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El culto
Una historia de
Jesús y su secta
2
3
Gonzalo Rojas-Flores
El culto
Una historia de
Jesús y su secta
OBRA INEDITA
2019
4
Obra Inédita
Ultima modificación: 5 de febrero de 2019
Para correcciones, comentarios y sugerencias:
gonzalorojasflores@gmail.com
5
1 – Introducción
2 – Metodología: Fuentes
1
Tradicionalmente considerados como biografías, los evangelios
fueron luego reevaluados como un nuevo género literario, hasta
que Richard Burridge, siguiendo las huellas de David Aune y
Charles Talbert, inclinó la balanza en favor del género de la
biografía grecorromana con la publicación de su influyente tesis
doctoral What are the Gospels? A Comparison with Graeco-Roman
Biography (Cambridge: CUP, 1992). El tema continúa siendo objeto
de debate, con algunos proponiendo, por ejemplo, que Marcos
adoptó el modelo de la novela judía (M. E. Vines, The Problem of
Markan Genre. The Gospel of Mark and the Jewish Novel [Atlanta: SBL,
2002]), mientras que otros continúan defendiendo la hipótesis del
género literario especial (N. Casalini, “Marco e il genere letterario
degli annunci (o vangeli)”, en SBF Liber Annuus 53 [2003] 45-112).
2
Independientemente de su género literario, los evangelios son
textos de adoctrinamiento. A diferencia de la educación, que
proporciona información completa, libre e imparcial con el fin de
formar personas autónomas, capaces de elaborar pensamiento
crítico, el adoctrinamiento entrega información selectiva,
controlada y sesgada con el fin de moldear conciencias acríticas
que sean funcionales al colectivo.
3
Los evangelios canónicos, no obstante ser textos de
adoctrinamiento, entregan abundante material histórico acerca de
no sólo las circunstancias de la muerte de Jesús en Jerusalén, sino
también sobre su actividad como profeta, sanador y exorcista en
Galilea, Perea y Judea.
4
Este material histórico fue, en gran medida, descontextualizado y
distorsionado con propósitos de adoctrinamiento, interpretando
los dichos y hechos de Jesús en función de objetivos apologéticos.
San Marcos
James Tissot
23
1
Los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas son llamados
“sinópticos” por presentar una similar “visión de conjunto” o
“sinopsis” de la vida pública de Jesús desde su bautismo hasta su
muerte y resurrección.
2
El evangelio de Marcos fue escrito posiblemente en Roma (cf.
Marcos 15.21 con Rom 16.13), pero más probablemente en alguna
de las ciudades en donde se establecieron los “helenistas”, como
Cesarea Marítima (Hechos 8.40; 21.8-9) o Antioquía (Hechos
11.19-20), en donde Marcos pudo tomar contacto con ellos y
conocer la profecía de la destrucción del Templo atribuida a Jesús
(cap. 20.2, nota 2).
Haciendo uso del lenguaje profético de Daniel 9.27 LXX; cf. 11.31
y 12.11 (en donde se alude a la estatua de Zeus Olímpico, que
Antíoco IV Epífanes erigió en el templo de Jerusalén hacia el año
167 a. n. e., como la “abominación de las desolaciones”), Marcos
presenta a Jesús diciendo a sus discípulos que cuando vieran la
“abominación de la desolación” erigida donde no debe (13.14),
debían huir inmediatamente antes de que se iniciara la guerra
(13.14-20), una situación de crisis que muchos interpretan como la
generada durante la guerra de los años 66-70.
año 70, una vez que la guerra había prácticamente finalizado (con
excepción de algunos reductos rebeldes como Masada). En
consecuencia, la redacción de 13.14-20 indica que el evangelio fue
escrito antes del año 66.
6
Según la hipótesis de Farrer-Goulder-Goodacre, el evangelio de
Mateo adoptó del evangelio de Marcos tanto su estructura general
como gran parte de su contenido, aunque con importantes
variaciones y numerosas adiciones. Este material adicional fue en
parte creación literaria de Mateo y en parte proveniente de
primitivas tradiciones pre-evangélicas que sólo Mateo usó (M).
7
Debido a que Lucas reemplazó la referencia a la “abominación de
la desolación” con una descripción genérica del sitio de Jerusalén
(21.20) e introdujo material adicional igualmente genérico sobre su
posterior destrucción (19.43-44), esta profecía ya no permite datar
el evangelio. Pero como la segunda parte de esta obra (más tarde
conocida como Hechos de los apóstoles) finaliza abruptamente con los
dos años de estadía de Pablo en Roma (28.30-31) bajo arresto
domiciliario (28.16), el evangelio debe haber sido escrito
probablemente a principios de los años 60.
8
Según la hipótesis de Farrer-Goulder-Goodacre, Lucas utilizó y
adaptó material marcano y mateano. Incorporó, además, material
adicional, en parte creado por él mismo y en parte proveniente de
primitivas tradiciones pre-evangélicas que sólo él usó (L). Fue
escrito probablemente en la misma ciudad en donde surgió el
evangelio mateano (¿Antioquía?), como alternativa a éste, por lo
que evitó repetir su material más característico (comenzando por
su genealogía).
