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Las 4 etapas de maduración de los frutos son: 1) madurez fisiológica, que es el estado completo de desarrollo del fruto; 2) madurez de cosecha, cuando el producto alcanza cualidades para comercializarse; 3) madurez comercial, cuando el fruto puede ser vendido aunque no esté completamente maduro; y 4) madurez de consumo, cuando el fruto está listo para comerse.
Las 4 etapas de maduración de los frutos son: 1) madurez fisiológica, que es el estado completo de desarrollo del fruto; 2) madurez de cosecha, cuando el producto alcanza cualidades para comercializarse; 3) madurez comercial, cuando el fruto puede ser vendido aunque no esté completamente maduro; y 4) madurez de consumo, cuando el fruto está listo para comerse.
Las 4 etapas de maduración de los frutos son: 1) madurez fisiológica, que es el estado completo de desarrollo del fruto; 2) madurez de cosecha, cuando el producto alcanza cualidades para comercializarse; 3) madurez comercial, cuando el fruto puede ser vendido aunque no esté completamente maduro; y 4) madurez de consumo, cuando el fruto está listo para comerse.
La maduración de los frutos u otra estructura de los cultivos hortofrutícolas está
referida a un proceso que implica cambios físicos (color, textura, tamaño, entre otros), bioquímicos (grados Brix, aroma, contenido nutrimental, reducción de inhibidores de la maduración) y fisiológicos (aumento respiratorio, síntesis y liberación de etileno) que conducen a la formación de un fruto apto para el consumo. Es importante tener claro que, de acuerdo a la composición y estado de desarrollo del fruto, encontramos los siguientes tipos de madurez: fisiológica, hortícola o de cosecha, comercial y de consumo.
Madurez fisiológica. Es conocida como el estado de “sazón” en algunos
productos hortofrutícolas y es definida como el estado de desarrollo completo de un fruto, donde no necesariamente está listo para su consumo; pero ya cuenta con los elementos necesarios para continuar su maduración. Se puede acelerar o retrasar esta maduración mediante métodos físicos y químicos.
Madurez hortícola o de cosecha. Se puede interpretar como madurez fisiológica
en muchos productos, aunque no necesariamente coincide como es el caso de las hortalizas de hoja, inflorescencia o de desarrollo parcial del fruto. Este tipo de madurez está referida al momento en el que el producto alcanza una serie de cualidades cuantitativas y cualitativas con las que puede comercializarse.
Madurez comercial. Es el grado en el que se debe encontrar un producto para
ser comercializado, el cual puede ser objeto o no de algún tipo de acondicionamiento como la desertización. Este tipo de madurez está más enfocado a frutos, donde muchas veces estos son comercializados en un estado incompleto de madurez, pero que cuentan ya con la mayoría de cualidades que son reconocidas por el consumidor para su adquisición.
Madurez de consumo. Es cuando el fruto está en un estado adecuado para su
consumo en fresco o procesamiento industrial con todas las características organolépticas (sabor, textura, color, aroma, composición nutricional, entre otras). La maduración de consumo es difícilmente alterada, ya que es irreversible.
Las frutas verdes contienen más
almidón que sacarosa, glucosa y levulosa y resultan indigestaste cuando se comen crudos, pero se pueden emplear para compotas y jaleas. En las frutas maduras hay, por regla general, menor cantidad de tanino que en las frutas verdes. En las frutas maduras el almidón se ha transformado en disacáridos y en monosacáridos por la acción del calor del medio ambiente y son de sabor francamente dulce en la mayor parte de los casos, de fácil digestión y absorción y aportan glúcidos que pueden ser tolerados perfectamente por los niños y por los enfermos. Las frutas con un grado extremo de madurez no son recomendables, por la fermentación alcohólica, láctica y acética de los glúcidos, molestas para el aparato digestivo. El sabor ácido de las frutas está en relación con la proporción que hay entre azúcares solubles que contiene. En las frutas verdes dominan los ácidos sobre los azúcares solubles y en las frutas maduras aumentan los azúcares solubles y disminuyen un poco los ácidos.
