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T.J.

Klune John & Jackie


T.J. Klune John & Jackie

Traductores:
Klaus

Falcon

Karina

Sora

Maquetacion:
Klaus

Correcion:
Grim Reaper
T.J. Klune John & Jackie

Ésta pequeña historia es para


aquellos que nunca han amado con
todo su corazón.
T.J. Klune John & Jackie

Sentir Sus Huesos

John mira por encima de la cámara hacia mí y dice las palabras que quiero
oír. ─Y Te amo. ─Su voz es ronca. ─¿Lo sabes, verdad?

Asiento con la cabeza, tratando de evitar que la cámara se mueva. ─Lo sé,
─le digo con mi voz casi igual a la suya. Ya tendré tiempo de romperme más tarde.
En este momento él necesita de toda mi fuerza. ─¿Y eso? ¿Es todo lo que quieres
decir?

─Sí, Jackie. Eso es todo. ─Se ve agotado, más que de costumbre, con
moretones oscuros en su piel cetrina, con su rostro demacrado y sus ojos como
carbones quemados. Hablar durante veinte minutos seguidos como lo había hecho
frente a la cámara es probablemente más de lo que puede manejar. ─Apaga la
cámara y ven aquí. Necesito sentir tu cuerpo.

Hago lo que dice, como siempre he hecho. Tal vez me lleva un poco más de
tiempo llegar a él en estos días, pero está bien. No somos tan jóvenes como
solíamos ser. El tiempo no es algo que se puede comprar, no importa cuán duro se
desee. Sin embargo nunca pensé que estaríamos aquí. Nunca pensé que llegaríamos
a estar juntos a nuestros ochenta años. Ochenta y tres, para ser exactos. Hemos
tenido una buena vida. Una larga vida. Una vida llena de alegría y risas. Lágrimas y
tristeza. Alegrías, miedo, felicidad y tristeza.

Una buena vida. Una larga vida.

Pero no ha sido suficiente. Ni por asomo. No en un millón de años. Podría


seguir siempre y todavía no sería suficiente en lo que a mí respecta.

Pongo la cámara en la mesa baja y empujo mi silla al lado de su cama.


Ignorando esas malditas máquinas y sus molestos pitidos. Ese silbido animal, la
forma en que se iluminan y la forma en la que giran los diales. Ni siquiera sé que
hacen la mitad de ellos, aunque sé que no han hecho lo suficiente. Llevamos más de
un año y nunca pensé que podría existir cuando era más joven y estas máquinas
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todavía no pueden hacer lo suficiente. Podemos llevar a los hombres de la Tierra a


Marte, pero todavía no podemos hacer nada para ayudarlo. Para ayudar a John. Yo
no lo entiendo. No lo puedo entender. ¿Cómo hemos podido llegar a esto?

Gruño cuando muevo la silla lo más cerca que puedo pero al mismo tiempo
dejo espacio para sentarse en ella. Mis rodillas chocan en el borde de la cama
mientras me empujo en la parte delantera de la silla, pero no hago caso de la
llamarada de dolor. Es débil, casi insignificante. Cuando se llega a nuestra edad,
siempre duele de una manera u otra, por lo que este dolor no es nada nuevo.

John vigila cada movimiento que hago, con los ojos ligeramente vidriosos,
pero consciente. Él me mira con tal sabia mirada. Siempre ha hecho eso. Toda
nuestra vida. Todo lo que he hecho, John lo ha visto. Nadie me ha mirado alguna
vez como él lo hace. Nadie me ha visto nunca por completo, como él lo hace.

Nadie más tuvo la oportunidad.


T.J. Klune John & Jackie

Ésta Cosa Entera de Jackie

Recuerdo sentir sus ojos en mí por primera vez. Teníamos doce años, me di
la vuelta en mi escritorio y volví a mirar al chico nuevo, sólo para encontrarlo
mirándome. Él era más grande que yo, más grande que casi todos los demás en la
clase. Con el pelo oscuro, los ojos oscuros y la piel oscura. De México, tal vez o al
menos en parte. Lo suficiente para que la gente le hubiera lanzado mierdas si
hubiera sido algo más pequeño. Tenía vello fino en los antebrazos y me preguntaba
cómo se sentiría, si estarían suaves. Junto a él, me vería como un fantasma, pálido
y rubio. Yo era la luz en su oscuridad.

Me quedé vuelto antes de desnudar mis dientes contra él con un gruñido. No


sabía lo que quería y pensé que era extraño que pareciera tan concentrado
observándome. En respuesta, él sonrió con esa sonrisa que me gustaría llegar a
conocer tan bien. A la hora del almuerzo, antes de que pudiera seguir mi camino
fuera de la clase, me agarró por el codo y me dio la vuelta, con nuestros
compañeros de clase a la izquierda y esos ojos se encontraron con los míos de
nuevo.

─Soy John, ─dijo, con una voz demasiado profunda para alguien de nuestra
edad. Se alzaba por encima de mí.

─No me importa, ─repliqué, incómodo al ser sujetado de una manera áspera.

─Sí que lo hace. ¿Cuál es tu nombre?

─¿Por qué?

─Porque quiero saberlo. ─Su mirada no dejaba la mía y yo no podía apartar


la mirada.

─No es de tu incumbencia.

─Por favor.
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Fruncí el ceño, pero no duró mucho. Dijo “por favor”, una palabra que yo no
esperaba que él supiera (y mucho menos que supiera cómo utilizarla) dado su
tamaño. Sus dedos se sentían calientes en mi piel, solo presionando lo suficiente
para que lo sintiera, pero no lo suficiente como para lastimarme. ─Jack, ─le dije
por último, sólo porque no sabía qué más decir.

─Jack. Jack. ─Parecía como si le gustara la forma en que mi nombre se


sentía en su lengua. ─Jackie.

Fruncí el ceño. ─Nadie me llama así. ─Y no lo hacían. Puede que fuera


pequeño, pero estaba robusto como el infierno. Mi bravuconería nunca llegó a ser
muy grande, pero al menos lo intenté.

─Jackie, ─dijo de nuevo. ─Todo el mundo te llama Jack, ¿verdad?

Asentí con la cabeza, incapaz de ignorar la forma en que rozó el pulgar


sobre la piel de mi antebrazo.

─Entonces no voy a llamarte así, ─dijo serio. ─Quiero llamarte algo que sea
sólo para ti y para mí. Algo entre nosotros, como un secreto. Algo que sólo sepamos
nosotros.

─¿Por qué?─No entendí por qué querría un secreto por sólo nosotros. Nadie
antes había querido nunca compartir secretos conmigo.

─Porque esa es la manera en que debe ser.

─Eres muy extraño. Lo sabes, ¿verdad? ─Yo no miré hacia otro lado. Por
primera vez en muchísimo tiempo, estaba intrigado.

Volvió a sonreír. ─Sí Jackie. Lo sé.

─Eres nuevo.

─No, ¿en serio?

Entrecerré los ojos. ─Eres un idiota.

Se encogió de hombros. ─Trato de no serlo.

─¿Dónde está tu almuerzo? ─Él no llevaba nada en las manos.

─No tengo. No me lo puedo permitir. ─Él no se veía avergonzado por esto ni


por el hecho de afirmarlo.

─¿Tus padres no te hacen almuerzo para llevar?


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Se encogió de hombros. ─Sólo somos mi padre y yo. Realmente no tengo


nada para hacerlo.

─Oh, ─dije, sin saber si tenía derecho a preguntar nada más. No sabía
mucho acerca de otras personas cuyos padres no estaban juntos. Mis propios
padres se amaban tan completamente que era imposible pensar que alguna vez se
separaran, incluso si amaban a Dios y Jesús tanto como cuidaban el uno del otro y a
mí. Tal vez incluso un poco más. Yo no sabía mucho de hogares rotos. Al menos en
aquel entonces.

Pero saqué valor, y a decir verdad, se estaba haciendo más fácil para mí
hablar con él, incluso después de unos pocos minutos. Tal vez fue la forma en que
se quedó allí mirándome o tal vez fue la forma evidente en que estaba esperando a
que dijera algo. No lo sé. Fuera lo que fuese, deduje que podía pedirle casi todo lo
que quisiera y él respondería. Me dio una pequeña ráfaga de poder lo que podía
hacerle a otra persona y que este se dejaría. ─¿Dónde está tu madre?,─le
pregunté con rapidez, como si decirlo así lo haría menos curioso.

John ni siquiera se inmutó. ─Ella se fue─, dijo como si no le importa mucho.


─Despego un día y nunca regresó. No me acuerdo de ella. Yo era sólo un niño
cuando sucedió.

No podía molestarme en corregirle que él era todavía un niño, porque yo


estaba sorprendido de que una mujer, una madre pudiera hacer algo tan horrible
como dejar a su familia detrás, sin ni siquiera un adiós, sin que se arrastrara de
nuevo en algún momento pidiendo perdón. Mi propia má no habría sido capaz de algo
tan insensible y duro.

─¿No la has visto aun?,─Le pregunté con incredulidad.

Sacudió la cabeza. ─Nop. Mi padre decía que era buena para nada de todos
modos, pero creo que ella sólo no pudo soportar más.

─¿Soportar qué?

Su mandíbula se apretó ligeramente. ─No importa mucho Jackie.

─Mi nombre no es Jackie.

─Claro que lo es. Es lo que acabo de llamarte, ¿verdad?

─¿Cómo te parecería si te llamara Johnny?

─No me importa. Puedes llamarme como quieras.

─Eres tan raro, ─murmuré.


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Él sonrió con esa sonrisa. ─Me han llamado cosas peores.

Pensé mucho, pero sólo por un segundo o dos, pero la decisión fue más fácil
de lo que pensaba que sería.

─¿Quieres parte de mi sándwich?, ─le pregunté y de repente me sentí un


poco tímido. No había tenido un amigo desde hacía mucho tiempo. Sería mejor que
lo hiciera mi amigo antes que nadie tratara de llevárselo lejos de mí, antes de que
pudieran derramar veneno en sus oídos y alejarlo. Yo quería que me perteneciera,
pero no sabía si tenía derecho a preguntarle, sobre todo porque no sabía por qué
quería que fuera mío.

John sacudió la cabeza. ─–Tienes que comértelo tú. Eres un pequeño


individuo.

─No soy pequeño, ─le espeté.

─Está bien, Jackie. Está bien, ─dijo, como si estuviera tratando de


calmarme.

─Y además, eres un gran chico, es necesario que comas mucho.

─Supongo.

Sentí una pequeña ráfaga de energía otra vez. ─Así que comerás un poco de
mi sándwich entonces.

Parecía vacilante, pero no me dejó ir. ─¿Estás seguro?

Rodé los ojos. ─Te lo ofrecí, ¿verdad?

Dejó caer su mano y casi le rogué que me agarrara de nuevo. No sabía por
qué, pero me sentí frío ahora que ya no me estaba tocando. ─lo hiciste, ─dijo en
voz baja. ─Pareces un buen tipo. ¿Eres una buena persona Jackie?

No pensé demasiado en eso. ─Sí. Creo que sí. Tal vez. ¿Y tú lo eres?

─Lo quiero ser, ─dijo mirando abajo hacia sus grandes manos. ─No sé si lo
soy a veces. Yo tuve problemas en mi última escuela. Muchos problemas.

─¿Qué tipo de problemas?

─Peleas y esas cosas. A veces tengo un temperamento horrible. Yo no quiero


pero hay cosas que me ponen loco, supongo.

─Oh. ─Yo nunca había peleado. Perdería siempre.


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Parecía nervioso, evitando mi mirada. ─Tal vez podrías ayudarme a ser un


buen tipo. Si quieres, quiero decir. ¿Está bien? ─Me miró rápidamente y luego
apartó la vista.

─Supongo. ─Tomé una respiración profunda, porque sabía que no podía


seguir esto con él. ─Tú debes saber que a la gente no le gusto mucho.

─¿Oh? ¿Por qué? ─Sus palabras eran simples y con un tono ligero, pero yo
no me perdí la forma en que sus ojos se estrecharon.

─No sé. Sólo es de esa forma. Mi padre es el predicador, por lo que la gente
piensa que soy religioso. Podrías querer hacer amigos con los otros niños y si la
gente nos ve juntos, vas jodido para conseguirlo. ─A pesar de que no quería, le di
una salida, sólo para estar seguro. Yo quería que me eligiera y todavía no estaba
seguro de por qué.

John sacudió la cabeza. ─No me molesta. ─ Hizo una pausa, como teniendo
en cuenta mis palabras. ─¿Tu eres religioso? ¿Dios, Jesús y todo ese fuego y
azufre?

Traté de no demostrar mi alivio. ─No lo sé. No sé si me importa lo


suficiente como para creerlo. ¿Por qué debería preocuparme por Dios? Tengo doce
años.

Se rió de esto, un resoplido tranquilo. ─Me gustas, ─dijo, como si fuera la


cosa más natural del mundo. Aprendí más tarde que para él, lo era.

Otro pensamiento me hizo mirarlo. ─Estás de coña o qué.

Esa peculiar sonrisa apareció de nuevo. ─No Jackie. No te estoy


bromeando.

Esperé un momento más, pero entonces dije: ─Está bien. Supongo que nos
vamos entonces. Podemos ir a sentarnos al campo de fútbol, cerca de las gradas.
Vamos a estar más tranquilos ahí. Si vamos a ser amigos, entonces vas a necesitar
que me hables de ti mismo. Apenas nos conocemos y realmente no me gusta
cualquier otra persona, por lo que necesitaremos encontrar algunas cosas de qué
hablar. ─Yo no le dije otra vez que tenía que ser de ésta manera porque yo no le
gustaba a nadie, pero creo que lo entendió, no era tan difícil de deducir.

Él asintió con la cabeza, sin apartar la mirada de mi cara. ─Bueno. Eso es


todo lo que voy a querer, ¿sabes? Sólo nosotros dos.

─Y vas a conseguir un poco de mi sándwich. También me dieron una manzana


y unas galletas. Vas comer de esos también. ─El tono de mi voz no dejaba lugar a
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discusión. Que me condenen si dejo que mi único amigo en el mundo pase hambre,
especialmente cuando tengo suficiente para los dos. No era correcto y me
aseguraría de que se alimentara.

─Claro, Jackie. Lo que digas.

Yo dudé. ─¿todo ese asunto de “Jackie”?

─¿Sí?

─Estoy bien, si me lo llamas tú, pero sólo tú. Así que no dejes que otras
personas me llamen así, ─dije deprisa, sintiendo mi cara arder.

Él sonrió. ─Sólo yo lo haré, ─prometió. ─Solo yo, ya lo verás. Nadie más te


llamará como yo lo hago. Nadie lo hará. Si oyes ese nombre, sabrá que viene de mí.

Eso hizo que mis ojos quemaran, aunque no podía decir por qué. Tal vez fue
su seriedad o tal vez era porque finalmente tenía un amigo o fue un poco de ambas
cosas.

Él me siguió fuera del edificio, como si fuera una sombra de mucha


vegetación. Seguí disparando algunas miradas hacia él, seguro de que desaparecería
si no mantenía mi ojo en él. Estaba allí cada vez que miraba hacia atrás, capturando
mis ojos con esa pequeña sonrisa en su rostro. Traté de devolverle la sonrisa, pero
todavía me sentía torpe. Sin embargo me siguió y sin lugar a dudas se comió la
mitad de mi sándwich, algunas de mis galletas y toda mi manzana porque dije que no
la quería, pero en realidad yo estaba fascinado por la forma en que su mandíbula se
movía, por la forma en que su garganta se balanceaba cuando ingería y de la piel
moviéndose sobre el músculo y el hueso.

Desde ese día, era raro que no nos vieran juntos. John y Jackie, decía la
gente, algunos perplejos e inseguros, otros divertidos y sonriendo y otros viciosos
y malos. Sin embargo no importaba lo que pensaran. Realmente no. No le dejaría.

Lo único que importaba era que John me siguió ese día como si confiara en
mí y que cada día que pasó después me aseguré de que tuviera algo para comer.
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Solo Aguanta

Setenta y un años después, todavía me mira, siguiéndome en cada


movimiento.

Me siento en la silla con un gruñido, una vez que estoy sentado, alcanzo y
bajo las barras en el lado de su cama. Chasquearon hacia abajo, casi me pellizco un
pulgar, pero me alejo a tiempo. Lo he hecho lo suficiente para saber cómo evitarlo.
Una vez que las barras se bajan, acerco mi silla un poco más hasta tomar su mano
en la mía. Su piel se siente caliente y seca, los dedos ligeramente retorcidos. La
artritis llegó a él un poco peor que a mí, pero sigue siendo capaz de curvar su mano
en la mía. Nuestros dedos se tocan. Es familiar este toque. Más familiar que
cualquier otra cosa en mi vida. Ha estado aquí, a mi lado, desde el día en que lo
conocí, una fuerza irrevocable que ha ayudado a darme forma y definirme, hacerme
quien soy. Una constante.

Mi constante.

Sólo espera, pienso mentalmente. Sólo un poco más de tiempo. Puedes


esperar. Él te necesita ahora. Puedes esperar hasta que este hecho. Entonces,
veras. Entonces, podrás irte. No puedes dejar que lo haga por su cuenta debido a
su alma. Tienes que protegerlo con todas tus fuerzas.

─ Jackie ─dice y tengo que luchar contra el temblor. Mi nombre en sus


labios siempre ha sido con fe. Él siempre lo decía como si fuera la palabra de Dios,
con reverencia, como si fuera algo sagrado, algo divino.

─ ¿Sí?

─ ¿Te acuerdas de …? ─Se detiene cuando tose violentamente. Es un sonido


horrible. Un sonido húmedo, como si estuviera ahogándose en sus propios pulmones.
Él me aprieta la mano con fuerza mientras esperamos a que pase. Presiono un botón
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en el lado de la cama, y la parte de atrás se levanta, elevándolo para que pueda


respirar mejor. Hay un traqueteo profundo de su garganta, pero con el tiempo
desaparece. Él atrae una máscara de oxígeno que se pone por encima de su nariz y
boca. Respira profundamente y exhala. Y luego otra vez. Y otra.

─ Tal vez no deberías hablar ─ le digo, aunque sé que eso no sucederá. John
tiene una vena obstinada de una milla de largo. Siempre lo ha sido. Si él quiere
decir algo lo hará y no habrá una sola cosa que lo detendrá.

Niega con la cabeza. ─ Tengo cosas que decirte ─ dice jadeando en la


máscara. ─Cosas que decirme. Necesito oírlos y tú también. Antes de…

─ ¿Crees que no lo sé? ─ Le pregunto. Mis ojos quemando. ─ Lo sé, John. Lo


sé todo. Sé cómo tu…

─ ¿Cuánto tiempo... hasta la puesta del sol?

Por favor, John no me hagas ver, por favor, no me hagas ver.

─ Jackie.

Miro mi reloj. Oh Dios. ─ Dos horas. Tenemos dos horas.

El asiente. ─ No tienes que hacer esto cariño. Podrías solo dejarlo aquí para
mí...

─ No voy a dejar que lo hagas ─ le digo con dureza. ─ No voy a correr ese
riesgo. Te dije eso. No sabemos lo que pasara después. No puedo dejar que te
arriesgues. No lo haré. Ni una palabra sobre el asunto. Me entiendes. ─ Esto no es
negociable. No voy a dejar que lo haga él solo.

Está empezando a molestarse. ─ Tal vez deberíamos… ─ Se detiene cuando


una mueca de dolor aparece en su cara. Él silba entre los dientes y aprieta mi mano
aún más fuerte cuando un temblor pasa a través de él.

Me acerco hacia adelante y llevo su mano a mis labios. ─ Resiste John,


simplemente espera, ¿de acuerdo? Estoy aquí. Estoy aquí. Va a pasar. Te lo
prometo, que va a pasar.

─ Duele, Jackie ─ dice entre dientes. ─ Éste duele. Oh, Jesús, éste duele.

Cualquier cosa. Daría cualquier cosa para quitárselo. Me gustaría hacer algo
para que su carga sea colocada sobre mí y no en él. Si pudiera tomar su dolor, lo
haría en un santiamén. Tengo que distraerlo. ─ ¿Recuerdas la primera vez que nos
besamos? ─le pregunto mientras él comienza a sudar.
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Él asiente firmemente. ─ Dime. Por favor. ─ Cierra los ojos, con el ceño
fruncido. Su mano comienza a temblar cuando los temblores empeoran. No puedo
empezar a imaginar el dolor que está sintiendo y es casi demasiado para mí. No sé
si seré capaz de encontrar mi voz para hablar. Por favor, dijo. Empujo a través del
miedo y lo escondo en lo profundo. Porque cuando John dice por favor, voy a mover
cielo y tierra para conseguir lo que pide.

─ Teníamos quince años ─ me las arreglo para decir, aunque mi voz es áspera.
─ Era verano. Habíamos ido hacia el lago a pescar, pero nada estaba mordiendo ese
día. No nos importó sin embargo. Estábamos tumbados en nuestras espaldas,
mirando hacia el cielo, buscando formas en las nubes. Fue un día bonito. Un día tan
bonito. Y recuerdo que pensaba...
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Soñamos en Voz Alta

Recordé que pensaba que la vida no podría ser mejor que en ese momento.
No tenía ninguna preocupación en el mundo; bueno, nada que sea importante de
todos modos.

Mi mejor amigo estaba a mi lado. Podía sentir su brazo frotarse contra el


mío mientras mirábamos el cielo. Éramos jóvenes, fuertes y tan vivos, todo nuestro
futuro se extendía ante nosotros. Nada podía detenernos y yo estaba seguro de
que nada nunca lo haría. Estábamos haciendo planes para los próximos años,
derramando fuera sueños, secretos y deseos que no podíamos compartir con nadie
más.

En los tres años que lo había conocido, John se había convertido en lo más
importante en mi vida y no podía imaginar una vida en la que no estuviera a mi lado.
Él siempre estaría allí, lo sabía. Yo estaba seguro. Mis padres tenían su fe en Dios.
Yo tenía mi fe en John.

Así que soñamos en voz alta. Sueños solamente para nuestros oídos.
Soñamos a la grande y salvajemente, sabíamos que era todo inevitable, que todo iba
a ser nuestro un día.

John quería construir una gran cabaña para nosotros dos, en el medio del
bosque, donde viviríamos sin tener que ver a nadie más a menos que quisiéramos.
Cazando nuestra comida y un jardín con zanahorias y repollo. Habría un gran
manzano, las ramas colgarían con manzanas Granny Smiths, tartas crujientes. En el
verano, nos sentaríamos en el porche y veríamos los árboles, las abejas flotando en
medio de las mariposas y las flores. En el invierno, cuando la nieve cayera
pesadamente atrapándonos allí, encendería el fuego en la chimenea y
recostándonos en frente de ella, mirando las llamas ahuyentar las sombras. Sería
frío en el exterior pero nosotros estaríamos a salvo y calientes.

