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Publicación original: Michael J. Daling y Christopher M. Hays, “The Historical Jesus”, en Christopher M. Hays
y Christopher B. Ansberry, Evangelical Faith and the Challenge of Historical Criticism (Londres/Grand Rapids:
SPCK/Baker, 2013), 158-181.
“¿Y qué de Jesús?” Sospechamos que esta pregunta ha estado carcomiendo los bordes de
muchas mentes a través de este libro. Si los eruditos críticos pueden disputar la historicidad
de otros relatos bíblicos que fuerzan la credulidad moderna, ¿qué les impide socavar a Jesús?
Si permitimos cualquier intrusión histórico-crítica sobre las Escrituras, ¿no asediarán las
Es una preocupación razonable. Puede que los capítulos anteriores de este volumen
suficientemente robusta y dinámica para arrojar cierto grado de disputa sobre los
acontecimientos de la historia sagrada. Sin embargo, es algo muy diferente conducirse con
que jugueteando con el Jesús histórico afectaremos mucho más inmediatamente al resto de la
teología cristiana. Esta sensibilidad podría tentarnos hacia la retirada instintiva de la erudición
histórica de Jesús por completo; hay, después de todo, mucho en juego con Jesús. Sin
embargo, argumentaríamos que, precisamente porque hay tanto en juego con Jesús, los
defensores de la fe cristiana no deben retirarse de la batalla, sino que deben buscar la claridad
sobre el estado del debate crítico y las ramificaciones teológicas de las opiniones académicas.
del estudio bíblico. En aras de la claridad y la brevedad, este capítulo se centrará en cuatro
temas cruciales—los temas de la vida de Jesús que plantean las dificultades más formidables
1
para la investigación histórico-crítica y que son de la mayor importancia para la doctrina
nacimiento virginal y la resurrección. Puesto que sería una tarea de bobos intentar algo
brevemente la gama de opiniones académicas sobre cada tema y luego identificaremos las
formas en que esas conclusiones críticas influencian la doctrina cristiana. Aunque ciertamente
identificaremos diversas perspectivas críticas que son directamente incompatibles con la fe,
como a los no creyentes en los debates de verdadero significado para las creencias de la
Iglesia.
La autorrepresentación de Jesús
Empezaremos con el complicado asunto de cómo Jesús parece haberse presentado al mundo.1
nos es transmitida por el testimonio de aquellos a quienes Jesús afectó durante su vida. Sin
embargo, a la luz de los informes de otros sobre la predicación, las acciones y la ejecución de
no obstante significativa. En esta relación, cuatro temas se discuten rutinariamente: (1) el uso
y (4) la autoconciencia divina. Todas estas cuestiones están relacionadas entre sí, pero en aras
Durante siglos el uso de títulos honoríficos fue una característica destacada del debate
académico.2 Hay un acuerdo a gran escala de que estos títulos, usados por Jesús o no, se
1
Los eruditos a menudo se refieren a la autoconcepción de Jesús, pero el lenguaje de la “autorrepresentación” es
quizás preferible en la medida en que evita los peligros de intentar reconstruir la psicología interior de Jesús.
2
Un número cada vez mayor de eruditos hoy en día consideran que los títulos son menos importantes que las
2
deben leer en el contexto del judaísmo del primer siglo, aunque este acuerdo no ha conducido
a un mayor consenso. Consideremos el caso del único título que el Jesús de los Evangelios
utilizó explícitamente de manera autorreferencial: Hijo del Hombre.3 Algunos consideran que
la frase es una mera circunlocución para “mí” o “alguien”,4 mientras que otros la consideran
una alusión teológicamente provocativa a Dan. 7:13.5 Además, incluso si el lenguaje de los
Evangelios se refiere de alguna manera a Daniel 7, sigue habiendo una gran disputa sobre si
“Hijo del Hombre” fue usado como un título durante la vida de Jesús. Existen desacuerdos
parecidos en relación con el uso de otros títulos, como Mesías, Hijo de David, Hijo de Dios o
Señor. Como están las cosas hoy en día, los eruditos están en amplio acuerdo en que Jesús se
refirió a sí mismo como “Hijo del Hombre”, y hay una tendencia algo más modesta (aunque
sin consenso) a creer que Jesús evocó intencionalmente la expectativa mesiánica (véase a
continuación). En contraste, muchos eruditos críticos considerarían títulos como Hijo de Dios
o Señor como reflexiones post-pascuales sobre Jesús a la luz del Antiguo Testamento y las
expectativas judías.6
focal para el discurso crítico. Los eruditos de la llamada “Primera Búsqueda” tendían a
entender la figura del mesías en la escatología judía en términos casi puramente nacionalistas,
aunque las reconstrucciones liberales de Jesús afirmaron que él reinterpretó esta expectativa.
En reacción, Wrede, y la escuela de “historia de las religiones” después de él, tendía a negar
“realidades sustantivas a las que apuntan” (E.P. Sanders, Jesus and Judaism (Philadelphia: Fortress Press,
3
Este es el “título” más discutido de Jesús por dos razones: (1) es el único título que Jesús usó explícitamente de
manera autorreferencial, y (2) es el título más ampliamente atestiguado en la tradición de Jesús. Los debates
sobre otros títulos tienden a ser menos acalorados, ya que otros títulos pueden ser más fácilmente desatendidos
como adiciones posteriores a la tradición de Jesús.
4
Geza Vermes, Jesus the Jew: A Historian’s Reading of the Gospels, 2da ed. (Londres: SCM Press, 2001), 137–
165.
5
N. T. Wright, Jesus and the Victory of God, Christian Origins and the Question of God 2 (Londres: SPCK;
Minneapolis: Fortress Press, 2003), 510–528.
6
Véase Theissen y Merz, Historical Jesus, 523.
