After The Kiss by Lauren Layne

Después del Beso - Sex, Love & Stiletto #1 - Lauren Layne
After the Kiss

(Sex, Love & Stiletto #1)
by Lauren Layne
A Julie Greene le encantan las aventuras amorosas. Le encantan las

primeras citas calientes, los primeros besos chisporroteantes y, de vez en
cuando, ese primer jugueteo sexy entre las sábanas. ¿Pantalones cómodos,
domingos con sueño, noches de cine en el sofá? Estremecimiento. Pero
cuando le asignen a Julie la historia más difícil de su carrera, un relato
en primera persona de ese cambio mágico entre las citas y el "sí, quiero",
necesitará un hombre lo suficientemente valiente como para darle una
oportunidad a una fobia al compromiso total.
Normalmente, Mitchell Forbes sería exactamente ese hombre. Un adicto

al trabajo devastadoramente ardiente que tiende a permanecer en las
relaciones durante demasiado tiempo, debería ser el tema perfecto para
la "investigación" de Julie. Pero lo que Julie no sabe es que Mitchell está
buscando soltarse por una vez en su vida. Y la periodista de piernas
largas conocida por evitar el amor es exactamente el tipo de aventura
sin compromiso que está buscando. En otras palabras, Mitchell es el polo
opuesto de lo que Julie necesita en este momento. Y, al mismo tiempo, él
es exactamente lo que ella quiere
Capítulo uno
Julie Greene había construido una carrera al enamorarse. ¿Seguir
enamorada? No tanto.
La jefa de Julie aparentemente no había recibido el memo.
"Estoy confundida", dijo Julie lentamente, inclinándose hacia adelante

con una sonrisa tranquilizadora. "¿Quieres que escriba qué?"
Traducción: Estás confundido. Yo no escribo esa mierda.
Camille Bishop se reclinó en su silla y estudió a Julie con ojos perplejos.

"Pensé que aprovecharías la oportunidad de tener una tarea tan simple
después del mes pasado".
Julie frunció los labios y lo consideró. La tarea del mes pasado había sido
agotadora. Documentar los siete tipos de primeros besos había requerido
mucha investigación.
Investigación agradable.
¿Pero esto? ¿Una extensión de dos páginas, que se llamará "Cómo llevar
las relaciones al siguiente nivel"?
¿En qué estaba pensando Camille? Era la revista Stiletto, no el Dr. Phil.
Stiletto era sexo y tacones altos, no compañía y malditos zuecos.
El difícil período posterior a la luna de miel simplemente no era el

escenario de Julie. Lo que no quiere decir que no tuviera muchas otras
habilidades.
¿La primera cita? Tenía hombres suplicando por ello.
¿El primer beso? Una forma de arte que hacía tiempo que dominaba.
¿La primera vez que perdiste las bragas en sus sábanas? Así que no es
un problema.
Sin embargo, esto no quería decir que Julie hubiera perfeccionado solo los
hitos principales y más obvios de las citas. También sabía cómo afinar
los momentos más sutiles, esos momentos clave en los que se te cortaba el
aliento y pensabas: Sí, esto. Julie podía explicar todos y cada uno de los
matices, desde la euforia de los dedos de los pies cuando su mano rozó la
tuya hasta el hormigueo cuando los ojos se mantuvieron durante un
segundo demasiado tiempo. Y luego estaba su momento favorito

personal: la satisfacción profunda cuando lo hiciste reír por primera vez,
una risa real.
La mayoría de las mujeres pensaban que estos momentos simplemente

sucedieron. Julie Greene lo sabía mejor. Estos momentos fueron creados.
¿Qué pasó después de todas esas cosas buenas?
A Julie no podría importarle menos. No tenía necesidad de la primera

pelea, ningún deseo de conocer a los padres. Sin interés en encontrar
boxers sucios en su cesto o en hacer espacio en su baño para la navaja de
un hombre. Todo eso fue un viaje de ida a la visión personal de Julie del
infierno: una noche de cine en pareja.
Julie había descubierto que las mujeres de la ciudad de Nueva York

utilizaban erróneamente la noche de cine como medida de lo cerca que
se estaba del altar. Después de todo, si estaba satisfecha con pasar un
viernes por la noche en casa en lugar de en un club de striptease, debe
ser azotado, ¿verdad?
Equivocado. Tan equivocado.
La noche de cine era solo otra forma de decir que no querías molestarte
en vestirte para él y que a él no le importaba. Julie vivía con miedo al
momento en que las cenas elegantes y los cócteles serían cosa del pasado,
y lo más destacado del fin de semana sería descansar en pantalones de
yoga y ver persecuciones de autos o gente hermosa besándose en la
pantalla.
La parte más sexy de ese escenario fue la mantequilla en las palomitas

de maíz.
Ella se estremeció. Julie Greene no tendría una noche de cine.

"Camille, mira", intentó de nuevo. “No es que no respete tus
sugerencias. . . "
"¿Oh?" Camille inclinó la cabeza, haciendo que su corte bob

químicamente enderezado se balanceara muy levemente, y Julie se
congeló. A lo largo de los años, Julie había llegado a pensar en el cabello,
por lo general inmóvil, de Camille como su "señal": cuando se movía, la
vida de alguien estaba a punto de volverse realmente desordenada.
Hasta ahora, nunca había sido la vida de Julie.

En los seis años que había estado trabajando para Camille como
columnista a tiempo completo, esta era la primera vez que Julie recibía
una orden directa sobre un tema de una historia. Incluso cuando Julie
acababa de salir de la universidad con nada más que un puñado de
pasantías en su haber, Camille le había dado una amplia libertad sobre
qué escribir.
Julie sabía que Camille confiaba en su juicio. Entonces, ¿qué pasó con el
repentino viaje de energía?
No tiene sentido. Julie era una de las mejores columnistas de Stiletto y

ambas lo sabían. Y Camille siempre había animado a sus escritores a
aprovechar sus puntos fuertes. El nicho de Julie eran las lectoras solteras
con el sueño de enamorarse. Después de eso, tendrían que seguir su
camino solos.
Julie se sentó más erguida. Espera no. Eso no era del todo cierto. Los
lectores tenían un lugar adonde ir una vez que superaban la parte
divertida de las citas.
Grace Brighton.
"¿Por qué no dejar que Grace lo haga?" Julie preguntó emocionada. "Ella
es tu gurú de las relaciones".
"Y aquí pensé que tú y Grace eran mis gurús de las relaciones".
"Lo somos", acordó Julie rápidamente. “Es solo que cada uno tiene su
propia experiencia. Todo lo que tenga que ver con relaciones a largo
plazo es de Grace ".
Camille frunció los labios, pintados hoy en un coral bastante impactante.

"¿Y cómo te describirías a ti misma?"
El talón de Julie tembló bajo el escritorio por la frustración. Camille sabía
muy bien cuál era la experiencia de Julie. Todos en la oficina de Stiletto
lo hacían. Diablos, la mitad de las mujeres de Manhattan conocían a
Julie por su nombre. Sabía lo que ella representaba. Stiletto era la revista
en la que trabajar. El departamento de Citas, Amor y Sexo era el
departamento en el que trabajar. Y Julie, Grace Brighton y Riley
McKenna eran Citas, Amor y Sexo, respectivamente.
Julie respondió lentamente. “Me gustan las mariposas, el primer beso,

conseguir que llame. Ya sabes, saliendo ".
"Mm-hmm, ¿y cómo es que una mujer pasa de esas primeras citas

vertiginosas a las cosas cómodas y comprometidas sobre las que escribe
Grace?"
La mente de Julie se quedó en blanco. Realmente no había una buena

manera de decirle a la editora en jefe de la revista femenina más grande
del país que nunca se había molestado en pensar en lo que sucedia
después. Y claro, tal vez algunas personas puedan pensar que Julie es un
poco insustancial. Pero estaba dispuesta a apostar que esas mismas
personas eran perpetuamente sin citas. O atrincherado en pantalones de
yoga y noches de cine.
“Um, bueno. . . ¿Supongo que evoluciona? " Julie respondió finalmente.
"¿Cómo?"
“Con la persona adecuada, simplemente sucede. Ese es el misterio de lo

que hace que el amor verdadero sea tan especial ". Dios, casi me hago
vomitar.
Camille negó con la cabeza. "No es suficiente. Has visto las cartas de
nuestros lectores. Quieren saber los detalles. Estas son mujeres que ya han
tenido la tercera cita. Incluso han estado en el séptimo. ¿Pero entonces,
qué? ¿Cómo avanzan? "
El vestido de cuello alto Kate Spade sin mangas de Julie de repente se

sintió un poco apretado alrededor de su garganta.
"Si no es Grace, Riley podría escribirlo", dijo Julie, agarrándose a unas

pajitas. “Sabes, en realidad creo que ha estado buscando una manera de
ampliar su enfoque y tomarse un descanso de las cosas sexuales por un
tiempo. ¿No puedes simplemente verlo? 'Fuera del dormitorio' o algo así
".
“Julie”, dijo Camille con un suspiro, “Grace y Riley tienen sus historias
resueltas para los próximos números. Ya les he dado el visto bueno ".
"Si quieres un cronograma de mis ideas para historias futuras, me

complacerá ..."
"Mi mente está decidida".
Bien, entonces Camille no iba a ser persuadida con razón. Es hora de ir

por la debilidad del editor: Stiletto en sí.
"No estoy segura de que esto sea lo mejor para la revista", dijo Julie con
recato. “Simplemente no tengo ninguna experiencia con. . . sabes . . . cosas
a largo plazo".
Pero Camille no estaba mordiendo. "¿Entonces? ¿Crees que todos los

escritores de esta oficina tienen experiencia personal con todo lo que
escriben? "
Sí, pensó Julie. O al menos lo hice.
“Julie, mira a tu alrededor. ¿Qué te parece esto?”
"Um, ¿una oficina?" Más exactamente, una oficina de esquina asesina de

alta tecnología y vanguardia con vista a Central Park South.
"Exactamente. Es la oficina de una empresa de revistas. Esto es

periodismo, no tu diario borroso rosa ”, espetó Camille. “Si usted no ha
estado allí, hable con mujeres que estén pasando por esa etapa. Haz lo
que siempre haces: sumérgete en la mente de nuestros lectores y responde
las cosas difíciles por ellos ".
Julie contuvo un suspiro, sabiendo que la batalla estaba perdida.

Temporalmente. Camille era una de esas mujeres aterradoras que se
había abierto camino hasta la cima de la cadena alimenticia por tener
ovarios de acero y una inclinación por hacer llorar a la gente. Julie
siempre había pensado que si hubieran hecho una película sobre la vida
de Camille, la interpretaría un tipo severo de Katharine Hepburn o un
Robert De Niro intensamente aterrador en crack. Era tan suave como un
tiburón martillo y la mitad de amigable.
Aún así, Camille tenía razón en una cosa: este artículo podría hacerse
con un poco de trabajo en red estratégico. Un estudiante de periodismo de
la Universidad del Sur de California le había enseñado a Julie que los
medios de comunicación se trataban más de a quién conocía que de lo
que sabía. Pero Julie había desarrollado su propio tipo de periodismo a lo
largo de los años, uno que involucraba una voz claramente personal. Y
odiaba la idea de no poder hablar personalmente de un tema.
"¿Así que estamos bien?" Preguntó Camille, levantándose para indicar

que la conversación había terminado.
Ni siquiera cerca. "Definitivamente", respondió Julie con una sonrisa de

confianza.
Camille ya había tomado su teléfono celular y estaba gritando a su

tintorería. Algo sobre manchas blancas en un vestido negro. Asqueroo-
soooo.
Julie salió por la puerta y se vio rodeada de inmediato por los sonidos de
Stiletto un viernes por la tarde. El ambiente en la oficina de Manhattan
crepitaba incluso en un día lento, pero al final de la semana el ambiente
era positivamente eléctrico.
El personal de la oficina estaba compuesto casi en su totalidad por

mujeres, con un puñado de hombres a la moda. Dondequiera que mirara,
había caderas delgadas encaramadas en el escritorio de un colega,
chismes sobre planes nocturnos e intercambios de brillo de labios en las
paredes de los cubículos mientras el maquillaje de oficina pasaba al
maquillaje de la hora feliz.
Normalmente, Julie estaría dando vueltas, averiguando si alguien había

oído hablar de algo que ella no había sabido. Era más un hábito que
cualquier otra cosa; Julie no podía pensar en un momento en el que
hubiera sido la última en enterarse de una fiesta. Estar en la cima de la
escalera de Stiletto también significaba que estabas en la cima de la
escala social de Nueva York. Las chicas del departamento de Citas,
Amor y Sexo no tuvieron que buscar una invitación.
Julie se desvió hacia la cocina, donde Camille guardaba algunas botellas

de champán para las celebraciones y promociones.
Hoy, Julie tenía otra necesidad: terapia.
Si tenía que escribir sobre llevar las cosas al siguiente nivel, al menos
necesitaba un trago primero. Y Riley y Grace siempre estaban dispuestas
a pasar un pequeño happy hour en la oficina.
"Oh, Julie, me alegro de que hayas venido".
Julie hizo un movimiento silencioso con arcadas en la nevera. Kelli con

una maldita i. Julie debería haber tomado la botella antes. Mucho antes.
Julie a menudo se había maravillado de que el destino la hubiera
bendecido con una infancia libre de némesis. No había ningún matón en
el patio de la escuela, ningún rival de la secundaria ni drama de la
escuela secundaria. Pero todo lo que el destino había hecho realmente era
ayudarla a conservar su energía para lidiar con su némesis adulta: Kelli
Kearns.
Aunque la sórdida historia de Julie y Kelli pertenecía a los tabloides, en

su mayor parte intentaron mantenerla fuera de la oficina e ignorarse
mutuamente a toda costa. Pero de vez en cuando el tamaño negativo de
dos de Kelli parecía incapaz de contener todo su veneno, y algunos
arrojaban, por lo general en la dirección de Julie.
"¿Qué pasa, Kelli?"
“En primer lugar”, dijo Kelli, levantando un dedo delgado, “¿eso es vino
de la compañía? Siempre tuve la impresión de que el consumo tenía que
ser autorizado por Camille ".
Julie miró la botella con falso pesar. “Un punto válido, Kelli. ¿Qué te
parece esto? Ve a contarle a Camille mis secretos y yo le contaré los
tuyos. ¿Suena bien?"
Los labios de Kelli se apretaron con desdén, y Julie resistió el impulso de

regodearse. Kelli no se atrevería a decir nada sobre el champán. No es
que a Camille le importara, de todos modos. Todo lo que quería de sus
empleados era que cumplieran los plazos y mantuvieran sus columnas
atrevidas y ágiles, todo mientras encajaban en el elegante molde Stiletto.
A Camille no le importaba si necesitaban un poco de vino para llegar
allí.
"¿Había algo más?" Preguntó Julie. "¿Aparte de tu preocupación por mi

hígado y los fondos de la empresa?"
"En realidad, sí", dijo Kelli, moviendo su larga cola de caballo rubia sobre
un hombro huesudo. "Me han pedido que limpie la nevera ..."
"Sabes que estarías mucho menos nerviosa si realmente comieras la

comida, ¿verdad?"
“… Y mientras limpiaba me di cuenta de este sándwich de aspecto

extraño. Tiene tu nombre ".
Julie miró el sándwich envuelto en plástico que tenía Kelli en la mano.

“Sí, el mío de la semana pasada. Me comí la mitad y me olvidé de eso ".
Kelli negó con la cabeza con condescendencia. “Es un desperdicio, Julie. Y
creo que hablo en nombre de toda la oficina cuando digo que estamos
cansados de que abuses de tu poder ".
"¿Mi poder? ¿Qué es lo que quiero destruir con un sándwich de pavo a

medio comer? ¿Acción de gracias?"
Kelli suspiró. "No estoy tratando de ser difícil".
Mi culo, no lo eres.
“Solo digo que todos tenemos que compartir el espacio de la cocina, y

sería bueno si incluso los columnistas más experimentados pudieran
limpiar después de sí mismos”, dijo Kelli.
"Está bien", dijo Julie, empujando la botella de champán bajo su brazo y

arrebatándole el sándwich a Kelli. Dio medio paso a un lado y lo tiró a
la basura. "¿Estamos bien? ¿Hay una taza de café que no coloqué bien o
un bolígrafo que dejé en alguna parte? ¿Quizás en tu trasero?”
Kelli chasqueó los dedos. “Sabes, solo pensé en otra cosa. Me preguntaba
si tal vez podrías mantenerme actualizada sobre tus notas para el
artículo de agosto ".
Julie resopló. "¿Y por qué haría eso?" ¿Y por qué molestarse en
preguntar? Ambos sabemos que simplemente robas mis notas cuando te
conviene.
Los ojos de Kelli se agrandaron. "¿Camille no te lo dijo?"
Julie se quedó quieta. "¿Decirme que?"
“¿Tu tarea para agosto? ¿La historia de la relación? A Camille le

preocupa que no estés dispuesta a hacerlo ".
“Y esto es asunto tuyo porque. . . ? "
Kelli le dio una dulce sonrisa. “Soy tu suplente. Si tu historia no es

suficiente, Camille imprimirá la mía en su lugar ".
Oh diablos, no.
Con un violento giro de sus manos, Julie descorchó el champán y tomó

un largo trago mientras salía de la cocina, con la cabeza tambaleándose
por la bomba de Kelli.
Solo había una cosa peor que tener que escribir esta historia.
Y eso fue que Kelli-con-una-i lo escribiera por ella.
Noche de cine, aquí vengo.

Capitulo dos
“Ella me asignó un suplente, Grace. Un suplente ".
Grace Brighton tomó dos copas de champán de una bandeja que pasaba
y le entregó una a Julie. “Dices eso como si fuera una mala palabra.
¿Cual es el problema? Ella me asignó un suplente en febrero. Es solo una
precaución ".
“Te asignó un suplente porque te iban a someter a una cirugía Lasik una
semana antes de la fecha límite, y les dijo a todos que se te iban a caer
los ojos. Estoy perfectamente sana".
"Sabes que el champán no debe tomarse como un trago, ¿verdad?"

Preguntó Grace, mirando a Julie sorbiendo el vino espumoso.
Julie levantó un hombro, con cuidado de reprimir un pequeño eructo.

"¿Qué puedo decir? No todos podemos canalizar a Jackie Kennedy ".
Pero Grace pudo. Grace Brighton fue excelente de principio a fin. Tenía
uno de esos cuerpos sin esfuerzo femeninos que se adaptaban
perfectamente a los cárdigans de cachemira y los vestidos de verano, con
grandes ojos color avellana y largo cabello castaño tan brillante que
podía doblarse como un espejo. Habría sido fácil odiarla, pero Grace era
tan malditamente buena que no podías evitar mantenerla cerca con la
esperanza de que algo de su perfección te contagiara.
"¿Has visto a Riley?" Grace preguntó, mirando a su alrededor en busca

del tercer miembro de su trío. "Ella dijo que nos encontraría aquí hace
diez minutos".
Aquí estaba el Museo de Arte Moderno, más conocido como MoMA.

Francamente, era el último lugar donde Julie quería estar, pero asistir a
este tipo de recaudación de fondos era una parte no escrita de la
descripción del trabajo. A Camille le gustaba hacer trotar a sus chicas de
Citas, Amor y Sexo como ponis premiadas, impresionando a los posibles
anunciantes e inversores con sus trucos de fiesta.
A los neoyorquinos les encantaba hablar de su vida sexual casi más de

lo que les encantaba el sexo en sí, y su pequeño trío se había hecho un
nombre entre la alta sociedad. Como resultado, la mayoría de las noches
estaban llenas de algún tipo de obligación social en la que se esperaba
que apaciguaran a las mujeres que buscaban consejos mientras alejaban
a los hombres cachondos que querían ver si las acciones de las mujeres
coincidían con sus artículos.
"Ahí está", dijo Julie, señalando a Riley con la cabeza.
Grace dio un silbido bajo. “Ella se da cuenta de que esto es una

recaudación de fondos para la educación, ¿verdad? ¿No es una
convención de conejitas de Playboy?”
"Ella no puede evitarlo", dijo Julie, tomando otro sorbo de champán. "Ella
podría usar una tienda de campaña y aun así emitir vibraciones
sexuales".
A Julie le gustaba pensar que Grace y ella eran un par de chicas guapas,
pero Riley McKenna era un nivel completamente diferente de belleza.
Esta noche aparentemente había decidido jugar con la rutina de la
bomba, porque su vestido rojo de seda empujó el sobre de la decencia. Su
largo cabello negro azabache había sido recogido en una especie de
peinado postcoital, y su maquillaje ahumado hacía que sus ojos azul
hielo ardieran.
"Por Dios, creo que incluso yo me estoy calentando al verla", murmuró

Grace.
"No te preocupes, no se lo diré a Greg".
"¿Estás bromeando? Estoy segura de que la idea le daría una erección

perpetua".
Julie tuvo cuidado de mantener el disgusto fuera de su rostro. Grace y

Greg Parsons habían estado saliendo desde la pubertad y eran una de
esas parejas nauseabundas que terminaban las frases del otro. Incluso sus
nombres, Greg y Grace, los hacían sonar como personajes de una horrible
comedia de los años cincuenta. Sin mencionar que eran el rey y la reina
de las noches de cine. Julie había visto las hendiduras permanentes de
trasero en su sofá.
Todo lo cual habría estado bien si Greg fuera lo suficientemente bueno
para Grace.
No lo era.
Julie nunca se lo diría a Grace, pero según la autoproclamada opinión

experta de Julie, Greg Parsons era un cerdo total. No le gustó la forma en
que se olvidó de agradecer la forma en que Grace manejó su vida. No le
gustó la forma en que revisaba el trasero de la camarera cada vez que
Grace iba al baño.
Y realmente no le gustó la forma en que Greg una vez le propuso a

Riley una aventura de una noche después de que Grace se fue a casa
temprano de una fiesta con dolor de cabeza.
Riley había insistido en que lo olvidaran. Que había sido una broma de
mal gusto después de beber demasiado.
Julie no estaba tan segura.
Pero tampoco estaba a punto de meterse en medio de la vida amorosa de

su mejor amiga. Es mucho más seguro estar en medio de la vida amorosa
de todos los demás a través de sus artículos Stiletto.
"Hola, mis preciosas", dijo Riley, dándoles a ambos besos al aire, con
cuidado de no derramar una gota de su champán. "¿Alguien ha visto a
Camille?"
"Todavía no", dijo Julie. "Creo que tenemos unos minutos hasta la hora
del espectáculo".
“Gracias a Dios, primero necesito un trago. Entonces, ¿de qué estamos

hablando? "
"Julie estaba a punto de quejarse de la idea de la historia de mierda de

Camille", dijo Grace.
"¿Oh sí?" Preguntó Riley. “¿A qué nos enfrentamos aquí? ¿Herpes?
¿Tapones anales? ¿Necrofilia?"
“¿Necrofilia?” Julie miró a su mejor amiga. "¿Qué te pasa? Dije que era
horrible, no completamente espeluznante ".
Riley se encogió de hombros. "Tú dices papa, yo digo poh-tah-to".

"En realidad, nadie dice poh-tah-to", murmuró Grace.
"En serio, Jules, ¿cuál es la historia?" Presionó Riley.
Julie bajó la voz a un susurro. "Se supone que debo hablar de llevar las
cosas al siguiente nivel".
Riley la miró durante varios segundos antes de lanzar una mirada

perpleja a Grace, quien se encogió de hombros. "¿Eso es? ¿Por qué estás
tan nerviosa? Ese es el equivalente periodístico del pan Wonder. Puedes
escribir eso mientras duermes".
Julie se bebió el resto de su champán. Aparentemente, tuvo que decírselo.

"No sé cómo escribir sobre eso porque en realidad nunca lo he hecho".
"¿Hecho qué?"
"Llevó las cosas al siguiente nivel".
"Seguro que lo has hecho", dijo Riley con un gesto de desdén. “Eres la
reina de las relaciones. Solo en el último año estuvieron Erik, Graham,
Jason, Matt y Ben. Y el año pasado estuvieron Stephen, Dan, Brett y,
veamos, quién más. . . "
Julie levantó un dedo. “Ahora espera. Me haces parecer una traviesa

vulgar. Solo porque salí con todos esos hombres no significa que me
acosté con ellos ".
Riley movió las cejas. "¿La mayoría de ellos?"
Julie tomó otro sorbo de champán y trató de lucir sexy y misteriosa. Riley
dio un suspiro de decepción. "No te acostaste con ninguno de ellos,
¿verdad?"
La forma en que Riley lo dijo hizo que Julie se sintiera como una
mojigata. Pero claro, Riley era la sexperta de Stiletto en residencia. Julie
era más corazones y flores, y bueno. . . Digamos que soy un poco exigente
con los hombres con los que me acuesto.
"Me acosté con Graham después de la quinta cita", protestó Julie. Y había
sido triiiiiiiiiste. Pero las chicas no necesitaban saber eso. “Nunca salí con
ninguno de ellos durante más de un par de semanas, y así me gustó.
¿Ves a dónde voy con esto? No puedo hablar del siguiente nivel porque
nunca he estado allí ".
"¿Entonces?" Dijo Riley, moviendo sus dedos hacia un camarero vestido

de esmoquin que prácticamente corrió para entregar otra ronda de
champán. "Ve allí."
“No puedo simplemente sacar una relación de mi trasero, Ri. ¿Cómo se

supone que voy a agregar un toque personal a una historia sobre algo
que nunca he experimentado? "
"Entrevista a mujeres que han pasado por eso", dijo Grace prácticamente,
sonando exactamente como Camille.
"Ve de incógnito", dijo Riley exactamente al mismo tiempo.

Julie hizo una pausa con la copa de champán recién rellenada a medio
camino de sus labios, los ojos fijos en Riley. “Sigue con eso. Clandestina.
¿Qué estás pensando?"
"¿Qué hay de mi idea?" Grace preguntó.
Julie la ignoró. Un artículo insulso centrado en una entrevista no estaba

en su radar. No había pasado años construyendo el aspecto personal de
sus artículos solo para dejar que todo se derrumbara ahora.
"Ve de incógnito", repitió Riley. "Si no estás interesada en llevar una

relación al siguiente nivel, finge".
"Dime que estás bromeando", dijo Grace. "Eso está mal. Fingir enamorarse
sería bastante malo, pero ¿fingir estar realmente enamorada? Eso es
cruel."
"No tendría que ser amor, per se", reflexionó Julie, calentándose con la
idea. “Podrías sumergirte en el mundo del compromiso. Encuentra un
chico agradable, confiable y que busque esposa y mira qué pasa ".
"Exactamente", dijo Riley con aprobación. “Simplemente desenchúfalo

antes de que vaya demasiado lejos. No sería diferente a las citas
normales. Simplemente estarías probando a un chico para ver si
funciona".
"Excepto que no lo haría", dijo Julie. "Hacerlo, quiero decir".
"Tal vez no. Pero él no lo sabe ".
Grace gimió. "No puedo creer que esté escuchando esto".
"Esto realmente podría funcionar", reflexionó Julie. "Tal vez realmente

puedas descubrir de primera mano lo que hacen todas esas parejas
aburridas después de que las cosas divertidas y mariposas hayan
desaparecido".
"¡Oye!" Dijo Grace.
"No tú y Greg, por supuesto", corrigió Julie. "Ustedes no son aburridos".
Excepto que lo eran. Solo un poco.
"Entonces, ¿cómo hago esto?" preguntó, volviendo su atención a Riley.

"¿Dónde empiezo?"
Riley se frotó las manos. "Ah, la tigresa caza a su presa".

—No es que quiera formar parte de esta farsa —dijo Grace lentamente—,
pero esta noche podría ser un momento ideal para encontrar a un
hombre así.
"¿Esta noche?" El estómago de Julie se apretó. Había pensado que al

menos tendría unos días para prepararse.
"¡Seguro!" Grace dijo, como si no estuvieran discutiendo nada más

arriesgado que una búsqueda del tesoro de quinto grado. “Es una
recaudación de fondos para la educación. Creo que muchos de los
hombres aquí estarán más familiarizados de lo que podríamos encontrar
en un viernes por la noche promedio ".
Riley asintió con la cabeza. “Baby call en lugar de booty call. Me gusta
tu forma de pensar, Brighton. Seguro que podemos encontrar aquí a un
tipo aburrido y comprometido. Suponiendo que se trata de nuestra
edición de agosto, tendrás más de un mes hasta que tengas que enviarle
un borrador a Camille. Si mantienes esto en movimiento, es tiempo de
sobra para ponerse serio ".
Julie se mordió el labio. “¿Ustedes realmente creen que debería ir a cazar

hombres en una recaudación de fondos para la educación? ¿No es esto
un poco? ... ¿depravado?"
Grace se encogió de hombros. “Para que conste, creo que todo esto es
depravado. Pero si vas a hacerlo, es mejor que lo hagas bien ".
Los ojos de Julie escudriñaron la habitación, asimilando la gran cantidad

de trajes conservadores. Grace tenía razón. Esta noche fue una noche tan
buena como cualquier otra para encontrar un novio falso. ¿Pero podría
hacer esto? ¿Debería hacer esto?
Luego se imaginó la cara de regocijo de Kelli. Si no hacía esto, sería Julie

quien sería asignada a las tareas de limpieza del refrigerador, mientras
que Kelli trasladaría su pequeño trasero a la oficina de Julie.
No esta pasando.
"¿Entonces como hacemos esto?" Preguntó Julie. Trató de mantener la

inquietud fuera de su voz. En realidad, nunca había prestado mucha
atención a la duración de sus relaciones anteriores, pero ahora parecía
que no podía pensar en nada más. Una vez se quedaron sin bromas y
bromas, y después de que la neblina sexual se hubiera disipado. . . que
hacía la gente
"Vamos a separarnos", dijo Riley. “Cubriremos más terreno de esa

manera. Todas estén atentos al tipo de marido tranquilo, rico y
materialista ".
"Sí, eso debería ser muy sencillo", dijo Julie. "No es que el noventa por
ciento de las mujeres aquí no estén buscando uno de esos".
Pero Riley ya se había ido.
"Odio cuando ella hace eso", murmuró Julie. Grace empezó a alejarse,
pero Julie la agarró del brazo. “No me dejes. Aún no."
"Claro", dijo Grace, enviándole una mirada curiosa. “Camille está allí. ¿La
saludamos?”
Oh, por supuesto. Vamos a ver a la mujer que me metió en este lío.
“No, vamos a esquivarla por un tiempo. No estoy de humor para hablar

de lo maravilloso que es el amor ".
Grace agarró la muñeca de Julie con tanta rapidez que el champán de

Julie se derramó.
"Creo que lo tengo". Grace sonaba positivamente mareada.
"¿Tienes a quién?"
"El tipo. ¡El que estabas buscando! "
"Oh, te refieres al Sr. Noche de Cine", dijo Julie, mirando a su alrededor

en busca de uno de los caballeros lindos con esmoquin que llevaban las
bandejas de bebidas alcohólicas.
"¿Qué?" Grace arrugó la nariz con perplejidad.

"No importa", murmuró Julie. “¿Y qué quieres decir con que lo has
encontrado? El plan existe desde hace diez minutos. ¿Cómo se te ocurrió a
mi pseudo novio en los últimos quince segundos?”
Pero Grace ignoró todo esto, luciendo increíblemente orgullosa de sí

misma. “No puedo creer que no haya pensado en él antes. Acabo de
hablar con él el fin de semana pasado y mencionó que había roto con su
novia de un par de años. Créeme, este tipo es definitivamente el tipo que
busca una relación ".
"Eso es simplemente genial", dijo Julie, mirando a otra copa de champán.

“¿Esto no tenía vodka? Tengo una idea, ¿qué tal si vas a hablar con él?
Entonces, chicos, pueden comenzar a elegir un primer plato para la

recepción de su boda y nombres para sus bebés Stepford. Mientras tanto,
estaré en el bar explorando nuevos cócteles y disfrutando de una
variedad de hombres ".
Grace no pareció impresionada en lo más mínimo con el discurso de Julie.

—No me insultes, Greene. Esta es tu idea. Solo estoy aquí para ayudar ".
“¿Ayudar? ¿Ayudar con qué, vendiendo mi alma?” Julie suspiró. “Está

bien, tienes razón. ¿Dónde está el chico?”
“No puedes mirar ahora. Él está mirando hacia aquí y será obvio ".
"¿Así que se supone que debo chocar con él, derramar vino en su camisa
y luego hacer mi movimiento?"
Grace la miró con aprobación. "¡No está mal!"
“¡Grace, es horrible! Es la estratagema más obvia del libro. También

podría optar por todo el cliché de 'Te ves familiar' ".
"Oh vamos. A los chicos no les importa lo original que seas, siempre que
seas sexy ".
Julie abrió la boca para discutir, pero se vio obligada a ceder. Grace tenía
razón en eso. La mayoría de los hombres ponen la originalidad en algún
lugar entre las habilidades para tejer y los ronquidos en la lista de
artículos imprescindibles.
Grace chasqueó los dedos frente a la cara de Julie. "Lo tienes. Puedes
hacerlo. No pierdas de vista la pelota ".
Julie apartó la mano. “Está bien, entrenador, estoy listo. ¿Qué necesito
saber sobre este tipo? "
Grace frunció los labios. "Estoy tratando de recordar algo interesante".
Julie gimió. No es buena señal.
“En realidad, lo único que sé es que trabaja con Greg. Y según Greg, es
una especie de adicto al trabajo. No es grande en las cosas sociales. Pero
ha sido lo suficientemente amable en esas funciones pesadas de Wall
Street a las que Greg siempre me arrastra ".
Julie se atragantó con un higo envuelto en tocino. "¿Mundo financiero?

¿Quieres que salga con un chico de Wall Street?
“No cita. Salir. ¿Y qué les pasa a los chicos de Wall Street? Greg trabaja
en Wall Street ".
Exactamente.
Julie se imaginó al novio de su mejor amiga: sus trajes azul marino, su

cabello peinado hacia atrás, esa sonrisa de tiburón y su incapacidad para
hablar de otra cosa que no fueran acciones y golf. Sin mencionar su
insistencia en que argyle nunca pasaría de moda. Julie trató de no
estremecerse.
Aun así, tenía que admitir que el razonamiento de Grace era sólido. La
mayoría de los hombres de Wall Street con los que se había encontrado
eran del grupo de la esposa-trofeo. Necesitaban a alguien joven y
brillante para lucirse junto con sus condominios de gran altura. Julie
podría ser joven y brillante. Por supuesto, el primero estaba cada vez más
lejos de su alcance, pero lo compensó con un sostén push-up y una
afinidad por los cócteles de moda.
Puedes hacerlo. No es diferente de cualquier otra expedición de citas.

Sonrisa. Mantén tu lápiz labial fuera de tus dientes. No insultes.
Pan comido.
"Está bien, ¿dónde está?" Preguntó Julie.
“Junto a la fuente de chocolate. Está hablando con Allen Carsons ".
Los ojos de Julie se abrieron como platos. “¿Allen Carsons del New York
Tribune? ¿Como el ex marido de Camille? ¿Como en el enemigo número
uno de Stiletto?”
Grace sonrió con pesar y Julie puso los ojos en blanco. Estupendo. Esto
sigue mejorando cada vez más.
Con una expresión indiferente y casual en su rostro, Julie se volvió tan
lentamente en la dirección que Grace le había indicado. Casi de
inmediato, sus ojos se posaron en la distintiva cabeza calva de Allen
Carsons. Corrían rumores de que la lustró con grasa de pato antes de
ocasiones especiales, pero Julie se inclinaba a pensar que era un detalle
fabricado por Camille. Al parecer, su divorcio había sido
espectacularmente complicado.
Sus ojos se movieron hacia el compañero de Allen, un hombre alto con

un traje a rayas.
Rayas. Buen señor. Diez dólares dice que tiene un protector de bolsillo.
"Grace", dijo desesperada, "no creo ..."
"Dale una oportunidad."
Julie respiró hondo y lo miró de nuevo. Quizás ella lo estaba

subestimando. Julie se preparó y esperó el zing, el chisporroteo.
Y ella sintió. . . absolutamente nada. Era como una tostada seca.
Julie podría haber identificado a este tipo como un corredor incluso sin la
presentación de Grace. Estaba en forma pero no voluminoso. Su cabello
castaño estaba en el lado chocolate del ratón, y aunque ella no podía ver
el color de sus ojos desde aquí, no había nada que sugiriera que serían
más interesantes que el resto de él.
Y el hombre usaba anteojos. Llámala crítica, pero no podía imaginarse

excitada por un tipo con gafas.
Entonces otra vez. . . Inclinó la cabeza y observó la expresión seria, los

zapatos lustrados y la mandíbula perfectamente afeitada. Grace tenía
toda la razón. Un hombre como este estaba pidiendo a gritos una
mujercita a su lado.
Si jugaba bien sus cartas, él estaría comiendo de su mano a medianoche.
"¿Nombre?" Preguntó Julie distraídamente.
Mitchell algo. ¿Vado? Forbes?
Mitchell. Era tan . . . bostezo.
El hombre en cuestión le dio a Allen una sonrisa suave que no hizo

absolutamente nada con sus partes femeninas. Este hombre estaba
esperando una noche de cine.
Julie se permitió una pequeña sonrisa de victoria.
Mitchell Ford-slash-Forbes fue absolutamente perfecto.

Capítulo tres
Un camarero de aspecto aburrido empujó vasos a través de la barra
improvisada, y Mitchell resistió la tentación de preguntar si podía
conseguir algo más fuerte que whisky aguado. Como si leyera el
pensamiento de Mitchell, el camarero vertió otra cucharada de hielo
medio derretido en los vasos.
Perfecto. Simplemente perfecto.
Por costumbre, Mitchell sacó un billete de cinco de su billetera para dar

una propina y luego agarró los dos vasos. Le entregó uno a su siempre
jovial colega, Colin.
Mitchell tintineó con desgana su copa contra la de Colin. “Por los jodidos
recaudadores de fondos. Y gracias, por cierto. Te debo una por rescatarme
".
Colin Trainor tomó un sorbo de whisky y asintió en reconocimiento. “Solo

prométeme que algún día harás lo mismo por mí. Prefiero escuchar a mi
tía Yvonne hablar sobre la técnica adecuada del enema que quedar
atrapado en una conversación con Allen Carsons. Ese hombre está a una
distancia de Los Ángeles de convertirse en un paparazzi acosador. ¿Qué
quería él contigo, de todos modos?”
Mitchell se encogió de hombros. “Sobre lo que esperarías. Detalles sobre

mi ruptura con Evelyn ".
"Supongo que eso es lo que obtienes por dejar a la hija del senador más
popular de nuestro país".
“No dejé a Evelyn. Simplemente fuimos por caminos separados ".
"¿Diferencias irreconciliables y todo eso?" Preguntó Colin.
Aburrimiento extremo, en realidad. "Algo así", respondió sin

comprometerse. Mitchell a menudo no estaba dispuesto a derramar sus
tripas. No a los reporteros vulgares ni a los colegas propensos a los
chismes. No es que Colin fuera un mal tipo. Incluso eran amigos de
alguna forma. Pero la cerveza ocasional después del trabajo no justificaba
exactamente las confidencias personales. Al menos no en el libro de
Mitchell.
Colin apuró su whisky y miró el vaso con el ceño fruncido. “¿Qué había
en esto, esencia de whisky? Y recuérdame de nuevo lo que estamos
haciendo aquí. No me gusta el arte en el mejor de los días, pero esta

extraña mierda moderna se me pasa por la cabeza. He tomado
vertederos más atractivos que algunas de estas pantallas ".
Mitchell asintió en silencio. Disfrutaba de los museos. Incluso museos de

arte. Pero el MoMA en todo su esplendor elegante y moderno era el
museo que menos le gustaba de la ciudad. Cualquier día tomaría la
tranquila dignidad de la Colección Frick en la calle Cincuenta y Novena
por encima del destello del MoMA.
"Al menos esto debería cumplir con nuestra cuota para el año", dijo
Mitchell.
Robert Newman, director ejecutivo de Newman and Chris, la firma en

la que Colin y Mitchell eran socios principales, insistió en que la empresa
tenga representación en todas las funciones benéficas para las que
Newman y Chris fueron patrocinadores. Mitchell había elegido esta
noche como su contribución solo porque los Yankees tenían un día de
viaje. Y porque podía apoyar la caridad educativa más que algunas de
las causas más esponjosas que Robert apoyaba.
"Al menos hay un buen rabo aquí", dijo Colin, con los ojos puestos en el
trasero de una mujer que todavía no podría haberse graduado de la
universidad.
"¿Rabo? ¿Qué es esto, un burdel en el muelle?”
"Hablado como un hombre que ha estado en una relación desde que se le

cayeron las bolas".
"La hipérbole no te conviene".
Colin le indicó al camarero que le pidiera dos bebidas más. "En serio,
hombre, ¿cuándo fue la última vez que saliste con una chica solo por
diversión?"
"Evelyn y yo nos divertimos". Algo así como.
Colin resopló. "Sí, estoy seguro de que tomar un sorbo de Dom en el yate
de su padre con el suéter atado alrededor de los hombros fue muy
divertido".
Hace apenas dos meses, las púas de Colin habrían salido de Mitchell. Se
negó a sentirse avergonzado por comportarse con dignidad. No se había
entregado a aventuras de una sola noche en la universidad y no estaba
dispuesto a empezar ahora, a los treinta y cuatro años.
Pero hace dos meses, Mitchell estaba seguro de que su futuro estaba
resuelto. Le propondría matrimonio a Evelyn, tendría un compromiso de
duración respetable, se casaría en el Plaza y comenzaría una familia
dentro de un año de intercambiar votos.
Había llegado hasta la joyería. Incluso había llevado el anillo de

compromiso de talla princesa de dos quilates en el bolsillo durante dos
semanas.
Y luego lo terminó. En un capricho. Quizás el primer capricho de su vida

adulta. Evelyn no lo había visto venir. Y lo mejor de todo fue que
tampoco Mitchell.
En un momento estaba tratando de decidir si jugar a la vieja escuela y

arrodillarse o quedarse sentado y ahorrarse la cuenta de la tintorería
para los pantalones sucios. Al minuto siguiente estaba sentado solo en la
mesa, después de haberle dicho a Evelyn que se merecía algo mejor que
un marido que se pasaría la vida haciendo los movimientos en lugar de
quererla.
Acariciándola. Hizo una mueca cuando el pensamiento pasó por su

mente. Dios bueno. Tal vez debería simplemente deshacerse de la Bolsa
de Valores de Nueva York e ir a escribir novelas románticas.
Mitchell escuchó su nombre y se dio cuenta de que Colin todavía le

balbuceaba.
"Dime, honestamente, hombre, ¿alguna vez has tenido una aventura?"

Preguntó Colin. “¿Una aventura de una noche? ¿Cualquier cosa?"
Mitchell frunció el ceño y miró su reloj. “¿Qué pasa con el interrogatorio

sobre mi vida amorosa? La última vez que lo comprobé, no te estaba
pagando por la terapia ".
"Quizás deberías. Necesitas recostarte."
Probablemente. Definitivamente.
"Bueno, te avisaré cuando conozca a una mujer adecuada".
Colin negó con la cabeza. “Mira, eso es exactamente de lo que estoy

hablando. Analizas a cada mujer como candidata para el puesto de Sra.
Forbes. ¿Alguna vez ha tocado a una mujer sin antes comprobar su
pedigrí?”
"Sí. De hecho, prefiero un enfoque más espontáneo de las relaciones ”,

mintió Mitchell sin rodeos. "La química tiene que estar ahí,
absolutamente".
No. La química era para tontos. La química fue lo que llevaría a

despertar en las sábanas sucias de otra persona, hepatitis C y, finalmente,
a la ausencia de un acuerdo prenupcial.
Pero el hecho de que un bufón tan denso y desorientado como Colin

pudiera leerlo como un libro era irritante. Ser predecible estaba bien. Ser
predeciblemente aburrido no lo era.
Sin embargo, Colin estaba demostrando ser más consciente de lo que

Mitchell le daba crédito. “Amigo, no te importa una mierda la química.
Si lo hicieras, no habrías salido con Evelyn durante dos años y medio. La
cebolla mohosa en mi refrigerador tiene más personalidad que esa chica
".
Mitchell tomó un trago. “Evelyn es una mujer encantadora. Sería una

excelente esposa ". Para alguien.
Colin saltó. "Que. Por eso estás tan malhumorado todo el tiempo. Te
acercas a las mujeres como lo haces con un traje nuevo ".
"Eso es ridículo." Tengo muchos trajes. “¿Y a qué te refieres exactamente?

