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Por cierto que no todos hemos de ser expertos en apologética, pero todos
deberíamos poder dar una explicación razonable de la fe cristiana cuando
se nos pregunte, y defenderla si es necesario. ¿Qué creo? y ¿por qué lo
creo?, es un ejercicio que debemos desarrollar para presentar defensa de
nuestra fe, adecuada y firmemente, en un mundo que avanza más y más
sobre mentiras, muchas de ellas aceptadas de forma deliberada, en esta era
de la posverdad en la que nos toca vivir.
La era de la posverdad, uno de los últimos ataques masivos en contra de la
fe
Tal ha sido el impacto mundial de este nuevo concepto llamado posverdad,
que el prestigioso diccionario inglés de Oxford lo distinguió en 2016 como
la palabra del año. Pero la fuerza de la posverdad (o más bien de la mentira
disfrazada como verdad) siguió pisando fuerte y a fines de 2017 la RAE
(Real Academia Española de la Lengua) la incluyó en su diccionario,
definiéndola así: «Posverdad = Distorsión deliberada de una realidad, con
el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes
sociales, en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las
apelaciones a las emociones y a las creencias personales».
Hoy, las redes sociales tienen un potencial técnico enorme para convertir
en «verdad» cualquier mentira. Esto es gravísimo en el ámbito social y
relacional de escuelas, universidades, empresas, iglesias, o de cualquier
grupo humano. Casi todo el mundo cuenta hoy con un teléfono celular o
tableta, lo que da acceso en tiempo real a eventuales noticias falsas,
difamaciones o injurias acerca de las personas, de sus compañeros,
familiares, etc. Parece increíble, pero muy pocos se ocupan de indagar en
fuentes primarias si una determinada noticia es o no correcta. Muchos
jóvenes suelen decir que le creen más a Internet o a YouTube que a otra
fuente. Son un referente para ellos en la era en la cual vivimos.
Esta era de la posverdad ya está generando consecuencias desastrosas. Un
estudio pediátrico publicado en junio de 20191 señala que el suicidio es la
segunda causa de muerte en EE.UU., entre adolescentes y jóvenes entre 10
y 18 años, siendo los 13 años la edad promedio de niños con ideas suicidas.
Cristo señala aquí lo fundamental de los escritos del Génesis, porque Él fue
el Creador de los portentosos hechos que allí se relatan, porque el Génesis
relata la caída del ser humano en desobediencia, la cual arrastró a la
Creación, y también nos relata la maravillosa promesa de su sacrificio
redentor que reconcilia al ser humano con Dios. Todo ello constituye el
contexto y las bases del evangelio. Sin este contexto, sin estas bases, el
evangelio queda fuertemente debilitado.
Por ejemplo, el cómo explicar la gran cantidad de agua del planeta Tierra,
ha sido un gran problema para la ciencia desde siempre, y por mucho
tiempo hubo hipótesis científicas altamente especulativas que señalaban
que el agua de la Tierra había sido traída por meteoritos. Hoy, múltiples
estudios afirman que el ciclo del agua es mucho más complejo de lo que se
sabía, pero que solo está circunscrito a nuestro planeta (no intervienen
meteoritos).
Pero el apóstol Pablo sabía quiénes eran los epicúreos y los estoicos,
conocía su cultura, su literatura, su forma de pensar, y en función de ello
aborda la discusión. Ello sugiere que la estrategia argumental debiese estar
en relación con quiénes serán los oyentes. Pablo les cita incluso a autores y
poetas griegos. Toma parte de la cosmovisión errada de los griegos y
sabiamente la dirige hacia el argumento que él les quiere presentar, cual es
mostrarles al único Creador de todo y también al Redentor y Salvador
Jesús.
Esto último da pie para una apologética que también considera evidencias,
porque es la propia Escritura la que nos desafía en este sentido («…su
eterno poder y deidad … entendidas por medio de las cosas hechas…»).
Sin embargo, no es para poner a prueba estas evidencias, sino para
asumirlas como una verdad.
Es claro que los fundamentos de los jóvenes cristianos deben estar firmes
para defender su fe y contrarrestar estos argumentos falaces opuestos a
Cristo y su evangelio, los cuales deben ser derribados (2 Cor. 10:4-5).
Por cierto que no todos hemos de ser expertos en apologética, pero todos
deberíamos poder dar una explicación razonable de la fe cristiana cuando
se nos pregunte, y defenderla si es necesario. ¿Qué creo? y ¿por qué lo
creo?, es un ejercicio que debemos desarrollar para presentar defensa de
nuestra fe, adecuada y firmemente, en un mundo que avanza más y más
sobre mentiras, muchas de ellas aceptadas de forma deliberada, en esta era
de la posverdad en la que nos toca vivir.
