Está en la página 1de 48

AMAUTA w ' l > w ; y /

-------dt
•*•«
.*««4

S I » e O T 6 R :
jO S C GARLOS M AIRIATK©Ui

S U M A R I O
PRADA, HITO DE JUVEN1LIDAD E N E L PERU, por Anterior Orrego.-M ENS AJE DE SAN DI
N O .—SOBRE LA OBRA POETICA DE GONZALEZ PRADA, por J. Eugenio G arro.-EL SEN
TIDO VITAL DE LA OBRA DE GONZALEZ PRADA, por Luciano Castillo.—NUESTROS IN­
DIOS, por Manuel González Prada.—GONZALEZ PRADA, por José Carlos Mariátegui—
SOCIEDAD Y PERFIL DEL HOMBRE UNICO QUE LLEGO AL DOLOR, por José Varallanos
HENRI BARBUSSE, por I. V. Asimov.— LA NUEVA REFORMA, por Julio Navarro Monzó,
con una nota de “Amauta" HIMNO ESCOLAR GONZALEZ PRADA, por Fidel A. Zárate.-
IMPERAT1VO DE CREACION, por Emilio O ribe.*- EL PROCESO DE LA INSTRUCCION PU­
BLICA EN EL PERU, por José Carlos Mariátegui, VELERO, por Julio Casal.-POEMA SIN FRON­
TERAS por César A.Miró Quesada.-AMERICA, UNIVERSALIDAD, por Carlos Sánchez Viamonte.
EL N OCTURNO DE LOS CUERPOS ANHELANTES, por Nicolás Fusco Sansone.—BAILE DE
BARCOS, por Alfredo Mario Ferreíro.—POEMA, por Blanca Luz Brum.— INFANCIA, por Ma­
ría Wiesse.—LA ETAPA DEL MONOPOLIO EN LA ECONOMIA CAPITALISTA, por Eu-
docio Rabines—ESQUELETO DE LA TORRE Y LAMPARERO DE LA NOCHE, por María
Elena Muñoz.—POLEMICA Y ACCION, por Ricardo Martínez de la Torre.—DOCUAáENTOS.
Unión Latino-Americana. Manifiesto de Manuel Ugarte y los estudiantes latino-americanos de
Europa.—CONFERENCIAS. Cultura Universitaria y Cultura Popular, por Antenor Orrego.— LA
VIDA ECONOMICA: LA MINERIA EN EL DEPARTAMENTO DE PUNO, por Emilio Romero.
U B R O S V R E V IS T A S .-U B IC A C IO N DE HIDALGO, por José Carlos Mariátegui.—El FGlA
AUTO-BIOGRAFICA DE OTTO BRAUN, por Xavier A b ril.- 1NTERWIES URUGUAYAS.
Acabo de ver a Fernán Silva Valdés, por Alfredo M. Ferreiro.—CRONICA DE LIBROS, notas
por María Wiesse, Estuardo M, Núñez y R. Martínez de la Torre.

A N O IS* c í m a j u u í o o k %mmm

SOCiEOAB EOiTORA “AMAÜTA”


C a s illa de C orreo Sí O7
W a s h i n g t o n . ¡M q u isrd a B 4 -4 -9 TO
?¡s
LOS M E JO R E S T R A B A JO S DE
IM P R E N T A SE HACEN EN LOS
T A L L E R E S D E “ M IN E R V A ” D O N ­
DE SE IM P R IM E “AM AUTA” ,
“ M IN E R V A ” A C A B A D E IN S T A L A R
U N L IN O T IP O , U L T IM O M O D E L O ,
Es siempre un RECORD*entre sus similares Y R E C IB IR A E N B R E V E U N C O M ­
P L E T O E Q U IP O D E T IP O S IT A ­
L IA N O S .

Este Moderno Establecimiento


de Calzado, ofrece a su numero­
LIBROS. — FOLLETOS___ REVISTAS. — TRA­
sa clientela, el mas selecto surti­ BAJOS COMERCIALES, ETC.-—PIDAMOS PRESU­
do para PUESTO ANTES DE ORDENAR SU TRABAJO

S E Ñ O R A S .
i
N I Ñ O S Y
X Z K T 3 3 :F $ .V A
CABALLEROS EDITORIAL
IM P R E N T A
L IB R E R IA
Visite CJd. nuestro establecimiento
S a g * > 6 te g u ¡ 6 6 9 T eléfo n o 4 6 4 3

LIM A -PER U

g O Z A , S ¿ 6 Of

Taller de Joyería “La Económica"


J.SAMET »* SA M UEL B . Z O R R IL L A

Calle Estudios No. 405 (lirón Ucayali)


L I B R E R O E D I T O R Se hacen y componen toda clase de alhajas al último estilo del
arte de Joyería, en platino, o ro y plata—Se engastan brillantes y
A venida de Al ayo 1242. toda clase de piedras preciosas.—Se compra brillantes, perlas
chafalonía de oro y plata, etc.—Precios Económicos
B ueno? Aíres
Agencia de la revista ‘'AMAUTA11 y délas ediciones
MINERVA EDGARDO REBAGLIATI
ABOQa DO
«8. L im a : E d i f i c i o “ I t a l i a " 2 0 4 2 0 6 . A p a r t a d o 2 4 8 5 . T e l é f o n o 5 0 6 4

ASEGTJR3S XJD;

Sus fincas, muebles i automóviles en la

Cia. In te r n a c io n a l d e S e g u r o s d el P erú
La m á s a n tig u a y c o n m a y o r fo n d o d e r e s e r v a
Calle de San José ¡No, 327
A HI A U T A 16
VII LIMA 1 3 2 6
D O C T R IN A ARTE L IT E R A T U R A P O L E M IC A

P ra d a , h ito de ju v e n iiid a d en el P erú


POR ANTENOR ORREQO

Con Manuel González Prada llega por primera vez lonial, insementado y neutro, que vive^ sin imperativos
la posibilidadide un Perú nuevo. Hasta entonces las éticos o ideales, en el regodeo, en la crápula y en la ini­
fuerzas coloniales habían imperado en toda su plenitud. quidad.
Colonialismo disfrazado de república democrática, dema­ Prada es el tipo real y vital de la inteligencia que
gogia de escenario que voceaba la soberanía del pueblo concurre de una manera directa y eficaz a la transforma­
en prosa tartígrada y mazorral. A veces, cuando la seu- ción y trasmutación de los pueblos y de los hombres.
do embriaguez jacobina llegaba a su colmo, el indio re­ Ningún escritor peruano ha desplazado tanto pasado y ha
sultaba una especie o entelequia de ciudadano para fi­ suscitado tanto porvenir con su obra y con su vida. Los
nes bufos de sufragio, es decir, un ciudadano presunto, demás escritores contemporáneos y anteriores a él care­
hipotético y teórico, pero en realidad, un esclavo y una cen de esa su máscula prolificidad trascendente. Poetas, bas­
bestia' de carga. * La letra había cambiado pero el espíri­ tamente socarrones o lloriqueantes, que no hacían sino
tu seguía siendo colonial. Las Constituciones eran el glosar las seudo-virtudes y los seudos-romanticismos es­
texto liberal a la moda, pero la interpretación y la expli­ curridizos de su época. Allí están sus obras y sus vi­
cación las hacíamos en pura Colonia. das que no me desmentirán.
González Prada es la encarnación o interpretación Surge con Prada el hombre auténticamente civil, el
nueva de un nuevo período histórico. Para el Perú más primer hombre político efectivo que consagra su vida al
importa su nacimiento que la proclamación de la inde­ mejoramiento, a la crítica y a la dirección de la cosa
pendencia política en 1821. Prada es el primer joven que pública. Los otros son los politicastros de la criolla fau­
nace y se hace en el Perú. La aparición de este hom­ na zoológica que rondan y camelan al Poder y negocian
bre es el anuncio de que la tierra nuestra comienza a con el Presupuesto. Hombre desinteresado y pui o, hom­
madurar para producir, nutrir y organizar una juveniiidad bre todo, responsable en el país de la irresponsabilidad,
humana. Hasta ese momento no habíamos producido si­ sabía que tenía que consagrarse a suscitar con su obra y
no la juventud biológica y fisiológica, es decir, la juven­ con su vida al hombre de la nueva generación. Jamás
tud zoológica o animal, pero nó la juventud espiritual y dejó de ser consciente de esta responsabilidad. Hom­
trascendente históricamente. “Los viejos a la tumba, los bre integral y sementado en masculino y en varón desde
jóvenes a la obra", es una frase que representa algo más la cabeza a los pies.
que un giro retórico. Es el epitafio de toda una época No es extraño pues que la figura de Prada ejerza
y de toda una casta, y el aleluya de todo un porvenir una fascinación y una eficacia vital singularísima sobre
que rompía su primer broche de luz. los hombres de la nueva generación peruana. En un
La aparición de Prada no es un hecho aislado en país de sólo presente ciego y egoísta, nació por fin un
la historia de América. El Continente, ahito ya del ca­ hombre que trabajó para el porvenir, un hombre de am­
dáver europeo que comenzaba a descomponerse, sedimen­ plio sentido histórico.
tado ya el humus humano para la fecundación de la nue­
va criatura”cósmica, empezaba a sentir en sus entrañas A ntenor ORREGO.
las primeras urgencias del parto. Aquí y allá, rasgados
en la vasta extensión de la raza, surgen los primeros
puntos luminosos y casi fsimultáneos que la salpican de
espíritu y que son los precursores del porvenir. Bolí­
var, Sarmiento, Prada, Montalvo, Martí, son los sembra­
dores y los primeros instructores del nuevo hombre.
Todo lo demás ha sido y es todavía la Colonia. La MENSAJE DE SANDINO
liberación del indio y su incorporación espiritual de la
vida total de América será el primer signo evidente de El Chipotón, mayo 20 de 1928
que hemos traspuesto, cósmicamente, una etapa definiti­
va. La Colonia no podía cumplir esta labor, por la sen­ Por intermedio de la revista "A M A U T A ", envío mi
cilla razón de que vivía y se sustentaba en la explota­
ción y en la injusticia del indio. Era el parásito europeo más fervoroso saludo a la nueva generación de trabajado­
que había de succionar, como un vampiro, la vitalidad res manuales e intelectuales de América Latina que sabe
del Continente. Para ser un principio fecundante era pre­
ciso que se descompusiera y se desintegrara en sus ele­ compartir como propias las horas de angustia que ha toca­
mentos simples y asimilables. El trópico tenía y tiene do vivir a nuestra Nicaragua.—A ella reafirmo mi fe inal­
aún que obrar.como -un disolvente para libertar sus fac­
tores básicos apartándolos de la escurraja y haciéndolos terable en el triunfo de nuestras armas que al defender
aptos para ingerirse en el organismo de la nueva estirpe.
Con Prada comienza en el Perú la acusación y el la libertad de un pueblo de nuestra América defienden la
proceso de la Colonia. Esyel’primero que pone en tela libertad del Continente.
de juicio las rutinas seculares y consagradas por los
tiempos anteriores. Su voz salvadora denuncia ante el P A TR IA Y LIBER TA D
presente y el porvenir los vicios, las corrupciones y los
crímenes de las clases predominantes. Hay en ella un
acento de cólera profética que abofetea al señoritingo co­ A. C. SANDINO
2 Amauta

Sobre la obra p o é tic a de G o n zá lez P ra d a


IU G E N IO GARRO

Los párrafos del presente artículo están trazados a nación geométrica por la proporción escultural de las imá­
manera de esquema para un libro futuro que tenemos en genes. Esa música inmovilizada de la arquitectura de que
preparación, acerca de la ecuación integral de "La Vida y habla Goethe, se realiza con la máxima exactitud en este
la Obra de González Prada". La ocasión del 10° aniver­ libro.
sario de su muerte, nos fuerza a adelantar como un home­ En lo gótico la expresión supera a la forma. El már­
naje a su memoria, el proyecto de ese libro, ensayo de mol o la madera de la talla, expresan una inquietud, un su­
interpretación de los gestos de su larga vida de batallador frimiento, una angustia. La línea tiende a expresar la inti­
y de artista. Así no es extraño que las líneas que van a midad de! artista. "Su movimiento se propaga en el infini­
continuacón ofrezcan tal o cual error de interpretación to"—como dice Worringer. En cambio en la figura heléni­
y en muchas partes deficiencia. Puesto que por ellas se ca, hasta la divinidad pierde su prestigio para hacerse una
puede colegir que se trata de un trabajo de estudio y de simple representación humana. La idea misma se traduce
maduración lenta, tal como lo merece el prosador y el poe­ en una tendencia objetiva y se despoja de su sentido abs­
ta que nos atrevemos a revisar. tracto. Las figuras de las Panateneas no son sino la escul-
turación, la plasticidad de lo sensible espiritual. Ese antro­
pomorfismo del universo helénico establece la unidad del
POESIA, CENTRO DE GONZALEZ PRADA hombre y del mundo, y siente el orgullo, el lujo del alma al
descubrir en la variedad cósmica la presencia del hombre
mismo. Esto es, el encuentro del hombre sublimado, ascen­
El heróe, según la logometría carlyliana, inicia la géne­ dido en grados; la objetivación resuelta por la fuga de las
sis de su personalidad, invariablemente, en un punto donde intuiciones del poeta y afirmada en la belleza plástica y en
se acumulan biológicamente los gérmenes de todo su de­ la alegría de la vida. Cada trazo, cada ritmo, rompe la
sarrollo y de su evolución. Ese punto que queda destina­ bruma subjetiva para fijar el contorno geométrico de una
do para siempre como el eje de toda la ensambladura arqui­ idea objetiva. Un fragmento cualquiera, un motivo arqui­
tectónica de la personalidad, es la Voluntad, según la teoría tectónico, una decoración desprendida del conjunto de una
erótica. "La voluntad apunta en finalidades concretas"— Catedral gótica carece completamente de sentido. La uni­
como dice Pittaluga. De allí se bifurcan los dos brazos del dad expresiva requiere de todas las inflexiones de la línea
compás. Según la fuerza intensiva de aquella “voluntad de para rematar anhelosamente en la fuga infinita de las agujas...
potencia (Der Wille zur Macht), se alargan los brazos y Por el contrario, cualquier fragmento de una estela funeraria,
se abren en el diámetro conveniente para describir el cír­ de una cultura o una arquitectura griega, dan el sentido
culo dentro del cual se ordenen y se armonizan todas las exacto de la medida, de la proporción, de la forma en sí
creaciones del espíritu. Es el cosmos, el mundo de cada per­ misma. El espíritu, la intelección griega, no se propaga
sonalidad que se equilibra sobre el punto céntrico en el que en el mas allá, sino que retrocede a lo sensible y realiza esa
se apoya la punta de uno de los brazos del compás. Y es superposición de ideas geométricas. Desde Platón a Fidias
en este punto, precisamente, donde se consume mayor co­ se manifiesta esta objetivación de la idea. Y es por esto
rriente de voluntad erótica. Centrarse, tomar el punto de que es fácil separar del conjunto un motivo ornamental, un
apoyo conveniente es, en todo caso, una cuestión árdua del brazo, una columna, sin que se disipe la individualidad li­
instinto. Y la índole, la característica, la condición innata bre y bella del espíritu.
de la voluntad se proyecta en ese brazo de apoyo y da a
toda l’a obra circunscrita dentro del arco de lá circunferen­ Aplicando este sentido griego a la obra de Prada, la
cia, su fuerza, su colorido, su contenido vital. Esos pun­ encontramos conforme con el ideal del arte helénico. El
tos en que se apoya la voluntad, son, seguramente, los pensamiento de Prada se manifiesta fragmentariamente, a
fundamentos de las más formidables creaciones del espíritu: bulto, en formas estatuarias o en relieves. Cada conjunto
Matemática, Poesía, Acción, Amor. Cierta estirpe de almas sinfónico de su sintaxis destaca una imágen o mejor, una
se apoya en un punto literalmente matemático: Leibnitz, columna que da origen a otra, en orden dórico, como en
Pascal, Descartes, Spinoza.—Homero, Shakespeare, Cervan­ el peristilo del Partenon. También Nietzsche, un pensador
tes, Dante, fincan en la Poesía. La Acción es el punto de de espíritu helénico, levantó el edificio de su filosofía por
apoyo de hombres como César, Napoleón, Karl Marx, Co­ medio de ideas limitadas dentro de contornos geométricos:
lón, así como el Amor es el punto angular de Petrarca, el Aforismo nietzcheano. La densidad subjetiva de Prada,
Ovidio, Santa Teresa, Stendhal. su profunda y amplia riqueza emocional—su alma como
diría Ortega y Gasset—no podía manifestarse según ese
En general, cada fuerza espiritual, cada voluntad erótica, correlato a menudo confuso de un vasto poema a lo Dan­
tiene su punto de apoyo individual, fuera de estas cuatro te—espíritu gótico—, o de una novela barroco-sentimen-
categorías cardinales, y presentan ese mapa variado con los tal a ¡o Notre-Dame de París. Prada por su profunda in­
infinitos meridianos de cada alma. Las vivencias espiritua­ telección helénica, tuvo que arrancar necesariamente de la
les tienen un estímulo constante que los behavioris- plasticidad dramática de los Diálogos de Platón—círculos
tas estudian en las manifestaciones de la conducta ex­ concéntricos descritos al rededor de un solo punto: Poesía—
terna. de los epigramas de Meleagro o de las oraciones de Demós-
Según estas premisas provisionales para este ensayo de tenes. Producto de ese arranque es el ensayo pradiano
caracterología, González Prada fué íntima, esencial e intrín­ que conocemos. Teoría escultural de imágenes medidas a
secamente un Poeta. Como tal fué el menos excéntrico se­ compás, con ese compás que apoya perennemente uno de
gún se observa en la sorprendente claridad y pureza de su sus brazos en un punto poético. Y es tan poeta que la
espíritu, en ese su sentido geométrico que se complace en armonía, la música, la vibración sonora no abandona nun­
esculpir ideas, en buscar solo imágenes y concepciones poé­ ca el desfile marmóreo de sus imágenes, como el ritmo no
ticas y darles el giro y la forma que se manifiestan en las abandona nunca el movimiento de la danza. Así, cuando
esculturas helénicas. Así, todos sus libros, aún los de pro­ dice: “En el prosador de largo aliento, las ideas desfilan
sa más vibrante presentan ese modelado donde reside el va­ bajo la bóveda del cráneo, como hilera de palomas blancas
lor de la forma. “Páginas Libres", por ejemplo, es un li­ bajo la cúpula de un templo, y períodos fáciles suceden a
bro sin más unidad que la del ritmo. Los asuntos variados periodos naturales, como vibraciones de lámina de bronce
divergentes, se traban, se entrecruzan, se equilibran en orde­ sacudida por manos de un coloso".
Amauta 3

El s e n tid o v ita l d e la o b r a d e G o n z á le z P ra d o
POR U U O iA N O C A S T IL L O

El sociólogo, el político, el filósofo, el literato, todos González Prada ha continuado viviendo en el presen­
los aspectos admirables de González Prada han sido te. Nos hemos identificado con sus juicios pronunciados
glosados por nuestros escritores, atraídos, muchas veces mal sobre hombres o instituciones nacionales. Se afirma la fé
de su grado, por el vigor y la grandeza sencilla de la pa­ que él pusiera en los jóvenes para redimir al país de sus
labra de este escritor. Nadie como él ha recibido múlti­ taras y pecados. Se establece la alianza del trabajo con la
ples interpretaciones.—Se le desconoce completamente -a inteligencia que el preconizara. Hay incorporados en el
través de algunas de ellas.—De algunos hombres como de ideario del pueblo muchos principios que con él comenza­
algunas cosas, debería haber a quienes les estuviera impe­ ron a conocerse. Se siente veneración por su nombre, y
dido tratar. Sobre todo de las cosas y de los hombres se le ha elevado a la categoría ;de un santo civil. Se ha
que son símbolos. Habría necesidad de adquirir el dere­ hecho justicia al valor de su vida. Pero ideológicamente
cho a tratar de ellos. Y el derecho se adquiere cuando ha sido superado. Tuvo que realizar “ia faena del hacha
se cumple el deber correlativo. Y el deber en el caso en el bosque" para herir y hacernos odiar tantas corrupcio­
de González Prada es el de seguirlo, superándolo. nes nuestras; su palabra, de sus labios o su pluma, se de­
dicó casi integramente a hacer la crítica de los males na­
Los sectores idealistas del proletariado y la juventud han cionales, y aunque principalmente en su obra no reunida
hecho de él una bandera. Su nombre gradualmente ha lle­ en libro y dispersa en periódicos obreros se percibe clara­
gado a adquirir en el alma del pueblo una significación de mente su sentido social y humano, no tuvo tiempo de forjar
lucha. El hombre de la frase brillante, contundente, impe­ un programa, de señalar direcciones completas, de dar un
cable, sedujo a los otros; el hombre de los hechos, de la derrotero definitivo de la acción civil de la generación que
vida ejemplar, de la heroicidad civil interesó al nuevo obre­ le sucediera. Y como la nueva generación se forma en
ro, que cultivaba su conciencia de clase, y al intelectual ad­ una época en que hay otra sensibilidad y otro estado de con­
herido a él. El sembrador de ideales, el precursor de un ciencia que dominan el mundo, incorporada'aellos, está
nuevo espíritu, por la interpretación vital del pueblo, de escribiendo, más con el acto que con la palabra, su propio
un solo golpe fué arrebatado a los conservadores que co­ mensaje, y enriqueciendo y superando el acerbo ideológico
queteaban post muerte con su nombre y su obra. Ha tiem­ que dejara el Maestro y haciendo sobre todo de su vida más
po que nuestros políticos profesionales han renunciado a que de su obra un símbolo de renovación.
citarlo. Se ha destacado tanto su carácter doctrinario, que Eso es el sentido vital que tiene González Prada en el
corren el peligro de aparecer sospechosos al ambiente con­ Perú. El ejemplo de lealtad a sus ideas, de conformidad
formista en que se nutren. Y este es un bien positivo, del pensamiento con los actos, es único en los hombres de
un triunfo auténtico para los hombres nuevos. Es funda­ las generaciones pasadas. Prada, Martí e Ingenieros, los
mental que se establezcan líneas divisorias; que se precise tres grandes profesores de idealismo muertos, tienen para
el sentido ideal o no ideal de la acción de los hombres; las vanguardias de América Latina la misma significación
que se rechacen las filtraciones en los nuevos campos de histórica, son los grandes precursores del movimiento libe­
la acción social de quienes no expondrían por ella ninguna rador que agita las conciencias jóvenes del continente.
de las ventajas que les dá su adhesión a la derecha.
L u c i a n o CASTILLO.
©------------------------------------------------------------------------------------ ---------------------------------------------------------------------------------------------------85

EL FRASEADO LIRICO siderada como una especie de tejido sonoro. Analizando


separadamente las partes, podríamos descomponer el tejido
El párrafo anterior tiende a demostrar que ¡a caracte­ sonoro, en sus fibras melódicas, en su fraseo musical.
rística íntima y fundamental de Prada es la Poesía. La con­ Ese fraseo nos dará la mas amplia expresión de musicali­
creción de su'voluntad está fijada en el punto poético, y dad en los versos siguientes:
de allí, que todas sus obras en prosa estén organizadas so­
bre esa imaginación poética. Su vida, su pensamiento, su Trastos bramidos de yertas ráfagas
arte, su gesto, son única y exclusivamente de Poeta. La com- Vienen arrullos de tibios hálitos,
binación¿de los diversos elementos vitales y espirituales, se Y escapan a vuelo las brumas,
traduce en una manifestación integral, en la geometría mo­ La medrosa legión de vencidas.
ral, que diría Montalvo. El Poeta es el grado excelso de
la gerarquía humana, pero ha de serlo integral. El hom­ O esta otra en prosa:
bre, el humano, el soma, no debe desmentir nunca al es­ "La tumba, que había sido un concierto de notas rego­
píritu, a la divinidad, al dhartna. En Prada hay armonía cijadas, se convirtió en un sitio de melancólico silencio; y
hasta en esto. el algo del poeta midió la distancia de los monjes alemanes
Veamos otro aspecto. Eñ psicología, sabemos que to­ a los ciudadanos atenienses".
do comportamiento revela una articulación, un fraseado.
El fraseado se origina en un proceso nervioso central que
TECNICA Y ARQUITECTURA DEL VERSO
corresponde al fenómeno y a la obra, y el observador—el
crítico—obtendrá ese fraseado en conjunto. El poeta da ex­
presión a su estado de ánimo; el fraseado de sus elementos González Prada consideró la poesía como su más no­
rítmicos proviene de su vivencia espiritual y provoca im­ ble ejercicio intelectual. Su arte, producto de una amplia
presiones musicales que tienen la misma articulación. Esa cultura, de un estudio concienzudo de otras lenguas y lite­
música actúa como ectímuío y provoca en nuestro senso­ raturas—principalmente de la francesa y alemana—, deriva
rio procesos cuyo fraseado animará con ritmo igual las vi­ de Théodore de Banville y de Gautier. Su verso presenta
vencias de nuestro instinto poético. En esto conocemos, las más sorprendentes variedades de la combinación rítmi­
también, a un poeta, ya sea que este cante, escriba o actúe. ca. En sus manos se modifica la estructura clasica del so­
Siempre será el Poeta y nos dará la impresión de lo ex­ neto y en vez del alejandrino métrico, Prada aclimató los
cepcional. polirritmos con disonancia y muchos antes que Ruben Da­
Una obra poética-tomemos una estrofa o un concep­ río, exhumó el exámetro latino y lo modificó con el ritmo
to poético expresado en prosa, por ejemplo—puede sercon- proporcional.
4 Amauta

N U E S T R O S POR M ANUEL G O NZALEZ


I O 1 5

i sa s p r e te n d id a s in c a p ic id a d e s d e los a m a r illo s y lo s n e g r o s s o n q u i ­
m e r a s d e e s p í r it u s e n f e r m o s . Q u ie n s e a t r e v a a d e c ir a u n a r a z a :
Los m ás prom inentes sociólogos consideran la Sociología como a q u í l le g a r á s y d e a q u í n o p a s a r á s , e s u n c ie g o y u n in s e n s a to .
u n a ciencia en form ación y clam an por el advenim iento de su ¡Cóm oda invención la E tnología en m anos de algunos hom ­
N ew ton, de su Lavoisier o de su L yell; sin em bargo, en ningún bres! A dm itida la división de la H um anidad en raz as sup erio res y
libro pulula ta n ta afirm ación dogm ática o a rb itra ria como en las o- razas in ferio res, reconocida la superioridad de los blancos y por
b ras elaboradas por los herederos o epigones del Comte. P uede consiguiente su derecho a m onopolizar el gobierno del P lan e ta, n a­
llam arse a la Sociología no sólo el a rte de d a r nom bres nuevos a da m ás n a tu ra l que la supresión del negro en A frica, del piel ro ja
las cosas v iejas sino a la ciencia de las afirm aciones co n trad icto ­ en E stados U nidos, del túgalo en F ilipinas, del Indio en el P erú.
rias. Si u n g ran sociólogo enuncia u n a proposición, estem os segu­ Como en la selección o elim inación de los débiles e in ad ap tab les
ro s que otro sociólogo no m enos g ran d e aboga por la d iam etral­ se realiza la suprem a ley de la vida, los elim inadores o supresores
m en te opuesta. Como algunos pedagogos rec u erd an a los precep­ violentos no hacen m ás que acelerar la o bra le n ta y perezosa de la
to re s de Scribe, así m uchos sociólogos hacen p ensar en los m édi­ N atu ra lez a: ab andonan la m archa de la to rtu g a p o r el galope del
cos de M oliére: Le Bon y T arde no andan m uy lejos de D iafoirus caballo. Muchos no lo escriben, pero lo d ejan leer e n tre líneas, co­
y P urgón. mo P earso n cuando se re fie re a la s o lid a r id a d e n t r e lo s h o m b r e s
Citem os la raz a como uno de los puntos en que m ás divergen c iv iliz a d o s d e la r a z a e u r o p e a f r e n t e a la N a t u r a l e z a y la b a r b a ­
los au to res. M ientras unos m iran en ella el principal fa c to r de la r i e h u m a n a . D onde Se lee b a r b a r i e h u m a n a trad ú zcase h o m b r e sin
dinám ica social y resum en la historia en u n a lucha de razas, otros p e lle jo b la n c o .
red u cen a ta n poco el radio de las acciones étnicas que rep iten Más, no sólo se d ecreta y a la supresión de negros y am arillos:
Con D u rk h e im : N o c o n o c e m o s a n in g ú n f e n ó m e n o s o c ia l q u e se en la m ism a ra z a blanca se opera clasificaciones de pueblos d esti­
h a lle c o lo c a d o b a j o la d e p e n d e n c ia i n c o n t e s t a b l e d e la r a z a . Novi- nados a engran d ecerse y vivir y pueblos condenados a d eg e n erar
cow, sin em bargo de ju z g a r exagerada la opinión de D urkheim , no y m orir. Desde que D em olins publicó su libro A q u o i t i e n t la s u p é -
vacila en afirm a r que la r a z a , como la e s p e c ie , es, h asta cierto p u n ­ r i o r i t é d e s A n g lo -S a x o n s , ( 1 ) h a recrudecido la m oda de en salzar
to, u n a categoría su b jetiv a de nu estro espíritu, sin realid ad ex te­ a los anglosajones y deprim ir a los latinos. (A unque algunos la ti­
r io r; y exclam a en u n generoso a rran q u e de hum anidad: T o d a s e- nos pueden llam arse tales, como A tah u alp a gallego y M ontezum a
&------------------------------------------------------------------------------------ &

Su pensamiento siempre se eleva a la concepción filo­ Tiene la Luna caprichos de niña


sófica para penetrar las más misteriosas operaciones del cos­ Y es la voluble coqueta del cielo.
mos. Formado en la admiración de la serena armonía de
la cultura helénica, su intuición lo lleva a usar con el más Y Banville tiene el siguiente:
feliz acierto de los moldes clásicos de la poesía griega,—Ale­ Avec ses caprices, la Lune
mán, Arquíloco—para vaciar en ellos, modernizado, un Est comme une frívole amante;
sentido pagano de la vida. Mucho antes de que Nietzsche Elle sourit et se lamente,
descargara sus golpes formidables contra el cristianismo de­ Et vous fu it et vous importune.
letéreo, Prada inició su vida mental de escritor y de poeta,
con una apasionada y violenta beligerancia contra la forma La nuit, suivez-la sur la dune,
inmediata del cristianismo: el catolicismo. Así, antes de Elle vous raille et vous tourmenfe-,
esculpir sus magníficas estrofas, estudiadas en la poesía Avec ses caprices, la Lune
francesa, italiana, inglesa, alemana, lapida el verso castella­ Est comme une frívole amante.
no con las composiciones quevedescas de "Presbiterianas“•

Si hoy calmar quisiera }úpiter E t souvent elle se met une


Su perenne ardor genésico, Nuée en maniére de mante:
No se haría toro ni águila, Elle est absurde, elle est chamante;
Que se haría fraile o clérigo. II fa u t adorer sans rancune,
Avec ses caprices, la Lune.

Además del rondel, Prada aclimató la Romanza italia­


na de D' Annunzio, en composiciones tan perfectas y artís­
El arzobispo de ]auja ticas que pueden competir con las mejores del poeta de "La
Es un grave monseñor, Nave":
Con más barriga que ciencia,
Con más gula que oración
Sotto V acqua diffuse
verdeggiano le piante;
e in rígido adamante
paion constrette e chiuse.
González Prada ofrece el ejemplo más potente de una
inteligencia de raza, que en lugar de dispersarse a través de
las literaturas que estudia, se reconcentra en si misma para Estas composiciones constituyen el temo de versos
profundizar más en la vida íntima. El refinamiento de su más hermosos de Prada, “Minúsculas". Las gemas mas
arte, en sus últimos años, se atiene a la más pura emoción puras que puedan adornar la frente de poeta alguno. Co­
lírica y parece marcar el grado supremo de perfección de mo Petrarca, como Chaucer, desparrama por todo el am­
las formas clásicas y de aclimatación de las formas extran- biente de su obra poética, un perfume delicioso de amor,
geras. De Théodore de Banville imitó los deliciosos ronde­ de vida, de anhelos, de esperanzas y de alegría. El már­
les, partiendo desde ese punto de íntima compenetración mol helénico es, según el poeta, la tibia carne femenina
que es la traducción, y veremos como se igualan los mo­ de donde un tierno desorden responde al ritmo universal.
dos d^ expresión poética de ambos poetas. J. E u g e n io GARRO.
Prada tiene un conocido rondel que comienza1 Lima, Julio 22 de 1928
Amauta 5

p ro v en zal). E n E u ropa y A m érica asistim os a la florescencia de II


m uchas C asandras que viven p ro fetizando el incendio y desapari­
ción de la nueva T roya. A lgunos pesim istas, creyéndose los Deu- E n L a L u c h a d e R a z a s , Luis Gumplowiez dice: T o d o e le m e n to
caliones del próxim o diluvio y h a sta las superhom bres de N iestz- é tn ic o e s e c la l p o t e n t e b u s c a p a r a h a c e r s e r v ir a s u s f in e s to d o e le ­
sche, ju z g an la desaparición de su propia raz a como si se tr a ta r a m e n to d é b il q u e se e n c u e n t r a e n su r a d io d e p o te n c ia o q u e p e n e ­
de seres prehistóricos o de la L una. No se ha form ulado pero se t r e e n é l. (2 ) P rim ero los C onquistadores, en seguida sus descen­
sigue u n a axiom a: crím enes y vicios de ingleses o n o rteam ericanos dientes, fo rm aro n en los países de A m érica un elem ento étnico bas­
son cosas in h eren tes a la especie hum ana y no dnuncian la deca­ ta n te poderoso p ara subyugar y ex p lo tar a los indígenas. A unque
dencia de un pueblo; en cambio, crím enes y vicios de fran ceses o i- se tache de exageradas las afirm aciones de Las Casas, no puede
talianos son anom alías y acusan degeneración de raza. F elizm en­ n egarse que m erced a la av a rie n ta crueldad de los exploradores,
te O scar W ilde y el g eneral Mac D onald no nacieron en P arís ni la en algunos pueblos am ericanos el elem ento débil se h alla próxim o
m esa redonda del E m perador Guillerm o tuvo sus sesiones en Roma. a extinguirse. Las horm igas que dom estican pulgones p ara o rd eñ ar­
les, no im itan la im previsión del b la n c o , no d e s t r u y e n a su a n im a l
Nos parece in ú til decir que no tom am os en serio a los d ille -
p r o d u c tiv o .
t t a n t i como P aul B ourget ni a los f u m is te s como M aurice B arrés,
A la fó rm u la de Gumpliowiez conviene ag re g ar u n a ley que
cuando fulm inan rayos sobre el cosmopolitismo y llo ran la deca­
in flu y e m ucho en n u estro modo de ser: cuando un individuo se e-
dencia de la n o b le r a z a f r a n c e s a , porque la h ija de un conde sifi­
lítico y de una m arquesa pulm oniaca se d eja seducir por un moce- leva sobre el nivel de su clase social, suele con v ertirse en el peor
tó n sano y vigoroso pero sin cuarteles de nobleza. Respecto a Mon­ enem igo de ella. D u ra n te la esclavitud del negro, no hubo caporales
sieur G ustave Le Bon, le debemos ad m irar por su vastísim o saber m ás feroces que los mismos negros; actu alm en te, no hay quizá o-
y su g ran elevación m oral, aunque rep rese n ta la exageración de preso res ta n duros del indígena como los mismos indígenas espa­
Spencer, como Max N ordau la de Lom broso y H aeckel la de D ar­ ñolizados e investidos de alg u n a autoridad.
win. M erece llam arse el Bossuet de la Sociología, p o r no decir el El v erdadero tira n o de la m asa, el que se vale de unos indios
T orquem ada ni el H erodes. Si no se hiciera digno de consideración p ara esquilm ar y_ oprim ir a los otros, es el e n c a s ta d o , com prendién­
p o r sus observaciones sobre la luz negra, diríam os que es a la So­ dose en esta p alab ra ta n to al cholo de la sie rra o m estizo como al
ciología como el doctor Sangredo es a la Medicina. m u lato y al zambo de la costa. E n el P erú vemos u n a superposi­
ción: excluyendo a los europeos y al cortísim o núm ero de blancos
Le Bon nos avisa que d e n i n g ú n m o d o to m a e l t é r m in o d e r a z a nacionales o criollos, la población se divide en dos fraccio n es m uy
e n e l s e n tid o a n tr o p o ló g ic o , p o r q u e , d e s d e h a c e m u c h o tie m p o , la s desiguales por la cantidad, los e n c a s ta d o s o dom inadores y los indí­
r a z a s p u r a s h a n d e s a p a r e c id o c a s i, s a lv o e n lo s p u e b lo s s a lv a je s , y genas o dominados. Cien a doscientos mil individuos se h an sobre­
p a ra que tengam os u n cam ino seguro por donde m arch ar, d ec id e: puesto a tre s millones.
L n los p u e b lo s c iv iliz a d o s , n o h a y m á s q u e r a z a s h is tó r ic a s , e s d e c ir, E x iste u n a alianza ofensiva y defensiva, u n cam bio de servi­
c r e a d a s d e l to d o p o r los a c o n te c im ie n to s d e la H i s t o r i a . Según el cios en tre los dom inadores de la cap ital y los de p rovincia: si el g a­
cogm atism o leboniano, las naciones hispanoam ericanas constituyen m onal de la sie rra sirve de ag en te político al señorón de Lim a el
y a u n a de esas razas, pero una raz a ta n singular que h a pasado ver­ señorón de Lim a defiende al gam onal de la sierra cuando abusa
tiginosam ente de la niñez a la decrepitud, salvando en m enos de un b áb aram en te del indio. Pocos grupos sociales h an com etido ta n ta s
siglo la tra y e c to ria rec o rrid a po r otros pueblos en tres, cuatro, cin­ iniquidades ni ap arecen con rasgos ta n negros como los españoles
co y h asta seis mil años. L a s 2 2 r e p ú b lic a s l a t i n a s d e A m é r ic a ( 1 ) y encastados en el P erú. Los revolucionarios, los d esp iltarro s y las
d ic e e n P S Y C H O L O G IE DU S O C 1 A L ÍS M E , a u n q u e s i t u a d a s e n la s b an c arro tas p arecen n ad a an te la codicia glacial de los encastados
c o m a r c a s m a s r ic a s d e l G lo b o , s o n in c a p a c e s d e a p r o v e c h a r su s i n ­ p a ra sacar el jugo a la carn e hum ana. M uy poco les ha im portado el
m en so s re c u rso s E l d e s tin o f in a l d e e s t a m ita d d e A m é ric a dolor y la m u erte de sus sem ejantes, cuando ese dolor y esa m u erte
e s r e g r e s a r a la b a r b a r i e p r im itiv a , a m e n o s q u e los E s ta d o s U n id o s les h a rendido unos cuantos soles de ganancia. E llos diezm aron al
le p r e s t e n e l i n m in e n te s e rv ic io d e c o n q u is ta r l a H a c e r b a j a r la s indio con los rep artim ien to s y las m ita s ; ellos im p o rtaro n al negro
m a s r ic a s c o m a r c a s d e l G lo b o a! n iv e l d e la s r e p ú b lic a s n e g r a s d e p ara hacerle gem ir bajo el látigo de los caporales; ellos devoraron
S a n to D o m in g o y H a ití, h e a h í lo q u e la r a z a l a t i n a h a r e a liz a d o al chino, dándole u n puñado de arro z por diez y h asta quince horas
e n m e n o s de u n s ig lo c o n la m ita d d e la A m é ric a . de tra b a jo ; ellos e x tra je ro n de sus islas al canaca p a ra d ejarle mo­
r ir de nostalgia en las galpones de las haciendas; ellos p reten d en
A Le Bon le podrían a rg ü ir que tom a le erupción cu tán ea de
in tro d u c ir hoy al ja p o n és. . . . (1) El negro p arece que dism inuye,
un niño por la g an g re n a senil de un nonagenario, la h eb efren ia de
el chino va desapareciendo, el canaca no h a dejado huella, el jap o ­
u n mozo por la locura hom icida de un viejo. ¿Desde cuándo las re ­
nés no da señales de p re sta rse a la servidum bre; m ás queda el in ­
voluciones an uncian decrepitud y m u erte? N inguna de las naciones
dio, pues trescien to s a cu atro cien to s años de crueldades no han lo­
hispanoam ericanas ofrece hoy la m iseria política y social que re i­
g rado ex term in arle ¡el infam e se encapricha en vivir!
naba en la E u ropa del feudalism o; pero a la época feu d al se le con­
Los v irrey es del P erú no cesaron de condenar los atropellos
sidera como u n a etap a de la evolución, en ta n to que a la é ra de
n i ah o rraro n diligencias p a ra lo g rar la c o n s e rv a c ió n , b u e n t r a t a ­
las revoluciones hispanoam ericanas se le m ira como un estado irre ­
m ie n to y a liv io d e los In d io s ; los Reyes de E spaña, c e d ie n d o a la
m ediable y definitivo. T am bién le podríam os arg ü ir colocando a
c o n m is e r a c ió n d e su s n o b le s y c a tó lic a s a lm a s , concibieron m edi­
Le Bon el optim ista fre n te a Le Bon el pesim ista, como quien di­
das h u m an itarias o secundaron las iniciadas por los V irreyes. So­
ce a San A gustín el obispo co n tra San A gustín el pagano. E s posi­
b raro n los buenos propósitos en las R eales Cédulas. Ignoram os si
ble, a fiim a Le Bon, t r a s u n a s e r ie d e c a la m id a d e s p r o f u n d a s , d e
las Leyes de Indias fo rm an u n a pirám ide ta n elevada como el Chim­
t r a s t o r n o s c a s i n u n c a v is to s e n la H is to r ia , los pueblos latinos, alec­
borazo; pero sabem os que él m al co n tin u ab a lo mismo, aunque al­
cionados por la experiencia. . . . t i e n t e n la r u d a e m p r e s a d e a d q u ir i r
la s c u a lid a d e s q u e Ies f a l t a p a r a d e a h í a d e l a n t e lo g r a r b u e n é x ito e n
g u n as veces hubo castigos ejem plares. Y no podía suceder de otro
la v id a L o s a p o s tó le s p u e d e n m u c h o p o r q u e lo g r a n t r a s f o r m a r la
m odo: oficialm ente se orden ab a la explotación; se p rete n d ía que
hum an am en te se com etiera iniquidades o eq u itativ am en te se consu­
o p in ió n , y la o p in ió n e s h o y r e i n a ------ L a H i s t o r i a se h a lla t a n lle n a
m a ra n in ju sticias. P a ra e x tirp a r los abusos, h ab ría sido necesario
d e im p re v is to , e l m u n d o a n d a e n c a m in o d e s u f r i r m o d ific a c io n e s t a n
abolir los rep artim ien to s y las m itas, en dos p alabras, cam biar to ­
p r o f u n d a s , q u e es im p o s ib le p r e v e e r e l d e s tin o d e los im p e rio s . Si no
do el régim en colonial. Sin las faen as del indio am ericano, se h a­
cabe prever la su e rte de las naciones ¿cómo an u n cia la m u e rte de
b rían vaciado las arcas del tesoro español. Los caudales enviados de
las repúblicas hispanoam ericanas? ¿Lo que pueden rea liza r en E u ­
las colonias a la M etrópoli no eran m ás que sangre y lágrim as con­
ro p a los im perios latinos, no podrán te n ta rlo en el Nuevo Mundo las
v ertid as en oro.
naciones de igual origen? O ¿h ab rá dos leyes sociológicas, un a p ara
los la tin o s de A m érica y o tra p ara los la tin o s de E u ro p a? Q uizá; pe­ L a R epública sigue las trad icio n es del V irrey n ato . Los P resi­
ro, felizm ente, las afirm aciones de Le Bon se p arecen a los clavos, dentes en sus m en sajes abogan por la redención de los oprim idos
las unas sacan a las otras. (1) y se llam an p r o t e c to r e s d e la r a z a indígena; los congresos elab o ran
leyes que d ejan a trá s a la D e c la r a c ió n d e ¡03 d e re c lio s d e l h o m b r e ;
Se ve, pues, que si A ugusto Com te pensó h acer de la sociolo­ los m inistros de Gobierno expiden decretos, pasan notas a los p re ­
g ía u n a ciencia em inentem ente positiva, algunos de sus h erederos fecto s y nom bran delegaciones investigadoras, todo c o n e l n o b le
la van convirtiendo en u n cúm ulo de divagaciones sin fund am en to p r o p ó s ito d e a s e g u r a r la s g a r a n t í a s d e la c la s e d e s h e r e d a d a ; pero
científico. m ensajes, leyes, decretos, notas y delegaciones se red u cen a je re -
6 Amanta

