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Dedicado a Juan Pablo, mi querido hijo. Para que conozca verdad (Jesús),
la ame y la defienda con la mente y el corazón.
Contenido
PRÓLOGO
Introducción
PRIMERA PARTE
FUNDAMENTOS APOLOGÉTICOS
Capítulo 1
Defender sin ofender: La importancia de la apologética en la evangelización
Capítulo 2
La apologética: mandato o capricho
Capítulo 3
Los enemigos de la apologética
Capítulo 4
El camino hacia una apologética efectiva
Capítulo 5
Evite estos errores
Capítulo 6
Ser y conocer, antes de hacer
Capítulo 7
¿Por qué soy cristiano?
Capítulo 8
Un encuentro entre la fe y la razón
SEGUNDA PARTE
¿HACIA DÓNDE APUNTA LA EVIDENCIA?
Capítulo 9
Dios y el método científico
Capítulo 10
¿Es Dios una simple hipótesis?
Capítulo 11
El uso correcto de las evidencias
Capítulo 12
Evidencia 1: El firmamento anuncia la obra de sus manos
CAPÍTULO 13
Evidencia 2: La mente detrás del ajuste fino cósmico
Capítulo 14
Evidencia 3: La ley moral escrita en el corazón
CAPITULO 15
Evidencia 4: Jesús resucitó de entre los muertos
Capítulo 16
Cuatro evidencias, un veredicto
Capítulo 17
De oídas te había oído, mas ahora …
Agradecimientos
REFERENCIAS
PRÓLOGO
Escribir sobre la defensa del evangelio ante los cuestionamientos de la
ciencia no es una tarea que a muchos nos quede fácil, porque requiere
conocimiento teológico y científico. Y esto es lo que ha hecho el hermano
Héctor Loaiza, quien muestra en esta obra tener ambas competencias.
Dedicado a la docencia en el área de las matemáticas y la física, el autor
de FE+EVIDENCIA nos confronta con cuestionamientos y retos que se
plantean a los cristianos para refutarles su fe.
Y, quizás, muchos de esos creyentes quisieran tener respuestas argumentadas
en forma razonada y coherente que permitieran, no convencer al que la
cuestiona, sino dejar claro que esa fe no es incoherente y sin sustento
razonable. No es que las argumentaciones científicas estructuren la fe, sino
que permiten mostrar cuan estructurada está.
Considerando el hecho de que en la actualidad el cristianismo se enfrenta a
respuestas de diversa índole sobre su existencia y comportamiento, a tal
punto que se aceptan muchas respuestas que relativizan el significado de la
verdad, el autor parte de la base de que la verdad es una sola y es Jesucristo.
Con todo lo que eso significa: aceptar su naturaleza y esencia, su realidad
histórica, sus enseñanzas, sus milagros y su resurrección.
El cristiano se enfrenta a diferentes personas que, o bien dudan de que se
pueda creer en Dios, - escépticos- o lo ven imposible -agnósticos- o niegan
rotundamente su existencia -ateos-. Muchos de ellos han escrito tratados y
han hecho exposiciones o se han enfrentado en controversias públicas con
creyentes. Trayendo citas de algunos de los autores de este tipo de posiciones
filosóficas, el hermano Loaiza explica por qué las posturas de esos autores no
son convincentes. Para ello se vale de la Biblia y de las explicaciones de
algunos autores cristianos.
Jorge Wagensberg, científico español, con un doctorado en Física de la
Universidad de Barcelona, con varias distinciones y autor de varios libros,
definió en un simposio sobre la imaginación científica, a la ciencia “…como
el resultado de reconocer el máximo orden oculto en todo aparente
desorden…que hacer ciencia consistía en proponer a la naturaleza una
ficción, por si esta tiene a bien ser compatible con tal ficción.” (Wagensberg,
Jorge. “Sobre la imaginación científica”. Tusquets Editores. Barcelona, 1990,
p.10)
Si tomamos esta definición como válida, tenemos que convenir que la
ciencia, mediante la observación repetida de los fenómenos naturales, su
medición y comprobación, intenta descubrir que leyes gobiernan esos
fenómenos y enunciarlas. Es decir, la ciencia tiene su fortaleza en la
comprobación de los hechos y sus causas, pero a la vez esa es su debilidad: lo
que no puede comprobar, porque no tiene el conocimiento o herramientas
para hacerlo, no lo puede afirmar. En ocasiones se limita a decir que no tiene
respuestas, pero en otras se niega a aceptar la realidad, sólo porque no puede
explicarla.
Y es en este punto que el autor nos lleva, mediante respuestas razonadas a
mostrar la verdad que la Biblia nos muestra. Para ello explica algunas ideas
equivocadas que se han sostenido sobre afirmaciones bíblicas y la claridad de
la argumentación de la fe, sobre la científica, porque el fundamento fuerte de
esta última, el método científico, no puede demostrar sus afirmaciones, sino
que solo puede establecer hipótesis y conjeturas.
Si Ud., lector, es un creyente inquieto por tener respuestas razonadas y con
argumentos que la misma ciencia ofrece, este libro es para Ud. Al leerlo,
también encontrará argumentos bíblicos que apuntalarán su fe y le ayudarán a
exponer el evangelio en forma coherente. Podrá encontrar temas que le
interesen.
Espero que la lectura de este libro sea de bendición.
Eduardo Forero
Pastor
Introducción
Desde los albores de la iglesia siempre ha estado presente la oposición.
Después de la resurrección de Jesús, los sacerdotes sobornaron a los soldados
que custodiaban la tumba para que afirmaran que los discípulos habían
robado su cuerpo. Luego de ver que, aun siendo personas sin letras,
predicaban con denuedo el mensaje del Cristo resucitado, les intimaron para
que dejasen de predicar; sin embargo, para ellos estaba claro que era
necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hechos 5:29). Uno de los
sabios, el maestro Gamaliel, dijo: “Apartaos de estos hombres, y dejadlos;
porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; mas si
es de Dios, no la podréis destruir; no seáis tal vez hallados luchando contra
Dios” (Hechos 5:38-39).
Haciendo caso omiso a los consejos de Gamaliel, hombres como Saulo de
Tarso comenzaron a perseguir aquella manada pequeña, que por aquellos
tiempos se les identificaba como una secta. No fue hasta que, yendo hacia
Damasco, tuvo lugar el encuentro con Jesús y, con esto, comienza una
historia fascinante que nos permite vislumbrar lo que Dios puede hacer con
un hombre si este se lo permite. Este hombre, a quien se le conocería como el
Apóstol Pablo, lo vemos en la Biblia presentando defensa de la fe frente a un
pueblo idólatra como el de los atenienses. Lo vemos presentando defensa
frente a un grupo de judaizantes que querían hacer retroceder a las iglesias de
Galacia a los rudimentos del mundo. Lo vemos defendiendo la deidad de
Jesús en medio de la sociedad de Colosas, quienes realizaban diferentes
cultos a los ángeles y concebían a Jesús como un semidiós. Asimismo, se le
puede ver recibiendo azotes, siendo apedreado, encarcelado y muerto a
manos de los romanos.
