hueca que no terminaba de comprender lo que Nick le estaba diciendo. Él se
había tomado el trabajo de seguirle la pista a través de Tess. Tess le había dicho que ella
era problemática pero Nick quiso creer en alguna parte, en lo más profundo dentro suyo,
que a ella le importaba Celestine. Pero el hecho de que Celestine, su hermana menor,
estuviera en problemas no parecía importarle mucho a Grace. Y el pensamiento de gastar
cincuenta mil dólares para liberar a su hermana parecía exorbitante para ella. Sonaba
como alguien que probablemente gastaría esa cantidad en ropas en un mes.
—Otra vez, Grace, no te estoy pidiendo que lo pagues. Te estoy diciendo que tomes
conciencia de que Celestine está corriendo peligro y que estas personas saben quién
eres. —Nick le hablaba casi como si ella fuera una niña. Él ya había tenido suficiente. Su
deber estaba cumplido. Nick se encargaría de Celestine por sí mismo.
—A mí me importa Celestine.
—Tienes una condenada extraña forma de demostrarlo, mujer.
―Tú no entiendes… —la voz de Grace se desvaneció como si supiera que no había
forma de que ella pudiera hacer que este hombre la entendiera.
—No, no lo hago y en este momento incluso ni estoy tratando de comprenderte. Tú no
eres importante para mí, Grace. —Nick colgó el teléfono y llamó a su contador.

Celestine fue empujada sobre el sucio piso de su viejo cobertizo. Tuvieron que
mudarse de lugar porque Celestine había descubierto su ubicación en Sunshine Coast.
Sunshine Coast cubría un área grande y salvajemente diversa e intentar encontrarlos
sería como tratar de encontrar la proverbial aguja en un pajar. Sin embargo, Julia no
estaba dispuesta a correr riesgos. Había dinero involucrado, después de todo. Así que
ahora estaban otra vez en Brisbane, en Everton Park para ser precisos, en la parte de
atrás del propio patio trasero de Celestine, literalmente. Su casa en Everton Park tenía un
cobertizo viejo y ruinoso, de chapa en la parte trasera. Era un lugar donde Celestine, y
ella estaba segura que también Julia, nunca se había aventurado adentro en todo el

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tiempo que había estado en la casa. Se había asomado una vez cuando se mudó. Sin
embargo, las diversas arañas y cucarachas habían sido suficientes para impedirle
aventurarse más allá en el interior o de utilizar el viejo cobertizo. Celestine no se asustaba
por las arañas pero las cucarachas eran simple y llanamente repulsivas, por lo que
simplemente consideró la necesidad de no tener que usar el cobertizo. Así que, había
conservado su purulento estado hasta ahora.
―Julia, ¿no crees que traerme otra vez a Everton Park es un poco evidente? ―Aunque
Celestine tenía que admitir que a veces esconderse delante de la vista era la mejor forma
para esconderse. Julia era ambiciosa pero no era estúpida. Celestine a regañadientes
tenía que admirar la estrategia de Julia. Sin embargo, la mujer era una hija de puta
confabuladora ante los ojos de Celestine y si ella pudiera hacerla dudar sobre la sabiduría
de sus decisiones entonces mucho mejor. Quizás cometería un error.
Julia se volvió hacia Celestine con furia.
―¿No crees que debieras cerrar la boca antes de que te lastime más, Celestine?
Claramente el robo y el secuestro estaban evidentemente quedándose con el control
de Julia. Ella había estado irritable todo el camino hasta Brisbane. Y tenía razón,
Celestine ya había sido lo suficientemente lastimada. La piel en sus muñecas y tobillos
estaba lastimada y sangrando por las restricciones que le habían puesto, sin embargo por
suerte ahora sólo sus manos estaban atadas. Habían decidido desatarles los pies dado
que ya no creían que se arriesgara a escapar. Y estaban en lo cierto. Las piernas de
Celestine estaban acalambradas por la falta de circulación. Su mejilla y ojo izquierdos
estaban hinchados y azules por la bofetada que Lester le asestó cuando había revelado el
lugar. Estaba sucia y cansada, pero si consiguiera la mitad de una oportunidad, Celestine
igual intentaría escaparse. Además, no iba a callarse solamente porque Julia Bailey lo
quisiera así. Eso sería como rendirse. Y ella no tenía intención de hacer eso.
―¿El dinero realmente que vale todo esto, Julia? ―¿Quién necesitaba toda esta
molestia por un par de dólares?
Julia bufó de la forma más impropiamente femenina ante su pregunta.
―¿Me preguntas eso después de que tomé todo lo que tenías? ¿Cómo te sientes al no
tener dinero, Celestine? ―Julia conocía absolutamente bien la frustración que Celestine
tuvo que haber sentido.
Celestine decidió probar otra estrategia con Julia. Apelaría a su avaricia.
―¿Qué hay acerca de Lester? ¿Puedes confiar en él? Después de todo, él mató a su
socio. ―Ella esperaba que Julia tuviera algún pensamiento sobre que Lester era una
amenaza. Lester no estaba con ellas. Había ido a lo que él llamaba el cuarto de los
niñitos. Si estaba dentro de su casa usando su cuarto de baño, Celestine sabía que ella
nunca podría ser capaz de usar ese baño otra vez.
―Puedo manejar a Lester.
―¿Puedes? ¿Qué ocurre si él te hace lo que le hizo a su socio? Todo el dinero en el
mundo no te puede ayudar si estás muerta, Julia. ―Celestine la miró considerablemente.
―Además, ¿dónde está él ahora? No toma tanto tiempo ir al baño. Espero que el coche
esté seguramente cerrado, de otra manera tendrías que ir despidiéndote de ese dinero.
Julia se rió duramente de sus palabras.
―Sé lo que estás tratando de hacer, Celestine. Estás tratando de dividir y conquistar.
El coche está bajo mi control y Lester no es más estúpido porque no entrena. Pero yo no.

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No hay forma de que sea lo suficientemente estúpida tampoco para confiar en él o para
ser perturbada por tus palabras.
Celestine no estaba sorprendida por la respuesta de Julia. Julia era una sobreviviente
egoísta manipuladora. No daba disculpas por eso. Sabía lo que quería y lo tomaba.
Tienes que admirar eso en alguien. Aunque no tenga por qué gustarte.
―¿Debo interpretar eso como que vas a robarle el dinero del coche? ―Era
declaración, no una pregunta y ambas la sabían.
―No eres estúpida, Celestine. ¿Qué piensas? ―dijo Julia mirando hacia abajo a la
desaliñada criatura delante de ella.
―Así que Lester está siendo engañado por ti y es demasiado estúpido para darse
cuenta de eso. Buen trabajo, Julia. ―Celestine se preguntaba cuándo la rueda cósmica
del karma circularía y golpearía a Julia en su culo.
El sonido de la puerta de chapa abriéndose detuvo cualquier conversación entre las
dos mujeres. Lester dio un paso dentro del cobertizo, el arma en su mano.
―Es casi el momento, ―le dijo a Julia mientras arrastraba bruscamente a Celestine
sobre sus pies. El dolor en sus muñecas y tobillos desgarraba a Celestine como un
cuchillo. Ella reprimió el grito que brotaba de sus labios. No mostraría ninguna debilidad
con este dúo.
―Llamaré a Swan y le diré donde encontrarnos. ―Julia marcó los ahora familiares
números del móvil de Nick, en su teléfono. ―Bien, Swan, este es el trato, ―comenzó
Julia con una voz dura y controlada.
―No estoy de acuerdo con nada hasta que hable con Celestine, ―respondió Nick, su
voz tan fría y tan al mando como la de ella.
Julia suspiró y le puso el teléfono al oído a Celestine. ―El Príncipe Azul quiere hablar
contigo. No digas nada estúpido, Celestine.
―¿Estás herida, bebé?
―Estoy bien, ―Celestine mintió, sabiendo que estaba dolorida y sintiéndose muy
diferente a bien. Pero no había un punto en preocupar a Nick más allá de lo que ya había
hecho. Lo había hecho pasar a través de mucho desde que había entrado en su vida.
Celestine tenía que preguntarse si ella valía la pena. ¿Por qué iba él a pasar por tantos
problemas debido a ella?
―Te amo, ―le dijo Nick, su voz segura y firme, contestando a sus pensamientos no
pronunciados.
―Nick, yo… ―Un fuerte estrépito y un aullido de dolor interrumpió cualquier cosa que
Celestine iba a decir. ―Oh, mi Dios, ―ella jadeó, mientras se daba cuenta de que el arma
se había disparado en el cobertizo.
Nick oyó el disparo y estaba frenético de preocupación.
―¿Qué fue eso? ¡Celestine! ¡Celestine! ―gritaba alarmado.
Celestine miró hacia donde Lester yacía sobre el piso del cobertizo, gritando en agonía.
―¿Qué diablos ocurrió? ―Ella gritó, mientras Julia sacaba bruscamente el teléfono
fuera del oído de Celestine.
―El condenado Lester vio a un lagarto de lengua azul y decidió dispararle, ―maldijo
Julia, mirando a Lester con intenso disgusto. ―El idiota parece haberle disparado a su
dedo gordo. ―Las dos mujeres miraron hacia abajo a la sangre derramándose en el suelo