Las aventuras de una noche son para chicos de fraternidad y perdedores
desesperados ".
“¿Quién dijo algo sobre una aventura de una noche? No es que una te
mataría, pero estoy hablando de una aventura. Conéctate con una mujer
divertida. Ir a algunas citas, tener sexo caliente y luego separarse antes
de llevarla a casa para que conozca a tu madre ".
Mitchell trató de entender la sugerencia de Colin y fracasó. ¿Qué sentido

tenía hacer todo eso si no iba a ninguna parte? Si quería formar una
familia antes de que su cabello se volviera completamente gris, no tenía
tiempo para aventuras.
Pero no le gustó la forma en que Colin estaba negando con la cabeza

consternado. Como si pensara que Mitchell no podría hacerlo.
"He tenido muchas aventuras", mintió Mitchell de nuevo.
"Sí, lo puedo decir por la forma en que la palabra simplemente sale de tu

lengua y te ves a punto de vomitar".
La tensa paciencia de Mitchell se rompió. Esto fue una perdida de

tiempo. "Me voy", dijo, dejando su bebida en la barra con un tintineo.
"Ve a buscar a alguien más a quien molestar".
Estaba empezando a alejarse cuando la voz risueña de Colin lo llamó:

"Quinientos dólares dicen que no puedes hacerlo".
Mitchell redujo la velocidad y se volvió hacia Colin. "¿No puedo hacer

qué?"
“No puedes empezar a ver a una mujer sin llegar a la mitad del camino
hacia el altar. No puedes usar a una mujer para tener sexo y compañía
y luego dejarla libre antes de empezar a hablar de bebés y cruzar el río
hacia Jersey ".
“¿Quieres que apueste a que puedo usar a una mujer? ¿Parezco que dejé
mi moral en la puerta? "
Colin cogió un crostini de setas de una bandeja que pasaba y masticó

pensativo. “Es como pensaba. No puedes hacerlo ".
"Puedo. Simplemente no necesito tus quinientos dólares ".
“Bien, endulcemos la olla. La mitad de los abonos de temporada del

próximo año".
Mitchell se quedó helado.
Por supuesto, ya tenía boletos de temporada para los Yankees. No es que

alguna vez llegara a usarlos.
Pero sus asientos en la línea de primera base no eran como los asientos
que tenía Colin. En el trabajo, Colin podía ser tan útil como un tercer
pezón, pero su primo estaba ligado de alguna manera al negocio de los
Yankees. Como resultado, Colin siempre tuvo acceso a boletos para
asientos en los que no se podía comprar.
Fue terriblemente tentador aceptar la apuesta. No hagas esto, Forbes. No

sacrifiques tu dignidad por el bien de un equipo de béisbol.
Y, sin embargo, Mitchell se quedó paralizado. Porque la verdad era que

quería más que las entradas. Mitchell necesitaba saber que Colin estaba
equivocado. Que era capaz de una aventura espontánea.
Que no se estaba convirtiendo en su padre, atrapado en una calle de un

solo sentido hacia un McMansion en una comunidad cerrada en los
suburbios de Connecticut solo porque se esperaba.
"Digamos que hago esto", dijo Mitchell lentamente. "¿Cómo

determinaremos quién gana?"
Los ojos de Colin se abrieron con sorpresa, pero se recuperó rápidamente,

frotándose las manos. Colin era uno de esos tontos que se abría paso a
tientas a través de los aspectos rutinarios de la vida esperando que un
hipo le agregara algo de emoción.
Al parecer, Mitchell iba a ser su próximo contratiempo.
“Bueno,” dijo Colin, arrugando su rostro, “será complicado. Necesitamos

pruebas físicas tangibles ".
Mitchell puso los ojos en blanco. "¿Qué quieres que haga, robar su
tanga?"
Colin hizo una mueca. “Jesús, no. Y eso no serviría de nada de todos
modos. Podrías simplemente recoger a una prostituta y terminar con eso.
La apuesta es que realmente salgas con la mujer. Simplemente sal de ahí
antes de empezar a comprar anillos ".
De nuevo con la oleada de irritación. "Actúas como si me comprometiera

con cada mujer que beso".
“No, solo digo que planeas comprometerte con todas las mujeres que
besas. Necesitan tener una relación que no terminará con ustedes
eligiendo papel tapiz".
“Entonces, ¿debería simplemente contratar un robot? Todas las mujeres

quieren elegir papel tapiz. Es lo que hacen ".
Colin negó con la cabeza. “Estás incluso peor de lo que pensaba. ¿Qué tal
esto? Encontramos a una mujer en este mismo edificio para ser nuestro
sujeto de prueba. La cortejas con tu generoso sueldo y tu apariencia
elegante. Luego la llevas al menos a cinco citas. Lo que hagas en esas
fechas depende de ti. Pero no puedes apegarte ".
"¿Y cómo medimos eso?"
Colin pensó por un segundo. “¿Qué tal si en el picnic anual de fin de

verano de Rob, donde las citas son casi obligatorias, traes a una mujer
diferente? Demostrando así que pudiste dejar ir a nuestro sujeto de
prueba ".
Mitchell lo miró fijamente. “¿Cómo pasaste del tercer grado? Esa es la

idea más ridícula desde la creación de los reality shows ".
Colin se encogió de hombros. “La mitad de mis boletos de temporada dice

que no puedes hacerlo. Que no puedes ver a esta mujer durante cinco
citas consecutivas y luego cancelarlo. Te garantizo absolutamente que
encontrarás la manera de convencerte de que ella es la indicada y
llevarla al picnic ".
Cada fibra de su ser se rebeló ante la idea. Y todavía . . .
"Estoy dentro."
Los ojos de Colin se abrieron como platos. "¿Estás haciendo esto?"
"Acabo de decir que lo estaba".
"Espera, entonces, ¿qué obtengo si pierdes?"
"¿Estás pensando en eso ahora?"
"Bueno, no pensé que ibas a aceptar", dijo Colin con la inocencia del
perpetuamente miope.
"Bien vale. ¿Qué quieres? ¿Dinero? ¿Un viaje a Las Vegas?”
"Tu oficina."
Mitchell lo miró fijamente. "¿Qué quieres decir con mi oficina?"
"Quiero intercambiar oficinas".
"¿Por qué? Son exactamente iguales. Mismo tamaño, mismo piso. . . "
Colin negó con la cabeza. “Puedes ver la Estatua de la Libertad desde la

tuya. Tengo ese edificio en mi camino ".
“Créeme, la estatua es un puntito diminuto de mi oficina. ¿Por qué no
coges el ferry si quieres verlo?”
Pero Colin tenía una terquedad en la boca y Mitchell cedió. Le

importaba una mierda la vista desde su oficina. No es que importara de
una forma u otra: Mitchell no tenía intención de perder.
"Está bien, está bien", dijo Mitchell. “Salgo con una chica y la dejo,
consigo boletos para los Yankees. Si pierdo la cabeza y trato de
encadenarla a mi lado para siempre jamás, obtienes mi oficina ".
Colin extendió una mano, luciendo ridículamente emocionado. "No lo

olvides, si ganas, te devuelven las entradas y las pelotas".
Si. Ahí está eso.
“Todavía no tengo idea de por qué estás haciendo esto. Mi oficina no es

tan buena ".
Colin se encogió de hombros. "¿Qué puedo decir? Me aburro fácilmente ".
No hay discusión ahí. "Entonces, ¿quién es la afortunada?"
Colin levantó un dedo y mordió el hielo de su bebida. "Ya lo tengo

resuelto". Señaló al otro lado de la habitación.
Mitchell siguió su gesto. “¿Grace Brighton? ¿No está saliendo con Greg?”
Sintió una pequeña oleada de emoción. Nunca había coqueteado con

una mujer secuestrada, pero si Grace y Greg habían roto, eso era otra
cosa. Grace siempre le había gustado. Ella era encantadora, refinada. . . .
Mitchell frunció el ceño. Y no arrojar material en absoluto. Quizás Colin
estaba jugando duro, arreglándolo con una mujer que tenía los mismos
objetivos de relación a largo plazo que él.
—No, Grace no, idiota. Julie. Con el vestido rosa ".
Mitchell recorrió con la mirada a la desconocida rubia. "¿Quien es ella?"
“¿Julie Greene? ¿Una de las chicas Stiletto?”
"¿Stiletto? ¿Como en el zapato?
“Dios, necesitas salir más. No el zapato. La revista. Julie Greene, Grace

Brighton y Riley McKenna son prácticamente los rostros de la
publicación. Las páginas de la sociedad los llaman Citas, Amor y Sexo.
En privado, pienso en ellos como Besar, Abrazar y Joder ".
Mitchell hizo una mueca. "Eres repugnante."
"Cierto. Pero esta chica sigue siendo perfecta para nuestros propósitos. Julie
vive para las citas sin preocupaciones. Tiene un chico diferente cada dos
semanas. Conozco a un par de sus ex, y ninguno ha dicho una mala
palabra sobre ella, aparte de que los echó a la acera después de algunas
citas. Sin drama, sin expectativas de joyas. . . "
Mitchell la miró más de cerca. Era atractiva de una manera predecible y

fabricada. Parecía que la elegancia de California había chocado con la
reserva de la costa este y se había equivocado. Su vestido rosa le caía

respetablemente hasta las rodillas, pero le quedaba un poco demasiado
apretado en las caderas para ser sutil. Y su cabello era un lío de mechas
de color marrón claro y amarillo. Odiaba el cabello así. Las mujeres
deberían seguir con su color natural (que probablemente era marrón
ratón en el caso de la Sra. Greene) o teñirlo y abrazar su estatus de rubio
botella. Esas tiras de colores, ¿cómo las llamaban las mujeres? Los
aspectos más destacados eran tan malditamente obvios.
Julie echó la cabeza hacia atrás y se rió, sin importarle que varias
personas se volvieran y miraran. Los labios de Mitchell se tensaron con
desaprobación. Sin sutileza. No es su tipo en absoluto.
Lo que significaba que no había peligro de que se involucrara

demasiado.
Le entregó a Colin su copa y se ajustó ligeramente las gafas, resistiendo

el impulso de sonreír. La apuesta era demasiado fácil y prácticamente
podía saborear la cerveza en el Yankee Stadium.
Capítulo cuatro
Julie estaba lista para acercarse a Mitchell Forbes.
Totalmente lista.
Emocionada, incluso.
Ella solo necesitaba hacer un pequeño desvío primero.
Hacia el bar.
"Nunca subestimes el poder del coraje líquido", dijo mientras ahuyentaba

a Grace.
"¿Por qué no puedo mirar?" Grace se quejó.
"Nunca hago mi mejor trabajo con una audiencia", dijo Julie con altivez.
"¿Desde cuando? Te encanta la audiencia ".
Julie frunció los labios. “Ahora no, no lo hago.” Julie no tenía la menor
idea sobre su próximo paso. Por lo general, seguía su instinto y, en este
caso, nada se sentía bien. Sus enfoques típicos de coqueteo parecían
demasiado atrevidos. Un hombre como Mitchell Forbes necesitaría
persuasión y delicadeza, no limpieza y agitación de pestañas.
Cuando Grace se había alejado a regañadientes después de darle

instrucciones estrictas de llamar y derramar una vez que hubiera
hablado con Mitchell, Julie se puso en la fila del bar. Mmmm, martini o
vino, martini o vino, martini o ...
"¿Puedo invitarte a una bebida?"
Julie apartó los ojos de la bandeja de aceitunas que había tres personas
frente a ella y se volvió hacia la voz desconocida.
"Yo ... ¡oh!"
Como Oh, mierda.
Quizás acercarse a Mitchell Forbes no sería un desafío después de todo.
Ya la había encontrado.
"Las bebidas son gratis", espetó.
Él desvió la mirada. "Lo sé. Estaba destinado a ser una broma ".
Julie palideció. ¿Una broma? ¿Eso había sido una broma? De ninguna
manera podría sufrir una pseudo relación con este tipo. Tenía el sentido
del humor de un pretzel. Todavía . . .
"¡Oh! Es gracioso ”, dijo con una amplia sonrisa y una risa brillante.
Él le dedicó una pálida sonrisa. "No lo fue".
Y luego se derritió un poco, porque maldita sea si Mitchell Forbes no

tenía los hoyuelos más dulces en cada mejilla. Suavizó su apariencia por
lo demás abotonada.
Aunque, para ser justos, era mucho más interesante de cerca que desde el
otro lado de la habitación. Claro, las telas a rayas estaban en el lado
equivocado de desaliñado, pero el traje en sí se adaptaba perfectamente
a hombros sorprendentemente anchos. Era un poco demasiado musculoso
para estar tenso. Había una energía en él, como si siempre quisiera estar
en movimiento y solo a través de un rígido autocontrol logró permanecer
quieto.
Los anteojos también fueron una agradable sorpresa. Julie se sorprendió

al ver que los ojos detrás de los marcos rectangulares de borde delgado
eran de un azul profundo. Con su cabello oscuro, habría asumido que
tendría ojos marrones, pero estos eran de un azul marino sorprendente.
Bueno, qué sabes. Es un poco lindo.
En ese momento, solo había una persona frente a ellos en la fila del bar,
y Julie actuó por capricho. "Oye, ¿quieres salir de aquí?"
Parpadeó sorprendido. "Ni siquiera sabes mi nombre".
Oh, cariño, desearías que no lo hiciera.
"Entonces dímelo", dijo tímidamente, haciéndose la tonta y uniendo su

brazo con el de él.
Por un segundo pensó que captaba algo que parecía desdén detrás de sus
lentes, pero la expresión pasó y él sonrió lentamente. "Mitchell Forbes".
“¿Mitchell? ¿No es Mitch?”
"No. No Mitch ".

Por supuesto que no. Los apodos son taaaan plebeyos.
"Soy Julie Greene".
"Sí, lo sé".
Ella no se sorprendió. La mitad de las personas en la recaudación de

fondos sabían quién era ella. Julie hizo una pausa, deteniéndolos a
ambos. "Sabes, Mitchell Forbes, para alguien que sabe mi nombre y me
buscó entre la multitud para comprarme una bebida gratis, ciertamente
no pareces muy interesado en la conversación". O ser encantador.
Se sonrojó levemente y se pasó una mano por el cabello. "Lo siento. Ha

pasado un tiempo desde que hice esto ".
"¿HablaR?"
Sus hoyuelos parpadearon. “Hablar con mujeres. Acabo de salir de una

relación de dos años. Mis habilidades de flirteo están oxidadas ".
"Por suerte para ti, las mías no lo están".
"Puedo ver eso."
El ceño de Julie se arrugó. Estaba acostumbrada a los hombres que eran

más. . . bueno, admirando. Y a pesar de que la había encontrado al otro
lado de una habitación llena de gente, no parecía tan enamorado. Había
pasado un tiempo desde que había tratado con un hombre que no estaba
tan versado en el juego de las citas como ella.
Di las cosas correctas, maldita sea, le ordenó en silencio.
Intentó de nuevo tocar el acorde correcto. “No tenemos que irnos si no

estás listo. Hay una exhibición en el quinto piso que me encanta ".
Su labio dio la más mínima curvatura de horror. No es de extrañar.

Todavía tenía que conocer a un hombre que pudiera tolerar el arte
moderno durante más de treinta minutos.
"En realidad, estoy un poco por encima de la multitud y todavía no he

comido", respondió. "¿Puedo invertir el dinero de la bebida en comprarte
la cena?"
Finalmente.
"Amaría eso." Ella curvó sus dedos ligeramente alrededor del antebrazo
que todavía estaba tocando, pero él simplemente apartó su brazo.
Casi se rió. Eran como dos niños empujados juntos por los acompañantes
del baile sin absolutamente ningún sentimiento el uno por el otro.
Siempre un paso fuera de sincronía.
Ninguno de los dos habló mientras buscaban su abrigo y salían por la

puerta.
"¿Te gusta la Guinness?" preguntó ásperamente mientras caminaban

hacia el aire de finales de primavera.
"Me encanta", mintió. Ella no era realmente una chica cervecera a menos
que estuviera en un bote en bikini en los días más calurosos del verano.
Pero ella sabía cómo funcionaba esto. Jugar la carta de alto
mantenimiento tan temprano en el juego nunca le daría una segunda
cita.
Y ciertamente no le daría esa historia.
Mitchell la llevó a un pequeño bar irlandés del que nunca había oído
hablar y le abrió la puerta.
"Gracias", murmuró. Le puso la mano en la parte baja de la espalda para

guiarla al interior y Julie se quedó paralizada.
UH oh. Se había equivocado acerca de que no tenían química. Muy mal.

El breve roce de sus dedos contra su columna le puso la piel de gallina de
inmediato, y Julie tuvo que resistir el impulso de darse la vuelta y correr.
Sentirse atraída por Mitchell no era parte del plan, sin embargo, allí
estaba ella, temblando y deseando frotarse contra él.
¡Auxilio auxilio! ¡Quiero follar con el tema de mi historia!

Mitchell retiró la mano demasiado rápido, golpeándola en el marco de la
puerta, y Julie sintió un poco de alivio. Al menos él también lo había
sentido.
"Entonces, ¿qué haces, Mitchell?" Preguntó Julie, con la esperanza de

calmar el repentino impacto de incomodidad mientras se sentaban en
una acogedora mesa en la esquina.
“Wall Street”, dijo como si no necesitara más explicaciones. Y realmente

no fue así. En Manhattan, estabas en Wall Street o no en Wall Street. Si
estabas en la categoría de "no", no tenías la menor idea de qué diablos
pasó allí, y realmente no te importaba.
O al menos a Julie no le importaba. Excepto que esta vez tuvo que fingir
que el tema no la aburre. Si iba a sobrevivir un mes con este fracaso, al
menos necesitaba poder hablar su idioma.
"Qué interesante", dijo, inclinándose un poco hacia adelante y

levantando los ojos. "¿Como es eso?"
Para su sorpresa, Mitchell resopló y se reclinó en su silla, mirándola con

una mirada ligeramente incrédula. "¿Eso suele funcionar para ti?"
Julie saltó de su rutina agitada, parpadeando confundida. "¿Qué

funciona?"
Él agitó una mano despectiva sobre ella. “Todo esto. Las pestañas, los
arrullos y el falso interés ".
Julie se recostó bruscamente, sorprendida, sintiéndose picada. "¿Quién dice

que es falso?"
Apoyó los antebrazos en la mesa mientras sus ojos se clavaban en los de

ella.
De repente, Julie se dio cuenta de su error. Mitchell Forbes podía parecer

inofensivo, pero definitivamente no se podía jugar con él. Había jugado
mal sus cartas.
"Por supuesto que es falso", dijo lentamente. "Honestamente, no puedes

decirme que te importa una mierda lo que hago de nueve a cinco todo el
día".
"Me importa", se asomó suavemente.
"Estoy seguro. ¿Sabes siquiera dónde está Wall Street?”

Mierda. “Um. . . ¿centro?"
Él le dio una pequeña sonrisa que le hizo saber que sabía que era una
suposición afortunada. "¿Tienes hambre?"
“Vaya, no lo sé. Todo lo que diga podría ser falso ".
"Estás bien. Lamento haber apresurado tu juego ”, dijo, sin sonar en

absoluto arrepentido mientras tomaba un par de menús de la esquina de
la barra. “Me quedaré callado unos minutos mientras intentas decidir si
quiero que tengas hambre o no. Mientras tanto, puedes hacer las
preguntas que desees ".
La vergüenza sorprendida de Julie por su transparencia estaba dando

paso a la ira. Nadie le había hablado así antes. Y si alguien más la
había visto, ciertamente nunca la llamarían.
"Está bien, está bien", espetó ella, arrebatándole el menú de la mano.

"¿De dónde eres?"
"Por aquí."
Ella le echó un vistazo por encima del menú. "No hubiera pensado que
fuera posible después de ese fracaso de la 'bebida gratis', pero tus tristes
intentos de humor en realidad van cuesta abajo".
Los hoyuelos de nuevo. “Ahí, ahora de eso es de lo que estoy hablando.

Dame algo real ".
"¿Algo real?" preguntó, mirando el menú. "Qué tal esto . . . lo que

normalmente pediría, y lo que realmente debería pedir, es esta ensalada
de pavo con arándanos que suena aburrida. Pero lo que realmente quiero
es el pescado y las patatas fritas. Me voy con este último. Solo para ti."
Ella le dedicó una sonrisa evidentemente falsa.
Él se encogió de hombros, sin parecer impresionado por su incursión en los

alimentos fritos. "Es un comienzo."
"Solo estoy tratando de conocerte", espetó ella, perdiendo la paciencia.

¡Solo sigue el juego!
"Bien", dijo suavemente, recostándose y estudiándola. “Cumpliré treinta y

cinco el ocho de noviembre, mi madre era profesora de matemáticas en
la escuela secundaria, mi padre también estaba en Wall Street, y sí,
seguí sus pasos. Soy un hijo del medio, con un hermano mayor y una
hermana menor. Nunca he consumido drogas, me encanta el vino tinto.
Corrí el maratón de Nueva York el año pasado. Leer es mi pasatiempo
favorito. Y me gusta el helado de vainilla ".
Julie no pudo resistir la tentación de poner los ojos en blanco. Ella podría
haber escrito su biografía para él. Helado de vainilla, por el amor de
Dios.
"¿Algo más?" preguntó.
"¿Color favorito?" preguntó dulcemente.
"Azul. Ahora es mi turno."

"No, gracias", dijo, golpeando su menú en la mesa. “Además, me llevará

un tiempo despertarme de la siesta. Qué vida tan fascinante has tenido ".
Mitchell le dedicó una sonrisa lenta y victoriosa.
"¿Qué?" Ella chasqueó. "¿Te gusta que te insulten?"
“No, pero me gusta cuando te pones tan arrogante. Se honesta . . . crees

que toda esa pequeña charla es basura. Apenas podías mantenerte
despierta el tiempo suficiente para responder las preguntas ".
"Lo que sea", murmuró. "Claramente no sales mucho".
Julie pensó que vio algo oscuro destellar en su rostro, pero desapareció
antes de que pudiera nombrar la emoción.
"Mi turno para las preguntas", dijo de nuevo.
"Bien", suspiró con cansancio. "Terminemos con esto".
"Trabajas para la revista Stiletto".
"Difícilmente un secreto".
Ignoró su tono mocoso. "Y eres parte de un pequeño trío de poder".
"Así es", dijo lentamente, sorprendida de que supiera tanto. No parecía

del tipo que estuviera conectado a la escena social de Manhattan o que
leyera "Page Six".
"¿Y escribes las cosas sexys?"
Ella escondió una sonrisa. La mayoría de los hombres no se atreverían a

tocar Stiletto en público, pero eso no significaba que no tuvieran
curiosidad.
"Algo así", respondió ella. "La revista lo llama Citas, amor y sexo".
"Besar, abrazar y joder", murmuró en voz baja.
Julie se atragantó con su cerveza. "¿Perdóname?"
"Nada", dijo, luciendo levemente horrorizado y mucho menos engreído

que un momento antes.
"Oh, de ninguna manera voy a dejar que te salgas de ese apuro", dijo
Julie, inclinándose hacia adelante. "Si yo no consigo esconderme detrás de
las bromas, tú tampoco".
"No fue nada."
“No fue nada. Dijiste 'Besar, abrazar y joder'. ¿Qué es eso?"
Él la miró rápidamente como si la respuesta fuera obvia, pero aun así se

negó a responder.
La respuesta la golpeó casi de inmediato. Julie se echó a reír. "Oh, eso es

bueno", dijo, sacudiendo la cabeza. “No puedo esperar para decírselo a
Grace y Riley. Eso les encantará ".
Parecía dudoso. “Así que de las tres, tú eres. . . "
"Citas. O Besar, según tu definición. Algunas personas probablemente te

dirán que escribo las piezas sueltas de nuestra sección, pero me gusta
pensar que escribo las cosas buenas. De alguna manera nuestra sociedad
ha desarrollado esta mentalidad de que se supone que las citas son
estresantes. Debería ser divertido."
“Claro, al principio. Pero no puede ser todo diversión y juegos ".
"¿Por qué no?"
Parecía frustrado. "Porque esa no es la vida real".
"¿Dice quién? ¿Dónde está escrito que hay algún tipo de límite de tiempo
para la felicidad? "
“Bueno, ¿alguna vez has podido mantener la felicidad constante en tus

relaciones? Seguramente has experimentado momentos de frustración,
enojo o aburrimiento una vez que has pasado de la etapa del amor de
cachorro ".
Julie sintió que el color desaparecía de su rostro. Sus palabras golpearon

demasiado cerca de casa. Y aún más alarmante era el hecho de que se
había envuelto tanto en su conversación que había olvidado su propósito.
Esto no estaba destinado a ser una sesión de bromas. Arrástralo.
"¿Estás bien?" preguntó con el ceño fruncido.
"En realidad, tengo bastante hambre", dijo, clamando por una

distracción. "¿Crees que podríamos pedir algo de comida?"
"Seguro." Se puso de pie y caminó hasta el otro extremo de la barra para

llamar la atención del camarero, ya que no era exactamente un lugar de
servicio de mesa. Ella estaba agradecida por el indulto para recuperarse.
¿En qué había estado pensando, presumiendo de que era la reina de las
citas? Lo último que necesitaba era llamar la atención sobre cómo ponía
experiencias personales en sus historias. Necesitaba que él olvidara que
era periodista, no debería agitarlo en su cara como una gran bandera
roja.
Ella tomó un vigorizante sorbo de cerveza, tratando de calmar su

nerviosismo. Julie no recordaba haberse olvidado de sí misma tan
fácilmente en una primera cita. No estaba del todo segura de que le
gustara la sensación.
"Aquí", dijo Mitchell, volviendo a la mesa. Dejó una copa de vino blanco
frente a ella.
"¿Qué es esto?"
"Pinot Grigio. Ni siquiera finjas que estás disfrutando de tu Guinness ".
Ella le dirigió una mirada cautelosa. Fue observador. Eso no presagiaba

nada bueno para sus propósitos. “Gracias, pero no quiero desperdiciar la
cerveza. . . . "
Mitchell se encogió de hombros. "Así que me la beberé".
Él deslizó su vaso de cerveza apenas tocado hacia él mientras apuraba el

resto de su propio vaso. Julie trató de no quedarse boquiabierta. Se estaba
terminando su cerveza como si fuera lo más natural del mundo limpiar
sus sobras.
Reacciona, no es gran cosa. Había compartido comida y bebida con

muchos chicos a lo largo de los años.
Pero no en la primera cita. Y nunca tan casualmente.
Esta no había sido una oferta burlona de un bocado de postre, y no

había habido ningún susurro sugerente de que debería terminar su
bebida porque se sentía borracha. Había jugado todas esas cartas antes,
pero no esta noche.
Mitchell simplemente actuó como si estuviera en su derecho. Como si

fuera una de las muchas bebidas que se estaría tomando por ella. Se
sentía extraña e incómodamente natural. ¿Qué diablos está pasando
aquí?
"Bueno, gracias", dijo con rigidez.
"No hay problema. Aunque es una advertencia justa, el vino

probablemente sea una mierda. Este es más un lugar de cerveza y
whisky ".
"Sí, me di cuenta", dijo, con una mirada aguda a las docenas de carteles
de Guinness y Jamison que cubrían cada centímetro cuadrado de espacio
en la pared. “Super elegante, sin embargo. ¿Traes a todas tus chicas
aquí?”
"No", dijo, principalmente para sí mismo. “Traje a Evelyn una vez. No

salió bien".
"¿Ex novia?"
"Sí." Sus ojos se habían cerrado. Aparentemente eso no estaba abierto a

discusión.
"¡Forbes!" llamó el camarero. "Orden."
Julie tomó un sorbo pensativo de su vino mientras Mitchell iba a buscar

su comida. Aparentemente, era un habitual aquí, lo que parecía extraño.
No parecía ser su tipo de lugar. Otra señal de advertencia más de que
este hombre no se perfilaba exactamente para ser el dron predecible que
ella esperaba.
"Yum", dijo mientras él deslizaba un plato de pescado humeante con

patatas fritas frente a ella. "Definitivamente fue una mejor opción que la
ensalada".
Demasiado tarde, miró su plato. ¡Ups! Ensalada de pavo con arándanos.
"No te preocupes, te dejaré un bocado", dijo, profundizando.

"No puedo decir lo mismo", dijo mientras mojaba una fritura crujiente en
una salsa tártara deliciosamente rica. "¿Qué tan malo crees que es esto
para mí?"
"En una escala entre la espinaca y el perro caliente frito, diría que estás
en el extremo de un ataque cardíaco".
"Lo trabajaré mañana".
"¿Tu ejercicio?" preguntó sin levantar la vista de su plato.
“Solo para no engordar. ¿Tú?"

"Corro. Es más un pasatiempo que una cuestión de salud ".
"Dice el tipo que mastica la lechuga romana", dijo con una mirada
desdeñosa a su plato. "Y correr no es un pasatiempo".
Miró hacia arriba. "Es también."
"No. Es un método de ejercicio. Desarrollado como un mecanismo de

vuelo humano, y no tiene la intención de ser agradable ".
Él se rió y negó con la cabeza. "Entonces, en tu mundo de las citas, ¿hay

un número finito de pasatiempos aceptables?"
"Solo si uno quiere tener una segunda cita".
Mitchell amontonó un poco de ensalada en su plato, que ella ignoró

cuidadosamente. "No eres lo que esperaba".
"¿Oh? ¿Tenías planes para mí además de las tontas líneas de recogida? "
"Creo que lo que no esperaba era que tuvieras planes para mí".
Julie se quedó helada. Seguramente no quiso decir. . . no podía saberlo. . .

Pero él continuaba picoteando sus productos, luciendo completamente
imperturbable.
"Te lo aseguro, mis planes no harán daño", dijo, dejando que su voz se
volviera ronca mientras lo miraba por encima del borde de su copa de
vino barata.
“Mira, ahí tienes de nuevo. Jugando conmigo como un violín ".
"¿Está funcionando?"
Mitchell le dirigió una mirada ardiente que sintió hasta la parte interna
de los muslos. Eso es de lo que estoy hablando, Wall Street.
Quizás este concierto de relación no sería tan malo después de todo.

Había algo que decir acerca de un tipo que se percató de tus preferencias
de bebida sin preguntar, no trató de robar tus papas fritas y podía hacer
que tus nenas se tensaran con una sola mirada.
"¿Terminaste?" Preguntó Mitchell, señalando con la cabeza su plato casi

vacío.
Solo con la comida. “Sí, he terminado. Probablemente debería dejarlo ".

"Estupendo." Sacó su billetera y Julie trató de no quedarse boquiabierta

por la sorpresa.
"Cuando dije que terminé, quise decir que no debería terminar mis
patatas fritas, no que tuviéramos que irnos". Querido Dios, ¿ estoy
rogando?
Apenas la miró. "Sé que esto es de mala educación, pero tengo una
reunión temprano mañana y un par de informes que debo terminar
antes de esa reunión".
Julie se negó a fruncir el ceño. Bien, esto fue inconveniente, pero no

desastroso. Su rápida despedida fue un pequeño pinchazo para su ego,
pero un buen material de novia apoyaría las obligaciones laborales de
su hombre. Al menos eso es lo que había leído en una de las columnas de
Grace.
"Claro, no hay problema", arrulló.
Se quedaron en silencio cuando él la acompañó a la puerta con un

rápido saludo al camarero. Julie sintió en lugar de verlo mover su brazo,
y dio medio paso más cerca, pensando que él iba a poner una mano en
su espalda, tal vez incluso acercarla más.
Pero no la tocó. Ni siquiera la miró cuando se acercó a la acera y llamó a

un taxi. Julie miró atónita y sorprendida mientras él abría la puerta del
taxi y arqueaba una ceja expectante.
¡Espera, todavía no! ¡Aún no hemos hecho el baile de la próxima cita!
"Podríamos compartir un taxi", dijo, tratando de mantener el pánico

fuera de su voz.
La expresión de su rostro lo decía todo: No, gracias. Pero los modales lo
llevaron a preguntar: "¿Dónde vives?"
“West Village. ¿Tú?"
“Upper East. Direcciones opuestas, desafortunadamente ".
Eso era cierto. Sus respectivos vecindarios eran completamente

inconvenientes para los taxis compartidos, pero él no tenía que parecer
tan malditamente complacido por eso.
Superada, se dirigió hacia el taxi que la esperaba. "Entonces. Esto fue

divertido." Algo así como.
Arrugó la nariz ligeramente, como si leyera sus pensamientos. ¿Fue que?
"Señora, ¿vienes o qué?" el taxista se quejó.
Julie le lanzó una mirada molesta y miró expectante a Mitchell. Dejó que
sus labios se curvaran en su sonrisa más atractiva. El hombre podía estar
oxidado en las citas, pero no hacía falta ser un genio para darse cuenta
de que el siguiente movimiento era suyo.
Pero no lo hizo. Simplemente se aclaró la garganta con torpeza y miró el

asiento trasero vacío del taxi.
Oh, Dios mío, pensó Julie mientras comprendía. Esto no está sucediendo.
Demasiado aturdida para hacer cualquier otra cosa, dejó que Mitchell la
tomara del brazo y la subiera a la parte trasera del taxi.
Estaba sucediendo.
Después de seis años con un historial impecable, la reina de las citas

acababa de hacer lo impensable.
No había conseguido conseguir la segunda cita.

Capitulo cinco
A la noche siguiente, Mitchell dio propina al taxista y salió a la acera en
la dirección que le había dado Julie.
No pudo resistir la sonrisa de satisfacción. No había mejor sensación que

tener una apuesta arriesgada que se desarrollaba de la manera que
deseaba. Y este había funcionado perfectamente. Julie Greene había
hecho exactamente lo que esperaba. Exactamente como esperaba.
Fue particularmente satisfactorio, porque a pesar de lo bueno que era

Mitchell para leer a las personas en el lugar de trabajo, nunca había sido
particularmente hábil para comprender el funcionamiento de la mente
femenina. Pero la noche anterior, de alguna manera, había sabido
exactamente cómo interpretar a Julie Greene.
Ponerla en ese taxi sin siquiera pedir su número había sido un golpe de
brillantez. La había sorprendido, la había pillado con la guardia baja y
probablemente la había cabreado. Y, lo más importante, se había
asegurado de que ella lo buscara.
Mitchell ni siquiera estaba del todo seguro de qué le había hecho hacerlo.
El objeto de este pequeño juego con Colin era simplemente divertirse un
poco con una chica que no era del tipo comprometido. Con ese fin,
simplemente pedirle una segunda cita hubiera sido más eficiente.
Pero eso era exactamente lo que Julie esperaba que hiciera. Si hubiera
sido por ella, toda la noche habría sido inventada, desde la inclinación
de su cabeza hasta su risa demasiado alta cuando él había hecho una
broma falsa. Que Julie no le hubiera interesado.
¿Pero la Julie que había visto cuando le arrancó la red de seguridad y la

llamó por sus tonterías? Esa Julie que le gustaba.
Está bien, me gustó mucho. No de la forma en que le gustaba Evelyn o

Sarah, o incluso Christina en la universidad. Julie era lo opuesto a todas
las mujeres con las que había salido. Ella era demasiado brillante,
demasiado intensa. Ella era la última persona que él buscaría para tener
compañía a largo plazo, era demasiado perturbadora para eso.
Pero perturbadora podría ser bastante refrescante.
Al menos a corto plazo.

Mitchell no había podido reprimir un pequeño puñetazo cuando ella lo

llamó a su oficina esa tarde, su voz era suave, ronca y falsa. Ella hizo
algunos ruidos de arrullo sobre que era su turno de invitarlo a cenar,
pero él sabía de qué se trataba realmente. Una mujer que sabía cómo
envolver a los hombres alrededor de su dedo estaba destinada a ver el
abrupto final de anoche como un fracaso. Simplemente quería reparar su
impecable historial.
Sin embargo, la naturaleza de la invitación lo había sorprendido. Había

pensado con certeza que ella sugeriría bebidas en el bar de un hotel de
moda o una cena en algún lugar con porciones pequeñas y un servicio
pretencioso. ¿Pero una comida casera? Eso no parecía propio de ella. Al
menos no lo que sabía de ella.
Aparentemente, no fue el único que tuvo un repentino deseo de ser

impredecible.
Mitchell no se avergonzó de admitir que la había buscado en Google.

Había aparecido casi una docena de veces en varios artículos sobre la
escena social de Nueva York. Colin tenía razón: Julie Greene no era una
periodista de poca monta. Stiletto era más un imperio que una revista y,
por lo que él sabía, Julie, Grace y su amiga Riley eran las princesas.
Colin tampoco había exagerado su historial de citas. Había un parecido a

un modelo masculino al lado de Julie en casi todas las fotografías.
Siempre un chico diferente, siempre la misma apariencia llamativa y la
misma sonrisa comercial de pasta de dientes.
Lo que planteó una pregunta: ¿qué diablos quería ella con él?
Julie era toda deslumbrante y divertida, y él estaba, bueno. . . Mundo

financiero.
Pero Mitchell no estaba dispuesto a mirar los dientes de un caballo

regalado, o lo que sea que fuera esa frase. La mujer era su boleto al
Yankee Stadium. Eso es todo lo que necesitaba saber.
De pie en el umbral de su casa de piedra rojiza, Mitchell encontró el

botón de llamada marcado "Greene".
“¡Oye, Mitchell! Entra, sube las escaleras, primera puerta a la derecha.”
Empujó tentativamente la puerta para abrirla, mirando a su alrededor

con curiosidad. Llámelo snob, pero una casa en Manhattan sin portero
era nuevo para él. Solo había vivido en lujosos rascacielos, al igual que
sus anteriores novias.
Aun así, no se trataba de un tugurio en ruinas. El edificio, aunque

antiguo, obviamente había sido renovado y mantenido en buenas
condiciones. Stiletto debe pagar un buen dinero a sus princesas.
Mitchell comenzó a llamar a su puerta cuando escuchó un fuerte ruido

de ollas y sartenes seguido de una maldición muy poco femenina.
Enarcando una ceja, probó la perilla y la abrió cuando la encontró
desbloqueada.
"¿Julie?"
"En la cocina", llamó.
Teniendo en cuenta el hecho de que su apartamento tenía menos de

seiscientos pies cuadrados, realmente no había una cocina tanto como un
rincón dedicado a cocinar.
Parecía una zona de guerra.
Julie se levantó de lo que había estado haciendo en el horno, y Mitchell

no supo si reírse o apartar la mirada cortésmente. Había estado
esperando algún tipo de escena doméstica al estilo de Martha Stewart,
tal vez Julie con un delantal pequeño y atractivo y lápiz labial rojo retro.
Se había equivocado. Mitchell había visto desamparados sin hogar que

parecían más unidos. Llevaba lo que parecían ser unos bóxers raídos que
estaban a un lavado de ser un montón de cuerdas. Y su camiseta de la
USC probablemente ni siquiera era nueva cuando estaba en la
universidad. Definitivamente tampoco hay sostén debajo de esa ventosa.
"Mitchell", dijo con una sonrisa demasiado amplia. "Debes llegar

temprano".
"Llego tarde, en realidad", dijo, obligando a levantar la vista de su pecho.

"Ah bien. Bueno, solo estoy dando los últimos toques a la cena, y luego
iré a refrescarme. La cena debería estar lista en solo unos minutos ".
Esperaba que por "refrescarse" ella quisiera decir "renovarse por

completo". Aunque, sinceramente, esta versión arrugada de Julie no
carecía de atractivo. Nunca había visto a una mujer tan desordenada, y
maldita sea si no le gustaba la sencillez de la situación. Las novias
pasadas nunca habían sido atrapadas sin lápiz labial, y mucho menos
luciendo como la pequeña huérfana Annie.
Se acercó al desorden con cuidado. Si la "cena" estuviera lista en

cualquier momento antes de la próxima Edad de Hielo, vendería su
testículo derecho.
“Qué, eh. . . ¿Qué estás haciendo?"
Mitchell no era exactamente un genio de la cocina, pero estaba bastante

seguro de que esas pequeñas motas de metal que sobresalían de algún
tipo de carne mutilada no eran comestibles.
Ella siguió su mirada y se hundió un poco. "Pollo Marsala. Se suponía

que debía machacar el pollo, pero no tenía envoltura de plástico, así que
usé papel de aluminio. Eso, um. . . se rompió un poco ".
"Puedo ver eso." Parecía que un ovni había chocado con un atropello. "¿Y
eso?" preguntó, señalando una montaña de algo verde y fibroso.
"¡Puerros!" dijo con orgullo. "Acabo de terminar de cortarlos".
Los ojos de Mitchell se posaron en el cuchillo cercano y vieron que la

punta estaba torcida. Apuñalar podría haber sido una palabra más
apropiada.
"Julie", dijo en voz baja. "No sabes cocinar, ¿verdad?"
Ella se apartó un mechón de cabello de los ojos y él se dio cuenta por

primera vez de que su cabello era un desorden de rizos suaves y difusos
en lugar de la versión brillante y lacia que había visto la noche anterior.
"¿Qué te hace decir eso?" preguntó mientras luchaba con un corcho de

una botella de Pinot grigio.
"Oh, no lo sé", dijo, tratando de no mirar la forma en que sus pechos se

balanceaban debajo de su camiseta mientras tiraba del corcho. "Tal vez
la caja de utensilios de cocina 'para principiantes' en la esquina".
Ella siguió su mirada hacia donde una caja de ollas y sartenes recién
abierta había sido empujada junto al refrigerador.
"Bueno sí . . . Ha pasado un tiempo desde que me metí en la cocina ".
Más como una vida, pensó.
"¿Necesitas ayuda?" preguntó mientras aceptaba la copa de vino.
Ella se iluminó levemente. "¿Tú cocinas?"

"No un poco. Yo habría hecho lo mismo que tú al machacar el pollo,

excepto que ni siquiera habría tenido papel de aluminio a mano para
improvisar. Pero tengo esto ". Sacó su teléfono celular del bolsillo y lo
movió tentadoramente frente a ella.
Se frotó la nariz y frunció el ceño. "¿Qué vamos a hacer con eso, usarlo
para cocinar el pollo?"
Dios los ayude, en realidad sonaba seria.
"UH no. Pero puedo marcar. Tal vez llame. . . ¿comida para llevar?"
Las cejas de Julie se fruncieron y se mordió el labio inferior de mal

humor. "Quería prepararte la cena".
¿Si, pero por qué? Obviamente, no formaba parte de su rutina habitual

de citas. Probablemente otra de sus estratagemas cuidadosamente
planeadas de la que él tendría que estar atento.
Él sonrió con desarme. “Vamos, cariño. Muéstrale a Mitchell tu colección

de menús para llevar ".
Dudó por sólo dos segundos antes de corretear hacia un cajón de la

esquina y sacar una pila de papeles de arcoíris. Mitchell seleccionó uno
que se veía bien usado.
"¿Tailandés sabroso?"
Diez minutos más tarde, la comida estaba en camino y él sostenía una

bolsa de basura abierta mientras ella metía en ella su desastroso intento
de cocinar. "¿Qué es ésto?" preguntó, tocando un tronco empapado.
"Pan de ajo", dijo con voz triste. "Creo que lo hice mal".
Su rostro estaba a pocos centímetros del de él, y pudo ver bien su piel.
Dudaba que hubiera tenido la oportunidad de aplicar una pizca de
maquillaje, pero su piel se veía suave y dorada.
Chica de California. Es extraño que el pensamiento no produjera el

mismo desdén que tenía antes. Sus dedos apretaron la bolsa de basura
para no extender la mano y acariciar una mejilla sedosa.
Todavía no, Forbes. El instinto le decía que tocar a Julie si no tenía sus
defensas habituales en su lugar significaría muchos problemas para
ambos.
Para cuando limpiaron todo y quitaron las pegatinas de sus flamantes

cacerolas nuevas, la comida había llegado. Mitchell ignoró su insistencia
de que comieran en su pequeña mesa de la cocina y, en cambio, reclamó
un lugar en la esquina de su sofá.
"Esto es un poco mejor que mi pollo", dijo, con la boca llena.
"Entonces, ¿quién te enseñó esas habilidades culinarias asesinas?"

preguntó. "¿Tu mamá?"
El rostro de Julie se ensombreció. "Desearía. Mis padres murieron cuando

yo tenía ocho años ".
El pad thai se convirtió en polvo en la boca de Mitchell. “Dios, Julie, lo

siento. ¿Ambos?"
Ella miró sus fideos. “Hubo un accidente automovilístico. Iban de camino

a mi recital de ballet. Mi hermana también estaba en el coche ... "
Su voz se quebró y él comenzó a acercarse a ella, pero se lo pensó mejor.