Si el surgimiento de la Iglesia fue gracias al derramamiento de sangre de su
fundador y su posterior resurrección, los siguientes años estuvieron marcados
por el derramamiento de sangre de un gran número de cristianos, porque los
ataques no solo fueron doctrinales, el mismo imperio Romano los persiguió
con el propósito de desaparecerlos de la faz de la tierra. El testimonio de los
primeros cristianos fue sellado con su propia vida.
Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo”. Y esa luz que posee la iglesia es
una llama de esperanza en medio de un mundo caído, esclavizado por el
pecado y la desobediencia. En medio de tanta decadencia, hay un mensaje
que impartir. Sin embargo, la resistencia de muchas personas hace necesario
que nuestros esfuerzos deban ser mayores para compartirles la verdad del
evangelio. En la actualidad nos enfrentamos a una serie de cosmovisiones que
han surgido con el propósito de dar respuestas a las preguntas más
importantes que, en algún momento, todos nos hemos hecho: ¿quién soy?,
¿para qué estoy en este mundo?, ¿cómo debo conducirme durante mi estadía
en la tierra?, entre muchos otros cuestionamientos. Las respuestas son de
diversa índole, de tal manera que se ha llegado a sostener que no existe una
respuesta correcta, porque no existe tal cosa como la verdad, existe, por el
contrario, la verdad de cada quien, porque todo es relativo.
Estas afirmaciones, que parecen inofensivas, son las más perjudiciales si se
aceptan sin ningún tipo de análisis. Si todo es relativo, entonces el
cristianismo es una simple perspectiva, una simple opinión y, decir que Jesús
es la verdad, se convierte en algo trivial, si es que la verdad no existe como
tal. Es así como Jesús pasa a ser, para muchos, un simple maestro que
compartió sabiduría y que solo nos llamó a vivir en paz y amor. De esta
manera la iglesia se convierte en un club nocturno, donde el líder les dice a
las masas lo que quieren oír, y a través de distintos mantras[1] llegan a lo
mejor a algún tipo de éxtasis que muchos llaman espiritualidad. Y aquellos
que no aceptan la religión pura y sin mácula, terminan viviendo a la merced
de un placebo momentáneo y efímero que no les asegura su destino eterno.
Claro, si la verdad es relativa, el destino eterno también lo es, y si es así pues
sigamos el ejemplo de Epicuro: “comamos y bebamos que mañana
moriremos”.
No obstante, el relativismo es insostenible, y termina siendo un intento fallido
por desfigurar la verdad que se promulga en el seno del cristianismo.
Podríamos pensar que este tipo de ideologías emergen de una sociedad
posmoderna, y que sencillamente este es el resultado del avance de la
civilización. Esto es otro engaño, no hay nada nuevo; cuando analizamos
estas cosmovisiones nos damos cuenta que se fundamentan en pensamientos
que ya existían desde la antigüedad. Pero esta es solo una parte del problema.
Al lado opuesto de estos buscadores de la espiritualidad, se encuentran los
escépticos, los que pretenden que por antonomasia se les llame intelectuales.
Estos blasfeman contra Dios y niegan su existencia. Los profetas, apóstoles y
primeros cristianos tuvieron que hacerle frente a todo este tipo de argumentos
y altivez que se levantaron contra el conocimiento de Dios. El apóstol Pablo,
por ejemplo, presentó defensa en Atenas y en otros lugares donde predicó.
Igualmente, el apóstol Pedro nos exhorta a que estemos siempre preparados
para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que
demande razón de la esperanza que hay en nosotros (1 Pedro 3:15); y Judas
nos exhortó a que luchemos ardientemente por la fe que nos ha sido
entregada (Judas 1:3). A esto se le llama apologética.
La apologética, no es un invento de las redes sociales, porque la apologética
estuvo presente en la iglesia primitiva. Siempre estuvo allí en la Biblia y
algunos no la vimos.
El presente libro surge como un intento de dar respuesta a esta necesidad. En
el cumplimiento de la comisión que se nos ha entregado, muchas veces nos
encontramos con algunas demandas que las personas le hacen a la fe que
profesamos, y no hemos tenido las respuestas.
En la primera parte, se presentan una serie de pautas y recomendaciones para
compartir y defender nuestra fe. Se presenta evidencia bíblica del mandato a
realizar la apologética, a partir de la cual se logran identificar algunas
características que debe poseer el apologeta. Se responden una serie de
excusas que muchos cristianos presentan para no compartir y defender la fe.
Pero, sobre todo, se invita a que el apologeta tenga un conocimiento pleno del
cristianismo, para que aprenda a amar a Dios con la mente y el corazón; y
que, al compartir y presentar defensa de su fe, las personas puedan ver una
vida coherente con el mensaje que se profesa.
En la segunda parte, se examina una pequeña parte de la evidencia para
presentar un caso a favor de la existencia Dios, lo cual permitirá que usted
como cristiano pueda conocer los fundamentos de lo que cree y pueda
compartirlo y defenderlo con la mente y el corazón. Esta defensa con una
vida plena en Dios, puede atraer a muchas personas que necesitan no solo
respuestas, sino la salvación. Usted prepárese para dar las respuestas, el
Espíritu Santo lo usará para que la persona pueda ser convencida no solo de
que Dios existe, sino de que lo necesita. Todo esto se logra cuando una vida
transformada por el poder de Dios está preparada para compartir y defender
su fe con todos los que demanden razones de lo que cree.
Permita Dios que este libro le abra un poco más el panorama y que su
liderazgo y servicio sea más efectivo en beneficio de la obra de Dios.
PRIMERA PARTE
FUNDAMENTOS APOLOGÉTICOS
Capítulo 1
Defender sin ofender: La importancia de la apologética en la
evangelización
«La apologética no consiste en vencer en las discusiones, sino en ganar a las
personas».
Alister McGrath, Construir puentes
Por lo tanto, la lógica sí puede ser usada para hablar sobre Dios, y lo hacemos
en virtud de lo que conocemos de él (lo que nos ha sido revelado). Si él es
verdad, no puede ser mentira al mismo tiempo, eso violaría un principio
básico de la lógica. Tenga en cuenta que el conocimiento superior de Dios
implica que hay cosas que escapan del nuestro, y que Dios conoce todo,
incluyendo los misterios ocultos para nosotros; por lo cual, la diferencia
sustancial entre nuestro conocimiento y el de Dios se fundamenta “en el
grado de conocimiento que posee, y no a una diferencia del tipo de lógica
que aplica” (Sproul, 1996, p. 48) (negrilla y cursiva fuera del texto).
Debemos distinguir entre el problema intelectual del mal y el problema emocional del mal. El
problema intelectual del mal se refiere a cómo dar una explicación racional de la manera que
Dios y el mal pueden coexistir. El problema emocional del mal tiene que ver con la manera de
deshacer la aversión emocional de las personas hacia un Dios que permita el sufrimiento.
(Craig, s.f.)
