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Jesús, el Cristo, plenitud de la revelación

Felicísimo MARTÍNEZ DÍEZ*

4. JESÚS, EL CRISTO, PLENITUD DE LA REVELACIÓN que Jesús atestiguaba abiertamente –con un testi-
monio verdadero y confiable– que él era el Mesías, el
La teología fundamental está llamada a ser cada Hijo de Dios, el legado divino. 4) Los milagros, las
vez más ecuménica y dialógica. Esto quiere decir profecías y su resurrección de entre los muertos
que debe superar todo resabio apologético, colonia- respaldan la verdad objetiva y la credentidad de su
lista y proselitista. Pero al mismo tiempo, tiene que testimonio. 5) Esta argumentación basada en Cris-
ser cristiana, es decir centrada en la persona de Je- to, legado divino, conduce a la credibilidad de la fe
sucristo. El diálogo de las diferentes confesiones cristiana y al hecho de que semejante doctrina debe
cristianas entre sí y con las demás tradiciones reli- ser aceptada. Aunque el juicio de credibilidad y de
giosas debe buscar puntos de apoyo comunes, cier- credentidad debe distinguirse del acto de fe propio y
tamente. Pero no debe contar sólo con los puntos de verdadero, que es obra de la gracia19 . Probado que
unión, en procura de un irenismo o ecumenismo el Jesús histórico es el enviado de Dios, la credibili-
falseado. Es preciso poner sobre la mesa las dife- dad y credentidad de la revelación cristiana era una
rencias o, lo que es lo mismo, manifestar abierta- consecuencia lógica.
mente las respectivas identidades o lo específico de
los propios credos. Ocultar la propia identidad sería Este planteamiento tenía enfrente el ambiente
restar riqueza al diálogo intercristiano e interrelioso. racionalista, liberal y modernista. Pero las cosas
han cambiado y la teología fundamental tiene que
La teología fundamental no debe abusar de los enfrentar hoy otros desafíos culturales, otras filoso-
argumentos de fe cristiana en el diálogo con los no fías y otras valoraciones religiosas. Por lo demás, el
cristianos o con los no creyentes. Pero tampoco de- desarrollo de la exégesis ha cambiado muchos pre-
be ocultar lo específico de la fe cristiana, so pena de supuestos de aquellos planteamientos, especial-
traicionar las reglas más elementales del diálogo mente algunos supuestos sobre la historicidad de
ecuménico, interreligioso o simplemente humano. los evangelios, sobre la conciencia mesiánica de Je-
Los destinatarios de la actual teología fundamental sús, sobre el conocimiento del Jesús histórico, so-
prefieren que ésta proceda por la vía de las mostra- bre la historicidad de los milagros y la resurrección,
ciones testimoniales de la fe cristiana, aunque no sobre los títulos cristológicos 20 . Por eso, la argu-
aporte demostraciones apodícticas. Esos testimo- mentación de la apologética clásica a partir de Cris-
nios que manifiestan la identidad y el aporte especí- to, legado divino, ha sido revisada radicalmente por
fico de la fe cristiana, presentado con modestia inte- la moderna teología fundamental.
lectual y humana, suelen ser hoy más convincentes
que los incuestionables argumentos racionales de la La actual cristología fundamental parte del si-
apologética clásica. En este sentido se habla hoy del guiente supuesto: la comunidad cristiana primitiva
“principio del cristocentrismo y su operatividad en confiesa a Jesús como la plenitud de la revelación.
la teología fundamental”18. Efectivamente, no es po- La literatura evangélica, especialmente el evangelio
sible hoy hacer teología fundamental sin una inspi- de Juan, hace referencia constante a la “llegada de
ración cristocéntrica. la hora de Jesús, que es la hora del Padre”. Es la
hora que culmina un proceso histórico y que ha si-
El capítulo de la cristología estuvo siempre pre- do esperada desde siglos. Es la hora de la consu-
sente en la apologética clásica y era titulado tradi- mación. Jesús “se ha manifestado en los últimos
cionalmente De Christo legato divino. El objetivo de tiempos” (1Pe 1,20). “Se ha cumplido el tiempo” (Mc
este capítulo era exponer y probar la cognoscibili- 1,15). “Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios
dad, el testimonio y la credibilidad del Jesús histó- envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley”
rico, y su significación para la credibilidad de la fe (Gal 4,4). En él se ha consumado la salvación (Hch
cristiana. La argumentación apologética tenía esta 4,12). De esta forma Jesús aparece como el punto
secuencia: 1) La fuente para el conocimiento de los de relación y de encuentro entre los dos testamen-
orígenes cristianos es el Nuevo testamento, y, espe- tos21.