9
El evangelio de Juan no sólo no tiene referencia alguna al sitio de
Jerusalén, ni a la profanación del templo, ni a su destrucción
(aunque sí a su reemplazo escatológico en 4.21), sino que
menciona a la Piscina de cinco pórticos de Betesda como aún
funcionando (5.2), lo que revela que fue escrito antes de la guerra
del 66-70.
10
Varios elementos narrativos indican un conocimiento detallado
de la geografía de Palestina (como la ubicación del Pozo de Jacob,
en las afueras de la ciudad samaritana de Sicar [mejor conocida
como Siquem], cerca del monte sagrado [Garizím] en 4.5-6, 20, así
como la ubicación de la ciudad de Efraím, junto al desierto en
27
SanPablo
James Tissot
31
1
Las cartas de Pablo reiteran, con algunas variaciones, diversas
tradiciones acerca de Jesús, específicamente su llamado exclusivo a
Israel (Rom 15.8), su enseñanza acerca de amar al enemigo (Rom
12.14, 17-21; 1 Tes 5.15; 1 Cor 4.12), su rechazo al divorcio (1 Cor
7.10-11), su posición respecto a la manutención de los
predicadores (1 Cor 9.14), su liturgia del pan y el vino (1 Cor
11.23-26), su anuncio sobre su regreso intempestivo como ladrón
en la noche (1 Tes 5.2-4) y finalmente su muerte, sepultación,
resurrección al tercer día y diversas apariciones a sus discípulos (1
Cor 15.3-8).
2
La Carta a los Hebreos confirma su oración en Getsemaní (5.7-
8), la Carta de Santiago ratifica su prohibición de jurar (5.12) y el
Libro de la Revelación confirma su comparación con un ladrón
(3.3; 16.15).
3
Antigüedades Judaicas 18.3.3 proporciona información que, en
términos generales, concuerda con lo dicho por Marcos, Mateo,
Lucas, Juan y Hechos. Aunque dicho pasaje relativo a Jesús
muestra signos de haber sido intervenido por un escriba cristiano,
el estilo, el vocabulario y el contenido indican que parte importante
del texto proviene del historiador judío.
4
Tácito afirmó que “Cristo […] sufrió la pena máxima durante el
reinado de Tiberio, a manos de uno de nuestros procuradores,
Poncio Pilato, y la muy dañina superstición, así sofocada por el
momento, irrumpió nuevamente no sólo en Judea, la primera
fuente del mal, sino incluso en Roma, en donde todas las cosas
espantosas y vergonzosas de cada parte del mundo confluyen y se
popularizan” (Anales 15.44). Aunque brevemente y con un error
relativo al cargo que tenía Pilato, el testimonio de Tácito confirma,
desde una posición abiertamente hostil, algunos datos básicos
sobre la muerte de Jesús.
5
La Mishná (m.), compilada hacia el año 200, no contiene
referencia alguna a Jesús, pero en la Guemará del Talmud de
Babilonia (b.), compilada hacia el año 500, sí es posible encontrar
(en aquellos textos que no fueron sometidos a censura) varias
referencias, algunas veladas, otras explícitas, casi todas
calumniosas, sobre Jesús, quien es presentado como un bastardo
(b. Shabbath 104b; b. Sanhedrin 67a), hechicero (b. Shabbath 104b; b.
Sotah 47a; b. Sanhedrin 43a; 107b) e idólatra (b. Sotah 47a; b.
Sanhedrin 67a; 107b), que fue lapidado por practicar la hechicería e
incitar a la apostasía y cuyos cinco discípulos también fueron
ejecutados (b. Sanhedrin 43a).
1
Criterio de testimonio múltiple:
2
Criterio de innovación:
3
Criterio de discontinuidad:
4
Criterio de incomodidad:
1
Criterio de semitismo:
2
Criterio de coherencia:
3
Criterio de rechazo:
4
Criterio de plausibilidad contextual:
1
Criterio de incoherencia:
2
Criterio de inspiración bíblica:
3
Criterio de intencionalidad apologética:
1
Criterio de implausibilidad contextual:
4.1 – Nacimiento
4.1.1 … en Nazaret
1
Aunque la creencia popular de que Jesús nació en Belén de Judea
está actualmente muy extendida entre creyentes y no creyentes e
incluso está avalada por algunos connotados especialistas (como,
por ejemplo, Steve Moyise, Was the Birth of Jesus according to Scripture?
[Cascade Books: Eugene, Oregon, 2013], 45-59), lo cierto es que
sólo se encuentra atestiguada en los contradictorios relatos de
natividad de Mateo y Lucas, que a todas luces son creaciones
literarias con fines apologéticos (véase nota 2).
Por el contrario, existen muy buenas razones para pensar que Jesús
nació en Galilea, específicamente en Nazaret, una aldea lo
suficientemente pequeña como para no ser mencionada en las
Sagradas Escrituras del judaísmo, ni en las obras de Flavio Josefo,
ni en el Talmud.