Si usted es cristiano porque cree que es mejor apostar a que Dios existe a que
no, le recuerdo que no todo el que le dice “señor” entrará en el reino de los
cielos, si no los que cumplan la voluntad de nuestro padre que está en los
cielos (Mateo 7:21).
El cristianismo, aunque posee todo ese tipo de experiencias, reposa sobre la
verdad. Jesús reclamó ser la verdad, no una verdad. La verdad es excluyente.
Dos posturas opuestas no pueden ser verdaderas, o ambas son falsas o una de
ellas es verdadera y la otra falsa.
Sin embargo, habrá gente que dirá que la verdad no existe o que es relativa.
Como dice Koukl (2018), el relativismo es una idea que se autodestruye. A
continuación, unos ejemplos de este tipo de ideas:
a. «La verdad no existe». (¿Es cierta esta afirmación?)
b. «No hay absolutos». (¿No es esto un absoluto?)
c. «Nadie puede saber verdad alguna sobre la religión». (¿De qué manera precisa has
llegado a conocer esa verdad sobre la religión?)
d. «No puedes saber nada con seguridad». (¿Estás seguro de esto?)
e. «Solo puedes conocer la verdad por medio de la experiencia». (¿Qué experiencia te
enseñó esa verdad?). (p. 109)
El cristianismo, descansa sobre la verdad y, como tal, puede ser analizada; si
el cristianismo es la verdad, debe ser correspondiente con la realidad y, por lo
tanto, podremos razonar en torno a su veracidad.
Capítulo 8
Un encuentro entre la fe y la razón
—Enséñemelo —me dice usted. Yo le llevo a mi garaje. Usted mira y ve una escalera,
latas de pintura vacías y un triciclo viejo, pero el dragón no está. — ¿Dónde está el
dragón? —me pregunta. —Oh, está aquí —contesto yo moviendo la mano vagamente—.
Me olvidé de decir que es un dragón invisible. Me propone que cubra de harina el suelo
del garaje para que queden marcadas las huellas del dragón. —Buena idea —replico—,
pero este dragón flota en el aire. Entonces propone usar un sensor infrarrojo para detectar
el fuego invisible. —Buena idea, pero el fuego invisible tampoco da calor. Se puede pintar
con spray el dragón para hacerlo visible. —Buena idea, sólo que es un dragón incorpóreo y
la pintura no se le pegaría. Y así sucesivamente. Yo contrarresto cualquier prueba física
que usted me propone con una explicación especial de por qué no funcionará. Ahora bien,
¿cuál es la diferencia entre un dragón invisible, incorpóreo y flotante que escupe un fuego
que no quema y un dragón inexistente? Si no hay manera de refutar mi opinión, si no hay
ningún experimento concebible válido contra ella, ¿qué significa decir que mi dragón
existe? Su incapacidad de invalidar mi hipótesis no equivale en absoluto a demostrar que
es cierta. Las afirmaciones que no pueden probarse, las aseveraciones inmunes a la
refutación son verdaderamente inútiles, por mucho valor que puedan tener para inspirarnos
o excitar nuestro sentido de maravilla. Lo que yo le he pedido que haga es acabar
aceptando, en ausencia de pruebas, lo que yo digo. Lo único que ha aprendido usted de mi
insistencia en que hay un dragón en mi garaje es que estoy mal de la cabeza. (Sagan, 1995,
p. 166)
Dios y el viento
Cualquiera pensaría que el dragón en el garaje, los unicornios, la tetera de
Russell o el monstruo del espagueti volador, solo puede originarse en la
mente de un escéptico. La triste realidad apunta a que no. Dios y el viento es
la versión cristiana de un mal argumento; mientras los anteriores se
formularon para refutar la existencia de Dios, este se formuló para demostrar
su existencia. Si hay algo que tienen en común todos ellos es que caen en la
falacia de error de categoría. Es irónico que el escéptico no acepte el
argumento de que Dios es como el viento para demostrar la existencia de
Dios; pero si acepta otros argumentos (que presentan la misma falla) para
refutar su existencia.
El argumento es: Dios existe, porque él es cómo el viento; pues, no lo puedes
ver, pero lo puedes sentir. (Viento = aire en movimiento).
En conclusión, las ciencias físicas y naturales, no son las únicas que pueden
proporcionar conocimiento válido. Puede sonar gracioso, pero si usted se
bañó esta mañana, no puede demostrar esto a través del método científico. Si
después de leer lo anterior, una persona sigue siendo cientificista puedo decir
que es igual de dogmático a muchos religiosos. Por lo tanto, el ateo que exige
la demostración de la existencia de Dios a través de un experimento, se
parece al hombre que “diseña una máquina capaz de detectar luz únicamente
del espectro visible [y luego] … utilizarla para negar la existencia de los
rayos x que, por su propio diseño, la máquina es capaz de detectar” (Lennox,
2011, p.27), o al hombre que está buscando elementos de plásticos con una
máquina para detectar metales.
Capítulo 10
¿Es Dios una simple hipótesis?
«Dios no es una hipótesis derivada de premisas lógicas, sino una visión
inmediata o evidentes como la luz. No es algo que debe ser tratado en la
oscuridad con la luz de la razón. Él es la luz».
Rabino Abraham Joshua Heschel
Si bien es cierto que existen muchas posibilidades, estas son poco probables
en virtud de las evidencias. Además, se logra establecer que el cuchillo que
Lázaro tenía en el cuello le pertenecía a María. Si solo se tuviera el cuchillo,
no sería razonable creer inmediatamente que María fuera la asesina, alguien
pudo haber tomado el cuchillo de María para inculparla. La evidencia
circunstancial en este caso no solo consta de un cuchillo, María había
amenazado de muerte a Lázaro, aunque sigue siendo posible que algún
enemigo de Lázaro aprovechara la amenaza de María para asesinarlo. Pero,
una vecina afirma haber visto a una mujer entrar a la residencia de Lázaro
unas horas antes de que se encontrara el cuerpo. Hasta aquí, aún existen
posibilidades de que ella no sea la asesina. Luego de un allanamiento a la
casa de María, encontraron una camiseta con manchas de sangre con el
mismo tipo de la de Lázaro. Aunque estas evidencias “no le permiten al juez
ver directamente al autor del hecho ni tampoco representan al autor; pero le
permiten, sustentado en ellos, inferir que el causante de la muerte de” Lázaro
fue María (Parra s.f., p.15). Estas evidencias circunstanciales son lo que son,
están ahí y no hay error en ellas. Sin embargo, es probable que la
interpretación que se haga de ellas sea errónea. Por ello, el veredicto que se
emita con base en tales evidencias circunstanciales se hace en el marco de lo
que es razonable.
Comparados con el resto del universo, solo somos un simple grano de arena
en una inmensa playa, y desde donde nos encontramos nos sentimos
asombrados con tal perfección que se observa a la distancia. Lo invito a que
se traslade un momento al espectáculo estelar que estaba observando el
salmista cuando escribió sobre la gloria de Dios y la honra del hombre en el
capítulo 8 de los Salmos. Bajo un cielo estrellado, el salmista dijo: “Cuando
veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste /
digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre,
para que lo visites? (Salmos 8: 3-4). Cuando observamos la majestuosidad
del cielo nos sentimos demasiado pequeños, aunque, existe una posición de
privilegio para el ser humano, y esta verdad se revela a través de la escritura.
