Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Traductores:
Klaus
Falcon
Karina
Sora
Maquetacion:
Klaus
Correcion:
Grim Reaper
T.J. Klune John & Jackie
John mira por encima de la cámara hacia mí y dice las palabras que quiero
oír. ─Y Te amo. ─Su voz es ronca. ─¿Lo sabes, verdad?
Asiento con la cabeza, tratando de evitar que la cámara se mueva. ─Lo sé,
─le digo con mi voz casi igual a la suya. Ya tendré tiempo de romperme más tarde.
En este momento él necesita de toda mi fuerza. ─¿Y eso? ¿Es todo lo que quieres
decir?
─Sí, Jackie. Eso es todo. ─Se ve agotado, más que de costumbre, con
moretones oscuros en su piel cetrina, con su rostro demacrado y sus ojos como
carbones quemados. Hablar durante veinte minutos seguidos como lo había hecho
frente a la cámara es probablemente más de lo que puede manejar. ─Apaga la
cámara y ven aquí. Necesito sentir tu cuerpo.
Hago lo que dice, como siempre he hecho. Tal vez me lleva un poco más de
tiempo llegar a él en estos días, pero está bien. No somos tan jóvenes como
solíamos ser. El tiempo no es algo que se puede comprar, no importa cuán duro se
desee. Sin embargo nunca pensé que estaríamos aquí. Nunca pensé que llegaríamos
a estar juntos a nuestros ochenta años. Ochenta y tres, para ser exactos. Hemos
tenido una buena vida. Una larga vida. Una vida llena de alegría y risas. Lágrimas y
tristeza. Alegrías, miedo, felicidad y tristeza.
Gruño cuando muevo la silla lo más cerca que puedo pero al mismo tiempo
dejo espacio para sentarse en ella. Mis rodillas chocan en el borde de la cama
mientras me empujo en la parte delantera de la silla, pero no hago caso de la
llamarada de dolor. Es débil, casi insignificante. Cuando se llega a nuestra edad,
siempre duele de una manera u otra, por lo que este dolor no es nada nuevo.
John vigila cada movimiento que hago, con los ojos ligeramente vidriosos,
pero consciente. Él me mira con tal sabia mirada. Siempre ha hecho eso. Toda
nuestra vida. Todo lo que he hecho, John lo ha visto. Nadie me ha mirado alguna
vez como él lo hace. Nadie me ha visto nunca por completo, como él lo hace.
Recuerdo sentir sus ojos en mí por primera vez. Teníamos doce años, me di
la vuelta en mi escritorio y volví a mirar al chico nuevo, sólo para encontrarlo
mirándome. Él era más grande que yo, más grande que casi todos los demás en la
clase. Con el pelo oscuro, los ojos oscuros y la piel oscura. De México, tal vez o al
menos en parte. Lo suficiente para que la gente le hubiera lanzado mierdas si
hubiera sido algo más pequeño. Tenía vello fino en los antebrazos y me preguntaba
cómo se sentiría, si estarían suaves. Junto a él, me vería como un fantasma, pálido
y rubio. Yo era la luz en su oscuridad.
─Soy John, ─dijo, con una voz demasiado profunda para alguien de nuestra
edad. Se alzaba por encima de mí.
─¿Por qué?
─No es de tu incumbencia.
─Por favor.
T.J. Klune John & Jackie
Fruncí el ceño, pero no duró mucho. Dijo “por favor”, una palabra que yo no
esperaba que él supiera (y mucho menos que supiera cómo utilizarla) dado su
tamaño. Sus dedos se sentían calientes en mi piel, solo presionando lo suficiente
para que lo sintiera, pero no lo suficiente como para lastimarme. ─Jack, ─le dije
por último, sólo porque no sabía qué más decir.
─Entonces no voy a llamarte así, ─dijo serio. ─Quiero llamarte algo que sea
sólo para ti y para mí. Algo entre nosotros, como un secreto. Algo que sólo sepamos
nosotros.
─¿Por qué?─No entendí por qué querría un secreto por sólo nosotros. Nadie
antes había querido nunca compartir secretos conmigo.
─Eres muy extraño. Lo sabes, ¿verdad? ─Yo no miré hacia otro lado. Por
primera vez en muchísimo tiempo, estaba intrigado.
─Eres nuevo.
─Oh, ─dije, sin saber si tenía derecho a preguntar nada más. No sabía
mucho acerca de otras personas cuyos padres no estaban juntos. Mis propios
padres se amaban tan completamente que era imposible pensar que alguna vez se
separaran, incluso si amaban a Dios y Jesús tanto como cuidaban el uno del otro y a
mí. Tal vez incluso un poco más. Yo no sabía mucho de hogares rotos. Al menos en
aquel entonces.
Pero saqué valor, y a decir verdad, se estaba haciendo más fácil para mí
hablar con él, incluso después de unos pocos minutos. Tal vez fue la forma en que
se quedó allí mirándome o tal vez fue la forma evidente en que estaba esperando a
que dijera algo. No lo sé. Fuera lo que fuese, deduje que podía pedirle casi todo lo
que quisiera y él respondería. Me dio una pequeña ráfaga de poder lo que podía
hacerle a otra persona y que este se dejaría. ─¿Dónde está tu madre?,─le
pregunté con rapidez, como si decirlo así lo haría menos curioso.
Sacudió la cabeza. ─Nop. Mi padre decía que era buena para nada de todos
modos, pero creo que ella sólo no pudo soportar más.
─¿Soportar qué?
Pensé mucho, pero sólo por un segundo o dos, pero la decisión fue más fácil
de lo que pensaba que sería.
─Supongo.
Sentí una pequeña ráfaga de energía otra vez. ─Así que comerás un poco de
mi sándwich entonces.
Dejó caer su mano y casi le rogué que me agarrara de nuevo. No sabía por
qué, pero me sentí frío ahora que ya no me estaba tocando. ─lo hiciste, ─dijo en
voz baja. ─Pareces un buen tipo. ¿Eres una buena persona Jackie?
No pensé demasiado en eso. ─Sí. Creo que sí. Tal vez. ¿Y tú lo eres?
─Lo quiero ser, ─dijo mirando abajo hacia sus grandes manos. ─No sé si lo
soy a veces. Yo tuve problemas en mi última escuela. Muchos problemas.
─¿Oh? ¿Por qué? ─Sus palabras eran simples y con un tono ligero, pero yo
no me perdí la forma en que sus ojos se estrecharon.
─No sé. Sólo es de esa forma. Mi padre es el predicador, por lo que la gente
piensa que soy religioso. Podrías querer hacer amigos con los otros niños y si la
gente nos ve juntos, vas jodido para conseguirlo. ─A pesar de que no quería, le di
una salida, sólo para estar seguro. Yo quería que me eligiera y todavía no estaba
seguro de por qué.
John sacudió la cabeza. ─No me molesta. ─ Hizo una pausa, como teniendo
en cuenta mis palabras. ─¿Tu eres religioso? ¿Dios, Jesús y todo ese fuego y
azufre?
Esperé un momento más, pero entonces dije: ─Está bien. Supongo que nos
vamos entonces. Podemos ir a sentarnos al campo de fútbol, cerca de las gradas.
Vamos a estar más tranquilos ahí. Si vamos a ser amigos, entonces vas a necesitar
que me hables de ti mismo. Apenas nos conocemos y realmente no me gusta
cualquier otra persona, por lo que necesitaremos encontrar algunas cosas de qué
hablar. ─Yo no le dije otra vez que tenía que ser de ésta manera porque yo no le
gustaba a nadie, pero creo que lo entendió, no era tan difícil de deducir.
discusión. Que me condenen si dejo que mi único amigo en el mundo pase hambre,
especialmente cuando tengo suficiente para los dos. No era correcto y me
aseguraría de que se alimentara.
─¿Sí?
─Estoy bien, si me lo llamas tú, pero sólo tú. Así que no dejes que otras
personas me llamen así, ─dije deprisa, sintiendo mi cara arder.
Eso hizo que mis ojos quemaran, aunque no podía decir por qué. Tal vez fue
su seriedad o tal vez era porque finalmente tenía un amigo o fue un poco de ambas
cosas.
Desde ese día, era raro que no nos vieran juntos. John y Jackie, decía la
gente, algunos perplejos e inseguros, otros divertidos y sonriendo y otros viciosos
y malos. Sin embargo no importaba lo que pensaran. Realmente no. No le dejaría.
Lo único que importaba era que John me siguió ese día como si confiara en
mí y que cada día que pasó después me aseguré de que tuviera algo para comer.
T.J. Klune John & Jackie
Solo Aguanta
Me siento en la silla con un gruñido, una vez que estoy sentado, alcanzo y
bajo las barras en el lado de su cama. Chasquearon hacia abajo, casi me pellizco un
pulgar, pero me alejo a tiempo. Lo he hecho lo suficiente para saber cómo evitarlo.
Una vez que las barras se bajan, acerco mi silla un poco más hasta tomar su mano
en la mía. Su piel se siente caliente y seca, los dedos ligeramente retorcidos. La
artritis llegó a él un poco peor que a mí, pero sigue siendo capaz de curvar su mano
en la mía. Nuestros dedos se tocan. Es familiar este toque. Más familiar que
cualquier otra cosa en mi vida. Ha estado aquí, a mi lado, desde el día en que lo
conocí, una fuerza irrevocable que ha ayudado a darme forma y definirme, hacerme
quien soy. Una constante.
Mi constante.
─ ¿Sí?
─ Tal vez no deberías hablar ─ le digo, aunque sé que eso no sucederá. John
tiene una vena obstinada de una milla de largo. Siempre lo ha sido. Si él quiere
decir algo lo hará y no habrá una sola cosa que lo detendrá.
─ Jackie.
El asiente. ─ No tienes que hacer esto cariño. Podrías solo dejarlo aquí para
mí...
─ No voy a dejar que lo hagas ─ le digo con dureza. ─ No voy a correr ese
riesgo. Te dije eso. No sabemos lo que pasara después. No puedo dejar que te
arriesgues. No lo haré. Ni una palabra sobre el asunto. Me entiendes. ─ Esto no es
negociable. No voy a dejar que lo haga él solo.
─ Duele, Jackie ─ dice entre dientes. ─ Éste duele. Oh, Jesús, éste duele.
Cualquier cosa. Daría cualquier cosa para quitárselo. Me gustaría hacer algo
para que su carga sea colocada sobre mí y no en él. Si pudiera tomar su dolor, lo
haría en un santiamén. Tengo que distraerlo. ─ ¿Recuerdas la primera vez que nos
besamos? ─le pregunto mientras él comienza a sudar.
T.J. Klune John & Jackie
Él asiente firmemente. ─ Dime. Por favor. ─ Cierra los ojos, con el ceño
fruncido. Su mano comienza a temblar cuando los temblores empeoran. No puedo
empezar a imaginar el dolor que está sintiendo y es casi demasiado para mí. No sé
si seré capaz de encontrar mi voz para hablar. Por favor, dijo. Empujo a través del
miedo y lo escondo en lo profundo. Porque cuando John dice por favor, voy a mover
cielo y tierra para conseguir lo que pide.
─ Teníamos quince años ─ me las arreglo para decir, aunque mi voz es áspera.
─ Era verano. Habíamos ido hacia el lago a pescar, pero nada estaba mordiendo ese
día. No nos importó sin embargo. Estábamos tumbados en nuestras espaldas,
mirando hacia el cielo, buscando formas en las nubes. Fue un día bonito. Un día tan
bonito. Y recuerdo que pensaba...
T.J. Klune John & Jackie
Recordé que pensaba que la vida no podría ser mejor que en ese momento.