Sólo él y yo, dijo él.


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Nos quedaríamos en ésta cabaña porque era donde pertenecíamos y nadie


podría decirnos que hacer. Nadie podría decirnos que no. Podríamos quedarnos allí,
dijo, por el resto de nuestras vidas y todo iría bien porque él tendría todo lo que
siempre quiso tener.

Yo le dije que quería ser un detective, un investigador privado. Jack Ford,


PI. Resolvería crímenes y fumaría cigarrillos. Conocería algunos personajes rudos y
empezaría peleas y batallas con mis propios demonios internos mientras llevaba un
sombrero de fieltro negro. Bebería whisky de un frasco y conseguiría a la dama,
siempre conseguiría a la dama al final. John podría ser mi pareja y tendríamos
aventuras que haría ésta pequeña vida parecer como si nada. Acabaríamos con
bandas criminales que involucraban ladrones de joyas internacionales.
Resolveríamos asesinatos. Atraparíamos a los chicos malos en el acto. Nunca
tendríamos que volver aquí, a este lugar, ya que seriamos algo. Haríamos algo de
nosotros mismos. Todo el mundo sabría nuestros nombres y seríamos famosos. Me
reí de la idea.

John no se rió conmigo. ─ ¿Eso lo que quieres? ─preguntó por último, sin
mirarme. ─ ¿Conseguir a la dama?

Me encogí de hombros sin entender por qué sonaba tan desilusionado.


─Supongo. No lo sé. Así es como esas historias van, ¿verdad? La cabaña es una
buena idea también. Viviría allí contigo. Incluso podríamos hacer zapatos para la
nieve, como los esquimales hacían. Establecer trampas para conejos y ardillas.
Aunque tu tendrías que ser el que los limpiara. No creo querer sangre y vísceras
por todo mi cuerpo.

Levantó su brazo por lo que ya no tocaba mi brazo y yo odiaba que se


hubiera apartado de mí. Odiaba que no estuviéramos conectados. Si era honesto
conmigo mismo, realmente era porque su piel no estaba contra la mía.

Últimamente parecía que habíamos encontrado maneras de tocarnos uno al


otro cada vez más, e incluso si no sabía lo que significaba, sabía que no quería que
se detuviera. Se sentía mal cuando no me tocaba. Como si yo fuera sólo la mitad de
una persona, perdiendo una parte de mi alma. Esa fue la forma en que siempre se
sintió cuando estábamos separados uno del otro, tan raro como aquellos tiempos
eran. Pero de alguna manera era peor si no estábamos uno al lado del otro y todavía
me sentía de la misma manera, yo quería más, necesitaba más.

─ Tal vez ─dijo. Él levanto el otro brazo hacia arriba, cubriendo sus ojos en
el hueco de su codo. Su mano se extendía hacia la mía, los dedos colgando. ─ Tal
vez no ─ Sonaba enfadado.

Me volví frente a él. ─ ¿Qué?


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─ ¿Qué?

─ ¿Estás molesto?

─ No, Jackie no lo estoy.

─ Suenas molesto.

Y lo estaba. John rara vez se enojaba; las pocas veces que le había visto así
iba dirigido a su padre o Carl Morley, una serpiente de un adolescente que pensaba
que yo era su saco de boxeo personal.

Bueno, había pensado así hasta que John le rompió la nariz. Carl no me
molesto más después de eso. Nadie lo hizo. No con John alrededor. John tenía
razón cuando él me dijo que tenía un mal genio, pero yo había mantenido mi parte
del trato en los últimos años y lo mantuvo a tierra. En la mayor parte.

Él resopló. ─Ok.

─ No sé por qué tú…

─ Está bien, Jackie. No te preocupes por eso.

─ Eso sólo hace que me preocupe más.

─ Eso es porque tu cerebro nunca se calla. No estoy enojado contigo.


─Todavía no me miraba.

Pero su distancia estaba bien por el momento. Yo estaba fascinado por sus
dedos, largos y delgados, la forma en que la luz del sol los golpeaba, proyectando
sombras sobre su oreja. Pude ver pelos finos en la parte posterior de su mano,
venas azules gruesas que se entrecruzaban, delineándolo todo él. Finos huesos
contra la callosa, curtida piel. Las uñas mordidas casi en lo más vivo, un hábito que
nunca se perdería. Líneas profundas en su palma, la línea de vida como un cañón que
divide la mano en medio.

Todo sobre su mano era una maravilla, visto en una luz que nunca había
creído posible. Mi respiración atrapada en mi pecho y la hierba empujó contra mi
oído. Quería tocar su mano. Quería sentirlo bajo la mía, nuestros dedos apretados.
Quería trazar su piel. Quería conocerla como yo conocía la mía. Había tenido estos
pensamientos antes, pero nunca tan fuerte como en ese momento.

Yo sabía lo que decían Dios y la Biblia acerca de esos sentimientos y supongo


que debería haberme sentido avergonzado, pero en este momento no era acerca de
Dios. Esto no era acerca de la Biblia. Nada de eso realmente importaba mucho, al
menos no en este momento. Este momento se trataba de mí y John. Y eso era
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correcto. Siempre fue justo cuando era acerca de nosotros, así que ¿cómo es
posible que algo como esto fuera un pecado? ¿Cómo podíamos él y yo estar
equivocados?

Él suspiró, pero no era de satisfacción. No era un sonido feliz. Era de


resignación. Era fatalista. Aceptaba algo que nunca podría ser. Cerraba una puerta
con llave y la hacía desaparecer de modo que nunca se podría abrir de nuevo.

Quería romper esa puerta en mil pedazos, para que nunca estuviera cerrada.

No me detuve a mí mismo. Yo no podía.

Extendí la mano y agarre su mano, sujetándola con fuerza, tirando de ella.


Escuché su brusca respiración cuando tire de él. Froté nuestras manos juntas,
deslizando mis dedos entre los suyos. Apretó su pulgar profundamente contra la
palma de mi mano, una presión fuerte que me trajo a tierra a través de la niebla
que había caído sobre mis ojos.

Se dio la vuelta a su lado, mirándome y nuestras manos entre nosotros,


todavía unidas, presionadas contra el césped. Él me miró, los ojos muy abiertos,
pero con cuidado, casi cauteloso. Yo observaba todo: La cicatriz de varicela en la
barbilla. La peca por debajo de su ojo izquierdo. Su nariz ligeramente doblada
desde cuando su padre se la había roto el año anterior. La parte de los labios en
una sonrisa cautelosa. El diente encantadoramente torcido.

Ésta era la cara que soñé con creciente regularidad. Ésta era la cara que
conocía tan bien.

Es sólo John, me dije. Eso es todo lo que es esto. Sólo John.

Pero no creo que nuestros rostros hubieran estado nunca tan cerca antes.
No mientras nos miramos directamente el uno al otro. Mi piel se sentía caliente.
Sólo John. Siempre John.

Apreté su mano. Y luego otra vez. Y de nuevo. Y otra vez, hasta que apretó
la mía y su cabeza estaba sólo a centímetros de la mía, su aliento en mi cara ¿y
cuando él consiguió estar mucho más cerca? ¿Cómo consiguió estar más cerca sin ni
siquiera moverse?

Podía sentir el estiramiento de los músculos de mi cuello y me di cuenta que


él no se movía en absoluto. No fue él cada vez más cerca. Era yo. Me estaba
moviendo. Yo estaba extendiéndome a él. Sus ojos se ampliaban cada segundo que
pasaba y justo antes de que ocurriera, se cerraron y una respiración suave se le
escapo.
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El beso fue casto la primera vez. Un simple roce de mis labios contra los
suyos, una conexión momentánea donde pensé que las estrellas habían explotado en
el cielo y todo el mundo cantaba porque nada alguna vez se sintió tan bien. Nada
nunca se había sentido así tan caliente dentro de mí. Si esto era pecado, entonces
yo quería deleitarme en ello. Si esto fuera en contra de la Palabra de Dios,
entonces me iría al infierno. Me inclino a los pies de John en veneración, sin
importarme si era una blasfemia. Si tuve miedo, no duro mucho tiempo. Lo mismo
con cualquier duda.

El tumulto dentro de mí se tranquilizó en pocos segundos antes de que se


convirtiera en algo completamente diferente y comenzó a susurrarme. Decía sí.
Decía gracias. Decía así es como debería ser. Cómo siempre lo será.

Era casto ese primer beso. Pero los que siguieron no lo fueron. Tan pronto
como nuestros labios se separaron y nos quedamos mirando salvajemente, algo se
quebró y deje ir su mano y tome su rostro, tirando de él hacia mí de nuevo. Era
torpe. Demasiado, muy rápido. Nuestras narices chocaron, nuestros dientes
golpeando juntos. Había demasiada saliva y me sentí asaltado por su lengua cuando
él la empujó entre mis labios, enredándola con la mía. Yo no podía respirar, no podía
centrarme en hacer nada bien; la única cosa en mi cabeza era más, más, más.

Y me dio mucho más. Me dio todo de él. Me agarró con sus grandes brazos y
me colocó sobre él, aplastando nuestros cuerpos juntos, sosteniéndome cerca como
si pensara que yo fuera a desaparecer si él me dejaba ir. Como si fuera algo
precioso.

Hice pequeños ruidos que no pude contener cuando se arrastraron de la


parte posterior de mi garganta. Él me gruñó, bajo y gutural. Esos sonidos fueron
directamente hasta mi sexo, pero eso parecía peligroso, algo para lo que aún no
estaba listo, algo que ni siquiera podía empezar a comprender. Pero nunca me
empujo. Nunca fui empujado por más de lo que ya estábamos haciendo. Era
suficientemente para los dos. Más que suficiente.

Con el tiempo, él se retiró, sin aliento, los ojos muy abiertos, sus labios
hinchados y húmedos. Jadeé ante él, sin saber qué hacer, qué decir. Inseguro por
si acababa de cometer un gran error y él nunca me hablaría de nuevo. Si estaría
solo para siempre, porque nunca tendría a alguien como John Kemp. Yo nunca
encontraría a alguien que entendiera todo sobre mí, ¿quién podría saber todos mis
secretos?

Alguien que cuidaría mis espaldas tanto como yo lo haría por él. Alguien que
amara sobre todos los demás. Pase mi lengua para tratar de atrapar el sabor de él
en mí, mientras empezaba a quebrarme.
T.J. Klune John & Jackie

─ L ...lo siento ─ le susurró mientras me sacudí.

Estaba aterrado. Estaba seguro de que iba a mirarme como si yo fuera


repugnante y él estaba a punto de correr. Yo sabía que él me devolvió el beso, pero
ahora él iba a alejarse de mí y no lo culparía. Él debía pensar que yo era una
especie de abominación. Que había forzado mi voluntad sobre él, haciendo que me
diera lo que yo quería. ¿Cómo pude haber pensado que estaba bien? ¿Qué en el
nombre de Dios me había poseído para pensar que podría besar a mi mejor amigo y
que no haya repercusiones?

─Por favor, no te vayas. ─Sonaba como si estuviera suplicando.


Probablemente lo estaba. ─ Por favor, no me dejes. Ah, Jesús Cristo. Oh, John, no
me dejes. Lo siento, lo siento mucho.

Él arrastró sus dedos por mi cara, secándome las lágrimas que habían
comenzado a caer. ─ Jackie ─dijo. ─ No voy a dejarte. ¿Cómo podría? No soy nada
sin ti. Yo estaría perdido. Sería como estar en la oscuridad sin luz. No voy a hacer
eso. No puedo.

─ ¿Lo prometes? ─ Lloré en él. ─ ¡Prométemelo, John Kemp!

Había fuego en sus ojos. ─Te lo prometo, Jackie. Te lo prometo con todo mi
corazón. Con cada pieza, con cada parte. Nunca te dejaré. No ahora. Jamás. He
estado esperando para que hagas eso. Quería hacerlo durante tanto tiempo. Yo
sólo necesitaba que me miraras como me estás mirando ahora.

─ ¿Cómo te estoy mirando? ─Le pregunté cuando una brisa sopló a través de
nuestros cabellos, como las olas del lago suavemente bañadas, como un pájaro
cantando suavemente en los árboles. Yo sabía, pero necesitaba que lo dijera.
Necesitaba oírlo de sus labios.

─ Como si yo fuera todo ─dijo en voz baja, rozando mi mandíbula con sus
dedos.

Y eso es porque él lo era. Estaba mirándome de la misma manera. Como muy


cálido. Al igual que muy ardiente. Como si yo fuera todo lo que había para él y todo
lo que alguna vez habría.

Él y yo sabíamos entonces que las cosas nunca serían lo mismo.

Serían mejor.
T.J. Klune John & Jackie

Aquel Horrible Sofá De Cachemir

─ Y luego me besaste de nuevo ─le digo ahora, apretando su mano mientras


sus temblores desaparecen. ─Me besaste de nuevo como si el mundo estuviera a
punto de terminar y fuera la última cosa que querrías hacer en tu vida. Me besaste
y luego te reías. Los dos nos reímos tan fuerte y duro porque ¿cómo no lo habíamos
hecho antes? ¿Por qué nos tomó tanto tiempo? ¿Por qué no vi lo que tú podías ver?

─ Yo te quería ─susurro. Tome una toalla suave con mi mano libre y limpié su
frente. Su piel es caliente al tacto. ─ Desde el primer momento en que te vi. No lo
entendía. No lo comprendía. Pero te vi y supe que ibas a ser mío. No hay nadie más
en el mundo como tú Jackie. No necesito a nadie más. Nunca.

Yo se esto. Lo hago. John habría estado satisfecho hace mucho tiempo si


hubiéramos hecho exactamente lo que había querido cuando éramos niños:
construir una cabaña en medio de la nada y dejar que el mundo nos pase de largo.
John no tenía mucha utilidad para otras personas; su padre se aseguró de ello,
después de haberle sacado la mierda regularmente desde que tenía la edad
suficiente para recordar. A tal punto que lo revisaba cada día por nuevas
contusiones, seguro de que un día John no volvería a la escuela porque él había sido
golpeado en la cabeza y asesinado.

Y entonces sucedió. Alrededor de un año después de aquel primer beso. Él


no se presentó a la escuela y yo entre en pánico. Estaba tan asustado. No pensé que
podría…

─ Jackie.

Niego con la cabeza, limpiando las telarañas en mi cabeza. Miro a los ojos de
mi marido.

─ ¿Dónde estabas? ─Pregunta. Su voz es débil. Él no debería estar hablando


tanto. El necesita ahorrar sus fuerzas para...
T.J. Klune John & Jackie

Oh. Oh, corazón. Oh amor. No sé si puedo hacer esto. ¿Cómo se me ocurrió


que podía hacer esto? Incluso por ti. Incluso si lo prometí. Yo solo…

─ Sólo pensando ─ le digo, tratando de ignorar mis pensamientos. ─Todos


estos recuerdos. Todo lo que tenemos. Es como escarbar a través de una caja de
fotos.

Él asiente con la cabeza y puedo decir que está contento. ─ Si la caja era
del tamaño de un almacén. Dos almacenes, incluso.

Me río tranquilamente y alzo para colocar la máscara de oxígeno por encima


de su nariz y boca, arrastrando mis dedos a lo largo de su mejilla. ─ Sí, John. Eso
es lo que pasa. Eso es lo que sucede cuando pasas la vida entera con una sola
persona. El cuadro se hace más grande y más grande. Nunca estalla. Sólo crece.

Entrelaza sus delgados dedos con los míos de nuevo. ─ Toda nuestra vida.

─ Sí. Toda nuestra vida.

─ Porque no hay nada sobre mi vida que recuerde antes de nosotros.

─ Lo sé. Yo también. ─ Yo podía recordar la vida antes de John Kemp. Solo


elijo no hacerlo.

─ El atardecer está más cerca Jackie.

─ Sí. ─ Yo miro hacia otro lado.

─¿Te ....? ─ Él me aprieta la mano.

─ ¿Qué?

─ ¿Te arrepientes de algo?

Mi mirada se cierra sobre la de él. ─ ¿Acerca de qué?

─ Esto. Yo. Tú y yo. ¿Alguna vez deseaste que las cosas hubieran sido
diferentes? Podrías haberte casado, tener niños. Podrías haber tenido una familia.

─ Tú eres mi familia. ─ Sueno un poco histérico, pero no sé cómo detenerlo.


─ Hice un hogar contigo. Hice una vida contigo. Yo sólo te he querido a ti John. No
necesito nada más, nunca quise algo más. Así que no. Ni un remordimiento. Ni una
sola vez. Jamás.

Y esa es la verdad. Por mucho que él y yo nos identificábamos como


bisexuales, nunca había habido otro en mi corazón.
T.J. Klune John & Jackie

La gente se había ido y venido en nuestras vidas. Había habido mujeres que
me habían atraído. Otros hombres también. Y hubo uno que nos causó un poco de
problemas. Nunca participe en esto, en realidad no, aunque me sentí como el culo de
un caballo por mirar siquiera, porque John no lo hizo. Ni una sola vez. Lo sé porque
vi por ello. Le pregunté al respecto una noche, sintiéndome valiente mientras
estábamos tumbamos en la cama en la oscuridad. Él me dijo que no necesitaba
buscar en otro sitio o incluso en cualquier otra persona porque tenía todo lo que
realmente necesitaba a su lado. No pregunte más. No había necesidad.

─ No me arrepiento ─ repito.

─ Sí, yo tampoco. ─ Él suena satisfecho.

─¿No?

─ No, Jackie. Sin arrepentimientos.

─ ¿Ni siquiera ese espantoso sofá Paisley que compraste y trajiste a casa
sin mi permiso? ─ le tomo el pelo, sorprendido de ser capaz de hacerlo.

Él sonríe. ─ En nuestro primer apartamento, llegaste a casa y estabas tan


enojado ─ Sus ojos se iluminan y agarra mi mano con más fuerza.

Resoplo. ─ Era un sofá feo, John.

─ Uno que mantuvimos durante veinte años.

─ Creció en mí.

─ Lo amaste.

Me inclino y beso su mano. ─ ¿John?

─ ¿Sí?

Respiro hondo y suelto el aire despacio. Tengo que decirle antes de que sea
demasiado tarde. ─ ¿Recuerdas cuando no te presentaste a la escuela ese único
día? Teníamos dieciséis años y…

─ Oh sí. Estaba herido, ¿eh?

─ Sí. A causa de lo que te hizo.

Él se ríe. ─ Nunca te había visto tan enojado. Me gritaste.

─ Alguien tenía que hacerlo. Alguien tenía que mantenerte a salvo.


T.J. Klune John & Jackie

Él me mira. ─ Y así fue, ¿no lo hiciste? Me mantuviste a salvo. Hiciste lo que


nadie más podía. ¿No es así?

Miro hacia abajo a nuestras manos, incapaz de mirarlo a los ojos. Sé lo que
me está preguntando, pero no sé si tengo el valor de decirlo, incluso después de
todos estos años. Una parte de mí sabe que él entiende lo que hice para mantenerlo
a salvo, pero eso no era algo en lo que quería pensar. ─ John…

─ Dime. Dime, Jackie. Dime antes de que el sol se ponga. Sé lo que pasó. Se
lo que hiciste, pero dímelo. Dime cuánto me amas. ─ No hay ira en su voz, ni
recriminación. Sólo hay comprensión, como siempre ha sido.

Y por supuesto que sabe. Por supuesto, él sabe lo que hice. Cuán lejos llegue
para asegurarme de que nadie jamás podría hacerle daño de nuevo. Cómo yo nunca
ni una vez me preocupe por mi propia alma mortal, sólo su vida mortal. Nunca
habíamos hablado de ello, pero él sabía exactamente lo mismo.

John Kemp sabe todo sobre mí. Pero él necesita escuchar mi confesión, de
la misma manera, tengo que decir, antes que sea imposible.

Inclinando la cabeza, le confieso lo más profundo de mi amor por él.


T.J. Klune John & Jackie

No Matarás

Supe que algo estaba mal cuando John no se reunió conmigo en frente de la
escuela como siempre hacía.

Llueva o truene, en la enfermedad o en la salud, John estaba allí en frente


de la escuela, sentado en la acera, esperándome. Él siempre llegaba primero, no
importa qué tan temprano llegara allí. Una vez le pregunté cómo siempre era capaz
de llegar antes, y él sólo se había encogido de hombros, diciendo que yo era
demasiado lento.

No sería hasta años después que descubriría que John solía salir de su casa
a las tres o cuatro de la mañana, haciendo su tarea al frente de la escuela bajo la
farola o la luz de la luna, no podía hacerlo cuando llegaba a casa, había faenas por
hacer, había golpes por sufrir.

Pero yo no sabía eso este día, todo lo que sabía era que por primera vez
desde que lo había conocido, John no estaba allí.

Traté de negarlo, sabiendo que había una primera vez para todo, tal vez sólo
estaba llegando tarde, tal vez él estaba realmente enfermo y tuvo que quedarse en
casa. Esa línea racional de pensamiento duró hasta el final de mi primera clase,
para cuando el segundo período rodaba, me estaba empezando a preocupar, para el
tercero, estaba empezando a entrar en pánico, en el almuerzo, yo estaba sudando
un plan sobre abandonar el resto de la escuela y pedalear hasta su casa para
asegurarme de que estaba bien, porque estaba absolutamente convencido de que no
lo estaba.

La campana sonó y me dirigí hacia el campo de fútbol, pretendiendo ir a


almorzar, seguro de que podría deslizarme por la puerta sin ser descubierto, tenía
que deslizarme alrededor de la parte de atrás del edificio para obtener mi bici y
arrastrar mi culo las cuatro millas hasta la destartalada casa de John. Me dije que
probablemente estaba exagerando, pero eso no hizo nada para detener el temor
que me llenaba, sin saber lo que me iba a encontrar cuando llegase allí.
T.J. Klune John & Jackie

Su papá, las pocas veces que lo había visto, me había asustado como la
mierda. Él era tan grande y tan enojado.

John nunca supo qué pasó realmente con su madre, sólo le habían dicho que
se había ido cuando él era sólo un bebé. Habían sido sólo él y su papá desde tan
atrás como podía recordar. Nunca hablamos mucho sobre ello, pero yo estaba
seguro de que su padre había golpeado a su madre lo suficiente para matarla y
enterró su cuerpo donde nadie lo encontraría, o ella simplemente se hartó un día y
se fue, dejando a su hijo en las manos de un monstruo. Yo no sabía que era lo peor.

Las cosas no siempre fueron malas, John trató de decirme. Su papá era un
hombre bueno, una parte del tiempo.

Él podía estar bien cuando quería serlo, pero fueron esos otros momentos,
cuando estaba hasta cierto punto ausente en la bebida, que dejó de ser un buen
hombre, que dejó de ser simplemente "bueno". Fueron esos momentos en los que
estaba borracho y levantó sus puños a John que se convirtió en un hombre malo.