cialmente para el conocimiento del Jesús histórico,
los cuatro evangelios. 2) Estos evangelios son au- La literatura apostólica presenta constantemente
ténticos e históricos, de forma que con ellos se pue- a Jesús como el momento culminante de una larga
de reconstruir la figura histórica de Jesús, su vida, historia de revelación. Él es la palabra definitiva de
su doctrina, su obra. 3) Por estas fuentes sabemos Dios (Jn 1,14), la exégesis de Dios (Jn 1,18) “Mu-
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chas veces y de muchos modos habló Dios en el pa- Ese interés por Jesús fuera del cristianismo vie-
sado a nuestros Padres por medio de los profetas; ne desde la antigüedad, pero no está ausente del
en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio mundo moderno, pese a las tendencias secularizan-
del Hijo...” (Hb 1,1-2). Jesús es presentado como la tes de éste y a la creciente legitimación de todas las
consumación de la revelación judeo-cristiana, la úl- religiones. Aún más, con frecuencia se constata en
tima palabra de Dios, la revelación definitiva. Según determinados sectores de la crítica de la religión un
la literatura neotestamentaria, ya no hay otra reve- “profundo respeto por la persona y el tema de Je-
lación que esperar. sús, mientras que el cristianismo y la Iglesia son
objeto de una crítica despiadada”22 . Se han intere-
Estas afirmaciones plantean problemas radicales sado por Jesús especialmente filósofos como K.
a la teología fundamental. Esos problemas giran en Jaspers, E. Bloch, M Machovec 23 ; personalidades
torno a dos núcleos. En primer lugar, el problema del mundo judío como M Buber, Ben-Chorin24, P. E.
de la historicidad de la persona de Jesús y de su Lapide25; personas y comunidades de otras confe-
conciencia, pretensión o propuesta. En segundo lu- siones religiosas, como los musulmanes, hinduis-
gar, las pruebas o la legitimidad de esta pretensión tas, budistas...
de universalidad salvífica y reveladora de Jesús por
parte del mismo Jesús y por parte de la comunidad Los estudios históricos sobre Jesús han sido ca-
cristiana. ballo de batalla a partir del siglo pasado, dentro y
fuera de las Iglesias cristianas. Basta recordar los
El tema de la historicidad es supuesto obligado nombres de Reimarus, Lessing, Strauss, Bauer,
para la actual cristología fundamental. El programa Wrede, Schweitzer... y su intento fracasado por
desmitologizador de R. Bultmann supuso una tera- componer una biografía de Jesús. La reacción sub-
pia de shock para la apologética clásica. Ésta pre- siguiente a ese intento fracasado fue, especialmente
tendía demasiado alegremente pasar de las pruebas en el campo protestante, una renuncia al interés
históricas –basadas en una exégesis más que débil por el Jesús histórico. Representantes destacados
y deficiente– a la credibilidad y credentidad de la re- de esta reacción son R. Bultmann y K. Barth, quie-
velación y de la fe cristiana. Bultmann, por el con- nes, por motivos básicamente teológicos, declaran
trario, no niega la dimensión histórica de Jesús pe- secundaria la problemática histórica. Finalmente,
ro minusvaloró esa dimensión para enfatizar el hoy se intenta combinar de nuevo el interés por el
puesto trascendental de la predicación en la génesis Jesús histórico y el planteamiento teológico, pero
de la fe. Bultmann es un crítico radical con la histo- siempre con una conciencia realista y modesta de
ria, para fundamentar el radicalismo de la fe. Su las limitaciones y posibilidades de los estudios his-
posición fue una terapia de shock para la apologéti- tóricos.
ca clásica, pero no llegó a satisfacer las exigencias
fundamentales de la fe cristiana. No se puede llegar Las conclusiones actuales sobre el Jesús históri-
a Jesús sin pasar a través de la historia. Un pro- co son modestas en extensión, pero firmes en inten-
blema básico para la teología fundamental es, pues, sidad. No se refieren sólo a la causa de Jesús, sino
saber quién fue Jesús, qué conciencia tuvo de sí a la persona de Jesús. Si la causa de Jesús sigue
mismo, cuál fue su propuesta. adelante, como afirma W. Marxsen en su estudio
sobre la resurrección26, es porque existió la persona
Efectivamente, el interés por la persona de Je- de Jesús y continúa existiendo después de su
sús, no sólo por su causa, ha sido sorprendente a lo muerte. Se trata de conclusiones modestas, porque
largo de los siglos como lo es hoy en día. El primer la exégesis ha dejado claro que los evangelios giran
testimonio nos lo ofrece Lucas al comienzo de su en torno a un núcleo histórico, pero no son textos
Evangelio. “Puesto que muchos han intentado na- de historia, sino textos teológicos o catequéticos,
rrar ordenadamente las cosas que se han verificado formulados a partir de la fe pascual.