m iadas hipócritas, a p alab ras sin eco, a expedientes m anoseados. da, puede servir de blanco a los deseos b ru tales del s e ñ o r. Un rap to ,
L as au to rid ad es que desde Lim a im p arten órdenes conm inatorias u n a violación y un estupro no significan m ucho cuando se piensa
a los d epartam en to s, saben que no serán obedecidas; los p refecto s que a las indias se les debe poseer de viva fu erza. Y a p esar de
que reciben las conm inaciones de la C apital saben tam bién que todo, el indio no habla con el p atró n sin arro d illarse ni besarle. No
n in g ú n m al les re su lta de no cum plirlas. Lo que el año 1648 decía se diga que por ignorancia o fa lta de cu ltu ra los señores te rrito ­
en su M em oria el M arqués de M ancera, debe rep e tirse hoy, leyen­ riales proceden así: los hijos de algunos hacendados van niños a
do g o b e r n a d o r e s y h a c e n d a d o s en lu g a r de c o r r e g i d o r e s y c a c iq u e s : E uropa, se educan en F ra n cia o In g la te rra y vuelven al P erú con
T ie n e n p o r e n e m ig o s e s to s p o b r e s in d io s l a c o d ic ia d e su s C o r r e g i ­ todas las apariencias de gentes civilizadas; m ás apenas se confinan
d o r e s , d e s u s C u r a s y d e s u s C a c iq u e s , to d o s a t e n t o s a e n r iq u e c e r en sus haciendas, pierden el barniz europeo y proceden con m ás
d e s u s u d o r ; e r a m e n e s t e r e l c e lo y a u t o r i d a d d e u n V i r r e y p a r a ' inhum anidad y violencia que sus p ad res: con el som brero, el pon­
c a d a u n o ; e n f e d e la d i s t a n c i a s e t r a m p e a la o b e d ie n c ia y n i h a y cho y las r o n c a d o r a s rea p arece la fiera. E n resu m en : las haciendas
f u e r z a n i p e r s e v e r a n c i a p a r a p r o p o n e r s e g u n d a v e z la q u e x a ( 1 ) co n titu y en reinos en el corazón de la República, -los hacendados e-
E l t r a m p e a r la o b e d ie n c ia vale mucho en boca de un v irre y ; pero je rc en el papel de au tó c ra ta s en medio de la dem ocracia.
vale m ás la declaración escapada a los defensores de los indígenas
de Chucuito. (1) IV
No fa lta n indiófilos que en sus iniciativas individuales o colec­
tiv as proceden como los G obiernos en su acción oficial. Las ag ru ­ P a ra cohonestar la in cu ria del Gobierno y la inhum anidad de
pación fo rm a d a p a ra lib e rta r a la ra z a irre d e n ta no han pasado los expoliadores, algunos pesim istas a lo Le Bon m arcan en la f re n ­
de co n trabandos políticos abrigados con b an d e ra filan tró p ica. De­ te del indio un estigm a in fam ato rio : le acusan de re fra c ta rio a la
fendiendo al Indio se ha explotado la conm iseración, como invocan­ civilización. C ualquiera se im ag in aría que en todas n u estra s po­
do a T acna y A rica se negocia hoy con el patriotism o. P a ra que los blaciones se le v an tan espléndidas escuelas, donde bullen eximios
red e n to re s p rocedieran de b u en a fe, se necesitaría que de la noche profesores m uy bien ren tad o s y que las aulas perm anecen vacías
a la m a ñ an a su frie ra n u n a tran sfo rm ac ió n m oral, que se arre p in ­ p orque los niños, obedeciendo las órdenes de sus padres, no acuden
tie ra n al m edir el h o rro r de sus iniquidades, que fo rm a ran el in ­ a rec ib ir educación. Se im ag in aría tam bién que los indígenas no
violable propósito de obedecer a la justicia, que de tig re s se qui­ siguen los m oralizadores ejem plos de las clases d irig en tes o cru cifi­
sie ra n volver hom bres. ¿C abe en lo posible? can sin el m enor escrúpulo a todos los predicadores de ideas le-
E n tre ta n to , y po r reg la general, los d o m in a d o r e s se acercan v en tad as y generosas. E l indio recibió lo que le d iero n : fa n a tis­
al indio p a ra en g añ arle, oprim irle o corrom perle. Y debem os re ­ mo y ag u ard ien te.
m em o rar que no sólo el e n c a s t a d o nacional procede con inhum ani­ V eam os ¿qué se entien d e por civilización? Sobre la in d u stria
dad o m ala f e : cuando los europeos se hacen resc atad o res de lana, y el a rte , sobre la erudición y la ciencia, b rilla la m oral como p u n ­
m ineros o hacendados, se m u estran buenos exactores y m ag n ífi­ to lum inoso en el vértice de un a g ran pirám ide. No la m oral teo ­
cos to rsionarios, rivalizan con los antiguos encom enderos y los ac­ lógica fu n d ad a en u n a sanción postum a, sino la m oral hum ana, que
tu a le s hacendados. E l anim al de pellejo blanco, nazca donde n a­ no busca sanción ni la buscaría lejo s de la T ierra. El sum um de
ciere, vive aq uejado por el m al del oro: al fin y al cabo cede al la m oralidad, ta n to p ara los individuos como p a ra las sociedades,
in stin to de rapacidad. consiste en h ab e r tran sfo rm ad o la lucha del hom bre co n tra hom ­
b re en el acuerdo m u tu o p a ra la vida. Donde no hay ju sticia, m ise­
III rico rd ia ni benevolencia, no hay civilización; donde se proclam a ley
social la s t r u g g l e f o r life, re in a la b arb arie. ¿Q ué vale a d q u irir el
B ajo la R epública ¿su fre m enos el indio que bajo la dom ina­ sab er de un A ristóteles cuando se g u ard a el corazón de u n tig re ?
ción española? Si no existen corregim ientos ni encom iendas, que­ ¿Q ué im p o rta poseer el don artístico de un Miguel A ngel cuando se
dan los tra b a jo s forzosos y el reclu tam ien to . Lo que le hacem os su­ lleva el alm a de un cerdo? Más que p asar por el mundo d erram a n ­
f r ir b asta p a ra d escarg ar sobre nosotros la excecración de las p er­ do la luz del a rte o de la ciencia, vale ir destilando la miel de la
sonas hum anas. Le conservam os en la ignorancia y la servidum bre, bondad. Sociedades altam en te civilizadas m erecerían llam arse a-
le envilecem os en el cu a rtel, le em brutecem os con el alcohol, le quellas donde p ra c tic a r el bien h a pasado de obligación a costum ­
lanzam os a destrozarse en las g u e rra s civiles y de tiem po en tiem ­ bre, donde el acto bondadoso se h a convertido en a rran q u e in stin ­
po organizam os cacerías y m atanzas como las de A m antan!, llave tivo. Los dom inadores del P erú ¿han adquirido ese grado de mo­
y H u an ta. (1) ralización? ¿T ienen derecho de considerar al indio como un ser
No se escribe pero se observa el axiom a de que el indio no incapaz de civilizarse?
tie n e derechos sino obligaciones. T ratán d o se de él, la q u eja perso­ L a organización política y social del antig u o im perio incaico
nal se tom a por insubordinación, el reclam o colectivo por conato ad m ira hoy a refo rm ad o res y revolucionarios europeos. V erdad, A-
de sublevación. Los rea lista s españoles m a tab an al indio cuando ta h u alp a no sabía el p ad re n u estro ni Calcuchim a pensaba en el m is­
p rete n d ía sacudir el yugo de los conquistadores, nosotros los re ­ te rio de la T rin id ad ; pero el culto del Sol era quizá m enos ab su r­
publicanos nacionales lo exterm inam os cuando p ro te sta de las con­ do que la Religión católica, y el g ran sacerdote de Pachacam ac no
trib u cio nes onerosas, o se cansa de so p o rtar en silencio las iniqui­ vencía ta l vez en ferocidad al p ad re V alverde. Si el súbdito de
dades de alg ú n sátrap a. H uaina-C ápac ad m itía la civilización, no encontram os m otivo p ara
N u e stra fo rm a de G obierno se red u ce a u n a g ra n m en tira, que el indio de la R epública la rechace, salvo que to d a la raz a hu­
p o rq u e no m erece llam arse repú b lica dem ocrática un estado en b iera su frid o u n a irrem ediable decadencia fisiológica. M oralm ente
que dos o tr e s m illones de individuos viven fu e ra de la ley. Si en hablando, el in d íg en a hallado por los conquistadores; m ás dep re­
la costa se divisa u n vislum bre de g a ra n tía s bajo u n rem edo de sión m oral a causa de servidum bre política no equivale a imposi­
república, en el in te rio r se palpa la violación de todo derecho bajo bilidad ab so lu ta p ara civilizarse por contitución orgánica. E n to ­
u n v erd ad ero régim en feudal. Ahí no rig en Códigos ni im peran do caso ¿sobre quien g ra v ita ría la culpa?
trib u n a les de ju sticia, porque hacendados y g a m o n a le s dirim en toda Los hechos desm ienten a los pesim istas. Siem pre que el indio
cuestión arrogándose los papeles de ju eces y ejecu to res de las sen­ se in stru y e en colegios o se educa por el sim ple roce con personas
tencias. Las au to rid ad es políticas, lejos de apoyar a débiles y po­ civilizadas, ad q u iere el mismo g rado de m oral y cu ltu ra que el des­
bres, ay u d an casi siem pre a ricos y fu e rte s. H ay regiones donde cendiente del español. A cada m om ento nos rozam os con am ari­
ju e ce s de paz y g o bernadores p erte n ec en a la servidum bre de la llos que visten, comen, viven y p iensan como m elifluos c a b a ll e ­
hacienda. ¿Q ue g o bernador, qué sup refeeto ni qué p refec to osa­ r o s de Lim a. Indios vemos en C ám aras, m unicipios, m a g istra tu ra ,
ría colocarse f re n te a f re n te de un hacendado? universidades y ateneos, donde se m a n ifiestan ni m ás venales ni
m ás ig n o ran tes que los de o tras razas. Im posible deslindar resp o n ­
U na hacienda se fo rm a por la acum ulación de pequeños lotes sabilidades en el t o tu m r e v o lu tis de la política nacional p a ra decir
a rre b a ta d o s a sus legítim os dueños, u n p a tró n ejerce sobre sus peo­ qué m al ocasionaron los m estizos, los m ulatos y los blancos. H ay tal
nes la au to rid ad de u n b aró n norm ando. No sólo influ y e en el nom ­ prom iscuidad de san g res y colores, re p re se n ta cada individuo ta n ­
b ram ien to de gobernadores, alcaldes y ju eces de paz, sino hace ta s m ezclas lícitas o ilícitas, que en p resen cia de m uchísim os p e ru a ­
m atrim onios, designa herederos, re p a rte las herencias, y p a ra que nos quedaríam os perp lejo s p ara d eterm in a r la dosis de negro y a-
los hijos sa tisfag a n las deudas del padre, les som ete a u n a servi­ m arillo que en cierran en sus organism os: nadie m erece el califica­
dum b re que suele d u ra r to d a la vida. Im pone castigos trem endos tivo de blanco puro, au n q u e lleve azules ojos y rubio el cabello.
como la c o rm a , la fragelación, el cepo de cam paña y la m u e rte ; Sólo debem os rec o rd a r que el m an d atario con m ayor am plitud de
risib les, como el rapado del cabello y las enem as de ag u a fría . Q uien m iras p erten eció a la ra z a indígena, se llam aba S an ta Cruz. Lo fu e­
no re sp e ta vidas ni propiedades re a liz a ría u n m ilagro si g u a rd a ra ron cien más, ya valientes hasta el heroísmo como Cahuide; ya fie­
m iram ientos a la honra de las m u je re s: toda india, soltera o casa­ les hasta el m artirio como Olaya.
Amauta 7

T iene razó n Novicow al a firm a r que la p r e te n d id a s i n c a p a c i­ su propiedad y su vida. A la violencia resp o n d ería con la violen­
d a d e s d e lo s a m a rillo js y lo s n e g r o s s o n q u i m e r a s d e e s p í r it u s e n ­ cia, escarm entando al p a tró n que le a rre b a ta las lanas, al soldado
f e rm o s . E fectivam ente, no hay acción g enerosa que no pued a ser que re c lu ta en nom bre del G obierno, al m ontonero que le ro b a g a­
realizad a por algún negro ni por algún am arillo, como no hay ac­ nado y bestias de carga.
to infam e que no pu ed a ser com etido por algún blanco. D u ran te Al indio no se le predique hum ildad y resignación sino or­
la invasión de C hina en 1900, los am arillos del Ja p ó n dieron lec­ gullo y rebeldía. ¿Q ué ha ganado con trescien to s o cuatrocientos
ciones de hum anidad a los blancos de R usia y A lem ania. No r e ­ años de conform idad y paciencia? M ientras m enos au to rid ad es su­
cordam os si los negros de A frica las dieron alg u n a vez a los boers fra , de m ayores daños se lib erta. H ay un hecho rev elad o r: rein a
del T ransvaal o a los ingleses del Cabo: sabem os sí que el anglosa­
m ayor b ien estar en las com arcas más. d istan tes de las g ran d es h a­
jó n K itchener se m u e stra ta n fero z en el Sudán como B ehanzín
ciendas, se d isfru ta de m ás orden y tran q u ilid ad en los pueblos
en el D ahom ey. Si en vez de com parar u n a m uchedum bre de piel m enos frecu en tad o s por las autoridades.
b lanca con o tra s m uchedum bres de piel oscura, com param os un in ­
dividuo con otro individuo, verem os que en medio de la civiliza­ E n re su m e n : el indio se red im irá m erced a su esfuerzo propio,,
ción blanca abu n d an c a fre s y pieles ro ja s por dentro. Como flores no por la hum anización de sus opresores. Todo blanco es, m ás o
de ra z a u hom bres rep resen tativ o s, nom brem os al Rey de In g late­ menos, un P izarro , u n V alverde o un A reche.
r r a y al E m perador de A lem ania: E duardo V il y Guillerm o II ¿m e­
recen com pararse con el indio B enito Ju á re z y con el negro Boo­ 1904.
k e r W ashington? Los que an tes de ocupar u n tro n o vivieron en la
ta b e rn a , el g arito y la m ancebía, los que desde la cim a de un im ­ N ota. — E ste artículo no fo rm ab a p arte de la p rim era edición
perio ordenan la m atan za sin p erd o n a r a niños, ancianos ni m u je­ de “ H oras de L ucha” . Lo hemos incluido en ésta porque conside­
res, llevan lo blanco en la piel m ás esconden lo negro en el alm a. ram os que las iedas expresadas en él arm onizan con el esp íritu de
¿De sólo la ignorancia depende el abatim ien to de la ra z a indí­ la obra.
g ena? C ierto, la ignorancia nacional parece u n a fá b u la cuando se Conviene, sin em bargo, ad v e rtir que el a u to r no concluyó
piensa que en m uchos pueblos del in te rio r no existe un solo hom bre “ N uestros Indios” ; ni mucho menos llegó a co rreg ir d efin itiv a­
capaz de leer ni de escribir, que d u ran te la g u e rra del Pacífico los
m en te las páginas que había esbozado. Y hemos decidido p u b licar­
indígenas m irab an la lucha de las dos naciones como u n a contienda
lo así, resp etan d o el estilo espontáneo del autor, an tes que ap o r­
civil e n tre el gen eral Chile y el g eneral P erú , que no hace mucho
ta r m odificaciones en que la buen a intención no h ab ría sabido
los em isarios de C hucuito se dirigieron a T acna fig u rán d o se en­
siem pre disculpar la torpeza, p ara no p riv ar al público de conocer
co n tra r ahí al P re sid en te de la República.
la opinión del a u to r sobre tem a de ta n ta im portancia.
A lgunos pedagogos (rivalizando con los vendedores de p an a­
ceas) se im aginan que sabiendo u n hom bre los aflu e n tes del A m a­
A . da G. P.
zonas y la te m p e ra tu ra m edia de B erlín, ha reco rrid o la m itad del
cam ino p a ra resolver todas las cuestiones sociales. Si por un fen ó ­
meno sobrehum ano, los an a lfab e to s nacionales am enecieran m añ a­
na, no sólo sabiendo le e r y escribir, sino con diplom as u n iv ersita­ (1 ). — Don V íctor A rreguine le ha contestado con el libro
rios, el problem a del indio no h ab ría quedado resu elto : al p ro leta­ E)n q u é c o n s is te la s u p e r io r id a d d e lo s L a tin o s s o b re lo s A n g lo --
riado de los ignorantes, sucedería el de los bachilleres y doctores. S a jo n e s (B uenos A ires 1900). Según A rreguine, la la rg a obra del
Médicos sin enferm os, abogados sin clientela, ingenieros sin obras, señor Demolins, am pliación de un capítulo de T aine sobre la edu­
escritores sin público, a rtis ta s sin parroquianos, profesores sin dis­ cación inglesa, en lo que tien e ella de bueno, an tes que o bra de
cípulos, abu n d an en las naciones m ás civilizadas form ando el in n u ­ im parcial serenidad, es u n alegato anglóm ano con acentuado sabor
m erable ejército de cerebros con luz y estóm agos sin pan. Donde a co n feren cia pedagógica, no o b stan te lo cual h a tu rb ad o a m uchos
las haciendas de las costas sum an cuatro o cinco mil fanegadas, cerebros latin o s con lo que llam arem os m areo de la novedad.
donde las estancias de la sie rra m iden tr e in ta y h asta cin cu en ta (1) ¿De dónde saca el a u to r esas 22 repúblicas? No hay aquí
leguas, la nación tie n e que dividirse en señores y siervos. u n e rro r tip o g ráfico porque en u n a n o ta de la página 40 escribe:
Si la educación suele co n v ertir al b ru to im pulsivo en un sér i f f a u t i g n o r e r d ’u n e fa c ó n b ie n c o m p le te l’h is to ir e d e S a i n t —D o-
razonable y m agnánim o, la instrucción le enseña y le ilum ina el
m in g u e , d ’H a iti, c e lle d e s v in g t- d e u x r é p u b liq u e s h is p a n o -a m é ric a i-
sendero que debe seguir p a ra no ex trav iarse en las en crucijadas
n e s e t c e lle d e s E ta ts - U n is .
de la vida. Más divisar u n a senda no equivale a seg u irla h asta el
fin : se n ecesita firm eza en la voluntad y vigor en los pies. Se r e ­ (1 ) A caba de a firm a r que los apóstoles pueden mucho porque
q uiere tam bién poseer un ánim o de altivez y rebeldía, no de sum i­ lo g ran tra n sfo rm a r la opinión, etc. E n las páginas 451 y 452 ex­
sión y respeto como el soldado y el m onje. L a instru cció n puede p resa lo co n tra rio : Nos p e n s é e s , e tc .
m a n ten e r al hom bre en la b ajeza y la servidum bre: in stru id o s fu e ­ (2 ) T raducción anónim a de la E spaña M oderna, M adrid.
ro n los eunucos y gram áticos de Bizancio. O cupar en la T ie rra el
puesto que le corresponde en vez de a c ep tar el que le designan: pe­ ( 1 ). — Cuando en el P erú se habla de inm igración, no se tr a ­
d ir y to m a r su bocado; rec lam a r su techo y su pedazo de te rru ñ o , ta de p ro cu rarse hom bres libres que por cu en ta propia lab ren el
es el derecho de todo sér racional. suelo y al cabo de algunos años se co nviertan en pequeños propie­
N ada cam bia m ás pronto ni m ás radicalm en te la psicología ta rio s: se quiere in tro d u c ir parias que enagenen su lib ertad y por
del hom bre que la propiedad: al sacudir la esclavitud del vientre, el m ínim um de jo rn a l proporcionen el m áxim un de trab ajo .
crece en cien palmos. Con sólo a d q u irir algo el individuo asciende (1 ). — M em orias de los V irrey es del P erú , M arqués de Man-
algunos peldaños en la escala social, porque las clases se reducen eera y Conde S alv atierra, publicadas por José Toribio Polo. Lima,
a grupos clasificados por el m onto de la riqueza. A la in v ersa del 1899.
globo aerostático, sube m ás el que m ás pesa: Al que diga: la e s c u e ­
la , respóndasele: la e s c u e la y e l pan. (1 ). — L a R aza In d íg en a del P erú en los albores del siglo XX.
L a cuestión del indio, m ás que pedagógica, es económica, es (p ág in a VI, segundo fo lle to ). Lim a, 1903.
social. ¿Como resolverla? No hace m ucho que un ademán conci­ (1 ). — U na p ersona verídica y bien inform ada nos proporcio­
bió la idea de r e s ta u ra r el Im perio de los Incas: aprendió el que­ n a los siguientes d ato s: “M asacre de A m antani. — A penas in a u ­
chua, se in tro d u jo en las indiadas del Cuzco, empezó a g ran je arse g u r a d a la p rim e ra d ictad u ra de Piérola, los indios de A m antani,
partidarios, y ta l vez h ab ría in ten tad o u n a sublevación, si la m u erte
“isla del T iticaca, lincharon a un gam onal que había com etido la
no le h u b ie ra sorprendido al regreso de u n viaje por E u ro p a. P ero
“im prudencia de obligarles a hacer ejercicios m ilitares. La respues­
¿cabe hoy sem ejan te resta u ració n ? Al in te n ta rla , al q u ere r rea li­
t a fu é el envío de P uno de dos buques arm ados en g u erra, que
zarla, no se o btendría m ás que el em pequeñecido rem edo de u na
g ran d eza pasada. “ bom bardearon fero zm en te la isla, de las 6 de la m añ an a a las 6 de
“ la ta rd e. La m atan za fu é horrible, sin que h asta ah o ra se sepa
L a condición del indígena puede m e jo rar de dos m an eras: o el
“ el núm ero de indios que ese día perecieron, sin distinción de edad
corazón de los opresores se conduele al extrem o de reconocer el
derecho de los oprim idos, o el ánim o de los oprim idos adquiere la “ ni sexo. Sólo se ven esqueletos que aú n blanquean m etidos de
virilidad suficiente p ara escarm en tar a los opresores. Si el indio a- “medio cuerpo en las g rietas de los peñascos, en ac titu d de re fu ­
p rovechara en rifle s y cápsulas todo el dinero que desperdicia en g ia rs e ”.
alcohol y fiestas, si en un rincón de su choza o en el ag u jero de un a llav e y H u a n ta se consum aron en la segunda adm inistración
p eñ a escondiera un arm a, cam biaría de condición, h a ría resp e tar de P iérola.
8 mAmauta

G O ZALEZ
POR JOSE CARUOS MARiATEGUl
A D A
tencias alambicadas y retóricas, se encuentra el gérmen
del nuevo espíritu nacional. "No forman el verdadero
Perú, dice González Prada en el célebre discurso del Po-
liteama de 1888, las agrupaciones de criollos y extranje­
ros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico
y los Andes; la nación está formado por las muchedum­
bres de indios diseminadas en la banda oriental de la
Cordillera".
Y,'aunque no supo hablar un lenguaje desnudo de
retórica, González Prada no desdeñó nunca a la masa.
Por el contrario, reivindicó siempre su gloria oscura. Pre­
vino a los literatos que lo seguían contra la inutilidad y la
esterilidad de ia literatura elitista. “Platón decía,—les re­
cordó en la conferencia del Ateneo,—que en materia de­
lenguaje el pueblo éra un excelente maestro. Los idios
mas se vigorizan y retemplan en la fuente popular, más
que en las lenguas muertas de los gramáticos y en las
exhumaciones prehistóricas de los eruditos. De las can­
ciones, refranes y dichos del vulgo brotan las palabras
originales, las frases gráficas, las construcciones atrevidas.
Las multitudes transforman los continentes". "El poeta
legítimo—afirmó en otro pasaje del mismo discurso—se
parece al árbol nacido en la cumbre de un monte; por
las ramas, que forman la imaginación, pertenece a las nu­
bes; por las raíces, que constituyen los afectos, se liga
con el suelo". Y en sus notas acerca del idioma ratificó
explícitamente en otros términos el mismo pensamiento.
‘‘Las obras maestras se distinguen por la accesibilidad,
pues no forman el patrimonio de unos cuantos elegidos
isino la herencia de todos los hombres con sentido co­
mún. Homero y Cervantes son ingenios democráticos: un
niño los entiende. Los talentos que presumen de aristo
cráticos, los inaccesibles a la muchedumbre, disimulan
G O N Z A L E Z P R A D A , d i b u j o d e J u l i a C ode cido
lo vacío del fondo con lo tenebroso de la forma". “Si
Herodoto hubiera escrito -como Gracián, si Píndaro hu­
1 biera cantado como Góngora ¿habrían sido escuchados y
aplaudidos en los juegos olímpicos? Ahí están los gran­
González Prada es, en nuestra literatura, el precursor des agitadores de almas del siglo XVI y XVIII, ahí está
de la transición del período colonial al período cosmopo­ particularmente Voltaire con su prosa, natural como un
lita. Ventura García Calderón lo declara "el menos perua­ movimiento respiratorio, clara como un alcohol rectifi­
no" de nuestros literatos. Pero ya sabemos que hasta cado".
González Prada lo peruano, en nuestra literatura, no es Simultáneamente, González Prada denunció el colo­
aún peruano sino colonial. El autor de Páginas ' libres, nialismo, atacó el españolismo. En la conferencia del
aparece como un escritor de espíritu occidental^ de cul­ Ateneo, después de constatar las consecuencias de la ño­
tura europea. Mas, dentro de una peruanidadfpor defi­ ña y senil imitación de la literatura española, propugnó
nirse, por precisarse todavía, ¿por qué considerarlo como abiertamente la ruptura de este vínculo. "Dejemos las
el menos peruano de los hombres de letras que” la tradu­ andaderas de la infancia y busquemos en otras literatu­
cen? ¿Por ser el menos español? ¿Por no ser colonial? La ras nuevos elementos y nuevas impulsiones. Al espíritu
razón resulta entonces paradójica. Por- ser la menos es­ de naciones ultramodernas y monárquicas prefiramos el
pañola, por no ser colonial, su literatura'^anuncia precisa­ espíritu libre y democrático del siglo. Volvamos los ojos
mente la posibilidad de una literatura peruana. Es !a li­ a los autores castellanos, estudiemos sus obras maestras
beración de la metrópoli. Es finalmenta, la ruptura con enriquezcamos su armoniosa lengua; pero recordemos
el virreinato. constantemente que la dependencia intelectual de España
Este parnasiano, este helenista, marmóreo, pagano, es significaría para nosotros lá indefinida prolongación de la
histórica y espiritualmente mucho más peruano que todos, niñez".
absolutamente todos, los rapsodistas de la literatura espa­ En la obra de González Prada, nuestra literatura ini­
ñola anteriores y posteriores a él en nuestro proceso lite­ cia su contacto con otras literaturas. González Prada re­
rario. No existe seguramente en esta generación un solo presenta particularmente la influencia francesa. Pero le
corazón que sienta al malhumorado discípulo de Lista, pertenece, en general, el mérito de haber abierto la bre­
don Felice Pardo, más peruano que el panfletario e icono­ cha por la que debían pasar luego diversas influencias
clasta acusador del pasado a que pertenecieron ese y otros extranjeras. Su prosa tronó muchas veces contra las aca­
letrilleros de lá misma estirpe y el mismo abolengo. demias y los puristas, y heterodoxamente, se complació en
González Prada no interpretó este pueblo, no esclare­ el neologismo y el galicismo. Su verso buscó en otras
ció sus problemas, no legó un programa a la generación literaturas nuevos troqueles y exóticos ritmos.
que debía venir después. Mas representa de toda ¡suerte, Percibió bien su inteligencia el nexo oculto pero no
un instante, el primer instante lúcido de la consciencia del ignoto que hay entre conservantismo ideológico y acade­
Perú. Federico More lo llama un precursor del Perú Nuevo, micismo ^literario. Y combinó por eso el ataque al uno
del Perú integral. Pero, Prada a este respecto ha sido más con la requisitoria contra el otro. Ahora que advertimos
que un precursor. En la prosa de Páginas libres, entre sen­ (Pasa a la pág. 13)
Amauta 9

U l t i m o r e t r a t o de GONZALEZ PR AD A
10 Amauta

X P O S I C I O N

’ ’A M A U T A ”

B U IM O F3 ei SB
Amaula 11

JOSE S A B O G A L

••LOS / j O ;V C O S m

I 9 O
12 Amauta

EXPOSICION DE JOSE SABOGAL


ASOCIACION "AMIOOS DEL ARTE"
BUENOS A I R E S— 1 9 2 8 .
Amauta 13

( Viene de la pág, 8 Aquí llegan ráfagas de los huracanes que azotan a las
claramente la íntima relación entre las serenatas al vi- capitales europeas, repercuten voces de la Francia repu­
rreinato en literatura y el dominio de la casta feudal en blicana e incrédula. Hay aquí una juventud que lucha
economía y política, este lado del pensamiento de Gon­ abiertamente por matar con muerte violenta lo que parece
zález Prada adquiere un valor y una luz nuevos. destinado a sucumbir con agonía inoportunamente larga,
Como lo denunció González Prada, toda actitud lite­ una juventud, en fin, que se impacienta por suprimir los
raria, consciente o inconscientemente refleja un sentimien­ obstáculos y abrirse camino para enarbolar la bandera ro­
to y un interés políticos. La literatura no es indepen­ ja en los desmantelados^; torreones de la literatura na­
diente de los demás categorías de la historia. ¿Quién ne­ cional".
gará, por ejemplo, el fondo político del concepto en apa­ González Prada no resistió al impulso histórico que
riencia exclusivamente literario, que define a González lo empujaba a pasar de la tranquila'especulación parnasia­
Prada como el "menos peruano" de nuestros literatos? na a la áspera batalla política. Pero no pudo trazar a su
Negar peruanismo a su personalidad no es sino un modo falanje un plan de acción. Su espíritu individualista, anár­
de negar validez en el Perú a su protesta. Es un recur­ quico, solitario, no era adecuado para la dirección de una
so disimulado para descalificar y desvalorizar su rebeldía. vasta obra colectiva.
La misma tacha de exotismo sirve hoy para combatir el Cuando se estudia el movimiento radical, se dice que
pensamiento de vanguardia. González Prada no tuvo temperamento de conductor, de
Muerto Prada lá gente que no ha podido por estos caudillo, de condotiero. Más no es ésta la única consta­
medios socavar su ascendiente ni su ejemplo, ha cambia­ tación que hay quehacer. Se debe agregar que el tempe­
do de táctica. Ha tratado de deformar y disminuir su ramento de González Prada era fundamentalmente literario. Si
i gura, ofreciéndole sus elogios comprometedores. Se ha González Prada no hubiese nacido en un país urgido de
propagado la moda de decirse herederos y discípulos de reorganización y moralización políticas y sociales, en el cual
Prada. La figura de González Prada ha corrido el peli- no podía fructificar una obra exclusivamente artística, no
gao de resultar una figura oficial, académica. Afortuna­ lo habría!.tentado jamás la idea de formar un partido.
damente la nueva generación ha sabido insurgir oportu­ Su cultura coincidía, como es lógico, con su tempera­
namente contra este intento. mento. Era una cultura principalmente literaria y filosófi­
Los jóvenes distinguen lo que en la obra de Gonzá­ ca. Leyendo sus discursos y sus artículos, se nota que
lez Prada hay de contingente y temporal de lo que hay González Prada carecía de estudios específicos de Econo­
de perenne y eterno. Saben que no es la letra sino el mía v Política. Sus sentencias, sus imprecaciones, sus afo­
espíritu lo que en Prada representa un valor duradero. rismos, son de inconfundibles factura e inspiración litera­
Los falsos gonzález-pradistas repiten la letra; ios verda­ rias. Engastado en su prosa elegante y bruñida, se descu­
deros repiten el espíritu. bre frecuentemente un certero concepto sociológico o his­
tórico. Ya he citado alguno. Pero en conjunto, su obra
2 tiene siempre el estilo y la estructura de una obra de li­
El estudio de González Prada pertenece a la historia terato.
y a la crítica de nuestra literatura antes que a las de Nutrido del espíritu racionalista y positivista de su tiem­
nuestra política. González Prada fué más literato que políti­ po, [González Prada exaltó el valor de la Ciencia. Mas
co. El hecho de que la trascendencia polhica de su obra esta actitud es peculiar de la literatura moderna de.su épo­
sea mayor que su trascendencia literaria no desmiente ni ca. La Ciencia, la Razón, el Progreso, fueron los mitos
contraría el hecho anterior y primario, de que esa obra, del siglo diecinueve. González Prada, que por la; ruta del
en sí, más que política es literaria. liberalismo y del enciclopedismo llegó a la utopia anarquis­
Todos constatan que González Prada no fué acción ta, adoptó rervorosamente estos mitos. Hasta en sus ver­
sino verbo. Pero no es esto lo que a González Prada sos hallamos la expresión enfática de su racionalismo:
define como literato más que como político. Es su ver­
bo mismo. ¡Querrá al menguado sentimiento!
El verbo, en política, puede ser programa, doctrina.
Y ni en Páginas libres ni en Horas de lucha encontramos ¡Culto divino a la Razón!
una doctrina ni un programa propiamente dichos. En los
discursos, en los ensayos que componen estos libros, Le tocó a González Pradá enunciar solamente lo que
González Prada no trata de definir la realidad peruana hombres de otra generación debían hacer. Predicó realis­
en un lenguaje de estadista o de sociólogo. No quiere mo. Condenando los gaseosos verbalismos
sino sugerirla en un lenguaje de literato. No concreta de ia retórica tropical, conjuró a sus contemporáneos
su pensamiento en proposiciones ni en conceptos. Lo es­ a asentar bien los pies en la tierra, en la materia. "Aca­
boza en frases de gran vigor panfletario y retórico, pero bemos ya—dijo—el viaje milenario por regiones de idea­
de poco valor práctico y científico. "Él Perú es una lismo sin consistencia y regresemos al seno de la realidad,
montaña coronada por un cementerio". “El Perú es un recordando que fuera de la Naturaleza no hay más que sim­
organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota el pus". bolismos ilusorios, fantasías mitológicas, desvanecimientos
Las frases más recordadas de González Prada delatan al matafísicos. A fuerza de ascender a cumbres enrarecidas,
hombre de letras: no al hombre de Estado. Son las de nos estamos volviendo vaporosos, aeriformes: solidifiqué­
un acusador, nó las de un realizador. monos. Más vale ser hierro que nubes."
El propio movimiento radical aparece, en su origen, Pero él mismo no consiguió nunca ser un realista. De
como un fenómeno literario y no como un fenómeno po­ su tiempo fué el; materialismo histórico.^Sin embargo, el
lítico. El embrión de la Unión Nacional o partido Radi­ pensamiento de González Prada, que no impuso nunca lí­
ca! se llamó "Círculo Literario". Este grupo literario se mites a su audacia ni a su libertad, dejó a otros la empresa
transformó en grupo político obedeciendo al mandato de de crear el socialismo peruano. Fracasado el partido radi­
su época. El proceso biológico de! Perú no necesitaba cal, dió su adhesión al lejano y abstracto utopismo de
literatos sino políticos. La literatura es lujo, no es pan. Kropotkin. Y en la polémica entre marxistas y bakuni-
Los literatos que rodeaban a González Prada sintieron nistas, se pronunciójjpor los segundos. Su temperamento
vaga pero perentoriamente la necesidad vital de esta na­ reaccionaba en éste como en todos sus conflictos con la
ción desgarrada y empobrecida. "El Circulo Literario", realidad, conforme a su sensibilidad literaria y aristo­
la pacífica sociedad de poetas y soñadores, decía Gonzá­ crática.
lez Prada en su discurso del Olimpo de 1888, tiende a La filiación literaria del espíritu y la cultura de Gonzá­
convertirse en un , centro militante y propagandista ¿De lez Prada, es responsable de que el movimiento radical no
dónde nacen los impulsos de radicalismo en literatura? nos haya legado un conjunto elemental siquiera de estudios
14 Amauta

de la realidad peruana y un cuerpo de ideas concretas so­


bre sus problemas. El programa del Partido Radical, que Soledad i perrfil del hombreiinico que
por otra parte no fué^elaborado por González Prada, que­
da como un ejercicio de prosa política de "un círculo lite­ llegó al dolor
rario"- Ya hemos visto cómo la Unión Nacional, efectiva­
mente, no fué otra cosa. /