Fueron las veces en las que había visto a John con un ojo negro o
contusiones en su pecho y costados las que yo quise que su padre se convirtiese en
un hombre muerto. Hubo unas cuantas veces cuando eso hizo que John tuviera que
contenerme de viajar a su casa y patear la mierda fuera de su padre.

La ira no es algo racional, especialmente cuando está bien en su camino a la


furia, y no importaba que Wayne Kemp fuera tres veces mi tamaño, no importaba
que tuviera los puños del tamaño de jamones de Navidad, no importaba que me
sobrepasara en peso por doscientas libras. Lo único que importaba era que él se
había atrevido a poner una mano sobre John y yo quería que él sintiera el mismo
dolor que causaba a su hijo.

Quería que gritara.

Quería que sangrara.

Sentí frío, incluso mientras salía a la luz solar, haciendo mi camino a las
gradas, mantuve mi cabeza gacha, no queriendo que nadie viera el miedo en mi cara.
Alguien podría haber hecho preguntas.

Alguien podría haber tratado de detenerme, no podía dejar que eso


sucediera.

Llegue al campo de fútbol sin ser notado, las gradas estaban vacías, como
normalmente estaban, me senté en el último banco, mirando hacia atrás hacia la
escuela, comprobando para ver si alguien me estaba observando.
T.J. Klune John & Jackie

Unos minutos más tarde, justo antes de que yo estuviera a punto de


dirigirme a la parte floja de la valla de la que los profesores no sabían nada, oí una
voz suave.

─Jackie.

Me di la vuelta y estiré el cuello, a través de los listones en las gradas, vi a


John mirándome, con el rostro en sombras, eché un vistazo de nuevo a la escuela,
nadie nos estaba mirando. Agarré mi mochila y salí corriendo por el lado de las
gradas y me dirigí por debajo, donde John esperaba.

─¿Dónde estabas? ─Le pregunté mientras me acercaba ─¡Estaba


preocupado! ¡No tienes ningún derecho a asustarme así!

─Lo siento, Jackie ─dijo en voz baja, mirando hacia el suelo. Se volvió un
poco lejos, como molesto, pero vi la forma en que se sostenía a sí mismo y yo lo
supe, en ese momento lo supe.

─No quise preocuparte, sólo me tomó un poco más de tiempo para llegar aquí
hoy, traté de ir tan rápido como pude, sólo quería llegar a ti ─Su respiración se
enganchó en su pecho.

Me acerqué a él y le tome suavemente su brazo, trató de apartarse de mí,


para que yo no viera la magnitud de los daños, pero insistí. Cuando por fin me miró,
yo gemí, incapaz de mantener el sonido arrastrándose fuera de mi garganta.

Había un corte salvaje en la mejilla derecha, brillante e hinchada, su ojo


derecho estaba cubierto de una contusión oscureciéndose, su labio inferior estaba
roto, pude ver por la forma en que él se mantenía que había otras marcas en su
cuerpo que no podía ver, escondidas debajo de su ropa, pero lo que más me molesto
fue el claro contorno de dedos incrustados en su garganta, donde una gran mano se
había envuelto alrededor de él asfixiándole, cortándole el aire.

La ira hierve a través de mí, caliente y rugiente. No por él sin embargo.


Nunca por él.

─¿Qué pasó? ─Gruñí, incapaz de controlar la furia de mi voz.

Se encogió de hombros, tratando de evitar los ojos ─Wayne llegó a casa


más borracho que de costumbre, tenía pastillas también, muchas pastillas, aunque
no sé cuántas tomó, me levanté para estar listo ésta mañana y justo estaba
llegando a casa.

─¿Por qué no te quedas fuera de su camino? Mejor aún, ¿por qué no vienes a
mi casa? ¡Tú sabes que mis padres se han ido para ese retiro de la iglesia durante
T.J. Klune John & Jackie

las próximas dos semanas! ¡Podrías haber venido a mí! ─Tuve que contenerme de
gritarle.

─Lo intenté ─dijo bruscamente ─Quería, estaba en mi camino a la puerta


incluso antes de que lanzase su primer golpe, sólo iba a venir contigo, para hacerlo
mejor. Jackie, te prometo que lo intenté.

Tomé su mano en la mía, trayéndola a mis labios y besándola, sin importarme


si alguien más miraba, parecía improbable que fuéramos vistos, como de ocultos que
estábamos, pero no importaba de todos modos.

─¿Por qué no pudiste irte?

Su expresión se endureció cuando miré hacia atrás para mirarlo ─Me llamó
... bastardo ─me gruñe ─Ese maldito hijo de puta te llamó nombres, me preguntó si
me iba a la casa del pequeño maricón, él se rió y te llamó un puto maricón, pequeña
perra, monstruo de Jesús, también muchas otras cosas. Yo no... Yo no podía
alejarme de eso, yo no lo haría, no lo haré. Nadie te llamará ese tipo de cosas,
Jackie. Nadie te tirara abajo, no mientras yo esté aquí.

Estaba helado ─¿Qué hiciste? ─Susurré.

─Le dije que se callara, le dije que no tenía permitido decir tu nombre otra
vez, le dije que le patearía la mierda fuera de él si alguna vez decía tu nombre de
nuevo, si alguna vez te decía nombres otra vez, sería la última cosa que hiciera, me
aseguraría de ello. Entonces me golpeó, me pateó, me ahogaba y yo le golpeé en la
espalda, por una vez, lo golpeé en la espalda, recibió unos cuantos golpes, pero no
tantos como yo lo hice. No voy a pararme y dejar que hable así de ti Jackie, no lo
haré. No me importa lo que digas o no, nadie, y quiero decir nadie, jamás hablará de
esa manera sobre ti mientras yo esté aquí ─Él me miró desafiante, como
esperando que lo contradijera.

─¿Lo mataste? ─Le pregunté con voz temblorosa.

Sus ojos se abrieron, y luego hizo una mueca, su cara debe haber estado
doliéndole algo horrible ─No, no lo maté, quería, deseaba hacerle mal, pero no lo
hice, le deje en el suelo, no sé si lo noquee o si se desmayó de todo el alcohol y
pastillas, pero no. No haría eso Jackie, incluso si yo lo deseara.

─¿Debido a que es malo? ─Por favor, que diga que es porque está mal, eso
es lo único que va a tener sentido, eso es lo único que está correcto.

Él negó con la cabeza mientras se inclinaba hacia delante y me besaba en la


frente ─No, porque podría llevarme lejos de ti, eso no va a suceder, no voy a
permitir que ocurra.
T.J. Klune John & Jackie

Por mucho que sus palabras deberían haberme aterrorizado, no lo hicieron,


por mucho que deberían haberme dado que pensar y hacerme dar un paso atrás, no
lo hice. Yo no tenía miedo de John, solamente temía por él. Había hecho lo que
creía que era correcto, todo en nombre de protegerme a mí, y él sabía que yo haría
lo mismo por él.

─Vamos ─dije, tirando de su mano.

─¿Dónde vamos?

─A Casa, mi casa, así puedo cuidar de ti.

─Tienes clase Jackie, no puedes perdértela, tienes que ir a clase para que
puedas graduarte y escapar del infierno de ésta ciudad, alejarte de este lugar.

Tiré más fuerte de él ─Vamos a salir de aquí ─le recordé ─Un día no
importará, Tal vez dos.

─Pero si tus padres se encuentran fuera...

─Yo no tengo miedo de mis padres ─repliqué, incluso si eso era un pequeña
mentira ─No están aquí. No discutas conmigo, John Michael Kemp.

Me miró contrito, sabiendo que sólo decía su nombre completo cuando


estaba molesto, como si yo fuera su padre o algo así, pensé que él podría presionar
un poco más, pero él suspiró y miró hacia abajo a nuestras manos unidas.

─Estabas en lo cierto al venir aquí ─le dije en voz baja ─viniste a buscarme
porque sabías que me ocuparía del resto, tú siempre estás atento a mí John. Es mi
turno para que lo haga por ti.

No discutió.

Yo no creía que hubiera sido capaz de montar en bicicleta, no con las cuatro
millas que le tomó llegar a mí, así que caminé con nuestras bicicletas a mi casa
mientras él caminaba fatigosamente a mi lado. No dijimos mucho en el camino, no
sé lo que él estaba pensando, pero yo tenía el asesinato en mi corazón. Venganza.
Ira. Era pecado lo sabía, pero desde que estaba al parecer revolcándome en ella, un
poco más, no parecía importar. Debería haberme hecho sentir frío, debería
haberme hecho querer echarme atrás, debería haberme aterrorizado el santo
infierno fuera de mí que podía sentir tanta furia latiendo rasgando a través de mí,
pero no fue así. Todo lo que sabía, todo lo que podía pensar, era que alguien había
intentado hacer daño a lo que era mío.

Alguien se había atrevido a poner un dedo sobre John cuando lo único que
quería hacer era protegerme.
T.J. Klune John & Jackie

No disminuyo, ésta ira no decreció a medida que llegamos a casa, no se


redujo mientras le quitaba la camisa y los pantalones, tratando de no gritar por los
moretones que se extendían a través de la piel de su espalda, su costado, su pecho.
No disminuyo mientras besaba cada marca mientras las lágrimas caían de mis ojos,
no menguó mientras lo ponía en mi cama, rozando mis labios sobre su frente, y
perdió la consciencia, cediendo a su agotamiento. Estaba finalmente en un lugar
seguro, donde no tendría que preocuparse más, donde no tendría que tener miedo.
No, la rabia no disminuyó un poco. En todo caso, creció.

Creció mientras veía al chico que amaba dormido en mi cama, creció


mientras le retiraba el pelo oscuro sudoroso de la frente. Creció mientras tomaba
un paño húmedo y limpiaba por encima del corte con costra en la mejilla, la oscura
mancha de color rojo contra el blanco de la toalla, nadie hablaría nunca de mí como
su padre había hecho, John no lo permitiría, nadie nunca me tocaría porque John
estaba allí.

Y yo haría lo mismo por él.

Mi papá no era consciente de que sabía acerca de la pistola en la caja en la


parte posterior de su armario, la había visto un día por accidente. Él no sabía que
yo sabía que había balas en el cajón de su mesilla de noche para esa misma arma.
Pensé que estaba avergonzado por tener tal cosa, por lo menos muy cautelosos de
la misma, dado que era un hombre de Dios. Yo no sabía si la tenía para la
protección, o simplemente porque era un hombre y un hombre siempre debe poseer
un arma. Yo no lo sabía. En este preciso momento por qué no importaba.

Yo no estaba pensando mucho mientras montaba a través de la ciudad,


tratando de no mirar a la funda de almohada blanca en la cesta de alambre en la
parte delantera de mi bici, a sabiendas de lo que contenía en el interior. Sentí luz,
como si estuviera flotando, un débil zumbido en mi oído. Yo era un lavado con una
furia fría y yo no estaba pensando mucho de nada en absoluto. Solo en John ¿Cómo
podía hacerlo mejor para John? ¿Qué fuera aceptable para John? Antes de darme
cuenta, había llegado.

El viejo camión de Wayne estaba aparcado delante de la casa.

Casa puede haber sido una palabra demasiado fuerte, era realmente más
que una choza ─cuatro paredes y un techo encima─ El interior era pequeño y
seccionado por paredes finas como el papel, que se dividía en dos habitaciones, un
baño y una pequeña cocina. Yo sólo había estado dentro una o dos veces, dado que
John estaba avergonzado por ello.

Le dije en repetidas ocasiones que no tenía necesidad de ser de esa manera,


que no me importaba de dónde venía.
T.J. Klune John & Jackie

No quería mi piedad ni mi caridad, cuando le daba algo a él, nunca se trató


de eso, se trató de mí cuidando de lo que era mío, y me aseguré de que fuéramos
claros al respecto. Cuidaría de lo que era mío, John nunca sería lastimado de nuevo.

Desenvolví el arma de mi papá de la funda de almohada, dejando la bici


apoyada en su pata de cabra. Envolví la funda de almohada alrededor de mi cuello,
pero no escondí mi rostro, sólo iba a asustarlo, me dije, pero quería que viera quién
era, sólo iba a asustar a Wayne, decirle que mejor se mantuviese alejado de John o
la siguiente vez que viniera aquí, le dispararía. Le mataría a tiros y no me sentiría
mal por nada.

O, susurró una voz en mi cabeza, podrías dispararle justo ahora ¿Quién


puede decir que esto no volverá a suceder? ¿Quién puede decir que en el momento
que John tenga que volver a casa, su padre no lo golpeará de nuevo? ¿Tal vez aún
peor? Tal vez él le matará ésta vez. Tal vez John se irá a casa en unos pocos días y
Wayne le pondrá sus manos alrededor de su garganta de nuevo y lo estrangule
hasta que todo el aire se vaya de su cuerpo y su corazón se haya detenido en su
pecho. Tú nunca lo verías de nuevo y recordarías de nuevo este momento, este
único momento en el que podías haber parado todo el dolor. Podías haber parado
todo el daño.

Pero está mal, pensé. No matarás.

¿No matarás? Se rió de mí ¿Te apartarás y dejarás que John sea


asesinado? ¿No harás nada?

No llame. Empuje para abrir la puerta.

El aire era caliente dentro de la choza, estancado y grueso. Di un paso, mis


ojos desorbitados mientras miraba alrededor de la habitación echando miradas
rápidas, mis manos temblorosas, el cañón de la pistola de mi papá golpeando contra
mi muslo, mi dedo apretado contra el gatillo hasta que me obligué a soltar mi
agarre

─¿Wayne? ─grazné.

Nada

Él no estaba en una de las sucias camas gemelas empujadas contra la pared


del fondo donde él y John dormían, era hiperconsciente de cada pequeño paso
arrastrando los pies que daba, cada pequeño crujido y gemido de la choza. No podía
oír ningún otro movimiento a mi lado, aunque mi respiración entrecortada era como
un tornado en mis oídos. ─¿Wayne?

Nada
T.J. Klune John & Jackie

Tal vez él se ha ido, pensé. El camión está enfrente, pero tal vez sólo se
levantó y comenzó a caminar.

Di otro paso.

Tal vez sólo siguiera caminando, sin detenerse una sola vez para mirar atrás.

Otro paso.

Tal vez él nunca mirará hacia atrás y nunca volverá y John y yo no


tendremos que preocuparnos de nuevo, y viviremos juntos y envejeceremos juntos
y lo amaré hasta el día de nuestra muerte. No. Más allá de eso. Yo lo amaré por
siempre.

Otro paso alrededor del sillón roto, y yo....

Mi pie golpeó algo en el suelo, miré hacia abajo.

Wayne Kemp estaba tendido de espaldas en el suelo, por un momento pensé


que estaba muerto, pero luego su pecho se movió ligeramente. Una inhalación
profunda, una exhalación ligera. Una pausa que pareció durar años, luego otra
inspiración, y otra expiración. Cada exhalación traía un fuerte olor a licor.

Él tenía un moretón oscuro en la mejilla, que se veía como si hubiera sido


golpeado por un puño, aparte de eso, yo no podía ver ningún otro signo de lesión, y
me pregunté si John le había golpeado con algo más. Entonces vi una botella vacía
tumbada sobre el piso a su lado cerca de su mano extendida, una gota de ámbar de
whisky que colgaba de la boca abierta de la botella, pequeños puntos blancos
cubrían el suelo a su alrededor y, mientras daba un paso más cerca, escuché un
crujido debajo de mi pie, miré hacia abajo mientras movía mi pierna y vi que había
pisado uno de los puntos blancos, convirtiéndolo en polvo.

Píldoras, las pastillas yacían esparcidas por todo el suelo, en medio de


pequeños fragmentos de vidrio marrón que una vez fueron una botella de
prescripción, no sé qué tipo de drogas eran, y no importaba.

Lo único que importaba era cuando mis ojos se dirigieron a las manos de
Wayne y vi la sangre seca costrosa que cubría sus nudillos rotos, nudillos que
habían sido rotos cuando se habían estrellado contra John, sangre en sus manos,
que probablemente venía de John, todo lo que podía ver era la sangre y cómo de
grandes eran sus manos, cómo podían tan fácilmente haberse envuelto alrededor
de la garganta de John y apretó y apretó hasta que John no pudo respirar, hasta
que la vida se ahogaba lentamente fuera de él.

Mi mano se apretó en la pistola.


T.J. Klune John & Jackie

Me acerqué hasta estar por encima de él, la mirada fija en su rostro.

Levanté el arma.

Abrió los ojos.

Estaban nublados y desenfocados, vagando por mi cara, sin prestar la menor


atención a la pistola en mi mano. ─¿Qué ...? ─empezó y luego se detuvo. Su lengua
salió disparada, raspando sobre los labios secos y agrietados ─¿Qué está pasando?
─Su voz era un estruendo profundo que sonaba tan parecido a su hijo, que tuve que
luchar contra el estremecimiento que se levantó a través mío.

─¿Sabes quién soy? ─le pregunté en voz baja.

─¿Tú eres ... tú ...?

─Sí, yo.

Frunció el ceño mientras trataba de concentrarse, y reconocí el momento en


que realmente me vio, entrecerró los ojos y trató de incorporarse ─¿Qué demonios
estás haciendo aquí? ─Sus palabras fueron fuertemente mal articuladas ya fuera
por las pastillas o por el alcohol, o por ambos, no lo sabía.

─Tocaste a John ─le dije de manera insistente ─No deberías haber hecho
eso.

─Putos maricones ─murmuró, frotándose las manos sobre su rostro ─Jesús


maldito Cristo ─Trató de levantarse, pero cayó de nuevo en el suelo con un gemido,
cogió la botella vacía a su lado y la inclinó sobre sus labios, gruñendo cuando no
salió nada, la arrojó lejos de él y rebotó por el suelo, pero no se rompió. Por un
momento, pareció que se desmayó de nuevo, sus ojos se quedaron en blanco, luego
empezó murmurando palabras que no podía entender y frotó sus manos a lo largo
del piso, golpeando las píldoras desechadas a su alrededor.

─No lo toques de nuevo, ¿me oyes? ─Le dije, levantando mi voz. Levante la
pistola, ignorando la forma en que mi mano temblaba ─Aléjate de él o te mataré.

Wayne cerró los dedos sobre una pastilla en el suelo. ─Déjame de una puta
vez solo ─masculló ─¡Fuera de mi casa ─Él llevo la píldora a sus labios y se la tragó
en seco, encontró otra y se la tragó, y otra, y otra. ─Todo se ha ido a la mierda
─dijo sonando delirante ─Todo se ha ido ahora, ella no va a volver ─Otra píldora.
Otra. Otra. ─Ella no va a volver aquí, y no me importa, no me importa nada más
sobre eso.

Bajé la pistola.
T.J. Klune John & Jackie

Todavía es un pecado si no haces nada. Puede que no estés apretando el


gatillo, pero también podrías ser tú. Todavía cuenta a los ojos de Dios si no haces
nada mientras se quita la vida.

Pensé en la cara deforme de John, la forma en que había sostenido su


costado, pensé en las contusiones y las roturas que había visto en los últimos tres
años, pensé en todas las heridas que le habían sobrevenido todos los años en los
que no lo he conocido. Sólo iba a venir a ti, él había dicho, para hacerlo mejor,
Jackie, te prometo que lo intenté. Y lo intentó, pero este animal le había retenido.

John podía haber sido más grande que yo, él podía haber sido el más fuerte,
pero necesitaba de mí tanto como yo lo necesitaba, tal vez incluso un poco más. Él
me necesitaba para hacer las cosas bien, para sacarse de encima todas las
preocupaciones. Él me necesitaba para luchar por él cuando no podía valerse por sí
mismo.

Él me necesitaba para acabar con todo su dolor.

Otra píldora. Y otra. Y otra.

Finalmente, por último, Wayne Kemp paró de tragar pastillas, sus manos
crispándose a los costados. Su cuerpo estuvo inmóvil por un momento, pero luego
empezó a moverse, sus piernas estaban inquietas por el suelo, sus muslos golpeando
mis espinillas. Di un paso atrás mientras él temblaba, sus ojos en blanco en su
cabeza. Yo pensé acerca de irme, pero no pude encontrar la fuerza para dirigirme a
la puerta. La habitación se sentía más caliente que cuando yo había llegado, y un
hedor llenó el aire cuando vomitó, cubriendo su cara en riachuelos de líquido
marrón.

Pastillas medio disueltas pegadas a sus mejillas, su frente, su cabello. Hubo


un ruido de atragantamiento espeso mientras trataba de expulsar aún más, con la
cabeza girada ligeramente hacia la derecha, la bilis esparcida por el suelo sucio.

Y todavía no me moví.

Estaba tranquilo entonces, después de un tiempo el vómito empezó a cuajar


en su rostro. Su pecho se levantó, su pecho se derrumbó hacia abajo. Arriba.
Abajo. Arriba. Abajo.

No subió de nuevo.

El mundo había adquirido una bruma oscura, me encontré caminando hacia un


baúl de cajones roto y astillado cerca de la cama que sabía que era de John,
desenvolví la funda de almohada de mi cuello y abrí el cajón de arriba, tomé toda la
ropa que pude, y la metí dentro. Miraba por encima de mi hombro cada pocos
T.J. Klune John & Jackie

segundos, seguro de que Wayne Kemp no estaba muerto, temía que se hubiera
levantado detrás de mí, chorreando vomito por su cara mientras levantaba las
manos para ponerlas alrededor de mi cuello, llamándome puto maricón porque yo
había pecado.

Yo había pecado contra Dios y estaba condenado por ello y le gustaría


ahogarme, él empujaría las pastillas por mi garganta hasta que me arrastrase al
infierno.

Pero Wayne nunca se movió.

No fue hasta que estuve fuera que me di cuenta de que había estado
conteniendo la respiración y explotó fuera de mí, boquee tomando tanto aire como
pude. Se sentía limpio. Se sentía seco. Se sentía normal. El día era brillante. Los
pájaros cantaban desde los árboles distantes. Un coche retumbó por el camino, era
un Hudson wasp del 53. La única razón por la que lo sabía era porque había visto
mucho una marca nueva el año anterior y me había vuelto loco por su forma
elegante, sus neumáticos de banda blanca. Todo parecía normal. Cuerdo.

Me subí en mi bicicleta y me aleje del hombre muerto.

John seguía durmiendo cuando me asomé a la habitación en mi camino a la


habitación de mis padres, descargué el arma y puse las balas en el cajón, la pistola
volvió a entrar en la caja, la caja volvió a entrar en el armario. Cerré la puerta de
su habitación detrás de mí antes de regresar a mi propia habitación.

John se agitó cuando me metí en la cama junto a él.

─Hola ─dijo en voz baja, presionando su frente a la mía.

─Hola ─le susurré, viendo el rostro de su padre en mi mente, me incliné


hacia delante y rocé mi nariz contra la suya, tratando de acercarme lo más que
pude. ─¿Te sientes mejor?