No tenía ninguna preocupación en el mundo; bueno, nada que sea importante de
todos modos.
En los tres años que lo había conocido, John se había convertido en lo más
importante en mi vida y no podía imaginar una vida en la que no estuviera a mi lado.
Él siempre estaría allí, lo sabía. Yo estaba seguro. Mis padres tenían su fe en Dios.
Yo tenía mi fe en John.
Así que soñamos en voz alta. Sueños solamente para nuestros oídos.
Soñamos a la grande y salvajemente, sabíamos que era todo inevitable, que todo iba
a ser nuestro un día.
John quería construir una gran cabaña para nosotros dos, en el medio del
bosque, donde viviríamos sin tener que ver a nadie más a menos que quisiéramos.
Cazando nuestra comida y un jardín con zanahorias y repollo. Habría un gran
manzano, las ramas colgarían con manzanas Granny Smiths, tartas crujientes. En el
verano, nos sentaríamos en el porche y veríamos los árboles, las abejas flotando en
medio de las mariposas y las flores. En el invierno, cuando la nieve cayera
pesadamente atrapándonos allí, encendería el fuego en la chimenea y
recostándonos en frente de ella, mirando las llamas ahuyentar las sombras. Sería
frío en el exterior pero nosotros estaríamos a salvo y calientes.
John no se rió conmigo. ─ ¿Eso lo que quieres? ─preguntó por último, sin
mirarme. ─ ¿Conseguir a la dama?
─ Tal vez ─dijo. Él levanto el otro brazo hacia arriba, cubriendo sus ojos en
el hueco de su codo. Su mano se extendía hacia la mía, los dedos colgando. ─ Tal
vez no ─ Sonaba enfadado.
─ ¿Qué?
─ ¿Estás molesto?
─ Suenas molesto.
Y lo estaba. John rara vez se enojaba; las pocas veces que le había visto así
iba dirigido a su padre o Carl Morley, una serpiente de un adolescente que pensaba
que yo era su saco de boxeo personal.
Bueno, había pensado así hasta que John le rompió la nariz. Carl no me
molesto más después de eso. Nadie lo hizo. No con John alrededor. John tenía
razón cuando él me dijo que tenía un mal genio, pero yo había mantenido mi parte
del trato en los últimos años y lo mantuvo a tierra. En la mayor parte.
Él resopló. ─Ok.
Pero su distancia estaba bien por el momento. Yo estaba fascinado por sus
dedos, largos y delgados, la forma en que la luz del sol los golpeaba, proyectando
sombras sobre su oreja. Pude ver pelos finos en la parte posterior de su mano,
venas azules gruesas que se entrecruzaban, delineándolo todo él. Finos huesos
contra la callosa, curtida piel. Las uñas mordidas casi en lo más vivo, un hábito que
nunca se perdería. Líneas profundas en su palma, la línea de vida como un cañón que
divide la mano en medio.
Todo sobre su mano era una maravilla, visto en una luz que nunca había
creído posible. Mi respiración atrapada en mi pecho y la hierba empujó contra mi
oído. Quería tocar su mano. Quería sentirlo bajo la mía, nuestros dedos apretados.
Quería trazar su piel. Quería conocerla como yo conocía la mía. Había tenido estos
pensamientos antes, pero nunca tan fuerte como en ese momento.
correcto. Siempre fue justo cuando era acerca de nosotros, así que ¿cómo es
posible que algo como esto fuera un pecado? ¿Cómo podíamos él y yo estar
equivocados?
Quería romper esa puerta en mil pedazos, para que nunca estuviera cerrada.
Ésta era la cara que soñé con creciente regularidad. Ésta era la cara que
conocía tan bien.
Pero no creo que nuestros rostros hubieran estado nunca tan cerca antes.
No mientras nos miramos directamente el uno al otro. Mi piel se sentía caliente.
Sólo John. Siempre John.
Apreté su mano. Y luego otra vez. Y de nuevo. Y otra vez, hasta que apretó
la mía y su cabeza estaba sólo a centímetros de la mía, su aliento en mi cara ¿y
cuando él consiguió estar mucho más cerca? ¿Cómo consiguió estar más cerca sin ni
siquiera moverse?
El beso fue casto la primera vez. Un simple roce de mis labios contra los
suyos, una conexión momentánea donde pensé que las estrellas habían explotado en
el cielo y todo el mundo cantaba porque nada alguna vez se sintió tan bien. Nada
nunca se había sentido así tan caliente dentro de mí. Si esto era pecado, entonces
yo quería deleitarme en ello. Si esto fuera en contra de la Palabra de Dios,
entonces me iría al infierno. Me inclino a los pies de John en veneración, sin
importarme si era una blasfemia. Si tuve miedo, no duro mucho tiempo. Lo mismo
con cualquier duda.
Era casto ese primer beso. Pero los que siguieron no lo fueron. Tan pronto
como nuestros labios se separaron y nos quedamos mirando salvajemente, algo se
quebró y deje ir su mano y tome su rostro, tirando de él hacia mí de nuevo. Era
torpe. Demasiado, muy rápido. Nuestras narices chocaron, nuestros dientes
golpeando juntos. Había demasiada saliva y me sentí asaltado por su lengua cuando
él la empujó entre mis labios, enredándola con la mía. Yo no podía respirar, no podía
centrarme en hacer nada bien; la única cosa en mi cabeza era más, más, más.
Y me dio mucho más. Me dio todo de él. Me agarró con sus grandes brazos y
me colocó sobre él, aplastando nuestros cuerpos juntos, sosteniéndome cerca como
si pensara que yo fuera a desaparecer si él me dejaba ir. Como si fuera algo
precioso.
Con el tiempo, él se retiró, sin aliento, los ojos muy abiertos, sus labios
hinchados y húmedos. Jadeé ante él, sin saber qué hacer, qué decir. Inseguro por
si acababa de cometer un gran error y él nunca me hablaría de nuevo. Si estaría
solo para siempre, porque nunca tendría a alguien como John Kemp. Yo nunca
encontraría a alguien que entendiera todo sobre mí, ¿quién podría saber todos mis
secretos?
Alguien que cuidaría mis espaldas tanto como yo lo haría por él. Alguien que
amara sobre todos los demás. Pase mi lengua para tratar de atrapar el sabor de él
en mí, mientras empezaba a quebrarme.
T.J. Klune John & Jackie
Él arrastró sus dedos por mi cara, secándome las lágrimas que habían
comenzado a caer. ─ Jackie ─dijo. ─ No voy a dejarte. ¿Cómo podría? No soy nada
sin ti. Yo estaría perdido. Sería como estar en la oscuridad sin luz. No voy a hacer
eso. No puedo.
Había fuego en sus ojos. ─Te lo prometo, Jackie. Te lo prometo con todo mi
corazón. Con cada pieza, con cada parte. Nunca te dejaré. No ahora. Jamás. He
estado esperando para que hagas eso. Quería hacerlo durante tanto tiempo. Yo
sólo necesitaba que me miraras como me estás mirando ahora.
─ ¿Cómo te estoy mirando? ─Le pregunté cuando una brisa sopló a través de
nuestros cabellos, como las olas del lago suavemente bañadas, como un pájaro
cantando suavemente en los árboles. Yo sabía, pero necesitaba que lo dijera.
Necesitaba oírlo de sus labios.
─ Como si yo fuera todo ─dijo en voz baja, rozando mi mandíbula con sus
dedos.
Serían mejor.
T.J. Klune John & Jackie
─ Yo te quería ─susurro. Tome una toalla suave con mi mano libre y limpié su
frente. Su piel es caliente al tacto. ─ Desde el primer momento en que te vi. No lo
entendía. No lo comprendía. Pero te vi y supe que ibas a ser mío. No hay nadie más
en el mundo como tú Jackie. No necesito a nadie más. Nunca.
─ Jackie.
Niego con la cabeza, limpiando las telarañas en mi cabeza. Miro a los ojos de
mi marido.
Él asiente con la cabeza y puedo decir que está contento. ─ Si la caja era
del tamaño de un almacén. Dos almacenes, incluso.
Entrelaza sus delgados dedos con los míos de nuevo. ─ Toda nuestra vida.
─ ¿Qué?
─ Esto. Yo. Tú y yo. ¿Alguna vez deseaste que las cosas hubieran sido
diferentes? Podrías haberte casado, tener niños. Podrías haber tenido una familia.
La gente se había ido y venido en nuestras vidas. Había habido mujeres que
me habían atraído. Otros hombres también. Y hubo uno que nos causó un poco de
problemas. Nunca participe en esto, en realidad no, aunque me sentí como el culo de
un caballo por mirar siquiera, porque John no lo hizo. Ni una sola vez. Lo sé porque
vi por ello. Le pregunté al respecto una noche, sintiéndome valiente mientras
estábamos tumbamos en la cama en la oscuridad. Él me dijo que no necesitaba
buscar en otro sitio o incluso en cualquier otra persona porque tenía todo lo que
realmente necesitaba a su lado. No pregunte más. No había necesidad.
─ No me arrepiento ─ repito.
─¿No?
─ ¿Ni siquiera ese espantoso sofá Paisley que compraste y trajiste a casa
sin mi permiso? ─ le tomo el pelo, sorprendido de ser capaz de hacerlo.
─ Creció en mí.
─ Lo amaste.
─ ¿Sí?
Respiro hondo y suelto el aire despacio. Tengo que decirle antes de que sea
demasiado tarde. ─ ¿Recuerdas cuando no te presentaste a la escuela ese único
día? Teníamos dieciséis años y…
Miro hacia abajo a nuestras manos, incapaz de mirarlo a los ojos. Sé lo que
me está preguntando, pero no sé si tengo el valor de decirlo, incluso después de
todos estos años. Una parte de mí sabe que él entiende lo que hice para mantenerlo
a salvo, pero eso no era algo en lo que quería pensar. ─ John…
─ Dime. Dime, Jackie. Dime antes de que el sol se ponga. Sé lo que pasó. Se
lo que hiciste, pero dímelo. Dime cuánto me amas. ─ No hay ira en su voz, ni
recriminación. Sólo hay comprensión, como siempre ha sido.
Y por supuesto que sabe. Por supuesto, él sabe lo que hice. Cuán lejos llegue
para asegurarme de que nadie jamás podría hacerle daño de nuevo. Cómo yo nunca
ni una vez me preocupe por mi propia alma mortal, sólo su vida mortal. Nunca
habíamos hablado de ello, pero él sabía exactamente lo mismo.
John Kemp sabe todo sobre mí. Pero él necesita escuchar mi confesión, de
la misma manera, tengo que decir, antes que sea imposible.
No Matarás
Supe que algo estaba mal cuando John no se reunió conmigo en frente de la
escuela como siempre hacía.
No sería hasta años después que descubriría que John solía salir de su casa
a las tres o cuatro de la mañana, haciendo su tarea al frente de la escuela bajo la
farola o la luz de la luna, no podía hacerlo cuando llegaba a casa, había faenas por
hacer, había golpes por sufrir.
Pero yo no sabía eso este día, todo lo que sabía era que por primera vez
desde que lo había conocido, John no estaba allí.
Traté de negarlo, sabiendo que había una primera vez para todo, tal vez sólo
estaba llegando tarde, tal vez él estaba realmente enfermo y tuvo que quedarse en
casa. Esa línea racional de pensamiento duró hasta el final de mi primera clase,
para cuando el segundo período rodaba, me estaba empezando a preocupar, para el
tercero, estaba empezando a entrar en pánico, en el almuerzo, yo estaba sudando
un plan sobre abandonar el resto de la escuela y pedalear hasta su casa para
asegurarme de que estaba bien, porque estaba absolutamente convencido de que no
lo estaba.
