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ESCENA I Úrsula Iguaran

(Al escenario entra una mujer con una canasta se ubica en el costado
posterior toma una cebolla cabezona la desmenuza para empezar a picarla)

Úrsula Mayor : la comida es como la vida, la vamos desmenuzando capa por


capa como lo hacemos con esta cebolla ( la levanta con su mano ) luego
finamente la picamos, y para evitar el lagrimeo, como en nuestro andar, usamos
un amuleto como este ( lo levanta con la mano ) pie de ajo y lo colocamos
encima de la mesa, porque lo malo de llorar cuando uno pica cebolla no es el
simple hecho de llorar, si no que uno empieza y ya no puede parar, tal vez porque
las mujeres tenemos un corazón sensible y cuando nacemos somos empujadas
por un torrente de lágrimas que se desbordan por todas las sabanas, las mantas,
las camas, y cuando todo a pasado y el agua por efecto del sol se ha evaporado
recogemos la sal y es con ella en la que cocinamos todos los tormentos que
vivimos en nuestras largas vidas pausa ) Úrsula Iguaran, así me nombro mi
padre al nacer

(Al escenario entra una joven corriendo la sigue un joven)

José Arcadio: Señorita Úrsula quisiera aprovechar la oportunidad para decirle


que estoy profundamente enamorado de usted, sé que esta declaración es
atrevida y precipitada pero es tan difícil acercársele que tome la decisión de
hacerlo esta noche, solo le pido que me diga si puedo aspirar a su amor

Úrsula Mayor: Cuando sentí por primera vez la ardiente mirada de José Arcadio
sobre mis hombros comprendí perfectamente lo que debe sentir una cebolla
cuando entra en contacto con la braza ardiente del aceite, fue tan real la
sensación de calor que me invadía en el vientre, el corazón, las manos, la
garganta y los labios que baje la mirada y trate de huir.

Úrsula joven: No sé qué decirle, deme tiempo para pensarlo….

José Arcadio: No puedo, necesito una respuesta en este momento, el amor no se


piensa, el amor se siente o no siente, yo soy hombre de pocas pero firmes
palabras, le juro que tendrá mi amor por siempre ¿qué hay del suyo, usted tan
bien lo siente por mí?

Úrsula joven: Si (Sale Corriendo)

Úrsula Mayor: Solo las ollas saben los hervores del caldo, pero yo sabía lo que
sucedería si una Iguaran y un Buendía se casaban; recibiríamos la maldición que
nuestros hijos nacieran con cola de cerdo así que decidí ponerme el cinturón de
castidad de mi abuela y permanecer casta.
José Arcadio: (entra enojado) ya vez lo que están diciendo que sigues virgen
aunque estés casada y que tu marido es impotente.

Úrsula joven: Déjalos que hablen y ven a tomar tu café (salen)

Úrsula Mayor: Y claro que hablaron, y las voces se extendieron en los árboles, en
las olas, en los caminos, en las hojas, en las bocas, hasta ese trágico domingo en
que José Arcadio gano una pelea de gallos a Prudencio Aguilar (entra José
arcadio y Prudencio Aguilar)

Prudencio: (furioso exaltado gritando de forma retadora) Te felicito por ganar


este duelo, a ver si ese gallo le hace el favor a tu mujer, impotente

José Arcadio: (Sereno) Tú anda a tu casa y ármate porque te voy a matar (Sale)

Úrsula Mayor: Diez minutos después volvió con la lanza cebada de su abuelo y le
atravesó la garganta; pero yo no sabía lo que pasaría esa noche (entra José
arcadio con Úrsula)

José Arcadio: (A Úrsula joven) quítate eso (le arranca el cinturón de las
manos) si has de parir iguanas criaremos iguanas pero no habrá más muertos
en este pueblo por tu culpa (salen)

Úrsula Mayor: No es preferible acostarse de una vez en la sepultura y que le


echen tierra encima a uno , y preguntarle a Dios, sin miedo, sin vergüenza; si de
verdad cree que la gente está hecha de Hierro para soportar tantas penas y
mortificaciones; y preguntando y preguntando voy atizando mi propia ofuscación,
y siento unos irreprimibles deseos de soltarme y despotricarme como forastera, y
permitirme por fin un instante de rebeldía, el instante tantas veces anhelado y
tantas veces aplazado de meterme la resignación por el fundamento, y cagarme
de una vez en todo, y sacarme del corazón los infinitos montones de malas
palabras que había tenido atragantadas en todo un siglo de conformidad.

Crucificon; (entra apresurada) Señora la necesitan en la puerta

Úrsula mayor: ¿quién?

Crucificon: No se mi señora

Úrsula mayor: (enojada) usted nunca sabe nada Crucificon, recoja esto y
llévelo a la terraza, voy ver quien es (sale)

Crucificon:( grita) Justino, Justino venga y me ayuda

Justino: (entra Justino lentamente) a ver cuál es la neura


Crucificon: cuidado hace algo

Justino: venga arrímese (le levanta la falda) ¿que le paso a la señora?

Crucificon: Yo no sé (juegan rodeando la mesa) quieto Justino

Justino: pero anoche no me decía eso, me decía justi, justi, venga y me ajusticia
(Crucificon y Justino sacan la mesa, salen)

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