Apenas la conocía, después de todo.
"Me dijeron que todos murieron instantáneamente", dijo en voz baja.

“Como si eso de alguna manera lo hiciera mejor para un niño de ocho
años. Todavía se habían ido ".
Su corazón se retorció al pensar en una Julie diminuta y brillante con un

tutú esperando que sus padres aparecieran y la vieran bailar. Vio un
brillo de lágrimas en sus ojos que estaba parpadeando rápidamente para
mantener a raya. Quería decirle que estaba bien llorar, pero para ella
probablemente no.
"No fue tan malo", dijo finalmente. "Mi tía y mi tío me criaron como a
uno de los suyos, y mis primos eran prácticamente como hermanos".
Prácticamente. Pero no del todo. Quería saber más. Para conocerla.
Ni siquiera lo pienses, Forbes. Se suponía que esto era una aventura, no

una relación en ciernes. El enredo emocional fue un paso importante en
la dirección equivocada.
Sintiéndose como un idiota, permaneció en silencio.
Mitchell esperó hasta que se recuperó y luego cambió de tema a un

territorio más seguro. "Así que me he estado preguntando algo desde
anoche".
Julie tomó un rollito de primavera y lo miró con curiosidad. "¿Si?"
“¿Se vuelve viejo? ¿Ser encasillado como una persona que hace citas en
serie?”
Ella soltó una risa ahogada. "Ay. Pero en realidad, no, en realidad no.
Los periódicos de la sociedad lo hacen bien. Stiletto es mi vida. He estado
allí desde que tenía veintidós años, y sé que es un cliché, pero realmente
no puedo imaginarme trabajando en ningún otro lugar ".
"¿Estás bien si te definen por lo que escribes?"
Por alguna razón, le molestaba que ella aceptara tan rápidamente la

etiqueta que Manhattan le había puesto como la gurú de las citas. Se
suponía que las citas eran un medio para lograr un fin, no el fin en sí
mismo, y sin embargo, la mayoría de las mujeres de la ciudad parecían
contentas de cabalgar sobre los faldones de su abrigo mientras probaba
las aguas.
Demonios, incluso él estaba usando su carrera como una forma de

conseguir boletos para los Yankees. Mitchell sintió una punzada de culpa
que no había estado allí anoche, pero la reprimió rápidamente. La
reputación de Julie era la razón por la que él y Colin la habían elegido
para su pequeña apuesta: su misma naturaleza no le permitiría
involucrar su corazón.
Entonces, ¿qué pasa con el intento de domesticidad esta noche? ¿Por qué
no te arrastró a algún lugar de moda?
Apartó el pensamiento.
"Yo no diría que me define", dijo con un toque de molestia. “Pero es parte
de mí. Amo los hombres. Y me encanta el sexo ”, dijo con un guiño
descarado.
Trató de ignorar esto. Lo había dicho solo por efecto, y maldita sea si no
estaba funcionando. Su cuerpo anhelaba una mujer. Estaba empezando a
preocuparse de que anhelara a Julie específicamente.
Pero incluso con su pene amenazando con hacer un espectáculo, Mitchell

no estaba dispuesto a ser el títere de nadie. Ni siquiera por el bien de este
sexpot irresistiblemente arrugado.
"Veo." Masticó lentamente, apartando con cuidado la imagen de Julie

desnuda de su mente. “Pero, ¿cómo se crea contenido nuevo cada mes?
Quiero decir, las citas han existido desde siempre. No es como si pudieras
reinventar la rueda. No hay mucho que se pueda fabricar ".
Ella soltó una risa baja. "Oh, te sorprendería".
Mitchell negó con la cabeza, molesto de que ella tuviera una perspectiva
tan cínica y más molesto al darse cuenta de que su enfoque de las
relaciones podría hacerse eco del suyo. Todo en sus dos años con Evelyn
había sido planeado. Incluso había tenido listas de verificación.
Ella entrecerró los ojos y le dio un golpe en el brazo. "No me digas que
hay un romántico debajo de todo ese Wall Street".
Mitchell resistió el impulso de retorcerse. No tenía idea exacta de lo poco

románticas que eran sus intenciones hacia ella. "Haces que parezca que
me paso todo el año recortando tapetes para San Valentín casero", dijo a
modo de distracción.
Ella levantó un hombro. “Todo lo que digo es que las citas son una forma
de arte. También lo es enamorarse ".
Su confianza era alarmante. Casi como si realmente pudiera determinar

quién se enamoraría de ella.
"Explica", dijo con cautela.
Los ojos de Julie se iluminaron cuando dejó su caja de comida a un lado y

metió las rodillas debajo de ella. “Bueno, mira, todo el mundo parece
pensar que hay una especie de rayo que nos golpea cuando estamos con
la persona adecuada. Pero la verdad es que se trata de señales. Señales
que podemos controlar, aunque la mayoría de la gente no parece
molestarse en intentarlo ".
Mitchell entrecerró los ojos. Ella era arrogante, de acuerdo. "Está bien,
experta", dijo, dejando su propia caja de cartón a un lado y recostándose
en el sofá. "Muéstrame tus cosas".
Julie lo miró con complicidad. “Mira, estás asumiendo que voy a lanzar
un montón de movimientos de seducción y vas a tener suerte. No, estoy
hablando de cosas de la Etapa Uno. El contacto visual, los toques
accidentales, el primer beso ".
“Cariño, podría ser el momento de reconsiderar tu trabajo diario. Esta es

nuestra segunda cita ahora, y no puedo decir que un supuesto experto en
amor me haya quitado los calcetines. Tú eres quien me invitó aquí esta
noche, ¿recuerdas?”
Sus labios se tensaron brevemente y él casi sonrió. Esta mujer era

muchísimo más interesante cuando no estaba obteniendo lo que quería.
Ella se recuperó rápidamente. “Bueno, eso es porque no estaba tratando

de que te enamoraras de mí. Si lo fuera, seguro que ya habrías ido a
darte un beso ”, dijo con un gesto. “Pensé que iría despacio contigo. Eres
tan . . . pesado."
La sonrisa arrogante de Mitchell se desvaneció. ¿Pesado? No era pesado.

¿Fue él? Seguramente ella se estaba vengando de él por su rechazo
anoche. Por otra parte, le pareció una mujer que sabía exactamente lo
que estaba haciendo.
¿Estaba jugando más hábilmente de lo que pensaba?
Se aclaró la garganta. "¿Entonces me estás diciendo que la única razón

por la que no me estoy enamorando locamente de ti en este momento es
porque no quieres que lo haga?"
"Exactamente", dijo. “Si quisiera que te enamoraras de mí, nunca te

hubiera dejado verme sin maquillaje tan temprano en el juego. Ver a
una mujer sin su armadura debería ser un regalo guardado hasta al
menos la séptima cita. Y no te habría mostrado mi falta de habilidades
culinarias. Si pensara que te interesaría lo doméstico, lo habría ordenado
y luego lo habría transferido todo a mis propios utensilios de cocina. Y
ciertamente no te habría dejado verme con los pantalones cortos
andrajosos que guardo para el síndrome premenstrual y los días de
limpieza ".
Mitchell no pudo decidir si reírse o estrangular el ego escandaloso fuera

de ella.
Así que hizo la única otra cosa en la que podía pensar que la tomaría
con la guardia baja.
El la beso.
***
Julie había escrito el libro sobre los primeros besos.
Bueno, está bien, técnicamente no es un libro. Pero definitivamente tenía

no menos de cuatro artículos diferentes en su carpeta que describían los
matices y las categorías del primer beso.
En la categoría mala:
La babosa. Implica una lengua que se mete en la boca y es justa. . .

permanece allí, completamente inmóvil, como si se suponiera que su sola
presencia enciende tu fuego. No es así.
El Labrador. ¡También conocido como Bad Dog! Otro delincuente de

lengua. Pista: si la cara de cualquiera de las partes está húmeda después
de un beso, lo estás haciendo mal. Julie llevaba toallitas húmedas para
bebés precisamente para este tipo de ocasiones.
El respirador pesado. No solamente . . . No. Su aliento con aroma a

costillas cortas nunca debería estar en los asuntos de otra persona.
El dentista. Éste tiene múltiples significados. Puede referirse a tratar de

limpiar los molares de otra persona con la lengua o al rechinar
repetidamente con los dientes frontales. El intercambio de saliva es
aceptable. ¿Placa? No tanto.
Empujar y girar. Autoexplicativo. Además, horroroso.
El mordedor. Un mordisco suave está bien, pero ¿extraer sangre? Solo

sexy si se trata de uno de los chicos calientes de Buffy.
Y el menos favorito de Julie. . .
El Gemidor. Claro, un gemido sexy aquí y allá puede ser excitante,

cuando proviene de la mujer. ¿Un hombre que se vuelve todo Meg Ryan
en When Harry Met Sally? Tan equivocado.
Había menos tipos de besos buenos que malos, porque, bueno, besar era
difícil de hacer bien. Pero eso no quiere decir que no haya mucho que
esperar. En la buena categoría:
The Tease. Juguetón y ligero, esto es como la comedia romántica de los

primeros besos. Los mejores implican vacilaciones intencionales en las que
hay un latido de tensión antes del encuentro de labios. Se permiten
mordiscos juguetones, besos burlones y lenguas de coqueteo.
Lo caliente y lo duro. Un favorito de los hombres alfa. Suele ser un

precursor del sexo. Basta de charla.
La secuencia de los sueños. Prácticamente requiere su propia balada

dramática. Larga, humeante y persistente, más adecuada para las
noches de verano sofocantes o para descansar junto al fuego. No es
bienvenida a primera hora de la mañana.
El te amo. El unicornio de los primeros besos. Julie estaba razonablemente

segura de que no existía. Grace la había hecho incluirlo.
El adolescente. Imprudente, un poco desordenado, posiblemente en

público. Es difícil hacerlo bien, pero es uno de los favoritos de Julie
cuando se hace correctamente.
Pero Julie se sorprendió al darse cuenta de que había un primer beso que
aún no había experimentado: el primer beso que no se sentía como el
primer beso en absoluto.
Besar a Mitchell fue tan correcto y tan desconcertantemente familiar que

casi se echó hacia atrás. La pura rectitud de la misma se sentía mal. Ella
ni siquiera lo conocía. ¿Dónde estaba la curiosa exploración? ¿El ensayo
y error?
Por más que intentara analizar la peculiaridad, a Julie le costaba pensar

en absoluto, porque el beso se sentía muy bien. Era como si la hubiera
besado mil veces antes y supiera exactamente lo que le gustaba.
La mano en la parte posterior de su cuello la mantuvo quieta mientras él

tomaba su boca con una confianza devastadora. Sus labios se rozaron de
un lado a otro contra los de ella varias veces, cada toque la hacía cada
vez más desesperada por estar más cerca. Ella trató de acercarlo más,
pero él se echó hacia atrás para tomar un sorbo de sus labios con
movimientos suaves y suplicantes. Cada toque fue deliberado, cada
movimiento perfectamente calculado para su placer.
Parecía saber el momento en que ella quería más porque su lengua tocó
el centro de su labio inferior durante un breve segundo. Abierto.
Ella lo hizo, y su mano se deslizó hasta su mandíbula mientras inclinaba

la cabeza y tomaba el beso más profundamente. Su lengua se movió a lo
largo de la de ella suavemente y ella dejó escapar un pequeño gemido.
Genial, ahora ella era la que gemía.

Sus dientes encontraron su labio inferior suavemente, perfectamente, y
esta vez ella dejó escapar un grito ahogado. Podría identificar los
diferentes tipos de besos, pero Mitchell los había dominado. Él había
tomado todo lo que ella había experimentado, escogió las mejores partes
y las entregó a la perfección.
Y fue efectivo. Demasiado eficaz. Su tiempo se acabó. Julie tenía una

regla firme de que el primer beso nunca debería durar más de dos
minutos. Lo suficiente para tener una idea de la otra persona, pero el
misterio suficiente para dejarlo con ganas de más.
Echate para atrás. Retrocede ahora.

En cambio, hundió los dedos en su cabello, acercándolo más. No tenía

delicadeza, ni conciencia, ni control. Julie intentó tirar de Mitchell encima
de ella, pero él se resistió. Ella se apartó un poco y frunció el ceño. ¿Cómo
es que todavía tenía algo de moderación mientras ella prácticamente
jadeaba?
Él la miró fijamente a los ojos, luciendo completamente imperturbable.

Corrección: luciendo completamente engreído.
No. Diablos, no. Si estaba perdiendo la cabeza, se lo llevaría con ella.
Olvidando todo tipo de besos, buenos y malos, Julie se lanzó sobre

Mitchell, inmovilizándolo en el sofá mientras ella se subía encima de él
como una adolescente cachonda. Sus ojos brillaron con sorpresa, y ella
muy lenta, muy intencionalmente rozó la pechera de sus antiguos bóxers
contra la pechera de sus jeans. Su expresión se volvió cautelosa. Esta vez
fue el turno de Julie de la sonrisa de suficiencia.
Mitchell miró hacia abajo, donde sus propias manos habían aterrizado
en sus caderas, como si estuviera sorprendido de encontrarlas allí. Julie se
movió lentamente, deslizando sus anteojos y colocándolos con cuidado
sobre su mesa de café. Su respiración se entrecortó cuando vio por
primera vez sus ojos de cerca. No es de extrañar que los mantuviera
cubiertos. Ojos así podrían matar a una chica.
De repente, Julie se sintió incómoda al darse cuenta de que estaba

montada a horcajadas sobre un extraño virtual sin siquiera un toque de
rímel o sostén, y su cabello no había visto una plancha desde ayer por la
mañana. No era de extrañar que no se hubiera perdido exactamente en
el beso. Parecía una dama de las bolsas.
Dándole una sonrisa avergonzada, la primera vez para ella, comenzó a

bajarse de su regazo, pero él apretó los dedos alrededor de sus caderas en
una demanda silenciosa. Quedate.
Se enderezó para que estuvieran cara a cara y, lenta y deliberadamente,

puso las manos a cada lado de su rostro antes de mover su cabeza hacia
adelante y fusionar sus bocas.
Los ojos de Julie se abrieron con sorpresa. Ella no lo había catalogado

como un alfa clásico, pero la verdad estaba en el beso.
Iba por Caliente y Duro.
Y lo hizo bien. Realmente bien. Si el beso anterior le había resultado

extrañamente familiar, este fue pura pasión. Todo lo que Julie pudo
hacer fue agarrarse a la parte delantera de su camisa mientras él

tomaba su boca, su lengua se deslizaba contra la de ella en sedosos
movimientos mientras sus caderas comenzaban a moverse contra las de
él en un ritmo similar.
Cuando necesitaban respirar, retrocedían un poco, a regañadientes,

recuperando el aliento entre movimientos burlones de lenta y breve
fusión de bocas. ¿Que era esto? Fue como el primer beso, el último beso y
cada beso intermedio, todo en un momento caliente y extraño.
Sus manos comenzaron una lenta caminata hacia arriba y Julie se

arqueó hacia él, deseando que sus manos la cubrieran.
Algo remilgado y molesto le hizo cosquillas en el fondo de su mente.

Demasiado rápido. Este es el material de la fecha tres.
Pero no podía obligarse a sí misma a obedecer sus propias reglas de las

citas. De hecho, si él se quitara estos malditos jeans, ella podría moverse y
...
Sus manos estaban sujetando su caja torácica ahora y ella contuvo el

aliento, esperando, deseando. Y luego se movió de nuevo, pero no en la
dirección que ella quería.
¡No!
Antes de que ella supiera lo que estaba sucediendo, él la levantó y la

apartó y ella estaba encorvada en la esquina de su sofá, sintiéndose
como un gato en celo. Sola.
Se miraron el uno al otro durante varios momentos, y Julie leyó la

misma expresión confusa en sus ojos.
¿Qué demonios acaba de pasar?

Mitchell dejó escapar un largo suspiro y se inclinó hacia adelante para
agarrar los lentes que había dejado en la mesa de café. Él se los volvió a
poner antes de mirarla, y ella sintió una pequeña oleada de
arrepentimiento. Su máscara estaba firmemente en su lugar.
Wall Street estaba de vuelta.
Lentamente extendió una mano hacia ella, frotando un pulgar sobre su

labio inferior.
"Debería irme", dijo en voz baja.

Se mordió el labio y se abstuvo de preguntar por qué. ¿Por qué detener

algo tan bueno? Si así era como se suponía que iban a progresar las
relaciones, ella no quería formar parte de ello. Tenía un caso importante
de ovarios azules.
"¿Estás seguro de que no quieres quedarte?"
Los ojos de Mitchell se posaron en su boca antes de finalmente negar con

la cabeza. "Querer y no debería son lo mismo en mi libro".
Ella resopló. "No me extraña que te veas tan mal ventilado"
Era un hombre extraño, sonrió ante eso. "¿Tienes zapatillas para correr?"
Ella no pudo evitarlo. Ella rió. Todo lo que quería era una cita normal y
aburrida con este chico y, en cambio, él estaba dando vueltas a su
alrededor. "¿Zapatillas para correr? ¿Es eso una pista?”
"Sí o no, Sra. Greene".
"Sí, tengo zapatillas", dijo, sentándose más erguida y tratando de

mantener el ritmo.
"Bien", dijo, mirando su boca. “Tome el tren A o C hasta Columbus Circle

mañana. Ocho en punto."
Su mandíbula cayó. "¿A las ocho de la mañana? Ni siquiera nada estará

abierto. ¿Qué haríamos posiblemente en Central Park a esa hora un
domingo? "
Él sonrió y pasó un dedo por el puente de su nariz. Por un momento

estuvo un poco deslumbrada por la pura emoción en su rostro. "¿Qué
opinas? Vamos a correr ".
Y así, lo había vuelto a hacer.
Julie estaba total y absolutamente desconcertada por un hombre.

Capitulo seis
A las 7:55 de la mañana del domingo, Julie estaba sentada en un banco
cerca de Columbus Circle, tratando de averiguar exactamente en qué
punto había perdido la cabeza.
Para empezar, levantarse antes de las nueve de un domingo. Todos

pensaban que Nueva York era la ciudad que no dormía, pero lo hizo
totalmente. Dormía los domingos. O al menos se suponía que debía
hacerlo.
Y si se levantaba antes de las nueve, debería ser para prepararse para

un brunch de cuatro estrellas con las chicas. En cambio, la parte más
emocionante del atuendo de Julie esta mañana fue su sostén deportivo
rosa. A correr. Con un hombre al que ni siquiera estaba segura de que le
agradara.
Todo en ellos era incompatible, y en cualquier otra situación ella habría

seguido adelante. Pero seguir adelante fue cómo se metió en este lío en
primer lugar. No tenía absolutamente ninguna experiencia en
mantenerse firme, y era hora de enfrentar la música. Incluso si la música
era aburrida y clásica.
Y luego estaba el asunto no tan pequeño de ese beso.
Ese beso podría valer el precio de correr. Por diversión. No es que Julie no
hiciera ejercicio. Lo hizo durante treinta minutos, cinco veces a la
semana. Pero eso era únicamente un mal necesario para mantener sus
muslos de trueno bajo control. Seguro que no buscó la oportunidad de
hacerlo en su tiempo libre.
"¡Julie!"
"Oh, por el amor de Dios", murmuró cuando vio a Mitchell trotar hacia
ella. Se veía desagradablemente deportivo, en forma y despierto.
"¿Qué diablos llevas puesto?" preguntó ella cuando él se detuvo frente al

banco donde ella había estado enfurruñada. El equipo de entrenamiento
de Julie fue armado y coordinado por colores. Era importante lucir bien
para combatir el inevitable sudor. Pero el tren de rodaje de Mitchell
estaba en un nivel totalmente diferente.
Todo parecía un poco más de alta tecnología de lo que llevaba. Sus

zapatos plateados tenían todo tipo de rayas reflectantes que atrapaban
el sol. Su camisa se veía como ese material costoso y de alta tecnología
que podría quitarle el sudor del cuerpo y tirarlo a la basura más cercana.
Los pantalones cortos, al menos, eran normales.
"¿Qué le pasa a mi ropa?" preguntó, mirando hacia abajo.
"Supongo que no sabía que la NASA fabricaba equipos de

entrenamiento".
"Estás de mal humor", dijo, tirando de su cola de caballo.
"Oh, sí, es juguetón Mitchell", murmuró. "Recuérdame de nuevo por qué

estamos haciendo esto".
“Ah, señorita Greene. No me digas que nunca has corrido en Central Park
".
“Er, no. Soy más del tipo de chica elíptica en el aire acondicionado ".
Sacudió la cabeza consternado. "Te espera un verdadero placer".
"Seguro", dijo, mirando hacia el sol abrasador. "Si por tratamiento te

refieres a ampollas, insolación y dolor en las piernas".
Echó un vistazo al creciente número de personas que se dirigían hacia la

entrada del parque. "Bueno, si quieres puedo comprarte un hot dog y
dejarte sentada en un banco con el resto de gordos inactivos".
"¡Oye!" Ella le señaló con el dedo. “No todo el que se sienta en un banco
en Central Park es un gordo inactivo. Algunos de ellos leen ".
"Lo sé." Él sonrió. “A menudo soy uno de ellos. Leer es mi otro pasatiempo
favorito, ¿recuerdas?”
"Realmente no. Ese pequeño dato era tan aburrido que mi cerebro tuvo
que rechazarlo o correr el riesgo de caer en coma ".
Inclinó la cabeza hacia la entrada del parque. "Vamos. No más demoras

".
Ella trotó detrás de él mientras él se movía entre los distintos vendedores

de helados y alquilaba recorridos en bicicleta. “Entonces, ¿qué tan grande
es Central Park exactamente? ¿Qué tan lejos corres normalmente?
“Hay un par de caminos diferentes. Solo sigue mi ejemplo y grita cuando

te canses ".
"Cansada, mi trasero", refunfuñó. Las carreras de larga distancia podrían

no estar en la parte superior de su lista de deseos, pero aún estaba en
muy buena forma. "Yo lideraré", espetó ella mientras aceleraba el paso y
lo pasaba a toda velocidad. "Trata de estar al corriente."
Treinta minutos después, Julie se dio cuenta de su error.
Trató de contener un resuello y pensó en preguntar a los transeúntes si

tenían un inhalador. No es que fuera asmática, pero era posible que
hubiera sido un poquito demasiado optimista con respecto a su estado
físico.
Resultó que había subestimado algunas cosas.
Es decir, colinas.
Y el sol.
Ah, y el hecho de que Mitchell aparentemente tenía un motor metido en

su trasero, porque el hombre no había disminuido la velocidad.
"¿Estás bien?" llamó desde donde estaba trotando en el lugar varios pies
por delante. La había pasado unos cinco minutos, pero se había
mantenido dentro de su rango visual. No hacía falta ser un genio para
darse cuenta de que se estaba reprimiendo por ella.
"Oh, esto es genial", dijo, alcanzándolo y doblando la cintura para poner

sus manos en sus rodillas mientras jadeaba. Observó a un bebé cercano
que bebía de un biberón. La leche era hidratante, ¿verdad?
"Vamos, estamos a sólo un par de millas", dijo, todavía trotando en su

lugar. Corrección: estaba prácticamente saltando.
"¿Qué diablos te emociona tanto?" preguntó alrededor de los pantalones.

“Estamos corriendo en un gran círculo, ¿verdad? No es que el trineo de
Santa esté al final de la carrera ".
Él la miró con simpatía. “Podemos caminar un rato si quieres.

Probablemente marqué el ritmo demasiado rápido. Estoy tan
acostumbrada a correr con Evelyn que olvido que no todas las mujeres
están hechas para eso ".
Algo rojo y peligroso brilló ante los ojos de Julie, y se olvidó del hecho de
que su garganta se sentía como aserrín y el sudor entre sus pechos podría
haber llenado el Lago Superior.
No le había arrojado a la ex novia, ¿verdad?

"Vamos", dijo, fingiendo energía que absolutamente no tenía. "Seguiré."
Él le lanzó una sonrisa feliz, y cuando Julie obligó a sus pantorrillas

gritando a traquetear detrás de él, tuvo la sospecha de que acababa de
ser engañada. De nuevo. Sabía que la mención de una ex novia la
estimularía.
Luego se olvidó de todo excepto de poner un pie delante del otro.

Mitchell había desaparecido en una curva. No se sorprendería si él ya
estuviera en un segundo bucle, listo para darle la vuelta.
Seguramente ella no moriría aquí. ¿Podria ella? ¿Era esta la forma en

que se suponía que debía irse? ¿Colapsar en medio de Central Park,
donde algunos turistas de Minnesota encontrarían su cuerpo y tomarían
fotos con su cámara de gran lente? Y luego, ¿y si decidieran vender las
imágenes? Entonces Stiletto probablemente se vería obligado a imprimir
un obituario con una imagen de ella con la entrepierna manchada de
sudor.
Justo cuando estaba a punto de llorar, vio a Mitchell a unos metros de

distancia. Bueno, parecía unos pocos pies. Se sentía más como una milla o
cinco.
Ella le dijo a su cuerpo que se acelerara para esos últimos pasos con la
cabeza en alto, pero ¿a quién estaba engañando? Si hubiera habido un
carro cerca, se habría caído en él y le habría rogado a un vagabundo
que la llevara al hospital más cercano.
Julie finalmente lo alcanzó con todo su equipo brillante y reflectante y se

dejó caer en el banco a su lado. Le entregó una botella de agua y un
perrito caliente.
Tomó varios tragos largos de agua helada antes de rasgar el papel de

aluminio y cavar en el perro. Le habría gustado mucho, lo que ella
odiaba, pero en este punto podría haberle puesto jarabe de arce en la
maldita cosa y ella se lo habría comido.
“Nunca nada ha sabido tan bien. Nunca ”, dijo con la boca llena.
“¿Cuántas calorías crees que quemé? ¿Dos mil?"
Mitchell señaló con la cabeza a una pareja de ancianos sentada en el

banco frente a ellos. "Viendo que te pasaron como a media milla atrás,
diría que quemaste alrededor de cincuenta".
Ella se rió a carcajadas, sin importarle que el más pequeño pan de perrito
caliente saliera volando. Hacía mucho que había dejado de ser su mejor
versión con Mitchell Forbes. "Ellos no. Esa mujer tiene un andador ".
"Bueno, tal vez deberíamos conseguirte uno de esos", dijo, dándole una
palmada en la rodilla. "O tal vez podríamos conseguirle un perro grande
y patines en línea y puede hacer autostop de esa manera".
Ella tragó el último bocado de su perrito caliente y miró la mitad

restante con avidez. Él captó su mirada y deliberadamente le dio un
gran mordisco.
Julie suspiró y se conformó con el agua. Su respiración se había

ralentizado un poco, aunque ahora se sentía vagamente enferma. Ahora
que lo pienso, ninguna de sus revistas de fitness había sugerido que
devorar un hot dog en cuestión de segundos después de casi morir de un
golpe de calor fuera una buena idea.
"No estás usando tus anteojos", dijo, dándose cuenta por primera vez.
Sacudió la cabeza y se quitó el polvo de las migas de pan de perrito

caliente de los dedos. "No me gusta correr con ellos".
“¿Así que corres a ciegas? Seguramente podríamos encontrarle un buen

par de gafas para combinar con el resto de su traje espacial ".
"Tengo contactos".
"¿Por qué no los usas todo el tiempo?"
Él movió las cejas hacia ella. "Encuentro que a las mujeres les gustan las
gafas"
"No son las gafas que les gustan", respondió distraídamente. "Son los ojos".
Su sonrisa vaciló y ella se sonrojó al darse cuenta de lo que había dicho.
“No te emociones demasiado. Es lo único que tienes a tu favor ".
Él sonrió y desvió la mirada.
“Entonces”, dijo Mitchell, arrugando su florete y arrancando el de ella de

su mano, “¿quieres hacerlo de nuevo el próximo fin de semana? Estaba
pensando que podríamos comenzar un poco antes y lograr una carrera
larga ".
¿Una carrera larga? ¿Qué demonios pensó que acababan de soportar?

"¿Sabes lo que pienso?" ella ronroneó. “Creo que deberías correr con
alguien más de tu propia velocidad. Quizás el equipo de atletismo
olímpico de EE. UU. "
"Oh vamos. ¿No lo disfrutaste ni un poquito? ¿Todo este aire fresco, las
quemaduras y las endorfinas?”
Julie puso los ojos en blanco para su beneficio, pero a decir verdad, ahora
que estaba medio convencida de que no iba a morir, lo sentía. . . bien. Y
el parque era hermoso; no importaba cuántas veces subiera a Central
Park, lo cual no era suficiente, nunca dejaba de maravillarse con el oasis
verde y pacífico en medio de la ciudad agitada. Por supuesto, por lo
general prefería caminar a través de él.
"Entonces tú y Evelyn", se escuchó decir. "¿Ustedes también hicieron toda

la rutina de trotar y perritos calientes del domingo?"
Mitchell resopló. “Evvy no tocaría un perrito caliente. Pero corríamos

juntos todos los fines de semana. Aunque ella no estaría sentada aquí
después. Dijo que no le gustaba holgazanear en su propio sudor ".
Julie se sentó un poco. No había pensado en lo horrible que debía verse

en este momento. Su una vez alegre cola de caballo estaba ahora
completamente húmeda de sudor, y ni siquiera quería pensar en lo roja
y brillante que debía estar su cara.
Pero Mitchell no pareció darse cuenta, lo que no era sorprendente. Él no

pareció notar nada sobre ella.
Excepto por ese beso. Que había comenzado. Y luego se alejó.
Julie dejó escapar un pequeño suspiro. Este negocio de relaciones fue

agotador.
"¿Tú que tal?" preguntó.
"¿Qué hay de mí? ¿Me gusta descansar en mi propio sudor? Sí, lo estoy
cavando totalmente. No puedo decidir qué me gusta más, la sensación
resbaladiza del sudor fresco o la sensación arenosa cuando comienza a
secarse ".
Mitchell soltó una pequeña risa. “No, quiero decir, ¿qué hay de ti y tus
ex novios los fines de semana? ¿Qué hiciste? No corriendo, lo tomo ".
"Definitivamente no", dijo. “De hecho, no he pasado mucho tiempo con

mis ex novios los fines de semana. Los sábados y domingos son mi
tiempo, ¿sabes? Lavandería, amigas, yoga. . . "
Mitchell se movió en el banco para mirarla. “Vamos, ¿nunca haces

actividades de fin de semana con un chico? ¿Nunca? ¿Qué pasa con los
novios más serios?”
Inclinó la cabeza hacia el sol. “Realmente nunca tuve uno, no así. No a

nadie con quien me gustaría ir a dar vueltas por el parque sudando ".
La estaba mirando con una expresión ilegible. "¿Pero has estado

enamorada?"
"Oh, sí", dijo Julie con una sonrisa. “Es un regalo mío, enamorarme rápido.
Siempre y cuando me dejen sola los fines de semana ".
Sintió que él la estudiaba de nuevo, pero no le importaba. Ella sabía lo

que estaba pensando. Que nunca había sido amor de verdad. Ese amor
no podría suceder después de un par de citas y subsistir solo los viernes y
sábados por la noche. Pero podría. Quizás no sea el tipo de amor para
siempre, pero ciertamente el tipo de amor rápido y fácil. Seguía siendo
amor. Al menos estaba bastante segura de que lo era.
"Había un chico", se encontró Julie confiando. “Hace mucho tiempo, justo

después de que me mudé a la ciudad. Adrian. Vivía en la casa de al
lado, y él y yo a veces pasábamos todo el domingo bebiendo mimosas y
escuchando música indie".
"Suena bien", murmuró.
Ella le lanzó una mirada. "Por favor. No crees que suene nada agradable.
Preferirías estar navegando o leyendo Shakespeare ".
Hizo una mueca. “Me tienes mal. Cuando dije que me gustaba leer y
correr, no quise decir que eso era todo lo que me gustaba hacer. Puedo
relajarme y disfrutar de lo mejor de ellos ".
“Yah, está bien, Wall Street. Veinte dólares dicen que no tienes ninguna
prenda de más de dos años para 'holgazanear', y apuesto a que no ves
películas que no se estrenaron en el Festival de Cine de Cannes ".
Mitchell la ignoró. “Entonces, ¿qué pasó con Adrian? ¿Te diste cuenta de
que el champán barato y la música de mierda no hacen el amor
verdadero? "
“Él se mudó. Estuve triste durante unos dos días. Entonces conocí a
Alessandro ". Ella frunció. "Sabes, me había olvidado por completo de
esos dos tipos hasta ahora".
"Apuesto a que no te olvidaron tan fácilmente".
Julie arqueó una ceja en su dirección. "¿Estás coqueteando, Forbes?"
Él sonrió. "¿Qué puedo decir? Las mujeres empapadas en sudor con

aliento de perro caliente realmente lo hacen por mí ".
"Sí", dijo, estirando los brazos por encima de la cabeza, mostrando toda su
gloria sudorosa y despeinada. "Lo entiendo mucho".
Julie pilló a Mitchell mirándole las tetas. Al parecer, no le importaba el

sudor. Ella escondió una sonrisa.
"Así que nada de relaciones serias", dijo, arrastrando sus ojos hacia ella.
“Sólo una serie de nadies casuales. ¿Quién fue el más reciente?”
Julie arrugó la cara mientras trataba de recordar. Había estado David,

pero eso apenas contaba. Y antes de eso, Aaron. . . Tonterías. Realmente
no había nadie digno de recordar.
"Nada serio por un tiempo", respondió. "Solo saliendo aquí y allá".
"¿Qué pasa con el sexo?"
Julie se quedó helada. "Esto es personal."
"Oh vamos. Seguro que has cubierto esto en tus artículos. ¿Nunca ha
escrito sobre tu vida personal?”
Los instintos de Julie se pusieron en alerta máxima. Este era un territorio

peligroso. Lo último que necesitaba era que él tratara de determinar qué
parte de su vida personal entraba en una historia.
Definitivamente no le gustaría la respuesta.

"Bueno, claro", dijo con cautela. “Pero escribir sobre cosas personales es
diferente a hablar sobre ellas. Lo mantiene a distancia ".
“Así que acerquémoslo”, dijo con una sonrisa encantadora. "¿Cuánto

tiempo desde que has tenido relaciones sexuales?"
Demasiado tiempo, pensó.
Su expresión debe haberla traicionado porque su sonrisa se deslizó y su

expresión se calentó considerablemente. "Lo mismo aquí", murmuró.
La garganta de Julie se secó. Era propio de él tratar de calentarla y

molestarla en un lugar público cuando no podían hacer nada al respecto.
Y estaba harta de que él tomara las decisiones.
"¿Y ahora qué?" Preguntó Julie, poniéndose de pie. "¿Saltos de tijera?

¿Pilates?”
Mitchell se puso de pie y empezó a caminar hacia el este.
"¿Eh! A dónde vas?"
"Quinta Avenida."
"¿Es ahí donde vives?"
“No, yo vivo en Lex. Pero hay mejores compras en Fifth ".
"¿Compras? No voy a ir de compras así ”, dijo, mirando su camiseta sin

mangas húmeda y sus piernas embarradas. "Especialmente no de
compras en la Quinta Avenida".
"Relájate, no nos dirigimos a Saks".
"¿Entonces dónde?"
Llamó a una tienda de ropa femenina genérica y ella arrugó la nariz.

Puede que ahora parezca harapienta, pero tenía algunos estándares. Esto
era Manhattan, no Milwaukee.
“No me mires con esa mirada mocosa. No estoy tratando de engañarte ”,

dijo. "Solo tendrás que usarlos un día".
"¿Qué día?"
"Hoy", dijo, sonando exasperado.
"Oh no. De ninguna manera. No me voy a poner nada hasta que me dé

una ducha ".
Mitchell se detuvo tan rápido que ella chocó contra su espalda. Se volvió
y levantó una mano para quitarle algo de la mejilla. Probablemente
suciedad. Impresionante.
"Yo también", dijo con voz ronca.
"¿Yo también qué?"

"Yo también quiero darme una ducha", dijo pacientemente.
"Está bien", dijo, tratando de seguir el ritmo. “Entonces, ¿por qué no nos
separamos y nos vemos más tarde? No necesito la ropa de mierda ".
No cuestionó el hecho de que se verían más tarde. Eso es lo que hacían

las parejas, ¿no?
La mano de Mitchell se deslizó por la parte posterior de su cuello. “Creo

que me malinterpretaste de nuevo. Cuando dije que quería ducharme. . .
Me refiero a juntos ".
Oh.
Oh.
***
Julie casi siempre llama a Riley antes de cualquier encuentro sexual para
obtener los últimos consejos y trucos.
Pero con Mitchell, el pensamiento ni siquiera se le había pasado por la

cabeza.
"Esto es una locura", dijo Julie con un grito ahogado mientras la

empujaba contra la puerta de su apartamento.
"Oye, al menos llegamos hasta casa y subimos por el ascensor", dijo,

pasando los dientes por su clavícula.
"Sí, excepto que no llegamos a tu apartamento, ¿verdad?"
Mitchell maldijo y trató de buscar en su bolsillo la llave sin apartar la

boca del cuello de Julie.
No estaba segura de cómo había sobrevivido a esos tortuosos y largos
minutos entre el momento en que él sugirió una ducha conjunta y la
relativa privacidad de su apartamento.
No se habían detenido a buscar ropa.
Al parecer, había renunciado a la búsqueda de llaves y su boca se

movía en una línea caliente por el centro de su cuerpo.
Su cuerpo muy sudoroso.

"Mitchell", dijo, tirando de su cabello para apartarlo. "Necesito darme

una ducha."
Gruñó y se retiró el tiempo suficiente para abrir la cremallera del bolsillo

trasero y sacar la llave pequeña. Sus dedos buscaron a tientas mientras
trataba de meterlo en la cerradura, y ella no pudo resistirse. Ella deslizó
su mano alrededor de su frente y luego hacia abajo sobre el bulto en sus
pantalones cortos.
"Julie, a menos que quieras que te follen en este pasillo, te sugiero que no
te muevas".
El lenguaje duro fue inesperado y envió un escalofrío a través de su

cuerpo ya sobrecalentado. Estaba descubriendo que le agradaba Mitchell
y todas sus sorpresas.
Finalmente abrió la puerta, la agarró por la muñeca y tiró de ella hacia

adentro. Apenas tuvo la oportunidad de formarse las primeras
impresiones de su apartamento limpio y hogareño antes de que él
volviera a estar con ella.
Sus manos se envolvieron alrededor de su cintura, empujándola con

rudeza sobre la encimera de la cocina. Algo cayó al suelo y se hizo
añicos, pero ni siquiera se detuvieron en sus manoseos el uno al otro.
Mitchell puso una gran mano sobre su pecho y empujó suavemente

hasta que estuvo tendida sobre el frío mármol. Su otra mano le subió la
camiseta y pasó la lengua por la tira de piel que expuso. En el pequeño
rincón de su cerebro todavía capaz de pensar racionalmente, Julie se dio
cuenta de que estaba teniendo el sexo más depravado e inesperado de su
vida, con un chico de Wall Street, de todas las cosas.
Entonces la parte más responsable de su cerebro se encendió y le gritó

una advertencia. Esto no es parte del plan. El sexo demasiado pronto lo
arruinará todo.
Eso era cierto. Fue una tontería. Peligroso. Y todavía . . . lo quería.
Le subió la camiseta, sus labios y sus manos tocaron cada centímetro

cuadrado que expuso. Sus dientes rozaron su pezón cubierto por el sostén
y ambos gimieron. Él deslizó los dedos por debajo del elástico de su
sujetador deportivo y tiró hacia arriba. Cuando su boca se cerró alrededor
de su pezón, Julie dejó de pensar por completo.
No pensó en lo poco elegante que debía verse con una camisa sudada y
un sostén alrededor del cuello. No pensé en lo salada que debía saber su
piel. No pensó en cómo el mejor sexo de su vida fue con el hombre

equivocado.
Porque en ese momento se sintió bien.
Su lengua se arremolinaba alrededor de su pezón a un ritmo constante,

por supuesto que él tendría un ritmo, y Julie lo dejó succionar y lamer
todo el tiempo que pudiera soportarlo antes de empujar sus hombros y
luchar para sentarse.
Las manos temblorosas de Julie agarraron el dobladillo de su camiseta de

correr y tiró hacia arriba. Levantó los brazos para obedecer, tirándolo
hacia arriba y sobre su cabeza.
Se le secó la garganta al ver a Mitchell Forbes sin camisa.
Su pecho estaba. . . Perfecto. Había visto muchos pechos perfectos en los

modelos masculinos que aparecían en sus artículos, y este les dio a todos
una carrera por su dinero. Mejor, de hecho. Todas las modelos se
enceraron el pecho y luego se lubricaron con aceite que las hizo lucir
absurdamente brillantes. Mitchell tenía el pelo suficiente para ser varonil
sin ser Tarzán.
Ella lo quería.
En ella.
Pero primero . . . ella se inclinó hacia adelante y lamió ligeramente una

de sus nanas, su propia tensa en respuesta comprensiva mientras él
siseaba de placer. ¿Qué tenía este hombre? Debería haber sido normal,
pero ella no podía tener suficiente.
La sal de su sudor sabía a sexo animal caliente. Ella quería más.

Sus manos se deslizaron hacia su trasero, y antes de que ella se diera
cuenta de lo que estaba sucediendo, la levantó para que estuviera a
horcajadas sobre su cintura. Julie lo rodeó con las piernas en respuesta y
le mordió el labio. "¿Cuarto?"
"Ducha", gruñó. "Pensé que eso era lo que querías".
"Yo hice. Hago." Pero la limpieza ya no era su principal prioridad.