Su papá, las pocas veces que lo había visto, me había asustado como la
mierda. Él era tan grande y tan enojado.
John nunca supo qué pasó realmente con su madre, sólo le habían dicho que
se había ido cuando él era sólo un bebé. Habían sido sólo él y su papá desde tan
atrás como podía recordar. Nunca hablamos mucho sobre ello, pero yo estaba
seguro de que su padre había golpeado a su madre lo suficiente para matarla y
enterró su cuerpo donde nadie lo encontraría, o ella simplemente se hartó un día y
se fue, dejando a su hijo en las manos de un monstruo. Yo no sabía que era lo peor.
Las cosas no siempre fueron malas, John trató de decirme. Su papá era un
hombre bueno, una parte del tiempo.
Él podía estar bien cuando quería serlo, pero fueron esos otros momentos,
cuando estaba hasta cierto punto ausente en la bebida, que dejó de ser un buen
hombre, que dejó de ser simplemente "bueno". Fueron esos momentos en los que
estaba borracho y levantó sus puños a John que se convirtió en un hombre malo.
Fueron las veces en las que había visto a John con un ojo negro o
contusiones en su pecho y costados las que yo quise que su padre se convirtiese en
un hombre muerto. Hubo unas cuantas veces cuando eso hizo que John tuviera que
contenerme de viajar a su casa y patear la mierda fuera de su padre.
Sentí frío, incluso mientras salía a la luz solar, haciendo mi camino a las
gradas, mantuve mi cabeza gacha, no queriendo que nadie viera el miedo en mi cara.
Alguien podría haber hecho preguntas.
Llegue al campo de fútbol sin ser notado, las gradas estaban vacías, como
normalmente estaban, me senté en el último banco, mirando hacia atrás hacia la
escuela, comprobando para ver si alguien me estaba observando.
T.J. Klune John & Jackie
─Jackie.
─Lo siento, Jackie ─dijo en voz baja, mirando hacia el suelo. Se volvió un
poco lejos, como molesto, pero vi la forma en que se sostenía a sí mismo y yo lo
supe, en ese momento lo supe.
─No quise preocuparte, sólo me tomó un poco más de tiempo para llegar aquí
hoy, traté de ir tan rápido como pude, sólo quería llegar a ti ─Su respiración se
enganchó en su pecho.
─¿Por qué no te quedas fuera de su camino? Mejor aún, ¿por qué no vienes a
mi casa? ¡Tú sabes que mis padres se han ido para ese retiro de la iglesia durante
T.J. Klune John & Jackie
las próximas dos semanas! ¡Podrías haber venido a mí! ─Tuve que contenerme de
gritarle.
Su expresión se endureció cuando miré hacia atrás para mirarlo ─Me llamó
... bastardo ─me gruñe ─Ese maldito hijo de puta te llamó nombres, me preguntó si
me iba a la casa del pequeño maricón, él se rió y te llamó un puto maricón, pequeña
perra, monstruo de Jesús, también muchas otras cosas. Yo no... Yo no podía
alejarme de eso, yo no lo haría, no lo haré. Nadie te llamará ese tipo de cosas,
Jackie. Nadie te tirara abajo, no mientras yo esté aquí.
─Le dije que se callara, le dije que no tenía permitido decir tu nombre otra
vez, le dije que le patearía la mierda fuera de él si alguna vez decía tu nombre de
nuevo, si alguna vez te decía nombres otra vez, sería la última cosa que hiciera, me
aseguraría de ello. Entonces me golpeó, me pateó, me ahogaba y yo le golpeé en la
espalda, por una vez, lo golpeé en la espalda, recibió unos cuantos golpes, pero no
tantos como yo lo hice. No voy a pararme y dejar que hable así de ti Jackie, no lo
haré. No me importa lo que digas o no, nadie, y quiero decir nadie, jamás hablará de
esa manera sobre ti mientras yo esté aquí ─Él me miró desafiante, como
esperando que lo contradijera.
Sus ojos se abrieron, y luego hizo una mueca, su cara debe haber estado
doliéndole algo horrible ─No, no lo maté, quería, deseaba hacerle mal, pero no lo
hice, le deje en el suelo, no sé si lo noquee o si se desmayó de todo el alcohol y
pastillas, pero no. No haría eso Jackie, incluso si yo lo deseara.
─¿Debido a que es malo? ─Por favor, que diga que es porque está mal, eso
es lo único que va a tener sentido, eso es lo único que está correcto.
─¿Dónde vamos?
─Tienes clase Jackie, no puedes perdértela, tienes que ir a clase para que
puedas graduarte y escapar del infierno de ésta ciudad, alejarte de este lugar.
Tiré más fuerte de él ─Vamos a salir de aquí ─le recordé ─Un día no
importará, Tal vez dos.
─Yo no tengo miedo de mis padres ─repliqué, incluso si eso era un pequeña
mentira ─No están aquí. No discutas conmigo, John Michael Kemp.
─Estabas en lo cierto al venir aquí ─le dije en voz baja ─viniste a buscarme
porque sabías que me ocuparía del resto, tú siempre estás atento a mí John. Es mi
turno para que lo haga por ti.
No discutió.
Yo no creía que hubiera sido capaz de montar en bicicleta, no con las cuatro
millas que le tomó llegar a mí, así que caminé con nuestras bicicletas a mi casa
mientras él caminaba fatigosamente a mi lado. No dijimos mucho en el camino, no
sé lo que él estaba pensando, pero yo tenía el asesinato en mi corazón. Venganza.
Ira. Era pecado lo sabía, pero desde que estaba al parecer revolcándome en ella, un
poco más, no parecía importar. Debería haberme hecho sentir frío, debería
haberme hecho querer echarme atrás, debería haberme aterrorizado el santo
infierno fuera de mí que podía sentir tanta furia latiendo rasgando a través de mí,
pero no fue así. Todo lo que sabía, todo lo que podía pensar, era que alguien había
intentado hacer daño a lo que era mío.
Alguien se había atrevido a poner un dedo sobre John cuando lo único que
quería hacer era protegerme.
T.J. Klune John & Jackie
Casa puede haber sido una palabra demasiado fuerte, era realmente más
que una choza ─cuatro paredes y un techo encima─ El interior era pequeño y
seccionado por paredes finas como el papel, que se dividía en dos habitaciones, un
baño y una pequeña cocina. Yo sólo había estado dentro una o dos veces, dado que
John estaba avergonzado por ello.
─¿Wayne? ─grazné.
Nada
Nada
T.J. Klune John & Jackie
Tal vez él se ha ido, pensé. El camión está enfrente, pero tal vez sólo se
levantó y comenzó a caminar.
Di otro paso.
Tal vez sólo siguiera caminando, sin detenerse una sola vez para mirar atrás.
Otro paso.
Lo único que importaba era cuando mis ojos se dirigieron a las manos de
Wayne y vi la sangre seca costrosa que cubría sus nudillos rotos, nudillos que
habían sido rotos cuando se habían estrellado contra John, sangre en sus manos,
que probablemente venía de John, todo lo que podía ver era la sangre y cómo de
grandes eran sus manos, cómo podían tan fácilmente haberse envuelto alrededor
de la garganta de John y apretó y apretó hasta que John no pudo respirar, hasta
que la vida se ahogaba lentamente fuera de él.
Levanté el arma.
─Sí, yo.
─Tocaste a John ─le dije de manera insistente ─No deberías haber hecho
eso.
─No lo toques de nuevo, ¿me oyes? ─Le dije, levantando mi voz. Levante la
pistola, ignorando la forma en que mi mano temblaba ─Aléjate de él o te mataré.
Wayne cerró los dedos sobre una pastilla en el suelo. ─Déjame de una puta
vez solo ─masculló ─¡Fuera de mi casa ─Él llevo la píldora a sus labios y se la tragó
en seco, encontró otra y se la tragó, y otra, y otra. ─Todo se ha ido a la mierda
─dijo sonando delirante ─Todo se ha ido ahora, ella no va a volver ─Otra píldora.
Otra. Otra. ─Ella no va a volver aquí, y no me importa, no me importa nada más
sobre eso.
Bajé la pistola.
T.J. Klune John & Jackie
John podía haber sido más grande que yo, él podía haber sido el más fuerte,
pero necesitaba de mí tanto como yo lo necesitaba, tal vez incluso un poco más. Él
me necesitaba para hacer las cosas bien, para sacarse de encima todas las
preocupaciones. Él me necesitaba para luchar por él cuando no podía valerse por sí
mismo.
Finalmente, por último, Wayne Kemp paró de tragar pastillas, sus manos
crispándose a los costados. Su cuerpo estuvo inmóvil por un momento, pero luego
empezó a moverse, sus piernas estaban inquietas por el suelo, sus muslos golpeando
mis espinillas. Di un paso atrás mientras él temblaba, sus ojos en blanco en su
cabeza. Yo pensé acerca de irme, pero no pude encontrar la fuerza para dirigirme a
la puerta. La habitación se sentía más caliente que cuando yo había llegado, y un
hedor llenó el aire cuando vomitó, cubriendo su cara en riachuelos de líquido
marrón.
Y todavía no me moví.
No subió de nuevo.
segundos, seguro de que Wayne Kemp no estaba muerto, temía que se hubiera
levantado detrás de mí, chorreando vomito por su cara mientras levantaba las
manos para ponerlas alrededor de mi cuello, llamándome puto maricón porque yo
había pecado.
No fue hasta que estuve fuera que me di cuenta de que había estado
conteniendo la respiración y explotó fuera de mí, boquee tomando tanto aire como
pude. Se sentía limpio. Se sentía seco. Se sentía normal. El día era brillante. Los
pájaros cantaban desde los árboles distantes. Un coche retumbó por el camino, era
un Hudson wasp del 53. La única razón por la que lo sabía era porque había visto
mucho una marca nueva el año anterior y me había vuelto loco por su forma
elegante, sus neumáticos de banda blanca. Todo parecía normal. Cuerdo.
─¿Me lo juras?
─Sí.
Esperé.
─¿Wayne?
─No importa.
─Sí
Ya no sentí frío ─Lo sé ─le dije, pero aun así era bueno escucharlo.
Dudé.
Asentí.
─He estado aquí contigo, John ─Yo dije más o menos ─He estado aquí
contigo todo el tiempo, te lleve a casa porque estabas herido y has permanecido
aquí todo el tiempo.
La policía llegó más tarde para darle la noticia de que parecía que Wayne se
había suicidado, echaron un vistazo a John y supieron que había sido golpeado por
su padre y pensé que era por algún tipo de culpa que Wayne se hubiera tragado un
montón de pastillas. Mis padres fueron llamados a casa, y me llevaron a ver a John
en el hospital donde había sido llevado. Tenía tres costillas fracturadas y
contusiones en sus cuerdas vocales.
No había duda de donde iría John cuando saliera, mis padres eran buenos
cristianos y los buenos cristianos creían en ayudar a los menos afortunados.
Miraron a John con lástima en sus ojos, le dijeron que el Señor trabaja en formas
misteriosas. Viviría con nosotros, dijeron. Él viviría con nosotros, ya que sería la
cosa caritativa que hacer, sobre todo teniendo en cuenta que mi padre era un
hombre de Dios, él esperaría que fuera a la iglesia todos los miércoles y domingos,
pero al menos tendría un lugar para dormir por la noche.
John no lloró, simplemente porque no creyó que tuviera nada por lo que
estar triste, su padre se había ido y todo lo que John encontró, a raíz de la
destrucción que fue su infancia, era alivio.