3
cualquier afirmación de que Jesús se entendía como mesías. La “Nueva Búsqueda” perpetuó
esta tendencia al afirmar que no había ningún título atribuido a Jesús durante su vida.7
El descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto, sin embargo, marcó un punto de
inflexión en la investigación sobre este tema. Los textos de Qumrán han demostrado que no
había ninguna esperanza judía unificada del mesías,8 lo cual significa a su vez que Jesús se
Actualmente, muchos eruditos históricos de Jesús enfatizan los matices proféticos y reales de
El tema del mesianismo a su vez nos lleva al tema de la escatología, ya que muchos
escatología. Los estudios críticos de Jesús pueden ser ampliamente divididos entre los no
Alternativamente, aquellos que toman la escatología judía como un marco principal para la
judío. Algunos consideran a Jesús como un profeta apocalíptico que esperaba el fin inminente
del orden creado tal como lo conocemos; afirman que la gran mayoría de su enseñanza se
7
Véase Theissen y Merz, Historical Jesus, 514–523.
8
John J. Collins, The Scepter and the Star: The Messiahs of the Dead Sea Scrolls and Other Ancient Literature,
ABRL (New York: Doubleday, 1995).
9
Véase John Dominic Crossan, The Historical Jesus: The Life of a Mediterranean Jewish Peasant (San
Francisco: Harper Collins, 1991), 255.
10
Véase, por ejemplo, Dale C. Allison, The Historical Christ and the Theological Jesus (Grand Rapids:
Eerdmans, 2009), 90–95.
4
apocalipsis judío no implica una expectativa literal del fin del mundo, sino que sirve como
una manera metafórica de describir el control final de Dios sobre las circunstancias presentes
y futuras (particularmente para Israel).11 Entre estos dos puntos de vista hay un continuo de
alternativas mediadoras que cuestionan tanto cómo se debe entender el apocalipticismo judío
como el grado en que la enseñanza de Jesús puede identificarse con él.12 Por lo tanto, tal
eruditos que creen que la escatología judía es el marco correcto para entender a Jesús, todavía
Jesús.
Por último, los críticos históricos suelen preguntarse si Jesús evidencia alguna
divinidad a las expansiones post-pascuales sobre las tradiciones que rodean a Jesús.13 Sin
embargo, muchos aprecian la concepción de Jesús de su relación con el Padre como algo
padre y pensaba que estaba en el epicentro del plan escatológico de Dios revela una elevada
autoconcepción, incluso si pocos eruditos críticos considerarían estas grandes ideas como
significaría que Jesús no era Dios o que no lo conocía internamente. Debemos recordar que la
erudición histórica sobre Jesús sólo nos permite mirar hasta cierto punto en la historia, y ¡no
11
Véase Wright, Jesus and the Victory of God, 95–96.
12
Por ejemplo, Dunn, Jesus Remembered, 485–487.
13
Véase Robert W. Funk, Honest to Jesus: Jesus for a New Millennium (San Francisco: HarperSanFrancisco,
1997), 279–281. Cf. Allison, Historical Christ, 88–89.
14
Véase, por ejemplo, Dunn, Jesus Remembered, 724.
5
Ramificaciones teológicas
A la luz de esta disputa sobre si y en qué medida Jesús se entendía como el Mesías y/o divino,
tenía que saber Jesús acerca de sí mismo para que sustente la ortodoxia cristiana?
Para empezar, la teología cristiana no debe resistir la idea de que Jesús era ignorante
de ciertas cosas. Jesús mismo habló abiertamente de su propia ignorancia en relación con la
escatología (Mc. 13:32; Mt. 24:36),15 y uno de los pilares de la cristología calcedonia es la
humanidad.17 Es cierto que, a veces, los teólogos cristianos han hecho afirmaciones
maximalistas sobre el entendimiento de Jesús, incluso luchando por explicar cómo pudo
haber vivido una vida de fe o haber sido tentado a pecar. Tomás de Aquino aún afirmó que
era apropiado que Jesús no tuviera fe, dado que su experiencia de la visión beatífica como ser
humano le habría dado un conocimiento perfecto y habría borrado toda duda que hubiera
requerido la fe.18 Aunque tal perspectiva maximalista podría ser difícil de cuadrar con las
15
La idea de que Jesús era ignorante acerca del momento preciso del escatón está relacionada con la pregunta
histórica de si Jesús creía o no que el reino llegaría dentro de las vidas de sus primeros seguidores y la cuestión
teológica de si nuestra estimación de Jesús sería dañada si de hecho él lo esperaba así y sus expectativas fueron
decepcionadas. Este tema difícil está ligado a preguntas sobre la naturaleza misma de la profecía y la
expectativa escatológica (sobre la cual, véase las discusiones en el capítulo 5), y es el tema exclusivo de
Christopher M. Hays (ed.), When the Son of Man Didn’t Come: A Constructive Proposal on the Delay of the
Parousia (Minneapolis: Fortress Press, 2016).
16
Gregory of Nazianzen, First Letter to Cledonius (NPNF 2.7, 440).
17
R. Michael Allen, The Christ’s Faith: A Dogmatic Account, T&T Clark Studies in Systematic Theology
(Londres: T&T Clark, 2009), 54–59, 68.
18
Tomás de Aquino, Summa Theologica 3a. 7,3.
6
crítica o la ortodoxia cristiana. Los Evangelios no representan a Jesús como omnisciente.19 La
cuestión que nos ocupa es si es teológicamente problemático o no que Jesús fuera ignorante
Como se señaló anteriormente, hay tantos eruditos críticos que afirmarían la noción de
que Jesús se entendía mesiánicamente. Por razones puramente históricas, este tema no es
vida, por lo menos en cierto grado. Después de todo, un mesías muerto sería
Jesús es tal vez menos pertinente que el tipo de mesías que él representaba que era. La
soteriología y la escatología cristianas (creyendo que Dios resucitará a su pueblo de entre los
muertos para gozar de su reinado para siempre) están arraigadas en las expectativas judías del
reino de Dios que debe ser producido por el Mesías. ¿Necesitaba saber Jesús que él era el
Mesías a fin de llevar a cabo ese reino a través de su vida, muerte y resurrección? Hablando
que Jesús actuó como el Mesías en provocar ese reino (es decir, por el sufrimiento en nombre
mesiánica sería de hecho ayudada si Jesús sabía que él no era sólo el Mesías sino también ese
tipo de Mesías. En pocas palabras: Jesús resultó ser un mesías tan extraño que reforzaría la
credibilidad de la fe cristiana pensar que Jesús sabía exactamente lo que estaba haciendo. Sin
19
O, para expresarlo de forma más prudente, como tener acceso a toda la extensión de conocimiento que se
podría suponer que disfrutara la Segunda Persona de la Trinidad antes de la encarnación.