3 Para llegar al dolor pasaste por la palabra y por ser


HOMBRE.
El pensamiento de González Prada, aunque subordina­ el dolor cósmico que te hizo inmenso de tiempo y UNICO
do a todos los grandes mitos de su época, no es monóto­
namente positivista. En González Prada arde el fuego de i tu soledad que era fuerte de estrellas puras,
os racionalistas del siglo XVIII. Su Razón es apasionada, soledad sonante de tempestades nuevas que todavía
Su Razón es revolucionaria. El positivismo, el historicismo esparcimos.
del siglo XIX representan un racionalismo domesticado. en esa tu soledad te dolía todo el cielo
Traducen el humor y el interés de una burguesía a la que i por tu soledad subiste a lo más alto del futuro.
la asunción del poder ha tornado conservadora. El racio­ II
nalismo, el cientificismo de González Prada no se contentan
con las mediocres y pávidas conclusiones de una razón y
una ciencia burguesas. En González Prada subsiste, intac­ de tu verbo las ideas siempre salieron de pie
to en su osadía, el jacobino. i tu verticalidad siempre encontró al proletario,
Javier Prado, García Calderón, Riva Agüero divulgan fuerza de que eres íntegro: tu verticalidad!
i$n positivismo conservador. González Prada enseña un i tus palabras teñidas de lo nuevo y de lo nato,
pósitivismo revolucionario. Los ideólogos del civilismo, en tus palabras desnudas i recias.
perfecto acuerdo con su sentimiento de clase, nos sometie­
ron a la autoridad de Taine; el ideólogo del radicalismo se por eso, siempre que pronunciamos: González Prada
reclamó siempre de pensamiento superior y distinto del sale un sol férreo en el corazón fuerte de cada mozo.
que, concomitante y consustancial en Francia con un mo­
vimiento de reacción política, sirvió aquí a la apología de III
las oligarquías ilustradas.
No obstante su filiación racionalista y cientificista, en tu frente había un arranque de cóndores en huidas
González Prada no cae casi nunca en un intelectualismo i en tus manos las montañas levantaban sus volcanes,
exagerado. Lo preservan de este peligro su sentimiento hombre, hombre amasado con verdad y con vida,
artístico y su exaltado anhelo de justicia. En el fondo de una plenitud de paisajes inéditos había en tus días
este parnasiano, hay un romántico que no desespera nunca porque fuiste UNICO i raro,
del poder del espíritu. entre tanto rebaño de hombres mugrientos de alma.
Una de sus agudas opiniones sobre Renán, el que "ne
depasse pas la doute", nos prueban que Gonzáles Prada IV
percibió muy bien el riesgo de un criticismo exacerbado.
"Todos los defectos de Renán se explican por la exagera­
ción del espíritu crítico; el temor de engañarse y la manía ahora en cada mañana de idiología nueva
de creerse un espíritu delicado y libre de pasión, le hacían explosionamos los petardos de nuestros ^saludos,
muchas veces afirmar todo con reticencias o negar todo con flameando el cielo íntegro,
restricciones, es decir, no afirmar ni negar y hasta contra­ al toque de las ideas nuevas
decirse, pues le acontecía emitir una idea y en seguida, va­ i acompasados de raza i humanidad.
liéndose de un pero, defender lo contrario. De ahí su es­ en cada impulso brioso nuestro, eres siempre HOMBRE,
casa popularidad: la multitud sólo comprende y sigue a los por eso te saludamos abriendo nuestras conciencias.
hombres que franca y hasta brutalmente afirman con las pa­
labras como Mirabeau, con los hechos como Napoleón". V
González Prada prefiere siempre la afirmación a la nega­
ción, a la duda. Su pensamiento es atrevido, intrépido, te­ tu soledad sigue siendo navidad de amaneceres._
merario. Teme a la incertidumbre. La teme más que al en tí estaban el hombre, el poeta, la verdad y la justicia.
propio errror. Su espíritu siente hondamente la angustiosa por eso para hablar de ti, maestro,
necesidad de “depasserla doute". La fórmula de Vasconce­ hay que pasar por la palabra desde ser hombre para arriba
los pudo ser también la de González Prada: "pesimismo de
Iá realidad, optimismo del ideal". Con frecuencia, su frase 1928.
es pesimista: casi nunca es escéptica. Jo se VARALLANOS.
En un estudio sobre la ideología de González Prada,
que_ forma parte de su libro El nuevo absoluto, Por estas y otras razones, si nos sentimos lejanos^de
Mariano Ibgerico Rodríguez define bien el pensador de Pá­ muchas ideas de González Prada, no nos sentimos, en^am-
ginas libr s cuando escribe lo siguiente: "Concorde con bio, lejanos de su espíritu. González Prada se engañaba,
el espírituf de su tiempo, denegran fe en la eficacia del tra­ por ejemplo, cuando nos predicaba anti-religiosidad o irre­
bajo cient fico, crée en la existencia de leyes universalesTin- ligiosidad. Hoy sabemos mucho más que en su tiempo so-
flexibles y eternas, pero no deriva del cientificismo ni del de­ bie la religión como sobre otras cosas. Sabernos que una
terninismo, una'estrecha moral eudemonista ni tampoco'Ia revolución es siempre religiosa. La palabra religión tiene un
resignación a la necesidad cósmica que realizó Spinoza. Por nuevo valor, un nuevo sentido. Sirve para algo más que
el contrario su personalidad descontenta y libre superó las para designar un rito o una iglesia. Poco importa que los
consecuencias lógicas de sus ideas y profesó el culto de la soviets escriban en sus affiches de propaganda que “la re­
acción y experimentó la ansiedad de la lucha y predicó la ligión es el opio de los pueblos." El comunismo es esen­
afirmación de la libertad y de la vida. Hay evidentemente cialmente religioso. Lo que motiva aún equívocos es la vie­
algo del rico pensamiento de Nietzche en las exclamaciones ja acepción del vocablo. González Prada predecía el tra­
anárquicas de Prada. Y hay en éste como en Nietzche la monto de todas las creencias sin advertir que él mismo era
oposición entre el concepto determinista de la realidad y el predicador de una creencia, confesor de una fé. Lo que más
empuje triunfal del libre impulso interior". se admira en este racionalista es su pasión. Lo que más se
Amauta 15

I
POR
A R B U 8 8
A N IS IM O V

del año 1916 con u n a inm ensa fu erza. No son m uchas las obras d é la
lite ra tu ra m undial que han tenido ta l éxito estu p efacien te. A hora,
cuando la época del “F u eg o ” h a pasado y a a la historia, cuando se
puede tra n q u ila y o b jetivam ente ap reciar todas las cualidades da
esa im p o rtan te novela, se hace evidente que B arbusse p resen tó el
fra n co y espantoso diario de un pelotón, la p rim era composición
au tén tica m en te revolucionaria de la nueva lite ra tu ra fran cesa. “ El
F u eg o ” en este sentido constituye u n acontecim iento de im por­
ta n c ia e x tra o rd in a ria : m arca el prim er paso en la h isto ria de la li­
te ra tu r a revolucionaria p ro le ta ria en F ran cia.
E n “ E l F u eg o ” nos encontram os con cuadros d escarnadam ente
reales de la g u erra. E l a rtis ta se sirve de m edios fig u rativ o s con
sum a m oderación. Q uiere ser simple. A cerca su esp íritu cread o r a
la realidad de ta l modo que ella sea docum entable. N ada que pue­
da p are cer inventado. N ada artific ia l. L a v erd ad desnuda.
P ero la sim plicidad no se convierte en sim plificación; lo g ra un a
sim plicidad sorp ren d en te. E l a rtis ta no pasa p o r delan te de los
m ás m enudos e im perceptibles rasgos del fenóm eno sin percibirlos;
observa ate n ta m e n te y con concentración. Su m irad a es ex tra o rd i­
n ariam en te cultivada. D istingue los m ás sutiles m atices de la m a­
te ria. Concibe la realid ad en to d a su m ultiform idad sin señal n in­
g u n a de exquisitism o. P ero , con todo esto, está bien desarrollado
en él el sentido de la m edida, la sensación del ta c to ; no da nada
de so b ran te ; tom a ju stam e n te cuanto es necesario, y precisam ente
aquello que es preciso. L a m an era rea lista está conducida aquí
com pletam ente h asta el fin , a la perfección.
Los hechos siguen a los hechos. A contecim ientos suceden a a-
contecim ientos. E l a rtista , conservando la im parcialidad ex tern a,
E n F ra n cia no hay todavía lite ra tu ra pro letaria. La clase p ro ­ nos conduce por los peldaños del in fiern o gu errero . C uanto m ás le­
le ta ria aún no ha dado sus artistas. Los rep rese n tan tes de la in te ­ jos ta n to m ás grandioso deviene el cuadro. Ju n to con el crecim ien­
lectualidad que han ro to con su pasado burgués defendiendo la po­ to de la tensión trá g ic a del relato , que en n in g u n a p a rte prescin­
sición del p roletariado en la lucha política, no han levantado su de de m arcos severam ente docum entados, se revela la tendencia an ­
conciencia creadora al nivel de la nueva ideología de que se han tim ilitarista— la principal de la novela. Indudablem ente, de ella
apropiado. E stos artistas, no obstante la com pleta sinceridad de sus está im pregnada la obra de principio a fin. Pero, precisam ente, sa­
intenciones, no pueden cre ar verdad eram en te obras revoluciona­ tu rad a . La tendencia, en ningún m om ento es fra se de agitación,
rias. No hay en F ra n cia u n m ovim iento p ro letario am plio, fecu n ­ en todo tiem po ap arece como el contenido in tern o de la novela.
do en tendencias revolucionarias. Se e n c u en tra solam ente algunos E l éxito del a rtis ta consiste p recisam ente en esto. E l h a crea­
escritores aislados que tienden a tr a b a ja r en el sentido revolucio­ do u n a o bra orgánicam ente revolucionaria. “ El F ueg o ” significa
nario proletario. E n tre ellos H en ry B arbusse, sin duda, es el m ás el comienzo del B arbusse revolucionario. “ E l F uego” ha hecho de
notable. B arbusse u n escrito r de fam a m undial, aun q u e ésta no es su p ri­
B arbusse es, an tes de todo, el a u to r de “ E l F ueg o ” . E sta ir rita ­ m era obra. U n a época b astan te prolongada de actuación lite ra ria
da y rig u ro sa novela es h a sta la fecha su culm inación creadora. la precedió.
E sta es la obra m ás su frid a, m ás inm ediata de Barbusse. No ha B arbusse comenzó con la colección de versos “ P lereu ses” ,
escrito obra m ás persuasiva y profunda, m ás revolucionaria. “El 1895, libro excesivam ente pesim ista. La lírica m elancólica y de­
F u eg o ” ha retum bado en la atm ó sfera v ertid a en sangre europea silusionada de los “P lereu ses” está ín te g ram e n te im pregnada de

respeta en este ateo, un tanto pagano, es su ascetismo mo­ austero ejemplo moral. Estimamos y admiramos, sobre to­
ral. Su ateísmo es religioso. Lo es, sobre todo, en los do, la honradez intelectual, la noble y fuerte rebeldía.
instantes en que parece más vehemente y mas absoluto. Pienso, además, por mi parte que González Prada no
Tiene González Prada algo de esos ascetas laicos que con­ reconocería en la nueva generación peruana una generación
cibe Romain Rolland. Hay que buscar al verdadero Gon­ de discípulos y herederos de su obra si no encontrara en
zález Prada en su credo de justicia, en su doctrina de amor; sus hombres la voluntad y el aliento indispensables para
no en el anticlericalismo un poco vulgar de algunas pági­ superarla. Miraría con desdén a los repetidores mediocres
nas de Horas de lucha. de sus frases. Amaría sólo una juventud capaz de traducir
La ideología de Páginas Libres y de Horas de Lucha en acto lo que en él no pudo ser sino idea y no se sentiría
es hoy, en gran parte, una ideología caduca. Pero no de­ renovado y renacido sino en hombres que supieran decir
pende de la validez de sus conceptos ni de sus sentencias una palabra verdaderamente nueva, verdaderamente ac­
lo que existe de fundamental ni de perdurable en Gonzá­ tual.
lez Prada. Los conceptos no son siquiera lo característico
de su obra. Como lo observa ibérico, en González Prada De González Prada debe decirse lo que él, en Pági­
“lo característico no está en los conceptos-símbolos provi­ nas Libres dicede Vigil. “Pocas vidas tan puras, tan lle­
sionales de un estado de espíritu; está en un cierto senti­ nas, tan dignas de ser imitadas. Puede atacarse la forma y
miento, en una cierta determinación constante de la perso­ el fondo de sus escritos, puede tacharse hoy sus libros de
nalidad entera, que se traducen por el admirable contenido anticuados e insuficientes, puede, en fin, derribarse todo el
artístico déla obra y por la viril exaltación del esfuerzo y edificio levantado por su inteligencia; pero una cosa per­
de la lucha". manecerá invulnerable y de pie, el hombre".
He dicho ya que lo duradero en la obra de González
Prada es su espíritu. Los hombres de la nueva generación J osé C a r lo s MARIATEGUI.
en González Prada admiramos y estimamos, sobre todo, el
16 Amauta

insatisfacción. El joven escrito r siente la doliente discordancia con tram os con to d as las cualidades profesionales de un a u to r intelec­
la realidad. P ero todo esto aú n no parece suficien tem en te p ro fu n ­ tu a lista, la creencia ex ag erad a en la fu e rz a de la inteligencia del
do y determ inado. A ún no está claro a dónde conducirá al au to r po eta idealista. — B arbusse se asim ila a la ideología revolucionaria
su concepción pesim ista. A los versos sigue la prosa. Las novelas p ro letaria, pero perm anece in te le ctu a lista en el m ecanism o de su
“ Les S uppliants” , 1903, y “ L’ E n fe r” , 1909. A cá y a se m arcan sicología. E sto le h a im pedido con v ertirse en u n irrep ro ch ab le r e ­
líneas m ás determ inadas. A ntes de todo se revela que la desconform i­ volucionario, pero no disáiinuye la d efin id a ten d en cia de su activi­
dad y el pesimismo del joven a rtista no eran casuales. Los m otivos se dad creadora. E l estilo de B arbusse b ro ta no de “ El F u g o ” , el cual
ñalados en “P leu reu ses” tien en en “ Les S uppliants” y “ L’ E n fe r” queda como u n a excepción re a lista grandiosa, sino de las cualidades
u n cultivo m ás profundo. El a rtista no ha encontrado reconciliación in telectu alistas de su sicología.
con la realid ad ; al contrario, las contradicciones evidentem ente E l grupo C larté surgió en el año 1919 y como es sabido unificó
se aguzan. E l a rtista se pone en cam ino realista. “ L’ E n fe r” fué en sus filas to d a la flo r de la in telectu alid ad europea. E sta época
escrita bajo la influencia evidente de Zola. De la rebu scad a fra seo ­ fu é la lu n a de m iel del pacifism o. E n esta organización in te rn a­
logía poética, de la estética asim ilada en la escuela de C atule cional que tuvo u n p ro g ram a dem asiado ra d ic a l: reprobación decisiva
Méndes, a la a b ie rta y áspera m anera n atu ra lista, á la escudri­ de la civilización cap italista, sim patía a las doctrin as de la III
ñ ad a observación de la realidad. Paso este de g ran significación. In tern acio n al, etc., e n tra ro n re p re se n ta n te s de las m ás variadas,
E n el fondo “ L’ E n fe r i” determ ina ya el fu tu ro del a rtista . Bar- tendencias. E s n a tu ra l que p ro n to su rg ieran fro ta m ie n to s internos
busse e n tra en el sendero del a rte fecu n d ad o de tendencias socia­ y com enzara, un continuo conflicto. E n él se reveló que Barbusse
les. E n las novelas “ L ’E n fe r” y “Les S uppliants” hay mucho de sen­ había adquirido u n a b u en a disciplina revolucionaria. El no vaciló
cillez, de supérfluo y poco de carácter persuasivo. P ero al lado de ni u n a vez. E sto lo hizo eje de concentración de todo lo verdade­
esto, en esos libros hay u n a te n az inflexible resolución de ram e n te revolucionario que h a habido en C larté, P o r vía de una
m ira r a la vida en los ojos, de no a p a rta rse de sus defectuosas co n tra­ g rad u al separación de los indecisos, casuales, ex trañ o s elem entos,
dicciones, de descubrir estas contradicciones. E sta cualidad hace el grupo evolucionó al puro com unismo ten ien d o por todo el es­
precisam ente de estas novelas docum entos sicológicos de g ra n in te ­ pacio de tiem po a B arbusse como cen tro de unificación.
rés. E n toda su extensión, han desarrollado el m otivo, que el mismo Muy característico fu é el choque e n tre B arbusse y Romain
a u to r llam a fu n d am e n tal en su creación, el m otivo del dolor hum a­ Rolland, que reveló dos polos alred ed o r de los cuales se ag ru p a­
no. He aquí el centro al cual convergen todos los hilos del relato . El ba la in telectu alid ad radical. B arbusse se com portó in tra n sig en te­
dolor hum ano p ara B arbusse es la sum a to ta l a la cual él llega como m ente lo que provocó u n a ú til y com pletam ente n ecesaria división,
resultado de sus investigaciones concentradas de la realidad. Sin du­ que descubrió la n a tu ra le z a a u té n tic a del pacifism o gaseoso de Ro­
da, en esta determ inación to ta l y excesivam ente delicuescente de las lland. La lucha política d istrajo a B arbusse de la actividad litera­
contradicciones sociales se m anifestaba inconsistencia de a rtista pe­ r ia por algunos años. D espués de la novela “ C larté” h asta el año
queño burgués. E ste está lleno de sensaciones confusas acerca de 1924, en que apareció la novela m onum ental “ Los E ncadenam ien­
la crisis que lo em puja, pero no puede obtener u n a determ inación to s” , esta actividad su fre u n a in terru p ció n . P o r esto mismo se ha
co ncreta de las cosas. L a inform idad de la conciencia clasista en­ podido esp erar con el m ás g ran d e in te ré s la nueva producción li­
c u e n tra en esto su expresión. te ra ria del a u to r de “ El F u eg o ” . P o r sus proporciones y por él te ­
E l a u to r de “ Les S uppliants” y “ L’ E n fe r” habla de las con­ m a “ Los E ncadenam ientos” es grandioso. E n dos g ran d es tom os el
tradicciones trág icas de la realidad, no dándose a sí mismo cuenta escrito r in te n ta p re se n ta r el pan o ram a univ ersal - histórico. E ste
de su verd ad era causa. De aquí su rje n generalizaciones exageradas problem a forzó al a u to r a ed ificar u n a novela en fo rm a de m ul­
e hipérboles ab stra ctas. La concreta verdad de las contradiccio­ titu d de bosquejos aislados históricos y cu ltu rales. B arbusse con-
nes clasistas se tran sfo rm a en a b stra c ta “ trag e d ia del sufrim iento
hum ano” . E l a rtis ta habla con p alabras com unes, porque no ha
com prendido la m ecánica social, no ha exam inado la realid ad como
es necesario. Las dos novelas están p en etrad as de u n a sinceri­
dad inm ensá. E l a rtis ta busca contestación a las p reg u n ta s del do­
lo r que sé p rese n ta an te él apasionada e inexorablem ente. P ero
no sabe cómo se m odela la realidad en u n estado social establecido.
P uede ser que el au to r de “ E l In fie rn o ” , no obstan te la insistencia
de sus búsquedas hubiera quedado insatisfecho. L a g u e rra im peria­
lista fu é el sacudim iento que ayudó a B arbusse a h allar el v er­
dadero camino. E l poeta del sufrim iento hum ano h a dirigido sus
pasos hacia la realidad au tén tica. L a g u e rra le ofreció no sola­
m ente hechos conm ovedores p ara sus descripciones sino tam bién
le reveló la c a u s a del sufrim iento social. P o r p rim era vez com­
prendió que estas contradicciones trág icas sobre cuyas expresiones
ta n to tra b a jó tien en sus raíces en las contradicciones clasistas
de la sociedad. “ El F uego” fu é precisam ente la obra que reflejó
la transform ación que acaeció en el a rtista . Ju n to con la delicuescen­
te concepción in te lectu alista que evidentem ente ha tenido sabor de
fatalism o abandonó la falsa elevación del tono, el filo so far con
énfasis, al pathos g ritad o r. Todo esto m ostróse de golpe innecesa­
rio. B arbusse volvió a la rig u ro sa sim plicidad y de esa m an era
surgió “E l F uego” , libro que no solam ente describe realm en te la
g u e rra sino tam bién es la voz de la p ro testa revolucionaria co n tra
ella. “ El F uego” es la p rim era acción revolucionaria de Barbusse.
U na vez en trado en el sendero revolucionario, y a no se a p a rta de
él. E n el año 1923 se hace com unista. De “ E l F u eg o ” al P artid o
Com unista francés. Desde el año 1916 h asta el año 1923, el in te r­
valo está lleno no solam ente con actos en que B arbusse va le n ta ­
m ente libertándose de los últim os restos de la ideología burguesa,
sino tam bién sum ergiéndose en la lucha política. E n “ P aroles d’
un c o m b a ta n t” están reunidos los artículos y discursos de B ar­
busse en esta época. A quí se puede ver con qué pasión, con qué reso­
lución firm e defendió la divisa revolucionaria, con qué ard o r h a­
cía propaganda por la república de los .Soviets, con qué cólera es­
cribió el m anifiesto del grupo C iarte, “E l resp lan d o r en el A bis­
m o” . E n 1921 dirigió un llam am iento a la intelectualidad, “ El cu­
chillo entre los dientes” , que co n ju rab a a todos sus rep rese n tan tes
conscientes a ponerse al lado de la revolución social. E s in te resa n te
y preciso exam inar el estilo de esas obras de Barbusse. Nos encon­ I l E N R l B AR B U SSE , p o r F ra n z M asares!
Amauta 17

LA UEVA P or OI-IO NAVARRO


REFORMA MONI

E n SU g ra n estudio T h e R e c o n s tr u c tio n o f ? -igion, el sociólo­ que está en m archa, que se nos viene encim a, aú n cuando miles de
go n orteam ericano C harles A. Ellwood, estam pa desde la p rim era cristianos no lo sepan y otros m iles p re fie ra n no saberlo.
página la siguiente afirm ació n : “ Si la Iglesia C ristian a tie n e que E sto obedece a cinco causas que algunos pueden considerar
sobrevivir es m enester que se produzca d en tro de ella u n a N ueva ta n lam en tab les cuanto quieran pero que, lam entables o no, están
R eform a, ju n to a la cual la R eform a P ro te sta n te p are cerá cosa in ­ ahí p aten tes, ta n p aten te s que nadie, por mucho que las discuta, se
significante” . e n c u en tra capacitado p a ra poder n eg ar su existencia.
E sta opinión, siendo m ás g eneral, coincide to ta lm e n te con la
l a . N u e s tr o c o n c e p to d e D io s h a c a m b ia d o .
em itida por el a u to r de las presen tes líneas, hace algunos años, en
el estudio “ El problem a religioso en la cu ltu ra la tin o am erican a” ,
H ay n atu ralm en te, en el m undo m oderno, m uchísim as personas
cuando dijo que, habiendo tenido los países latinos la enorm e des­
que tie n e todavía un concepto de Dios idéntico al que puede h allar­
g racia de hab er quedado al m argen de la R eform a del siglo XVI, a-
se en libros ta les como el Exodo y el Levitico, de igual m an era que
h o ra e ra ya dem asiado ta rd e p a ra p en sar en con v ertirlo s al P ro ­
existen au n en el m undo m illones de henoteístas, de politeístas, de
testantism o. Cuando los mismos países reform ad o s están sintiendo
g en tes que rin d en culto a los m uertos, a los espíritus o a los an i­
la necesidad de u n a N ueva R eform a, lo m ejor que pueden h acer los
m ales. H ay tam bién, especialm ente e n tre las g en tes educadas, m iles
países latinos es buscar ellos mismos su propia R eform a, u n a R efo r­
de personas que sencillam ente no creen en Dios. P ero, e n tre estos
m a que corresponda a las necesidades m entales y sociales del hom­
y aquellos, perfílase la m entalidad religiosa del hom bre m oderno
bre del siglo XX, en lu g a r de a c e p ta r servilm ente los fru to s de la
p a ra quien Dios no es, ni puede ser ya, un m onarca, caprichoso y
R eform a llevada a cabo por los pueblos del n o rte hace y a cu atro
vanidoso, que distrib u y e favores a quien lo adula y siente odio por
siglos.
quien se olvida de él.
Me com place, sin em bargo, c ita r a Ellwood p ara d em ostrar T al concepto de Dios p la n teáb a los trem endos problem as de
que somos m uchos los que, en el m undo entero, vemos v enir la N ue­ los cuales se hace cargo el libro de Jo b y aquellos a los cuales a-
va R eform a como un hecho ta n fa ta l, ta n ineludible, como esa mis­ lude y a el p ro fe ta H abacuc. ¿P o r qué su fren los inocentes? ¿Poi­
m a nueva civilización m undial que está surgiendo, después de la qué pro sp eran los m alvados? No hay un a sola m adre que haya vis­
g u e rra europea, del contacto cada vez m ás estrecho e n tre el o riente to m orir a su hijito que no se lo h ay a preg u n tad o , ni un hom bre
y el occidente. A m enos de que el C ristianism o esté llam ado a des­ honesto, derrum bado por la p erfid ia de un canalla, que no se lo
aparecer, la N ueva R eform a no es u n a posibilidad que cada cual h ay a dicho. P ero , fre n te a la visión pesim ista de la vida que nos
pueda a c ep tar o rech azar según sus gustos individuales y como lo tr a jo la biología m oderna, con sus inflexibles leyes de la co n cu rren ­
estim e m ás conveniente. L a N u e v a R e f o r m a e» u n h e c h o . E s algo cia y de la supervivencia de los m ás aptos, el problem a cobró m ayor

O
Q

duce a su le cto r en el bosque espeso de las épocas alejad as, lo a- m ente, desprovistos de vida, secam ente. H abla el intelectual que
cerca a los acontecim ientos de actualidad. Las tira n ía s de B abilonia puede h acer com prender el fenóm eno pero no m ostrarlo. E n “F u e r­
y Egipto, Roma, Grecia, la E u ropa medioeval. L a carn icería im pe­ za hay novela de la vida de la an tig ü ed ad de Roma, y novela de
rialista, los últim os acontecim ientos de la h isto ria universal. Lo la época actu al, novela fa n tá stic a y novela de la vida real, con los
prim ero que in te resa al a u to r en esta aglom eración de hechos rasgos de aquella m an era a b stra c ta que es propia de Barbusse. To­
históricos es la cuestión de la desigualdad social. La m arca cada das las diferencias e n tre las épocas se tritu ra n . Roma an tig u a no
vez con u n a claridad exacta y cada vez subraya este problem a fu n ­ es distinguida del Siglo XX y la edad rea l se parece a la fa n tá s ti­
dam ental del desarrollo histórico. “ Los E ncadenam ientos” es u n a no­ ca. La esencia del estilo ab stracto se revela con acritu d espe­
vela de agitación. E l a u to r no solam ente m u estra los hechos sino cial.
tam bién llam a al levantam iento co n tra la defectu o sa realid ad ca­ E l año pasado publicó B arbusse un libro sobre C risto: “ J e s ú s ”
p italista. La narració n frecu en tem en te se in te rru m p e por tira d as Le pareció seductora la id ea: lib e rta r la fig u ra de Cristo de toda
agitadoras, que recu erd an aquello que B arbusse habló y escribió precipitación de la iglesia, hum anizarlo, m o stra r los rasgos plebeyos
en los años an terio res, como político. Sin duda “ Los E n cad en a­ del cristianism o prim itivo. H e aq u í por cierto algo que no era m e­
m ientos” es la novela sum a que com pendia la inm ensa lab o r de e- n ester hacer. E ste inm enso esfuerzo que ha g astado el au to r p ara la
ducación que el a u to r ejecutó sobre sí mismo. Su concepción revo­ investigación de las fu en te s, m ás ú ltim am ente conform e al fin, h a­
lucionaria e n c u en tra acá su expresión acabada. Al lado de esto, b ría podido aprovecharlo en o tra dirección. La in terp retació n de Cris­
“ Los E ncadenam ientos” tra e n en sí todas las señales de aquel es­ to, cu alesq u iera que sean los m otivos de que ella p artiese, no es asun­
tilo in telectual que como ya hem os dicho se hace u n a propiedad to de un escrito r revolucionario. E n este engaño del acceso, en esta
característica de B arbusse. A bstracción excesiva, esquem atism o ex­ equivocación característica, tenem os siem pre la expresión de aq u e­
trem o, excesiva inclinación al raciocinio, que se pone de vez en lla m ism a sicología in telectu alista. El a rtista , inclinado a ab stra c­
cuando zancos y por fin una com posición que une la vacilación ex­ ciones, adm itió aquí un a abstracción más. A bstracción fu é el mismo
cesivam ente am plia del contenido “ esquem a de la h isto ria u n iv er­ hecho del in ten to . B arbusse ha venido al p ro letariad o de las filas
sal” con el m uy estrecho y contradictorio de la novela. Motivo p e r­ de la in telectualidad. Se hizo revolucionario adiestrad o en el do­
sonal, estrecham ente individual, de las páginas de la novela no de­ m inio político, m ás en el dominio de creación a rtístic a él h a dado
saparece el “yo” que filosofa y sufre. Todo esto priv a a la obra m ás bien docum entos de la descomposición de la sicología in telec­
de sentido orgánica y v erdaderam ente revolucionario, todo esto le tu a l burguesa, bajo la in flu en cia de la ideología revolucionaria pro­
impide elevarse hacia su propósito grandioso. E l estilo in telectu al le taria , que obras ín te g ras y orgánicas. E n este sentido su papel
que encontram os en éste y los libros posteriores de B arbusse, su r­ histórico es inm enso. Los a rtista s de la clase o b rera no seg u irán
ge de la contradicción orgánica e n tre la ideología, que tien e el ca­ su ejem plo. Su cam ino será m ás recto y legible. P ero los nuevos
rá c te r revolucionario p roletario, y en tre la psicología sobre la cual refu g iad o s de las filas de la in telectu alid ad , los nuevos trán sfu g a s
prosiguen gravitando las tradiciones viejas. E n los m arcos de esa al cam pam ento del p ro letariad o luchador, apro v ech arán am plia­
contradicción se desarrolla la actividad cread o ra del a rtista . El li­ m ente la inm ensa experiencia cread o ra de Barbusse. Se educarán
bro de n arraciones “F o rc e” (1926) habla de esto de u n a m an era en sus búsquedas persev eran tes, ap re n d erán sus errores. B arbusse
no m enos persuasiva que el m onum ental por el designio de “ Los e n tra rá en la h isto ria de la lite ra tu ra revolucionaria fra n ce sa como
E ncadenam ientos” . B arbusse p rese n ta algunos conexos esquem as su com enzador.
sociológicos. H abla el revolucionario que p la n tea las cuestiones co­ I. V. A N IS IM O V .
rre cta m e n te. P ero esos esquem as carecen de fo rm a artística. Los
esquem as no están form adas po r la carne viva de las costum bres. (T ra d u c c ió n d ir e c ta d e l r u to , esp ecial p a r a “ A m a u ta ” , p o r M i­
No se concretan en la revelación artístic a. Se o btienen a b s tra c ta ­ g u e l A d le r) .
18 Amauta

actu alidad, ¿H ay lu g a r p a ra Dios en el seno de u n a lucha in ex o ra­ hirió de rep e n te el co n traste que había en tre esa m agnificencia y la
b le que hace de la T ie rra u n campo de batalla? ¿Se puede creer idea de que el au to r de ella hubiese hecho, hace cuarentidos siglos, un
en la P rovidencia f re n te a las erupciones de los volcanes y a los pacto con un p asto r de la M esopotam ia p a ra asegurarse, de esa
te rre m o to s que hacen d esaparecer pueblos en tero s que, ig u al a los m an era, un pueblo que le o freciera sacrificios. Desde que H erb ert
hom bres aplastados por la to rre de Siloé, no e ra n seg u ram en te peo­ S pencer escribió esas líneas, la ciencia de las religiones h a p rogre­
re s que los dem ás h ab itan tes de Jeru sa lé n ? sado mucho. Sabemos hoy que, si A braham no es u n perso n aje m í­
L a re sp u e sta a esta trem en d a p re g u n ta nos la h an dado pen ­ tico, jam ás pensó en ofrecer sacrificios al espíritu que se m anifies­
sad o res como Sam uel B utler, B ergson, E ucken, D riesch, pero su ta en la m ajestad de los cielos, sino a uno de ta n to s D jinn, a uno
re sp u e sta no es, evidentem ente, la que dá Jehovah a Job y a sus de ta n to s de los núm enes trib ales de los pueblos sem itas. Sa­
am igos ni está de acuerdo tam poco con la fam osa escapada de San bemos que Y ahveh no era sino uno de esos núm enes y que só­
P ablo cuando com para a Dios con u n ollero y al hom bre con u n a lo len tam en te, y p o r exclusión de los dem ás dioses, llegó el pue­
v asija. E n el seno de la n a tu ra le z a que, como dice el mismo Pablo, blo de Isrrae l, después de la g ran p ru eb a del cautiverio, a la idea
p are ce e sta r agonizando con dolores de p arto , tra ta n d o de h acer m onoteísta, identificando a su Dios trib a l con el Dios único, “ él
su rg ir fo rm a s de v ida cada vez m ás bellas, cada vez m ás p erfec­ que hizo los cielos y la tie r ra ” . Sabem os que ni al Genesis ni al
ta s, tra sp a re c e n seg u ram en te u n propósito y u n a v o luntad divinas. Exodo debemos considerarles como relato s históricos y que todo el
E sta voluntad, que “ hace que su sol se lev an te sobre m alos y bu e­ A ntiguo T estam ento, si de algo vale, si en algunos casos tiene in a­
nos y llueva sobre ju sto s e in ju sto s” es seguram en te p a te rn a l y preciable valor, es por co n ten er el recuerdo de las experiencias re ­
b u en a, como enseñó Jesús. P ero, m ás seguram ente todavía, no es ligiosas de hom bres como Amos, Oséas, Miquéas, Isaías, Jerem ías,
el Dios om nipotente, despótico y te rrib le , del cual h ab lan los vie­ que, satu ran d o el culto de Y ahveh de un contenido m oral, hicieron
jo s libros judaicos y sobre el cual ta n to discu rriero n los teólogos del Judaism o la religión universal cuya flo r suprem a es Jesús.
escolásticos y calvinistas. E s u n a v oluntad de bien, un esfuerzo de E l Sacerdotalism o judío no nos in te resa ya. N ada de provecho
superación, que tr a t a de crear, con el hom bre y por medio del hom­ vemos en sus holocaustos n au sean tes y en sus sacrificios sangrien­
b re, valores espirituales, valores de cu ltu ra, santidad. P ero no es tos en ese “ Tem plo m udo y sordo, objeto de vergüenza p ara los
u n m onarca m agnífico, sentado en u n tro n o , com placiéndose con el hom bres” , como lo llam aba y a el cu arto de los L ibros Sibilinos.
hum o de los holocaustos o las plegarias llenas de lisonjas de sus va­ Nos parecem os en esto a aquellos “judíos m uy virtuosos que, h a­
sallos. E s u n P a d re seguram ente, puesto que todos llevam os ad en ­ biendo pen etrad o en el espíritu de la ley, no han quedado encade­
tro ese m ismo anhelo de superación que le distingue, ese gérm en nados a la su p erficie” , de quienes nos habla Eusebio en su valio­
divino que se m a n ifie sta en nosotros como ansia de verdad, de b e­ sísim a o bra de la P rep aració n Evangélica. Tenem os buenas razones
lleza y de bien, probándonos que “lin a je de E l somos” . P ero es un p a r creer que Jesús, n u estro m aestro, p erten ecía a ese núm ero,
P a d re que necesita de sus hijos ta n to como sus hijos n ecesitan de al núm ero de aquellos a quienes se re fie re Eusebio y de los que de
E l. E s u n Dios que agoniza y su fre con los dolores y a causa de ta l m an era se expresan acerca del Templo. Tenem os buenas rázones
los dolores hum anos, que necesita que los hom bres, sintiéndose h i­ p ara p en sar que, si el Serm on de la M ontaña es la flo r cuyas ra í­
jo s suyos, colaboren en su obra y tr a te n de ayud arle a establecer ces hay que b uscar en Amos e Isaías, la m ayor p arte de las pres­
en los cielos. cripciones del Exodo, del Levitico y aún del D euteronom io, son pe­
so m u erto del cual debemos lib e rta r lo m ás pronto posible a nuestras
2 N u e s t r o c o n c e p to d e la O r a c ió n h a c a m b ia d o
m entes y n u e stra trad ició n religiosa.
P ero, si esto es así, si no podemos ni debemos considerar to ­
E s u n a consecuencia ineludible de nuestro cam bio de concepto da la B iblia como “la p alab ra de Dios” in errab le e infalible, nos ha-
llám os tam bién en u n a posición m ás cómoda p a ra ap reciar con
acerca de Dios, au n cuando m uchos de los que han cam biado en
m ente seren a el valor y el significado de los libros sagrados de o-
sus conceptos ac erca de lo Divino no hay an tod av ía cam biado en
tr a s religioñes an terio res al Cristianism o.
sus conceptos respecto a la oración.
T am bién ellos, como n u estra Biblia, contienen m uchas cosas
F orm ad a en el am biente palaciego de Bizancio, la litu rg ia ca­
in aceptables y m íticas, pero, igual que en n u e stra Biblia, hay tam ­
tó lica v en e ra a Dios como los cortesanos del B ajo Im perio h o n ra­
bién en ellos u n a contribución positiva a la evolución religiosa de
b an al César. C ree que E l se com place oyendo cánticos, asp iran ­
la hum anidad. H om bres como el doctor F arq u h ar han dedicado sus
do el hum o del incienso, recibiendo honores en días fijo s y en ho­
vidas a d esen trañ a r esta verdad y yo creo que su labor no puede ser
ra s d eterm inadas. L as m ism as iglesias de la R eform a, que ta n to
perdida. T iene que llegar un m om ento en el cual el oriente y el
h an sim plificado en algunos casos la litu rg ia católica, y en otros
occidente unidos reconozcan que si Amos, Oseas, Isaías y Jerem ías
la h an anulado to ta lm e n te , no se han lib ertad o , sin em bargo, de
p rep a ra ro n el pueblo de Israel p ara recib ir el m ensaje del Cris­
ese concepto equivocado que, a mi juicio, re su lta imposible de a r ­
to, hay, en la h isto ria del Asia, hom bres como Confucio y Zoroas-
m onizar con la en señanza fu n d am e n tal de Jesú s acerca del carác­
tro que desem peñaron igual papel en los designios de Dios.
te r p a te rn a l de Dios. Le c a n ta n him nos, le en to n an salmos.
Hoy no existe un hom bre estudioso e ilustrado que pueda ne­
Todo esto, si está revestido de form as bellas, tien e sobre los
g a r la verdad, ya enunciada hace siglos por San Ireneo y Clemen­
espíritus, indiscutiblem ente, la influ en cia to n ific an te que el a rte
te de A lejan d ría, de que H eraclito, Sócrates, P lato n y los E stoi­
siem pre ejerce. Sin em bargo, creo que no puede p erd u ra r si Dios
cos (cuya ideología ta n ta influ en cia tuvo sobre San Pablo) p re­
es concebido, no como u n m onarca a quien se adula con todo el
p ara ro n el pensam iento griego p ara recib ir el m ensaje cristiano.
protocolo de u n a pom pa cortesana, sino como u n a fu e rz a inm anen­
H ay u n a ex tra ñ a afin id ad de pensam iento en tre el Himno a Zeus
te en el universo y en cada uno de nosotros, u n a v o luntad que tr a ­
de Cleanto, cuando dice “ porque de Ti todos hemos nacido” , y el
t a de im pulsarnos hacia la perfección.
Serm ón de la M ontaña cuando nos enseña que todos somos hijos
Si “ en E l vivimos, nos movemos y somos” , lo m ejo r que puede
del mismo P ad re Celestial. Si idénticas afinidades no han sido ge­
h ac er el hom bre, por m edio de la introversión, es p re sta r oído a neralm en te reconocidas en tre el pensam iento cristiano y lo más
esa voeesilla in te rio r que h ab la a su conciencia. Las m ejores form as profundo del pensam iento asiá tic o 'e s, sencillam ente, porque el oc­
de oración son aquellas de las cuales nos hablan los m ísticos es­ cidente tie n e aún ta n to que ap ren d er del oriente como éste de a-
pañoles, y en g en e ral todos los m ísticos, designándolas bajo el tí­ quél.
tu lo gen eral de “ oración in te rio r” . Son la oración m ental, o m e­ H ay u n a “ Luz que alum bra a todo hom bre” y yo veo venir el
ditación, la oración de quietud, o recogim iento, y la oración de u- día en el cual esto será 'universalm ente reconocido. Los hom bres
nión, o adoración y com unión íntim a con Dios. E n lu g a r de tr a ta r del o rien te y del occidente vendrán, cada cual con sus respectivas
de h o n rarle con el rugido de los órganos, el humo del incienso, las tradiciones, a colocarse bajo la b an d era del Cristo, corona y síntesis
voces de los coros, los cristianos en g en e ral h aría n bien, a mi ju i­ de cuanto hay de dinámico, de noble y puro en el pensam iento reli­
cio, en im itar a los cuáqueros, uniéndose en el silencio ex terio r y el gioso de los siglos p retérito s.
recogim iento in te rio r p a ra escuchar la voz del E sp íritu . “ La Di­
vinidad está cerca de cada uno de nosotros, dispuesta a h acerse oir 4 N u e s tr o c o n c e p to d e la Ig le s ia h a c a m b ia d o
de cu alq u iera que hace silencio p a ra escucharla” , dijo Sócrates
hace y a v ein ticu atro siglos. Con excepción de fig u ra s tales como Sebastián F ran ck y Gas­
p a r Schw enkfeld, los hom bres de la R eform a, en general, no rom ­
3 N u e s tr o c o n c e p to d e la B ib lia h a c a m b ia d o pieron con el concepto de Iglesia que predom inaba y predom ina en
el Catolicismo. C reían que la Iglesia de Roma se había desviado
Cuenta Herbert Spencer en su autobiografía que, siendo aún de las b uenas trad icio n es de la Iglesia prim itiva y tra ta ro n de re­
joven y mirando una noche la inmensidad del cielo estrellado, le formarla volviendo a lo que suponían ser el verdadero Cristianis-
Amauta 19