Quería estar mojada, resbaladiza y desnuda.
"Bonito baño", dijo mientras él abría la puerta con un hombro y la

ayudaba a ponerse de pie. Sin apartar los ojos de ella, metió la mano en
la enorme ducha acristalada para abrir el grifo.
"Fuera", dijo, señalando su ropa.
Por primera vez desde que él le había propuesto públicamente, se sintió

tímida. Su camisa colgaba alrededor de su cuello como una bufanda
sudada, el elástico de su sostén empujaba sus pechos hacia abajo en la
dirección completamente incorrecta, y oh Dios, ¿cuándo fue la última vez
que se cortó la línea del bikini? Nunca antes había tenido relaciones
sexuales no planificadas y, por lo general, una cera era parte del proceso
anterior a la cita.
"Julie", gruñó. "No te atrevas a volverte loca conmigo ahora".
"No soy una ardilla", murmuró mientras fingía luchar con el cordón de
sus pantalones cortos para correr. "Sólo soy-"
Pero Mitchell vio a través de ella, y antes de que pudiera terminar la

frase, dio un paso hacia ella y le bajó los pantalones cortos hasta los
tobillos.
"Lindas bragas", dijo, sonriendo a sus muy prácticos calzoncillos azules de

lunares.
Ella frunció el ceño. “Sé que no gritan sexo. Pero intenta correr en tanga ".
"No podría importarme menos cómo se ve tu ropa interior". Señaló su

entrepierna, luego al suelo. "Sacatelas."
Deliberadamente, Julie ignoró la orden y, en cambio, se agachó para

quitarse los pantalones cortos que colgaban de sus tobillos y desatarse los
zapatos. Puede que no esté perfectamente limpia y alisada, pero no
había forma de que se parara ante un hombre sin ropa interior mientras
todavía usaba zapatillas de deporte y calcetines deportivos sudorosos.
"¿Feliz ahora?" preguntó mientras se levantaba y comenzaba a moverse
fuera de su ropa interior.
Luego se le secó la boca. Oh mi. Mitchell Forbes estaba desnudo.
No era tímido en lo más mínimo, notó mientras arrojaba su ropa en la

dirección general de su cesto y se metía en la ducha.
"¿Te importaría unirte a mí?" preguntó, sonriéndole desde el vapor.
Julie se mordió el labio durante medio segundo antes de desgarrarse el

sujetador deportivo y la camiseta sin mangas. Era ahora o nunca.
"Ohh", gimió mientras se colocaba bajo el cálido rocío. Por el más breve
de los momentos, el placer del agua caliente en sus músculos doloridos fue
tan intenso que casi se olvidó de Mitchell.
Luego, su cuerpo duro y húmedo se apretó detrás de ella y ella abrió los
ojos de golpe.
Mitchell no estaba a punto de ser olvidado.
Manos calientes y jabonosas se deslizaron por sus costados y luego

alrededor de su frente, donde se detuvieron justo debajo de sus pechos.
Ella se retorció contra él, y pensó que lo escuchó murmurar algo caliente
y áspero antes de deslizar sus manos sobre sus doloridos pechos.
“Julie. ¿Qué demonios estamos haciendo?" Le susurró en su oído.
Sintió una punzada de alivio. Entonces esto tampoco era normal para él.
A ella le gustó que le hiciera perder el control. Le gustó aún más que él
la hiciera perder el control.
"Podemos resolverlo más tarde", susurró sobre su hombro, poniendo sus

manos sobre las de él y presionando sus palmas contra sus doloridos
pechos. Muy lenta, muy deliberadamente apretó sus dedos. Ella jadeó.
"Eres sensible", dijo mientras acariciaba ligeramente las puntas con los
dedos.
Julie intentó darse la vuelta para mirarlo, pero él la abrazó y la empujó

hacia adelante hasta que su mejilla estuvo contra la fría pared de
azulejos.
"Eres un cerdo de agua", jadeó, sus nalgas se endurecieron aún más

cuando su cuerpo se enfrió un poco. Estar atrapada entre el calor del
cuerpo de Mitchell y la pared fría hizo que quisiera frotarse contra él.
Entonces ella lo hizo.
Mitchell siseó y apretó sus nudillos más fuerte.
"¿Estás limpia ya?" preguntó ásperamente.
Sus ojos se abrieron levemente en confusión aturdida. ¿Limpia? Ella

estaba a medio camino del orgasmo, ¿y él le estaba pasando por un
TOC? Luego, su mano se deslizó por su frente y la frotó allí, y de repente
a ella no le importó si alguna vez volvería a estar limpia mientras él no
se detuviera.
Su mano continuó girando y acariciando hasta que se deslizó hacia

abajo, y sin previo aviso, un dedo caliente y resbaladizo se deslizó dentro
de ella.
"Oh, Dios", gimió. Ella estaba montando su mano ahora, desesperada por
liberarse. "Mitchell ..."
La mano desapareció al mismo tiempo que buscaba el jabón y la

toallita. Se lavó en un tiempo récord antes de tomarse su tiempo con ella,
arrastrando la toallita jabonosa sobre cada centímetro hasta que ella
estuvo lista para rogar por más.
Finalmente, se quitó el agua y agarró una toalla del perchero, logrando

secarlos a ambos solo parcialmente antes de que ella enganchara una
mano detrás de su cabeza, tirando de ella hacia la de ella y moviendo su
lengua por sus labios. Maldijo, soltando la toalla y levantándola
mientras la sacaba del baño de la misma manera que la había hecho
entrar. Solo que esta vez estaban piel con piel.
Cayeron bruscamente a la cama, y Julie deslizó sus manos inquietas

sobre su hombro, más allá de preocuparse de que fuera el tema de un
futuro artículo en una soleada tarde de domingo.
Sus grandes manos se deslizaron sobre su cuerpo hasta que estuvieron

acariciando la parte interna de los muslos, y sus piernas se abrieron para
él.
"¿Píldora? ¿Probada?” preguntó con brusquedad, su expresión tensa por el

deseo.
Ella asintió. "Sí. Mitchell, ahora.”
Pero no se apresuraría. Sus manos ahuecaron su trasero y lo apretó.

"Mírame", susurró.
Ella lo miró a los ojos azules y jadeó cuando él la penetró lentamente, sin
romper la mirada ni una sola vez. Nadie había usado el contacto visual
como un movimiento de dormitorio antes, pero parecía intensificar cada
sentimiento.
Aún así, Julie esperó la inevitable sensación de decepción. Ella siempre

había tenido que ver con los juegos previos. Una vez que terminaba,
siempre había encontrado el sexo un poco aburrido.
Pero no había nada aburrido en tener a Mitchell moviéndose dentro de

ella. Sus manos la agarraron con más fuerza, levantando sus caderas
para encontrar sus firmes embestidas.
Se sentía increíblemente bien, pero. . . "Mitchell", dijo con voz ronca. "No
puedo . . . ya sabes, así ".
Fue una admisión dolorosa, una que ella no solía hacer, por miedo a
parecer codiciosa. Pero maldita sea, necesitaba liberarse.
Se inclinó hacia delante y la besó suavemente. "¿No puedes?"
Un brazo se deslizó por su cabeza mientras él apoyaba su peso sobre su

codo mientras la otra mano se deslizaba por sus húmedos pliegues. Julie
casi pone los ojos en blanco porque los chicos siempre pensaban que esto
funcionaba y casi siempre era incómodo, pero entonces ... oh. ¡Oh!
"Ahí, por favor." Quería que acelerara, pero aparentemente él conocía su

cuerpo mejor que ella, porque mantuvo el mismo movimiento circular
rítmico hasta que su mundo se hizo añicos en un millón de pedazos.
Lentamente, su mano se deslizó mientras la dejaba salir de la estratosfera

antes de besarla suavemente y comenzar a moverse de nuevo. Julie
envolvió sus piernas alrededor de su cintura y lo enfrentó empuje por
empujón, deseando que encontrara el placer explosivo que le había dado.
La empujó más fuerte y más rápido hasta que ella sintió que se ponía
rígido y se estremecía cuando la llamaba por su nombre.
Mitchell se derrumbó encima de ella, su respiración entrecortada

coincidiendo con la de ella.
Como si necesitara una prueba de que él era uno de los buenos, apoyó su
peso sobre ella solo por un momento antes de rodar a su lado para que
pudiera respirar.
Consideró correr al baño para arreglar lo peor de su cabello sexual y

hacer una pequeña limpieza delicada. Eso era lo que haría normalmente.
En cambio, ella rodó hacia él, acariciando su nariz contra su pecho. Pasó
una mano temblorosa por su cabello revuelto y ella sonrió con
satisfacción.
Pero cuando la euforia orgásmica comenzó a desvanecerse, su mente se

aceleró. ¿Ahora que? ¿Fue este el momento adecuado para la charla
adónde vamos? ¿Cuándo hicieron esa pregunta las chicas normales que
buscaban una relación? Parecía algo pronto, pero el sexo también había
sido antes de lo esperado.
"¿Mitchell?" Ella le puso un dedo en el pecho cuando él no respondió.

"¿Hola?"
Dejó escapar un resoplido somnoliento y Julie se puso rígida por la

sorpresa. ¿El estaba dormido? No sabía si sentirse halagada o insultada.
Luego, su brazo se curvó alrededor de su cintura, acercándola más y los
párpados de Julie comenzaron a cerrarse.
Entonces Julie marcó otra novedad en su lista de citas: se durmió con un

hombre perfectamente agradable en una tarde tranquila. No porque
fuera un buen material para su columna. Pero simplemente porque ella
quería.
Capitulo siete
Julie miró fijamente el cursor parpadeante en la pantalla de su
computadora. Quizás el vino ayudaría. O el café. O el chocolate.
O tal vez una idea completamente nueva de una maldita historia.
Había estado en eso durante la mayor parte de las dos horas, y lo único
que tenía que mostrar por sus esfuerzos era un revoltijo de notas de la
historia que se leían como el diario de un adolescente angustiado.
Tocó mi espalda y se quedó. ¿Qué significa eso?
Él me besó. Casi me desmayo.
Le devolví el beso. ¿Fue bueno para él?
Me hizo correr. Creo que me gustó.
Luego fuimos hasta el final. Definitivamente me gustó eso.
Cerró de golpe su portátil.
Tonterías. Todo fue una mierda.
Ella y Mitchell se habían estado viendo durante una semana, y ella no

tenía ni idea de en qué dirección tomar la historia. Julie realmente había
pensado que a estas alturas ya estaría encajando. Que tendría una
pequeña y animada línea de apertura sobre cómo los tranquilos eran los
que había que tener en cuenta, y luego se lanzaría a una descripción de
la primera cita, la segunda cita, el momento en que sus labios se
encontraron con los de ella, y cómo había sabido que él era uno de los
buenos.
Todavía no había decidido en cuántos detalles entraría de los momentos

más íntimos. Quitaría el nombre de Mitchell, por supuesto, el hombre
merecía algo de privacidad, pero Julie no había anticipado que querría
mantenerlo en privado por su propio bien.
Había intentado explicárselo a Riley, quien resopló burlonamente. "¿En

realidad? Un traje de Wall Street no puede ser tan bueno".
Oh, sí, maldita sea.

Y eso no era lo único que la estaba molestando. Este plan de novia

encubierta había estado siguiendo la línea de que los seres humanos
decentes no hacen esto desde sus inicios. Ahora que estaba realmente en
medio de la operación, apenas podía mirar al hombre a los ojos sin
querer humillarse y disculparse.
Pero no podía cancelarlo. Aún no. No después de que Grace hubiera

escuchado a Kelli darle una vuelta a la historia a Camille. Esta fue su
historia.
Solo deseaba poder hacerlo sin arrastrar a Mitchell.
Nada iba según lo planeado. Ella esperaba simplemente tolerarlo. Ella

pensó que mientras él no violara nada en su lista de "absolutamente no",
ella podría sufrir durante un mes jugando a ser la novia. Como era de
esperar, un hombre que sabía moverse por Wall Street no tuvo ningún
ataque importante en su contra. No era cruel con los animales, las
mujeres o los ancianos; no masticaba con la boca abierta; y no usó la
palabra bebé. No había nada que no le gustara.
Ella solo deseaba que no le gustara. Ojalá no la hiciera reír cuando no lo

esperaba. A ella le gustó la extraña alegría en su rostro en medio de una
carrera (aunque todavía no entendía eso). Le gustó el hecho de que se
quitó el traje y se puso jeans y una camiseta tan pronto como terminó su
jornada laboral. Le gustaba que a veces la dejara quitarle el traje.
A ella le gustó la forma en que la besó. Le gustó la forma en que hacía

otras cosas. Realmente le gustó esa parte.
Sin embargo, nada de eso fue suficiente para su historia. El objetivo de

esta pequeña farsa era seguir el progreso de las citas con algo más. El
problema era que estaba resultando bastante difícil ver el bosque por los
árboles cuando estabas en medio del maldito bosque.
Tal vez todo saldría bien si ella seguía así.
O no.
Julie dejó su computadora a un lado y se acercó al refrigerador. Nada.

Bueno, había yogur descremado, pero ¿de qué le servía el yogur frente a
una historia que no se escribía sola y un hombre que no podía entender?
Ni siquiera tenía fruta en el fondo.
Dio unos golpecitos con los dedos y miró alrededor de su apartamento.

Sus ojos se posaron en la ardiente novela romántica de suspenso que
estaba sobre la mesa de café. Ella estaba a la mitad. Ella debería
terminarlo. Excepto. . . ella no estaba de humor.
Ella miró la televisión. Ella podría ponerse al día con sus programas.
Habían pasado semanas y seguramente habría algo bueno. No.
Tampoco estoy de humor para eso.
¿Un paseo? Nah.
¿El gimnasio? Diablos, no.
¿Siesta? No estoy cansada.
Podía llamar a las chicas, pero Riley estaba en Florida visitando a sus
padres, y Grace y Greg se quedarían con unos amigos en los Hamptons
durante el fin de semana.
Vamos, Greene, no es que no tengas un millón de recados que puedas

hacer o una docena de amigos con los que ponerte al día.
Julie se dejó caer contra la puerta del refrigerador y enfrentó la verdad.

Quería ver a Mitchell. No para realzar sus notas de la historia, no para
estudiarlo, no para analizar nada. Ella simplemente lo extrañaba.
Ella gruñó y comenzó a merodear por su cocina. No era así como se

suponía que iba a suceder. Se suponía que debía ser tranquila, distante,
observadora, no jadeando por su llamada telefónica y ansiosa por su
compañía.
Y lo acababa de ver anoche, se quejó ella misma de niña soltera. Una

comida italiana debería ser más que suficiente para pasar el fin de
semana en esta etapa de la relación.
Julie se quedó helada. Ahí estaba esa palabra de nuevo. Relación.
Su teléfono celular sonó desde donde se estaba cargando en su mesita de

noche, y casi rompió la barrera del sonido al lanzarse hacia él.
Ella miró el número entrante y sintió una sonrisa tonta en su rostro.
Fue el.
Cogió el teléfono y respiró hondo. Tómatelo con calma, tómatelo con

calma. Imagina que estás ocupada haciendo algo más que desperdiciar
oxígeno.
"¡Hola!" Ella puso los ojos en blanco ante su tono sobreexcitado. Bien
hecho, Greene. Realmente genial.
Soltó una risa baja y sorprendida. “¿Estabas esperando a alguien más?

No creo que nadie se haya sentido tan feliz de recibir una llamada
telefónica mía ".
"Quiero decir . . . Estaba esperando que me llamara el médico, así que

estoy un poco nerviosa, pero también me alegro de saber de tí ".
Se golpeó la cara con una mano y cerró los ojos con desesperación.
¿Quién diablos se emociona tanto por una llamada de un médico?
"¿Quién diablos se emociona tanto por una llamada del médico?"
Sus ojos se abrieron de golpe. Allí. Eso era algo que podía agregar a su
artículo. Señal de que las cosas avanzan: piensas en frases idénticas.
"Sí, bueno . . . Estoy esperando algunos resultados importantes ".
"¿En un sábado? ¿Está todo bien?"
"Oh, sí, sólo una prueba de rutina", mintió. No hubo ninguna prueba en
absoluto. Ni siquiera tenía programada una cita médica de rutina
durante meses. Julie se miró a sí misma en el espejo con horror. Cállate
ya.
"¿Entonces que estás haciendo?" preguntó, rezando para que él

simplemente dejara pasar la referencia médica inapropiada y
vagamente inquietante.
"No mucho, acabo de regresar de una carrera". El pauso. "Te extrañé."
Julie intentó, sin éxito, reprimir la cálida ráfaga de placer ante sus
palabras. Había optado por no unirse a él en la carrera esta mañana,
sobre todo porque pensó que debería hacer que las cosas avanzaran
lentamente. También porque sus isquiotibiales aún no se habían
recuperado del trote mortal de la semana pasada.
"¿Tienes planes para esta noche?" preguntó.
Dile que estás ocupada. Es demasiado pronto para vernos todas las
noches de la semana. Dile-
"No, no hay planes". Idiota.
"¿Cómo te sientes con la ópera?"

La mente de Julie se quedó completamente en blanco. ¿Cómo se sentiría

alguien menor de sesenta años con la ópera? Total y absolutamente
decepcionada, así es como.
"Nunca he ido."
"¿Quieres cambiar eso?"
No particularmente.
¿Pero si eso significaba un par de horas sentada al lado de Mitchell?
Se dejó caer de nuevo en la cama, del mejor humor que había tenido en
todo el día. "Entonces, Wall Street, ¿qué usaría exactamente una mujer
como yo para la ópera?"
***
Julie había estado antes en el teatro de la ópera. La gente rica y elegante

se amaba a sí misma.
¿Pero estar en el teatro de la ópera para ver una ópera real? Historia
diferente. Para empezar, la ópera fue una especie de pesadilla. Mitchell le
había advertido que era un gusto adquirido, pero no le había advertido
del impacto.
Aun así, tenía que admitir que había algo que decir sobre este tipo de
vida majestuosa y elegante.
Solo los vestidos hicieron que la velada valiera la pena. Sí, vestidos. En el
siglo XXI. Fue maravilloso.
“Nunca había visto tantos vestidos hermosos”, murmuró en el intermedio

mientras se inclinaba sobre el balcón para observar a la gente.
Sus dedos se deslizaron sobre sus omóplatos expuestos. "Me gusta más tu
vestido".
Julie miró hacia abajo. Se veía bastante bien. No había tenido nada
digno de Marie Antoinette en su armario, y no había tenido tiempo
para ir de compras, así que sacó su antiguo stand-by. La seda sin tirantes
de color verde esmeralda siempre se había sentido como si estuviera
hecha para ella. Ella siempre se sintió bonita en eso. Pero esta noche no
estaba segura de si era el vestido lo que la hacía bonita o la forma en
que Mitchell había pasado toda la primera mitad de la actuación
mirando furtivamente a su escote en lugar de mirar el escenario.
"Entonces, ¿qué piensas de tu primera exposición a la ópera?" preguntó,

su brazo rodeando el respaldo de su asiento.
“Bueno, no puedo decir que planeo convertirme en titular de un abono de

temporada pronto. Es un poco . . . intenso. Pero me gusta la idea ".
Me gusta la compañía es lo que quería decir.
El asintió. “Tampoco es mi entretenimiento preferido. Pero mi jefe me

ofreció boletos con el tipo de desgana sobrecogida de un hombre al que se
le pide que entregue a su primogénito, así que pensé que sería mejor que
aceptara ".
Ella lo miró por encima del hombro desde donde había cruzado ambos
brazos en la barandilla. Ella le dedicó una sonrisa lenta y sexy. "Bueno,
me alegro de que me hayas elegido".
Él resopló. “Ahí vas de nuevo con tus movimientos. Pensé que habíamos
superado esa fase ".
Ella sonrió de nuevo, esta vez de verdad. “No puedo perder mi toque,
¿sabes? Tengo que mantener frescas mis habilidades de coqueteo para el
próximo chico ".
Su sonrisa se desvaneció y Julie quiso taparse la boca con una mano. Ella
lo sabía mejor. Hacer referencia a tu próximo novio como si fuera algo
inevitable era la marca de una aventura, no una relación seria. Él tiró su
brazo hacia atrás y ella se mordió el labio con pesar. Maldita sea.
Queriendo evitar su mirada penetrante, se volvió hacia la gente. Ella

emitió un leve chasquido. “Mira a esa pareja con jeans, camisetas y
zapatillas de deporte. Zapatillas sucias. ¿No saben que están perdiendo el
sentido de la noche?”
"Sí, estoy seguro de que el punto no tiene nada que ver con la música y
todo que ver con la vestimenta de la audiencia", dijo, inclinándose hacia
adelante para ver hacia dónde estaba mirando. Miró en la dirección que
ella le indicó y se quedó helado.
"¿Los conoces?" ella preguntó.
"A ellos no. A la mujer detrás de ellos ”, dijo.
Los ojos de Julie volaron a su perfil. Ese era un tono que aún no había
escuchado de él. ¿Enfadado? ¿Molesto? ¿Nervioso?
Ella siguió su línea de visión, tratando de averiguar quién había captado

su atención. En ese momento, una rubia fresa con un vestido largo negro
se volvió y miró hacia arriba, como si sintiera que alguien le clavaba los
ojos en la espalda. Sus labios se separaron cuando vio a Mitchell antes de
estallar en una amplia sonrisa. Los ojos de la mujer se posaron en Julie y
su sonrisa se desvaneció.
¡Ah! Entonces es así. Ex.
La mujer tocó el brazo de su compañero mayor, y él también miró hacia

arriba y saludó. Julie se quedó boquiabierta cuando pudo verlo bien a la
cara. "¿No es ese el senador Blake?"
"Sí", dijo Mitchell, más molesto que sorprendido.
La mujer pelirroja le hizo señas con un quisquilloso movimiento de sus

dedos.
"Mierda", murmuró. "Tengo que ir a saludar".
"¿Ahora?" Preguntó Julie sorprendida. "¿No está el chillido, er, el canto a

punto de comenzar de nuevo?"
"No. Estos intermedios son tediosamente largos. Tengo suficiente tiempo.

Desafortunadamente."
Julie no se perdió de que él hubiera dicho yo y no nosotros. "¿Quieres que

vaya contigo?"
Su expresión lo decía todo: no realmente. Pero luego miró a la pelirroja,

que lo miraba con expresión de nostalgia. Mitchell suspiró. "En realidad,
tal vez esto sea más fácil si vienes".
"¿Entonces no te comerán vivo?" preguntó ella mientras él la conducía

fuera de su caja y hacia la escalera de curvas elaboradas.
"Créeme, Evvy no es del tipo que se come a nadie vivo".
"¿Evvy?"
“Evelyn Blake. Mi ex. Puede que haya olvidado mencionar que es la hija
del senador ".
Julie silbó. “¿Saliste con la hija del senador? Debes sentir como si
estuvieras en un barrio bajo conmigo ".
Mitchell la miró rápidamente. "Lo admito, Evelyn no tenía tus

habilidades culinarias".
"Estaría feliz de ofrecerle un par de lecciones, pero por lo que parece, no

espero un brazalete de amistad de ella pronto".
"¿Qué diablos es una pulsera de la amistad?" Mitchell murmuró

mientras la arrastraba hacia el lugar donde habían visto a Evelyn y al
senador en el nivel principal. Se dio cuenta de que él sabía exactamente
adónde iba y exactamente qué juego de cortinas cerradas pertenecía al
palco de los Blake.
No es tu primera vez en este circo, ¿verdad?
"¡Mitchell!" Evelyn respiró, avanzando con las manos extendidas.
Julie tuvo la repentina necesidad de acercarse a él, y el impulso posesivo

era tan extraño y desconcertante que se sobrecorregió y dio dos pasos
gigantes en la dirección opuesta.
Lamentó su retroceso tan pronto como Evelyn dio un paso adelante y

rodeó el cuello de Mitchell con sus delgados brazos, dándole un abrazo
largo y prolongado.
"Es tan bueno verte", dijo con una voz suave y entrecortada.
Julie casi se estremeció ante la expresión del rostro de la otra mujer. Bien
podría haber gritado: Llévame de vuelta y déjame tener a tus aburridos
bebés.
Mitchell se aclaró la garganta y miró a Julie.
"Ev, esta es Julie Greene".

"¡Oh!" Dijo Evelyn, como si acabara de notar que Mitchell había entrado
con otra mujer. Se volvió lentamente para mirar a Julie. Sus ojos azul
aciano se posaron sobre Julie de una manera sutilmente condescendiente,
el gesto tan breve y bien hecho que cualquier hombre habría pasado por
alto su perversidad. Pero Julie no lo hizo.
Ella le devolvió el favor. Si alguien le hubiera pedido que dibujara la

versión femenina de Mitchell, se habría parecido mucho a esto. El vestido
negro de un solo hombro, largo hasta el suelo, estaba de moda pero era
conservador. El largo y ondulado cabello rubio rojizo era femenino pero
no abiertamente sexy. Tenía rasgos rectos y uniformes y un cuerpo
delgado y juvenil.
Lo único interesante de ella eran sus ojos, que se habían vuelto helados
cuando cayeron sobre Julie.
"Señorita Greene —dijo Evelyn, extendiendo una mano huesuda. No dio

el paso necesario para cerrar la brecha entre ellas, requiriendo que Julie
hiciera el movimiento para estrechar su mano.
En cambio, Julie igualó el gesto de Evelyn, extendiendo su propia mano

sin mover sus pies, de modo que hubiera un buen pie de espacio entre sus
dedos extendidos. A Julie le pareció oír a Mitchell toser con una risa
horrorizada.
Julie arqueó una ceja y tuvieron una competencia silenciosa hasta que
Evelyn lentamente bajó la mano y entrecerró los ojos. “Estoy
familiarizada con su trabajo, señorita Greene. Tengo amigos que son
grandes admiradores, aunque confieso que Stiletto no es mi lectura
habitual a menos que esté en la sala de espera del dentista y
desesperada ”, dijo con una pequeña risa.
"Por supuesto. Stiletto está destinado a ser divertido y agradable.

Ciertamente no es para todos ".
El ojo de Evelyn se movió como si tratara de averiguar si la habían

insultado, pero Julie siguió adelante. “Me temo que me tienes en
desventaja en las presentaciones. Usted es . . . ? "
Mitchell dio un paso adelante, intentando facilitar las presentaciones,

pero Evelyn lo detuvo con una mano en su pecho. Julie se tragó el nudo
en la garganta ante el movimiento propietario.
"¿No sigue la política, señorita Greene?"
“Demasiado ocupada comprando zapatos, supongo. Y salir con Mitchell ".

Julie intencionalmente dejó que su mirada se desviara hacia la
entrepierna de Mitchell, y él la miró exasperado. Antes de que Evelyn
pudiera responder, el senador Blake terminó su conversación con un
elector en el palco vecino y se dirigió hacia ellos.
Julie estaba decepcionada. Aparte de su contienda en curso con Kelli

Kearns en la oficina, rara vez tenía una buena pelea de gatas.
"Mitchell, es bueno verte de nuevo, muchacho", dijo el senador mientras

estrechaba la mano de Mitchell.
"Usted también, senador".

El senador Blake gruñó. "¿Cuántas veces te he dicho que me llames

John?"
"John", corrigió Mitchell.
El senador se volvió hacia Julie, con expresión curiosa pero más

abiertamente amistosa que la de su hija. "¿Y quién es ella?"
"Esta es Julie Greene, papá", arrulló Evelyn. "Ella es una columnista de

sexo".
Tenía la intención de ser una púa, pero Julie siguió adelante. "Culpable.
Espero no ensuciar su caja, senador ".
El senador Blake echó la cabeza hacia atrás y se rió. Ya le gustaba a

Julie más que a su hija. Parecía el senador estadounidense por excelencia:
alto, de hombros anchos, cabello color sal y pimienta, rasgos fuertes, una
gran voz.
Su hija, por otro lado, era la arpía por excelencia: cara pellizcada, esnob
y actualmente sobre el novio de Julie. Julie trató de mantener los ojos en
el senador mientras él la obsequiaba con alguna historia sobre su carrera
editorial antes de la política, pero sus ojos seguían moviéndose hacia
donde Evelyn, no, Evvy, había llevado a Mitchell a la esquina, con la
cabeza inclinada hacia abajo. Escuchando lo que sea que estuviera
susurrando.
Julie debió haber estado haciendo un mal trabajo al fingir interés en el

senador porque él se giró levemente para ver qué, o a quién, estaba
mirando. Por un segundo, sus ojos se entristecieron.
"Ella pensó que iba a proponerle matrimonio", dijo, bajando la voz.
"¿Oh?" Dijo Julie, con el corazón en la garganta.

“Nunca supimos qué salió mal. No sé quién estaba más molesto por
perderlo, yo o ella ”, dijo con una pequeña risa. "Era como un hijo".
De repente, Julie se sintió culpable por juzgar a Evelyn con tanta dureza.
Ella podría ser un poco perra, pero era una perra con el corazón roto.
Perder a un hombre como Mitchell Forbes estaba destinado a sacar lo
peor de alguien.
Ella se mordió el labio. ¿De dónde había venido ese pensamiento?
"¿Cuánto tiempo han estado juntos?" preguntó el senador, retomando su

actitud amistosa.
"Oh, no estamos realmente juntos", dijo Julie rápidamente. "Sólo una

especie de citas casuales".
Mitchell y Evelyn eligieron ese momento para reunirse con ellos, y la

expresión satisfecha de Evelyn reveló que había escuchado el comentario
de Julie.
Julie escudriñó el rostro de Mitchell para evaluar su reacción al despido

de su relación, pero su expresión era aún más plácida e ilegible que
nunca.
Las luces parpadearon, indicando el final del intermedio, y Julie exhaló

un suspiro de alivio. Estaba empezando a congelarse por la mirada de
Evelyn.
"Fue un placer conocerte", dijo Evelyn cortésmente. "Mitchell, ¿te llamaré

para hablar de lo que discutimos?"
Los dedos de Julie se apretaron en el brazo de Mitchell y él la miró

rápidamente. "Creo que estamos bien, Ev", dijo con voz amable.
Los ojos de Evelyn se nublaron de nuevo y Julie casi sintió lástima por
ella de nuevo. Casi.
Julie y Mitchell no dijeron una palabra mientras regresaban a su propia

caja, y Julie resistió el impulso de hacer la pregunta de la mujer cliché:
¿En qué estás pensando?
A nivel profesional, esperaba que no estuviera colgado de su ex novia.

Eso descarrilaría su historia.
En un nivel personal . . . bueno, a nivel personal, ella realmente esperaba

que no estuviera colgado de su ex novia.
Julie casi sonrió. El verde había sido una buena elección de vestimenta.
Se preguntó distraídamente si los celos la verían bien, y estaba a punto
de preguntarle a Mitchell cuando él la agarró por la muñeca y la metió
en una caja vacía.
"Este no es nuestro", dijo, mirando a su alrededor con confusión.
Sus labios le mordieron la oreja. "Lo sé. Esta vacio."
"¿Cómo lo sabes?"
"Me di cuenta durante el primer acto".

“Y estamos aquí porque. . . ? "
"Para que pudiera hacer esto", dijo, abriendo la boca y plantando cálidos
besos a lo largo del costado de su cuello.
Ella no pudo evitarlo. Ella ronroneó. "Entonces, ¿es esto como la versión
adulta de besarse en el cine?"
"Espero hacer mucho más que besarte".
Los ojos de Julie se agrandaron ante eso. Esas gafas escondían un lado
travieso.
"Así que nos estamos viendo casualmente, ¿eh?" preguntó, todavía

mordiendo suavemente su cuello.
Ella se congeló antes de continuar acariciando inquietamente su espalda.

"Bueno, ¿cómo lo llamarías?"
"Eso suena bien".
Julie tragó saliva la decepción. Dale un respiro, Jules. Solo ha pasado una
semana.
Aun así, no pudo resistirse a preguntar. “ Evelyn. . . ? "
"¿Que hay de ella?" Él se echó hacia atrás un poco, y Julie quiso cerrar la
boca y tirar de sus labios hacia su cuello.
"No importa", dijo rápidamente.
Pero Mitchell se inclinó hacia atrás y la miró a los ojos. "No hay nada
entre nosotros".
"No se veía de esa manera desde donde estaba parada", refunfuñó.
El se encogió de hombros. “Tenía la esperanza de que hubiera una

posibilidad de reunión. Le dije que no ".
El corazón de Julie empezó a latir con fuerza. "¿Lo hiciste? ¿Por qué?"
Él le dedicó una sonrisa maliciosa y tiró de ella hacia el rincón oscuro de

la caja, donde estaban fuera de la vista. "Porque Evelyn no hace esto en
el Met".
Julie soltó una risa suave mientras pasaba las manos por su pecho. "¿Así
que te gusto porque soy guarra?"
"Exactamente."
La orquesta inició su obertura, indicando el final del intermedio, y las

luces se atenuaron.
"Nos vamos a perder el espectáculo", susurró.
"Gracias a Dios", susurró en respuesta.
Y luego su mano se movió sobre su pecho y Julie reprimió un gemido.
No hablaron durante mucho, mucho tiempo, y cuando la señora gorda

cantó, Julie quiso cantar con ella.
Mientras volvía a la tierra, su mente se centró en el artículo. Quizás este

era un elemento nuevo que podía agregar. Firmar que quiere llevar las
cosas al siguiente nivel: rechaza a su rica ex novia para hacerte venir en
las sombras del Metropolitan Opera House.
Pensándolo bien, los lectores de Stiletto no obtendrían ese poquito de

sabiduría. Este era un recuerdo que se estaba guardando para sí misma.
Estaba empezando a preocuparse porque quería guardarlo todo para

ella.
Capitulo ocho
"Así que déjame ver si lo entiendo. ¿Tú y Mitchell no han pasado un solo
día sin verse desde la noche en que lo recogieron en el MoMA?”
"¡Shh!" Julie siseó. "¿Tienes que anunciarlo al mundo?"
Riley miró deliberadamente a su alrededor en el pasillo casi vacío. “Y por

'mundo', te refieres. . . ¿Grace?"
"Ya lo sabía", señaló Grace prácticamente.
“Bueno, todavía. No quiero que la gente lo sepa hasta que averigüe cómo
explicarlo ".
“¿Qué hay que explicar? Tienes un nuevo novio ".
“Mitchell no es mi novio”, dijo Julie.
“Um, ¿cómo te imaginas? Lo ves los fines de semana y las noches entre
semana. ¿Cuántas veces ha sucedido eso, Grace?”
“Hmm, déjame contar. . . Cero y nunca ".
"Exactamente", dijo Riley mientras comenzaba a empujar la puerta de la

sala de conferencias para su reunión semanal de personal.
Julie tiró de ella hacia atrás. “Sabes muy bien por qué estoy haciendo
esto. No es real."
El dedo de Grace se enganchó en el cuello de Julie. "Ese chupetón seguro

que es real".
La mano de Julie golpeó el lado derecho de su cuello. La vendedora de

Bergdorf's había sido tan mentirosa, que el corrector no podía encubrir
nada. Quería recuperar sus cincuenta dólares.
"Todavía no puedo creer que te hayas acostado con él", gritó Riley. "¡Eso
es tan geisha de tu parte!"
"No fue así", dijo Julie mientras se subía el cuello alrededor del cuello.
“Las otras cosas eran para la historia. La parte del sexo solo. . . sucedió."
"¿Qué otras cosas?" Preguntó Grace, sacándolos del camino para que no
estuvieran bloqueando la puerta de la sala de conferencias.
Julie se cubrió. “Ya sabes, simplemente pasar el rato por el bien de la

investigación. Salimos a comer, vamos al cine, bebemos vino. Nada
importante. Somos solo dos personas que disfrutan de la compañía del
otro y tienen relaciones sexuales. No sé si tiene un nombre ".
Grace y Riley intercambiaron una mirada significativa, luciendo como si

quisieran echarse a reír.
"¿Qué?" Julie espetó.
Grace intentó sin éxito borrar la sonrisa de su rostro. "Cariño, lo que

describiste definitivamente tiene un nombre".
"Sí", dijo Riley, tomando un sorbo de su macchiato. "Se llama . . . oh, cual
es la palabra? . . . una relación."
La sonrisa de Grace se deslizó ante el ceño fruncido de Julie. “Julie, no

estamos tratando de ser difíciles. Pero eres un conjunto de señales
contradictorias. En un segundo estás lanzándonos por el cuello sobre cómo
él es solo una historia, y al minuto siguiente eres todo protector como si
realmente te gustara. ¿Cuál es?”
No sé.
"Hablemos de eso más tarde", refunfuñó. Julie abrió la puerta de la sala

de conferencias antes de que Grace y Riley pudieran continuar su asalto,
y se sentó entre Angela y Maria. No podía hacer frente a más preguntas
indiscretas de sus mejores amigos en este momento. Normalmente
disfrutaba la oportunidad de hablar de todo lo relacionado con los
hombres, tanto a nivel personal como profesional.
Pero esta cosa con Mitchell, y ella realmente no tenía un nombre para
eso, se sentía demasiado privada. Y tenía miedo de saber por qué. Ella se
estaba enamorando de él. Ella se estaba enamorando del tema de su
historia.
"¿Estás bien?" Angela preguntó. “Te ves algo así. . . febril."
No, lo que estás viendo es culpa. Estoy viendo a este tipo perfectamente
genial, usándolo para el sexo, el compañerismo y mi columna de agosto.
"Oh, estoy bien", respondió alegremente. "Solo un poco de calor esta

mañana."
La conversación se interrumpió con la llegada de Camille. La editora en

jefe de Stiletto entró en la habitación con un teléfono celular pegado a la
oreja. Por el aspecto de las cosas, la jefa no había tenido un buen día. Su
lápiz labial se había desvanecido a motas impropias en sus labios, y su
cabello estaba recogido en una cola de caballo rechoncha y poco
atractiva.
Julie y algunos de los columnistas más veteranos intercambiaron

miradas. Todos sabían lo que significaba la presencia de una Camille
despeinada. Que la reunión se llevaría a cabo con toda la delicadeza de
una incursión de los SEAL de la Marina.
Camille no perdió el tiempo. "Salud y forma física, ¿dónde estás?"
Annie Zapelli, la editora principal de la sección, respiró hondo y levantó

valientemente la mano. Camille metió la mano en su bolso de mano y
dejó caer un grueso montón de papel frente a Annie.
"¿Bien?" Preguntó Camille.
"No sé qué es esto", preguntó Annie, escaneando los papeles rápidamente,

tratando de ponerse al día.
"Estas son doscientas nueve cartas sobre su artículo sobre la controvertida

naturaleza de los huevos".
"¿A doscientas nueve personas no les gustan los huevos?" Preguntó

Annie.
"No, a doscientas nueve personas no les gusta que afirmes que los huevos
pueden aumentar el colesterol".
Los labios de Annie se tensaron por la frustración. “Nunca dijimos que

personalmente pensamos que los huevos eran malos. Simplemente
citamos los nuevos estudios que sugieren que las yemas de huevo
podrían ser malas. No fabricamos ni reclamamos nada ".
"Por supuesto que no", espetó Camille. “Si lo hicieras, estarías poniendo ese
feo helecho en tu escritorio en una caja de cartón y estarías en el tren Q
de regreso a casa. Pero hacer frente a los huevos fue una tontería. Los
estudios sobre esas malditas cosas cambian cada mes. La investigación
había cambiado al revés incluso antes de que lo hiciéramos para
imprimir ".
Annie abrió la boca con ira, pero la cerró con fuerza. Julie le lanzó una
mirada comprensiva. Sabía muy bien lo que Annie quería decir, pero no
quiso.
La verdad es que Camille leyó toda la revista de cabo a rabo antes de

que se imprimiera. Si había pensado que los huevos eran un asunto
arriesgado, había tenido mucho tiempo para decirlo antes de que el tema
llegara a los estantes.
"Suficiente", dijo Camille cuando uno de los nuevos internos trató

valientemente de sugerir que podían imprimir un seguimiento
discutiendo todos los diversos estudios contradictorios y alentando a los
lectores a tomar sus propias decisiones informadas. "Hemos hablado
demasiado de los productos lácteos para una revista que se vende
principalmente por sus consejos de amor y sexo".
Todas las miradas de la habitación se dirigieron rápidamente a Julie,

Riley y Grace. No siempre se salvaron de la ira de Camille, pero la gran
popularidad de su sección había resultado en lo que Julie sabía que los
demás percibían como una mentalidad de "mascota del maestro" de
Camille.
"Señoras, ¿qué tal un informe de progreso sobre los artículos de agosto?"
Julie se puso rígida. ¿Un informe de progreso de agosto? Demasiado

temprano. Camille nunca preguntó tan temprano. No tenía nada
preparado.
Su mirada de pánico voló hacia Riley y Grace, pero parecían

completamente imperturbables mientras recitaban sus hallazgos iniciales
sobre la creciente popularidad de los tríos (Riley) y veinte formas de
reavivar el fuego con tu amor de toda la vida (Grace).
"Bien", dijo Camille asintiendo. "¿Julie?"
Ella resistió la tentación de poner una mano protectora sobre su

chupetón. “Um, las cosas van bien. Todavía en modo de investigación,
pero tendré más que informar la próxima semana ".
Julie sintió que toda la habitación la miraba con sorpresa. En cuanto a
las actualizaciones, esto fue el equivalente a "el perro se comió mi tarea".
El único que pareció impresionado fue el interno de Alaska que le había
pedido un autógrafo.
"¿Y en qué estás trabajando específicamente, Julie?" Preguntó Kelli.
Los ojos de Julie se entrecerraron en la taimada rubia, que sabía muy

bien cuál era la historia.
Mantuvo su rostro completamente desprovisto de emoción. “Oh, ¿no te lo

dije? Se trata de llevar la relación a la siguiente etapa ".
Un par de personas asintieron con leve desinterés y parecían estar listas

para seguir adelante, pero Kelli el pitbull no había terminado. "¿Oh sí?
Entonces, ¿tenías mucha experiencia con eso? "
Julie pensó que escuchó a Riley sisear desde el otro lado de la mesa, y se
apresuró a evitar una pelea de gatas, porque Camille, notó, no estaba
haciendo ningún movimiento para interferir. No es buena señal. “No es
mi área habitual de especialización, pero me siento más que equipada
para manejar la tarea”, dijo Julie.
"Pero le faltará ese toque personal, ¿no?" Dijo Kelli con los ojos abiertos de
par en par. "Sabes, he estado en una relación durante casi un mes, y creo
que estoy en una posición única para contar esta historia desde adentro
hacia afuera", agregó con una mirada inocente a Camille.
Julie inclinó la cabeza ante el pequeño monólogo practicado de Kelli.

¿Contar la historia de adentro hacia afuera? ¿Y eso que significa? Miró
alrededor de la habitación para ver si los demás compartían su desdén,
pero todos asentían con la cabeza. Incluso Grace parecía estar en conflicto.
"Kelli tiene razón, Julie", dijo Camille lentamente, con una mirada
intensamente especulativa en su rostro. “Siempre has sido el defensor más
fuerte de Stiletto de agregar un toque personal a los artículos. De hecho,
diría que su perspectiva única realmente ha ayudado a dar forma a
Stiletto a lo largo de los años. Quizás Kelli podría tomar este, y podrías
cubrir algo diferente este mes. Creo que podría ser el momento de
publicar otro artículo sobre zapatos ".
Julie tomó el sorbo más pequeño de su café y trató de calmar su pánico.

Zapatos. ¿Zapatos? Ella era la chica de las citas, no un dron de calzado.
"Oh, bueno, realmente preferiría ..."

"En realidad, Julie puede agregar el toque personal a este artículo", espetó
Riley.
Julie miró al otro lado de la mesa, ampliando los ojos en advertencia.

Riley, no. Si Camille se entera de su plan, no habrá vuelta atrás. Tendría
que ver la pseudorelación con Mitchell a través de una historia.
Y ya no estaba segura de poder hacerlo.
Pero su amiga ignoró la orden silenciosa. “Ves, Julie conoce mejor que
nadie el alto estándar que ha establecido con sus artículos anteriores.
Para asegurarse de que esta historia sea de la misma calidad, está
haciendo un pequeño trabajo encubierto para poder hablar

personalmente sobre el desarrollo de una relación ".
“¿Trabajo encubierto? ¿En un artículo de relaciones? ¿No es un poco? . .

¿cursi?" Preguntó Kelli con una mueca de desprecio.
No más que esa minúscula falda que está a un estornudo de mostrar tu

hoo-ha, quería romper Julie.
"Julie, ¿es esto cierto?" Preguntó Camille, luciendo inusualmente

intrigada.
"Bueno, ese era mi plan original, pero en realidad no está dando

resultado, así que estaba pensando ..."
“Está siendo tímida”, intervino Grace. “La verdad es que este tipo está
enamorado de ella. Se han visto casi todos los días desde la primera cita
".
Grace, nooooooooo!
Sin embargo, sus amigos sabían lo que estaban haciendo. Camille se lo

estaba comiendo y Kelli se veía absolutamente lívida.
"Pero puedo proporcionar una relación real", se quejó Kelli. "Julie tiene
que usar a un chico para uno falso".
Camille asintió con la cabeza a Julie como si Kelli no hubiera hablado.