entre nosotros, tal como nos las han transmitido los
que desde el principio fueron testigos oculares y Esas conclusiones afirman un núcleo histórico
servidores de la Palabra, he decidido yo también, seguro y se mantienen cautas sobre otros elementos
después de haber investigado diligentemente todo que la apologética clásica consideraba impenetra-
desde los orígenes, escribirlo por su orden, ilustre bles a toda sospecha. Ese núcleo histórico se puede
Teófilo, para que conozcas la solidez de las ense- resumir en torno a los siguientes puntos: Enmarca
ñanzas que has recibido” (Lc 1,1-4). Jesús ha sido a Jesús en una Palestina dominada por el imperio
verdaderamente “signo de contradicción” (Lc 2,34) romano. Jesús es judío de nacimiento. Aparece co-
en medio de los siglos y de los pueblos. Una pre- mo Nazareno y Galileo. Se hizo bautizar por Juan el
gunta clave ha perseguido a la humanidad durante Bautista. Predicó la llegada del Reino de Dios, y
estos veinte siglos. “¿Quién fue Jesús de Nazaret?”, realizó algunos milagros o señales. Afirma mantener
o, “¿Quién dice la gente que soy yo?” (Mc 8,27). una íntima relación con Dios como Padre. Murió
crucificado. Después de su muerte, la comunidad
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de discípulos que le había seguido en los días de su credibilidad y la credentidad de la revelación cris-
vida terrena, lo confiesan vencedor de la muerte, re- tiana: los milagros, las profecías y la resurrección.
sucitado por Dios y exaltado. A partir de este mo- Pero los progresos de la exégesis y de las nuevas
mento, Jesús es declarado el Cristo, predicado, se- circunstancias culturales del hombre contemporá-
guido y celebrado por las primeras comunidades27 . neo han obligado a la teología fundamental a revisar
Este núcleo histórico es testimoniado, no sólo por la a fondo esas pruebas.
literatura bíblica, sino también por otros testimo-
nios de la literatura judía (F. Josefo) y por escritores En primer lugar el estudio de los milagros ha
romanos (Plinio el Joven, Suetonio...)28. conducido a nuevas conclusiones que cambian de
raíz su función apologética. Sin minusvalorar el nú-
Este núcleo histórico en torno a la persona y la cleo histórico de los milagros en conjunto, se consi-
vida de Jesús es indispensable para una cristología dera que los relatos de milagros son básicamente
fundamental. Es imprescindible para fundamentar catequesis postpascuales para la naciente comuni-
su misión reveladora. Al margen del Jesús histórico dad cristiana. Hay en muchos de ellos una proyec-
no sería posible probar el origen divino de la revela- ción postpascual retrospectiva. En este sentido, se
ción cristiana, ni sería posible argumentar a favor aducen más como una confirmación en la fe que
de su pretensión de universalidad. La revelación y como una prueba compulsiva. Son signos, señales
la fe se convertirían en mera ilusión. La comunidad de que el Reino de Dios está presente, de que la fe
cristiana cree que la revelación ha tenido lugar en actúa ya en los seguidores de Jesús. Este es su va-
Jesús precisamente porque cree en el Jesús históri- lor para la teología fundamental. Un milagro no pa-
co. rece la prueba apodíctica del origen divino de la pa-
labra de Jesús.
El tema central de la predicación de Jesús es el
anuncio del Reino de Dios, su llegada inminente y Por lo demás, se ha descartado cada vez más la
sus consecuencias (Mc 1,14ss). La conciencia de definición del milagro como una acción de Dios en
Jesús y de su misión se refiere sobre todo a su rela- contra o al margen de las leyes naturales29. Esta in-
ción con Dios, al que llama su Padre, y a su rela- terpretación fisicista no parece cuadrar bien ni con
ción con el Reino, de cuya venida es mediador. Él se la ciencia ni con el hacer de Dios, todo menos arbi-
considera a sí mismo como portador de una defini- trario. Los milagros han de ser entendidos en clave
tiva revelación de parte de Dios y como iniciador de salvífica. Se trata de intervenciones gratuitas de
una nueva etapa salvífica, la etapa final. Por medio Dios, no para modificar las leyes de la naturaleza,
de Él la salvación es ofrecida a toda la humanidad, sino para cambiar la historia humana y hacer de
preferentemente a los pobres, a los pecadores y a ella una historia de salvación. En este sentido, el
todos los que sufren. Su muerte tiene un carácter milagro es iniciativa de Dios y encuentra en el ser
de redención. humano una colaboración necesaria. El gran mila-
gro es la expulsión de demonios. “Pero si por el Es-
A partir de esta conciencia y esta pretensión de píritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha
Jesús, se comprende también la autoridad preten- llegado a vosotros el Reino de Dios” (Mt 12,28). Qui-
dida por él. Habla con autoridad y actúa con auto- zá aquí haya que buscar el sentido del milagro como
ridad. Así lo percibe el pueblo (Mc 1,22; Mt 7,29; 8, fundamentación de la credibilidad y credentidad de
5-13). Desafía a la gente sobre su propia identidad. la revelación cristiana.
“¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hom-
bre?”(Mt 16,13). Y desencadena una cuestión sobre La prueba de las profecías que tanta importancia
su propia identidad. Numerosos títulos cristológicos tuvo en la apologética clásica ha cambiado de senti-
son utilizados para definir esa identidad de Jesús, do en la teología fundamental moderna. Aquí sí ha
aunque la mayor parte de ellos parecen pertenecer sido el progreso de la exégesis el que ha dado al
a la etapa pospascual de la fe cristiana, más que a traste con una lectura demasiado literal y funda-
la predicación del Jesús histórico. mentalista o puntual de las profecías. La mayor
parte de las argumentaciones de los manuales no se
Desde estos presupuestos Jesús es presentado sustentan hoy exegéticamente. El cumplimiento de
por la fe cristiana como el mediador definitivo de la las profecías no hay que buscarlo en detalles con-
revelación divina, como el cumplimiento de las anti- cretos de la vida de Jesús o de sus seguidores. Se
guas promesas, como la Palabra definitiva de Dios a refiere más bien a la realización global y a la con-
toda la humanidad. ¿Cómo puede la teología fun- sumación del plan salvífico de Dios, que tiene lugar
damental probar el origen divino de esa revelación y en la persona de Jesús, en su vida, muerte y resu-
su pretensión de universalidad? rrección. Él es el gran cumplimiento de todas las
profecías. Él es, pues, la verdadera prueba del ori-
Tres fueron los argumentos de la apologética gen divino de la revelación.
clásica aducidos como pruebas para sustentar la
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Finalmente, el gran signo de la resurrección fue convierten en signos de encuentro con el Resuci-
presentado por la apologética clásica como la prue- tado en la comunidad eclesial”30.
ba definitiva del origen divino de la revelación cris-
tiana. Pero en el tema de la resurrección la exégesis Estas conclusiones inspiran algunas observacio-
y la reflexión teológica se han dado cita para una nes sobre el valor probativo de la Resurrección con
revisión a fondo del misterio pascual, núcleo de la fe respecto al origen divino de la revelación cristiana.
cristiana y punto de arranque de la comunidad cris- En primer lugar, el hecho de la resurrección es un
tiana primitiva. hecho específicamente teológico que sólo analógi-
camente se puede considerar histórico. No es ase-
La teología fundamental presenta hoy algunas quible a la experiencia meramente histórica. En se-
conclusiones indicativas de este nuevo plantea- gundo lugar y en consecuencia de lo dicho, sólo tie-
miento: ne un valor probativo a partir de una actitud de fe.
Sucede con la resurrección algo similar a lo que su-
“1. La resurrección de Jesucristo es el caso cede con los milagros: más que una prueba aducida
paradigmático donde la escatología se adentra para la fe, es una confirmación para creyentes débi-
en la historia real donde puede ser descubierta les o dubitativos. Los que habían seguido a Jesús
en los signos ofrecidos a una lectura creyente. durante su vida terrena son los testigos de la resu-
2. La resurrección es pues el misterio de la rrección y los primeros en ser confirmados en su fe
Revelación escatológica realizada en Jesús de mediante el testimonio de la resurrección.
Nazaret...
3. La resurrección de Jesucristo es al mismo ¿Dónde tendrá, pues, que poner su acento la ac-
tiempo punto culminante de la historia de la sal- tual teología fundamental para garantizar la credibi-
vación y, por tanto, objeto central de la fe, y su lidad de la revelación cristiana y su pretensión de
acreditación y motivo supremo. universalidad?