Los ácidos orgánicos que se
encuentran en las frutas son el ácido cítrico, el ácido málico, el ácido tártarico y en algunas frutas hay ácido benzoico y ácido oxálico. Prácticas bioestimulantes de la maduración en cultivos hortofrutícolas El proceso de la maduración en los cultivos hortofrutícolas se puede modificar mediante distintas prácticas bioestimulantes. A continuación se describen algunas:
Etileno. Es conocida como la hormona de la maduración y es la responsable de
acelerar el proceso de maduración y senescencia de órganos en los cultivos hortofrutícolas. Los efectos que pueda tener el etileno dependerán del producto hortofrutícola del que se trate. En hortalizas de hoja puede ser contraproducente debido a que degrada a la clorofila y las hojas se tornan de tonalidades amarillentas. En flores esta hormona acelera la caída de los pétalos; aunque en frutas, en dosis adecuadas, ayuda a desarrollar características de color y sabor deseadas al acelerar su metabolismo y respiración. La forma de aplicación del etileno puede ser en forma gaseosa o mediante precursores de la hormona como el Ethephon
Estrés hídrico. El nivel de humedad del suelo o el sustrato en su defecto, tiene
repercusiones sobre la maduración y la calidad del producto cosechado. Se ha demostrado en distintos estudios que la deficiencia de agua ocasiona que se tenga una mayor concentración de azúcares y pigmentos en un periodo más corto, pero se reduce el tamaño de la estructura, aunque del mismo modo se ven mermados el peso y firmeza. En algunas ocasiones se limita el riego cerca de la maduración de las estructuras de interés agrícola para acelerar el proceso
Reguladores de Crecimiento. Los reguladores de crecimiento a base de auxinas,
giberelinas o citocininas pueden retrasar el proceso de maduración, al igual que las poliaminas. El ácido giberélico ayuda a mantener el color verde en los frutos de cítricos, y en otros cultivos como la uva retrasa la acumulación de azucares. La aplicación de 1-metilciclopropeno (1-MCP) inhibe la acción del etileno durante el almacenamiento de hortalizas y frutas
Podas. Es una práctica habitual en los cultivos hortofrutícolas, la cual persigue
varios objetivos. En el caso de la maduración de productos hortofrutícolas, las podas permiten una mayor tasa de fotosíntesis y producción de azúcares debido a que se genera una mejor circulación de aire para el intercambio gaseoso y exposición de las hojas a la luz solar. También se sabe que la exposición de algunos frutos tanto de hortalizas como frutales a la luz favorece una coloración más uniforme.
Fertilización. La nutrición de la planta tiene una fuerte influencia sobre algunas
características en la maduración de frutales y hortalizas. La fertilización es crítica en los cultivos para poder alcanzar los parámetros deseados de maduración. De los 17 elementos esenciales para la planta, en lo referente a maduración destacan: calcio, boro, potasio y nitrógeno. El calcio y boro están asociados a la firmeza de las estructuras comestibles y de la planta; la deficiencia de estos elementos causa trastornos fisiológicos que comprometen la calidad del producto cosechado. El potasio por su parte favorece el transporte de azúcares de las hojas a los órganos de interés como son los frutos, generado mayor gradiente por la cantidad de solutos en el fruto, ocasionando que estos atraigan una mayor cantidad de agua y nutrientes, permitiéndole crecer con mayor rapidez.
Así mismo el nitrógeno tiene efectos sobre la maduración de las estructuras de
interés agrícola, ya que un exceso ocasiona que se tenga un crecimiento vegetativo y menor degradación de clorofila, lo cual es importante para hortalizas de hoja como la lechuga; sin embargo, para cultivos donde el interés es el fruto el exceso de este elemento ocasiona retraso en la maduración. La deficiencia de nitrógeno causa en los cultivos que se tenga una baja capacidad fotosintética y por tanto menor producción de azucares.
Anillado. Practicada principalmente en frutales, es una técnica que interrumpe el
flujo de azúcares sintetizados hacia el tallo o raíces. El fenómeno anterior favorece una mayor acumulación de los azúcares en los frutos, lo cual estimula su maduración y en algunos casos incrementa la síntesis de pigmento dentro de ellos.
Control de temperaturas. Las altas temperaturas intensifican la tasa respiratoria
de las plantas y por ende la de los productos de interés, lo anterior acelera su maduración. Incluso después de cosechados estos productos continúan respirando, por lo que se hace necesario su almacenamiento a bajas temperaturas que permitan reducir su metabolismo y maduración. Algunas estrategias del control de temperatura son la ventilación dentro de los invernaderos, riego por aspersión durante el crecimiento y desarrollo del fruto. Además, el uso de atmosferas controladas, cámaras de enfriamiento, entre otras durante la postcosecha.