"Me gusta. Podemos llamarlo 'Novia encubierta'. Buen trabajo, Srta.
Greene. Espero leer su borrador ".
El rostro firme y amable de Mitchell apareció ante sus ojos y sintió

náuseas.
"¡Espera, Camille!" ella soltó. Grace y Riley le lanzaron miradas de
advertencia, que ella ignoró. "El aspecto de la novia encubierta no se está
perfilando como esperaba, y estaba pensando en una nueva dirección,
tal vez ..."
Camille levantó una mano. “Su primer borrador vence en solo un par de
semanas. Y aunque ciertamente no dudo de que puedas hacer algo más,
no será tan fuerte como tu idea original o lo que Kelli puede ofrecer ".
"Pero-"
“O puedes seguir adelante con su plan original o Kelli puede cubrir su

lugar en este tema. ¿Qué será?”
Julie sintió que algo feroz palpitaba en su sien. Quería enojarse con
Camille, que estaba siendo completamente obstinada e irrazonable, pero
eso era inútil.
Su corazón le exigió que se hiciera a un lado. Su carrera no valió la pena.

No para ella misma, y ciertamente no para Mitchell.
Había abierto la boca para conceder cuando vio a Kelli sonriendo

ampliamente y ya garabateando algo en su brillante cuaderno púrpura.
"Lo haré", se escuchó decir. "Terminaré lo que empecé".
Camille pareció complacida. Kelli parecía estreñida. Grace y Riley

parecían preocupadas.
Y Julie se sintió aún más enferma.
El resto de la reunión transcurrió como un borrón, y cuando terminó, casi

salió corriendo de la sofocante sala de conferencias, desesperada por
respirar aire fresco.
Grace y Julie la flanquearon a ambos lados mientras la conducían hacia

el ascensor en lugar de su oficina compartida.
"Lo siento", dijo Grace en voz baja. "No me di cuenta de lo conflictiva que
estabas por esto hasta que fue demasiado tarde".
"Yo tampoco", dijo Riley a modo de disculpa. "¿Qué vas a hacer ahora?"
Julie soltó una risa triste. Ella no tuvo elección. "¿Ahora? Ahora saco las
armas grandes ".
"¿Grupo de tres?" Preguntó Riley.

"No. Noche de película."
Capitulo nueve
"Creo que cometí un error".
Colin se detuvo en la puerta sorprendido, su café derramándose por el

costado de la taza de su empresa. "Jesús, Forbes, ¿qué diablos estás
haciendo en mi oficina?"
Ciertamente, no vislumbraba Liberty Island. Colin realmente tenía una

visión de mierda. Pero Mitchell no echó un segundo vistazo al feo edificio
de oficinas que asomaba por la ventana de Colin. Apenas lo registró.
Por primera vez en su carrera profesional, estaba acampado en la oficina

de un colega, esperando recibir algún consejo.
“¿Qué es esto de un error? ¿El trato con Fox no salió según lo planeado?”
Preguntó Colin mientras tomaba un pañuelo de papel y se secaba el café
de la mano.
“Al diablo con el trato con Fox. Se trata de la apuesta. ¿Conoces ese
ridículo plan que se nos ocurrió después de demasiadas tomas de Maker's
Mark?”
Colin sonrió. “Por supuesto que conozco la apuesta. Todo el piso conoce la
apuesta. Tengo una apuesta en funcionamiento ".
Mitchell apretó los dientes. "Dime que estás bromeando".
"No. Pensé que no estaría de más plantar la semilla. De esa manera, la

gente no se sorprenderá cuando cambiemos de oficina en unas pocas
semanas. Después de perder ".
Pero Mitchell no estaba pensando en ganar o perder.
Estaba pensando en lo que sucedería si las noticias llegaban a Julie.

Tenerlo entre él y Colin era una cosa. ¿Pero toda la oficina?
"Idiota", gruñó Mitchell. "¿Tienes idea de lo rápido que viajan los chismes
en esta ciudad?"
Colin se encogió de hombros mientras se dejaba caer en su silla de

escritorio giratoria, inmediatamente comenzó a girar y le recordó a
Mitchell a un niño de sexto grado problemático. “No te preocupes, amigo.
Todos conocen lo que está en juego. Y a todos se les ha advertido que
tengan cuidado con Greg Parsons. Él se dará la vuelta y se lo contará a
Grace, y ella balbuceará con su mejor amiga y arruinará toda la

diversión ".
Incluso si Greg no se lo dijera a Grace, todo lo que se necesitaría era un

pasante con los labios sueltos, y esta mierda estaría en todas las columnas
de chismes.
Como si tratar de mantener a Julie a distancia cuando parecía decidida a

meterse bajo su piel no fuera lo suficientemente estresante, ahora tenía la
presión adicional de tener que asegurarse de que ella no se enterara de la
apuesta. Una apuesta que había pasado oficialmente de ser un error
espontáneo de juicio a la peor decisión de su vida. Había pensado que
sería una buena garantía de que no era un dron dócil que buscaba
esposas.
En cambio, fue un triste recordatorio de que era un completo hijo de

puta.
Y si Julie se enterara. . . El estómago de Mitchell se retorció ante la idea.
Quería quitar la expresión de suficiencia del rostro de Colin, pero sabía

que solo sería una desviación de su propia culpa. Colin podría haber
instigado la apuesta tonta, pero Mitchell debería haberse negado
rotundamente. O al menos debería haber optado por no participar una
vez que se dio cuenta de que ella no era una tonta que podría dejarse de
lado fácilmente cuando terminara.
Hazlo ahora. Detenlo ahora. Era una decisión inteligente. La decisión

correcta. Pero eso significaría un fracaso. No es algo que Mitchell haya
sufrido a la ligera.
Y, sinceramente, debajo de la culpa de todo, Mitchell no estaba listo para

dejarlo pasar.
Por primera vez que podía recordar, tenía muchas ganas de pasar tiempo
con una mujer. Con Julie, no hubo una presión sofocante. No hay
ninguna expectativa de que siempre esté "encendido".
Simplemente disfrutaban el uno del otro en la cama y fuera de la cama,

y nunca se hablaba o pensaba tediosamente sobre lo que eran o adónde
iban. Demonios, Evelyn no había podido pasar un mes sin sentarlo para
una "verificación de compatibilidad" para asegurarse de que todavía
tenían los mismos objetivos.
Evelyn. Dios, esa noche en la ópera había sido la peor pesadilla de todo
hombre. Casi había esperado que John Blake se le acercara con una
escopeta. Podría haberlo preferido. En cambio, el senador lo había tratado

como siempre lo había hecho, como a un hijo.
Y Evelyn, no se había dado cuenta de cuánto la había lastimado.

Quizás no se había permitido darse cuenta. De alguna manera se había
convencido a sí mismo de que ella era como él, y estaba de acuerdo con
la relación simplemente porque se esperaba. Pero verla de nuevo, con el
corazón en los ojos, lo había desgarrado.
Porque mientras ella lo miraba, él solo tenía ojos para Julie.
Julie, con quien no había nada de basura, nada de cosas aburridas. Nada
más que risas, sexo y diversión. Nunca hubo ninguna señal de que
estuviera tratando de arrebatarle un anillo o convertir su oficina en una
guardería.
Al menos no lo había sido hasta anoche.
Respiró hondo y se sentó en la silla frente a Colin. No estaba

acostumbrado a compartir confidencias con nadie, mucho menos con sus
compañeros de trabajo, pero necesitaba ayuda. Consejo.
"Julie sugirió que nos quedáramos este fin de semana", espetó Mitchell.
"Para una noche de cine".
Colin se detuvo en el repugnante balanceo de su silla giratoria. "UH oh."
Exactamente. Mitchell no tenía nada en contra de quedarse en casa los

fines de semana. De hecho, lo prefería. Odiaba las multitudes, odiaba "la
escena". Él y Evelyn habían hecho un ritual de viernes al ver los últimos
estrenos de películas independientes, generalmente con un tazón de
palomitas de maíz saludables y un poco de aceite de oliva. Evelyn no
comía grasas animales, por lo que la mantequilla no había sido una
opción.
Pero sabía lo que significaba la noche de cine. Significaba que eran
pareja.
Mitchell no sabía qué lo había alarmado más: que Julie, amante de la

diversión, incluso lo hubiera sugerido, o que había estado ansioso por
estar de acuerdo. Una noche de cine con Julie no se habría parecido a
nada de lo que había experimentado con Evelyn. Para empezar, le
gustaría ver uno de esos asuntos vulgares y taquilleros. Y por la forma
en que había devorado su grasiento pescado y patatas fritas esa primera
noche, dudaba que tuviera un problema con la mantequilla en sus
palomitas de maíz.
La perspectiva era extrañamente atractiva.
Colin leyó correctamente su expresión y soltó una risotada alegre. “Dijiste

que sí, ¿no? Lo sabía. Te estás enamorando de esta chica. No hay forma
de que puedas ver a alguien casualmente sin convencerte a ti mismo de
que tiene potencial para el futuro ".
"No me estoy enamorando de Julie". Casi se lo creyó. “Y dije que no a la

noche de cine. Estoy seguro de que solo lo sugirió porque pensó que era lo
que me gustaría hacer ".
Porque eso es lo que hacía. Se formó a sí misma para ser lo que pensaba
que la gente quería que fuera.
La sonrisa de Colin se desvaneció. “¿Entonces no la estás viendo?

Recuerda, el trato requiere que tenga al menos cinco fechas, pero no
puede ir más allá de agosto. . . . "
"Sé cuál es la apuesta, Colin".
Y ya hemos tenido más de cinco citas. No es necesario contarle todo a

Colin.
"Entonces, ¿cuál es el problema?" Preguntó Colin. “¿Le dijiste que no a la

noche de cine y se enojó? ¿Es asi?"
"No exactamente." Por lo que Mitchell podía decir, Julie Greene no se

enojó. Se tiró de la corbata, que inexplicablemente se sentía más
apretada de lo habitual. “Le sugerí que fuéramos a un club nocturno. En
el Meatpacking District ".
Hubo varios segundos de silencio atónito antes de que Colin comenzara a

reír. “Amigo, ¿alguna vez has estado en un club? Sabes que no sirven
whisky escocés de malta y juegan al Bach, ¿verdad?”
“Sí, Colin, lo sé. Es como dije cuando entre por primera vez. Cometí un
error ".
Colin seguía negando con la cabeza. “Mitchell Forbes en un club

nocturno. ¡Oh, cómo han caído los valientes por causa de una amplia!
Pero tomaste la decisión correcta ”, dijo con aprobación. “Esto la
mantendrá a distancia en caso de que se esté haciendo una idea
equivocada. Una mujer como Julie Greene sabrá exactamente lo que
significa una invitación a un club. No es exactamente la hora del
aperitivo en Bemelmans ".
Mitchell hizo una mueca. ¿Alguien había pensado alguna vez que Julie
podría disfrutar de un aperitivo en el elegante Bemelmans? ¿O siempre
habían asumido que ella quería tragos de purpurina y vodka? De la
forma en que lo había hecho.
“Y en el lado positivo, probablemente llegarás directamente al frente de

la fila. Julie está caliente y es una habitual en esos lugares. Ella está allí
con un chico diferente cada semana ".
La boca de Mitchell se volvió amarga ante la idea de ser solo otro de los
juguetes desechables de Julie. Pero demonios, por eso la había elegido,
¿verdad? Este tipo de citas casuales y sin sentido era su mundo.
Era todo lo que ella querría o esperaría de él.
Entonces, ¿por qué demonios eso le molestaba tanto?

Capítulo diez
Julie puso a Grace en el altavoz y puso su teléfono en la encimera del
baño para que pudiera terminar de maquillarse.
"¿Estás segura de que dijo que quería ir a Pair?" Preguntó Grace, sonando
tan desconcertada como se sentía Julie.
"Positivo. Le pregunté dos veces e incluso le pregunté si sabía dónde

estaba. Definitivamente la pareja que conocemos, en Little West Twelfth
Street. Total multitud de puentes y túneles ”, dijo Julie, refiriéndose a las
multitudes de asistentes a la fiesta que acudían en masa al moderno
Meatpacking District de Manhattan desde Nueva Jersey y los distritos
exteriores. Traducción: no es la escena de Mitchell. En absoluto.
"No tiene sentido", dijo Grace como si leyera sus pensamientos. Quiero
decir, claro, no conozco bien a Mitchell, pero pensé que era más del tipo
de chico que toma un trago de whisky en un bar de hotel. No un
gilipollas de discotecas, vodka y refrescos, amantes del hip-hop ".
Julie hizo una pausa en la aplicación de rímel y miró el teléfono con el

ceño fruncido. "Oye, no todos los chicos que frecuentan los clubes
nocturnos son idiotas".
No se atrevió a decirle a Grace cuántas noches de viernes había pasado

como esta: poniéndose los ojos ahumados, poniéndose un brillo de labios
brillante y poniéndose sus atuendos más diminutos.
"Greg no sería atrapado muerto allí", dijo Grace altivamente.
La mano de Julie se detuvo en medio de la aplicación del delineador de

ojos. Bueno, si había estado buscando algo positivo para la noche, eso era
todo. Cuanto menos Mitchell tuviera en común con Greg, mejor.
"¿Qué pasó con la noche de cine?" Grace preguntó. "¿No es ir a un club

impersonal la dirección opuesta a la que debes ir para tu historia?"
Sí, exactamente, Grace. Muchas gracias por el recordatorio. "Él no lo hizo",

respondió Julie, con cuidado de mantener su tono neutral.
"¿En realidad? Pensé totalmente que quedarse en casa estaría en su

callejón. Quiero decir, no es que pueda imaginarme al hombre vestido
con sudores andrajosos, pero ¿tal vez una de esas batas que usan los
viejos?”
"Me aseguraré de mencionarle eso", dijo Julie. "Tal vez le consiga un

buen tabaco para acompañar su pipa".
Eso era, si alguna vez llegaban a la noche de cine.
"Bueno, estoy segura de que acaba de sugerirte a Pair para

impresionarte", dijo Grace amablemente. "Si sabe algo sobre ti,
probablemente piense que es tu forma ideal de pasar una noche de fin
de semana".
Y tenía razón.
O al menos habría tenido razón hace un par de semanas.
Hizo una pausa y se miró en el espejo. ¿Qué ha cambiado?
Su reflejo le devolvió la mirada. Sabes lo que ha cambiado.
"Lo que sea", murmuró Julie para sí misma. “Mira, Gracey, tengo que
irme. Estará aquí en unos pocos ".
“Bien. Buena suerte. Y si tienes corazón, no hagas bailar a ese pobre ”.
Julie colgó el teléfono, sonriendo ante la absurda imagen mental de

Mitchell Forbes bailando. Definitivamente no parecía el tipo a menos
que fuera el fox-trot o el vals.
Entonces, ¿por qué lo había sugerido en primer lugar? Quería pensar que
era por ella. Que conocía su historial de fiestas y estaba tratando de
apaciguarla. Pero una duda persistente se había insertado en la parte
posterior de su cerebro y no la soltaba.
¿Y si no hubiera querido hacer una noche de cine con ella?

¿Y por qué no se sintió aliviada al obtener un pase gratis para saltarse
la noche de cine? Había estado temiendo la sola idea de ese momento de
teleadicto desde el momento en que Camille mencionó la historia.
Pero entonces no conocía a Mitchell. No había considerado que la idea de

acurrucarse en el sofá con él podría ser algo atractiva.
No había considerado eso tanto como ella no se consideraba una chica de

noche de cine, un hombre tampoco lo haría.
Miró su rostro perfectamente maquillado en el espejo, ansiosa por

quitarse todo y ponerse su pijama. Pero ella no pudo
Porque no soy lo suficientemente buena para Titanic y palomitas de

maíz.
El zumbido agudo de la puerta principal interrumpió su abatimiento.

Mitchell estaba aquí. Ella se acomodó el cabello y pegó una sonrisa en su
rostro. Ella podría hacer esto. Lo había hecho un millón de veces antes.
Ella miró dos veces cuando abrió la puerta. No había pensado mucho en
cómo Wall Street se convertiría en Meatpacking District, pero el efecto
fue notable. E inquietante.
El primer impulso de Julie fue abrocharse un botón más en su camisa

negra y ponerle una corbata. ¿Y dónde están sus gafas?
Se parecía a cualquier otro chico que hubiera llevado a un club un

viernes por la noche.
A ella no le gustó.
"¿Estás seguro de esto?" ella soltó mientras él se deslizaba junto a ella con
un beso en la mejilla.
Miró hacia abajo con sorpresa. "¿Seguro de qué?"
"Pair. ¿Eso es realmente lo que quieres hacer?”
Por un segundo, vio una punzada de arrepentimiento. Como si fuera lo

último que quisiera hacer. En cambio, le dio una breve muestra de
hoyuelos. "Por supuesto. Es viernes por la noche en la ciudad de Nueva
York ".
Todo esto estaba mal: su tono, su atuendo de moda, su actitud demasiado

relajada. ¿Quién es usted?
"Y además, te ves sexy", dijo, alcanzando sus caderas y acariciando su
oreja. Julie esbozó una sonrisa forzada. Su cumplido se sintió vacío. Ella
no quería estar caliente. No para Mitchell. Quería que la viera hermosa.
Las manos de él se deslizaron por la parte posterior de sus muslos y por

debajo de la tela ajustada de su minúscula falda. Normalmente, a Julie
le gustaba el proceso de elegir el atuendo de la vida nocturna, pero esta
noche había pensado poco en ello y había elegido uno de sus valores
predeterminados: un mini negro, una blusa sin mangas negra brillante
que mostraba la mayor parte de su espalda y un par de tacones de
aguja de cinco pulgadas. Ella se sintió plástica.
"Deberíamos irnos", dijo, retrocediendo bruscamente cuando él se inclinó

para darle un beso. Él se veía confundido y ligeramente herido, y ella
sonrió para suavizar el rechazo incluso mientras se reprendía a sí misma.
¡Consíguelo!
"Conseguí un coche", dijo mientras ella agarraba su embrague de la

mesa. “Pensé que sería más fácil que tratar de lidiar con un taxi el
viernes por la noche. Especialmente cuando llevas tacones ".
"Cariño, estos no son tacones, son Louboutins", corrigió. Honestamente.

Hombres.
Una vez que se acomodaron en el asiento de cuero suave del coche de la

ciudad, ella preguntó: "¿Has estado en Pair antes?"
Le puso una mano en la pierna desnuda y le acarició la rodilla con el

pulgar.
"No lo he hecho, no", dijo, con los ojos fijos en el lugar donde su palma
había encontrado su muslo. "¿Tú?"
“Claro, un montón de veces. De hecho, conozco bastante bien a uno de los

gorilas. Eso debería llevarnos al frente de la fila ".
Mitchell la miró fijamente. “¿Habrá una fila? ¿Tan tarde?”
Julie tuvo que reír. "¿Estás bromeando? Habrá una fila porque llegamos
tan tarde ".
Parecía vagamente desorientado. "Pero tiene que haber alrededor de un

millón de otros lugares para tomar una copa en la ciudad donde uno no
tendría que esperar".
"Estoy seguro de que los hay, pero no se trata de eso".

"Entonces, ¿de qué se trata?"
Julie se encogió de hombros, molesta por la pregunta. "No sé. Se trata de

la escena, supongo ". Gruñó, y Julie se volvió muy lentamente para
mirarlo, comprendiendo la realidad.
“Mitchell. . . has estado en un club antes, ¿verdad? ¿Al menos una vez?"
"Seguro."
Él estaba mintiendo. Ella estaba segura de eso. Su columna se puso

rígida. "Mitchell, ¿por qué sugieres esto esta noche?"
"Pensé que lo disfrutarías, ¿no es esto lo tuyo?"
Julie trató de no sentirse insultada.
Hace solo unas semanas no le habría molestado tener una "cosa". Ni

siquiera le habría molestado que la gente percibiera que su "cosa" era
estar de fiesta con un chico diferente cada semana. Pero no importa lo
que ella hiciera, no pudo lograr que este chico pensara que ella era digna
de una relación.
"Si fuera lo mío, ¿habría sugerido una noche de cine?" se escuchó a sí

misma preguntando en voz baja.
Finalmente se volvió para mirarla. "Pensé que solo estabas sugiriendo eso
porque es lo que me gustaría hacer".
Ella lo miró a los ojos. "¿Es por eso que dijiste que no?" ¿O no soy
material para una noche de cine?
Se mordió el interior de las mejillas brevemente como si debatiera su

mejor opción: una mentira cuidadosa o una verdad dolorosa.
"¿Honestamente? La noche de cine parecía un poco. . . íntimo, ”concedió

finalmente.
Ay.
Casi deseó que él se hubiera ido con la mentira cuidadosa. Pero en el lado
positivo, fue un gran avance para su historia.
Regla uno para llevar las cosas al siguiente nivel: no se apresure en la

noche de cine, no importa cuán aburrido y predecible pueda parecer el
hombre. El rechazo arderá.
"No es gran cosa", dijo, forzando un tono brillante. "Oh, genial, estamos
aquí".
Julie agarró la manija de la puerta antes de que Mitchell o el conductor

pudieran abrirla para ella, maniobrando hacia la irregular calle
adoquinada fácilmente con sus tacones altos.
"Julie, espera", dijo Mitchell mientras se apresuraba a alcanzarla.
"¡Vamos!" ella dijo. "Brent está trabajando esta noche, ¡nos hará entrar!"
Inmediatamente, la gente borracha y brillante en la fila comenzó a
abuchear mientras ella se movía hacia la entrada.
"¡Oye, espera en la fila, señora!"
Julie los ignoró. Aficionados.
Mitchell la agarró del brazo y tiró de ella para mirarlo antes de que
pudiera llegar hasta Brent. "¿Podrías esperar un segundo?" preguntó,
sonando exasperado.
"¿Qué pasa?" preguntó con voz hiperactiva, parpadeando rápidamente

para evitar que las lágrimas cayeran.
Llorar frente a un club nocturno porque un hombre no había querido ver

una película con ella sería la primera vez. Y si tuviera algo que decir al
respecto, sería el último.
"¿Que esta pasando?" preguntó, luciendo completamente desconcertado.

"Si no querías venir esta noche, deberías haberlo dicho".
"No, será genial", dijo, riendo quebradiza. "Te va a encantar."
"Julie".
"Mitchell".
"Háblame por favor. Estás actuando rara ".
Ella miró las puntas de sus zapatos de charol, tratando de devanarse la

cabeza por lo que diría una novia. ¿Qué haría Grace?
Dile la verdad. Ninguna relación puede avanzar sobre medias verdades.
A menos que, por supuesto, toda la "relación" fuera una verdad a medias.
Aún así, era hora de arriesgarse. Ningún periodista consiguió una buena
historia sin correr algunos riesgos.
Solo deseaba que este riesgo en particular no fuera así. . . personal.
"Estoy cansada de ser el tipo de chica a corto plazo", se escuchó decir.
¡No! ¡No no no! Eso no era lo que había querido decir.
Solo había querido decir que había herido un poco sus sentimientos. En
cambio, estaba derramando sus tripas mientras la mitad de la costa de
Jersey la abucheaba desde el otro lado de la cuerda de terciopelo.
La cabeza de Mitchell se echó ligeramente hacia atrás. No era lo que

esperaba oír. Y a juzgar por la infeliz arruga entre sus cejas, no era lo
que quería escuchar.
Bueno, demasiado jodidamente malo, Sr. Forbes. Estaba ahí fuera ahora,
así que tendría que lidiar con eso. Ambos lo harían. Levantó la barbilla
y esperó su respuesta.
"Asumí que lo que sea que estaba pasando entre nosotros era sólo una
aventura", dijo finalmente. “Que solo nos estábamos divirtiendo. Nunca
quise que te hicieras una idea equivocada ".
Julie casi se rió ante la ridiculez del momento. Aquí había un tipo de
chica a corto plazo que suplicaba una relación a largo plazo con un tipo
de chico a largo plazo que quería una aventura.
Fue digno de una película.
Fue ridículo.
Era . . . increíblemente doloroso.
"Entonces una aventura es lo que tendremos", dijo, forzando una sonrisa.
"Julie".
Ella lo ignoró, agarró su mano y tiró de él hacia la entrada. Julie siguió

los movimientos de coquetear con el gorila. Sintió los ojos de Mitchell en
su rostro, pero se negó a mirarlo a los ojos.
Brent les hizo señas para que entraran con su habitual ceño gruñón, y
Julie arrastró a Mitchell al club, donde la familiar oscuridad palpitante
se apoderó de ella. Por un segundo vaciló. En un espacio que estaba tan
densamente lleno de gente, ¿cómo era posible que pudiera sentirse tan
completamente sola?
***
Mitchell podría ser un novato en los clubes nocturnos, pero

aparentemente había hecho su investigación.
A los pocos segundos de entrar en la guarida, les había asegurado una

mesa de esquina y un servicio de botella. El precio era astronómico, pero
la alternativa era luchar entre una multitud de seis personas para llegar
al bar a tomar un vodka aguado y un refresco.
Después de que se sirvieron sus bebidas, Julie mantuvo los ojos fijos en el
lugar justo a la derecha de sus ojos, esperando que él no se diera cuenta
de que ella no haría contacto visual. No pude hacer contacto visual. "A
las aventuras". Ella levantó su copa y esperó expectante a que él le
devolviera el brindis.
"Por nosotros", dijo en su lugar.
Apuró su bebida en tres tragos. No había nosotros.
"Vaya, más despacio", murmuró.
Pero Julie no quería al agradable Mitchell. No quería al caballero

Mitchell. Solo le quedaba una cantidad limitada de tiempo con este
hombre complicado, y lo iba a disfrutar.
"Otro", dijo.
"Julie ..."
Ella lo silenció con un beso que fue caliente y un poco áspero. Sus dientes
rasparon su labio inferior, queriendo lastimarlo. Dejó su vaso a un lado y
deslizó un brazo alrededor de su espalda mientras el otro se enredaba en
su cabello. Mitchell inclinó la cabeza y profundizó el beso. Su lengua se
paró con la de ella, sus dientes mordieron un poco los suyos. Julie disfrutó
del sabor de la ira en su boca.
El beso no fue dulce. No fue amable. Ciertamente no fue amoroso.
"¿Jules?"
Ella gimió.
"Jules!"
Tardó varios minutos en que la voz impregnara la niebla sexual.
Alguien la estaba llamando por su nombre. Mitchell no.
Se apartó del beso de Mitchell, respirando con dificultad. Se llevó una

mano a los labios, sabiendo que estaban hinchados y húmedos.
"Oye, pensé que eras tú".
Ella miró hacia arriba y vio un rostro atractivo y familiar. "¡Cam!"
El recién llegado sonrió ampliamente y se sentó sin ser invitado. Julie

miró a Mitchell, que parecía en algún lugar entre molesto y excitado.
Bien.
“Cam, este es Mitchell Forbes. Él es um. . . eramos . . . "
Cam sonrió. “Sí, puedo ver lo que eras. Creo que la temperatura es unos
diez grados más alta alrededor de tu mesa ".
Los dos hombres se dieron la mano, y si Cam se dio cuenta de que

Mitchell estaba tratando de quemarlo vivo con su mirada, no lo
demostró.
“Hola, Jules, Katie Ann va a tener una fiesta en Blink el próximo fin de
semana. Deberías venir."
Julie ladeó la cabeza. "¿Conozco a Katie Ann?"
"No. Pero e conoces." La mano de Cam se posó en su rodilla y Julie le

lanzó una mirada nerviosa. Ella y Cam habían salido durante unos cinco
minutos hace unos años, pero aparte de bailar ocasionalmente si se
encontraban, no había nada entre ellos.
“Entonces, ¿qué piensas, Jules? ¿Crees que pasarás por aquí? ¿Por los
viejos tiempos?"
Su mirada vagó por su cuerpo, haciéndole saber exactamente qué viejos

tiempos quería revivir.
Julie vaciló. Asistir a una fiesta en Blink para una chica que no conocía
era lo último que quería hacer, y aún así. . . ¿Qué más podría estar
pasando? Ciertamente no Mitchell.
"Claro", dijo encogiéndose de hombros. "Pasaré por allí".

"No lo hará", dijo Mitchell, su brazo cayendo sobre el hombro de Julie
mientras sus ojos se fijaban en la mano de Cam en su pierna.
Cam le dio una sonrisa fácil y rápidamente retiró su mano. "Lo siento
amigo. No sabía que era así ".
"No es ...", comenzó Julie.
"Lo es", dijo Mitchell, interrumpiéndola.
Cam silbó y se puso de pie. “No puedo decir que alguna vez pensé que
alguien domesticaría a Julie Greene, pero felicidades, hombre. Esa es una
gran hazaña ".
Le guiñó un ojo y se dirigió a la mesa de al lado antes de que Julie

pudiera procesar lo que acababa de suceder. Finalmente se volvió hacia
Mitchell, mirándolo ferozmente a unos ojos ilegibles. "¿Hablas en serio
ahora mismo?"
“Odio esa frase. Suena como algo que diría un adolescente ".
La ira de Julie estaba rugiendo tan fuerte que apenas podía escuchar la
música. “¿Qué diablos fue eso, Mitchell? ¿Me dices que soy solo una
aventura y, sin embargo, no me dejas ir a una fiesta?”
"Sabes muy bien que eso no es lo que buscaba ese perdedor".
"¿Qué estaba buscando?"
La mirada de Mitchell se posó en su escaso atuendo. "Él buscaba lo que

sea que estés vendiendo".
Julie ansiaba abofetearlo. "Bueno, él es más que libre de comprar aquí,

porque no me aceptan".
"Estás equivocada." Y luego la besó de nuevo, sus labios feroces y

hambrientos.
Mitchell se movió de repente, haciendo que Julie se pusiera de pie.

Quería preguntar a dónde iban, pero apenas podía pensar, mucho menos
hablar. La ira se enfrentó a la confusión, y ambas emociones lucharon
contra su doloroso deseo por este hombre y cualquier juego que estuviera
jugando con ella.
Para su sorpresa, la llevó a la pista de baile, tejiéndola hábilmente a

través de la multitud de cuerpos hasta que sintió que estaban en el
centro mismo de la multitud.
Julie dejó escapar un grito ahogado involuntario cuando él la acercó de
un tirón. Para ser un novato en un club nocturno, ciertamente entendía
cómo funcionaba este tipo de baile. En realidad, no se trataba de bailar
en absoluto. Al menos no en la forma en que cualquiera de sus padres
definiría la palabra.
Era más como un retorcimiento frenético y caliente.
Y Julie descubrió que realmente le gustaba retorcerse con Mitchell.
Sus manos se movieron brevemente sobre su cuello, empujando su cabello

hacia atrás sobre sus hombros y deslizando un dedo sobre cada omóplato,
el suave toque en conflicto con su expresión salvaje. Lentamente, las

manos de él se deslizaron alrededor de su espalda y ella gritó
suavemente cuando los dedos de él se curvaron en las puntas de su largo
cabello y tiraron de su cabeza hacia atrás, exponiendo su garganta y
obligándola a encontrar su mirada. La mirada en sus ojos era salvaje y
peligrosa, y sin embargo, descubrió que no podía apartar la mirada.
En cambio, movió sus manos inquietas sobre su pecho, deseando. . .

alguna cosa. Cualquier cosa.
Y luego sus manos se trasladaron a sus caderas y comenzó a moverse.
Julie no era ajena a la naturaleza íntima de la pista de baile de Pair,

pero nunca antes se había sentido tan claramente como el sexo. La
presión de extraños a cada lado, el sonido de la voz del DJ, las carcajadas
agudas de las mujeres allí para una despedida de soltera borracha, todo
se desvaneció.
No había nada más que ella y Mitchell, cadera contra cadera, pecho
contra pecho.
Ojo a ojo.
El tempo de la música cambió de algo divertido y optimista a algo

sensual y apasionante, y la atrajo aún más, sus manos recorriendo cada
centímetro de su cuerpo que podía tocar. Intencionalmente inclinó sus
caderas hacia arriba hasta que se frotó contra él, sus ojos clavados en los
de él.
Sus manos se deslizaron por detrás de su cuello, sus uñas rasparon

ligeramente su piel como si quisieran marcarlo. Quería dejar una marca
en él. Marcarlo en la forma en que parecía estar marcando su alma.
Mitchell gruñó antes de que su boca golpeara la de ella.
Julie devolvió tanto como tomó, usando su propia lengua para provocar
y torturar. No tenía idea de cuánto tiempo estuvieron allí, toda
pretensión de bailar abandonada excepto por el sutil movimiento de las
caderas. No podía pensar, no podía respirar, no podía hacer nada más
que tratar de acercarlo cada vez más, solo para darse cuenta de que no
había forma de acercarse lo suficiente. No mientras todavía llevaran
ropa.
"Consíganse una habitación", gritó una chica junto a ellos, dando un

fuerte codazo a Julie. Se apartaron, respirando con dificultad mientras se
miraban el uno al otro.
"Dios", susurró.
Se movió antes de que ella pudiera intentar aliviar el momento,

sacándola de la pista de baile con menos delicadeza que cuando habían
entrado en la multitud.
Mitchell se detuvo junto a su mesa, deteniéndose sólo lo suficiente para

arrojar un fajo de billetes y empujarle el bolso.
"¡Acabamos de llegar!" dijo en su oído, gritando para ser escuchada por

encima del ruido. Ella no estaba lista para estar a solas con él. Aún no.
Él la ignoró, moviéndose con paso firme hacia la salida.
"¿A dónde vamos?" preguntó, sintiéndose extrañamente aterrorizada. El

Mitchell controlado y consciente de sí mismo que podía manejar. ¿Pero
esta versión salvaje y pagana? Ella no tenía defensas contra este. No
sabía cómo protegerse.
Clavó los talones en el suelo como un niño beligerante hasta que él

finalmente se dio la vuelta.
"Espera, ¿podemos hablar de esto?" ella gritó.
En respuesta, le rodeó la nuca con una mano y le dio un beso en los

labios con fuerza. Se apartó para buscar sus ojos. "Dime que me quieres."
Se lamió los labios para ganar tiempo, tratando de leerlo.
"Dime", dijo de nuevo. Su voz era áspera.
"Te quiero", dijo en voz baja. No me rompas el corazón.
Sus ojos ardían ardientes y feroces. "Te llevaré a casa".

***
Él estaba sobre ella tan pronto como la puerta de su apartamento se

cerró detrás de ellos.
Por un segundo, le recordó esa primera vez después de esa carrera en

Central Park, pero esto fue diferente.
Ahora se conocían. Sabía exactamente dónde acariciar, cuándo bromear.

Lo que hizo a la otra persona jadear y gemir.
Sus dedos le pellizcaron los pezones de la manera que a ella le gustaba, y

supo que él tenía su número. Luego, hundió los dientes en su hombro y
maldijo. Ella también tenía su número.
"Esta falda es demasiado corta". Sus manos se deslizaron por la parte

posterior de sus muslos, empujando la falda alrededor de su cintura
mientras sus dedos jugaban con el borde de encaje de su tanga. "Me
gusta."
La empujó contra la puerta, sus manos ahuecaron su trasero mientras se

besaban, sus lenguas se enredaron como si trataran de enfrentarse. Movió
las manos solo lo suficiente para tirar del hilo de su camiseta sin mangas,
gruñendo cuando se dio cuenta de que ella no estaba usando sostén. En
menos de treinta segundos, su camisa y falda estaban en el suelo a la
altura de los tobillos. Ella se paró ante él vestida solo con tacones
ridículamente altos y una diminuta tanga azul.
Incluso a pesar de su oleada de deseo, no pudo evitar el destello de

satisfacción por la lujuria atónita en su rostro cuando la acogió. Apuesto
a que tus chicas de la noche de cine no se ven así.
Mitchell pasó un dedo reverente desde el hueso de la cadera hasta el

hueso de la cadera, trazando la parte superior escotada de sus bragas.
"Eres hermosa."
A Julie se le entrecortó la respiración. Hermosa. No caliente.
Las palabras trataron de meterse en su corazón, pero las empujó. No

podía permitirse el lujo de dejar espacio para el dolor. En cambio, se
conformó con una pasión animal cruda. Ella se lanzó hacia él, y así, una
vez más, fue inmovilizada contra la puerta, sus bocas se fusionaron con
tanta fuerza que compartieron el mismo aliento. Era como si nunca
hubieran abandonado la pista de baile del club. Su lengua se movió en
su boca, moviéndose en perfecta sincronía con sus caderas mientras se
apretaba contra ella. Ella cerró los tobillos detrás de su cintura, igualando
su empuje por empuje incluso mientras le tiraba la camisa, desesperada
por sentir piel con piel.
Sus dedos juguetearon con todos y cada uno de los botones hasta que
pudo quitarle la camisa de los hombros. "Esa camisa no te queda bien,
¿sabes?", Dijo ella, pasando la lengua por su pezón.
Él gruñó. "Lo compré basándome en las fotos de tus varios gigolós".
Ella sonrió ante eso, porque a pesar de todo, él había intentado

complacerla, había intentado ser lo que pensaba que ella quería. Sus
dedos encontraron su cinturón. "Ninguno de ellos lleva sus jeans así".
Él se apretó contra ella. "Mentirosa. Ambos sabemos que la mitad de los

tontos con los que sales son modelos de chicos guapos ".
Ella soltó una risa ronca e inclinó la cabeza hacia atrás para darle acceso
a su cuello. "Y se follan como ellos también".
Hizo una pausa de medio latido, procesando lo que ella había dicho.
Luego se apartó y la miró fijamente, luciendo extrañamente complacido
por su declaración. "Bueno, entonces vamos a conseguir que te follen
como es debido".
Y luego estaba de espaldas en medio de la cama, con el cuerpo duro de

Mitchell encima de ella. Dos dedos se deslizaron dentro antes de que ella
se diera cuenta de que le había quitado la tanga, y dejó escapar un grito
bajo y agudo mientras él la frotaba con el pulgar.
Ella dejó que él se burlara y jugara, pero lo alejó antes de acercarse

demasiado. Si iba a morir de agotamiento sexual, se lo llevaría con ella.
Sus manos alcanzaron la hebilla de su cinturón y ella le pasó las manos
por el pecho, raspando ligeramente con las uñas. Pero Mitchell había
terminado con las burlas, y tan pronto como hubo pasado los pantalones
por sus caderas, la agarró por las muñecas con una mano y la empujó
hacia la cama, sujetándola con los brazos por encima de la cabeza.
Sacudió levemente la cabeza, tratando de reconciliar al amante feroz y

pagano encima de ella con el traje tranquilo y con anteojos de esa
primera noche. "¿Wall Street?"
En respuesta, él empujó dentro de ella, estableciendo un paso rápido y

furioso mientras ella lo encontraba estocada por estocada. Nunca había
sido así. Nunca había sido tan rudo, duro y correcto. Ella disfrutó del
sonido animal de dos cuerpos sudorosos chocando una y otra vez, su
ritmo feroz empujándola hacia la cabecera.
"Vente", le ordenó, con la boca húmeda contra su pecho.
Pero ella ya estaba explotando, sus uñas clavándose en su espalda

mientras se estremecía a su alrededor. Siguió su propia liberación, y gritó
su nombre mientras se corría en tirones largos y estremecedores.
Ninguno de los dos se movió durante varios minutos, el aire se llenó del
olor a sexo y sudor y los sonidos de su respiración jadeante. Tardó más de
lo habitual en levantar su peso de ella, y la demora fue reconfortante.
Ella no era la única que no podía entender la idea de moverse.
Cuando finalmente levantó su cuerpo del de ella, Julie rápidamente rodó

a su lado, de espaldas a él. No sabía si quería reír, gritar o llorar, pero se
inclinaba hacia el último de esos.
Mitchell se movió detrás de ella y ella esperaba que él comenzara a

recoger su ropa. Ambos estaban enojados. Eso había sido evidente por la
forma en que acababan de prender fuego a las sábanas. Probablemente
necesitaba espacio tanto como ella. Especialmente después de lo que le
había dicho: estoy cansada de ser la chica a corto plazo.
Julie dio un salto de sorpresa cuando sintió una mano acariciar su

cintura. El toque fue suave, no se parecía en nada a la forma en que la
había devastado momentos antes.
"Julie", susurró.
Ella se volvió hacia él y durante varios minutos no hicieron más que

mirarse.
"¿Ahora que?" preguntó, sintiéndose cansada y rota.
En respuesta, le tomó la mano, le abrió los dedos y le plantó un cálido y

dulce beso en la palma. Después de la ferocidad de sus relaciones
sexuales, el gesto fue gentil. Inesperado. Demasiado.
Sintió un cosquilleo sospechoso detrás de los párpados y se alejó rodando.

Su mano encontró su cintura de nuevo, y luego su brazo la rodeó,
atrayéndola contra él.
Julie no supo cuánto tiempo estuvieron allí, sin hablar. Pero cuando
finalmente escuchó su respiración al ritmo lento del sueño, dejó caer las
primeras lágrimas.
Nunca se suponía que fuera así.

Capítulo once
Como si Mitchell necesitara otro recordatorio de que Julie no era la mujer
para él, el destino lo entregó.
Julie roncaba.
Tampoco es un lindo resoplido, sino resoplidos dignos de un camionero

con sobrepeso llamado Bubba.
Tampoco ella era una abrazadora. Se habían quedado dormidos

enredados. Pero en algún momento durante la noche, el pequeño tanque
poco delicado había rodado sobre su espalda y extendido todas las
extremidades tan lejos como podía alcanzar.
Mitchell extendió la mano y jugueteó con un mechón sedoso de cabello

revuelto. No pudo evitarlo. Estaba encantado.
Por supuesto, no dolió que estuviera completamente desnuda y que

tuviera mordiscos de amor en el costado de su pecho. Una durmiente
desnuda podía roncar en la cama cuando quisiera.
Siempre que la durmiente desnuda fuera Julie.
Mitchell frunció el ceño ante el pensamiento sentimental, se dio la vuelta

y puso los pies en la cama mientras trataba de orientarse hacia el oscuro
dormitorio de Julie. No había tenido la intención de quedarse a dormir.
Debería estar de regreso en el Upper East Side, a la mitad de su carrera
del sábado por la mañana, después de lo cual abordaría el correo
electrónico personal mientras miraba cualquier juego deportivo que
había grabado anoche. Un juego de deportes que se habría perdido
porque habría estado haciendo lo que Evelyn había programado para
ellos. Una recaudación de fondos, el último drama triste de Broadway. . .
noche de película.
En cambio, se había vestido como un gigoló en un club nocturno donde

simultáneamente había tratado de impresionar y alejar a una mujer que
se estaba metiendo demasiado bajo su piel. Por no mencionar la forma en
que se había vuelto todo hombre de las cavernas con ella, gruñendo a su
amigo playboy y luego arrastrándose sobre ella en la pista de baile.
Él la lastimaría. Estaba escrito en todo su rostro perfectamente

maquillado, y ahora se mostraba en sus ojos hinchados.
Su corazón se retorció de pesar. Había cometido un error. Uno grande. Se

dio cuenta en el segundo en que ese chico Cam le puso la mano encima.
Nadie puso una mano sobre la mujer de Mitchell.
Y Julie Greene definitivamente era suya.
Mitchell deambuló silenciosamente por el apartamento oscuro hasta que

encontró su camisa negra descartada, con los labios fruncidos por el
disgusto. No le había gustado la camisa ni siquiera cuando estaba recién
planchada. Ahora que estaba arrugado, bien podría tener "el camino de
la vergüenza" garabateado en el frente con grandes letras de neón.
Se puso los vaqueros y examinó el contenido del frigorífico de Julie. Nada

que pudiera haber pasado por desayuno. No es que hubiera sido de
mucha ayuda si la hubiera. Sus habilidades culinarias mejoraron con el
cereal, y su leche había pasado cuatro días de su fecha de caducidad.
Pero su estómago le recordaba que no había comido anoche, y la caja

rancia de Triscuits en su estante no iba a ser suficiente. Se arrastró de
regreso al dormitorio para recuperar sus zapatos y calcetines, divertido al
ver que Julie se había arrojado sobre su estómago, quitando las sábanas
y mostrando un culo muy fino a sus ojos de admiración. De mala gana,
tiró de la sábana hasta su cintura. La vista de dos nalgas perfectamente
redondas lo había vuelto duro de nuevo, y después de la forma en que
había usado su cuerpo la noche anterior, al menos le debía una mañana
de descanso.
Ella se movió levemente y comenzó a roncar de nuevo, y Mitchell negó

con la cabeza. Tendría que hacer un esfuerzo concentrado para golpearla
hasta que se durmiera si iban a pasar la noche juntos de nuevo.
Y quería volver a pasar la noche juntos.