mo. Inspirándose en la le c tu ra del N uevo T estam ento y tam bién, por te rn id a d D ivina, en u n a ab so lu ta e n tre g a que se esboza en la p ri­
desgracia en la del A ntiguo, su propósito no e ra otro sino re c tifi­ m era v isita al Tem plo, se confirm a en el Jo rd án , se perfecciona a
ca r la obra de la E dad Media. Los mismos S antos P ad res, h asta p a rtir de su regreso de F en icia y se com pleta en el Getsem aní y
San A gustín, les m erecían, y siguen m ereciéndoles, casi ta n to res­ sobre la Cruz.
peto como los escritos bien o m al atribuidos a Pablo, P edro, San­ Jesú s es la expresión m áxim a, el triu n fo suprem o de esa volun­
tiago, J u a n y Judas. H oy, en cambio, un estudio m ás a te n to y u na ta d que, a trav és del laborioso proceso de la evolución cósmica, bio­
crítica m ás perspicaz del N uevo T estam ento nos h a hecho ver que la lógica y social, tr a t a de expresarse en el hom bre, y por medio del
u nidad y pu reza de la prim itiva Iglesia es u n m ito. Desde los p ri­ hom bre, como u n a fu e rz a espiritual, cread o ra de valores m orales.
m eros días, la com unidad cristian a nunca estuvo unida. Je sú s es el dechado del hom bre, el hom bre p erfecto , porque es la
E n el N uevo T estam ento vemos cristiano s ju d a izan tes llenos encarnación p e rfe c ta de la divinidad en el hom bre o, dicho de o tra
de preocupaciones ritu a les, como e ra n los del conventículo de Je- m anera, de la com penetración absoluta del hom bre con lo Divino.
rusalén, con S antiago a la cabeza, cristianos liberales, am plios, co­ Cuando el cu arto Evangelio, tom ando de H eraclito, del P lato n is­
mo Pablo, que, sin hab er sido discípulo directo de Jesús, com pren­ mo y de los Estoicos, u n concepto altam en te filosófico, nos dice que
de m ejo r el esp íritu de este que aquellos que lo hab ían seguido el Logos, la In telig en cia Divina, la Razón U niversal, se h a hecho
desde los prim eros días. Vemos cristianos helenizantes, como el au ­ carn e en Jesús, nosotros no podem os sino reconocer que así es, en
to r de la E pístola a los H ebreos y él del C uarto Evangelio, y cris­ efecto.
tian o s que expresan el pensam iento judaico con to d as sus preocu­ Jesú s es el hom bre ideal y, por lo ta n to , el ideal p ara el hom­
paciones escatológicas,' como ocurre con los au to re s de la E pístola bre. No pudiendo concebir al P ad re Celestial, que E l nos reveló ta n
llam ado de S antiago y del A pocalipsis. ¿C uál de estas co rrien tes— ad m irablem ente en la p aráb o la del hijo pródigo, como un Dios
y au n se podría m encionar otras— re p re se n ta la prim itiv a Ig le­ cruel e inexorable que se com place en los sacrificios y en los su­
sia, el C ristianism o prim itivo? P ero hay algo m ás todavía ¿E s se­ frim ien to s hum anos, no podem os considerar a Jesú s como la víc­
g uro que Je sú s h ay a pensado en fu n d a r u n a Iglesia? ¿P ro n u n ciaro n tim a expiatoria, el Cordero de Dios que, con su sangre, lava los pe­
alguna vez sus labios la p alab ra e k k le s ia con la cual los griegos cados del mundo. Sabem os bien que, sin su suprem o sacrificio sobre
designaban sus asam bleas populares? la Cruz, p refirien d o m o rir an tes que ser desleal a la verdad, Jesús
E l rela to de la fam osa escena de C esaréa de Filipo ta l como no h u b iera podido conquistar el mundo p ara sus doctrinas. N ues­
aparece en M ateo re su lta altam en te sospechoso. Ni M arcos ni L ucas tro s corazones se estrem ecen de g ra titu d delante de ta l sacrificio
nos hablan allí dé p iedras fu n d am en tales pi del poder conferido a que, en verdad, nos h a redim ido, nos h a salvado, o está redim ien­
P edro de a b rir y c e rra r las p u e rta s del cielo. E l ta rd ío rela to joa- do y salvando a los hom bres de sus supersticiones, ignorancias y ru ­
nino, en el cual, después de la R esurrección, Je sú s concede el m is­ tin as. P ero atrib u ir a ta l sacrifico un valor expiatorio, el carácter
mo poder a to d o s los apóstoles, lejos de co n firm ar a M ateo, tiene de u n a satisfacción vicaria, nos p arece incom patible con todo el
todo el aire de rec tificarlo . Todo bien considerado, p arece m ás que esp íritu del Serm ón de la M ontaña y de la parábola, an tes m en­
probable que Jesús, que desafía látigo en m ano al sacerdotalism o cionada, del hijo pródigo. Sólo se explica teniendo en cu en ta que
de Je ru salén , no h ay a pensado ja m ás en c re a r u n a nu ev a te o c ra ­ m entalidades plasm adas por el concepto te rrib le de Dios, que nos
cia, u n nuevo sacerdotalism o. Si este, a p esar de todos los esfu er­ p in ta n ciertos libros del A ntiguo T estam ento, solo podían acep­
zos de M ontano, se afia n z a en el curso del segundo siglo, es senci­ ta r la b u e n a n u e v a que nos tra jo Jesús, revelándonos a Dios como
llam ente porque en contacto con los cultos esotéricos que p u lu la­ u n P ad re lleno de bondad, diciéndose que el Dios del Sinaí se h a b ía
ban en el am biente helénico, el C ristianism o se contagia con el v u e lto c le m e n te , h ab ía cam biado de n atu raleza, en v irtu d del sa­
sacerdotalism o de los M isterios. N ad a tien e que v er con las ense­ crificio de su único hijo, que, con su sangre, apacigua sus iras.
ñanzas que M ateo com prendió en el Serm ón de la M ontaña y que, T al explicación, em pero, la m entalidad m oderna, fo rm ad a por
dispersas en Lucas, nos m u e stran a Jesús, como an tes dije, m ás diecinueve siglos de C ristianism o, no la necesita ni la puede acep­
bien como u n exponente de las co rrien tes an tileg alistas y an tisa­ ta r. La idea prim itiv a de los sacrificios cruentos agradables a Dios,
cerdotales que predom inaban en la p e rife ria del m undo judaico, en­ que y a los g ran d es p ro fe tas y ciertos salm istas rechazaban con ho­
tre los judíos de la D ia s p o r a , de los cuales el Galileo p rácticam en ­ r ro r y desprecio, es incom patible con el Evangelio.
te hacía p arte.
Todo nos d em uestra, en u n a palab ra, que, en esto, como en
m uchas otras cosas, la R eform a del siglo X V I se quedó a medio ca­ E n lu g a r de los cinco conceptos que hemos abandonado acerca
m ino; que la R eform a, como dijo V inet, “ está au n por h ac er” ; que de Dios, de la O ración, de la Biblia, de la Iglesia y del Cristo, lo
el verdadero cam ino fu é indicado por hom bres como F ran ck , como que si tien e, y te n d rá siem pre enorm e im portancia, lo que constituye
Schw enkfeld, como Fox, p a ra quienes la Iglesia no es u n a o rganiza­ p a ra el pensam iento m oderno la esencia m ism a del cristianism o;
ción eclesiástica sino u n a co rrien te esp iritu al invisible, com puesta son los siguientes puntos que la N ueva R eform a, según creo, está
por todos aquellos que se h allan unidos a C risto en esp íritu y vida. llam ada a p red icar y h acer triu n f a r :
L a iglesia no tien e señales exteriores. No se puede decir héla aquí a) . -— E l universo es la expresión de u n a V oluntad Divina, la
o héla allí. F orm an p a rte de ella los que p articip a n en la vida di­ m an ifestació n de un esfuerzo orientado hacia la creación no sólo
vina y sólo Dios sabe quienes son los suyos. de fo rm as cada vez m ás p erfec tas sino hacia la expresión de va­
lores esp iritu ales; u n a V oluntad que, m ediante el hom bre, tr a ta de
5 N u e s tr o c o n c e p to d e l C r i s t o h a c a m b ia d o m an ifestarse como u n principio m oral, de rev e lar su n atu ra lez a—
d efin id a por los escritos joaninos como inteligencia, Luz, Vida,
Amor.
H oy ya no nos in te re sa en lo m ás m ínim o sab er si Je sú s era
b) . — Jesú s es la culm inación suprem a de ese esfuerzo que,
o no el cum plim iento de las esperanzas m esiánicas que, después del
tra ta n d o de ex p resar su n atu ra lez a espiritual, tiende hacia la crea­
cautiverio de B abilonia y, p artic u la rm e n te d u ra n te la persecución
ción de u n a hum anidad m oralm ente p erfecta, de lo que p u d iéra­
de Antioco E pifánes, ta n to preocupaban a los judíos. P a ra nosotros
mos llam ar u n a superhum anidad. M ediante su com pleta com pene­
es un hecho sencillam ente lam entable que los Sinópticos, y en p a r­
trac ió n con lo Divino, Jesú s es el p rim er rep rese n tan te de esa
tic u la r M ateo, g aste ta n to tiem po, forzando los te x to s del ,Tiejo
superhum anidad espiritual, “ el prim ogénito e n tre m uchos h ijos” .
T estam ento, p a ra p robarnos que Je sú s e ra el Cristo, M enos todavía
c) . — Fiel a los suprem os valores espirituales que la p alab ra
puede in te resa rn o s que, bajo influ en cias pérsicas y u n a m ala tr a ­
Dios sin tetiza o sim boliza, Jesús m uere en u n a Cruz y, en ese su­
ducción griega de u n te x to de Isaías, ta n to M ateo como Lucas nos
prem o sacrificio del hom bre p erfecto , del hom bre identificado ab­
quieran p ro b ar que, en Jesús se h ay a cum plido la p ro fecía del A-
so lutam ente con Dios, tenem os como la cristalización, en el tiem ­
vesta prom etiendo que, después de Z oroastro, v en d ría otro Salva­ po y en el espacio, de un dram a eterno. La Cruz es el símbolo de la
dor nacido, como él, de u n a virgen. L a introducción de la visita de creación. E s la expresión de la agonía, del E sp íritu atad o a la m a­
los m agos a B ethlehem , que no tie n e otro objeto sino co n firm ar te ria y, sin em bargo tra ta n d o de revelarse en ella.
dicha profecía, nos p arece sencillam ente deplorable, pues no sir­ d ) . — Desde la Cruz, en la cual agoniza el Cristo, Dios está
ve sino p a ra la n za r la som bra de u n a sospecha sobre todo el relato llam ando a los hom bres p ara que am en a Quien los am a con eterno
evangélico, dando pábulo a la tesis de Couchoud y otros sobre la am or y, m ediante el triu n fo indiscutible, inequívoco, que Je sú s al­
no-historicidad de Jesús.
canzó p a ra sus doctrinas por medio de la Cruz, Dios nos dá u n a
Lo que si nos in te re sa en este es su sentim iento de absoluta p ren d a seg u ra de que los valores espirituales, a tra v é s de todos
relación filial con Dios. Que, habiéndonos enseñado que Dios es los sufrim ientos y m artirio s, p revalecerán siem pre sobre los valores
nu estro P ad re— y no n u estro amo y, m enos to d av ía n u estro fa b ri­ m ateriales; de que lo su p erio r v encerá siem pre a lo in ferio r.
can te— haya vivido en teram e n te a la luz de esa d o ctrin a de la P a ­ e ) . — De esta form a, Jesú s no es ta n sólo u n hecho histórico
20 Amauta

d en tro del orden p u ram en te hum ano. E s u n a revelación de Dios.


Su vida, su m u e rte y su triu n fo nos revelan, ta n to como sus doctri­ Himno Escolar González Prada
nas, el c a rá c te r p atern al, am oroso y sacrificial de la Divinidad. No
es ta n sólo u n a vida ejem plar, la m ás ejem p lar de todas las vidas (c o r o )
hum anas. Jesús es la expresión de un anhelo cósmico y su p erso n a­
lidad, adquiriendo valor universal y eterno, es el canal de las en er­
gías divinas que tr a ta de elevar a la hum anidad. Es el com pañero
Ya clarea la aurora ¡Despiertos
de n u estra s alm as; es la divinidad p uesta al alcance del hom bre. niños puros, marchemos al Sol,
f ) . — A la luz que nos proyecta la personalidad divina del que el Maestro ha aquietado los vientos
Cristo, cada ser hum ano cobra un valor absoluto, porque lleva en y a nosotros nos toca la Acción.
si u n gérm en d iv in o ; anhelos de superación m oral, ten d en cias es­
p iritu a les; vale decir: la capacidad n ativ a p a ra lleg ar a sen tir, m e­
d ian te un nuevo nacim iento y a la zaga de Jesús, que tam bién él (ESTROFAS)
es hijo de Dios y, tom ando como ejem plo a Jesús, puede conducirse
como E l se condujo. I
S )• — E n razón de ta les capacidades, nada tien e m ás valor
que cada vida hum ana y nada, en cada vida, tie n e m ás im p o rtan ­ "Madrugad a la vida, temprano"!
cia que la form ación del ca rá c te r m ediante la com unión con lo Di­
vino que, como no los d em uestra la vida de Cristo, nos asegura
que el programa de de vasto luchar,
el triu n fo de los sentim ientos superiores y altru ista s, de nuestro y en canciones de bronce, al Urano,
am or por la V erdad, la B elleza y el Bien, sobre los in stin to s in ferio ­ levantemos las voces. Marchad!
res y egoístas que el hom bre, abandonado a si sólo, com parte con que el Perú necesita hombres libres
la p u ra anim alidad.
y es preciso a los dioses robar
h) . — E l valor intrínseco de cada ser hum ano es indepen­
diente, por lo ta n to , de su posición, de sus riquezas o de su saber. la sagrada conciencia encendida
Sólo se m ide por sus motivos e intenciones, po r lo que es realm en­ con que libres los hombres serán.
te en su ca rácter, en lo m ás íntim o y ,p ro fu n d o de su fu ero interno,
y no por sus actos exteriores, que, siéndole im puestos por la com­ II
pulsión del am biente, pueden ser apenas la expresión de su cobardía
o de su fariseísm o.
i) . — A causa de su filiación divina, todos los hom bres, inde­
Incorruptos, sin mancha, marchemos
pendientem ente de sus creencias y nacionalidades, de su ra z a o de por los blancos caminos del Sol,
su cu ltu ra, deben ser tra ta d o s como herm anos, como hijos, que son, predicando los himnos serenos,
de un sólo y mismo p ad re ; el P adre de cada uno de nosotros, ta l co­ que el Maestro esculpiera en canción,
mo nos fu é enseñado y revelado por Jesús.
y rimad en el alma este nombre:
J ) • — Todo esto tien e que tr a e r un nuevo orden de cosas en
el te rre n o político, social e internacional. Libertad!, y con toda emoción
Las enseñanzas e ideales de Je sú s solo pueden realizarse ple­ id dejando en la ruta una huella
nam ente en un nuevo orden de relaciones hum anas regido por la que recuerde la marcha hacia el Sol...
fra tern id a d , por un espíritu de cooperación y m u tu a ayuda, g ober­
nado por el am or, por la buena voluntad, en lugar de serlo, como
ah o ra ocurre, por la fu e rz a y au to rid ad exteriores.
III
k )-— E ste nuevo orden de cosas: el Reino de Dios, no sobre­
vendrá, em pero, sino en la m edida que los hom bres se id e n tifi­ Entre tanto los libros al brazo
quen con C risto y, m oralm ente renovados, asciendan del plano m a­ y el cerebro preñado de luz,
te ria l al espiritual.
vamos dando el amor al Trabajo,
Es necesario que Dios se encarne plenam ente en toda la espe­
cie hum ana como se encarnó en el Cristo. E s necesario que el Cris­
y al obrero vestido de azul...
to reine, que el Cristo se m anifieste de nuevo, y ah o ra plenam en­ La semilla fecunda es nacida
te, tn u n fa lm e n te , en la hum anidad entera, en la superhum anídad. y es urgente que el niño le dé:
de su sangre, el amor y la vida
J u l i o N a v a r r o M o n zó .
y de su alma, el vigor y la fé.—
1926.
F id e l A. ZARATE.
N O T A D E A M A U T A
E l s e ñ o r N a v a r r o M o n z ó e x p o n e e n e s te a r tíc u lo , e s c r ito ú lti-
m á m e n te p a r a r e v is ta s a n g lo - s a jo n a s , y q u e c o r te s m e n t e h a q u e r i ­
d o o f r e c e r ta m b ié n e n c o p ia i n é d i t a a ‘'A M A U T A ” , la s p ro p o s ic io ­
n e s f u n d a m e n ta l e s d e la té s is d e s u s c o n f e r e n c ia s . A p r o p ó s ito d e
su r e c i e n t e lib r o " C a m in o d e S a n t id a d ” , d ire m o s e n e l p ró x im o n ú ­
m e ro d e " A M A U T A ” lo q u e p e n s a m o s s o b re e l v a s to i n t e n t o d e l
f e rv o ro s o c o n f e r e n c i s t a d e la Y . M . C. A . Q u e re m o s q u e a q u e llo s
d e n u e s tr o s le c to r e s q u e n o h a n te n id o o c a s ió n d e s e g u ir lo e n su s
c o n f e r e n c ia s , se e n t e r e n a n te s m e d ia n te e s t e a r tíc u lo , d e la s ¡d e a s
c e n t r a l e s d e su p r o p a g a n d a . E s t a p r o p a g a n d a tie n e , a n u e s t r o j u i ­
c io , la c o n tr a d ic c ió n d e e lu d ir los p r o b le m a s c o n c r e to s d e la é p o c a
y d e p r o p o n e rs e a l m is m o tie m p o la re c o n c ilia c ió n d e la r e lig ió n
c o n la v id a . P r á c ti c a m e n t e , a u n q u e p r o p u g n e c o n v e h e m e n c ia u n a
n u e v a R e fo rm a , N a v a r r o M o n z ó se m a n t i e n e e n la v i e j a R e f o r m a .
P o r su c a m in o se lle g a a l in d iv id u a lis m o a b s o lu to , a l a n a r q u is m o ,
e s to e s a la e x tr e m a c o n s e c u e n c ia d e la filo s o f ía l ib e r a l y p r o t e s ­
t a n t e . P e r o e s ta s s o n o b je c io n e s q u e d e ja m o s p a r a e l c o m e n ta r io
p r o m e tid o . E n t r e t a n t o , e n tr e g a m o s a n u e s t r o s le c to r e s e l p e n s a ­
m ie n to d e l ilu s tr e c o n f e r e n c i s t a .
Amauta 21

I MPERATBV D CREAC90
¿Porqué, entonces, el castigo y el riesgc de infundirles un alma?
¿Una pregunta sola iba a llenar todo lo creudo,
hasta el último resquicio,
y las dudas empañarían los espejos del éter?

¿Vendría, para la frente,


la hora de las revelaciones soñadas?
¿Conocería yo, por fin ,
las imágenes de los mundos que luchaban por revelarse
dentro de mi ser?

Las tierras recién sembradas,


a mi lado, por leguas y leguas,
hinchábanse por las semillas impacientes,
como la masa provincial de las tahonas,
cuando las fermentaciones cándidas de la harina
crecen en pleamares
y preparan el advenimiento del pan.

EMILIO QRIBE De la espiga en zodiacal granazón de cielo


vi caer un grano de oro,
P ara “A m a u t a " con una rápida oblicua trayectoria.

Vagando me hallaba por los caminos nocturnos Aquella declinante caída del hacha ígnea,
en las márgenes de un estuario. era una orden mística, pero no para mi,
era un imperativo mensaje de arcángel, pero no para mí
Hacia la madrugada
señalaban con el índice los vigías de las estrellas. Fácilmente interpretable,
el único mensaje y la orden final que faltaba,
Los campesinos, entonces, para que todas las siembras iniciasen la germinación.
encendieron sus fogatas
y ante el ruido de mis pasos en la piedras
gritaban vigilantes aves. Asi, de la misma forma,
que el comando enérgico dei relámpago,
hace precipitar la lluvia,
Bajo la paz creadora, y esta organiza su marcha de cerrados cortinajes,
brotaban en mi corazón estremecimientos inefables, así como el brillo de una espada,
de una pureza infinita, o el imperio de los clarines,
ponen en movimiento a los ejércitos grandiosos,
pero adormecidos quedábanse, así,
dentro de mi, desde la caída de esa errante estrella,
que se desprendió a modo de una flecha de un carcaj
mal definidos e informes, demasiado lleno,
como los caserones con árboles que yo no lograba distinguir yo comprendí que iban a ponerse en marcha
muy bien, en mi camino, en lo más profundo de las tierras,
o a modo de los oscuros rebaños que a mi lado dormitaban. pero no en mi corazón,
pero no en mi corazón,
millares y millares de semillas sembradas al azar—
Sentimientos elevados de amor,
ideas de belleza y de religión,
ansias de inmortalidad, bajo mis sienes agolpábanse, Las vi!
sin poder alcanzar la vida concreta o perdurable. Abrirse las vi en leguas y leguas,
en un deslumbramiento de la materia,
como los párpados de los muertos,
en los días en que resucitará nuestra carne.
Campos dormidos, árboles en oración—
Al pie de aquella tan segura montaña de cielo, Una tan poderosa orden!
era mi soledad el único tormento, Fué un imperativojde'creación! Sí.
la impura angustia sin correspondencias. Pero no para mi.

Fué tan evidente la falta de armonía Era fácil comprobar,


como se levantaban con precaución matemática
que nacieron estas preguntas-. y crecían, crecían, las semillas—
Formaban ja mis pies disciplinadas falanjes,
Un hombre así, y alegres las vi alinearse,
¿para qué iba a perturbar atisbando el resplandor del día naciente,
la felicidad total de esos elementos primarios para presentarle armas
con la vacilación creadora de un espíritu? o celebrar una misa campal.
22 Amauta

El P r o c e s o d e la I n s tr u c c ió n P ú b lica en e l P erú
POR JOSE CARLO S M A R IA T E O U I

(iConclusión) metafísicas disertaciones sobre la educación como un aser-


tor de idealismo frente al positivismo de sus mesurados
III y complacientes contradictores. Y éstos, en vez de desnu­
IDEOLOGIAS EN CONTRASTE dar de su paramento filosófico el espíritu antidemocrático
y antisocial de la concepción del doctor Deustua, prefe­
En la etapa de tanteos prácticos y escarceos teóri­ rían declarar su respetuoso acatamiento de los altos idea­
cos, que condujo lentamente a la importación de sistemas les que movían a este catedrático.
y técnicos norteamericanos, el doctor Deustua representó Fácil habría sido sinembargo demostrar que las ideas
la reacción del viejo espíritu aristocrático, más o menos educacionales del doctor Deustua no representaban, en el
ornamentada de idealismo moderno. El doctor Villarán fondo, una corriente de idealismo contemporáneo, sino la
formulaba en un lenguaje positivista el programa del ci­ vieja mentalidad aristocrática de la casta latifundista. Pero
vilismo burgués y, por ende, demo-liberal; el doctor Deus­ nadie se encargó de esclarecer el verdadero sentido de la
tua encarnaba, bajo un indumento universitario y filosófico resistencia del doctor Deustua a una reforma más o me­
de factura moderna, la mentalidad del civilismo feudal, nos democrática de la enseñanza. El verbalismo universi­
de los encomenderos virreinales. (Por algo se designaba tario se perdía en los complicados caminos de la abstrusa
con el nombre de civilismo histórico a una fracción del doctrina del reaccionario profesor civilista. El debate, por
partido civil). otra parte, se desenvolvía exclusivamente dentro del par­
El verdadero sentido del diálogo Deustua-Villarán es­ tido civil, en el cual se contrastaban dos espíritus, el de
capó a los glosadores y al auditorio de la época. Los se­ la feudalidad y el del capitalismo, deformado y enervado
dicentes e ineptos partidos populares de entonces no su­ el segundo por el primero.
pieron tomar posición doctrinal alguna frente a este deba­ Para identificar el pensamiento del doctor Deustua y
te. El pierolismo no era capaz de otra cosa que de una percibir su fondo medioeval y aristocrático, basta estudiar
declamación monótona contra los impuestos y empréstitos los prejuicios y supersticiones de que está nutrido. El
—que estaban lejos de constituir toda la política econó­ doctor Deustua sustenta ideas antagónicas no sólo a los
mica del civilismo—aparte de las periódicas pláticas y pro­ principios de la nueva educación sino al espíritu mismo de
clamas de su califa sobre los conceptos de libertad, or­ ia civilización capitalista. Su concepción del trabajo, por
den, patria, ciudadanía, etc. El pretendido liberalismo no ejemplo, está en abierta pugna con la que desde hace mu­
se diferenciaba del pierolismo, al cual por otra parte an­ cho tiempo rige el progreso humano. En uno de sus es­
daba acoplado, nada más que en un esporádico anticleri­ tudios de filosofía de la educación, el doctor Deustua ex­
calismo masónico y una vaga y romántica reivindicación presaba sobre el trabajo el mismo concepto desdeñoso de
federalista. (La pobreza ideológica, la ramplonería intelec­ los que en otros tiempos no consideraban carreras nobles
tual de esta oposición sin más prestancia que la gloria y dignas sino las de las armas y las letras.
trasnochada de su caudillo, permitió al civilismo acaparar "Valor y trabajo, moralidad y egoísmo—escribía—
el debate de uno de los más sustantivos problemas nació son inseparables en el proceso integral de la voluntad, pero
nales). su rol, muy diferente en tal proceso, lo es también ante el
Sólo ahora, por lo demás, es históricamente posible proceso de la educación. El valor libertad educa; la edu­
esclarecer el sentido de esa polémica universitaria, frente cación consiste en la realización de valores; pero el traba­
a la cual Francisco García Calderón quiso asumir una de jo no educa; el trabajo enriquece, ilustra, dá destreza con el
esas posiciones, eclécticas y conciliadoras hasta lo infinito, hábito; pero está encadenado a móviles egoístas que cons­
en las cuales es maestro su prudentísimo y un poco es­ tituyen la esclavitud del alma; el mismo móvil de la voca­
céptico criticismo. ción por el trabajo que introduce en él la felicidad y la a-
La posición ideológica del doctor Deustua en el de­ legría, es egoísta como los demás; la libertad no nace de él;
bate de la instrucción pública ostentaba todos los atribu­ la libertad se la comunica el valor moral y estético. La cien­
tos ornamentales necesarios para impresionar el tempera­ cia misma que en cierto modo educa disciplinando la acti­
mento huecamente retórico y declamatorio de nuestra gen­ vidad cognoscitiva, ordenándola con el método deductivo o
te intelectual. El doctor Deustua se presentaba en sus favoreciendo su función intuitiva con sus inducciones, el
llamado valor lógico no lleva al trabajo ese elemento de li­
bertad que constituye la esencia de la personalidad humana.
Los rebaños despegáronse también de la sombras, Puede el trabajo contribuir a la expansión del espíritu me­
y aparecieron albos y puros, diante la riqueza material que produce: pero esa expansión
como corderos rituales en marcha hacia la hoguera. puede ser muchas veces signo del impulso ciego del egoís­
La naturaleza, v los hombres también, a mi lado mo; podría decirse que lo es en la generalidad de los casos;
recibieron la nitidez maravillosa que da el toque de la luz, y entonces no significa verdadera libertad; libertad interior,
pero allá dentro de mi, libertad moral o estética; la libertad que constituye el fin
solo pude distinguir algo parecido y el contenido de la educación,, (36)
a lo que Ocurre en la casa de las abejas o las hormigas, Este concepto del trabajo, aunque sostenido por el
cuando con un fuerte ademán se rompe la corteza exterior, doctor Deustua hace unos pocos lustros, es absolutamente
y se vé manar una hirviente multitud de seres vivos, medioeval, netamente aristocrático. La civilización oc­
que se maltratan, cidental reposa totalmente sobre el trabajo. La sociedad
y crecen en oleajes, lucha por organizarse como una sociedad de trabajadores,
huyendo de la luz!... de productores. No puede, por tanto, considerar el trabajo
Las sublimes creaciones como una servidumbre. Tiene que exaltarlo y ennoble­
los pensamientos ideales, cerlo.
en mi, brillaron un momento, Y en esto no es posible ver un sentimiento interesa­
recogiéronse después y fugaron en desorden, do y exclusivo de la Civilización de Occidente. Tanto las
ahuyentándose unos a otros como nubes de tempestad, investigaciones de la ciencia, como las 'intuiciones del es­
o asustadizos pájaros de grutas. píritu, nos iluminan plenamente. |E1 destino del hombre
E milio ORIBE. es la creación. Y el trabajo es creación, vale decir libe­
Montevideo—1928. ración. El hombre se realiza en su trabajo.
Amauta 23

Debemos al esclavizamiento del hombre por la má­


quina y a la destrucción de los oficios por el industrialis­
V E L E R O
mo la deformación del trabajo en sus fines y en su esen­
cia. La requisitoria de los reformadores, desde John Rus-
kin hasta Rabindranath Tagore, reprocha vehementemente
al cap'talismo, el empleo embrutecedor de la máquina. El (P ara "A mauta)"
maqumismo, y sobre todo el taylorismo, han hecho odio­
so el trabajo. Pero sólo porque lo han degradado y reba­ Alegría de los veleros
jado, despojándolo de su virtud de creación. de la mañana.
Pierre Hamp que ha escrito en libros admirables la
epopeya del trabajo—“La peine des hommes"—ha dicho al Vienen cantando
respecto, palabras de rigurosa verdad: “La grandeza del sobre el mar de plata.
hombre se reduce a hacer bien su oficio. El viejo amor al
oficio, malgrado la sociedad, es la salud social. La ha­ Se detienen
bilidad de las manos del hombre no carece nunca de or­ en la rada
gullo, ni siquiera en las labores más bajas. Si el desdén del del día, y hacia el sol,
trabajo existiera en cada uno, como lo sienten las gentes —alto abismo—
de manos blancas y si los obreros no continuasen en su echaron el ancla.
oficio más que por coacción, sin encontrar en su obra nin­
guna complacencia del espíritu, la haraganería y la co­
rrupción aniquilarían al pueblo desesperado'1 (37). Alegría de los veleros
Tiene que ser éste también el principio que adopte de la mañana.
una sociedad heredera del espíritu y la tradición de la
sociedad inkaica en la que el ocio era un crimen y el tra­ Y un pájaro, capitán
bajo, cumplido amorosamente, la más alta virtud. El ar­ de los veleros del alba,
caico pensamiento del doctor Deustua, descartado de su feliz de llegar al puerto,
ideología hasta por nuestra burguesía pávida y desorien­ como un marinero canta.
tada, desciende en cambio, en línea recta, de esa sociedad
virreinal que un prudente “civilista" como el doctor Ja­ Julio J. CASAL.
vier Prado nos describió como una sociedad de sensual
molicie.
No solo su concepto del trabajo denuncia el senti­ Su recetario, por esto, además de antidemocrático y
miento aristocrático y reaccionario del doctor Deustua y antisocial, resulta antihistórico. El problema de la ense­
precisa su posición ideológica en el debate de la instruc­ ñanza no puede ser bien comprendido en nuestro tiempo,
ción pública. Son, ante todo, sus conceptos fundamenta­ si no es considerado como un problema económico y como
les de la enseñanza los que definen su tesis como una te­ un problema social. El error de muchos reformadores ha
sis de inspiración feudalista. estado en su método abstractamente idealista, en su doctri­
El doctor Deustua, en sus estudios, no se preocupa­ na exclusivamente pedagógica. Sus proyectos han ignorado
ba casi sino de la educación de las clases elevadas o di­ el íntimo engranaje que hay entre la economía y la ense­
rigentes. Todo el problema de la educación nacional re­ ñanza y han pretendido modificar ésta sin conocer las leyes
sidía para él en la educación de la "élite”. Y, por su­ de aquella. Por ende, no han acertado a reformar na­
puesto, esta “élite" no era otra que la del privilegio he­ da sino en la medida que las menospreciadas, o simple­
reditario. Por consiguiente, todos sus desvelos, todas mente ignoradas leyes económico-sociales, les han consen­
sus premuras estaban dedicadas a la enseñanza universitaria. tido. El debate entre clásicos y modernos en la enseñanza
Ninguna actitud puede ser más contraria y adversa no ha estado menos regido por el ritmo del desarrollo ca­
que ésta al pensamiento educacional moderno. El doctor pitalista que el debate entre conservadores y liberales en
Villarán, desde puntos de vista ortodoxamente burgueses, la política. Los programas y los sistemas de educación pú­
oponía con razón a la tesis del doctor Deustua el ejem­ blica, en la edad que ahora declina, han dependido de los
plo de los Estados Unidos, recordando que "la escuela intereses de la economía burguesa. La orientación realista
primaria fué allí la,premisa y antecedente histórico de la o moderna ha sido impuesta, ante todo, por las necesida­
secundaria; y el c o l l e g e , el precursor de la Universidad" des del industrialismo. No en balde el industrialismo es
(38). Hoy podríamos oponerle, desde puntos de vista más el fenómeno peculiar y sustantivo de esta civilización que,
nuestros, el ejemplo de México, país que, como dice Pe­ dominada por sus consecuencias, reclama de la escuela
dro Henriquez Ureña, no entiende hoy la cultura a la mane­ más técnicos que ideólogos y más ingenieros que retores.
ra del siglo XIX. “No se piensa en la cultura reinante— La orientación anti-científica y anti-económica, en el
escribe Henriquez Ureña—en la época del capital disfraza­ debate de la enseñanza, pretende representar un idealismo
do de liberalismo, cultura de d i l e t a n t e s exclusivistas, superior; pero se trata de una metafísica de reaccionarios,
huerto cerrado donde se cultivan flores artificiales, torre opuesta y extraña a la dirección de la historia y que, por
de marfil donde se guardaba la ciencia muerta en los mu­ consiguiente, carece de todo valor concreto como fuerza
seos. Se piensa en la cultura social, ofrecida y dada real­ cíe renovación y elevación humanas. Los abogados y lite­
mente a todos y fundada en el trabajo: aprender es no solo ratos procedentes de las aulas de humanidades, prepara­
aprender a conocer sino igualmente aprendera hacer. No dos por una enseñanza retórica, pseudo-idealista, han sido
debe haber alta cultura, porque será falsa y efímera, donde siempre mucho más inmorales que los técnicos provenien­
no haya cultura popular" (39). ¿Necesito decir que suscribo tes de las facultades e institutos de ciencias. Y la activi­
totalmente este concepto en abierto conflicto con el pen­ dad práctica, teorética o estética de estos últimos ha se­
samiento del doctor Deustua? guido el rumbo de la economía y de la civilización mien­
El problema déla educación era situado por el doctor tras que la actividad práctica, teorética o estética de los
Deustua en un terreno puramente filosófico. La experien­ ptimeros lo ha contrastado frecuentemente al influjo de
cia enseña que, en este terreno, con desdeñosa prescinden- los más vulgares intereses o sentimientos conservadores.
cia de los factores de la realidad y de lo historia, es impo­ Esto aparte de que el valor de la ciencia como estímulo
sible no sólo resolverlo sino conocerlo. El 'doctor Deus­ de la especulación filosófica no puede sea desconocido ni
tua se manifiesta indiferente a las relaciones de la enseñanza subestimado. La atmósfera de ideas de esta civilización
y de la economía. Más aún, respecto a la economía mués debe a la ciencia mucho más seguramente que a las hu­
tra una incomprensión de idealista absoluto. manidades.
24 Amautá

La solidaridad de la economía y la educación se re­


vela concretamente en las ideas de los educadores que
POEMA SIN F R O N T E R A S
verdaderamente se han propuesto renovar la escuela. Pes-
talozzi, Froebel, etc., que han trabajado realmente por una AL COMPAÑERO RADOWI TZK1
renovación, han tenido en cuenta que la sociedad moder­
na tiende a ser, fundamentalmente, una sociedad de pro­ en las torres más altas de la revolución
ductores. La Escuela del Trabajo representa un sentido tu nombre toca una angustia proletaria.
nuevo de la enseñanza, un principio peculiar de una civi­
lización de trabajadores. El Estado capitalista se ha guar­ la libertad de rusia
dado de adoptarlo y actuarlo plenamente. Se ha limita­ agonizó hace tiempo
do a incorporar en la enseñanza primaria (enseñanza de amarrada a las rejas de tu celda.
clase) el “trabajo manual educativo". Ha sido en Rusia
donde la Escuela del Trabajo ha sido elevada al primer ah! y las ventanas huérfanas de los hogares pobres
plano en la política educacional. En Alemania la tenden­ donde está tu recuerdo
cia a ensayarla se ha apoyado principalmente en el predo­ opacando de llanto los cristales!
minio social-democrático de la época de la tevolución.
Y la reforma más sustancial ha brotado así en el en el horizonte abierto de tus brazos
campo de la enseñanza primaria, mientras que, domina­ los ojos de los astros
das por, el espíritu conservador de sus rectores, la ense­ han colgado sus faros libertarios.
ñanza secundaria y la universitaria, constituyen aún un te­ los caminos del dolor obrero
rreno poco propicio a todo intento de renovación radical convergen hacia tí.
y poco sensible a la nueva realidad económica.
Un concepto moderno de la escuela coloca en la mis­ compañero:
ma categoría el trabajo manual y el trabajo intelectual. en la tierra
La vanidad de los rancios humanistas, alimentada de ro- nace todas las noches una esperanza roja;
manismo y aristocratismo, no puede avenirse con esta ni­
velación. En oposición al ideario de estos hombres de le­ y hay un ruido caliente de músculos
tras, la Escuela del Trabajo es un producto genuino, una que levanta los pechos proletarios de américa.
concepción fundamental de una civilización creada por el
trabajo y para el trabajo. C e sa r A lfre d o MIRO QUESADA.
Buenos Aires 1928.
En el discurso de este estudio no me he propuesto
esclarecer sino los fundamentales lincamientos ideológicos y
políticos del proceso de la instrucción pública en el Perú.
He prescindido de su aspecto técnico que, además de no ser dades de resolver este problema en un plazo más o menos
de mi competencia, se encuentra subordinado a principios corto. La carrera de maestros de primera enseñanza, sujeta
teóricos y a necesidades políticas y económicas. todavía en el Perú a los vejámenes y las contaminaciones
He constatado, por ejemplo, que la herencia española del gamonalismo y el caciquismo más estólidos y propo­
o colonial no consistía en un método pedagógico sino en tentes, es una carrera de miseria. No les está aún asegura­
un régimen económico-social. La influencia francesa se in­ da a los maestros una estabilidad siquiera relativa. La que­
sertó, mas tarde, en este cuadro, con la complacencia así ja de un representante a congreso, acostumbrado a encon­
de quienes miraban en Francia la patria de la libertad ja­ trar a los maestros en su sumiso séquito de capituleros, pesa
cobina y republicana como de quienes se inspiraban en el en el criterio oficial más que la foja de servicios de un
pensamiento y la prática de la restauración. La influencia maestro recto y digno.
norteamericana se impuso finalmente, como una conse­ El problema del analfabetismo del indio resulta ser, en
cuencia de nuestro desarrollo capitalista al mismo tiempo fin, un problema mucho mayor, que desborda del restrin­
que de la importación de capitales, técnicos e ideas yanquis. gido marco de un pían meramente pedagógico. Cada día
Bajo el conflicto de ideologías y de influencias, se per­ se comprueba más que alfabetizar no es educar. La escue­
cibe claramente, en el último período, el contraste entre la elemental no redime moral y sociaimente al indio. El pri­
una creciente afirmación capitalista y la obstinada mer paso real hacia su redención, tiene que ser el de abo­
reacción feudalista y aristocrática, propugnadora la prime­ lir su servidumbre (41).
ra en la enseñanza de una orientación práctica, defensora Esta es la tesis que sostienen en el Perú los autores de
la segunda de una orientación pseudo-idealista. una renovación, entre los cuales se cuentan, en primera fila,
Con el nacimiento de una corriente socialista y la muchos educadores jóvenes, cuyos puntos de vista aparecen
aparición de una consciencia de clase en el proletaria­ ya distantes de los que, en mesurada aunque categórica oposi­
do urbano, interviene ahora en el debate un factor nuevo ción a la ideología colonial, sustentó hace veinticinco años
que modifica sustancialmente sus términos. La fundación el Dr. M. V. Villarán con los mediocres resultados que hemós
de las universidades populares "Gonzáles Prada", la adhe­ visto a! examinar la génesis y desenvolvimiento de la refor
sión de la juventud universitaria al principio de la socializa­ ma de 1920.
ción de la cultura, el ascendiente de un nuevo ideario edu­
cacional sobre los maestros, etc. interrumpen definitivamen­ 36 “A propósito de un cuestionario sobre la reforma de la ley de ins­
trucción". Colección de artículos. 1914. Imp. M. A. Dávila. Pag. 56. Véa­
te el erudito y académico diálago entre el espíritu derrm- se también "La cultura superior en Italia.*’ Lima, 1912. E. Rosay impre­
liberal-burgués y el espíritu latifundista y aristocrático (40). sor. Pág. 145 y siguientes.
El balance de la primera centuria de la República se (37) .- F. Lefevre. “Une heure avec” Deuxieme serie. Pág. 172.
cierra, en orden a la educación pública, con un enorme (38) - M. V. Villarán. Ob. citada p. 52.
pasivo. El problema del analfabetismo indígena está casi (39) - P. Henríquez Ureña “Utopía de America"
intacto. El Estado no consigue hasta hoy difundir la es­
(40) - Expresivas del orientamiento renovador de los normalistas son
cuela en todo el territorio de la república. La despropor­ las publicaciones aparecidas en Lima y provincias en los últimos años:
ción entre sus medios y el tamaño de la empresa, es enor­ “La Revista Peruana de Educación", Lima, 1926; Revista del M aes­
me. Para la actuación del modesto programa de educación tro'" y " Revista de Educación," Jauja; " Ideario P e d a g ó g i c o Arequipa;
popular, que autoriza el presupuesto, se carece de número “E l Educador Andino“ Puno.
suficiente de maestros. El porcentaje de normalistas en el (41) - El Ministro de Instrucción, Dr. Oliveira, en un discurso pronun-
personal de la enseñanza primaria alcanza a menos del 20 ciadoenel C ongresoen la legislatura de 1927, ha reconocido la vincula­
ción del problema de la educación indígena y el problema de la tierra,
por ciento. Los rendimientos actuales de las Escuelas Nor­ aceptando una realidad eludida invariablemente por sus predecesores
males no consienten demasiadas ilusiones sobre las posibili- en ese cargo.
Amauta 25