Él asintió con la cabeza, con los ojos abiertos, mirándome ─Siempre es


mejor aquí.

─Siempre va a ser así, ¿de acuerdo? Siempre.

─¿Me lo juras?

─Sí.

─Dilo, Jackie. Di que lo juras.

─Te lo juro, John.


T.J. Klune John & Jackie

─¿Me juras que tú y yo ... ? ─ Me miró feroz

─Lo juro. Lo juro por todo lo que tengo.

─Me desperté y te habías ido.

Esperé.

Me tocó la mejilla ─¿Dónde has estado, Jackie?

─Fui a buscar algunas de tus ropas ─No podía apartar la mirada.

─¿Wayne?

─No importa.

─¿Tú me amas, Jackie?

Lo hacía, lo amaba con todo mi corazón, aunque aún no se lo había dicho, no


en tantas palabras. No sabía si era lo correcto a hacer. Yo no sabía qué éramos
exactamente. No habíamos hecho mucho más que besarnos y acariciarnos el uno al
otro desde aquel día en el lago, pero yo sabía que me poseía más de lo que nadie lo
había hecho. Creo que lo amé desde el primer día, así que se lo dije.

Sus ojos se iluminaron ─¿Sí?

─Sí

─Yo también, Jackie.

Ya no sentí frío ─Lo sé ─le dije, pero aun así era bueno escucharlo.

─Así que, si alguien pregunta, estuviste aquí conmigo entonces, ¿de


acuerdo?

Dudé.

Sacudió la cabeza ─No, tú no puedes decirme que me has amado desde el


principio y no estar de acuerdo conmigo en esto, no es así como funcionan estas
cosas, Jackie. Tú me importas ahora, estuviste conmigo todo el tiempo, ¿lo
entiendes?

Asentí.

─¡Dilo! ─Espetó, sacudiéndome un poco, sus ojos parecían locos, como si el


pensamiento de mí siéndole arrebatado le rompiera por la mitad. Me di cuenta
entonces de que él sabía que le había pasado a Wayne.
T.J. Klune John & Jackie

No los detalles, pero él lo sabía.

─He estado aquí contigo, John ─Yo dije más o menos ─He estado aquí
contigo todo el tiempo, te lleve a casa porque estabas herido y has permanecido
aquí todo el tiempo.

Me miró un poco más, asegurándose de que yo le estaba diciendo la verdad,


debe haber estado satisfecho con lo que vio porque se calmó, apretándose contra
mí de nuevo. Sentí sus labios en mis mejillas, y sólo entonces me di cuenta de que
estaba llorando.

─Te amo ─dijo ─Siempre lo hago, siempre lo haré.

Luego me besó de nuevo. Y aunque no todo estaba bien en el mundo, era un


poco mejor.

La policía llegó más tarde para darle la noticia de que parecía que Wayne se
había suicidado, echaron un vistazo a John y supieron que había sido golpeado por
su padre y pensé que era por algún tipo de culpa que Wayne se hubiera tragado un
montón de pastillas. Mis padres fueron llamados a casa, y me llevaron a ver a John
en el hospital donde había sido llevado. Tenía tres costillas fracturadas y
contusiones en sus cuerdas vocales.

No había duda de donde iría John cuando saliera, mis padres eran buenos
cristianos y los buenos cristianos creían en ayudar a los menos afortunados.
Miraron a John con lástima en sus ojos, le dijeron que el Señor trabaja en formas
misteriosas. Viviría con nosotros, dijeron. Él viviría con nosotros, ya que sería la
cosa caritativa que hacer, sobre todo teniendo en cuenta que mi padre era un
hombre de Dios, él esperaría que fuera a la iglesia todos los miércoles y domingos,
pero al menos tendría un lugar para dormir por la noche.

John no lloró por la pérdida de su padre, ni tampoco nunca me acusó de


hacer nada malo. El abuso que había sufrido a manos de Wayne Kemp no era un
secreto, y si yo no hubiera sido tan rotundamente pesado en que había estado con
él esa tarde, estoy seguro de que otros habrían tomado su estoicismo como la culpa
por un crimen que no había cometido.

Algunas personas todavía murmuraban entre sí sin embargo, que ellos


pensaban que era extraño que un niño no llorara por la muerte de su padre, sin
importar qué vino antes. Seguramente eso significaba algo, dijeron.

John no lloró, simplemente porque no creyó que tuviera nada por lo que
estar triste, su padre se había ido y todo lo que John encontró, a raíz de la
destrucción que fue su infancia, era alivio.
T.J. Klune John & Jackie

Fue en esa primera noche en su nuevo hogar, mientras que mi madre apagó la
luz y cerró la puerta detrás de ella, él dejo que ese alivio se mostrase. Tan pronto
como los pasos de mamá se alejaron de la puerta, se dio la vuelta en la cama
(nuestra cama, pensé con asombro) y se acurrucó a mi alrededor, trayendo mi
espalda contra su pecho, su boca cerca de mi oído, apretándome con fuerza contra
él como si esperara que me desapareciera dentro de él y nos convertiríamos en una
sola persona.

─Estás en casa ─le susurré en la oscuridad, significando ésta casa. Pasé mis
dedos sobre sus brazos.

─Tú eres mi casa ─susurró a su vez, refiriéndose a mí. Me besó en el pelo.

Y luego nos dormimos.


T.J. Klune John & Jackie

El Sol Se Extiende Más Allá

─¿Jackie? ─Me pregunta ahora

─¿Sí?

─No fue pecado.

Levanto la vista hacia él, usando mi mano libre para limpiar mis ojos ─¿Qué?

Él tiene esa pequeña sonrisa en su rostro ─Que tú no cometiste un pecado.

─Dejé que un hombre muriera delante de mí ─le digo con voz ronca ─Podría
haberlo detenido, no hice nada.

─Lo hiciste, sin embargo. Me protegiste a mí.

─Sí, no sé si eso lo hace correcto ─Aparto la mirada, incapaz de mirarlo a


los ojos.

Suspira a través de la máscara de oxígeno y comienza a toser de nuevo, le


sostengo la mano con fuerza, esperando a que pase, sabiendo que no hay nada que
pueda hacer para detenerlo. Al menos no ésta pequeña cosa, ésta tos que
atormenta todo su cuerpo. Puedo dejar el resto sin embargo.

Y si la luz del sol entrando por la ventana es una indicación, es casi la hora
para mí de hacer mi trabajo como un marido y un amigo.

─Fue correcto ─dice finalmente, su voz más débil por la tos, no debería
estar hablando tanto, pero no puedo soportar la idea de detenerlo. No cuando
estamos tan cerca del ocaso. No puedo. Egoísta, pero no me importa. Necesito
escuchar su voz.

─Fue correcto porque me salvaste, Jackie ─Una respiración profunda en su


máscara de oxígeno.
T.J. Klune John & Jackie

─¿Quién sabe lo que hubiera pasado si me hubiera quedado?

─Él era tu padre

─Claro Jackie, pero los padres pueden ser monstruos también. Tú asustaste
lejos al monstruo.

Las lágrimas queman mis ojos ─¿Sí?

─Sí, yo no tenía un hogar antes, tú hiciste uno para mí cuando me miraste


por primera vez, tu mamá y tu papá pueden no haber sabido nunca sobre nosotros,
pero yo los amaba como si fueran míos y tú me los diste. Me diste todo Jackie.
¿Cómo podría culparte de nada cuando tú eres todo?

Con los años, el horror de lo que había hecho había disminuido, pero nunca
me dejó. Las pesadillas todavía venían de vez en cuando: Wayne estirando el brazo
hacia mí mientras pastillas a medio digerir caían de su boca con espuma, pero son
pocas y distantes entre sí ahora. Su rostro se ha desvanecido en la nada, sino una
falta de definición.

No sé si mi alma está condenada o si estoy expuesto al infierno, pero me


consuela el hecho de que Wayne jamás pudiera tocar a John de nuevo. Mis acciones
ese día habían sido sobreentendidas entre nosotros hasta ahora, lo que había
sucedido en ese día hace mucho tiempo, mi confesión es ahora, y sé que lo haría de
nuevo si lo tuviera que hacer. Lo haría todo de nuevo, sin importar las
consecuencias. Tal vez estoy ligado al infierno pero no importa.

Si Dios en su infinita sabiduría me puede perdonar por ese día, entonces tal
vez él me perdone por lo que tengo que hacer hoy, un comunicado, un regalo para mi
hombre.

─¿Estás seguro de esto? ─Me pregunta, sólo porque él conoce cada uno de
mis pensamientos ─No voy a obligarte a hacer esto, puedo hacerlo yo Jackie, solo
voy a necesitar un poco de tu ayuda, pero puedo hacerlo yo mismo.

Mi mirada se enfrenta a la suya ─¡No! ─Le digo con dureza ─¡Te lo dije,
John Kemp! Te dije que no se te permite ir solo, ¡sabes que no voy a correr ese
riesgo! ─A pesar de mis creencias en mi propia alma, independientemente de mis
creencias en la Palabra de Dios, me he convencido de que sé lo que le pasa a un alma
de un suicida. Limbo. Un abismo. No permitiré que eso suceda. No a John. Jamás.

El sol se extiende más allá.

─Estamos cerca ─dice, respirando fuerte.


T.J. Klune John & Jackie

─Lo sé ─Fortaleza ahora, muestra tu fuerza ahora, no puedes dejar que lo


vea ─Todo irá bien, te lo prometo.

Sueno más fuerte de lo que me siento.

─¿Sí?

─Sí cariño. Prometí que no dejaría que nada malo te sucediera, ¿no?

Él me mira con ojos cálidos, y casi me rompo allí mismo. Casi me rompo y
suelto todos mis miedos, todas mis angustias, mi pena. Cómo me siento de perdido
ya, cómo mi corazón ya está destrozándose, cómo me estoy perdiendo una parte de
mí mismo. Sin él, no estoy completo. Sin él, no estoy entero, pero no lo hago, de
alguna manera, me mantengo entero, de alguna manera, me quedo intacto, por
ahora.

─Me prometiste ─susurra ─Me prometiste que seriamos tú y yo para


siempre.

─Sí. Oh, Dios, sí, para siempre.

Y yo se lo había prometido, después pensé que había echado a perder las


cosas para siempre, que nunca volvería a verlo, él me había encontrado y le prometí
para siempre.

─Dime, cuéntame la historia, Jackie.

Señor, dame fuerza en ésta, mi hora de necesidad. Por favor, ayúdame a


encontrar el poder para hacer lo que quiero.

Perdóname por hacer lo que debo. Protégelo, cuídalo. Cuida de él como yo lo


hago. Apréciale como si fuera la cosa más grande en el mundo. Porque él lo es.

El inicio del anochecer cada vez está más cercano.

Y le cuento nuestra historia.


T.J. Klune John & Jackie

Ésta Noche y Siempre

—¿Vamos a estar mucho rato? —Se quejó John, siguiéndome por el camino a
la casa iluminada, como un faro en la oscuridad.

Puse los ojos en blanco mientras le miraba. —John nos estamos graduando,
deberíamos celebrarlo con todos los demás. ¿Cuándo vamos a hacer esto otra vez?

Él parpadeó ligeramente cuando una ruidosa explosión de risas salió a través


de la ventana. Vi latas de cerveza apoyadas en la barandilla del porche, deportistas
con sus chaquetas representativas cerca, sus chicas escondidas hábilmente en sus
lados. Los coches estaban aparcados a lo largo de la calle. Sonaban bocinas, la
gente gritaba. Había electricidad en el aire alrededor de todos nosotros, sabiendo
que estábamos tan cerca del final de una vida y en el comienzo de otra. Estaba
envuelto en todo ello. Mucho. Demasiado.

—Sólo me gusta cuando somos tú y yo, —dijo John tranquilamente.

Luché contra el enfado que amenazaba con aumentar, no merecía que le


hablase mal, no por decirme la verdad. Desde el principio, John había dejado claro
que no necesitaba a nadie que no fuera yo, pero yo no estaba hecho como él. Tan
solitaria como había sido mi vida hasta ahora y tanto como John había traído a ella,
todavía ansiaba a otros, hablar con ellos, reír con ellos. La última parte de mis años
de secundaria me había convertido en alguien diferente, alguien que no era cuando
conocí a John. Estaba más cómodo en mi piel, era más feliz con lo que yo era. No
aceptaba mierdas de cualquier persona. Tenía amigos. Tenía respeto. Tenía un
lugar.

Pero también sabía que era todo por John. Todo volvía a él, por eso no me
permitía enfadarme con él, no podía, no era justo para él. Todo lo que él deseaba
siempre era yo. ¿Cómo podría enfadarme con él por eso?

Así que en lugar de eso, eché una rápida mirada alrededor, asegurándome de
que nadie nos prestaba atención, le tomé del brazo y tiré de él hacia la oscuridad al
T.J. Klune John & Jackie

lado de la casa. Una vez que estuve seguro de que estábamos solos, le presioné
contra los ladrillos, frotándome contra él mientras movía mi lengua, lamiendo su
boca. Gimió suavemente y puso sus manos en mis caderas, tirando de mi contra él.
Su erección era evidente contra mí. El beso se estaba volviendo descuidado, pero
no me importaba. Nunca me preocupaba eso con él.

Rompí el beso, jadeando, inclinando la frente contra su hombro. Puso sus


brazos alrededor de mí, deslizando sus dedos en mi pelo. Tomé una decisión. —Ésta
noche, —le dije, mordiéndole en el cuello.

Él siseó. —¿Qué?

Me separé, mirando sus ojos como platos. —Ésta noche, —dije otra vez—, lo
quiero, te necesito.

Buscó mi cara, sus manos todavía en mi pelo. —¿Estás seguro, Jackie? —


Preguntó lentamente—, dijiste que querías esperar hasta que saliéramos de casa.
Ni siquiera sé si vamos a saber qué hacer—. No le impidió de presionar contra mi
otra vez, empujar su cadera contra mí.

Bajé la mano entre nosotros y exprimí su polla a través del áspero vaquero,
riéndome tranquilamente por la manera en que él gimió y empujó hacia delante con
mi agarre. —Bastante seguro que voy averiguar algo, —dije besando su cuello—.
Vamos a quedarnos aquí un rato y luego ir al lago. Sólo tú y yo.

—¿Lo prometes?

—Sí John, te lo prometo, sólo diremos hola a unas pocas personas, tomamos
un par de cervezas y después salimos de aquí.

—¿Con quién quieres hablar? —me preguntó con desconfianza.

Mierda. —Eh... Tony nos invitó. —Me invitó, es decir.

John se tensó debajo de mí. —¿Lo hizo? —Su voz era plana.

Suspiré. —No es como crees.

—¿Oh? ¿Y qué es lo que creo, Jack?

Joder. Estaba enfadado. Debería haber sabido que esto sucedería. Tal vez
debería haber venido solo. Di un paso atrás y puse mis manos en mis bolsillos,
mirando mis pies. Podía sentir la mirada de John sobre mí, pero no pude encararlo.
—John, —comencé, pero luego cerré mi boca, no está seguro de qué decir.

—Sabes que no me gusta, —dijo John tranquilamente.


T.J. Klune John & Jackie

—No es tan malo. Yo... yo creo que es... como nosotros —Y por eso estaba
allí, por eso estábamos allí. Siempre me había preguntado si había otros como
nosotros; estaba seguro de que los tenía que haber. Ni siquiera sabía cómo sabía lo
de Tony. Tal vez sólo una vibración o una mirada o algo, pero no podía quitarme la
sensación de que era como John y yo. Pensé que podría ayudarnos tener a alguien
como nosotros con quien poder hablar. Con quien yo pudiera hablar.

John resopló. —No me digas.

Le miré bruscamente. —¿Qué se supone que significa eso?.

—No lo ves, ¿verdad?

—¿Ver qué? —estaba molesto otra vez y di un paso atrás.

—Le gustas.

—Somos amigos. —O algo así.

—No. Más que eso. Él no es exactamente sutil acerca de esto, Jack. No ves
la forma en que él te mira como yo lo hago. Cuando no estás mirando, él te mira a ti.

—Chorradas.

Me miró frunciendo el ceño. —No, apenas.

—¿Por qué le miras tú a él de todos modos? —Le espeto, con celos rugiendo
a través de mi—. ¿Qué estás intentando encontrar? —Por un momento, todo lo que
quería hacer era encontrar a Tony y rasgarle en pedazos pequeños de forma que
John nunca tuviera oportunidad de mirarlo otra vez.

—Cállate Jack. Sabes que no es lo que es. Además, él es el que no puede


mantener los ojos quietos.

—Bien, aunque él lo haga, yo no le devuelvo la mirada.

—Seguro.

—John.

—Jack.

—Estás enfadado conmigo.

—No, no lo estoy.

—Sólo me llamas Jack cuando estás enfadado.


T.J. Klune John & Jackie

Su ceño se frunció más, pero se negó a mirarme, así que sabía que lo tenía.
—Tonto, —gruñó—. Hablando de cómo me conoces.

Estreché mis ojos y di un amenazante paso hacia adelante. —Ahora


escúchame. Te conozco mejor que nadie en el mundo, he compartido tus mierdas
desde hace cinco años y no hay nadie que te conozca como yo. ¡Deja ya eso en este
instante!.

Trató de mantener su cara de enojado, pero los lados de su boca


comenzaron a subir hacia arriba, se acercó y me agarró por el frente de mi camisa
acercándome a él, se dobló hacia adelante y sentí sus labios acariciando mi frente
mientras que se reía profundamente. —Rectifico, Jackie. No hay nadie que me
conozca como tú.

—Tienes razón maldita sea, —murmuré—, te lo voy a mostrar tonto, ven


aquí.

Levantó su cabeza y sus manos a mi cara, levantando mi mirada, así que le


miré a los ojos. Lo que vi allí no era diferente de lo que había visto antes. Sus ojos
oscuros brillaban con calidez y confianza, una mirada que yo sabía que sólo me daba
a mí. No había nadie más a quien John necesitase, o eso decía. No había nada más
que quisiera más. No necesitaba amigos. No necesitaba compañeros, no necesitaba
la interacción social. Mientras me tuviera, él estaba bien. Él estaba bien y todo
estaba bien en su mundo.

Yo deseaba poder estar así. Por mí. Por él.

Pero no podía. No totalmente. Aun así, yo le daría todo lo posible porque


merecía nada menos que mi todo.

—No tienes que estar celoso, —le dije, aunque parecía hipócrita como todo
el infierno, dado que momentos antes yo me sentía igual. El pensamiento de él
mirando a cualquiera que no fuera yo me hizo sentir náuseas—. Estoy aquí contigo.

—Entonces, ¿por qué tienes que hablar con Tony? —frunció el ceño.

—Yo solo... ¿no quieres conocer a otros como nosotros, John? ¿No quieres
saber que no estamos solos?

Rozó mi mejilla con su pulgar. —No estoy solo Jackie, te tengo a ti.

—Lo sé. No es lo que quiero decir sin embargo. ¿Te amo, vale? No es de lo
que se trata. Se trata de estar cerca de otros que son como nosotros. Otros
chicos, ya sabes…

—¿Chicos gay?
T.J. Klune John & Jackie

—Eso es, sí.

—¿Por qué no elegir otro chico gay entonces? —Dijo frunciendo el ceño otra
vez—. Uno que no quiera meter sus manos debajo de tus pantalones.

Puse mis ojos en blanco. —Completamente seguro de que no es el caso, chico


grande. Y no es como que estemos creciendo en los árboles o algo así. ¿Cómo
infiernos esperas encontrar más?

—Si Tony lo es, entonces habrá otros. No sé por qué tiene que ser Tony.

—No conozco a los demás, John. —Sin embargo si era honesto conmigo
mismo, no dolía que Tony Accosi mirase como lo hacía. Era italiano, con piel oscura y
pelo negro. Era irónico y siempre tenía un pequeño destello ladino en sus ojos y me
había pillado a mí mismo mirando una o dos veces sus labios carnosos. Siempre me
decía que era aprecio y nada más y esa era la verdad. No estoy ciego después de
todo. Mirar era parte del ser humano, sería diferente si tratase de llevarlo más
lejos. Conociéndome como lo hacía, supe que no era posible. Ya había dado mi
corazón y estaba seguro de donde pertenecía. Además, sabía que nunca nadie que
se pareciera a Tony querría a alguien como yo.

—¿Por qué necesitas a otros?, —insistió, pareciendo dolido.

Me encogí de hombros. —Por quién soy John. No se puede ser sólo tú y yo


siempre, no importa cuánto quiero que sea así. No puedo tocarte allí así, tenemos
que actuar normal por un momento.

—Somos normales, Jackie.

—Lo sé, —dije, tratando de mantener mi frustración—. Me refería a normal


como todo el mundo.

Me miró con recelo. —No quiero ser como todos los demás.

—Y no lo eres —le aseguré—, eres mejor.

—¿Vámonos, vale? Vámonos ahora. No tienes que hablar con Tony ésta
noche. Hazlo más tarde.

—No estaremos mucho.

Resopló. —Lo odio.

—¿Qué?

—La manera como él te mira. Como que él sabe algo. Como que es dueño tuyo.
T.J. Klune John & Jackie

—¡Te dije que no me importa! No le miro de vuelta John, lo juro.

—Bien. —Sonaba enfadado otra vez.

—Te pertenezco ¿estamos? Te pertenezco y no te dejaré ir nunca. ¿Lo


tenemos claro? —Me incliné hacia delante y le besé otra vez, allí en la oscuridad,
mientras que los otros chicos se reían y bebían sin preocuparse por nada en el
mundo. Les envidiaba, por un segundo. Entonces me di cuenta de que no me gustaría
estar en ningún lugar si no donde estaba justo en ese momento, en un beso que era
calor con una punzada de desesperación. Me pregunté entonces por qué yo no podía
dejar de hablar con Tony. Casi le dije a John que él tenía razón, que debíamos salir
de aquí ahora, sólo él y yo, como debe ser.

Pero no lo hice.

—Bueno Jackie, —dijo mientras nos apartábamos—. ¿Ésta noche, no? ¿Tú y
yo? ¿Vamos a... el lago? —Parecía nervioso y emocionado. Exactamente cómo yo me
sentía.

Le sonreí mientras besaba la punta de la nariz, frotando mis manos sobre la


parte delantera de sus pantalones vaqueros—. Ésta noche.

Y ésta noche era casi todo en lo que estaba pensando dentro de la casa,
moviéndome a través de la multitud, John se arrastraba detrás de mí. Ésta noche,
yo sabía que iban a cambiar cosas. Ésta noche, sabía, nada se podía esconder entre
nosotros ya. Había oído rumores de la mecánica sobre lo que dos hombres podían
hacer juntos y no me perturbo en absoluto, por el contrario; tuve que evitar pensar
en ello para evitar una erección. No sabía si estaba preparado para la sodomía, y
entre John y yo no sabía quién haría que a quién, pero había sentido su erección
contra mí numerosas veces a través de la ropa. Incluso le había visto flácido un par
de veces en la ducha. Pero le quería duro y le quería en mis manos cuando
sucediera. Quería saborearle, cada pulgada de él, de forma que no quedase nada
que esconder. Conocía su alma; ahora quería conocer su cuerpo.