La pregunta era si ella le daría la oportunidad.
Mitchell salió del dormitorio y, después de ponerse los zapatos, sacó su

celular para buscar el desayuno. Había un lugar para bagels a la vuelta
de la esquina y, con suerte, tomarían un café decente, ya que Julie tenía
una cafetera, pero no café de verdad.
A regañadientes, tomó el bolso que Julie había dejado junto a la puerta

principal y rebuscó entre media docena de productos para los labios
antes de encontrar las llaves y guardárselas en el bolsillo.
La mayor parte de la ciudad no se levantaba hasta las diez los fines de

semana, especialmente en esta parte de la ciudad, por lo que
prácticamente no había cola. Quince minutos después, regresaba

sigilosamente al apartamento de Julie, armado con dos bagels tostados de
sésamo y cafés grandes.
Dejó la taza y el bagel de Julie en la mesita de noche, planeando comerse

el suyo en la cocina para no despertarla. Pero el aroma del café se coló
bajo el velo del sueño y la hizo parpadear aturdida por la sorpresa.
"Todavía estás aquí", dijo, luciendo adorablemente desconcertada.
"Sí", dijo con una pequeña sonrisa. La sorpresa en su rostro lo hirió,

aunque sabía que estaba justificado. Anoche él casi le dijo que ella era
una llamada de botín y luego la folló de cinco maneras hasta el
domingo antes de desmayarse en su cama.
Tenía todas las razones para esperar que él se escabullera a casa en las
primeras horas de la mañana. Y eso lo mató.
"No quería ir a casa". Sus ojos se encontraron con los de ella y los sostuvo,
y vio de inmediato que ella sabía lo que significaba su presencia allí.
Sabía que el desayuno era una disculpa. O al menos el comienzo de una.
Ella miró hacia otro lado y comenzó a alcanzar el café, pero hizo una
mueca. “Siento que me atropelló un autobús. Creo que usé músculos que
ni siquiera sabía que tenía ".
Movió las cejas mientras le entregaba la taza de café, con los ojos fijos en
sus pechos expuestos. Ella siguió su mirada y puso los ojos en blanco.
"¿Me puedes dar una camiseta?"
Mitchell no se movió, en su lugar tomó un mordisco muy deliberado de

bagel. "¿Por qué habría de hacer eso?"
"Porque estoy bastante segura de que las migas de bagel en mis tetas no
van a calificar muy bien en el factor sexy, y me gustaría echar un polvo
de nuevo".
Hizo una pausa a medio masticar. "¿Conmigo?"
"Eso depende."
"¿En?"
"Sobre si me consigues o no una maldita camiseta".

Por mucho que hubiera estado deseando desayunar con vistas, abrió el
cajón de la cómoda que Julie le había indicado y sacó la primera
camiseta en la parte superior de la pila.
Miró más de cerca y se rió entre dientes. "¿Minnie Mouse?"
Ella chasqueó los dedos. "Dame."
Mitchell tiró la camisa a su manera antes de recoger las diez almohadas

adicionales que todas las mujeres tenían invariablemente por ahí y crear
una pared de almohadas en la que apoyarse.
"Me encanta el desayuno en la cama, ¿a tí no?" preguntó con la boca

llena de bagel.
"En realidad no", dijo, mirándola tomar un gran mordisco. "Odio las
migajas en mi cama".
"Pero esta es mi cama".
"En la que estoy".
Sus ojos miel humearon, haciéndolo pensar en whisky a la luz del fuego.
"¿Planeas ser un invitado frecuente?" preguntó ella con voz ronca.
"¿Estoy invitado?"
“Depende. ¿Sigo siendo solo una aventura?”
Ella lo miró fijamente, y él se dio cuenta de que incluso si le decía que sí,
que era una aventura amorosa, se ocuparía de ello. Probablemente
incluso aceptarlo como su deber.
Maldita sea si eso no solo le desgarró un poco el corazón.

Quería interrumpirla. Dale la vuelta a sus bajas expectativas. Lo que eso
significaba para su trato con Colin, no lo sabía. Lo averiguaría más
tarde.
Pero por ahora . . .
"¿Quieres tener migas en mi cama mañana?" dijo, apartando un mechón

de cabello de su mejilla.
Ella tomó un sorbo de café, mirándolo con recelo. "¿Qué hay de

responder a mi pregunta sobre ser una aventura?"
"Pensé que acababa de hacerlo".
Contuvo la respiración y luego la soltó en un suspiro cuando ella le

dedicó una sonrisa lenta y feliz. Y así, fue perdonado. Debería haber
sabido que sería así con Julie. No exigiría explicaciones interminables ni
se permitiría conversaciones prolongadas. No hubo juegos con Julie.
Simplemente comunicación directa y dulce perdón.
"¿Por qué, Mitchell Forbes, me estás invitando a tu cama?" preguntó con

su mejor voz de belle sureña.
"Creo que lo estoy, señorita".
"Acepto. ¿Estamos profanando otro club nocturno primero?”
Mitchell tomó deliberadamente un sorbo de café y descubrió que no

podía mirarla a los ojos. "En realidad, estaba pensando que deberíamos
quedarnos esta noche".
Julie se quedó helada. "¿Oh?"
Respiró hondo y apartó de su mente a Colin y los palcos del Yankee

Stadium. Por ahora.
"Sí", dijo, dándole una media sonrisa. "Ahora dime, ¿cómo te sientes con
la mantequilla en tus palomitas de maíz?"
***
"Te dije que deberíamos haber pedido la pizza".
Julie se quedó mirando el lío de plástico. “Pero esta era una pizza
congelada. Grace dijo que se suponía que iba a ser fácil ".
Mitchell tomó la caja y la miró con ironía. “¿Grace también mencionó
que se supone que debes quitar el plástico? Porque la caja lo hace ".
"Déjame ver eso", dijo, arrebatando la caja.
Efectivamente: retire el plástico antes de colocarlo en el horno. Incluso estaba

en negrita.
Hasta aquí su segundo intento de domesticación. No había sido mejor

que su intento de pollo, y eso al menos había requerido un corte real.
"Además", agregó Mitchell, tocando el desastre de la pizza con un dedo

tentativo, "estoy bastante seguro de que asar y hornear no son
intercambiables".
¿No lo son?
"Bueno, eso es genial", dijo de mal humor. "Estoy muy contenta de que
tengas todas estas habilidades de cocina avanzadas que decidiste no
compartir".
Llamaron a la puerta.
"¿Quién es?" ella preguntó.
Mitchell le dio un rápido beso en la parte superior de la cabeza mientras

pasaba junto a ella para agarrar su billetera del mostrador. "El chico de
la pizza".
La boca de Julie se abrió, incluso cuando su apetito aumentó en gratitud.

“¿Qué quieres decir con el chico de la pizza? ¿Cuándo ordenaste pizza?
Ya te dije en mi camino que tenía planeada la cena ".
"Y ahí fue cuando llamé al chico de la pizza", dijo por encima del
hombro.
Los labios de Julie se fruncieron pensativamente mientras barría su pizza

fallida en su cubo de basura. Ciertamente estaba acumulando ideas para
su artículo de hoy.
Cómo conseguir que te invite a casa: Míralo con sexo salvaje y comiendo
semidesnuda en la cama.
Cómo saber cuándo te conoce: cuando ha formulado una solución a tus

errores antes de que sucedan.
"¿Qué tipo obtuviste?" preguntó, sacando platos de su armario.
“Un poco de carne grasosa especial. Coge un par de copas de vino,

¿quieres?”
Ella obedeció, su mano flaqueó levemente cuando se dio cuenta de que

sabía exactamente dónde encontrarlos.
Otro primero. Conociendo su camino en la cocina de un hombre.
Mitchell le arrebató los vasos de la mano mientras sacaba una botella de

su botellero incorporado. Agarró la caja de pizza, los platos y un rollo de
toallas de papel y lo siguió hasta el sofá. Se sentaron uno al lado del otro,
sus brazos moviéndose amigablemente por encima y por debajo de los
demás mientras se sentaban con pizza y vino.
Mitchell tomó el control remoto cuando ambos tenían un plato y un vaso

llenos, y Julie se quedó paralizada cuando la comprensión la recorrió.
Esto fue.
Esta fue la noche de cine.
Esperó la ola de autodesprecio y la deprimente sospecha de que sus años

más sexys habían quedado atrás.
En lugar de eso, sintió. . . relajado. Contenta. Feliz.
"¿Por qué estás tan sonriente?" preguntó, lanzándole una mirada

mientras navegaba por su menú On Demand.
"Nada", dijo, dando un pequeño y petulante movimiento de vértigo.

Simplemente feliz por ti.
"Entonces, ¿qué estamos viendo?" preguntó, desplazándose por las

opciones. "¿Acción, comedia, algún drama estúpido?"
Julie pensó en sugerir la comedia romántica que acababa de pasar en el

menú, pero no fue lo suficientemente valiente. Llevar las cosas al
siguiente nivel y luego llevar las cosas al nivel de la comedia romántica.
Ella no quería empujar su suerte.
"Tú eliges", dijo magnánimamente.
Él resopló. "Odio cuando las mujeres dicen eso".

"¿Sabes lo que odio?" dijo, mirándolo arrancar varias toallas de papel.
“Gente que limpia la grasa de su pizza. Si no quieres comida chatarra, no
pidas una pizza ".
Mitchell la ignoró. “Odio cuando las mujeres les dicen a los hombres que
elijan una película, porque invariablemente sucede una de dos cosas. O
hacen algún tipo de comentario pasivo-agresivo una vez que él
felizmente tomó su decisión, haciéndole saber que está decepcionada con
una D mayúscula o simplemente se quejan directamente todo el maldito
tiempo ".
Ella masticó. Considerando. Tragando. "Es verdad. Buen punto. ¿Quieres

que elija?
"Diablos, no", murmuró, seleccionando una película biográfica de guerra.

"Prefiero escucharte gemir que sufrir esa comedia romántica que me
salté".
Julie miró su perfil, complacida de ver que se veía tan relajado y feliz
como ella se sentía.
"¿Puedo preguntarte algo?" dijo, sintiéndose valiente mientras tomaba un

sorbo de vino.
"Genial, otra joya más del conjunto femenino", murmuró.
"Te gustan los deportes, ¿verdad?"
Él le lanzó una mirada de asombro. “Seguro, la mayoría de ellos. Béisbol,

sobre todo ".
“Bien, eso es lo que me dijiste esa primera noche. Te encanta el béisbol.

Pero en el tiempo que hemos estado. . . Saliendo —dijo la palabra
vacilante—. Nunca te he visto ver un juego. O incluso sugerir ver un
juego. Y no soy la mayor fanática de los deportes, pero estoy bastante
segura de que estamos en medio de la temporada de los Yankees en este
momento ".
Algo afilado pasó por su rostro ante la mención de los Yankees, pero
desapareció antes de que ella pudiera identificarlo. Deslizó otro pedazo de
pizza en cada uno de sus platos mientras parecía estar reflexionando
sobre su pregunta. Julie tomó un sorbo de vino y dejó que él lo resolviera.
Al principio, sus pausas embarazosas y la aparente necesidad de
seleccionar cada palabra antes de abrir la boca la habían molestado.
Pero se había acostumbrado. Incluso le gustó. Ninguna palabra
desperdiciada se le escapó a Mitchell Forbes.
"Grabo los juegos", dijo finalmente. "Y los miro cuando tengo tiempo
libre".
Ella arqueó una ceja. "¿Y el sábado por la noche no cuenta como tiempo
libre?"
“¿Está bien, honestamente? ¿Si vamos a ser todos partícipes y una

mierda? Evelyn odiaba el béisbol. También lo han hecho todas mis
novias anteriores ".
Julie negó con la cabeza con desconcierto. “Cariño, creo que la mitad de
las mujeres en Estados Unidos se encuentran en algún lugar entre el odio
y la tibieza sobre el tema de los Yankees de Nueva York. Pero estoy

bastante seguro de que existe el compromiso en las relaciones ".
Él le lanzó una mirada de complicidad. "¿Leíste eso en uno de los

artículos de Grace?"
Julie esbozó una sonrisa culpable. “Pruebo todas sus cosas; Supongo que
recogí algunas cosas ".
"Yo diría que tienes un don natural para eso", dijo, tomando un bocado
de pizza desengrasada. "Parece que te está yendo bastante bien en esta
relación".
Julie estaba en el proceso de llevarse la pizza a la boca y, al oír sus

palabras, estuvo a punto de torcer la rebanada. Se obligó a tomar un
bocado a pesar del lanzamiento de mariposas en su estómago.
¿Fue esto? Él había dicho relación. Estaban teniendo una noche de cine.
Y se había quedado a dormir anoche.
¿Había llevado las cosas al siguiente nivel?
¿Significaba esto que podía terminar con su asignación encubierta? Y la

pregunta más importante de todas. . . ella quería terminar?
La pizza se le quedó atascada en la garganta y la regó con un trago del

excelente vino.
"¿Estás bien?" preguntó, completamente ajeno a la tormenta de fuego de

confusión que acababa de desatar.
"¡Sí!" Julie quería desesperadamente lanzarse al control remoto y

comenzar una película, cualquier película, para evitar esta conversación.
Pero entonces de nuevo . . . ¿No eran este tipo de conversaciones
exactamente el propósito de su artículo? Para instruir a las mujeres sobre
cómo hacer que la "relación" hable con el hombre con el que estaban
saliendo, tenía que tener uno primero.
Dios, esto apesta.
Julie se puso mentalmente las bragas de niña grande y se volvió hacia

él. "Entonces, Wall Street, ¿qué te hizo cambiar de opinión sobre la noche
de cine?"
Dejó su propio plato a un lado y se inclinó hacia adelante para volver a

llenar sus copas de vino, generosamente. Quizás ella no era la única que
estaba nerviosa.
"¿Por qué la noche de cine es tan importante para ti?" preguntó en

respuesta.
Porque es el sello distintivo de todo lo que nunca quise. La señal de que

he cumplido con mi deber con Stiletto y puedo volver a mi vida anterior.
Mi vida real.
"Probablemente por la misma razón por la que te resististe anoche", dijo

sin rodeos. "Porque significa algo".
El la miró. Miró hacia otro lado. "Se lo que significa. ¿Por qué crees que lo
sugerí?”
Julie no pensó que fuera posible ahogarse con el corazón, pero

ciertamente sentía como si su corazón se hubiera alojado en algún lugar
cerca de su esófago. "Pero anoche dijiste ..."
"Anoche era un niño asustado que pensaba que sería feliz con un
descanso rápido y algunas risas durante la cena ocasional".
"¿Y ahora?" Ella susurró.
Sus dedos se deslizaron por su mejilla, un susurro de un toque. "Ahora soy

un hombre, pasando una noche tranquila con una mujer que me
apasiona".
Algo se abrió en su interior y no supo si era arrepentimiento, terror o

alegría salvaje e insensata.
Cerró los ojos y volvió la mejilla hacia su palma. "¿Mitchell?"

"¿Si?" Su voz era ronca.
Julie le besó la palma de la mano, el gesto se sintió como algo entre una
promesa y un adiós. Ella no sabía cuál. "Vamos a ver béisbol", dijo en
voz baja.
En su rostro aparecieron dos hoyuelos de asombro juvenil, y la mirada de

pura alegría valió la pena las partes más desordenadas de esta pequeña
farsa de relación. Y cuando encendió el juego de pelota, luego la atrajo
hacia él, descansando su mejilla contra la parte superior de su cabeza
mientras sus manos luchaban por la última porción de pizza, no se sintió
como una farsa en absoluto.
Capítulo doce
“Jules, no puedes renunciar ahora. Lo tienes exactamente donde lo quieres
”, dijo Riley mientras le indicaba a la camarera otra ronda de bebidas.
Sería el tercer cóctel de Julie, que era mucho más de lo que debería tomar
un miércoles por la noche al azar cuando todavía tenía trabajo que
hacer, pero este no era un día de semana cualquiera.
Camille había pasado por la oficina de Dating, Love, and Sex para
recordarles que faltaban una semana para la fecha límite del primer
borrador del número de agosto. Una semana hasta que se suponía que
debía poner por escrito lo que estaba pasando con Mitchell. Una semana
hasta que lo vendió por una historia.
Necesitaba más bebidas. Pero más que el alcohol, Julie necesitaba a sus
amigas. O al menos había pensado que los necesitaba.
Desafortunadamente, ninguno de los dos se perfilaba como el faro de la
infinita sabiduría de apoyo que ella había estado esperando.
Grace tenía su rostro decepcionado, y cada sorbo remilgado de su

chardonnay parecía gritar: Eres una puta sucia y asquerosa. Y Riley fue
aún menos servicial, insistiendo en que Julie siguiera adelante con el
ridículo plan.
"Sí, sé que él está donde lo quiero", dijo Julie, tratando de borrar el

sentimiento de autodesprecio. “Ese es mi punto. Misión cumplida. Ahora
es el momento de terminar con esto y escribir la maldita historia ".
"¿Estás segura de que tienes suficiente?" Dijo Riley, arrugando la cara.

"Una noche viendo béisbol no es exactamente una propuesta de
matrimonio".
Grace le lanzó a Riley una mirada molesta.
"¿Qué?" Murmuró Riley. "Es béisbol".
No estabas ahí. Fue más. ¿Pero lo había sido? ¿En serio? ¿O estaba
dando demasiada importancia a la importancia de la noche de cine? O
noche deportiva, como había resultado ser. No era como si se hubieran
intercambiado palabras de amor. Y a la mañana siguiente, cuando lo
había acompañado en su carrera matutina, no era como si la hubiera
arrastrado por Tiffany's en el camino de regreso.
Algo desconocido la recorrió al pensar en la joyería, y esperó a que la

sensación habitual de pavor se apoderara de ella ante la idea de una de
esas diminutas cajas de joyería y lo que significaban.
Pero no hubo pavor. Sin desdén. Sin terror.
Eso es lo que no me resultaba familiar.
Había dejado que la imagen de un maldito anillo de compromiso rodara

por su cerebro y no había querido amputar el cuarto dedo de su mano
izquierda "por si acaso".
Dios mío.
"Mira", dijo Riley con una voz más suave. “Sé que te sientes como una
prostituta por toda la situación, pero tú misma dijiste que esto era solo
buen sexo y compañía. Quizás ustedes puedan mantener las cosas en
marcha una vez que hayan escrito la historia. Tal vez ni siquiera le
importe ".
"No lo conoces", murmuró. "Él es la última persona en perdonar a alguien

que lo hizo sentir tonto".
"Pero lo sabías todo el tiempo", dijo Grace. "¿Qué ha cambiado?"
Julie tomó un sorbo pero no respondió. Porque ella no sabía cómo

responder. Esto debería haber sido como las conversaciones de mil
millones de chicas que había tenido antes con Grace y Riley, pero esta
vez fue diferente.
Porque Mitchell era diferente.
"UH oh." La inusual dulzura de la voz de Riley fue casi la ruina de Julie.
Sintió que las lágrimas le picaban en la parte posterior de los párpados y
parpadeó para apartarlas.
Grace apoyó una mano en su brazo. “Julie, realmente te gusta, ¿no? Ya

no es solo culpa ".
Julie levantó un hombro y se permitió un pequeño resoplido, aunque solo

fuera para evitar que los mocos goteen en su bebida. No es necesario
manchar la automedicación. "Las cosas se han vuelto un poco intensas".
"¿Intenso cómo?"
Oh, no lo se. . . ¿Qué tal el hecho de que parece que estoy considerando
la perspectiva de un futuro con un chico por primera vez?
Ella se retorció. “No estoy segura, exactamente. Nada ha cambiado

abiertamente. El sexo se puso un poco más caliente. Los abrazos se
volvieron un poco más dulces ".
Riley palideció. “¿Te abrazaste? ¿Con el tema de una historia?
Incluso Grace parecía cautelosa.
“Te lo dije, era noche de cine. Y estaba tan feliz por el estúpido juego de
béisbol. ¿Que se suponía que debía hacer?"
"Pero ni siquiera te gusta la noche de cine, ha sido tu punto de referencia

para el infierno desde siempre".
Lamió el borde azucarado de su bebida, evitando los ojos de sus amigas.

"Sí, podría haberme equivocado un poco en eso".
"Oh, Julie," Grace respiró horrorizada. "Estás enamorada de él".
"No lo estoy", dijo Julie bruscamente. Decirlo en voz alta lo haría

realidad. No puede ser verdad. No podía estar enamorada de un
corredor de Wall Street tenso que miraba el béisbol y que pensaba que
leer era un pasatiempo y que correr era divertido.
“Bueno, si no estás enamorada de él, ¿cuál es el daño en dejar que

continúe por unos días más? Todavía tienes algo de tiempo antes de
tener que escribir la historia. Bien podría aguantarlo. Obten más
material. Obtén más sexo ".
Involúcrate más, añadió Julie mentalmente.
"No", dijo con firmeza. "Tengo todo lo que necesito. Enganché con éxito a
un chico, coqueteé, dejé que me cortejara, pasé de cenas informales a
cenas románticas, del sexo exploratorio al sexo caliente, y luego tuve la
charla seguida de una noche de cine. ¿Qué más hay por descubrir? "
"Julie, eso es solo el comienzo de una relación real", dijo Grace.
Julie apartó la mano de su bien intencionada amiga. “Cuál era

exactamente la tarea. Para pasar de las citas casuales a las serias. A
partir de ahí, eres todo tú ".
"Está bien", dijo Grace con facilidad.
"¿Qué es eso?" Dijo Julie, señalándola con un dedo acusador. "¿Cuál es ese
tono?"
“Solo estoy pensando que tal vez deberías empezar a mirar a Mitchell en
un contexto diferente al de tu historia. Ya sabes, tal vez ver si las cosas
pueden funcionar ".
Julie soltó una risa áspera. "El hecho de que seas feliz en tu pequeño
apartamento domesticado de Tribeca con tu novio perfecto y estable y tu
vida sexual programada no significa que todos queramos eso".
"Miau", dijo Riley, sus ojos se movieron rápidamente entre Grace y Julie.
Pero Grace simplemente miró fijamente a los ojos de Julie. “No me pongas
esto a Greg ya mí. Se trata de ti y Mitchell y de cómo dejas que un
hombre se enamore de ti para poder impresionar a tu jefe ".
"Oh Dios." Riley enterró su rostro en su bebida.
"Mitchell no está enamorado de mí", insistió Julie.
"¿Estas segura de eso?"
Si. Más segura de lo que quiero estar. "No soy su tipo", respondió Julie.
"Ni siquiera cerca. En el fondo él lo sabe. Sabe que nunca seré lo que él
busca ".
"Entonces, ¿por qué aún no te ha pateado a la acera?" Grace preguntó.
Julie titubeó. Esa fue una buena pregunta. ¿Por qué se había quedado
Mitchell cuando dejó en claro desde el principio que pensaba que ella era
falsa y fabricada?
"¡No sé!" gimió, levantando las manos en el aire con desesperación. “Por
eso tengo que ponerle fin. Todo se ha vuelto demasiado complicado ".
Riley suspiró y se pasó una mano por el pelo. "Mira, no puedo creer que
esté diciendo esto, ya que esta fue mi idea y todo, pero no tienes que
escribirlo".
Julie le lanzó una mirada exasperada. “Ojalá hubieras pensado en eso

antes de que me vendieras en la reunión de personal. Estaba tratando de
retroceder, ¿recuerdas? Pero ahora que Camille conoce los detalles, no
puede dejar de hablar de ello. No solo tengo que escribirlo, sino que tengo
que hacerlo bien ".
"Camille lo entendería", dijo Grace. “Solo explica la situación. Dile que las
emociones se han involucrado ".
La cabeza de Julie se disparó. ¿Decirle que he comprometido mi

investigación encubierta? También podría envolver mis beneficios con
un lazo y entregárselos a Kelli ".
Grace la miró con tristeza y Julie odiaba que hubieran sido amigas
durante tanto tiempo. Pudo leer lo que Grace fue demasiado amable
para decir en voz alta: te enteras de Mitchell o de la historia. No ambos.
"¿Y si le explicaras la situación a Mitchell?" Dijo Riley, sirviéndose un

sorbo de la bebida ahora abandonada de Julie.
Julie la miró. “¿Y qué decir? 'Oye, ¿siento haberte atraído a una relación
falsa para poder escribir todo al respecto'? "
"Él lo sabrá de todos modos cuando lea el artículo", señaló Grace.
“Claro, pero luego lo leerá. No tendré que decírselo ".
No tendré que mirarlo a los ojos.
Gimiendo, se inclinó hacia adelante y se golpeó la cabeza suavemente

contra la mesa. Por primera vez en su vida, Julie realmente se odiaba a sí
misma. No solo por su engaño egoísta, sino por la cobardía absoluta que
ahora la paralizaba.
"Sería como arrancar una tirita", dijo Riley, golpeando ligeramente en la

parte posterior del cráneo de Julie. “Solo explícale que comenzó como una
curiosidad inofensiva, pero se convirtió en algo más y que quieres ser
sincera con él. Probablemente se enojará al principio, pero parece un tipo
apacible. Eventualmente él apreciará que hayas sido sincera. Incluso
podrías darle la oportunidad de leer la historia antes de que se publique,
y puedes cortar cualquier cosa que no le guste. Demonios, tal vez le guste
ser famoso ".
No lo hará.
"No puedo decírselo", dijo, sin mirar a sus amigos. "Aún no."
“Saldrá eventualmente”.
"Lo sé", espetó Julie. “¿Crees que no lo sé? Pero necesito desenredar mis
sentimientos ".
"¿Entonces están enredados?" Grace preguntó, abalanzándose sobre la

elección de palabras. “Tenía razón, ¿no? No es el único que se está
enamorando ".
Julie frunció el ceño. Grace no tenía por qué sonar tan triunfante. Por lo
que podía decir, enamorarse apestaba.
Si eso era lo que estaba pasando aquí.
Dios, ella quería salir de esto. Era demasiado complicado, demasiado

doloroso, demasiado malditamente. Quería volver a como eran las cosas.
Antes de Mitchell, cuando su vida había sido sencilla y los hombres
inofensivos.
Ella necesitaba . . .
Julie se sentó lentamente, la inspiración golpeó.
"¿Sabes lo que necesito?" Dijo Julie. "Necesito una cita".
Sus amigas fruncieron el ceño confundidas. “Pensé que solo hablabas de

cortar el cordón. Tal vez deberías dejar que ese vodka salga de tu sistema
y ver a Mitchell mañana ".
Julie hizo un gesto de impaciencia. —No, no una cita con Mitchell. Así es
como me metí en todo este lío ".
Grace entrecerró los ojos. "¿Entonces una cita con quién?"
Julie se encogió de hombros. “No importa. Podría ser cualquiera. Uno de

ustedes puede arreglarme. O le pediré a Jamie un número de su libro
negro del tamaño de una Biblia ".
"Jules, ¿qué pasa con Mitchell?"
"¿Qué hay de él? Él también. . . cerca. Se ha comido un bagel en mi

cama, por el amor de Dios. Necesito algo de perspectiva. Y tal vez algo
de distancia también sea bueno para él. Recordarle que, en primer lugar,
nunca quiso tener una relación conmigo ".
"O le romperás el corazón", dijo Grace enojada.
Julie esbozó una sonrisa triste. O tal vez salvaré su corazón.
Grace negó con la cabeza, e incluso Riley pareció vagamente horrorizada

ante la idea de una cita de Julie. Pero Julie decidió que se apegaba a ella.
Un poco de coqueteo inofensivo con un chico nuevo ayudaría a aclarar
su mente. Le ayudaría a recordarle que esto era una historia, no una
situación de vida o muerte.
Su corazón se retorció un poco al considerar lo que pensaría Mitchell. Pero

Riley tenía razón al quitarse la tirita. Ella podría lastimarlo un poco
ahora para evitarle un gran dolor después.
¿Y tu dolor? su corazón lamentó.
Julie lo ignoró. Ya era demasiado tarde para eso. Y se merecía todo lo

que tenía.
Capítulo trece
La cita había sido un error colosal.
No solo el hombre. Aunque ciertamente también había sido un error.
De alguna manera se las había arreglado para mantener la calma

durante una comida de cinco platos demasiado cara en uno de los
nuevos restaurantes de chefs famosos de la ciudad. Un lugar en el que ni
siquiera ella habría podido hacer reservaciones si su cita no hubiera sido
primo del chef.
Su nombre era Keith y era perfectamente agradable. De hecho, mejor

que agradable. Era francamente encantador y completamente hermoso.
Tenía ese cabello rubio lacio que solo los hombres de rasgos fuertes
podían lucirse sin parecer juvenil, y su sonrisa era amplia y blanca.
Incluso contó buenos chistes.
Pero su risa había sido quebradiza. Su sonrisa se tensó. Su apetito forzado.
Habría matado por estar acurrucada en el sofá de Mitchell con un juego

de béisbol y comida para llevar mediocre.
¿Qué le pasaba a ella?
Cuando Keith sugirió que fueran a la cercana Biblioteca Brandy para

tomar una copa, ella había querido decir que sí. En cambio, soltó lo que
había estado pensando desde que subió al tren esa mañana para ir al
trabajo: "Quiero irme a casa".
Keith le dio un guiño de complicidad y pagó la cuenta sin decir una

palabra. Ella era consciente de lo que estaba pensando: que todo era
parte del juego, que acortar la cita lo dejaría jadeando por más.
¿No había jugado ese mismo juego con Mitchell unas semanas antes?
Solo Mitchell no había jugado. Su pecho se apretó. Mitchell.
"Entonces, ¿puedo verte de nuevo?" Preguntó Keith mientras colocaba

una mano en su cintura y la escoltaba fuera del vestíbulo de la cascada
del restaurante. Julie esperó el cierre, el chisporroteo que sintió cuando
Mitchell puso su mano en ese mismo lugar y envió fuegos artificiales por
su espalda.
Nada.
"Eso sería bueno", se escuchó decir mientras levantaba la mano para

llamar a un taxi. "¿Llámame?"
"Por supuesto, bebé".
Bebé. Blech.
Julie se abalanzó sobre la manija de la puerta tan pronto como el taxi se

detuvo frente a ella, pero Keith se movió demasiado rápido, agarrando
su mano suavemente y deslizando otra mano por su espalda. Sus ojos se
fijaron en sus labios y, por un momento, la vieja Julie sintió un pequeño
estremecimiento de triunfo. Aterrizaste este mientras dormías, ¿no es así,
vieja Julie?
Pero la nueva Julie sintió ganas de vomitar.
Ella no conocía a este hombre. Ciertamente ella no quería besarlo.
"Buenas noches, Keith", dijo, dándole un fuerte empujón en el pecho.

Trató de hacer un guiño descarado, pero asumió por su ceño fruncido de
perplejidad que podría haberse parecido más a un ataque de gran mal.
Julie le dio al conductor su dirección sin mirar a Keith. No había

estropeado tanto una cita en años. Esperó la punzada del
arrepentimiento y la sensación de fracaso.
Nada.
El restaurante estaba afortunadamente cerca de su apartamento, y en

cuestión de minutos Julie estaba lanzando un billete de veinte al taxista,
sin molestarse en esperar su cambio.
Necesito entrar. ¿Por qué había pensado que sería capaz de manejar
esto? Hoy de todos los días. Se le escapó un sollozo ahogado. Debería
haber escuchado a Riley y Grace y haberse dado el día libre. Siempre se
quitaba el 30 de junio. Fuera del trabajo, fuera de las citas. Un día libre
de vivir. Fue el único día del año en el que Julie se permitió revolcarse.
Buscó las llaves en su bolso. Tonterías. El brillo de las lágrimas hizo que
el contenido de su bolso se volviera borroso. Estaba totalmente a punto
de perder su mierda en medio de la acera.
Pensó en llamar a Riley y Grace, pero estaba decidida a resistir sola. Ella
siempre lo hacía sola. No hay necesidad de cargar a nadie más con su
equipaje.
"Julie".
La voz fue tan inesperada que sus manos temblorosas dejaron caer el
bolso al suelo, haciendo que todo se dispersara.
Ella se arrodilló sin mirarlo. "¿Qué estás haciendo aquí?"
“Te he estado llamando. Tu teléfono ha estado yendo directamente al

correo de voz todo el día. He estado preocupado ".
“¿Se te ocurrió que fue al correo de voz por alguna razón? ¿Que no
quería hablar?” Su tono desagradable tenía la intención de asustarlo.
Hacerlo irse. No me veas así. Nadie puede verme así.
Pero en lugar de alejarse o retroceder, Mitchell se agachó a su lado para

ayudarla a recoger su bolso como si no hubiera notado su tono mordaz y
sus palabras maliciosas. Él recogió sus llaves antes de que pudiera
arrebatárselas y las mantuvo fuera de su alcance. "Vamos a llevarte
adentro".
Quería clavarse los talones. Quería decirle que no tenía lugar aquí. Que
ella no lo necesitaba. No lo quería. Pero cuando él tomó su mano y la tiró
suavemente hacia adelante, ella lo dejó. Y cuando abrió la puerta de su
edificio y de su apartamento y la acompañó al interior, ella le dejó hacer
eso también.
Y cuando se derrumbó en lágrimas en el momento en que la puerta se

cerró detrás de ellos, dejó que la tomara en sus brazos, abrazándola con
fuerza como si pudiera volver a unirla.
Quizás podría.
Julie no tenía idea de cuánto tiempo sollozó en su hombro, una de sus

grandes palmas moviéndose sobre su espalda en suaves caricias mientras
la otra acunaba su húmedo rostro contra su cuello.
Con el tiempo, sus sollozos húmedos se convirtieron en hipo seco y, como

el más amable de los amigos, le lavó la cara con una toallita tibia y
rebuscó en sus cajones hasta que encontró una camiseta de gran tamaño
y sus calzoncillos andrajosos.
Manos suaves le quitaron el ajustado y ceñido vestido de la primera cita

y dejaron caer la suave camisa sobre su cabeza, sin hacer un solo
comentario sobre la sensualidad del vestido.
Ella se quedó allí como una niña exhausta mientras él retiraba las
mantas y la metía suavemente en la cama. Julie trató de dar las gracias.
Trató de decir que lo sentía. No salió nada más que un croar seco.
"Te traeré un poco de agua", susurró, sus manos jugando con las puntas
de su cabello antes de desaparecer hacia la cocina.
Julie cerró los ojos, que estaban tan secos que querían romperse, y se
acurrucó de costado. Era así todos los años. Todos los años se decía a sí
misma que este sería el año en que no lloraría. Que este sería el año en
que lo manejaría como una adulta. Este no iba a ser ese año.
Aunque marcó uno muy inesperado al principio: era la primera vez que
no lo había hecho sola.
Mitchell regresó a la habitación y ella aceptó con entusiasmo el agua, su

fría humedad alivió el roce de su garganta. La observó beber y luego, en
silencio, le quitó el vaso vacío y lo dejó en la mesita de noche como si
fuera una niña enferma que necesitara ser mimada. Y tal vez por esta
noche lo estaba.
Esperó a que comenzaran las preguntas.
¿Qué fue eso? PMS?
¿Quieres hablar de eso?
Ella no lo haría. No habló de eso con nadie, ni siquiera con Riley y

Grace.
Pero las preguntas no llegaron. Él simplemente la miró en silencio, sus

ojos azules preguntando silenciosamente qué quería saber. ¿Quedarse o
irse?
Ella debería decirle que se vaya. No se suponía que estuviera aquí.
En cambio, extendió la mano, dejando que las puntas de sus dedos

rozaran los de él.
Quedate.
Sin decir palabra, se quitó la camiseta y los bóxers y se metió en la cama

detrás de ella. La apretó contra su pecho firme, la parte delantera de sus
muslos acunando la espalda de los de ella. Un pequeño suspiro de
satisfacción se escapó, sintiendo como si hubiera sido arrancado de la
parte más profunda y privada de ella.
No es como si no se hubiera acostado con un chico antes. Ella tenía. Una

vez.
Pero nunca antes se había acostado con un hombre sin sexo. Esta fue la
primera vez que los abrazos fueron para comodidad en lugar de un
hábito post-coito. A Julie le sorprendió lo bien que se sentía. Siempre
había pensado que si dejaba que alguien tratara de cuidar de ella, se
sentiría como una lástima.
En cambio, se sintió como si hubiera encontrado una sensación de hogar

en otra persona.
La última vez que sintió eso fue hace veinte años hoy, cuando su madre
con amor tiró del cabello de Julie en su moño de bailarina de niña
pequeña y la envió con su ballet carpool, con la promesa de que ella,
papá y Addie estarían mirandola desde la audiencia.
Era una promesa que su madre no había cumplido. En cambio, había

aparecido la policía.
Todos los años desde entonces, en el aniversario de la muerte de su

familia, Julie había pasado la mayor parte del día y la noche sola,
decidida a que nadie la induciría a una falsa promesa.
Racionalmente sabía, por supuesto, que no era culpa de su madre que no

hubiera cumplido su promesa. En realidad, el accidente de coche no
había sido culpa de nadie. Pero la racionalidad no tenía ninguna
posibilidad contra la autoprotección.
Julie no se dio cuenta de que había dicho todo en voz alta hasta que
sintió que Mitchell se ponía rígido brevemente detrás de ella antes de
acercarla aún más, su mano extendiéndose sobre su estómago antes de
deslizarse entre sus pechos.
Sobre su corazón.
"Lo siento", susurró contra su cabello.
La rectitud de su simple respuesta la sacudió, y casi sollozó de pesar por

la forma en que lo estaba tratando. No solo lo había arrastrado a una
relación falsa, sino que había tenido una cita con otro hombre como si lo
que habían compartido fuera desechable.
Ella tragó nerviosamente. Esa última parte, al menos, podía aclararse.
"Fui a una cita esta noche", dijo, su voz apenas un susurro.

La mano que había estado acariciando ociosamente su cabello se detuvo

por un breve segundo, y ella se preparó para que él se apartara. Dejarla.
En cambio, reanudó sus lentas y reconfortantes caricias en su cabeza.
"Di algo", suplicó.
"¿Te besó?"
Ella se humedeció los labios con nerviosismo. "No."
"¿Querías que lo hiciera?"
Julie empezó a volverse para mirarlo, pero él la mantuvo quieta. "¡No!"
“Y llegaste a casa temprano. Sola."
"Sí", susurró.
"Entonces diría que no tengo nada de qué preocuparme".
"Pero Mitchell ..."
“Shh. Ve a dormir ahora."
Julie cerró los ojos con fuerza, tratando de bloquear la pura bondad de
este hombre. Y cuando pensó que lo había oído susurrar "Te amo",
también lo bloqueó.
Porque no podía amarla. O al menos no lo haría. De todos modos, no por

mucho tiempo.
Capítulo catorce
Julie salió silenciosamente de su dormitorio, con los ojos tan hinchados por
una noche de llanto y sueño irregular que apenas podía ver.
Se detuvo cuando se dio cuenta de que Mitchell estaba en su cocina.

Llevaba los mismos jeans oscuros y la misma camisa polo gris que había
tenido la noche anterior, pero su cabello estaba húmedo y ella olía su
propio jabón de pepino. Se había duchado en su baño.
Por alguna razón, el pensamiento hizo que su corazón bailara un poco.
Su cabello estaba rizado cuando estaba mojado. Debería haberlo hecho

lucir completamente arrugado, pero aparte de los rizos más rebeldes de lo
habitual, se veía completamente ordenado y pulido. Sintió una oleada de
afecto por la pura perfección ordenada de él. Era extraño pensar que la
misma personalidad estructurada que la había atraído hacia él por
necesidades profesionales ahora la atraía de la manera más personal.
"Eres un buen tipo, Mitchell Forbes". Entró a la cocina y le pasó un brazo

por la cintura mientras acariciaba el duro plano entre sus omóplatos.
Inclinó la cabeza hacia abajo, ajustándose las gafas para mirarla.

"Ciertamente no me sentí como un buen chico cuando me sentí a las seis
de la mañana"
Julie sonrió lentamente. Había copiado una sensación y algo más. "Me
gustó", dijo en voz baja.
Le plantó un rápido beso en la cabeza. "Sientate. Nos compré bagels ".
Julie negó con la cabeza y aceptó el paquete de aluminio que él le

entregó. "Esto es lo que quiero decir. Buen chico. Me abrazas cuando lloro,
no pestañeas cuando te digo que fui a una cita con otra persona, y luego
vas a buscarme el desayuno".
Desenvolvió su propio sándwich de bagel sin mirarla, su expresión

ilegible. Después de un largo momento, los ojos azules se posaron en los de
ella. “No dormí mucho anoche. Todo lo que podía pensar era en ti. Con
alguien más. No me gustó ".
El bocado de tocino, huevo y queso que había tenido un sabor

deliciosamente grasoso segundos atrás se volvió rancio. Se obligó a
masticar metódicamente y luego tomó un pequeño sorbo del café que él
había puesto frente a ella. Debería haber sabido que no la dejarían
escapar tan fácilmente. El hecho de que fuera dulce no significaba que

no fuera humano.
"No significó nada". Sonaba débil incluso para sus propios oídos.
"Entonces, ¿por qué lo hiciste?"
Julie jugueteó con el papel de aluminio, sin apetito por completo. Hazlo.
Confiesa ahora. Esta es tu oportunidad. Ahora sabía que tenía que
decírselo. Pero siguió escuchando sus palabras susurradas mientras se
quedaba dormida: Te amo. Ella no podía lastimarlo. Aún no. Quería
estos últimos preciosos días antes de tener que confesar.
No había ninguna garantía de que la perdonara, pero tenía esperanzas.

Especialmente cuando le contó la decisión que había tomado esta
mañana.
Ella no iba a escribir la historia.
Mitchell significaba demasiado para ella. E incluso si no le rompería el

corazón que su relación se extendiera a través de las páginas brillantes
de Stiletto, rompería el de ella. Lo que tenían era demasiado precioso
para compartirlo con el mundo. Era de ellos y solo de ellos.
Por supuesto, no escribir el artículo significaba que técnicamente no tenía

que decírselo en absoluto.
Excepto que ella lo hizo.
Puede que Julie no sepa mucho sobre las relaciones, pero sabía que las
buenas no se basaban en secretos y mentiras.
Pero primero tenía que explicar el error de anoche. “Mitchell, realmente

lo siento. Ojalá pudiera explicar exactamente por qué, pero la verdad es
que me asusté por lo que sea que sea y pensé que un paso atrás podría
ayudar ".
"¿Lo hizo?"
Ella respondió con sus ojos. No.
La estudió durante varios momentos antes de llegar a la mesa y tomar

su mano. Le pasó el pulgar por los nudillos. "¿Entonces no vamos a ver a
otras personas?"
Julie parpadeó sorprendida por lo mucho que dolía pensar en Mitchell

con otra persona.
"No", suspiró. "No quiero que veamos a otras personas".
Él se llevó la mano a los labios. "Yo tampoco."
"¿Entonces estamos bien?"
Soltó su mano y buscó en su bagel. "Estamos bien."
Gracias a Dios. Con el apetito recuperado, Julie volvió a coger su bagel.
"¿Estás listo para correr un poco por la isla?" Preguntó Mitchell.
El sándwich de Julie se detuvo a medio camino de su boca. "¿La isla? Por

favor, dime que no estás hablando de la isla de Manhattan ".
Tomó un sorbo de café, aparentemente sin darse cuenta de que se había

vuelto loco. "Sí."
“Es una ciudad, Mitchell. No es una maldita isla ".
“Sigue siendo una isla. Y uno pequeño además. Trece millas de largo, solo
dos de ancho ".
Ella levantó una mano objetando mientras se metía el bagel en la boca.