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cerca del pie de Lester. La zapatilla de lona de su pie derecho tenía la parte delantera
reventada, la sangre estaba saliendo a raudales.
―¡Pensé que era una serpiente! ―Lester aullaba de dolor.
Incluso a pesar de que Lester era un asqueroso delincuente que le había causado a
ella nada más que problemas, Celestine no podía dejarlo sangrando. Sin embargo, tener
sus manos amarradas apretadamente juntas no le permitía ayudarle. Ella miró a Julia
para que lo ayudara. Julia miraba como si preferiría matarlo en lugar de ayudarle.
―Escucha, Swan, ―dijo Julia en el teléfono, ignorando el grito de dolor de Lester.
―Encuéntrame en el parque al lado de la biblioteca Everton Park en Soth Pine Road y va
a ser mejor que no haya policías.
―¿Quién fue disparado? ―exigió saber Nick, rezando que fuera cualquiera menos
Celestine.
―Sólo cállate y escucha. ―Julia no estaba interesada en nada que no sea su causa.
―No hasta que me respondas, ―dijo bruscamente Nick enojado, con la seguridad de
que él nunca antes había contemplado golpear a una mujer hasta que Julia entró en la
escena.
Julia emitió un profundo y exasperado suspiro.
―Celestine está viva y si quieres que continúe de ese modo tienes quince minutos
para llegar al parque con el dinero. ―Julia espetó en el teléfono y alcanzó el arma que
Lester había dejado caer después de que accidentalmente se disparara a sí mismo.
A Celestine no le gustó la mirada en los ojos de Julia. Sin duda alguna Julia no
contemplaba matarlo.
―Vamos a ayudarlo, Julia. Él podría morir desangrado, ―Celestine le imploró. Lester
era un cerdo pero también era un ser humano… en cierto modo.
―¿A quién le importa? ―Julia gritó, agarrando a Celestine del brazo y sacándola por la
fuerza del cobertizo. ―Es un idiota intentando dispararle a un lagarto en el medio de un
día domingo cuando un disparo puede oírse en todas partes. Tenemos que salir de aquí
ahora. ―Ella medio tiraba, medio arrastraba a la todavía atada Celestine fuera del
cobertizo, dejando a Lester para que se pudra.

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CAPÍTULO 10

Julia maldecía furiosamente quince minutos más tarde mientras pasaban por el
pequeño parque al lado de la biblioteca de Everton Park, en el viejo coche blanco de
Celestine.
―¡Hay policías! ―Julia estampó sus manos golpeando furiosamente sobre el volante.
―¡Le dije a tu novio que no metiera a la policía en esto! ―Dio la vuelta manzana y subió
por una calle lateral detrás de la biblioteca. Julia tiró con fuerza del freno de mano y
maldijo a los gritos. ―¡Esto no es parte del plan!
Celestine la miró cínicamente. Ella, personalmente, nunca había conocido alguna vez
que un plan saliera como se había esperado. ¿Julia realmente había esperado que
secuestrar y robar fuera algo tan fácil de conseguir? ¿Ella vivía en algún mundo de
fantasía donde las personas decían y hacían todo lo que prometían?
―Oh, Julia, imagina a alguien que no honrase tus demandas deshonrosas. ―Celestine
apenas sintió el rápido y duro manotazo que Julia asestó en su cara amoratada. Que la
mujer estaba muy cabreada era absolutamente evidente. Sin embargo, la cara de
Celestine, las manos y los pies estaban tan entumecidos por el dolor que ya había
soportado que la bofetada no significó nada. ―¿Y ahora qué? ―Celestine presionó su
cabeza hacia atrás con cansancio en el cabecero del asiento. Señor, estaba exhausta.
Sólo quería que esto termine. Quería volver a su aburrida vida normal donde la única cosa
en lo que tenía que pensar era en conseguir dinero. Y estaba el sexo con Nick… quería
ser capaz de hacer eso otra vez.
―¡Cállate! Estoy tratando de pensar. ―Había un borde bien definido de histeria en la
voz de Julia.
Celestine se sintió animada por el leve sonido de derrota en el tono de su ex
compañera de piso. Decidió utilizarlo para su ventaja y tal vez salir ella misma de este lío
mucho más rápidamente.
―Si fuera yo, Julia, sólo me desharía de mí y cortaría por lo sano. ―Celestine volteó
su cabeza para mirar a la rubia que estaba inmersa en sus pensamientos. El arma de
Lester descansaba sobre su regazo. Celestine sabía a ciencia cierta que Julia era una
tramposa despiadada y manipuladora pero no era una criminal. Claramente estaba
pisando un terreno desconocido al querer manejar exitosamente un robo y un secuestro.
Esto era completamente diferente de estafar a la persona con la que uno estaba viviendo.
Celestine tenía toda la intención de intentar influenciar en el proceso de toma de decisión
de Julia aunque eso pudiera significar que recibiera otra palmada en la cara. ―Toma el
dinero de mi coche de mierda y lárgate, Julia. Ya tienes garantizado unos cincuenta mil
dólares escondidos en el asiento trasero. No hay garantía de que vayas a conseguir algún
dinero por secuestrarme. ¿Eso realmente vale el riesgo de ser atrapado? Simplemente
acaba con esto ahora.
Julia bufó como si creyera que Celestine no tenía ni idea sobre lo que estaba hablando.
―¿Qué sabes, Celestine? Eres una charlatana santurrona más buena que el pan. ¿Por
qué diablos iba yo a querer escuchar a gente como tú?
A Celestine no le importó ser considerada como una santurrona. De acuerdo, lo de
charlatana lo aceptaría e incluso admitiría ser un dolor en el culo. Sin embargo, ella no era
una santurrona. Era extraño que Julia pensara eso pero entonces Julia sujetaba el arma y
Celestine no, así que Julia tenía ventaja para insultar.

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―Julia, sé que tan poderosa como sea tu avaricia por dinero, tú en realidad no quieres
ser atrapada e ir a la cárcel. ―La avaricia era buena pero la prisión simplemente
apestaba. Todas esas películas sobre prisión indicaban eso justamente. ¿Y quién quería
ser atrapado con una compañía no deseada en prisión? Sólo eso debería ser suficiente
para hacerle tomar la decisión correcta. ―Ya tienes bastante dinero escondido en este
coche para tus necesidades.
―Necesito más.
―¡Todos necesitamos más dinero, Julia! ¿Crees que estás sola en eso? ¡Vuelve a la
realidad! ―Celestine tenía que recordar que Julia tenía el arma y que buscar una pelea
con ella no era la cosa más inteligente que podía hacer en este momento.
―Estos son otros cincuenta mil, Celestine. ―Julia miró a Celestine como si estuviera
hablando algún lenguaje extraño que ella no podía comprender. ―Con el dinero que ya
tengo en el coche, seré rica.
¿Y entonces qué? ¿Cuánto era suficiente? ¿Qué hacía que te arriesgues por más que
suficiente? Infierno, Celestine amaba y adoraba el dinero. Pero había un precio para todo
y el juego que Julia estaba jugando no parecía valer la pena. ¿Y si ella quedaba atrapada
y no conseguía nada? ¿Julia alguna vez pensó más allá de su avaricia? ¿O ella vivía para
la avaricia del momento y al diablo con las consecuencias?
―Incluso Nick y los policías pueden no tener el dinero con ellos, Julia. ―Celestine
señaló lo que era obvio para ella. No todo el mundo podía hacerse de una enorme suma
de dinero así como así. Sin embargo, mientras lo decía, Celestine supo instintivamente
que Nick Swan tenía ese dinero con él. ¿Cómo? Ella sólo lo sabía. El hombre la podría
tentar a tener sexo con una mera mirada y tenerla rogando por más. Nick era salvaje y
loco, y aún a pesar de esto era íntegro y responsable y un buen tipo. Algunos tipos
simplemente no paseaban con un sombrero blanco sobre su cabeza para probarlo. En el
corto tiempo que ella lo había conocido, Celestine se dio cuenta de que conocía a Nick
mejor que a cualquier otro tipo en su vida. Sí, ella estaba enamorada del tío. Y sólo podía
tener las agallas de admitirlo delante de él si alguna vez salía de esta cosa con Julia.
―Puede ser un farol.
―Esto es un costoso farol para tu vida, Celestine.
Celestine se preguntaba si Julia recordada cuando se habían conocido y cómo había
sido con ella. Julia había estado tímida, callada y herida tanto física como mentalmente.
¿El trato que impartieron las manos de un ex novio tan cruel había eliminado toda chispa
de decencia en ella? ¿O ella estaba tan endurecida por la mujer maltratada y
desesperada que una vez había sido, que ahora andaba buscando una recompensa de
cualquier manera y con cualquiera que ella pudiera?
―No creo que realmente quieras matarme, Julia. ―Celestine estaba noventa y cinco
por ciento segura de que tenía razón. Pero siempre estaba ese cinco por ciento que era el
comodín.
Julia suspiró fuerte, una cansada y tenue sonrisa plegó sus labios.
―¿Te callas alguna vez, Celestine? ―Le preguntó, con una voz irónica y tensa.
―Rara vez. Ya sabes eso, estuviste viviendo conmigo por casi seis meses. ―Celestine
casi podía sentir a la otra mujer volviendo a pensar sus planes. ―Vamos, Julia. Sabes
que los cincuenta mil debajo del asiento trasero te colocarían bastante bien en alguna
parte. Maldición, incluso te daré mi coche para que te marches hacia el atardecer. ―En
realidad Celestine sabía que el coche probablemente sólo conseguiría alejarla veinte