7
fundarse en la enseñanza de los apóstoles y/o del canon, aún si Jesús mismo no tenía
poseyera o revelara su propia divinidad. Probablemente no. Se puede imaginar que Jesús
pudiera haber sido Dios sin saberlo.20 Aún sin una autoconciencia divina, es posible que
todavía se pueda afirmar que Jesús era completamente obediente y fiel a Dios hasta la muerte,
cumpliendo lo que fuera necesario para nuestra salvación sin saber exactamente cómo o por
qué lo hacía. Esto no significa disputar ni por un momento que es necesario que la teología
cristiana afirme que Jesús era completamente divino, sino disputar que él necesitaba tener
pleno conocimiento de esa divinidad para poseerla. Esto plantea preguntas sobre si tenemos o
no motivos adecuados para considerar que Jesús era divino si él mismo no se reconocía así ...
pero entonces, nuevamente, debemos recordar que la mayoría de las afirmaciones del Nuevo
pegajoso de la disputa histórica. Pero desde una perspectiva teológica los asuntos son un poco
más sencillos. Mientras que la mayoría de los eruditos críticos creen hoy que Jesús se
representaba como (algún tipo de) mesías, nuestra fe no sería estropeada si él no lo supiese.
Aún así, nuestras afirmaciones de Jesús como mesías son ayudadas y apoyadas si él se
consideraba así. Además, aunque la mayoría de los eruditos críticos no piensan que es
probable que Jesús se presentara a sí mismo como Dios, esto no falsifica la creencia cristiana
de que él era de hecho Dios. Incluso si las monografías históricas de Jesús son precisas en su
20
Cf. Lc. 2:40. ¡Hay pocos que sugerirían que el recién nacido Jesús que yacía en el pesebre era consciente de
que estaba ingeniando y manteniendo sub-atómicamente el heno amortiguando su cabeza!
21
Por ejemplo Jn. 1:1; 20:25; Rom. 9:5; 2 Ped. 1:1; Fil. 2:10–11; 1 Jn. 5:20; Col. 1:15–17; excepciones posibles
incluyen Jn. 9:58 y Mc. 6:50.
8
manejo de la evidencia histórica, los límites de la disciplina no permiten afirmar o negar la
divinidad de Cristo. Sin embargo, la teología cristiana es ayudada ciertamente donde se puede
demostrar plausiblemente que Jesús se presentaba como relacionado únicamente con Dios. En
ambos casos, la teología cristiana y la crítica histórica por igual deben aprehender sus límites
disciplinarios, las diferencias entre lo que pueden probar y lo que es visible a los ojos de fe.
Los milagros
aspectos, operando bien fuera de los límites de la historiografía naturalista. Sin embargo, es
significado teológico de Jesús, porque los factores más formativos en las evaluaciones de la
historia de Jesús han sido precisamente los que desafían nuestras suposiciones mundanas. Así
que el resto de este capítulo tratará de lo milagroso, comenzando con los milagros que Jesús
realizó durante su ministerio y luego pasando a los milagros que enmarcan los extremos de la
moderno consideran que el universo es un sistema cerrado sin una mano divina para crear,
guiar o salvar a sus habitantes. Esta visión de la realidad ha impulsado el examen crítico del
Jesús histórico durante casi tres siglos. Sin embargo, incluso muchos de aquellos dispuestos a
aceptar esta visión del mundo naturalista no niegan que Jesús era ampliamente conocido
testimonio del hecho de que las personas alrededor de Jesús creían que habían sido testigos de
9
Jesús incluso más allá de las fronteras de sus seguidores (por ejemplo, Josefo, Ant. 18:63).
aducir eventos análogos de otro tiempo o lugar). Como tal, los eruditos evaluarían
Pero un “milagro” asume cierta causalidad trascendente (es decir, la influencia de algún poder
sospechosa. Incluso los cristianos que creen en los milagros deben ser sensibles a este
escepticismo, pues pocos de nosotros que leemos la Ilíada y escuchamos historias de las
milagrosas intervenciones de los antiguos dioses realmente creemos que los agentes
sobrenaturales estaban guiando los acontecimientos del conflicto entre los griegos y los
troyanos. De la misma manera, los eruditos críticos que ya no están abiertos a lo sobrenatural
no creen en los relatos de los milagros de Jesús. Probablemente uno no estará inclinado a
milagros son imposibles, porque uno presumirá que cualquier informe de otros sucesos
análogos (milagrosos) es más que probable espurio. Por lo tanto, se llega a algo como un
callejón sin salida. En otras palabras, la crítica histórica ha traspasado sus límites
Sin embargo, los límites de la disciplina no han obligado a los eruditos críticos a
abstenerse de comentar sobre todos los acontecimientos de la vida de Jesús menos los
mundanos. Ciertamente, algunos negaron más o menos descaradamente que Jesús realizó
milagros.22 La mayoría, sin embargo, se centran en las percepciones de los testigos de Jesús:
22
Véase, por ejemplo, Gerd Lüdemann, The Great Deception: And What Jesus Really Said and Did (Amherst:
Prometheus, 1999), 11, 70–73.