“Los cuerpos humanos no están destinados a hacer eso. Quiero decir, ¿por
qué no nadamos hasta Staten Island cuando hayamos terminado?”
"Me encantaría."
"Eres ridículo", dijo con la boca llena. "Tengo una mejor idea. ¿Qué tal si
caminamos dos cuadras hasta un cine con aire acondicionado y
dividimos una bolsa de palomitas de maíz?
"O . . . " Él captó su mirada y la sostuvo, y ella luchó por tragarse su
sándwich. Sabía lo que significaba esa mirada.
"¿Ahora?" ella preguntó. "Pero estoy todo hinchada y asquerosa y ..."
Julie no tuvo la oportunidad de terminar su protesta cuando él la levantó

en brazos, al estilo de Rhett Butler, y la llevó unos pocos metros a su
dormitorio.
Ella esperaba que él se abalanzara, pero en lugar de eso, la dejó

suavemente en la cama, arrastrándose sobre ella con deliberada lentitud.
La pequeña ventana del dormitorio de Julie recibía exactamente quince
minutos de luz solar directa cada día, y estaban justo en el medio. Por lo
demás, la habitación estaba oscura, excepto por el suave sol de la

mañana que brillaba en su cama, y Julie sonrió ante la pintoresca
perfección. Como si alguien de allá arriba estuviera sonriendo en este
momento en particular. En el momento de ella y Mitchell.
Sus ojos nunca dejaron los de ella mientras sus palmas se deslizaban por
su caja torácica con deliberada lentitud. Ella enmarcó su rostro con las
manos. Debería haberse sentido familiar a estas alturas, pero algo fue
diferente esta mañana. Julie tragó nerviosamente. ¿Ahora que?
Sus hoyuelos brillaron brevemente y ella supo que él también sintió el

cambio.
Conocían los cuerpos del otro al revés y al frente. Conocían el calor, la

pasión, la lujuria. Pero no hubo cuidado en el dormitorio.
No hasta ahora
"Mitchell", dijo, poniéndose de pie con un repentino pánico, "Yo ..."
Julie medio esperaba que él cortara sus palabras con un beso. Ella quería
eso. Quería que los llevara de regreso a cuando el sexo solo era sexo y la
idea de estar con él no parecía importar tanto.
En cambio, se puso de pie y ahuecó una mano en su mejilla. "¿Tu que?"
Julie fijó la mirada en su nariz, incapaz de mirarlo a los ojos. No estaba

segura de lo que quería decir. No estaba segura de lo que debería decir.
Le levantó la barbilla, lo que le permitió hacer llover besos suaves sobre

cada centímetro de su rostro.
Los ojos de Julie se cerraron con resignación. Preocuparse por este hombre
ya no era una opción. Simplemente lo fue.
Finalmente, sus labios se posaron sobre los de ella, cálidos, duros y
dolorosamente familiares. Ella se aferró a la parte delantera de su
camisa, tratando de perderse en el beso, pero él se contuvo,
manteniéndolo ligero y fácil. Haciéndolo durar. Sus palmas continuaron
acariciando su rostro mientras sus labios rozaban y tiraban, y cuando la
punta de su lengua finalmente tocó la de ella, ambos gimieron.
Las manos de Julie se deslizaron hacia el dobladillo de su camisa,

queriendo tirar de ella hacia arriba y hacia afuera, pero él se apretó más
contra ella, aplastando sus manos entre ellas y continuando besándola
sin sentido. Cuando sus labios finalmente viajaron por su cuello para
lamer su clavícula, ella estaba lista para deshacerse en sus manos y ni

siquiera se habían quitado la ropa.
"Más", suplicó. "Por favor."
Él arrastró sus manos por su frente, sus palmas se engancharon en sus

dedos endurecidos mientras se detuvo allí por un momento antes de
continuar con su lenta tortura. Le acarició la camiseta de arriba abajo
hasta que ella se retorció contra él.
Finalmente, finalmente deslizó sus manos debajo de su camisa,

encontrando su piel cálida y húmeda.
"Me encanta la forma en que te sientes", susurró mientras la camisa se

subía centímetro a centímetro.
Se detuvo cuando la camisa estaba justo debajo de sus pechos, dándole

un guiño burlón antes de comenzar a viajar en dirección opuesta por su
cuerpo, dejándola con ganas de más.
Metió los dedos en la cintura de sus pantalones de pijama, tirando hacia

abajo lentamente hasta que dejó al descubierto sus bragas. Sus ojos
volaron hacia los de ella con sorpresa. "¿Algodón blanco?"
Ella se sonrojó. Se había levantado en mitad de la noche para ponérselos.

"No me gusta dormir en tanga".
Ningún hombre la había visto nunca con sus bragas de abuela, y podía
decir que él lo sabía. Podría decir que le gustaba eso.
"Julie", susurró, presionando un beso reverente en su ombligo y luego

tirándola de regreso a la cama.
Pero Julie no estaba de humor para jugar. Ella hundió los dedos en su
cabello y tiró de él hacia arriba, tirando de su cara hacia la de ella.
"Ahora."
Se movió rápidamente, empujando sus jeans hasta sus caderas para

liberar lo esencial. Dos dedos rasparon sus bragas hacia un lado y él
gimió al sentir su humedad.
Y cuando él se deslizó dentro de ella con dolorosa lentitud, ella gritó.
"Mitchell". Todo su corazón estaba en la palabra, diciendo las palabras

que no podía.
"Lo sé", dijo con brusquedad contra su cuello. "Lo sé."
Continuó presionando dentro de ella con movimientos lentos y oscilantes,

dándole a su cuerpo la oportunidad de adaptarse al suyo.
"Más. Quiero más, ”dijo ella, sus uñas arañando impotentemente sus
hombros.
Entonces se movió con seriedad, haciéndole el amor con caricias lentas y

seguras. Las manos de él se deslizaron hacia la parte interna de los
muslos, extendiéndolos más para que cada embestida se frotara allí, y
Julie se rompió en sus brazos, en un orgasmo vicioso y desgarrador que
continuó para siempre.
Cuando sus gritos se redujeron a suaves gemidos, los ojos de Mitchell

encontraron los de ella y ella vio la misma expresión de destrucción en su
rostro cuando él encontró su propio alivio, entrando en su interior con un
grito áspero antes de colapsar sin gracia sobre ella.
Pasó los dedos por su cabello húmedo mientras dejaba besos en su

hombro.
Había sido el sexo más profundo e importante de su vida.
Entonces, ¿por qué no podía deshacerse de la sensación de que también

era un adiós?
***
Cuando Julie volvió a abrir los ojos, la mancha de luz solar se había
movido y sus piernas estaban completamente dormidas.
—Mitchell —gimió ella, empujando su peso. "Nos quedamos dormidos."

Él gruñó y rodó fuera de ella, y Julie movió tentativamente los dedos de
los pies hasta que volvió la sensación.
Un zumbido agudo los hizo sentarse a ambos erguidos, parpadeando

para apagarse de la neblina inducida por el sexo. Julie gimió. ¿Quién
diablos estaba en la puerta principal?
Buscó sus pantalones de pijama, que Mitchell le entregó. "¿Es tu nuevo

novio que viene a cobrar el botín?"
"No creo que me quede ningún botín", dijo Julie, dándole un rápido beso
antes de salir del dormitorio hacia el intercomunicador.
"¿Hola?"
“Jules, somos nosotras. Necesitamos verte ".
Julie frunció el ceño ante la nota tensa en la voz de Grace. Solo

podríamos decir que ella y Riley, y Riley vivían en Brooklyn. Si las dos
estaban en la puerta de Julie antes de las nueve de un sábado, no eran
buenas noticias.
Lanzó una mirada nerviosa al dormitorio, donde Mitchell desnudo había

vuelto a su posición tendida. Ella fijó una sonrisa en su rostro y agarró el
pomo de la puerta. “Son las chicas. Voy a cerrar esto, ¿de acuerdo? Para
proteger tu virtud ".
"Bien", murmuró adormilado.
Abrió la puerta de su casa a Riley y Grace, su pánico aumentó al ver

que definitivamente no era una llamada de brunch sorpresa. Riley
llevaba sus anteojos, lo que era prácticamente inaudito fuera de las
paredes de su apartamento, y Grace llevaba unos pantalones de chándal
andrajosos y una camisa que parecía que probablemente había salido
del cesto de Greg.
"¿Que esta pasando?" susurró, haciéndolas entrar.
"¿Por qué estamos susurrando?" Riley susurró en respuesta.
Grace miró boquiabierta la mesa de la cocina de Julie, que mostraba

claramente los restos del desayuno para dos.
“¿Te acostaste con él? ¡Acabas de conocer al chico! "
Julie tardó unos segundos en darse cuenta de que Grace estaba hablando
de Keith. "No, él no", dijo Julie con un gesto de impaciencia. "Mitchell".
Ella miró significativamente hacia la puerta cerrada del dormitorio, y los
ojos de sus amigas se abrieron con horror a la par.
"¿Mitchell está aquí?"
"Sí, está aquí", dijo Julie con paciencia. "¿Qué está pasando exactamente?"
Grace respiró hondo. "Necesitamos hablar. Y necesita irse ". Ella asintió de
reojo hacia el dormitorio de Julie.
“No puedo simplemente echarlo. Me trajo el desayuno ".

Y me abrazó mientras lloraba. Y luego me hizo el amor tan suavemente

que quise llorar de nuevo.
"No parece que lo hayas terminado", dijo Riley, tocando un bagel apenas
tocado.
"Nos distrajimos".
Grace la miró con los ojos entrecerrados. "¿Te estás sonrojando?"
La puerta del dormitorio de Julie se abrió y Mitchell salió con el aspecto

de un hombre camino a una ronda de golf de muy buen gusto, y en
absoluto como un hombre que acababa de desmayarse con el trasero
desnudo colgando de sus jeans.
“¡Mitchell! ¡Hola!" La voz de Grace podría haber roto vidrios.
Los ojos de Riley estaban muy abiertos por la alarma, pero rápidamente
fijó una sonrisa en su rostro y se pasó una mano por el pelo anudado.
"Hola, señoras", dijo Mitchell. "Estaba a punto de salir".
Grace miró su desayuno intacto y se mordió el labio. Julie sabía que sus
modales estaban en guerra con cualquier proclamación del fin del
mundo que hubiera venido a hacer.
"Necesitamos una charla de chicas", dijo finalmente Grace. "Perdón por

echarte."
Tonterías. Julie estaba segura de que los modales de Grace ganarían e

insistiría en que Mitchell terminara su desayuno. Si lo estaba echando, la
situación era realmente espantosa.
Sonrió comprensivo y tomó las llaves y la billetera de la mesa antes de

inclinarse para darle a Julie un rápido beso en la mejilla. "Te llamare."
"Está bien", dijo, forzando una sonrisa.
Se volvió para irse, y el impulso la hizo agarrar frenéticamente su

manga. La miró con curiosidad. "¿Qué pasa?"
Sus ojos recorrieron su reconfortante rostro, deseando poder meterse en él

y evitar cualquier tormenta que estuviera a punto de azotar. Él sonrió
suavemente, sus ojos brillaban cálidos, y ella sabía, sabía, que era la
última vez que vería esa expresión.
"Nada", dijo, con la voz quebrada. "Que tengas un buen día."

Dile que lo amas.
En lugar de eso, lo dejó ir.
Julie se quedó un rato mirando fijamente la puerta cerrada antes de que

finalmente se volviera para mirar a sus amigas.
"¿Es malo?" Preguntó Julie, sin saber con qué estaban lidiando pero
preparándose de todos modos.
Grace sacó lentamente un periódico de su enorme bolso. "Es peor que

malo".
Extendió el papel sobre la mesa y Julie se acercó con cautela, sus ojos
siguieron los dedos de Grace mientras Riley deslizaba un brazo alrededor
de su cintura.
Sus ojos encontraron el titular.
El latido nervioso en su cabeza desapareció por completo, solo para ser

reemplazado por un zumbido mortal cuando lo volvió a leer. Y otra vez.
Luego lo leyó en voz alta. “'Vendiéndose: lo bajo que se inclinará un

columnista Stiletto para obtener la primicia'. Oh, Dios mío —susurró,
pasando los dedos por la letra, sin querer creerlo. "¿Cómo?"
"Allen Carsons", escupió Grace, refiriéndose al ex marido de Camille y

odiador de Stiletto. "Sin embargo, no sé cómo se enteró de tu historia".
Julie tenía la sospecha de que sí.
"Se pone peor", dijo Riley con gravedad, pasando la página.

"¿Cómo es posible que empeore?" Preguntó Julie, su voz diez octavas por
encima de lo normal.
Riley comenzó a leer. “'Lo que la astuta e inescrupulosa Sra. Greene no

sabe es que su presa tenía sus propias nefastas razones para dejarse caer
en su falsa red. Continuará mañana '”.
"Qué periodismo verdaderamente de mala calidad", dijo Grace con

disgusto. “Sin escrúpulos, nefastos y poco sinceros, todo en una frase. Es
como si leyera el diccionario de sinónimos en el crapper ".
La mente de Julie estaba dando vueltas. "'Continuará'?" ella escupió. "Este

es el New York Tribune, no el final de temporada de un melodrama
televisivo".
“Pero es un final. Y es melodrama ”, dijo Riley con pesar.
Julie tomó el papel y volvió a leer el último párrafo. ¿Qué significaba

que Mitchell tenía sus propias razones? Era demasiado sencillo para
jugar.
Seguramente esto fue solo Allen Carsons buscando una exclusiva de dos
partes. Tenia que ser.
Pero, ¿y si no fuera así? ¿Y si ella no era la única que había estado

haciendo una farsa?
Con la ayuda de Grace, se hundió en la silla y dejó caer la cabeza entre

las palmas de las manos mientras trataba de pensar. "Necesito hablar
con Mitchell".
Grace le acarició el pelo. "Tal vez deberías esperar hasta que salga la
segunda parte para saber con qué estás lidiando".
Julie levantó la cabeza. "No. Si hay algo que decir, quiero escucharlo
directamente de él. Es lo mínimo que nos debemos el uno al otro en este
momento. Solo espero poder atraparlo antes de que lea esta basura ”, dijo,
señalando el papel con la cabeza.
“Con suerte, no lee el Tribune. Parece un tipo del Times. Puede que tengas
algo de tiempo ".
Julie asintió, distraída. En algún lugar profundo de su alma sintió ganas

de morir. Pero flotar más cerca de la superficie era una ira a fuego lento.
Y sabía exactamente hacia dónde dirigirlo.
"Será mejor que tenga algo de tiempo", murmuró, dirigiéndose a su
habitación para cambiarse. "Porque tengo una gran parada que hacer
primero".
Capítulo quince
Mitchell volvió a marcar por cuarta vez. "Vamos, atiende, hijo de puta",
murmuró.
"Hombre. Dime que esta es una situación repetida. Es domingo."
Mitchell se incorporó de golpe al oír la voz de Colin. Finalmente. “Amigo,

soy consciente de eso. Necesitamos hablar."
Una breve pausa. "Está bien, entonces habla".
“No por teléfono. Necesito verte en persona ". Necesitaba mirar a Colin a
los ojos y ser muy, muy claro.
“Vamos, hombre, estoy a punto de llevar a la mujer a almorzar. Me ha

estado acosando durante días ".
El hecho de que Colin tuviera una mujer sorprendió a Mitchell. Que

Colin la llamara "la mujer" no lo hizo.
Mitchell miró su reloj. “Ningún lugar decente para el brunch está abierto
antes de las once. Dame quince minutos ".
Colin dejó escapar un suspiro petulante, y Mitchell supo que la

curiosidad luchaba contra los inconvenientes.
"Por favor", dijo Mitchell finalmente.
"Está bien, está bien, pero vienes a mí".
“Hecho”, dijo Mitchell, “Vives en Park, ¿verdad? Eso está cerca de mi casa
".
"No estoy en casa."
Mitchell volvió a desplomarse. "¿Dónde estás?"
“El lugar de mi mujer. Ella está en el Village ".
Mierda. Mitchell acababa de dejar el Village. "¿Puedes darte la vuelta,

por favor?" Mitchell murmuró a su taxista. "Cambio de planes."
El taxista parecía molesto, pero dio el primer giro a la izquierda para

regresar al sur. Mitchell recitó la dirección que Colin le recitó.
"Gracias, Colin", dijo.
"Sólo hazlo rápido", dijo Colin en voz baja. "Ella está enojada hasta que
consigue su mimosa".
"Suena encantadora", murmuró Mitchell, colgando.
Necesitaba dejar esta mierda con la apuesta detrás de él para poder

seguir adelante con Julie. Por primera vez comprendió que las relaciones
no tenían nada que ver con la compatibilidad, los objetivos mutuos o los
intereses compartidos en las películas. Y el amor no se midió en los días
que pasamos juntos o en conversaciones sobre el amor.
El amor simplemente era. El amor era Julie.
Y no solo para hoy, mañana o el futuro cercano. Para siempre, tan loco
como sonaba.
Pero si años de trabajar en Wall Street le habían enseñado algo, era que
los instintos importaban. Porque incluso cuando el sentido común le decía
que existía un riesgo, incluso cuando su practicidad le decía que solo
conocía a alguien desde hacía un mes, bueno, a veces su instinto lo sabía
mejor.
Y su instinto definitivamente le estaba diciendo que quería pasar toda la

vida con la mujer feliz pero frágil que había cambiado su vida con sus
sonrisas soleadas.
Él estaría condenado si se arriesgaba a perderla por el bien de algunos

boletos para el juego de pelota.
Mitchell llamó a la puerta de la dirección que Colin había indicado y se

sintió aliviado de que fuera el propio Colin quien abrió la puerta y no la
molesta prima donna.
Silbó al entrar. Desde fuera, parecía una piedra rojiza normal, pero por
dentro, definitivamente olía a dinero. Para los estándares de Nueva
York, el lugar era enorme, y todo, desde los pisos de madera hasta el
moderno termostato en la pared, gritaba una renovación reciente.
“Dinero familiar”, dijo Colin a modo de explicación. "Su madre es experta

en una de esas corporaciones cosméticas masivas o algo así".
Mitchell no podía dejar de mirar a su alrededor. Seguramente ese no era

un Picasso real. "¿Dónde está la pequeña heredera?" preguntó en voz
baja.
"Arreglandose", dijo Colin con una sacudida hacia lo que Mitchell supuso
que era un baño. “Ella estará allí durante horas. Hay un espacio de
oficina en este lugar donde podemos hablar ".
Mitchell notó que Colin estaba haciendo algo con las manos inquietas.
Golpeaba un puño contra su palma y luego cambiaba y hacía lo mismo
en el otro lado. Una y otra vez.
Había visto a Colin hacer eso antes cuando algo grande estaba pasando
en el intercambio. Colin estaba nervioso por algo. O la llamada
telefónica de Mitchell lo había asustado muchísimo o su novia era
incluso más perra de lo que él dejaba ver.
La "oficina" era más un rincón con una puerta corrediza, y había una
pila de revistas sobre el escritorio, con Stiletto encima. Mitchell sonrió. Le
hizo pensar en Julie.
"¿Entonces que hay de nuevo?" Preguntó Colin, cruzando los brazos sobre
su pecho fornido y esbozando una sonrisa plástica.
Los instintos de Mitchell se pusieron en alerta. Colin estaba muy asustado

por algo.
"El trato está cerrado", dijo en voz baja, agarrando una grapadora del
escritorio y haciendo clic distraídamente.
"¿Lo siento?" Dijo Colin, con los ojos fijos en la mano de Mitchell.
"El trato. Con Julie, los boletos de los Yankees, todo. . . hecho."
Colin pasó una mano por su corto corte de pelo marrón y soltó una risa
nerviosa. "¿Eso es? Bien entonces. Considérelo todo ".
Mitchell entrecerró los ojos ante el tono tranquilo de Colin. "Déjame ser
más claro. Nunca sucedió."
Colin parecía confundido. “Espera, ¿no llego a la oficina? Pensé que era
parte del trato. Pensé que estabas concediendo ".
Mitchell maldijo. “Cristo, no me importa la maldita oficina. Solo quise

decir, por lo que Julie sabe, todo esto nunca sucedió ".
Colin levantó dos manos inocentes. "Claro amigo. Nunca volveré a

mencionarlo". Un destello de la vieja presunción de Colin resurgió y
Mitchell se sintió extrañamente aliviado.
"Entonces no pudiste hacerlo, ¿eh?" preguntó.
"¿Hacer qué?"
“No podías follarla y dejarla. Tenías que hacer algo con eso, como lo
haces con todas las mujeres que abren las piernas por ti ".
Mitchell sintió que se le encendía la cara y dio un paso hacia Colin,

sintiéndose extrañamente violento. "No es así."
"¿Si?" Dijo Colin, luciendo genuinamente curioso. "¿Cómo es?"
Mitchell negó con la cabeza, molesto, sin el menor interés en contarle las
tripas a Colin.
Y ciertamente no estaba dispuesto a permitir que nada de esto lastimara

a Julie.
La criatura herida que había visto llorar a lágrima viva la noche

anterior definitivamente se sentiría herida si se enterara de esto. Anoche,
mientras escuchaba sus sollozos desconsolados, finalmente se dio cuenta
de lo que movía a Julie Greene, lo que la hacía atraer a los hombres
hacia ella como a los niños pequeños a los dulces y luego bailar antes de
que pudieran ver algo más que su dulce capa exterior.
Debajo de todo ese destello confiado y atrevido había una huérfana

solitaria cuyos padres nunca habían regresado a casa. Era la historia más
antigua del libro: una mujer que no creía en el amor duradero porque
nunca lo había tenido.
Y Mitchell conocía al hombre perfecto para mostrarle el camino.
Pero no podía enterarse de su estúpido arreglo con Colin. Para una mujer
que pensaba que no era digna de un amor a largo plazo, saber que él la
había buscado específicamente para una aventura la mataría.
"No es asunto tuyo", dijo Mitchell finalmente. "Hablaré con Suzanne

mañana sobre los arreglos para cambiar de oficina".
La mirada cautelosa de Colin volvió, como si estuviera esperando a que

cayera el otro zapato. "¿Eso es? ¿Eso es todo por lo que viniste aquí?”
Mitchell lo miró de cerca. “¿Hay algo que me estoy perdiendo aquí?

Estás actuando tan culpable como un niño con glaseado en la cara antes
de la cena ".
Los ojos de Colin se agrandaron e inocentes. "No, hombre, solo

asegurándome de que estemos bien ..."
Mitchell levantó una mano para detener el balbuceo. "¿Qué es eso?"
"¿Que es que?"
Mitchell ladeó levemente la cabeza. "Escucho voces."
Colin lo miró con incredulidad. “Bueno, sí, es el lugar de mi novia. A ella

se le permite hablar ".
Mitchell levantó una mano para silenciarlo. "¿Con quién está hablando?"
“Por Dios, no lo sé, hombre. Deja de ser espeluznante ".
"Esa es la voz de Julie", dijo Mitchell lentamente.
Pero eso no tenía sentido. Había dejado a Julie con Grace y Riley no
hacía mucho.
Colin se quedó paralizado e inclinó la cabeza para escuchar también.

Pero no parecía tan confundido como se sentía Mitchell. De hecho, si
antes se había mostrado cauteloso, ahora parecía francamente
perseguido.
Mitchell instantáneamente se puso en alerta máxima. Algo estaba mal.
La voz de Julie se elevó ahora, y definitivamente no estaba feliz.

Mitchell se dirigió hacia las mujeres que discutían, pero Colin lo agarró
del brazo. “Oye, amigo, ¿leíste el periódico hoy? ¿El Tribune?”
Mitchell negó con la cabeza confundido. “No he tenido la oportunidad de

leer el periódico y leo el Times. ¿A quién le importa?"
Colin ahora parecía vagamente enfermo. "Es posible que desees echar un
vistazo".
"¿Quieres que lea el periódico ahora?" Mitchell preguntó con

incredulidad.
"Si. Ahora. Solo debes saber que Kelli no quiso hacer daño. Bueno, no a ti
".
"¿Quién es Kelli?" Preguntó Mitchell, ahora completamente confundido.
"Mi novia. Ella y Julie trabajan juntas ".

Capítulo dieciséis
Julie golpeó la puerta principal de la casa de piedra rojiza de Kelli, sin
importarle a quién diablos se despertaba. Grace le había sugerido a Julie
que caminara unas pocas cuadras hasta Kelli en un esfuerzo por enfriar
su temperamento.
No había funcionado.
Demonios, Kelli podría haber vivido en Vermont y la caminata no

habría sido lo suficientemente larga para que Julie se enfriara.
Deliberadamente puso un dedo sobre la mirilla para que Kelli no pudiera

taparla. Kelli había pintado la puerta desde la última vez que Julie la
vio. Solía ser una bonita madera oscura clásica. Ahora era de un
amarillo mostaza brillante y molesto. Pegajoso. Como Kelli.
Aparte de eso, todo parecía igual que la primera y única vez que Julie
había estado aquí antes, para la fiesta de cumpleaños de Kelli hace
mucho tiempo. Cuando habían sido amigas de todo tipo. Antes de que
Kelli decidiera que odiaba las entrañas de Julie y la apuñalaba por la
espalda.
Antes de que Kelli la hubiera vendido al maldito Allen Carsons.
La puerta finalmente se abrió y Julie respiró hondo. Como de costumbre,

Kelli estaba perfectamente maquillada, ni un mechón de cabello rubio
liso fuera de lugar. Su falda blanca y su gemelo amarillo ranúnculo eran
dulces e inocentes. Qué completa tontería.
Se miraron sin decir palabra antes de que Kelli se hiciera a un lado para
permitir que Julie entrara a su casa.
"¿Estás sola?" Preguntó Julie.
Kelli levantó un hombro. "Lo suficientemente sola".
Se enfrentaron en la entrada, casi rodeándose como un par de gatos

salvajes.
"¿Lo has hecho?" Preguntó Julie.
Para su crédito, Kelli no se hizo la tonta. Ella sonrió y se encogió de

hombros como si dijera: Oopsie.
"Lo hiciste", dijo Julie, en respuesta a la silenciosa admisión de Kelli. “Me

vendiste. No, vendiste a Stiletto ".
Kelli puso los ojos en blanco digno de un preadolescente engreído. “Oh,

vamos, Julie. Incluso no puedes pensar que eres tan importante como
para que toda la revista se viera afectada porque su columnista de chica
dorada tiene la moral de un mono ".
Julie contuvo el aliento ante eso.
No porque lo que venia de Kelli doliera.
Pero porque era verdad.
Las acciones de Julie habían sido menos honradas. Demonios, se habían

estado alimentando desde el fondo. En muchos sentidos, no era mejor que
Kelli, o incluso que Allen, y debería tener que pagar el precio por lo que
había hecho.
Pero no de esta manera. No con todos los lectores del New York Tribune
en su mayor error.
"¿Sabe Camille que fuiste tú?"
"No", dijo Kelli con una sonrisa de suficiencia. "Y si le dices, no puedes
probar que fui yo".
Julie le dio a Kelli una mirada mordaz. "Cariño, si fuera a venderte por
ser una perra, lo habría hecho cuando robaste mis notas de la historia
después de encontrarte jodiendo a mi novio encima de ellas".
Ambos se congelaron ante el inesperado ataque verbal.
Era la primera vez que Julie hacía referencia a lo que sucedió entre ellas,
e incluso mientras la acusación flotaba en el aire como una toxina
silenciosa, Julie sintió la más mínima sensación de alivio al sacarlo a la
luz. Había estado enconado durante demasiado tiempo. Algunas
personas simplemente no valían la pena el esfuerzo de enfadarse. Julie se
estaba dando cuenta de que Kelli era una de ellas.
"Tampoco puedes probar eso", dijo Kelli. Pero su voz se había debilitado.
Derrotado. Quizás incluso culpable.
“Sabes, siempre pensé que ese nivel de puñaladas por la espalda

maliciosas solo existía en los villanos de las películas. Y luego te conocí.
Éramos amigas, Kelli. ¿Cual es tu problema conmigo?" Preguntó Julie, el
desconcierto apagando algo de su ira.
"Por favor", dijo Kelli con un olfateo remilgado mientras estudiaba los
brazaletes de oro de moda en su muñeca. “Nunca fuimos amigas. Yo era
simplemente tu proyecto favorito. Alguien a quien ibas a preparar para
que fuera como tú para que pudieras expandir tu pequeño círculo de
influencia ".
Julie negó con la cabeza en señal de protesta. “Quería ayudarte. Yo te

enseñé, claro, pero lo hice por amistad, no como un impulso de ego para
autogratificarme".
Pero las palabras de Kelli habían plantado una pequeña semilla de

duda.
¿No se había sentido tan orgullosa Julie cada vez que Kelli había
recibido elogios en una reunión de personal?
¿No se había sentido emocionada cada vez que Kelli había escrito un
artículo particularmente bueno? ¿Ese orgullo había sido por el bien de
Kelli?
¿O por el suyo?
“Está bien, entonces ¿por qué no me hablas de ello o mantienes las

distancias? ¿Por qué tienes que ir a todas las chicas malas? ¿Y Justin?
¿Era realmente necesario?”
Kelli tuvo la gracia de sonrojarse. “Justin era. . . un error. Había venido a

buscarte ese día después del trabajo, y parecía un poco coqueto, y eso es
justo. . . sucedió."
Fue una excusa patética. Julie no toleraba a los tramposos, sin importar
quién hubiera iniciado. Pero Justin no le había importado a Julie en ese
entonces, y ciertamente no le importaba ahora. Solo otro playboy que
pasa por su vida. También acababa de pasar por la vagina de Kelli en
el camino.
“¿Y las notas de la historia? ¿Supongo que también fue idea de Justin?
Kelli comenzó a verse inquieta. “Eso tampoco fue planeado. Es solo que
entraste y nos atrapaste, y parecías tan condenadamente engreída y
justa en todo el asunto. Pero lo que realmente me sorprendió fue lo
incrédula que eras. Como si no pudieras creer que alguien me preferiría a
ti. Y recogí tus notas de la historia para entregártelas, pero te quedaste
sin nada y yo solo ... "
Julie levantó una mano. “Está bien, lo entiendo. Odiaste mis tripas y la
oportunidad se te cayó en el regazo. Pero, ¿qué pasa con esto? Julie sacó
el periódico de su bolso y lo agitó en la cara de Kelli. “¿Qué posible
excusa hay? Me delataste por completo. Destruiste mi historia ".
Destruiste mi vida. Pero ella no le daría a Kelli-con-una-i ese tipo de

satisfacción.
“¿Y a Allen Carsons de todas las personas? ¿Tienes idea de lo que hará
Camille si se entera?”
"Me despedirán", dijo Kelli, mordiéndose el labio.
Julie resopló. “Ésa será la menor de tus preocupaciones. Tu nombre se

incluirá en la lista negra de esta ciudad. ¿Qué podría valer la pena el
riesgo? "
Kelli abrió la boca. La cerró de nuevo.
Y luego, para gran sorpresa de Julie, la mujer más joven se echó a llorar
rápidamente. “Sé que no debería haberlo hecho. Yo solo . . . realmente
deberías haber renunciado a la historia, Julie. No estabas calificada. Yo
estaba. Si te hubieras centrado en la revista en lugar de en ti misma. . . "
"Lo sé", dijo Julie, su voz se redujo a un susurro. "Tienes razón."
Kelli dejó de llorar abruptamente, con la boca abierta. "¿En serio? Usted
está de acuerdo."
"Sí, estoy de acuerdo", espetó Julie. "Y hasta esta pequeña bomba en el
Tribune, estaba planeando decirle a Camille que la historia era tuya".
Kelli contuvo el aliento. "¿Estabas?"

"Sí. Lo estaba —gruñó Julie, metiendo el papel en su bolso. Pero, mira, he
cambiado de opinión. No escribiré sobre Mitchell. Es demasiado
importante para mi. Pero me quedaré con mi artículo. No sé de qué
diablos escribiré, pero inventaré algo ".
"Lo estás haciendo solo para fastidiarme".
La ira de Julie se disparó. “¡Gracias a ti, toda la ciudad piensa que soy
una puta sin alma! ¿Tienes idea de lo que dirá Mitchell cuando se
entere?”
Lo perderé.
La expresión de Kelli se volvió desagradable. Bien . . . más desagradable.

"Sabes", dijo ella, con un falso y pensativo golpeteo de un dedo contra sus
labios, "de alguna manera no creo que a él le importe de una forma u
otra".
Ignorala. Ella está tratando de meterse debajo de tu piel. Pero era como si
Kelli tuviera su dedo flaco en el pulso de las inseguridades de Julie.
Entonces ella mordió el anzuelo.
"¿Por qué no le importaría?" preguntó ella con cuidado. "Ni siquiera lo

conoces".
Kelli sonrió lentamente. “No personalmente, no. Pero conozco amigos

suyos ".
"¿Y?" Julie no quería nada más que abofetear la sonrisa de suficiencia de

la cara de Kelli, pero primero tenía que saberlo.
"Ya veremos", dijo Kelli, acercándose medio paso. “¿Conoces la segunda

parte a la que el Sr. Carsons hizo referencia en su artículo? Esa también
fue mi primicia".
Julie recordó las palabras del periódico: su presa tenía sus propias y
nefastas razones para dejarse caer en su falsa telaraña.
"¿De qué estás hablando?" Dijo Julie, odiando que su voz se hubiera
vuelto temblorosa.
Kelli la miró con simpatía. “¿No lo sabías? Cariño, resulta que en el

mismo momento en que estabas tramando un plan para engañar al
hombre, él estaba apostando a que podría tener una aventura contigo. Él
y mi novio hicieron una apuesta a que Mitchell no podría tener un
revolcón a corto plazo coqueto y sin sentido con el juguete de niña
favorito de Manhattan ".
"No", susurró Julie.
Pero la palabra no detuvo el aluvión de imágenes mentales. La primera

cita, cuando no se había molestado en invitarla a salir ni un segundo. El
desapego emocional. La resistencia a la noche de cine. Incluso la obsesión
por el béisbol encajaba perfectamente.
"Sí", dijo Kelli, comprobando sus uñas. “Él ni siquiera estuvo de acuerdo al
principio porque no eras su tipo. Pero luego decidió joderte por entradas
para los Yankees ".
"Estás mintiendo."
"En realidad, no lo hace".
Julie se congeló en estado de shock por la voz familiar. Kelli, notó, no

parecía sorprendida en lo más mínimo.
No puede ser.
Ella se dio vuelta.
Era.
Pero, ¿por qué estaba Mitchell en la casa de Kelli? Sus ojos se posaron en
el chico de la fraternidad que estaba a su lado y las piezas encajaron en
su lugar.
El chico de cabello castaño corto era el novio de Kelli. El que le había

propuesto la apuesta a Mitchell. Una apuesta que Mitchell había
aceptado.
¿Y por qué estaba Mitchell aquí hoy? ¿Para cobrar la apuesta?
Sus ojos buscaron su rostro, rogándole en silencio que lo negara todo. Pero
sus ojos estaban helados, no delataban nada.
"¿Mitchell?" preguntó, con la voz quebrada.
Muy lentamente, levantó el brazo y los ojos de Julie se posaron en su

mano izquierda.
Dónde estaba celebrando el New York Tribune.

Capítulo diecisiete
Julie no podía apartar los ojos del papel. Llegó demasiado tarde.
Sintiendo como si su corazón fuera a explotar, se obligó a mirarlo a los

ojos. Ella estaba preparada para su ira. Preparada para su dolor. Pero lo
que vio fue mucho peor. Ira que podría haber desactivado; dolor que ella
podría haber calmado. En cambio, estaba completamente desprovisto de
emoción, mostrando nada más que una indiferencia fría como una
piedra.
Él había terminado con ella.
Julie escuchó un pequeño gemido y se dio cuenta de que había salido de

su propia garganta. "Lo leiste", dijo innecesariamente.
"Sí, Julie, lo leí". Su voz era peligrosamente suave.
"Mitchell ..."
"¡Me usaste para una maldita historia!"
Apretó los labios, obligándose a no caer de rodillas y suplicar. "Me usaste

para una apuesta", dijo en voz baja. "¿No podemos ..."
"No es lo mismo", dijo con una mirada de disgusto.
El arrogante desprecio en su tono encendió algo peligroso en la boca del

estómago. Kelli y su novio detrás de los ojos desaparecieron por completo
de la vista mientras se concentraba en lo único que importaba.
Mitchell.
Julie se acercó, tratando de mantener la voz tranquila. “Espera un

segundo, Wall Street. Yo diría que ambos nos hicimos un número el uno
al otro. Lamento lo que hice, lo siento mucho, pero ¿cómo es mi ofensa
peor que la tuya?”
Parecía incrédulo. "¡Nadie se habría enterado de mi estúpida apuesta!"
El novio de Kelli hizo un ruido nervioso y Mitchell lo fulminó con la

mirada. "Casi nadie. ¡Pero tu pequeño juego habría salpicado en los
quioscos de todo el país! "
"¿Entonces está bien jugar con el corazón de alguien si la audiencia es

pequeña, pero no está bien si es de conocimiento público?"
“Es un poco más que de conocimiento público, Julie. Stiletto es la revista

femenina más grande del país, como me lo has recordado media docena
de veces”.
"Bueno, no habría usado tu nombre", dijo, exasperada por su drama.
Fue incorrecto decirlo. Y difícilmente el punto. Pero estaba siendo tan

malditamente santurrón y poderoso que simplemente se le escapó.
“¿Es eso lo que te has estado diciendo a ti misma mientras te duermes a

mi lado todas las noches? ¿Que cambiarías mi nombre y todo estaría
bien?”
“Por supuesto que no, pero Mitchell, ¿no podemos simplemente hablar de
esto? ¿Quizás solo?”
“En lo que a mí respecta, no hay mucho de qué hablar. Estás a dos pasos
de una prostituta, excepto que en lugar de dinero en la cómoda, quieres
la fama de una revista, y en lugar de servir sexo, ofreces pequeñas
sonrisas insípidas. Oh, no, espera, también sirves sexo ".
Los brazos de Julie se envolvieron alrededor de su cintura como si le

hubiera dado un puñetazo en el estómago. Sabía que esta confrontación
dolería, pero no se lo esperaba. No esperaba crueldad. Su mandíbula se
contrajo como si se arrepintiera, pero no se retractó de sus palabras.
Tampoco se había perdido de que había sido la única hasta ahora en

entregar algo parecido a una disculpa. Ella se aferró a su ira como una
forma de evitar el dolor y se acercó un poco más, sus ojos clavados en los
de él.
"Nunca tuviste la intención de dejarme ser tu novia, ¿verdad?" ella
preguntó. "Solo querías llevarme a la cama, tal vez reírte un poco, solo
para poder descartarme a tiempo para ver tus malditos partidos de
béisbol".
Mitchell soltó un bufido burlón. "Como si te importara si te considero mi

novia o no".
"Me importaba".
"¡Claro, para que puedas alcanzar tu conteo de palabras!"
Ella se estremeció. "No fue así".

"¿Si?" preguntó en voz baja, peligrosamente. “¿Cómo fue, cariño? ¿Ibas a

llevar por las pelotas al pobre y aburrido corredor de Wall Street hasta
que pudieras volver a los tragos de vodka de piña con tu colección de
aspirantes a actores?”
"¡Al menos esos aspirantes a actores quieren algo más de su vida que el
béisbol!" ella gritó.
Por primera vez, algo caliente y culpable cruzó por su rostro, y Julie se
centró en ello. “Esto ni siquiera se trató de béisbol, ¿verdad? Todo esto se
reduce a una ridícula sensación de orgullo masculino. Evelyn mantuvo
tus pelotas encerradas en su joyero, y pensaste que podrías recuperarlas
metiéndome en la cama, solo para empujarme de nuevo cuando te
aburriste ".
Mitchell se levantó un hombro y volvió a colocar la máscara aburrida.

“Viniste de buena gana. Juego de palabras intencionado ".
"Eres repugnante." Julie estaba casi siseando ahora, preguntándose cómo

podría haberse preocupado por este hombre frío. Preguntándose cómo
pudo haber pensado que él se preocupaba por ella.
Dio medio paso más cerca. “Adelante, nena, ponte de pie, porque escribir
una columna en una revista sobre lápiz labial y mamadas es una causa
moral. Estás a la altura de la Cruz Roja y el cáncer corre ".
"¡No iba a escribir la historia!" ella explotó.
Él parpadeó, y por un momento ella creyó ver algo crudo en sus ojos azul
marino, pero las contraventanas se cerraron con la misma rapidez y él
reanudó su mirada insolente. "¿No? ¿Y cuando decidiste eso? ¿Justo
después de que nuestro amigo Allen te expusiera?”
Quería decirle que lo había decidido antes de que nada de esa mierda
golpeara el ventilador. Pero no se merecía ese conocimiento. Ahora no.
"Al menos tenía intenciones de cancelarlo", dijo en su lugar. "¿Qué

estabas haciendo hablando con tu amigo aquí, coleccionando?"
El novio de Kelli dio un paso adelante, luciendo serio pero nervioso como
el infierno. "Realmente-"
"Cállate, Colin", dijo Mitchell con frialdad.
"¿Alguna vez planeaste contarme sobre la apuesta?" ella presionó. "¿O

simplemente lo ibas a barrer debajo de la alfombra?"
Su silencio fue respuesta suficiente, y sintió que el cuchillo se hundía un

poco más. “Jesús, Mitchell. Al menos iba a confesarme ".
"Sí, después de que obtuviste lo que querías". Sus brazos se cruzaron sobre
su pecho, haciéndolo parecer completamente cerrado. Completamente
inalcanzable.
"Nunca quise lastimarte, Mitchell", dijo, algo de la pelea se fue fuera de

ella.
"No te preocupes. No lo hiciste ".
Traducción: No le importabas lo suficiente como para ser herido. No se

dejaría preocupar lo suficiente.
Levantó las manos con impotencia antes de dejarlas caer a su lado. "¿Eso
es todo? ¿Hemos terminado? ¿Así?"
"Se podría argumentar que nunca empezamos".
"Pero lo hicimos", dijo. De acuerdo, estaba a punto de suplicar, pero

maldita sea, sabía que valía la pena luchar por cualquier cosa por la que
tuvieran. Sabía que no todo se trataba de la apuesta. Quizás al principio,
pero no anoche. Y no esta mañana. Eso había sido real.
"Cariño, solo estaba viendo hasta dónde podía llevarte".
Mentiroso.
"Pero te amo", se atragantó, permitiendo que todo su orgullo se

acumulara a sus pies mientras se desnudaba.
Los hoyuelos de Mitchell brillaron cuando una mano suave se acercó

para acariciarle el pómulo con un dedo antes de inclinarse más cerca.
“Bien hecho, Jules. Ese es un gran toque para tu historia ".
Sin mirar atrás, salió por la puerta.
Las rodillas de Julie se doblaron y se hundió en el suelo, con la barbilla

hundida en el pecho mientras se agarraba el estómago, como si si
pudiera mantenerse unida lo suficiente, el dolor se detendría.
Pero el dolor no cesaba. Simplemente siguió creciendo y creciendo hasta

que sintió que se la tragaría. E incluso cuando su orgullo exigía que se
levantara del suelo del vestíbulo de Kelli Kearns, se le escapó un pequeño
sollozo seco.
Luego un segundo y un tercero.
Una suave mano femenina se posó en su brazo, y Julie miró a la cara de

Kelli, que parecía casi tan devastada como Julie se sentía. Kelli susurró:
"Lo siento", y luego Julie comenzó a llorar de verdad, grandes y
desgarradores sollozos que sentían que nunca terminarían.
Porque nada decía que las cosas habían terminado como que tu peor
enemiga sintiera pena por ti.
Y cuando Kelli se agachó a su lado, dejando que Julie sollozara en su

hombro, Julie supo que las cosas estaban peor que terminado.
Estaban total e irrevocablemente desesperados.