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millas antes de que tuviera un berrinche y rehusara moverse. Celestine podía ver las
esquinas de la boca de Julia elevarse hacia arriba ante la menos que tentadora oferta.
―Tu coche es una bomba de tiempo con cuatro ruedas, Holt.
―Sí pero es un clásico. Ya no van a fabricar otro como este de todas maneras.
―Celestine dio un golpe en la consola con sus manos atadas y una hendidura se formó
bajo el destartalado vinilo gris. ―Un pedazo de cinta lo reparará perfectamente. ―Podría
ver por la mirada en los ojos de Julia que ella estaba cerca de rendirse a seguir adelante
con la idea del secuestro. ―Toma el dinero, descarta el coche si quieres y sólo deja que
me vaya. ―Julia era ambiciosa pero ella nunca fue estúpida. ―Ellos atraparán a Lester y
toda la culpa caerá sobre él. ― Pobre, estúpido, hediondo Lester.
Julia se quedó callada por un momento, su expresión indicaba que estaba
considerando sus opciones.
―Si te dejo ir, les contarás sobre mí.
Celestine sintió a su corazón saltar con la esperanza. ¡Vamos, todavía! ¡El fin estaba
cerca!
―Vamos, ¿qué sé yo en realidad sobre ti, Julia, aparte de que eres ambiciosa y una
perra manipuladora que estaría feliz de no volver a ver nunca más en mi vida? ―Eso era
todo lo que ella quería saber sobre Julia Bailey. Posiblemente tuviera un lado bueno que
mostrara sentimientos más buenos y nobles pero Celestine lo dudaba. ―Para ser
honesta, Julia, me importa una mierda lo que te ocurra una vez que nos separemos.
Julia sonrió por sus palabras como si lo que Celestine había dicho hubiera puesto el
dedo en la llaga. Puso el coche en marcha. El coche rodó hacia adelante, dirigiéndose
otra vez hacia South Pine Road y al frente de la biblioteca.
―Ya sabes esto, Celestine Holt, eres un dolor en el trasero, ―le dijo Julia, sus ojos
brillando con una repentina chispa de decisión. ―Pero también estás en lo cierto.
Prepárate para saltar.
―¿Qué? ―¿Saltar? ¿Saltar dónde? ¿Y cómo? Sus manos y pies estaban atados otra
vez.
―Voy a dejarte ir pero no voy a detenerme el tiempo suficiente para que los policías
me atrapen. Así que tendrás que saltar del coche. ―Julia miró a Celestine de modo
crítico. ―Te ves como si tuvieras un montón de celulitis. Si aterrizas sobre ella estarás
bien.
Celestine miró a la mujer incrédulamente. ¿Era tan obvio que ella tenía celulitis?
―Retengo agua realmente con mucha facilidad. ―Esa era su línea defensiva e iba a
mantenerla. Perra de mierda.
Julia soltó una carcajada.
―Estás mucho más enojada porque te dije gorda que por saltar de un coche en
movimiento. Eres extraña, Celestine Holt.
―Así habla la mujer con las tetas falsas… ―Celestine masculló con cansancio. Ella
tenía que retomar su camino. Insultar era satisfactorio pero tenía que convencer a Julia de
que la dejara ir sin la actuación. ―¿Quieres que yo salte, o más probablemente que me
caiga, de un coche en movimiento? ―Celestine no era aventurera incluso no tenía ni la
más mínima veta atlética. Sabía que caer de un coche en movimiento sobre la calle
dolería como el demonio. ―Esperaba que me desates y me dejes alejarme. Ya sabes,
que fueras amable conmigo, por los viejos tiempos.

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―Nah, no soy agradable. ―Julia sonrió abiertamente como si estuviera disfrutando de


la difícil situación de Celestine. Julia había resuelto el problema sobre lo que ella iba a
hacer. Ahora era el problema de Celestine cómo lograr no lastimarse demasiado cuando
cayera. ―Desaceleraré el coche y puedes saltar. Eso es lo mejor que puedo prometer,
Celestine.
―¡Dios, eres una perra egoísta! ―Maldición, Celestine simplemente sabía que iba a
tener alguna seria erupción cutánea por la gravilla.
Julia desaceleró el coche lo suficiente para que ella pudiera saltar, una mano sobre el
volante mientras quitaba el seguro de la puerta de Celestine. Una vez hecho, agarró el
brazo de Celestine.
―¡Espero que te atrapen! ―Celestine gruñó mientras sentía la puerta abrirse
repentinamente al lado de ella. El suelo pasaba a una velocidad alarmante. ¿Esto era a
lo que Julia llamaba desacelerar?
―Nos vemos, Celestine, ―dijo Julia despidiéndose indiferentemente. La empujó fuera
del coche, no molestándose tampoco en cerrar la puerta del pasajero ni en volverse a
mirar atrás para ver cómo le iba a Celestine mientras ella aceleraba el coche y se alejaba
a toda velocidad.
Celestine cayó duro encima del asfalto, rodando y maldiciendo fuerte mientras lo hacía.
El ímpetu de su cuerpo finalmente la lanzó hasta estrellarse duramente contra una cuneta
de la calle. Tenía la impresión de que cada hueso de su cuerpo se había roto cuando
quedó extendida como una masa poco digna. Se sentía agonizando. Al menos eso
probaba que ella no tenía la grasa suficiente para amainarle caída.
―Vaya, un lado positivo, ―Celestine gimió mientras rodaba haciéndose una bola por el
dolor que sentía. Ya no estaba entumecida. Celestine podía ver personas corriendo hacia
a ella. Su cabeza comenzó a flotar aturdidamente. En el momento en que Nick llegó y
supo que estaba a salvo, cedió al deseo de desmayarse.

