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CULTURA Y SOCIALIZACIÓN

La palabra cultura deriva del latín cultus, que a su vez deriva de la voz colere, que
significa cuidado del campo o del ganado, y que por extensión se llevó al cultivo de
las condiciones humanas.

El término es utilizado con frecuencia en la vida cotidiana para calificar a las


personas o grupos en función de su nivel educativo, lo que ha llevado a establecer
calificativos de culto o inculto. Esta noción hunde sus raíces en la identificación de
civilización con una determinada organización de la sociedad, caracterizada por la
vida urbana y la actividad industrial. Fueron los gobiernos europeos los que, durante
la expansión imperialista del último tercio del siglo XIX, extendieron la idea de
civilización como sinónimo de su propia forma de vida, entendida como superior en
comparación con la de los pueblos de Asia y África a los que estaban sometiendo,
con lo que se estableció así una diferencia entre sociedades civilizadas y
sociedades bárbaras.

Estas definiciones han perdido fuerza y no se corresponden con las utilizadas por
las ciencias sociales en la actualidad. Veamos algunas definiciones más recientes:

“Cultura se refiere a los valores que comparten los miembros de un grupo dado, a
las normas que pactan y a los bienes materiales que producen. Los valores son
ideales abstractos, mientras que las normas son definiciones o reglas que las
personas deben cumplir.”
Anthony Giddens (1989)

“La cultura abarca el conjunto de procesos sociales de producción, circulación y


consumo de la significación de la vida social.”
Nestor García Canclini (2004)

Se nos presentan aquí formas más abarcativas y respetuosas de pensar la cultura.


Por una parte, desde la perspectiva de Giddens, se considera cultura toda la
producción material y simbólica realizada por el hombre. Esto incluye tanto los
objetos como sus significados, así como las formas de relacionamiento que los
individuos de un contexto determinado establecen entre sí y que se traduce en
normas y valores.

La perspectiva del argentino García Canclini, al pensar en la significación de la vida


social, amplía el concepto. Los gestos, las palabras. la postura, las miradas, la ropa.
son formas de transmitir significados, y, por tanto, parte de la cultura. Estos
significados son producidos por grupos y circulan a lo largo de toda una sociedad.

En estos tiempos históricos donde la comunicación borra los límites físicos, los
significados circulan entre grupos y sociedades, y son así consumidos por los
individuos más allá de las fronteras nacionales.

Dentro de una misma cultura encontramos también grupos que crean sus propios
significados, y que si bien comparten las generalidades culturales de la mayoría,
tienen formas de manifestarse que los diferencian e identifican, tales como ropas,
lenguaje, costumbres y expectativas.

La cultura, en consecuencia, no implica uniformidad, ya que los seres humanos


tenemos la capacidad de producir una enorme cantidad de significados. Esto hace
que muchas veces nos enfrentemos a contenidos culturales (desde objetos hasta
símbolos) que, por diferentes razones, nos resultan extraños.

A este proceso, por el cual nos sentimos desorientados o perdidos y no sabemos


cómo actuar frente a costumbres o estilos de vida diferentes, se le denomina
choque cultural. Los contenidos culturales compartidos por una comunidad sirven
para construir señas de identidad entre sus miembros, pero también para construir
diferencias con los demás.

Muchas veces estamos tan inmersos en nuestras propias formas culturales, que
creemos que la manera en la que significamos, sentimos y pensamos es la única, o
la mejor, o la natural. A esta actitud se la denomina etnocentrismo. Es común
dentro de todas las culturas, pero llevada al extremo puede conducir a formas de
desprecio y discriminación que dificutlan la convivencia y generan tensiones y
conflictos.
Etnocentrismo: se define como el acto de ver y analizar el mundo de acuerdo con
los esquemas de la propia cultura.

Una actitud alternativa es intentar comprender cada cultura y, por lo tanto, a los
“otros” desde su propia perspectiva.

Este intento por entender a los otros desde su propia cultura se denomina
relativismo cultural. Con relación a la convivencia entre los seres humanos, esta
otra actitud nos permite estar abiertos a lo diferente, lo que no significa que
cualquier contenido cultural nos resulte aceptable. Así, aún aceptando la diversidad,
puede ocurrir que algunas prácticas culturales nos resulten agresivas, en tanto
lesionan derechos y oportunidades de personas o grupos de llevar adelante una
vida digna.

Relativismo cultural: es una postura que defiende la validez y riqueza de todo


sistema cultural y niega la idea de superioridad de una cultura sobre otra. Se
incorporó a las ciencias sociales a partir de los aportes del antropólogo Branislav
Malinowski.

Los intentos de establecer y hacer respetar en todas partes del mundo ciertos
derechos humanos fundamentales apuntan justamente en esta dirección. Las
declaraciones de los derechos humanos universales establecen que todos los seres
humanos, en tanto tales, y más allá del lugar geográfico y tiempo histórico que nos
toque vivir, debemos gozar de ciertas libertad, facultades, y bienes básicos
indispensables.

La cultura se aprehende a lo largo de toda la vida, a través de un proceso que


llamamos socialización, por medio del cual desarrollamos nuestras potencialidades
humanas para valernos en el entorno sociocultural en el que estamos inmersos.
Cada nueva etapa implica un aprendizaje diferente, como por ejemplo la escuela, el
liceo, las primeras relaciones amorosas, el primer trabajo, casarse, divorciarse, ser
padres. En este proceso intervienen grupos o instituciones que nos acompañan y
nos transmiten sus valores y concepciones: la familia, las instituciones educativas,
religiosas o deportivas, nuestros amigos más cercanos, los medios de
comunicación.

Socialización: proceso mediante el cual los individuos, pertenecientes a una


sociedad o cultura, aprenden, interiorizan y resignifican un repertorio de normas,
valores y formas de percibir la realidad, que les permiten manejarse adecuadamente
en la interacción social.

Resignificar: Volver a dar significado. La vida social tiene un carácter repetitivo.


Hoy transmitimos cosas que nos enseñaron anteriormente, pero como lo hacemos
en un tiempo y espacio diferente y le agregamos nuestra experiencia e
interpretación, vamos dándole otros significado a aquello que nos enseñaron.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Garrido, R., Harriet, S., Ramallo, J., Traversa, F. (2014). Ciudadan@s hoy. 2ª
edMontevideo, Editorial Contexto, pp. 17-21
EVALUACIÓN ESCRITA

Pautas: actividad INDIVIDUAL - entrega por PLATAFORMA - formato Arial o Times New
Roman 12, texto Justificado, interlineado 1.5
Se evaluará el cumplimiento de las pautas - no se aceptarán entregas fuera de fecha.

En base a la ficha de lectura “Cultura y socialización” y lo dialogado en instancia de


clase, deberá realizar la siguiente actividad.

Lee atentamente el siguiente texto y trabaja con la consigna que le sigue:

“El ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social, histórico. (...)
Todo desarrollo verdaderamente humano significa desarrollo de las autonomías
individuales, de las participaciones comunitarias y del sentido de pertenencia con
las especie humana. (...) Todo ser humano lleva en sí cerebral, mental, psicológica,
afectiva, intelectual y subjetivamente caracteres fundamentales comunes y al mismo
tiempo tiene sus propias singularidades cerebrales, mentales, psicológicas,
afectivas, intelectuales y subjetivas. (...) Son la cultura y la sociedad las que
permiten la realización de los individuos y son las interacciones entre los individuos
las que permiten la perpetuidad de la cultura y la autoorganización de la sociedad.”

Morín, E. (1999). Los siete saberes necesarios para la


educación del futuro. Buenos Aires. Ediciones Nueva York.

1. Busca en el diccionario las palabras que no conoces y escribe su definición.


Ingresa la fuente de la que adquiriste la definición.
2. Expresa con tus palabras las ideas principales del texto.
3. Identifica cada una de las dimensiones que según el autor nos constituyen
como seres humanos.
4. Define cada una de dichas dimensiones (en caso de utilizar una definición
que pertenezca a otra persona, ingresa la fuente de donde adquiriste la
información).
5. Piensa ejemplos de algunas necesidades que debamos satisfacer para
desarrollar cada dimensión.
6. ¿Qué entiendes por “necesidades”? Elabora una definición propia.
7. Señala alguna necesidad de tu grupo de clase que consideres importante
satisfacer para mejorar su convivencia. Argumenta cómo se podrían
satisfacer.
8. Averigua cuáles fueron las necesidades de tus familiares (alguno de ellos)
cuando tenían tu edad y compáralas con las tuyas. ¿Qué puedes concluir al
respecto?
9. ¿Crees que la cultura satisface necesidades o más bien nos crea
necesidades? Argumenta.

Argumentar implica convencer al receptor acerca de lo que estás afirmando. En


consecuencia, debes exponer los fundamentos de lo que dices y desarrollarlos.
NORMAS Y SANCIONES

Las normas “son ideas compartidas sobre cómo las personas deben comportarse.
Ellas mantienen pautas para cada actividad” (Gelles, 1994). Las normas son reglas
sobre lo que las personas debemos o no debemos hacer, pensar o sentir en cada
situación que nos encontramos. Establecen pues lo que se supone que debemos
hacer.

Podemos decir que constituyen el mundo del deber ser, diferente al mundo del ser
que da cuenta de lo que efectivamente hacemos. Por tanto, en este mundo nuestra
conducta podrá o no seguir la norma.

Las normas varían ampliamente de una cultura a otra y dentro de una cultura, varían
según los espacios y los tiempos. Por ejemplo, en nuestra sociedad se espera que
ustedes decidan qué hacer respecto a su vida laboral, en cambio los padres
vietnamitas deciden qué trabajo deben hacer sus hijos, inclusive con quién casarse.
También las normas cambian con el tiempo, es necesario que ellas muten ya que
son representación de los valores de la sociedad que están. Cuando una norma no
es compartida deja de ser obedecida, dando lugar a mandatos vacíos y sin sentido
alguno cuando en realidad ellas deben guiar la conducta de los individuos. En
consecuencia, las sociedades van evolucionando y con ella las normas se van
adaptando a los valores morales de la época. Para esto es necesario un proceso de
permanente reflexión y cuestionamiento de la realidad que nos envuelve, para en un
futuro ser agente de cambio de aquellos valores que no comparto y entiendo no
hacen bien a la sociedad.1

Las normas constituyen, entonces, pautas de comportamiento. No obstante, no son


solo las pautas; una pauta, para constituirse en norma de conducta, debe ir
acompañada de una sanción. Toda norma prevé una conducta que se ordena o se
prohíbe, así como establece una sanción, cuyos contenidos varían según la cultura
existente en un momento y una sociedad determinados. Dicho de otro modo, toda
norma de conducta se compone de dos elementos: un precepto (el mandato, la
orden, lo que se permite o prohíbe) y una sanción.
1Escritura personal, no forma parte del material original.
Las sanciones son recompensas o castigos impuestos por la sociedad para conducir
a las personas a actuar conforme a las normas. Es importante detenernos en este
concepto de sanción, pues generalmente pensamos la sanción únicamente como un
castigo. Cuando le damos este significado estamos ante una sanción negativa. Esta
es, entonces, aquella que condena, reprime, presiona al sujeto para que respete la
norma. Cuando pensamos la sanción como recompensa estamos ante la sanción
positiva. Esta es, pues, la que reconoce, premia, persuade con argumentos
mediante los cuales promueve el respeto de la norma. Por ejemplo, una norma
podría establecer el uso obligatorio del cinturón de seguridad porque la multa es de
$2000. Aquí estamos ante una sanción negativa, pues la norma nos anuncia la
consecuencia del incumplimiento amenazándonos con ella a efectos de que la
respetemos. No obstante, también podría decir que el cinturón de seguridad es
obligatorio porque con ello protegemos nuestra vida, de esta manera la norma opta
por una sanción positiva.