T.J. Klune John & Jackie
Fue en esa primera noche en su nuevo hogar, mientras que mi madre apagó la
luz y cerró la puerta detrás de ella, él dejo que ese alivio se mostrase. Tan pronto
como los pasos de mamá se alejaron de la puerta, se dio la vuelta en la cama
(nuestra cama, pensé con asombro) y se acurrucó a mi alrededor, trayendo mi
espalda contra su pecho, su boca cerca de mi oído, apretándome con fuerza contra
él como si esperara que me desapareciera dentro de él y nos convertiríamos en una
sola persona.
─Estás en casa ─le susurré en la oscuridad, significando ésta casa. Pasé mis
dedos sobre sus brazos.
─¿Sí?
Levanto la vista hacia él, usando mi mano libre para limpiar mis ojos ─¿Qué?
─Dejé que un hombre muriera delante de mí ─le digo con voz ronca ─Podría
haberlo detenido, no hice nada.
Y si la luz del sol entrando por la ventana es una indicación, es casi la hora
para mí de hacer mi trabajo como un marido y un amigo.
─Fue correcto ─dice finalmente, su voz más débil por la tos, no debería
estar hablando tanto, pero no puedo soportar la idea de detenerlo. No cuando
estamos tan cerca del ocaso. No puedo. Egoísta, pero no me importa. Necesito
escuchar su voz.
─Claro Jackie, pero los padres pueden ser monstruos también. Tú asustaste
lejos al monstruo.
Con los años, el horror de lo que había hecho había disminuido, pero nunca
me dejó. Las pesadillas todavía venían de vez en cuando: Wayne estirando el brazo
hacia mí mientras pastillas a medio digerir caían de su boca con espuma, pero son
pocas y distantes entre sí ahora. Su rostro se ha desvanecido en la nada, sino una
falta de definición.
Si Dios en su infinita sabiduría me puede perdonar por ese día, entonces tal
vez él me perdone por lo que tengo que hacer hoy, un comunicado, un regalo para mi
hombre.
─¿Estás seguro de esto? ─Me pregunta, sólo porque él conoce cada uno de
mis pensamientos ─No voy a obligarte a hacer esto, puedo hacerlo yo Jackie, solo
voy a necesitar un poco de tu ayuda, pero puedo hacerlo yo mismo.
Mi mirada se enfrenta a la suya ─¡No! ─Le digo con dureza ─¡Te lo dije,
John Kemp! Te dije que no se te permite ir solo, ¡sabes que no voy a correr ese
riesgo! ─A pesar de mis creencias en mi propia alma, independientemente de mis
creencias en la Palabra de Dios, me he convencido de que sé lo que le pasa a un alma
de un suicida. Limbo. Un abismo. No permitiré que eso suceda. No a John. Jamás.
─¿Sí?
─Sí cariño. Prometí que no dejaría que nada malo te sucediera, ¿no?
Él me mira con ojos cálidos, y casi me rompo allí mismo. Casi me rompo y
suelto todos mis miedos, todas mis angustias, mi pena. Cómo me siento de perdido
ya, cómo mi corazón ya está destrozándose, cómo me estoy perdiendo una parte de
mí mismo. Sin él, no estoy completo. Sin él, no estoy entero, pero no lo hago, de
alguna manera, me mantengo entero, de alguna manera, me quedo intacto, por
ahora.
—¿Vamos a estar mucho rato? —Se quejó John, siguiéndome por el camino a
la casa iluminada, como un faro en la oscuridad.
Puse los ojos en blanco mientras le miraba. —John nos estamos graduando,
deberíamos celebrarlo con todos los demás. ¿Cuándo vamos a hacer esto otra vez?
Pero también sabía que era todo por John. Todo volvía a él, por eso no me
permitía enfadarme con él, no podía, no era justo para él. Todo lo que él deseaba
siempre era yo. ¿Cómo podría enfadarme con él por eso?
Así que en lugar de eso, eché una rápida mirada alrededor, asegurándome de
que nadie nos prestaba atención, le tomé del brazo y tiré de él hacia la oscuridad al
T.J. Klune John & Jackie
lado de la casa. Una vez que estuve seguro de que estábamos solos, le presioné
contra los ladrillos, frotándome contra él mientras movía mi lengua, lamiendo su
boca. Gimió suavemente y puso sus manos en mis caderas, tirando de mi contra él.
Su erección era evidente contra mí. El beso se estaba volviendo descuidado, pero
no me importaba. Nunca me preocupaba eso con él.
Él siseó. —¿Qué?
Me separé, mirando sus ojos como platos. —Ésta noche, —dije otra vez—, lo
quiero, te necesito.
Bajé la mano entre nosotros y exprimí su polla a través del áspero vaquero,
riéndome tranquilamente por la manera en que él gimió y empujó hacia delante con
mi agarre. —Bastante seguro que voy averiguar algo, —dije besando su cuello—.
Vamos a quedarnos aquí un rato y luego ir al lago. Sólo tú y yo.
—¿Lo prometes?
—Sí John, te lo prometo, sólo diremos hola a unas pocas personas, tomamos
un par de cervezas y después salimos de aquí.
John se tensó debajo de mí. —¿Lo hizo? —Su voz era plana.
Joder. Estaba enfadado. Debería haber sabido que esto sucedería. Tal vez
debería haber venido solo. Di un paso atrás y puse mis manos en mis bolsillos,
mirando mis pies. Podía sentir la mirada de John sobre mí, pero no pude encararlo.
—John, —comencé, pero luego cerré mi boca, no está seguro de qué decir.
—No es tan malo. Yo... yo creo que es... como nosotros —Y por eso estaba
allí, por eso estábamos allí. Siempre me había preguntado si había otros como
nosotros; estaba seguro de que los tenía que haber. Ni siquiera sabía cómo sabía lo
de Tony. Tal vez sólo una vibración o una mirada o algo, pero no podía quitarme la
sensación de que era como John y yo. Pensé que podría ayudarnos tener a alguien
como nosotros con quien poder hablar. Con quien yo pudiera hablar.
—Le gustas.
—No. Más que eso. Él no es exactamente sutil acerca de esto, Jack. No ves
la forma en que él te mira como yo lo hago. Cuando no estás mirando, él te mira a ti.
—Chorradas.
—¿Por qué le miras tú a él de todos modos? —Le espeto, con celos rugiendo
a través de mi—. ¿Qué estás intentando encontrar? —Por un momento, todo lo que
quería hacer era encontrar a Tony y rasgarle en pedazos pequeños de forma que
John nunca tuviera oportunidad de mirarlo otra vez.
—Seguro.
—John.
—Jack.
—No, no lo estoy.
Su ceño se frunció más, pero se negó a mirarme, así que sabía que lo tenía.
—Tonto, —gruñó—. Hablando de cómo me conoces.
—No tienes que estar celoso, —le dije, aunque parecía hipócrita como todo
el infierno, dado que momentos antes yo me sentía igual. El pensamiento de él
mirando a cualquiera que no fuera yo me hizo sentir náuseas—. Estoy aquí contigo.
—Entonces, ¿por qué tienes que hablar con Tony? —frunció el ceño.
—Yo solo... ¿no quieres conocer a otros como nosotros, John? ¿No quieres
saber que no estamos solos?
Rozó mi mejilla con su pulgar. —No estoy solo Jackie, te tengo a ti.
—Lo sé. No es lo que quiero decir sin embargo. ¿Te amo, vale? No es de lo
que se trata. Se trata de estar cerca de otros que son como nosotros. Otros
chicos, ya sabes…
—¿Chicos gay?
T.J. Klune John & Jackie
—¿Por qué no elegir otro chico gay entonces? —Dijo frunciendo el ceño otra
vez—. Uno que no quiera meter sus manos debajo de tus pantalones.
—Si Tony lo es, entonces habrá otros. No sé por qué tiene que ser Tony.
—No conozco a los demás, John. —Sin embargo si era honesto conmigo
mismo, no dolía que Tony Accosi mirase como lo hacía. Era italiano, con piel oscura y
pelo negro. Era irónico y siempre tenía un pequeño destello ladino en sus ojos y me
había pillado a mí mismo mirando una o dos veces sus labios carnosos. Siempre me
decía que era aprecio y nada más y esa era la verdad. No estoy ciego después de
todo. Mirar era parte del ser humano, sería diferente si tratase de llevarlo más
lejos. Conociéndome como lo hacía, supe que no era posible. Ya había dado mi
corazón y estaba seguro de donde pertenecía. Además, sabía que nunca nadie que
se pareciera a Tony querría a alguien como yo.
Me miró con recelo. —No quiero ser como todos los demás.
—¿Vámonos, vale? Vámonos ahora. No tienes que hablar con Tony ésta
noche. Hazlo más tarde.
—¿Qué?
—La manera como él te mira. Como que él sabe algo. Como que es dueño tuyo.
T.J. Klune John & Jackie
Pero no lo hice.
—Bueno Jackie, —dijo mientras nos apartábamos—. ¿Ésta noche, no? ¿Tú y
yo? ¿Vamos a... el lago? —Parecía nervioso y emocionado. Exactamente cómo yo me
sentía.
Y ésta noche era casi todo en lo que estaba pensando dentro de la casa,
moviéndome a través de la multitud, John se arrastraba detrás de mí. Ésta noche,
yo sabía que iban a cambiar cosas. Ésta noche, sabía, nada se podía esconder entre
nosotros ya. Había oído rumores de la mecánica sobre lo que dos hombres podían
hacer juntos y no me perturbo en absoluto, por el contrario; tuve que evitar pensar
en ello para evitar una erección. No sabía si estaba preparado para la sodomía, y
entre John y yo no sabía quién haría que a quién, pero había sentido su erección
contra mí numerosas veces a través de la ropa. Incluso le había visto flácido un par
de veces en la ducha. Pero le quería duro y le quería en mis manos cuando
sucediera. Quería saborearle, cada pulgada de él, de forma que no quedase nada
que esconder. Conocía su alma; ahora quería conocer su cuerpo.
Abrí los ojos para encontrar una brillante sonrisa a pulgadas de mí. Tragué.
—Tony, ¡Hola! —Di un involuntario paso atrás, dado lo cerca que él estaba. Olía a
picante. Masculino. Diferente.
Ese destello en sus ojos era más brillante que de costumbre. —¿Solo? —
preguntó, aunque tenía la idea de que él me había visto aquí de pie momentos antes
con John y había esperado hasta que estaba solo antes de acercarse. No era un
muchacho estúpido de cualquier forma. Independientemente de lo que dijo John,
sabía que Tony quería algo de mí. Pero yo sólo quería hablar con él. Averiguar lo que
sabía. Hablar con alguien sobre estas cosas aparte de John. John sabía lo que
quería, y era yo. Yo sabía lo mismo, pero necesitaba saber que no estábamos solos.
—Eh, sí, John fue por unas cervezas. Debe estar al volver.
Ésta fue la primera vez que le había visto cómodo cerca de una persona de
nuestra edad que no fuera yo y no se sentía correcto. Todo lo que pude pensar
aparte de la ira abrasadora fue la forma en que sus labios se habían ajustado
contra los míos, como se sentía su cuerpo contra el mío cuando lo había presionado
contra la casa en las sombras donde nadie podría vernos.
—Una vez que Betty ve algo que quiere, —dijo Tony—, pone sus garras en
ello, eso es seguro.
Pude oír diversión en su voz por encima del rugido en mis oídos. Tuve que
detenerme de cruzar la habitación y retirar su mano de él. Eran absurdas estas
sensaciones, conocía a John mejor que cualquier persona en el mundo. Había
confiado en él. Ésta noche lo haríamos... finalmente. Ésta noche. Y yo lo amaba. Él
era mi amigo. Él era mi...