La era de la posverdad, uno de los últimos ataques masivos en contra
de la fe
Hoy, las redes sociales tienen un potencial técnico enorme para convertir
en «verdad» cualquier mentira. Esto es gravísimo en el ámbito social y
relacional de escuelas, universidades, empresas, iglesias, o de cualquier
grupo humano. Casi todo el mundo cuenta hoy con un teléfono celular o
tableta, lo que da acceso en tiempo real a eventuales noticias falsas,
difamaciones o injurias acerca de las personas, de sus compañeros,
familiares, etc. Parece increíble, pero muy pocos se ocupan de indagar en
fuentes primarias si una determinada noticia es o no correcta. Muchos
jóvenes suelen decir que le creen más a Internet o a YouTube que a otra
fuente. Son un referente para ellos en la era en la cual vivimos.
Esta era de la posverdad ya está generando consecuencias desastrosas. Un
estudio pediátrico publicado en junio de 20191 señala que el suicidio es la
segunda causa de muerte en EE.UU., entre adolescentes y jóvenes entre 10
y 18 años, siendo los 13 años la edad promedio de niños con ideas suicidas.
Cristo señala aquí lo fundamental de los escritos del Génesis, porque Él fue
el Creador de los portentosos hechos que allí se relatan, porque el Génesis
relata la caída del ser humano en desobediencia, la cual arrastró a la
Creación, y también nos relata la maravillosa promesa de su sacrificio
redentor que reconcilia al ser humano con Dios. Todo ello constituye el
contexto y las bases del evangelio. Sin este contexto, sin estas bases, el
evangelio queda fuertemente debilitado.
Por ejemplo, el cómo explicar la gran cantidad de agua del planeta Tierra,
ha sido un gran problema para la ciencia desde siempre, y por mucho
tiempo hubo hipótesis científicas altamente especulativas que señalaban
que el agua de la Tierra había sido traída por meteoritos. Hoy, múltiples
estudios afirman que el ciclo del agua es mucho más complejo de lo que se
sabía, pero que solo está circunscrito a nuestro planeta (no intervienen
meteoritos).
Pero el apóstol Pablo sabía quiénes eran los epicúreos y los estoicos,
conocía su cultura, su literatura, su forma de pensar, y en función de ello
aborda la discusión. Ello sugiere que la estrategia argumental debiese estar
en relación con quiénes serán los oyentes. Pablo les cita incluso a autores y
poetas griegos. Toma parte de la cosmovisión errada de los griegos y
sabiamente la dirige hacia el argumento que él les quiere presentar, cual es
mostrarles al único Creador de todo y también al Redentor y Salvador
Jesús.
En Hechos 17, el apóstol Pablo da por asumido que Dios existe, que es
todopoderoso, Creador de todo cuanto existe, y que es también nuestro
Redentor y Salvador. No intenta mostrar pruebas acerca de Dios y de sus
poderosos atributos, sino que los asume a priori. Tampoco usa una
apologética basada en su testimonio, aunque esto lo hizo en otras
instancias, como por ejemplo cuando hubo de defenderse ante el rey
Agripa, relatando su testimonio de conversión, y diciéndole: «No fui
rebelde a la visón celestial» (Hech. 26:19).
Esto último da pie para una apologética que también considera evidencias,
porque es la propia Escritura la que nos desafía en este sentido («…su
eterno poder y deidad … entendidas por medio de las cosas hechas…»).
Sin embargo, no es para poner a prueba estas evidencias, sino para
asumirlas como una verdad.
Apologética en el colegio y universidad
La enseñanza bíblica acerca del primer hombre Adán, como una persona
histórica y real que trajo muerte y corrupción a la creación de Dios, es
reemplazada con la versión evolutiva de la historia.
Es claro que los fundamentos de los jóvenes cristianos deben estar firmes
para defender su fe y contrarrestar estos argumentos falaces opuestos a
Cristo y su evangelio, los cuales deben ser derribados (2 Cor. 10:4-5).
Denuedo es una palabra que casi no se utiliza hoy, tal vez porque no cabe
en una sociedad relativista y permisiva. Denuedo significa actuar o hablar
con valentía, con coraje, con decisión. No cuadra muy bien hablar con
denuedo en nuestra cultura actual de la posverdad, o donde se transan
verdades por expresiones que son ‘políticamente correctas’.