Las normas entendidas como las pautas de comportamiento más las sanciones
negativas y positivas se establecen para limitar nuestro actuar en la sociedad. Cada
uno de nosotros somos seres singulares y con fines propios, que sólo podremos
satisfacer interactuando con otros, para lo cual se hacen necesarias las normas.
Toda actividad humana se expresa en conductas, en comportamientos, en acciones.
La convivencia humana requiere la regulación de estos comportamientos. Desde las
primeras comunidades se vivió la necesidad de organizar las relaciones y de allí
surgió como imprescindible la existencia de un orden normativo o conjunto de
normas que deberían de seguir todos los miembros de la comunidad.

Sanción: consecuencia que deriva de la acción del sujeto ante la norma


Sanción negativa: es la consecuencia que sigue al incumplimiento de la norma. Es
castigar, reprimir, penalizar (ejemplo: privación de libertad o multa)
Sanción positiva: es la que se utiliza para promover una conducta, fomenta el
cumplimiento de las normas y motiva al sujeto a que actúe de la forma establecida y
convencido de su accionar. Por ejemplo, la ley 17.897 establece que cada dos días
de estudio o trabajo a los reclusos se les descuenta un día de condena.

Tipos de normas
En una sociedad encontramos diferentes tipos de normas tales como: morales,
jurídicas, religiosas, de trato social. Por ejemplo, saludar al vecino, ayudar a una
persona necesitada, pagar impuestos, no robar, entre muchas otras. En todos estos
casos estamos frente a normas, ya que se indica una conducta que debemos
realizar o una que no debemos realizar, y una consecuencia frente al actuar del
sujeto, que es la sanción. Históricamente todas las normas tuvieron un origen
común basado en la existencia de un Dios. En la actualidad sucede que algunas
normas, aunque de diferente tipo, coinciden en su contenido: por ejemplo, la moral y
la jurídica desaprueban la agresión hacia otra persona.

★ NORMAS MORALES
Son aquellas normas que establecen lo que una sociedad considera correcto o
incorrecto, justo o injusto.

Si nos ubicamos en un momento y sociedad determinados y nos preguntamos


cuáles son las normas morales que rigen allí, la respuesta es diferente dependiendo
de si lo analizamos desde una visión relativista o universalista.

Analicemos en qué consisten estas dos posturas y sus respectivos fundamentos.


Hoy el debate se centra entre las personas que creen que todo es relativo y las que
creen que no todo es relativo. Por un lado están quienes consideran que los
principios morales son relativos a la persona, lugar, cultura y tiempo histórico y por
otro, quienes consideran que hay principios morales que son aplicables a todos los
seres humanos en cualquier circunstancia y lugar.
Los relativistas consideran que el sistema de normas morales de un grupo o de una
persona o de un pueblo, puede ser distinto de las normas morales de otra persona,
grupo o pueblo. Postulan o defienden la equivalencia moral en la medida que
consideran que todo sistema moral varía de una cultura a otra y de una época a
otra. Así es que no podríamos hablar de qué se entiende por justicia en forma
universal, sino que podríamos definir qué es la justicia en China o en Uruguay o qué
es lo justo en una determinada situación.

Entonces, ser relativista moral significa pensar que las normas morales dependerán
de las personas o de las circunstancias y en la medida que las personas y las
circunstancias cambian, entonces cambiarán los sistemas. El relativista considera
que no hay valores morales que trasciendan a la cultura o a la persona, dicho de
otra manera no habrían valores universales. Esta postura la podemos identificar en
algunas frases que pueden ser cotidianas: “Si tú crees que es correcto, está bien,
pero yo no lo comparto”, “esta es mi opinión, yo no juzgo el comportamiento de
nadie”, “nunca te impondría mis creencias”.

Un relativista diría:
- las normas no son universales
- todas la opiniones tienen la misma validez
- lo que puede ser verdad para una persona, puede no serla para otra
- no hay ideas superiores o inferiores, sino simplemente ideas diferentes
- hay que ser tolerantes: apelar al diálogo intercultural

Algunas críticas al relativismo:


- El relativista puede confundir el deber de respetar a la persona y su derecho
a dar una opinión, con el deber de respetar su opinión.
- pone mucho énfasis en lo que piensa la persona que opina y no pone énfasis
en la realidad sobre la que opina. De esta forma, se centra el discurso en
quien opina y no en la situación y el riesgo está en favorecer adeptos a la
postura de la persona, pensando la situación sobre la que se discute a un
segundo plano.
- porque dos personas tengan diferentes maneras de pensar no significa que
no haya una verdad objetiva. Por ejemplo, dos personas pueden o no estar
de acuerdo con respecto al desempeño de un docente. Respecto al mismo
docente una persona podría pensar que es un buen profesor y otra que no lo
es; estas distintas opiniones no impedirían la existencia de una verdad única.
- tomando el fundamento de la actitud tolerante, el relativismo es cuestionado
por el hecho de que puede conducirnos a aceptar la opinión de los demás,
aunque tenga un pensamiento equivocado.
- cuando somos tolerantes con dos posiciones diferentes, inclusive contrarias,
quizás las mismas no puedan ser igualmente correctas al mismo tiempo. A su
vez a partir de la tolerancia se le reconoce una virtud al relativismo, en el
sentido que la misma fomentaría la comprensión entre las culturas que tienen
valores diferentes.

Veamos qué piensan los universalistas.

La diversidad cultural es hoy en día una realidad que no tiene discusión, por ello es
imprescindible que este y otros procesos, tales como las migraciones, nos
conduzcan a reflexionar sobre qué normas y qué valores deberán regir las
relaciones transculturales.

Los universalistas consideran que hay valores que trascienden a las culturas, es
decir, hay valores que se pueden considerar universales e históricos. Por ejemplo, la
justicia podría ser uno de ellos. La justicia es un valor transcultural. Por justicia se
entiende a la actitud de reconocer y respetar la dignidad e integridad de cada uno y
el rechazo de toda situación de dominio o violencia.

La justicia, entendida como dignidad humana, ha sido reclamada en varias normas


internacionales. Basta recordar por ejemplo el derecho a la no discriminación secual
o de las minorías, el derecho a la libre expresión, a opinar, a la educación, a la
igualdad.

Por otra parte, la opción universalista conlleva a aceptar que en un conflicto moral
ambas partes no pueden tener razón por igual como entendería un relativista.
Un universalista diría:
- Si dos juicios morales sobre el mismo tema discrepan entre sí, sólo uno de
ellos será válido, aquel que no se oponga a los valores establecidos como
universales.
- Acepta que hay valores universales que constituyen en bienes comunes o de
la humanidad y que por tanto son exigibles para cualquier ser humano,
independientemente del lugar del mundo en que se encuentre, y que por otro
lado, hay valores propios de una cultura que no tienen por qué ser
compartidos de forma universal.
- Los valores acordados como universales son innegociables.
- Las diferentes morales podrán ser aceptadas en la medida que no
contradigan lo universalmente establecido.

Algunas críticas al universalismo:


- ¿Qué valores se universalizan?
- Podríamos caer en la actitud etnocéntrica si se elevaran a la categoría de
universales valores propios de una sociedad.
- Podrían ser universales aquellos valores que permiten al ser humano la
realización de un plan de vida y que supone el acceso a los bienes básicos
pero: ¿cómo se acuerda esto sin desconocer la diversidad cultural?

★ NORMAS SOCIALES

Dejemos atrás las normas morales para identificar otras normas de conducta como
las normas del trato social. también llamadas normas sociales o convencionalismos.
Su finalidad es lograr una convivencia pacífica, y no las impone el Estado sino la
sociedad, quien también aplica una sanción. A diferencia de la norma moral y la
religiosa, lo que interesa es la conducta que exterioriza al individuo y no si lo hace
convencido del contenido de esa norma o contra su voluntad. Si damos las gracias
como una mera formalidad y sin estar realmente agradecidos con una persona,
entonces de todas formas habremos cumplido con las normas de cortesía.

El orígen histórico de éstas se remonta a las cortes europeas, y en el caso de los


uruguayos a las francesas. Surgieron con el objetivo de las clases altas de
diferenciarse del resto, así como para distinguir jerarquías de poder o marcar
diferencias de género.

★ NORMAS JURÍDICAS

La convivencia y la interacción además de estar pautadas por normas morales y


sociales, también están pautadas por normas jurídicas.

Podemos decir que las normas jurídicas son reglas de comportamiento que se
imponen a la conducta humana, creando derechos y deberes correlativos, y pueden
aplicarse de forma coactiva, es decir a través de la fuerza.

¿De dónde surgen las normas jurídicas? A diferencia de las otras normas. las
jurídicas surgen del Estado. Siempre surgen de una institución gubernamental. Por
ejemplo del Poder Legislativo, el Ejecutivo, el Judicial o las Intendencias. Además,
no se elaboran de cualquier manera sino que surgen de procedimientos especiales
preestablecidos. Por ejemplo, en este curso aprenderemos cómo se elabora una
ley.

Cuando pensamos en las normas jurídicas de nuestro país hacemos referencia a la


Constitución, a las leyes, a los decretos, a los reglamentos, a las sentencias,
contratos, entre otras.

Características

- Bilateralidad: significa que la norma jurídica establece relaciones entre dos


partes, e impone deberes a una de ellas en beneficio de la otra a la que le
atribuye derechos. Son relaciones bilaterales aquellas en las que se
presentan derechos y deberes correlativos. La norma jurídica establece el
deber de pagar determinado impuesto y el derecho del Estado de cobrarlo,
estando facultado para exigir el cumplimiento de ese deber si no se realiza en
forma voluntaria.
- Generalidad: todos los individuos deben ser tratados de forma igual sin
distinción alguna.
- Imperatividad. es decir que se presentan como un mandato que busca ser
acatado con el fin de imponer orden.
- Heteronomía: ordenan aún cuando el sujeto esté en desacuerdo o incluso
cuando éste desconozca de la norma.
- Coercibilidad: es la amenaza del uso de la fuerza. Consiste en la posibilidad
de imponer la norma jurídica por la fuerza, en caso de no ser cumplida de
forma voluntaria. Esta imposición de la fuerza es entendida no en un sentido
físico, sino como una forma de forzar al individuo para que la norma se
cumpla aún en contra de su voluntad (por ejemplo, una multa).