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CAPÍTULO 11

―No vas a irte de este hospital, Celestine Holt. ―La voz de Nick era muy determinada
en cuanto a eso.
Celestine arqueó sus cejas por el tono dominante de Nick. Ella no aceptaba órdenes.
Era una rareza genética suya hacer instantáneamente lo opuesto a lo que todo el mundo
esperaba. Además, se sentía bien. Bueno, tal vez no tan bien. Más como pasablemente
bien. Los analgésicos que el doctor había prescripto eran bastante potentes y estaban
ayudando agradablemente. Más allá de la extraña punzada de dolor, se sentía bien para
irse. Concedido, ella se veía como una mierda pero nadie podía tener una apariencia
perfecta todo el tiempo. Además, las magulladuras se desvanecían y los cortes
cicatrizaban. Lo importante era que Celestine todavía estaba de pie, si bien de forma
inestable aún así no había razón para que debiera permanecer en el hospital.
―Estoy perfectamente bien y como ya no estoy corriendo peligro, sólo quiero ir a casa.
―Bueno, tanto de una casa como su lugarsucho lo fuera. Pero lo más importante era que
necesitaba salir del hospital. Había estado despierta toda la noche anterior escuchando
las suaves voces de las enfermeras y el lloriqueo de los pacientes, pensando en Nick y en
qué hacer sobre él y sus sentimientos. El hecho de que ella no pudiera dejar de pensar en
cómo ellos habían tenido sexo en este mismo hospital no ayudaba. Sólo la ponía
cachonda y confusa. ¿El sexo era todo lo que realmente había entre ellos? ¿Estaba
confundiendo la lujuria con el amor? La respuesta llegó a ella a las cuatro de esa mañana.
Eso era lo que ella malditamente no sabía y yacer en una incómoda cama de hospital no
la estaba ayudando. Esto era menos que definitivo pero era lo mejor que a se le podía
ocurrir.
Nick paseaba frustrado delante de ella.
―No lo podía creer cuando la enfermera me dijo que habías firmado tú misma la
salida. Se supone que permanezcas otra noche para observación.
―Bueno, se supone que haga un montón de cosas que no hago. ―Hacer ejercicio
regularmente, comer apropiadamente, evitar maldecir, no acelerar con la luz amarilla… la
lista era condenadamente interminable. Así que, entre la lista de cosas, irse del hospital
por decisión propia parecía una pequeña cosa comparada con todo lo demás. Así que
¿por qué la enfermera no había regreso con la receta médica para que Celestine pudiera
evitarse tener esta conversación con Nick Swan? Cada minuto que pasaba con él estaba
a un minuto más cerca de arrojarse a sus brazos. Si ella hiciera eso, quería hacerlo por la
razón correcta. Por amor… no por simple lujuria. Aunque la lujuria fuera increíblemente
buena, Celestine quería más.
―¿Estás pensando en esto, verdad?
―Sip. ―Celestine intentó fingir que el momentáneo mareo que estaba experimentando
no estaba ocurriendo. No necesitaba un momento de “te lo dije” con Nick. Se reclinó
casualmente sobre la cama detrás suyo como si nada estuviera mal.
Nick sacudió la cabeza por su proceder.
―Hasta un ciego puede ver que no estás bien. Si insistes en irte ven a quedarte
conmigo.
―No, gracias. ―Ahora que Celestine ya no estaba corriendo peligro, podía ir a casa. El
agente inmobiliario ya había reparado el daño de su casa. Aparentemente todavía tenía
un aspecto espantoso pero era habitable. Celestine sabía que iba a relajarse y

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recuperarse mejor en su propio espacio y en su propia cama. Tener a Nick alrededor sería
demasiada tentación. El hombre la podía seducir con una mirada y aunque eso era
excitante, no la ayudaba con su confusión sobre qué hacer con él, además de tener sexo.
―¿Por qué no? ―Nick la miró como si él en realidad estuviera teniendo problemas
para comprender lo que pasaba por la mente de Celestine.
―Porque… ―era una respuesta completamente inadecuada pero era la única que
tenía. ―Nick, esto no está en discusión. ―Por supuesto que Celestine supo
instintivamente que en verdad estaban dirigiéndose hacia un argumento y no hacia una
discusión de todas formas. Empujó su cabello hacia atrás de su rostro con los dedos
raspados por la gravilla. Su pelo había sido una pesadilla de nudos y enredos cuando
había llegado al hospital. Una amable enfermera la había ayudado a desenredarlo. Pero
ahora que estaba limpia, vendada y desenredada, estaba lista para irse a casa. ―Sé lo
que estoy haciendo.
―¿Realmente lo sabes, Celestine? Estás golpeada, amoratada y apenas puedes
caminar. ―Nick le dirigió una mirada que le decía que él pensaba que ella no sabía lo que
estaba haciendo. ―Pero puedo ver que básicamente vas a escucharme atentamente para
luego ignorar todo lo que digo y hacer lo que te dé la gana.
Ese era más o menos su plan en resumidas cuentas y Celestine sabía que Nick no
estaría entusiasmado con eso. Pero así es como era.
―Tengo todo bajo control. Estaré bien. ―O lo haré a medida que progrese.
―Qué cantidad de mierda. ―Nick no le creyó ni por un segundo.
―¿Por qué no pones las cartas sobre la mesa?
―Yo siempre lo hago. ¿Qué tal tú?
En su mayor parte Celestine lo hacía cuando sabía lo que estaba haciendo. Ella no
tenía una condenada pista en este momento.
―Necesito tiempo para pensar.
Nick cruzó los brazos sobre su pecho y la miró inquisitivamente.
―¿Qué pasa?
Y esto era por lo que necesitaba tiempo para pensar. No podía pensar claramente con
Nick parado delante de ella de esa manera con sus bíceps abultados. Eso la hacía querer
mirar otros lugares de su anatomía que también podrían estar abultados.
―Tú… yo… esta cosa entre nosotros.
―¿Te refieres a “la cosa” de que estamos enamorados?
―¿Lo estamos?
Los ojos de Nick se suavizaron sobre ella.
―¿Qué es lo que te asusta, bebé?
Más o menos malditamente todo en lo que se refiere a ti.
―Sólo necesito tiempo a solas.
―¿Para esconderte de lo que sientes? No eres como tus padres. Sólo porque ellos no
pudieron llevarse bien, no quiere decir que nosotros no lo hagamos.
―¿Cómo sabes que no soy como ellos? ―Sus padres claramente se habían casado
en una loca decisión y habían vivido para lamentarlo. Genéticamente ella tenía los
mismos “estúpidos” genes que ellos.

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Seduciendo a Celestine

―Porque eres una mujer caliente, sensible, sensual que da sin esperar nada a cambio.
―Los ojos de Nick se trabaron con los suyos, dándole a sus palabras un significado
adicional ―Sí, hacer el amor contigo es lo mejor que alguna vez me ocurrió pero eso es
sólo porque eres tú y te amo. Y antes de que lo digas o lo pienses, no te amo sólo por el
sexo.
Celestine deseaba poder estar tan segura sobre sus sentimientos. Un minuto ella sabía
con una certeza absoluta que estaba enamorada de Nick. Al siguiente no tenía ni idea. Si
iba a seguir adelante con la cosa del amor, Celestine quería hacerlo bien. Tal vez esto era
un cuento de hadas ideal pero para ella amor quería decir compromiso a largo plazo,
compartir y comprometerse. Si ella no podía hacer eso correctamente, no quería hacerlo
en absoluto. ¿Y si tuvieran niños que se volvían como ella a causa de la infancia que
habían tenido? Los niños necesitaban comprender el amor. Eso venía de sus padres.
―Tú me gustas…
―¿Yo te gusto? ―Nick la interrumpió, como si no pudiera creer sus palabras. ―Qué
cobarde que eres, Celestine Holt.
―Todo lo que tenemos es sexo.
―Sabes que tenemos mucho más. ―Nick se pasó una irritada mano a través de su
pelo. ―Sí, el sexo entre nosotros es fantástico.
―Estoy de acuerdo pero realmente no sé si es amor.
―¿Tendrías sexo con cualquier hombre? ¿Lo besarías como me besas a mí? ¿O
abrirías tus piernas ampliamente y le rogarías que te haga correr? ¿Y te dejarías caer
sobre tus rodillas y le chuparías la polla para volverlo loco?
―No. ―Incluso mientras Nick decía las palabras, las imágenes de ellos haciendo
justamente eso dispararon en su mente y la dejó instantáneamente mojada.
―Tú me amas. ―Nick se movió hacia ella.
Celestine levantó las manos para detenerlo. Oh Dios, si él la tocaba ahora, ella sabía
que terminaría corriendo la cortina alrededor de su cama y metiendo a esa polla suya
dentro de ella. Y tan bueno como eso sería, no solucionaría su problema.
―Esa es la cosa, Nick, no sé si te amo. En la última semana, con todo lo que ha
sucedido, no he sabido qué diablos estaba haciendo de un momento a otro, y mucho
menos si estoy enamorada de ti. ―El dolor en los ojos de Nick la traspasó hasta la
médula. Pero tenía que ser sincera con sí misma. ―Esto puede no ser justo para ti.
Puede no ser lo que quieres oír. ―¿Cómo diablos le hacía entender? ―No quiero
lastimarte pero necesito tiempo para pensar. No sé lo que siento y tú exigiéndome que
tome una decisión o un compromiso no me ayuda. La decisión que tome tiene que ser la
correcta para mí. No puedo ser presionada sobre eso.
Nick sacudió la cabeza y se rió con tristeza.
―¿Te importa algo de lo que pienso?
A Celestine le importaba Nick y sus opiniones más de lo que él sabría alguna vez. ¿Él
no podía ver que si ella iba a él sería por las razones correctas y para siempre? Nick se
merecía una mujer que estuviera completamente segura de su amor por él.
―Por supuesto que sí y por ese mismo motivo, esto es algo que necesito hacer. ―Ella
se puso de pie como para ilustrar su punto. ―Soy una chica grande y soy capaz de cuidar
de mí misma. Sé cuáles son mis límites.