AMERICA, POR CARLOS


UNIVERSALIDAD
SANCHEZ V IA M O N T E

C ada día que pasa corrobora y hace m ás ostensible el acier­ “ A m érica p ara los am ericanos” , A m érica es u n a realidad naciente,
to de n u estra intuición optim ista de que el siglo XX señala el co­ pero el vocablo “ am ericano” es un equívoco faláz que disfrazaba
m ienzo de la e ra de A m érica, pero asim ism o pone de m anifiesto de altruism o la sórdida intención inicial con que el ogro extendía
el conflicto la te n te d en tro de su m ism a e n tra ñ a en tre dos tipos su g arra, bajo la apariencia de un adem án protector. N uestro “A-
hum anos co n trad icto rio s: el del n o rte y, el nuestro. m érica p ara el m undo” fu é exclam ación in fan til, ingenua y un poco
Si fu e re necesario co n c reta r, co n ejem plos vivos y actu an tes, absurda, como todo idealismo, m ás expresaba un a aspiración legíti­
las dos tendencias h istóricas encontradas cuya lucha ocupará por m a y hondam ente hum ana. Ese es el secreto de un seguro triu n fo ,
en tero el escenario m undial d u ra n te lo que re sta del siglo, podría porque to d a aspiración idealista es un ensayo, un a p arad o jal ex­
a firm a rse sin te m o r que ellas aparecen rep resen tad as, con ca racte­ perien cia “a p rio ri” del fu tu ro .
re s bien definidos ya, en la agresión im perialista de E stados Uni­ N orte co n tra sur, Y anquilandia co n tra L atino-A m érica es el
dos po r u n lado y por otro en la concentración esp iritu al defensiva plan team ien to de un problem a y tam bién la enunciación de u na lu ­
de A m érica latin a. cha tra b a d a y a e n tre la m áquina y el hom bre, en tre las cosas y el
Acaso se nos ofrezca en esos térm inos la g ra n cuestión de espíritu, e n t r e , la civilización y la cu ltu ra en suma. Sea cual fu ere
n u estro tiem po y sea ese conflicto el verdadero nudo de un nuevo su etim ología, hay p alab ras que van cobrando un nuevo significado
d ram a hum ano, situado ya en el escenario de A m érica, que es, cada vez m ás preciso, exigido por la necesidad aprem iante de dis­
al mismo tiem po, u n ensancham iento del m undo y u n a dilatación tin g u ir el progreso m aterial del perfeccionam iento ético y estéti­
insospechada del espíritu. co; el dominio extensivo de la naturaleza, de la realización de los
H a sta a y e r pudo decirse— como d ije ra S arm iento— “ civiliza­ fines sociales; al prim ero podemos denom inarlo civilización: el
ción co n tra b a rb a rie ” . Así estab a planteado el problem a de cuya segundo es cu ltu ra propiam ente dicha.
solución dependía el triu n fo de valores perm an en tes conquistados E n vano p rete n d erán los cien tiíistas confundir en uno solo es­
p o r la c u ltu ra occidental asen ta d a en el progreso de las ciencias te doble aspecto p erfectam en te diferenciado que reviste la evolu­
y de las industrias, indispensable en la continuidad histórica de la ción del individuo y, con m ayor ju stez a aun, la evolución de los
especie. A hora, en cam bio, podem os decir “ cu ltu ra co n tra civili­ grupos sociales.
zación m a n u al” ; así está planteado e\ problem a p resen te y fu tu ro que La civilización y la cu ltu ra aparecen en la historia insepara­
prom ueve la colisión de las fu erza s triu n fa n te s, insep arab lem en te blem ente unidas como la expresión in d istin ta de la voluntad hu­
m ana, cuyo esfuerzo va realizando el m ilagro de crear un a super-
unidas en el pasado pero divorciadas y en fra n c a oposición des­
n atu raleza, pero luego se produce la bifurcación o, si se quiere el
pués de su triu n fo .
divorcio en tre el fin, señalado por la cu ltura, y el medio indispen­
S ería p u eril p re te n d e r que este conflicto es u n problem a n u e­
sablem ente constituido por la civilización m aterial o “m anual”—
vo en la h isto ria y m ás p ueril aun a firm a r que ese conflicto es ex­
como la llam ara Sanin Cano.
clusivo de A m érica, dada su generalidad ac en tu ad a y creciente en
E s innegable que civilización y c u ltu ra coexisten siem pre y u-
la vida contem poránea, pero es indudable que en n in g u n a p arte
n a presupone la o tra en todos los casos, pero generalm ente se alte­
del m undo ad q u iere contornos ta n precisos la antin o m ia que en­
ra la relación de medio a fin en que debe hallarse la civilización
c ie rra ni se h alla ta n p reñ a d a de hondas y nuevas sugestiones.
m anual respecto a la cu ltu ra, y cuando esta últim a resu lta sepulta­
Si algo significa la evolución hum ana m ás allá del progreso
da p o r la p rim era se producen esos casos de civilización m aterialis­
m a te ria l cu a n titativ o , si es posible re g istra r u n a m archa in in terru m ­
ta , técnica, in stru m en tal, p u ram en te cu an titativ a. Puede estar la
p ida en la h istoria, forzoso se rá reconocer que esa m archa conduce
ciencia a su servicio, aun la ciencia pura, esa que p reten d e aclarar
a la solidaridad por el cam ino de la universalidad. A m érica re p re ­
todos los m isterios y arran c arle a la vida todos sus secretos, pero pro­
se n ta la p rim e ra etap a en ese recorrido histórico. Su m ayor sig n ifi­
ducida la absorción del fin — que es la cu ltu ra— por el medio— que
cación, la m ás precisa, ta l vez la única que la p rese n ta diferen ciad a
es la civilización— se produce la identificación de la ciencia con .la
como nuevo valor de c u ltu ra, incalculablem ente fecundo por su
in d u stria, y eso h a ocurrido en E stados Unidos de N orte A m érica-
trascen d en cia, consiste en su sentido de lo universal. P o d ría decir­
E ste fenóm eno de la industrialización de la ciencia acap aran ­
se que el plasm a hum ano de que está form ada posee la prim icia de do y agotando todo u n esfuerzo colectivo e! más form idable y me­
esa nuev a sensibilidad o si se quiere, de este nuevo sentido, nuevo
jo r organizado que consigna la historia, contiene una lección que
como expresión de vida colectiva ya que, hasta ahora, sólo lo po­ debe ser aprovechada y que em pieza a serlo. E lla nos revela de una
seyeron, como u n privilegio m inorías selectas, pero jam ás ha sido m an era concluyente el erro r tendencial del siglo XIX, o m ejor di­
el patrim onio de la m asa hum ana, en ninguno de los pueblos de la cho, el c a rácter circunstancial y efím ero que dió su fisonom ía a la
historia. lucha de la in teligencia co n tra el dogma y el privilegio, es decir,
“ Cosm opolitism o” , “ internacionalism o” , fu ero n sim ples fó r­ co n tra la ig norancia y la injusticia, por medio de la ciencia.
m ulas que sirvieron de válvula de escape al sentido de universali­ La lucha del siglo XIX no ha term inado, pero necesita cam biar
dad— m al com prendido y peor expresado— pugnando por am pliar de rum bo. La ciencia— o, m ejor dicho, “las ciencias” , ya que se
su ám bito, pero llevando en sí el p rejuicio asiático-europeo del lo­ perdió d efinitivam ente su unidad o riginaria— no han triu n fad o to ­
calism o escueto y egoísta que co n stitu ía todo el contenido de la i- davía sobre su secular enemigo feudal ni triu n fa rá n solas, porgúe­
dea de p atria. se han puesto a su servicio y, por ende, se han convertido ellas mis­
P o r eso, A m érica no acoje las v iejas fórm u las sim plistas e i- m as en un nuevo peligro del cual necesitam os defendernos, desde que
rre a le s,— y de ningún modo idealistas— del cosmopolitismo o del constituye el m ejo r y m ás eficaz instrum ento de explotación hum a­
internacionalism o. A m bas enuncian u n estado m en tal a n te rio r y di­ na.
fe re n te del nuestro, un concepto p u ram e n te étnico— m ezcla de r a ­ ¿Acaso no han sido las ciencias — no obstante los ensueños
zas— la p rim e ra ; y un concepto p u ram e n te geográfico— supresión a lo B erth elo t y a lo R enan— el instrum ento del poderío y de la
de fro n te ra s — la segunda. fu e rz a opresiva y abusiva que caracteriza todos los im perialism os:
Cosm opolitism o e internacionalism o son fó rm u las de p ro tes­ el de In g la te rra , triu n fa n te y extendido sobre todo ei planeta, la
ta — n ad a m ás— co n tra la estrechez sofocante del sentim iento a n a ­ te n ta tiv a fru stra d a de A lem ania en el año 14 de este siglo y la v a­
crónico de la p a tria asiática o euro p ea; form as neg ativ as del inex­ ria y com pleja in filtració n de Estados Unidos en todas las rep ú b li­
h austo a fa n de universalidad que se revela en to d as las creaciones cas am ericanas?
p erd u rab le s de la c u ltu ra a rte , religión, ciencia; a fá n restrin g id o E sto no significa, por cierto, un repudio a la ciencia— que los
p or la fu e rz a organizada del poder político o del poder eclesiás­ antiguos confundieron con la sabiduría— sino al empleo que se ha­
tico, p orque am bos poderes han m edrado a expensas de esa res­ ce de ella. L a ciencia o las ciencias— en este caso es lo mismo—
tricción en todo tiem po. carecen de fines propios y, por eso, no pueden d esp ertar sim patías
A m érica es siem pre universalidad pero su sentido de lo u ni­ o an tip atías, que son de carácter afectivo, ni con stitu ir el ideal, que
versal se m a n ifiesta de dos m odos distintos, m ás que distintos, es esencialm ente ético. No hay m ás fines que los hum anos: fines
a b ie rta m e n te co ntrapuestos, ya provengan de Y anquilandia o de los individuales ó colectivos que buscan realizarse por todos los m e­
pueblos latino-am ericanos. E n la ad v erten cia arro g a n te de M onroe, dios, y cuando esos fin es son p u ram en te m ateriales se lim itan al
26 Amauta

El nocturno de los cuerpos anhelantes


(Del próximo libro "El Viento del Mar")

Hasta el silencio de tu frente


llegaron mis labios con sus besos.

En la vida de tus ojos


estaba tendido el camino de los sueños.

(La noche de tu cuerpo anhelante


sentía la solitaria maravilla
de mi corazón abierto
en los cantos del mar)

En el reposo de tus pechos


mi cabeza tuvo un refugio sereno.

¡Me esperaba tu cuerpo anhelante!

(El llamado de las aguas lejanas


quería quitarnos
el camino de los sueños)

¡Nuestros cuerpos habían desplegado


el grito de los viajes largos!

¡Tu agitastes sobre el afán del mar


la solitaria maravilla de mi corazón!

¡Yo elevé hasta las estrellas del cielo


el silencio de tu frente!

J a r d i n e r o d e ‘‘V illa D o l o r e s ” , Entonces la noche tuvo


l i n o le u m d e R e n é e M a g a r i ñ o s USHER
dos cuerpos anhelantes
corriendo
en el camino de los sueños.
N ic o la s F u sc o SANSONE.
Montevideo.
$ ------------------------------------------------------------------------------------------------- ------------------------- -------------------------------------------------------- - »

logro de los beneficios resu ltan te s de las ciencias industrializadas ja rse del terro rism o quienes b au tizaro n de “bello aten ta d o ” la ex­
que co nstituyen el privilegio de u n a casta egoísta y despótica de plosión de la bem ba homicida, quienes proclam an y ejercen el cul­
pueblos y de individuos. to de la violencia en todas su form as, quienes pisotean el “ cadáver
J u n to a estos im perialism os económicos p erfec tam en te d efi­ p u tre fa c to de la lib e rta d ” y hacen público escarnio de la ju sticia,
nidos y que utilizan el instrum ento de las ciencias como m a n ifesta­ del derecho y h asta de la com pasión: quienes p reten d en dom inar
ción de poder sobre las cosas y como in fluencia de soborno sobre por medio de la fu e rz a y no disim ulan su agresiva actitu d de con­
los espíritus, aparecen tam bién los im perialism os políticos con que quista, sin g u larm en te audaz en estos países de A m érica a los que
se d isfraza y se complace en internacionalizarse, con caracteres p reten d en tr a t a r como colonias y cuyas riq u ezas ha saboreado de
m ucho m ás generales aún, la defensa de las clases conservadoras. antem ano su ilusoria codicia!
V ed si no lo que ocurre con el fascism o italiano internacionalizado P ero volviendo a los im perialism os económicos que co n stitu ­
y a en el m undo, recogido, am parado y fom entado por todos los go­ yen el asunto prim ordial de n u estro m om ento latino-am ericano, po­
biernos conservadores, incluso el nuestro, y por todos los p atrio tis­ dida decirse que, en cierto modo y reconociendo a las p alab ras la
mos b astardos que llevan la cam iseta neg ra cubriéndoles el co ra­ acepción que he procurado p recisar en el comienzo de este discurso,
zón. ¡E x tra v ag a n te patriotism o éste de los reaccionarios que se esos im perialism os son civilizadores, como ellos p reten d en , porque
hace in tern acio n al con el clericalism o y el fascism o, que ren ieg a de el progreso m a terial y h asta la ciencia están de su p arte.
todas las fuerzas m orales que puso en actividad n u estra revolución In g la te rra es la civilización sofocando a la India, a la China,
de Mayo y que e n tre g a las riquezas de la N ación a los banqueros etc.; E sp añ a es la civilización explotando a M arruecos; E stados U-
ingleses o yanquis, pero se escandaliza y se indigna co n tra el in ­ nidos es la civilización exprim iendo a N icaragua. Todos esos im­
ternacionalism o de la ju sticia social! perialism os son la civilización fa lta de sentido m oral, orgullosa, do­
E sto me tra e a la m em oria los recientes atentad o s, atribuidos m inadora, a rb itra ria , cruel, inhum ana en u n a palabra. P ero la cul­
a los an tifascistas, pero cuyas víctim as ¡e x tra ñ a casualidad! no son tu r a no es eso. E lla no puede estar en co n tra de M ahatm a Ghandi
fascistas. A tentados que dan ocasión al fascio o gavilla italiana, adm irable, m ás que todos los héroes occidentales, por la gran d eza
consentida y fo m en tad a por los p a trio ta s profesionales de este país, de su espíritu y la ra r a superioridad de su tá c tic a ; no debe estar
a denunciar como enem igos del orden y hasta de la p a tria arg en ­ co n tra la abnegación de los árab es del R if y la defen sa desespe­
tin a ¡oh sarcasm o! a todos los an tifascistas— vale decir dem ócratas ra d a de A bd-el-Krim jam ás alen tad a por la esperanza del triu n fo
y liberales— cuidadosam ente catalogados en un index que co ntie­ y que se m antuvo an te la infam e com plicidad de E u ro p a y del
ne los nom bres de los h ab itan tes nacionales y ex tra n jero s que han m undo todo. La cu ltu ra, p o r últim o, no puede e sta r no debe estar,
hecho un culto de la lib e rtad y dignidad hum anas, siguiendo las no está ni estará nunca co n tra A ugusto Sandino el caudillo nica­
huellas de Moreno, E cheverría, S arm iento e Ingenieros. rag ü en se, ta n heroico como n u estro Güemes, y m ás m erito rio aún
E sto me recu erd a tam bién, p ara el caso de no ser sim ulados porque la lucha es m ás desigual, porque las traicio n es son m ás f á ­
por el fascism o los aten tad o s recientes, que quien siem bra vien­ ciles, m ás fre cu e n tes y m ejo r pagadas y porque no es propicio a los
to s cosecha tem pestades— según rez a el adagio— y m al p ueden que­ héroes este m om ento histórico de m ercantilism o y de cobardía.
Amauta 21

B a i l e de b a r c o s ¡Baile de barcos!
A veces: suave vals,
(P ara "A mauta") a veces: infatigable charleston,
pegajoso black-bottom,
En la pista de baile terrible fox-trot,
de los mares elásticos, delicado tango.
entre paredes azules,—
con ventanas de nubes—, Sobre^alfombra de agua,
danzan, danzan los barcos con zapatos'de olas,
con zapatos de olas. al compás de la1-loca orquesta del tiempo,
¡baile de barcos!
Danza imprevista, loca, ¡baile de barcos!
al compás cíe los vientos por! las rutas abiertas de los mares,
que sacuden al barco por los palos. de los mares que van a todas partes.—

¡Ah, las barcazas con trajes de cola de espuma! A lfredo M ario FERREIRO.
1928.
Zarandeo de barcos
en la pista verdosa del océano;
bajo la lámpara del sol
que alumbra aunque^ sea de día
colgada del cielo por sus propias luces. P O E M A

O, por las noches, tienes la cara llena de resplandores


cuando brillan curiosos así se queda uno cuando
los ojos de los faros, se vuelcan los horizontes.
se encuentran las parejas marítimas
y bailan bajo el chispeante comentario sí, por esta puerta.
de las estrellas acodadas deja, deja aletear a ese pájaro
en el "avant-scéne" del horizonte. no detengas el cielo.
Yo los he visto: locos de danza, detrás de esas paredes
salir, ya invitados, de los puertos; descansan las imágenes
con el pasaje acunado en las cuchetas, llenas de polvo y desvencijadas.
bailando y bailando.
Bailando y bailando.
párate arriba de esa sombra
ahora ves los ataúdes?
¡Ah, los barcos que festejan con danzas ah! nos hemos extraviado,
el horrible trabajo de arrastrarse por las aguas!. este no es el camino del cementerio.
(Orquesta del temporal: B lanca L u z B R U M .
con enérgica batuta de relámpagos,
compás de truenos, buenos aires
redoble de palillos de lluvia,
y largos comentarios de viento) 1 9 2 8

L in o le u m d e R e n é e M a g a r i ñ o s U s h e r
28 Amauta

I N F PCR
A IN/!AR! A
N
W lE S S E
O I A
E L HAMACA B A J O L O S P IN O S campo y los anim ales, no h u b iera podido cau sar daño alguno; r e ­
p resen tab an p a ra mí, un m undo de en cantam iento y de m aravilla.
Mis p adres habían alquilado p a ra el verano u n a casa— vieja Los libros era n : P u lg arcito y el gato con botas, la Bella D urm iente,
residencia señorial-— enclavada en plena m ontaña suiza. ¡C uán lejos Robinson Crusoe, Aladino, C ap eru cita R o ja y B lanca Nieve.
y cuán cerca está todo esto de m í! L a dulzura del recuerdo invade Me acerqué a la m esa de la biblioteca. Allí había un pequeño
mi corazón y me veo a mi misma chiquilla soñadora e ilusionada, volum en ilu strad o que yo ab rí cu rio sam en te. . . . Dos niños ab ra za­
que creía en las hadas y en los duendes y que se dorm ía buscan­ dos tiern am en te, el m ar, p alm eras gigantescas, un a isla bella con
do en el cielo, por la v en tan a ab ierta, la m irada b rilla n te y suave de m ajestu o sa b e l le z a ... Con las m ejillas ro ja s y el corazón tem blo­
alg u n a estrella. roso leía ávidam ente, ap resu rad am en te. “ Pablo y V irg in ia” . . Así
P oblaban el p arq u e de n u e stra casa, grandes pinos potentes se llam aban esos niños que ta n to se qu erían y que iban con los
y nobles cuyas resin as em balsam aban el am biente y cuyas ag u jas pies desnudos y las m anos enlazadas por la isla m aravillosa. “ Pablo
alfo m braban el suelo. y V irg in ia” . . .¡P e ro era posible, Dios mío, que dos niños se qui­
Mi padre había traíd o de A m érica u n a ham aca fin a y leve te ­ sieran ta n to ! Confieso que, en aquel m om ento, el candoroso idilio
jid a en G uayaquil. E sta ham aca fu é colgada bajo dos pinos, y era se me a n to jab a mil veces m ás lindo que todos los cuentos de hadas,
u n co n traste encan tad o r el de la fre sca p a ja de los trópicos con los que form ab an mi le e tu ra h ab itu al y predilecta. A hora, en cambio,
nórdicos árboles pensativos y graves. Y p a ra com pletar la tonalidad me g u sta mucho m ás A ladino o B lanca Nieve que la novela de
sed u ctora y un poco e x tra ñ a del cuadro, allí estab a mi m adre con B ern ard in de S ain t—P ierre .
su g racia lánguida de criolla— negros cabellos, ojos obscuros, fo r­ “ Pablo y V irg in ia” . . . L eía el corazón henchido de emoción y
m as delicadas, voz dulcisim a — que g u sta b a de le er en aquella el alm a p alp itan te. Jam ás m is diez años habían im aginado ta n ta
blanda cuna de los países cálidos, m ecida por las brisas un poco r u ­ te rn u ra , ta n to am or, ta n ta tristeza. Y cuando vinieron a buscarm e,
das de los alpes. al anochecer, y a estab a inclinada sobre el libro con el cuerpo sacu­
— Mamá, m am á, cuéntanos algo. dido por los sollozos y el ro stro bañado en lágrim as.
Nos acercábam os a ella, pidiéndole u n relato , y ella— que lle­
v ab a la nostalgia de su tie rra en el corazón— te jía , p ara nosotras, LA NOCHE
u n a am orosa narración, en la que revivían las costum bres de su
ciudad, los p aisajes y los panoram as de su país; to d a una ad o ra­ L a noche era mi am iga. Al co n trario de otros niños que la
ción ferv ien te y pintoresca. veían acercarse con te rro r, yo la recibía alegrem ente, gozosam ente.
La apacible ciudad provinciana, con sus callejas soleadas por P o rq u e ella era p ara mí cual o tra Scherezada; me tra ía en su
las que pasan indias vendiendo flores y fru ta s, dulces y vian d as; la m anto de som bras las h isto rias m ás lindas, las fáb u las m ás bellas;
procesión del V iernes Santo, con su trágico C rucificado y su Dolo- ella era el h ad a poderosa y bu en a y con su v a rita m ágica anim a­
rosa suntuosam ente vestida, sus devotas que a rro ja n jazm ines a los ba a todas las cosas, poblando el m ando de seres fantásticos.
pies del Señor y sus devotos p ortadores de cirios encendidos; las — D uérm anse hijitas, y a es tard e.
h u erta s de n ara n jo s y de lim oneros; las indias todavía enlutadas M amá nos besaba y salía del cu arto con paso leve, p ara no
por la m uerte del últim o In ca; los pescadores que salían a la pes­ despertarnos.
ca en los “ caballitos” de to to ra ; todas estas im ágenes y escenas de la Yo, en mi cam a, m iraba el cielo por la v en tan a ab ierta. No me
tie r ra le ja n a — que en verdad, era p a ra n u e stra m adre la “ suave cansaba el espectáculo fam iliar y siem pre m aravilloso de las e stre­
p a tria ” — desfilaban, p a ra encanto nuestro, bajo los pinos v erd i­ llas en el firm am ento. Y, e n tre todos los astro s resplandecientes
negros, a cuya som bra a u s te ra se m ecía u n a voluptuosa ham aca de y las constelaciones m agníficas, yo buscaba u n a estrella pequeña,
Guayaquil, pero de luz m uy p u ra y m uy clara, a quien yo llam aba “ mi e stre ­
“ PABLO Y V IR G IN IA ” lla ” ___
E n seguida m irab a los m uebles del cu arto , que la noche iba
Toda la ta rd e había corrido y jugado yo en el jard ín . E n mi tran sfo rm an d o en m onstruos y seres irreales. E l ropero, u n g ig an ­
vestido había olor de flores y de plan tas silvestres y en m is m anos te de aspecto bonachón; la cómoda, u n a señora obesa; la mesa, un
las lágrim as de los pinos. Cansada, deseosa de o tra distracción en ­ gnomo de piernas torcidas, com enzaban a b ailar, tom ados de la m a­
tr é a la biblioteca, una inm ensa habitación, en la que los libros no. Las fig u ra s del papel que cu b ría la pared, los m uñecos de por­
subían h a sta el techo. celana de la rep isa y m u ltitu d de duendecitos salidos de todos los rin ­
Mi m adre — ta n buena ta n indulgente— no m e había prohibi­ cones de la habitación en trab an , a poco, en la ro n d a que, de repen­
do la e n tra d a a esa pieza. Eso sí me recom endaba con aquella te r ­ te se esfum aba sin saber por q u é . . .
n u ra, que le e ra peculiar, y que resu ltab a m ás eficaz que todas las Mi cabeza se hun d ía en la alm ohada. E nto n ces la noche se a-
severidades: cercaba a mí y sus dedos delicados rozaban mi fre n te . Y me co n ta­
— No tom es el tin te ro que puedes m a n ch arte las m anos y el tr a ­ ba cuentos, cuentos más herm osos que los de mis libros, me m o stra­
je. No arran q u e s las hojas de los libros que tu pap á se en fad aría. ba estam pas de u n a g racia exquisita y, envolviéndom e en sus b ra ­
No golpees los m uebles, ni saltes sobre el diván. zos am orosos, me llevaba m uy lejos a la región m isteriosa de los
Y yo por ag ra d arle— ¿como resistir a su bondad y a su cariño? sueños, al país de las m aravillas. ¡Ab, en verdad, que la noche e-
— no tocaba el tin tero , ni d estru ía los' m uebles, ni saltab a sobre el r a mi am iga!
sofá. Además a los libros, que me a tra ía n quizás ta n to como el M a ría W ie ss e
Amauta 29

La etapa del mo n o p o l i o en la economía capitalista


PCR E U D O C IO R A B lN E S

E l im perialism o— cúspide de un sistem a, estadio culm inante de lios en el m ercado m undial. A ntagonism o irred u ctib le de los im pe­
u n a eta p a m undial— es un ciclo histórico estrictam en te circuns­ rialism os concurrentes.
crito po r fro n te ra s contem poráneas. C ategoría h istó rica actu al, es
el producto genuino de n u e stra época. Sus analogías con los acon­ M O N O P O L IO C A P I T A L I S T A
tecim ientos p reté rito s, son solam ente periféricas. E l análisis de su
C o n c u r r e n c ia y c o n c e n tr a c ió n d e c a p ita le s
in fra e s tru c tu ra , el estudio científico de su proceso, esclarecen ca­
ra c te rístic a s n etas que lo diferen cian sustancialm en te de los pe­ L a acum ulación del capital en poder de poseedores individuales
ríodos que lo han precedido. es la base h istó rica de la fo rm a de producción del sistem a capi­
E l paralelo del im perialism o con los hechos liquidados de la ta lista. Sistem a que reposa sobre el régim en de la propiedad p ri­
H isto ria— Im perio de A lejandro, Im perio Rom ano, Colonialismo vada. E s necesario rem a rc ar que hay “ dos especies bien d iferen ­
inglés, español u holandés, im perio napoleónico— se explica en la tes de propiedad privada, u n a de las cuales se fu n d a sobre el tr a ­
concepción em pírica y sim plista de que el im perialism o es u n a po­ bajo personal del p ro ductor, y la o tra sobre la explotación del tr a ­
lítica conquistadora. Concorde con ta l concepción, los sucesos con­ bajo de o tr o ............ L a segunda no solam ente constituye la a n títe ­
tem poráneos serian idénticos a los de la A ntigüedad, el M edioe­ sis d irecta de la p rim era sino que ella no b ro ta sino sobre la tu m b a
v o ............ re su lta n te s de las m ism as causas, gen ito res de las m is­ de ésta” (3 ). D entro del sistem a capitalista, todo capital estático,
m as consecuencias. Ni p ráctica ni teóricam en te puede ex istir ta l sim plem ente atesorado, te rm in a por esfum arse de las m anos de
identidad. Las leyes históricas no son principios ab stracto s, inm u­ su dueño. E l dinamism o del cap ital tien e, al contrario, la función
tables, que p u edan aplicarse al p resen te como al pasado. S u stan ­ gen u in a de en g en d rar plus-valía y beneficio. L a plus-vía engen­
tivam ente, la H isto ria no es u n panoram a, es u n devenir. Y los a- d rad a por la fun ció n del capital originario acrecen ta la acum ula­
contecim ientos devienen d en tro de u n a realid ad dinám ica, en ción y favorece el acap aram ien to de los m edios de producción. To­
tran sfo rm ac ió n constante, condicionados hoy por co rrien tes y am ­ da acum ulación deviene fa c to r de u n a acum ulación nueva. Y el
b ien tes distintos de los que im peraron ay er en etap a s d efin itiv a­ an sia de acum ular, la am bición del beneficio, el vértigo de rea liza r
m ente tram o n tad as. Cada período histórico posee sus propias leyes. ganancias, es la fu e rz a co n strictiva que compele a los dueños del
Cuando las fu erza s sociales desbordan las fro n te ra s de su ciclo, p a­ cap ital a p ro d u cir y a rea liza r la circulación de la producción.
san de un estadio a otro de su desenvolvim iento y com ienzan a E l dinam ism o económico, la m asa de capitales desenvuelve su
obedecer a o tras leyes. proceso som etido a dos leyes antinóm icas: la dispersión, ocasionada
por el surgim iento de nuevos cap itales o por la rep artició n de los
E fectivam en te, “ el im perialism o es u n a política de conquista,
antiguos, y la concentración, realizad a por la acum ulación progre-
p ero no to d a política de conquista es im perialism o” (1 ). T oda po­
sional m ediante la plus-valía, y p o r la asociación de vaiio s capi­
lítica, de la especie que ella sea, no es sino la función de u n a re a ­
lidad social determ inada. E l conjunto de m edios em pleados p ara talistas.
E l m ovim iento de los heterogéneos in tereses individuales en
d esarro llar y ensanchar las form as de relación de esta realidad.
el campo económico, ten d ien tes todos hacia el mismo fin — obtener
C onsecuentem ente, cada ciclo histórico crea y d esarro lla su propia
ganancias— engen d ra su relación lógica: la concurrencia en el
política, concorde con las necesidades de su realid ad social. Así, la
m ercado, la com petencia en el comercio. L a concurrencia es la lu ­
p olítica de la A ntigüedad consagró la esclavitud y la acción g ue­
cha por el beneficio. “ La com petencia no es la em ulación indus­
r r e r a a la búsqueda del b o tín ; “ el a rte de la g u erra, ju n ta m e n te
tria l, es la em ulación com ercial. E n nu estro s días la em ulación in ­
con el rap to , la caza y la pesca, son los modos n a tu ra le s de ad q u i­
d u strial sólo existe en v ista del comercio. Y h asta hay fases en la
rir, en ta n to que el com ércio es la fo rm a a rtific ia l de ad q u irir la
vida económ ica de los pueblos en que todo el m undo es presa de
p ropiedad” . (2 ). L a política feu d a l desenvolvió el monopolio, con*,
u n a especie de vértigo por realizar beneficios sin p ro d u cir” (4 ). Y
quistó el v asallaje del burgo, la servidum bre del cam pesino, im pu­
esta lucha y a no es sólo la del hom bre con el medio am biente, la del
so las relaciones feudales en todas sus form as. L a política de la
cap italista expropiando la propiedad producto del tra b a jo indivi­
eta p a com ercial aprovechó los descubrim ientos, im pulsó la navega­
dual, y expoliando la fu e rz a de tra b a jo del asalariado, antiguo o-
ción, am plió los m ercados de poducción, abrió nuevos m ercados de
b rero que “ vivía de sus m anos” . E s la lucha acérrim a de los ca­
consumo, vigorizó la urb e agudizando el antagonism o en tre la ciu­
p ita listas en tre sí. E l capital luchando co n tra el capital. E nvile­
dad y la cam paña y realizó el colonialismo. — La política de la
ciendo la producción p ara o to rg ar el bajo precio, dism inuyendo los
eta p a in d u stria l propugnó la lib e rtad de los m ares, la libre-concu­
salarios, aum entando la jo rn a d a de tra b a jo de los asalariados, per­
rre n cia , el libre-pensam iento, la politica liberal. A brió a la p ro ­
feccionando la técnica— que a b a tirá al arte san o —-obteniendo el
ducción y al consum o el m ercado m undial. Sometió el cam po a la
control político. La pacífica y paradisiaca producción individual,
ciudad y creó sus propios m edios de dominio sobre la clase que e-
dulcem ente m ecida por la o fe rta y la dem anda, se tra n sfo rm a en u-
11a engendraba. L a política im perialista, surgid a de u n a realid ad
n a g u e rra acelerada, incesante, ineluctable. Y en esta g u erra, el
m onopolista y fin an ciera, propugna la im plantación, el ensancha­
cap italista que dispone de m ayores recu rso s sojuzga y absorbe al
m iento de los m étodos del monopolio, de las relaciones del capital
que dispone de m ás exiguos medios. Los prim eros en sucum bir
financiero. son lógicam ente los m ás débiles. “ A su tu rn o , las clases m edias de
E n todas estas etap as im pera la fó rm u la de B reno, m algrado otro tiem po ( “ M ittelstan d e” ) pequeños industriales, com erciantes y
todos los avatares. P ero, ta l constatación, que confirm a el p o stu la­ ren tistas, artesan o s y cam pesinos, todos caen en el proletariado. Su
do de que “la H isto ria de la H um anidad es la h isto ria de la lucha pequeño capital no b asta ya a la m archa de la g ran in d u stria y
de clases” , no alcanza a id e n tifica r ni a d iferen ciar estas etapas. sucum be en la concurrencia con los g randes cap italistas” (5 ). Y
E l im perialism o es un ciclo histórico, en ta n to que la política de ú ltim am ente se realiza no solam ente esta clase de expiopiación
conquista no es sino uno de sus aspectos. Y no h ay que co n fu n ­ sino adem ás la de un cap italista por otro capitalista.
d ir uno de los aspectos del fenóm eno con el fenóm eno mismo. A quí el cap ital p erfila u n a nueva fase. La expropiación del
E xp licar u n ciclo histórico es in te rp re ta r u n a realid ad social. pequeño por el g ran capital, acelera y fo rtific a el proceso de la
Y científicam ente la exégesis se rá inválida si no se desarro lla con­ concentración. U n nuevo facto r, la sociedad por acciones, in terv ie­
fo rm e a un sistem a y a u n m étodo. A nalizando las características ne reforzándolo. “ La sociedad p o r acciones es un tipo de asocia­
esenciales de esa realidad. U bicándola definidam en te en el tiem po ción form ado 'con el fin de aseg u rar a la em presa u n a existencia
y en el espacio; abarcando la to talid ad de sus aspectos y rele v an ­ indep en d ien te de los individuos” (6 ). Independencia que elim ina
do las relaciones de causalidad que ligan los acontecim ientos, es el proceso de la dispersión, articu lan d o todas las fu erzas im pulso­
decir descubriendo el m ovim iento histórico que les dá la vida. ra s de la concentración de capitales.
E l im perialism o, como todo ciclo histórico, p rese n ta m a n ifesta­ U n g rado determ inado de concentración ca racteriza la fo rm a
ciones de todo o rden: económicas, políticas, sociales, esculturales, específica de la producción cap italista y condiciona el progreso
ju ríd ic a s ............ D entro del orden económico el im perialism o p resen ­ técnico del m aqum ism o. Sólo m ediante este grado determ inado de
ta como ca racterísticas esenciales: Monopolio cap italista. C apital concentración de cap ital es factib le el control de u n a m aquinaria
F inanciero. E xportación de capitales. C oncurrencia de los m onopo­ m ás o m enos p o ten te y el acaparam iento de los m edios de produc-
30 Amauta

ción, con su secuela de comando sobre un número creciente de asa­


lariados. Control y acaparamiento que condicionan, a su vez, la ex­ Esqueleto de la Torre
clusión intensa y el avance progresional de la concentración. En Esqueleto de la torre
este aspecto la concentración es la matriz de la gran industria, ¡Qué cerca estás del cielo!
procreadora del alto comercio. Gran industria y alto comercio que
Con los ángulos rectos de tus codos
implican grandes masas concentradas de capital, en lucha, en el
terreno de la libre concurrencia, con industrias y capitales peque­
Te apoyas en tí misma
ños. En tales condiciones la batalla de la concurrencia es tremen­
Y cada vez mas alto llegas.
damente desigual y la victoria imposible para éstos. Su vida tem ­ Instrumento de música
poraria es nada más que una vegetación. Su sojuzgamiento es efec­ Expuesto a la intemperie.
tivo, su absorción es cuestión de plazo. La mayor o menor veloci­ Tus huesos de acero
dad con que ella se realice no altera fundam entalmente su destino Que templa la noche,
final. Son las cuerdas sonoras del Pampero.
Tempestivamente, un nuevo factor, más dócil que el maqumis­
mo, pero no m enos potente, eclosiona en medio de la anarquía de En cada uno de tus vértices
la producción y de la ansiedad de la concurrencia: el crédito. Fac­ La escarcha te busca para sus nidos;
tor de auténtica progenie capitalista, el crédito constituye “la ma­ Y el sol, en cada vértice,
quinaria específica de la concentración de capitales” y el élan vi­ Te enciende una estrella.
tal de la banca y la finanza. Atalaya de los pájaros
Esta etapa no es ya la de “una concentración simple, idénti­ Que te comunican sus encuentros,
ca a la acumulación. Es la concentración de capitales ya formados, Los cuatro puntos cardinales
la supresión de su autonomía particular, la expropiación de un ca­ Son tuyos.
pitalista por otro, la transformación de muchos pequeños en pocos
grandes capitales. El capital que se acumula en manos de uno solo Por tus mil ventanas
porque se escapa de las manos de muchos. Es la centralización Se entra, familiar, el paisaje;
propiamente dicha, por oposición a la acumulación o a la concen­ Y el día evangélico
tración” (7 ). Te aporta tu porción de luz.
La ruptura de las antiguas trabas y la conquista objetiva
Manos toscas
del mercado mundial por el sistema capitalista, han traído como
consecuencia la agudización de la concurrencia y su ecumenicidad.
Te vestirán con la carne fría del cemento.
Agudización que determina las crisis económicas más rudas, los
Será tapia en tus vanos,
krachs más ruidosos, el desastre amenazando a cada instante las
Y te enterrarán en un quietismo sordo.
actividades económicas. La solución inmediata del problema que
Tu alma,
se plantea en el mercado, es la de vender más barato para atra­ Dispersa en“ los cuatro vientos,
par mayor clientela y realizar m ayores negocios. Vender más para Se recogerá en tu mole infranqueable;
ganar más y, naturalmente, producir más. Pero la rebaja de uno Pero,
trae una rebaja más fuerte del concurrente; la mayor producción En la noche de tu entraña
de uno acelera la producción del concurrente. Y así se plantea un Sentirás, recién,
nuevo problema, sin solucionar los anteriores: la superproduc­ La conciencia de tu fuerza.
ción.
Debes'centuplicar entonces,
La superproducción es uno de los fenómenos más paradoja-
El vigor de tus aceros
les, producto de la contradicción capitalista: a medida que la pro­
ducción aumenta, como resultado del desenvolvimiento del maqui-
Para arrancarte de un golpe' la vestidura;
nismo, los precios se elevan, a pesar de que la demanda no sigue
Y en tu desnudez triunfadora
la misma progresión que la producción. Cuando los precios han
Serás, de nuevo,
alcanzado su nivel más alto, lo cual indicaría que la demanda so­ ¡La hermana del paisaje!
brepasa la oferta, se constata objetivamente todo lo contrario. M aría E lena MUÑOZ
Repentinam ente la oferta excede a la demanda y los precios se de­
rrumban, ocasionando los pánicos y las crisis. En la economía ca­
pitalista éstas se suceden periódicamente, alternando entre los pe­ Estas ententes y combinaciones han dado origen a los pools
ríodos de progresión y de regresión económica. Las principales cri­ y a los kartells, al trust, expresión específica del monopolio y a
sis han tenido lugar en 1815, 1825, 1836, 1847, 1857, 1866, 1873, su más amplia m anifestación, el konzern.
1882, 1900, 1907, y la última de 1920, en la que la Guerra mundial Mediante los pools y los kartells, los empresarios obtienen la
ha desempeñado un papel bien importante. reglamentación del porcentaje de producción de cada uno, la re­
La lucha de la concurrencia se agrava en sus proyecciones y partición del mercado por sectores y la fijación de los precios de
se agudiza en sus métodos. La solución del problema se presenta venta. — Tanto los pools como los kartells se establecen con ca­
más y más exigente, sobre todo para los grandes capitalistas, y ella rácter de duración limitada y con la finalidad de controlar sola­
surge encarnando la propia negación de la concurrencia: el mono­ mente algunas de las fases del proceso de la producción. He aquí
polio. las categorías de pools:
L o s i n s t r u m e n t o s d e l m o n o p o lio
“Gentlemen’s A greem ent”. — Arreglo efectuado bajo pala­
bra de honor a fin de fijar los precios de venta. Esta especie de
Los más poderosos de los concurrentes se ven obligados a pool fué la m anifestación romántica del pánico de los capitalistas
plantear y concordar los lincam ientos de una entente, a concertar concurrentes. Su práctica ha caído en desuso, pues la teoría del
las cláusulas de una combinación. Ententes y combinaciones que honor no ha sido nunca una garantía tangible en los negocios de
se desenvuelven bajo diferentes nombres y realizando las más di­ la burguesía.
versas m etamorfosis, pero tendientes todas hacia un mismo fin: “Regulation pool”. — Contrato para dilimitar la producción
suprimir la concurrencia y propugnar, por ende, el monopolio. To de cada empresario y fijar el precio de venta.
das ellas, en sus más diversas especies “en primer lugar obvian las “Selling pool”. — Contratos para la venta exclusiva de los
variaciones de los precios y aseguran a la empresa combinada una productos.
norma de beneficio más estable. En segundo lugar, eliminan el co­ “Zone Pool”. — Repartición del mercado entre los empresarios
mercio. En tercer lugar, permiten obtener la perfección técnica y, contratantes por zonas o sectores.
por consecuencia, nuevas ganancias, de las que no disfrutan las “Patent pool”. — Convenio para el usufructo común de los
otras empresas. Y finalm ente, afirmar, la posición de la empresa inventos y patentes.
combinada con relación a las otras y acrecentan su capacidad de El “selling pool”, comunmente empleado entre los fabrican­
concurrencia en los períodos de depresión (crisis, malos negocios) tes extranjeros y los comerciantes importadores de América La­
cuando la baja de las materias primas retarda sobre la de los ar­ tina, favorece principalmente el monopolio del comercio. Los im­
tículos manufacturados” (8 ). portadores que poseen mayores capitales son los que obtienen la
Amauta 3!