La maravilla del universo observable y al que se nos hace imposible acceder,
nos asombra, porque en ellos se plasma la gloria de Dios, y se hace evidente
que este es obra de sus manos. En otras palabras, la creación es una
demostración de la gloria de Dios.
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Este versículo
sienta las bases de la revelación Bíblica. Esta frase, aunque sencilla, tiene
profundas implicaciones: (1) Dios existe; (2) Dios creó todo sin necesidad de
ningún tipo de materia primigenia (de la nada – creatio ex nihilo); (3) el
universo es contingente y Dios es necesario; (4) Dios es trascendente a la
materia y el espacio y (5) La revelación bíblica apunta hacia Dios.
La famosa frase de Carl Sagan “El cosmos es todo lo que es, todo lo que fue
y todo lo que será”, presenta el ideal del escéptico: un universo eterno y
necesario. Con el avance de la ciencia, se ha demostrado que el universo tuvo
un comienzo absoluto.
Albert Einstein, en el año 1915, desarrolló su teoría de la relatividad general
y descubrió que el universo no era estático. En 1922, el matemático
Alexander Friedman y el astrónomo belga Georges Lemaitre, al aplicar las
ecuaciones de Einstein al universo, predijeron que este se encontraba en
expansión. Más adelante, George Lemaitre planteó lo que llamó “la hipótesis
del átomo primigenio” o “la teoría del huevo cósmico”, la cual con el tiempo
llegó a conocerse como el big bang, nombre que de manera peyorativa le
asignó el astrónomo Fred Hoyle.
La resistencia a esta teoría fue evidente, muchos científicos la tildaron de
creacionismo, claro, el astrónomo George Lemaitre era un sacerdote católico.
Y aunque su planteamiento era producto de su trabajo científico, este
derrumbaba la hipótesis del universo eterno y establecía un comienzo
absoluto del mismo. Por lo que, para muchos, era un apoyo a la doctrina del
creacionismo establecida en la Biblia.
A partir de la teoría del big bang se establece que el universo se está
expandiendo desdede una singularidad, y que es allí donde se creó de manera
conjunta el espacio, la materia y el tiempo. En Zacharias y Geisler (2003), el
Dr. William Lane Craig afirma que “el principio del universo llega a ser más
increíble cuando se tiene en cuenta que no existía nada antes de este. No
existía nada antes de la singularidad, porque está en los límites del espacio y
del tiempo” (p.67).
En 1929, las observaciones de Hubble le dieron sustento a la teoría de
Lemaitre. Hubble descubrió la relación entre el corrimiento al rojo y la
luminosidad de una galaxia. Hablar del corrimiento al rojo, es hablar de la
manera como se distribuye la energía de las ondas electromagnéticas, en este
caso, entre más roja sea la luz que proviene de algunas galaxias, más lejana se
encuentra. Lo anterior permite afirmar que el universo se encuentra en
expansión y su origen tiene que ser en el pasado finito.
Las galaxias se están alejando entre sí, por lo que la expansión del universo
es en todas las direcciones. Supongamos que tenemos un globo (universo)
con botones, stickers, pegatinas o adhesivos (galaxias) pegadas en un globo
que se encuentra desinflado. Cuando comenzamos a inflar el globo, lo que le
hayamos pegado se comienza a separar (las galaxias). Y el globo comienza a
estirarse en todas las direcciones. El universo se está expandiendo de esa
manera, pero, no lo hace ocupando ningún espacio que existía, lo que se
expande es el espacio del mismo universo, así como el espacio del globo se
expande (Santaolalla, 2016).
El nobel Steven Weinberg en su libro Los tres primeros minutos del universo,
describe lo que él considera que ocurrió inmediatamente después del estallido
de energía o el big bang. Por desgracia para él, las ecuaciones no le permiten
determinar lo que ocurre en el instante cero del universo. Si lo que describe
Weinberg se pudiera representar como una película, este no puede mostrar el
inicio de la misma. (Weinberg, 1977)
Aunque hay varias versiones del argumento, usaré la versión del Dr. William
Lane Craig, quien lo formula de la siguiente manera:
Premisa 1: Todo lo que comienza a existir tiene una causa.
Premisa 2: El universo comenzó a existir.
Conclusión: El universo tiene una causa.
La primera premisa se fundamenta en la intuición metafísica de que algo no
puede surgir de la nada. El principio de causalidad indica que los efectos son
producidos por causas que lo preceden. El comenzar a existir es un efecto, y
hay dos opciones: (1) que el sujeto u objeto que comienza a existir sea auto-
causado, o (2) que el sujeto u objeto que comienza a existir sea causado por
un agente externo que lo precede. La primera opción es contradictoria, viola
el principio de causalidad, porque si sugerimos que un objeto que comienza a
existir es auto-causado, eso indicaría que debe existir antes de existir. Si el
sujeto u objeto comienza a existir, entonces se acepta que su causa es externa
y es antes que él.
Siempre que se presenta esta premisa surge la objeción hecha por Bertrand
Russell en su libro ¿por qué no soy cristiano?:
[…] leí la autobiografía de John Stuart Mill, y hallé allí esta frase: “mi padre me enseñó que la
pregunta ¿quién me hizo? No puede responderse, ya que inmediatamente sugiere la pregunta
¿quién hizo a Dios?”. Esa sencilla frase me mostró, como aún pienso, la falacia del argumento
de la Primera Causa. Si todo tiene una causa, entonces Dios debe tener una causa. (Russell,
1999, p.10)
El argumento no afirma que todo lo que existe necesita una causa, sino, lo
que comienza a existir. Sin embargo, la causa del universo (Dios) es eterna,
porque el tiempo vino a la existencia con el mismo universo. Además, no hay
razón para asumir que las leyes del universo deban aplicársele a un ser que
antecede y trasciende el universo. En este punto, Bertrand Russell apela a que
si Dios puede ser eterno, el universo también puede serlo; sin embargo, la
evidencia apunta a que el universo comenzó a existir.
Decir “no creo en la existencia de Dios porque apoyo la teoría del big bang”
es desconocer la historia y el planteamiento realizado por George Lemaitre.
Debido a esto, los científicos escépticos han ofrecido una alternativa para
eliminar a Dios de le ecuación, a saber: las fluctuaciones cuánticas.