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―No tienes ni una pista de cuáles son tus límites, Celestine Holt. Son tan rígidos e
inalterables que simplemente por tu pura obstinada estupidez dejarás escapar al gran
amor de tu vida.
Esas eran unas verdaderas cartas pero ella tenía sus cartas para jugar.
―Bueno, Nick, eso es muy dramático, estoy segura.
―Sabía que harías esto, Celestine. ―Nick suspiró. Era un hombre que sabía que no
estaba yendo a ninguna parte con la mujer que amaba.
―Si sabías eso, ¿por qué te molestaste viniendo?
―Bebé, sabes por qué vine. Te amo. ―Nick se inclinó hacia adelante y besó a
Celestine suavemente. ―Piensa todo lo que quieras. Sólo no eches a perder esto para
nosotros.

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CAPÍTULO 12

Celestine estaba parada en el living de su casa y se preguntaba qué diablos estaba


haciendo allí. El taxi la había dejado en la casa hacía dos minutos y parecía un lugar
extraño para ella. A pesar de que el daño ya había sido reparado, esta casa ya no era
suya. Los recuerdos que evocaba no eran unos que a Celestine le importara recordar o
volver a vivir. Sabía que no había forma de que ella pudiera quedarse allí. Así que ¿qué
haría ahora? ¿Empacar? ¿Dónde iría? ¿Amaba a Nick o no? ¿Estaba siendo estúpida o
no? Las respuestas que surgían eran no sé, no sé, muy probablemente, mujer testaruda y
sí, eres una estúpida.
―Uf, vida… ¿puedes ponerte un poco más confusa? ―Celestine masculló para sí
misma. Antes de Nick, en todo lo que Celestine tenía que pensar era en conseguir dinero
para pagar sus deudas. Ahora tenía ese problema entreverado con todos los otros. No es
que Nick fuera un problema. Él era más como una tentación mezclada en un dilema con
un toque de confusión y un contenido añadido de ansiedad. O más precisamente, ella era
el verdadero contenido de ansiedad.
―Ok, momento de controlarte, mujer. ―Quedarse parada con los ojos clavados en su
escaso mobiliario no la estaba llevando a ninguna parte. Celestine suspiró y se puso en
marcha con rumbo a su dormitorio. ¿Por qué diablos no se iba a la cama? Realmente
necesitaba acostarse… tal vez con algunas galletas de chocolate. Celestine se detuvo y
se desvió hacia la cocina. El chocolate era una excelente comida en la que pensar. El
sonido de la puerta de un coche cerrándose de golpe en el camino de acceso la hizo
maldecir en voz alta. Tenía que ser Nick. Insistente bastardo sensual.
Celestine cerró de golpe la puerta, preparada para cantarle las cuarenta. Sin embargo,
tuvo que detenerse a mitad de sus pasos cuando su cabeza comenzó a dar vueltas y tuvo
la impresión de que un pedazo de su mente realmente podría caerse a través de su oído.
Se aferró al marco de la puerta cercano. Las drogas eran fabulosas para el dolor pero se
sentía mareada como el infierno con ellas. Un suave golpe sonó en su puerta. Ok, no era
Nick. Él habría entrado directamente o habría derribado la puerta a patadas.
Celestine caminó arrastrando los pies lentamente hasta la puerta y la abrió.
―¡Cielo santo! ―Se quedó con la boca abierta por el asombro. ―¿Qué está haciendo
aquí, Grace? ―Su hermana nunca iba a visitarla voluntariamente. ¿Qué diablos
significaba esto? ¿Era algún presagio del destino? O tal vez eran las primeras flores de la
primavera. Nah, con sus antecedentes tenía que ser el destino. Celestine observó como
su hermana cautelosamente traspasaba el umbral en un par de zapatos que ella
simplemente sabía que no provenían de la feria de calzados del treinta por ciento de
Kmart21. Su vestimenta entera debía haber costado más que el alquiler mensual de
Celestine. Celestine sabía objetivamente que el cabello-frutilla de su hermana era bello
para la vista. Celestine no estaba celosa de eso. Sabía que la belleza exterior era sólo
una cáscara y que era lo que estaba adentro lo que contaba. El problema era que ninguna
de ellas realmente sabía qué había adentro de la otra.
Grace hizo una mueca por el moretón en la cara de su hermana. Ella palideció
verdaderamente cuando vio los vendajes en sus muñecas y tobillos.
―Oh Dios, Celestine. ―Grace se tambaleó sobre sus altos tacones y jadeó
horrorizada. ―Te ves horrible, Celestine.
21
Cadena de grandes tiendas de descuento.

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Seduciendo a Celestine

Celestine sonrió por las palabras de su hermana. Si eso hubiera salido de alguien que
no fuera Grace se habría sentido ofendida. Pero la única cosa que ellas tenían en común
era que frecuentemente se decían cosas sin pensar en las consecuencias.
―Caramba, gracias, Grace. ―Celestine se había vuelto a poner las mismas ropas del
hospital que había estado llevando durante días. Sabía que no tenía una imagen bonita
en ese momento pero su apariencia nunca había sido de primordial importancia para
Celestine. Para alguien como Grace, una persona que siempre estaba inmaculada, ella
debía parecerse a una vagabunda con un mal día de síndrome premenstrual.
―Oh no, no quise decir eso. ―Grace precipitadamente se corrigió a sí misma, sus
manos agitándose por la disculpa. ―Todo esto ha sido impactante. El secuestro, tus
lesiones y todo.
―Bueno, estoy de acuerdo contigo sobre eso. ―Esto era un poco extraño. Grace
nunca solía preocuparse de una u otra forma por Celestine. Así era su relación. No era
horrible. Sólo era lo que era. Esta aparición repentina aparentando como si ella en verdad
le importara era extraña.
―¿Entonces, por qué estás aquí, Grace? ―¿Cuál era la razón exacta de que su
hermana apareciera? No era como si Celestine tuviera algo que ella posiblemente podría
querer.
―Tu novio Nick.
Celestine la miró insegura. ¿Qué tenía que ver Nick con esto? ¿Él era su novio? No
había nada de novio en él.
―Ajá… ―Celestine murmuró, esperando que lanzara la próxima piedra.
―Él me llamó por teléfono cuando fuiste secuestrada. Parecía pensar que yo no me
preocupo por ti.
―¿Ah, sí? ―Bueno, esto era una sorpresa. Evidentemente lo que sea que Nick le
había dicho a Grace la había conmocionado lo suficientemente como para que arrastrara
el culo hasta su destartalada casa para verla.
―Sé que en realidad nunca nos hemos llevado bien, Celestine, pero en estos últimos
dos días he estado pensando mucho sobre nosotras.
Ok, esto ahora la estaba sacando de las casillas. A la gente como Julia uno podía
manejarla dado que siempre sabes hacia donde están yendo. Pero Grace era una
incógnita para ella.
―¿De verdad? ―Tenía que haber algo más para esta visita. Grace estaba
mostrándose toda sincera y fraternal. ¿Las drogas que había estado tomando para el
dolor la habrían transportado dentro de algún extraño mundo bizarro?
―Sí ¿y sabes de lo que me he dado cuenta, Celestine? Somos exactamente iguales.
No hay una condenada manera, pensó Celestine, sus cejas se arquearon por la
incredulidad en las palabras de su hermana.
―Ambas nos comportamos superficialmente, ―Grace anunció como si fuera un
importante descubrimiento para ella.
¡Increíble!
―¿Soy superficial, Grace? ―Celestine estaba cansada, dolorida y no necesitaba
insultos de su hermana, la Reina de la Superficialidad.
―Sí, eres superficial porque no quieres comprometerte con nada ni nadie y así te
deslizas superficialmente por la vida.