Di la vuelta antes de que John pudiera verme con una mirada amenazadora
hacia él. —Muy bien, —dije bruscamente.
Charlar. Esto es lo que quería hacer, hablar con alguien como yo, con alguien
que pudiera entender lo que John y yo estábamos pasando. Eso era todo lo que
quería. Era la única razón por la que venía aquí ésta noche. Era la única razón por la
que era amigo de Tony.
Lo seguí por las escaleras y cuando llegué a la parte superior, miré hacia
atrás una sola vez y vio a John todavía de pie en el mismo lugar, la mano de Betty
todavía en su brazo. Todavía sonreía. Me giré y seguí a Tony por el pasillo.
Se detuvo delante de una puerta casi al final del pasillo. —¿Estamos bien
T.J. Klune John & Jackie
—Está bien Jack. John probablemente está todavía ocupado con Betty y no
se ha dado cuenta de que te has ido.
—Vamos, —dijo, agitando la mano otra vez— sólo quiero hablar contigo.
1
Primera revista pulp, revista de historietas, comics, de bajo precio y muy popular.
T.J. Klune John & Jackie
—Oh, estoy seguro de que lo tuvo —dijo Tony despectivamente—. Pero ¿no
te cansas nunca de tenerlo alrededor por todas partes?
—Sí.
—Está bien.
—Por supuesto —dijo, echando un vistazo al cartel—. Mi padre dice que son
un equipo de mierda. No ganan mucho, pero eso no es por lo que me gustan.
Me encogí de hombros.
cerca de mí, sosteniendo el cartel entre nosotros. Sentí su hombro frotar el mío.
Golpeó ligeramente con su dedo en una cara en la alineación. —Es él, —dijo
tranquilamente—. ¿Crees que parece guapo, Jack?
—No conozco realmente muchos. —Intentado dar un paso lejos de él, pero
por alguna razón, mis pies no se movían.
Se movió hasta que se puso de pie delante de mí y tuve que ver algo en
aquellos ojos oscuros. —¿Te gusto Jack? —preguntó.
—Sí.
Avanzó hacia adelante y tocó mis dedos con los suyos. Sus labios se
separaron y supe que iba a besarme y yo no sabía si iba a detenerlo. —Está bien,
Jackie, —susurró—. Está bien. —Se inclinó hacia adelante.
Un recuerdo surgió mientras sus labios frotaban los míos: nadie te llamará
que como yo lo hago. Nadie lo hará nunca . Oyes ese nombre y sabrás que viene de
mí.
—No, —dije contra él—. No. —Apreté mis manos contra su pecho para
empujarle lejos y el subió las suyas hacia arriba y me aferró a él.
—Tú quieres esto también, —dijo y se inclinó hacia adelante otra vez.
Estaba listo para empujarle de nuevo, tal vez incluso balancearle lejos
cuando sus labios tocaron los míos. Comencé a gruñir y luego escuché, "¡Jackie!,
T.J. Klune John & Jackie
John, el chico que quería más que nadie en este mundo, estaba parado en la
habitación, con la mano en el picaporte. Una mirada dolida apareció en su cara y me
di cuenta de que todavía estaba parado con las manos contra el pecho de Tony y el
rostro de Tony estaba cerca del mío, tan cerca que cuando me volví, sus labios
habían acariciado mi mejilla.
—John.
—Lo sabías, —dijo Tony detrás de mí—. Lo sabías John. Has visto la forma
en que me miraba. Y él sabía lo que iba a ocurrir cuando subió aquí. No le dejes que
diga lo contrario.
—No, —dije, dando otro paso, no podía dejar de sonar como si estuviese
rogando. Temblé cuando John dio un paso atrás—. John, no lo hice. Sólo quería
hablar con él. Te lo dije. No me importa de esa manera.
—No, —dije en voz baja, incapaz de moverme, sin poder creer lo que
acababa de suceder. Se sentía irreal, como un sueño del que no podía despertar.
Todo estaba turbio y mi visión en un túnel. Todo lo que podía pensar era en John,
T.J. Klune John & Jackie
todo lo podría querer era a John y todo lo que podía respirar era John, John, John.
John Kemp no pide mucho. De hecho, lo único que pidió fue estar conmigo y yo ni
siquiera podía darle eso. No podía nunca…
—Es mejor así, —dijo Tony detrás de mí. Sentí caer su mano en mi hombro.
—Tú mereces algo mejor que él. Siempre he pensado eso.
—¿Sí?
—Sí. —Él masajeó con sus dedos sobre la piel de mi cuello. —No lo necesitas.
Míralo Jack. Es basura. Siempre ha sido basura. No le debes nada. —Se puso de pie
detrás de mí y pude sentir el calor de su cuerpo.
—Él es…
Rozó sus labios contra mi oído y cerré los ojos. —Yo me ocuparé de ti.
Puedes quedarte aquí conmigo ésta noche y te muestro sin…
Mis manos estaban apretadas en puños a mi lado y todo lo que vi era rabia y
todo lo que sentía era rabia. —Me tocas de nuevo y voy a romperte los putos dedos,
—le gruñí. —Y juro por todo lo que tengo que si alguna vez hablas otra vez sobre
John de esa manera te mato.
Se me quedó mirando con los ojos muy abiertos y una mano frotándose la
mandíbula.
Tan sólo unos minutos más tarde me encuentro con Betty. Tenía que
disimular el temblor delante ella cuando me agarró del brazo. —¿Dónde está él?
—¿Qué?
Se soltó de mi brazo. —Se fue, —dijo dando un paso atrás. —Hará como
cinco minutos. Bajó las escaleras y fue a la izquierda.
Mamá y papá ya estaban en la cama cuando llegué allí. No parecía que John
hubiera estado allí.
No estaba en la cabaña donde solía vivir, a pesar de que no era más que un
cobertizo oxidado ahora.
su culpa. Era un bastardo. Era imbécil. Yo no hice nada. No hice una maldita cosa
excepto amarlo.
Pero incluso yo sabía que eso eran todo mentiras. Lo que había sucedido con
Tony no era por él, fue por mí.
Terminé en el único lugar que no creí que estuviera, por el lago. Había sido
nuestro plan venir aquí después de la fiesta por lo que pensé que sería el último
lugar al que iría. Y él no estaba aquí, no me decepcionó con respecto a eso, aunque
una pequeña parte de mí había esperado que estuviera.
La parte lógica de mí, esa pequeña voz molesta, me dice que John no tiene
derecho a tenerme alejado de él de esa manera, que es un bastardo, incluso por
decirlo. No es justo, me dice. No puede esperar mantenerte escondido por el resto
de su vida sólo porque él no quiere compartirte.
Pero sabía si eso era lo que quería, lo haría. Haría cualquier cosa para
permanecer a su lado.
Seguro que ésta era su forma de decir adiós, tiré mis brazos alrededor de
su cuello y enterré mi cara en el hueco de su garganta. Yo balbuceé sin sentido algo
que estaba destinado a ser una disculpa, pero que era más como yo rogándole que
nunca me dejará. Murmuró pequeños ruidos mientras tiraba de mi pelo y esperó
hasta que sacara todo fuera y empezara a hipar y sollozar contra su cuello.
Me aparté de él, de repente frenético. Agarré sus manos y las apreté sobre
mi corazón.
—¡Lo sé! ¡Prometo que lo sé! Tú no tienes que preocuparte de eso, ¿de
acuerdo? Te lo prometo. No quiero nada más. Sólo tú y yo, ¿de acuerdo? No
necesito a nadie más y no voy a hablar con nadie más nunca. Te lo puedo prometer
John. ¿Vale? Por favor, sólo dime que está bien.
John bajó la mirada hacia sus manos en su regazo y los minutos que le llevó
poder hablar fueron los más largos de mi vida. —Creo que he cometido un error,—
dijo en voz baja y mi corazón empezó a romperse.
—John…
Él levantó una mano, cortándome. —Ahora espera Jackie. Tengo algo que
decir y si todavía quiere decir algo cuando haya terminado, adelante. ¿Vale?
Asentí y otra lágrima se deslizó por mi mejilla. Él debió haberla visto porque
llegó hasta ella y utilizó su pulgar para quitármela. No pude dejar de inclinarme
ante su toque, tratando de obtener la mayor cantidad de ellos como pudiera en el
T.J. Klune John & Jackie
—Sólo he querido hacer lo correcto por ti, —dijo. —Todo lo que he deseado
era mantenerte a salvo y hacerte feliz.
—Jack, silencio.
Me callé.
Hacia el final de lo que debía ser el discurso más largo que le había oído
nunca, su voz era baja y áspera y pude verlo apretando los puños en su regazo.
Había oído y catalogado cada palabra que él había dicho y no cambió nada para mí.
Según pude entender, sí, pero no era lo que quería. No era lo que yo necesitaba de
él.
—No quiero a nadie más, —le dije, tratando de mantenerme a mí mismo sin
gritar, enojado porque hubiera podido pensar tal cosa.
—Me mató un poco Jackie, —se atragantó con la voz entrecortada al decir
mi nombre y cerró los puños con más fuerza. —Me mató un poco verle contra ti al
abrir la puerta. No sabía que me dolía más, si él o tú. Por eso me fui como lo hice. Si
me quedaba le hubiera herido y no podía hacer eso. No voy a ser como mi padre.
Sacudió la cabeza. —Más de lo que pensé que podría serlo. Todavía estoy
muy enojado.
—Oh, vete a la mierda, hijo de puta, —le espeté, incapaz de mantener mi ira
bajo control por más tiempo. Su ojos se estrecharon cuando él finalmente miró
hacia mí, como si me viera por primera vez desde que me encontró. —Si vas a estar
cabreado, lo mejor es que estés enojado conmigo. Yo hice esto, John. No tú. Ni
otra persona. Tú me dijiste lo que él quería y no te creí. Todo lo que recuerdo es
verte con esa maldita perra de Betty, y yo…
—¿Entonces por qué estaban sus manos sobre ti? —Le gruñí, inclinándome
hacia adelante, con las manos en sus rodillas. —Se veía muy cómoda manoseándote.
No pude contenerme más. Antes de que supiera lo que iba a pasar, lo tiro
hacia abajo sobre el suelo, di puñetazos y patadas con todas mis fuerzas,
escupiendo obscenidades mientras trataba de hacerle sangrar, de hacerle daño
tanto como me estaba haciendo daño a mí. Él gruñó mientras me daba un golpe
sólido en el estómago y agarró mis manos, tratando de mantener juntas mis
muñecas. Él era más grande que yo, siempre lo había sido, pero yo era una pequeña
cosa incompleta, que giraba violentamente hasta que estaba libre de nuevo,
tratando de encontrar la piel escarbando con mis dedos.
No sé cuánto tiempo pasó, sólo que lo hizo por un tiempo. Y no puedo decir
con certeza en qué momento dejé de tratar de golpearlo y en su lugar traté de
meter mis manos debajo de su camisa, intenté tocar más de su piel mientras
estaba desabrochando la parte delantera de mis pantalones vaqueros, soltando los
botones. Estábamos respirando con dificultad, con nuestras frentes presionadas
juntas, resbaladizas por el sudor. Su mirada nunca dejó la mía y ese primer
momento, en el que por primera vez sentí sus manos sobre mí de esa manera,
cuando él agarró mi longitud con sus fuertes manos, era algo que nunca voy a
olvidar. No era sólo porque tenía la mano de un hombre en mi polla. Sino porque fue
el momento del mayor susto de mi vida.