4. La resurrección de Jesús como acredita-
ción suprema de la fe, está conectada con una Indudablemente, debe retornar al Jesús históri-
serie de signos históricos atestiguados por el co, pero también debe ser muy consciente de que
Nuevo Testamento, tales como la muerte de Je- para la comunidad cristiana no es posible una her-
sús, la situación de los discípulos, la sepultura, menéutica del Jesús histórico al margen de la tradi-
el sepulcro vacío, el primer anuncio a las muje- ción creyente. En este sentido, no debe ocultar o di-
res, las apariciones, la comunidad reunida, la simular el componente de fe que subyace a toda re-
primera predicación apostólica... flexión teológica, incluida la reflexión teológica fun-
5. Estos signos aparecen como marcados por damental. Cada vez se insiste más en la necesidad
un motivo común, y, ofrecidos en una lectura de que la teología fundamental renuncie a la pre-
creyente, son camino para el reconocimiento de tensión de ofrecer pruebas y demostraciones apo-
la Resurrección de Jesucristo. De ahí que poda- dícticas a los no creyentes, y se adentre en las
mos hablar de una historicidad analógica o indi- pruebas testimoniales o en las mostraciones creyen-
recta de la resurrección. tes. Esto no implica en absoluto que la cristología
6. Los discípulos reconocieron la Revelación fundamental deba renunciar a su carácter crítico.
escatológica de Dios en Jesús Resucitado, como El testimonio no es visto ya en el actual diálogo in-
experiencia real obra por Dios, en la línea de pa- tercristiano e interreligioso como un signo de debili-
labra, testimonio y encuentro reveladores, gra- dad, sino como un nuevo modo de cuestionar y de-
cias a los ‘ojos que da la fe’ (St. Tomás, Suma jarse cuestionar en los presupuestos de la propia fe.
teológica, III, 55, 2 ad l). Es, en definitiva, un signo de honestidad en la bús-
7. La comprensión pascual primitiva vio en la queda y en la confesión. En este espíritu, hasta la
Resurrección de Jesús la rehabilitación – confesión creyente de la fe en la resurrección es le-
elevación-exaltación-glorificación–, obrada por gítima en el diálogo interreligioso.
Dios, del profeta (escatológico) y del justo su-
friente, en consonancia con la espera del ju- Pero aún hay otra vía abierta a la cristología
daísmo tardío y del mismo Jesús. Tal compren- fundamental. Se trata de manifestar la significación
sión hizo posible un cierto horizonte apto para la de la persona de Jesús, de la revelación que en él
credibilidad concreta de la Resurrección de Je- ha tenido lugar, para toda la humanidad. ¿Hasta
sús, el Cristo. qué punto la revelación cristiana da respuesta a los
8. Las apariciones y la llamada a la misión interrogantes más hondos y trascendentes del ser
que comportan fundamentalmente una nueva humano y de la historia humana? Es el argumento
agrupación de los discípulos en torno al Señor apologético o fundamental de la “correlación”, tan
presente de una manera nueva. Compartir la querido por P. Tillich. Mostrar o demostrar la signi-
mesa, el perdón y el Shalom escatológico, se ficación de la revelación cristiana para toda la hu-
manidad es quizá el método más adecuado para
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mostrar su credibilidad a creyentes y no creyentes. idealista alemana en la Edad Moderna. El idealismo


En este sentido sigue siendo actual la pregunta que alemán propone y defiende el concepto de “preten-
Jesús dirigiera a sus contemporáneos y que sigue sión de verdad absoluta” en el cristianismo, el ca-
dirigiendo a toda la humanidad: “¿Y vosotros, quién rácter absoluto del cristianismo. El problema que
decís que soy yo?”. aborda esa filosofía es cómo conciliar lo absoluto
con lo histórico.
Pero aquí enfrentamos ya un nuevo aspecto de la
revelación judeo-cristiana: su pretensión de univer- Para Hegel, la religión cristiana es una religión
salidad, su pretensión de ser la última palabra pro- absoluta, en la que culmina el movimiento histórico
nunciada por Dios para automanifestarse a toda la del espíritu: “La religión perfecta es aquella en que
humanidad. ¿Cómo demostrar esta pretensión de el concepto de religión ha vuelto sobre sí mismo, en
universalidad en una revelación mediada por un que la idea absoluta, Dios como espíritu según su
pueblo concreto y por una persona concreta? Y aquí verdad y revelación, es el objeto de la conciencia.
enfrentamos un nuevo aspecto de la cristología fun- Las religiones anteriores, en las que la determina-
damental: ¿cómo Jesús, el Cristo, puede ser el “uni- ción del concepto es menor, más abstracta, defi-
versal concreto” para toda la humanidad? Este inte- ciente, son etapas de transición hacia el concepto
rrogante es probablemente el interrogante más ra- perfecto de religión. (Esta religión es la cristiana.) La
dical en el ecumenismo y en el diálogo del cristia- religión cristiana se nos presentará como la religión
nismo con todas las religiones y con todos los secto- absoluta...”31.
res de la humanidad.