[…] en las temperaturas extremadamente altas del Big Bang es posible que estuviera permitido
un ligero exceso de materia […] [y algunas partículas hubieran quedado sin parejas que la
aniquilara] Estas partículas sobrantes (casi un capricho de la naturaleza) se convirtieron en el
material que, con el tiempo, formaría toda: las galaxias, todas las estrellas y los planetas y, por
supuesto, a nosotros mismos. (Davies, 1994, p.29)
El multiverso
Se le denomina multiverso a la posible existencia de un conjunto infinito de
universos (no confundir universo con galaxias, planetas, etc). Según esta
teoría, en la vida habría surgido en algunos universos, aunque en la mayoría
no fuera posible. Al respecto, Martín Rees sostiene: “si existen muchos
universos, cada uno gobernado por distintos conjuntos de números, habrá
alguno en donde existe un conjunto particular de números propicios para la
vida” (Lemley, s.f., citado en Strobel, 2014, p. 169).
Rees dice que si alguien entra a una enorme tienda de ropa no es
sorprendente encontrar un traje que le quede a la medida. Esta analogía
también es imprecisa. ¿De qué manera se puede comparar la improbabilidad
de que surja un universo como el nuestro, con que usted ingrese a una tienda
y encuentre un traje que le quede? Si comparamos solo una constante con su
precisión y con la cantidad de, por ejemplo, tallas de ropa que existen, la
analogía sigue siendo imprecisa. Por otro lado, la existencia de otros
universos es más una escapatoria metafísica, puesto que, en caso de existir,
no hay manera de comunicarnos con ellos (recuerde que no estamos hablando
de vida en otros planetas o en otra galaxia, estamos hablando de universos).
Para los científicos teístas, es evidente que esta hipótesis surge en un afán de
sacar de la escena a Dios. ¿Por qué muchos universos?, porque ante la
existencia de un único universo, la evidencia es demasiado poderosa a favor
de la existencia de un diseñador cósmico.
El multiverso requiere entonces un generador de universos. Según el Dr.
Robin Collins, este “generador de universos” necesitaría al menos unos
cuatro mecanismos o leyes para producir al menos un universo que sustente
la vida. Para ello, usa la analogía de la máquina de hacer pan, para indicarnos
que, así como una máquina de ese tipo necesita unas condiciones especiales y
unos ingredientes específicos para producir panes, el generador de universos
también debe tener unos mecanismos y/o leyes y condiciones específicas para
generar universos, y en este caso al menos uno con vida (si la producción de
pan implica ese tipo de cosas, ¿cuánto más la creación de un universo que
sustente la vida?). No sé si lo notó, pero aun cuando la solución fuese un
generador de universo, eso no elimina la necesidad de un diseñador o un ser
que ajustara las condiciones para que pudiera haber vida, eso simplemente
lleva la cuestión a un nivel más allá, pero aún no se logra escapar del diseño
(Strobel, 2014).
Un diseñador inteligente
Algunos agnósticos sugieren que tanto la existencia del multiverso como la
de un diseñador son hipótesis ad hoc (que está hecho especialmente para un
fin determinado o pensado para una situación concreta). Sin embargo, la
evidencia circunstancial acumulativa a favor de la existencia de Dios, nos
indica que él es la solución más razonable a la existencia de un universo
afinado y preparado para la vida.
Dawkins sugiere que, si aceptamos que existe algún tipo de diseño en el
universo, eso implicaría respondernos ¿quién diseñó al diseñador? Esto nos
lleva a la misma objeción cliché del argumento cosmológico: si Dios creó el
universo, ¿quién creó a Dios?, pero como se dijo con anterioridad, no existe
una línea interminable de causas hacia el pasado, lo cual permite determinar
que en algún momento de esa cadena de causas llegamos a una que causó el
universo y que lo hizo de manera ordenada y sintonizada. La tentación de
Dawkins es buscar un diseñador del diseñador, excepto al generador de
universos, ese si no necesita ningún diseñador, según él.
Por otra parte, Dawkins se decide por el multiverso porque considera que es
una explicación más simple que Dios. Si tomamos la decisión con base en la
navaja de Ockham o principio de parsimonia (cuando se poseen distintas
alternativas de respuesta a algún problema, si estas están en igualdad de
condiciones, la más sencilla suele ser la más probable), Dios es la respuesta
más sencilla que el mismo multiverso. Pero, ¿de dónde infiere Dawkins la
noción de que un diseñador cósmico es una explicación más compleja que la
del mismo multiverso? Sencillamente de su poco conocimiento teológico.
Dawkins en este caso no apela a ningún tipo de concepto científico, ni nada
que se le parezca; simplemente lleva el debate de manera arbitraria a otro
plano: el de la intervención divina en el universo. Así, sostiene:
Un Dios capaz de monitorizar continuamente y de controlar el estatus individual de cada
partícula del universo no puede ser simple … [algunas partes de] las gigantes conciencias de
Dios están simultáneamente preocupadas con lo que hacen y con las plegarias de cada uno de
los seres humanos—y de cualquier inteligente extraterrestre que pueda existir en otros planetas;
en esta y en cien mil millones de otras galaxias. (Dawkins, 2006, p. 169)
Imaginar a Dios como una red neuronal gigante, o como un call center
infinito en el cual cada una de sus neuronas divinas están pendientes de una
parte de las plegarias a nivel cósmico y de todo lo que sucede en el universo,
es la parodia más tonta que pudo haber surgido, paradójicamente, de una
mente tan brillante como la de Dawkins. Dios no está compuesto por partes
que conforman lo que es Dios. Decir que Dios está compuesto por poseer
unos atributos absolutos, es pensar que los atributos son partes de Dios y no
un reflejo de su ser. Tomás de Aquino, en la Suma teológica, explica el
concepto de simplicidad de Dios y queda claro que:
En Dios no hay composición ni partes de cantidad porque no es cuerpo; ni hay composición de
forma y de materia, ni de naturaleza y supuesto, ni de género y diferencia, ni de sujeto ni
accidente, queda claro que Dios no es compuesto de ningún tipo, sino completamente simple.
(Byrne, 1998, p. 121)
De esta manera, todos los atributos de Dios y la manera como interactúa con
el ser humano, no son distinciones de una composición de él, sino de modos
en la manera como el actúa.
Mire la siguiente ecuación:
En Homo Deus[17], el escritor israelí Yuval Noah Harari, plantea que las
normas o leyes morales que regulan el comportamiento humano surgen en el
seno de la religión, ya sea a través de una revelación sobrenatural o por una
simple interpretación de las leyes en la naturaleza. Es la religión la que decide
su vía de revelación; pero tal decisión radica simplemente en una
arbitrariedad del líder, sacerdote, gurú o papa de turno. Es así como, Harari
considera que no solo aquellas cosmovisiones que aceptan la existencia de
una deidad pueden ser catalogadas como religiones, sino que cualquier
régimen que pretenda establecer normas para controlar el comportamiento
humano, puede ser considerado como religión (comunismo, nazismo,
humanismo). Dentro de su cosmovisión queda por sentado, que la moralidad
no es una ley absoluta, sino que esta es circunstancial y es provechosa, en
tanto que se obtengan ciertos beneficios.
El escéptico se verá tentado a indicar que esto no prueba qué Dios sea el
legislador moral. Precisamente no se puede probar un hecho del cual no
hemos sentado las bases de antemano, si no hay tal cosa como una ley moral,
no se necesita ningún tipo de legislador moral, el simple punto de vista suyo
o de cualquier persona sería el punto de partida para cualquier moralidad, lo
que conllevaría a un caos inminente.