Que Jesús era de Nazaret está atestiguado tanto por Marcos como
por Juan, dos fuentes que, al ser independientes, permiten dar
cumplimiento al criterio de testimonio múltiple (cap. 3.1, nota 1).
Herodes, el Grande
(n. 74/73 a. n. e. – m. 4 a. n. e.)
69
1
Según Lucas, fue en el año decimoquinto del reinado de Tiberio
cuando Juan comenzó a predicar a orillas del Jordán (3.1-3). Como
dicho emperador comenzó su reinado el año 14 de nuestra era, el
año decimoquinto corresponde al año 28 (contando el año 14
como el primero, según la forma inclusiva de contar los años). No
parece haber transcurrido mucho tiempo entre el inicio de la
prédica del Bautista, el bautismo de Jesús y el comienzo de la
actividad predicadora de este último, lo que habría ocurrido, en
consecuencia, ese mismo año 28, cuando Jesús tenía, según Lucas,
“cerca de treinta años” (3.23).
1
El examen de las fuentes permite concluir con bastante seguridad
que Jesús era hijo legal y biológico de José.
1
El evangelista joánico, quien presenta a la madre de Jesús junto a
sus hijos en la boda de Caná desde una óptica neutral (2.1-12) y
junto a otras mujeres al pie de la cruz desde una óptica positiva
(19.25-27), no menciona su nombre ni una sola vez en todo su
evangelio.
Campo maldito
Fedor Andreevich Bronnikov
87
1
Al morir Herodes el Grande –cuando Jesús tenía cerca de un año
de edad–, estallaron varias rebeliones: en Jerusalén (la primera
durante la Pascua y la segunda en Pentecostés), en Judea
(encabezada por el pastor Atrongeo y sus cuatro hermanos), en
Idumea (con el levantamiento de tropas herodianas que habían
sido licenciadas), Perea (liderada por un esclavo real de nombre
Simón) y Galilea, en donde Judas, hijo de un antiguo rebelde
llamado Ezequías, logró apoderarse de la ciudad de Séforis
(ubicada a seis kilómetros de Nazaret). Todas las rebeliones fueron
finalmente sofocadas, con miles de prisioneros crucificados. En el
caso de Séforis, fue recapturada e incendiada por los romanos y su
población esclavizada (Josefo, Guerras de los Judíos 2.3-5;
Antigüedades Judaicas 17.9-10).
2
En el año 6 de nuestra era –cuando Jesús tenía cerca de diez años
de edad–, nuevamente se produjo un levantamiento armado, esta
vez bajo el liderazgo de Judas el galileo, de Gamala, con motivo del
ya mencionado censo tributario a efectuarse en la recién
constituida provincia romana de Judea (Josefo, Guerras de los Judíos
2.8.1 y 2.17.8; Antigüedades Judaicas 18.1.1; 20.5.2).
3
No es posible saber si los familiares de Jesús, incluyendo quizás a
su propio padre, fueron activos participantes o pasivos testigos de
algunas de estas rebeliones, o si resultaron de algún modo
afectados, ya sea en su etapa inicial o en su aplastamiento final.
1
Es altamente probable que su padre haya muerto, ya sea en
alguno de los conflictos armados ya señalados o debido a
enfermedad. En el evangelio marcano, la madre de Jesús es
mencionada siempre asociada a sus hijos (3.31-35; 6.3) e hijas (6.3),
nunca a su esposo. En el evangelio joánico, ella aparece asistiendo
a una boda en Caná (2.1), con sus hijos (2.12), pero sin su esposo.
También es presentada junto a la cruz, acompañada por su
hermana y otras dos mujeres (19.25), pero sin su esposo. En
Hechos, se la menciona formando parte de la comunidad de
Jerusalén, junto a sus hijos, pero sin su esposo (1.14).
3
Siempre en el campo de la especulación, la temprana muerte de
su padre quizás obligó a Jesús a asumir, en algún momento de su
infancia y/o juventud, la responsabilidad de reemplazar a su padre
como proveedor de la economía familiar, ejerciendo el oficio de
carpintero.
5 – Años de formación
1
Con respecto al nivel de instrucción de Jesús, la afirmación en
Marcos 1.22 de que la gente de Cafarnaúm se admiró de que
enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas es
probablemente una creación literaria posterior (con la intención
apologética de demostrar que su sabiduría, inspirada por el
Espíritu Santo, era superior a la de sus adversarios, representados
aquí por los escribas), pero, incluso si se trata de una ficción, tiene
probablemente una base histórica, en el sentido de que se reconoce
que Jesús no fue un escriba y que, por tanto, no tuvo instrucción
formal como tal.
el pan en Sábado, por lo cual les hizo ver que debían haberlo
cocido en día laborable, pues el pan no quedaba santificado en el
horno, sino en la mesa (b. Menachoth95b-96a).