Por el contrario, E. Troeltsch llega a la conclu-
sión de que lo absoluto y lo histórico son incompa-
5. LA REVELACIÓN CRISTIANA Y SU PRETENSIÓN DE tibles32. En su famosa obra defiende la tesis de que
UNIVERSALIDAD no es posible conocer una realización absoluta del
concepto general en el curso de la historia. Defien-
La revelación judeo-cristiana está mediada por de, ciertamente, que el cristianismo es la revelación
un pueblo particular que es el pueblo de Israel, y más poderosa y más completa de la religiosidad
por una persona histórica concreta que es Jesús de personal; pero no se puede demostrar con absoluta
Nazaret. Pero, al mismo tiempo, es presentada como certeza que el cristianismo seguirá siendo siempre
revelación con pretensiones de universalidad. Israel el punto culminante de la evolución religiosa. “Aquí
es mediador de la automanifestación de Yahvé a to- cesan las pruebas –dice el autor– y ya no queda
dos los pueblos. Jesús se presenta a sí mismo como más que la fe”33. Y afirma tajantemente: “El cristia-
la revelación definitiva de Dios, la última palabra de nismo nunca ha sido una religión absoluta, libre de
Dios a la humanidad. En él ha encontrado la hu- los condicionamientos históricos del momento y de
manidad la revelación y la salvación definitiva. La los aspectos puramente individuales, ni tampoco la
comunidad cristiana, después de unos principios ti- realización invariable, exhaustiva e incondicionada
tubeantes, proclama la vocación universal de todos de un concepto universal de religión”34.
los hombres a la salvación. “Dios quiere que todos
los hombres se salven y lleguen al conocimiento Este razonamiento filosófico no ve cómo se pue-
pleno de la verdad” (1Tm 2,4). Apoyada en esta vo- de compaginar lo absoluto con lo histórico. Por con-
cación salvífica universal, la comunidad cristiana siguiente, no ve cómo se puede aplicar a la persona
comienza una misión destinada a evangelizar a to- histórica de Jesús, el Cristo, la famosa expresión de
dos los pueblos. Nicolás de Cusa: “el universal concreto”35 . La razón
de esta incompatibilidad es la concepción de lo ab-
En esta creencia ha estado instalada la Iglesia soluto como algo desligado de la historia. No es,
durante siglos. Y a partir de ella ha defendido sin efectivamente, éste el sentido de lo absoluto del
cesar el derecho y la obligación de misionar y evan- cristianismo, del universal concreto de Jesús. Signi-
gelizar a todas las gentes, pues sólo en Cristo Jesús fica más bien que en Jesucristo ha tenido lugar ya
está la salvación. Él es el Camino, la Verdad y la Vi- la realización concreta de aquel absoluto al que as-
da (Jn 14,6). “Porque no hay bajo el cielo otro nom- pira toda la realidad histórica. Jesús Resucitado, el
bre dado a los hombres por el que nosotros deba- Cristo, es el anticipo del cumplimiento final, de la
mos salvarnos” (Hch 4, 12). Las demás religiones no consumación del Reino, del estadio final de toda la
son reconocidas como caminos o cauces de salva- humanidad36.
ción. Estos son los presupuestos que están detrás
de la demostración católica, cristiana y religiosa de Este debate sobre el carácter absoluto del cris-
la apologética clásica. tianismo o sobre la pretensión universal de la reli-
gión y la revelación cristiana ha perdido hoy sabor
Pero la pretensión universalista de la revelación filosófico y ha pasado al ámbito del diálogo interreli-
cristiana ha sido defendida también por la filosofía gioso. Un nuevo planteamiento de la teología de las
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religiones37 y, por consiguiente, una nueva concep- es el totalmente otro, absolutamente inasequible al
ción de la misión, requiere un debate o, al menos, conocimiento natural. Sólo la revelación judeo-
una clarificación del carácter absoluto y universal cristiana, en la que Dios ha condescendido y se ha
de la revelación cristiana. auto-manifestado, nos da acceso al conocimiento de
Dios.