Por ejemplo, el Código Civil (un tipo de norma jurídica denominada Ley) regula el
contrato de alquiler en el que se establece como obligación principal del inquilino el
pago mensual de una suma de dinero. En caso de incumplimiento el propietario
puede iniciar una acción ante el Poder Judicial para el cobro de lo adeudado,
llegando incluso al embargo de los bienes que el individuo posea o llegue a tener en
un futuro, pues el artículo 2372 del mismo Código dice que todos los bienes del
deudor, a excepción de algunos que no pueden ser embargados, son la garantía de
sus acreedores y por tanto allí pueden cobrarse lo que se les debe.

En este ejemplo, la coercibilidad siempre está presente ya que todo propietario tiene
la posibilidad de recurrir a la justicia para el cobro de lo adeudado por su inquilino,
cuando esta situación se concreta y efectivamente recurre a la justicia cobrando lo
debido, estamos en presencia de la coacción (uso efectivo de la fuerza).

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Garrido, R., Harriet, S., Ramallo, J., Traversa, F. (2014). Ciudadan@s hoy. 2ª
edMontevideo, Editorial Contexto, pp. 26-33

ORDEN JURÍDICO
El conjunto de las normas jurídicas ordenadas según su jerarquía componen lo que
se llama orden jurídico. Las normas que componen este orden están diferenciadas
según su jerarquía, es decir que las normas están ordenadas según su valor
jerárquico; y este está determinado por su fuerza y su valor.

La fuerza de una norma consiste en la posibilidad que tenga para derogar o


modificar lo establecido por otra norma. Por ejemplo, la Constitución es una norma
jurídica de mayor fuerza porque si cualquier norma la contradice, ella puede dejarla
sin efecto.

Una norma no debería contradecir a otras de superior jerarquía; éstas establecen


los límites para los contenidos de las normas de menor nivel jerárquico. Por
ejemplo, la Constitución prohíbe la pena de muerte y una norma de menor
jerararquía no podría disponer lo contrario.

Ahora bien, ¿qué sucede en la práctica cuando las normas se contradicen?


Recurrimos a algunas reglas que se conocen como principios del orden jurídico.
Estos nos van a orientar estableciendo cuál de las normas que se contradicen
debemos aplicar. Son los principios de jerarquía, derogación y competencia.

Principio de jerarquía: consiste en que si dos normas de diferente jerarquía se


contradicen, debe dejarse de aplicar la de menor jerarquía.
Dependiendo de qué norma sea, será que existan o no procedimientos especiales
para dejarla de aplicar. Por ejemplo, en los casos de los actos legislativos deben ser
declarados inconstitucionales por la Suprema Corte de Justicia.

Principio de derogación: derogar consiste dejar sin efecto una norma jurídica porque
ya no tendrá valor hacia el futuro. Se aplica cuando la contradicción es entre dos
normas de igual jerarquía y dictadas por el mismo órgano pero en diferentes
momentos, entonces la norma posterior deroga a la anterior.

La derogación puede ser expresa en el caso de que la nueva norma indique en


forma concreta cuál es la que se deroga, y tácita si se deduce por la existencia de la
contradicción. También puede ser parcial cuando parte de la norma anterior
permanece vigente, y total cuando se deroga toda la norma.

Principio de competencia: la competencia es la aptitud que tienen los órganos del


Estado para dictar normas jurídicas dentro de cierto ámbito territorial, en relación a
determinadas materias o asuntos, y sobre determinada población. Por ejemplo, un
Gobierno Departamental tiene competencia para dictar normas jurídicas sobre el
tránsito urbano aplicables dentro del departamento y a las personas que en él se
encuentren.

Este principio se aplica cuando se contradicen dos normas de igual jerarquía pero
dictadas por órganos con diferente competencia. En consecuencia, la norma jurídica
que se debe aplicar es la dictada por el órgano que era competente, es decir que
tenía atribuída la facultad para dictar esa norma jurídica. Cualquier juez podría dejar
de aplicar la norma que considera incompetente, ya que no se prevé un régimen
especial para ello.
de distinta jerarquía
Cuando las normas se contradicen y aplicamos la norma
son de MAYOR jerarquía

y dictadas por el
mismo órgano
aplicamos la más
nueva
de igual jerarquía

y dictadas por
distintos órganos
aplicamos la norma
dictada por el
órgano competente

El ORDEN JURÍDICO uruguayo

1. Constitución
Se han dado varias respuestas a la pregunta de qué es una Constitución, tomando
diversos puntos de vista. Analizaremos el concepto sociológico y el jurídico.

Desde el punto de vista sociológico, la Constitución no es una norma jurídica sino la


combinación que se da en la realidad de los distintos factores de poder, que existen
en un Estado (el Presidente, los legisladores, el partido de gobierno, los partidos
opositores, los sindicatos, las organizaciones empresariales, la prensa, etc.). O sea
que para conocer sociológicamente la Constitución que rige en un Estado, deben
analizarse cómo son las relaciones entre los que ejercen poder en esa sociedad.
Por ejemplo, cuánto control tienen en los hechos los partidos minoritarios sobre la
gestión del partido de gobierno, o la incidencia de sindicatos y empresarios en el
dictado de normas jurídicas que los favorezcan.

Jurídicamente, por Constitución entendemos la norma fundamental que rige en un


Estado y que, en nuestro país, ha sido elaborada según un procedimiento
establecido en ella misma (art. 331) y que regula dos grandes temáticas en función
de la cual podremos decir que tiene dos grandes partes: orgánica y dogmática.
Su parte orgánica es la que regula la organización del Estado y del gobierno,
establece por ejemplo cuáles son sus órganos, la integración, qué cometidos tienen
y cómo se relacionan entre sí.

Su parte dogmática “establece los valores filosóficos y políticos que el constituyente


ha elegido” (Sosa, 2002, p.14) y se concretan, por ejemplo, en la enumeración de
los derechos y deberes reconocidos a los habitantes de un Estado. En síntesis, es la
parte que se refiere a los derechos humanos.

La Constitución vigente fue aprobada en 1967 y fue modificada en forma parcial en


1989, 1994, 1996 y 2004.

2. Actos legislativos
Son las normas ubicadas en el segundo escalón de jerarquía, y se llaman de esta
forma porque fueron dictadas por un órgano cuya principal función es legislar (hacer
leyes).

Los órganos que tienen por principal función legislar son: a nivel nacional, el
Parlamento (Diputados y Senadores), y a nivel departamental, la Junta
Departamental (Ediles).

Durante la última dictadura de nuestro país (1973-1985), el Parlamento fue


suspendido en sus funciones y quien se encargó de legislar en este período fue el
Consejo de Estado.

Los actos legislativos son: las leyes, los códigos, los decretos de la Junta
Departamental y los decretos-leyes (llamadas así a las leyes aprobadas por el
Consejo de Estado durante la dictadura).

Ahora veamos cada una de las normas que surgen de estos órganos.

Una ley es aquella norma jurídica elaborada por el Poder Legislativo (Diputados y
Senadores) y por el Poder Ejecutivo (Presidente de la República y Ministros), de
acuerdo al procedimiento establecido en nuestra Constitución, en su Sección
número VII, del cuál hablaremos más adelante

Los Códigos constituyen una clase especial de leyes porque agrupan en una sola
norma jurídica las disposiciones relacionadas en un mismo tema, como por ejemplo
los Códigos Penal, Civil, Procesal, Comercial, de la Niñez y la Adolescencia.

Respecto a los decretos-leyes, son normas que han sido dictadas por los gobiernos
no democráticos y de acuerdo al orden jurídico creado por ellos, pero al margen de
la Constitución.

Los decretos de las Juntas Departamentales son normas jurídicas que se aprueban
y rigen sólo en cada departamento. Son elaboradas por la Junta Departamental
(integrada por los Ediles) y el Intendente. Tratan temas propios de cada
departamento, como por ejemplo, el cuidado de parques y plazas, la recolección de
residuos y el tránsito urbano.

3. Reglamentos

Son normas jurídicas de carácter general dictadas por un órgano del Estado para
organizar una actividad. Por ejemplo, el reglamento de evaluación y pasaje de grado
de primer ciclo. Esta norma está dictada por un órgano de Estado, el Consejo de
Educación Secundaria. Tiene carácter general, es decir que refiere a todos los
estudiantes de primer ciclo y reglamenta cómo van a ser evaluados, cómo se
aprueba un curso, cómo se da un examen, entre otras actividades.

Varios órganos del Estado tienen la facultad de dictar reglamentos y resoluciones, y


dependiendo de ello será diferente la denominación que se le da a esa norma. Por
ejemplo, los reglamentos dictados por la Administración Nacional de Educación
Pública (ANEP) se llaman Circulares, y los del Poder Ejecutivo y el Intendente son
Decretos. Por ejemplo, existe un reglamento que regula los derechos y deberes de
los estudiantes de Secundaria que se denomina Estatuto del Estudiante. Si en base
a él las autoridades tomaran una decisión en relación a un estudiante determinado,
eso sería una resolución.
4. Normas individualizadas

Recuerda que dentro de este escalón del orden jurídico se encuentran las
resoluciones, las sentencias y los contratos. Son normas jurídicas destinadas a
determinadas personas identificadas por la propia norma.

Las resoluciones son normas de carácter particular, es decir que se dictan para
determinadas personas. Por ejemplo, la resolución que concede a un estudiante la
reválida de una materia.

Las sentencias son normas jurídicas que surgen de un órgano jurisdiccional (tienen
derecho de juzgar) y tienen efectos solo para el caso concreto. La facultad de
dictarlas compete a determinados órganos: los que forman el Poder Judicial, el
Tribunal de lo Contencioso Administrativo, la Corte Electoral, el Poder Ejecutivo a
través de la Justicia Militar.

Un contrato es una norma jurídica que surge de un acuerdo de voluntades entre dos
o más sujetos. Nuestro Código Civil lo define en el artículo 1247: “Contrato es una
convención por la cual una parte se obliga para con la otra, o ambas partes se
obligan recíprocamente a una prestación cualquiera, esto es, a dar, hacer o no
hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas personas”.

Del contrato surgen obligaciones recíprocas. De la definición también se desprende


el tipo de obligaciones que puede establecer el contrato: de dar, de hacer o de no
hacer.

La obligación de dar consiste en la entrega de una cosa. En las obligaciones de


hacer o no hacer la persona se compromete a realizar o no determinada conducta.
Por ejemplo, el pintor que se obliga a pintar una casa (obligación de hacer) o quien
vende una farmacia se obliga con el comprador a no abrir otro comercio del mismo
rubro a una distancia menor a 15 cuadras (obligación de no hacer).
Tanto las normas morales, jurídicas, como los usos sociales, son herramientas que
las sociedades utilizan para lograr la conformidad de las personas y, por lo tanto, se
constituyen en mecanismos de control.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Garrido, R., Harriet, S., Ramallo, J., Traversa, F. (2014). Ciudadan@s hoy. 2ª
edMontevideo, Editorial Contexto, pp. 37- 44
¿QUÉ ES EL ESTADO Y CÓMO SE HA CONSTRUIDO?

Conceptualizando qué es el Estado


A lo largo de su historia, los seres humanos se han organizado de diferentes formas,
a través de grupos e instituciones, con el propósito de regular y ordenar la
convivencia. Una de ellas es el Estado, modo particular de estructurar la sociedad,
que es el producto de un proceso de construcción prolongado y no exento de
conflictos.