Pero según Chris Keith (quien aquí hace uso involuntario del
criterio de intencionalidad apologética), el hecho de presentar a
Jesús escribiendo con el dedo en el suelo tuvo el doble objetivo de
(a) reivindicar que Jesús sabía escribir y (b) establecer un paralelo
con Dios escribiendo con el dedo las tablas de la Ley según Exodo
31.18 y 32.15, mediante el uso de idénticos verbos en idéntico
orden para la acción de escribir según la versión de los LXX (The
Pericope Adulterae, the Gospel of John, and the Literacy of Jesus [Leiden:
Brill, 2009], 257).
1
Un rabí o maestro debía conocer en forma exhaustiva no sólo la
“Enseñanza” (Torah) o Ley de Moisés, es decir, los cinco primeros
libros (o Pentateuco), sino también los “Profetas” (Nevi’im), que
incluían textos tanto históricos como proféticos, y otros “Escritos”
(Ketuvim) sapienciales, poéticos e históricos.
Josefo, por su parte, afirmó a fines del siglo I que en total eran
veintidós los libros sagrados del judaísmo (o, al menos, que eran
considerados como tales por la corriente mayoritaria). Explicó que
cinco de ellos (es decir, Génesis, Exodo, Levítico, Números y
Deuteronomio) pertenecían a Moisés y contenían sus leyes y las
tradiciones acerca de la historia de la humanidad desde sus
orígenes hasta la muerte de Moisés. Agregó que otros trece libros
escritos por diversos profetas cubrían el período desde la muerte
de Moisés hasta el reinado de Artajerjes I (incluyendo
aparentemente libros tanto históricos como proféticos). Los
restantes cuatro libros contenían himnos a Yahvéh y preceptos de
conducta (probablemente Salmos, Cantares, Proverbios y
Eclesiastés). Finalmente, aseguró que otras obras históricas
referentes al período posterior a Artajerjes I no habían gozado,
entre los ancestros, de la misma autoridad que los anteriores libros
(Contra Apión 1.8).
2
En virtud de una supuesta Alianza eterna entre el pueblo de Israel
y Yahvéh, la Ley contenida en sus textos sagrados normaba no
sólo cuándo efectuar la mutilación genital masculina, cómo guardar
el reposo sagrado, qué festividades celebrar, cómo ofrecer
sacrificios de animales, cómo alcanzar la pureza ritual y qué tabúes
evitar, sino también qué delitos castigar, cuánto impuesto pagar,
108
El fariseo y el publicano
James Tissot
112
1
Todos aquellos aspectos omitidos, apenas mencionados o no
suficientemente explicados por la Ley, dieron origen a diferentes
interpretaciones por parte de cada sector religioso. Según Josefo,
en comparación a otras agrupaciones, los fariseos parecían
interpretar las leyes de manera más precisa (Guerras de los Judíos
1.5.2). Lo mismo pensaban los esenios, pero respecto a su propia
interpretación de la Ley, la “verdadera” (Documento de Damasco
6.14 y 18).
2
Según explica Josefo, los fariseos enseñaban un gran número de
disposiciones que no estaban escritas en las “leyes de Moisés”, sino
que provenían de tradiciones de los “padres” o “ancestros”
(Antigüedades Judaicas 13.10.6; 13.16.2). Lo mismo afirma Pablo,
cuando recuerda que en sus tiempos como fariseo (Filipenses 3.5),
discípulo de Gamaliel (Hechos 22.3), había sido celoso defensor de
las tradiciones ancestrales (Gálatas 1.14) o “ley de los padres”
(Hechos 22.3). También Marcos confirma que los fariseos
defendían la tradición de los ancianos (7.3).
3
Según el mismo Josefo, los saduceos consideraban que las únicas
disposiciones obligatorias eran aquellas que estaban escritas en la
Ley (Antigüedades Judaicas 13.10.6; 18.1.4).
4
Para los esenios, su líder era quien había “escruta[do]” la Ley y
quien había comunicado las órdenes que debían ser cumplidas
mientras durara el tiempo de impiedad. Entre esas disposiciones
estaban la de no volver a entrar en el santuario, la de observar el
Sábado según la verdadera interpretación de la Ley y la de celebrar
festividades y guardar ayuno según el calendario de los miembros
de la nueva Alianza (Documento de Damasco 5.20 a 6.20).
5
Debido a su decisión de omitir toda referencia a sus años de
formación, los evangelistas presentan a Jesús con una posición ya
perfectamente definida y consolidada respecto a su propia y
peculiar interpretación de la Ley (cap. 16). Pero es muy probable
que esta interpretación haya sido el resultado de un largo proceso
de reflexión y maduración intelectual, iniciado en sus años de
juventud. Es posible, e incluso probable, que en este proceso de
113
Dios Padre
Cima da Conegliano
116
1
Aunque sin negar que los dichos y acciones de Jesús tuvieron una
dimensión escatológica, el fallecido Marcus Borg se encuentra
entre quienes sí han negado que Jesús creyó que el fin era inminente,
es decir, que se produciría en el transcurso de su propia
generación, argumentando que los dichos sobre la venida del Hijo
del hombre no provienen de Jesús y que los dichos sobre el Reino
de Dios no afirman que el fin es inminente (Jesus in contemporary
scholarship [Trinity Press: Harrisburg, Pennsylvania, 1994], 41 nota
75, 47, 51).
la tierra” (14.9), “de mar a mar y desde el río hasta los confines de
la tierra” (9.10), con capital en Jerusalén (9.9; 14.4-8), que sería
convertida en una ciudad completamente consagrada a Yahvéh
(14.20-21). Dicho imperio establecería la paz entre las naciones
(9.10; 14.11), a las que impondría tributación y adoración a Yahvéh
(14.14, 16), por medio de la violencia (9.1-8, 13-16; 14.1-3, 12-15,
17-19).