Y quería estar menos en ésta casa.

Saludé a algunas personas que me llamaron por mi nombre. Algunos incluso


saludaron a John, pero él apenas levantó la cabeza mientras se arrastraba detrás
de mí, centrado en mí y solo en mí, frotando su mano contra la mía de vez en
cuando, oculto por la multitud de personas. Cogí y exprimí sus dedos una vez y le
miré. Vi su pequeña sonrisa mientras fijamos nuestros ojos por un segundo y yo
sabía que él estaba pensando lo mismo que yo: Ésta noche. Ésta noche. Ésta noche.

Encontramos una esquina vacía y John me llevo contra la pared, no


tocándome, pero obligándome a sentir el calor que irradiaba. Nadie nos miraba,
T.J. Klune John & Jackie

parecía que estábamos hablando tranquilamente sobre nada en particular. Pero me


dijo que me había deseado durante tanto tiempo, que soñaba acerca de cómo sería
sostener mi polla en sus manos, arrastrar su lengua por mi pecho para chupar mis
pezones hasta que pudiera hacer nada si no gemir su nombre. Le miré, tratando de
evitar jadear, tratando de evitar arrastrarle a una de las habitaciones y follarle su
boca.

—Hijo de puta, —dije con voz estrangulada.

Se rió. —Voy a salir a conseguir una cerveza. Luego nos vamos.

Asentí, incapaz de decir más. Me sonrió malvadamente, su pelo oscuro


alrededor de su frente mientras se alejaba de mí, sus ojos nunca me dejaron. Por
último con un guiño, se volvió y se fue hacia la cocina. Respiré hondo para calmarme,
dándome la vuelta para ocultar mi erección entre la multitud. Tomé otra
respiración y…

—Jack, —dijo una voz alegre— Que gusto que viniste.

Abrí los ojos para encontrar una brillante sonrisa a pulgadas de mí. Tragué.
—Tony, ¡Hola! —Di un involuntario paso atrás, dado lo cerca que él estaba. Olía a
picante. Masculino. Diferente.

Ese destello en sus ojos era más brillante que de costumbre. —¿Solo? —
preguntó, aunque tenía la idea de que él me había visto aquí de pie momentos antes
con John y había esperado hasta que estaba solo antes de acercarse. No era un
muchacho estúpido de cualquier forma. Independientemente de lo que dijo John,
sabía que Tony quería algo de mí. Pero yo sólo quería hablar con él. Averiguar lo que
sabía. Hablar con alguien sobre estas cosas aparte de John. John sabía lo que
quería, y era yo. Yo sabía lo mismo, pero necesitaba saber que no estábamos solos.

—Eh, sí, John fue por unas cervezas. Debe estar al volver.

Una mirada de débil desdén apareció en su rostro mientras miraba hacia la


cocina y luego sonrió. —Parece que está un poco ocupado.

Seguí su mirada y vi a John a través de la multitud, de pie cerca de la


cocina, había sido acorralado por Betty Vannatta. Ella había estado perdidamente
enamorada de John durante el año pasado y era una pequeña cosa tenaz a quien no
podía ayudar, pero que me disgustaba más cada vez que la veía. No es que no
confiase en John, no confiaba en ella. Pero no ayudaba saber que John podía
encontrar a las mujeres atractivas, aunque nunca hiciese nada al respecto. Pero
Betty era bonita y ella le podría tocar de manera que yo no podía delante de todos,
no importaba cuánto lo desease, ella podía hacerle cosas que yo no podía.
T.J. Klune John & Jackie

Y ahora ella tenía su mano en el brazo de John y él no estaba haciendo


ninguna maldita cosa sobre ello. En cambio, se reía de esa manera tranquila como lo
hacía conmigo, a algo que ella dijo, sin apartar sus ojos de ella. Se inclinó contra la
pared como si estuviera preparándose para una conversación. Como si quisiera
estar donde estaba.

Ésta fue la primera vez que le había visto cómodo cerca de una persona de
nuestra edad que no fuera yo y no se sentía correcto. Todo lo que pude pensar
aparte de la ira abrasadora fue la forma en que sus labios se habían ajustado
contra los míos, como se sentía su cuerpo contra el mío cuando lo había presionado
contra la casa en las sombras donde nadie podría vernos.

—Una vez que Betty ve algo que quiere, —dijo Tony—, pone sus garras en
ello, eso es seguro.

Pude oír diversión en su voz por encima del rugido en mis oídos. Tuve que
detenerme de cruzar la habitación y retirar su mano de él. Eran absurdas estas
sensaciones, conocía a John mejor que cualquier persona en el mundo. Había
confiado en él. Ésta noche lo haríamos... finalmente. Ésta noche. Y yo lo amaba. Él
era mi amigo. Él era mi...

Le ofreció a Betty una pequeña sonrisa, la que siempre me daba a mí.

—¿Estás bien? —me preguntó Tony en voz baja, sonando preocupado.

Di la vuelta antes de que John pudiera verme con una mirada amenazadora
hacia él. —Muy bien, —dije bruscamente.

—¿Quieres ir a algún lugar y hablar? —se acercó y tocó mi hombro.

Charlar. Esto es lo que quería hacer, hablar con alguien como yo, con alguien
que pudiera entender lo que John y yo estábamos pasando. Eso era todo lo que
quería. Era la única razón por la que venía aquí ésta noche. Era la única razón por la
que era amigo de Tony.

Sólo para hablar.

—Sí. ¿Tienes algún lugar tranquilo?

Tony sonrió. —Tengo el lugar justo.

Lo seguí por las escaleras y cuando llegué a la parte superior, miré hacia
atrás una sola vez y vio a John todavía de pie en el mismo lugar, la mano de Betty
todavía en su brazo. Todavía sonreía. Me giré y seguí a Tony por el pasillo.

Se detuvo delante de una puerta casi al final del pasillo. —¿Estamos bien
T.J. Klune John & Jackie

aquí? —Le pregunté— no quiero ningún problema. Ni siquiera sé de quién es la casa.

Abrió la puerta y se rió entre dientes. —Ésta es mi casa, Jack. Estoy


bastante seguro de que está bien estar aquí.

—Oh. No sabía que vivías aquí.

Se volvió para mirarme, gesticulando hacia la habitación. —Te invité, —


dijo—. Es mi fiesta después de todo.

Dudé. —Tal vez...

—Está bien Jack. John probablemente está todavía ocupado con Betty y no
se ha dado cuenta de que te has ido.

—Oh. Supongo. —Traté de no dejarle ver cuánto picaban esas palabras.

—Vamos, —dijo, agitando la mano otra vez— sólo quiero hablar contigo.

Charlar. Eso es todo.

Entré en la habitación y cerró la puerta detrás de mí. La habitación era


justo como él… ordenado, limpio y refinado. La cama estaba hecha, la manta
estirada firmemente, la ropa no cubría el suelo, ninguna copia de Argosy 1 o cómics
sobresalía por debajo de la cama. La habitación era como Tony. No como mi
habitación. Nuestra habitación. Mía y de John.

—¿De qué quieres hablar? —Le pregunté, golpeando mis dedos


nerviosamente contra el escritorio mirando el cartel de Atletismo de Filadelfia en
su pared.

Se encogió de hombros mientras se movió y se sentó en la cama. —


Realmente lo desconozco supongo. Nunca he tenido oportunidad de hablar contigo
por ti mismo, siempre tienes tu sombra contigo. —Las palabras salieron burlándose
un poco.

—John y yo..., —comencé, pero luego me detuve. John y yo ¿qué? ¿Cómo me


iba a terminar? No lo sabía y Tony tampoco. No sé si mis sospechas sobre él eran
correctas, independientemente de lo que John dijo. Yo no iba a salir si eso
significaba ponernos en peligro. No podía hacerle eso a él. No podía—. John y yo
somos buenos amigos, —dije la verdad—. Vive en mi casa. Tuvo un duro comienzo,
y... —Esencialmente asesine a su padre. Estamos enamorados, pero a veces me
pregunto lo que ve cuando me mira. Si parte de él está resentida conmigo, si me
odia. No creo que pudiera soportarlo si lo hiciera. No creo que sobreviviera si él me

1
Primera revista pulp, revista de historietas, comics, de bajo precio y muy popular.
T.J. Klune John & Jackie

dejase. ¿Eres tú, Tony? ¿Eres como nosotros?

—Oh, estoy seguro de que lo tuvo —dijo Tony despectivamente—. Pero ¿no
te cansas nunca de tenerlo alrededor por todas partes?

—No, no me canso, John es… —mío— mi amigo.

—Ah. Bueno, no hablemos de él nunca más.

—Está bien, ¿de qué quieres hablar?

Me miró y le miré de vuelta, encontrando sus ojos oscuros. —Te he visto —


dijo lentamente.

—¿Ah? —Me sentía sudoroso.

—Sí.

—Está bien.

—Mírame. ¿Te gusta mirarme, Jack?

Mi cara se sentía caliente, como si estuviera ruborizado. —No, —dije


rápidamente.

Él se rió otra vez. —Oh, eso es demasiado malo.

—¿Te gusta el béisbol? —Dije, señalando el cartel de atletismo,


desesperado por cambiar de tema. Yo no estaba listo, me pareció. Todavía no. No
para hablar de ello. Se sentía como una trampa, aquí. En su habitación.

—Por supuesto —dijo, echando un vistazo al cartel—. Mi padre dice que son
un equipo de mierda. No ganan mucho, pero eso no es por lo que me gustan.

—¿Por qué, entonces?

Sonrió mirándome y era todo dientes, rectos y blancos. —Marion Fricano.

Me encogí de hombros.

—Es el lanzador. Es una mierda también, pero es agradable de mirar. —Tony


se volvió hacia mí mientras dijo las últimas palabras.

Me quedé congelado. Eso podría haber significado algo, pensé. No tiene


porque significar lo que tú crees.

Tony se levantó de la cama y cogió el cartel de la pared. Se acercó y se paró


T.J. Klune John & Jackie

cerca de mí, sosteniendo el cartel entre nosotros. Sentí su hombro frotar el mío.
Golpeó ligeramente con su dedo en una cara en la alineación. —Es él, —dijo
tranquilamente—. ¿Crees que parece guapo, Jack?

—Eh. Sin duda, supongo.

—Es italiano, como yo. ¿Te gustan los italianos?

—No conozco realmente muchos. —Intentado dar un paso lejos de él, pero
por alguna razón, mis pies no se movían.

Se volvió y dejo el cartel sobre el escritorio, pero no se alejó de mí, y por


un momento pensé como sería darle un beso, para saber si me gustaban los
italianos. Me preguntaba cómo sabrían, si sería diferente a John. La parte racional
de mi sabía que por supuesto sería diferente a John porque no sería John, pero no
pude centrarme en esa voz. Lo que quería hacer era sólo hablar, pero no podía
encontrar ninguna palabra que decir porque los pelos de sus brazos estaban
rozando contra los pelos de mi brazo y era como si pequeñas sacudidas de
electricidad se disparasen a través de mi piel.

Se movió hasta que se puso de pie delante de mí y tuve que ver algo en
aquellos ojos oscuros. —¿Te gusto Jack? —preguntó.

Sabía lo que preguntaba, pero me hice el tonto. —Claro, somos amigos.

Él frunció el ceño, pero lo relajó rápidamente. —Lo somos, ¿no?

—Sí.

Avanzó hacia adelante y tocó mis dedos con los suyos. Sus labios se
separaron y supe que iba a besarme y yo no sabía si iba a detenerlo. —Está bien,
Jackie, —susurró—. Está bien. —Se inclinó hacia adelante.

Jackie. Él me llamó Jackie.

Un recuerdo surgió mientras sus labios frotaban los míos: nadie te llamará
que como yo lo hago. Nadie lo hará nunca . Oyes ese nombre y sabrás que viene de
mí.

—No, —dije contra él—. No. —Apreté mis manos contra su pecho para
empujarle lejos y el subió las suyas hacia arriba y me aferró a él.

—Tú quieres esto también, —dijo y se inclinó hacia adelante otra vez.

Estaba listo para empujarle de nuevo, tal vez incluso balancearle lejos
cuando sus labios tocaron los míos. Comencé a gruñir y luego escuché, "¡Jackie!,
T.J. Klune John & Jackie

¿estás aquí?" mientras la puerta del dormitorio se abrió.

Y todo se quedó frío.

John, el chico que quería más que nadie en este mundo, estaba parado en la
habitación, con la mano en el picaporte. Una mirada dolida apareció en su cara y me
di cuenta de que todavía estaba parado con las manos contra el pecho de Tony y el
rostro de Tony estaba cerca del mío, tan cerca que cuando me volví, sus labios
habían acariciado mi mejilla.

—No, —dije. —No, John. No es así. No es así, te lo juro. — Me alejé fuera


de alcance de Tony y traté de evitar correr hacia John. Me detuve en mi primer
paso porque John dio un paso atrás para compensar, sosteniendo su mano como si
fuera a alejarme. Vi como sus dedos se sacudieron.

—No, —dijo, con su voz temblando.

—John.

—Lo sabías, —dijo Tony detrás de mí—. Lo sabías John. Has visto la forma
en que me miraba. Y él sabía lo que iba a ocurrir cuando subió aquí. No le dejes que
diga lo contrario.

—No, —dije, dando otro paso, no podía dejar de sonar como si estuviese
rogando. Temblé cuando John dio un paso atrás—. John, no lo hice. Sólo quería
hablar con él. Te lo dije. No me importa de esa manera.

—Y yo te dije lo que él quería, —dijo a través de los dientes apretados—. Te


dije que no era una buena idea. No me escuchaste. Te dije.

—Sólo es tú y yo, —dije, mis ojos estaban empezando a quemar—. Lo juro.


Te juro que es sólo tú y yo—. Di otro paso hacia él.

—Retrocede, Jack, —me advirtió, los ojos brillantes—. No lo hagas. Ahora


no. —Los nudillos de la mano que sujetaba el pomo estaban blancos del agarre
demasiado fuerte.

—Jackie, —le dije—, mi nombre es Jackie. Sabes eso.

—Pensé que lo sabía, —dijo—, pensé que sabía mucho.

Y entonces se volvió, cerrando la puerta detrás de él mientras él huía.

—No, —dije en voz baja, incapaz de moverme, sin poder creer lo que
acababa de suceder. Se sentía irreal, como un sueño del que no podía despertar.
Todo estaba turbio y mi visión en un túnel. Todo lo que podía pensar era en John,
T.J. Klune John & Jackie

todo lo podría querer era a John y todo lo que podía respirar era John, John, John.
John Kemp no pide mucho. De hecho, lo único que pidió fue estar conmigo y yo ni
siquiera podía darle eso. No podía nunca…

—Es mejor así, —dijo Tony detrás de mí. Sentí caer su mano en mi hombro.
—Tú mereces algo mejor que él. Siempre he pensado eso.

—¿Sí?

—Sí. —Él masajeó con sus dedos sobre la piel de mi cuello. —No lo necesitas.
Míralo Jack. Es basura. Siempre ha sido basura. No le debes nada. —Se puso de pie
detrás de mí y pude sentir el calor de su cuerpo.

—Él es…

Rozó sus labios contra mi oído y cerré los ojos. —Yo me ocuparé de ti.
Puedes quedarte aquí conmigo ésta noche y te muestro sin…

Sus palabras fueron cortadas cuando me di la vuelta y golpeé el puño en su


mandíbula. El dolor explotó por mi mano y brazo. Tony tropezó hacia atrás, con su
culo golpeando el escritorio detrás de él, el cartel de deslizó hasta el suelo.

Mis manos estaban apretadas en puños a mi lado y todo lo que vi era rabia y
todo lo que sentía era rabia. —Me tocas de nuevo y voy a romperte los putos dedos,
—le gruñí. —Y juro por todo lo que tengo que si alguna vez hablas otra vez sobre
John de esa manera te mato.

Se me quedó mirando con los ojos muy abiertos y una mano frotándose la
mandíbula.

Y ahí fue donde lo dejé.

Salí disparado de su habitación y bajé por las escaleras. Había muchas


personas que se cruzaban en mi camino y parecía como si estuvieran todos
gritando, riendo y chillando y no pude conseguir que se movieran. No conseguí que
se apartaran del maldito camino. Busqué esa cabeza familiar de pelo negro, con la
piel de oliva, pero no pude encontrarlo. Y me puse más frenético, seguro que no
podría haber salido de la casa, seguro que él no me dejaría aquí, pero era incapaz
de encontrarlo por ningún lado.

Tan sólo unos minutos más tarde me encuentro con Betty. Tenía que
disimular el temblor delante ella cuando me agarró del brazo. —¿Dónde está él?

—¿Qué?

—John, —le espeté ella. —¿Dónde ha ido John?


T.J. Klune John & Jackie

Se soltó de mi brazo. —Se fue, —dijo dando un paso atrás. —Hará como
cinco minutos. Bajó las escaleras y fue a la izquierda.

Ella dijo algo más, pero no la oí. Yo ya estaba empujándome a través de la


multitud de la puerta delantera. Casi me tropecé al llegar al porche, mareado,
evitando caer por las escaleras. Estaba oscuro y no pude ver a John en ningún sitio.

Empecé a correr para volver a casa.

Mamá y papá ya estaban en la cama cuando llegué allí. No parecía que John
hubiera estado allí.

Su bici se encontraba todavía en el garaje, junto a la mía, apoyada una junta


a la otra, nada se había movido en nuestra habitación y sentí un momento de alivio
cuando vi su ropa todavía en los cajones junto a la mía.

Traté de permanecer en la casa en caso de que regresara, pero diez minutos


más tarde estaba frenético de nuevo. Dejé una nota sobre la cama “¡si vuelves,
esperame aquí! Estoy tratando de encontrarte” antes de volver a bajar las
escaleras, cogí mi bici y la dirigí hacia la oscuridad.

No estaba en la fuente de sodas, pero no pensé que estaría allí.

No estaba en la escuela, escondido debajo de las gradas, esperando a que yo


lo viera.

No había vuelto a la fiesta que ya comenzaba a dispersarse.

No estaba en la cabaña donde solía vivir, a pesar de que no era más que un
cobertizo oxidado ahora.

No estaba en la tumba desnuda de su padre. Él nunca fue allí.

No estaba en ningún sitio. Él no había ido a ningún lado.

Mientras iba frenéticamente por la noche, tratando de pensar en cualquier


lugar al que pudo haber ido, me pregunté si alguna vez volvería a verlo. Me
preguntaba si estaba en alguna carretera ya, con el pulgar levantado, esperando a
que alguien parara y lo recogiera para llevarle a lugares desconocidos. Él se
apartaría de mí en un lugar lejano y nunca lo volvería a ver.

Las lágrimas nublaron mi visión y yo quería regañarme a mí mismo por tener


dieciocho años y llorar mientras buscaba por todas partes a un chico que no quería
tener nada que ver conmigo. Me dejó. Me había dejado cuando yo lo necesitaba. Era
T.J. Klune John & Jackie

su culpa. Era un bastardo. Era imbécil. Yo no hice nada. No hice una maldita cosa
excepto amarlo.

Pero incluso yo sabía que eso eran todo mentiras. Lo que había sucedido con
Tony no era por él, fue por mí.

Y yo no le había escuchado. Me lo había tirado a la cara.

Terminé en el único lugar que no creí que estuviera, por el lago. Había sido
nuestro plan venir aquí después de la fiesta por lo que pensé que sería el último
lugar al que iría. Y él no estaba aquí, no me decepcionó con respecto a eso, aunque
una pequeña parte de mí había esperado que estuviera.

Me senté en la orilla donde le había besado por primera vez, tratando de


contener las lágrimas que amenazaban con caer, preguntándome cuán lejos John ya
estaría de nuestra pequeña ciudad y si alguna vez lo volvería a ver.

Yo no quiero a nadie más. Yo no necesito a nadie más.

La parte lógica de mí, esa pequeña voz molesta, me dice que John no tiene
derecho a tenerme alejado de él de esa manera, que es un bastardo, incluso por
decirlo. No es justo, me dice. No puede esperar mantenerte escondido por el resto
de su vida sólo porque él no quiere compartirte.

Pero sabía si eso era lo que quería, lo haría. Haría cualquier cosa para
permanecer a su lado.

Mis mejillas estaban mojadas y puse mi frente contra las rodillas,


envolviendo mis brazos contra mi piernas, tratando de pensar en cómo encontrarlo,
en cómo podría traerlo de vuelta. Pensé acerca de montar en torno a la ciudad otra
vez hasta que lo encontrara. Me di unos minutos para reponerme, pero parecía que
no podía detener los temblores.

Y luego se sentó a mi lado. Ni siquiera le había oído subir. Dejó un poco de


espacio entre nosotros cuando se sentó al estilo indio y cruzándose sobre las hojas
de hierba.

No pude encontrar una manera de hablar, mi garganta estaba demasiado


constreñida. Pensé que podría ser una alucinación, algo que mi mente hambrienta de
John evocaba sólo para mantener mi cordura. Pero luego extendí la mano y me
pellizqué en su brazo. Él arqueó una ceja, un aspecto tan parecido a él que me
partió de nuevo. Incliné la cabeza contra las rodillas y lloré.

Un segundo después lo sentí envolver su brazo alrededor de mis hombros y


me atrajo hacia él.
T.J. Klune John & Jackie

Seguro que ésta era su forma de decir adiós, tiré mis brazos alrededor de
su cuello y enterré mi cara en el hueco de su garganta. Yo balbuceé sin sentido algo
que estaba destinado a ser una disculpa, pero que era más como yo rogándole que
nunca me dejará. Murmuró pequeños ruidos mientras tiraba de mi pelo y esperó
hasta que sacara todo fuera y empezara a hipar y sollozar contra su cuello.

—Pensé que te habías ido, —susurré finalmente. —No podía encontrarte.


Solo pensar que tu… —Y entonces mi aliento se quedó atrapado en la garganta y
tuve que parar antes de empezar a llorar otra vez.

Él suspiró. —No te dejaría. No puedo. Ni siquiera aunque quisiera.

—¿No quieres?, —Pregunté, sin ser capaz de esperar.

Su respuesta se hizo esperar. —No, Jackie. No quiero.

Besé su cuello. —Yo lo estaba alejando, John. Lo juro. Debería haberte


escuchado, pero yo iba a apartarlo. No es lo que quiero.

Parecía sin compasión. —No sé si tú sabes lo que quieres.

Me aparté de él, de repente frenético. Agarré sus manos y las apreté sobre
mi corazón.