exclusiva de la venta de determinados productos. Compelidos a


vender una cantidad anual prefijada, sólo la firma que dispone de Lamparero de la noche
amplios locales, suficiente número de empleados, medios eficientes
de propaganda y capitales para hacer frente a los pagos, se halla Lamparero de la noche
en condiciones de obtener la exclusiva de un artículo y de ejercer ¿Por qué has dejado apagar tus fanales?....
de hecho su monopolio en la venta. ¡La jauría de los vientos
Las categorías del kartell, guardan una gran similitud con las Ha pasadotpor tu puerta,
del pool. Lamparero!
“P ro d u k tio n sk arte lle” , organización p ara la lucha co n tra
la superproducción. Volcados están los cubos de agua,
“Kontingentierungenkartelle”. — Convenio m ediante el cual Y en la torre más alta de^tus vigilias
se fija el volunmen, proporcional de producción de cada uno de los Se siente el rastro
empresarios contratantes. De una fuerza que quiso derrumbarla.
“ G obietskartelle” o sea la rep artició n del m ercado e n tre los
d iferen tes m iem bros del k artell. En medio de la noche
“ G erw innkontingentierungenkartelle” co n trato m ediante el Ponte tus gafas,
cual se establece la rep a rtició n proporcional de las utilidades to ta ­ Lamparero.
les, e n tre los diferen tes m iem bros del k artell.
Aquellas gafas que te dejaban ver
“Verkaufsbedingungenkartelle”. — La entente que determina
el sistema y las condiciones de la venta, en lo que se refiere a des­
Sin el índice de la luz.
cuentos, créditos, plazos.
¡Pero no te duermas.
Las finalidades del pool y del kartell son fundamentalmente Que pasará otra vez la jauría de los vientos!
comerciales. Durante el período de su duración, las industrias pe­ ¡Abre grandes tus ojos!
queñas “cartelizadas” están condenadas a permanecer pequeñas,
Que las tinieblas no son para tí.
mientras que las grandes continúan siéndolo. Los gastos generales
aumentan, pues, es necasario sostener una oficina central de con­
trol. Y generalmente, las épocas de crisis traen consigo desacuer­
dos, separaciones y disoluciones. Oigo tu palabra....
Las deficiencias de que adolecen el pool y el kartell y los obs­ ¡Préstame tus gafas, Lamparero,
táculos que presentan para la realización integral del monopolio, Para ver la doncella que canta
son vencidos y solucionados por el trust. Bajo el arco iluminado.....
El trust no es ya un convenio dentro del cual las empresas Quiero verla
conserven su independencia y autonomía relativas. Con el trust se Cómo abraza las flores de los días
obtiene la fusión absoluta de los intereses de las empresas trusti-
Que fueron suyos.......
ficadas que son sometidas a un comando central. Su función prin­
cipal es la de suprimir toda concurrencia absorbiendo y sometiendo
¡Préstame tus gafas,
a los concurrentes. “La creación de un trust lleva a cabo una triple
Que también he de ver el asombro de su andar
centralización: comercial, industrial y financiera. El trust es el
Bajo el arco iluminado,
dueño absoluto de las empresas virtual u oficialm ente fusionadas; Lamparero!
en una palabra, está investido de todos los atributos del derecho
M aría E lena M U Ñ O Z.
de propiedad: derecho de uso, derecho de usufructo y hasta dere­
Montevideo.
cho de abuso” (9 ).
La producción en cualquiera de las ramas industriales no cons­
tituye un fenóm eno aislado. Está condicionada por multiplicidad
de factores económicos y por la producción de las diversas ramas sa se encarga de vender la esencia, m ediante sus surtidores ubica­
con las cuales guarda una relación más o menos íntima. De aquí dos, en todos los puntos de la ciudad. Y este programa se desarro­
que la producción, total o parcialmente centralizada por el trust, lla extendiéndose por todo el mundo. Hasta el pequeño comercian­
en una rama determinada, le plantee una serie de problemas si­ te, vendedor de gasolina, es eliminado por la potencia gigantesca
tuados tanto en el plano de la producción de las ramas afines, co­ del trust.
mo en los de la repartición y del consumo. La necésidad de domi­ The United States Steel Co., formada por los grupos Carne­
nar ampliamente el proceso general, es lo que determina la orga­ gie, Morgan y Moore, después de haber sostenido una encarnizada
nización del konzern, denominado también “trust vestical” para dis­ lucha, con un capital de un billón cien m illones de dólares, que no
tinguirlo del trust propiamente dicho o “trust horizontal”. El kon­ alcanzaban realmente— según el informe oficial de Mr. H. K.
zern trustifica no solamente la producción de un artículo y la de Smith— sino a 793 m illones, a lo sumo, realiza un beneficio prome­
sus símiles sino además la de las materias auxiliares y productos dial de 160 m illones de dólares anualmente.
derivados, extendiendo sus tentáculos de centralización sobre todas “La Amosheag” industria textil algodonera de los EE. UU.,
las actividades que guardan una relación más o menos íntima con giraba en 1907 con un capital de cuatro m illones de dólares, que
su desenvolvimiento económico. asciende ulteriorm ente a 44.500.000.— sin contar los beneficios.
Cronológicamente, el primero y el más monstruoso de los El año 1924, realizó un beneficio de 71 por ciento.
trust es el trust yanqui del petróleo, The Standard Oil Co. Su historia El konzern del aluminio, establecido en 1888, eon un capital
es la historia del monopolio capitalista con su táctica implacable de de veinte mil dólares, como una modesta sociedad, pagó en 1923
expoliación, con sus procedimientos fraudulentos, con su invasión un beneficio de 1000 por ciento y ahora anuncia girar con un ca­
violenta en todos los sectores de la vida social. Fundado con el carác­ pital de 110 m illones de dólares” (1 0 ).
ter de Sociedad personal por John D. Rockefeller, con un capital Estos ejemplos, tomados al azar, pueden dar una idea de la
inicial de $ 4,000.— devino posteriormente un trust gigantesco, potencia económica que representan las centenas de trusts esta­
con una potencia inmune e intangible. Condenado después de va­ blecidos en el mundo. Ingénuamente, las Cortes de Justicia y los
rios procesos, el trust continúa su marcha, impune y vencedor, mal- Parlamentos, han tratado de estorbar su formación y crecimiento.
grado los fallos de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Con Los fallos y los “Anti-Trust Laws” han quedado como pruebas pa­
un capital accionario de 98 m illones de dólares, realiza beneficios ladinas de la impotencia de la democracia y del Estado burgueses.
que alcanzan a 83 m illones de dólares por año. — Su control no The Standard Oil Trust, por ejemplo, fu é disuelto por la Corte Su­
solamente se extiende a los pozos petrolíferos que posee reparti­ prema de los Estados Unidos por decreto de 29 de julio de 1911; y
dos en todo el mundo, sino a las refinerías, tanques-transportes, la Standard Oil, no obstante, continúa su marcha progresional co­
pipe-lines, etc., siendo en realidad al presente, un verdadero kon­ mo un konzern invencible. “Los muertos que vos m atásteis, gozan
zern. La Standard Oil, alli donde ha logrado vencer a su podero­ de buena salud”. Y esto pueden repetirlo en Estados Unidos, los 251
so rival inglés, The Shell, ha monopolizado todas las actividades trusts y konzern declarados y las varias decenas de ocultos que mo­
relacionadas con la producción, transporte y venta del petróleo. En nopolizan la finanza, la industria y el comercio en todos los secto­
los mercados de importancia, Buenos Aires, por ejemplo, la empre- res a donde alcanza su influencia.
32 Amauta

L a n u e v a e t a p a e c o n ó m ic a y cercena, con m últiples vallas, el lib re desenvolvim iento del co­


m ercio y de la producción capitalistas. De aquí el antagonism o en­
L a causa fu n d am en tal del monopolio es la concentración de ca­ tr e feudalism o y b u rguesía, en tre capitalism o y latifu n d io . A n tin o ­
p itales que condicionan la centralización de la producción. Y el m ia de clase que fu é re su e lta en E u ro p a y en E stados U nidos, por
principio g en erad o r de la concentración es la plus-valía, razó n vi­ el predom inio de la burguesía. E n E u ro p a, con la Revolución L ibe­
ta l del capitalism o. Los dem ás fac to re s económicos pueden in flu ir ral, en E stados U nidos con la G u erra de Secesión. L a b urguesía
en m ayor o m enor grado en el advenim iento del monopolio, pero recalc itran te m e n te conservadora de hoy obtuvo ese predom inio por
no pueden suprim irlo ni evitarlo y m enos ser presen tad o s como su medio de la revolución, con el cuchillo en tre los dientes y lo conso­
cau sa genésica. U na pléyade b rilla n te de econom istas burgueses lidó, con las arm as en la m ano, m ed ian te la violencia. E l monopo­
ca rg an sobre el proteccionism o aduanero este nuevo pecado origi­ lio capitalista, surge en n u estro s días como la negación de la libre
nal. P ero n ad a m enos efectivo que este aserto. L a política p ro tec­ concurrencia. E l proceso dialéctico de la lógica h istó rica se m u estra
cio n ista no ha hecho sino favorecer, acelerar el proceso del m ono­ aquí am pliam ente verificado. E l monopolio contem poráneo ap a re­
polio, pero no lo ha producido. L a p ru eb a feh acien te es que si en ce como la negación de la negación. E s decir, como un a síntesis.
E stados U nidos y A lem ania, países proteccionistas, se han le v an ta­ Síntesis de dos etap as antinóm icas: un a tésis, monopolio feu d al, u-
do velozm ente los gran d es organism os del monopolio, en In g laterra , n a an títesis, libre-concurrencia. Como to d a síntesis, posee, bien
el hogar del libre-cam bio, im peran y predom inan idénticos organis­ que en su m ás a lta m anifestación, las calidades de am bas. E s m ono­
mos, no m enos fu ertes, ni m enos absorbentes. “ E n In g la te rra , la polio por el hecho de serlo y concurrencia puesto que ésta no de­
am plitud de las em presas y el avanzado desenvolvim iento técnico, saparece sino que, co n trariam en te, se agudiza e n tre los g randes mo­
im plican la ten d en cia al monopolio. E n In g la te rra , los sindicatos, nopolios internacionales.
k a rte lls y tru s ts se fu n d an fre cu e n tem en te— a d iferen cia de los E l sistem a cap italista se ha desarrollado d en tro de la “ etap a de
países donde la protección ad u a n era fa c ilita su aparición— cuan­ la necesidad” oposición de la “ etap a de la lib e rta d ” , que d ijera
do el núm ero de las em presas concurrentes se ha reducido a u n a Engels. La libre-co n cu rren cia engendró el liberalism o y la demo­
v eintena. L a in flu en cia de la concentración sobre el nacim iento cracia b u rg u esa y propugnó el individualism o m áxim o, porque tu ­
del monopolio en la g ra n industria, aparece aquí con u n a nitidez vo necesidad de ta les fa c to re s p a ra su agonism o y desarrollo. El
cristalin a” (1 1 ). L as conclusiones, pues, a las que llega el sistem a monopolio, negación de la libre concurrencia, en g en d ra el absolu­
basado sobre la plus-valía, son las m ism as ta n to bajo el p ro tec­ tism o violento, la organización p ere n to ria, el despotism o tiránico,
cionismo como bajo el libre cambismo. la sum isión m ecanizada de todas fu erza s sociales, porque ta les son
Las form as y los m étodos que los grandes cap italistas han los fac to re s y el medio am biente que, como necesidad vital, exige
em pleado y em plean p a ra co n stitu ir estos gigantescos in stru m en to s su dinamism o.
del m onopolio, rev isten los m ás violentos caracteres de rapacidad. Los viejos m oldes son día a día pulverizados porque resu ltan
L a expropiación de los pequeños capitales se organiza y se opera óbices de la realid ad en que se gestó en sus en trañ as. E l ciclo que
con u n a voracidad d esenfrenada. Los m edios en uso son todos a- sirvió de m atriz h a sido sobrepasado y reem plazado por un ciclo
quellos de que puede disponer una v asta y poderosa organización nuevo. E l monopolio, etap a sin tética en economía, período de tr a n ­
ab so lu tista e im perial. La m oral del monopolio es la m oral de Ras- sición social, de lu ju ria n te m adurez cap italista, es la gigantesca
colnikow : “ todo está perm itido” . fu e rz a b u rg u esa que lim pia y p re p a ra las vías del socialismo, pues
E l rol del esfuerzo personal, de la capacidad técnica, de la h a­ el socialismo no es sino “ la f ru ta m ad u ra que se desprende del á r­
bilidad p a ra los negocios, deviene cada vez m enos im p o rtan te. bol ca p ita lista” .
.M ientras m ás se afirm a el monopolio m enos son las posibilidades de
éxito del individuo, sobre la base de sus m éritos personales. La li­ E u d o c io R A B IN E S .
b e rta d de com ercio y de tra b a jo , ta n ca ra al liberalism o y sobre P arís, 1928.
la cual se h an postulado ta n edénicos vaticinios de b ien estar ecu­
m énico, se re strin g e h a sta los m ás escasos lím ites. (1 ). — N. B oukharin. “ L ’Econom ie M ondiale e t l’Im perialis-
L as em presas rec alc itran te s a la fusión y al subyugam iento m e” p. 113.
son inapelablem ente condenadas. Se las p riv ará de m a terias p ri­ ( 2 ) . — A ristóteles. “ P o litiq u e” T. I. p. 3 (G arn ier, P a rís).
m as, de créditos, de facilidades de tra n sp o rte y h asta de obreros ( 3 ) . — K arl M arx “ Le C apital” T. IV p. 276 (Costes, P a rís).
y m ercados. E n la lucha de precios, el tr u s t sosten d rá la b aja, con (4 ) . — K arl M arx “ La M iseria de la F ilosofía” (In telectu ales
Bs. As.) p. 86.
pérdidas, d u ra n te el tiem po necesario p a ra conseguir el an iq u ila­ ( 5 ) . — M arx & E ngels “ Le M an ifesté” p. 38 (R ieder, P a rís).
m iento de su adversario. Y esta fase de la lucha no es y a solam en­ (6 ) . — B e rtra n d N ogaro “ La Vie P o litiq u e” (D elagrave. P a ­
te “la concurrencia e n tre las pequeñas y las gran d es usinas, en­ rís) p. 23.
tr e las em presas m odernas y las em presas atrasad as. E s el es- ( 7 ) . — K arl M arx “Le C apital” T. IV p. 90 (Costes, P a rís ).
tran g u lam ie n to m ediante el monopolio, de aquellos que no se so­ ( 8 ) . — Rudoph H ilferd in g “Das F in an z K ap ital” 1912 p. 276.
(9 ) . — Y u-Shou-Kuo “ L ’E volution des T ru sts In d u strials” p.
m e ten a su despotism o y a su yugo” (1 2 ). Los in stru m en to s del 22. (P ic art, P a rís).
m onopolio y sus gestores, devienen así los conquistadores del m un­ (1 0 ) . — U pton S inclair “ L e tte rs to J u d ” . p. 11 (P ersad en a,
do. L a dem ocracia y su legalidad son vallas inep tas p a ra d eten er C alifo rn ia).
la vorágine de su desenvolvim iento. La histo ria de cada tr u s t es (1 1 ) . — H erm an n Levy “ M onopole” , C artelle und T ru sts” p.
290. (Je n a 1909).
la h isto ria del fra u d e organizado, de la violencia m etódica. Los ca­ (1 2 ) . — Lenin, “ Im périalism e, d ern iére etap a du capitalism e” .
ballos de fu erza, las legiones de asalariados, ios m illones de b en e­ p. 16 (H u m an ité-P arís).
ficio, los billones de capital, las usinas, las em presas e in stitu cio ­
nes som etidos y deten tad o s por unas centenas de tru sts, alcanzan
c ifra s inauditas. L a etap a de la libre concurrencia se ha tra n s fo r­
m ado en la etap a del monopolio.
E n la h ora ac tu a l asistim os a las postrim erías de la lib re con­
cu rren cia y, lo m ás im p o rtan te, a las postrim erías de todo u n p en­
sam iento: el pensam iento lib e ral; a la crisis de u n a concepción, la
concepción dem ocrática; al derrum bam iento de u na doctrina, la
d o ctrin a individualista; al hum ilde sepelio de u n a filosofía, la fi­
lo so fía idealista. E l m onopolio se y ergue p rácticam en te sobre sus
escom bros, tray e n d o nuevas norm as, gestando nuevos fundam entos.
Su dominio se extiende a todos los sectores de la actividad hum a­
na. Sus m étodos conquistan todos los rangos. Sobre las nostalgias
del liberalism o y el fra sea rio grandilocuente de legisladores pacatos
y filósofos dorm idos sobre la piedra inm aculada, sobre el ensue­
ño retrospectivo y reaccionario de los corifeos pequeño-burgueses,
g eorgianos y saintsim onianos, u n a realid ad nueva sojuzga y domi­
n a las relaciones sociales en el m undo contem poráneo.
H istóricam ente la libre-concurrencia es la negación del m ono­
polio feudal. E l sistem a de la g ran propiedad de la tie rra , im pide
Amauta 33

POLEMICA R IC A R D O M A R T IN E Z
Y Di
ACCIO
LA TORRE

Las ideas son estados fotográficos de circu n stan cias determ i­ vas— nacidas, desde luego, en el seno del pro letariad o , que es el
nadas. E stas circunstancias se tra n sfo rm a n de igual m an era que verdadero cread o r del movim iento revolucionario— pero siem pre
n u e s tra fisonom ía. Lo que vive, cam bia. De las obras que realiza que ellas signifiquen disciplinado paso ad elan te y no anárquico
el hom bre, la v erd ad eram en te vital— el hijo. La m u erte es precisa­ retroceso.
m ente esto: que asp ira a ser o es lo definitivo. Disciplina, m étodo, organización: esta es la clave. La táctica
De los le ad e rs revolucionarios, incluyendo al mismo Lenin, to ­ len in ista de ad e la n tar o retro ce d er sistem áticam ente las fichas so­
m em os lo que nos sea útil. bre el tab lero , no traicio n a el alto adjetivo revolucionario. A dapta
Con las ideas hem os de seguir el mismo procedim iento bio­ las resisten cias del p artid o a las circunstancias. Las fichas se m ue­
lógico de la nutrición. A sim ilar lo asim ilable. Lo que precisa nues­ ven en el te rre n o de las escaram uzas concretas, no en el de las su­
tr o organism o. E x p u lsar cuanto an tes el excrem ento p a ra no con­ posiciones teóricas.
tr a e r u n a fieb re intestinal. Tam poco nos quedarem os en Lenin. H ay que av an zar m ás le­
E n esto estrib a la inutilidad de esas discusiones en tre los te ó ­ jos. Irem os. Llegarem os. Somos los ojos de la m u ltitu d , porque
ricos del m arxism o. Cada época tien e su disciplina, su praxis, su n u estro esfuerzo consiste en id en tificarn o s con ella, haciendo p ro ­
p au ta. pios sus dolores, personales sus anhelos. El estudio da, a los di­
L a de la ho ra p resen te es, sin duda, la I II In tern acio n al, pro­ rec to re s rep resen tativ o s de las fu erzas populares, capacidad de
ducto de deliberaciones concretas fre n te a la realid ad . Y si la III com prensión, m irad a clara, v erd ad eram en te m arxistas, en cuanto
In tern ac io n a l se a p a rta del m arxism o— caso que no se h a p resen ­ el m arxism o se a fa n a por su je ta rse a la lógica de ios acontecim ien­
tado, no o bstante las afirm aciones de sus im pugnadores— del lla­ tos de la realid ad hum ana.
m ado m arxism o puro, o científico, o dogm ático, u ortodoxo, p ara Sonreím os a n te las luchas, de p ro testan te s y rom anos, por la
seg u ir ta l o cual tendencia, será porque las circu n stan cias así lo in te rp re tac ió n de Jesús. E ste descrédito no lo cultivam os tir á n ­
requieren. donos a la cabeza argum entos a propósito de lo que dijo, pensó y
Sobre todas las teo rías, la revolución socialista ru sa posee el escribió M arx, Lenin, E ngels, T rotzky o Gonzáles P iad a..
arg u m en to poderoso y concreto de su realidad ap lastan te. No tien e T oda polém ica de in te rp re tac ió n es vana, intelectual, b u rg u e­
que apoyarse sino en sí m ism a, en su propia experiencia. Bien p ue­ sa. P erju d ic a la acción. E l desenvolvim iento histórico de un acon­
de e n te rra r a M arx y E ngels, si lo ju z g a necesario. E s fu e rte p ara tecim iento revolucionario, espontáneo o sabiam ente provocado, tie ­
desligarse de lo que d eja atrá s. ne su fu e rz a inm anente. N osotros no podemos sustraernos a ella.
No vam os a im ponernos como nuevo canon indiscutible, el p a­ Y el genio político consiste en saber encauzar hacia d eter­
sado. E n la m ística revolucionaria caben todas las heregías colecti­ m inado fin — la em ancipación económica de la hum anidad.

»•

“ B a ñ i s t a s e n P o o i t o s ” , l i n ó l e u m p o r R e n é e M a g a r i ñ o s U sh e r .
34 Amauta

D O C U M E N T O S
UNION L A T I N O A M E R I C A N A la disim ulación, a veces in teresad a, que envenenó n u estra atm ós­
fe ra . Q uerem os a fro n ta r las realidades, por penosas que ellas sean,
con los ojos puestos en la P a tria G rande del fu tu ro .
La crisis de N icarag u a deriva de tre s fac to re s evidentes.. P ri­
La U nión L atino A m ericana, con m otivo del envío de u n a em ­
m ero : la am bición de la p lu to cracia de los E stados Unidos, ansio­
b a ja d a ex tra o rd in a ria al P a rag u a y p a ra asistir a la trsm isión del
sa de a c en tu ar su irrad iació n im perialista. S egundo: la in d ife re n ­
m ando presidencial, considera que ha llegdo el m om ento de que el
cia de los gobiernos oligárquicos de la A m érica n u estra , incapaces
Congreso A rgentino sancione la condonación de la deuda de g u e rra
de com prender los problem as del C ontinente. T ercero : la exigüidad
y la devolución de los tro fe o s paraguayos que cayeron en los cam ­
de visión de los políticos nicaragüenses, afanosos de lleg ar al poder,
pos de b atalla regados con la sangre generosa de dos pueblos h e r­
manos. aun q u e sea con desm edro de los in tereses de su p atria.
La sim ple enunciación de estos fenóm enos, b asta p ara d ictar­
L a deuda del P a ra g u a y a la A rg en tin a y al B rasil, estipula­
nos u n a ac titu d fre n te al problem a de N icaragua.
da en los tratad o s, es superior a la sum a que pagó F ra n cia a A le­
m an ia después de 1870 y a la que entregó T u rq u ía a R usia después Invadido como se halla g ran p a rte del te rrito rio de esa rep ú ­
de 1888. H ay im posibilidad absoluta de que el P a rag u a y pague e- blica por tro p as e x tra n je ra s, im posibilitados como están p ara v o tar
sa deuda, de donde re su lta u n a obligación que, como y a se ha los elem entos p atrio tas que fo rm an en las g u errillas d efensoras de
sostenido d en tro y fu e ra de n u e s tra institución, se a p a rta de los la tie rra n atal, to d a te n ta tiv a de elección resu lto u n a in ju ria p ara
principios que rig en las transacciones en m a te ria de derecho pú­ la dignidad de ese pueblo.
blico y privado, en las cuales la posibilidad del cum plim iento de Que la m asa in contam inada de n u estra s repúblicas no se deje
la obligación convenida, constituye la base de los co n trato s de en g añ ar por u n a riv alid ad de avideces en tre dos bandos trad icio n al­
bu en a fé. m ente su jeto s a la in flu en cia de los E stados Unidos. No nos des­
E s m enester, cuanto antes, re h a b ilita r la firm a de la nación lum bre el sofism a de u n as elecciones trip lem en te falsead as: p ri­
h erm an a p a ra darle la independencia fin an c iera y perm itirle que m ero, por la p resencia de tro p as de desem barco; segundo, por el
se o riente librem ente hacia sus destinos, tra b a ja n d o por el progreso som etim iento de los dos grupos a los in tereses del invasor, y te rc e ­
m a teria l y m oral de su pueblo. ro, por el m utism o a que se h allan condenados' los elem entos más
No podem os e n c a ra r la política in tern acio n al con el mismo dignos de respeto. F iscalizar esas elecciones o discu tir sobre ellas,
criterio que los países europeos, donde los pueblos h an desenvuel­ sería darles ap arien cia de legalidad y conceder je ra rq u ía a m ino­
to sus energías independientem ente y donde existen p rofundos an ­ rías claudicantes, que se d isp u tan el poder am paradas por el ene­
tagonism os. migo nacional.
Las tradiciones arg e n tin as son generosas e idealistas. P ro cla­ El caso de N icarag u a no se puede resolver electoralm ente. No
m am os p a ra g a ra n tiz a r la paz, como doctrina arg en tin a, el a rb itra ­ hay m ás que dos divisiones en aquel p aís: d e u n la d o , lo s q u e a c e p ­
t a n la d o m in a c ió n e x t r a n j e r a ; d e l o tr o , lo s q u e la r e c h a z a n . Como
je m ucho an tes de que E u ro p a lo sancionara en sus congresos y
nos sentim os orgullosos de h ab e r declarado a la faz del m undo que estos últim os po pueden v o tar, no cabe en g añ ar a la opinión con v a­
“ la victoria no da derechos” y de fo rm u lar, con la d octrina D rago, nos sim ulacros.
u n a p ro te sta viril co n tra “la especulación a m ano arm a d a” . No adm itam os, pues, d iferen cia e n tre liberales y conservadores
L a U. L. A., ha expresado estos conceptos en peticiones di­ y hagam os bloque co n tra los d erro tistas, co n tra los P resid en tes un­
rig id as al prim er m agistrado, que como legislador h ab ía firm ado gidos por la Casa Blanca, co n tra todas las encarnaciones que tom a
u n proyecto de condonación de deuda y devolución de tro feo s, sin en n u estra s repúblicas el m ísero egoísmo de los caudillos subal­
hab erlo hecho tr iu n f a r en su actual cargo. tern o s.
N u estras p alab ras fra te rn a le s re su lta rá n ociosas m ien tras no E l único que m erece n u e stra en tu sia sta adhesión es el g en eral
se co ncreten en hechos que perm itan el acercam iento de los pu e­ Sandino, porque el g en eral Sandino rep rese n ta, con sus heroicos
blos. P o r eso la U. L. A. in cita a los re p re se n ta n te s a que sancionen g u errillero s, la reacción popular de n u e stra A m érica co n tra las oli­
la condonación de la deuda y la devolución de tro fe o s al P arag u ay . g arq u ías in fid en tes, y la resisten cia de n u estro conjunto co n tra el
— A sí co n trib u irán a f o rja r el porvenir, estrechando los lazos f r a ­ im perialism o anglosajón.
tern ales, disipando todas las dudas y evitando todas las asechan­ L a com edia de las elecciones n icaragüenses no hace m ás que
zas. poner de m anifiesto la caída irrem ediable de los que, en tre su in ­
A lf r e d o L. P A L A C IO S , P r e s i d e n te . te ré s y la p atria, optaro n p o r su in terés. E l p orvenir d e ja rá caer so­
M a n u e l A . S E O A N E , S e c r e ta r io . bre ellos la reprobación que m erecen. Y ese mismo p orvenir sabrá
tam b ién elevar la fig u ra a ltru ista de Sandino.
L a sangre n u e stra fu é d errochada h asta ah o ra en luchas civi­

MANIFIESTO DE MANUEL UGARTE ¥ LOS les estériles que sólo tra je ro n v e n ta ja p ara los tira n o s o p a ra las
oligarquías. L a acom etividad, el valor, el esp íritu de sacrificio de
n u estro s pueblos, todo lo que tien e de g ran d e el alm a iberoam erica­
estudiintss latino americanos De Paris na, se m alogró en agitaciones suicidas, que ora pusieron fre n te a
fre n te a dos fracciones d en tro del mismo país, o ra d evastaron a dos
o m ás repúblicas lim ítrofes. Si fu e ra posible re u n ir en un haz de
D espués del Congreso P anam ericano de La H abana, que p u ­ heroísm os todas las inm olaciones inútiles, h ab ría fu e rz a p a ra ni­
so en evidencia la incapacidad de la m ayor p a rte de nuestro s di­ v elar los Andes. P ero • los hom bres que tu v iero n en sus m anos ese
rig en tes, se anuncia el sim ulacro de elección en N icaragua, que tesoro popular, en vez de em plear en fav o r del bien común, lo m al­
im plica un nuevo desprestigio p a ra la A m érica de origen his­ g astaro n al servicio de sus egoísmos personales. P o r la p rim era vez
pano. desde hace larg as décadas, co rre esa sangre al m argen de las am ­
E l patriotism o ha consistido a menudo, en ciertos círculos, en biciones m ezquinas, y en beneficio de todos. P o r . eso estam os con
n eg ar las realidades. E s p atrio ta, quien sostiene que la in terv en ­ Sandino, que al d efen d er la lib ertad de su pueblo, p resag ia la re ­
ción e x tra n je ra no im p o rta lim itación de soberanía. Es p atrio ta, dención continental.
quien arguye que la nacionalidad queda in ta c ta aunque se hallen M anuel UGARTE.
las aduanas en poder de otro país. E s p atrio ta, quien cultiva la
confianza jacta n cio sa de las naciones débiles. Así • han creído al­ FED E R A C IO N U N IV E R SIT A R IA HISPA N O A M ERICA NA
gunos suprim ir los peligros, fingiendo no verlos; así han disim ula­ (M ad rid ).
do las derrotas, negándose a m ira rla s; así nos han traíd o h asta esta A SOCIACION G ENERAL DE E ST U D IA N TES LATINOAM E­
situación de vasallaje económico y político, que los directo res de RICANOS (P a rís ).
la opinión, en n u estras repúblicas, nun ca adv irtiero n n i d enuncia­ ASOCIACION G ENERAL DE E ST U D IA N TES LATINOAM E­
ron, y que pone hoy al borde del abism o la existencia autónom a de RICANOS (B erlín ).
Centro y Sud América. FED ERA C IO N , U N IV E R SIT A R IA ESCOLAR. A dhesión de
Rechazamos, a la vez la p o litiquería que desquició porvenir y los E stu d ia n te s españoles (M ad rid ).
flmauta 35

C O N F E R E N C I A S
CULTURA U N IV E R S IT A R IA Y CULTURA PO PU LA R m entos contem poráneos está p reñado y ensom brecido con densos
crespones de trag ed ia.
C o n feren cia d e A n ten o r O rrego en el A te n e o E n el P erú la divergencia ha sido aú n m ayor que en el res­
to del mundo. La universidad h a ten id o u n a sem i-cultura de g ab i­
U n i v e r s i t a r i o d e T r u jillo n ete y de p u p itre pero no ha ten id o ni tien e u n a v erd ad era c u ltu ra
vital. L a cu ltu ra hay que vivirla en principio y vivirla en acción.
No se puede, pongam os por caso, explicar y d efen d er en el aula
V uelvo a ocupar esta trib u n a por el am istoso req u erim ien to las llam adas g a ra n tía s individuales y atro p ellarlas y n eg arlas en
del A teneo U niversitario. H acer labor de cu ltu ra es h acer o bra la calle y en la vida cotidiana. P a ra el u n iv ersitario — m aestro o
co n structiva y p erdurable. Y precisa reconocer, que la ac tu a l ins­ alum no— no hay térm ino medio.
titu ció n re p re se n ta tiv a del alum nado tru jilla n o está cum pliendo es­ E n p u rid ad de v erdad no hemos tenido u n a cu ltu ra p orque no
ta salvadora, esta nobilísim a ta re a . P a ra el fra g o r del choque p e r­ hem os sabido vivirla, porque no hem os sabido in co rp o rarla d en tro de
sonal, se desvanecen las rencillas episódicas de la lucha, se ap a­ las fib ra s de n u e stra vida. Hemos confundido cu ltu ra con ilu s tra ­
gan los resquem ores de la puntillosa vanidad herida, se aq u ietan ción académ ica. No es lo mismo re c ita r u n libro que c re ar y vivi­
los sobresaltos de los in tereses creados, pero la luz que se sem bró fic a r el am biente espiritual de u n a cáted ra. La ilu stració n es la m e­
fru c tifica , las conciencias que se lib e rtaro n deslum bradas p o r la m oria f ría y y e rta de la cu ltu ra pero no es la cu ltu ra mism a. No v a­
v erdad siguen creando la ju sticia y los espíritus que d esp ertaro n y le la p en a que en los exám enes se declam e de corrido el am or a la
se encendieron en el jadeo de la b atalla prosiguen alum brando y lib ertad , al derecho y a la ju sticia y en la vida se les b efe y se les
alentando los pasos creadores del hom bre. decapite, o por lo menos, se m u estre uno d iferen te a sus im p era­
E sta acción p erd u rab le y etern a, este sub stractu m palinge- tivos categóricos.
nésico de la obra hum ana, esta decantación positiva del espíritu H ay un dicho popular que resum e este estado harpagónico
es la acción p erm anente de la cu ltu ra. No hay pensam iento vivo, del espíritu. “ M eterse el diablo a p red icad o r” , dice la gen te cu an ­
es decir, engendrado con la sangre del alm a, que sea estéril. P en ­ do la vida no está en consonancia con los principios que se sus­
sam iento que se siem bra es pensam iento que ta rd e o tem p ran o y te n ta n , y hay o tra sentencia evangélica en boca de Jesu cristo que
pese a las contingencias efím eras del m om ento, se tru e c a en pró­ llam aba a los fariseo s sequlcros blanqueados, que acaban de la­
vida cosecha. pidarlo. P o r desgracia la U niversidad h a hecho con frecu en cia el
No se explica de o tra m a n era esa supervivencia de ciertos hom papel de diablo predicador y en m uchos casos se le puede aplicar
b res y de ciertas instituciones que m algrado las m aquinaciones del la fra se evangélica.
am biente en que viven, m algrado la conspiración clandestina y sor­ H ablo así de la universidad p eru a n a porque he sido y soy un
d a de las suficiencias consagradas por la ignorancia, se alzan e r­ u niversitario. Los m ales de la propia casa no se cu ran sino denun­
g uidas e invulnerables, con u n a fu e rz a m oral superior, por que ciándolos. O cu ltar las en ferm edades es in v itarlas a que m edren
son los verdaderos vehículos, los auténticos m ensajeros de la cul­ y nos devoren. Q uien am a corrige y aplica el cauterio. Un ejem ­
tu ra . plo de este am or nos lo dan los mismos cated rático s argentinos que
Y es que la cu ltu ra es histo ria y la histo ria es cu ltu ra. E l que no vacilan en d en u n ciar los m ales de su propia casa. Oigamos al
vive de espaldas a su época, de hecho se suicida. E s un suicidio len ­ doctor Sánchez V iam onte, sabio cated rático de derecho político,
to , invisible acaso p a ra las víctim as, pero suicidio efectivo. E l P e­ cuando se tra tó de co n fe rir el grado de doctor al príncipe H um ­
rú está lleno de suicidas que no se dan cu e n ta de su fallecim iento b erto de Saboya. Dice así:
n i de la potencia que .los fulm ina. E s u n a inconciencia que nos en­ “ Señor D ecano de la F acu ltad de D erecho y Ciencias Sociales
te rn e ce ría, si sus gesticulaciones de m oribundos no fu e ra n u n a rém o- de la U niversidad de Buenos Aires.
r a p a ra la ta re a salvadora de m añana. Acabo de recib ir un a n o ta de usted invitándom e en nom bre
P a ra los alum nos u niversitarios de este m om ento y p a ra su del re c to r a la solem ne recepción académ ica con que .n u estra U ni­
in stitución re p re se n ta tiv a no puedo sino desear qué vivan siem pre versidad re n d irá su hom enaje a S. A. R. H um berto de Saboya,
y que piensen y obren con el espíritu de su generación. Felizm en­ príncipe d e P ia m o n te .
te estoy constatando con íntim a efusión que no quieren incorporarse Ignoro en que consistirá ex actam ente la solemne recepción a-
a la gavilla de los suicidas inconcientes. V osotros queréis salvaros cadém ica, pero tengo entendido que se tr a ta de o torgarle al joven
p a ra la c u ltu ra y p a ra la historia. V osotros queréis salvaros p ara H um berto de Saboya un diplom a u n iversitario de doctor “ Honoris
la ju sticia del porvenir. Veo en v u estras pupilas este anhelo y es­ causa” y me ap resu ro a enviar a usted mi respuesta.
ta resolución enérgica de vivir. Veo v u estras m anos, vu estro s pen ­ No me explico cómo ha podido co nsentir el señor Decano en
sam ientos y vuestros actos cuajados de beligerancia. T ened en cuen ser vehículo de esa invitación, p a ra u n acto cuya n atu ra lez a lo
ta que ya no sois los prim eros. Cada día v u estra responsabilidad se p rese n ta como único en los anales del m undo civilizado en la é-
acrecienta. Los prim eros de vosotros son ya nom bres célebres y poca contem poránea y que rep u g n a a mi c a rá c te r de arg en tin o y
resp etados en A m érica y en el mundo. Y a ten éis nom bres que de u n iversitario.
p ueden c o n fo rtar v u e stra esperanza; V uestros herm anos un poco C o n cu rriría presuroso si se rin d ie ra el hom enaje a la nación i-
m ayores que vosotros y a os han ab ierto el camino. A grupaos y hen ­ ta lia n a en la persona del alguno de sus hom bres em inentes— como
chid el pecho p a ra la victoria que se acerca. el p ro feso r O rlando verbigracia— pero rep u to in to lerab le obse­
cuencia contesana, c o n tra ria a n u e stra constitución y al espíritu
P U E B L O Y U N IV E R S ID A D de n u estra dem ocracia, y bochornosa p a ra n u e stra cu ltu ra, esta
dem ostración de que la sab id u ría y la ciencia se obtienen p o r n a­
P a ra que la c u ltu ra sea c u ltu ra histórica y no m u erta, para cim iento.
que la cu ltu ra no se convierta en simple escarceo eru d ito de aca­ D espués de esto creo que p o d rán ser reem plazados los exám e­
dem ia en simple pagaísm o de palabreo técnico, p a ra que la cu ltu ra nes de nu estro s estu d ian tes por la com probación de sus an teced en ­
viva en nosotros como m édula de n uestros huesos y no sólo en los te s de fam ilia.
libros y en las clases, son precisos dos elem entos p rim ordiales: de Ruego al señor decano que ponga esta n o ta en conocim iento
u n lado la U niversidad, de otro el pueblo; de un lado el tr a b a ja ­ del recto r, m an ifestán d o le al mismo tiem po, que puede disponer del
dor m anual, de otro el tra b a ja d o r in telectual. Son dos elementos asiento que me reserv a como C onsejero de esa F acultad, p ara que
que no pueden cam inar separados porque se com plem entan en tre lo ocupe otro u n iv ersitario que haya olvidado su condición de a r ­
si. Cuando se divorcian, la cu ltu ra se convierte en el in stru m en te g entino, dem asiado p resen te en mi espíritu. P o r o tra p arte , “ ni
de u n a clase dom inante que explota y oprim e al pueblo, es decir, ebrio ni dorm ido” co n sag raré con mi presencia la degradación de
a la sustancia p erm anente de la h isto ria y de la lib e rtad del hom­ n u estra U niversidad. S aluda a usted aten ta m e n te Sánchez Via-
bre. m onte.”
D u ra n te el siglo diez y principios del diez y nueve heñios vis E sto es lo que se llam a vivir la cultura, y no sólo re c ita rla en
to a donde conduce esta conexión. L a trem en d a c a tá stro fe de 191J las cáted ras. Así se hace U niversidad y se hace país.
fu é su n a tu ra l y lógica encru cijad a y el escenario de n u estro s mo­ P o d ría m u ltip licar estos ejem plos del celo de los p rofesores
36 Amauta