119
6 – Personalidad
1
Son numerosos los relatos de controversia que presentan a Jesús
debatiendo ácidamente con escribas, fariseos y saduceos, tanto en
Galilea como en Jerusalén (cap. 5.1.1, nota 3), lo que revela un
carácter vigoroso –y hasta temerario–, que no vaciló en sostener
controvertidos puntos de vista, incluso cuando la audiencia le era
hostil.
2
Al no pertenecer Jesús ni a la nobleza herodiana, ni a la
aristocracia asmonea, ni al linaje davídico, ni a la oligarquía
terrateniente, ni a la aristocracia sacerdotal, ni a la estructura
institucional del Templo, ni a la profesión de los escribas, su
capacidad para reclutar adeptos estuvo directamente relacionada
con su personalidad carismática.
1
Su personalidad autoritaria es perceptible en su exigencia de ser
obedecido en forma incondicional (cap. 16.2) y en su concepción
dualista de la sociedad en función de la dicotomía aceptación o
rechazo.
1
Marcos narra un extraño episodio en que, estando Jesús rodeado
por una multitud, sus más cercanos intentaron llevárselo a la
fuerza, pues, según dijeron, estaba “fuera de sí” (3.20-21).
1
Aunque no señalada explícitamente en fuente alguna, su soltería
es claramente perceptible en la presentación que Marcos hace de
su familia, compuesta únicamente por su madre y sus hermanos
(3.31-32; 6.3), sin que Marcos haga referencia alguna a una esposa.
cumplir ese rol (el caso de la élite sacerdotal), mientras que otros
eran designados para cumplir esa función (los autores no aplican
esta categoría a nadie en particular) o la asumían ellos mismos (el
caso de los fariseos). Más tarde, en la iglesia primitiva, los eunucos
habrían sido percibidos positivamente como aquellos discípulos
que poseen las llaves y que han recibido la autoridad para atar y
desatar (como en Mateo 16.19; 18.15-18, aunque los autores no
explican en qué sentido las tres categorías habrían sido aplicadas a
los discípulos). Al trasladar este texto al griego, el evangelista
mateano no sólo habría traducido la preposición aramea לcomo
“por” en vez de “en” (induciendo a que la frase final fuese
repuntuada y que el verbo χωρέω fuese entendido como “aceptar”
en vez de “entrar”), sino que habría insertado el dicho en el marco
de la enseñanza de Jesús acerca del matrimonio. En este nuevo
contexto, la audiencia greco-parlante habría percibido a todas las
categorías de eunucos en forma negativa (sexualizada), con
excepción de aquellos que se hacen eunucos (célibes) por el Reino
de los Cielos (“Guarding Entry to the Kingdom: The Place of
Eunuchs in Mt. 19.12”, Journal for the Study of the Historical Jesus 10
[2012], 228-246).
7.1.1 Exorcista
1
Es probable que la decisión de Jesús de renunciar a contraer
matrimonio y optar por una vida célibe antes de cumplir veinte
años (cap. 6.3.2) haya estado directamente vinculada a sus
primeros pasos como “hombre santo” itinerante.
7.1.2 Sanador
1
Que el joven Jesús también practicó la sanación itinerante mucho
tiempo antes de ser bautizado por Juan resulta probable, pues (a)
no parece natural que después de tomar la temprana decisión de
consagrarse a Yahvéh como hombre célibe y de llevar una vida
itinerante como exorcista, no se haya dedicado también a la
sanación, actividad típicamente vinculada a los “hombres santos”.
Por otra parte, (b) el hecho de que, al iniciar su actividad
mesiánico-escatológica, Jesús no prometió efectuar un único acto
inaugural de sanación universal, sino que optó por sanaciones
individuales, es más consistentes con la lógica de alguien que ya era
un sanador carismático itinerante. Finalmente, (c) su experiencia
previa como sanador es confirmada por su uso terapéutico de la
saliva y el barro, lo que es perfectamente explicable si Jesús ya se
dedicaba a la sanación antes de comenzar su actividad como
profeta escatológico y pretendiente mesiánico.
2
Según el evangelio de Marcos, Jesús usaba saliva en algunas de
sus sanaciones. En 7.32-37, es descrito sanando a un hombre
sordo que hablaba con dificultad. Después de “abrir” sus oídos
metiendo sus dedos en las orejas, Jesús escupió (al parecer en sus
propios dedos) y luego tocó la lengua (con sus dedos ensalivados),
logrando así que la “ligadura” de su lengua fuese “desatada”. En
8.22-26, Jesús escupe en los ojos de un ciego, coloca sus manos
sobre él (específicamente sobre sus ojos, tal como se deduce del v.