No es éste el momento de detenernos en este
complejo problema. Se trata de un asunto tan am- En el otro extremo se encuentra la tesis de un
plio que afecta hoy no sólo a la teología fundamen- pluralismo religioso legítimo. Esta tesis rechaza la
tal, sino a todos los tratados de la teología cristiana. pretensión absoluta de cualquier religión o la uni-
Está en juego todo el problema de la teología de las versalidad de cualquier revelación, incluida la cris-
religiones, el valor revelador y salvífico de éstas, el tiana. Cristo no está por encima ni por fuera de las
sentido del diálogo interreligioso 38 . Simplemente demás religiones –tampoco por debajo–; está con las
terminaremos este capítulo con algunas observa- demás religiones. Este planteamiento ha venido so-
ciones sobre este punto candente de la cristología bre todo del diálogo con las religiones asiáticas. Un
fundamental. ejemplo de este planteamiento se puede encontrar
en la reflexión de R. Panikkar39 o de A. Pieris40. Este
Desde el siglo XIV hasta la mitad del siglo XX la pluralismo religioso va asociado al pluralismo cul-
eclesiología católica afirma el carácter absoluto y tural. La experiencia religiosa encuentra diferentes
exclusivo de la religión cristiana. Fruto de esta expresiones o se concreta en diferentes religiones,
afirmación es la defensa apologética del principio: que responden a la naturaleza de las respectivas
“fuera de la Iglesia no hay salvación”. Y fruto de es- culturas. Las religiones son senderos distintos ha-
ta eclesiología es también el espíritu que anima la cia la misma experiencia de Dios, y diferentes ex-
práctica misional de la Edad Moderna. Aquí subya- presiones culturales de la misma experiencia reli-
ce una “teología de las religiones”, que condena y giosa. Con estas afirmaciones queda neutralizada
desautoriza como supersticiosa e idolátrica cual- cualquier pretensión de universalidad por parte de
quier religión no cristiana. una religión particular. Esta tesis plantea un pro-
blema radical a la teología de la misión. ¿Cuál es el
El Concilio Vaticano II oficializó un paso tras- sentido y el límite de la misión?
cendental en la teología de las religiones, en la teo-
logía de la misión y en el sentido teológico del diálo- La tesis más reciente en torno a la revelación
go ecuménico e interreligioso. De entrada, pasa del cristiana mantiene la legitimidad de las religiones
anatema al diálogo, y además, reconoce que las como mediaciones de la salvación 41 . Reconoce en
“semillas del Verbo” están presentes en todas las ellas semillas del Verbo y presencia del Espíritu,
culturas y religiones. En éstas hay “elementos de elementos substanciales de verdad y de bondad. Pe-
verdad y bondad”. Por consiguiente no todo está ro al mismo tiempo sostiene que la revelación cris-
perdido fuera del universo eclesial y católico. Este tiana no es una entre otras revelaciones, sino la re-
es un paso trascendental para la teología cristiana velación absoluta y definitiva para todos. Sin em-
de las religiones. Pero al mismo tiempo, la teología bargo, esta afirmación no se entiende ya en sentido
conciliar mantiene que la religión católica incluye a exclusivo, como si la revelación que tiene lugar en
todas las demás religiones y es la perfección y la Cristo excluyera como falsas todas las demás reli-
plenitud de las mismas. Este planteamiento es giones. Se entiende en sentido inclusivo, de forma
cuestionado hoy por las demás religiones. ¿Por qué que todo cuanto hay de bueno y verdadero en cual-
la revelación cristiana ha de ser la plenitud y la quier religión se encuentra ya incluido y trascendi-
consumación de toda revelación? ¿No están las de- do, a la vez que respetado, en Cristo. Lo que signifi-
más religiones en pie de igualdad con ella? ca que la comunidad cristiana debe adentrarse en el
diálogo interreligioso aprendiendo de las demás reli-
En un extremo de la teología de las religiones se giones y testimoniando lo más específico de la reve-
encuentra la tesis exclusivista, que reduce la reve- lación cristiana. Y significa también que el carácter
lación divina al área específica de la revelación cris- absoluto y universal de la revelación cristiana no
tiana. Fue la postura de la tradición católica duran- debe traducirse en carácter absoluto y universal de
te mucho tiempo, y es la postura de ciertos teólogos las mediaciones culturales del cristianismo. En el
protestantes más recientes, como E. Brunner y K. centro de este problema está, sin duda, el desafian-
Barth. Éste considera la revelación judeo-cristiana, te problema de la inculturación.
no como la culminación de las demás religiones;
sino como el juicio y el final de las religiones y de                                                                                                                
las culturas humanas. Barth considera fútil y vano *
MARTÍNEZ DÍEZ, F., «Jesús, el Cristo, plenitud de la re-
todo esfuerzo del hombre por buscar la verdad divi- velación» y «La revelación cristiana y su pretensión de uni-
na y el sentido último de la propia existencia. Esta versalidad», en Id., Teología Fundamental. Dar razón de la
fe cristiana (Horizonte dos mil. Textos y monografías, 2),
búsqueda está condenada al fracaso, porque Dios
  CRISTOLOGÍA FUNDAMENTAL   7

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               
Salamanca/Madrid, San Esteban/Edibesa, 32006, p. 102- del cristianismo y la catolicidad de la Iglesia, en: Puntos
115. centrales de la fe, Madrid 1985.