10
cualquiera que sea la naturaleza “verdadera” de los eventos en cuestión, los seguidores de
Jesús los percibieron como milagrosos. Por consiguiente, los eruditos críticos tratan de
probabilidad de que ocurriera algo atípico, pero están de acuerdo en que está fuera de los
límites del historiador decidir sobre la causalidad detrás del evento o darle un significado
religioso.24 Otros afirman que algunos acontecimientos ocurrieron y que la gente creía que
eran milagrosos, pero discuten en cuán “milagrosos” eran los acontecimientos en verdad. 25 La
posesión de demonios, por ejemplo, puede entenderse como una interpretación pre-científica
mundanos: una gran comodidad puede derivarse de la percepción de que uno está sanado (el
Evangelios hasta qué punto habían padecido los sanados, por ejemplo, con ceguera, sordera o
lepra. Ocasionalmente, los eruditos de hoy en día recurren a las técnicas de racionalización de
los tempranos eruditos modernos del Jesús histórico, argumentando que cuando los discípulos
pensaban que Jesús estaba “caminando sobre el agua”, realmente estaba caminando en un
banco de arena o que la alimentación de los 5.000 fue simplemente un picnic colectivo que
Jesús organizó.
exorcismos. Estos autores afirman que el principio de analogía nos obliga a tomar en serio las
23
Esto incluye investigar si el informe puede ser razonablemente fechado al actor o testigo de una acción en
cuestión, así como a la fiabilidad del reportero y cualquier factor (ideológico o de otro tipo) que pueda haber
comprometido la integridad del informe.
24
J. P. Meier, A Marginal Jew: Rethinking the Historical Jesus. 5 vols, ABRL (New York: Doubleday, 1991–
2016), 1:220; 2:513–15.
25
Véase, por ejemplo, Theissen y Merz, Historical Jesus, 311-312.
11
antiguas afirmaciones de que Jesús realizó sanaciones y exorcismos. De hecho, la mayoría de
los eruditos críticos admitirían que la reputación de Jesús como sanador y exorcista es entre
los datos históricos más atestiguados que tenemos, por lo que es difícil anularla por
completo.26 Sin embargo, la mayoría de estos eruditos argumentarían que el mismo principio
medida en que hay menos analogías con este tipo de acontecimiento que se encuentra en el
mundo moderno.27 Así que estos relatos últimos y más espectaculares se caracterizan
típicamente como invenciones por la comunidad post-Pascual en un esfuerzo para dar voz a
Sin embargo, algunos eruditos críticos, como Dale Allison, considerarían sospechosa
esta distinción elegante. Las analogías de los milagros de la naturaleza más extraordinarios
descritos en los Evangelios se pueden extraer de los relatos de primera mano derivados de
una variedad de contextos religiosos y sociales, aunque sean más raros.28 Los eruditos de la
clase de Allison no están pidiendo la credulidad absoluta hacia cada demanda del Evangelio,
pero sostienen que el historiador debe mantener una mente abierta con respecto a la
significan los milagros y si, de hecho, Jesús los realizó. La mayoría de los eruditos actuales
argumentarían que los milagros están íntimamente relacionados con la comprensión de Jesús
del reino de Dios (Keck, Ehrman, Wright, Allison, Dunn, Stanton, etc.). Sin embargo, los
dudosos en cuanto a la relación de los milagros con la proclamación del reino (Sanders). En
26
Algunos llegan a sugerir que si Jesús no era una especie de trabajador de milagros, entonces no tenemos
ningún fundamento para decir nada histórico sobre él en absoluto (Meier, Marginal Jew, 2:630). 27
Theissen y Merz, Historical Jesus, 292–297. 28 Allison, Historical Christ, 72-78.
12
fin, los eruditos están divididos sobre si los milagros de Jesús estaban conectados con su
proclamación del reino, o simplemente eran acciones que atraían a una multitud, expresando
Consecuencias teológicas
Para arrancar primero la fruta baja, está claro que cualquier negación de los milagros
derivada de una incredulidad en Dios está fuera de los límites para la ortodoxia cristiana. La
Jesús que es antagónica a una cosmovisión teísta del mundo difícilmente puede producir una
figura teológicamente relevante, excepto como un intento de derrocar el dogma cristiano (se
eruditos críticos están inclinados hacia una objeción matizada a algunos, aunque no
necesariamente a todos, los milagros. Así que debemos preguntar cuán vital es la historicidad
de los milagros de Jesús para la teología cristiana ortodoxa. ¿Podemos considerar a Jesús
como el Hijo de Dios si él nunca hizo milagros en absoluto? ¿Y si sólo realizaba ciertos tipos
salvación. Uno podría posiblemente entender a Jesús caminando sobre el agua o calmando la
tormenta como una fabricación pos-Pascua y todavía creer que Jesús es el Hijo de Dios
13
considerar como evidencia de su divinidad (Mc. 4:35-41 parece implicar esto), pero nuestras
Concediendo esa posibilidad lógica, ¿sería posible llegar a una cristología o una
soteriología ortodoxa si Jesús realizó sólo ciertos tipos de milagros? Hay que admitir que
estas doctrinas no son necesariamente afectadas de una manera u otra si ciertos milagros
resurrección, sobre la cual véase a continuación, p. 28).27 En consecuencia, las epístolas del
Nuevo Testamento hacen poca referencia a los hechos maravillosos de Jesús.28 Sin embargo,
realizaron. Aunque es posible llegar a una afirmación de la divinidad de Jesús sin afirmar
cada milagro de Jesús (quizás sin afirmar muchos milagros de Jesús), la extensión de los
Por ejemplo, muchos cristianos afirman que Jesús inauguró el reino de Dios,
en marcha (así las alusiones a Is. 35:5-6 en, por ejemplo, Mc. 7:37; Mt. 11:5; Lc. 7:21-22).
Del mismo modo, los apóstoles proclamaron la victoria de Jesús sobre el diablo y la muerte,
que se considera de alguna manera estar bajo el dominio de Satanás (Heb. 2:14).
27
Después de todo, la Palestina del primer siglo estaba llena de trabajadores de lo sobrenatural y carismáticos
capaces de realizar milagros espectaculares (según Vermes, Jesus the Jew, 40-63), y esto no llevó al pueblo
judío a identificarlos como la encarnación de Dios. Por el contrario, los listranos pensaban que una sanación
milagrosa demostró que Pablo y Bernabé eran Hermes y Zeus (Hch. 14:8-18), ilustrando así el punto de que es
ilícito identificar milagros como evidencia de la deidad; hechos milagrosos podrían ser evidencia de la
divinidad, pero no necesitan significar esto.
28
Hebreos 2:4, por ejemplo, describe los milagros de Jesús como evidencia corroborante para su mensaje, en
lugar de los fundamentos lógicos de sus afirmaciones.
14
Tradicionalmente, los exorcismos se consideran como evidencia crucial de esa victoria (Mc.