25) y le pregunta si ve algo. Como la visión, aunque restablecida, es
borrosa, Jesús coloca de nuevo las manos sobre sus ojos, logrando
esta vez que vea con claridad.
9
En el antiguo Cercano Oriente, la principal técnica de sanación de
los “hombres santos” parece haber sido la imposición de manos.
Según 2 Reyes, cuando el general sirio Naamán acudió donde
Eliseo para que lo sanara de “lepra”, supuso que el profeta
invocaría el nombre de Dios y movería (según el texto hebreo
masorético) o colocaría (según el texto griego de los LXX) su
mano sobre la parte afectada (5.11). Aunque Eliseo no cumplió
sus expectativas, pues le envió a decir que se lavara siete veces en
las aguas del Jordán, del propio relato se desprende que la
imposición de manos era la técnica más conocida. Según 1QapGen
[1Q20] 20.21-22, 28-29, esa técnica fue precisamente la que
Abraham usó para sanar al Faraón de las dolencias provocadas por
un espíritu maligno: orar y colocar sus manos sobre su cabeza.
10
Técnicas de sugestión como la imposición de manos y el uso
imperativo de la palabra fueron probablemente útiles en el caso de
personas que sufrían un trastorno de conversión, enfermedad que
afecta la motricidad voluntaria o las funciones sensoriales debido a
factores sicológicos. Sus síntomas son mudez, sordera, ceguera,
visión de túnel, parálisis, convulsiones, entre otros, sin causa
neurológica conocida (Benjamin James Sadock y Virginia Alcott
Sadock, Kaplan & Sadock’s Synopsis of Psychiatry [Lippincott Williams
& Wilkins: Philadelphia, Pennsylvania, 10ª ed. 2007; 1ª ed. 1972],
638-642).
1
La decisión de abandonar su hogar para recorrer los poblados de
Galilea como sanador y exorcista itinerante debió provocar un
serio trastorno en la economía familiar.
Los mutuos reproches debieron llegar a tal punto que, años más
tarde, Jesús incluso desconoció a su madre y hermanos como su
familia, afirmando que sus seguidores eran su verdadera familia
(Marcos 3.31-35). En otra ocasión, se lamentó diciendo que no
había profeta que fuese despreciado, excepto en su tierra, entre sus
parientes y en su casa (Marcos 6.4). De hecho, su familia pensaba
que él estaba demente (Marcos 3.20-21; cf. cap. 6.3.1). La versión
marcana es confirmada por Juan, quien asegura que sus hermanos
no creían en él (Juan 7.5).
1
Al igual que muchos otros judíos de su tiempo, el joven exorcista
y sanador seguramente creía que, al final de los tiempos, Yahvéh se
manifestaría, ya sea personalmente o a través de un enviado, dando
cumplimiento a las antiguas promesas de redención (cap. 5.3).
2
Jesús debió conocer muy bien la tradición que aseguraba que,
estando Elías junto a Eliseo en la orilla oriental del Jordán, un
carro de fuego tirado por caballos de fuego había bajado del cielo,
interponiéndose entre ambos, siendo Eliseo testigo de cómo Elías
era ascendido en un torbellino, sin que su cuerpo fuese jamás
encontrado (2 Reyes 2.1-18).
3
Además de la tradición acerca de la ascensión de Elías, Jesús
también debió conocer la profecía de Malaquías, quien, algún
tiempo después de la construcción del Segundo Templo, bajo la
dominación persa, anunció que antes del Día grande y terrible,
Yahvéh enviaría al profeta Elías, quien reconciliaría a padres e
hijos (4.5-6). Esta profecía fue lo suficientemente conocida y
respetada como para ser citada como Escritura en el texto de Ben
Sira, del siglo II antes de nuestra era, quien agregó que Elías
restauraría las tribus de Israel (Sirácida 48.10).
4
Como ya vimos en su momento (cap. 4.1.2, nota 1), fue en el año
28 cuando se extendió por toda Palestina la noticia de que un
profeta llamado Yohanán estaba predicando a lo largo del río
Jordán que el final de los tiempos estaba cerca. Su mensaje, el lugar
donde predicaba y su forma de vestir hicieron que muchos
pensaran que Juan era el anunciado Elías, profetizado por
Malaquías, tema que abordaremos en el siguiente capítulo.
1
Según Marcos 1.6, Juan comía (es decir, su dieta incluía) langostas
y miel silvestre.
Mientras que Marcos 1.6 afirma que Juan “comía [es decir, su dieta
incluía] langostas y miel silvestre”, Mateo 3.4 interpreta a Marcos
en el sentido de que “su comida era [es decir, su dieta consistía
sólo de] langostas y miel silvestre”.