18 37
T. CITRINI, El principio “cristocentrismo” y su operati- Cf. G. THILS, Las religiones no cristianas, Barcelona
vidad en la teología fundamental, en: R. LATOURELLE, G. 1967; P. DAMBORIENA, La salvación en las religiones no cris-
O’COLLINS, Problemas y perspectivas..., p. 246. tianas, Madrid 1973; P. KNITTER, La teología de las religio-
nes en el pensamiento católico, en: Concilium 203 (1986),
19
Cf. P. PARENTE, Theologia fundamentalis, Torino pp. 123-134; ID., No Other Name. A Critical Survey of Chris-
1955, pp. 44-62, 82-89. tian Attitudes Toward the World Religions, London 1985;
H. KUNG, El cristianismo y las religiones, Madrid 1987; P.
20
P. GRECH, El problema cristológico y la hermenéutica, ROSANO, Teología y religiones: un problema contemporáneo,
en R. LATOURELLE, G. O’COLLINS, Problemas y perspecti- en R. LATOURELLE, G. O’COLLINS, Problemas y perspectivas
vas..., pp. 162-174. de la teología fundamenal..., pp. 417-439.
21 38
P. GRELOT, Relación entre el antiguo y el nuevo tes- A. SHORTER, La revelación y su interpretación, Ed.
tamento en Jesucristo, en R. LATOURELLE, G. O’COLLINS, Paulinas, Madrid 1986, pp. 221-262.
Problemas y perspectivas..., pp. 271s.
39
R. PANIKKAR, El Cristo desconocido del hinduismo, Ed.
22
J. NOLTE, Theologia experimentalis. Ubergänge zu ei- Marova, Madrid 1971.
ner Metatheologie, Dusseldorf 1985, p. 117. Cf. H. WAN-
40
DELFENS, Teología fundamental contextual..., p. 262. A. PIERIS, El rostro asiático de Cristo, Sígueme, Sala-
manca 1991.
23
M. MACHOVEC, Jesús par ateos, Ed. Sígueme, Sala-
41
manca 1974. Cf. E. SCHILLEBEECKX, Los hombres relato de Dios...,
pp. 109-114.
24
S. BEN-CHORIN, Bruder Jesús, Munchen 1970.
25
P. E. LAPIDE, Der Rabbi von Nazareth, Trier 1974.
26
Cf. W. MARXSEN, La resurrección de Jesús de Naza-
ret, Ed. Herder, Barcelona 1974, p. 109.
27
S. PIE I NINOT, Tratado de teología fundamental, Ed.
Secr. Trinitario, Salamanca 1989, pp. 232-237.
28
S. PIE I NINOT, Tratado de teología fundamental... pp.
213ss.
29
Cf. W. KASPER, Jesús, el Cristo, Ed. Sígueme, Sala-
manca 1979, pp. 108-121; R. LATOURELLE, Miracles de
Jésus et théologie du miracle, París 1986; X. LÉON-DUFOUR,
LOS milagros de Jesús, Madrid 1980; C. BROWN, Miracles
and the critical mind, Grand Rapids 1984; I. GONZÁLEZ
FAUS, Clamor del Reino: estudio sobre los milagros de Je-
sús, Salamanca 1982.
30
S. PIE I NINOT, Tratado de teología fundamental..., pp.
291-292.
31
G. W. F. HEGEL, Begriff der Religionen, Hamburg
1966, pp. 74s.
32
Cf. E. TROELTSCH, El carácter absoluto del cristianis-
mo, Sígueme, Salamanca 1973.
33
E. TROELTSCH, El carácter absoluto del cristianismo...,
p. 97.
34
E. TROELTSCH, El carácter absoluto del cristianismo...,
pp. 63s.
35
N. CUSA, La docta ignorancia, Buenos Aires 1966, p.
169. Cf. E. COLOMER, De la Edad Media al Renacimiento. R.
Lull, N. de Cusa, J. Pico della Mirandola, Barcelona 1975,
pp. 119-144.
36
Cf. K. RAHNER, Curso fundamenal sobre la fe, Ed.
Herder, Barcelona 1989; W. PANNENBERG, La revelación
como historia, Ed. Sígueme, Salamanca 1977; W. KASPER,
Unicidad y universalidad de Jesucristo, en: A. VARGAS-
MACHUCA (ed.), Jesucristo en la historia y en la fe, Sala-
manca 1977, pp. 266-279; U. VON BALTHASAR, LO absoluto

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