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La convergencia se mide en grados y la medida se realiza desde el punto más adelantado y el más
retrasado de la llanta a la altura del cubo. La diferencia entre las dos medidas determina el valor de
convergencia que indica cuál es, justamente, el tipo de convergencia de nuestras ruedas.
Existe una convergencia abierta o divergencia cuando la parte anterior de la rueda apunta hacia el
exterior del coche y, por lo tanto, nuestro valor de convergencia es negativo. Imagine que está
mirando desde arriba su vehículo y a través de los puntos de relieve de las llantas pasan dos líneas
rectas: en este caso, el punto de intersección entre las dos rectas se encontrará ubicado detrás del
vehículo.
En cambio, existe una convergencia cerrada cuando la parte delantera de la rueda apunta hacia el
eje central y el valor de convergencia es, por lo tanto, positivo. En este caso, imaginando siempre
que observa su coche desde las alturas, el punto de intersección entre los planos longitudinales que
pasan entre las dos ruedas se encuentra delante del vehículo.
Esta regla vale tanto para el tren delantero como para el tren trasero.
Una convergencia incorrecta obliga al conductor a efectuar maniobras correctivas forzadas durante la
conducción que pueden comprometer su seguridad, además del consumo irregular y no homogéneo de los
neumáticos.
El estado de los neumáticos permite reconocer una convergencia incorrecta a simple vista, ya que una parte
de los mismos estará más consumida respecto de la otra. En efecto, al inspeccionar las cubiertas, si estas
se presentan más desgastadas en la parte interna o externa, se trata de un indicio de que se debe realizar
la convergencia en las cuatro ruedas. Por otra parte, un neumático en mal estado implica también un
consumo superior de combustible, un mayor ruido de rodaje y fuertes vibraciones, además de estar más
sometido a vibraciones.
Además del consumo no homogéneo del neumático, es necesario restablecer el ángulo correcto de los
neumáticos cuando el vehículo tiende a girar a la derecha o a la izquierda en una carretera recta o si
después de un viraje el volante no vuelve a auto alinearse lo suficiente.
Desplazándose respecto al alineado original, las cubiertas influyen de manera más o menos negativa en el
rendimiento y en la seguridad de conducción; por lo tanto, la convergencia se debería controlar apenas se
encuentran este tipo de anomalías. Por lo tanto, es muy aconsejable confiar en la profesionalidad de
nuestros Driver Center para realizar la convergencia al coche.
Gracias a la gran profesionalidad y experiencia, pero también a las maquinarias de última generación con
las que están equipados nuestros talleres mecánicos, pueden contar con la mejor asistencia para un
mantenimiento de calidad de su coche o su moto.
Estas nuevas tecnologías permiten obtener de modo automático los ángulos geométricos de las
suspensiones y las cubiertas en poquísimos minutos y corregirlos de manera impecable.
El ordenador comienza controlando las medidas del eje trasero del vehículo verificando los parámetros de
la convergencia, de la comba y del ángulo de empuje. A continuación, se controla el eje delantero
efectuando las medidas de la convergencia, de la comba y de la incidencia. Si las medidas de estos
parámetros se diferencian de los indicados por el fabricante del vehículo, se procede a la regulación del
cabezal de dirección para establecer el valor de la convergencia. Este valor se mide tanto en grados
angulares como en milímetros.
1. Toe es la convergencia que indica si las ruedas están dirigidas hacia el interior o el exterior respecto
al eje longitudinal del vehículo.
2. La incidencia, llamada Caster.
3. La comba, llamada Camber.
Los talleres Driver Center están equipados con tecnologías avanzadas que permiten medir los ángulos
geométricos de las ruedas y de las suspensiones de modo automático y muy rápido.
Por regla general, cuando se efectúa la convergencia, es conveniente equilibrar los neumáticos para
corregir la rotación de las cubiertas hasta que éstas giren de forma regular y homogénea.