Para el relativista, aunque pretende no actuar bajo algún tipo de ley moral,
sus reacciones apuntan a lo contrario. ¿Quiere ver a un relativista moral
indignado? Dígale que “a nadie le importa su opinión, es más, su opinión no
tiene ningún sentido”. Asimismo, observe a ese mismo relativista moral
cuando un familiar cercano es violado o asesinado, inmediatamente recurrirá
a la justicia, ya sea a las reconocidas por la ley o a lo que se llama justicia por
mano propia; porque, considerará que se debe hacer justicia ya que ese acto
cometido es indignante y es justo que el violador o asesino reciba la pena que
corresponde a sus hechos. Pero si la moralidad es relativa, quizás para ese
asesino dispararle en la cabeza a otro ser humano es su manera de opinar.
En este sentido, cuando una persona usa palabras como “debería”, “es
correcto”, “eso es malo”, está hablando de moralidad. Si, por ejemplo, un
relativista moral dice “no le hagas daño a nadie, y sé fiel a tus creencias […]
el problema evidente detrás de esta cosmovisión es quién define el daño y
hasta qué punto debemos confiar en nosotros mismos” (Platt, 2015, p. 16).
Para conocer si algo es correcto o incorrecto, es necesario conocer el estándar
por el cual se rigen esos juicios de valor.
Piense en la siguiente situación: una persona pregunta “¿por qué debería ser
generoso?, y alguien contesta: “porque es bueno para la sociedad”; podemos
entonces preguntar a nuestra vez: ¿por qué iba a importarme lo que es bueno
para la sociedad salvo cuando resulta compensarme a mí? Entonces tendrán
que responder: porque deberías ser generoso” (Lewis, 2017). La ley moral
indica el deber ser, no lo que les gusta a los hombres, ni la manera como se
comportan.
C.S. Lewis, el autor de Las Crónicas de Narnia, luego de pasar de ser ateo a
ser cristiano, escribió:
¿De dónde saqué la idea de lo que era justo y lo que era injusto? Un hombre no dice que una
línea está torcida a menos que tenga una idea de lo que es una línea recta. ¿Con qué estaba yo
comparando este universo cuando lo llamaba injusto? […] Por supuesto que yo podía haber
renunciado a mi idea de la justicia diciendo que ésta no era más que una idea privada mía. Pero
si lo hacía, mi argumento en contra de Dios se derrumbaba también…, ya que el argumento
dependía de decir que el mundo era realmente injusto, y no simplemente que no satisfacía mis
fantasías privadas. Así, en el acto mismo de intentar demostrar que Dios no existía — en otras
palabras, que toda la realidad carecía de sentido— descubrí que me veía forzado a asumir que
una parte de la realidad —específicamente mi idea de la justicia— estaba llena de sentido.
(Lewis, 2017, pp. 41 – 42)
En el huerto del Edén, según la Biblia, se encontraba Adán y Eva, los cuales
habitaban en total comunión con Dios. Al hombre se le entregó una serie de
mandamientos, entre ellos no comer del árbol de la ciencia del bien y el mal.
La ley moral fue dada, pero, aclaremos:
El hecho de que el hombre y la mujer comieran de este árbol implica el rechazo de Dios como
el Único que determina el bien y el mal […] La tentación en el Huerto fue a rebelarse contra la
autoridad de Dios y en el proceso hacer que los seres humanos fueran los árbitros de la
moralidad. (Platt, 2015., p.15)
La moral es una adaptación biológica, no menos de los que lo son las manos, los pies y
dientes... Aprecio que cuando alguien dice “ama a tu prójimo como a ti mismo”, piensen que se
están refiriendo a algo más allá de sí mismos... Sin embargo, (…) tal referencia
verdaderamente no tiene fundamento. La moralidad es solo una ayuda para la
supervivencia y la reproducción, (…) y cualquier significado más profundo es ilusorio.
(Ruse, s.f., citado en Craig, 2018, p. 249) (negrilla fuera del texto).
[En este universo] algunas personas serán agraviadas, otras tendrán suerte, y usted no
encontrará ninguna razón lógica para eso ni tampoco justicia. El universo que observamos tiene
precisamente las propiedades que deberíamos esperar si al final no hay diseño, ni propósito, ni
mal, ni ningún otro bien. Nada sino indiferencia ciega e implacable. El ADN ni sabe ni le
importa. El ADN solamente es. Y nosotros bailamos al compás de su música. (Dawkins, 1995,
p. 133)
Para Peter Singer, los padres deberían tener el derecho de matar a sus hijos,
incluso después de nacidos. La inmoralidad, producto del evolucionismo, que
profesa Peter Singer es evidente. Esto indica que no nos hemos librado aún
de ese tipo de pensamiento. Mientras el darwinismo biológico sea la base
para la moral, las violaciones y los asesinatos serán vistos como algo que
tiene que ocurrir en el mundo natural. Es más, el homosexualismo pretende
justificarse a la luz de la existencia de estas conductas en el mundo animal
(sin embargo, no veo de qué manera esto contribuye a la preservación de la
especie; en el mejor de los casos, el darwinista debería verlo con una cierta
anomalía en el mundo animal); no quiero imaginar lo que pasaría si las
mujeres quisieran imitar a las mantis religiosas, pero este es otro asunto.
El aborto, por ejemplo, es avalado en muchos países del mundo; mientras que
en otros aún es penalizado. La inmoralidad de esta práctica no siempre va
ligada a la penalización del mismo. La práctica no deja de ser inmoral,
aunque un gobierno la avale. Esto se deduce del hecho de que la vida humana
tiene un valor intrínseco, entonces el abortar es acabar con una vida humana
y por lo tanto es algo inmoral.
El hecho de cambiar el significado de las palabras no cambia la realidad […], la única pregunta
objetiva que podemos hacernos es: ¿es humano?; es decir, ¿proviene de los seres humanos?
¿Es un individuo genéticamente único? ¿Está vivo y en desarrollo? Si las respuestas son
afirmativas, entonces “lo” que hay ahí es un “él” o “ella”, una persona viviente, que posee
derechos y merece protección legal. (p.26)
Los !kung del desierto del Kalahari y varios grupos de inuit del Ártico consideran que la vida
humana solo se inicia después de haber puesto nombre a la persona. Cuando nace un niño, la
gente espera un tiempo antes de ponerle nombre. Si deciden no conservar el bebé (ya sea
porque padece alguna deformidad o debido a dificultades económicas), lo matan. Mientras lo
hagan antes de la ceremonia de imposición del nombre, no se considera un asesinato. (Harari,
2015, p. 214)
“La ley moral no es objetiva, los presocráticos tenían sus propias leyes
morales, no necesitaron de la Biblia para fundamentarla, no había
cristianismo, por lo tanto, este argumento de la moral queda refutado”, decía
un comentario en Facebook. El joven no hizo bien su tarea. Habla de
filósofos, pero no reconoce la diferencia entre la ontología (estudio del ser en
torno a su existencia) y la epistemología (estudio de cómo se genera y se
valida el conocimiento). En cuanto a la moral, en esta objeción se confunde
la existencia de la ley moral (ontología moral) y la manera de cómo
obtenemos esta ley moral (epistemología).