arg en tin o s po r sus respectivas universidades, pero p a ra ilu stració n nom bre de la ju sticia sin co n tem plar los p articu la re s in tereses crea­
b a sta el ejem plo citado. dos que tra b a n el libre juego de la volu n tad social. D ejem os a las
N u estra g ra n em presa de universitarios— ta l vez n u e stra ú n i­ universidades oficiales el triste privilegio de en señ ar la m oral en
ca em presa— es vivir la cu ltu ra. B asta ya de bagazo eru d ito que no los libros, m ás disputém osle la m isión de en señ arla en la vida, en el
sirve ni p ara m ejorarnos ni p ara m e jo ra r n u e stra p atria. N ecesita­ am plio escenario de la vida.”
m os estu d ia r la calidad de n u e stra A m érica y cre ar n u estro p ro ­ A ltas p alab ras estas que sirven p a ra o rie n ta r la acción f u tu ­
pio pensam iento, n u e stra propia política, n u e stra pro p ia economía, r a de la ju v en tu d . Asi habla uno de los m ás em inentes c a te d rá ti­
n u e s tra propia estética, n u e stra propia historia. Los tex to s euro­ cos de A m érica. ¿C uando tendrem os así u n a voz e n tre nuestros
peos m al aplicados y m al com prendidos no sirven sino p a ra des­ m aestros que nos señale nu estro s suprem os deberes de hom bres
o rien tarn o s— ya lo hemos estado 400 años— y p a ra fa tig a r con g á­ y de univ ersitario s?
rru la s p alabras n uestros cerebros y n u e stra vida. N ecesitam os m a­ El A teneo U niversitario de T ru jillo h a tenido u n a intuición
estros am ericanos que nos enseñen a conocer y am ar n u e stra A- m aravillosa del pensam iento del m aestro arg en tin o y se p rep ara,
m érica, m aestros que vivan ju n to con nosotros la in fin ita y he­ d en tro de las escasas fu erza s del am biente, a rea liza r u n a labor
ro ica voluptuosidad de cre ar un nuevo contin en te in telectu al, de cu ltu ra u n iv ersitaria al lado de la enseñanza de la universidad
m aestros de u n a ra z a “ po r cuya boca h ab lará el esp íritu ” . oficial.
Y p a ra esta em presa debemos ju n ta rn o s todos, m aestro s y dis­ C reando u n a cu ltu ra viva, m atando el texto, la le tra m u er­
cípulos en un solidario y fervoroso anhelo com ún que cada cual a- ta y salvando el espíritu, es la única m an era de c re ar un a verd a­
p o rte lo que pueda y lo que tenga. No hay otro camino. P a ra re fo r­ d era nacionalidad. Y a lo sabem os esto, jóvenes, por u n a la rg a y
zar estas palabras vuelvo a c ita r al g ran m aestro arg en tin o , doctor dolorosa experiencia. Desde hace cien años estam os atestad o s de
Sánchez V iam onte. profesionales en los cuales no ha despertado ni se h a form ado el
“ Sin ren u n c iar del todo a la refo rm a de las universidades o- hom bre. C riatu ras enclenques que han m archado p o r la vida a-
ficiales, inyectándoles siem pre que podam os la sabia efervescente gobiados por su títu lo , por su oficio y por su lucro. C riatu ras sin
de la vida nueva, deberíam os c re a r la nueva universidad, o m ejo r responsabilidad m oral que lo mismo les daba vivir con sus ideas,
dicho, re s ta u ra r la m ás an tig u a universidad libre, o rien tad a y di­ con la ju sticia o co n tra la ju sticia, con la verdad o sin ella. ¿Qué
rig id a por verdaderos m aestros— no profesores que sólo te n g an podem os esp erar y exigir de c ria tu ra s irresponsables” .
en vista la re n ta — y en la que vuelva a h ab er discípulos— no alum ­ Las nuevas generaciones no nos podem os resig n a r a sem ejan­
nos ansiosos de o btener un títu lo p rofesional” . te degradación. T al vez n u estro apasionam iento y n u e stra sed de
“A lguna vez he pensado que si reapareciese en este siglo y en ­ vida nos lleve a ex trav iarn o s alg u n a vez, pero n u estro objetivo
tre nosotros un discípulo de P itág o ras y de P lató n , se q u ed aría sin es el m ás sagrado objetivo del hom bre. E l que no se sien ta con vo­
com prender ese n u estro em peño de co n v ertir las escuelas p ro fe­ lu n tad ni con capacidad de c re a r que se quede en casa a dorm ir
sionales del E stado en em porios de c u ltu ra superior, y se p reg u n ­ la fa tig a que no ha su frid o y a descansar el tra b a jo que no ha he­
ta ría estupefacto por qué aceptam os la im posición de profesores o- cho, pero ¡por los dioses inm ortales! que no obstaculice el cami­
ficiales del escalafón adm inistrativo dom esticados y trab a d o s por el no de los que vamos, e n tre tropiezos y desgarrones, hacia el alum ­
co rral de los in tereses creados, cuando podríam os escoger librem en­ b ram iento de un a nueva vida.
te, a los que en señ aran con desinterés y nobleza sin som eter su v e r­ C rear u n a nueva vida, he aquí n u e stra suprem a responsabi­
dad fecunda y alta, al control presuntuoso de graves académ icos con­ lidad. P a ra cre arla es preciso vivir la cu ltu ra. Así lo han hecho
servadores, p arapetados en la rígida com icidad de su solem ne ges­ todos los gran d es pueblos de la historia.
to m ag istral.” Y p ara vivir la c u ltu ra —y a lo he dicho—es preciso que la U ni­
“ Mi experiencia de alum no y de p rofesor me au to riza a decla­ versidad se p royecte hacia el pueblo y que el pueblo se incorpore
r a r que el 90 por ciento de los estudiantes sólo se in te resa n por la en la U niversidad. No puede h ab er u n a cu ltu ra de clase o de cas­
obtención del títu lo profesional, sin ad q u irir m ás que u n simple ta porque a la p o stre se esteriliza y se corrom pe. E l cerebro rige
b arniz de cu ltu ra, indispensable p ara el m antenim iento del decoro el cuerpo y el cuerpo vivifica y to n ifica el cerebro. Sístole depu­
u n iversitario, como así mismo el diez por Ciento re sta n te se dis­ ra d o ra y diástole v ita liz ad o ra; absorción y aireación que presiden
tin g u e y se destaca luego por lo que ha estudiado y aprendido fu e ­ to d a g ran d e o bra hum ana. U niversidad y pueblo son dos vasos co­
r a de la U niversidad.” m unicantes cuyo nivel superior o in ferio r lo d eterm in an la m ayor
“ Si la U niversidad oficial no es capaz de refo rm arse fijárnosle o m enor m en talid ad y m oralidad de ambos. Son si se quiere dos
de una vez por todas, su papel de organism o burocrático, expedi­ fac to re s intercam biables que presiden todo proceso histórico.
dor de diplom as, y su función de im p a rtir el conocim iento técnico Felizm ente p a ra el P erú las últim as generaciones u n iv ersita­
necesario p ara e je rc e r profesiones u oficios, y creem os o tro o rg a­ ria s han iniciado el acercam iento de la U niversidad al pueblo y del
nismo expontáneo y desinteresado que recib a el calor de n u e stra pueblo a la U niversidad. L a ta re a no está m ás que em pezada, es
sangre joven, que lleve el sello de n u estra espiritualidad y que necesario acrecerla e in ten sificarla. Tengo la esperanza de que por
ponga a p rueba en esta h ora histórica la v erd a d era eficacia de este camino hem os de lo g rar la realización de la cu ltu ra en la vi­
n u estro dinam ism o renovador y constructivo.” da y en la p a tria y no solam ente en los libros y en las cátedras.
“ E l esfuerzo popular espontáneam ente concertado tonifica, C abalm ente recordam os hoy el prim er abrazo grandioso en tre el
d ep ura y fo rtalece la conciencia social y debem os b u scar en él la pueblo y la universidad. Y a sabem os cómo quedó sellado p ara
in flu en cia saludable que nos h ag a aban d o n ar d efinitivam ente la siem pre este abrazo. P o r p rim e ra vez en el P erú se produce un
trad icio n al obstinación — tam bién h ere d itaria— de ped ir todo al gesto de cu ltu ra viva en oposición al tex to frío y a la le tra m uerta.
gobierno, de esperarlo todo del gobierno, de echar al gobierno la ¡Jóvenes, vivamos la cu ltu ra y entonces am anecerá el g ran
culpa de todo.” día del P erú y la A m érica!. . .
“D ejem os lib rad a a las universidades oficiales la ta re a de fo r­
m ar ingenieros, médicos, abogados, etc., m ás disputém osle de fre n ­ E n e s t a m is m a s e c c ió n , r e s e r v a d a a l p e n s a m ie n to d e v a n g u a r ­
te la misión de fo rm a r hom bres, de fo rm a r gran d es hom bres. D e­ d ia , p u b lic a re m o s e n e l p ró x im o n ú m e r o u n a c o n f e r e n c ia d e C a rlo s
jem os a las universidades oficiales la ta re a ped estre y exigua A lb e r to E s p in o z a B ra v o s o b re la “ C u l tu r a A r t í s t ic a d e l P r o l e t a ­
de enseñar la ley; m ás disputém osle la misión de re c tific a rla en ria d o ” .
Amauta 37

LA VIDA ECONOMICA
F in a n z a s — Comercio —A gricultura y G anadería
M inería —In d u stria —T ransportes —Seguros
Justad ístieíi
sitos de acarreo. En las cum bres de las cordilleras y en los flancos
La minería en e! departamento de Puno de las quebradas, se p resen ta en capas o pequeños m antos en tre las
rocas de p izarra y en v etas y filones de cuarzo, m uchas veces de
considerable potencia. E n la base de las quebradas, allí donde la
Por E m ilio R om ero p en diente del suelo ha dism inuido la velocidad de las aguas, se o-
fre ce en trozos, en pepitas y en polvo, según las condiciones en que
(iContinuación) ha sido arrastra d o , la conform ación del suelo y la m ayor o m enor
d istancia que h a reco rrid o ” .
E l beneficio del oró de la am algam ación y del p roveniente de
Con respecto a la form ación del oro en las m ontañas de San­
la cianuración se lleva h a sta o b ten er b a rra s de ley elevada. La p ro ­
dia y C arabaya, dice este mismo in fo rm e: “ La extensa m eseta de
ducción de oro correspondiente a las concesiones de C arab ay a en
Poto y del Crucero, h asta los confines de provincia de A sángaro,
1903 ha sido de 483.73, kilogram os. (8 ).
ha debido ser un lago inm enso a 15,000 pies de a ltu ra sobre el ni­
E xiste igualm ente en Sandia, en los ríos que co rren sobre a re ­
vel del m ar. E n u n a época rem otísim a, las aguas de este lago, por
n a a u rífe ra . A veces los deshielos de las cum bres a rra s tra n ta m ­
algunas de estas ca tá stro fe s geológicas, se han abierto paso len­
bién tie rra s a u rífe ra s como las depositadas en el lago A nanea y en
to librando las gran d es quebradas v arrastra n d o delante de sí, en
las to rre n te ra s de A ncocala, com unidad de indios.
aluviones gigantescos, los despojos 'del terren o , antes cuarteado y
Según la estad ística citada, h a sta 1903 la producción m ineral removido, y ta n to la m eseta misma, donde se ostenta el m ajestuoso
de S andia no fu é ta n g rande como la de C arabaya, ap esar de que A nanea, como las q uebradas de to d a esa región, son igualm ente
h ab ían m ás perten en cias, pues alcanzaban a 650, m ie n tras que en ricas en oro y fie rro ; ju n to con los desm ontes, han ido ambos m e­
C arab ay a eran solam ente 137. ta les a depositarse confundidos en las llan u ras de la p arte b a ja ” .
E l oro de Sandia proviene en su m ayor p a rte de los depósitos Así se explica por qué los varios asientos m inerales de acarreo
d etríticos o p la c e r e s secos que se atacan por el m étodo hidráulico, de la provincia, corresponden o g u ard en cierta relación con los di­
como el de San A ntonio de Poto. El contenido de esos depósitos versas quebradas q u e ’/a r te n desde la a ltu ra de la cordillera, como
se estim a en medio gram o de oro por yard a cúbica, o sea aproxi­ San Ju a n del Oro, Aporom a, B etasp ata y Challum a Se explica
m adam ente 1,500 kgs. tam bién su m ag n itu d y la especial calidad y form a de oro que
O tros tra b a jo s de m enor im portancia se han efectu ad o en las contienen, mucho m ás rico y más. grueso en la región de la m onta­
concesiones llam adas “ P oderosa” , "C arm en ” y “ Caño C astro ” , h a­ ñ a que en la cordillera, a donde se en cu en tra a la vez que el saca­
biendo sido la producción m ineral de Sandia en 1903 de 82,531 do de la altu ra, el recogido en el fondo de las quebradas de los
kgs. filones rotos a m ayor p rofundidad y por lo ta n to m ás abundantes
E n los distrito s de A yapata, Itu a ta , Coasa y U sicayos de Ca­ y fecundos.
ra b a y a y Sandia, Sina, Poto, los indios se dedican a la extracción La región m inera de Sandia y C arabaya, en lo que se refiere
del oro d u ra n te los m eses de mayo a setiem bre, lavando las arenas a la producción de oro m ateria del presente capítulo, es sim plem en­
de ios ríos en depósitos de m adera, bateas, o construyendo en las te m aravillosa.
orillas em pedrados que las aguas cubren en tiem po de creciente y B a sta rá hacer un recuerdo histórico de lo que fué la explo­
donde se deposita el oro que e x tra e n cuando b ajan éstas, desha­ tación del oro en estas provincias.
ciendo el em pedrado y lavando lo que queda en los in tersticio s de S eguram ente, los Incas ex tra jero n el oro p ara sus templos fa ­
las piedras. bulosos de la región de C arabaya y Sandia. Cieza de León se re ­
T am bién sirviéndose de las aguas que rep resa n d u ran te la es­ fiere a estas provincias, diciendo: “ E stá en el m onte de la se rra­
tación de las lluvias, los indios' tra b a ja n depósitos d etrítico s o p la­ nía el nom brado y riquísim o cerro de C a r a u a y a donde en los años
ceres secos, vendiendo éj producto que obtienen a los r e s c a t a d o r e s . pasados se sacaron m ás de un millón y setecientos mil pesos en
E x tra e n aproxim adam ente 4,000 onzas o sean 28.75 gram os por oro” .
onza. Más ta rd e, G arcilaso refie re que: “ el año 1556 se halló en un
H e aquí lo que dice el señor G arcía Rosgel (9) sobre las mi­ resq u en de u na m ina de las de C a lla h u a y a , un a piedra de las que
nas de oro: “ B ajo el punto de vista de las explotaciones m e talú r­ se crían, con el m etal del tam año de la cabeza de un hombre, el
gicas, m uy pocas regiones ofrecen ta n to s alicientes y ta n ta s fac i­ color que tien e propiam ente era el color de bofes y au n la hechu­
lidades como la provincia de Sandia. Allí se en c u en tra el oro, lo r a lo p arecía; porque to d a ella estaba ag u jerea d a de unos ag u je­
mismo en filones y vetas, que confundido y m ezclado en los depó­ ros chicos y g randes que le pasaban de un lado a otro. Por todos

V ista de la c o r d ille r a d e C a ra b a y a , ric a e n filo n e s de o r e .


38 Amauta

LA E S C U E L A EN PUNO

I n d ia s d e u n a e sc u e la r u r a l in d íg e n a

d e C ap : c h ic a , e n p l e n o e je r c ic io g i m ­

n á s tic o .

Año V alor absoluto Vlr. relativo e n %


ellos asom aban pu n to s de oro como si le h u b ie ra echado oro d e rre ­
tid o encim a, u nas p u n ta s sa lla n fu e ra de la F -edra, o tras em p a re ja ­ 1 9 1 6 ................................ L '. 94,384 1.09%
b an en ella y o tra s m ás q uedaban m ás ad e n t o” . E sta fu é la lam o­ 1 9 1 7 ...................................... ” 48,626 53”
sa m u e stra de oro que re fie re n todo los libros an tig u o s sobre el 1918 . ........................... . ” 30,008 36 ”
P erú que se perdió en el canal de B aham a al ser llevada a la m e­ 1 9 1 9 ...................................... ” 29,513 35”
tró p o li. 1920 ...................................... ” 33,228 41”
E l año 1553, siendo V irre y don A ntonio de M endoza, se en ­ 1 9 2 1 ...................................... ” 39,618 43 ”
co n tró u n a pepa de 122 lib ras de peso, en el d istrito de Qu a m , y 1922 ...................................... ” 54,110 52”
fu é re m itid a como obsequio a C arlos V.
E l año 1620, gobernando el P e rú el príncipe de E sq u ilad le, C o n c e s io n e s y p e r te n e n c i a s m in e r a s y c e f u e r z a m o tr .z h id r á n l ca
se te n ía n po r las m ás célebres m inas de A m érica, A porom a. El año e n los a ñ o s 1 9 2 3 , 1 9 2 4 y 192E e n J e js a r ia r n e n to c’e P u n o
1733, siendo V irre y don José de A lm endáriz, se ac u ñ aro n en Lim a
1.143,026 pesos de oro, pro ced en te la m ayor p a rte de los m ontes Concesiones P erten e n cia Concesiones II. P.
de C arabaya.
1923 150 785 1 200
A p a r tir del año 1767, la p ro speridad m in era de S andia y Ca­ 1924 ........................... 163 1,264 3 341
ra b a y a , decae a consecuencia de las irrupciones de indios y de sal­ 1925 159 1,263 2 236
v ajes. E sta s irru p cio n es te rrib le s tr a je r o n po r consecuencia el éxo­
do com pleto de las fam ilias de los m ineros. Las que se en co n trab an EL ORO EN LA EPO CA REPU BLICA NA
esp ecialm ente en las m ontañas, su frie ro n m ás, dando h asta hoy dia
p áb u lo a la im aginación, las destrucciones de ciudades fabulosas, E n 1848, se em pieza a h ab lar nuevam ente del oro de C araba­
como las de S an G abán, A sarom a, A porom a, etc. ya. U n cascarillero apellidado P o b lete descubrió en el lu g ar llam a­
Cosme B ueno indica que en San J u a n del Oro, que fu é fa b u ­ do “ Q uinsahuasi” y después en “ Challum a” algunas pepas. Se orga­
losa p o r sus riquezas, no existían en el año 1768, m ás que seis f a ­ nizó in m ed iatam en te un a em presa explotadora, ju n to con La Ja ra
m ilias in d íg en as y m uy pocas de españoles. San G abán ni siquie­ y Costas, siendo P re fe cto de P uno el G eneral D eustua.
r a lo c ita ya, ap e sa r de h ab e r existido como cen tro de probables La abu n d an cia de oro p ro d u jo sin em bargo muchos ineove-
fa stu o sa s riq u ezas, ni A porom a, que había sido ig u alm en te d estru ­ n ien tes esta vez como en los rem otos tiem pos. Las m inas de Sandia
ido. Q ueda sin em bargo én la ac tu alid ad u n recu erd o de ese pu e­ y C arab ay a hab ian servido p ara en riq u ecer a muchos hombres, r e~
blo de A porom a, las cam panas y las im ágenes de cuya iglesia fu e ­ ro tam b ién p ara d esarro llar los vicios y los crím enes más nefandos
ro n tra sla d a d a s y se conservan hoy en el pueblecito de P h ara. en el recin to de las poblaciones m ineras. Los poblados se fundaban
Con m otivo de los levan tam ien to s de T upac-A m aru y m ás ta r ­ p o r el oro y por el oro m orían. Sin em bargo, el descubrim iento de
de de P u m accagua, los indios asolaron las m inas y su laboreo estu ­ las v etas progresó h asta el establecim iento de la E m presa M inera
vo m ucho tiem po ab andonado por esos serios tem ores, a ta l p u n ­ de SantoD om ingo (In ca M ining Co.) que dió a esta región la cele­
to que llegó a olvidarse su explotación. Con las luchas de la in d e­ bridad que te n ían antes, por la ab undancia de m etal extraído de
p en d en cia de A m érica, puede decirse que c ie rra u n ciclo en la his­ sus en trañ as.
to r ia de S andia y C arabaya, en lo que a la explotación del oro se El lu g a r señalado por los hom bres de ciencia, así como por los
re fie re . v iajero s, como cen tro de producción m inera, ha sido Poto. E n es­
ta región, num erosos p laceres (av en tad ero s) están diseminados
L as c ifra s hablan po r sí solas p ara ap re cia r la evolución m i­ desde las a ltu ra s de A nanea, uno de los m ás altos picos de la cor­
n e ra de Puno. dillera real, h asta u n a extensión de m uchos kilóm etros en todas
L a producción m in e ra de 1775 a 1824,las ú ltim as rem esas que direcciones. E sta m o n tañ a llam ada A nanea, está situ ad a a cerca de
se env iaron de P uno a E spaña, fu ero n de 1.765,632 m arcos de p la­ 8 m illas del pueblecito de Poto. A sus fald as se extiende un a pe­
t a y 6 onzas, como hem os visto. qu eñ a q u eb rad a de 800 m etros y extensión de 3,000 m etros, que
está sindicada como un a de las m ás notables en producción. Los ce­
Los años ricos: rro s de esta q uebrada, por am bos lados cortados a pico, están fo r­
m ados por p izarras ferru g in o sas, cruzadas por filones de cuarzo,
1780 que rindió 53,728 m arcos que alg u n as veces ofrecen m asas enorm es, como reventones (10).
1802 ” ” 52,338 “ Un acre de te rre n o 04,047 mts. cuadrados por 122 mts. de
1816 ” ” ‘ 39,279 p ro fu n d id ad , contiene 493,734 m etros cúbicos que pesan 1.132,559
1824 ” ” .......... toneladas, que a 34 cts. dá 385,070 soles por el oro contenido en
cada a c re ” . (11)
A p a rtir de la g u e rra por la Independencia, el producto de las E l oro se e n c u en tra en los ríos, en las playas y con m ayor ra ­
m inas decrece como es fácil de explicarse por las circu n stan cias zón en el cen tro del río, y a que por su peso se deposita en el le­
h istó ricas del m om ento. Los derechos percibidos en esos cincuenta cho m ayor cantidad. E n la plaza de A yapata, en la pila de servi­
años fu e ro n : 1.738,085 reales. cio público, se en c u en tra polvo de oro al hacer la lim pieza de ella.
L as m o n tañ as de S andia y C arabaya son, pues, “ las m ontañas del
L a producción m in era de P uno en los últim os años ha sido así: oro” .
Amauta 39

E n el año 1889, el R egistro O ficial de P uno dá a conocer el


núm ero de m inas de la región en la siguiente fo rm a :
V e ta s d e o ro d e S a n d ia : Cuchile, A salaya (v etas y aventade-
r o ) , C ahuanchaca, Cachichi, P otom ayo, M arcabam ba, M uñani,
C hontabam ba, V ilcabam ba, Chuchini, L a Codiciada, San Ju a n del COMPAÑIA DE SEGUROS
Oro (S an J u a n del Oro se e n c u en tra al N. O. de P ucaram ayo, en
las cabeceras del valle de A zata d istan te 24 leguas de Sandia. El
valle de A zata está regado por el río C hunchosm ayo), P u cara m a­
yo, A zata, S orpresa, S antiagopata.
“ LA PO PU L A *»’
F u u c la c la e n 1 9 0 4
V e ta s d e C u y o -C u y o : H u an c an tira (E sta m ina tuvo g ran pros­
p eridad, pero quebró por culpa del g ere n te Simpson, que dedicado -------O-------
al juego, dilapidó los capitales de la E m presa, victim ó al suprefecto Capital suscrito..... .■........ Lp. 200.000.0.00
y huy"ó a B olivia). A ncocale, (E sta v eta está a las a ltu ra s del Capital pagado ............. ,, 50.000.0.00
Fondo para dividendos...... ,,
H u n ca n atira , hacia al S ur. P roduce 30 lib ras de oro al año y más
de cien indios com uneros son sus propietarios. E l oro que ex tra en 6.000.0.00
es virgen, en polvo, y lo explotan m ediante los m ás prim itivos y A segu ra centra incendio?
sencillos p ro cedim ientos). O tra v eta colosal es la llam ada Q u e c h o ,
de propiedad de un Ju a n Saca. E ste indio huyó de la región lle­ Edificios, Muebles, Mercaderías
vándose el secreto del lu g a r de la veta, aprem iado por las a u to ri­ Productos, Automóviles etc.
dades p a ra con fesar el lu g a r citado. P a t a m b u c o : Acocunca, H uai-
nuni, Suco yel río P atam buco, rico de aren as au ríferas..
Riesgos Marítimos
Q u ia c a : A nanea, Siquicunca, San Juan-C aballu n i y Cotacunca. Cascos de Buques, Lauchas y toda clase de Embar­
S in a : La Villa, B etasp ata, P año de M anos P ablobam ba, Sa- caciones, Equipajes, Mercaderías y Productos en Tran­
qui. E n la línea que divide el P erú de Bolivia, se en c u en tra n que­ sito a cualquier parte del Mundo
b rad a s pletóricas de oro y m árm oles de bellos jasp es so rp ren d en ­ Accidentes de Automóviles
tes.
A u t o m ó v i l e s , Camiones y Omnibuses en tráfico, in­
V e ta s d e P o to : V iscach an i: u n a de las m ás célebres vetas. P a­
r a e x tra e r el oro, no hacen sino ju n ta r tie rra en el caño llam ado cluyendo el riesgo de tercera persona, o sea el daño
C arm en, y la lavan con golpes de agua que sueltan de rep resas lla­ personal o material que pueda causar el automóvil
m adas c o c h a s. asegurado
“ Se calcula en u n a lib ra de oro por cada peón en cada 4 m e­ Gf.R&nte Sr. A u relio G arcía y L astres
ses de tra b a jo . E l cubo de tie r ra a u rífe ra que contiene, puede esti­
m arse en 100.000.000 de m etros, con u n a riq u eza m edia de un OFICINA: C aite V i l i .a l t a n o . 265 - LIMA
q u into de adarm e por m etro. Lavado todo, d aría 1.250,000 onzas T e l e f o n o N o . 3 3 5 ^ A p a k t a d o 237
de oro o sean 31.550,000 de soles” (1 2 ).
F re n te a V iscachani se e n c u en tra la v eta de S an ta Rosa, Vi- AGENCIA S EN TODA LA REPUBLICA DEL PERU
llacoilla, C añocastro, Capillapam pa, S uitachapam pa, U rviola, C ar­
m en, San F rancisco, (en este lu g a r se e n c u en tra el oro bajo las nie­
ves p erp e tu as; oro de 7,000 onzas por ca jó n ). E n seguida está la
fam osa v e ta de A nanea. Se en c u en tra n boca-m inas en las ru in as % - •
del pueblo y m ás de 100 tap ad as intencionalm ente. E n los desm on­ tie r ra que hay en A porom a, no hay uno solo que no ten g a cuan­
tes au n se vé oro. E n seguida se tie n en las vetas L eonor chico, La do m enos un décimo de adarm e de oro. (13).
A su nta, La T ercera, La R inconada, A requipam pa, C alatira, A nta-
nela.
P h a r a : A 30 leguas de P h a ra se e n c u en tra la célebre v eta de Continuará
Challum a. E l río Quim sam ayo, que corre de E. a O. y vá al Inam -
bari, tie n e m ás de 100 aventad ero s de oro. Al N orte de Challum a (g ). — Boletín del Cuerpo de Ingenieros de Minas y Aguas.
se e n c u e n tra Capacorco con m uchas v etas de oro: V etilla, Com­ (9 ) . In fo rm e sobre el reconocim iento de la sección a u rí­
p ensadora. H u m aapacheta, (V irg e n ), Macho Tacum a, H uayna Ta- fe ra de Sandia y C arabaya. — R. G. Rossel.
cum a, M ichim icani, Inam bari, que a r r a s tra aren as au ríferas. Apo- (1 0 ). A dem ás, v er “ Inform aciones y M emorias” . — Vol.
ro m a que está a 11 leguas de P h ara, donde se en c u en tra n las ru in as 1.— 1902.— Pág. 214.— (Vol. I. id .).
del antiguo pueblo. E n este lu g a r: “ Un m etro cúbico de tie rra to ­ ( 1 1 ) . — Id.
m ado en el lu g a r m ás pobre a r ro ja siem pre p artícu la s de m etal p re ­ (12) . _ Además, ver Boletín del C. de Ingenieros. — Nos. 25
cioso, m ás o m enos ab u n d a n te o m ás o m enos grueso, sin fallar y 26.
nunca. P o d ría colcularse que en los m iles de m etros cúbicos de (1 3 ) . _ Id.

B a lsa s d e to to r a e n e l la g o T itik a c a
40 Amauta

SOCIEDAD EDITORA “AMAUTA”


Balance al 30 de Junio de 1928 A NUESTROS ACCIONISTAS
ACTIVO N os p e r m itim o s r e c o r d a r a los a c c io n is ta s q u e a u n n o h a n c a n ­
c e la d o su s a c c io n e s , q u e e s p e ra m o s se s ir v a n h a c e r lo lo m á s p r o n to
Accionistas Lp. 473.000
Caja 3 .390 p o sib le , p u e s el p r o g r a m a e d ito r ia l d e “ A M A U T A ” n o p u e d e r e a l i ­
Comisiones 48.414 z a rs e p e r e s ta d e m o ra . D a m o s u n ú ltim o p la z o d e s e s e n ta d ía s p a r a
Fotograbados 45.361
Gastos Generales 208.132 la c a n c e la c ió n .
Gastos de Propaganda 26.240
Impresión “Amauta" 416.950
Impresión Libro Mensual 70.000 A NUESTROS AGENTES
Libros en Consignación 46 641
E n c a re c e m o s a n u e s tr o s a g e n te s se a p r e s u r e n a e n v ia r n o s el im ­
Agentes 377.277
Muebles y Utiles 19.300 p o r te d e la s f a c t u r a s q u e o b r a n e n su p e d e r .
Deuda cobradores 13.619 A los q u e , m u y a p e s a r n u e s tr o , h e m o s s u s p e n d id o e l e n v ío , Ies
PA5IVO a d v e r tim o s q u e p re v io p a g o d e la s c u e n t a s a tr a s a d a s p o d e m o s r e a n u ­
Capital 750.000 d a r la s r e m e s a s d e e je m p la r e s d e “ A M A U T A ” y lib ro s .
Editorial Minerva 110.869
Revista “Amauta" 529.886
Libro Mensual 125.490
Consignación Minerva 66.710 A LOS AGENTES 5SVTPAGOS
Consignaciones Varias 40.’00
Avisos 108.682 A d v e rtim o s a los e x - a g e n te s d e “ A M A U T A ” q u e a c o n tin u a c ió n
J. C. Mariategui cta. préstamo 17.178
se e x p r e s a n , q u e in s is tir e m o s e n r e q u e r i r su r e s p u e s t a m ie n tr a s no
Lp. 1748.915 1748.915 p r o c e d a n a a b o n a r su s d e u d a s a e s t a g e r e n c ia .
A n g e le s H e rm a n o s , d e H u a r a z .
R ic a r d o M a r t ín e z d e la T orre E d ilb e r to Z u le ta A lia g a , C h in c h a .
GERENTE
C arlo s H eck B e r n a r d o M a x A r a n a , a g e n t e v ia je ro .
CONTADOR EL GERENTE.

di
CASA ESPAÑOLA

A. MONTORI Cía.
F u n d a d a e n 1 8 0 0

B elleza y C o n fo r t p a v a e l H o g a r
' ---------——■ i —
ALFOMBRAS, de centro y por
I metros.
PASADIZOS, FELPUDOS.
CATRES, ingleses y americanos.
VEHICULOS para niños.
CORTINAS autom áticas “W ES-
¡ TER” .
GALERIAS para centros y útiles.
I MARROQUINES.
CUEROS ARTIFICIALES
PAPELES pintados.
PINTURAS EN PASTA.
AGUARRA S- -A GEITES
LINOLEUMS para pisos..
HULES para mesas.
CENTROS de hule.
CERA para pisos.
ESCOBILLONES y útiles para
I limpieza.
El mayor surtido a los m ejores
precios.
| Calle de Mantas 198. Apartado 837.
IH mimiuiuniTHiHinuiimiuuiiiiiiiiiiiiiiiiiiniimminiiiiuinnmr^'-’""................................................
Lima, Perú.
C IBR C JBIBLIOGRAFIA,
5
CRITICA, NOTICIAS LITERARIAS,
Y RE U I CIENTIFICAS
5
Y
XH
ARTISTICAS
5

Afeo 1
11 Lima, J u lio de 1928 N ú m e r o 18
' ' "" - ..... ................. "" II l "T u - «f

U b ic a c ió n d e H idalgo E L E G IA B IB L IO G R A F IC A D E O T T O B R A U N