Mucho se ha discutido y escrito sobre el Estado, especialmente sobre su origen, sus


funciones y el rol que debería cumplir dentro de la sociedad. Te proponemos
comenzar el análisis de este tema partiendo de la siguiente definición, la que
procuraremos ampliar y problematizar a lo largo del capítulo: Estado es el conjunto
de hombres y mujeres, que viven en un territorio determinado y están sometido a un
único poder soberano, que se expresa a través del Gobierno. Esta definición nos
plantea una característica distintiva del Estado como forma de organización de la
sociedad: la existencia de una forma de poder público abstracto e impersonal que
rige sobre una comunidad en el ámbito de un espacio determinado y que se expresa
a través del Gobierno. En consonancia con este planteo, se ha definido al Estado
como la organización jurídica y política que se dan actualmente las sociedades y
que tiene, por tanto, el poder de regular la vida de una comunidad en un territorio
determinado; un conjunto de instituciones que poseen la autoridad y la potestad
para establecer las normas que regulan una sociedad, y que poseen soberanía
interna y externa sobre un territorio determinado.

SOBERANÍA: En el ámbito interno, se refiere a la facultad del Estado a ser


reconocido como la institución de mayor prestigio y poder dentro de su territorio. En
el ámbito externo, se vincula con el derecho a la autodeterminación. Está limitada al
Derecho Internacional, organismos internacionales y al reconocimiento de los
Estados del mundo.

Hemos planteado una primera definición de concepto. Sin embargo, en torno al


término Estado existen múltiples teorías y concepciones, que presentan distintos
grados de coincidencia con esta definición, la matizan y cuestionan. Estas
concepciones son producto de circunstancias históricas específicas, y se han
desarrollado fundamentalmente a partir del siglo XVI. Es que es a partir del
Renacimiento que se ubica el surgimiento del Estado moderno, esto es, con los
atributos que se reviste actualmente. En este período, como veremos más adelante,
la noción de Estado aparece vinculada a las nociones de concentración del poder en
la persona del monarca absoluto y del origen divino de ese poder.

Las revoluciones liberales burguesas marcaron un quiebre en las formas de


organización política conocidas en Occidente. La Revolución Inglesa de 1688 y la
Francesa de 1789 llevaron a la caída de las monarquías absolutas y con ella la
instauración de un nuevo orden de las relaciones políticas basado en la idea de que
la soberanía emana del pueblo y que el gobernante es un delegado de éste para
conducir a la sociedad. Este cambio político se dio en forma simultánea a la
instauración del capitalismo en Europa, Revolución Industrial mediante, que
consolidó a la burguesía como clase dominante y al liberalismo como su soporte
ideológico. Desde la perspectiva de esta clase, el Estado era visto como un aparato
aparentemente neutral en medio de los conflictos sociales, que no debería interferir
en las dinámicas económicas del momento.

Frente a esta concepción surgió una perspectiva crítica, desde la teoría marxista,
que ve al Estado como un aparato de dominación de la burguesía sobre la clase
obrera, al cual ésta debería conquistar para poder efectivamente lograr una
transformación de las relaciones sociales capitalistas que para Marx son de
explotación de una clase sobre la otra.

A lo largo de esta Unidad, analizaremos diferentes aspectos relativos al Estado que


te posibilitará acercarte a la comprensión de un concepto que es problemático.
Finalizamos este punto con la definición del autor argentino, C. Fayt, que sostiene:
“El Estado es la organización del poder político dentro de una comunidad nacional,
mediante instituciones objetivas que declaran el Derecho y lo sostienen,
conservando el orden por medio de una dirección política y cuadro administrativo
diferenciado. Su estructura tiene como elementos esenciales el poder, el
ordenamiento jurídico, la población y el territorio. La soberanía, como cualidad del
poder, y el imperio de la ley, como cualidad del ordenamiento jurídico, proporcionan
significación y sentido a la estructura.

Origen y construcción histórica del Estado moderno

Los orígenes del Estado constituyen una cuestión de debate. El término se ha


aplicado a las organizaciones políticas que se dieron las primeras civilizaciones del
Cercano Oriente y América, asociándolo al surgimiento del excedente económico
producto de la actividad agrícola y a la formación de sociedades jerarquizadas, con
un poder central cada vez más fuerte.

Los orígenes del Estado moderno estuvieron relacionados con dos problemas de los
monarcas: la soberanía respecto a los poderes exteriores y la pretensión de
monopolizar el poder, en el interior, frente a poderes intermedios como el clero y la
nobleza. Ubiquémonos temporalmente en el siglo XIV: poder político fragmentado,
en manos de los señores feudales, dueños de la tierra y de las armas, quienes
legislaban y administraban justicia en sus feudos, en los que un conjunto de siervos
y campesinos trabajaban la tierra y pagaban impuestos a estos señores; surgimiento
de una nueva clase social, la burguesía, cuya riqueza provenía del comercio y la
actividad bancaria; guerras prolongadas entre los integrantes de la nobleza y con
Estados vecinos, que requerían mayores cantidades de dinero para financiarlas. En
ese contexto, se inició un proceso de concentración del poder en la figura del rey,
que implicó la centralización de las finanzas, la formación de un ejército único y la
unificación de la administración de la justicia, elementos con los que se buscaba
asegurar la paz interna y la seguridad frente a los Estados vecino. Se consolidó de
esta forma el sistema político denominado absolutismo, bajo el cual se afirmaron los
rasgos del Estado moderno. Estos atributos, que no fueron adquiridos por los
Estados al mismo tiempo ni de una única manera, son los siguientes:
- la centralización y unificación del poder, con alcance sobre todo el territorio.
- el desarrollo de un cuerpo diplomático, factor fundamental para marcar la
capacidad del Estado de externalizar su poder, esto es, de obtener el
reconocimiento de otros Estado.
- la formación de un ejército permanente y profesional, lo que implicaba
institucionalizar la autoridad del Estado y crear organismos capaces de
imponer la coerción.
- la uniformización del Derecho, esto es, las mismas leyes para todo el
territorio.
- la imposición del monopolio fiscal, lo que implicó una fiscalidad permanente a
través de la centralización de la recaudación de impuestos.
- formación de una burocracia, integrada por un cuerpo estable de
funcionarios, con la tarea de cumplir con las funciones de administración del
Estado
- emisión de una única moneda.
- Creación de símbolos de pertenencia e identificación común, generados de
una identidad colectiva, como, por ejemplo, himno y bandera propios.

Cabe señalar que no todos los Estados surgieron de la misma manera; el proceso
de construcción de los Estados no fue lineal ni evolutivo. Algunos surgieron
tempranamente, como el Estado inglés; otros más tardíamente, como el Estado
alemán.

BUROCRACIA: Del francés bureaucratie, y éste de bureau, oficina, escritorio, y del


griego kratos, poder. Aparato del Estado constituido por funcionarios nombrados
directamente, no elegidos, organizados jerárquicamente y dependientes de una
autoridad soberana.

DIPLOMACIA: Manejo profesional de las relaciones entre Estados, que prioriza la


negociación y otros medios pacíficos para la resolución de conflictos entre éstos, y
que implica un conjunto de reglas y métodos, instrumentados por un conjunto de
funcionarios especializados (cuerpo diplomático).

Elementos constitutivos del Estado


Los elementos que componen el Estado son tres: la población, que constituye el
elemento humano del Estado; el territorio, que es el espacio físico en el que se
asienta esa población, y el poder político, que se refiere a la autoridad que ejerce el
Estado dentro de su territorio. A continuación, analizaremos estos componentes,
viendo sus características específicas para el caso uruguayo.

Territorio:
Para que exista un Estado es necesario que haya un espacio geográfico en el cual
la población se asiente de manera permanente y del cual se apropie. Este espacio
es el territorio, base material del Estado.

El concepto de territorio puede abordarse de diferentes maneras. Desde el punto de


vista geográfico, es el lugar que ocupa el Estado dentro de sus límites. Desde un
punto de vista jurídico, es el espacio en el cual el Estado aplica sus normas. Se
utiliza el término espacio, porque el territorio es tridimensional: comprende suelo y
subsuelo, espacio aéreo y mar territorial. En todos estos ámbitos es que el Estado
ejerce su jurisdicción.

Límite: convención que marca hasta dónde llega el poder del Estado; es el
resultado de acuerdos entre los Estados, producto de tratados o pactos. Señala la
división jurídica entre dos o más Estados.

Frontera: Zona de interacción de los habitantes de Estados limítrofes, en la cual


tienen lugar múltiples intercambios, fundamentalmente económicos y culturales.

Suelo y subsuelo
El suelo es la superficie comprendida dentro de los límites, que en el caso uruguayo
es de 313.782 km2. Sobre ésta rigen las leyes del Estado, aunque existe una
excepción: las embajadas. El lugar que éstas ocupan es inviolable. Por eso el
Estado puede aceptar o no una representación extranjera; si la acepta, se
compromete a respetar los términos del Derecho Diplomático que es el que se
refiere a la inmunidad de los locales de las representaciones diplomáticas.

En cuanto al subsuelo, éste reviste importancia por las riquezas minerales,


metálicas y no metálicas, que puede contener. Uruguay no es un país de tradición
minera, a diferencia de otros países latinoamericanos como Chile y Bolivia, cuya
producción mineral tiene un gran peso en su economía. Sin embargo, los minerales
son la base de buena parte de la industria nacional y su extracción ha ido en
aumento. Las variedades más extraídas del subsuelo uruguayo son las materias
primas para la industria de la construcción, como el balastro, la arena, la tosca, las
calizas y las arcillas, fundamentales para la fabricación de cerámica. El Estado
uruguayo ha dictado normas que regulan las riquezas del subsuelo, el cual se
extiende, teóricamente, de la superficie hasta el núcleo terrestre. En nuestro país,
los minerales del subsuelo o que aparezcan en la superficie son propiedad del
Estado. Un particular sólo puede explotar o explorar un yacimiento si el Poder
Ejecutivo le otorga un permiso o un título minero correspondiente. El Código de
Minería de 1982 establece que el titular de un derecho minero debe pagarle al
superficiario una indemnización por las molestias que puedan causarle las tareas
realizadas y un porcentaje de la producción, de 3 a 5%. El órgano del Estado
encargado de regular esta actividad es la Dirección Nacional de Minería y Geología
(Dinamige), dependiente del Ministerio de Industria.

Espacio aéreo

La Convención de París de 1919 sobre navegación aérea estableció que todo


Estado tiene soberanía sobre el espacio por encima de su territorio. Éste fue
cobrando importancia en tanto el transporte aéreo aumentó a lo largo del siglo XX, y
el tema de su control pasó a ser una preocupación para los Estados.

En la actualidad, las líneas aéreas deben solicitar permiso al Estado para ingresar al
espacio aéreo nacional. Sólo en caso de emergencia se permite a los aviones
ingresar al espacio aéreo sin una autorización previa.

El dominio radioeléctrico es otro tema vinculado al espacio aéreo. Es a través del


espacio que se transmiten las ondas de radio y televisión. Para el establecimiento
de una radio o un canal de TV se requiere de una autorización, que en nuestro país
es otorgada por las autoridades estatales correspondientes.