3:22-27 // Mt. 12:24-32; Lc. 10:17), aunque cierto es que no es tan crucial como la
resurrección. Así que, aunque nuestras doctrinas no dependen exclusivamente de estos hechos
milagrosos, no podemos fingir que la historicidad de estos milagros sea irrelevante. Una
negación categórica de que Jesús hizo milagros de cualquier tipo quitaría sustento a su
predicación pública.
alguien que posee la identidad de Dios.29 Mientras que Jesús es característicamente evasivo
acerca de su divinidad en los Evangelios, se sugiere su deidad por milagros como el calmar
realiza el tipo de acciones que son tradicionalmente exclusivas de Dios. Sin estos milagros, se
disminuye el caso histórico de su divinidad. En otras palabras, los milagros de los Evangelios
Jesús. Mientras que un juicio negativo acerca de la historicidad de cierto evento no falsifica
esas creencias teológicas, reducir esos eventos sí limita nuestros argumentos históricos para
El lector sin duda habrá notado que hay dos milagros mayores que no se discutieron en la
tratamientos especiales porque tienen desafíos y significados únicos para nuestro estudio.
El nacimiento virginal
El nacimiento virginal de Jesús es, sorprendentemente, rara vez el tema de discusión seria en
los libros sobre el Jesús histórico. Este descuido es en gran parte debido al hecho de que los
29
Véase Richard Bauckham, God Crucified: Monotheism and Christology in the New Testament (Grand Rapids:
Eerdmans, 1998).
15
datos históricos relativos al nacimiento virginal son relativamente escasos y, en la mente de
Sería prudente enumerar sólo algunos de los desafíos históricos relacionados con el
nacimiento virginal para que podamos apreciar la naturaleza del debate crítico. Para empezar,
nuestras primeras fuentes no dicen nada sobre el nacimiento virginal; el tema sólo aparece en
el Evangelio de Mateo y el Evangelio de Lucas (Mt. 1:18-25; Lc. 1:26-38), que fueron
compuestos en un momento en que los testigos (por lo menos la mayoría) del supuesto
nacimiento virginal estaban muertos y por lo tanto no podían confirmar o negar ese
acontecimiento milagroso.30 Del mismo modo, hay una variedad de problemas históricos que
rodean las narrativas de la infancia. Por ejemplo, la afirmación de que Cirenio era gobernador
de Siria cerca del final del reinado de Herodes el Grande (Lc. 2:2) no parece encajar
fácilmente con nuestras otras fuentes cronológicas. Así también, los eruditos no pueden
bebés en Belén y sus alrededores (Mt. 2:6), la cual uno podría imaginar que habría capturado
la atención de por lo menos un historiador antiguo. Los eruditos críticos también se muestran
escépticos por el hecho de que Mateo y Lucas narran historias muy diferentes sobre la
concepción y la infancia de Jesús. Mateo relata una historia de magos exóticos y un viaje
apresurado a Egipto, mientras que Lucas cuenta una historia de pastores y una auspiciosa
30
A la inversa, incluso en los años 70 u 80 EC habría habido testigos de los milagros terrenales de Jesús todavía
vivos para disputar o corroborar el testimonio de los Evangelios.
31
Véase Meier, Marginal Jew, 1:208–219. Sin embargo, no debemos perder el bosque por los árboles: Mateo y
Lucas están de acuerdo en el punto fundamental del nacimiento virginal, y se basan claramente en tradiciones
independientes.
16
Todo esto es para decir: en el marco conceptual de la investigación histórico-crítica,
el relato del nacimiento virginal no parece ser un hecho de la historia como, por ejemplo, las
afirmaciones de que Jesús era exorcista o maestro.32 Además, estas arrugas históricas y
textuales componen el hecho de que el nacimiento virginal es una idea seriamente milagrosa,
una razón más por la cual los eruditos históricos de Jesús tienden a alejarse del tema.
Los eruditos que hablan sobre el nacimiento virginal generalmente evitan decidir
sobre la historicidad del evento, en su lugar lo categorizan bajo el título de “cosas que
revelan sus opiniones. Para un erudito católico como J. P. Meier, este aplazamiento de una
conclusión histórica firme toma la forma de una apertura a la posibilidad del nacimiento
virginal, mientras que su declinación de ofrecer una decisión particular se atribuye a los
límites del método crítico.33 Para un erudito agnóstico como Bart Ehrman, el nacimiento
virginal se clasifica bajo “Cosas que no podemos saber (o lo que podemos dudar)”, un título
escepticismo del autor.3435 Una especie de “agnosticismo mediador” parece ser sostenido por
alguien como J. D. G. Dunn. Por un lado, Dunn piensa que la evidencia del nacimiento
virginal es bastante dudosa, y así empieza su relato del Jesús histórico desde el bautismo de
Juan.36 Por otra parte, Dunn argumentaría que Jesús se considera “dotado del Espíritu e hijo
32
Déjenos enfatizar que ninguna de estas consideraciones falsifica las afirmaciones de los Evangelios de que
Jesús nació del Espíritu Santo y de la Virgen María. La falta de testimonio de la creencia en los primeros textos
no lo hace falso. El hecho de que los elementos periféricos de los relatos evangélicos están en tensión con el
registro histórico no demuestra que los Evangelistas son totalmente no fidedignos. Por último, las tensiones
entre las dos narrativas de la infancia pueden ser más compatibles de lo que parece ser el caso a primera vista
(véase, por ejemplo, Markus Bockmuehl, This Jesus: Martyr, Lord, Messiah (Edinburgh: T&T Clark, 1994),
2537), y las divergencias narrativas entre Mateo y Lucas, aunque ellas justificadamente aumentan el
escepticismo de los eruditos, no resuelven el caso.
33
Meier, Marginal Jew, 1:209, 222, 230.
34
Bart D. Ehrman, Jesus: Apocalyptic Prophet of the New Millenium (Oxford: Oxford University Press, 1999),
35
–97.
36
Dunn, Jesus Remembered, 340–348.