—¡Lo sé! ¡Prometo que lo sé! Tú no tienes que preocuparte de eso, ¿de
acuerdo? Te lo prometo. No quiero nada más. Sólo tú y yo, ¿de acuerdo? No
necesito a nadie más y no voy a hablar con nadie más nunca. Te lo puedo prometer
John. ¿Vale? Por favor, sólo dime que está bien.

Él retiró cuidadosamente las manos de mí y en ese momento, en ese frío y


aterrador momento, sentí el rechazo como una bofetada en la cara. Estaba seguro
de que no me creía y me quedé congelado en mis rodillas frente a él, con miedo a
extender la mano, seguro de que sólo la empujaría más lejos.

John bajó la mirada hacia sus manos en su regazo y los minutos que le llevó
poder hablar fueron los más largos de mi vida. —Creo que he cometido un error,—
dijo en voz baja y mi corazón empezó a romperse.

—John…

Él levantó una mano, cortándome. —Ahora espera Jackie. Tengo algo que
decir y si todavía quiere decir algo cuando haya terminado, adelante. ¿Vale?

Asentí y otra lágrima se deslizó por mi mejilla. Él debió haberla visto porque
llegó hasta ella y utilizó su pulgar para quitármela. No pude dejar de inclinarme
ante su toque, tratando de obtener la mayor cantidad de ellos como pudiera en el
T.J. Klune John & Jackie

caso de que yo no lo tuviera más de nuevo. Besé la palma de su mano y lo oí gruñir


como si sintiera dolor, con los ojos un poco más brillantes. Dejó caer su mano y yo
traté de no gemir ante la pérdida. Él miró abajo en su regazo de nuevo.

—Sólo he querido hacer lo correcto por ti, —dijo. —Todo lo que he deseado
era mantenerte a salvo y hacerte feliz.

—¡Lo haces! Tú siempre…

—Jack, silencio.

Me callé.

—Pero yo no tenía derecho, —continuó, —a decirte durante todo este


tiempo que sólo estaríamos tú y yo. No fue justo para ti Jackie. Tú y yo no somos
de la misma manera. Es necesario que tengas a otros en tu vida. Necesitas crecer,
cambiar y convertirte en lo que quieras ser. Y yo... yo sólo te necesito. Así que lo
siento. De verdad lo siento. Me vine abajo y lo siento. Si necesitas... si quieres.... a
Tony... o cualquier otra cosa también. Yo no te detendré. Puede que no me guste.
De hecho, probablemente lo odie, pero eso nunca va a alejarme de ti. Yo no voy a
dejarte. No puedo. No creo que sobreviva sin ti. Eres mi Jackie. Sin ti, no hay nada
de mí.

Hacia el final de lo que debía ser el discurso más largo que le había oído
nunca, su voz era baja y áspera y pude verlo apretando los puños en su regazo.
Había oído y catalogado cada palabra que él había dicho y no cambió nada para mí.
Según pude entender, sí, pero no era lo que quería. No era lo que yo necesitaba de
él.

—No quiero a nadie más, —le dije, tratando de mantenerme a mí mismo sin
gritar, enojado porque hubiera podido pensar tal cosa.

—Me mató un poco Jackie, —se atragantó con la voz entrecortada al decir
mi nombre y cerró los puños con más fuerza. —Me mató un poco verle contra ti al
abrir la puerta. No sabía que me dolía más, si él o tú. Por eso me fui como lo hice. Si
me quedaba le hubiera herido y no podía hacer eso. No voy a ser como mi padre.

Luché por hablar. —No eres como él.

Sacudió la cabeza. —Más de lo que pensé que podría serlo. Todavía estoy
muy enojado.

—Lo siento, —dije en voz baja.

—No, nada de eso Jackie. Enserio no. Es conmigo mismo. No sé si yo debería


haberte alejado así. Es mi culpa. Debí…
T.J. Klune John & Jackie

—Oh, vete a la mierda, hijo de puta, —le espeté, incapaz de mantener mi ira
bajo control por más tiempo. Su ojos se estrecharon cuando él finalmente miró
hacia mí, como si me viera por primera vez desde que me encontró. —Si vas a estar
cabreado, lo mejor es que estés enojado conmigo. Yo hice esto, John. No tú. Ni
otra persona. Tú me dijiste lo que él quería y no te creí. Todo lo que recuerdo es
verte con esa maldita perra de Betty, y yo…

Él pareció sorprendido. —Hey, mira. No fue así. Ni siquiera importa lo que…

—¿Entonces por qué estaban sus manos sobre ti? —Le gruñí, inclinándome
hacia adelante, con las manos en sus rodillas. —Se veía muy cómoda manoseándote.

—¡Por lo menos yo no la besé!, —Me gritó.

—¡No le he dado un jodido beso! —Le grité. —¡Él me dio un beso y yo lo


agarré para alejarlo!

—¿De Verdad? Parecía que estabas agarrándolo muy cariñosamente por la


espalda, ¡Jack Ford! —Él agarró el cuello de mi chaqueta, torciendo los puños,
sosteniéndome fuerte y pude ver el fuego intermitente en sus ojos. —¿Qué? ¿Me
estás jodiendo? Simplemente no podías esperar a llegar a la fiesta para joder con
tu precioso y apuesto Tony ¿Cuánto te gusto, Jackie? ¿Te gustó tanto como yo?
¿Le darás lo que quiere?

No pude contenerme más. Antes de que supiera lo que iba a pasar, lo tiro
hacia abajo sobre el suelo, di puñetazos y patadas con todas mis fuerzas,
escupiendo obscenidades mientras trataba de hacerle sangrar, de hacerle daño
tanto como me estaba haciendo daño a mí. Él gruñó mientras me daba un golpe
sólido en el estómago y agarró mis manos, tratando de mantener juntas mis
muñecas. Él era más grande que yo, siempre lo había sido, pero yo era una pequeña
cosa incompleta, que giraba violentamente hasta que estaba libre de nuevo,
tratando de encontrar la piel escarbando con mis dedos.

No sé cuánto tiempo pasó, sólo que lo hizo por un tiempo. Y no puedo decir
con certeza en qué momento dejé de tratar de golpearlo y en su lugar traté de
meter mis manos debajo de su camisa, intenté tocar más de su piel mientras
estaba desabrochando la parte delantera de mis pantalones vaqueros, soltando los
botones. Estábamos respirando con dificultad, con nuestras frentes presionadas
juntas, resbaladizas por el sudor. Su mirada nunca dejó la mía y ese primer
momento, en el que por primera vez sentí sus manos sobre mí de esa manera,
cuando él agarró mi longitud con sus fuertes manos, era algo que nunca voy a
olvidar. No era sólo porque tenía la mano de un hombre en mi polla. Sino porque fue
el momento del mayor susto de mi vida.
T.J. Klune John & Jackie

No, lo único que importaba era que John tenía la polla entre mis muslos, su
espalda se dobló cuando encontré uno de sus pezones y lo retorcí, sus párpados
aleteando. Fue John quien utilizó la uña de su pulgar para raspar la punta de mi
pene. No sabía si fue queriendo o por accidente, solo sé que me sentí como un
manojo de cables con corriente y cualquier lugar en el que me tocaba era como un
shock.

Y cuando John cedió a su verdadera naturaleza, gruñó, —Me retracto.


Nunca dejaré a nadie tocarte de nuevo o te voy a matar, lo juro por Dios Jackie, lo
juro por Dios, —sabía que este era el camino que debíamos tomar.

Algunos no lo entenderían y otros no estarán de acuerdo con él, pero si así


era como John necesitaba que fueran las cosas y yo podía así estar con John, no
había duda de lo que yo elegiría.

No teníamos nada para humedecernos entonces, pero no importaba. Una vez


que sus pantalones estuvieron alrededor de sus tobillos y el mío se había ido,
escupió en su mano y se frotó hacia arriba, apretándose contra mi culo y
quemándome. Grité porque se sentía como si me fuera a partir por la mitad y él
vaciló. Vaciló y se detuvo hasta que enganché mis tobillos alrededor de su cintura,
tiré de él hacia mí y lloré en contra de su cuello, mordiendo su piel y tirando de su
cabello. Era doloroso y me sentí como si me estuviera desgarrando, pero en el
fondo, debajo de las olas que nos bañaban, podía sentir su corazón golpear contra
mi pecho elevándose por encima y desvaneciendo el dolor. Se disipó hasta que no
hubo nada, hasta que no quedó nada más que él y yo, y le oí susurrar en mi oído que
me quería, que siempre me había amado, desde el primer día. En el momento en que
me vio, supo que siempre iba a ser suyo y que nada de lo demás importaría, porque
si yo estaba a su lado, podía manejarlo todo, no importaba lo que lanzaran contra él.

Me corrí en primer lugar, con mi orgasmo tomándome por sorpresa saliendo


a borbotones entre nosotros, recubriendo los estómagos. Él giró la cadera antes de
gritar y yo me sentí lleno de un calor húmedo mientras empujaba una y otra vez. Él
se derrumbó encima de mí momentos después con su aliento caliente y duro en mi
oído y se puso a temblar, lo sabía porque podía sentir como su piel estaba vibrando.
Envolví mis brazos alrededor de él y lo abracé con fuerza, no queriendo soltarle,
porque no quería que ésta conexión se rompiera.

Sus labios se encontraron a la vez con mi cuello y él colocó suaves besos por
la pendiente hasta que llegó a mi mandíbula y mis labios. Sus manos fueron a mi
cara, frotándose contra mis mejillas, tocándome ligeramente los párpados, como si
los estuviera tratando de memorizar, como si me estuviera viendo por primera vez
y realmente me viera. Miré hacia arriba a él y sus ojos estaban muy abiertos, pero
no había miedo. No había ninguna duda. Había una maravillosa timidez, una diversión
con aire de satisfacción. Éxtasis. Resplandor.
T.J. Klune John & Jackie

Y tuve que decírselo. Él tenía que saberlo.

—Nadie más, —le susurré.

Él me tocó la mejilla y su pulgar rozó mi nariz.

—Nunca habrá nadie más, John. Te lo prometo. Sólo serás tú. —Sabía que
era cierto, yo solo sabía que era verdad y malditos fueran el resto. Maldita sea
cualquier otra cosa que pudiera venir. No me importaba.

—¿Estás seguro, Jackie?, —Me preguntó en voz baja mientras movía sus
caderas un poco hacia atrás, retirándose de mi cuerpo. Él empujó de nuevo hacia
delante y descansó contra mí. —¿Esto es lo que quieres?

—Sí.

—No puedo... —Se detuvo.

Le di un beso ligero. —¿Qué?

—No puedo prometerte que vaya a ser fácil, —dijo, apartando la mirada. —
No puedo prometer que no haya que luchar de nuevo. Soy un bastardo Jackie, ya lo
sabes. Tengo un temperamento que no sé si puedo controlar a veces y eso me
asusta.

—Lo sé, —le dije. Y lo sabía, pero él no me asustaba. —¿Y si alguna vez
intentas levantarme el puño, John Kemp? Debes saber que voy a defenderme de
nuevo.

Una sonrisa curvó sus labios antes de fruncir el ceño. —Los demás nos
pueden odiar si se enteran.

—No lo harán. No, a menos que se lo digamos.

—Tus padres esperarán que te cases.

—No lo haré. No me importa. Tengo dieciocho años igual que tú. Es mi vida
ahora. Es nuestra vida.

—Dirán que…

—¡John! —Tenía suficiente. No había más dudas. Agarré su cara y lo obligué


a mirarme. Estábamos tan cerca que nuestras narices se tocaban. —¿Tú me
quieres?
T.J. Klune John & Jackie

—Con todo mi corazón, Jackie, —susurró. —Nunca ha habido nadie que yo


haya querido tanto como a ti.

Él intentó apartar la mirada, pero no se lo permití, porque sabía que había


algo más que no estaba diciendo.

—¿Pero?, —Le pregunté, temiendo cuales serían sus siguientes palabras.

—¿Pero crees que voy a ser suficiente para ti?, —Preguntó con una lágrima
que caía de su rostro al mío. —No podría soportar que no lo fuera. No quiero que
me odies algún día. ¿Qué pasa si yo no soy suficiente?

De alguna manera, me reí. —Miserable bastardo, —dije mientras sus ojos se


estrechaban de nuevo. —¿No te ves? Tú siempre serás suficiente. —Y yo lo sabía
ahora. Odiaba que hubiera sido una lección que tenía que aprender pero lo sabía
ahora. No había ninguna duda.

—Pero en cuanto a…

—John.

—¿Sí?

—Ésta noche y siempre.

—¿Qué quieres decir, Jackie? — me miró desgarradoramente esperanzador,


como si todo lo que quisiera estuviera justo en frente de él y pudiera tomarlo si
sólo se estiraba para alcanzarlo. —¿Estás seguro?

Nunca había estado más seguro de nada en mi vida y así se lo dije.

Y allí, junto al lago, bajo las estrellas del cielo, John Kemp me besó
profundamente con una promesa hecha, una que tenía la intención de mantener por
el resto de mis días....
T.J. Klune John & Jackie

No me dejes, por favor

—Y lo hiciste, — me susurra ahora. —Lo hiciste cada día.

—Lo intenté, —digo, estirándome hasta pasar los dedos a lo largo de su


frente. El cierra los ojos y emite un pequeño sonido desde la parte posterior de su
garganta mientras se presiona contra mi tacto. —Dios sabe que lo hice.

—Lo sé, Jackie.

—¿John?

—¿Sí?

—¿Todavía lo haces? ¿Con todo el corazón?

—Sí, con todo mi corazón.

—Yo también.

Él se ve feliz.

Comenzó a tirar de mi mano, pero me congelé cuando vi que no tenía color al


cubrirle la luz solar. Miro hacia arriba a la pared y veo el sol que se ha extendido
en lo alto, como siempre lo hace cuando se aproxima el anochecer. Me pongo a
temblar, preguntándome si de alguna manera puedo evitar que lo vea , protegerlo
de ver lo cerca que está, de que casi es la hora.

No estoy listo. No puede ser ahora.

Todavía necesito días, semanas, meses y años para todo lo que tengo que
decirle. Es demasiado pronto.

No hay suficiente tiempo. Nunca habrá tiempo suficiente. No es justo. No


merezco esto. Él no se merece esto. ¿Cómo puede terminar de esta manera y..?
T.J. Klune John & Jackie

—Jackie, —suspira. —Lo sé.

Y lo sabe, porque él me está mirando con esos ojos perspicaces. Una cosa
que he aprendido acerca de mi vida con John es que no hay nada que haya sido
capaz de esconder de él. Es uno de los secretos de las parejas de mucho tiempo,
son capaces de leer pequeños tics de cada uno, lo que dicen, todos sus movimientos
y sus pensamientos.

Incluso si no se extendía por mi rostro, sabría lo que estaba pensando


porque me conoce.

Niego con la cabeza violentamente, empezando a perder el control. Me dije


que no lo haría, pero no puedo detenerlo.

—¡Tal vez podamos probar más radioterapia o cirugía de nuevo! ¡No sabemos
lo que puede pasar mañana! Podrían llegar a algún procedimiento que no hemos
pensado todavía. Es…

—No va a ayudar, —dice. —sabe que es demasiado tarde Jackie.

—No puede ser, —digo débilmente, con lágrimas en los ojos. —No puede ser
demasiado tarde. No he terminado contigo todavía. Nunca podre haber terminado
contigo. ¿No ves que te necesito?

Él agarra mi mano con fuerza. —En este momento, —dice, —Yo te necesito
más.

Dejo caer mi cabeza. La dejo caer porque no puedo sostenerla más, porque
mi mejor amigo de los últimos setenta y un años es el adecuado. Tal vez me permita
ser egoísta. Tal vez me permita romperme, pero es hipócrita. No se trata de mí. Es
acerca de este hombre, mi John y lo que yo le he prometido. Mi sufrimiento no es
nada comparado con el suyo y me hizo prometer que si podía hacer algo para
aliviarle, lo haría.

Y lo haré. Todo lo que John quiso siempre era yo y él me necesitaba ahora.

Asiento con la cabeza fuertemente y de pie lentamente, con cuidado,


comienzo a alejarme. No entiendo porque él no deja ir mi mano. Su agarre es más
fuerte de lo que ha sido durante meses. Es todo hueso y tendones, pero sigue
siendo familiar, un toque natural para mí. Entonces, ¿por qué se siente mucho más?

—Jackie, —dice.

Yo no lo miro.

—Para, —me regaña suavemente.


T.J. Klune John & Jackie

Esnifo y froto mi mano libre sobre mis ojos.

—Me gustaría..., —dice.

—¿Qué? —Digo rápidamente, preguntándome lo que desea ahora, y si se


trata de algo que pueda hacer ciertamente lo haré. Haré lo que sea.

—Me gustaría que me miraras.

Oh. Eso.

—Jackie, —dice, con su voz más profunda y más fuerte. Si cierro los ojos,
puedo fingir que todo ha vuelto a ser de la forma en la que solía ser. Que su voz no
está agrietada con la edad porque somos dos hombres jóvenes de nuevo. Que
tenemos toda nuestra vida en frente de nosotros e incluso con ese tiempo que
nunca nos hemos concedido. Nos gustaría vivir cada momento como si fuera el
último. Nos gustaría besamos como si nunca lo fuéramos a hacer de nuevo. Y cuando
nos viéramos al final del día, nos gustaría pretender que no nos hemos visto en
años. Pero no puedo cerrar los ojos. No puedo pretender eso. Mi marido ha deseado
algo, y se lo daré.

Lo miro, aunque está borroso a través de mis lágrimas.

—¿Me das un beso?, —Dice esperanzado. —¿Por favor?

Oh, John. Mi corazón.

Me inclino de nuevo hacia él con mi mano todavía en la suya y empujo la


máscara de oxígeno fuera del camino con cuidado y me inclino para presionar mis
labios con los suyos. El beso es medicinal y fuerte. El beso sabe a enfermedad,
igual que la enfermedad que se lo está comiendo desde adentro hacia afuera. Pero
debajo de ese horror, por debajo de la crudeza de todo esto, está John.

No es él, no sabe como siempre lo ha hecho, como la primera vez que


presione mis labios contra los suyos en el orillas del lago hace tantos y tantos años.
Gravo el sentimiento de mis… nuestros… labios apretados, frotando nuestras
mejillas juntas. Pero tengo que parar una vez que empieza a luchar por respirar.

Me aparto, pero por muy poco y deslizo la máscara de oxígeno en su lugar.


Pero no lo dejo. No todavía. Presiono mi frente en la suya y le observo.
Memorizando todo lo que pueda, cada defecto, cada arruga y cada punto. La cara
que adoro, encogida y demacrada. Esos ojos que me aman, brillantes y conscientes.
Creo que está haciendo lo mismo, porque no mira hacia otro lado.

—Tú y yo, —susurra. —Por siempre.


T.J. Klune John & Jackie

—Siempre, —Me ahogo. Porque somos él y yo.

—¿Vamos fuera?

—¿Al porche?

—Sí. —Me aparto, metiendo las mantas a su alrededor para que no vaya a
sentir frío. Me doy palmaditas en el bolsillo del abrigo para estar seguro de que
tengo lo que necesito. Me traslado a la parte delantera de la cabaña y abro la
puerta. El aire frío es nítido y limpio. El sol se está acercando lentamente al
horizonte. Quiero tratar de correr hacia la puerta y no mirar hacia atrás nunca,
pero no lo hago.

Me vuelvo hacia mi marido y su mirada me sigue con cada paso que doy, como
si estuviera tratando de grabar en su memoria cada momento. Sé esto, porque
estoy haciendo lo mismo con él. Lo toco cuando llego a la cama, mis dedos contra su
brazo como algo fugaz. Bajo el soporte IV adjunto a la cama, así podemos acceder
desde la puerta. Consigo desbloquear las ruedas de la cama y de pie detrás de él
empiezo a empujar, haciéndola rodar hacia la puerta abierta.

Cada paso es como escalar una montaña. Cada paso es un infierno. Cada paso
es el dolor, la tortura y la pena, todo en uno. Muerdo un sollozo que amenaza con
desbordarse mientras doy otro paso. Agarrándome a los bordes de la cama
mientras tomo otro paso. Casi lloro cuando llegamos a la puerta. Quiero gritar
cuando lo empujo hacia el exterior en la penumbra de la tarde.

El bosque se extiende ante nosotros, que rodea nuestra cabaña, donde el sol
brilla en verano y cae la nieve en invierno. Hay un jardín a un lado, con las
zanahorias y el repollo. Un manzano en el que crecen Granny Smith. Hay flores
fragantes y árboles verdes. La ciudad más cercana está a millas de distancia y
estamos sólo él y yo aquí, en este lugar, igual que lo había imaginado ese día por el
lago.

Se había construido este lugar para mí, como un hogar lejos de mi hogar,
hasta que finalmente se convirtió en nuestro hogar algunos años después.

Cuando bloqueo las ruedas en la cama y camino a su lado otra vez, sus ojos
están muy abiertos mientras observa la extensión de bosque abriéndose ante él,
enmarcando el sol cerca de los picos de las montañas en la distancia. En algún lugar,
un pájaro canta con un sonido largo y triste que me recuerda al dolor. Él lo escucha
y aletea los párpados cerrándolos. Él llega, se quita la máscara de oxígeno y la deja
caer a su lado.

Toma de una respiración profunda de este lugar, nuestro hogar y luego


suspira.
T.J. Klune John & Jackie

—Jackie.

—¿Sí? —No puedo evitarlo cuando mi voz se quiebra.

—¿Mi anillo?

Asiento con la cabeza.

—¿Puedo usarlo?

—Sí, John.

Meto la mano en el bolsillo del abrigo y mi mano golpea a través de la aguja


hipodérmica enfundada antes de que mis dedos encuentren el anillo de oro en el
fondo del bolsillo. Tiro de él hacia fuera y trato de alcanzar su mano, igual que lo
hice hace años, cuando nos encontrábamos en este lugar y empujé el anillo en su
dedo por primera vez. Le queda suelto ahora, muy suelto, dada la cantidad de peso
que ha perdido en el último año. Pero lo deslizaré en el dedo de todos modos y
luego agarrare su mano con su anillo presionado contra el mío.

—Si quiero, —dice y me doy cuenta de que ha hecho una broma tan pronto
como el atisbo sorprendido de la risa sale de mí. Ésta se transforma rápidamente
en algo más y antes de saberlo, estoy sollozando contra su mano, agarrándole,
rogándole que no se vaya, rogándole que se quede conmigo, simplemente quedarse
conmigo por siempre. No sé qué voy a hacer sin ti, le digo. No sé cómo voy a seguir
adelante. No sé cómo puedo vivir cuando la mitad de mí ya no estará aquí. Así que
por favor. No me dejes por favor. Por favor, no le dejes ir.