1
La vestimenta del Bautista descrita en Marcos 1.6 (seguido por
Mateo 3.4) está probablemente inspirada en una tradición que
presenta al profeta Elías cubierto de pelo y con un cinturón de
cuero (2 Reyes 1.8). Esta distintiva forma de vestir de Elías parece
haberse extendido bastante, pues Zacarías, en el siglo VI antes de
nuestra era, criticó a los profetas que vestían mantos de pelo para
mentir (13.4).
3
La actividad del Bautista en el Jordán, especialmente en su ribera
oriental, seguramente hizo que muchos recordaran la tradición que
describía al profeta Elías y a su discípulo el profeta Eliseo saliendo
de Jericó y cruzando el Jordán, a su ribera oriental, en donde Elías
fue ascendido al cielo en un torbellino, tras lo cual Eliseo volvió a
cruzar el río, de regreso a Jericó (2 Reyes 2.5-18).
1
En el contexto de una controversia, el argumento atribuido a
Jesús en Marcos 11.27-33 (seguido por Mateo 21.23-27 y Lucas
20.1-8) respecto a que su autoridad tenía el mismo origen que el
bautismo de Juan (es decir, un origen celestial) supone
necesariamente que nadie, ni siquiera quienes se oponían a Jesús,
cuestionaba la reputación del Bautista como un hombre de Dios.
¿Qué le hizo pensar que el juicio final estaba cerca? ¿Fue una
visión provocada por su extremo ascetismo alimenticio? ¿Fue la
conclusión a la que llegó después de decidir vivir como el profeta
Elías? ¿Fue debido a que tenía una mirada muy pesimista respecto
a la sociedad en la que vivía? Es imposible saberlo.
173
1
Respecto a su rol profético-escatológico, el Bautista es
presentado por Marcos como dando cumplimiento a una profecía
de Isaías, cuyo texto hebreo masorético (TM) dice: “Una voz está
clamando: En el desierto preparad el camino a Yahvéh. Enderezad
en el páramo una calzada para nuestro Dios” (40.3). En cambio, la
versión griega de los LXX dice: “Una voz está clamando en el
desierto: Preparad el camino al Señor. Enderezad las sendas de
nuestro Dios”.
Por otra parte, según Mateo 11.10, fue Jesús quien identificó al
Bautista como el mensajero anunciado en las Sagradas Escrituras
(Malaquías 3.1). Más aún, en Mateo 11.14 Jesús afirma
explícitamente que Juan era el Elías que había de venir. Este pasaje
podría ser, en consecuencia, una confirmación independiente de lo
aseverado en Marcos 9.11-13, en el sentido que fue Jesús quien
identificó al Bautista como Elías. Pero Mateo 11.10 no parece ser
una fuente independiente, pues depende probablemente de Marcos
1.2-3. En efecto, la presentación que Marcos 1.2-3 hace del
Bautista como dando cumplimiento a Malaquías 3.1 e Isaías 40.3 es
seguida por Mateo 3.3, pero sólo en lo que respecta a Isaías 40.3,
pues la cita de Malaquías 3.1 parece haber sido desplazada a Mateo
11.10, atribuyéndola a Jesús.
8.2.2 Arrepentíos
La voz en el desierto
James Tissot
180
1
Marcos afirma que Juan predicaba el bautismo de
arrepentimiento para el perdón de los pecados (1.4), agregando que
el bautismo se efectuaba después de confesar dichos pecados (1.5).
El requisito de la confesión indica que no era mediante el bautismo
que se obtenía el perdón, sino mediante el arrepentimiento.
Cabe hacer notar que dicho bautismo era efectuado por el mismo
Juan, hecho sin precedentes en el judaísmo.3
¿Qué hizo pensar a Juan que debía ser él quien bautizara a los
demás? Como lo normal era que cada quien purificara su propio
cuerpo, debemos suponer que Juan debía albergar en su fuero
interno un sentimiento de superioridad respecto a quienes lo
rodeaban, un sentimiento que lo hizo pensar que no podían ser
ellos mismos quienes se purificaran, sino que debían ser
purificados por él.
183
1
Además de su deseo de ser identificado como el Elías de los
últimos tiempos que había sido visto por última vez en el río
Jordán antes de ascender al cielo (cap. 8.1.2, nota 3), la decisión de
Juan de efectuar sus inmersiones en las aguas de dicho río estuvo
quizás motivada por el deseo de vincular su bautismo escatológico
con un antiguo milagro atribuido al profeta Eliseo. Según el citado
relato del Ciclo de Eliseo (cap. 7.1.2, nota 9), el jefe del ejército de
Siria de nombre Naamán, acudió donde el profeta Eliseo para que
lo sanara de “lepra”. Siguiendo sus instrucciones de lavarse siete
veces en el río Jordán, Naamán se zambulló siete veces en sus
aguas, quedando limpio de su enfermedad y convencido de que
sólo había un Dios (2 Reyes 5.1-15).