17
de Dios desde el principio – ya sea el comienzo de su misión o el comienzo de su vida”,37 sin
Sin embargo, algunas personas ofrecen sus opiniones sobre la probabilidad del
nacimiento de Jesús de una virgen. En el lado más tradicional, eruditos como Markus
Bockmuehl han clasificado los datos textuales e históricos y concluyen que la fe cristiana en
historia”.38 En el otro extremo del espectro hay figuras como Robert Funk, quien afirma que
“podemos estar seguros de que María no concibió a Jesús sin la ayuda del esperma
Uno se pregunta si la relativa escasez de atención crítica dada al nacimiento virginal indica
una suposición de que el tema es de importancia periférica para la fe.40 Pero esto sería miope,
porque el nacimiento virginal es una parte integrante de los siete credos ecuménicos, de la
María periférica a su fe, ellos incorporaron en los credos la frase «nacido del Espíritu Santo y
de la virgen María».41 Esta frase tenía como objetivo evitar las diversas herejías cristológicas,
las más tempranas de las cuales eran psilantropismo (la noción de que Jesús era un mero
37
Dunn, Jesus Remembered, 377.
38
Bockmuehl, This Jesus, 34.
39
Funk, Honest to Jesus, 293; cf. Vermes, Jesus the Jew, 191–194.
40
Para una excepción ejemplar, aunque una que saca conclusiones diferentes que las de los presentes autores,
véase Andrew T. Lincoln, ‘“Born of the Virgin Mary’: Creedal Affirmation and Critical Reading,” en Andrew
T. Lincoln y Angus Paddison (eds.), Christology and Scripture: Interdisciplinary Perspectives (Londres: T&T
Clark, 2007), 84-103.
41
Existen pequeñas variaciones en la redacción, pero la afirmación básica está presente en el Credo de los
Apóstoles, el Antiguo Credo Romano, el Credo Niceno, el Credo Niceno-Constantinopolitano, etc.
18
hombre) y el docetismo (la noción de que Jesús sólo parecía ser un hombre),42 aunque
décadas y siglos posteriores fueron testigos del surgimiento de variaciones más complejas
perspectiva que uno tiene de la manera en que Jesús salva a la gente de los pecados está
influenciada significativamente por su comprensión de qué clase de ser Jesús era y es. La
lógica de un libro como Hebreos43 (véase especialmente Heb. 6:20—10:14) indica que, para
que la mediación salvífica y el sacrificio de Cristo sean eficaces para todos nosotros, él tiene
que ser humano como nosotros, y que, para que sea eficaz para todos nosotros, él tiene que
ser divino, más allá de nosotros. Según el razonamiento de Hebreos, si Jesús no es Dios,
dinámicas básicas, habría que interpretar la deidad de Cristo de manera diferente. Por
ejemplo, una reconstrucción histórica como la sugerida por Dunn (véase más arriba) sería
compatible con un relato adopcionista de la divinidad de Jesús, afirmando que Jesús era Dios,
pero no por medio del nacimiento virginal. El adopcionismo (en forma de “monarquianismo
dinámico”) fue por supuesto declarado oficialmente “fuera de límites” (es decir, herético) en
rechazado por los evangélicos, los católicos romanos y los ortodoxos orientales por igual. Así
la negación del nacimiento virginal lleva por lo menos a una interpretación herética de la
deidad de Cristo.44
deidad de Cristo, pero que sin embargo atribuyen a Jesús un papel único en la salvación de la
42
Naturalmente, la humanidad de Jesús nunca es discutida por los eruditos del Jesús histórico.
43
Hebreos ejerce una influencia dominante en la comprensión de la expiación de la mayoría de los evangélicos.
44
Aunque vale la pena decir que esta herejía no niega por completo la deidad de Cristo.
19
humanidad. Las personas que operan desde esta perspectiva tienen que replantear
existencial con Dios (à la Bultmann). Éstas son soteriologías que los presentes autores, junto
hay una conversación extensa y notable ocurriendo sobre estos temas en la teología
sistemática.
(algunos son así, por supuesto, pero en el espíritu de caridad uno debe juzgar una perspectiva
por sus mejores proponentes, no sus peores). Más bien, estos eruditos muestran renuencia
hacia la ortodoxia histórica porque piensan que hay evidencia histórica con la que los Padres
justifican una revisión de las convicciones tradicionales en busca de la verdad. Los presentes
evidencia histórica no arroja tanta duda sobre el nacimiento virginal como algunos han
afirmado. Pero es la intensidad teológica del nacimiento virginal que debe estimular a los
cristianos tradicionales, no para evitar la discusión crítica, sino para presionar seriamente en
La resurrección
Finalmente, llegamos al tema de la resurrección. Los eruditos del Jesús histórico han
examinado el tema de la resurrección con gran detalle, y no todos los críticos defienden su
20
historicidad. Pero, como este libro se centra en las ramificaciones teológicas de la crítica
histórica, nuestra pregunta es si la teología cristiana puede permanecer sin una afirmación de
no.
Las discusiones críticas sobre la resurrección de Jesús tienden a centrarse en torno a dos
Sin embargo, hay numerosas divergencias entre los diversos textos bíblicos:
difieren significativamente con respecto a quién se suponía que había visto la tumba vacía/el
Jesús resucitado y en qué orden. Esto, piensan algunos, cuestiona la historicidad de la tumba
un abanico amplio para debatir la historicidad de estos temas y reconstruir sus propios relatos
de “quién vio qué y cuando”. A su vez, las conclusiones de los eruditos acerca de la veracidad
de la tumba vacía o las apariciones de Jesús después de su muerte influyen en las maneras
45
Esto no es para disputar que se puede aducir una serie de consideraciones adicionales para apoyar la creencia
cristiana en la resurrección. Se podría señalar la idiosincrasia de la creencia cristiana en la resurrección, es decir,
el hecho de que no existe un precedente claro para la resurrección en la ideología judía o helenística (así N.T.