Capítulo dieciocho
Julie no quiso hablar de eso.
No a Grace.
No a Riley.
No a las decenas de amigos y conocidos que habían estado llamando sin

parar con una morbosa combinación de curiosidad y simpatía. Grace
incluso había llegado al extremo de comunicarse con la tía y el tío de
Julie para informarles lo que estaba pasando, y habían telefoneado, pero
Julie también había esquivado esas llamadas.
Y ciertamente no le había dado la hora del día al puñado de reporteros

que ansiaban su versión de la historia.
Porque su versión de la historia no estaba a la venta. Nunca más.
Aún así, el intento de Julie de evitar el problema no había impedido que

las páginas de sociedad arruinaran todo el sórdido asunto. Para empeorar
las cosas, estaba la forma en que los tabloides habían embellecido todo el
asunto.
En lugar de pintar a Julie como una vagabunda sin corazón, habían

desenterrado todas las imágenes que pudieron encontrar de una Julie
sonriente con vestidos de cóctel de diseñador, tacones de aguja y labios
brillantes. Estas fotografías se colocaron junto a fotografías de un Mitchell
serio con trajes discretos de camino al trabajo.
Debería haber estado complacida con el giro. No fue un caso en el que la

devoradora de hombres aplastaba al novio agraviado. Era la chica
fiestera favorita de Manhattan burlando a un fiasco de Wall Street.
En cambio, se sintió como una mierda.
La versión de Mitchell de la historia nunca llegó a publicarse. Julie se

había negado a mirar el Tribune el día después del enfrentamiento entre
ella y Mitchell, pero Julie y Grace le habían dicho que la segunda parte
de Allen Carsons nunca se había publicado. Julie supuso que Mitchell
había amenazado con una demanda por difamación, pero no estaba
segura. Realmente no le importaba.
Sin embargo, a pesar del drama en curso, Julie se había negado a decir
una palabra al respecto. No se lo había confiado a Grace. No le había
quejado a Riley. No se lo había dicho a su familia, no había comprado

un diario, no había balbuceado con extraños en el metro.
No había llamado a Mitchell.
Pero había una persona que no iba a aceptar el silencio de Julie sobre el
asunto por mucho más tiempo.
Camille.
Su jefa había organizado una reunión individual y no había ocultado la

agenda. El resumen de la historia de agosto debía entregarse el lunes.
Julie no había entregado ni siquiera una nota adhesiva.
Era hora de ponerse de pie.
Con una mirada ansiosa a su reloj, Julie agarró su cuaderno y se preparó

para el inevitable interrogatorio. Se dirigió a la oficina de Camille, sin
apenas darse cuenta de que nadie la llamaba. Los compañeros de trabajo
que alguna vez habían exigido su compañía evitaron el contacto visual.
La risa y la charla se convirtieron en fingida concentración en sus
monitores mientras ella pasaba.
Ella no los culpó. Se sentía aburrida, apática e irritable. Y mientras una

parte de ella anhelaba fijar una sonrisa en su rostro y fingir su brillo, la
otra parte de ella estaba cansada de montar el espectáculo.
Sentía que no le quedaba ni un solo brillo genuino.
Camille estaba hablando por teléfono cuando Julie llamó a la puerta,

pero le hizo un gesto con la mano con impaciencia.
Julie se sentó y esperó, y por primera vez en semanas, sintió ganas de

reírse del increíblemente horrible círculo completo que acababa de
completar. Hace apenas un par de meses se había sentado en esta misma
oficina, en esta misma silla, en la cima del mundo, tan malditamente
segura de su vida.
¡Oh, cómo han caído los valientes!
"Lo siento", murmuró Camille, colgando su teléfono.
Julie esbozó una pálida sonrisa y esperó a que comenzara el

interrogatorio.
¿Dónde están tus notas?

¿Cómo va la historia?
Sera algo bueno?
"Kelli renunció", dijo Camille. "Y buen viaje, ¿eh?"
¡Vaya! Julie se sentó un poco más erguida. No había visto a Kelli en toda
la semana, pero se había imaginado que estaba jugando enferma hasta
que pasó lo peor de la tormenta.
"¿Oh? ¿Dijo ella por qué?” Stiletto lo había sido todo para Kelli. No podía
imaginar que lo dejaría intencionalmente.
Camille arqueó una ceja. "Digamos que se animó encarecidamente su

dimisión".
¡Ah! "¿Supiste?"
“¿Que nos vendió? Si. No es que haya mostrado integridad y haya

confesado. Pero Allen no podía esperar para hacerme saber que uno de
los míos era responsable de esa basura que escribió ".
Julie miró más de cerca a Camille y notó los círculos oscuros debajo de sus
ojos, las astillas en sus uñas y el cabello que estaba un poco menos
brillante de lo habitual. Lo más revelador de todo es que sus labios
estaban completamente desprovistos de lápiz labial rojo y se había
olvidado de dibujar en las cejas. Como resultado, se veía. . . humana.
Al parecer, Julie no había sido la única que estaba haciendo penitencia

por el trabajo de novia encubierta de Stiletto.
“Lamento que la historia se haya difundido de esa manera. No ha sido

precisamente una publicidad halagadora para la revista ”, murmuró
Julie.
Camille rechazó esto con un gesto. "¿Estás bromeando? Mi teléfono ha
estado sonando sin parar. No me sorprendería que este número sea uno
de los más vendidos de todos los tiempos. De manera típica, Allen, miope
y torpe, no tenía el cerebro para entender que en nuestro mundo,
cualquier publicidad es invaluable. Su estúpido intento de sabotaje
estalló en su rostro hinchado ".
"Bueno, me alegro", dijo Julie, en serio. No quería que Stiletto sufriera por
encima de todo lo demás.
"Sin embargo, el estúpido truco de Allen te lastimó", dijo Camille, su voz

se suavizó.
Julie rápidamente bajó la mirada a su cuaderno. No había derramado

una lágrima desde que Mitchell se había marchado, pero la simpatía de
la siempre crujiente Camille podría ser más de lo que podía soportar.
La mujer mayor dejó escapar un suspiro. “Ya sabes, Julie. . . No soy una
mujer blanda ".
Naaah, pensó Julie con sarcasmo.
“Pero siempre me gustaste. Quizás te favorecí. Pensé en ti como una hija ".
Julie parpadeó sorprendida. Esto era nuevo. Y un poco aterrador.
"No una hija biológica, por supuesto". Camille se estremeció literalmente.

"Nunca haría nada tan vulgar como someterme a estrías y esa horrible
lactancia, por supuesto".
"Por supuesto", acordó Julie.
"Me veo en ti", continuó Camille. "Me encanta tu coraje, tu impulso, tu

humor".
"Gracias." ¿A dónde diablos va esto?
“Pero la verdad es, Julie, que te he hecho un flaco favor a lo largo de los
años. Te dejé crear un nicho muy efectivo para ti en tu vida profesional,
en detrimento de tu vida personal ”.
Julie intentó seguirla. "No entiendo."
Camille suspiró y jugueteó con el mouse de su computadora, claramente

fuera de su elemento. “Bueno, tomemos tu reputación como la chica de la
primera cita. Lo has cultivado. Lo he cultivado. Y ha sido muy eficaz.
Esta ciudad te ama, los hombres te adoran, las mujeres quieren ser tú.
Pero siempre lo has sido. . . sola."
Ay. Espere un segundo, jefe. Déjame quitarme el bazo y dejarte apuñalar

eso también.
La mano de Julie subió para jugar con su collar, casi como si pudiera
proteger sus vulnerabilidades de las observaciones demasiado astutas de
Camille.
Entonces la realización amaneció. “Por eso me asignaste esta historia.

Normalmente, solo asignas temas a los niños nuevos, pero me ordenaste
que escribiera este ".
Camille asintió. “Pensé que sería bueno para ti. Quería que te permitieras
abrirte. Conectar con un hombre en un nivel más significativo ".
Julie no sabía si estaba conmovida o completamente consternada.

“Camille”, comenzó con cuidado, “es cierto que siempre he sido un poco. . .
superficial cuando se trata de relaciones. Pero esa ha sido mi propia
elección. No por mi papel en la revista. Moldeé mis historias para que se
ajustaran a lo que era, no al revés ".
Camille frunció los labios. “Probablemente parezca así. Pero empezaste a

escribir cuando tenías veintidós años, muy temprano en tu desarrollo
profesional y personal. Creo que los dos se moldearon el uno al otro. Y
mientras escribieras sobre las cosas fáciles en las relaciones, eso es todo lo
que ibas a experimentar ".
"Realmente desearía que no hubieras interferido", susurró Julie.
“Lo sé ahora. Quería que experimentaras algo significativo. Algo real.

Pero esto .. " Hizo un gesto con la mano sobre Julie con consternación. "Tu
atuendo choca, tus raíces se ven, tus cejas son un desastre"
"Dios, las revelaciones útiles siguen llegando".
“Mi punto es que no debería haber metido mi nariz cosméticamente

mejorada en tu negocio. Solo quería que tuvieras la oportunidad de tener
una relación real. Quizás incluso una oportunidad en el amor. En
cambio, te entregué un corazón roto ".
Julie no se molestó en negarlo. "No podrías haber sabido cómo resultaría".
“No, pero debería haber puesto mi pie en el suelo cuando me enteré de tu

tonto plan para construir una relación. Ese no era mi objetivo en
absoluto. Pero entonces Kelli estaba enojada, y yo estaba atrapada entre
darle un golpe a la revista y dejar que sufriera un golpe más personal al
que usurparan su posición. Debería haber elegido de otra manera ".
“Fue mi decisión. Era la equivocada, claramente. Pero tuve que hacerlo

yo misma".
Aunque me cueste todo.
Camille asintió, pero su expresión seguía preocupada. “¿Entonces todavía

planeas escribir la historia? Porque lo entenderé si no quieres ".
Julie no lo había visto venir. Ella había estado planeando escribir el

artículo. No tenía la energía para pensar en una nueva idea, y la ciudad
prácticamente estaba ansiosa por ella. Y no era como si tuviera algo que
perder en este momento.
Pero el intento de Camille de ser madre fue inesperado. ¿Y saber que

Camille estaba dispuesta a sacrificar las ventas de revistas por el
bienestar de sus empleados? Inaudito.
Julie eligió sus palabras con cuidado. “Acaba de decir que la publicidad
del artículo de Allen haría de este uno de nuestros números más
vendidos. Necesito escribirlo. Sin mi artículo, la gente se cabreará ".
"Así que que se enojen", dijo Camille encogiéndose de hombros con

indiferencia. "Ninguna revista vale un corazón".
Julie tragó. "Creo que es un poco tarde para eso".
Camille se inclinó hacia adelante. “¿Así que te importaba? Sobre él,

quiero decir".
"Mucho."
"Entonces escribe sobre eso".
Julie resistió el impulso de frotarse las sienes. Esta conversación se estaba

volviendo agotadora. "Pensé que me acababas de decir que no debería".
“No me refiero a escribir sobre esa idea abstracta que se nos ocurrió hace
dos meses. Me refiero a escribir sobre lo que aprendiste. Escribe sobre tu
angustia. Escribe sobre él ".
Julie exhaló lentamente por la nariz. “Camille, con el debido respeto,

escribiré lo que dije que escribiría porque soy una profesional. Escribiré
sobre la sutil diferencia entre tener citas y estar con alguien. Incluso
agregaré algunas de mis propias observaciones. Pero no voy a contarle
mis entrañas a los extraños. Tú eres la que me dijo que Stiletto no es un
diario. Por favor, no me pidas que lo convierta en uno ".
Camille esbozó una pequeña sonrisa. “Un buen discurso, Julie. Y puedo
decirte que lo dices en serio. Pero en algún lugar en medio de este choque
de trenes, sin querer te tocaste con algo que no cubrimos con suficiente
frecuencia en Stiletto ".
"¿Qué es eso? ¿Manipulación y periodismo travieso?”
Esta vez, Camille soltó una carcajada. "No. Si quisiera todo eso, le pediría
a Kelli que escribiera un artículo de despedida. Pero me refiero a tu dolor
de corazón. Como revista, nunca hemos rendido homenaje a una parte

inevitable de muchas relaciones: la ruptura ".
Julie abrió la boca para protestar, pero en cambio, dejó que la verdad de
la observación de Camille la recorriera.
Su jefa tenía razón.
El departamento de citas, amor y sexo rara vez se ocupaba de los

problemas. Claro, hablaron sobre cómo arreglar las disputas, cómo
obtener el apalancamiento correcto en la posición de vaquera inversa y
si los hombres prefieren que las mujeres usen brillo de labios o lápiz
labial. Pero no se hicieron cargo de las cosas difíciles.
No tocaron el final de las relaciones. Después de pasar por uno, Julie

entendió por qué.
"Escribir sobre esto podría ayudarte", dijo Camille pensativa. “Entiendo

que es incómodamente personal, pero podrías omitir nombres y, por
supuesto, guardarte los momentos más sagrados para ti. Pero otras
mujeres están sufriendo por las rupturas. Escribe esta historia para ellas ".
Julie abrió su cuaderno sin darse cuenta y se golpeó la rodilla con el

bolígrafo pensativamente. “Un artículo de ruptura. Yo podría hacer eso ".
Camille sonrió con tristeza. "Sí tu puedes. Odio que puedas ".
Julie cerró el libro sin escribir una sola nota. Necesitaba pensar.
¿Realmente podría hacer esto?
Si. Ella podría y debería. Quería decir la verdad. Y la verdad sobre lo

que había sucedido entre ella y Mitchell, la verdad real, no se refería a
la fachada bajo la que había comenzado. Se trataba de lo que pasó
después de todo eso. Sobre el lento y desconcertante proceso de
enamoramiento, y los momentos desgarradores en los que ese amor fue
arrebatado.
Julie asintió con la cabeza a Camille y le prometió que le entregarían las

notas al final del día de mañana.
Con cada paso de regreso a su oficina, sintió que su bloqueo de escritor

comenzaba a levantarse. Julie podría escribir esta historia. Se lo debía a sí
misma. Se lo debía a sus lectores.
Y, sobre todo, se lo debía a Mitchell.

Capítulo diecinueve
"Señor. Forbes, lamento molestarlo, pero hay una mujer aquí para verlo ".
Mitchell casi se rió por el teléfono. Érase una vez, una mujer que quería
verlo había sido algo bueno. Pero eso fue antes de que su casa fuera
invadida por una rompecorazones manipuladora, escaladora social y un
grupo interminable de periodistas entrometidos.
"Líbrate de ella, Christian", dijo Mitchell al portero de su edificio. "No

espero a nadie".
"Pero ella dice que lo conoce, señor."
Mitchell se metió el pulgar y el índice en las cuencas de los ojos,

exasperado. “Estoy seguro de que ella dijo eso. Pero también lo han hecho
una docena de otras mujeres que han estado aquí queriendo una
exclusiva ".
La voz de Christian se redujo a un susurro. “No creo que este sea una
reportera. Ella es más tranquila, ¿sabes?”
Mitchell enarcó una ceja. No podría ser Julie. No había nada tranquilo
en ella.
La curiosidad se apoderó de él. "¿Cual es su nombre?"
“Grace Brighton. ¿Dice que trabaja con su exnovio?”
Eso hizo que Mitchell se detuviera. ¿Ex novio? La relación de Greg y

Grace es anterior a los teléfonos móviles. ¿Habían terminado?
Y se dio cuenta de que Grace no había mencionado su otra conexión.

Julie.
¿Qué diablos estaba haciendo ella aquí? Solo habían tenido una
pequeña charla. Y dudaba mucho que Julie hubiera enviado a alguien
para defender su caso. Habían pasado casi tres semanas y no había
sabido nada de ella. Ni un mensaje de texto, ni un correo electrónico, ni
una llamada perdida.
Habían terminado.
Exactamente lo que quería.

Y todavía . . .
“Oh, qué diablos. Envíala arriba ".
Mitchell tiró de su corbata y la arrojó sobre el respaldo del taburete de la

barra mientras tomaba una cerveza de la nevera. Había sido su triste
rutina durante la semana pasada: despertarse, correr, trabajar, volver a
casa, trabajar un poco más, tal vez ver un juego que ya no le importaba.
El estaba aburrido. Y tal vez un poco herido. Lavó esa última emoción
con un trago de cerveza.
Nunca se había considerado a sí mismo como alguien que necesitara una

mujer. Demonios, cuando él y Evelyn estaban juntos, esas raras noches de
"solos" habían sido preciosas. Pero con Julie. . . con Julie había sido
diferente. Llamarla después del trabajo para tomar una copa de vino o
una cerveza había sido una segunda naturaleza. Ver una película con
sus piernas colgando de su regazo había sido relajante. Mierda, incluso la
comida para llevar sabía mejor cuando habían comido juntos.
Y probablemente garabateaba notas sobre eso cada vez que te ibas a

orinar.
Pensar que en realidad había estado soñando despierto sobre qué estilo
de anillo le quedaría mejor. La idea de su propia ingenuidad tonta le
ponía enfermo.
Hubo un educado golpe en la puerta y Mitchell la abrió de un tirón con

más fuerza de la necesaria. Si Grace hubiera venido a defender el caso de
su tramposa amiga, él le haría saber exactamente dónde podía meter su
preciosa revista.
Su ira farisaica se desvaneció levemente al ver a Grace. "¿Estás bien?"

La pregunta se derramó de sus labios mientras la empujaba hacia
adentro. Nunca había visto a Grace Brighton lucir otra cosa que no
estuviera perfectamente arreglada. Pero esta Grace parecía que había
estado hurgando en busca de restos de perritos calientes en los botes de
basura de Central Park.
"Lo sé", dijo, pasando una mano por el cabello que no había visto
champú en días. "Me veo como el infierno".
Bastante. “No, solo no te pareces. . . no a ti misma".
Su sonrisa probablemente tenía la intención de tranquilizarlo, pero la

mueca solo la hizo lucir más como el Joker. "¿Tienes más de esas?"
preguntó, señalando con la barbilla la botella de cerveza que tenía en la

mano.
Dudó por un momento, pero luego se dio cuenta de que no podía

exactamente echarla en su condición actual. Y un poco de compañía no
lo mataría. No había hablado con nadie excepto con sus colegas en las
últimas dos semanas, y desde luego solo había sido sobre bonos y dinero.
Colin había estado dando vueltas nerviosamente a su alrededor como un

perro azotado, dejando siempre bocadillos gourmet y cafés de lujo como
ofrendas de paz. No era un mal tipo, solo uno increíblemente estúpido,
con un gusto miserable para las mujeres.
Aún así, el hecho de que había dejado a Kelli después de enterarse de

que ella había vendido su charla sobre la almohada con Allen Carsons
hablaba muy bien de él. Y Colin había movido los hilos necesarios en el
Tribune para que mataran la segunda parte de la ridícula historia de
Carsons antes de su publicación.
Con todo, Colin se perfilaba para ser un mejor amigo de lo que Mitchell
hubiera imaginado.
Sin embargo, eso no significaba que Mitchell iba a poner fin a los cafés y
almuerzos gratis.
Mitchell tomó una cerveza de la nevera, abrió la tapa y se la entregó a

Grace. Ella tomó un buen trago. Y luego otro. Luego otro.
Dejó escapar un mínimo de eructos antes de sonreír como una loca ante
la botella. “¿Tienes idea de cuánto tiempo ha pasado desde que me tomé
una cerveza? Con Greg, solo bebía chardonnay ".
Oh chico.
"Oye, Grace, ¿puedo llamar a alguien por ti?"
Ella soltó una risita maníaca y se sentó sin ser invitada en uno de sus
taburetes. "Seguro seguro. Llama a Greg. Estoy seguro de que no tiene
nada más que hacer. ¡Oh espera! Eso no está bien. Probablemente esté
ocupado follándose a esa perra compañera de trabajo tuya ".
Mitchell se llevó la botella a los labios. ¡Ah! Entonces así fue.
No es que estuviera sorprendido. Las "amistades" de Greg con las mujeres

de la oficina eran bien conocidas. Solo deseaba que fueran rumores en
lugar de hechos.
Pero la prueba estaba en el cabello enredado y los zapatos que no

combinaban de Grace. Sintió una oleada de simpatía. "Ustedes rompieron,
¿eh?"
Ella hizo un gesto con la mano. "Rompió . . . explotó. Como sea que
quieras llamar diez malditos años por el desagüe. Aparentemente ya no
lo excito. Supongo que debería haber estado gastando mi tiempo
averiguando cómo levantar mis pechos hasta las cejas en lugar de lavar
su maldita ropa ".
Mitchell jugueteó con la etiqueta de su botella de cerveza. Este

definitivamente no era su territorio. Y seguramente tenía otras novias
con las que podía pelear. Apostaba a que ella y Julie podrían tener un
día de campo.
"Bueno, la pérdida de Greg", dijo finalmente, en serio. Grace Brighton era

una chica elegante. No podía verla conviviendo con un chico por el bien
de una historia.
"Sí, gracias", dijo en voz baja. "De todos modos, no es por eso que estoy
aquí".
Mitchell se enderezó, su cuerpo se puso en alerta máxima. Sabía a dónde

iba esto. “No quiero hablar de ella. No contigo. No con nadie ".
Grace suspiró. "Lo sé. Lo sé. Y no puedo decir que te culpo. Debería haber
detenido la estúpida idea de la novia encubierta antes incluso de que
comenzara. Pero tienes que saber que significabas algo para ella ".
Él resopló. "Sí, otro peldaño en la escala de su carrera".
"Detente", espetó. "Puedes estar enfadado y herido"
"No estoy herido", interrumpió bruscamente. Jesús, eso es lo último que

necesito. Una persona más que pensaba que se estaba escabulliendo como
un enamorado.
"Bueno, lo es", dijo Grace con firmeza. "Ella se está muriendo por dentro".
"Sí, una conciencia culpable puede ser una perra".
Grace soltó un suspiro de sufrimiento. “Está bien, puedo ver que

probablemente fue un error. Y realmente no es mi lugar. Pero . . . "
Sacó una revista enrollada de su bolso y la golpeó contra su palma.

Grace se mordió el labio y lo miró con nerviosismo.
Su mirada captó la imagen reveladora de un zapato de tacón alto en el

lomo de la revista y soltó una risa áspera. "Tienes que estar bromeando.
¿Es asi?"
Grace esbozó una débil sonrisa. “Nuestro número de agosto. No estará en

las gradas hasta dentro de unos días, pero pensé que deberías ser el
primero en leerlo ".
La sola idea le provocó náuseas. “Así que ella lo escribió. Ella realmente
lo escribió. "
Odiaba que el conocimiento le hiciera un agujero en el estómago.

Odiaba que hubiera tenido la esperanza de que ella se hubiera
preocupado lo suficiente por lo sucedido como para mantenerlo en
privado. En el fondo, había querido decir lo que había dicho acerca de
que él era más que una historia.
"Ella escribió sobre ti", dijo Grace en voz baja. "Pero no de la forma en
que piensas".
Esto era una mierda. No le importaba qué tipo de palabras bonitas usara
para describir su jodido juego. Su vida personal apareció en una revista
de mujeres sin cerebro, probablemente entre un artículo sobre Botox y
otro sobre el punto G.
"Creo que deberías irte", dijo, tratando de mantener el tono.
Grace asintió, recogió su bolso y tomó otro sorbo de cerveza. "Yo debería.
Pero dejo la revista ".
"Genial, me estoy quedando sin papel higiénico".
"No te atrevas", dijo, apoyando una mano protectora sobre la cubierta

brillante. “El corazón de mi mejor amiga está entre estas páginas. Puede
que no le debas nada, y sé que lo que le hizo estuvo mal. Pero te debes a
ti mismo escuchar su versión. Puede que te dé algo de paz. ¿Y necesito
recordarte que no eres una parte inocente en todo esto? ¿Qué hace que lo
que ella hizo sea tan diferente de lo que hiciste tú? "
La amo. Iba a cancelar la apuesta.
Grace bebió el resto de su cerveza antes de golpear la botella con fuerza

contra el mostrador y marchar hacia la puerta. No la vio salir. No podía
apartar los ojos de la maldita revista.
El instinto le exigió que lo tirara. Incluso si Julie se las había arreglado

para inventar una bonita historia y había ocultado su nombre, eso no
cambiaba el hecho de que todo lo que habían compartido había sido una
farsa. El artículo también lo estaría.
Agarrando otra cerveza de la nevera, comenzó a dirigirse hacia el sofá,

lejos de la revista. Lejos de todos los recordatorios de ella.
Entonces le llamó la atención un titular: "Piezas de un corazón roto".
Seguramente esa no era su historia. Ese no puede ser el artículo de Julie.

Pero las palabras de Grace resonaron en su oído. Ella está muriendo por
dentro.
No lo toques, hombre. No. Tocar. Eso. Mitchell extendió una mano

vacilante. Jugó con la esquina de la portada.
Y luego se sentó y comenzó a leer.

Capitulo veinte
Como si Julie necesitara más pruebas de que su vida, una vez alegre y
predecible, ahora estaba patas arriba, estaba corriendo.
De buena gana. Un viernes por la noche.
Debería estar en la ciudad, vivir como se esperaba que hiciera Julie

Greene. No era como si no tuviera opciones. Keith había llamado para
otra cita. Riley y Grace le habían suplicado que se uniera a ellos para
cenar. Incluso Camille había querido llevarla a tomar algo para celebrar.
Las cifras de ventas de la edición de agosto de Stiletto estaban
disponibles y, fiel a la predicción de Camille, era uno de los números más
vendidos hasta la fecha, a pesar de que solo habían pasado cuatro días
desde que llegó a las gradas.
Aun así, no todas fueron buenas noticias. La retroalimentación estaba

comenzando a llegar y algunos de los lectores se decepcionaron. Después
del artículo de Allen en Tribune, esperaban una historia más jugosa.
Querían una exposición digna de un tabloide de lo que era seducir a un
hombre a una relación por el bien de una historia, solo para descubrir
que él no te quería en primer lugar.
En cambio, habían recibido una carta de amor sobre el dolor de corazón.
Un columnista de un periódico local había dicho que su historia era

elegante, valiente y completamente aburrida. The New York Tattler
pensó que había robado la historia del diario de un alumno de undécimo
grado. Y luego estaba el artículo de seguimiento de Allen Carsons. La
había acusado de ser una estafadora de primera clase que había
recurrido a jugar a la víctima al ser burlada por su propio "periodismo
superior".
Julie corrió más rápido, su respiración se entrecortaba con dificultad.

Estafadora, su culo. Ella había vertido su corazón y su alma en ese
artículo. Ella no había ocultado nada.
Y no había llamado.
¿Lo había leído siquiera? Sospechaba que el maniático del control que
había en él querría saber lo que había dicho sobre él.
¿Pero el Mitchell que la había mirado ese último día? Que Mitchell
había terminado con ella. Para bien.
Julie maldijo cuando estuvo a punto de tropezar con una raíz. Quizás
correr en Central Park al anochecer no había sido el mejor plan. Redujo la
velocidad a un trote para poder ver mejor hacia dónde se dirigía.
De todos modos, el vertiginoso sprint no había logrado lo que esperaba.

Ella todavía no podía dejar de pensar en él.
Maldita sea, se suponía que se había vuelto más fácil después de escribir
el artículo, pero todavía parecía que no podía pasar cinco minutos sin
revisar su teléfono, desesperada por ver el único mensaje que nunca llegó.
Aún así, el proceso de escritura real había sido terapéutico. No solo

porque había tenido la oportunidad de soltar sus entrañas, sino porque
había esperado que ayudaría a alguna otra chica enamorada en el
camino.
El amor no es un juego, señoritas. Trátelo como tal y seguramente

perderá.
Todo el mundo habla de las recompensas de encontrar a esa persona.

Nadie te advierte sobre el dolor de perderlo.
Ella negó con la cabeza para aclararlo. Sus propias palabras se repetían
una y otra vez en su mente, y solo quería pensar en otra cosa, en
cualquier otra cosa. Pero estaba en todos los lugares a los que miraba.
Riley la había considerado valiente por derramar sus tripas. Grace la
había llamado amable. Pero ahora mismo se sentía estúpida. Ella le
había contado su historia a extraños, y a la única persona que le
importaba le importaba un comino.
Julie aminoró la marcha y se llevó las manos a las caderas mientras

jadeaba ante el aire bochornoso del verano y reprimía las lágrimas.
Mitchell, te extraño.
Julie caminó hasta que su respiración volvió a la normalidad, pero la
angustia no se fue. Correr podría haber sido una buena idea, pero correr
exactamente el mismo camino que había recorrido con Mitchell el primer
día no lo había hecho.
Ella seguía viéndolo con su paso tranquilo delante de ella, mirando

hacia atrás para asegurarse de que no se había caído entre los arbustos o
robado la bicicleta de alguien. Se imaginó la sonrisa burlona que estaba
completamente en desacuerdo con su imagen sofocada y su equipo de
correr de alta tecnología.
Se lo imaginó esperando en el banco, listo con una salchicha y una

botella de agua. El recuerdo era tan claro, tan conmovedor que por un
momento ella realmente lo vio. Vi el banco, vi a Mitchell ...
Julie se detuvo en seco.
Parpadeó. Parpadeó de nuevo. Entrecerró los ojos y se arrastró más cerca.
No fue un recuerdo.
Fue Mitchell.
Excepto que esta vez, no hubo una sonrisa burlona de bienvenida.
Sin embargo, había una revista Stiletto a su lado.
Lo había leído.
El latido del corazón que apenas había vuelto a la normalidad se aceleró

al triple mientras ella se acercaba lentamente, sus ojos clavados en los de
él, desesperada por una señal de lo que estaba sintiendo. ¿Estaba
enojado? ¿Encantado?
¿Todavía la amaba? ¿La había amado alguna vez?
Pero sus ojos azules no delataban nada. Con tanto miedo de esperar que
apenas podía respirar, Julie se sentó sin decir palabra en el banco junto a
él.
Se ordenó a sí misma hablar. Hola. Hola. Lo siento. Te amo.
En cambio, no dijo nada. No se tocaban, pero podía sentir el calor de su

cadera a solo unos centímetros de la suya, y deseaba inclinarse, solo por
un momento.
"¿Lo leiste?" preguntó cuando no pudo soportar más el silencio.
Asintió una vez. —No iba a hacerlo, pero Grace me lo trajo. Vino a mí
como una mujer en una misión ".
Julie esbozó una pequeña sonrisa. "Puedo imaginar. Creo que se imagina
que, dado que no puede arreglar su propia vida amorosa, interferirá en
la de otra persona ".
“Sí, ella mencionó que las cosas con Greg terminaron mal. ¿Cómo está
ella?”
Julie apoyó el talón en el banco y apretó los cordones que no necesitaban

apretarse mientras se preguntaba por qué estaban hablando de Grace en
lugar de ellos.
Aun así, Grace era un tema seguro. . .
"Ella está bien", respondió Julie. "Realmente . . . No. Ella es un desastre.

Dice que se está volviendo loca con los hombres ”.
Mitchell se volvió para mirarla. Fuera de los hombres. “¿Está jugando

para el otro equipo?”
Julie soltó una pequeña carcajada. "No. O al menos, no que ella me lo

haya dicho. Ella acaba de declarar un boicot al romance. Ella está
buscando un año sabático, pero Riley y yo estamos tratando de
convencerla de que se reduzca a seis meses ".
Guardó silencio durante varios momentos. "¿Y tú? ¿Te estás volviendo
loca?”
Depende del hombre.
Pero ella no lo dijo.
Ya había arriesgado bastante su corazón en ese artículo. No estaba

dispuesta a salir corriendo de su boca encima.
No hasta que ella hubiera escuchado lo que él tenía que decir.
Ella esquivó su pregunta con una propia. "¿Cómo sabías que estaría
corriendo?"
Arqueó una ceja. “¿Es eso lo que estabas haciendo? ¿Corriendo? Parece
más como si estuvieras muriendo ".
Ella le lanzó una mirada.
"Bien", dijo, frotando una mano por la parte de atrás de su cuello. “Fue
sólo una corazonada, ya sabes. . . que volverías a correr aquí ".
"¿Y sabías que sería hoy?" preguntó con escepticismo.
Él no la miró a los ojos y ella vio cómo la nuez de Adán se movía

mientras tragaba. “Yo tengo um. . . De hecho, he estado viniendo aquí
durante los últimos días. Esperando por ti."
El estómago de Julie dio un vuelco.

"Eso es muy acechador de tu parte", dijo en voz baja.
Y muy dulce.
Él asintió con torpeza antes de entregarle un paquete envuelto en papel

de aluminio. Sin decir palabra, la abrió, y cuando vio lo que había
dentro, le dedicó una sonrisa acuosa.
Fue un perrito caliente.
Como ese primer día. No, no exactamente como el primer día. No

disfruto esta vez. Por alguna razón, ese pequeño cambio le hizo sentir
más ganas de llorar que cualquier otra cosa. Representaba todos los
matices que cambiaban a un hombre de ser solo un chico a ser el chico.
Aunque apenas podía comprender la idea de comer, le dio un mordisco

al perrito caliente, consciente de que él la estaba mirando masticar.
“Así que todos estos días me has estado esperando. . . ¿Hay algo que
quisieras discutir, o era simplemente un trato de sentarse en un silencio
incómodo? "
Por favor di algo.
Se agachó para recoger la revista que tenía a su lado. Su cubierta estaba

arrugada y salpicada de agua. O lo había sacado de la basura o lo
había leído. Varias veces, por lo que parece.
Sin decir palabra, se dirigió a una página de la revista, su artículo. Julie

hizo una mueca y miró hacia otro lado. Su artículo en sus manos era la
máxima vulnerabilidad. Como si tuviera que cerrar el puño para
aplastarla.
Demonios, este hombre podría aplastarla con una palabra.
Y luego empezó a leer.
Durante las últimas semanas, he estado haciendo algo que he hecho

muchísimo. Me he enamorado.
Luego fui e hice una locura. Algo maravilloso. Me quedé enamorado. Me

quedé más allá del primer beso, la primera broma interna, la primera pelea.
Pero lo hice todo mal. Lo jugué como un juego y le rompí el corazón a

alguien.
Y rompí el mío en el proceso.
Julie parpadeó para evitar una nueva oleada de lágrimas. Escribir las
palabras había sido bastante difícil. Escuchándolos de su boca. . .
"No", dijo en voz baja. "Por favor."
Pero siguió leyendo como si no la hubiera escuchado protestar.
¿Duele como el infierno? Si. ¿Lo extraño más que a nada? Si.
Pero, ¿volvería y me enamoraría de este chico de nuevo, incluso sabiendo

que terminaría mal?
Absolutamente.
Porque a pesar de lo que he estado escribiendo todos estos años, la mejor

parte del amor no se trata de las risitas o el coqueteo o incluso el primer
beso de los dedos de los pies.
La mejor parte viene después de todo eso. Es el darse cuenta de que sabe
que no puedes cocinar, pero finge dejar que lo intentes. Odias el béisbol,
pero lo ves de todos modos porque lo hace sonreír.
El amor real, el que importa, es entregarle su corazón a alguien incluso

después de que él trata de devolvérselo.
Y es saber que le darías tu corazón una y otra vez. Si tan solo preguntara.
Los dedos de Mitchell se flexionaron ligeramente alrededor de las

páginas cuando se interrumpió.
Se sentaron en un tenso silencio durante varios momentos y Julie apenas

se atrevió a respirar.
Apenas se atrevió a tener esperanzas.
"¿Lo decias en serio?" preguntó finalmente, su voz sonaba ronca, nada

parecida al Mitchell suave y confiado que ella había llegado a conocer.
"Lo decía en serio", dijo en voz baja. "La única forma en que podría
haber sido más sincero es si hubieran salpicado mi sangre sobre la
página".
"Una imagen preciosa", dijo casualmente.

Trató de poner los ojos en blanco ante su tonto intento de humor, pero en
cambio vio como su mano encontró la de él en el banco del parque.
“Mitchell. ¿Podrías? . . Si tú . . . sólo . . . por favor, dime si tendré otra
oportunidad ".
"¿Otra oportunidad de qué, Julie?"
Se obligó a mirarlo a los ojos. "Tú. Nosotros. Una relación con alguien que
me importa ".
Lentamente extendió la mano y le pasó el pulgar por la mejilla. "¿Te

importa?"
Julie cerró los ojos brevemente ante su suave toque, sin atreverse a tener
esperanzas.
Habló de nuevo. “Me enamoré de ti aquí, sabes. En este banco, mirándote

comer un hot dog como un animal hambriento ".
Sus ojos se abrieron de golpe, pero él le tapó los labios con dos dedos,
impidiéndole hablar. "La forma en que te hablé ese día en casa de Kelli
fue imperdonable".
Ella levantó un hombro. Bueno sí.
Sus ojos se posaron en su barbilla como si no pudiera mirarla a los ojos.

“Me aferré a mi enojo durante tanto tiempo, odiándote. Pero leí tu
artículo y me di cuenta de que tú también estabas sufriendo, y no podía
dejar de repetir las cosas que dije, y yo ... me di cuenta de que nunca me
disculpé. Nunca te pedí que me perdonaras ".
Apoyó la frente en la de ella y respiró hondo. —La verdad, Julie, no

pensé en la apuesta cuando estaba contigo. Lo intenté. Lo intenté todo el
tiempo, pero cuando estaba contigo no había lugar para nada más que
para ti. Por primera vez quería una relación por la persona y no la
seguridad ".
"Mitchell ..."
“No he terminado. Puedes escribir sobre las relaciones todo lo que quieras.
Ser tan personal como desee. Sus días de citas en serie terminaron, Sra.
Greene. De ahora en adelante, todo lo relacionado con tus relaciones
personales será mejor sobre mí".
Ella asintió con la cabeza, sus ojos se llenaron de lágrimas.
"Lo siento", susurró.

"Yo también."
Él tiró de su cola de caballo, forzando su rostro hacia él. "Me dijiste que
me amabas y te lo tiré a la cara".
Ella le dio una pequeña sonrisa. "Bueno sí. Eres un idiota."
"Pruébame de nuevo".
Julie tragó. Tomó un respiro. Tomó un riesgo. "Te amo."
Sus ojos se volvieron brillantes y feroces. “Será mejor que lo hagas. Porque
te amo muchísimo ".
"¿Para siempre?" ella preguntó.
"Para siempre. O al menos hasta que decida que no puedo vivir sin
palcos en el Yankee Stadium ".
"Ah, entonces Wall Street es un tipo divertido ahora".
“Puedes apostar tu trasero. Ahora, ¿qué tal si escribes sobre esto? " Sus
labios encontraron los de ella justo cuando sintió que algo frío y firme se
deslizaba sobre el dedo anular de su mano izquierda.
Julie sintió que la sangre se le escapaba de la cara. O tal vez se le

apareció en la cara. De cualquier manera, sus pensamientos se
dispersaban en todas direcciones, y su corazón se sentía alojado en su
garganta.
"Mitchell ..."
“Si necesitas tiempo, tómate su tiempo. Pero no digas que no todavía ”,

dijo rápidamente, con urgencia. "Sé que es pronto y sé que es una locura".
Le puso un dedo debajo de la barbilla, inclinando su rostro hacia arriba.
"Pero también está bien", agregó en voz baja. "¿No es así?"
Ella miró sus ojos azul marino, leyendo tanto la esperanza de que dijera
que sí como el pánico de que dijera que no.
Fue pronto. Y loco . . .
Los pensamientos que corrían por su cabeza se unieron lentamente para

formar una imagen cohesiva. De ella y Mitchell. . . tal vez toda una flota
de niños pequeños traviesos que corren a campo abierto.
Se permitió probar el tamaño de la imagen. Demonios, ¿no era eso lo que

había estado haciendo durante las últimas semanas? ¿Probarle a
Mitchell para ver el tamaño y darse cuenta de que le quedaba
perfectamente?
¿Y sabiendo que siempre lo haría?
Julie le sonrió y él exhaló un suspiro de alivio.
"¿Eso es un sí?" preguntó.
"Sí", dijo en voz baja, deslizando su mano por su cabello y tirando de su

cabeza hacia la de ella. "Eso es un sí."
La besó bajo el sol poniente, allí mismo para que el mundo lo viera, y el
corazón de Julie se disparó con la perfección del momento.
Ahora bien, esta era una historia que valía la pena contar.
Fin
Traducido por Belen Chavez

After The Kiss by Lauren Layne

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Después del Beso - Sex, Love & Stiletto #1 - Lauren Layne

Después del Beso - Sex, Love & Stiletto #1 - Lauren Layne

After the Kiss

A Julie Greene le encantan las aventuras amorosas. Le encantan las

Normalmente, Mitchell Forbes sería exactamente ese hombre. Un adicto

La jefa de Julie aparentemente no había recibido el memo.

"Estoy confundida", dijo Julie lentamente, inclinándose hacia adelante

Traducción: Estás confundido. Yo no escribo esa mierda.

Camille Bishop se reclinó en su silla y estudió a Julie con ojos perplejos.

El difícil período posterior a la luna de miel simplemente no era el

¿La primera cita? Tenía hombres suplicando por ello.

segundo demasiado tiempo. Y luego estaba su momento favorito

La mayoría de las mujeres pensaban que estos momentos simplemente

¿Qué pasó después de todas esas cosas buenas?

A Julie no podría importarle menos. No tenía necesidad de la primera

Julie había descubierto que las mujeres de la ciudad de Nueva York

Equivocado. Tan equivocado.

La parte más sexy de ese escenario fue la mantequilla en las palomitas

Ella se estremeció. Julie Greene no tendría una noche de cine.

"¿Oh?" Camille inclinó la cabeza, haciendo que su corte bob

Hasta ahora, nunca había sido la vida de Julie.

No tiene sentido. Julie era una de las mejores columnistas de Stiletto y

Camille frunció los labios, pintados hoy en un coral bastante impactante.

Julie respondió lentamente. “Me gustan las mariposas, el primer beso,

"Mm-hmm, ¿y cómo es que una mujer pasa de esas primeras citas

La mente de Julie se quedó en blanco. Realmente no había una buena

“Um, bueno. . . ¿Supongo que evoluciona? " Julie respondió finalmente.

“Con la persona adecuada, simplemente sucede. Ese es el misterio de lo

El vestido de cuello alto Kate Spade sin mangas de Julie de repente se

"Si no es Grace, Riley podría escribirlo", dijo Julie, agarrándose a unas

"Si quieres un cronograma de mis ideas para historias futuras, me

"Mi mente está decidida".

Bien, entonces Camille no iba a ser persuadida con razón. Es hora de ir

Pero Camille no estaba mordiendo. "¿Entonces? ¿Crees que todos los

Sí, pensó Julie. O al menos lo hice.

“Julie, mira a tu alrededor. ¿Qué te parece esto?”

"Um, ¿una oficina?" Más exactamente, una oficina de esquina asesina de

"Exactamente. Es la oficina de una empresa de revistas. Esto es

Julie contuvo un suspiro, sabiendo que la batalla estaba perdida.

"¿Así que estamos bien?" Preguntó Camille, levantándose para indicar

Ni siquiera cerca. "Definitivamente", respondió Julie con una sonrisa de

Camille ya había tomado su teléfono celular y estaba gritando a su

El personal de la oficina estaba compuesto casi en su totalidad por

Normalmente, Julie estaría dando vueltas, averiguando si alguien había

Julie se desvió hacia la cocina, donde Camille guardaba algunas botellas

Hoy, Julie tenía otra necesidad: terapia.

"Oh, Julie, me alegro de que hayas venido".

Julie hizo un movimiento silencioso con arcadas en la nevera. Kelli con

Aunque la sórdida historia de Julie y Kelli pertenecía a los tabloides, en

"¿Qué pasa, Kelli?"

Los labios de Kelli se apretaron con desdén, y Julie resistió el impulso de

"¿Había algo más?" Preguntó Julie. "¿Aparte de tu preocupación por mi

"Sabes que estarías mucho menos nerviosa si realmente comieras la

“… Y mientras limpiaba me di cuenta de este sándwich de aspecto

Julie miró el sándwich envuelto en plástico que tenía Kelli en la mano.

"¿Mi poder? ¿Qué es lo que quiero destruir con un sándwich de pavo a

Kelli suspiró. "No estoy tratando de ser difícil".

“Solo digo que todos tenemos que compartir el espacio de la cocina, y

"Está bien", dijo Julie, empujando la botella de champán bajo su brazo y

Los ojos de Kelli se agrandaron. "¿Camille no te lo dijo?"

Julie se quedó quieta. "¿Decirme que?"

“¿Tu tarea para agosto? ¿La historia de la relación? A Camille le

“Y esto es asunto tuyo porque. . . ? "