Algunos identifican la regla de oro dada por Jesús en otras tradiciones; pero
esto no es problemático, no es más que un indicio de que existe una ley moral
universal.
¿La Biblia es, entonces, la única manera de conocer la ley moral objetiva?
(Tenga en cuenta que no estoy diciendo que la Biblia no posee los
mandamientos morales objetivos, solo hago referencia a la manera como
llegamos a conocer esa ley moral), Si la respuesta es sí, nos preguntaríamos
por la manera cómo los primeros hombres descubrieron esta ley, cómo los
patriarcas llegaron a tener un acercamiento con ella; cómo un hombre como
Job era recto y justo; como supo José que acostarse con la mujer de Potifar
sería un pecado contra Dios. Esto fue posible, porque Dios se ha revelado al
hombre de diferentes maneras. Lo anterior no indica que, todo lo que se
aprende de los padres, o de la escuela o de algún líder religioso, sea
moralmente bueno, simplemente nos indica que existe una inclinación hacia
el descubrimiento de una ley moral objetiva, y que los caminos por los que
llegamos a descubrirla no es un argumento en contra de su existencia.
No hay atributo que sea completamente comunicable […] La sabiduría de Dios por lo general
se diría que es un atributo comunicable, porque nosotros podemos ser sabios. Pero nunca
seremos sabios como él […] Podemos imitar el amor de Dios y tener parte con ese atributo
hasta cierto punto, pero nunca seremos infinitamente amorosos como lo es él. (pp. 159-160)
Conclusión
Según Geisler y Turek (2019), debido a que la resurrección es un hecho
sobrenatural, el escéptico, por su prejuicio hacia lo sobrenatural, exigirá
algún tipo de evidencia extraordinaria. Extraordinario es algo fuera de lo
común, algo así como un milagro. ¿Otro milagro que corrobore el milagro de
la resurrección? Quizás lo que necesita es lo que muchos llaman evidencia
“abrumadora”. Pero abrumador es un tanto ambiguo, ¿bajo qué estándar, una
evidencia se puede catalogar como abrumadora? Siempre habrá una objeción
más a la evidencia que se le presente. Si lo que desea es algún tipo de prueba
científica, no podría aceptar ningún suceso histórico. Los sucesos históricos
se prueban observando las evidencias que se tienen, ya sean documentales o
testimoniales. En este sentido, los manuscritos del Nuevo Testamento en los
cuales hay atestiguación múltiple de la resurrección, han sido analizados
teniendo en cuenta tres pruebas: la prueba bibliográfica, la prueba de la
evidencia interna y la prueba de la evidencia externa. A partir de las cuales
se ha podido concluir que:
Podemos estar seguros de que se ha establecido un texto puro del Nuevo Testamento […] [que]
los evangelios deben considerarse como informes confiables de la vida, muerte y resurrección
de Jesús […] si una persona rechaza la Biblia como historia pobre, debe rechazar los otros
escritos de la antigüedad. Ningún otro documento tiene tanta evidencia para demostrar que
puede ser confiable. (J. McDowell y S. McDowell, 2017b, pp. 72 -89)
Por lo anterior, y gracias a los hechos mínimos históricos presentados,
podemos inferir que la resurrección de Cristo es razonable; además, los miles
de testimonios de personas transformadas gracias a este mensaje son una
evidencia adicional a la veracidad de la resurrección.
En palabras del erudito del nuevo testamento N.T. Wright, podemos concluir
que:
La única razón posible por la que el cristianismo empezó y tomó la forma que tomó es que la
tumba realmente estaba vacía y que hubo gente que realmente se encontró con Jesús, vivo de
nuevo, y […] que, aun cuando admitirlo supone aceptar un reto en lo que a la cosmovisión
como tal se refiere, la mejor explicación histórica de todos estos fenómenos es que Jesús, en
efecto, fue resucitado corporalmente de entre los muertos. (Wright, 2003, p. 33)
La resurrección de Cristo es la garantía que sostiene nuestra esperanza.
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo
renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una
herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que
sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está
preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 1 Pedro 1:3–5.
Capítulo 16
Cuatro evidencias, un veredicto
«Para los científicos que han vivido por su fe en el poder de la razón, la
historia termina como un mal sueño. Él ha escalado las montañas de la
ignorancia; está a punto de conquistar el pico más alto; al subirse a la última
roca, es recibido por una banda de teólogos que habían estado sentados allí
por siglos».
Robert Jastrow, Dios y los astrónomos
Esta evidencia apunta a que el Dios que existe se ha interesado por sus
criaturas. No es como el dios de los deístas, que creó el mundo y lo dejó solo.
Sino que, cuando Dios creó el mundo, lo creó libre de maldad y sufrimiento.
Luego de la desobediencia del hombre, la muerte, la angustia, el dolor, el
hambre, la tristeza, las guerras, se enseñorearon del mundo. Dios nunca le dio
la espalda al hombre, y demostró su amor y su misericordia enviando a su
hijo a padecer la muerte en la Cruz. El apóstol Pablo, con claridad meridiana,
explica la importancia del sacrificio de Jesús en Romanos 3: 21–26:
Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por
los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.
Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a
quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia,
a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de
manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de
la fe de Jesús.
Asimismo, el Apóstol aclara que la justificación que se recibe por la fe en
Cristo Jesús solo es posible si Jesús resucitó (Romanos 4:25).
La resurrección de Jesús apunta hacia la existencia de un Dios que se interesa
por su humanidad y que les ha proveído la manera de que obtengan la
salvación de su alma.
El veredicto
Las evidencias circunstanciales que se presentaron en este caso apuntan hacia
la existencia de un Dios auto existente, eterno, inmaterial, aespacial,
trascendente, todopoderoso, inmutable, omnisciente, sabio, bondadoso,
moralmente perfecto y que ha demostrado su amor por la humanidad
enviando a su hijo para librarnos del pecado y de la muerte. Si bien estas
características, aunque son concordantes con el Dios bíblico, no son
inferencia partiendo de la Biblia, antes bien, son las evidencias
circunstanciales las que nos han guiado hacia ellas. En conclusión, al
presentar algunas evidencias circunstanciales, y al analizarlas, podemos
concluir que lo más razonable es aceptar que Dios existe, y que este Dios se
ha revelado a través de la escritura y en la persona de Jesús.
Capítulo 17
De oídas te había oído, mas ahora …
«En mis razonamientos sobre la insolubilidad del problema de Dios, no había
previsto la posibilidad de un contacto real, de persona a persona, aquí abajo,
entre un ser humano y Dios».
Simone Weil, A la espera de Dios
«y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro
corazón»
(Jeremías 29:13).