La normativa respecto a este tema conforma una rama del Derecho denominada
Derecho Aeronáutico, que en nuestro país comprende un Código Aeronáutico, leyes
sobre el tema y los Reglamentos Aeronáuticos Uruguayos. La reglamentación de
uso del espacio aéreo es producto de de Convenios Internacionales y Acuerdos
bilaterales firmados entre países.

Mar territorial

El territorio de los Estados que tienen costas sobre el mar, se prolonga en lo que se
ha denominado mar territorial. El mar territorial es parte del territorio del Estado
Uruguayo y también allí rigen sus normas. Los barcos que ingresan al mar territorial
se rigen por las normas que dicta el Derecho uruguayo. Esto está relacionado con
razones de seguridad, pero también con motivos de índole económica: el mar
contiene riquezas que pueden llegar a adquirir un peso importante en la producción
nacional, como la pesca o la extracción de minerales.

La legislación uruguaya (Ley Nº 13.833 de 1969) establece que: “La soberanía de la


República Oriental del Uruguay se extiende más allá de su territorio continental e
insular a una zona de mar territorial de doscientas millas marinas (370 km), medida
a partir de líneas de base” y “al espacio aéreo situado sobre el mar territorial, así
como al lecho y subsuelo de ese mar”. Las aguas jurisdiccionales del Uruguay
abarcan 137.567 km2.

Población:

El segundo elemento constitutivo del Estado es la población, que puede analizarse


desde un punto de vista demográfico como desde el punto de vista jurídico. El
primero nos lleva al estudio de la composición de la población (sexo, edad, orgen
étnico), de su distribución espacial (urbana, rural) y de los movimientos de los
habitantes (migraciones internas y externas). El segundo nos remite a la normativa
jurídica referida a la ciudadanía, aspecto que abordaremos en las próximas
unidades.

Estado, nación y nacionalismo

La nación se define como una comunidad humana estable, históricamente formada,


cuyos integrantes comparten una serie de elementos en común, denominados
factores nacionalizantes. Entre éstos, se encuentran la lengua, la tradición, la
religión y la propia historia, elementos que han sido la materia prima para la
construcción de la identidad nacional, la cual ha funcionado como instrumento para
cohesionar a los grupos humanos y al mismo tiempo diferenciarlos de otros. Las
identidades nacionales son producto de trayectorias históricas, en las cuales el
Estado y el nacionalismo como ideología han jugado un papel importante.

Ideología: conjunto de representaciones, valores y pensamientos que los seres


humanos, en tanto integrantes de diferentes grupos de la sociedad, elaboran para
explicar sus prácticas, y a través de la cual expresan su visión del mundo. Las
ideologías impregnan toda la acción humana, más allá de que sean explicitadas o
no.
Para el historiador Eric Hobsbawm, las naciones fueron inventadas por los Estados.
En su obra La era del imperio, este historiador contemporáneo británico sostiene
que hacia fines del siglo XIX, los gobiernos comenzaron a llegar a los ciudadanos de
una forma más directa a través de los carteros, policías y maestros. Eran tiempos de
ampliación del sufragio y democratización de las sociedades occidentales europeas,
en los que también crecía el conflicto social, producto de los efectos sociales de la
implantación del capitalismo. En este marco, dice Hobsbawm, los gobiernos
europeos -en tanto representantes del poder político del Estado- se propusieron
cohesionar a los ciudadanos tras un proyecto común. Con este objetivo, la nación se
convirtió en la nueva religión cívica de los Estados, con su conjunto de rituales y
símbolos propios (izar la bandera, cantar los himnos patrios) y con una serie de
instituciones transmisoras del mensaje, de las cuales la escuela devino una de las
más importantes. La lealtad a la nación, el patriotismo, pasó a convertirse en un eje
del discurso de los gobiernos, en contraposición al de otros sectores, para los que
primaban otras lealtades, como la religión, la etnia y la clase.

Fue este discurso nacionalista el que triunfó en los países europeos a la hora del
estallido de la Primera Guerra Mundial; cuando los gobiernos declararon la guerra,
los ciudadanos marcharon cantando al frente de batalla, cohesionados bajo el ideal
de la defensa de la patria, dejando atrás los reparos a la guerra provenientes de sus
otras pertenencias e identidades, como la clase o género. El siglo XX se inició con
un conflicto que mostró a la humanidad los riesgos a los que podía conducir el
nacionalismo de corte expansionista y agresivo.

Poder estatal:

La convivencia social requiere de ciertos grados de organización, que a medida que


se complejiza requiere a su vez de una autoridad, un poder que dirija esa
organización. A éste se le llama Poder Estatal o Poder Etático. Se lo define como la
estructura jurídico política a través de la cual el Estado ejerce su poder sobre la
población dentro de un territorio determinado. Es ejercido por los órganos de
gobierno.

El poder de Estado tiene una serie de características especiales respecto de otras


autoridades, que precisamente diferencian al Estado de otras agrupaciones
humanas.
PODER DEL ESTADO:
- Originario: no deriva de otro poder.
- Forzoso e ineludible: se impone por la fuerza si es necesario, exige el
cumplimiento de sus disposiciones.
- Supremo: es la máxima autoridad en el orden interno.
- De alcance total: dentro de su territorio, se aplica a todos los individuos.

Max Weber enfatiza la importancia del poder como elemento distintivo del Estado
con relación a otras asociaciones y define al Estado a través de un medio específico
que le es propio, el de la coacción física: “el Estado es aquella comunidad humana
que en el interior de determinado territorio reclama para sí (con éxito) el monopolio
de la coacción física legítima. Porque lo específico de la actualidad es que a las
demás asociaciones o personas individuales sólo se les concede el derecho de la
coacción física en la medida en que el Estado lo permite. Este se considera, pues,
como fuente única del “derecho” de coacción”. Weber, Max. Economía y Sociedad.
F.C.E. México, 1984, p.1056.
Coacción física legítima: la coacción es el empleo de la fuerza para obligar a
alguien a hacer o decir algo. Para Max Weber, el Estado -a través de sus
instituciones- detenta “el monopolio de la fuerza legítima”, es decir, es el único
autorizado para ejercer la fuerza. En los Estados modernos, esta fuerza es ejercida
mediante la aceptación de la comunidad de una serie de leyes que regulan las
acciones de los individuos (Constitución nacional, códigos) cuyo incumplimiento
conduce a la aplicación de sanciones. Ninguna asociación o persona individual
puede hacer uso de dicha fuerza, a menos que el Estado lo permita.

Legitimidad: implica la capacidad del sistema para engendrar y mantener la


creencia de que las instituciones políticas existentes son las más apropiadas para la
sociedad. La valoración sobre las instituciones políticas se define según los
momentos históricos. Max Weber distingue tres fuentes de legitimidad: la tradición,
el carismo y el Derecho.

En Uruguay, la consolidación del poder estatal fue producto de un proceso que se


inició con el Militarismo (1876-1886), y que culminó bajo el primer batllismo (1903-
1916). En estos años tuvo lugar la denominada modernización del Estado oriental,
la que consistió fundamentalmente en el fortalecimiento del poder estatal. Éste se
realizó a través del debilitamiento de los caudillos como centro del poder político, de
la secularización del Estado, que culminó con su separación de la Iglesia, y del
ensanchamiento del radio de acción estatal. El Estado se hizo fuerte y sus órdenes
fueron acatadas en todo el territorio porque se utilizaron todas las técnicas
disponibles para reforzar su aparato coactivo: telégrafo, ferrocarril, fusil de
repetición, artillería. Al mismo tiempo, se crearon nuevos Códigos, se amplió el
aparato administrativo y más áreas de la vida nacional experimentaron en mayor o
menor medida la intervención del Estado, como la educación, la economía, el
ámbito laboral.

Este proceso de fortalecimiento del poder coactivo del Estado en el Uruguay se vio
retroalimentado por una serie de transformaciones en el plano de las mentalidades,
que tuvieron como eje lo que el historiador José Pedro Barrán ha denominado el
disciplinamiento de la sociedad. Esto es, la aceptación paulatina y generalizada de
valores y actitudes tales como el ahorro, el trabajo, la puntualidad, el control de las
emociones y del cuerpo, que, transmitidas por diferentes instituciones, como la
Iglesia, la escuela y la familia, contribuyeron a reforzar el poder del Estado desde el
punto de vista ideológico.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Garrido, R., Harriet, S., Ramallo, J., Traversa, F. (2014). Ciudadan@s hoy. 2ª
edMontevideo, Editorial Contexto, pp. 68- 101.
FINES Y COMETIDOS DEL ESTADO

¿Cuáles son y cómo inciden en la convivencia social?

Hablar de los fines del Estado es plantearse qué metas tiene éste y qué actividades
debe desarrollar en función de ellas. El tema no es menor, ya que tiene, como
veremos más adelante, consecuencias en la convivencia y en la calidad de vida de
los integrantes de la sociedad. El problema de qué actividades debe realizar el
Estado y cuáles pueden quedar en manos de los individuos está relacionado con la
concepción política predominante y ha generado debates y teorías que intentaremos
plantear y describir en este capítulo.

Comenzaremos haciendo una precisión: los fines del Estado son los objetivos que el
Estado se propone; los cometidos son las actividades que el Estado desarrolla para
alcanzar esos fines y que cumple a través de sus diferentes organismos. Los fines
del Estado se clasifican en primarios y secundarios.

Se denomina fines primarios a aquellos que el Estado necesariamente debe cumplir


para ser “Estado” y que, por ende, no puede dejar en mano de particulares. Estos
son el mantenimiento por el orden interior y la seguridad exterior, el cobro de
contribuciones (impuestos, por ej.) y el pago del presupuesto (sueldos y gastos). Los
fines secundarios son aquellos cuyo cumplimiento por parte del Estado no afecta su
existencia como tal; en otras palabras, el Estado no deja de ser Estado si no cumple
con ellos. Los pueden realizar los particulares o el Estado o los particulares y el
Estado en forma de colaboración. Éstos son la educación, la salud, las diferentes
actividades económicas.

Diferentes concepciones con relación al rol del Estado

El Estado juez y gendarme


A partir del surgimiento del Estado moderno se planteó la discusión sobre cuáles
deben ser las funciones que el Estado tenía que asumir. En un principio, al influjo de
la ideología liberal se acordó una serie de funciones mínimas para garantizar los
derechos fundamentales de las personas pero con el tiempo se propuso que ese
Estado mínimo fuera creciendo en sus funciones.

Para los fundadores del liberalismo, el poder del Estado había nacido para
garantizar la libertad y la propiedad de los individuos que se asocian para
autogobernarse. A partir de este principio, durante el siglo XIX y parte del XX, los
pensadores liberales, en general, sostuvieron que las funciones del Estado debían
ser mínimas.

Esta concepción se basaba en las ideas de pensadores como Adam Smith. Para
éste, el mercado era el medio por excelencia para la abolición de las clases, la
desigualdad y los privilegios. Aparte de un mínimo necesario, la intervención del
Estado sólo serviría para ahogar las fuerzas del mercado. Los economistas liberales
estaban de acuerdo en que el camino hacia la igualdad y la prosperidad debían
basarse en el máximo de libertad del mercado y el mínimo de interferencia estatal.
Esta fuerte crítica a la intervención estatal se dirigía en un principio al Estado que
apoyaba privilegios absolutistas, el proteccionismo mercantilista y una corrupción
generalizada. Lo que ellos atacaban era un sistema de gobierno, el Antiguo
Régimen, que reprimía sus ideales tanto de libertad política como económica.