Con el tiempo me calmo. Él frota su cabeza en la otra mano mientras


murmurando en voz baja para mí, palabras para relajarme, para calmarme. La
tormenta está pasando y deja a su paso un camino de destrucción tan amplio que
todo lo que puedo hacer es mirarle a él con asombro.

—¿Te tiendes conmigo, Jackie?, —Me pregunta. —Necesito sentirte a mi


lado.

Esnifo otra vez y asiento con la cabeza, frotando mi frente contra su mano.
Quiero decirle “Acabo de situar tu cama” a pesar de que él sabe lo que realmente
quiero decir. La puesta de sol está aquí.

—Claro, Jackie. Puedo esperar. —Toma una respiración profunda y deja


escapar el aire lentamente.

Me pongo de pie, dejando ir su mano y paso a la parte trasera de la cama.


Creo que voy a dudar. Creo que hay incluso una oportunidad de que me niegue, pero
la mano está de nuevo en el bolsillo de la chaqueta y tiro de la hipodérmica. Le
T.J. Klune John & Jackie

quito la tapa, debo separar la VI. Aquí. En este momento. Aquí es donde voy a
dudar, aquí es donde voy a rogarle.

Aquí es donde todo esto se vendrá abajo y voy a decirle que no puede irse
nunca, que no voy a permitirlo, que sólo tendrá que sufrir una y otra vez porque soy
un bastardo egoísta que no puede dejarlo ir nunca.

Son estos pensamientos que tengo cuando inyecto la solución concentrada


de pentobarbital en la vía VI que desemboca en la muñeca… que en breve le
instigará al colapso de la respiración completamente. Se supone que debe ser
pacífico. Se supone que debe ser amable. Se supone que debe ser…

Lo he hecho antes darme cuenta de lo que estoy haciendo.

Está terminado.

El momento ha pasado.

No puedo cogerlo de nuevo.

Sujeto la aguja y la pongo de nuevo en el bolsillo.

Rodeo la cama y suelto uno de los carriles que están a lo largo del lateral. Él
se engancha un pie sobre el carril al bajar, me subo a su lado e inmediatamente
envuelve sus brazos alrededor de mí mientras me hundo en él, contra su hundido
pecho. Él está cálido, pero en los huesos. Demasiado delgado. Demasiado frágil.
Demasiado pequeño.

Pero aun puedo sentir su fuerza sobre mí, e incluso con lo mucho que ha
perdido, todavía está ese chico allí, el que tiene esa chispa traviesa en sus ojos.
Todavía está aquel hombre allí, el que me podía contener cuando mi cuerpo se
sacudía con la fuerza de su pasión. Tantos recuerdos tratan de inundar su camino y
es casi difícil concentrarse, así que los empujo a todos lejos y espero. Hay todavía
algún tiempo. Presiono la oreja contra su pecho y escucho el sonido de su corazón.

—Jackie, —dice, como sabía que lo haría. —¿Te acuerdas de cuando llegamos
aquí por primera vez?

Lo recuerdo. Trato de hablar, pero no puedo y asiento con la cabeza.

—Tenía tanto miedo, —dice. —¿sabías que estaba asustado? —Sus palabras
están empezando a molestarle.

Encuentro mi voz. —Sí. Yo también lo estaba. —Y yo tengo un miedo mortal.

—¿De mí?
T.J. Klune John & Jackie

—No. Nunca de ti. De lo que se podía decir.

—Dime,—dice en voz baja, como si estuviera desapareciendo.

Y aquí, cuando los rayos del sol y la luz se atenúan, lo hago.

Por él, lo hago.


T.J. Klune John & Jackie

Todo Lo Que Siempre Quise Que Fueras

Mi boca estaba seca cuando le pregunté nuevamente, —¿Dónde vamos?

Esbozó esa pequeña sonrisa y me miró por el rabillo del ojo, tratando de
prestar atención mientras conducía. Habíamos estado viajando durante un rato y el
camino era cuesta arriba, más metido en el bosque, los árboles eran más altos y
bloqueaban el sol brillante del verano. Las sombras cruzaban la carretera de dos
carriles frente a nosotros, pero en vez de ser amenazadoras, era casi acogedor. Se
sentía como una especie de regreso a casa, a pesar de que estábamos lejos de la
pequeña ciudad donde habíamos crecido. Oregón era un lugar muy diferente de
donde veníamos. Era difícil creer que habían pasado doce años desde que lo
habíamos dejado, doce años desde que nos graduamos en la escuela secundaria y
partí en mi viejo coche y nunca miré hacia atrás.

John había venido conmigo cuando había ido a la Universidad de Oregón.


Nos habíamos alojado en un apartamento cutre en Eugene, yo yendo a la escuela
durante el día y trabajando como cocinero en una cafetería por la noche. John
había conseguido un contrato en un taller trabajando como mecánico y tenía una
aptitud natural para todo lo relacionado con los coches.

Estábamos juntos, éramos felices, pero los primeros cuatro años fueron
irregulares, a pesar de todo. Siempre estábamos cansados, siempre rotos. Nos
peleábamos a menudo por pequeñas cosas que no tenían consecuencias. Pero nunca
tuve miedo de que John me dejase y yo dejarle a él. Cada noche,
independientemente de cómo de enfadados estuviéramos cualquiera de nosotros,
dejábamos fuera de la habitación nuestros argumentos cuando nos íbamos a la
cama y nos acurrucábamos uno con el otro, haciendo el amor más a menudo que no.
Nunca cuestioné su devoción por mí y me aseguré de hacer lo posible para que él
nunca tuviera dudas acerca de mí.

De alguna manera, sobrevivimos y las cosas comenzaron a ponerse en su


lugar. Me gradué con mi MBA2. Artie, el dueño del garaje donde trabajaba John,
comenzó no-muy-sutilmente a hacer alusión a su deseo de retirarse durante la

2
Master en Administración de Negocios.
T.J. Klune John & Jackie

cena en nuestra casa una noche, que terminó con nosotros bebiendo demasiado
vino. John y yo despertamos con una resaca y un plan para comprar el garaje de
Artie y hacerlo nuestro. John sería el supervisor mecánico y remodelaría el
aspecto del mismo. Yo me ocuparía de los libros y las finanzas. Daba miedo esa
decisión, pero lo hicimos funcionar. De alguna manera, lo hicimos funcionar.

Fue por eso que me sorprendió cuando John me dijo que nos tomábamos el
día libre. Que tenía algo que enseñarme. Estábamos cerca de la apertura de un
tercer garaje y había todavía mucho por hacer. No sabía lo que quería ver.
Nuestros trigésimos cumpleaños habían pasado recientemente, así que no creía que
tuviera que ver con los regalos. Era posible que quisiera encontrar un lugar para
otro garaje, pero generalmente era un poco más evidente.

Probablemente no ayudaba que yo fuera un manojo de nervios, mientras


todavía estaba tratando de encontrar la forma de darle el verdadero regalo de
cumpleaños que había comprado para él, uno que en realidad no le había dado.
Llevaba la cajita conmigo a todas partes, seguro de que en algún momento iba a
sentir que era el correcto y a pesar de que no sería legal, sabíamos lo que eso
significaba.

Si sólo pudiera conseguir que las palabras salieran.

—Estamos casi allí, —dijo mientras alzaba su mano y apretaba mi muslo.


Capturé su mano con la mía y entrelacé los dedos, una acción tan inconsciente
como respirar para mí. Él sonrió otra vez y no dijo nada más.

Habíamos conducido una hora y media desde casa, pasando por la pequeña
ciudad de Roseland antes de meternos más profundo en el bosque por la Carretera
del Viejo Bosque. Pasaron otros veinte minutos antes de que torciésemos hacia un
viejo camino de tierra que serpenteaba más lejos en el bosque hasta que la
carretera llegó a su fin en una especie de claro, los árboles alrededor. Apagó el
coche mientras yo miraba por el parabrisas.

—¿Qué es este lugar? —Pregunté curiosamente.

—Vamos. Te lo voy a enseñar.

Me llevó alrededor de la parte delantera del coche y en esa dulce luz de sol
de verano se paró detrás de mí, amoldando su cuerpo a mi espalda, envolviendo sus
brazos alrededor de mi cuello, moviendo sus dedos contra mi pecho. Miré hacia
atrás y besó mi frente. Sus ojos brillaban, pero pude ver la inclinación nerviosa de
su cabeza, las pequeñas líneas en su frente. Sus brazos estaban tensos a mi
alrededor.

—Está bien, —dije,— desembucha, Kemp, ¿qué está pasando?


T.J. Klune John & Jackie

Me dio la vuelta en sus brazos y subió sus manos para acunar mi cara. —
¿Sabes que te amo, verdad?

Puse los ojos en blanco. —Bastante seguro por ahora, estás pegado a mí. —
La cajita en el bolsillo se sentía como si fuera fuego.

—Sí Jackie, lo sé. —Hizo una pausa y se mordió su labio inferior, evitando mi
mirada.

—¿John?

—¿Si?

—¿Qué hiciste? —Estreché los ojos y fruncí el ceño.

Por una de las pocas veces en su vida, John se ruborizó y supe que tenía que
ser algo grande. John Kemp no se pone nervioso. John Kemp no se ruboriza. Mi
estómago se dio la vuelta.

—¿Te gusta esto? —preguntó, todavía no me miraba. Agitó sus brazos,


apuntando a todo nuestro entorno.

—¿Los bosques? Sin duda, sabes que me gusta este tipo de cosas. La ciudad
no es del todo mala, pero es bueno salir y escuchar mis pensamientos de vez en
cuando.

Él suspiró. —Por lo que sería aceptable entonces, si yo...

—¿Si tú qué?

Me malinterpretó y se ruborizó otra vez. —Si nosotros...

Agarré su cara y lo obligué a mirarme. —Dilo.

—Compré este lugar, —dijo rápidamente.— Ésta tierra, es nuestra.

No era lo que estaba esperando. —¿Qué hiciste qué? —Di un paso atrás.

Levantó su mano y empezó a morderse la uña del pulgar, agitando su otra


mano alrededor mientras hablaba apurado. —He estado buscando durante un
tiempo, para encontrar un lugar lejos de todo lo demás. Quería sorprenderte
porque quería hacerte una casa Jackie, sé que tenemos nuestra casa y las tiendas,
pero yo quería hacer otro lugar que fuera solo para ti y para mí y nadie más. Iba a
esperar a que todo estuviera hecho, pero ibas a notar que el dinero venía aquí y no
me gustaba mucho la idea de que pensases que tenía otra cosa en marcha en otro
sitio, era como estar engañándote. No es así. Sólo quería hacer este lugar para ti.
T.J. Klune John & Jackie

Para mí. Para nosotros. Sé que es grande, el Señor sabe que lo sé y tal vez debería
haber hablado contigo primero. Yo solo... Yo quería que fuera una sorpresa.

Sorprendido, le pregunté, —¿cuánto?

—Cuarenta acres o así. —Miró hacia los árboles.

—¿Y nos podemos permitir esto? John, ¡estamos abriendo otra tienda!

—He estado ahorrando durante un tiempo Jackie. Nada viene de la tienda.


Son mis propios fondos. Déjalo a un lado por ahora.

Di un paso hacia él. —¿Estás escondiéndome algo más, John Kemp? —Salió
como un gruñido.

—No, ¡te lo juro! Esto... esto es todo.

—¿Y quieres construir una casa aquí?

Él meneó la cabeza.

Estaba confundido. ¿Qué no? ¿Qué, entonces? ¿Dónde estamos...? ─Un


escalofrío pasó a través de mí y sentí lágrimas asomando a mis ojos. —Oh, John. —
Mi voz se quebró. Me acordé.

—¿Jackie? —Parecía preocupado y puso una mano sobre mi hombro.

—La cabaña, —susurré.— Ese día, por el lago, la primera vez que nos
besamos, dijiste que querías construir una cabaña solo para mí y para ti, y...

Sus ojos se suavizaron y el nerviosismo que había estado allí desde que nos
habíamos metido en el coche desapareció. Me atrajo a sus brazos otra vez y me
besó dulcemente. —La cabaña, —se hizo eco.

—¿Hiciste esto para mí?

Se encogió de hombros. —Para mí también. Para nosotros. —Sonrió


tristemente.— Eso es un poco mentira supongo. Sí, Jackie. Para ti, lo hice para ti.
—¿Está bien? —miró preocupado otra vez.

—Sí, —le dije más o menos.— Está bien. —Porque lo estaba.— Enséñamelo.

Y lo hizo. Me enseñó donde estaría la cabaña, cómo la había diseñado, con un


porche donde nos podríamos sentar durante el verano, una chimenea que nos
mantendría calientes cuando la nieve cayera en el invierno. Me enseñó donde iría el
jardín para mis zanahorias y repollos. Donde estaría el manzano, sus ramas
T.J. Klune John & Jackie

cargadas con Granny Smiths. Me enseñó cómo no estábamos tan lejos de Roseland
aunque estaríamos apartados, lo suficiente para parecer como que estábamos solo
él y yo. Mantendríamos la casa en Eugene, dijo, al menos por ahora. Tal vez, algún
día, más adelante, podríamos vivir en la cabaña para bien y estar solos, de la
manera que siempre habíamos querido estar. —Eres mi Jackie, —me dijo, —todo lo
que siempre quise que fueras.

Estaba mirando el bosque cuando dijo esto, mi espalda hacia él, sólo a unos
pocos pies de distancia. Tomé una respiración profunda y me di cuenta de que este
era el momento que necesitaba. Esto era lo que estaba esperando. Alcancé mi
bolsillo y cerré mi mano alrededor de la pequeña caja y sabía lo que significaba. Yo
ya me había dado para siempre, y él se había dado a mí. Sería bueno tener un
símbolo para recordarnos el día de hoy.

Sin permitirme pensar mucho sobre ello, saqué la caja de mi bolsillo. —John,
—dije.

—¿Jackie?

Cerré los ojos y me volví, me hinqué sobre una rodilla y tendí la caja delante
de mí, abriéndola para que pudiera ver. Me sentí tonto y mi cara estaba en llamas.
Era casi imposible decir las palabras que había planeado decir, pero de alguna
manera vinieron y estando seguro que sonaba vacilante y soso, quería decir todo lo
que dije. —John Kemp, eres mi vida, eres todo para mí. Sin ti, yo no tengo una vida,
no tengo un hogar, no tengo una familia. No puedo decir que lo supe en el primer día
que te conocí, pero en los días que siguieron, estaba seguro de que te quería a mi
lado para siempre. Hemos estado juntos durante mucho tiempo y no planeo ir a
ningún otro lugar. Sé que no puede ser real, que no podemos ir a la iglesia y
casarnos como otras personas, pero sé que no es importante. Todo lo que importa
es lo que está en nuestros corazones y sé que mi corazón estaría sumamente alegre
si llevases este anillo, si te casaras conmigo. Cada día después de hoy, cada vez que
mires este anillo en tu dedo, sabrás lo que significas para mí. —Tomé una
respiración profunda. — Está bien, es todo lo que quería decir. Eh, puedes decir
algo ahora. Si quieres. —Le echo una mirada.

Me miraba con esos ojos oscuros y esa pequeña sonrisa. —Sí, Jackie. Sí. Sí.

Mis manos temblaban mientras me ponía de pie y sacaba el anillo de la caja.


Se me cayó la caja en el suelo, di un paso adelante y deslicé el anillo en su dedo.
Estaba un poco apretado, pero hicimos que entrase. Una vez puesto me tomó en un
abrazo aplastante. Podía sentir el golpeteo rápido del corazón en su pecho y pensé:
mejor que latas para siempre. Mejor mantente latiendo y latiendo y latiendo. Y si
hay un día en que no puedas latir más, dejaré a mi corazón seguirte en todo lo que
venga.
T.J. Klune John & Jackie

—Vamos a tener que conseguir un anillo ahora, —murmuró en mi oído, —


vamos a tener que encontrar uno perfecto. ¿Llevaras mi anillo también, Jackie?

—Sí. Me gustaría, lo haré.

Me suelta y presiona su frente contra la mía. —¿Un poco como un regalo de


boda, no? ¿Este lugar?

Me río. —Sí, John. Supongo que lo es. Me alegro de haber esperado hasta
ahora.

—Yo también. —Nos miramos un rato el uno al otro y entonces, —Hey,


¿Jackie?

—¿Sí?

—Este lugar va a ser nuestro hogar algún día. ¿Está bien?

—Sí, John. Eso está bien.

—¿Y vamos a ser sólo tú y yo?

Asentí. —Tú y yo. Como siempre hemos querido.

—Bueno, —suspiró.— Verás, Jackie. Voy a hacer de este lugar algo bueno
para ti, lo prometo, ¿está bien? Voy a hacer de esto un lugar del que podrás estar
orgulloso, voy a convertir este lugar en tu hogar. —Y luego tiró de mí hacia él otra
vez y su fuerte corazón latía contra mi oído. Por favor, late siempre.
T.J. Klune John & Jackie

Su Voz

—Y entonces me besaste otra vez, —le digo ahora mientras el sol se pone
por detrás de las montañas, — y luego me hiciste el amor allí, en medio del claro del
bosque y fue el primer día que hicimos de este lugar nuestro hogar. Fue el primer
día que este lugar fue realmente nuestro. Y lo supe entonces John, lo supe como
nunca antes que sería para siempre, que sería por siempre nosotros. Nunca ha
habido nadie antes y nunca habría nadie después de ti. Lo sabía. Eras para mí.

No hay ninguna respuesta.

—¿John?

Mi oído todavía se presiona contra su pecho. Espero a que su corazón


palpite. Espero que lata fuerte y alto. Espero y empiezo a abrazarle en su bata de
hospital y sólo entonces noto que sus brazos han resbalado de su abrazo a mi
alrededor y yacen a su lado y no hay ningún latido, no hay ningún latido en su jodido
corazón y está tranquilo, silencioso, oscuro y frío, le dije que latiera para siempre,
le dije que sería para siempre y me lo prometió, él me lo prometió…

—¿John? —grazné. — ¿Hey, John? ¿Cielo? Contesta. Di algo. Oh, Dios, por
favor. Por favor.

Nada.

Miro para arriba desde donde estaba sobre su pecho. Su cabeza está
apoyada en la almohada, su cara se inclina hacia mí. Su boca ligeramente abierta,
sus ojos están cerrados. No habla. No respira. No se mueve.

—¿John? —alzo la mano y toco su cara. Su piel aún está caliente, y empiezo
a romperme.

Ruego por que sea aún posible que abra sus ojos y me sonría y diga, —Jackie,
te amo, sabes que lo hago, sabes que siempre te he amado y lo siento, lo siento, me
tengo que ir ahora. Siento que estés aquí y yo no estar, pero te prometo que
esperaré por ti. Esperaré por ti lo que sea necesario, vamos a ir juntos, porque no
puedo imaginar otro paso sin ti, no puedo imaginarte no estando a mi lado. No es
correcto tú y yo no estando juntos. Nada acerca de esto está bien, por lo que no
tardes mucho, ¿está bien? No tardes mucho, porque no puedo soportar estar
T.J. Klune John & Jackie

separados.

Dirá todo esto porque no me dijo adiós. No... Dijo... ¡ah, Jesús!. ¡Ah, por
favor!. Por favor no me dejes solo. Me estoy partiendo en dos y mi alma está vacía,
por favor no te vayas.

Por favor.

Espero.

Nada. Nada sucede. John no despierta.

Se ha ido y por primera vez en 71 años, estoy solo.

Cosas que hacer. Planes de puesta en marcha. Sé que tengo que llamar por
teléfono, pero parece que no puedo encontrar la fuerza. En cambio, me acurruco
contra él, poniendo mi cabeza en su pecho callado, tratando de sentir cualquier
calor que me deje por última vez.

Y entonces lloro por mi esposo.

***
Está completamente oscuro cuando me despierto, mi cara se siente dura y rígida y
tengo el pensamiento desesperado de que ya se ha ido y voy a olvidar como sonaba.
Olvidaré el timbre y la cadencia de su voz, olvidaré el ruido bajo que viene de su
pecho cuando él me llama Jackie. Es irracional ese pensamiento, pero es en lo único
que puedo centrarme. Ahora que se ha ido, no recuerdo como suena.

No puedo permitir que eso suceda.

—Despierta, —le murmuro sacudiéndole. Su cabeza rueda hacia adelante y


hacia atrás.— ¡Despierta, John! No puedo olvidar, tienes que despertar. —Suena
loco, lo sé, pero no me importa. Ya no importa. No puedo olvidar y, ¡oh Dios mío!,
¿está empezando ya? ¿Por qué no puedo encontrar su voz en mi cabeza? No puede
estar pasando ya. Por qué no puedo…

El video. Lo grabé hace unas horas. Para enseñárselo a la gente. Para


enseñárselo a todo el mundo.

—Espera, —le digo mientras pongo mis pies en el porche. Mis rodillas duelen
mientras me levanto.

—Simplemente espera, John, te prometo que no olvidaré. Basta un poco de


ayuda, es todo. No voy a olvidar como suenas.
T.J. Klune John & Jackie

No me contesta y me niego a pensar por qué. Todo lo que importa es


escucharle otra vez.

Me lanzo tan rápido como puedo y desbloqueo las ruedas de su cama, tiro
hacia la puerta abierta detrás de él y le meto en la casa. El lado de la cama golpea
la jamba de la puerta arrancando la madera, la reverberación del impacto sacude
mis brazos. Mis dientes están rechinando. Mis brazos están con la piel de gallina.
Estoy tan frío.

Intento tirar de la cama otra vez y se engancha en la puerta, arrancando


madera otra vez y clamo porque está siendo difícil. Se está haciendo mucho más
difícil recordar como suena.

—¡Por favor! Por favor solo ayudarme para que no olvide. ¡Oh, John! Por
favor. Necesito esto. Necesito esto.

Tiro por tercera vez, tan fuerte como puedo, la madera se astilla y la cama
se desliza tan rápido que casi pierdo el equilibrio y caigo al suelo. Me agarro a la
cama y mis dedos tocan el pelo fino de John y es como si me electrificase y tiro de
mi mano, porque no puedo, no hasta que lo escuche, no hasta que me hable.

Tiré y giré la cama hasta que él miraba al televisor colgado en la pared,


coloque los frenos a las ruedas, ahí está, no se moverá, no puede moverse de aquí.
Me dirijo a buscar la cámara y hay un titubeo en mi paso, una opresión en mi pecho
y jadeo en busca de aire. Es como si mi cuerpo sabe algo que no acepto y está
pidiendo a gritos de dolor. Doy un paso de nuevo, el dolor vuelve y pienso John y
pienso por favor y pienso corazón dolorido y roto pero doy un paso y otro y otro. La
cámara está en el cuarto de estar, donde la dejé, donde la puse cuando John
estaba charlando conmigo y estaba respirando, hablando, riendo y amando. ¿Fue
solo unas horas atrás? ¿Por qué no puedo recordar su voz?