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Seduciendo a Celestine

―Tú no… ―Celestine masculló. Esta mujer era un familiar de sangre pero no la
entendía ni la conocía.
―¿Dónde está Nick ahora?
―Sólo necesito tiempo para pensar acerca de él… de nosotros… pero eso no quiere
decir que yo sea superficial. Quiere decir que estoy siendo precavida. ―Alguien podría
ver que allí había una diferencia. Bueno, tal vez no mucho de una diferencia pero todavía
existía una condenada diferencia.
―¿Por qué sientes la necesidad de ser precavida?
―Es complicado. ―Celestine detestaba que la llevaran hacia el terreno de las
preguntas para las que sabía que ella sólo tenía medias respuestas.
―¿Amas a Nick?
Celestine exhaló de un soplo un suspiro cansado.
―No es tan simple, Grace.
―¿Cuál es el problema? ¿Asustada de involucrarte? ¿Asustada de que puedas
terminar como nuestros padres? ―Grace sabía que había dado en el clavo.
―¡Sí, maldita sea! ―Ese era el quid del problema de Celestine. ―¿Tú no?
Grace asintió con la cabeza en un simple entendimiento.
―Lo fue durante mucho tiempo hasta que conocí a Ben.
―Para ser honesta, Grace. Tu marido es la única cosa que me gusta de ti.
Grace soltó una carcajada por sus palabras. No se sintió ofendida.
Celestine sonrió asombrada.
―Creo que nunca te había oído reírte. Es un sonido agradable.
―¿Quieres saber por qué soy superficial y bastante parecida a ti?... y no, por ninguna
de las razones por las que te mueres por interrumpirme. ―Grace miró a su hermana
significativamente. ―Soy superficial porque finjo que no me importa nada excepto lo
superficial. Ambas actuamos superficialmente para no lastimarnos. Aprendimos eso de
nuestros padres desde niñas y nunca realmente aprendimos a dejar eso atrás.
―Probablemente ellos intentaron ser buenos padres. ―Celestine quería creer eso.
―Pero no lo suficiente, ―Grace respondió.
―No, probablemente no. ―Sus padres se habían ido y culparlos no tenía sentido.
―Después de que hablé con tu Nick acerca del dinero del rescate…
―Él no es “mi” nada, ―Celestine la interrumpió. ―Y, para ser honesta, Grace, yo
tampoco habría soltado dinero para tu rescate inmediatamente. ―Lo que realmente no
significaba mucho porque Celestine estaba quebrada y en la calle, de cualquier manera.
―Como sea… ―Grace levantó la mano como si eso no tuviera importancia ahora.
―Así que, después de que Nick me llamó y me empujó, Ben se volvió en contra de mí,
diciéndome qué horrible hermana era. Quedé aturdida pero pensé en lo que él dijo y
repentinamente me di cuenta, en medio de todo lo demás que estaba ocurriendo, que las
dos somos iguales. Estamos asustadas de echar a perder algo importante así que
fingimos una actitud de que no nos importa.
Celestine no podría negar una palabra de lo que Grace había dicho. Todo era cierto.
Celestine tenía miedo de arruinar lo que tenía con Nick así que seguía diciéndose a sí
misma que sólo era sexo y que no duraría. Básicamente ella estaba saboteando cualquier
oportunidad para ser feliz porque estaba asustada.

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―No puedo recordar la última vez que hayamos tenido una conversación seria, Grace.
―Creo que debe haber sido cuando teníamos seis o siete años y tú cortaste
salvajemente el pelo de mi muñeca Barbie y juraste y perjuraste que volvería a crecer.
―Mentí, terminé con él. Además, esa Barbie seguía manteniendo esa actitud de
patada en el culo. ―Celestine se rió al volver a recordar cuando ella y Grace eran niñas.
Grace sacudió la cabeza, una repentina tristeza se manifestó en sus ojos.
―No conversamos mucho en nuestra familia, ¿verdad? Tenemos que cambiar eso,
Celestine. No estoy diciendo que vayamos a convertirnos en mejores amigas y hermanas
cercanas de la noche a la mañana, pero quiero intentarlo.
―¡Vaya! ―¿Hermanas? ¿Ella y Grace? Era un pensamiento inusual. Tal vez podrían
hacerlo. No sería fácil. Ambas tendrían que cambiar y comprometerse para que eso
funcione. El problema era que cambiar y comprometerse no era algo que ninguna de las
chicas Holt manejaran muy bien.
―¿Qué? ―Grace vio la sorpresa en la cara de su hermana. ―No soy una completa
bruja, sabes.
―Bueno, no, no una completa, ―Celestine le respondió con excesiva dulzura.
―Y tú no eres exactamente la más dulce y más complaciente persona en el mundo
tampoco, Celestine.
―No, esto es sorprendente, pero puedo ser una perra absoluta.
Las palabras de Celestine impulsaron a ambas a reírse repentinamente por lo absurdo
de la situación. Dos personas que se evitaron entre sí la mayor parte de sus vidas adultas,
ahora trataban de resarcirlo. La situación tenía el potencial para romperse y arder o para
lentamente crecer hacia algo mejor. Pero era algo por lo que valía la pena correr un
riesgo.
―¿Entonces cómo se conocieron tú y Nick?
―Él trepó a través de la ventana de la casa de mi amiga esperando tener sexo con mi
amiga pero me encontró a mí en su lugar.
―Uh… ―Grace no tenía ni idea de qué responder a eso.
―El sexo fue muy impactante.
Grace sacudió la cabeza y sonrió como si no estuviera segura de adónde iba con esa
respuesta.
―¿Eres feliz, Celestine? ¿Estás enamorada de Nick?
―La pregunta sobre la felicidad tendré que respondértela más adelante. ―Celestine no
estaba realmente segura de en qué constituía la felicidad. Que Nick podía hacerla sonreír
y sentirse bien era posiblemente la mejor medida de felicidad que ella tenía. ―En lo que
respecta a amar a Nick, el sexo es fantástico ¿pero cómo supiste que amabas a Ben?
Los ojos de Grace se iluminaron como si recordara cuando se dio cuenta de que
amaba a su marido.
―Tengo que admitir que no quería amar a Ben. Pero él fue tan persistente y cariñoso.
Era tan apabullante para alguien que nunca realmente había sido amado de ninguna
manera antes.
Sip, Celestine conocía ese sentimiento.
―Nick es así.

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―¿Y tú quieres correr y esconderte? ―Grace adivinó acertadamente, observando la


sorprendida reacción de Celestine por sus palabras. ―Ves, nos parecemos. Yo quise
hacer lo mismo. Pero luego, mirando a nuestros padres, ellos no fueron un buen modelo
de comportamiento como para enseñarnos sobre el amor. Eran personas frías.
Sí, lo eran. Sin embargo, tanto ella como Grace eran adultas ahora y no podían culpar
de todo al pasado por las decisiones tomadas en el presente o en el futuro.
―¿No has tenido miedo alguna vez de lastimar a Ben? ―Eso era lo que a Celestine le
preocupaba más. Después de estar sola y valerse por sí misma durante tanto tiempo,
estaba asustada de no poder ser capaz de manejar el estar con Nick, de lastimarlo.
―Tienes que correr un riesgo.
Celestine inclinó su cabeza en un ángulo y miró a su hermana como si realmente la
viera por primera vez.
―¿Estamos en un universo paralelo o algo por el estilo, Grace? ¿Realmente somos tú
y yo paradas aquí hablando como hermanas de verdad? Somos… ―Celestine se detuvo
repentinamente cuando oyó un ruido en el dormitorio.
―¿Qué fue eso? ―Grace le preguntó alarmada, una mano cuidadosamente arreglada
fue a su pecho en un respingo sorprendido.
Celestine comenzó a caminar hacia su dormitorio para comprobar el ruido.
―A la luz de todo lo que te ha estado ocurriendo, ¿no deberías llamar a la policía antes
de ir a ver cuál es el problema? ―Grace iba a regañadientes detrás de ella.
―Nah, estoy hasta de ser una víctima. Quiero patear el culo primero y preguntar
después. ―Celestine estaba amoratada, cortada y golpeada pero ya había tenido
suficiente. ―¿Qué más puede ocurrirme, Grace? ―Caminó desafiantemente hacia su
dormitorio. Miró adentro sobre su cama.
―¡Condenado infierno!
No era Ricitos de Oro la que estaba sobre su cama. Era Lester y él era mucho más feo
y maloliente como para ser parte de un cuento de hadas. Se parecía a la muerte. Su pelo
estaba enredado en su cabeza, estaba pálido y tembloroso y su ensangrentado dedo del
pie había sangrado a lo largo y ancho de su cubrecama. Celestine recordó que la policía
reportó que aún no lo habían atrapado. Él obviamente había estado en la casa todo el
tiempo. En su cama. Una cama que ella ahora tendría que quemar después de que la
repugnante persona de Lester había estado allí. Miró hacia abajo a Lester. Él
normalmente no se veía bien pero ahora que se veía realmente horrible. Celestine supuso
que la combinación de pérdida de sangre e infección era la causa. Su pie era una
porquería ensangrentada.
―¡Oh, puaj! ¿Quién es eso? ―Grace gritó con repugnancia cuando vio a Lester.
―Éste es Lester, mi secuestrador. Le disparó a su dedo del pie… no preguntes. Es una
historia larga y estúpida.
Lester se incorporó inestablemente y ondeó un cuchillo delante de ellas. En el estado
en que él estaba apenas podría ser capaz de cortar pan, y mucho menos atacar a alguien.
―Quiero el dinero.
―Ahora, Lester, ya sabes que Julia se fugó con el dinero y te dejó pudriéndote.
―Celestine sólo esperaba que él no hubiera decidido hacerlo en su cama.
―¡Pero es mío y lo quiero! ―Lester en parte gritaba, en parte gemía pero mayormente
babeaba.