Wright, The Resurrection of the Son of God, Christian Origins and the Question of God 3 (Londres: SPCK;
Minneapolis: Fortress Press, 2003), 81-84, 200-206). Asimismo, los eruditos han destacado la rápida difusión de
la creencia en la resurrección en los años inmediatamente posteriores a la muerte de Jesús, la conversión de
escépticos como Santiago y Pablo, el comienzo del culto cristiano el domingo y el sufrimiento de los discípulos
por sus creencias. Para un relato apologético de este material, véase Richard Swinburne, The Resurrection of
God Incarnate (Oxford: Clarendon Press, 2003); William Lane Craig, Reasonable Faith: Christian Truth and
Apologetics, ed. rev. (Wheaton: Crossway, 1994), 255-298.
46
Especialmente Mc. 16:1–8; Mt. 28:1–20; Lc. 24:1–53; Jn. 20:1—21:22; Hch. 1:1–9; 1 Cor. 15:3–19. 48
Bultmann es igualmente famoso por haber negado la historicidad de la resurrección corpórea de Jesús a favor de
interpretar la resurrección como el surgimiento de la fe y la proclamación de la Iglesia; véase Rudolf
Bultmann, “The New Testament and Mythology”, en Hans-Werner Bartsch (ed.), Kerygma y Myth: A
Theological Debate, vol. 1, trad. Reginald H. Fuller (Londres: SPCK, 1972), 1-44 (41-42).
21
Entonces, ¿qué de la gama de la opinión académica? En un extremo, los miembros del
famoso (o, mejor dicho, infame) Seminario de Jesús niegan la historicidad de la resurrección
histórica de Jesús. El coordinador y portavoz del Seminario de Jesús, Robert Funk, arguye
que la resurrección fue una fabulación descarada de los discípulos. La tesis de Funk es que,
después de la muerte de Jesús, los discípulos regresaron a Galilea desilusionados. Fue sólo un
tiempo después, afirma él, que consideraron la posibilidad de afirmar que Jesús había
resucitado de entre los muertos, y posteriormente ellos desarrollaron todas las otras
ejemplo, considera la tumba vacía de Jesús como el único hecho intratable detrás del
eruditos de esta convicción disputan la historicidad de la tumba vacía, pero encuentran difícil
negar que la gente creía que había visto al Jesús resucitado. Note bien: estos académicos no
piensan que personas como María Magdalena o los Doce Apóstoles realmente vieron a Jesús,
sólo que pensaron que lo vieron. Los defensores de una visión subjetiva sugieren que los
profundo dolor o desilusión. Se afirma que estas visiones subjetivas generaron toda clase de
47
Funk, Honest to Jesus, 280-281, 294-295. Funk expresa dudas adicionales sobre la autenticidad de los
informes de haber presenciado al Jesús resucitado, viéndolos como mecanismos para intentar establecer una
sucesión de autoridad de Jesús. Según la reconstrucción de Funk, esto sería incongruente con lo que el Jesús
histórico hizo en su vida (Funk, Honest to Jesus, 272-274).
48
Vermes, Jesus the Jew, 24.
49
Esta es una perspectiva que se remonta al trabajo seminal de D. F. Strauss, y ha sido adoptado más
recientemente por Gerd Lüdemann (véase el resumen en Theissen y Merz, Historical Jesus, 477-478, 482). 52
Ehrman, Jesus, 227–230.
22
otras afirmaciones sobre, por ejemplo, una tumba vacía o el cumplimiento profético, ya que
los discípulos llenaron sus experiencias visionarias con colores históricos y exegéticos.
No se debe concluir, sin embargo, que la mayoría de los eruditos del Nuevo
Testamento, o incluso la mayoría de los eruditos del Jesús histórico, niegan la resurrección.
tema en sus trabajos académicos, señalando que está simplemente fuera del alcance de la
realmente podría haber ocurrido.52 Y esto es cierto. Pero la mayoría de los eruditos del Jesús
cristianismo como la religión más influyente de la historia que ellos por lo menos deben
En contraste con los mencionados defensores de una “visión subjetiva” del Jesús
resucitado, hay algunos que afirmarían una “visión objetiva” de Jesús. Estos eruditos están
agnósticos o indecisos acerca de la tumba vacía, además de ser menos optimistas acerca de la
historicidad de las descripciones bíblicas de las interacciones físicas de Jesús con la gente
(comer, tocar y alimentar a la gente: Mt. 28:9; Lc. 24:30, 39-43; Jn. 20:27, 21:13).50 También
están interesados en explicar por qué hay relatos divergentes del orden en que las personas
decían que vieron a Jesús. Los académicos de esta persuasión estarían de acuerdo en que el
Jesús resucitado fue visto (y quizás oído) por los discípulos, aunque a menudo permanecen
agnósticos sobre si, por ejemplo, otros en el camino a Emaús habrían visto al Jesús con quien
50
Este escepticismo hacia los textos que describen las acciones corporales de Jesús se debe al hecho de que
estos relatos carecen de la certificación sinóptica múltiple que disfrutan los relatos en apariencia básicos. Así
también, algunos eruditos piensan que la discusión de Pablo sobre el cuerpo resucitado en 1 Cor. 15:35-54
indica una negación de la corporeidad física.
23
Cleofás y su compañero hablaron. Sin embargo, la tesis de la “visión objetiva” se distingue de
la idea de la “visión subjetiva” sobre la base de la creencia de que la visión que la gente tenía
Para los cristianos de una índole más conservadora, esta perspectiva puede parecer un
esta perspectiva, que todavía está en vigor en algunos círculos cristianos más liberales (y
académicos), deriva de una preocupación genuina de lidiar con los datos problemáticos
relativos a la tumba supuestamente vacía, y también explicar por qué hay relatos discordantes
del orden en que se suponía que Jesús apareció a la gente. También es crucial apreciar que los
defensores de una “visión objetiva” no niegan necesariamente que la tumba de Jesús estaba
vacía o que cuando Jesús apareció a los Doce poseía un cuerpo tangible. La clave es que los
defensores de esta perspectiva son por lo menos inseguros o agnósticos acerca de si la tumba
estaba vacía o si el Jesús resucitado era tangible. Puesto con simpatía, es una perspectiva que
Finalmente, hay eruditos del Jesús histórico que abogan por un relato más robusto de
documentos del Nuevo Testamento. Estos autores afirman que la tumba vacía y las
sino también físicos y materiales. Sin embargo, la mayoría de los eruditos de esta clase se
apresuran a señalar que hay una inadecuación significativa en describir esto como un
24
y el espacio, lo cual los autores del Nuevo Testamento claramente afirman; más bien, esta
perspectiva reconoce que la resurrección es un evento sui generis, absolutamente sin paralelo
historia del tiempo y el espacio, no como es, sino como será. La resurrección de Jesús no es
como la resucitación de Lázaro (Jn. 11:44). A pesar de que Jesús mastica y traga y se somete
a los toques por dedos maravillados, aparece y desaparece, camina a través de las paredes y
describe la fisicalidad de Jesús como el tipo de corporeidad espiritual que los creyentes
sólo teologizar; es de hecho una manera de ayudar a explicar las partes perturbadoras y
su corporeidad distintiva.
