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El creciente énfasis de los consumidores en los beneficios para la salud de los alimentos
ha mejorado el enfoque de la investigación en los elementos que promueven la salud,
como los probióticos, los prebióticos y los simbióticos. Las cepas bacterianas
probióticas vivas, que se incorporan en varios sistemas alimentarios, deben sobrevivir a
entornos gástricos y de procesamiento desfavorables para conferir las respuestas
fisiológicas deseadas en el intestino humano. Los oligosacáridos no digeribles se
proporcionan como sustratos prebióticos fermentables para modular selectivamente el
equilibrio microbiano intestinal a favor de los lactobacilos y bifidobacterias probióticos,
mejorando así la función metabólica del huésped. La miel contiene oligosacáridos que
pueden ser utilizados por los fermentadores sacarolíticos para producir metabolitos
beneficiosos que promuevan el efecto prebiótico Anand Mohan et al 2017
Propiedades prebióticas
Los prebióticos son ingredientes alimentarios no digeribles con efectos funcionales
sobre el tracto gastrointestinal, que suelen ser compuestos de carbohidratos de cadena
corta, principalmente oligosacáridos. Estimulan el crecimiento de las poblaciones de
bifidobacterias y lactobacilos en el colon, siendo fermentados selectivamente por ellos.
Estos eventos aumentan la producción de ácidos grasos de cadena corta, disminuyen el
pH y reducen la absorción de grasa y la producción de amoníaco, mejorando en
general la salud del huésped.
Los fructooligosacáridos, los galactooligosacáridos y la inulina, que están presentes en
algunos alimentos naturales, son ejemplos de prebióticos, cuyo grado de polimerización
y tipo de oligómero, que difieren de un alimento a otro, son responsables de gran parte
de su eficacia. La miel, que tiene alrededor de 0,75% de fructooligosacáridos en su
constitución, puede actuar como prebiótico. Además, los efectos perjudiciales de las
sales biliares sobre Bifidobacterium spp, un habitante ubicuo del tracto gastrointestinal
humano, pueden ser superados por la acción de los fructooligosacáridos y sus derivados
monoméricos. El efecto prebiótico de la miel se ha observado en varias mieles
monoflorales: agridulce, miel de alfalfa y salvia, miel de melaza, miel de castaño y
acacia, trébol, y eucalipto, cada una con fortalezas altamente dependientes de su origen
floral. Además, algunos autores observaron que la actividad prebiótica de la miel no era
comparable con la demostrada por la inulina o los fructooligosacáridos, siendo
sustancialmente inferior, actuando preferentemente sobre Bifidobacterium, o no. MG
Miguel, MD Antunes, ML Faleiro 2017