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―Creo que los Rolling Stones lo resumieron mejor en la letra de la canción “No
siempre puedes conseguir lo que quieres” 22. ―Pero… “consigue lo que necesitas”… y
Celestine necesitaba a Nick.
―Te mataré.
Si Lester tenía la intención de ser intimidante, estaba fallando tremendamente.
―No me asustas...
―Lo digo en serio.
―Seguro, lo haces. ―Celestine se inclinó sobre la cama y tomó fácilmente el cuchillo
por la parte libre de su empuñadura. Era un cuchillo de su cocina. No era una buena
elección para resultar amenazante. Estaba bien para pelar patatas pero esto no se trataba
de eso. Ella miró por encima hacia donde Grace estaba marcando un número en su móvil.
―Tienes una vida interesante, Celestine, ―murmuró Grace, luego habló rápidamente
con la policía, informándoles acerca de la situación.
―Hasta que compré ese coche del infierno hace varias semanas mi vida era aburrida.
Nunca había sido asaltada, disparada ni secuestrada. La cosa más audaz que hice fue
atrasarme en el pago de una cuenta por un par de semanas hasta que logré reunir el
dinero.
―Y nunca habías estado enamorada antes tampoco.
―No y eso va a la par con ser secuestrada pero sin ser tan doloroso.
―Y tiene el plus del “sexo fantástico”. ―Grace miró a su hermana inquisitivamente.
―¿Nick de verdad entró directamente por la ventana y tuvo sexo contigo?
―Sí, él lo llama “cabalgata a la luz de luna”. Y vale malditamente la pena. ―Celestine
miró hacia abajo a Lester. Estaba dormido, muerto o comatoso. Ninguna de las tres cosas
particularmente le interesaba o preocupaba a ella. Eso le enseñaría sobre dispararle a un
pobre lagarto indefenso.
―Así que ¿qué vas a hacer con respecto a Nick? ―Grace miró a su hermana con una
mezcla de admiración y duda. ―Eres lo suficientemente valiente como para tratar con
este individuo pero ¿qué pasa cuando se trata de alguien que te importa?
Sí, ese sería Nick… hmm…
―Creo que voy a tener que pedir prestada una escalera.
―Tú no vas a…
―Sí, ¿por qué no? Creo que es hora de tener una cabalgata a la luz de la luna.

22
“You can’t always get what you want” – Rolling Stones.

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CAPÍTULO 13

¿Quién podía saber que irrumpir dentro de la casa de alguien era tan condenadamente
difícil? Por supuesto que no ayudaba que Celestine todavía estaba dolorida debido a su
horrorosa experiencia. Pero para ser honesta, aunque ella no lo estuviese dudaba que
hubiese sido más fácil. Ella era patéticamente inadecuada para trepar escaleras, y mucho
más para alzarse a través de una ventana incluso si estuviera totalmente en forma. Tener
a Tess y a su prometido sujetando la escalera e impulsándola hacia arriba no hacía la
experiencia más fácil. Pero ella les agradecía su ayuda en llevarla a la casa de Nick y
proveer la escalera.
Cuando Celestine cayó a través de la ventana abierta maldijo suavemente. Realmente
esta operación entera había requerido una buena cantidad de lenguaje sucio de su parte.
Por suerte ella conocía algunas excelentes palabrotas para usar. Eso en cuanto a Julia
llamándola santurrona.
Celestine miró sobre la cama. Podía ver la desnuda forma masculina a través de la luz
de la luna que se filtraba por la ventana. Ella esperaba que por Dios éste sea el dormitorio
correcto y el hombre correcto y que nadie más estuviera quedándose a dormir. A
diferencia de Nick, ella era quisquillosa al escoger con quien llevaba a cabo sus
cabalgatas a la luz de luna. Celestine avanzó gateando hacia adelante. Era incapaz de
ver la cara del hombre. Sus ojos viajaron hacia abajo de su cuerpo. Era Nick. Ella
conocería a esa magnífica polla en cualquier parte. Celestine comenzó a quitarse la ropa.
Cuando se acercó a la cama, Nick se incorporó y la miró.
―Pude oírte maldiciendo todo el camino hasta acá arriba.
¡Oh! ¡Maldito hombre! ¿Por qué no podía estar dormido?
―Esto se suponía que era una sorpresa.
―Oh, confía en mí, estoy sorprendido, bebé. ―Nick encendió una luz cercana a la
cama y expresó con una sonrisa. ―¿Cómo trepaste por un lado de la casa?
―Con una escalera. ―Repentinamente Celestine se sintió ligeramente fuera de lugar.
Su cuerpo estaba cubierto de magulladuras púrpuras y raspaduras de la gravilla. ¿Qué
tan atractivo era eso? Tal vez este fue un error garrafal.
Nick asintió con la cabeza aprobando sus palabras.
―Estás desnuda. ¿Qué tenías planeado?
Oh, sí… grave error. Si Nick tenía que preguntar por qué ella estaba desnuda, eso
indicaba falta de interés. Celestine miró hacia abajo a la rígida polla de Nick en constante
expansión. O tal vez no. Excelente.
―Quiero una cabalgata a la luz de luna. ―Celestine se acercó a la cama y miró hacia
él. Ya estaba mojada por la anticipación.
―¿Qué te hace pensar que estoy interesado?
―Ah, eso. ―Celestine señaló a su polla completamente erecta. Se subió a la cama y
deslizó la mano sobre ella.
―No soy tan fácil.
―Sí, lo eres. ―Celestine lo empujó hacia atrás sobre la cama. Ésta era su cabalgata y
ella la tendría a su manera.
―Está bien, tienes razón, lo soy. ―Nick se recostó hacia atrás y la observó.

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Celestine se inclinó hacia adelante y lamió la punta de su expandida polla. Quería


devolverle algo a Nick por el trato de mierda que le había dispensado en el hospital. Y
seguro, ella lo disfrutaría mientras tanto, pero esencialmente quería que Nick supiera que
lo amaba hasta que ella pudiera decir las palabras libremente.
Nick gruñía mientras Celestine lamía su polla con largas y decididas caricias.
―Pensé que no me querías. Prácticamente dijiste eso en el hospital. ―Sus caderas
daban sacudidas debajo de su boca.
―Oh, mentí. Te quiero. ―Celestine deslizó la boca sobre su polla, tomándolo adentro.
Succionó duro y lo oyó gemir. Se sentía poderosa, al mando y lista para cabalgar.
― Oh, bebé… ―Nick se retorcía debajo de ella, las manos sobre su cabeza mientras
ella continuaba volviéndolo loco.
Celestine dejó que su polla saltara libre, mojada y brillante por su boca. Se relamió los
labios.
―¿Me quieres? ―Ella se inclinó hacia adelante y lamió la punta de su polla una vez.
No hubo respuesta. Lamió otra vez. Sólo el tenso silencio estaba entre ellos. Ella
contempló el rostro de Nick lleno de tensión. El hombre se quedó sin palabras. Excelente.
―¿El gato te comió la lengua? ―Celestine realmente tenía un firme agarre sobre su
polla y no iba a dejarla libre hasta que ella estuviera lista.
―Si hablo creo que explotaré.
―Caramba, puedo irme si todo esto es demasiado para ti, Nick. ―Celestine a
regañadientes soltó a su polla y comenzó a gatear sin entusiasmo para salir de la cama.
Nick la agarró por el muslo.
―Tú no vas a ninguna parte, bebé. Te quiero. ―Él le miró la piel. ―¿Qué es esto?
El pequeño tatuaje azul oscuro era una réplica exacta del que Nick tenía en su pecho y
todavía punzaba como el demonio. Probablemente esa no había sido la idea más
inteligente de hacerse esto cuando su cuerpo dolía por todas partes debido a la caída,
pero Celestine quiso hacérselo para demostrarle a Nick cuánto significaba para ella.
―¿Te gusta? ―Ella observaba mientras la mano de Nick suavemente acariciaba su
piel.
―¿Por qué? ―Sus ojos brillaron con esperanza.
―¿Por qué crees? ―Ella agarró su polla otra vez. Las caderas de Nick se sacudieron
con tensión. Celestine sonrió con un perezoso triunfo. El hombre era masilla en sus
manos. Bien, no literalmente pero sí metafóricamente.
―Creo que me amas, bebé.
―Puedes estar en lo correcto. ¿Quieres correrte ahora?
―Infierno, sí.
Celestine tomó a su polla dentro de la boca y lo succionó en seco.
Nick tiró a Celestine dentro de sus brazos.
―¿Qué te hizo cambiar de idea?
Celestine apoyó la mano cariñosamente sobre su corazón tatuado.
―Grace.
Nick la miró asombrado.
―¿Tu hermana? Ella es un poco extraña.