Para ellos, el Estado no debía interferir en la esfera de los asuntos privados de los
ciudadanos, salvo que estos asuntos se convirtiesen en una ofensa al derecho de
uno por parte del otro. Desde este punto de vista, la función mínima del Estado era
asegurar que cada individuo pueda gozar de la más completa libertad para
desarrollar sus actividades. El Estado tampoco debía intervenir en las actividades
económicas que los hombres organizaban para satisfacer sus necesidades. La
riqueza y la pobreza de los hombres eran explicadas como resultado de los
esfuerzos individuales para desarrollar al máximo las capacidades individuales y
obtener mayores beneficios.

Hacia el intervencionismo estatal


Sin embargo, hacia finales del siglo XIX, algunas sociedades europeas comenzaron
a revisar la idea de que el Estado no debía intervenir en la economía ni en la
distribución de la riqueza producida por la sociedad.
Por un lado, los problemas cada vez más complejos que enfrentaba la economía
capitalista internacional, justificaron -para estos economistas- la intervención del
Estado en la regulación de algunos aspectos del sistema económico. Por ejemplo, la
conquista militar de regiones del planeta para asegurar mercados y fuentes de
materias primas y la protección de sus propias industrias a través de impuestos que
tenían que pagar los productos importados.

Por otro lado, las malas condiciones de trabajo y de vida que sufría la mayoría de la
población -en cada país en el que se desarrollaba la industrialización- originaban
numerosos conflictos impulsados por el movimiento obrero organizado que ponían
en peligro la estabilidad de los gobiernos.

El Estado de Bienestar (Welfare State)


La necesidad de intervención del Estado surgió en la sociedad industrial una vez
que los antiguos sistemas de protección de las sociedades preindustriales, tales
como la familia, la iglesia y la solidaridad gremial fueron destruidos. La dinámica
económica mostraba que el mercado no era un sustituto adecuado porque distribuía
la riqueza solo entre quienes eran capaces de actuar en él y abandona a quienes no
tenían recursos para hacerlo. Frente a esto, algunos pensadores comenzaron a
plantear que para garantizar el orden social, la sociedad debía considerar la pobreza
como una cuestión en la que los Estados no podían responder solamente con
represión. Pensadores, economistas y políticos estuvieron de acuerdo en que el
Estado impulsara algunas leyes sociales y asumiera nuevas funciones para
asegurar un bienestar mínimo de todos los ciudadanos.

Desde entonces, cada vez más Estados comenzaron a intervenir en la organización


de la economía y la sociedad a través de algunas medidas como las siguientes:
- expansión progresiva de la educación, la vivienda, la asistencia médica,
como servicios públicos a cargo del Estado.
- reconocimiento de derechos de los trabajadores relacionados con las
condiciones de trabajo.
- establecimiento de un sistema de aportes jubilatorios para asegurar a todos
los trabajadores un ingreso que les permita satisfacer sus necesidades
básicas cuando, por su edad o a causa de alguna enfermedad o accidente,
ya no puedan trabajar más.

Estas medidas se fueron generalizando muy lentamente y no en todas las


sociedades al mismo tiempo.

Durante el siglo XX, muchas de las propuestas de solución para la crisis que
enfrentó la economía capitalista reforzaron cada vez más la intervención del Estado.
Después de la crisis económica mundial de 1930 y de la Segunda Guerra Mundial,
se generalizaron las ideas del economista inglés John Maynard Keynes. Los
gobiernos de las sociedades capitalistas comenzaron a impulsar el pleno empleo
como solución para reactivar la economía. Esta política tenía como objetivos
asegurar ganancias para los capitalistas pero, al mismo tiempo, permitía que todos
los habitantes del país en condiciones de trabajar pudieran hacerlo y obtuvieran un
ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades básicas. Las políticas
keynesianas permitieron al Estado utilizar más recursos para financiar más servicios
públicos y sociales.

El Estado neoliberal
Durante las dos últimas décadas la intervención del Estado en la economía, sea
como agente regulador o como agente productor, generó muchas críticas. Desde el
liberalismo se sostiene que la solución para las nuevas crisis económicas es que el
Estado debe abandonar la mayoría de las numerosas funciones que viene
desempeñando desde mediados de siglo. Los economistas neoliberales afirman que
debe recortarse, sobre todo, los gastos sociales -que son los destinados a atender
las necesidades básicas de los sectores de la población de menores recursos-.

Estas críticas se basan en la idea de que el mercado es capaz de generar mejores


resultados a aquellos obtenidos por medio de la actuación del Estado. De esto se
desprende que el tamaño óptimo del Estado es el mínimo. Se plantea que el Estado
debería volver a sus funciones esenciales: mantener el orden y la legalidad para el
funcionamiento eficiente de los mercados. Esto supone que se encargue
exclusivamente de la administración de justicia; la defensa externa y el orden
interno; el cobro de los impuestos y el pago de los presupuestos.
Para los defensores de esta concepción de Estado, las políticas sociales deben ser
residuales o “de ambulancia”, es decir, el Estado asume la responsabilidad solo
cuando falla la familia o el mercado; procurando limitar las obligaciones del Estado
solamente a los grupos sociales marginados y necesitados. El Estado neoliberal
debe ayudar a los que se comprueba que no tienen otros medios y nunca deben
convertirse en un estímulo para que las personas opten por la ayuda estatal en vez
del trabajo.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Garrido, R., Harriet, S., Ramallo, J., Traversa, F. (2014). Ciudadan@s hoy. 2ª
edMontevideo, Editorial Contexto, pp. 103- 106.
ACTIVIDAD GRUPAL ESCRITA

En grupos de 2 o 3 participantes deberán presentar un trabajo académico que


comprende dos partes. Para la realización deberán utilizar la ficha de curso “Fines y
cometidos” y el archivo “Los diferentes tipos de Estado” de Román Castro (2000).

PARTE 1:

1. Realizar un esquema en el que se identifiquen las etapas que, según


Benjamín Nahum, atravesó el Estado uruguayo hasta comienzos del siglo
XX. Escribe las principales características de cada etapa.
2. ¿Es correcto utilizar el concepto de Estado de Bienestar para referirnos al
Estado batllista? Fundamenta tu respuesta.

“En la historia de la sociedad uruguaya, el Estado ha jugado un papel peculiar


desde antes de nuestra constitución como nación independiente. En otro lugar (J. P
Barrán y B. Nahum: “El problema nacional y el Estado: un marco histórico”, en
CINVE: “La crisis uruguaya y el gobierno nacional”, EBO, 1984) hemos sostenido
que en la Banda Oriental si el ganado precedió al colono, también lo hizo el Estado.
Región desprovista de riquezas y minerales, poblada por mucho ganado y
escasísimos hombres, la incidencia del Estado colonizador español fue decisiva
para otorgar tierras, defender la frontera, fundar pueblos, permitir o no el comercio,
educar, crear las primeras formas de gestión administrativa de la sociedad, que
fueron públicas y no privadas como en las colonias inglesas.

Las guerras revolucionarias que independizaron al país conmovieron sin duda la


fortaleza de ese Estado. Pero ante la fragilidad de una sociedad muy débilmente
estructurada y que padeció de la violencia crónica de las guerras de independencia
primero y de las partidistas después, el Estado siguió siendo un pequeño centro de
poder, una voluntad de orden y autoridad que tenía más peso cuando el Presidente
coincidía con el Caudillo (Rivera) y por lo tanto se superponía el país legal al país
real. Cada tanto aparecía también el deseo de imponer una administración eficiente,
un marco legal que contuviera y modelara a la sociedad inorgánica y en ebullición
(Oribe, Berro). Cuando esa desorganización llegó a su colmo y el Estado se partió
en dos (Gobierno de la Defensa, Gobierno del Cerrito) peligró la propia subsistencia
del país independiente (Guerra Grande).

Una década y media, la conjunción de crisis económica y crisis política creó un


vacío de poder que fue llenado por representantes del ejército. Ese primer
Militarismo (1876-1886) fue a su vez la primera de las tres etapas en que se
desarrolló definitivamente el poder del Estado y se amplió su área de acción.

Ahora sí, el Estado pudo imponerle a la sociedad una serie de reglas y límites que
la orientaran a un proceso de modernización global (económica, jurídica, educativa),
que significó el ingreso del país al estadio de desarrollo capitalista. Basándose en
un poder coactivo (fusil, ferrocarril, telégrafo) superior a la resistencia que podían
oponerle la sociedad rural y los caudillos (caballo y lanza), modernizó su aparato
jurídico y administrativo (códigos, jueces, correo). Con ambos instrumentos (poder
militar y jurídico) implantó la paz interna y protegió el desarrollo de las fuerzas
productivas del campo (difusión del ovino y del alambrado) así como apoyó a la
burguesía comercial de la ciudad puerto (paz, patrón oro, austeridad fiscal) y
tranquilizó al inversor extranjero (reanudación del servicio de la deuda pública,
patrón oro, paz).

El resultado fue un Estado fuerte y moderno que encarriló al país hacia el lugar que
el mercado mundial le había asignado.

El período del civilismo (1886-1903), segunda etapa, marcó la recuperación de los


civiles de la conducción del Estado. La década militarista en que estuvieron fuera
del poder, les enseñó a muchos de esos civiles ilustrados (los “doctores”) que
perder la palanca del Estado conducía a la anulación política y marginación
económica. Su adhesión a los principios puros del liberalismo, que veía al Estado
como “juez y gendarme”, sufrió una transformación y, vueltos al poder, procuraron
fortalecer el Estado, ampliar su esfera de acción, para mantener fijo el rumbo hacia
la modernización (que implicaba la paz interna), y su propia constitución como élite
profesional de gobierno. Algunos de los hombres que en 1873 (con el “principismo”)
quisieron limitar el Estado casi hasta la inacción, en 1884 y 1888 aprobaron las
leyes ferroviarias que le abrieron a éste el camino del más franco intervencionismo:
control de empresa (inglesa), derecho a vigilar la fijación de tarifas, y hasta la
autorización para construir ferrocarriles propios. En 1901, impulsado por una
burguesía mercantil urbana, poco emprendedora, el Estado hizo construir el Puerto
de Montevideo. Costeado por impuestos que pagó toda la nación, su manejo del
Estado aumentó la fuerza de éste y amplió su esfera de acción.

Poco después se hizo cargo de la producción de energía eléctrica. Esta estuvo


primero en manos de una empresa privada (1887-1897), pasó luego a la
administración provisoria por el Estado (1897-1906), a la directiva y definitiva por el
mismo Estado (1906-1912), y a ser un monopolio estatal a partir de 1912.

El primer batllismo (1903-1916) constituye la tercera etapa en el desarrollo del


poder del Estado. Con él culmina la tendencia a ampliar su esfera de acción, pero
ahora de manera deliberada buscando que su incidencia en la sociedad fuera
portadora de la filosofía política del grupo gobernante. A la vez que crecía el poder
estatal, se consolidaba también la élite de políticos profesionales que veían en el
poder público un instrumento y su medio de vida.