O tto B r a u n m u r ió e n la g u e r r a . O t t o B r a u n e r a g e n ia l. O t t o
A lberto Hidalgo significó en n u e stra lite ra tu ra , de 1917 al 18, B r a u n f u e n iñ o . O t t o B r a u n d e c ía c o s a s q u e d a b a n p e n a .
la exasperación y la term inación del experim ento “ colónida” . H i­
dalgo llevó la m egalom anía, la egolatría, la beligerancia del gesto Y o q u is ie r a h a c e r e l r e t r a t o d e O t t o B r a u n . O t t o B r a u n 7 a-
“ colónida” a sus m ás extrem as consecuencias. Los bacilos de esta n o s. B lu s a b la n c a , a z u l d e m a r i n e r o y b o n ito p e lo . L a m ir a d a d e
fiebre, sin la cual no h ab ría sido posible talvez elevar la te m p era­ O tto B r a u n r e d o n d a , p u r a d e b u e n o s p e n s a m ie n to s . Y s ie m p r e O t ­
tu r a de nuestras le tras, alcanzaron en el H idalgo, to d av ía provin­ to B ra u n e n tr e n u b e s.
ciano de “ P anoplia L írica” , su m áxim o grado de virulencia. Valde- O t t o B r a u n m u r ió e n la g u e r r a . Y e n A le m a n ia se le e a O t t o
lom ar estaba ya de regreso de su aventuroso viaje por los dominios B r a u n p o r q u e m u r ió e n la g u e r r a . I s e le l lo r a t o d a v í a p o r q u e m u ­
d’annunzianos, en el cual,— acaso porque en D’A nnunzio ju n to a r ió e n la g u e r r a .
V enezia bizantina está el A bruzzo rústico y la playa ad riática,—
descubrió la costa de la criolledad y entrevio, lejan o , el co n tin en te D e c u a tro a ñ o s O t t o B r a u n e s c rib ió a su p a p á p e r o y a se
del inkaísmo. V aldelom ar había guardado, en sus ac titu d es m ás h a b ía m u e r t o . 1 O t t o B r a u n c u a n d o t u v o 17 a ñ o s e n c o n t r ó e n la s
ególatras, su hum orism o. H idalgo, u n poco tieso aú n d en tro de su c a rta s a m o ro sas a su m a m á la q u e é l h a b í a e s c rito d e c u a t r o a ñ o s
chaqué arequipeño, no te n ía la m ism a agilidad p ara la sonrisa. El a su p a p á . O t t o B r a u n se p u s o e s a v e z a l lo r a r .
gesto “ colónida” en él e ra patético. P ero H idalgo, en cam bio, iba
O t t o B r a u n h a b ló a su m a d r e L ily s o b r e e l a m o r . L ily B r a u n
a ap o rta r a n u e stra renovación lite ra ria , quizá po r su m ism a b ro n ­
a p u n ta b a . U n o s p e lo s le c a í a n e n e l o jo iz q u ie rd o . P o r e l o t r o le
ca virginidad de provinciano, a quien la urb e no h ab ia aflojado,
b r i l l a b a u n a l á g r i c a c a tó lic a .
u n gusto viril por la m ecánica, el m aqum ism o, el rascacielo, la ve­
locidad, etc. Si con V aldelom ar incorporam os en n u e stra sensibili­ O t t o B r a u n d e c ía :
dad, an tes estra g ad á por el espeso chocolate escolástico, a D’A n­
“ W a s f e h lt y e t z t d e r W e l l ? L ie b e ! V ie le m e n s c h e n b e h a u p t e n ,
nunzio, con H idalgo asim ilam os a M arinetti, explosivo, tre p id a n ­
s i e liq b e n v o n t i e f s t n H e r z e n a b e r lie b e n sie W ir k lic h r e i n u n d
te , cam orrista. H idalgo, p a n fle tista y lapidario, continuaba, desde
e d e l? ”
otro p unto de vista, la lín ea de González P ra d a y More. E ra un
p erso n aje excesivo p a ra un público sedentario y reum ático. L a O t t o B r a u n e r a u n A n g e l. O t t o B r a u n le d ió c ie lo a A le ­
fu e rz a ce n trifu g a y secesionista que lo em puja, se lo llevó de aquí m a n ia . O t t o B r a u n f u e a la g u e r r a y lo m a tó u n a g r a n a d a .
en un torbellino.
M u r ie r o n m uchos p o e ta s en la g u e rra : fra n c e se s y a le m a ­
H oy H idalgo es, aunque no se m ueva de u n b arrio de Buenos
n es.
A ires, u n poeta del idiom a. A penas si como an teced en te, se puede
O t t o B r a u n ( 1 7 a ñ o s ) t e n í a p e n a d e q u e m u r ie r a n lo s p o e ta s
h ab lar de sus av e n tu ras de poeta local. C reciendo, creciendo, ha
e n la g u e r r a .
adquirido efectiva e s ta tu ra am ericana. Su lite ra tu ra tie n e circu la­
O tto B ra u n en P a z .
ción y cotización en todos los m ercados del m undo hispano. Como
O tto B ra u n , u n a c ru z .
siem pre, su a rte es de secesión. E l clim a a u stra l ha atem p erad o y
C a d a a n iv e r s a r io , u n a m is a .
robustecido sus nervios u n poco tropicales, que conocen todos los
S u m a m á L ily , u n a l á g r im a .
grad os de la lite ra tu ra y todas las la titu d e s de la im aginación. P e ­
O t t o B r a u n , u n a f lo r .
ro Hidalgo está— como no podía d e ja r de e sta r— en la van g u ard ia.
Se siente,— según sus p alabras— en la izquierda de la izquierda. X a v ie r A B R IL .
E sto quiere decir, a n te todo, que H idalgo h a visitado las di­
versas estaciones y recorrido los diversos cam inos del a rte u ltra ­
m oderno. L a experiencia v an g u ard ista le es, ín teg ram en te, fam iliar. P olíticam ente, histó ricam en te, el an arquism o es, como está a-
D e esta gim nasia incesante, ha sacado u n a técn ica poética d ep u ra­ veriguado, la ex trem a izq u ierd a del liberism o. E n tra por ta n to , a p e­
d a de todo rezago sospechoso. Su expresión es lím pida, bru ñ id a, sar de to d as las p ro testas inocentes o in teresad as, en el orden ideo­
c e rte ra , desnuda. E l lem a de su a rte es éste : “ sim plism o” . lógico b urgués. E l a n a rq u ista , en n u estro tiem po, puede ser u n
P ero H idalgo, por su espíritu, está sin quererlo y sin saberlo, “ rev o lté” ; pero no es, h istó ricam en te, u n revolucionario.
en la ú ltim a estación rom ántica. E n m uchos versos suyos, encon­ H idalgo,— au n q u e lo niegue,— no h a podido su stra erse a la e-
tram o s la confesión de su individualism o absoluto. De to d as las moción rev o lu cio n aria de n u estro tiem po cuando h a escrito su
ten d en cias lite ra ria s contem poráneas, el unanim ism o es, evidente­ “ U bicación de L en in ” y su “ B io g rafía de la p a la b ra Revolución” .
m en te, la m ás e x tra ñ a y au sen te de su poesía. Cuando lo g ra su E n el p refacio de su últim o libro “ D escripción del Cielo” , la ilu ­
m ás alto acento de lírico puro, se evade a veces de su egocentris­ sión su b je tiv ista lo hace, sin em bargo, escrib ir que el prim ero “ es
mo. Asi, por ejem plo, cuando dice: “ Soy ap re tó n de m anos a todo u n poem a de exaltación, de p u ra lírica, no de d o ctrin a” y que
lo que vive.— Poseo plena la vecindad del m undo” . Más con estos v er­ “ L enin h a sido u n p rete x to p a ra c re a r como pudo serlo u n a m o n ta­
sos em pieza su poem a “ E n v erg ad u ra del A n arq u ista” que es la m ás ña, u n río o u n a m áq u in a” , y que “ B io g rafía de la p alab ra revo­
« in cera y líric a efusión de su individualism o. Y desde el segundo lución, es u n elogio de la revolución p u ra, de la revolución en sí,
verso, la idea de “vecindad del m undo” acusa el sentim iento de cu alq u iera que sea la causa que la d icte” . L a revolución pu ra, la
secesión y de soledad. revolución en sí, querido H idalgo no existe p a ra la h isto ria y, p o r
E l rom anticism o— entendido como m ovim iento literario y a r­ ende, no existe tam poco p a ra la poesía. L a revolución p u ra es u n a
tístico, anexo a la revolución burguesa— se resuelve, conceptual y abstracción. E x isten la revolución lib eral, la revolución socialista,
sen tim en talm en te, en individualism o. E l simbolismo, el decadentis­ m uchas revoluciones. No existe la revolución p u ra, como cosa his­
mo, no han sido sino estaciones rom ánticas. Y lo h an sido tam b ién las tó ric a y, p o r consiguiente, como te m a poético.
escuelas m odernistas en los a rtista s que no h an sabido escap ar al De las tr e s categ o rías p rim arias en que, por com odidad de
subjetivism o excésivo de la m ayor p a rte de sus proposiciones. clasificación y de crítica, cabe, a mi juicio, dividir la poesía con­
H ay un síntom a sustantivo en el a rte individualista, que indi­ tem p o rán ea,— lírica p u ra, disp arate absoluto y épica revolucionaria—
ca, m e jo r que ningún otro, su proceso de disolución: el em peño H idalgo siente, sobre todo, la p rim e ra ; y aquí está sp fu e rz a m ás
con que cada a rte , y h a sta cada elem ento artístico , reiv in d ica su g ran d e, la que le h a dado sus m ás bellos poem as. E l poem a a Le­
autonom ia. H idalgo es uno de los que m ás radicalm en te ad h ieren a n in es u n a creación lírica. (H idalgo se engaña sólo en cu an to se
este em peño, si nos atenem os a su tesis del “ poem a de v arios lados” . supone ageno a la em oción h istó ric a). E l d isp arate,— si ehjuiciam o»
“ P oem a en el que cada uno de sus versos constitu y e u n ser libre, su actu alid ad p o r “D escripción del Cielo” ,— desaparece casi com ple­
a p esar de hallarse al servicio de u n a id e a o u n a em oción c e n tra ­ ta m e n te de su poesía. Es, m ás bien, uno de los elem entos de su
les” . T enem os así proclam ada, categóricam ente, la autonom ía, la p ro sa; y n u n ca es, en verdad, disp arate absoluto. C arece de su iú*-
individualidad del verso. L a estética del a n a rq u ista no podia se r o- cohereñcia alu cin ad a: tien d e, m ás bien, al d isp arate lógico, r a ­
tra . cional. L a épica rev o lu cio n aria— que an u n cia u n nuevo rom anticis-
42 L IB R O S Y R E V IS T A S

jno— indem ne del individualism o del que te rm in a— no se concilia do sobre este mismo pedazo de te rre n o en que estam os: la casa
con su tem p eram en to ni con su vida, v iolentam en te anárquicos. de sus m ayores. Sonríe. Sonríe la rg am en te,— con su boca ancha,
A su individualism o exasperado, debe H idalgo su d ificultad m ostrando dos hiladas de dientes,— a m edida que los recuerdos le
p a ra el cuento o la novela. Cuando los in te n ta , se m ueve d en tro de g u iñ an p a ra que los p re fie ra en esta selección que nos está hacien­
u n género que exige la ex trav ersió n del a rtista . Los cuentos de do.
H idalgo son los de u n a rtis ta in tra v ertid o . Sus p erso n ajes ap arecen Silva V aldés re c ita los poem as suyos de u n a m an era adm ira­
esquem áticos, artific ia les, m ecánicos. Le sobra a su creación, h asta ble. N ada m ás que sus poem as es capaz de rec itar. ¿P o r qué los
cuando es m ás fan tá stic a, la excesiva, in to leran te y tirá n ic a p re ­ re c ita rá así? Cuando dice “Los P o tro s” o “ La c a rre ta ” , o “El ra n ­
sencia del a rtista , que se niega a d e ja r vivir a sus c ria tu ra s por su cho” , o “ S aran d í del Yí” , o cu alq u ier otro poem a de los suyos, la
p ro p ia cuenta, porque pone dem asiado en todas ellas su individuali­ g en te estalla en un entusiasm o estruendoso. Se pone, talm ente,
dad y su intención. los versos en la boca como si fu e ra n caram elos. Y allí se está sa­
Jo sé C a r lo s M A R IA T E G U I. boreándolos, dándolos vueltas, gustándolos en la exquisita esencia
que poseen.
Y qué lindo am or propio gaucho tie n e este po eta nuestro!
Sabe qué pu n to s calza y h a sta dónde llega su fam a desparram ada
p o r el m undo como u n oleaje. Celoso de sí mismo, enam orado de
In t e r v i e w s Uruguayas su obra, F e rn á n Silva V aldés es el a rtis ta que vive en m eticulosi­
dad p e rp é tu a ; en a fá n su p e ra d o r; en ir y v en ir de curiosidades
ACABO DE VER A: p o r estos archivos rep leto s de sus recuerdos.
F E R N A N S IL V A V A L D E S Nos vamos. F erro carriles. M uchos tren es. V an y vienen las
hiladas in term in ab les de vagones. R asgan la paz del barrio subur­
(P a ra "A M A U T A ” ) bano las p itad as estrid en tes. Las locom otoras, h a rta s de la perse­
cución de los vagones, se ex ten ú an de asm a.
F erro c arriles. Muchos tren e s. Seis, diez p are s de vías azuladas Al fre n te : la bahía plácida. E m piezan a encenderse, por sí
sobre u n te rre n o negro de carbón molido. E n fre n te : la b ah ía; m ismas, las luces en las casitas del C erro. La trem en d a mole em­
a g u a azu l; barcos inm óviles m irando p asar la vida a trav é s de sus pieza a d ar v u eltas la cabeza. T iene u n a fo rta le z a como kepis y
ojos de buey. Al fo n d o : la m ole gris del C erro de M ontevideo, le­ u n a v isera la rg a de luces de faro . L a bahía, p erfo ra d a de lúceos
v an tad o sobre casitas blancas, atisbando las cosas yankees de los deshiladas, se obscurece h a sta fu n d irse con el cielo, p erfo rad o tam ­
frigoríficos. A u n lado: (a la izquierda) la ciudad. B arullo de bién por luces fijas. Se h an ido todos los barcos. Silban los trenes.
trá n s ito ; tu m u lto de g en tes; golpazos de cornisas co n tra el cielo; P asan los rápidos de prim anoche. Rezonga el te lég rafo por quién
ta jo s de calles; puñaladas de re fle jo s; ansias de cúpulas, de p a ra ­ sabe qué cosas y u n vientecillo ju g u e tó n viene a hacernos fiestas
rra y o s, de m iradores atrevidos. Al otro lado: (d e re c h a ), la placi­ con las en red ad eras en cuanto salim os al p o rtó n de la casa de Sil­
dez de C apurro, la p laya olvidada después de un apogeo de gloria
va.
m undana. Nos vamos. P o r la calle M a tu ran a resu e n an nuestro s pasos.
Y aquí, en esta especie de palquito te a tr a l; aquí, fre n te a B alasto pisoteado. E n riq u e B u stam an te y B allivián:— querido, le­
f re n te a ese escenario, desde donde se divisa M ontevideo y se co­ jan o , inolvidable am igo: ¿re cu erd a u sted esta v isita que hicimos
lu m b ra el cam po; aquí, ju n to a estos fe rro c arriles espantados que al p o eta? Y ¿se a c u erd a u sted del asom bro que le causó a Silva
tr a e n olor a p o tro s; aquí mismo, en u n a casita blanca, n ítid am en te V aldés aquel reg alo que yendo con O ribe — con el enorme,
b lanca, de estilo colonial, vive F e rn á n Silva V aldés con su gloria pro fu n d o , ta c itu rn o Em ilio O ribe— tuvo u ste d la ocurrencia de o-
de poeta, su m u je r y su hijo al que apoda “Y uyito” . frecerle?
N u e stra visita sorprende al poeta. Le hem os obligado a d e ja r A lfre d o M a rio F E R R E IR O .
la siesta p a ra el día siguiente. E n pijam a, deslum brados los ojos
de luz, alto, sonriente, esforzándose po r ver, nos hace adem án
p a ra que avancem os. Y, ya den tro del tibio ja rd ín que le ab raza
p eren n em en te la casa, nos recibe su m ano rec ia de dom ador de po­
CRONICA E® UBROS
tro s y dom ador de im ágenes. A L B E R T O ZUM F E L D E
A vanzam os más. E n to rn o a u n a m esa, sujeto s por las co rtin i­ E s t é t i c a d e l N o v e c ie n to s .
lla s de los anaqueles, se ag ru p a y atro p ella el colorido de los libros. B u e n o s A ire s .
¡C ientos y cientos! L a fam a de Silva V aldés le h a hecho víctim a E l A te n e o .— 1 9 2 8 .
de los envíos literario s. B ueno y malo. Como de costu m b re: m ás,
m ucho m ás, m alo que bueno. F e rn á n Silva V aldés sonríe, por de­ E n la ubicación del a rte actu al, tam b ién A m érica ofrece su
b ajo de su bigote am ericano, a n te nuestro asom bro y an te n u e stra esfuerzo. E sto es el libro de Zun F eld e: ubicación, interpretación.
Se h a hecho m ucho al respecto, pero pocas veces u n análisis ta n
com pasión.
concienzudo como el suyo. H abía que p a rtir necesariam ente, del
N os sentam os ju n to a la m esa. U n “a ffic h e ” de “A gua del
a r te trad icio n al. Y an tes que el del a rte , e n c arar el problem a filo­
T iem po” se escapa hacia la v en tan a ; pero lo a ta ja u n re tra to de
sófico. U n sólo problem a con m uchas caras. P o rq u e “ el fenómeno
J u a n a de Ibarbou rou, g ra n am iga del poeta. D ebajo del escritorio
estético es in sep arab le del com plexo del fenóm eno hum ano” , con­
de Silva V aldés, anidado de libros y papeles. E stam os sentados
cepto que no concibe la c u ltu ra del O chocientos, concepto de fu n ­
en to rn o a la m esa: Silva V aldés extiende las m anos y las ju n ta
ción, de relación, propio de la nu ev a sensibilidad. Neoclasicismo,
sobre la carpeta. D estacada, así, su fig u ra . Ojos escrutadores. Sabe
rom anticism o, realism o, simbolismo, son etap as de u n a cu ltu ra ra ­
m ira r sin pestañeos, fija m en te , d uram ente. Sabe a tra p a r con la pu­
cionalista. L a cu ltu ra del N ovecientos la rech aza p o r espíritu. Y
pila, como en u n a costum bre, los m ás sutiles m atices. ¡Q ué esca­ vienen con ella la filo so fía de la in tu ició n y de la inconsciencia, y
p a ra te de sensaciones lum inosas te n d rá este ex trao rd in ario veedor el a rte su p errealista. ¿P ero este a rte es deshum anizado? P lantea,
en las re tin a s! E ste p o eta de la luz, de la im agen exacta, del re la ­ entonces, la objeción a O rteg a G asset: ¿Cómo u n a rte deshum ani­
to lum ínico, se ay u d a los ojos con unos len tes de arq u e ad a con­ zado ,vale decir, desvitalizado, puede ser expresión de u n a cultura
cha y flexibles p atillas. Y, al trav é s de esos cristales, h a visto esa ren o v ad a? Y juzg an d o m ás de cerca la cuestión, Z. F . cae en que
m aravillosa vida que se aposentó p a ra in m o rtalizarse en la p lan a O rteg a es u n sofista. Quizás. L a objeción es fu n d am en tal. Pero
celebérrim a de sus poem as nativos. el ensayo de O rteg a sólo fu é u n in ten to . Si tuvo pretensiones de
H ab la con reposada voz; v a tray en d o las cosas como si fuese ser difinitivo, la acusación q u ed ará en pie.
a buscarlas. P ialando rebeldías de le n g u aje y am asando adjetivos. E l a rte actu al, según Z. F ., re ú n e tre s cualidades que nunca
Boliando com paraciones, enlazando tro p a s en te ra s de im ágenes. estuvieron ju n ta s en el a rte p asado: construcción, expresión, y
Silva V aldés charla. P o r la p u e rta de su rela to v an saliendo tipos estilización. P o rq u e o se concebía u n a rte de expresión sin cons­
perseguidos po r horizontes. N os r e la ta su vida de m uchacho; nos tru cció n — el rom anticism o— ,o u n a rte de construcción sin expre­
h abla de un tipo por el que sintió adm iración. E ra uno de esos sión— el academ ism o— , o am bos sin la estilización— el realismo.
buscavidas, recorrem undos, que te n ía ese encanto que hay en la L as co n feren cias de Z. F . co n stitu y en el esfuerzo m ás logra­
am algam a del ta h ú r y el caballero. H ace poco, leyó Silva en un do— en n u estro idiom a— p a ra d a r ubicación e in te rp retació n al
diario que en E spaña, o en M éxico, o en F ilipinas, le h ab ían m u erto a r te nuevo. A rd u a labor, pacientísim a investigación y aguda per­
a p u ñ a la d a s............ cepción crítica.
A m ontona Silva V aldés sus recuerdos. Toda su vida h a o cu rri­ E d u ard o N úñez H ague.
L IB R O S Y R E V IS T A S 43

L u is A l b e r to S á n c h e z . caba algunas páginas suyas, siendo esto un a novedad p ara el lec­


“ L A L IT E R A T U R A P E R U A N A ” to r sudam ericano.
T a l l e r e s P e r ú , L im a , 1 9 2 8 . D u rtain m erece la m ás am plia popularidad, esa popularidad que
por desgracia, p arece reserv ad a a los m alos escritores. Es un a rtis­
D espués de otros ensayos sobre el mismo tem a— “ ¡os poetas ta y un p en sad o r; es un prosador original y robusto. V iajero lúcido
de la Colonia” , “ los P o eta s de la R evolución”— ese escrito r estudio­ se h a lanzado a la conquista del mundo, y, en sus libros, nos dá las
so, ese investigador in te lig e n te que es Luis A lb erto Sánchez nos o- m ás vivientes im ágenes y visiones de los pueblos y de los hombres.
fre ce , ah o ra, un p anoram a to ta l de la lite r a tu r a p eru an a. P a n o ra ­ D espués de Hollywood con su m iseria y m ediocridad, que en vano se
m a que com prenderá dos volúm enes. esconden tra s el oro yanqui, es la R usia soviética, an to rch a de la ci­
P ero ¿es posible que tengam os u n a lite ra tu ra en este querido vilización. D u rtain m ira con g ran d eza y siente hondam ente. E s un
país apenas salido del cascarón?— E n las 223 páginas de su libro— a rtis ta porque tien e ferv o r hum ano; en su prosa cálida, ap retad a,
u n estilo áspero, u n poco rugoso, pero m uy personal— Sánchez ab u n d an te y nerviosa pasa un hálito de vida, ard ien te y generosa.
convence absolutam ente, com pletam ente al lecto r de la existencia H a m irado la tie rra ru sa— esa g ran tie rra m ística— y la fé de ese
de esa lite ra tu ra . P a ra eso dom ina el asu n to de su libro y conoce pueblo de ilum inados y de idealistas lo g an a por entero. (No obs­
a fondo el te m a de que tr a ta . H o nradam en te Sánchez nos m u estra ta n te que reconoce los erro res que puede h aber en aquella civili­
sus “ andam ios” . T am bién se ja c ta — olvidando su ju v e n tu d — de no zación— al fin hum ana— insp irad a en un anhelo de m ejoram ien­
te n e r ni pasión, ni prejuicios. Yo creo— al revés de la m ay o ría— to social). “ L ’ a u tre E u ro p e” es un libro llam ado a p erd u rar. T er­
que el crítico debe ser apasionado. E l am or es fu e n te de conocim ien­ m ino esta n o ta— sin pretenciones de crítica— deseando que un es­
to. Y Luis A lberto, que no en vano tie n e 26 años — 26 años el más c rito r como José Carlos M ariátegui nos dé un estudio m ás acaba­
herm oso p rese n te que los dioses pueden hacerle a los hom bres— do del libro y de la personalidad de Luc D urctain.
sabe exaltarse, sabe enferv o rizarse— sus pág in as sobre el p aisaje M. W-
p eru a n o son m uy sentidas,— a pesar de la serenidad de que hace
gala. Y adem ás es com bativo, irre v e re n te , agresivo, sincero, tr e ­ J u a n A n d ra d e .
m endam ente sincero, siendo esta agresividad, esta sinceridad y esta “ C H IN A C O N T R A E L IM P E R IA L IS M O ”
irre v e re n c ia el aspecto m ás sim pático de su obra. E d ic io n e s d e O r ie n te .
Y— p a ra h ab lar como todo el m undo— direm os que “ L a lite ­ M a d rid , 1 9 28-
r a tu r a p e ru a n a ” es u n buen libro de consulta y de estudios.

A N D R E M A U R O IS E l docum entadísim o libro de Ju a n A ndrade nos sirve de brú-


“ V o la y e a u p a y s d e s A r t i c o l e s ” av e n tu rarn o s a rec o rrer el inexplorado campo geográfico
de China. L ate en todas las páginas de este libro, la emoción hu­
N o u v e lle R e v u e F r a n c a i s e
m a n ita ria de un hom bre honrado, que se conm ueve dolorosam ente
P a rís , 1928.
a n te los h o rro res del im perialism o que ejecu ta sus m atanzas en de­
Más que a A ndré M aurois conoce n u estro público lecto r a fen sa de los in tereses del capitalism o del Occidente. E ste bello mo­
saico histórico tien e el em puje de un a v ib ran te historia con­
P a u l M orand. (N o hablarem os del señor P ie rre Benoit, cuyas p ro ­
tr a la p reten d id a labor civilizadora del europeism o ó, m ejo r
ducciones se h an extendido por Sud A m érica con la violencia de u na
del capitalism o en O riente. C uatrocientos m illones de cam ­
epidem ia.) Y sin em bargo el a rte de A ndré M aurois es m ás fino,
pesinos y obreros dan su sangre en beneficio de los accionistas de
m ás sobrio, m ás claro que el de P au l M orand hecho de to d a la la ­
la “ Chinese E n g in eerin g and M ining Co.” la “In tern atio n al E x­
situ d y de todo el cansancio de E uropa. M aurois, en sus obras, to ­
p o rt Co.” , la “ China M utual Steam N avigation Co.” y ta n ta s otras
ca problem as del esp íritu ; M orand, problem as de la g a la n te ­
que pag an fabulosos dividendos, desde el 106% h asta el m ínim un
ría . Con refin am ien to y elegancia, es cierto, pero g alan te­
del 3 1 % , m ien tras el salario medio del obrero chino no sube de
r ía al fin . Y estas h isto rie ta s g alan te s de los fran ceses son, ya, un
diez centavos por jo rn ad a , siendo el máximo de cuarentiocho so­
poco ab u rrid as. T an to como los film s sentim en tales am ericanos. les m ensuales.
E l “ V oyage au pays des A rticoles” es la sá tira m ás deliciosa
J u a n A ndrade reco rre pulgada a pulgada el cuadro histórico
y delicada que puede hacerse de aquellos escrito res em peñados en
de la explotación im p erialista en China. La am bición desmedida,
se r ú n icam ente “lite ra to s” y no hom bres. Los “ A rtico les” viven en
su decisión ab so lu ta de conseguir los m ás pingües beneficios a cos­
u n a isla m uy herm osa, en u n am biente de lo m ás propicio a la cre a­
t a de un pueblo superpoblado y ham briento, el cinismo con que
ción lite ra ria . C onsideran a la vida como a la ficción y al a rte co­
bom bardea ciudades civiles so p retex to de salvar los in tereses de
m o a la realidad. P ero lejos del dolor y del tra b a jo , de todo es­
la civilización cap italista, vengando la m u erte de m isioneros reli­
fu erzo y de to d a m iseria su obra se to rn a artificio sa, incolora, dé­
giosos, avanzadas de la b u rguesía absorvente, y los horrores cerca­
bil, pálido engendro de lite ra to que ni siente, ni padece.
nos que tenem os nosotros en N icaragua, la presencia del ca­
pitalism o n o rteam erican o en T alara, P aita, Lobitos, Cerro de P as­
A n d r é M a u ro is
co, la in tervención del Gobierno del W a ll S tre et en los asu n to s
“ B e rn ard Q u esn ay ” in te rn o s de estos países, en donde, el em bajador A m ericano no
N o u v e lle R e v u e F r a n c a i s e .— es o tra cosa que un asesor del im perialism o p a ra buscar nuevas
P a rís , 1928 posibilidades a la expansión de sus banqueros y com erciantes, h a­
cen que la obra de A ndrade sea de in terés p a ra los jóvenes que en
S obre B e rn a rd Q uesnay pesan varias g eneraciones de in d u s­ A m érica nos preocupam os de obstaculizar el avance del capitalis­
tria le s. E n su fam ilia no se ha hecho sino te je r paños y lanas. P or mo yankee auspiciado por n u e stra burguesia sem i-capitalista y
atavism o sin v erd a d era vocación y po r r u tin a B ern ard Q uesnay pseudo dem ocrática.
e n tre g a rá su v ida e n te ra a la fáb rica , a u s te ra labor, que im prim i­ China acosada por p erro s fam élicos que quieren devorarla hasta
r á en su ro stro la h u ella del “ cap itán de in d u stria ” . T am bién B er­ d e ja rla en huesos m ondados, sólo tiene a su lado la am istad efectiva
n a rd que es u n m elancólico se e n tre g a rá a la acción p a ra no e sta r de la R epública ru sa de los soviets. Al subir el p ro letariad o al po­
f re n te asi mismo. Y lle g ará a sa crifica r al tra b a jo el am or de un a der, ren u n cia a todos los beneficios que el zarism o había conquista­
m u je r. do a costa del pueblo chino. E n este sentido, com enta el au to r, de
Caso estudiado con in telig en cia y con lucidez; el libro todo
acuerdo con los in tereses del pueblo chino han actuado en China
e s tá escrito con esa sobriedad y ese sentido de los m atices peculia­
los diplom áticos soviéticos. H an encontrado, n atu ralm en te la opo­
r e s a M aurois. B e rn a rd Q uesnay es uno de aquellos p erso n ajes
sición de los rep rese n tan tes de las dem ás potencias. E ra n p olíti­
a los que u n escrito r ha sabido d a r el relieve de la vida.
cas diversas que forzosam ente te n ían que chocar. R usia era y es
el único país que de un a m an era sincera ayuda, en sus deseos de
L u c D u r ta in independencia, al pueblo ruso. Las dem ás potencias sólo aspiran a
“ L ’ A u tre E u ro p e ” som eter en un cerco, cada vez m ás estrecho, al pueblo de aquel
N o u v e lle R e v u e F r a n c a i s e . vasto país.
P a rís , 1928. La fig u ra de Sun Y at Sen adquiere los relieves de un caudi­
Luc D u rtain — m édico como G eorges D uham el— es uno de los llo popular, desinteresado y sin oportunism os, como no lo son los
f u e r te s escrito res de hoy. Su obra todavía no está com pletam ente m ilitarizan tes C hang So Lin, W u P ei F u, C hang Sun Chang, F eng
d ifu n d id a e n tre nosotros. “ A m a u t a " — hace algunos meses— publi­ Yu Siang y C hang K ai Chek, oportunism o del caudillaje que cono-
44 L IB R O S Y R E V IS T A S

ceñios en n u e stra A m érica. Sun Y at Sen, al se n tar los principios


d octrin arios del K uom intang, com prendió que su fu e rz a ideológica
estab a en em pujarlo cada vez m ás hacia la izquierda socialista r e ­
OFICINA DEL LIBRO
volucionaria. E n el um bral de la agonía, el 15 de m ayo de 1925
dirige u n a c a rta al Com ité E jecutivo de los Soviets: “ Me despi­ Casilla SÍ107 - LIMA
do de vosotros creyendo que se acerca el día en que la U nión de
los soviets salu d ará u n a China libre y fu e rte y la tr a ta r á como a
país am igo y aliado, y que todos los países irá n unidos p a ra la li­
b eración de todos los oprim idos del m undo” . E ste acto de fé es u n a
v erd a d era declaración m a rx ista revolucionaria, hecha por un m ori­
La Oficina del Libro, establecida por la Socie­
bundo que no podía te n e r n ingún in te rés en form ularla, índice de dad Editora “Amanta", se propone organizar, median­
lo que Sun Y at Sen pedía y esperaba del K uom intang. P ero, a su te una activa y metódica propaganda, la difusión del
m u e rte, no obstante del esfuerzo de los com unistas, la ten d en cia libro en provincias, ofreciéndolo al lector al mismo
b u rg u esa y oportu n ista de las derechas m ató al partido. Lo que es­
ta b a llam ado a ser un m ovim iento de liberación se convirtió en po­
precio a que se vende en la capital y sin más recar­
d er de reacción. P eligro fu n esto que es im p o rtan te indicar. P a ra go que el 10 ojo de gastos de correo certificado.
el p ro letariad o chino, consecuencia lógica, careció de in te rés la
lu ch a co n tra el capitalism o e x tra n je ro si se dejaba en pie el n a ­
A este efecto, la Oficina del Libro distribuirá
cional. L a g ran m asa obrero-cam pesina se separa. Resuelve hacer mensualmente en provincias, varios miles de ejempla­
la revolución por si mism a, en un sentido esencialm ente socialista. res del boletín bibliográfico “Libros y Revistas " y
E l K uom intang fu sila en m asa a m iem bros de la Ju v e n tu d Comu­ publicará en cáda número una lista completa de no­
n ista. Sus leaders se quitan la careta, exhibiéndose como lo que son,
bandos burgueses y cap italistas que luchan por desalojar a los b an ­
vedades extranjeras y nacionales, con sus precios, los
queros e x tra n jero s p a ra ser ellos los únicos u su fru c tu a rio s de la cuales serán invariables y fijos para todos los clien­
explotación sistem atizada del pueblo chino. tes. Distribuirá también la Oficina del Libro, al
E l K uom intang ha fracasado como m ovim iento ideológico iniciar su trabajo, catálogos y listas de las existen­
popular. A hora tie n e m ás bien c a rácter fascista. El congreso a n ti­
cias de todas las librerías importadoras y edito­
im p erialista de B ruselas acab a de expulsar de su seno a los dele­
gados del K uom intang y rendido u n hom enaje a las víctim as co­ ras que se adhieran a su servicio.
m u n istas sacrificadas. N osotros acom pañam os a los m illones de
cam pesinos chinos que luchan al lado de los obreros de las fá b ri­
cas y de los m uelles, p a ra c re a r en su pais u n régim en de d icta­
Avisamos a nuestros suscritores y agentes:
d u ra p ro letaria, convencidos de que el éxito de todo m ovim iento so­
cial está basado en la lucha de clases, siguiendo la experiencia del que- podemos servirles los siguientes libros
cam ino recorrido po r la revolución rusa, camino que es y a u n ca­
so de tá c tic a concreta, sancionada po r el éxito de la victo ria y la E diciones N acionales
p erd u ración en el poder de los proletarios organizados que la re a ­
lizaron. E S C E N A C O N T E M P O R A N E A , J. C . M a r ia t e g u i S. 1 .8 0
E ste es el cam ino. In te n ta r otras fórm ulas, será co rrer el p e­ N U E V O A B S O L U T O , I b é r ic o R o d r ig u e z 1 .8 0
ligro de favorecer las am biones burguesas locales, como en el caso K y r a K y r a lin a , P a n a it Istr a ti 1 .8 0
del K uom intang. J u a n A ndrade, así lo com prende. E n esto coincide T e m p e s t a d e n l o s A n d e s , L u is V a lc á r c e l 2 .0 0
con nosotros' y tenem os el p lacer de incorporarle en tre los escrito ­ E l L ib r o d e la N a v e D o r a d a , A l c i d e s S p e lu c ín 2 .5 0
re s de n u e stra sim patía, colaboradores en la g ra n cru zad a social E l A m o r L i m o s n e r o , R . M a r tín e z d e la T o r r e 1 .5 o
p o r la liberación de todos los oprim idos del m undo. C ie n M e j o r e s P o e s í a s P e r u a n a s 2 .0 0
E l C u c h i llo e n t r e l o s d i e n t e s , H . B a r b u s s e 0 .6 0
R ic a rd o M a r tín e z d e la T o r r e .
L o s H ij o s d e l S o l, A b r a h a m V a ld e r o m a r 1 .0 0
V a s c o n c e l o s f r e n t e a C h o c a n o y L u g o n e s p o r E . E lm o r e 0 .3 0
EDICION ES D E "H IS T O R IA N U E V A ” U n a E sp era n za y el M ar, M a g d a P o rta l 1 .5 0
R a d io g r a m a s d e l P a c i f ic o , S e r a fín d e l M a r 1 .5 0
H isto ria N ueva h a com enzado la publicación de obras de au ­
to res hispano» am ericanos. E l propósito de esta editorial es c o n tri­ E d icio n es A rg e n tin a s de J. 5 a m e t
b u ir a la form ación del acerbo de la c u ltu ra original y c a racterís­
tic a de los pueblos hispánicos y propender a la creación de un L a P o e s í a d e h o y , u n n u e v o e s t a d o d e in t e lig e n c ia ,
vínculo estable y fecundo e n tre n uestros pueblos. E n ella colaboran J e a n E p s t e in . 2 .8 0
todos los escritores hispanoam ericanos de ideología m oderna. E l L ib r o d e la R e v o lu c i ó n , p o r U p t o n S in c la ir S- 1 .1 0
Los prim eros libros publicados son E L DUEÑO D EL ATOMO, L e n in , p o r M . K a n to r 1 .8 0
novela del g ra n h um orista Ram ón Gómez de la S ern a; PO LITIC A , A q u e la r r e , E . G o n z a le z L a n u z a . 2 .2 0
FIG U RA S, P A IS A JE S , de L uis Jim énez de A súa; u n a de las fig u ­ L a R e v o lu c i ó n , p o r J o s é C . P i c o n e 1 .8 0
ra s m ás rep rese n tativ as de la m entalidad hispánica. Ambos libros, D e l M is t e r io y la A n g u s t ia , p o r O s c a r A t 1 .1 0
d en tro de su d istin ta significación, expresan la te n d en cia de la edi­ L a c a lle d e la T a r d e , p o r N o r a L a n g u e 1 .1 0
to rial. B la s P a s c a l y o t r o s e n s a y o s , R . S a e n z H a y e s 2 .8 0
M uy p ronto ap a rece rá n LAS H U ELLA S DE LOS CONQUIS­
P r is m a s , G o n z a le s L a n u z a 2 .0 0
TADORES, de C arlos P e re y ra ; NACIONALISM O E H IS PA N IS ­
T ie r r a H o n d a , p o r P e d r o L e a n d r o I p u c h e 2 .2 0
MO. de E. Gómez de B aq u ero ; LOS CAUDILLOS BARBAROS,
N o c h e d e I n s o m n io , p o r L e o n i d a s A n d r e ie f f 1 .8 0
de A lcides A rguedas; E L BLOCAO, de D íaz F ern án d e z; LA L I­
BERTAD DE AMAR Y E L D ERECH O A MORIR, de Jim énez de L a c u ltu r a f r e n te a la U n i v e r s id a d , p o r C a r lo s S a n c h e z
A súa; E L PU EB LO SIN ©IOS, de C ésar F alcón; SANDINO, de V ia m o n t e 2 .2 0
F ro y lán T urcios; LA SEX TA C O N FER EN C IA PAN A M ERICA N A , A la s N u e v a s , p o r P e d r o L e a n d r o I p u c h e 2 .2 0
de Camilo B arcia Trelles, P a n c h i t o C h a p o p o t e , p o r X a v ie r Ic a z a 1 .8 5
Seguirán obras de G regorio M arañón, F ederico A costa V elar- L a L e y , c o m o e l c u c h ill o , p o r C a r lo s S a n c h e z V ia m o n t e 1 .5 0
de, A m érico C astro, Jo rg e M añach, Max Jim énez, C ayetano Coll y E l P e t r ó l e o , p o r F r a n c is D e la i s i 1 .8 0
Cuchí, M iguel de U nam uno, M anuel U garte, Jo aq u ín G arcía M onje, L a v e r d a d e r a H is t o r ia d e l G a t o c o n B o t a s , p o r J u lio
A ntonio E spino, G abriela M istral, Jo aq u ín E dw ards Bello, F e r ­ F in g e r it 2 .8 0
nando O rtiz, José C arlos M ariátegui, José V enegas, A dolfo Sala-
zar, M artín L uis Guzmán, F ern an d o A lm agro, A lfredo Palacios, C om o quedan m uy pocos e j e m p la r e s , agradecerem os
Carlos Sánchez V iam onte, R afael H eliodoro V alle, José G oresti-
za, A lberto Lasplaces, R afael C alleja, José E scofet, Gaziel, José la p r o n t it u d e n l o s p e d id o s .
P ía, A. T orres Rioseco y otros. EL GERENTE
LUCIANO CASTILLO DR. JUAN FRANCISCO VALEGA
abogado M E D IC O D E L H O S P IT A L L O A Y Z A
A t ie n d e c o n s o lic it u d d e f e n s a s d e e m p le a d o s y ob reros D o m i c il io , C h a e a r illa 4 3 0 — T e lé f o n o 1 1 -0 9
Matavilela 330 Teléfono 1732 D e 2 a 6 p. m .

Dr. DANIEL ALFARO CALLE Dr. CARLOS E. ROE


M E D IC IN A G E N E R A L C IR U JIA y PARTOS
P r á c tic a d e m u c h o s a ñ o s e n e l tr a t a m ie n to d e la s a f e c c i o ­
L I M A .— A m a r g u r a 9 7 5 — T e l é f o n o 3 0 -3 6
n e s d e l P u lm ó n : — P a r t o s y e n f e r m e d a d e s d e S e ñ o r a s
C A L L A O — S a e n z P e ñ a N o . 3 — T e lé f o n o 1 7 5
C o n s u lt a s d e 2 a 5 p .m . S a n F r a n c is c o N o . 3 4 4
T e lé f o n o 3 1 -1 3

Dr. RAFAEL M. ALZAMORA


Dr. LUIS D. ESPEJO M e d ic in a G e n e r a l— E n f e r m e d a d e s d e l c o r a z ó n y d e lo s

M E D IC O C IR U J A N O -M E D I C I N A GENERAL ó r g a n o s r e s p ir a t o r io s — E le c tr o c a r d io g r a iía .
C o n s u lt a s d e 3 a 5 p. m .
T e lé f o n o 3 9 -8 2 — P o b r e s 9 8 6 (a lto s )
M o n zó n , 178 D o m i c il io : M ir a f lo r e s , B e lla v is ta 2 0 7
H o r a s d e C o n s u lta : d e 3 a 5 h . p . m .
T e lé f o n o 2 6 4 5 T e lé f o n o 6 2 9

Dr. EDUARDO J. GOICOCHEA Dr. AMADOR MERINO REYNA


E x - m é d ic o d e lo s h o s p it a le s d e L i m a .— M e d ic in a y C ir u jia
M E D I C O
G e n e r a l.— E n f e r m e d a d e s g é n it o -u r in a r ia s
E s p e c ia lis ta e n e n f e r m e d a d e s d e n i ñ o s . — G r a d u a d o e n la s C o n s u lt a s d ia r ia s d e 4 a 7 p . m .
U n iv e r s id a d e s d e L o n d r e s , M a d r id y L im a
C a lle C a ñ e te N o 7 6 1 T e lé f o n o 3 1 6 6
C o n s u lt a s d e 2 a 5 p . m . — Q u ilc a , 2 0 4 - T e l é f o n o 3482

Dr. GODOFREDO LOLI


Dr. JOSE MANUEL CALLE N O T A R IO

A B O G A D O N e g r e ir o s 5 2 1 T e lé fo n ® 1731
D iv o r c ia d a s 6 1 8 T e lé fo n o 4 7 1 4

' MIGUEL A. CORDOVA •



« ¡V O T A K I O
'
Unica Oficina que conserva su archivo
en verdadera bóveda incombustible
E n g lish S p o k en — O n p a r l e fra n c a .i s ,

-
OFICINA '
« JSTegreiros 5 7 3 -T e lé fo n o 1344 •

DOMICILIO '
- <
M i r a f l o r e s : G u i l l a r m e R e y 182 - T e l é f o n o 648 <
-

“ E 3 L D I A R I O ”

PUBLICACION INDEPENDIENTE
“placas, discos, k l a x o n s y una emo­
ción de celuloide p a r a este barrio Director: M. Herminio Cisneros Z.

del p acifico“ CERRO DE PASCO — P E R U -A P A R T A D O 114


poemas de nicanor a. délafuente con prólogo de
antenor orrego e ilustraciones de esquerriloff
P U P I T R E
QUINCENARIO DE EDUCACION
CALLAO: M oquegua 92, A. — Belén 1026: LIM A

“ M O N D E »
GRAND JOURNAL HEBDOMAD AIRE INTERNATIO­
NAL DTNFORMATION L1TTERAIRE, ARTISTIQUE,
SCIENTIFIQUE ET SOCIALE
D irecto r: H E N R I BA RBU SSE.
j»;

II
AMAUTA”
BEV1STA MENSUAL DE CULTORA
DIRIGIDA POR

JO SE CARLOS n A R IA T E G U I
Publicada por la Sociedad Editora “Amauta”
QIlEMTEs BIGARDO W R T IN E Z DE LA TORRE
Doctrina - Arte - Literatura - Polémica
Valor de la suscrición en Lima y pro­
vincias: por un año, S 4.00; por un se­
mestre S. 2.20. S i quiere Ud. apoyar
este esfuerzo cultural e ideológico, pida
Ud. ’desde ahora su suscrición a Sagáste-
gui 669 o Casilla 2107 Lima.

Recomendamos la suscrición especial “Amigos


de Amauta", la edición de lujo, numerada, de
esta revista. El valor de esta suscrición al año
es de S. 10 El precio de cada ejemplar de la
tirada es de S. 1.

I n v i t a m o s n Jn ts p e r s o n a s q u e
s i m p a t i z a n c o n e s t a r e v i s t a
íi i u s o r i b i r s e e n e l g r u p o d e
“ AMIGOiS D15 AMAUTA “

Im p reso e n - l o s t a l l e r e s g r á f i c o ^ d e l a
E d i t o r i a l M inerva— “ $ a q a s t e g u í ,í 669 TIRADA E S P E C IA L NUMERADA:
PR EC IO DEL EJEMPLAR, UN S O L

También podría gustarte