Ramificaciones teológicas
la erudición crítica? Naturalmente, los lectores evangélicos se inclinarán con mayor facilidad
aunque uno que deshace los límites de la existencia física tal como la conocemos. No
de los teólogos de los últimos dos milenios se han dedicado a esa tarea, desde un ángulo u
otro. En cambio, centraremos nuestra atención en aquellos que se apartan, en varios grados,
and the Truth of the Traditional Gospels (San Francisco: HarperSanFrancisco, 1996), 136.
53
Lc. 24:15-16, 31, 36; Jn. 20:15-17, 19, 27; cf. Hch. 1:9.
25
¿Qué debemos pensar acerca de las afirmaciones más minimalistas de la resurrección,
como las que encontramos en los defensores de una “visión objetiva”? ¿Cuáles son las
apariciones después de la muerte, sin dejar de afirmar que los testigos de la resurrección
realmente vieron a Jesús y que, de cualquier manera en que esa visión ocurrió (en el ojo de la
mente o de una manera que habría sido aparente a los espectadores), esa visión fue provocada
por Dios?
fisicalidad para el evento (por muy singular que haya sido la fisicalidad), y así se desvía hacia
el docetismo (la temprana creencia herética de que Jesús sólo parecía ser humano). Sin
embargo, debemos aclarar que esto no es en realidad el docetismo, ya que ningún erudito de
esta perspectiva negaría que Jesús era realmente humano. Más bien, al no enfatizar la
indiferencia al orden creado, y parece socavar la esperanza de la Nueva Creación como una
una “visión objetiva” no atraerá a la mayoría de los cristianos tradicionales. Sin embargo, a
pesar del agnosticismo acerca de los detalles de la tumba vacía o de cómo Jesús se apareció a
los discípulos, los eruditos que sostienen esta opinión siguen convencidos de que Dios trajo
las apariencias de Jesús a los testigos y que en esas apariencias algo absolutamente único y
decisivo había ocurrido en la historia de la salvación. En este sentido, los defensores de una
interpretada en sus términos más amplios. Esa simple afirmación de que lo que los discípulos
presenciaron, lo hicieron porque Dios había actuado decididamente hacia el Jesús crucificado,
26
es sólo lo suficiente para permanecer ortodoxos. Puede ser el borde de un precipicio entre la
escatológico de Dios se había acercado (Mc. 1:15), sería expuesta como nada más que un
resurrección de entre los muertos carece de fundamento, porque si Cristo no fue resucitado de
entre los muertos, no tendríamos razón para pensar que lo seremos nosotros. Sin la
resurrección, las reivindicaciones cristianas por la divinidad de Jesús están agotadas, son
estridente a su banal y mera humanidad (cf. Rom. 1:4). Y si la divinidad de Jesús está
expuesta como nada más que una piedad mítica, entonces cualquier entendimiento tradicional
de la expiación pierde su valor (véase más arriba, p. 19), en la medida en que un Jesús no
resucitado y no divino nos deja con poca razón para pensar que él actuó eficazmente por
al Apóstol Pablo:
27
en que las personas afirmaron haber experimentado al Cristo resucitado y se puede incluso
resurrección única y divinamente realizada por Jesús de entre los muertos en el espacio y el
páginas, orientada no hacia una historia comprensiva de la investigación, sino más bien hacia
bosquejar las perspectivas de los eruditos claves sobre la autopresentación de Jesús, los
crítico del Nazareno histórico posee espacio amplio para la fe de los Evangelios, Nicea y más
allá.54 Nuestra conversación ha tenido como objetivo ser especulativa y teórica, señalando
donde una determinada idea crítica podría ser teológicamente corrosiva sin argumentar a
favor de nuestra teoría favorita para cada pregunta histórica. De esta manera ha sido un
ejercicio para crear (o mejor dicho, revelar) el espacio para la participación de los cristianos
más tradicionales que han sido hasta ahora reticentes acerca de la erudición crítica de Jesús.
Sin embargo, todo este hablar salvaje y rebelde sobre la creación de espacio no debe
crítica histórica deriva no de la suposición ingenua de que nada está en juego en los estudios
modernos de Jesús. Más bien, estamos convencidos de que hay tanto en juego teológicamente
que los cristianos tradicionales no pueden ceder alegremente el campo de estudio cuando está
54
Para una discusión de cómo uno podría seguir adelante en la coordinación constructiva de un estudio
histórico-crítico y teológico de Jesús, véase Christopher M. Hays, “Theological Hermeneutics and the Historical
Jesus: A Critical Evaluation of Gadamerian Approaches and a New Methodological Proposal”, en Jan van der
Watt (ed.), The Quest for the Real Jesus, Biblical Interpretation Series 120 (Leiden: Brill, 2013), 146-154.
28
opiniones el académico ortodoxo considera profundamente censurables, y por lo tanto dejaría
Allison, Dale C., The Historical Christ and the Theological Jesus (Grand Rapids: Eerdmans,
2009).
Hays, Christopher M., “Theological Hermeneutics and the Historical Jesus: A Critical
van der Watt (ed.), The Quest for the Real Jesus, Biblical Interpretation Series 120
Johnson, Luke Timothy, The Real Jesus: The Misguided Quest for the Historical Jesus and
Theissen, Gerd, y Merz, Annette, The Historical Jesus: A Comprehensive Guide, trad. John
29