Cogí la cámara y me apresuré de vuelta a John. No se ha movido, no es que


yo lo esperase. Intento recordar cómo conectar la cámara a la TV. Nunca he sido
muy bueno en materia técnica, John lo era. Él era el que sabía enchufar estas cosas
y no está aquí ahora, así que lo tengo que hacer. Tengo que solucionarlo.

Encuentro el cable en el cajón debajo de la TV pero no consigo que encaje


bien. No entra y me pregunto si él quedará atrapado en ésta pequeña cámara y no
voy a poder conseguir sacarlo, va a estar atrapado ahí y es mi culpa y…

El cable está al revés, es tan obvio, es tan fácil. No sé por qué no lo veo. Le
doy la vuelta y lo conecto a la cámara, el otro extremo se conecta a la TV. Enciendo
la TV, la pantalla está azul, pulso play en la cámara y no puedo dejar de gritar en
señal de triunfo cuando en la pantalla aparece un vídeo inestable. —¡Lo conseguí,
John! —Cacareo— ¡lo solucioné! ¡No es increíble!
T.J. Klune John & Jackie

Él no responde. Eso está bien sin embargo, porque oiré su voz muy pronto.

Giro y me subo nuevamente en la cama mientras mi video en la TV se mueve


hacia un John que sigue vivo. Me tumbo contra su pecho, pensando que tal vez, sólo
tal vez su corazón latirá nuevamente en mi oído, pero no hay nada. Cojo sus brazos
y tiro de ellos sobre mí así es como que me está abrazando. Los suelto para
sentirme cómodo y caen a sus lados. Les cojo otra vez, empiezo a sudar, ignoro la
rigidez en mi pecho, la forma de que mi bíceps izquierdo hormiguea como si fuera
pinchado por agujas diminutas. Sus brazos comienzan a deslizarse de mi otra vez,
tan solo quiero mantenerlos en su lugar.

Y en el video habla:

—¿Estás grabando Jackie?

—Sí. Eso creo, la luz verde está encendida. ¿Es eso correcto?

—Sí. Ya lo tienes.

—Está bien. ¿John?

—¿Si?

Una voz trémula: —¿podemos... podemos hacer esto?

Una pausa. —Creo que sí Jackie, yo creo que sí.

—Yo... está bien.

—¿Listo?

Un suspiro, —sí.

John aclara su garganta y comienza.

—Mi nombre es John Michael Kemp y tengo mente sana pero no en cuerpo
sano. Señor, ¿no es la verdad? Hace seis meses, me diagnosticaron un cáncer de
próstata. Cuando que fue diagnosticado, ya había progresado a la tercera fase. El
mes pasado, había pasado a la cuarta etapa. Por lo que los médicos nos han dicho,
mi cuerpo está plagado de esto... ésta cosa. Tiene... ¡oh, maldita sea! ¿Cómo es esa
palabra, Jackie? metsa... metsi...

—Metástasis.

—Sí, eso, está con metástasis, fuera de la próstata, al parecer, afectando


otros tejidos. Está en mis huesos, mi hígado, mis pulmones. La radiación no lo toca,
T.J. Klune John & Jackie

no importa cuánto bombean en mí. No hay medicinas que puedan pararlo. Se


esparció a través de mí, no parando pase lo que pase.

—Los doc. nos dijeron que tendría tres o cuatro meses, eso fue hace dos
meses. Nos dijeron que habría dolor, nos contaron que dolería, pensé que no sería
tan malo, no soy un mariquita, eso es seguro. Yo sabía que podía manejarlo, lo sabía.
Tomaría cualquier cosa si significa… si significaba que podía tener más momentos
con... con el hombre que yo... un par de semanas más, o días, horas.

—Pero ellos no sabían. No sabían lo malo que es el dolor. Nadie puede, no a


menos que haya estado donde yo estoy. No parece haber muchos que lo sepan. No
es sólo el dolor; como dije, no soy un mariquita. No. Puedo... puedo sentir ésta cosa
comiéndome desde el interior. Puedo sentir mi cuerpo descomponerse debajo de mí
y con ello hay dolor, pero no es como un golpe en la cara o romperte un brazo. Es
como si tuviera ácido rebosando por mis venas. Me duele respirar, me duele
moverme, duele al ser tocado. Y si hay una cosa que no soporto, es no ser tocado, lo
necesito, le necesito.

—El hombre... el hombre que está grabando esto es mi esposo. Su nombre es


Jackie, mi Jackie, Jack Kemp. Un día, no hace mucho, tomé la decisión de que no
podía vivir así. No podía dejar que me consumiera más de lo que ya estaba. No podía
dejarme ir así. Pero no por el dolor o el cáncer. Por él. Cada momento que desciendo
más, desciende conmigo y no le tiraré hacia abajo, no le arrastraré a las
profundidades conmigo.

—Pensé mucho en qué hacer. El estado de Oregón tiene leyes de suicidio


asistido por médico, pero yo no podía soportar el pensamiento de las manos de un
desconocido en algo como eso. No me quito la idea de que es algo equivocado.

—Así que lo iba a hacer yo mismo. Pero no podría hacerlo hasta no haberlo
hablado con Jackie. Cada decisión importante que he tomado ha sido con él y esto
no sería menos. Ves... Jesús. Lo siento. Normalmente no se me pone un nudo en la
garganta como este, No soy así. No es... tenéis que entender algo. Sobre él y yo.

—Tengo ochenta y tres años, pero sólo recuerdo los últimos 71. Veréis,
cuando tenía doce, conocí a un muchacho de ojos azules y me enamoré. Sólo
recuerdo los últimos 71 años porque antes de ese día nada importa. Nada de lo que
pasó antes se podría comparar a todo lo que vino después. No estaba realmente
vivo hasta que me miró por primera vez. Y, aunque no sabía cómo era posible, sabía
que era mío. Y lo ha sido, cada día lo ha sido.

—La gente todavía dice hoy que dos hombres no pueden amarse como un
hombre y una mujer lo hacen. Que no es correcto y está en contra de Dios y
algunas otras patrañas. Bueno, eso es una chorrada, es una chorrada tan enorme
T.J. Klune John & Jackie

que no puedo soportarlo. Durante las últimas siete décadas, he amado a un hombre
tanto que no podría vivir sin él. Jackie completa mi corazón, hace mi alma completa.
Sin él, no habría ningún yo, no habría sobrevivido este tiempo si no hubiera estado
a mi lado. Por cada persona por ahí que dice que un hombre no puede amar a otro
hombre, sólo sé esto: te equivocas porque yo he amado. Soy amado.

—Le dije... le dije a mi Jackie lo que iba a hacer y fue lo más difícil que he
tenido que decir. No fue muy bien, si soy honesto. Creo que nunca lo he visto tan
loco. Al principio, pensé que estaba histérico conmigo por pensar incluso en hacerlo,
pero resulta que no es así.

—Nosotros no hemos sido realmente religiosos, los padres de Jackie lo eran


y una vez que nos mudamos de allí, no nos mantuvimos al día con Dios, la iglesia y
todo eso. Tal vez deberíamos haberlo hecho, no lo sé, pero Jackie, él... él no me
dejaba hacerlo. No a mí mismo, estaba preocupado por mi alma, supuestamente los
suicidas no van al cielo. No sabemos si hay un cielo, o incluso si eso es cierto, pero
Jackie... no lo permitiría.

—¡Puedes estar seguro de que no lo permitiría!

—Lo sé Jackie, lo sé, cálmate, solo estoy diciendo todo lo que hay que decir.
Traté de disuadirlo, pero cuando se le mete algo en su cabeza, algo que siente hay
que hacer, es mejor que le deje hacerlo porque no habrá ninguna otra manera.
Aprendí eso hace mucho tiempo y ha sido tal como era.

—Así que este video se está haciendo, para que se sepa que lo que estamos
haciendo es lo que quiero. Estamos haciéndolo para que no pensaseis que Jackie es
algún tipo de asesino, no lo es. Él me ama, con todo lo que tiene, siempre lo ha
hecho y por eso va a hacer esto por mí ahora. Va a ayudarme a no lastimarme más.

Nuestra vida no siempre ha sido fácil. Nos tuvimos que ocultar durante
mucho tiempo, las cosas cambiaron y hemos estado casados legalmente durante
veinte años. Pero ha sido mucho más largo que eso. Esto significa mucho más que
eso. Jackie... él es mi... nunca ha habido nadie que no sea él. Nos prometimos cuando
éramos niños y ha sido el camino desde entonces.

Estoy cansado… ahora. El cáncer tiene una manera de alejar todo lo que
tienes. Es despiadado, malo. Duele, sí. Pero lo que duele más es lo enojado que
estoy, me está llevando lejos de él. Que se atreva a intervenir aquí y tratar de
separarnos, porque lo conseguirá finalmente, pero así, al menos, será en nuestros
términos, a nuestra manera. Y sé que estaré esperándole. Pase lo que pase en ésta
vida o la próxima, Jackie me pertenece y nunca nos separarán por mucho tiempo.
¿Me oyes, Jackie? ¿Me entiendes? Eres mío y ni esto o cualquier otra cosa nos
mantendrá separados.
T.J. Klune John & Jackie

—Sí, John, te entiendo.

—Y te amo, sabes eso, ¿no?

—Lo sé. ¿Eso es todo? ¿Es todo lo que quieres decir?

—Sí, Jackie, eso es todo, apaga la cámara y ven aquí, necesito sentir tus
huesos.

El video termina.

La pantalla se vuelve azul.

La cabaña se queda en silencio.

Grito. Allí. En la oscuridad.


T.J. Klune John & Jackie

John y Jackie

—Condado de Douglas oficina del Sheriff, soy Darlene. ¿En qué puedo
servirle?

—Darlene, soy Jack. ¿Jack Kemp?

—¡Jack! ¿Cómo estás, cariño? ¿Cómo están las cosas arriba en la montaña?

—Ah... John... John se ha ido. Él se ha... ido.

—Oh, mi amor. Lo siento. Lo siento tanto.

—Sí. Él necesita... necesito...

—Sé lo que necesitas Jack. No te preocupes por eso. Mandaremos una


ambulancia allí, tardará aproximadamente una hora, ¿vale? Voy a hacer todo lo
necesario.

—Está bien. G-g-gracias.

—Oh, cariño. Por favor no llores.

—No estoy llorando Darlene, sólo estoy teniendo un poco de problemas para
respirar, es todo.

—¿Te sientes bien, Jack? ¡Oh, qué horrible pregunta! Por supuesto que no.
Sólo estoy preocupada, no puedo quedarme sin ambos, mi corazón se rompería aún
más.

—Está bien Darlene, estoy bien.

—Si tú lo dices, espero que me estés contando todo. ¿Por qué no me quedo
en el teléfono contigo hasta que los chicos lleguen allí? ¿Te hago compañía? No me
gusta pensar en ti solo en la cabaña ahora.

—N-no, necesito pasar algún tiempo con él, necesito una oportunidad para
T.J. Klune John & Jackie

decirle adiós.

—Está bien, si estás seguro. Tomate tanto tiempo como necesites. Llama si
me necesitas. Te esperaré aquí al lado del teléfono.

—¿Darlene?

—¿Sí Jack?

—¿Crees... en el cielo?

—Sí, Jack. Y sabes que John está allí, ¿Verdad? Si alguien puede llegar allí,
es él.

—Sí.

—Cuando era una niña, mi mamá me dijo que el cielo es todo lo que queramos
que sea, que es un regalo de Dios para nosotros por haber vivido en este mundo,
nuestra recompensa por todo nuestro sufrimiento, me dijo que antes de ser
bienvenido a casa, recordarás un momento en que estabas más en paz y eso ayudará
a guiarte a tu cielo. Por lo que apuesta que tu John está allí donde él sería más
feliz y sé que él te está esperando. Y el cielo que vas a tener será uno que haréis
juntos. Lo sé Jack. Lo sé con cada fibra de mi ser.

—Me voy, Darlene.

—Está bien, cariño. Nos vemos pronto.

***
Cuelgo el teléfono. De alguna manera, recae en su sitio.

—Tienes que decir adiós, —le digo a la habitación vacía. —Van a estar aquí
pronto John, van a estar aquí pronto para llevarte lejos y tengo que decir adiós y
yo no quiero. John, no quiero decirlo. No en voz alta. En voz alta lo hará real. En voz
alta significa que es cierto. En voz alta es... oh. Por favor. ¿Es esto un sueño?
Quiero que sea un mal sueño. Despiértame por favor. Por favor, despiértame.

Doy un paso hacia él y hay un espasmo en mi brazo izquierdo. Mis dedos


están hormigueando y una gota de sudor corre por la parte trasera de mi cuello. El
oscuro cuarto parece iluminarse un poco con luces de fuera de la casa, pero luego
se vuelve oscuro y todo lo que oigo es el crujido de la casa, el errático latido de mi
corazón.

La pantalla azul todavía está en la TV y puedo ver la silueta de John en la


T.J. Klune John & Jackie

cama. Quiero romperme. Quiero derrumbarme en el suelo y gritar mi furia, mi


indignación, mi dolor. Quiero que todo el mundo pueda oír cómo de perdido estoy,
como creo que nunca estaré bien otra vez.

Pero no lo hago. De alguna manera, no lo hago.

Estos son los últimos momentos que voy a pasar con él solo y tengo que
aprovechar la mayoría de ellos. Tienes que vivir lo mejor que puedas, me había
dicho el día que tomamos ésta decisión. Puede doler Jackie y no parece justo, pero
tienes que prometerme que vas a vivir, no puedes abandonarte, no puedes. No
puedo hacerlo si no sé qué estarás bien.

Sin duda John, le había dicho, voy a estar bien.

Fue la mentira más grande que jamás le dije.

Prométemelo, Jackie. Prométemelo.

Yo....

Jackie.

—Te lo prometo, —susurro en voz alta. —Duele, John. Duele, pero te lo


prometo.

Hago mi camino de regreso a la cama, gateo junto a él y me tumbo a su lado.


Su cara está vuelta hacia la mía, y a pesar de que está oscuro y estamos inundados
en una luz azul, todavía se ve tan guapo. A pesar de que está mayor, todavía puedo
ver al muchacho que conocí hace tantos años, el que agarró mi brazo y me dijo que
me llamaría Jackie porque nadie más lo hacía. El chico que me vio y sabía que
estábamos destinados a estar juntos, aunque yo no lo sabía. Se lo prometí. Ahora
voy a hacer mi mejor esfuerzo, aunque esté roto.

Alzo la mano y toco su mejilla. Su nariz. Su oído. Me inclino y beso sus labios
suavemente. —¿Recuerdas? —le pregunto,— ¿esa vez que cogimos ese apartamento
durante mis vacaciones de primavera?, pediste prestado ese antiguo cacharro de la
tienda, ibas a llevarme a ver el mar porque nunca lo había visto antes y siempre
había querido ir. “te voy a llevar”, dijiste. “Nunca lo has visto y por lo tanto te voy a
llevar porque te voy a dar todo lo que quieras, Jackie”. Así que nos subimos en ese
pequeño cacharro y condujiste al oeste.

—Nos perdimos, sin embargo, ¿verdad? De alguna manera fuimos dando


vueltas. “No debería ser tan difícil encontrar el océano”, dijiste. “Es el maldito
océano”. Recuerdo reírme porque pensé que estabas tan guapo con la cara roja,
mientras rechinabas los dientes. Intentabas no gritarme, pero yo no sabía leer un
T.J. Klune John & Jackie

mapa y terminamos peleándonos. ¿Te acuerdas? Nos dijimos algunas cosas


terribles el uno al otro y odiaba discutir contigo. Lo odiaba.

—Así que me dormí. Me despertaste más tarde y estaba oscuro pero pude
verte s-sonreír-m-m-me. Tu mano estaba en mi pelo y decías que tenía que
despertar, porque tenías algo que ens-s-señarme. Y recuerdo solo mirarte debido a
la forma en que me sonrías y supe entonces que no importaba si l-l-luchábamos. No
importaba si discutíamos. Siempre encontraríamos nuestro camino de regreso el
uno al otro y nada nos separaría.

—“¿Oyes eso, Jackie?” —dijiste. — “Es el océano”.

—Y lo era.

Hago una mueca mientras un dolor agudo va de mi bíceps a mi hombro y se


hunde en mi pecho. Es profundo, doloroso y mi corazón se salta un latido y cierro
los ojos, esperando a que pase. No sé lo que es pero no quiero dejarlo interrumpir
mis últimos momentos con…

Las puñaladas de dolor vuelven otra vez y ¡oh, Jesús, esto duele. Mi mano se
siente como que está zumbando y flexiono los dedos hacia fuera y luego hago un
puño, luego otra vez la flexiono. Las sombras que mis dedos crean sobre la cara de
John son como que negras garras que le están exprimiendo todo y dejo caer mi
mano con un miedo irracional, ignorando el sudor en mi frente y la forma en que mi
corazón ha comenzado a correr.

—T-tú me dijiste que me llevarías a cualquier lugar, que me seguirías a


cualquier parte y que mientras estuviéramos j-j-juntos, nada más importaba. “Haría
cualquier cosa por ti, Jackie”, eso es lo que dijiste. Y te dije lo m-mismo, donde
vayas, voy. No importa qué. No p-p-p-puedo…

Una ola de dolor rueda sobre mí haciendo que mi visión se desenfoque. Mi


pecho está en llamas. Doy un tirón contra John y cae su cabeza en mi hombro y no
puedo ayudar pero me río. Es un sonido bajo, un sonido áspero, es como silbar entre
mis dientes apretados, pero no importa porque solo me río. —¿Tú, John? —grito.—
¿Es esto lo que sucede? Nunca estaremos separados. ¡Eso es lo que dijiste! ¡Dijiste
que nunca estaríamos separados!

Gimo mientras mi corazón se trastabilla en mi pecho y un rugido empieza a


apoderarse de mis oídos y la luz de la TV parece crecer más brillante mientras
aprieto mis ojos cerrados. Sé que debo levantarme. Debo levantarme y llegar hasta
el teléfono. Devolver la llamada a Darlene, decirle que algo está sucediendo. Que
algo no está bien. Creo que estoy teniendo un ataque al corazón. ¿No vence esto
todo? Pienso violentamente. Nunca he tenido ningún problema con mi corazón.
T.J. Klune John & Jackie

Intento moverme, pero la cabeza de John está en mi hombro y el peso es


reconfortante y todo lo que quiero hacer es dormir. Todo lo que quiero hacer es
dormir junto a mi esposo y nunca tener que preocuparme otra vez.

—¡Ah, Cristo! ¡Duele, John! Oh, Dios, duele. —Y mientras el trueno que es mi
latido retumba en mis oídos, parece que no puedo respirar. Intento tomar aire,
pero es como aspirar a través de una pajita y no es suficiente. No es suficiente. Mi
garganta está estrechada, casi como si las garras negras de la cara de John se
hubieran envuelto alrededor de mi cuello y están apretando más y más.

Quiero respirar. Respirar. Inhalar. ¡Hazlo!

Lucho por tomar una respiración y todo lo que puedo recordar es a él. La
sensación de su mano en mi codo cuando me pregunta mi nombre. Sus labios contra
los míos por primera vez. Su cuerpo maltrecho. La mirada de traición en su cara. La
forma en como el anillo se desliza sobre su dedo. Y todo lo demás. Todo acerca de
él. La manera como él sabe. La manera como sonríe. La forma como dice mi nombre.
Su piel contra mis dedos. Su risa. Su ira y su belleza. Las fotografías de nuestra
vida metidas en esas cajas en los almacenes han explotado, y lo único que puedo ver
es a él, estoy sumido en él. Recuerdos juntos de golpe y voces ruedan unos sobre
otros y encajan juntos hasta que lo único que oigo es Jackie, Jackie, Jackie, y es
un canto, una caricia amorosa, un grito de alegría.

Exhalar.

Quema. Todo mi cuerpo se siente como si estuviera ardiendo, y mi cabeza se


balancea hacia atrás, la mejilla de John roza contra la mía.

In... halar...

—John, —susurro mientras arqueo mi espalda, mis músculos tensándose


brutalmente.

Ex.... halar...

El dolor comienza a desaparecer. Puedo sentir su cuerpo junto al mío.

In......

…halar.

Tengo calor. No es... no es como pensaba que sería. No puedo... ¿es esto...?

Pienso, John.

Ex....
T.J. Klune John & Jackie

***
Hubo una vez un tiempo, justo antes de que la cabaña estuviera terminada, cuando
di la vuelta a la esquina de mi jardín y vi a John parado en el medio del patio, los
ojos cerrados, el rostro inclinado hacia arriba hacia el cielo. Tenía una pequeña
sonrisa en su cara mientras tomaba aire profundamente y lo dejaba escapar. En
ese momento, nunca había estado más guapo.

Algo vino sobre mí entonces y no pude evitar correr a su lado, agarrando su


cara en mis manos y besarlo por todo lo que valía la pena. Se rió silenciosamente
contra mis labios y cuando finalmente se apartó, él enganchó una mano en mi cuello
y presionó la frente a la mía. No se dijeron palabras, pero no importaba. Sabía sus
pensamientos porque yo estaba pensando lo mismo.

Para siempre.

***
El sol está en mi cara. Estoy sobré mi espalda, hay césped debajo de mí, una abeja
zumba más allá de mi oído, escucho las olas rompiendo en una playa, no suena como
el océano, es... tal vez, ¿un lago? suena como un lago. Aves en la distancia, una brisa
a través de mi pelo, parece verano, es cálido, parece seguro que nada nunca podría
lastimarme. Se siente como un sueño y no sé si estoy soñando mientras estoy
despierto.

Pasos se aproximan y una sombra cruza por mi cara. Alguien está de pie
encima de mí, bloqueando el sol. Escucho una risa profunda y golpea hasta mis
huesos y quiero abrir los ojos. Quiero abrirlos, pero no puedo correr el riesgo de
que no sea real, que esto sea un sueño y no real.

Entonces la figura sobre mi dice una palabra y solo una palabra y lo dice con
una voz joven, una voz fuerte, una voz que me duele y con esa palabra, las lágrimas
explotan debajo de mis párpados y lloro una canción de pérdida y duelo, de
desamor, de alivio, de tanto maldito alivio que creo que voy a desgarrarme por la
belleza trágica de todo. Y enterrado en ésta canción llega un solo recuerdo que
sube a través de la cacofonía que es mi mente, brillantemente iluminado, como si
fuera una estrella fugaz. Lo sostengo y lo mantengo apretado porque sé que
significa todo. Porque sé que lo es todo.

Sólo seré yo. Sólo yo. Verás. Nadie te llamará como yo lo hago. Nadie nunca
lo hará. Oyes ese nombre y sabrás que estás llegando a mí.

Y por encima de mí, la palabra viene otra vez: "Jackie," dice él.
T.J. Klune John & Jackie

Abro los ojos.

Fin .

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