T.J. Klune John & Jackie
No, lo único que importaba era que John tenía la polla entre mis muslos, su
espalda se dobló cuando encontré uno de sus pezones y lo retorcí, sus párpados
aleteando. Fue John quien utilizó la uña de su pulgar para raspar la punta de mi
pene. No sabía si fue queriendo o por accidente, solo sé que me sentí como un
manojo de cables con corriente y cualquier lugar en el que me tocaba era como un
shock.
Sus labios se encontraron a la vez con mi cuello y él colocó suaves besos por
la pendiente hasta que llegó a mi mandíbula y mis labios. Sus manos fueron a mi
cara, frotándose contra mis mejillas, tocándome ligeramente los párpados, como si
los estuviera tratando de memorizar, como si me estuviera viendo por primera vez
y realmente me viera. Miré hacia arriba a él y sus ojos estaban muy abiertos, pero
no había miedo. No había ninguna duda. Había una maravillosa timidez, una diversión
con aire de satisfacción. Éxtasis. Resplandor.
T.J. Klune John & Jackie
—Nunca habrá nadie más, John. Te lo prometo. Sólo serás tú. —Sabía que
era cierto, yo solo sabía que era verdad y malditos fueran el resto. Maldita sea
cualquier otra cosa que pudiera venir. No me importaba.
—¿Estás seguro, Jackie?, —Me preguntó en voz baja mientras movía sus
caderas un poco hacia atrás, retirándose de mi cuerpo. Él empujó de nuevo hacia
delante y descansó contra mí. —¿Esto es lo que quieres?
—Sí.
—No puedo prometerte que vaya a ser fácil, —dijo, apartando la mirada. —
No puedo prometer que no haya que luchar de nuevo. Soy un bastardo Jackie, ya lo
sabes. Tengo un temperamento que no sé si puedo controlar a veces y eso me
asusta.
—Lo sé, —le dije. Y lo sabía, pero él no me asustaba. —¿Y si alguna vez
intentas levantarme el puño, John Kemp? Debes saber que voy a defenderme de
nuevo.
Una sonrisa curvó sus labios antes de fruncir el ceño. —Los demás nos
pueden odiar si se enteran.
—No lo haré. No me importa. Tengo dieciocho años igual que tú. Es mi vida
ahora. Es nuestra vida.
—Dirán que…
—¿Pero crees que voy a ser suficiente para ti?, —Preguntó con una lágrima
que caía de su rostro al mío. —No podría soportar que no lo fuera. No quiero que
me odies algún día. ¿Qué pasa si yo no soy suficiente?
—Pero en cuanto a…
—John.
—¿Sí?
Y allí, junto al lago, bajo las estrellas del cielo, John Kemp me besó
profundamente con una promesa hecha, una que tenía la intención de mantener por
el resto de mis días....
T.J. Klune John & Jackie
—¿John?
—¿Sí?
—Yo también.
Él se ve feliz.
Todavía necesito días, semanas, meses y años para todo lo que tengo que
decirle. Es demasiado pronto.
Y lo sabe, porque él me está mirando con esos ojos perspicaces. Una cosa
que he aprendido acerca de mi vida con John es que no hay nada que haya sido
capaz de esconder de él. Es uno de los secretos de las parejas de mucho tiempo,
son capaces de leer pequeños tics de cada uno, lo que dicen, todos sus movimientos
y sus pensamientos.
—¡Tal vez podamos probar más radioterapia o cirugía de nuevo! ¡No sabemos
lo que puede pasar mañana! Podrían llegar a algún procedimiento que no hemos
pensado todavía. Es…
—No puede ser, —digo débilmente, con lágrimas en los ojos. —No puede ser
demasiado tarde. No he terminado contigo todavía. Nunca podre haber terminado
contigo. ¿No ves que te necesito?
Él agarra mi mano con fuerza. —En este momento, —dice, —Yo te necesito
más.
Dejo caer mi cabeza. La dejo caer porque no puedo sostenerla más, porque
mi mejor amigo de los últimos setenta y un años es el adecuado. Tal vez me permita
ser egoísta. Tal vez me permita romperme, pero es hipócrita. No se trata de mí. Es
acerca de este hombre, mi John y lo que yo le he prometido. Mi sufrimiento no es
nada comparado con el suyo y me hizo prometer que si podía hacer algo para
aliviarle, lo haría.
—Jackie, —dice.
Yo no lo miro.
Oh. Eso.
—Jackie, —dice, con su voz más profunda y más fuerte. Si cierro los ojos,
puedo fingir que todo ha vuelto a ser de la forma en la que solía ser. Que su voz no
está agrietada con la edad porque somos dos hombres jóvenes de nuevo. Que
tenemos toda nuestra vida en frente de nosotros e incluso con ese tiempo que
nunca nos hemos concedido. Nos gustaría vivir cada momento como si fuera el
último. Nos gustaría besamos como si nunca lo fuéramos a hacer de nuevo. Y cuando
nos viéramos al final del día, nos gustaría pretender que no nos hemos visto en
años. Pero no puedo cerrar los ojos. No puedo pretender eso. Mi marido ha deseado
algo, y se lo daré.
—¿Vamos fuera?
—¿Al porche?
—Sí. —Me aparto, metiendo las mantas a su alrededor para que no vaya a
sentir frío. Me doy palmaditas en el bolsillo del abrigo para estar seguro de que
tengo lo que necesito. Me traslado a la parte delantera de la cabaña y abro la
puerta. El aire frío es nítido y limpio. El sol se está acercando lentamente al
horizonte. Quiero tratar de correr hacia la puerta y no mirar hacia atrás nunca,
pero no lo hago.
Me vuelvo hacia mi marido y su mirada me sigue con cada paso que doy, como
si estuviera tratando de grabar en su memoria cada momento. Sé esto, porque
estoy haciendo lo mismo con él. Lo toco cuando llego a la cama, mis dedos contra su
brazo como algo fugaz. Bajo el soporte IV adjunto a la cama, así podemos acceder
desde la puerta. Consigo desbloquear las ruedas de la cama y de pie detrás de él
empiezo a empujar, haciéndola rodar hacia la puerta abierta.
Cada paso es como escalar una montaña. Cada paso es un infierno. Cada paso
es el dolor, la tortura y la pena, todo en uno. Muerdo un sollozo que amenaza con
desbordarse mientras doy otro paso. Agarrándome a los bordes de la cama
mientras tomo otro paso. Casi lloro cuando llegamos a la puerta. Quiero gritar
cuando lo empujo hacia el exterior en la penumbra de la tarde.
El bosque se extiende ante nosotros, que rodea nuestra cabaña, donde el sol
brilla en verano y cae la nieve en invierno. Hay un jardín a un lado, con las
zanahorias y el repollo. Un manzano en el que crecen Granny Smith. Hay flores
fragantes y árboles verdes. La ciudad más cercana está a millas de distancia y
estamos sólo él y yo aquí, en este lugar, igual que lo había imaginado ese día por el
lago.
Se había construido este lugar para mí, como un hogar lejos de mi hogar,
hasta que finalmente se convirtió en nuestro hogar algunos años después.
Cuando bloqueo las ruedas en la cama y camino a su lado otra vez, sus ojos
están muy abiertos mientras observa la extensión de bosque abriéndose ante él,
enmarcando el sol cerca de los picos de las montañas en la distancia. En algún lugar,
un pájaro canta con un sonido largo y triste que me recuerda al dolor. Él lo escucha
y aletea los párpados cerrándolos. Él llega, se quita la máscara de oxígeno y la deja
caer a su lado.
—Jackie.
—¿Mi anillo?
—¿Puedo usarlo?
—Sí, John.
—Si quiero, —dice y me doy cuenta de que ha hecho una broma tan pronto
como el atisbo sorprendido de la risa sale de mí. Ésta se transforma rápidamente
en algo más y antes de saberlo, estoy sollozando contra su mano, agarrándole,
rogándole que no se vaya, rogándole que se quede conmigo, simplemente quedarse
conmigo por siempre. No sé qué voy a hacer sin ti, le digo. No sé cómo voy a seguir
adelante. No sé cómo puedo vivir cuando la mitad de mí ya no estará aquí. Así que
por favor. No me dejes por favor. Por favor, no le dejes ir.
Esnifo otra vez y asiento con la cabeza, frotando mi frente contra su mano.
Quiero decirle “Acabo de situar tu cama” a pesar de que él sabe lo que realmente
quiero decir. La puesta de sol está aquí.
quito la tapa, debo separar la VI. Aquí. En este momento. Aquí es donde voy a
dudar, aquí es donde voy a rogarle.
Aquí es donde todo esto se vendrá abajo y voy a decirle que no puede irse
nunca, que no voy a permitirlo, que sólo tendrá que sufrir una y otra vez porque soy
un bastardo egoísta que no puede dejarlo ir nunca.
Está terminado.
El momento ha pasado.
Rodeo la cama y suelto uno de los carriles que están a lo largo del lateral. Él
se engancha un pie sobre el carril al bajar, me subo a su lado e inmediatamente
envuelve sus brazos alrededor de mí mientras me hundo en él, contra su hundido
pecho. Él está cálido, pero en los huesos. Demasiado delgado. Demasiado frágil.
Demasiado pequeño.
Pero aun puedo sentir su fuerza sobre mí, e incluso con lo mucho que ha
perdido, todavía está ese chico allí, el que tiene esa chispa traviesa en sus ojos.
Todavía está aquel hombre allí, el que me podía contener cuando mi cuerpo se
sacudía con la fuerza de su pasión. Tantos recuerdos tratan de inundar su camino y
es casi difícil concentrarse, así que los empujo a todos lejos y espero. Hay todavía
algún tiempo. Presiono la oreja contra su pecho y escucho el sonido de su corazón.
—Jackie, —dice, como sabía que lo haría. —¿Te acuerdas de cuando llegamos
aquí por primera vez?
—Tenía tanto miedo, —dice. —¿sabías que estaba asustado? —Sus palabras
están empezando a molestarle.
—¿De mí?
T.J. Klune John & Jackie
Esbozó esa pequeña sonrisa y me miró por el rabillo del ojo, tratando de
prestar atención mientras conducía. Habíamos estado viajando durante un rato y el
camino era cuesta arriba, más metido en el bosque, los árboles eran más altos y
bloqueaban el sol brillante del verano. Las sombras cruzaban la carretera de dos
carriles frente a nosotros, pero en vez de ser amenazadoras, era casi acogedor. Se
sentía como una especie de regreso a casa, a pesar de que estábamos lejos de la
pequeña ciudad donde habíamos crecido. Oregón era un lugar muy diferente de
donde veníamos. Era difícil creer que habían pasado doce años desde que lo
habíamos dejado, doce años desde que nos graduamos en la escuela secundaria y
partí en mi viejo coche y nunca miré hacia atrás.
Estábamos juntos, éramos felices, pero los primeros cuatro años fueron
irregulares, a pesar de todo. Siempre estábamos cansados, siempre rotos. Nos
peleábamos a menudo por pequeñas cosas que no tenían consecuencias. Pero nunca
tuve miedo de que John me dejase y yo dejarle a él. Cada noche,
independientemente de cómo de enfadados estuviéramos cualquiera de nosotros,
dejábamos fuera de la habitación nuestros argumentos cuando nos íbamos a la
cama y nos acurrucábamos uno con el otro, haciendo el amor más a menudo que no.
Nunca cuestioné su devoción por mí y me aseguré de hacer lo posible para que él
nunca tuviera dudas acerca de mí.
2
Master en Administración de Negocios.
T.J. Klune John & Jackie
cena en nuestra casa una noche, que terminó con nosotros bebiendo demasiado
vino. John y yo despertamos con una resaca y un plan para comprar el garaje de
Artie y hacerlo nuestro. John sería el supervisor mecánico y remodelaría el
aspecto del mismo. Yo me ocuparía de los libros y las finanzas. Daba miedo esa
decisión, pero lo hicimos funcionar. De alguna manera, lo hicimos funcionar.