Impulsado también por su falta de iniciativa y de fuerza del capital nacional, el


Estado fue cada vez más empresario y árbitro social. Así, se estatizaron los Bancos
(República, Hipotecario), se nacionalizaron actividades en manos extranjeras
(seguros), se monopolizó la producción de energía eléctrica y los servicios
portuarios, y se legisló a favor del obrero (ley de 8 horas), de la mujer (divorcio por
sola voluntad), del anciano (pensiones a la vejez), del niño (educación secundaria
gratuita), del enfermo (hospitales laicos), en un intento por inclinar el poder del
Estado hacia los “más débiles” y a la vez, buscar el apoyo electoral de quienes
podían votar.

Tal potencia fue adquiriendo el Estado por esas ampliaciones sucesivas de su


actuación en los planos económicos, financieros, industrial, educacional, sanitario,
de la vida nacional, que el diputado socialista Emilio Frugoni lo encontró “dotado de
una vida propia”.
Nahum, Benjamín. El papel del Estado desde los orígenes hasta el primer batllismo.
Empresas públicas uruguayas. Orígen y gestión. EBO, Montevideo, 1993, pp. 10-13.
PARTE 2:

Previo a las elecciones presidenciales de 2019, los precandidatos Ernesto Talvi


(Partido Colorado) y Óscar Andrade (Frente Amplio) tuvieron un debate televisivo,
en donde presentaron distintas concepciones referidas al rol del Estado.

Responder las siguientes preguntas en base al material audiovisual adjunto. Ernesto


Talvi y Óscar Andrade: el debate completo

1. ¿Cuáles son las funciones primarias y secundarias que debe tener el Estado
para Talvi y Andrade?
2. ¿Qué rol debe tener el Estado en la economía y en la sociedad? Respondan
diferenciando las posturas.
3. Según los tipos de Estado que describe Castro (2000), ¿cuál noción de
Estado corresponde a la visión de Talvi y cuál a la de Andrade? Justifique su
respuesta.
Tengan presente que para responder la pregunta deben presentar las ideas
principales del tipo de Estado que elijan, y a partir de eso relacionarlas con
las de los precandidatos.

SISTEMA POLÍTICO URUGUAYO


¿Cómo se organiza el poder del Estado?
Conceptualizando qué es el gobierno

Como hemos visto, el poder es por definición un elemento esencial de un Estado,


¿pero donde radica dicho poder? Como el poder no es un objeto tangible, esta no
es una pregunta sencilla, pero sí podemos adelantar una especie de respuesta: por
lo general asociamos el poder del Estado al gobierno.

Y ¿qué es el gobierno? Justamente se entiende por gobierno, al conjunto de


aquellos órganos que tienen institucionalmente asignado el ejercicio del poder del
Estado. A veces asociamos al gobierno con las personas que son titulares de estos
órganos, los gobernantes. Pero mas allá de los gobernantes y autoridades de turno,
en los Estados modernos existe un conjunto de órganos especializados, que a los
ojos de toda la sociedad tienen asignado el ejercicio del poder del Estado. El
conocido constitucionalista José Korzeniak aporta una definición similar: “el
gobierno es un conjunto orgánico de autoridades, que cotidianamente ejercen la
dirección del Estado”.

Desde el punto de vista etimológico, el gobierno es una palabra que viene del
griego, donde originalmente hacía referencia a la actividad de controlar el timón de
un barco. Esta imagen ilustra muy bien la función del gobierno: este se encarga de
ejercer el poder del Estado en una dirección determinada; así como quien timonea
un barco es quien asigna el rumbo que va a seguir la nave.

Régimen de Gobierno
Como hemos dicho, el gobierno es el encargado de ejercer el poder del Estado.
Pero como te puedes imaginar, los órganos de gobierno pueden organizarse de
formas muy diferentes. Las instituciones que regulan el acceso a estos órganos de
gobierno también pueden diferir mucho, así como también pueden ser muy variadas
las instituciones que regulan el propio ejercicio del poder del Estado. En síntesis: la
estructura misma del gobierno puede variar mucho de país a país, y con el correr
del tiempo.
Por eso, desde hace mucho tiempo, a algunos estudiosos les ha interesado analizar
y clasificar las formas de gobierno. Nace así el concepto de regímenes de gobierno,
o régimen político. Existen infinidad de clasificaciones; en este capítulo vamos a ver
solo dos, una muy antigua, y otra actual y muy sencilla.

En la antigua Grecia, solía clasificarse a los regímenes de gobierno en función de


cuántas personas gobernaban. Los antiguos griegos hacían referencia entonces al
gobierno de uno (monarquía), al gobierno de unos pocos (aristocracia) y al gobierno
de muchos (democracia o república).

Modernamente, existe otra clasificación que toma en cuenta el modo de acceso al


gobierno por parte de los gobernantes. Algunos autores clasifican entonces los
regímenes de gobierno en dos clases: gobiernos autoritarios y democracias. Los
gobiernos autoritarios serían aquellos regímenes donde los gobernantes acceden al
gobierno sin obtener para ello el apoyo o consentimiento del conjunto de los
gobernados. Las democracias se basan en la voluntad de los gobernados.

Regímenes democráticos en la actualidad: ¿qué instituciones deben existir en los


Estados modernos para garantizar procesos políticos democráticos?

Robert Dahl afirma que en la actualidad, algunos regímenes de gobierno están


organizados a través de instituciones que garantizan el respeto a estos criterios
generales de los procesos democráticos.

Por eso, para referirnos a los regímenes de gobierno de los Estados, el autor
enumera seis requisitos para que los procesos democráticos se cumplan en los
Estados modernos que tienen poblaciones muy grandes en términos numéricos.

A continuación se enumeran esos requisitos:


1. Que los cargos públicos sean ocupados por representantes electos: las
decisiones políticas de gobierno en países democráticos modernos recaen en
cargos públicos representativos elegidos por los ciudadanos.
2. Elecciones libres, limpias y frecuentes: las elecciones para los cargos
públicos se realizan con frecuencia y son libres y no fraudulentas.
3. Libertad de expresión: los ciudadanos tienen derecho a expresarse sobre
asuntos políticos y sin peligro de sufrir castigos.
4. Acceso a distintas fuentes de información alternativa: los ciudadanos tienen
derecho y acceso a distintas fuentes de información alternativas, y la
existencia de estas fuentes está protegida por la ley.
5. Derecho a constituir asociaciones autónomas: los ciudadanos tienen derecho
a organizarse en asociaciones independientes, incluyendo el derecho a
constituir partidos políticos.
6. Ciudadanía inclusiva: a ningún adulto que resida permanente en el país y que
esté sujeto a sus leyes le pueden ser negados los derechos políticos, como el
sufragio, la libertad de expresión, ser candidato a cargos públicos.

Estos requisitos son un modo de aplicar los criterios del proceso democrático a la
realidad concreta de la mayoría de los países de la actualidad. Por ejemplo, en los
Estados modernos, la participación efectiva es muy difícil de concretar, en la medida
que todos los puntos de vista de todos los ciudadanos no pueden conocerse por
parte de todo el resto de involucrados, debido a un problema de escala de
población.

Pero se consigue algo muy importante si al menos los cargos públicos son
ocupados por representantes electos (1) por parte de toda la ciudadanía (6), si es
posible opinar sin temor al castigo y es posible escuchar distintos puntos de vista
sobre los asuntos (3) y (4). Los seis requisitos institucionales propuestos se
relacionan con el cumplimiento de los cinco criterios del proceso democrático
propuestos anteriormente.

¿Cómo se organiza la democracia uruguaya?

El concepto de democracia nace en Atenas (Grecia) en el siglo V a.c. La palabra


proviene de griego, por un lado “demos” que significa pueblo; “krátos” gobierno y el
sufijo “ia” que quiere decir cualidad. Por lo tanto diríamos “gobierno del pueblo”.

Dicho concepto ha sido alterado con el paso del tiempo, adaptándose a las
diferentes realidades y demandas de cada momento histórico. No podemos
pretender que nuestro concepto de democracia sea similar al que sostenían los
antiguos griegos. En efecto, si bien podemos decir que era -en aquella época- un
“gobierno del pueblo” debido a que el poder estaba en las manos de los ciudadanos,
debemos también tener presente que tanto los esclavos, quienes eran la mitad de
los habitantes, como las mujeres y los extranjeros, no eran considerados
ciudadanos. Por ende, se trataba de una democracia inaceptable en los términos
actuales. No obstante, hoy en día no podemos concebir la democracia sin la
igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, no reconociéndose otra distinción
entre ellas sino la de los talentos o las virtudes, como lo enuncia el artículo 8 de
nuestra Constitución.

La democracia es el sistema de gobierno más justo. Las responsabilidades políticas


surgen de un proceso de participación popular. Para que un gobierno sea
democrático, el pueblo debe ser el soberano: titular del poder del Estado. También
deben ser tenidos en cuenta los mecanismos de democracia directa (plebiscito,
referéndum, iniciativa).

Es la Constitución la que establece que el régimen de gobierno de nuestro país es


democrático. En su artículo 82 dice: “la Nación adopta para su Gobierno la forma
democrática republicana”. Pero la Constitución no sólo anuncia que la forma de
gobierno es democrática, sino que establece que todas las instituciones y garantías
que caracterizan a una democracia

Soberanía popular: ejercicio directo (iniciativa popular, referéndum, plebiscito,


elecciones) e indirecto (poderes representativos)

Como se mencionó previamente, un régimen de gobierno está caracterizado por


una forma de acceso al poder del Estado, y ciertas garantías de que este poder será
ejercido respetando los derechos y libertades propias del proceso. Hablemos ahora
del acceso al poder del Estado y en quién radica este poder.

El mismo artículo 82 de la Constitución que fue citado, un poco más adelante dice
“la soberanía será ejercida directamente por el Cuerpo Electoral en los casos de
elección, iniciativa y referéndum, e indirectamente por los Poderes representativos
que establece la Constitución”.

Este artículo es muy importante, porque indica en quién radica la soberanía, es decir
que define en quién se deposita el poder de decisión en nuestra República, ya que
el soberano es quien puede darse leyes y normas sin recibirlas de otro.

Como establece el artículo 82, la soberanía se ejerce directamente por el Cuerpo


electoral, en cada elección, en las iniciativas populares y referéndum. Y el artículo
77 agrega que “todo ciudadano es miembro de la soberanía de la nación; como tal
es elector y elegible”.

Por lo tanto, el Cuerpo Electoral está integrado entonces por todos los ciudadanos y
electores no ciudadanos, y esto es fundamental para comprender el carácter
democrático de nuestro régimen de gobierno.

Pero además, el artículo 83 plantea que la soberanía también se ejerce por parte de
los poderes representativos. Como veremos más adelante, el poder del Estado se
encuentra dividido para dar garantías de equilibrio. Pero lo que interesa ahora, es
que la soberanía también es ejercida por representantes electos, cumpliéndose así
con el primer criterio de un régimen democrático que habíamos expuesto más
arriba: que los cargos públicos sean ocupados por representantes electos.