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―Oh, sí, pero yo también lo soy.


―Pero de una buena manera.
―Y esa es la respuesta correcta. ―Celestine se sentía increíblemente en casa en los
brazos de Nick. ¿Por qué diablos había estado peleando contra esto? ―De cualquier
manera, ella apareció y tuvimos un fraternal momento de conexión.
―¿Cómo fue eso? ―Los labios de Nick rasparon ligeramente la suave piel de su
cuello.
―No fue grandioso, pero estuvo bien. ―Celestine se estremecía mientras sus labios
se deslizaban a lo largo de su piel. ―Pero me di cuenta de que somos bastante
parecidas… tenemos miedo de amar, tenemos miedo de perder el control. ―Ella lo miró
directamente a los ojos. ―Estaba asustada de lo nuestro.
―Lo sé. ―Nick la besó lentamente mientras sus manos comenzaban a moverse para
acariciarla sobre sus pechos.
Celestine suspiró. El hombre tenía la capacidad de tocarla como ningún otro.
―No estoy asustada ahora.
Nick se rió entre dientes suavemente.
―Supuse eso, bebé.
Celestine se relamió los labios y supo que este era un momento de ahora o nunca en
su vida.
―Te amo.
Nick la empujó más estrechamente en contra de él.
―Supuse eso también.
―Así que… ―Sería mejor que Nick empezara a decir algo pronto o Celestine sabía
que iba a sentirse terriblemente tonta.
―¿Qué? ―Nick la miró como si estuviera desconcertado. No lo estaba.
Celestine lo golpeó en el pecho ligeramente. Sabía que el hombre estaba jugando.
―¿No tienes nada para decirme?
―¿Vas a ser una de esas mujeres que quieren escuchar “te amo” todo el tiempo?
―No. ―Eso sería hermoso pero ella no lo necesitaba. ―Pero escuchar eso ahora
sería bueno especialmente teniendo en cuenta que termino de comprometerme contigo.
―¿Lo hiciste, bebé? ―Nick le sonrió suavemente.
―Sabes que lo hice. ―Ella sintió que las manos de Nick se deslizaban sobre su
estómago y entre sus piernas. Automáticamente las abrió para permitirle la entrada.
―Sabes que eso significa que te casarás conmigo.
―Aterrador pero factible. ―Normalmente la idea del matrimonio habría desquiciado a
Celestine. Pero tal vez esto tenía algo que ver con el hecho de que ella amaba a Nick o
podía deberse a que sus dedos estaban masajeándole el clítoris lentamente. Lo que sea,
funcionaba para ella.
―Te amo, Celestine Holt.
―Ya era condenadamente hora. ―Celestine giró sobre la parte superior del cuerpo de
Nick y lo besó.
―Ey, no era yo el que tenía problemas diciéndolo. ―Nick suavemente masajeó la
carne de su pecho, sonriendo cuando Celestine gimió.

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AMARINDA JONES
Seduciendo a Celestine

―Tómame. ―Celestine se recostó para que Nick pudiera lamer sus pezones.
―Estás dolorida.
―No estoy tan condenadamente dolorida. ―Ella suspiró suavemente cuando la
succión de su boca fortaleció el dolor entre sus piernas. ―¿O crees que tendrás problema
para mantener eso erguido? ―La polla de Nick se apoyaba como una barra de hierro en
contra de su estómago.
―Bebé, puedo mantenerlo erguido tanto tiempo como tú puedas.
Celestine sonrió. Iba a ser una noche larga e interesante entonces. Ella se incorporó
ligeramente del cuerpo de él y comenzó a frotar la mojada y abierta hendidura de su coño
hacia atrás y adelante en contra de la cabeza de la polla de Nick.
―Ven hacia abajo, Celestine Holt, ―Nick murmuró con voz ronca mientras le agarraba
las caderas y la dirigía para que se deslizase hacia abajo por la longitud de él.
Mientras Celestine se deslizaba sobre la dura polla caliente de Nick, ella supo que este
hombre era suyo para siempre. Ella lentamente cabalgó hacia arriba y hacia abajo, no
queriendo que esta cabalgata a la luz de la luna terminara.
―Esto es para siempre.
―Puedo hacerlo eternamente.

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Seduciendo a Celestine

EPÍLOGO

―Llegó una tarjeta postal de Julia. ―Celestine sostenía en alto la tarjeta que había
sido remitida desde su vieja casa a la de Nick. Los últimos tres meses habían sido los
mejores en la vida de Celestine. A pesar de sus miedos ella y Nick se habían llevado
bastante bien viviendo juntos. Oh, peleaban y discutían por tonterías sólo para
reconciliarse con gran entusiasmo y rapidez en el dormitorio más tarde.
Celestine admiró la vista de Nick de pie, mojado y desnudo, detrás del vidrio
transparente de la mampara de la ducha en el cuarto de baño. Arrojó la tarjeta postal al
piso y comenzó a quitarse la ropa. Una chica nunca podía estar demasiado limpia.
Además, un mojado y desnudo Nick no era algo que ella pudiera dejar pasar.
―Ella está en Marruecos. ―Celestine dejó caer la última prenda de sus ropas y abrió
la puerta de la mampara de la ducha para deslizarse por detrás de Nick. Ella agarró el
jabón y comenzó a hacer espuma entre sus manos.
―¿Dónde estaba la semana pasada? ―Nick gimió cuando ella deslizó las manos
suave y lentamente sobre su culo, masajeando mientras se volvía.
―España. La chica se desplaza. ―Los músculos del culo de Nick se tensaron y
flexionaron. Celestine se movió hacia adelante hasta que el frente de su cuerpo estuvo
apretado y alineado con la espalda de él.
―Ella es una cosa seria.
Celestine deslizó sus manos enjabonadas hacia abajo de la gruesa y larga longitud de
su polla. Ésta ya estaba saltando de anticipación. Ella lo enjabonó lentamente, agarrando
y liberando su polla de cuando en cuando para conducirlo hacia el borde del que ambos
disfrutaban tanto saltar.
―Demonios, sí, ella es una perversa arpía pero realmente está abriéndose un camino
con los cincuenta mil. ―Celestine misma estaba abriéndose su propio camino en este
momento. Al diablo con el dinero. A pesar de las creencias en contra, eso no le podía dar
un orgasmo.
―Ella debe haber estafado a alguien más para este momento. ―Nick había cedido
completamente a las manos que vagaban suavemente entre sus piernas, masajeando sus
bolas y agarrando y liberando su polla.
―Me pregunto que habrá hecho con mi coche. ―¿Quién estaba maldiciéndolo ahora?
―¿Estás bromeando? Era un pedazo de basura, bebé.
―Lo sé. ―Celestine deslizó sus manos a lo largo de la musculosa piel de los muslos
de Nick. Sonrió cuando él hizo retroceder las manos otra vez sobre su polla. Su deseo era
una orden. Ella quería la polla en condiciones y lista cuando se deslizara en su interior.
―Escuché que Lester está cumpliendo una pena en prisión y perdió el dedo del pie. ¡Bien
por el lagarto! ―En alguna parte de Brisbane había un lagarto de lengua azul que estaba
condenadamente bastante complacido consigo mismo.
―¿No se suponía que Grace iba a venir pronto?
―Junto Con Tess y Brad. ¿Cuál es tu punto… aparte del crecimiento tan agradable
entre tus piernas?
―¿Deberíamos estar empezando esto ahora? ―A Nick personalmente no le podría
importar menos si alguna vez viera a alguien más en su vida con tal de que tuviera a
Celestine.

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Seduciendo a Celestine

―Ellos saben que tenemos sexo. ―Celestine frotaba su coño lentamente en contra del
culo de Nick mientras continuaba enjabonando su polla.
―Tu hermana siempre me mira raro.
―Probablemente todavía no puede creer que tú solías trepar a través de las ventanas
para tener sexo con mujeres extrañas. ―A pesar que eso había quedado definitivamente
en el pasado.
―Sí, tú eras extraña.
―Condenadamente extraña. Si no lo fuera habría gritado para evitarte y habría exigido
que te vayas.
―Pero gritaste y me rogaste para que te haga correr.
―Me parece recordar que destruiste mis defensas. ―Celestine palmeó su culo
ligeramente.
―Y todavía lo hago. Sabes que si continúas haciendo eso voy a tener que hacerte girar
alrededor, inmovilizarte contra la pared y empujar a mi polla hacia arriba de tu culo.
Celestine se relamió los labios anticipadamente.
―¿Por qué crees que estoy haciendo esto, hombre luz de luna?
―Te amo, bebé.
―Y yo te amo. Ahora gírame.

FIN

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