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TRATAMIENTOS (Jair)
Los principales tratamientos para los trastornos de ansiedad son psicoterapia
(terapia de conversación), medicamentos o ambos:
Psicoterapia: Puede ayudar a reconocer y cambiar emociones,
pensamientos y conductas preocupantes. Para que sea eficaz, debe
centrarse en sus ansiedades y necesidades específicas. Hay muchos
tipos; Algunos de los tipos utilizados para los trastornos de ansiedad
incluyen:
Terapia cognitivo-conductual: Enseña diferentes formas de pensar y
comportarse. Puede ayudarle a cambiar su forma de reaccionar ante las
cosas que le provocan miedo y ansiedad. Puede incluir terapia de
exposición, la que se enfoca en hacer que usted enfrente sus miedos
para que pueda hacer las cosas que había estado evitando
Terapia de aceptación y compromiso: Puede ayudar con algunos
trastornos de ansiedad. Utiliza estrategias como la atención plena y el
establecimiento de objetivos para reducir el malestar y la ansiedad
Los medicamentos para tratar los trastornos de ansiedad incluyen
medicamentos contra la ansiedad y ciertos antidepresivos. Algunos
tipos de medicamentos pueden funcionar mejor para tipos específicos
de trastornos de ansiedad. Debe comunicarse bien con su profesional
de la salud para identificar qué medicamento es mejor para usted. Es
posible que deba probar más de un medicamento antes de encontrar el
correcto. En cuanto al tratamiento, la mayoría de los autores está
actualmente de acuerdo en que los inhibidores selectivos de la
recaptura de serotonina (ISRS), como la paroxetina y la sertralina,
constituyen el tratamiento de elección; de igual manera son eficaces la
benzodiacepinas de alta potencia como el alprazolam y el clonazepàn
(5).
Estilo de vida y remedios caseros (Nancy)
Mientras que la mayoría de las personas con trastornos de ansiedad necesitan
de la psicoterapia o los medicamentos para controlar la ansiedad, los cambios
en el estilo de vida también pueden marcar la diferencia. Puedes hacer lo
siguiente:
En las Disputas de Tusculan, la serie de cinco libros escritos por Cicerón (106
a.C-43 a.C), escribió que la aflicción (molestia), la preocupación (sollicitudo) y
la ansiedad (angor) se denominan trastornos (aegritudo), debido a la analogía
entre una mente con problemas y un cuerpo enfermo. Además, ofrece una
descripción clínica de los diversos efectos anormales: el angor (ansiedad) se
caracteriza clínicamente como un trastorno “constrictor” u opresivo
(premens); mientras que la molestia (aflicción) se describe como permanente,
y sollicitudo (preocupación) cum cogitatione (como rumiante). Con esta
diferencia es posible que Cicerón hiciese una primitiva distinción (que
posteriormente se atribuiría a los trabajos de Cattell y Schleier) entre dos
maneras diferentes de manifestarse lo que hoy entendemos como ansiedad:
una ansiedad estado, que denomina los momentos puntuales e intensos en los
que se experimenta este tipo de emoción; y una ansiedad rasgo, que hace
referencia a la propensión de cada persona a vivir con ansiedad, de forma más
estable.
Séneca (4 a.C. – 65 d.C.), otro filósofo estoico, enseñó a sus contemporáneos
cómo lograr liberarse de la ansiedad en su libro De tranquillitate animi, en el
que define el estado ideal de “paz mental” (tranquillitas) como una situación
en la que uno no está perturbado (no concuti), y que es equivalente a lo que
los griegos llamaron eutimia (término que actualmente se usa en psiquiatría
para denominar la fase de normalidad situada entre episodios de manía o
depresión en pacientes con trastorno bipolar). Según Séneca, el miedo a la
muerte es el pensamiento principal que nos impide disfrutar de una vida sin
preocupaciones “El que teme a la muerte nunca actuará como lo hace un
hombre vivo“. Este pensamiento anticipa los desarrollos futuros de
Kierkegaard, Heidegger y los filósofos existencialistas sobre la ansiedad
fundamentalmente causada por la comprensión del ser humano de que su
existencia es finita. Según Séneca una forma de escapar de la presión de la
ansiedad es dedicarse a uno atención al presente en lugar de preocuparse por
el futuro, un enfoque que en el momento presente es uno de los objetivos
clave en técnicas como la meditación consciente.
Esta clasificación, tan primitiva con respecto a lo que ahora conocemos, fue la
más común para explicar el funcionamiento del cuerpo humano entre los
médicos europeos del momento hasta la llegada de la medicina moderna a
mediados del siglo XIX. Así, el término de manía aún se manejaba en 1801
cuando Pinel la caracterizaba en su obra Tratado de la alienación mental o la
manía como “una perturbación de todas las facultades, es la locura
propiamente dicha”. En aquellos principios de siglo, la manía o «delirio
general» era una categoría que agrupaba los estados agudos, excitatorios,
eventualmente febriles, incluidos los estados de confusión tóxica o infecciosa
por aquel entonces frecuentes.
Por otro lado, en 1880, el libro del neurólogo americano Beard, “Tratado
práctico del agotamiento nervioso” (neurastenia), introduce una nueva
neurosis atribuida por su autor a lo que hoy se llama el “estrés de la vida
moderna”. El cansancio físico y mental es su principal síntoma, pero va
acompañada de otros muchos, somáticos y físicos, entre los cuales se puede
reconocer fenómenos fóbicos y obsesivos.
A partir de 1962, el psiquiatra americano Donald Klein observó que, entre las
personas con agorafobia los medicamentos psicotrópicos producían acciones
diferentes: Los sedantes eran eficaces en la ansiedad leve permanente, pero
no actuaban sobre las crisis de angustia, y lo contrario se cumplía con ciertos
antidepresivos. De ahí concluyó que las dos variedades de ansiedad eran de
naturaleza diferente, por lo que a partir de ese momento se diferenciaría
ansiedad (anxiety) -caracterizada por la presencia continua de una espera
ansiosa, denominada hoy “trastorno de ansiedad generalizada”- de lo que
terminó designando Klein como “crisis de pánico” (síntoma que en su
momento Freud llamó crisis de angustia) -que se definía por la aparición, con
cierta frecuencia, de crisis de pánico, el “trastorno de pánico” hoy aceptado-.
En 1968 aparece el DSM-II, la segunda versión del Manual diagnóstico,
caracterizando las neurosis de ansiedad como una preocupación ansiosa
exagerada que llega hasta el pánico y va acompañada a menudo por síntomas
somáticos. Recogiendo la distinción de conceptos que fueron elaborando
anteriormente Freud y Klein, reflejaba que la neurosis de ansiedad (al
contrario que la neurosis fóbica) puede producirse en cualquier circunstancia
y no está limitada a situaciones u objetos específicos.