En síntesis, en nuestra democracia la soberanía es ejercida entonces directamente


por el conjunto del Cuerpo Electoral en algunas ocasiones, y en otras por sus
representantes electos. La existencia de representantes electos es una
característica y una necesidad de las democracias modernas, dado que por el
tamaño de nuestras sociedades ya no es posible discutir y decidir todo directamente
por parte de los ciudadanos, como lo hacían en las polis griegas.

Sin embargo, nuestra Constitución nos reserva a todos los ciudadanos el derecho a
decidir directamente en ocasiones. Es el caso, por ejemplo, de las elecciones, un
referéndum, un plebiscito o la iniciativa ante el Poder Legislativo. Diferenciemos
estos cuatro institutos que se conocen con el nombre de Institutos de Gobierno
Directo.

Institutos de gobierno directo: elecciones, plebiscito, referéndum, iniciativa popular.

Las elecciones en nuestro país se realizan cada cinco años. Las autoridades que se
eligen en forma directa son: Presidente y Vice de la República, Senadores,
Diputados, Intendentes, Ediles y miembros de la Junta Electoral.

El referéndum es un mecanismo que permite consultar al Cuerpo Electoral acerca


de una ley o un decreto de la Junta Departamental, para que decida si sigue vigente
o se deroga.

El artículo 79 de la Constitución regula el proceso de referéndum. Menciona:

“El veinticinco por ciento del total de inscriptos habilitados para votar, podrá
interponer, dentro del año de su promulgación, el recurso de referéndum
contra las leyes y ejercer el derecho de iniciativa ante el Poder Legislativo.
Estos institutos no son aplicables con respecto a las leyes que establezcan
tributos. Tampoco caben en los casos en que la iniciativa sea privativa del
Poder Ejecutivo”.

Dicho artículo es regulado por la ley 16.017 .

De cumplirse con los requisitos, la Corte Electoral deberá convocar a elecciones a


los ciudadanos dentro del plazo de 120 días, a no ser que coincidentemente en ese
plazo se celebraran elecciones. En esa situación, se convocará a la consulta dentro
de los 45 días posteriores a las elecciones. La ley 16.017 establece que el voto em
blanco se considera voto por NO. Por lo tanto, para aprobar el recurso se necesitará
la mayoría absoluta de los votos válidos por el SÍ.

A su vez, contamos con otro mecanismo para presentar el recurso, eso es,
presentar las firmas correspondientes al 2% de los Inscriptos y Habilitados a votar
en el plazo de un año posterior a la promulgación de la ley. La Corte Electoral
convocará a consulta en el plazo de 45 días desde su interposición. Si se supera el
25% de votos por el SÍ, deberá llamarse a una consulta definitiva en los siguientes
120 días.

La regulación es diferente en cuanto a los decretos de la Junta Departamental con


fuerza de ley en su jurisdicción. En este caso, el plazo es de 40 días posteriores a
su publicación. Se necesitarán las firmas del 20% de los inscriptos y habilitados para
votar en la jurisdicción departamental en cuestión. La presentación del recurso
suspenderá sus efectos. La consulta se realizará entre los 30 y 60 días de la
presentación del recurso en el caso de no solicitar que se haga al mismo tiempo que
las elecciones inmediatas.

El plebiscito es un mecanismo que permite a los ciudadanos aprobar o no una


reforma constitucional. Se trata de una consulta popular que, generalmente, trata de
temas de suma importancia para el país y de gran relevancia política. Razones de
legitimidad que dan solo las urnas, costos políticos de la adopción y transversalidad
de la discusión pública abogan por la utilización de este mecanismo en ciertas
ocasiones. El plebiscito es la única vía de reforma de nuestra Constitución, en
cualquiera de las alternativas que establece el artículo 331.

En caso de querer reformar la Constitución, está establecido que por la iniciativa


popular de 10% de los ciudadanos inscriptos en el Registro Cívico Nacional,
presentando un proyecto articulado el cual se elevará al Presidente de la Asamblea
General, será sometido a plebiscito.
Actos eleccionarios

Elecciones Elecciones Elecciones Elecciones


Internas de los Nacionales Nacionales Departamentales
Partidos Políticos Primera Vuelta Segunda Vuelta o
Ballotage

Último domingo de Último domingo de Último domingo de Segundo domingo


junio octubre noviembre de mayo siguiente
al año de las
Elecciones
Nacionales

Cada partido elige Se eligen los Participan las dos Se eligen los
al candidato único Diputados y fórmulas Intendentes, Ediles
para la Presidencia Senadores y presidenciales con de la Junta
de la República y fórmula más caudal de Departamental,
los integrantes de presidencial única votos en la primera Alcaldes y
las Convenciones de cada partido. vuelta. Gana quien Concejales de todo
Nacionales y En caso de obtenga más el país.
Departamentales obtener la mayoría cantidad de votos,
absoluta de los sin ser necesaria
votos emitidos el la mayoría
día de la elección, absoluta.
también son
electos Presidente
y Vicepresidente.
De lo contrario, es
necesaria la
convocatoria a una
“segunda vuelta”,

Voto secreto y Voto secreto, Voto secreto, Voto secreto,


universal. Instancia universal y universal y universal y
no obligatoria. obligatorio. obligatorio. obligatorio.

Los legisladores El Presidente y Intendentes, Ediles


asumen el 15 de Vicepresidente de las Juntas
febrero del año asumen el 1 de Departamentales,
siguiente a las marzo del año Alcaldes y
elecciones. siguiente al Concejales
período electoral. asumen 60 días
después de su
elección.

¿Cómo es nuestro sistema de Gobierno?


En este apartado nos dedicaremos a conocer nuestro régimen de gobierno, desde el
punto de vista de su funcionamiento. Para ello conoceremos los diferentes órganos.

Nuestro gobierno está organizado en tres niveles: gobierno nacional, departamental


y el gobierno municipal.

GOBIERNO NACIONAL: Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y Poder Judicial.

GOBIERNO DEPARTAMENTAL: Intendencia, Junta Departamental y Junta Local.

GOBIERNO MUNICIPAL: Municipio.

Poder Legislativo

CONCEPTOS

Órganos que Asamblea General (130 miembros): Cámara de Diputados (99) y


lo integran Cámara de Senadores (30 más Vicepresidente de la República).
Comisión Permanente (4 senadores y 7 diputados)

Requisitos Senador: 30 años y ciudadanía natural o legal con 7 años de


ejercicio.
Diputado: 25 años y ciudadanía natural o legal con 5 años de
ejercicio.
Vicepresidente de la República: ciudadano natural y 35 años.

Designación Elecciones nacionales

Poder Ejecutivo
CONCEPTOS

Órganos que lo Presidente de la República


integran Ministros

Requisitos Presidente de la República: ciudadano natural y 35 años


Ministros: 30 años y ciudadanía natural o legal con 7 años de
ejercicio

Gobierno departamental

Órganos Intendencia Junta Junta Local


Departamental

Integración intendente 31 ediles Uni o pluripersonal

Requisitos Igual senador y 18 años, igual a los ediles


haber nacido en el ciudadano natural
Departamento, o o legal con tres
vivir en él 3 años años de ejercicio,
previos a su haber nacido en el
postulación Departamento o
vivir en él 3 años
previos a su
postulación

Designación Elecciones Junto con el Elegidos por el


departamentales: intendente Intendente con el
segundo domingo consentimiento de
de mayo luego de la Junta
las Nacionales, Departamental
cada cinco años

Función Administrativa Legislativa y de Administrativa


control

Temáticas Tránsito, vialidad,


mantenimiento de
espacios públicos,
control de
mercados y ferias,
alumbrado público,
salud, impuestos,
educación.
CIUDADANÍA

Concepto

Es una manera de comprender la ciudadanía que implica pensarla en una única


dimensión, la política. Para esta forma de entender la ciudadanía, ciudadano/a es
quien cumpliendo ciertos requisitos puede tomar decisiones en el plano político de
su país y esto lo hace generalmente a través del voto.

Veamos una definición desde esta mirada: la ciudadanía es un vínculo jurídico-


político que une a la persona con el gobierno de un país y que le permite participar
en él. Es un vínculo en la medida que se genera una relación entre el ciudadano/a y
un gobierno. A partir de esta relación, el ciudadano puede, por ejemplo, elegir a sus
autoridades, como el Presidente de la República, intendente, legisladores, etc. Se
generan a través de este vínculo derechos y deberes para ambas partes. Este
vínculo es de carácter jurídico porque está regulado por normas jurídicas. Estas
establecen por ejemplo quiénes son ciudadanos, cuáles son sus derechos y
deberes, cuándo se suspende la ciudadanía o cuándo se pierde. En el caso de
nuestro país, es en nuestra Constitución donde encontramos muchas de estas
normas. Nos detendremos en lo que ella refiere respecto a la ciudadanía.

Ciudadanos naturales y legales

La principal norma jurídica dedica a este tema toda su Sección III, la cual se titula
“De la ciudadanía y del sufragio”. En su artículo 73 establece: “Los ciudadanos de la
República Oriental del Uruguay son naturales y legales”.

¿Quiénes son ciudadanos naturales? Mujeres y hombres que se encuentran en


alguna de las dos situaciones que siguen: a) haber nacido en el país, b) haber
nacido en el extranjero pero cumpliendo los siguientes requisitos: ser hijo/a de
padre o madre uruguayo/a, venir a nuestro país e inscribirse en el Registro Cívico
Nacional.

¿Quiénes son ciudadanos legales? Mujeres y hombres que nacieron en el


extranjero. Hay tres vías para llegar a solicitar la ciudadanía legal:

1) Extranjeros SIN familia en el país, con buena conducta, capital o propiedad


en el país o trabajo; se le exigen cinco años de residencia para tener derecho
a realizar la solicitud.
2) Extranjeros CON familia en el país, con buena conducta, capital o propiedad
en el país o trabajo, se le exigen tres años de residencia para tener derecho a
realizar la solicitud.
3) Por gracia especial de la Asamblea General. Ello significa que el órgano
máximo del Poder Legislativo puede conceder la ciudadanía legal a un
extranjero que se haya destacado en nuestro país por prestar servicios o por
méritos importantes que supongan un beneficio para el mismo.

A su vez el artículo 75 de la Constitución agrega que “Los derechos inherentes a la


ciudadanía legal no podrán ser ejercidos por los extranjeros comprendidos en los
incisos A) y B) hasta tres años después del otorgamiento de la respectiva carta”.

Ahora bien, hasta aquí explicamos por qué la ciudadanía es un vínculo de carácter
jurídico. Nos resta tratar por qué es un vínculo político. Ser ciudadano desde esta
concepción supone exclusivamente tomar decisiones en el plano político, es decir
referidas al gobierno, ya sea eligiendo autoridades, tomando decisiones frente a una
norma como explicamos o presentando proyectos de ley o de reforma
constitucional. Estas decisiones no son neutras o imparciales, sino que responden
muchas veces a posturas político-partidarias, es decir cada ciudadano se identifica
con un partido político y su ideología y en función de ella expresa sus decisiones.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Garrido, R., Harriet, S., Ramallo, J., Traversa, F. (2014). Ciudadan@s hoy. 2ª
edMontevideo, Editorial Contexto, pp. 118- 180.

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