El pastor Peter Grant presentó una ilustración para explicar lo que ocurre
cuando somos guiados por las evidencias y tenemos finalmente un encuentro
con Dios
Digamos que usted va hacia la oficina para ver si está su jefe. Ve su auto en el estacionamiento.
Le pregunta a la secretaria si se encuentra y ella dice: sí, acabo de hablar con él. Ve luz por
debajo de la puerta de su oficina. Usted le escucha hablar por teléfono. Basado en toda esta
evidencia, tiene buena base para concluir que su jefe está en la oficina. Sin embargo, podría
hacer algo muy diferente. Podría ir a la puerta y golpear en ella y encontrarse cara a cara con el
jefe. Entonces, la evidencia del auto en el estacionamiento, el testimonio de la secretaria, la luz
debajo de la puerta, la conversación telefónica, aunque sean válidos tomaría un papel
secundario porque ahora ya se encontró cara a cara con el jefe. (Strobel, 2001, p. 96)
Según Craig, esto mismo nos ocurre cuando tenemos un encuentro con Dios.
Todo el caso que se ha presentado a partir de evidencias y argumentos a favor
de su existencia, “aunque sean perfectamente válidos, toman un papel
secundario. Ahora resultan la confirmación de lo que el mismo Dios nos ha
enseñado de una forma sobrenatural a través del testimonio del Espíritu Santo
en nuestros corazones” (Strobel, 2001, p. 96).
Pero este no es el final, porque cuando se tiene ese encuentro con Dios ya no
será simplemente nuestro creador, sino que si lo aceptamos y le obedecemos
llegamos a ser hijos de Dios. El Apóstol Juan nos dice: “mirad cuál amor nos
ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios: por esto el mundo no
nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Juan 3:1).
El ser humano es quien decide si lo sigue rechazando, pero si decide
aceptarlo no importa su nacionalidad, su raza, sus debilidades, sus pecados,
pues el que se acerca a Dios, él no lo hecha fuera (Juan 6:37).
.
REFERENCIAS
Alcorn, R (2020). A favor de la vida. Cuidando a los que no han nacido y a
sus madres. Editorial CLC.
Craig, W. L. (s.f.). ¿Cómo pueden ser las personas tan torpes moralmente?
Reasonable Faith.
Du-pond, C. (2019). Licencia para dudar: Cómo aprovechar tus dudas para
vivir plenamente. B&H Publishing Group.
Keener, C. (2009). The historical Jesus of the gospels [el Jesús histórico de
los evangelios]. Eerdmans.
Keller, T. (2009). En defensa de Dios. Editorial Norma.
Turek; F. (2018). Robándole a Dios. Por qué los ateos necesitan a Dios.
Publicaciones Kerygma. Estados Unidos.
[1]
P alabras o sonidos que se repiten, que, según algunas creencias, tienen poderes espirituales.
[2]
Se le llama argumento o razonamiento circular, porque es un error asumir lo que se intenta probar.
En el diálogo de Andrés se intenta demostrar la existencia de Dios de la siguiente manera: La Biblia
dice que Dios existe, por tanto, existe Dios, y eso lo sé porque la Biblia ha sido inspirada por Dios,
porque ella así lo dice.
[3]
No fue la única vez que el Apóstol Pablo usó frases de algunos filósofos, a saber: “En él, y nos
movemos y somos” (Epiménides de Cnosos). “Linaje suyo somos” (Arato). Los cretenses, siempre
mentirosos, malas bestias, glotones ociosos (Epiménides). Entre otras.
[4]
En el capítulo 2 “la apologética es un mandato para todo cristiano”, se han presentado algunas citas
bíblicas donde se evidencia que la apologética es un deber del cristiano. Pero, no se presentaron
ejemplos de actividad apologética.
[5]
Según el Salmo 14:1 el que afirma que no hay Dios, es un necio. Ese necio, es un ateo, porque niega
la existencia de Dios. Sin embargo, no todos los necios son ateos.
[6]
La omnipresencia como atributo se desarrolla en la Biblia, pero la palabra no se encuentra.
[7]
La Biblia traducción en lenguaje actual (TLA) evita los eufemismos y simplemente dice “Pon al
tonto en su lugar, para que no se crea muy sabio”. El problema está en que la palabra tonto puede no
solo hacer alusión a una persona necia, sino que en el lenguaje coloquial mucha gente lo usan para
referirse de manera despectiva a personas con dificultad cognitiva.
[8]
En el derecho, el nexo causal es el enlace entre un hecho y el daño, o el enlace causa – efecto.
Entonces, el conocimiento por sí solo, no afecta el mundo. Lo que sí tiene nexo causal con el mundo,
son las acciones de sujetos que poseen ese conocimiento.
[9]
Este capítulo no defiende los argumentos como aquello que produce arrepentimiento en la persona.
Los argumentos por sí solos, no producen fe. Sin embargo, son los argumentos, bien sea, como una
presentación razonada del evangelio, o de la existencia de Dios, crea un ambiente propicio para que la
persona deje a un lado los obstáculos intelectuales y decida tener un encuentro con Jesús, el cual lo
convencerá definitivamente.
[10]
Ver capítulo 3 en el apartado “¿No se puede usar la lógica para hablar sobre Dios?”, para
recordar por qué la fe no es ilógica, y que Dios no actúa con una lógica diferente.
[11]
Enlace del video citado: https://www.youtube.com/watch?v=jKiNs-NVDXQ&t=864s
[12]
En los siguientes capítulos encontrará bases para sostener que el cristianismo es una fe razonable.
[13]
El naturalismo metafísico también conocido como naturalismo ontológico sostiene que toda la
realidad se reduce a la naturaleza, fuerzas y causas naturales. Es decir, todo se reduce a la interacción
de la materia y las fuerzas que la afectan.
[14]
La inflación cósmica es la teoría que plantea que en sus primeros instantes el universo tuvo una
expansión acelerada de proporciones inimaginables (aceleración exponencial).
[15]
La Segunda Ley de la termodinámica (la entropía) establece que el universo se está quedando sin
energía utilizable. Imagine el universo como un automóvil cuyo combustible es limitado y finalmente
dejará de funcionar cuando todo su combustible se termine. De esta manera, el universo no puede ser
eterno en el pasado, ya se habría quedado sin energía útil.
[16]
Este apartado posee una cantidad de términos físicos un poco complejos para alguien que no posee
un conocimiento en física. Se presente presentar de manera las fluctuaciones cuánticas como la
alternativa que ofrecen algunos escépticos para evitar que Dios sea el responsable del origen del
universo; además de ofrecer una breve explicación de las fallas que surgen de esta alternativa.
[17]
Harari, Yuval N. Homo Deus. Breve historia del mañana. Editorial Debate. 2015.
[18]
Para ampliar información, se puede consultar a William Craig, especialmente, el artículo ¿Cómo
pueden ser las personas tan torpes moralmente?
[19]
Diálogo de Platón perteneciente a la serie llamada primeros diálogos. Se supone que el diálogo se
desarrolla en 399 AC, más precisamente entre la acusación de Meleto y el proceso de Sócrates.