Fue por eso que me sorprendió cuando John me dijo que nos tomábamos el
día libre. Que tenía algo que enseñarme. Estábamos cerca de la apertura de un
tercer garaje y había todavía mucho por hacer. No sabía lo que quería ver.
Nuestros trigésimos cumpleaños habían pasado recientemente, así que no creía que
tuviera que ver con los regalos. Era posible que quisiera encontrar un lugar para
otro garaje, pero generalmente era un poco más evidente.
Habíamos conducido una hora y media desde casa, pasando por la pequeña
ciudad de Roseland antes de meternos más profundo en el bosque por la Carretera
del Viejo Bosque. Pasaron otros veinte minutos antes de que torciésemos hacia un
viejo camino de tierra que serpenteaba más lejos en el bosque hasta que la
carretera llegó a su fin en una especie de claro, los árboles alrededor. Apagó el
coche mientras yo miraba por el parabrisas.
Me llevó alrededor de la parte delantera del coche y en esa dulce luz de sol
de verano se paró detrás de mí, amoldando su cuerpo a mi espalda, envolviendo sus
brazos alrededor de mi cuello, moviendo sus dedos contra mi pecho. Miré hacia
atrás y besó mi frente. Sus ojos brillaban, pero pude ver la inclinación nerviosa de
su cabeza, las pequeñas líneas en su frente. Sus brazos estaban tensos a mi
alrededor.
Me dio la vuelta en sus brazos y subió sus manos para acunar mi cara. —
¿Sabes que te amo, verdad?
Puse los ojos en blanco. —Bastante seguro por ahora, estás pegado a mí. —
La cajita en el bolsillo se sentía como si fuera fuego.
—Sí Jackie, lo sé. —Hizo una pausa y se mordió su labio inferior, evitando mi
mirada.
—¿John?
—¿Si?
Por una de las pocas veces en su vida, John se ruborizó y supe que tenía que
ser algo grande. John Kemp no se pone nervioso. John Kemp no se ruboriza. Mi
estómago se dio la vuelta.
—¿Los bosques? Sin duda, sabes que me gusta este tipo de cosas. La ciudad
no es del todo mala, pero es bueno salir y escuchar mis pensamientos de vez en
cuando.
—¿Si tú qué?
No era lo que estaba esperando. —¿Qué hiciste qué? —Di un paso atrás.
Para mí. Para nosotros. Sé que es grande, el Señor sabe que lo sé y tal vez debería
haber hablado contigo primero. Yo solo... Yo quería que fuera una sorpresa.
—¿Y nos podemos permitir esto? John, ¡estamos abriendo otra tienda!
Di un paso hacia él. —¿Estás escondiéndome algo más, John Kemp? —Salió
como un gruñido.
Él meneó la cabeza.
—La cabaña, —susurré.— Ese día, por el lago, la primera vez que nos
besamos, dijiste que querías construir una cabaña solo para mí y para ti, y...
Sus ojos se suavizaron y el nerviosismo que había estado allí desde que nos
habíamos metido en el coche desapareció. Me atrajo a sus brazos otra vez y me
besó dulcemente. —La cabaña, —se hizo eco.
—Sí, —le dije más o menos.— Está bien. —Porque lo estaba.— Enséñamelo.
cargadas con Granny Smiths. Me enseñó cómo no estábamos tan lejos de Roseland
aunque estaríamos apartados, lo suficiente para parecer como que estábamos solo
él y yo. Mantendríamos la casa en Eugene, dijo, al menos por ahora. Tal vez, algún
día, más adelante, podríamos vivir en la cabaña para bien y estar solos, de la
manera que siempre habíamos querido estar. —Eres mi Jackie, —me dijo, —todo lo
que siempre quise que fueras.
Estaba mirando el bosque cuando dijo esto, mi espalda hacia él, sólo a unos
pocos pies de distancia. Tomé una respiración profunda y me di cuenta de que este
era el momento que necesitaba. Esto era lo que estaba esperando. Alcancé mi
bolsillo y cerré mi mano alrededor de la pequeña caja y sabía lo que significaba. Yo
ya me había dado para siempre, y él se había dado a mí. Sería bueno tener un
símbolo para recordarnos el día de hoy.
Sin permitirme pensar mucho sobre ello, saqué la caja de mi bolsillo. —John,
—dije.
—¿Jackie?
Cerré los ojos y me volví, me hinqué sobre una rodilla y tendí la caja delante
de mí, abriéndola para que pudiera ver. Me sentí tonto y mi cara estaba en llamas.
Era casi imposible decir las palabras que había planeado decir, pero de alguna
manera vinieron y estando seguro que sonaba vacilante y soso, quería decir todo lo
que dije. —John Kemp, eres mi vida, eres todo para mí. Sin ti, yo no tengo una vida,
no tengo un hogar, no tengo una familia. No puedo decir que lo supe en el primer día
que te conocí, pero en los días que siguieron, estaba seguro de que te quería a mi
lado para siempre. Hemos estado juntos durante mucho tiempo y no planeo ir a
ningún otro lugar. Sé que no puede ser real, que no podemos ir a la iglesia y
casarnos como otras personas, pero sé que no es importante. Todo lo que importa
es lo que está en nuestros corazones y sé que mi corazón estaría sumamente alegre
si llevases este anillo, si te casaras conmigo. Cada día después de hoy, cada vez que
mires este anillo en tu dedo, sabrás lo que significas para mí. —Tomé una
respiración profunda. — Está bien, es todo lo que quería decir. Eh, puedes decir
algo ahora. Si quieres. —Le echo una mirada.
Me miraba con esos ojos oscuros y esa pequeña sonrisa. —Sí, Jackie. Sí. Sí.
Me río. —Sí, John. Supongo que lo es. Me alegro de haber esperado hasta
ahora.
—¿Sí?
—Bueno, —suspiró.— Verás, Jackie. Voy a hacer de este lugar algo bueno
para ti, lo prometo, ¿está bien? Voy a hacer de esto un lugar del que podrás estar
orgulloso, voy a convertir este lugar en tu hogar. —Y luego tiró de mí hacia él otra
vez y su fuerte corazón latía contra mi oído. Por favor, late siempre.
T.J. Klune John & Jackie
Su Voz
—Y entonces me besaste otra vez, —le digo ahora mientras el sol se pone
por detrás de las montañas, — y luego me hiciste el amor allí, en medio del claro del
bosque y fue el primer día que hicimos de este lugar nuestro hogar. Fue el primer
día que este lugar fue realmente nuestro. Y lo supe entonces John, lo supe como
nunca antes que sería para siempre, que sería por siempre nosotros. Nunca ha
habido nadie antes y nunca habría nadie después de ti. Lo sabía. Eras para mí.
—¿John?
—¿John? —grazné. — ¿Hey, John? ¿Cielo? Contesta. Di algo. Oh, Dios, por
favor. Por favor.
Nada.
Miro para arriba desde donde estaba sobre su pecho. Su cabeza está
apoyada en la almohada, su cara se inclina hacia mí. Su boca ligeramente abierta,
sus ojos están cerrados. No habla. No respira. No se mueve.
—¿John? —alzo la mano y toco su cara. Su piel aún está caliente, y empiezo
a romperme.
Ruego por que sea aún posible que abra sus ojos y me sonría y diga, —Jackie,
te amo, sabes que lo hago, sabes que siempre te he amado y lo siento, lo siento, me
tengo que ir ahora. Siento que estés aquí y yo no estar, pero te prometo que
esperaré por ti. Esperaré por ti lo que sea necesario, vamos a ir juntos, porque no
puedo imaginar otro paso sin ti, no puedo imaginarte no estando a mi lado. No es
correcto tú y yo no estando juntos. Nada acerca de esto está bien, por lo que no
tardes mucho, ¿está bien? No tardes mucho, porque no puedo soportar estar
T.J. Klune John & Jackie
separados.
Dirá todo esto porque no me dijo adiós. No... Dijo... ¡ah, Jesús!. ¡Ah, por
favor!. Por favor no me dejes solo. Me estoy partiendo en dos y mi alma está vacía,
por favor no te vayas.
Por favor.
Espero.
Cosas que hacer. Planes de puesta en marcha. Sé que tengo que llamar por
teléfono, pero parece que no puedo encontrar la fuerza. En cambio, me acurruco
contra él, poniendo mi cabeza en su pecho callado, tratando de sentir cualquier
calor que me deje por última vez.
***
Está completamente oscuro cuando me despierto, mi cara se siente dura y rígida y
tengo el pensamiento desesperado de que ya se ha ido y voy a olvidar como sonaba.
Olvidaré el timbre y la cadencia de su voz, olvidaré el ruido bajo que viene de su
pecho cuando él me llama Jackie. Es irracional ese pensamiento, pero es en lo único
que puedo centrarme. Ahora que se ha ido, no recuerdo como suena.
—Espera, —le digo mientras pongo mis pies en el porche. Mis rodillas duelen
mientras me levanto.
Me lanzo tan rápido como puedo y desbloqueo las ruedas de su cama, tiro
hacia la puerta abierta detrás de él y le meto en la casa. El lado de la cama golpea
la jamba de la puerta arrancando la madera, la reverberación del impacto sacude
mis brazos. Mis dientes están rechinando. Mis brazos están con la piel de gallina.
Estoy tan frío.
—¡Por favor! Por favor solo ayudarme para que no olvide. ¡Oh, John! Por
favor. Necesito esto. Necesito esto.
Tiro por tercera vez, tan fuerte como puedo, la madera se astilla y la cama
se desliza tan rápido que casi pierdo el equilibrio y caigo al suelo. Me agarro a la
cama y mis dedos tocan el pelo fino de John y es como si me electrificase y tiro de
mi mano, porque no puedo, no hasta que lo escuche, no hasta que me hable.
El cable está al revés, es tan obvio, es tan fácil. No sé por qué no lo veo. Le
doy la vuelta y lo conecto a la cámara, el otro extremo se conecta a la TV. Enciendo
la TV, la pantalla está azul, pulso play en la cámara y no puedo dejar de gritar en
señal de triunfo cuando en la pantalla aparece un vídeo inestable. —¡Lo conseguí,
John! —Cacareo— ¡lo solucioné! ¡No es increíble!
T.J. Klune John & Jackie
Él no responde. Eso está bien sin embargo, porque oiré su voz muy pronto.
Y en el video habla:
—Sí. Eso creo, la luz verde está encendida. ¿Es eso correcto?
—Sí. Ya lo tienes.
—¿Si?
—¿Listo?
Un suspiro, —sí.
—Mi nombre es John Michael Kemp y tengo mente sana pero no en cuerpo
sano. Señor, ¿no es la verdad? Hace seis meses, me diagnosticaron un cáncer de
próstata. Cuando que fue diagnosticado, ya había progresado a la tercera fase. El
mes pasado, había pasado a la cuarta etapa. Por lo que los médicos nos han dicho,
mi cuerpo está plagado de esto... ésta cosa. Tiene... ¡oh, maldita sea! ¿Cómo es esa
palabra, Jackie? metsa... metsi...
—Metástasis.
—Los doc. nos dijeron que tendría tres o cuatro meses, eso fue hace dos
meses. Nos dijeron que habría dolor, nos contaron que dolería, pensé que no sería
tan malo, no soy un mariquita, eso es seguro. Yo sabía que podía manejarlo, lo sabía.
Tomaría cualquier cosa si significa… si significaba que podía tener más momentos
con... con el hombre que yo... un par de semanas más, o días, horas.