2
A fin de obtener o recuperar la pureza ritual, la Ley prescribía
varias medidas, entre ellas, el lavado con agua para purificar el
cuerpo, la ropa y los utensilios que hubiesen sido contaminados al
entrar en contacto con lo que era considerado “impuro”,
“abominable”, “prohibido” o tabú (Exodo 30.18-21; Levítico
11.23-32, 39-40; 13.6, 34, 58; 14.2-9, 44-47; 15.2-13, 16-27; 16.4,
26; 17.15-16; 22.4-7; Números 19.2-22).
Pero el profeta Jeremías parece haber ido mucho más allá, pues,
además de usar la purificación con agua como metáfora de la
purificación moral (4.14), afirmó que aunque el pecador se lavara
con lejía y usara mucho jabón, la mancha de su iniquidad
permanecería (2.22), en referencia a la impureza contraída (2.23)
por prácticas idolátricas (2.1-37).
1
Junto con predicar el inminente Juicio Final, Juan anunció la
también inminente aparición de una enigmática figura. Su
importancia era tal que el profeta afirmó, según el evangelio
marcano, que él no era digno de desatar, arrodillado, la correa de
sus sandalias.
9 – Vocación mesiánica
Bautismo de Cristo
Juan Fernández de Navarrete, el Mudo
193
1
El bautismo de Jesús por parte de Juan en el Jordán es
mencionado por Marcos tan escuetamente (1.9), que sólo parece
cumplir la función de dar ocasión a la mucho más significativa
manifestación de Dios que lo consagró como su Hijo (1.10-11).
Lucas optó por restarle importancia al hecho, pues sólo dice que,
cuando todo el pueblo era bautizado, Jesús también lo fue (3.21),
en el Jordán (cf. 3.3; 4.1) sin siquiera mencionar quién lo bautizó.
De hecho, Lucas ha afirmado poco antes que, debido al público
juicio condenatorio que Juan había hecho en contra del tetrarca
Herodes (Antipas), éste lo había encarcelado (3.19-20). En
consecuencia, cabría concluir que, según Lucas, Jesús fue
bautizado por alguno de los discípulos del Bautista. Pero como, en
este escenario, la situación de incomodidad, lejos de mejorar,
empeora, es más razonable suponer que la referencia al
encarcelamiento del Bautista obedece a una técnica narrativa de
Lucas (similar a la extraña redacción en 1.56-57; cf. 1.36), que no
tuvo el objetivo de sugerir que, por estar el Bautista en la cárcel
según 3.20, Jesús fue bautizado en 3.21 por uno de sus discípulos.
El Bautista en prisión
Giusto de Menabuoi
198
1
Ya vimos que, según Juan 1.32-34, el Bautista dio testimonio de
que el Espíritu había descendido del cielo y permanecido sobre
Jesús como una paloma, señal de que éste era el Hijo de Dios. Por
el contrario, Marcos (seguido por Lucas) no hizo referencia alguna
a que Juan tuvo algún tipo de reacción ante la consagración
mesiánica de Jesús después de su bautismo. Mateo tampoco lo
hizo, pero presentó al Bautista declarando que era Jesús quien
debía bautizarlo a él (3.14), lo que puede interpretarse como un
reconocimiento implícito de la identidad mesiánica de Jesús.
Según Marcos 2.18 (seguido por Mateo 9.14 y Lucas 5.33, aunque
con variantes), Jesús fue consultado acerca de por qué sus
discípulos no ayunaban, en circunstancias que los discípulos de
Juan sí lo hacían, episodio cuya historicidad es probable (cap.
11.3.3, nota 3). Esto revela que, después del bautismo de Jesús,
199
Cabeza de Cristo
El Greco
202
1
Según John P. Meier, como el relato de la teofanía subsiguiente al
bautismo es una composición cristiana que no refleja ni siquiera
una experiencia interior o sicológica de Jesús, no es posible utilizar
dicha teofanía para averiguar qué significado tuvo para él su
bautismo (A Marginal Jew [New York: Yale University Press, 1994],
vol. II, cap. 13, II).
3
En el judaísmo se creía que Yahvéh, en el pasado, había
favorecido con su Espíritu a ciertos escogidos (Génesis 41.38;
Exodo 31.3; Números 11.17; Números 24.2; Jueces 3.10; Jueces
6.34; 1 Samuel 10.6, 10; 2 Samuel 23.2; 2 Crónicas 24.20; Ezequiel
2.2; 11.5). Según el profeta Joel, al final de los tiempos, los
favorecidos serán muchos más (2.28-29).
Cristo en el desierto
Ivan Nikolaevich Kramskoi
207
1
Según John P. Meier, existen indicios que sugieren que Jesús,
después de recibir el bautismo de Juan, permaneció junto a él
durante algún tiempo en calidad de discípulo. Dichos indicios son
los siguientes:
(a) el hecho de que, según el evangelio joánico, algunos discípulos
de Juan hayan decidido convertirse en discípulos de un perfecto
desconocido (Juan 1.29-51) resulta particularmente extraño, lo que
sugiere que Jesús, después de ser bautizado por Juan, se convirtió
en discípulo suyo por algún tiempo, durante el cual esos otros
discípulos pudieron conocerlo y sentirse impresionados por él;
(b) el hecho de que, según el evange