—Así que lo iba a hacer yo mismo. Pero no podría hacerlo hasta no haberlo
hablado con Jackie. Cada decisión importante que he tomado ha sido con él y esto
no sería menos. Ves... Jesús. Lo siento. Normalmente no se me pone un nudo en la
garganta como este, No soy así. No es... tenéis que entender algo. Sobre él y yo.
—Tengo ochenta y tres años, pero sólo recuerdo los últimos 71. Veréis,
cuando tenía doce, conocí a un muchacho de ojos azules y me enamoré. Sólo
recuerdo los últimos 71 años porque antes de ese día nada importa. Nada de lo que
pasó antes se podría comparar a todo lo que vino después. No estaba realmente
vivo hasta que me miró por primera vez. Y, aunque no sabía cómo era posible, sabía
que era mío. Y lo ha sido, cada día lo ha sido.
—La gente todavía dice hoy que dos hombres no pueden amarse como un
hombre y una mujer lo hacen. Que no es correcto y está en contra de Dios y
algunas otras patrañas. Bueno, eso es una chorrada, es una chorrada tan enorme
T.J. Klune John & Jackie
que no puedo soportarlo. Durante las últimas siete décadas, he amado a un hombre
tanto que no podría vivir sin él. Jackie completa mi corazón, hace mi alma completa.
Sin él, no habría ningún yo, no habría sobrevivido este tiempo si no hubiera estado
a mi lado. Por cada persona por ahí que dice que un hombre no puede amar a otro
hombre, sólo sé esto: te equivocas porque yo he amado. Soy amado.
—Le dije... le dije a mi Jackie lo que iba a hacer y fue lo más difícil que he
tenido que decir. No fue muy bien, si soy honesto. Creo que nunca lo he visto tan
loco. Al principio, pensé que estaba histérico conmigo por pensar incluso en hacerlo,
pero resulta que no es así.
—Lo sé Jackie, lo sé, cálmate, solo estoy diciendo todo lo que hay que decir.
Traté de disuadirlo, pero cuando se le mete algo en su cabeza, algo que siente hay
que hacer, es mejor que le deje hacerlo porque no habrá ninguna otra manera.
Aprendí eso hace mucho tiempo y ha sido tal como era.
—Así que este video se está haciendo, para que se sepa que lo que estamos
haciendo es lo que quiero. Estamos haciéndolo para que no pensaseis que Jackie es
algún tipo de asesino, no lo es. Él me ama, con todo lo que tiene, siempre lo ha
hecho y por eso va a hacer esto por mí ahora. Va a ayudarme a no lastimarme más.
Nuestra vida no siempre ha sido fácil. Nos tuvimos que ocultar durante
mucho tiempo, las cosas cambiaron y hemos estado casados legalmente durante
veinte años. Pero ha sido mucho más largo que eso. Esto significa mucho más que
eso. Jackie... él es mi... nunca ha habido nadie que no sea él. Nos prometimos cuando
éramos niños y ha sido el camino desde entonces.
Estoy cansado… ahora. El cáncer tiene una manera de alejar todo lo que
tienes. Es despiadado, malo. Duele, sí. Pero lo que duele más es lo enojado que
estoy, me está llevando lejos de él. Que se atreva a intervenir aquí y tratar de
separarnos, porque lo conseguirá finalmente, pero así, al menos, será en nuestros
términos, a nuestra manera. Y sé que estaré esperándole. Pase lo que pase en ésta
vida o la próxima, Jackie me pertenece y nunca nos separarán por mucho tiempo.
¿Me oyes, Jackie? ¿Me entiendes? Eres mío y ni esto o cualquier otra cosa nos
mantendrá separados.
T.J. Klune John & Jackie
—Sí, Jackie, eso es todo, apaga la cámara y ven aquí, necesito sentir tus
huesos.
El video termina.
John y Jackie
—Condado de Douglas oficina del Sheriff, soy Darlene. ¿En qué puedo
servirle?
—¡Jack! ¿Cómo estás, cariño? ¿Cómo están las cosas arriba en la montaña?
—No estoy llorando Darlene, sólo estoy teniendo un poco de problemas para
respirar, es todo.
—¿Te sientes bien, Jack? ¡Oh, qué horrible pregunta! Por supuesto que no.
Sólo estoy preocupada, no puedo quedarme sin ambos, mi corazón se rompería aún
más.
—Si tú lo dices, espero que me estés contando todo. ¿Por qué no me quedo
en el teléfono contigo hasta que los chicos lleguen allí? ¿Te hago compañía? No me
gusta pensar en ti solo en la cabaña ahora.
—N-no, necesito pasar algún tiempo con él, necesito una oportunidad para
T.J. Klune John & Jackie
decirle adiós.
—Está bien, si estás seguro. Tomate tanto tiempo como necesites. Llama si
me necesitas. Te esperaré aquí al lado del teléfono.
—¿Darlene?
—¿Sí Jack?
—¿Crees... en el cielo?
—Sí, Jack. Y sabes que John está allí, ¿Verdad? Si alguien puede llegar allí,
es él.
—Sí.
—Cuando era una niña, mi mamá me dijo que el cielo es todo lo que queramos
que sea, que es un regalo de Dios para nosotros por haber vivido en este mundo,
nuestra recompensa por todo nuestro sufrimiento, me dijo que antes de ser
bienvenido a casa, recordarás un momento en que estabas más en paz y eso ayudará
a guiarte a tu cielo. Por lo que apuesta que tu John está allí donde él sería más
feliz y sé que él te está esperando. Y el cielo que vas a tener será uno que haréis
juntos. Lo sé Jack. Lo sé con cada fibra de mi ser.
***
Cuelgo el teléfono. De alguna manera, recae en su sitio.
—Tienes que decir adiós, —le digo a la habitación vacía. —Van a estar aquí
pronto John, van a estar aquí pronto para llevarte lejos y tengo que decir adiós y
yo no quiero. John, no quiero decirlo. No en voz alta. En voz alta lo hará real. En voz
alta significa que es cierto. En voz alta es... oh. Por favor. ¿Es esto un sueño?
Quiero que sea un mal sueño. Despiértame por favor. Por favor, despiértame.
Estos son los últimos momentos que voy a pasar con él solo y tengo que
aprovechar la mayoría de ellos. Tienes que vivir lo mejor que puedas, me había
dicho el día que tomamos ésta decisión. Puede doler Jackie y no parece justo, pero
tienes que prometerme que vas a vivir, no puedes abandonarte, no puedes. No
puedo hacerlo si no sé qué estarás bien.
Yo....
Jackie.
Alzo la mano y toco su mejilla. Su nariz. Su oído. Me inclino y beso sus labios
suavemente. —¿Recuerdas? —le pregunto,— ¿esa vez que cogimos ese apartamento
durante mis vacaciones de primavera?, pediste prestado ese antiguo cacharro de la
tienda, ibas a llevarme a ver el mar porque nunca lo había visto antes y siempre
había querido ir. “te voy a llevar”, dijiste. “Nunca lo has visto y por lo tanto te voy a
llevar porque te voy a dar todo lo que quieras, Jackie”. Así que nos subimos en ese
pequeño cacharro y condujiste al oeste.
—Así que me dormí. Me despertaste más tarde y estaba oscuro pero pude
verte s-sonreír-m-m-me. Tu mano estaba en mi pelo y decías que tenía que
despertar, porque tenías algo que ens-s-señarme. Y recuerdo solo mirarte debido a
la forma en que me sonrías y supe entonces que no importaba si l-l-luchábamos. No
importaba si discutíamos. Siempre encontraríamos nuestro camino de regreso el
uno al otro y nada nos separaría.
—Y lo era.
Las puñaladas de dolor vuelven otra vez y ¡oh, Jesús, esto duele. Mi mano se
siente como que está zumbando y flexiono los dedos hacia fuera y luego hago un
puño, luego otra vez la flexiono. Las sombras que mis dedos crean sobre la cara de
John son como que negras garras que le están exprimiendo todo y dejo caer mi
mano con un miedo irracional, ignorando el sudor en mi frente y la forma en que mi
corazón ha comenzado a correr.
—¡Ah, Cristo! ¡Duele, John! Oh, Dios, duele. —Y mientras el trueno que es mi
latido retumba en mis oídos, parece que no puedo respirar. Intento tomar aire,
pero es como aspirar a través de una pajita y no es suficiente. No es suficiente. Mi
garganta está estrechada, casi como si las garras negras de la cara de John se
hubieran envuelto alrededor de mi cuello y están apretando más y más.
Lucho por tomar una respiración y todo lo que puedo recordar es a él. La
sensación de su mano en mi codo cuando me pregunta mi nombre. Sus labios contra
los míos por primera vez. Su cuerpo maltrecho. La mirada de traición en su cara. La
forma en como el anillo se desliza sobre su dedo. Y todo lo demás. Todo acerca de
él. La manera como él sabe. La manera como sonríe. La forma como dice mi nombre.
Su piel contra mis dedos. Su risa. Su ira y su belleza. Las fotografías de nuestra
vida metidas en esas cajas en los almacenes han explotado, y lo único que puedo ver
es a él, estoy sumido en él. Recuerdos juntos de golpe y voces ruedan unos sobre
otros y encajan juntos hasta que lo único que oigo es Jackie, Jackie, Jackie, y es
un canto, una caricia amorosa, un grito de alegría.
Exhalar.
In... halar...
Ex.... halar...
In......
…halar.
Tengo calor. No es... no es como pensaba que sería. No puedo... ¿es esto...?
Pienso, John.
Ex....
T.J. Klune John & Jackie
***
Hubo una vez un tiempo, justo antes de que la cabaña estuviera terminada, cuando
di la vuelta a la esquina de mi jardín y vi a John parado en el medio del patio, los
ojos cerrados, el rostro inclinado hacia arriba hacia el cielo. Tenía una pequeña
sonrisa en su cara mientras tomaba aire profundamente y lo dejaba escapar. En
ese momento, nunca había estado más guapo.
Para siempre.
***
El sol está en mi cara. Estoy sobré mi espalda, hay césped debajo de mí, una abeja
zumba más allá de mi oído, escucho las olas rompiendo en una playa, no suena como
el océano, es... tal vez, ¿un lago? suena como un lago. Aves en la distancia, una brisa
a través de mi pelo, parece verano, es cálido, parece seguro que nada nunca podría
lastimarme. Se siente como un sueño y no sé si estoy soñando mientras estoy
despierto.
Pasos se aproximan y una sombra cruza por mi cara. Alguien está de pie
encima de mí, bloqueando el sol. Escucho una risa profunda y golpea hasta mis
huesos y quiero abrir los ojos. Quiero abrirlos, pero no puedo correr el riesgo de
que no sea real, que esto sea un sueño y no real.
Entonces la figura sobre mi dice una palabra y solo una palabra y lo dice con
una voz joven, una voz fuerte, una voz que me duele y con esa palabra, las lágrimas
explotan debajo de mis párpados y lloro una canción de pérdida y duelo, de
desamor, de alivio, de tanto maldito alivio que creo que voy a desgarrarme por la
belleza trágica de todo. Y enterrado en ésta canción llega un solo recuerdo que
sube a través de la cacofonía que es mi mente, brillantemente iluminado, como si
fuera una estrella fugaz. Lo sostengo y lo mantengo apretado porque sé que
significa todo. Porque sé que lo es todo.
Sólo seré yo. Sólo yo. Verás. Nadie te llamará como yo lo hago. Nadie nunca
lo hará. Oyes ese nombre y sabrás que estás llegando a mí.
Y por encima de mí, la palabra viene otra vez: "Jackie," dice él.
T.J. Klune John & Jackie
Fin .